Segunda entrega conjunta
Ondina y la tristeza Gracias Ovidio, no creo que mis sencillas ilustraciones merezcan unos acompañamientos tan exquisitos como los que les estás proporcionando. A quí queda Ondina, para siemp re, arropada por tu texto. Sentada en el quicio de su ventana, con el océano al fondo, Ondina rememoraba todo lo que había acontecido en su vida hasta haber logrado el éxito y convertirse en la prima ballerina assoluta de los siete mares. Ella, nacida en las quietas aguas de una humilde laguna, había vencido, en singulares duelos, a las más afamadas nereidas. No había habido magia ni hechicerías, sólo trabajo duro y constante. Bailar sobre el espejo estático de la laguna era una insignificancia, lo extraordinario era bailar sobre las furiosas olas marinas y dominarlas a tu antojo; vestirte con sus espumas y degustar en los labios el sabor, aunque fuera salado, del triunfo de la doma; eso era lo que ella siempre había deseado y por lo que había luchad...