ASTRÁGALO 29: CIUDADES DIVIDAS/DIVIDED CITIES/CIDADES DIVIDIDAS - PDFCOFFEE.COM (2025)

Número 29

DIVIDED CITIES / CIUDADES DIVIDIDAS / CIDADES DIVIDIDAS

AUTORES/AUTHORS Roberto Fernández, Alona Martínez Pérez, Ciaran Mackel, Richard Tardanico, Ulrich Oslender, Charikleia Pantelidou, Leon Krige, Tebogo Ramatlo, Melehat Nil Gulari, Cecilia Zecca, Lola Martínez-Fons, Francisco Quintana, Bárbara Salazar, Melinka Bier, Luis Fernando Zapata Montalvo, Peter Bishop, Manuel Gausa Navarro, Carlos Tapia ISSN 2469-0503

DE C E M BE R / DIC IE MBR E / DE ZE MBR O 2 0 2 1

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ASTRAGALO: CULTURA DE LA ARQUITECTURA Y LA CIUDAD NÚMERO/ISSUE 29, DECEMBER / DICIEMBRE / DEZEMBRO 2021 DIVIDED CITIES / CIUDADES DIVIDIDAS / CIDADES DIVIDIDAS

Rector: Rodolfo N. De Vincenzi Vicerrectora Académica: Ariana De Vincenzi Vicerrector de Investigación: Mario Lattuada Carrera de Arquitectura CAEAU Centro de Altos Estudios en Arquitectura y Urbanismo

Rector: Miguel Ángel Castro Arroyo Directora Editorial Universidad de Sevilla: Araceli López Serena Escuela Técnica Superior de Arquitectura Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas.

Organismo/editor responsable Editorial Universidad de Sevilla&CAEAU UAI Dirección postal: Calle Porvenir, 27, 41013 Sevilla, España Contacto [emailprotected] Edición Alona Martínez Pérez Coordinación Equipo Editorial Astrágalo Diseño Jimena Durán Prieto Illustraciones A29 Leon Krige ASTRAGALO magazine does not enter into any ISSN 2469-0503 correspondence other than that requested. Its

articles may be used and disseminated for noncommercial purposes, citing the source, with the exception of works bearing a copyright notice in favour of the author.

ASTRAGALO Moldura de sección semicircular convexa, cordón en forma de anillo que rodea el fuste de la columna bajo el tambor del capitel (Arquitectura). Hueso pequeño, corto, de superficies bastante lisas excepto los laterales que son rugosos, de excepcional importancia en los movimientos de la marcha (Anatomía). Las plantas del género Astragalus son flores, algunas veces solitarias pero casi siempre en racimos, espigas o nubelas (Botánica). - II -

Issue 29 - DECEMBER / DICIEMBRE / DEZEMBRO 2021

DIVIDED CITIES / CIUDADES DIVIDIDAS / CIDADES DIVIDIDAS

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L F Krige

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CONTENIDOS/TABLE OF CONTENTS/CONTEÚDOS

INTRODUCTION TO THE ISSUE/ INTRODUCCIÓN AL NÚMERO / INTRODUÇÃO AO NÚMERO Roberto Fernández DIVIDED CITIES / CIUDADES DIVIDIDAS / CIDADES DIVIDIDAS

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Leon Krige University of Johannesburg, South Africa VISUAL ARTICLE / ARTÍCULO VISUAL / ARTIGO VISUAL COVER, 1, 2, 14, 42, 43, 44, 45, 46, 74, 102, 140, 156, 174, 206, 232, 246, 298, 302, 303

ARTICLES / ARTÍCULOS / ARTIGOS 1. Alona Martínez Pérez (Guest editor in charge of this issue / Editora invitada al cargo de este número / Editora convidada responsável por esta edição) LEARNING FROM THE FALLS (TÚATH NA BHFÁL) AND BOMBAY STREET PROJECT 47 (ARCHITECT SEÁN MACKEL), BELFAST: URBAN REFLECTIONS FROM THE MOST DIVIDED AND RESILIENT STREETS IN WESTERN EUROPE 2. Ciaran Mackel BELFAST INTERREGNUM: WALLS, VOIDS AND FORWARD TO NEW GROUND AND POROUS BORDERS

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3.Richard Tardanico and Ulrich Oslender DIVIDING A CITY: REAL ESTATE MEGA-SPECULATION AND CONTENTION IN MIAMI, 103 FLORIDA

4. Charikleia Pantelidou LUGARES DE EXCLUSIVIDAD Y EXCLUSIÓN: DE LA CASA AL BARRIO Y DE LA CIUDAD AL ISLOTE

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5. Leon Krige DIVIDED PAST, DIVIDED FUTURE: FROM CAPE TO JOHANNESBURG, SOUTH AFRICA

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6. Tebogo Ramatlo BOXED IN. CHALLENGES OF ESCAPING THE INHERITED SPATIAL REALITIES OF APARTHEID FROM THE CENTRE TO THE PERIPHERY

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7. Melehat Nil Gulari and Cecilia Zecca CYPRUS DISPUTE: BETWEEN CONTESTED TERRITORIES AND SPONTANEOUS REAPPROPRIATION

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8. Lola Martínez-Fons LA CIUDAD HÍBRIDA INFORMAL DEL ÁFRICA SUBSAHARIANA ATRAPADA HOY ENTRE EL LEGADO COLONIAL DE LA 'MALDICIÓN' Y LA 'EXOTIFICACIÓN'

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9. Francisco Quintana; Bárbara Salazar and Melinka Bier FRAGMENTOS URBANOS DE GUERRA FRÍA EN EL “TERCER MUNDO”

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10. Luis Fernando Zapata Montalvo SO CLOSE YET SO FAR: DIVIDED CONTEXTS ON THE MEXICO-GUATEMALA BORDER

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11. Peter Bishop LONDON – PLANNING INTEGRATED COMMUNITIES

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12. Manuel Gausa Navarro BARCELONA: HAEC OMNIA – DIVISA – TIBI DABO… COHESIÓN Y DIVISIÓN EN LA EVOLUCIÓN (GEO)URBANA DE UNA CIUDAD AMBIVALENTEMENTE COMPACTA

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REVIEWS / RESEÑAS / RESENHAS 1. Roberto Fernández IDENTIDADES EN CONFLICTO: BELFAST DESGARRADA. Sobre “No digas nada” de Patrick Radden Keefe 2. Carlos Tapia BERLIN IST IRRE!: FRANZISKA LINKERHAND, DE BRIGITTE REIMANN.

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Founder/Fundador/Fundador: Antonio Fernández Alba

Editorial Board/Comité de redacción/Conselho Editorial Dr. Roberto Fernández, Mar del Plata (Director ASTRÁGALO) CAEAU. Universidad Abierta Interamericana Dr. Carlos Tapia, Sevilla (Director Ejecutivo ASTRÁGALO). Profesor del Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas. Universidad de Sevilla Dr. Manoel Rodrigues Alves, Instituto de Arquitetura e Urbanismo da Universidade de São Paulo (IAU-USP), São Carlos. Dr. Jorge Minguet, Profesor Departamento de Arte y Arquitectura, área de Proyectos Arquitectónicos. Escuela de Arquitectura de Málaga Mg. Carolina Tobler, Arquitecta. FADU, Udelar - MArq, FADEU, PUC. Montevideo Dr. Tomás Antônio Moreira, Universidade de São Paulo. Instituto de Arquitetura e Urbanismo de São Carlos

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Scientific Comission/Comisión Científica/Comissão Científica Dr. Grahame Shane, Adjunct Professor in the Urban Design program at Columbia GSAPP. Nueva York

Dr. Fernando Díez, Profesor titular de Teorías de la Arquitectura y la Ciudad. Universidad de Paermo. Buenos Aires

Dra. Marta Llorente, Profesora titular de Composición Arquitectónica en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Barcelona

Dr. Fernando Pérez Oyarzún, Profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago

Dr. Federico Soriano, Catedrático del departamento de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad Politécnica de Madrid

Dr. Víctor Pérez Escolano, Catedrático de Universidad en la ETSA de la Universidad de Sevilla, Departamento de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas

Dr. Eduardo Maestripieri, Universidad de Buenos Aires, Arquitectura, Diseño y Urbanismo

Dra. Teresa Ocejo, Departamento de Investigación y Conocimiento de la División de Ciencias y Artes para el Diseño (CyAD). C. de México

Dr. Carlos E. Comas, Universidade Federal do Rio Grande do Sul. Porto Alegre

Dra. Zaida Muxí. Profesora en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona.

Dr. Fernando Zalamea, Departamento de Matemáticas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá

Dr. Carlos Villagómez, Arquitecto, artista, ensayista y diseñador. La Paz Dr. Eduardo Prieto. Departamento de Composición Arquitectónica. ETSA Politécnica de Madrid

Dr. Josep María Montaner. Catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona

Dra. Margarita Gutman, Profesora de la New School University (NY) y de la Escuela de Arquitectura, Diseño y Planificación Urbana de la Universidad de Buenos Aires.

Dr. Alberto Pérez-Gómez, Saidye Rosner Bronfman Professor, History and Theory of Architecture, Montreal Dr. Arturo Escobar, Profesor en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill

Dr. Diego Capandeguy, Profesor Titular de la Cátedra de Historia de la Arquitectura Contemporánea FADU Montevideo

Ethical Commission/Comisión ética/Comissão de Ética Dra. Carla Carmona Escalera, Profesora del departamento de Metafísica y Corrientes Actuales de la Filosofía, Ética y Filosofía Política. Universidad de Sevilla

Dr. José Dadón, CONICET. Buenos Aires

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Comité Dirección

LO QUE VIENE / WHAT IS TO COME / O QUE ESTÁ POR VIR A30 (2022): DISEÑAR PARA EL MUNDO REAL

A la insidiosa y recurrente pregunta de latitud excluyente sobre qué es proyectar frente a diseñar, se le une la tragicómica vacilación sobre qué pueda ser la realidad, o mejor, de entre las posibles, la que decante para un mero relevamiento, que no objetivo determinativo. Atravesadas ya −como recorridos, pero también como lacerantes estocadas− las crisis económicas de 2008 y pandémica de 2020 y sospechando que son la misma, se precisa un posicionamiento que sea, a la vez, un actuar, renovando las claves argumentales de las disciplinas que antes de esas crisis tradicionalmente tenían atribución social, es decir, todas. Renovar significa no solamente replantear qué es la arquitectura hoy, sino qué mundo es, qué realidad es la que se desvela. Si admitimos el diseño como una categoría de categorías, colocado en la dimensión “Mundo”, conlleva considerar “la vida cotidiana, pero pasa a las infraestructuras, las ciudades, el espacio habitado, las tecnologías médicas, la comida, las instituciones, los paisajes, lo virtual y, en última instancia, la experiencia” si seguimos la reflexión que Arturo Escobar hizo en “Autonomía y Diseño, la realización de lo comunal” en 2016. En la constitución de todo estatuto de renovación aparece un estado de la cuestión, a tenor de unos antecedentes para, consecuentemente, apostar por la radicalidad de lo que hasta ese momento no era factible. El desleimiento de la base Moderna, que lo impregna todo con su exacta inadecuación tendría, en tal acto de

renovación, un paño de absorción con el que despejar las consecuencias para dejar visible qué es lo que tenemos como fundamento común. Unos, usando garantes que tienen limitados sus grados de libertad, apelan a lo fraterno y el perdón para la cohesión. Otros, autistas, se mantienen en que la crisis es una transición y que de ellas se sale tarde o temprano. Los hay que sacan rédito de las noticias de los últimos días, con la miserable consecuencia de su aceleración. Mundos reales, distantes aún interactuados, cuya cláusula final de la constitución de lo factible deja abierta la puerta a la acción generada por una clave ontológica del diseño donde no hay especialistas sino responsabilidades diseminadas para lograr autonomía y formular formas-de-vida. Editor Invitado: José Enrique López-Canti Profesor de la Universidad de Sevilla A30 (2022): DESIGNING FOR THE REAL WORLD

To the insidious and recurrent question of excluding latitude about what it is to project as opposed to design, is added the tragicomic hesitation about what reality might be, or better, among the possible ones, the one that will be the one that will be the one to be decanted for a mere survey, which is not a determining objective.Having already crossed −as paths, but also as lacerating blows− the economic crisis of 2008 and the pandemic crisis of 2020, and suspecting that they are the same, a positioning is needed that is, at the same time, an action,

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renewing the key arguments of the disciplines that before these crises traditionally had social attribution, that is to say, all of them. Renewing means not only rethinking what architecture is today, but also what world it is, what reality it reveals. If we admit design as a category of categories, placed in the dimension “World”, it entails considering “everyday life, but goes on to infrastructures, cities, inhabited space, medical technologies, food, institutions, landscapes, the virtual and, ultimately, experience” if we follow the reflection that Arturo Escobar made in “Autonomy and Design, the realisation of the communal” in 2016. In the constitution of any statute of renewal, a state of the question appears, based on a background in order, consequently, to bet on the radicality of what was not feasible up to that moment. The dislodging of the Modern base, which permeates everything with its exact inadequacy, would have, in such an act of renewal, an absorption cloth with which to clear the consequences in order to make visible what we have as a common foundation. Some, using guarantors who have limited degrees of freedom, appeal to fraternity and forgiveness for cohesion. Others, autistic, maintain that the crisis is a transition and that we will get out of it sooner or later. There are those who take advantage of the news of the last few days, with the miserable consequence of its acceleration. Real worlds, distant yet interacting, whose final clause of the constitution of the feasible leaves the door open to action generated by an ontological key of design where there are no specialists but responsibilities disseminated to achieve autonomy and formulate forms-of-life. Guess Editor:José Enrique López-Canti Professor at Universidad de Sevilla

A30 (2022): DESENHANDO PARA O MUNDO REAL

À questão insidiosa e recorrente de excluir a latitude sobre o que é projetar em oposição ao design, acrescenta-se a hesitação tragicômica sobre o que poderia ser a realidade, ou melhor, entre as possíveis, a que será a que será decantada para uma mera pesquisa, o que não é um objetivo determinante. Tendo já cruzado −como caminhos, mas também como golpes dilacerantes− a crise econômica de 2008 e a crise pandêmica de 2020, e suspeitando que elas são as mesmas, é necessário um posicionamento que seja, ao mesmo tempo, uma ação, renovando os principais argumentos das disciplinas que antes destas crises tradicionalmente tinham atribuições sociais, ou seja, todas elas. Renovar significa não apenas repensar o que a arquitetura é hoje, mas também o mundo que ela é, a realidade que ela revela. Se admitirmos o design como uma categoria de categorias, colocada na dimensão “Mundo”, isso implica considerar “a vida cotidiana, mas vai para infra-estruturas, cidades, espaço habitado, tecnologias médicas, alimentação, instituições, paisagens, a experiência virtual e, finalmente, a experiência”, se seguirmos a reflexão que Arturo Escobar fez em “Autonomia e Design, a realização do comunal” em 2016. Na constituição de qualquer estatuto de renovação, aparece um estado da questão, baseado em um pano de fundo para, consequentemente, apostar na radicalidade do que não era viável até aquele momento. O desalojamento da base moderna, que permeia tudo com sua exata inadequação, teria, em tal ato de renovação, um pano de absorção com o qual limpar as conseqüências, a fim de tornar visível o que temos como base comum. Alguns, utilizando garantes que têm graus de liberdade

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limitados, apelam à fraternidade e ao perdão pela coesão. Outros, autistas, sustentam que a crise é uma transição e que sairemos dela mais cedo ou mais tarde. Há aqueles que aproveitam as notícias dos últimos dias, com a consequência miserável de sua aceleração. Mundos reais, distantes mas interativos, cuja cláusula final da constituição do viável deixa a porta aberta para a ação gerada por uma chave ontológica de projeto onde não há especialistas, mas responsabilidades disseminadas para alcançar autonomia e formular formas-de-vida. Editor convidado: José Enrique López-Canti Professor da Universidad de Sevilla A31 (2022): LOS LEGADOS DE COLIN ROWE; MATEMÁTICAS, CONTEXTUALISMO, CIUDAD COLLAGE Y MÁS ALLÁ

Colin Rowe se transformó y cambió a lo largo de su vida, construyendo y refinando su aparato intelectual y conceptual en respuesta a sus circunstancias cambiantes. No cabe duda de que la experiencia más formativa del joven Rowe fue el tiempo que pasó con Rudolf Wittkower en el Instituto Warburg, tras su formación arquitectónica anterior en la Universidad de Liverpool, cuyo profesor Patrick Abercrombie dirigió la reconstrucción de Londres tras la Segunda Guerra Mundial. Rowe intentó sin éxito adaptar los análisis diagramáticos de Wittkower al St Dié de Le Corbusier con sus alumnos Robert Maxwell y James Stirling. Más tarde, con los Texas Rangers, comenzó a desentrañar la geometría wittkoveriana en el paisaje urbano, estudiando la Liga de las Naciones de Le Corbusier con sus colegas Robert Slutsky, Bernard Hoesli y John Hedjuk. Continuó este proceso para recuperar la ciudad tradicional y clásica a

través de Camillo Sitte en la década de 1950 con Alvin Boyarsky en Cornell, y luego a mediados de la década de 1960 con Wayne Copper y Tom Schumaker. A partir de esta base híbrida, Rowe construyó un nuevo aparato curatorial metahistórico y reflexivo de la “ciudad como museo” esbozado en Collage City con Fred Koetter y el equipo Roma Interrotta (1978). Como se argumenta en Recombinant Urbanism (2005), muchos de los movimientos de diseño urbano posteriores se desarrollaron a partir de este enfoque estratificado, diagramático y multiescalar de la historia comunitaria, la memoria y el medio ambiente en el siguiente medio siglo, desde el neorracionalismo, la deconstrucción, el nuevo urbanismo, el urbanismo paramétrico, el urbanismo paisajístico, el urbanismo ecológico y el urbanismo estratégico, hasta el énfasis en la conservación histórica, la reutilización adaptativa, la megaciudad autoconstruida y la ciudad informativa. Incluso en Covid los diseñadores urbanos siguen luchando con la complejidad y las contradicciones de las continuidades clásicas y modernas que hicieron tan difícil y dinámica la lucha intelectual de Rowe. Parece un momento adecuado para volver a examinar el Contextualismo y la Ciudad Collage y Roma Interrotta en el marco de las redes de diseño urbano contemporáneas, y las nuevas herramientas de representación disponibles en la metaciudad informativa contemporánea. En este sentido, se invita a los autores, entre otras instancias relacionadas, a centrarse en el Contextualismo, la Ciudad Collage y más allá, a investigar el papel de Colin Rowe a mediados del siglo XX en la apropiación de la reacción de Sitte de 1890 al diseño imperial de Von Forster de 1860 para la Ringstrasse de Viena. La apropiación crítica de Rowe allanó el

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camino para posteriores iteraciones y cambios de código que se ampliaron enormemente hacia una Ciudad Collage más fragmentada e inclusiva. Rowe necesitó varias iteraciones para desarrollar este concepto con Fred Koetter y con su equipo de Roma Interrotta. Además, los autores están llamados a explorar los puntos fuertes y débiles de las mutaciones del impulso clásico de Rowe, ya que éste, a su vez, evolucionó con el diseño urbano más allá de lo binario en el siglo XXI. Editor Invitado: David Grahame Shane A31 (2022): THE LEGACIES OF COLIN ROWE; MATHEMATICS, CONTEXTUALISM, COLLAGE CITY AND BEYOND

Colin Rowe transformed and changed over his lifetime, constructing and refining his intellectual and conceptual apparatus in response to his changing circumstances. There can be little doubt that the single most formative experience of the young Rowe was his time with Rudolf Wittkower at the Warburg Institute, after his earlier architectural education at Liverpool University, whose Professor Patrick Abercrombie guided the re-building of London after WW II. Rowe attempted unsuccessfully to adapt Wittkower’s diagrammatic analyses to Le Corbusier’s St Dié with his students Robert Maxwell and James Stirling. Later with the Texas Rangers he began to unpack the Wittkoverian geometry into the urban landscape, studying Le Corbusier’s League of Nations with his colleagues Robert Slutsky, Bernard Hoesli and John Hedjuk. He continued this process to recoup the traditional, classical city via Camillo Sitte in the 1950s with Alvin Boyarsky at Cornell, and then in the mid-1960s with Wayne Copper and Tom Schumaker. From this hybrid

base, Rowe constructed a new, meta-historical, reflexive, curatorial apparatus of the “city as museum” outlined in Collage City with Fred Koetter and the Roma Interrotta Team (1978). As argued in Recombinant Urbanism (2005) many of the subsequent Urban Design movements unfolded from this layered, diagrammatic, multiscalar approach to communal history, memory and the environment in the following halfcentury ranging from the Neo-Rationalism, De-construction, New Urbanism, Parametric Urbanism, Landscape Urbanism, Ecological Urbanism, Strategic Urbanism, to the emphasis on Historic Preservation, Adaptive re-use, the selfbuilt megacity and the informational city. Even in Covid Urban Designers still struggle with the complexity and contradictions of classical and modern continuities that made Rowe’s intellectual struggle so difficult and dynamic. It seems an appropriate time to revisit Contextualism and Collage City and Roma Interrotta within the framework of contemporary urban design networks, and the new tools of representation available in the contemporary metacity of information. In this sense, authors are invited, from among other related instances, to focus on Contextualism, Collage City and beyond, to investigate Colin Rowe’s mid-twentieth century role in appropriating Sitte’s 1890’s reaction to Von Forster’s 1860 imperial design for the Vienna Ringstrasse. Rowe’s critical appropriation paved the way for later iterations and code shifts that greatly expanded into a more fragmented, inclusive Collage City. It took Rowe several iterations to develop this concept with Fred Koetter and with his Roma Interrotta team. Moreover, authors are called to explore strength and weaknesses of the mutations of Rowe’s classical

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impulse as it, in its turn, evolved with urban design beyond the binary into the 21st century. Guess Editor:David Grahame Shane A31 (2022): O LEGADO DE COLIN ROWE; MATEMÁTICA, CONTEXTUALISMO, CIDADE DA COLAGEM E ALÉM

Colin Rowe transformou e mudou ao longo de sua vida, construindo e refinando seu aparato intelectual e conceitual em resposta às suas circunstâncias de mudança. Não há dúvida de que a experiência mais formativa do jovem Rowe foi seu tempo com Rudolf Wittkower no Instituto Warburg, após sua educação arquitetônica anterior na Universidade de Liverpool, cujo professor Patrick Abercrombie orientou a reconstrução de Londres após a Segunda Guerra Mundial. Rowe tentou, sem sucesso, adaptar as análises diagramáticas de Wittkower ao St Dié de Le Corbusier com seus alunos Robert Maxwell e James Stirling. Mais tarde, com os Texas Rangers, ele começou a desembrulhar a geometria Wittkoverian na paisagem urbana, estudando a Liga das Nações de Le Corbusier com seus colegas Robert Slutsky, Bernard Hoesli e John Hedjuk. Ele continuou este processo para recuperar a cidade tradicional e clássica via Camillo Sitte nos anos 50 com Alvin Boyarsky em Cornell, e depois em meados dos anos 60 com Wayne Copper e Tom Schumaker. A partir desta base híbrida, Rowe construiu um novo aparato curatorial, meta-histórico e reflexivo da “cidade como museu” delineado em Collage City com Fred Koetter e a equipe Roma Interrotta (1978). Como argumentado no Urbanismo Recombinante (2005), muitos dos movimentos subseqüentes de Desenho Urbano se desdobraram a partir desta abordagem em camadas, diagramática e multiescalarizada da

história, da memória e do meio ambiente comunais no meio século seguinte, variando do Neo-Racionalismo, Des-construção, Novo Urbanismo, Urbanismo Paramétrico, Urbanismo Paisagístico, Urbanismo Ecológico, Urbanismo Estratégico, até a ênfase na Preservação Histórica, Reutilização Adaptativa, a megacidade auto-construída e a cidade informacional. Mesmo em Covid Urban Designers ainda lutam com a complexidade e as contradições das continuidades clássicas e modernas que tornaram a luta intelectual de Rowe tão difícil e dinâmica. Parece um momento apropriado para revisitar o Contextualismo e a Collage City e Roma Interrotta dentro da estrutura das redes contemporâneas de design urbano, e as novas ferramentas de representação disponíveis na metacidade contemporânea da informação. Neste sentido, os autores são convidados, entre outras instâncias relacionadas, a se concentrarem no Contextualismo, Collage City e mais além, para investigar o papel de Colin Rowe em meados do século XX na apropriação da reação de Sitte de 1890 ao projeto imperial de Von Forster de 1860 para a Vienna Ringstrasse. A apropriação crítica de Rowe abriu caminho para posteriores iterações e mudanças de código que se expandiram enormemente para uma Cidade Colagem mais fragmentada e inclusiva. Foram necessárias várias iterações de Rowe para desenvolver este conceito com Fred Koetter e com sua equipe Roma Interrotta. Além disso, os autores são chamados a explorar as forças e fraquezas das mutações do impulso clássico de Rowe, uma vez que ele, por sua vez, evoluiu com design urbano além do binário para o século 21. Editor convidado: David Grahame Shane

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A32 (2023): OBJETOS ORIENTADOS A UNA ONTOLOGÍA

A32 (2023): ORIENTED OBJECTS FOR AN ONTOLOGY

La filosofía contemporánea puede escindirse (muy a grosso modo) entre un variado conjunto de pensadores cuyo eje radica en problemas del sujeto (como aquellas cuestiones ligadas a la ideología, el lenguaje y la praxis social) tales como Ranciere o Zizek y un grupo −mucho menos nutrido y publicado− cuyo interés estriba en definir un realismo filosófico que pueda trascender cualquier filosofía centrada en la conciencia, experiencia, acción o existencia; una filosofía para un después de la finitud(título de un libro de Quentin Meillassoux) que se decante como objetualista, que sería un mote aplicable a pensadores como Latour y De Landa, dentro de una tradición moderna que alcanza a cierta parte de la producción de Heidegger y a la de North Whitehead. En ese contexto uno de sus cultores-fundadores –Graham Harman– propuso la expresión OOO (object-oriented ontology), dentro de su campo de instalación que él denomina realismo especulativo y que pretende como programa analizar la relación entre objetos reales y objetos intencionales (que podríamos calificar como proyectados) y/o sensibles (que podríamos definir como toda aquella objetología de voluntad estético-comunicacional). Si bien estos pensadores aceptan que el objeto intencional es subsidiario (o vicario) del objeto real con quién intenta establecer relaciones, parecería que profundizar tal relación real-intencional abarca parte sustantiva del programa OOO. En este A30 la pretensión es invertir la fórmula OOO, de Ontología orientada a objetos, a Objetos orientados ontológicamente y en suma aportar a la discusión de las relaciones entre intencionalidad y realidad, que no es otra cosa que el problema del proyecto.

Contemporary philosophy can be divided (very roughly) between a varied group of thinkers whose axis is based on problems of the subject (such as those questions linked to ideology, language and social practice) such as Ranciere or Zizek and a group –much less nourished and published– whose interest lies in defining a philosophical realism that can transcend any philosophy centred on consciousness, experience, action or existence that declines to be objectualist, which would be a nickname applicable to thinkers like Latour and De Landa, within a modern tradition that reaches a certain part of Heidegger’s production and that of North Whitehead. In this context, one of his founder-cultivators –Graham Harman– proposed the expression OOO (object-oriented ontology), within his field of installation which he calls speculative realism and which aims to analyse the relationship between real objects and intentional objects (which we could describe as projected) and/or sensitive objects (which we could define as any objectology of aesthetic-communicational will). Although these thinkers accept that the intentional object is subsidiary (or vicar) to the real object with which it tries to establish relationships, it would seem that deepening such a real-intentional relationship comprises a substantive part of the OOO programme. In this A30, the aim is to invert the OOO formula, from Object-Oriented Ontology, to OntologicallyOriented Objects and, in short, to contribute to the discussion of the relations between intentionality and reality, which is none other than the problem of the project.

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A32 (2023): OBJETOS ORIENTADOS PARA UMA ONTOLOGIA

A filosofia contemporânea pode ser dividida (muito asperamente) entre um grupo variado de pensadores cujo eixo está nos problemas do sujeito (como aquelas questões ligadas à ideologia, linguagem e prática social) como Ranciere ou Zizek e um grupo −muito menos nutrido e publicado− cujo interesse está em definir um realismo filosófico que possa transcender qualquer filosofia centrada na consciência, experiência, ação ou existência; uma filosofia para uma pós-finalidade (o título de um livro de Quentin Meillassoux) que quere ser objetualista, o que seria um apelido aplicável a pensadores como Latour e De Landa, dentro de uma tradição moderna que atinge uma certa parte da produção de Heidegger e a de North Whitehead. Neste contexto, um de seus fundadorescultores −Graham Harman− propôs a expressão

OOO (object-oriented ontology), dentro de seu campo de instalação, que ele chama de realismo especulativo e que visa analisar a relação entre objetos reais e objetos intencionais (que poderíamos descrever como objetos projetados) e/ou objetos sensíveis (que poderíamos definir como qualquer objetologia de vontade estético-comunicacional). Embora estes pensadores aceitem que o objeto intencional é subsidiário (ou vicário) ao objeto real com o qual ele tenta estabelecer relações, parece que o aprofundamento de tal relação real-intencional abrange uma parte substantiva do programa OOO. Neste A30, a intenção é inverter a fórmula OOO, de Ontologia Orientada a Objetos Orientados para Objetos Ontologicamente e, em suma, contribuir para a discussão das relações entre intencionalidade e realidade, que não é outra coisa senão o problema do projeto.

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Introduction to the issue https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.01

DIVIDED CITIES / CIUDADES DIVIDIDAS / CIDADES DIVIDIDAS Roberto Fernández

CAEAU. [emailprotected]

Astrágalo 29 aparece con la intención monográfica –al cuidado de la Editora Invitada Alona Martínez Pérez (investigadora y docente de Montfort University, Leicester, Reino Unido)–, de presentar diversas miradas de fenómenos urbanos bajo la condición de división, segregación, desgarramiento, conflictividad, des-integración y muchas otras diversas y semejantes características que anidan en cada artículo. Astrágalo 29 appears with the monographic intention –curated by Guest Editor Alona Martínez Pérez (researcher and Senior Lecturer at Montfort University, Leicester, UK)– of presenting diverse views of urban phenomena under the condition of division, segregation, tearing apart, conflict, dis-integration and many other diverse and similar characteristics that nestle in each article.

Astrágalo 29, sob os cuidados da editora convidada Alona Martínez Pérez (pesquisadora e professora da Universidade Montfort, Leicester, Reino Unido), tem como intenção constituir-se enquanto um monográfico que apresente distintas visões e abordagens dos fenômenos urbanos sob a condição de divisão, segregação, ruptura, conflito, desintegração e outras características, diversas e similares, que se aninham em cada artigo. Se trata de presentar la concreta contracara de la ciudad ideal, pensada ya por el discurso aristotélico que piensa e inventa la Política como el arte urbano de minimizar el conflicto entre los necesariamente diferentes –amos y esclavos–, por la rígida paz teológica de integración los diferentes del medioevo, por la intención de convivencia de la ciudad-estado renacentista. Pero también por la utopía moderna, del socialismo

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tanto como del welfare state, de contener amablemente a las diferentes clases sociales en una idea feliz de espacialidad pública común, esto es, una ciudad real, manifiesta en múltiples situaciones que permiten reconocer la dificultad o el fracaso de cohesionar a la diversidad y heterogeneidad urbana en dispositivos capaces de anular o reducir los conflictos y moderar las violencias entre ellos. It is about presenting the concrete counter-face of the ideal city, thought already by the Aristotelian discourse that thinks and invents Politics as the urban art of minimising the conflict between the necessarily different –the Master and the slaves–, by the rigid theological peace of integration of the different of the Middle Ages, by the intention of coexistence of the Renaissance city-state. But also by the modern utopia, of socialism as much as of the welfare state, of kindly containing the different social classes in a happy idea of a common public spatiality, that is, a real city, manifested in multiple situations that allow us to recognise the difficulty or failure of cohesion of urban diversity and heterogeneity in devices capable of annulling or reducing conflicts and moderating violence between them. Trata-se de apresentar o lado concreto da cidade ideal, já presente no discurso aristotélico que pensa e inventa a Política como a arte urbana de minimizar o conflito entre os necessariamente diferentes –o Amós e os escravos–, pela rígida paz teológica de integração dos diferentes da Idade Média ou ainda pela intenção de coexistência da cidade-estado renascentista. Mas também pela utopia moderna, tanto do socialismo quanto do Welfare State, de conter gentilmente as diferentes classes sociais em uma ideia feliz de uma espacialidade pública

comum de uma cidade real manifesta em múltiplas situações que nos permitem reconhecer a dificuldade ou o fracasso da heterogeneidade e da coesão da diversidade urbana em dispositivos capazes de anular ou reduzir os conflitos e moderar a violência entre eles. La combinación de segregaciones socioeconómicas-culturales entre diversos colectivos convivientes en diversas ciudades con el desarrollo de separaciones o fronterizaciones físico-espaciales emerge, si no como un rasgo novedoso y actual, como una condición verificable en muchas ciudades y por diferentes causas, así como con una aparente tendencia a agudizarse o agravarse en futuros próximos. Estas características son nítidas en ciudades que como Belfast –con sus guerras urbanas entre católicos-republicanos y anglicanos-monárquicos– o Johannesburgo –con los estigmas del apartheid– que se han ido constituyendo en expresiones canónicas de ciudades confrontadas y divididas, fenómenos que también se manifiestan en otras expresiones de los regímenes coloniales en Africa y América. Ampliadamente, en dimensiones propias de fenomenologías de la globalidad, se observan en la multiplicación de aspectos de fragmentación socio-espacial de cualquier ciudad como, por ejemplo, en torno de la cuestión de las gentrificaciones. The combination of socio-economiccultural segregation among different groups living together in different cities with the development of physical-spatial separations or frontiers emerges, if not as a novel and current feature, as a verifiable condition in many cities and for different reasons, as well as with an apparent tendency to worsen or aggravate in the near future. These characteristics are

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clear in cities such as Belfast –with its urban wars between Catholic-Republicans and Anglican-Monarchists– or Johannesburg –with the stigmata of apartheid– which have become canonical expressions of confrontational and divided cities, phenomena that are also manifested in other expressions of colonial regimes in Africa and America. More broadly, in dimensions proper to phenomenologies of globality, they are observed in the multiplication of aspects of socio-spatial fragmentation of any city, as, for example, around the question of gentrification. A combinação da segregação social, econômica e cultural entre distintos grupos em diferentes cidades, com o desenvolvimento de uma convivência pautada em separações ou fronteiras físico-espaciais caracteriza-se, se não como uma característica nova e atual, como uma condição verificável em muitas cidades e por diferentes razões, assim como por uma aparente de piora, ou agravamento, num futuro próximo. Estas características são claras em cidades como Belfast –com suas guerras urbanas entre católicos-republicanos e anglicanos-monarquistas– ou Joanesburgo –com os estigmas do apartheid–, que se tornaram expressões canônicas de cidades conflituosas e divididas, fenômenos que também se manifestam em outras expressões de regimes coloniais na África e na América. Mais amplamente, em dimensões próprias das fenomenologias da globalidade, elas são observadas na multiplicação de aspectos de fragmentação sócio espacial de qualquer cidade, como, por exemplo, em torno da questão da gentrificação. También supone un dramático efecto de segregación, fracturación y división de la nor-

mal continuidad e integridad de las ciudades, aquello que emerge, como aspecto específico del imperativo de los nuevos mercados inmobiliarios en el caso de los desarrollos urbanos que expresan los clusters o neo-ghettos propios de los barrios cerrados (gated communities) y otros emprendimientos enclavísticos circunscriptos a consumidores-usuarios específicos y sustraídos de la continuidad de uso público del espacio no-privado de las ciudades, ya que ha emergido en épocas recientes el inédito concepto de espacio público de propiedad y uso privado. It also entails a dramatic effect of segregation, fracturing and division of the normal continuity and integrity of cities, which emerges as a specific aspect of the imperative of new real estate markets in the case of urban developments that express the clusters or neo-ghettos of gated communities and other developments, as a specific aspect of the imperative of the new real estate markets in the case of urban developments that express the clusters or neo-ghettos of gated communities and other enclaved ventures circumscribed to specific consumer-users and subtracted from the continuity of public use of non-private space in cities, as the unprecedented concept of public space for private property and use has emerged in recent times. Implica também um efeito dramático de segregação, divisão e ruptura da continuidade e integridade da morfologia urbana das cidades, aspecto esse específico e decorrente do imperativo de novos mercados imobiliários como, por exemplo, no caso de empreendimentos urbanos que expressam os clusters ou neo-ghettos próprios dos condomínios residenciais fechados (gated communities) ou de outros empreendimentos enclausurados, limitados a usuários específicos, desconectados da continuidade do

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espaço urbano e do uso público do espaço nãoprivado das cidades, observando-se o recente conceito sem precedentes de espaço público para propriedade e uso privado. Esta temática aquí presentada explica colateralmente el auge reciente en la revisita de ciertos textos canónicos de crítica urbana de los 60, tales como los de Henri Lefevbre o Jane Jacobs, incluso en aquellas revisiones y actualizaciones conceptuales como las que aborda David Harvey. En todo ese cuerpo de ideas prevalece la intención de avanzar en cierta justicia ambiental tal que se alcancen a satisfacer derechos incumplidos emergentes de la condición diferente que tienen ciertos grupos, estratos o colectivos de diferentes urbanos (pobres, migrantes, minorías étnicas o sexuales, pertenecientes a grupos genéricos marginales o explotados-subyugados, etc.). Esos autores de los 60 escribían para presentar argumentos sobre la necesidad de cambios políticos estructurales sin los cuales la igualdad de los urbanitas (o la verdadera inclusividad de los marginales en ciudadanías efectivas) nunca se alcanzarían. Hoy, las circunstancias han mutado y expresiones finales de un capitalismo depredador encuentran su manifestación en la mala vida urbana consecuencia de la exacerbación de las socio-diferencias y la generalización de diversas y críticas experiencias de ciudades divididas. This thematic presented here collaterally explains the recent boom in the revisiting of certain canonical texts of urban critique from the 1960s, such as those of Henri Lefevbre or Jane Jacobs, even in those revisions and conceptual updates such as those addressed by David Harvey. Throughout this body of ideas,

the intention prevails of advancing a certain environmental justice in such a way that unfulfilled rights emerging from the different condition of certain groups, strata or collectives in different urban areas (poor, migrants, ethnic or sexual minorities, belonging to marginal or exploited-subjugated generic groups, etc.) can be satisfied. Those authors of the 1960s were writing to present arguments about the need for structural political changes without which the equality of urbanites (or the true inclusivity of the marginalised in effective citizenships) would never be achieved. Today, circumstances have mutated and final expressions of a predatory capitalism find their manifestation in the bad urban life resulting from the exacerbation of socio-differences and the generalisation of diverse and critical experiences of divided cities. Este tema aqui apresentado explica o recente impulso na revisão de certos textos canônicos de crítica urbana dos anos 60, como os de Henri Lefevbre ou Jane Jacobs, apoiada em atualizações conceituais, como abordado por David Harvey. Ao longo deste conjunto de ideias, prevalece a intenção de fazer avançar uma certa justiça ambiental, de tal forma que os direitos não alcançados em decorrência das diferentes condições de certos grupos, estratos ou coletivos sociais (pobres, migrantes, minorias étnicas ou sexuais, pertencentes a grupos genéricos marginais ou explorados, etc.), em diferentes áreas urbanas possam ser satisfeitos. Aqueles autores dos anos 60 argumentaram sobre a necessidade de mudanças políticas estruturais, sem as quais a igualdade dos urbanos (ou melhor, a equidade urbana e a verdadeira inclusividade dos marginalizados na cidadania efetiva) nunca seria alcançada. Hoje, as circuns-

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tâncias mudaram e as expressões finais de um capitalismo predatório encontram sua manifestação em uma crescente inequidade urbana, resultante da exacerbação das diferenças sociais e da generalização de experiências diversas e críticas de cidades divididas. Precisamente uno de los últimos trabajos de la hoy nuevamente central Jane Jacobs –nos referimos a Edge of Empire. Postcolonialism and the city, Routledge, Londres, 1996– anticipa a fines del siglo pasado, ya desde el posicionamiento colateral de Jacobs que al cierre de su larga carrera enseñaba en Melbourne, el impacto que empezaba a advertirse en ciudades postcoloniales –como Londres– que verificaban el reflujo de sus habitantes hasta entonces coloniales –como los pakistaníes desarrollando en Londres su Banglatown– introduciendo nuevos factores de desgarramientos socio-urbanos sobrepuestos a la fase final de un capitalismo imperialista ya no industrial sino feroz y especulativamente financiero-inmobiliario. Precisely one of the last works by the now once again primodial figure Jane Jacobs –namely, Edge of Empire. Postcolonialism and the city, Routledge, London, 1996– anticipates at the end of the last century, already from her collateral position, who at the end of her long career was teaching in Melbourne, the impact that was beginning to be felt in post-colonial cities –such as London– that were witnessing the reflux of their hitherto colonial inhabitants –such as the Pakistanis developing their Banglatown in London– introducing new factors of sociourban dislocation superimposed on the final phase of an imperialist capitalism that was no longer industrial but ferocious and speculatively financial and real-estate-based.

Precisamente uma das últimas obras da agora mais uma vez figura central Jane Jacobs (então professora em Melbourne ao final de sua longa carreira) –Edge of Empire. Postcolonialism and the city, Routledge, Londres, 1996– antecipa, já no final do século passado, o impacto que se começava a perceber em cidades póscoloniais, como Londres. Cidades essas que testemunhavam o refluxo de seus habitantes, até então coloniais, como, por exemplo, os paquistaneses que desenvolveram sua cidade de Banglatown em Londres, introduzindo novos fatores de deslocamento sócio urbanísticos sobrepostos à fase final de um capitalismo imperialista, não mais industrial, mas sim feroz e especulativamente financeiro e imobiliário. Cuestiones de última data como el impacto de las últimas migraciones postcoloniales a muchas ciudades europeas o la presión de los diversos contingentes de refugiados en urbes receptivas –desde latinos en los 70 a los migrantes en fuga de la ex Yugoeslavia en los 90 y luego los múltiples procesos protagonizados por expulsados de regiones confictivas de Asia y África– se tratan solo muy parcialmente en este volumen, lo que indica la magnitud y prevalencia del problema en consideración y quizá la necesidad periódica de abordarlo en otros monográficos. Tampoco alcanzan a describirse en estas páginas otras escenas de segregación y conficto entre diferentes como aquellos que protagonizan las diversas luchas de colectivos LGBTQI+ para paliar y mejorar sus condiciones de integración en la vida social de las ciudades, todo ello además, atravesado tanto el caso de refugiados como los de las minorías etno-sexuales, con la agudización creciente de xenofobias emergentes en ciudadanías tradicionales.

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Recent questions such as the impact of the latest post-colonial migrations in many European cities or the pressure of the diverse contingents of refugees in receptive cities – from Latinos in the 1970s to migrants fleeing the former Yugoslavia in the 1990s and then the multiple processes led by expellees from the conflictive regions of Asia and Africa– are only partially dealt with in this volume, which indicates the magnitude and prevalence of the problem under consideration and perhaps the periodic need to address it in other monographs. Nor do these pages describe other scenes of segregation and conflict between different people, such as the various struggles of LGBTQI+ groups to alleviate and improve their conditions of integration into the social life of cities, all of which, moreover, are intersected both in the case of refugees and ethno-sexual minorities, with the growing aggravation of emerging xenophobias in traditional citizenships. Questões recentes como o impacto das últimas migrações pós-coloniais para muitas cidades europeias, ou a pressão dos vários contingentes de refugiados nas cidades receptoras –dos latinos nos anos 70 aos migrantes que fugiram da ex-Jugoslávia nos anos 90, assim como os múltiplos processos mais recentes de expulsão de regiões em conflito na Ásia e na África– são tratados apenas parcialmente neste volume, o que indica a magnitude e prevalência do problema em consideração e, talvez, a necessidade periódica de abordá-lo em outras monografias. Estas páginas também não descrevem outros cenários de segregação e conflito, como as várias lutas dos grupos LGBTQI+ para mitigar e melhorar suas condições de integração na vida social das cidades, nos quais, além do mais, comparece, tanto no caso dos refugiados

quanto das minorias étnico-sexuais, o crescente agravamento das xenofobias emergentes em cidadanias tradicionais. Learning from The Falls (túath na bhFál) and Bombay Street Project (architect Seán Mackel), Belfast: urban reflections from the most divided and resilient streets in Western Europe es el ensayo de Alona Martínez Pérez (Editora invitada al cargo de este número) que se concentra en analizar el emblemático caso de la zona belfastiana circundante de la arteria Falls Road, barriada dominantemente católico/republicana protagónica durante el conflicto conocido como The Troubles, que fuera la feroz guerrilla urbana desarrollada entre 1960 y 1998 con mas de 3500 víctimas. Cercana y lindante a esta zona está el epicentro de la otra facción, la protestante-probritánica Shankhill Road y entre ellas un enjambre de muros divisivos que fueron derivando en plataformas de Street-art de alto contenido político. El artículo analiza este fenómeno de cesura urbana especialmente en el tramo de Falls Road desde Divis hasta Andersonstown, en que se forjó el nombre túath na bhFál, territorio de los cercados. Más de una década de investigación de la autora en ese contexto le permite analizar la tipología de esa calle dividida y cómo se vincula con aspectos de la regeneración urbana y cultural reciente en dos áreas en particular, Las Cataratas y Bombay Street (con los trabajos del arquitecto Sean Mackel). Learning from The Falls (túath na bhFál) and Bombay Street Project (architect Seán Mackel), Belfast: urban reflections from the most divided and resilient streets in Western Europe is the essay by Alona Martínez Pérez (Guest Editor in charge of this issue) which concentrates on analysing the emblematic case of the Belfast

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area surrounding the Falls Road, a predominantly Catholic/Republican neighbourhood that played a leading role during the conflict known as The Troubles, the ferocious urban guerrilla warfare that took place between 1960 and 1998 with more than 3500 victims. Nearby and adjacent to this area is the epicentre of the other faction, the Protestant-British Shankhill Road, and between them a swarm of divisive walls that evolved into highly political street-art platforms. The article analyses this phenomenon of urban caesura especially on the stretch of Falls Road from Divis to Andersonstown, where the name túath na bhFál, territory of the enclosures, was forged. Over a decade of research by the author in that context allows her to analyse the typology of that divided street and how it links to aspects of recent urban and cultural regeneration in two areas in particular, The Falls and Bombay Street (with the works of architect Sean Mackel). Aprendendo com The Falls (túath na bhFál) e Bombay Street Project (arquiteto Seán Mackel), Belfast: reflexões urbanas das ruas mais divididas e resilientes da Europa Ocidental é o ensaio de Alona Martínez Pérez (editora convidada responsável por esta edição) que se concentra na análise do caso emblemático da área de Falls Road em Belfast, um bairro predominantemente católico/republicano que desempenhou um papel de liderança durante o conflito conhecido como The Troubles –a feroz guerrilha urbana que ocorreu entre 1960 e 1998, com mais de 3500 vítimas. Próximo e adjacente a esta área está o epicentro da outra facção, a estrada protestante-britânica Shankhill, e, entre elas, um enxame de muros divisórios que evoluíram para plataformas de arte de rua altamente políticas. O artigo analisa este fenômeno urbano,

especialmente no trecho da Estrada das Cataratas, de Divis a Andersonstown, onde o nome túath na bhFál, território dos sitiados, foi forjado. Mais de uma década de pesquisa da autora nesse contexto lhe permite analisar a tipologia dessa rua dividida e como ela se liga a aspectos de recente regeneração urbana e cultural em duas áreas em particular: The Falls e Bombay Street (com as obras do arquiteto Sean Mackel). Belfast Interregnum: walls, voids and forward to new ground and porous borders es el estudio de Ciaran Mackel (Ulster University, Northern Ireland) que también aborda el caso de las fracturas urbanas provocadas por la larga guerra independentista así como la característica de fuerte identidad comunitaria barrial y las resistencias a transformaciones de dichas características. El fenómeno de los muchos metros de muros de separación entre facciones contendientes, ulteriormente utilizados como escenarios de generación de amplias manifestaciones de grafitis políticos de ambos grupos contendientes (aunque mayoritariamente republicanistas) ha suscitado lo que este ensayo nombra como turismo político, que es la forma de visitar lo que estos murales registran como testimonios de aquella larga guerra y tal situación de aparente valor económico y cultural. Sin embargo, se presenta como una afirmación y cristalización de las condiciones de ciudad dividida y, por ello, así conspira contra los factores de un mejoramiento de la fluidificación de los espacios, convergente con una mejora de la convivencia urbana y su efectiva integración y conectividad social. La realidad de ser Belfast, todavía y quizá por bastante tiempo, una ciudad posconflicto, se confabula contra el desarrollo de proyectos urbanos integrativos, aunque

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esa deba ser la dirección de nuevas y necesarias formas de revitalización. Belfast Interregnum: walls, voids and forward to new ground and porous borders is the paper by Ciaran Mackel (Ulster University, Northern Ireland) which also addresses the case of the urban fractures caused by the long war of independence as well as the characteristic strong neighbourhood community identity and resistance to such transformations. The phenomenon of the many metres of dividing walls between contending factions, subsequently used as venues for the generation of extensive manifestations of political graffiti from both contending groups (although mostly republicanist) has given rise to what this essay calls political tourism, which is a way of visiting what these murals record as testimonies of that long war and such a situation of apparent economic and cultural value. However, it is presented as an affirmation and crystallisation of the conditions of a divided city, and thus conspires against the factors of an improvement in the fluidification of spaces, convergent with an improvement in urban coexistence and its effective integration and social connectivity. The reality of Belfast still being a post-conflict city, and perhaps for some time to come, conspires against the development of integrative urban projects, even if this should be the direction of new and necessary forms of revitalisation. Belfast Interregnum: muros, vazios e fronteiras novas e porosas é o estudo de Ciaran Mackel (Ulster University, Irlanda do Norte) que também aborda o caso das fraturas urbanas causadas pela longa guerra de independência, bem como a forte identidade comunitária de vizinhança e resistência a tais transformações. O fenômeno dos muitos metros de muros divi-

sórios entre facções rivais, posteriormente utilizados como espaço de extensas manifestações de grafite político por ambos os grupos (embora em sua maioria republicanos), deu origem ao que este ensaio chama de turismo político, uma forma de visitar o que esses murais registram como testemunhos dessa longa guerra e dessa situação de aparente valor econômico e cultural. No entanto, apresenta-se também como uma afirmação e cristalização das condições de uma cidade dividida, e assim conspira contra os fatores de uma melhoria na fluidificação dos espaços, de uma convergente convivência urbana pautada na efetiva integração e conectividade social. A realidade de Belfast, ainda uma cidade pós-conflito, e talvez por algum tempo ainda, conspira contra o desenvolvimento de projetos urbanos integradores, mesmo que esta deva ser a direção de novas e necessárias formas de intervenção urbana. Dividing a City: Real Estate Mega-Speculation and Contention in Miami, Florida es el ensayo de Richard Tardanico y Ulrich Oslender (Florida International University, EEUU). Se analiza aquí la cuestión genérica de la gentrificación que, como en numerosas ciudades globales y a consecuencia de nuevas derivas del capital inmobiliario especulativo, expresa un fenómeno urbano más o menos reciente manifiestándose en aspectos de segregación y fracturación urbana que generalmente afectan poblaciones originarias de las áreas gentrificadas. Dicha característica generalizada de las transformaciones urbanas recientes en este caso se estudia en un sector singular de Miami que como ocurriera en otras ciudades, ha sido receptiva de diferentes corrientes inmigratorias en general provenientes de países subdesarrollados de la

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región que han armado ghettos relativamente marginales singularizados por determinadas comunidades. Estos, dan cuenta de procesos de enclaves y áreas específicas que expresan mosaicos de diversidades socio-espaciales a menudo generadoras de diversos tipos de conflictos. En este caso, en especial, se considera el caso del barrio de Little Haiti de Miami cuyo análisis da cuenta en principio del proceso de constitución de esa área socio-étnica especifica agregando otro factor adicional al grado de segregación de este enclave haitiano respecto de la ciudad como es el desarrollo de un emprendimiento clásicamente configurable como gentrificador dentro de tal área. Se analiza el desarrollo del llamado Magic City Innovation District de Little Haiti que, por una parte, es representativo del fenómeno del auge global de la acumulación corporativa urbana financiarizada y, por otra, deviene en un caso de gentrificación al interior de esta zona. Se muestran los desafíos para las comunidades locales que quizá no posean medios ni capacidad para enfrentar esa transformación que, probablemente y como manifestación genérica de los efectos de las gentrificaciones, afecte radicalmente la capacidad de resistencia de la comunidad originaria, predominantemente pobre, que quedará vulnerable a la desposesión y el desplazamiento a gran escala. Dividing a City: Real Estate Mega-Speculation and Contention in Miami, Florida is an essay by Richard Tardanico and Ulrich Oslender (Florida International University, USA). It analyses the generic problem of gentrification which, as in many global cities and as a consequence of new drifts of speculative real estate capital, expresses a more or less recent urban phenomenon that manifests itself in aspects of

segregation and urban fracturing that generally affect the original populations of the gentrified areas. This generalised characteristic of recent urban transformations is studied in this case in a singular sector of Miami, which, as in other cities, has been receptive to different immigration flows, generally from underdeveloped countries in the region, which have created relatively marginal ghettos characterised by certain communities. These enclave processes and specific areas express a mosaic of sociospatial diversities that often generate different types of conflicts. In this case, in particular, we consider the case of the Little Haiti neighbourhood of Miami, the analysis of which initially accounts for the process of constitution of this specific socio-ethnic area, adding another additional factor to the degree of segregation of this Haitian enclave with respect to the city, namely the development of a classically gentrifying development within this area. It analyses the development of the so-called Magic City Innovation District in Little Haiti, which, on the one hand, is representative of the phenomenon of the global rise of financialised urban corporate accumulation and, on the other hand, becomes a case of gentrification within this area. It shows the challenges for local communities that may not have the means or capacity to cope with this transformation, which, as a generic manifestation of the effects of gentrification, is likely to radically affect the resilience of the predominantly poor, indigenous community, which will be vulnerable to large-scale dispossession and displacement. Dividindo uma Cidade: Mega-Especulação e Contenção Imobiliária em Miami, Flórida é o ensaio de Richard Tardanico e Ulrich Oslender (Universidade Internacional da Flórida, EUA).

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Nele, os autores analisam a questão genérica da gentrificação que, como em muitas cidades globais, em consequência da ação do capital imobiliário especulativo, expressa um fenômeno urbano mais ou menos recente –fenômeno esse que se manifesta em aspectos de segregação e ruptura urbana que, via de regra, afetam as populações originais das áreas gentrificadas. Esta característica de transformações urbanas recentes é estudada, neste caso, em um setor singular de Miami, que, como em outras cidades, tem sido receptiva a diferentes fluxos migratórios, geralmente de países subdesenvolvidos da região, que estabeleceram guetos de certas comunidades, relativamente marginais. Estes processos de enclave e áreas específicas expressam um mosaico de diversidades sócio espaciais que, muitas vezes, geram diferentes tipos de conflitos. O trabalho aborda o bairro do Little Haiti de Miami, em particular o desenvolvimento do chamado Distrito de Inovação Cidade Mágica em Little Haiti, cuja análise inicialmente explica o processo de constituição de área sócio étnica específica. Processo esse no qual se observam fatores adicionais ao grau de segregação deste enclave haitiano em relação à cidade, representativos, por um lado, do fenômeno do aumento global do acúmulo financeiro das empresas urbanas e, por outro, de um processo clássico de gentrificação. Mostrando os desafios que se colocam para as comunidades locais, que podem não ter os meios ou capacidade para lidar com estes processos e com essa transformação, questiona-se, em que medida, a manifestação genérica dos efeitos da gentrificação poderá afetar a resiliência da comunidade original, predominantemente pobre, uma vez que vulnerável à expropriação, despossessão e ao deslocamento em larga escala.

Lugares de exclusividad y exclusión: De la casa al barrio y de la ciudad al islote es el articulo de Charikleia Pantelidou (International Hellenic University, Serres, Grecia) trata la discusión teórica y conceptual del fenómeno global de los barrios cerrados (gated communities) dentro de las ciudades, como un desarrollo tipológico que afecta drásticamente la entidad unitaria e integrada de las formas urbanas tradicionales, extremando una recomposición de territorios y paisajes caracterizada por cesuras, fronteras y violentas interrupciones de las continuidades hasta ahora consideradas racionales (y hasta naturales) en las ciudades. Tales cesuras serían aquellas cuestiones referentes a las tramas prediales y edilicias continuas y de libre atravesamiento público, a los sistemas de movilidad privada y pública, a las redes de infraestructuras caracterizadas por la continuidad y la escala, a la misma noción de espacio público (ahora en parte, revisada como espacio abierto de uso colectivo privado) y a la fragmentación a menudo fuertemente ambientalmente agresiva de las continuidades de los soportes naturales como humedales o riveras fluviales o lacustres. La investigación afronta una presentación del estado de la cuestión para diferentes analistas socio-espaciales, dando cuenta de las profundas reversiones de las ideas clásicas de interior y exterior y del progresivo proceso de acentuación de la afirmación endógena de cada gatedcommunity y, a la vez, de la exclusión estricta de los otros urbanitas. Ademas de la revisión teórica afrontada en el texto, se incluye en el artículo el estudio de análisis de contenido de un barrio cerrado ficcional que se describe en la novela Tortilla Curtain de T. C. Boyle, todo ello conducente a requerir formas de análisis interdisciplinario de la ciudad contemporánea y una

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crítica anatómica de fenómenos que se alejan y a la vez exigen reformular un ethos espacial de derecho. Places of exclusivity and exclusion: From house to neighbourhood and city to islet is the article by Charikleia Pantelidou (International Hellenic University, Serres, Greece) deals with the theoretical and conceptual discussion of the global phenomenon of gated communities within cities, as a typological development that drastically affects the unitary and integrated entity of traditional urban forms, extremising a recomposition of territories and landscapes characterised by caesuras, borders and violent interruptions of continuities hitherto considered rational (and even natural) in cities. Such caesuras would be those issues related to continuous building and property plots with free public crossing, to private and public mobility systems, to infrastructure networks characterised by continuity and scale, to the very notion of public space (now partly revised as open space for private collective use) and to the often highly environmentally aggressive fragmentation of the continuities of natural supports such as wetlands or river or lake banks. The investigation faces a presentation of the state of the question for different socio-spatial analysts, giving an account of the profound reversals of the classical ideas of interior and exterior and of the progressive process of accentuation of the endogenous affirmation of each gated-community and, at the same time, of the strict exclusion of the other urbanites. In addition to the theoretical review addressed in the text, the article includes a content analysis study of a fictional gated community depicted in T. C. Boyle’s novel Tortilla Curtain, all of which is conducive to calling for interdiscipli-

nary forms of analysis of the contemporary city and an anatomical critique of phenomena that both alienate and demand the reformulation of a spatial ethos of law. Lugares de exclusividade e exclusão: De casa para bairro e cidade para ilhota é o artigo de Charikleia Pantelidou (Universidade Internacional Helênica, Serres, Grécia) que trata da discussão teórica e conceitual do fenômeno global dos condomínios fechados (gated communities) dentro das cidades, como um desenvolvimento tipológico que afeta drasticamente a entidade unitária e integrada das formas urbanas tradicionais, extremando uma recomposição de territórios e paisagens caracterizados por cicatrizes, fronteiras e violentas interrupções de continuidades urbanas, até então consideradas racionais (e até mesmo naturais). Tais cicatrizes associam-se a questões relacionadas com a continuidade da construção da forma urbana, a propriedade de lotes e a travessia pública livre, sistemas de mobilidade privados e públicos, redes multiescalares de infraestrutura, em certa medida caracterizadas pela continuidade, assim como à própria noção de espaço público e à fragmentação, muitas vezes altamente agressiva ao meio ambiente, de continuidades dos suportes naturais, tais como zonas úmidas ou margens de rios ou lagos. A investigação apresenta o estado da questão para diferentes analistas sócio espaciais, abordando aspectos de profunda revisão de ideias clássicas de interior e exterior, do processo progressivo de acentuação da afirmação endógena de cada condomínio fechado e, ao mesmo tempo, da estrita exclusão dos demais urbanos. Além da revisão teórica abordada no texto, o artigo inclui um estudo de análise de conteúdo de um condomínio fechado fictício retratado no romance Tortilla Curtain,

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de T. C. Boyle, argumentando por formas interdisciplinares de análise da cidade contemporânea e formulando uma crítica anatômica de fenômenos que tanto alienam quanto exigem a reformulação de um ethos espacial de direito. Divided Past, Divided Future: From Cape to Johannesburg, South Africa es el ensayo presentado por el arquitecto Leon Krige (University of Johannesburg, South Africa) quién también el autor del ensayo fotográfico que ilustra este número. La argumentación de su trabajo esboza una reflexión histórica sobre las formas de asentamiento colectivo, siempre osculantes entre estrategias cooperativas y comunalistas en épocas de evolución y afianzamieno de la seguridad de cada grupo y tensiones vinculadas a los proyectos expansivos de algunas comunidades, que genéricamente devinieron en guerras territoriales. En los territorios que sufrieron, como Africa, la expansión colonizadora de origen europeo, los procesos de confrontación entre las comunidades originarias y la voluntad colonial de adaptar estos parajes y sociedades al servicio de la división mundial del trabajo entronizada desde el surgimiento del industrialismo, engendró sucesos devastadores tanto en lo ambiental como en lo etnológico, dando paso a las divisiones y confrontaciones entre los sujetos dominadores y los (pseudo) sujetos explotados. Con consecuecias traumáticas para los pueblos preexistentes, desde el flagelo de nuevas enfermedades y adicciones hasta la instauración de regímenes socio-políticos y económicos bajo la idea del progreso occidental, supusieron violentas transformaciones de la ética de convivencia. La larga duración de regímenes de esclavitud y, a su vez, reactivamente, la larga marcha de

los movimientos de liberación, se acompañaron con diversas formas de confrontación entre colonizadores y explotados pero también en luchas entre diferentes colectivos raciales originarios. El ensayo argumenta que el largo proceso de decolonización –sobre todo el verificado en el caso de Sudáfrica– si bien alcanzó un status político superador de la desigualdad racial, no obtuvo todo el beneficio esperado puesto que aquella desigualdad se ha transferido a una fuerte desigualdad socio-económica, como puede adverirse en Soweto y Alexandra, dos destacados municipios de Johannesburgo. Divided Past, Divided Future: From Cape to Johannesburg, South Africa is the essay presented by architect Leon Krige (University of Johannesburg, South Africa) who is also the author of the pictorial essay illustrating this issue. The argumentation of his work outlines a historical reflection on the forms of collective settlement, always oscillating between cooperative and communalist strategies in times of evolution and consolidation of the security of each group and tensions linked to the expansionist projects of some communities, which generically led to territorial wars. In the territories that suffered, like Africa, the colonising expansion of European origin, the processes of confrontation between the original communities and the colonial will to adapt these places and societies to the service of the world division of labour enthroned since the emergence of industrialism, engendered devastating events both environmentally and ethnologically, giving way to divisions and confrontations between the dominating and the (pseudo) exploited subjects. With traumatic consequences for the pre-existing peoples, from the scourge of new

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diseases and addictions to the establishment of socio-political and economic regimes under the idea of Western progress, they entailed violent transformations of the ethics of coexistence. The long duration of slavery regimes and, in turn, reactively, the long march of liberation movements, were accompanied by various forms of confrontation between colonisers and exploited, but also in struggles between different native racial collectives. The paper argues that the long process of decolonisation –especially in the case of South Africa– although it achieved a political status that overcame racial inequality, it did not achieve all the expected benefits, since this inequality has been transferred into strong socio-economic inequality, as can be seen in Soweto and Alexandra, two prominent townships in Johannesburg. Passado Dividido, Futuro Dividido: Do Cabo a Johanesburgo, África do Sul é o ensaio apresentado pelo arquiteto Leon Krige (Universidade de Johanesburgo, África do Sul), que também é o autor do ensaio fotográfico que ilustra este número. A argumentação de seu trabalho esboça uma reflexão histórica sobre as formas de assentamento coletivo, sempre oscilando entre estratégias cooperativas e comunais, mesmo em tempos de evolução e consolidação tanto da segurança de distintos grupos quanto de tensões ligadas aos projetos expansionistas de algumas comunidades, o que, muitas vezes, tem resultado em guerras territoriais. Nos territórios, como a África, em que a expansão colonizadora de origem europeia, os processos de confronto entre as comunidades originais e a vontade colonial de adaptar esses lugares e sociedades ao serviço da divisão mundial do

trabalho, entronizada desde a emergência do industrialismo, observamos eventos devastadores tanto ambiental quanto etnologicamente, dando lugar a divisões e confrontos entre os sujeitos dominantes e os (pseudo) explorados. Com consequências traumáticas para os povos pré-existentes, desde o flagelo de novas doenças e vícios até o estabelecimento de regimes sociopolíticos e econômicos sob a ideia do progresso ocidental, estes eventos implicaram violentas transformações da ética da coexistência. A longa duração dos regimes de escravidão e, por sua vez, de forma reativa, a longa marcha dos movimentos de libertação, foram acompanhados por várias formas de confronto entre colonizadores e explorados, mas também por lutas entre diferentes coletivos raciais nativos. O texto argumenta que o longo processo de descolonização, embora tenha alcançado um status político que superou a desigualdade racial, especialmente no caso da África do Sul, não alcançou todos os benefícios almejados e esperados, já que esta desigualdade foi transferida para uma forte desigualdade sócio econômica, e consequentemente espacial, como pode ser visto em Soweto e Alexandra, dois territórios de destaque em Johanesburgo. BOXED IN. Challenges of Escaping the Inherited Spatial Realities of Apartheid from the Centre to The Periphery es el título del artículo realizado por Tebogo Ramatlo (Tshwane University of Technology, South Africa), que también examina el caso de las realidades espaciales de Johannesburgo según las moldeó el colonialismo y, desde ese antecedente, los desafíos que exigirían un tipo de urbanismo capaz de garantizar integración e inclusión entre las áreas centrales y periféricas, siendo principal-

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mente la activación de las áreas intermedias y de transición. Como en el ensayo precedente, también se advierte que Johannesburgo posee algunas características espaciales y estructurales heredadas de la fase colonial y que esa conformación no superada o transformada, hoy es causa de una progresiva y creciente desigualdad económica y espacial, estando ambas fenomenologías estrechamente vinculadas. La propia experiencia de vida de quien escribe este ensayo por su nacimiento en esas áreas, periféricas, connota el estudio de rasgos y experiencias emanadas de aquella organización colonial y su morfología fragmentada y con múltiples fronteras y controles. Se muestran características que pertenecen tanto al momento del apartheid como a las de las tipologías de municipios segregados ulterior a tal momento colonial, refiriéndose tanto a restricciones en el acceso a la vivienda y al empleo, como a diferencias en los transportes y el espacio público. Todo ello es analizado en especial para la comunidad de Soweto y sus luchas de resistencia para transformar la fragmentación socio-espacial heredada, asumiendo la necesidad de superar y confrontar el urbanismo colonial basado en normas y disposiciones de clasificación y control de la sociedad según sus condiciones raza, clase y etnia. El análisis socio-morfogenético de la estructura urbana de Johannesburgo, al realizarse incluso en forma comparativa con otras ciudades africanas de similares patrones de fracturación urbana ligado a regímenes coloniales, debería dar cuenta de indicios para la propuesta de un proceso de desfragmentación hacia la transformación de Johannesburgo. BOXED IN. Challenges of Escaping the Inherited Spatial Realities of Apartheid from the Centre to The Periphery is the title of the arti-

cle by Tebogo Ramatlo (Tshwane University of Technology, South Africa), which also examines the case of the spatial realities of Johannesburg as shaped by colonialism and, from this background, the challenges that would demand a type of urbanism capable of ensuring integration and inclusion between the central and peripheral areas, being mainly the activation of the intermediate and transitional areas. As in the previous essay, it is also noted that Johannesburg has some spatial and structural characteristics inherited from the colonial phase and that this conformation, which has not been overcome or transformed, is today the cause of a progressive and growing economic and spatial inequality, both phenomenologies being closely linked. The life experience of the writer of this essay, who was born in these peripheral areas, connotes the study of traits and experiences emanating from that colonial organisation and its fragmented morphology with multiple borders and controls. Features pertaining to both the apartheid and post-colonial segregated township typologies are shown, referring both to restrictions in access to housing and employment, and to differences in transport and public space. This is analysed in particular for the Soweto community and its resistance struggles to transform the inherited socio-spatial fragmentation, assuming the need to overcome and confront colonial urbanism based on norms and arrangements for classifying and controlling society according to race, class and ethnicity. The socio-morphogenetic analysis of Johannesburg’s urban structure, even in comparison with other African cities with similar patterns of urban fracturing linked to colonial regimes, should provide clues for the proposal

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of a process of defragmentation towards the transformation of Johannesburg. BOXED IN. Desafios da fuga das realidades espaciais herdadas do Apartheid do Centro para a Periferia é o título do artigo de Tebogo Ramatlo (Tshwane University of Technology, África do Sul), que também examina o caso das realidades espaciais de Joanesburgo moldadas pelo colonialismo e, a partir deste contexto, os desafios para um urbanismo capaz de garantir a integração e inclusão entre as áreas centrais e periféricas, com ênfase na ativação das áreas intermediárias e transitórias. Como no ensaio anterior, também se observa que Johanesburgo apresenta algumas características espaciais e estruturais herdadas da fase colonial, conformação esta não superada ou transformada, que é hoje a causa de uma progressiva e crescente desigualdade econômica e espacial, estando ambos fenômenos intimamente ligados. A experiência de vida do autor deste ensaio, que nasceu nestas áreas periféricas, fundamenta o estudo de traços e experiências que emanam dessa organização espacial colonial e sua morfologia fragmentada, com múltiplas fronteiras e controles. O trabalho analisa características da tipologia de apartheid e da segregação municipal pós-colonial, referindo-se tanto às restrições no acesso à moradia e ao emprego como às diferenças no transporte e no espaço público, em particular para a comunidade do Soweto e suas lutas de resistência para transformar a fragmentação sócio espacial herdada. Esta abordagem, assumindo a necessidade de superar e enfrentar o urbanismo colonial baseado em normas e arranjos para classificar e controlar a sociedade de acordo com raça, classe e etnia, analisa a sócio morfologia genética da estrutura urbana de Johanesburgo em

comparação com outras cidades africanas, com padrões similares de ruptura urbana ligados aos regimes coloniais, propiciando pistas para a proposta de um processo de desfragmentação em direção à transformação de Johanesburgo. Cyprus dispute: Between contested territories and spontaneous reappropriation se denomina el ensayo firmado por Melehat Nil Gulari (Audencia Business School, Nantes, Francia) y Cecilia Zecca (Royal College of Art, The Helen Hamlyn Centre for Design, Londres, Reino Unido) que se enfoca en analizar cuestiones de fracturas y fragmentaciones socio-espaciales en el caso, de larga data histórica, de Nicosia, la capital de la isla de Chipre, atravesada como es sabido por la larga disputa político-cultural que se da en la confrontación de las dominaciones que la región sufrió a manos de griegos y turcos, con sus vaivenes y eclosiones de violencia y la perduración de un soterrado y sostenido enfrentamiento que tiene sus características sociales y culturales y también sus huellas y marcas físicas. El ensayo explora tales nociones de conflicto y su materialización en torno a las fronteras, así como los aspectos ligados a una identidad conflictiva (o bifronte). Todo ello se completa discutiendo sus manifestaciones en diversos niveles o registros narrativos, las circunstancias cambiantes de los muros o fronteras selladas entre ambas comunidades, así como los escenarios de sus aperturas y permeabilidades que, de todas formas, no alcanzan a extinguir o moderar el choque entre ambas sociedades/culturas. Para ello, se recurre a un conjunto de nociones analíticas como las de opacidad (Glissant) o los discursos anti-esencialistas de Agamben y Nancy, además de los conceptos

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desplegados por De Certeau sobre analítica de la vida cotidiana, todo ello aplicado al examen de un par de casos emblemáticos de espacios/ instituciones organizados para promover áreas de amortiguación (buffers) en el intento de explorar modos de vincular las comunidades históricamente confrontadas: el Hogar para la Cooperación, y la colonización de un no-lugar transformado en plaza pública, abordada por el Movimiento Occupy Buffer-zone. Antes bien que dirigirse a cierta taxonomía tipológico-clasificatoria de los elementos de división, cierre y separación, el ensayo propone explorar experimentos más bien porosos y de intercambio, quizá fortaleciendo instancias urbanísticas bottom-up por las que diversas agrupaciones y colectivos encaran modos de redefinir y reapropiar espacios públicos intentando diluir fronteras y maximizar intercambios alrededor de nuevas actuaciones de diseño urbano. Cyprus dispute: Between contested territories and spontaneous reappropriation is the title of the paper by Melehat Nil Gulari (Audencia Business School, Nantes, France) and Cecilia Zecca (Royal College of Art, The Helen Hamlyn Centre for Design, London, UK), which focuses on analysing issues of socio-spatial fractures and fragmentations in the long-standing historical case of Nicosia, the capital of the island of Cyprus, which as is well known, has been traversed by the long-standing politico-cultural dispute between Greek and Turkish domination of the region, with its ups and downs and outbreaks of violence and the persistence of a hidden and sustained confrontation that has its social and cultural characteristics as well as its physical traces and marks. The essay explores such notions of conflict and their materialisation around borders, as well as the aspects

linked to a conflictive (or bifronted) identity. This is completed by discussing its manifestations at different levels or narrative registers, the changing circumstances of the walls or sealed borders between the two communities, as well as the scenarios of their openings and permeabilities which, in any case, do not manage to extinguish or moderate the clash between the two societies/cultures. To this end, they draw on a set of analytical notions such as those of opacity (Glissant) or the anti-essentialist discourses of Agamben and Nancy, as well as the concepts deployed by De Certeau on the analytics of everyday life, all applied to the examination of a couple of emblematic cases of spaces/institutions organised to promote buffer zones in an attempt to explore ways of linking the historically confrontational communities: the Home for Cooperation, and the colonisation of a non-place transformed into a public square, addressed by the Occupy Bufferzone Movement. Rather than addressing some typological-classificatory taxonomy of the elements of division, closure and separation, the essay proposes to explore rather porous experiments in exchange, perhaps strengthening bottom-up urbanistic instances whereby diverse groups and collectives engage in ways of redefining and re-appropriating public spaces in an attempt to dilute boundaries and maximise exchanges around new urban design performances. Disputa cipriota: Entre territórios contestados e reapropriação espontânea é o título do ensaio de Melehat Nil Gulari (Audencia Business School, Nantes, França) e Cecilia Zecca (Royal College of Art, The Helen Hamlyn Centre for Design, Londres, Reino Unido), que se concentra na análise de questões de rupturas e frag-

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mentações sócio espaciais no caso histórico de Nicósia, a capital da ilha de Chipre. Este caso, como é bem conhecido, tem sido atravessado pela longa disputa político-cultural entre o domínio grego e turco da região, com seus altos e baixos, surtos de violência e a resistência de um confronto subterrâneo e sustentado, que apresenta características sociais e culturais específicas, assim como seus traços e marcas físicas. O ensaio explora tais noções de conflito e sua materialização em torno das fronteiras, bem como aspectos associados a uma identidade conflituosa (ou bi-fronteiriça). Esta exploração se complementa com a discussão de suas manifestações em diferentes níveis, ou registros, narrativos, as circunstâncias cambiáveis dos muros ou fronteiras seladas entre as duas comunidades, assim como os cenários de suas aberturas e permeabilidades que, em qualquer caso, não conseguem extinguir ou moderar o choque entre as duas sociedades/culturas. Para tanto, baseia-se em um conjunto de noções analíticas, como as de opacidade (Glissant) ou os discursos anti-essencialistas de Agamben e Nancy, assim como os conceitos empregados por de Certeau na análise da vida cotidiana. Estas noções são aplicadas no exame de alguns casos de espaços e instituições emblemáticos, organizados para promover zonas-tampão, na tentativa de explorar formas de reconexão entre comunidades historicamente conflituosas: a Casa de Cooperação, e a colonização de um não-lugar transformado em praça pública, abordada pelo Movimento Occupy Buffer-zone. Ao invés de abordar uma certa taxonomia tipológico-classificatória dos elementos de divisão, fechamento e separação, o ensaio propõe explorar experiências de intercâmbio bastante porosas, fortalecendo instâncias urbanísticas

bottom-up, onde diversos grupos e coletivos buscam formas de redefinição e reapropriação de espaços públicos, na tentativa de diluir fronteiras e maximizar as trocas em torno de novas ações de desenho urbano. La ciudad híbrida informal del África Subsahariana atrapada hoy entre el legado colonial de la ‘maldición’ y la ‘exotificación’ es el título del trabajo de Lola Martínez-Fons (Escuela Internacional de Doctorado-EIDUS, Programa de Arquitectura, Universidad de Sevilla, España) que se plantea considerar ciertas cuestiones, por así decir, emergentes de externalidades en el proceso de colonización que diversas naciones europeas emprendieron desde finales del XIX hasta finales del XX en muchas áreas del África Subsahariana. Las políticas coloniales abordadas engendraron (o reformularon asentamientos previos) experimentos urbanos de estricta estructuración espacial cuyos propósitos centrales fueron radicar la población colonial dominante y organizar y controlar la población dominada y explotada nativa. Su forma de hacerlo consistió en procesos que primero definieron y formalizaron áreas físicas debidamente fronterizadas y reguladas y que luego fueron derivando de las iniciales segregaciones físico-funcionales entre dominantes y dominados a cierto statu-quo de diferenciaciones socio-económicas entre los diversos estratos sociales que mantuvieron y hasta aumentaron sus diferencias, además de agravarse un redisciplinamiento del nativo para que internalizara características del europeo. Pero la estrategia colonizadora dejó fuera de su concepción ordenadora de las asimetrías sociopolíticas aquello que se iba a llamar informal,

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precisamente por estar fuera, al borde o en las periferias de tal forma establecida o como modelo de orden y control. El ensayo propone que en las ciudades coloniales, tales zonas o áreas informales han sido, por una parte, el ambiente en que los africanos fueron confinados pero, por otra, allí se desplegaron fenómenos fermentales de creación e innovación cultural y técnica en torno de códigos híbridos o mestizos que mezclaron componentes culturales originarios junto a distintas clases de apropiaciones de lenguajes y argumentos eurocéntricos, a veces mediante degluciones conscientes de aquellas influencias y otras, meramente por efectos de alienación. Lecturas críticas (desde la óptica europea) de tales fenómenos de ciudades híbridas oscilan entre lo que en el ensayo se denomina maldición (en tanto supuesta fenomenología de un atraso que rechaza o demora la modernización) y lo nombrado como exotificación (en tanto circunstancias más bien ligadas a cierta inocencia primitiva de tipo naive o pintoresquista o aún, kistch). Sin embargo, debería valorarse esa hibridez como laboratorios de experimentación y aprendizaje e incubadoras de pensamiento fronterizo. The informal hybrid city of Sub-Saharan Africa today caught between the colonial legacy of ‘curse’ and ‘exotification’ is the title of a paper by Lola Martínez-Fons (International Doctoral School-EIDUS, Architecture Programme, University of Seville, Spain) that sets out to consider certain issues, so to speak, emerging from externalities in the process of colonisation that various European nations undertook from the late 19th to the late 20th century in many areas of Sub-Saharan Africa. The colonial policies addressed engendered (or reformulated previous settlements)

urban experiments in strict spatial structuring whose central purposes were to settle the dominant colonial population and to organise and control the dominated and exploited native population. Their way of doing this consisted of processes that first defined and formalised physical areas that were duly bordered and regulated, and then gradually derived from the initial physical-functional segregations between dominant and dominated to a certain status-quo of socio-economic differentiations between the various social strata that maintained and even increased their differences, as well as aggravating a redisciplining of the native population to internalise European characteristics. But the colonising strategy left out of its conception of ordering socio-political asymmetries that which was to be called informal, precisely because it was outside, at the edge or on the peripheries of such an established form or as a model of order and control. The essay proposes that in colonial cities, such informal zones or areas have been, on the one hand, the environment in which Africans were confined but, on the other, fermenting phenomena of cultural and technical creation and innovation unfolded around hybrid or mestizo codes that mixed native cultural components with different kinds of appropriations of Eurocentric languages and arguments, sometimes through conscious swallowing of those influences and sometimes merely through alienation effects. Critical readings (from a European perspective) of such hybrid city phenomena oscillate between what the essay calls a curse (as the supposed phenomenology of a backwardness that rejects or delays modernisation) and what is termed exotification (as circumstances more akin to a certain primitive innocence of a naive or picturesque or even

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kistch type). However, such hybridity should be valued as laboratories of experimentation and learning and incubators of border thinking. A cidade híbrida informal da África Subsaariana hoje presa entre o legado colonial de ‘maldição’ e ‘exotificação’ é o título de um trabalho de Lola Martínez-Fons (International Doctoral School-EIDUS, Programa de Arquitetura, Universidade de Sevilha, Espanha) que se propõe a considerar certas questões, por assim dizer, emergentes de externalidades no processo de colonização que várias nações europeias empreenderam, do final do século XIX ao final do século XX, em muitas áreas da África Subsaariana. As políticas coloniais abordadas geraram assentamentos (ou reformularam anteriores), experimentos urbanos de estrita estruturação espacial cujos objetivos centrais eram, por um lado, assentar a população colonial dominante e, por outro, organizar e controlar a população nativa dominada e explorada. A forma de fazer isso consistia em processos que primeiro definiam e formalizavam áreas físicas devidamente delimitadas e regulamentadas, para depois derivar, gradualmente, de segregações físico-funcionais entre dominantes e dominados para um certo status-quo de diferenciações sócio econômicas entre os vários estratos sociais que não apenas mantinham, mas até aumentavam suas diferenças, além de agravar processo de reeducação da população nativa na internalização de características europeias. Mas a estratégia colonizadora deixou de fora de sua concepção de ordenação assimetrias sóciopolíticas que seriam chamadas informais, precisamente porque estavam fora, no limite ou na periferia, de uma forma estabelecida como modelo de ordem e controle. O ensaio argumenta que nas cidades coloniais, tais zonas ou áreas

informais foram, por um lado, o ambiente em que os africanos estavam confinados, mas, por outro, fenômenos fermentadores de criação e inovação cultural e técnica que se desdobraram em torno de códigos híbridos, ou mestiços, que misturaram componentes culturais nativos com diferentes tipos de apropriações de linguagens e argumentos eurocêntricos – às vezes por meio da incorporação consciente dessas influências, às vezes meramente através de efeitos de alienação. As leituras críticas (de uma perspectiva europeia) desses fenômenos urbanos híbridos oscilam entre o que o ensaio chama de maldição (como a suposta fenomenologia de um atraso que rejeita ou retarda a modernização) e o que é chamado de exotificação (como circunstâncias mais parecidas com uma certa inocência primitiva de um tipo ingênuo, pitoresco ou mesmo kistch). No entanto, estes híbridos devem ser valorizados como laboratórios de experimentação e aprendizagem, como incubadoras de pensamento de fronteira. Fragmentos urbanos de Guerra Fría en el “tercer mundo” es la titulación del trabajo presentado a este número por Francisco Quintana , Bárbara Salazar y Melinka Bier (Pontificia Universidad Católica de Chile, Escuela de Arquitectura, Santiago, Chile), que versa sobre la interpretación de ciertas manifestaciones de cambios y desarrollos urbanos en regiones subdesarrolladas del mundo abordadas en el marco de diferentes formas y programas de cooperación para el desarrollo generadas por los gobiernos de USA dentro de sus geopolíticas de empoderamiento en la fase histórica de la así llamada Guerra Fría (entre USA y URSS) tomando como ejes sustantivos de esas actuaciones la agenda de cooperación lanzada por

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Harry Truman en 1949, en la posguerra y el discurso esgrimido en 1973 por Robert McNamara desde su presidencia del World Bank, tendiente a promover acciones de erradicación de la pobreza en las áreas del por entonces denominado Tercer Mundo. En esas actuaciones técnicas y políticas se incluyeron directivas para las políticas habitaciones (siempre en un acuciante marco deficitario) y el presente ensayo procura indagar las propuestas arquitectónicas y urbanísticas dominantes que operaron en la conformación de conjuntos de vivienda desarrollados en América Latina, África y Asia, en el contexto de tal Guerra Fría y enmarcados en las políticas financieras asistenciales inspiradas por EEUU. En particular, el ensayo revisa las estrategias de autoconstrucción asistida que tales regímenes de ayuda montaron con la intención de atender necesidades de los estratos sociales más pobres y específicamente, como algunos de estos conjuntos tornaron a exacerbar la segregación social de sus colectivos pobladores y en otros, en cambio, alcanzaron a promover fragmentos urbanos cuya relativa calidad de diseño así como sus dotaciones eficaces de equipamientos comunitarios iban a facilitar el desarrollo social de sus pobladores y, por así decir, su integración urbana y reducción o moderación de sus factores de segregación. Tanto la acción directa de las políticas de EEUU en la etapa Truman como en la indirecta, a través del World Bank más adelante, supusieron diferentes modalidades de procurar efectos de moderación de la pobreza tercermundista como factor de afianzamiento del rol geopolítico de norteamericano en aquella condición de Guerra Fría. Cold War urban fragments in the “third world” is the title of the paper presented in this

issue by Francisco Quintana, Bárbara Salazar and Melinka Bier (Pontificia Universidad Católica de Chile, School of Architecture, Santiago, Chile), which deals with the interpretation of certain manifestations of urban changes and developments in underdeveloped regions of the world addressed in the framework of different forms and programmes of cooperation for development generated by the US governments within their geopolitics of empowerment in the historical phase of the so-called Cold War (between the USA and the USSR), taking the cooperation agenda launched by Harry Truman in 1949 as the substantive axes of these actions, In the post-war period, and the discourse put forward in 1973 by Robert McNamara from his presidency of the World Bank, aimed at promoting actions to eradicate poverty in the areas of what was then known as the Third World. These technical and political actions included directives for housing policies (always within a pressing deficit framework) and this essay seeks to investigate the dominant architectural and urbanistic proposals that operated in the conformation of housing complexes developed in Latin America, Africa and Asia, in the context of the Cold War and framed within the financial assistance policies inspired by the USA. In particular, the essay reviews the strategies of assisted self-construction that such aid regimes set up with the intention of attending to the needs of the poorest social strata and, specifically, how some of these complexes exacerbated the social segregation of their inhabitants, while in others they managed to promote urban fragments whose relative quality of design and effective provision of community facilities would facilitate the social development of their inhabitants and, as it were, their urban

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integration and the reduction or moderation of their segregation factors. Both the direct action of US policies during the Truman period and indirectly, through the World Bank later on, involved different ways of moderating Third World poverty as a factor in strengthening America’s geopolitical role during the Cold War. Fragmentos urbanos da Guerra Fria no “terceiro mundo” é o título do trabalho apresentado nesta edição por Francisco Quintana, Bárbara Salazar e Melinka Bier (Pontificia Universidad Católica de Chile, Escola de Arquitetura, Santiago do Chile). O artigo trata da interpretação de certas manifestações de desenvolvimentos e transformações urbanas em regiões subdesenvolvidas do mundo, abordadas no âmbito de diferentes formas e programas desenvolvimentistas de cooperação, gerados pelos governos dos EUA dentro de sua geopolítica de empoderamento, na fase histórica da chamada Guerra Fria (entre os EUA e a URSS). Tomando a agenda de cooperação lançada por Harry Truman em 1949 como eixo substantivo dessas ações no pós-guerra, e o discurso apresentado em 1973 por Robert McNamara (então Presidente do Banco Mundial), que visavam promover ações para erradicar a pobreza nas áreas do que então era conhecido como Terceiro Mundo, o texto analisa como estas ações técnicas e políticas incluíram diretrizes para políticas habitacionais (sempre dentro de um quadro urgente de déficit). Dessa forma, o ensaio procura investigar as propostas arquitetônicas e urbanísticas dominantes que, no contexto da Guerra Fria, operavam na conformação de complexos habitacionais desenvolvidos na América Latina, África e Ásia, enquadrados dentro das políticas de assistência financeira inspiradas nos EUA. Em

particular, o ensaio revisa as estratégias de autoconstrução assistida que tais regimes de ajuda implementaram com a intenção de atender às necessidades dos estratos sociais mais pobres e, especificamente, como alguns desses complexos exacerbaram a segregação social de seus habitantes, enquanto outros conseguiram promover fragmentos urbanos cuja qualidade urbanística e arquitetônica, e a oferta efetiva de instalações comunitárias, facilitaria o desenvolvimento social de seus habitantes e, por assim dizer, sua integração urbana e a redução ou moderação de seus fatores de segregação. Tanto a ação direta das políticas dos EUA durante o período Truman, quanto indiretamente por meio do Banco Mundial, mais tarde, compreenderam diferentes formas de moderar a pobreza no Terceiro Mundo como um fator de fortalecimento do papel geopolítico dos Estados Unidos durante a Guerra Fria. So Close Yet So Far: Divided Contexts on the Mexico-Guatemala Border es el escrito firmado para este monográfico por Luis Fernando Zapata Montalvo (De Montfort-Leicester University, Reino Unido) que se aboca al análisis de la compleja área fronteriza entre ambas naciones de América del Norte y Central, cuya característica central está dominada por la dinámica de fenómenos migratorios legales o formales tanto como clandestinos e ilegales. Tal característica de extrema movilidad demográfica sujeta las más de las veces a procesos opacos de tránsitos y alto grado de nomadismo fluyente, impacta en la transformación de las formas de organización sociocomunitaria y en la misma calidad de vida de estos habitantes. Su precarización en su condición habitativa y frecuentemente en un es-

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tado de búsqueda de una solución final que, en el imaginario colectivo, suele ser primero un pasaje o ingreso a México y, luego, a través de esta nación, a EEUU. Recordemos por ejemplo, que Los Angeles es técnicamente, la segunda ciudad guatemalteca en magnitud de habitantes de esa nacionalidad. En la intención de indagar en la compleja dinámica interactiva entre comunidades movilizadas de ambos países, con sus diferentes condiciones e intenciones, se consideran escenarios de segregación y división tanto etnosocial como económica y se trata de investigar algunas dinámicas relevantes en dos lugares transfronterizos entre México y Guatemala que ofrecerían cierta visión descriptiva de la zona fronteriza y de la movilidad de quiénes las habitan para tratar de dar respuesta a la pregunta sobre qué motiva a estas personas a moverse entre ambos países. So Close Yet So Far: Divided Contexts on the Mexico-Guatemala Border is the paper written for this monograph by Luis Fernando Zapata Montalvo (De Montfort-Leicester University, UK), which focuses on the analysis of the complex border area between the two North American and Central American nations, whose central characteristic is dominated by the dynamics of legal and formal migration phenomena, as well as clandestine and illegal ones. This characteristic of extreme demographic mobility, often subject to opaque transit processes and a high degree of flowing nomadism, has an impact on the transformation of the forms of socio-community organisation and on the very quality of life of these inhabitants. The precariousness of their housing conditions and frequently in a state of search for a final solution which, in the collective ima-

gination, is usually first a passage or entry to Mexico and then, through this nation, to the USA. Let us remember, for example, that Los Angeles is technically the second largest Guatemalan city in terms of the number of inhabitants of that nationality. In an attempt to investigate the complex interactive dynamics between mobilised communities from both countries, with their different conditions and intentions, we consider scenarios of segregation and division, both ethno-social and economic, and try to investigate some relevant dynamics in two cross-border places between Mexico and Guatemala that would offer a certain descriptive vision of the border area and the mobility of those who inhabit it in order to try to answer the question of what motivates these people to move between the two countries. Tão perto mas tão longe: Contextos Divididos na Fronteira México-Guatemala é o trabalho escrito para esta monografia por Luis Fernando Zapata Montalvo (Universidade De Montfort-Leicester, Reino Unido), que se concentra na análise da complexa área de fronteira entre as duas nações norte-americanas e centro-americanas, cuja característica central é dominada pela dinâmica dos fenômenos migratórios legais e formais, bem como clandestinos e ilegais. Esta característica de extrema mobilidade demográfica, frequentemente sujeita a processos opacos de mobilidade e a um alto grau de nomadismo, tem um impacto na transformação de formas de organização sócio comunitárias, assim como na própria qualidade de vida desses habitantes. A precariedade das condições habitacionais e de vida dos guatemaltecos, associada a um frequente estado de busca de uma solução final, implica, na ima-

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ginação coletiva, primeiramente, em uma passagem pelo México, para posterior entrada nos EUA. Recordemos, por exemplo, que Los Angeles é tecnicamente a segunda maior cidade da Guatemala, em termos do número de habitantes dessa nacionalidade. Em uma tentativa de investigar a complexa dinâmica interativa entre comunidades de ambos os países, com suas diferentes condições e intenções, o texto considera cenários de segregação e divisão, tanto étnico-social quanto econômico, na investigação de dinâmicas relevantes em dois lugares fronteiriços entre México e Guatemala, oferecendo tanto uma certa visão descritiva da área fronteiriça quanto da mobilidade daqueles que a habitam, a fim de tentar responder à pergunta sobre o que motiva essas pessoas a se deslocarem entre os dois países. London – Planning Integrated Communities es la denominación del trabajo presentado por Peter Bishop (Bartlett School of Architecture, University College Londres, Reino Unido) cuya intención principal es examinar las llamadas políticas de regeneración urbana montadas en la estrategia de desarrollo del llamado planning de Integrated Communities. Como su nombre indica, se promovieron en torno a acciones de recalificación de áreas urbanas deprimidas o decadentes con la intención explícita de alcanzar estados de relativa integración convivencial de estratos de diferente posición socio-económica dentro de un mismo conjunto. Si bien el autor acepta que la noción de regeneración urbana devino un concepto múltiple y casi omnipresente en la planificación urbana (ya que comprende acciones de promoción estatal tanto como a múltiples formas de emprendimientos privados, generalmente pro-

curadores de alta captación de renta diferencial a costa de destruir tejidos, desconsiderar identidades y promover gentrificaciones), entiende que la experiencia londinense habría alcanzado cierto éxito, visible por haberse alcanzado un grado de calidad de ciudad multicultural con mucho menos barreras o segregaciones. Menos que, por ejemplo, las que se observan en París. De todas formas, aboga por la necesidad de extender y profundizar las intervenciones de regeneración orientadas por el perfil de integración de estratos sociales diferenciales, ya que asume como sustancial el rol de utilización de estos instrumentos de políticas públicas al servicio de corregir los desequilibrios existentes y mitigar las barreras reales y simbólicas a la integración social. Asimismo, si bien Londres parece una ciudad cuyos barrios son socialmente mixtos y sin barreras o fronteras exageradas, existen más sutiles y finas, líneas invisibles que dividen la ciudad, aíslan a algunos de sus habitantes e inhiben la movilidad social. Todo este enfoque se intenta demostrar en un estudio de caso aplicado al análisis de la regeneración del área de Kings Cross. London - Planning Integrated Communities is the name of the paper presented by Peter Bishop (Bartlett School of Architecture, University College London, UK) whose main intention is to examine the so-called urban regeneration policies mounted on the development strategy of Integrated Communities Planning. As the name suggests, these were promoted around actions to redevelop depressed or decaying urban areas with the explicit intention of achieving states of relative convivial integration of strata of different socio-economic position within the same complex.

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Although the author accepts that the notion of urban regeneration has become a multiple and almost omnipresent concept in urban planning (since it includes actions of state promotion as well as multiple forms of private enterprises, generally seeking to capture high differential income at the cost of destroying fabrics, disregarding identities and promoting gentrification), he understands that the London experience has achieved a certain success, visible because it has reached a degree of multicultural city quality with far fewer barriers or segregations. Less than, for example, those seen in Paris. In any case, it advocates the need to extend and deepen regeneration interventions oriented by the integration profile of differential social strata, as it assumes as substantial the role of using these public policy instruments in the service of correcting existing imbalances and mitigating real and symbolic barriers to social integration. Likewise, while London appears to be a city whose neighbourhoods are socially mixed and without exaggerated barriers or boundaries, there are more subtle and thin, invisible lines that divide the city, isolate some of its inhabitants and inhibit social mobility. This approach is demonstrated in a case study applied to the analysis of the regeneration of the Kings Cross area. Londres – Planejamento de comunidades integradas é o nome do trabalho apresentado por Peter Bishop (Bartlett School of Architecture, University College London, UK), cuja principal intenção é examinar as chamadas políticas de regeneração urbana pautadas em estratégias de desenvolvimento e planejamento de Comunidades Integradas. Como o nome sugere, estas foram promovidas em torno de ações de (re)desenvolvimento de áreas urbanas obs-

loetas ou decadentes, com a intenção explícita de alcançar, em uma mesma área, estados de relativa integração convivial entre estratos de diferentes posições sócio econômicas. Embora aceite que a noção de regeneração urbana se tornou um conceito múltiplo e quase onipresente no planejamento urbano (já que inclui ações de promoção estatal, bem como múltiplas formas de atuação de empresas privadas, geralmente buscando captar alta renda diferencial, mesmo ao custo da destruição de tecidos urbanos, desconsiderando identidades e promovendo a gentrificação), Bishop entende que a experiência londrina alcançou um certo sucesso, visível porque atingiu um grau de qualidade de cidade multicultural com menor número de barreiras ou segregações –menos do que, por exemplo, os vistos em Paris. Em qualquer caso, o autor defende a necessidade de ampliar e aprofundar as intervenções de regeneração orientadas pelo perfil de integração de distintos estratos sociais, pois assume como substancial o papel de utilizar instrumentos de política pública a serviço da correção dos desequilíbrios existentes e da atenuação das barreiras, reais e simbólicas, à integração social. Da mesma forma, enquanto Londres parece ser uma cidade cujos bairros são socialmente mistos e sem barreiras ou limites exagerados, existem linhas mais sutis e finas, invisíveis, que dividem a cidade, isolam alguns de seus habitantes e inibem a mobilidade social. Esta abordagem é demonstrada em um estudo de caso aplicado à análise da regeneração da área de Kings Cross. Barcelona: haec omnia –divisa– tibi dabo Cohesión y división en la evolución (geo)urbana de una ciudad ambivalentemente compacta se denomina el ensayo presentado por Manuel

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Gausa Navarro (Dipartimento di Architettura e Design, Unige, Università degli Studi, Genova, Italia) para indagar sutilmente en la exploración de líneas de fractura o segmentaciones que busca esclarecer en su natal Barcelona, ciudad que tradicionalmente ha sido considerada como exitosamente integrada y dotada, si se quiere, de un común y generalizado genius locii entre sus habitantes. En rigor, la hipótesis del autor va más bien por formular cierta perdurable dialéctica polar en el análisis histórico del último siglo en la urbe catalana cuya paradójica ecuación unidad-división engendra una urbanidad contradictoria y dual, abierta y cerrada, doméstica y cosmopolita, liberal y conservadora, ambiciosa y temerosa, emprendedora y auto-referencial. Esa característica que el autor advierte en la sutil evolución dialéctica de su ciudad podría manifestarse en la confrontación de las nociones de seny (sentido común) y rauxa (rabia emocional), una suerte de oposición nietzcheana apolínea-dionisíaca (o racional-instrumental frente a la impulsividad-compulsividad del dislocamiento de las normas) que finalmente resultaría hegelianamente superada por el aufheben de la empenta (la acción creativa-racional) que parece haber sorteado históricamente con éxito desgarramientos y divisiones, y alcanzados ciertos status de equlibrio. Barcelona: haec omnia –divisa– tibi dabo... Cohesion and division in the (geo)urban evolution of an ambivalently compact city is the name of the essay presented by Manuel Gausa Navarro (Dipartimento di Architettura e Design, Unige, Università degli Studi, Genova, Italy) to subtly explore the lines of fracture or segmentation that he seeks to clarify in his native Barcelona, a city that has traditionally been considered

as successfully integrated and endowed, if you will, with a common and generalised genius locii among its inhabitants. Strictly speaking, the author’s hypothesis goes more towards formulating a certain enduring polar dialectic in the historical analysis of the last century in the Catalan city whose paradoxical unity-division equation engenders a contradictory and dual urbanity, open and closed, domestic and cosmopolitan, liberal and conservative, ambitious and fearful, enterprising and self-referential. This characteristic that the author notices in the subtle dialectical evolution of his city could be manifested in the confrontation of the notions of seny (common sense) and rauxa (emotional rage), a sort of Nietzschean Apollonian-Dionysian opposition (or rationalinstrumental versus the impulsivity-compulsivity of the dislocation of norms) that would finally be Hegelianly overcome by the aufheben of empenta (creative-rational action), which seems to have historically successfully overcome rifts and divisions, and reached a certain status of equilibrium. Barcelona: haec omnia –divisa– tibi dabo... Coesão e divisão na evolução (geo)urbana de uma cidade ambivalentemente compacta é o nome do ensaio apresentado por Manuel Gausa Navarro (Dipartimento di Architettura e Design, Unige, Università degli Studi, Genova, Itália). Explorando sutilmente as linhas de fratura ou segmentação de sua cidade natal, Barcelona, Gausa procura esclarecer como aspectos e processos de uma cidade tradicionalmente considerada como integrada e dotada de um genius locii comum e generalizado entre seus habitantes. A rigor, a hipótese do autor embasa-se em uma certa dialética polar duradoura na análise his-

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tórica do século passado da cidade catalã, cuja paradoxal equação de unidade-divisão engendra uma urbanidade contraditória e dual, aberta e fechada, doméstica e cosmopolita, liberal e conservadora, ambiciosa e temerosa, empreendedora e auto-referencial. Esta característica que o autor reconhece na evolução dialética sutil de sua cidade pode se manifestar no confronto das noções de seny (senso comum) e rauxa (raiva emocional), uma espécie de oposição nietzschiana Apolônio-dionisíaca (ou racional-instrumental versus a impulsividade-compulsiva do deslocamento das normas) que finalmente seria hegelianamente superada pelo aufheben da empenta (ação criativo-racional), processo este que parece ter superado, com sucesso histórico, as fendas e divisões,alcançando um certo estado de equilíbrio. En la sección de recensiones con el título Identidades en conflicto: Belfast desgarrada se incluye la revisión realizada por Roberto Fernández del texto No digas nada, de Patrick Radden Keefe. Esta publicación de carácter periodístico de investigación abordada por un analista norteamericano que accedió a fuentes archivísticas universitarias de su país referentes a diversos episodios del largo proceso de guerra independentista ocurrido en Belfast y conocido como The Troubles, efectúa una pormenorizada descripción de esos hechos y sitúa en la conflictiva ciudad del norte de Irlanda a un conjunto de personajes protagónicos de tales episodios en la que aparece como telón de fondo la misma ciudad, sus calles usadas o dominadas por tal cuál facción, sus pubs y clusters de viviendas colectivas y en definitiva, en esa urdimbre de sucesos, personajes y lugares puede accederse a una versión más de como una

guerra de guerrillas urbanas tras un largo y complejo trasfondo de confrontación políticareligiosa transforma, reconfigura y complejiza una ciudad histórica devenida en escenario sustancial de la noción de ciudad dividida que aborda este monográfico, quizá como su más emblemática formulación moderna. The review section, entitled Identities in Conflict: Ripped Belfast, includes Roberto Fernández’s review of the text Don’t Say Anything, by Patrick Radden Keefe. This investigative journalistic publication by an American analyst who accessed university archival sources in his country concerning various episodes of the long process of the war of independence in Belfast, known as The Troubles, provides a detailed description of these events and situates in the conflictive city in the north of Ireland a group of leading characters in these episodes, with the city itself as a backdrop, Its streets used or dominated by which faction, its pubs and clusters of collective dwellings and, in short, in this web of events, characters and places, one can access yet another version of how an urban guerrilla war after a long and complex background of political-religious confrontation transforms, reconfigures and complexifies a historic city that has become a substantial stage for the notion of the divided city that this monograph deals with, perhaps as its most emblematic modern formulation. Na seção de revisão, intitulada Identidades em Conflito: Belfast rasgada, Roberto Fernández inclui a revisão do texto Don’t Say Anything, de Patrick Radden Keefe, analista americano que, nesta publicação jornalística de caráter investigativo, que acessou fontes de arquivos universitários relativos a vários episódios do longo processo da guerra pela in-

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dependência em Belfast, conhecida como The Troubles. Com esta abordagem, Keefe fornece uma descrição detalhada destes eventos e situa, na conflituosa cidade norte-irlandesa, um grupo de personagens principais destes episódios, tendo como pano de fundo a própria cidade. Na perambulação e devaneio por suas ruas usadas ou dominadas pelas facções, por seus bares e assentamentos de moradias coletivas, e, em suma, por personagens e lugares desta teia de eventos, pode-se acessar mais uma versão de como uma guerrilha urbana, após um longo e complexo histórico de confrontos político-religiosos, transforma, reconfigura e complexifica uma história de uma cidade histórica que se tornou palco substancial para a noção de cidade dividida, tema deste número monográfico, talvez como sua mais emblemática formulação moderna. El artículo visual, cuyas fotografías ilustran cabalmente este número, ha sido realizado por el arquitecto y prestigioso fotógrafo Leon Krige, de quién también incluímos en este monográfico uno de sus textos crítico-analíticos sobre los conflictos socio-urbanos de Johannesburgo. A esa ciudad pertenecen las capturas fotográficas que Krige nos propone, en especial áreas edilicias del centro de esa ciudad, muchas de ellas abandonadas y vueltas a ocupar en las últimas décadas modernas. Las fotos pertenecen al trabajo (In) visible city revisited y consiste en una serie de visiones nocturnas de tal urbe, la mayoría tomada desde altos puntos de vista. Si fueran fotos de personas diríamos que procuran registrar las marcas de sus edades y las huellas de deterioros que deja el paso del tiempo y esa voluntad aplica al mostrar estos paisajes urbano-arquitectónicos cuyo propósito

es detallar efectos comprobables en una ciudad moderna escenario de profundas conflictividades que manifiestan el tiempo transcurrido en esa edilicia y la vida misma que allí ocurrió así como las marcas de existencias dañadas. The visual article, whose photographs fully illustrate this issue, was taken by the architect and prestigious photographer Leon Krige, whose critical-analytical texts on the socio-urban conflicts of Johannesburg are also included in this monograph. The photographic captures that Krige offers us belong to that city, especially in the building areas of the city centre, many of which have been abandoned and reoccupied in recent modern decades. The photos belong to the work (In) visible city revisited and consist of a series of nocturnal visions of the city, most of them taken from high vantage points. If they were photographs of people, we would say that they seek to record the marks of their age and the traces of deterioration left by the passage of time, and this desire is applied in showing these urban-architectural landscapes whose purpose is to detail verifiable effects in a modern city, the scene of profound conflicts that manifest the time spent in these buildings and the very life that took place there, as well as the marks of damaged existences. O artigo visual, cujas fotografias ilustram plenamente esta edição, foi realizado pelo arquiteto e prestigioso fotógrafo Leon Krige, cujos textos crítico-analíticos sobre os conflitos sócio urbanísticos de Johanesburgo também integram este número especial de Astrágalo. As imagens fotográficas que Krige nos oferece pertencem a cidade de Johanesburgo, especialmente nas áreas de construção do centro da cidade, muitas das quais foram abandonadas e reocupadas nas últimas décadas. As

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fotos, uma série de visões noturnas de pontos altos da cidade, pertencem à obra cidade (In) visível revisitada. Se fossem fotografias de pessoas, diríamos que elas procuram registrar as marcas de sua idade e os traços de deterioração deixados pela passagem do tempo. Este desejo é aplicado por Krige para mostrar paisagens

urbano-arquitetônicas, com a finalidade de detalhar efeitos que se observam em uma cidade moderna, o cenário de profundos conflitos que se expressam e manifestam no tempo de seus edifícios e na própria vida que ali ocorre (ou ocorreu), assim como as marcas de existências danificadas.

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.02

RAZÓN DE LAS ILUSTRACIONES/CREDITS FOR THE ILLUSTRATIONS/RAZÃO DAS IMÁGENS Artículo Visual/Visual Article/Artigo Visual: Leon Krige, University of Johannesburg, South Africa

La fotografía: descubrimiento o invención, técnica o arte, de pioneros o diletantes, ver o ser, registrar o desvelar, verdad o imaginación, instantánea o archivera. Que un origen connote toda acción venidera lastraría la vocación creativa. ¿Un mero enfoque es tal vez un mensaje sin código, como dijeron Roland Barthes y, por él, Rosalind Krauss? No es cierto. Apuntar es dar fundamento y depósito de realidad. ¿Será que pensar la fotografía se anticipa a la propia fotografía? Entre 1727 y 1782, mucho antes que la fecha oficial de 1838 del daguerrotipo, Schulze, Jean Elellot, Beccarius, William Lewis, Joseph Priestley, Torbern Olof Bergman, Carl Wilhelm Scheele o Jean Senebier fundamentaron la fijación de imágenes antes de su descubrimiento, y preconizaron el cambio radical del régimen escópico que llegaría irremisiblemente durante el siglo XIX. Allan Sekula, mucho después, en 1983, argumentaba que el carácter emancipa-

torio de la fotografía es propensa a homologarla con la falsa conciencia de la mera apariencia, y a contraponerla a la sustancia oculta de las relaciones sociales reales de la humanidad. Leon Krige, 1963, Johannesburgo, Sudáfrica, arquitecto y fotógrafo, es el autor de la portada del número A29 “Ciudades Divididas”, al igual que del ensayo visual que recorre el número y del artículo Divided Past, Divided Future − From Cape to Johannesburg, South Africa. Krige trabaja por superposición de enfoques, principalmente en la noche, 48 fotogramas expuestos de 25 a 30 segundos, donde lo aparente se aleja de una falsa conciencia. Más al contrario, al encontrar que no encontramos, retratamos, todos, la dispersión generalizada de lo evidente en la ciudad, escindida. Su trabajo es preciso, creativo, revelador, es técnica y es invención o, dicho de otro modo, el redescubrimiento permanente de la fotografía.

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RAZÓN DE LAS ILUSTRACIONES/CREDITS FOR THE ILLUSTRATIONS/RAZÃO DAS IMÁGENS

Reason for the Illustrations Photography: discovery or invention, technique or art, of pioneers or dilettantes, seeing or being, recording or unveiling, truth or imagination, snapshot or archivist, that an origin connotes all future action would be a burden on the creative vocation. For an origin to connote all action to come would weigh down the creative vocation: is a mere focus perhaps a message without a code, as Roland Barthes and, through him, Rosalind Krauss said? No, it is not. To focus is to give foundation and deposit of reality. Could it be that thinking photography anticipates photography itself? Between 1727 and 1782, long before the official date of 1838 of the daguerreotype, Schulze, Jean Elellot, Beccarius, William Lewis, Joseph Priestley, Torbern Olof Bergman, Carl Wilhelm Scheele or Jean Senebier founded the fixation of images before their discovery, and advocated the radical change of the scopic regime that would irrevocably arrive during the 19th century. Allan Sekula, much later, in Razão das Ilustrações Fotografia: descobrimento ou invenção, técnica ou arte, de pioneiros ou diletantes, ver ou ser, registrar ou desvendar, verdade ou imaginação, instantânea ou arquivista. Que uma origem conote toda ação futura seria um fardo para a vocação criativa. Um mero enfoque é talvez uma mensagem sem código, como disseram Roland Barthes e, por ele, Rosalind Krauss? Não, não é. Dar foco, focar, é dar fundamento e depósito da realidade. Será que pensar a fotografia se antecipa a própria fotografia? Entre 1727 e 1782, muito antes da data oficial de 1838 do daguerreótipo, Schulze, Jean Elellot, Beccarius, William Lewis, Joseph

1983, argued that the emancipatory character of photography is prone to equate it with the false consciousness of mere appearance, and to contrast it with the hidden substance of humanity’s real social relations. Leon Krige, 1963, Johannesburg, South Africa, architect and photographer, is the author of the cover of the A29 issue “Divided Cities”, as well as the visual essay that runs through the issue and the article Divided Past, Divided Future − From Cape to Johannesburg, South Africa. Krige works by superimposing approaches, mainly at night, 48 exposed frames of 25 to 30 seconds, where the apparent moves away from a false consciousness. On the contrary, by finding that we do not find, we portray, all of us, the generalised dispersion of the obvious in the city, split. His work is precise, creative, revealing, it is technique and invention or, in other words, the permanent rediscovery of photography.

Priestley, Torbern Olof Bergman, Carl Wilhelm Scheele ou Jean Senebier fundamentaram a fixação de imagens antes mesmo de sua descoberta e preconizaram a mudança radical do regime escópico que chegaria irrevogavelmente durante o século XIX. Allan Sekula, muito mais tarde, em 1983, argumentou que o caráter emancipatório da fotografia tende a igualá-la à falsa consciência da mera aparência e a contrastá-la com a substância oculta das relações sociais reais da humanidade. Leon Krige, 1963, Johannesburg, África do Sul, arquiteto e fotógrafo, é o autor da capa da edição A29 “Divided Cities”, bem como do ensaio

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visual que percorre a edição e do artigo Divided Past, Divided Future - From Cape to Johannesburg, South Africa. Krige trabalha sobrepondo abordagens aproximações visuais, principalmente à noite, com a exposição de 48 quadros por 25-30 segundos, onde o aparente se afasta de

uma falsa consciência. Pelo contrário, ao achar que não encontramos, retratamos, todos nós, a dispersão generalizada do óbvio na cidade, cindida. Seu trabalho é preciso, criativo, revelador, é técnica e invenção ou, em outras palavras, a redescoberta permanente da fotografia.

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LEARNING FROM THE FALLS (TÚATH NA BHFÁL) AND BOMBAY STREET PROJECT (ARCHITECT SEÁN MACKEL), BELFAST: URBAN REFLECTIONS FROM THE MOST DIVIDED AND RESILIENT STREETS IN WESTERN EUROPE Alona Martínez Pérez De Montfort University, Architecture Design and Humanities, Leicester School of Architecture, Leicester, United Kingdom [emailprotected]

ABSTRACT

This paper examines the Falls Road (located in West Belfast) which is a largely Catholic/Irish Republican neighbourhood particularly relevant during the conflict known as The Troubles, which affected Northern Ireland for some forty years from the late 1960s until 1998. During this period and to this day, Falls Road became the heart of Irish republicanism and the most divided street in Western Europe. The human cost of the conflict was more than 3,500 dead. On the other side of the wall is the other street, the Shankhill Road (Protestant and Unionist). This gives a clear picture of the impact of the conflict in the context of street life before The Troubles began. The Falls Road in West Belfast, which runs from Divis Street to Andersonstown, derives from the expression túath na bhFál, which in Irish means “territory of the enclosures”. I have worked as an architect and

researcher for over a decade in the city on both sides of the wall. This paper examines the typology of the divided street and its transition into a successful example of Irish renaissance culture and urban regeneration. The paper is divided into two parts in which the Falls Strip will be dissected:1x The Falls (lower part of the street), 2-Bombay Street (architect Seán Mackel). I will use Manuel de Solà-Morales’ approach to the construction of this street in Belfast as an “urban city of conflict”, as a succession of episodes, data, dates, facts, details and events and interpretations and the opening of the street in this case to understand the lessons that can be drawn from a clear typological study of the street in two sections. Key words: divided cities, conflict cities, Irish cities, Belfast regeneration. Bombay Street, Seán Mackel

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LEARNING FROM THE FALLS (TÚATH NA BHFÁL) AND BOMBAY STREET PROJECT (ARCHITECT SEÁN MACKEL), BELFAST: ...

RESUMEN

Se estudiará aquí Falls Road (situado en el oeste de Belfast) que es un barrio mayoritariamente católico/republicano irlandés especialmente relevante durante el conflicto conocido como The Troubles, que afectó a Irlanda del Norte durante unos cuarenta años, desde finales de la década de 1960 hasta 1998. Durante este periodo y hasta hoy, Falls Road se convirtió en el corazón del republicanismo irlandés y en la calle más dividida de Europa Occidental. El coste humano del conflicto superó en más de 3.500 muertos. Al otro lado del muro se encuentra la otra calle, la Shankhill Road (protestante y unionista). Esto da una idea clara del impacto del conflicto en el contexto de la vida en la calle antes de que comenzaran The Troubles. La Falls Road, en el oeste de Belfast, que va desde la calle Divis hasta Andersonstown, deriva de la expresión túath na bhFál, que en irlandés significa “territorio de los cercados”. He trabajado como arquitecta e investigadora durante más de una década en la ciudad a ambos lados del muro. Este artículo examina la tipología de la calle dividida y su transición a un ejemplo exitoso de la cultura del renacimiento irlandés y la regeneración urbana. La ponencia está dividida en dos partes en las que se diseccionará la Franja de las Cataratas:1- Las Cataratas (parte baja de la calle), 2-Bombay Street (arquitecto Seán Mackel). Utilizaré el enfoque de Manuel de Solà-Morales para la construcción de esta calle en Belfast como una “ciudad urbana de conflicto”, como una sucesión de episodios, datos, fechas, hechos, detalles y eventos e interpretaciones y la apertura de la calle en este caso para entender las lecciones que se pueden extraer de un claro estudio tipológico de la calle en dos secciones.

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Palabras clave: ciudades divididas, ciudades en conflicto, ciudades irlandesas, regeneración de Belfast, calle Bombay, Seán Mackel RESUMO

O artigo estuda Falls Road (localizada em West Belfast), bairro irlandês predominantemente católico/republicano, durante os conflitos conhecidos como The Troubles, os quais afetaram a Irlanda do Norte por cerca de quarenta anos, desde o final dos anos 60 até 1998. Durante este período, e até hoje, Falls Road tornou-se o coração do republicanismo irlandês, a rua mais dividida da Europa Ocidental. O custo humano do conflito superou 3.500 mortes. Do outro lado do muro localiza-se Shankhill Street, rua protestante e unionista. Esta descrição dá uma ideia do impacto do conflito no contexto da vida nas ruas, antes do início de The Troubles. Falls Road em West Belfast, que vai da Divis Street até Andersonstown, deriva da frase túath na bhFál que em irlandês significa “território dos recintos”. Como arquiteta e pesquisadora, por mais de uma década tenho investigado a cidade em ambos os lados do muro. Este trabalho analisa a tipologia da rua dividida e sua transição para um exemplo de sucesso da cultura irlandesa de revitalização e regeneração urbana. O trabalho está dividido em duas partes nas quais a Falls Strip será dissecada: 1- The Falls, a parte inferior da rua; 2-Bombay Street (arquiteto Seán Mackel). Será empregada a abordagem de “cidade urbana do conflito”, de Manuel de Solà-Morales, para a construção desta rua em Belfast como uma sucessão de episódios, dados, datas, fatos, detalhes e eventos, assim como interpretações e a abertura da rua para entender as lições decorrentes de um estudo tipológico da rua em duas secções.

ASTRAGALO Nº 29 | Diciembre, December, Dezembro 2021 | Article | ISSN 2469-0503

Alona Martínez Pérez

Palavras-chave: cidades divididas, cidades em conflito, cidades irlandesas, regeneração de Belfast, rua Bombay, Seán Mackel

INTRODUCTION To analyse the Falls as a typology of a divided street, an immersive method has been adopted, by walking and photographing the two sections of the street - based on the author’s methodological previous experience analysing urban peripheries (Martínez Pérez 2016). Urban episodes of the conflict will be referred to in each section of the street and analysed, along with its impact on the street fabric over 35 years of conflict, using a theoretical mixed approach using Aldo Rossi’s concept of urban artifacts as a concept for this purpose and the idea of memory. Returning to Manuel de Solà-Morales by way of superposed models describing the construction of Barcelona, I will use this approach for the construction of this street in Belfast as an “urban city of conflict” and the seminal book Learning from Las Vegas I will use the idea of Strip as an urban entity that could let us know how the typology of this urban strip has developed from the late 1960’s to today (using mainly the Studio Notes from the book as a method as explained before). As mentioned, I have worked full time in Belfast as an architect/researcher for four years, and over twelve years overall on both sides of the wall, and both communities (Catholic/Protestant) knowing the ground very well and understanding the sensitive nature of this urban context and the communities living in these areas. As a researcher, I look at these factors independently and in an equal manner, however as this paper concentrates mainly in

a Catholic enclave in West Belfast (Northern Ireland). Most of the factors and devices relate to the Catholic/Irish community in this instance. Lessons and reflections, however, can be applied to both sides of the community. For the purpose of this paper, I will cover key dates and factors from both the Conflict and the Troubles, that led to the creation of urban devices, such as peace lines, Westlink, security etc. I believe as a researcher/architect, it is important to discuss the resultant issues (from an urban perspective) due to the conflict, particularly 40 years after the Troubles started, and 25 years after the Good Friday Agreement so we can learn from the recent past and move forward towards a common urban future in Northern Ireland. Many of these devices were created as temporary devices at the beginning of the conflict but have now become permanent in the city’s landscape. The conflict created certain factors and events, that lead to the building of devices and urban structures that lead to division, and by still being in the city’s landscape today, will not contribute to lessen these divisions. To assist in analysis of these issues, I will refer to archival research of early period of the Troubles, a Working Paper that was created in 1971, it was meant to be Secret and only 52 copies were made. The Document is titled “Government of Northern Ireland Future Policy on Areas of Confrontation. Second and Final Report of the Joint Working Party on Processions, etc”, I had a PDF copy number 43 (out of the 52 copies that were made) of the Document provided to me by the Belfast Interface Project in a visit I did to their offices in June 2021. The second project I will refer to is the Bombay Street Project, the rebuilding of Bombay Street after

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being destroyed during the conflict. All materials for this project have been provided to me by the architect Ciaran Mackel, and insights of this by one of the members of the Bombay group project that is a recognised figure in both cooperative architecture and also Irish Language in Northern Ireland: the architect Seán Mackel. The first document is very important in explaining some of the decisions, and devices that were created to separate the areas of conflict particularly in the West of the city centre (both Catholic/Protestant communities). The second project is key in working across political barriers and working with a group that had members from both sides of the community. This group had the vision to rebuild memory and upgrade housing and recreate the street scape after its destruction. I believe to bring this very important work to light today, is key in understanding the positive interventions made in the city during the conflict period. Consequently, this key project sets an important precedent today. Aldo Rossi introduces the concept of type in his book as a question rather than an answer: “It therefore seems clear that typological questions are important. They have entered into the history of architecture and arise naturally when urban problems are confronted” (Rossi 1988, 40). For him the idea of type is important in understanding the architecture of the city and locating what elements and types conform to it. It is essential to study the types of the past to understand the urban problems we confront today: “The concept of type became the basis of architecture, a fact attested to both by practice and by treatises” (Rossi 1988, 40). The idea of typology appears in Rossi’s work as something necessary to classify: “We must be-

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gin with a question that opens the way to the problem of classification – that of the typology of buildings and their relationship to the city” (Rossi 1988, 35). The second category of Rossi’s book I am working with is the idea of memory. Rossi sees the city as something built by men over a period of time (Rossi 1988, 29). He also emphasizes the importance of urban artefacts, of history and of form. To describe what he means by artefact he refers as an example to Palazzo della Ragione in Padua, Italy. In this case the importance of the artefact and its relationship with the city is clear: the building’s function can change but the form remains. In the case of Belfast many of these urban artifacts have been destroyed or new ones have been creating during The Troubles. By analysing the urban episodes (1- Political episodes 2-Construction and destruction of urban artefacts and elements that resulted because of this political episodes) through the dissection of the street in three section I will understand the relationship of these urban artifacts and episodes in each section of the street being analysed and the resultant spaces (in many cases spaces of defensive architecture but also of commemoration of different political events across the Strip). I use Manuel de Manuel de Solà-Morales’ approach for the construction of this street in Belfast as an “urban privileged city of conflict”- as a succession of episodes, data, dates, facts, details and events and interpretations and the opening of the street in this case to understand the lessons that can be drawn from a clear typological study of the street in three sections (Solà-Morales i Rubió 2008). Using his approach, I take the most urban episodes talking about Barcelona (Solà-Morales i Rubió

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2008, 10). “This is not so much a detailed account as a declaration of their importance to the present-day city, not an explanation of the genetic evolution of modern Barcelona(though it may to some extent to prove this)but an account of why Barcelona is as it is: illustrating which urban actions, projects and architects have made Barcelona what it is today”. Transferring this concept of urbanism to Belfast is often difficult as conflict and division are difficult subjects, but by looking at those urban spaces we will be able to understand the typology of the street during and after division. And learning from the Falls we can investigate a much better space that resulted after 1998, but a space that still has to be critically approached and analysed. Using the concept of Strip, I can analyse and break down the street in different sections to understand how this post-conflict entity. It also looks at the positive elements of the resilience of the street, emphasizing the political importance of such a street not just in West Belfast but also in a European context. In this context of West Belfast and returning to SolàMorales (Solà-Morales i Rubió 2008, 26) “If in order to interpret the form of the city we try to reinvent a catalogue of spaces, the prototypes that we thought we have discovered have disappeared by the next day […] A pavement, a glass façade, a wall, a ramp or a distant perspective interrupted by obstacles, a silhouette against the sky and a closed patio, bare, unfinished roads half-occupied by provisional pieces of furniture, a whole range of banal situations, of insignificant postcards, of series of ‘peripheral’ or ‘unconnected’ or informal’ spaces are urban still-lifes if we look at them through the eyes of a painter […]They are the syntagmata of the

language of urban spaces”. This quote really exemplifies the spaces along the Falls, spaces that often occurred suddenly as a result of both conflict, division and struggle. But at the same time by looking at them we can understand the typology of this street and its resilience and from the difficult understanding of these resultant spaces reflect on the urban typologies and look at how this street, and other divided street in this city or any other divided city. The street has evolved positively and developed over time at the heart of Irish language and culture revival, as a positive element of urban regeneration, but I will also be looking at some of the negative elements of both separation, neoliberal city and gentrification and sectarian division that still perpetuate in the interface spaces. The two following sections of this paper will incorporate as explained both methods and discussion in each section of the aspects mentioned followed in a non-linear approach as fragments of the divided street in the contemporary city followed by a conclusion.

THE FALLS (LOWER PART OF THE STREET, DIVIS FLATS AND THE WESTLINK) The Falls Road inWest Belfastwhich runs from Divis Street to Andersonstown derives from the phrase túath na bhFál which in Irish means ‘territory of the enclosures’. This street is in my view the most political street in Western Europe, certainly in West Belfast. The street known by the local by The Falls, has seen over 40 years of political struggle mainly focused on the Republican/ Irish community side of the conflict known as The Troubles.

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The meaning of words is interesting in expressing the importance of the neighborhood qualities of this part of the city, certainly the idea of how the territory of enclosures expresses the nature of the fabric originating from the 19th Century, of terrace street that confirm the urban morphology of the city of Belfast. The chosen words are important because The Falls is a term commonly used by the locals there, if the term changes to the Lower Falls its meaning suddenly changes as this was the term used by the British Army during the conflict to refer to this section of the street which is still a problematic term for the catholic/Irish part of the community. There are two main elements that were constructed during the 1960’s in that section of the street that changed forever it’s traditional fabric with terrace houses: the construction of the Westlink Motorway that separated the West of the city from the city centre and the project of the Divis Flats (a 1960’s typical modernist housing development, partially demolished and now only the Divis Tower remains).The result of this was a complete cut off of the West of the city, from the city centre removing all permeability in terms of street morphology built also creating a traffic infrastructure that changes and scars the city forever. The Divis Tower is the only remaining structure, that originally was going to move residents from poor quality terraced houses, but as the conflict escalated the area became important politically in the Irish/Catholic community in the West of the city. The last two floors and top of the existing tower were occupied by the British Army until 2005 to have a base from which to look at this area of the city, and further afield (sidfletcher666 2013).

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The Irish architect Ciaran Mackel writes about this in his 2009 Cothaigh Fiaich lecture: “The Falls Road throughout the period of the conflict was our source of leisure, entertainment, business, commerce and culture. The Falls Road was, and still is, the thread that has both politically and culturally linked the hinterlands and heartlands that feed the concept of ‘West Belfast’ as much as the actual geographical place. Symbolically as our ‘river’ that flows from Twinbrook to Divis the Falls Road is our solid sea of living and doing business together and should be, our main street project. Government agencies and departments own or control much of the available lands along the road edge and a comprehensive plan which identifies projects for development within a broad holistic vision could be kickstarted by the opportunities such sites may afford”1. This sentence is exemplar in explaining the concept of place of what The Falls mean for its community, it flows like a river through the West of the City, having a concept of what it means to be from West Belfast, it was during the conflict the heart of the Irish Republican community, but today is part of the revival of the Irish community overall (a community not so much defined by faith in my view but by an inclusive culture). Having as MP for many years Gerry Adams, a key figure in Irish Politics in the West of the City but also hosting many Strong organizations like Forbait Feirste led by Jake MacSiacais to promote Irish culturebut also the whole cross- community work with the West Belfast Corporation led until recently by Geraldine Mc Ateer. 1 Cothaigh Fiaich lecture 27th November 2009 held at the Cultúrlann McAdam O Fiaich building, Falls Road Belfast delivered by Ciaran Mackel

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Ciaran Mackel writes about the paradox of the Irish Quarter revival: “The Gaeltacht Quarter is an astonishing paradox: on the one hand, it contains two out of the three most disadvantaged wards in the north of this island, and yet on the other it is also the site of an enormous outpouring of cultural innovation. This is a significant investment location close to major centres of commerce and communication with a convergence of assets that provide higher value and knowledge-based industries with opportunities to cluster and to enrich all of us by that process of clustering, exchange and ‘cultural promiscuity’” 2. On one hand you have this strong stage of Irish culture but in the interface areas between the Falls Road and the Shankhill Road social depravation and separation, exacerbated by 40 years of conflict and now really worsen by the Brexit of the UK from Europe. It is key to nurture positive relationships alongside cross-community groups to make sure the future of the West of the City is a common one for all. To understand the construction of the Westlink it is important to go back to its history as an urban episode in the city: “The Belfast Urban Motorway was the name given to an ambitious scheme to build a continuous free-flow motorway around the city centre. Announced in 1964 but never built, the scheme would have had free-flow links to four motorways (M1, M2, M3, M4) which would themselves link to the rest of the planned motorway network” (History-Belfast 2021). As the conflict escalated in the 1970’s the original plan was not constructed with the same ambition as originally planned: “This all unfortunately coincided

2 Ibid.

with the start of the civil disorder known as the “Troubles” which began in 1969 and was at its worst during 1972 when one person was murdered approximately every 18 hours. This civil disorder was intense in the west of the city where repeated attempts to begin phase 1 had to be abandoned. […] This new climate led to a full-scale review of the 1969 Transportation Strategy in 1975. It reported in 1976 and was itself the object of a public inquiry which dragged on into 1978. Its recommendations were to abandon virtually the entire scheme except for phase 1, which was downgraded to a 2-lane dual-carriageway with two grade-separated junctions, two at-grade roundabouts and one at-grade traffic light-controlled junction. This became the A12 Westlink which opened in two stages in 1981 (M1 to Grosvenor Road) and 1983 (Grosvenor Road to M2)”. The resulting spaces were evident in the city fabric, it caused both fracture and disconnection including wasted problematic sites around this motorway but furthermore disconnecting the West of the city from the city centre. In this way The Troubles would be kept into areas of conflict (both Catholic and Protestant). An architecture of control of communities and disconnection of these communities from life in the city centre, still an issue evident today and exacerbating both social and sectarian issues. The Troubles concluded, and the spaces left over after the conflict are still evident in the fabric of the communities living in them. The other aspect that became controversial of what happened around the Falls close to the city centre was the construction of the Divis complex, much of which now has been destroyed but with the Divis Tower remaining as a landmark of that period. While 1960’s housing

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Fig. 1 Aerial view of West Belfast, at the left the 1960’s Divis Tower, the Westlink highway is highlighted in yellow showing the cordon sanitaire built to separate the West of the City from the city centre. On the right remaining morphology of terrace houses (John Street, Barrack Street) giving an idea of how the morphology of this part of the city was before the construction of the Westlink. The building of Raidió Fáilte designed by architect Ciaran Mackel provides a modern and positive contemporary addition to this urban landscape at the Falls, also highlighting the importance of Irish speaking Radio for the local community. Image copyright Google Earth

often appears to be a solution to overcrowding housing and a utopic idea, developed by architects like Le Corbusier and in this case built at the bottom part of the Falls to remove residents from overcrowding conditions in existing terrace houses, this project became a very contentious political scheme as it was built in the late 60’s. During the Troubles, the British Army built an observation post on top of the tower. This sort of architecture of conflict having a control tower to control the territory on the Falls Road and impacting on the communities living there. In this case the control happens

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from one side of the conflict to the other, but still these psychological barriers of control over space, both physical and psychological remain today on both sides of the communities. Memory as a concept of architecture being an element of control. This psychological control of territory, of names, of two sides not trusting each other remains today in that part of the city. The architect Ciaran Mackel in his essay Impact of the conflict on public space and architecture A Troubles Archive Essay reflects the position of an architect and these spaces during the conflict: “Many architects simply ignored

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Fig. 2 Existing terrace streets in John Street, Barrack Street showcasing the urban morphology in and around the Falls Road before the Westlink and the Divis Flats were constructed. The urban morphology of these terrace houses now have disappeared partially due to demolition to construct these 1960’s projects and also as result of the conflict. Image copyright Google Earth

the conflict and “got on with the job” as many of those did in the business and professional sectors. Many buildings though reflected the solid expression of the interface walls and security barriers. Public houses were built with no windows affording an external view and twin walls and fences surrounded the edge and isolated buildings. Police stations, court houses and security installations were wrapped by high walls and fences and imaged institutions under siege” (Essays | Troubles Archive 2021). In this part of the street we can see many of these defensive barriers, and objects left from the conflict, some of the barriers are physical such as the ‘peace lines’, the motorway, the buffer zones left in parts and pockets of The Falls but mainly we can

see a defensive architecture that was thought to be temporary to control violence but is now a permanent manifestation that show exacerbated divisions led to the conflict. The memory of the old terrace streets that now exist in pockets next to the motorway, have removed the original low-density terrace streets that once were built across the whole of the Falls and that part of the city. Modern Urban Artifacts like the Divis Tower, or the Westlink substitute this old morphology, for a new street and artery that has been resilient to the conflict and has regenerated itself culturally. But the scars of the recent urban past have eroded the original urban morphology and instead of having these temporary measures like the highway and the 1960’s utopic

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housing they have become testaments to a series of barriers, that should have not been left in the Falls after the Troubles ended. This kind of defensive space which I will explain with more recent images is now the everyday territory that citizens live in. A territory of defensive spaces, ‘peace lines’, buffer zones, highly reliant on car usage, no permeable and disconnected physically from the city centre. This new typological landscape cuts off people and their families from the West of the city with the city centre, and as shown only a few remaining streets retain that concept of

memory that Aldo Rossi mentions as holding the Architecture of the City. The old architecture before the Troubles is somehow lost into this new space that whilst people are used to it since 1998, is not a normal space for everyday life. A space with devices that were left after division and conflict, is now normalized as a protective space, but is it really a protective space? or is it a space and territory that should indeed be challenged? The writer Vicky Cosstick who has written extensively about the walls writes: “But the interface areas are profoundly unhealthy places, places of disease,

Fig. 3 Existing posters at the bottom left-hand side of the Falls Road, indicating for people to still join in deference of the Nation, and demarcating the territory and not welcoming to the community the PSNI (Police Service Northern Ireland), MI5 (Military Intelligence, Section five, counterintelligence agency of the British Government) and British Army. Image copyright Alona Martínez Pérez

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with the highest levels of mental and physical illness, addiction to illegal, prescription and non-prescription drugs, high levels of suicide and depression, in Northern Ireland […]I have always seen the walls as a concrete manifestation of the unresolved legacy of the conflict, and like other persistent remnants of the conflict, curiously both visible and invisible at the same time”3. I mentioned before that the conflict led to two kinds of barriers, one is defensive and 3 http://www.belfastarchiveproject.com/frankiequinncordonsataire

physical, and the other ones are psychological. The space was controlled during the conflict and as we can see in Figure 3 there are palisade security fencing on the top of the building, but most interestingly the signage in the area still indicates recent scars left over from the conflict. Certain sectors of British and Northern Irish society are not welcome here still; they also still welcome people in the area to join in defence of the nation (in this case a United Ireland). This photograph was taken by myself walking the area and is located near to the Divis Tower, where I mentioned earlier the

Fig. 4 In this image taken also at the bottom of the Falls, there are three defensive devices, 1- a Brick wall 2- A mesh device in front of the third layer of defensive barrier 3- Palisade security fencing behind brick wall. The wall is also used for a political message asking you to join Saoradh. The Revolutionary Republican Party, Saoradh, was established in 2016 and have been an integral part of working class, street politics since their formation.The party believes in the unification of Ireland, and as stated in the message Britain should be out of Ireland Image copyright Alona Martinez Perez

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top became a control point by the British Army until 2005. Clearly sixteen years after this control point was dismantled the issues remain on the ground. When I mentioned defensive barriers in Figure 4 you can see three different barriers as explained. In the street where everyday people are walking, or children are playing in an environment of defensive architecture is the norm. This is an architecture not only of one layer of defensive space, but three layers of it the brick wall, the mesh in front and the most defensive metal barrier with thorns on top of it. The wall

is also used as a political message to join a political Republican party Saoradah. Now I will focus more on this kind of defensive space that is now part of the everyday lives of the community in this part of the street. In the next image we can see the contrast of two landmarks on the left Saint Peter’s Cathedral, Belfast, the Catholic Cathedral built in 1860 that has survived the conflict with two tower landmarks on the left, next to the Divis flats. One the right a new kind of defensive space I took note of while walking, a defensive new space with palisade security fencing and mar-

Fig. 5 In this image taken also at the bottom of the Falls, there are three defensive devices, 1- a Brick wall 2- A mesh device in front of the third layer of defensive barrier 3- Palisade security fencing. The wall is also used for a political message asking you to join Saoradh. The Revolutionary Republican Party, Saoradh, was established in 2016 and have been an integral part of working class, street politics since their formation.The party believes in the unification of Ireland, and as stated in the message Britain should be out of Ireland Image copyright Alona Martinez Perez

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king the territory today. This image contrasts the two different spaces that are in this part of the city, the space predating the conflict, a civic and engaged city space, with the new space that emerged during and after the conflict and remains here today. The next space is a space I found while walking at the bottom at the Falls, it is a children playground space of which I took a photograph (Figure 6). There are some spaces for children to play, around the play areas there is a black fence, in front of that space a blue fence with palisade security fencing, and at the back of the space a concrete structure with another layer of barrier on top with more spikes. Over

many years working in Belfast I was told, by residents that the peace lines offer protection for residents on each side of the wall. While I understand that point, and I respect that position, to have children playing, or indeed in a play space that has four layers of security devices is wrong from an architectural point of view but also from a moral one in my view. The space where we play and grow determines our relationship with that space for the rest of our lives. Looking at this from an outside point of view, twenty-five years after the Good Friday agreement these kinds of spaces for children and young people should be removed. Security devices are no longer required for children

Fig. 6 In this image taken also at the bottom of the Falls, there are four defensive devices in a children playground area, 1- Palisade security fencing in blue 2- A black metal fence acting as a defensive barrier outside the children’s’ playground area 3- Brick wall in grey concrete 4- Metal fence on top of the wall. Image copyright Alona Martinez Perez

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play activities, and if they are present, serious questions should be asked as why they remain. Children should be allowed to grow up in an environment that is free of this kind of defensible spaces and architecture. An architecture that was created because of the conflict since the late 1960’s, but sadly still remains today. Children’s safety is one aspect of design and often these spaces have one layer of security (building access, access to premises), but this kind of space that appears alongside The Falls is a very defensive space with too many layers of security, that are no longer necessary The American urbanist Mike Davis writes about this kind of defensible spaces in Los Angeles: “As city life grows more feral, the various social milieux adopt security strategies and technologies according to their means […] To the extent that these security measures are reaction to urban unrest, it is possible to speak about a “riot tectonics” that episodically convulses and reshapes urban space” (Davis 2000, 364). Here he argues that when a city becomes wilder, security strategies appear everywhere, and what we see in the urban space is a new urban space that responds to this new feral city. To me this kind of space is what I describe in the examples I have analysed, a kind of architecture that is natural and normal in response to conflict and unrest, but after this conflict is over it has no place in the city any longer. Davis writes further in a US context about Latino Gangs and police response, but what I find interesting from his writings is when he mentions one of the Latino residents in the community: “As in a George Romero movie, working-class families now lock themselves in every night from the zombified city outside, As one resident told Los Angeles Times, “The bars remind me of being in

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a prison in my own house. But sometimes you do things you don’t like in the interest of security. Yet such security might be a cruel illusion” (Davis 2000, 380). I find that quote very powerful we imprison ourselves in our own domestic space for the sake of security, a self-inflicted security response to fear and security, the home and the public space become a new defensible space rather than a city where we can walk freely and a house where we feel safe, without needing defensible spaces (in the forms of walls, fences, or barriers) and I agree with Davis security is a cruel illusion. After the conflict is over this kind of defensive space (both in the domestic and public entity spaces), just separate and exacerbate sectarian divisions that already existed before the peace process. Today these barriers both physical but also psychological should be removed, if a shared future instead of a sectarian one is to be sought. Talking about schools Davis writes: “Schools also have become more like prisons. Even as per capita education has plummeted in many local school districts, scarce resources are being absorbed in fortifying school grounds and hiring more armed security police” (Davis 2000, 381). Obviously, he refers to LA here, but clearly all the money spent on fortification and security devices, would be better spent on education, in a place and in an architectural space where children do not grow normalising walls, fences, and security as normal part of their daily lives. A resultant space of violence is not normalised as the new norm. I know only too well, growing up myself in Bilbao (Basque Country) in the 1980’s how violence and death can be normalised, and how that influenced my own experiences, and how these spaces now have been revitalised into

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much better spaces. These kinds of defensible spaces, both physical and psychological, have a profound effect in our perception of the city, it certainly did with me. The Bilbao I grew up in as a child is very different in my mind to the city I see today. It is a better city in many ways but for me the memories of the recent past remain intact in a painful way in my mind. Now that we have peace a new urban space should be sought, a space that is not like the spaces, and fragments I describe in this Paper. As Belfast architect Ciaran Mackel writes: “That challenge, I believe, is of crucial importance to how we address the blight and current desolate urban environment in our interface areas which are a huge swathe of potential public realm which have yet to be discussed in the context of city regeneration […] The interface walls, the motorways, the provision of “enterprise” zones and urban infill planning strategies have all had drastic and negative impacts on connectivity in Belfast. The Shankill/Falls Wall is the longest standing “peacewall” in Europe, it is in places 10 metres high. […] The interface walls are taller than most of the road frontages on most of the streets of the city including those active retail streets and they create unbearable enclosure ratios and a dismal urban experience. They are the crudest urban signatures, and the identity they portray engenders alienation and reinforces division” (Essays | Troubles Archive 2021).

These kinds of spaces remain today seven years after Mackel wrote that. In Figure 7 you can see a message board indicating that the space “is

an alcohol-free area” and the sign of Gaeilge referring to the point that the message should be in Irish Language, the original language in Ireland, prior to English. In the same Figure 7 the so-called buffer zones left into the landscape between two areas appear across the whole length of the street scene. Figure 8 shows the fracture of the urban fabric caused by the Westlink, in this case at the bottom of the Falls with the city centre. Four lanes of traffic that are not necessary in a city the size of Belfast. Today in 2021 the highway remains a point of fracture between the West of the city and the city centre, a cordon sanitaire that was planned at the height of the conflict and remains in that part of the city. A clear vision should be implemented to remove this barrier and reconnect the West of the city to the city centre. Currently if you want to walk from the Falls to the city centre you must go over a car dominated environment, a fractured city, a highway that was created clearly to separate the working-class areas from the West of the City to the city centre in mind, so the conflict will be concentrated in the areas of tension and protected from the city centre. The Westlink leaves a scar in the city that needs to be addressed by all parties, including city officials and the Westlink should be changed and removed to avoid Belfast being the most motorised city in Western Europe: “Belfast is even held to be the most car-dependent medium-sized city in Western Europe” (Ploger 2007, 18). In images 9 and 10 we can see the new landscape created because of the construction of the Westlink, originally created to act as a cordon sanitaire to stop the conflict from the West to the Centre, but today forty years later still fracturing the landscape of the street. It looks more like the landscape

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Fig. 7 Left Signage indicating the word Gaeilge, showing that the sign should be for the community in Irish not in English Right Buffer zone, empty space left after the conflict, many of these spaces stay in the interface areas Image copyright Alona Martinez Perez

Fig. 8 This image shows the Westlink with four lanes of traffic breaking the urban morphology and connection of the West of the city and the city centre Image copyright Alona Martinez Perez

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Fig. 9 In this image the street landscape is fractured by the Westlink motorway, a car-oriented environment full of car signs that does not welcome pedestrians. The building Raidió Fáilte designed by architect Ciaran Mackel provides a positive landmark and intervention in such a complex post-conflict, post 1960’s urban landscape with the Divis Tower to the right Image copyright Alona Martinez Perez

Fig. 10 In this the street landscape is fractured by the Westlink motorway, the urban barriers created in the street permeability and landscape is brutal, four lanes of traffic that we overlook where we walk from the Falls into the city centre. This cordon sanitaire created purposefully during the conflict remains today blighting the city’s landscape. Image copyright Alona Martinez Perez

of a US city than a European one. For Venturi and Scott-Brown “the image of the commercial strip is chaos. The order in this landscape is not obvious. The continuous highway itself and its systems for turning are absolutely consistent” (Venturi, Scott Brown and Izenour 1996, 20) Using their work to analyse this urban environment the order of the Strip of the Falls is clearly provided by the signs (see Figures 9 and 10). The findings show that the car does not just rule the end of the Falls’ environment, but the signs reveal a lesson, the communication over space and the new architecture in the street is defined by an architecture of signs and communication over space, an architecture related to cars and highways, rather than spaces directed towards people and pedestrians.

Physical Barriers and Bombay Street Project (architect Seán Mackel) as a key project to respond to the issues of urban fracture caused by conflict and memory The Document is called “Government of Northern Ireland Future Policy on Areas of Confrontation. Second and Final Report of the Joint Working Party on Processions, etc” (Taylor 1971), I have copy number 43 and it was a Secret document of the Government of Northern Ireland. The document used was secret to the public for many years until it was released to the public recently. It states that is the Second (and Final) report of the Joint Working party on Processions. The document is directed in April 1971 by the Chairman to the Prime Minister of Northern Ireland the

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Honourable Rt. Hon. Brian Faulkner. They are a Working Party that constituted the group of the following individuals: Chairman is The Rt Hon J D Taylor (Minister of State at the Ministry of Home Affairs), and members are J G Hill Esq, Ministry of Home Affairs, KP Bloomfield Esq, Cabinet Secretariat, W Slinger Esq, Ministry of Community Relations, DJ Perham Esq, Ministry of Development, Major- General TH Acton CBE, Northern Ireland Headquarters, Assistant Chief Constable H Baillie, Royal Ulster Constabulary and A Hewins Esq, Office of the United Kingdom Representative in Northern Ireland. The Secretary was R A H Miller Es, Ministry of Home Affairs. The document in terms of architectural areas gives us two definitions “Areas of confrontation” and “Peace Lines”. Areas of confrontation are defined as: “An area in which one district of more or less homogenous populations terms is contiguous with or readily accessible from another homogenous district of opposite loyalties, and where there has been since October 1968, or there is reason to apprehend, breaches of the peace” (Taylor 1971). The second definition Peace line “we mean any series of obstacles or barriers used to control movement between opposing districts of an area of confrontation such obstacles may be temporary or permanent, removed by day or in place for the twenty-four hours, manned or unmanned” (Taylor 1971). This document is now forty years old, and these definitions were used in a then secret government document at the height of the conflict. After mapping in the earlier section some of the architecture, and defensive spaces on the ground today, what to me seems two definitions created in 1971 to control urban space at the height of the conflict are still part of the city today. I cannot foresee

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that at the time this document was written that no one envisaged that the conflict was going to last so long, and all the years and casualties that followed afterwards. But what is revealing looking at this archival document, is that the West of the city, is still full of these areas defined in this forty-year-old document both areas of confrontation and Peace lines. Looking further into the document one questions how what originally was created to be a barrier to contain areas and parts of the conflict then becomes a permanent fixture of the city. Looking at this archival document is revealing about this point of temporary versus permanent structure and the nature of the barrier: “It is an ugly thing to see a barrier of this in a city in the United Kingdom […]while it helped to reduce tension, its confirmed existence one moment longer than necessary creates an atmosphere of abnormality which is psychologically damaging […] the abnormal can come to be taken for granted, and the search for fundamental solutions set aside for another day” (Taylor 1971). In this definition it contains two revealing points on one hand what defines as an atmosphere of abnormality then in 1971 and how these types of devices can be psychologically damaging in the long term. Contrasting this information with most recent data about these kinds of spaces today is revealing of the relationship of this kind of space and its psychological effects on the people living in new spaces born out of conflict. In a recent study in 2016 by Dr A. Maguire based at Queens University, Belfast talks about the relationship between these devices and its impact on mental health (Maguire, French and O’Reilly 2016, 845–854). She says: “Mental health among those living at peace lines is a major concern, with more than one in

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five individuals living there receiving anti-depressant medication compared to one in eight in the rest of the population […]Even after taking into consideration other factors likely to affect mental health −including levels of deprivation, population density and crime− those living in peace line areas are 19 per cent more likely to be prescribed anti-depressant medication and 39 per cent more likely to be prescribed medication for anxiety, compared to those people living in other similar areas” (Morris 2016). I think in this case, the statistics of this study are critical in understanding the impact this architecture has in the communities living there. It is clear as part of the study that there is critical relationship between the physical environment and mental health of the residents living there. Dr Maguire states: “The only difference was the physical environment, so while the walls were erected for safety and security of residents they have a huge impact on mental health. This could be down to ongoing fear of violence or Troubles legacy. However, we ruled out legacy as a major cause as the impact on the younger generation was similar to those who had lived through the Troubles.” (Morris 2016). However even though there is clear evidence of the effects on the walls and other devices on the people living there most residents still want the walls to be there: “However, a survey last year found that the number of people wanting their nearest peace line to remain in place has risen in recent years” (Morris 2016). So, even though the walls and these devices are damaging by those living near them, the surveys demonstrate that the number of residents that want the walls to remain are increasing rather than decreasing. The archival document of the Working group I mentioned earlier refers to the walls in

1971 and it states: “The peace line is not only a physical barrier, its maintenance involves the deployment of substantial forces. This burden cannot be allowed to become permanent” (Taylor et al. 1971, 11) Those writing that document forty years ago foresaw these devices as clear physical barriers, they saw them as a burden and thought that they should never be allowed to become permanent. The sad reality is not only that they have become permanent features, but also that residents seem to have a protective nature as the survey of residents’ state, that more people living nearby want the walls to remain (Morris 2016). However, the effects on mental health should be clear in terms of informing any policy of what to do with the peace lines in the future. In terms of future policy, the conclusion of the study by Dr Maguire is clear: “In future studies, the environmental expression of segregation (walls, barriers, neighbourhood degeneration) needs to be taken into account and adjusted for to determine the mechanism underlying the association between segregation and health. In Northern Ireland, local policy makers are campaigning for the segregation barriers to be removed permanently. Although the current study cannot guide policy on whether the walls should remain or come down, their removal would provide an excellent opportunity for a natural experiment examining the impact of barrier removal on mental health” (Maguire, French and O’Reilly 2016, 70). The impact of mental health in the postconflict environment in Northern Ireland is still staggering: “A 2011 study by Ulster University found that Northern Ireland has the highest recorded rate of post-traumatic stress disorder of any studied country in the world.

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The region also continues to have the highest suicide rate in the UK or Ireland, with about 18 suicides per 100,000 people in the population compared with nine suicides in England or eight in the Republic of Ireland, according to official government figures” (Belfast 2021). It becomes clear that the relationship of those spaces and mental health is a clear relationship between space and a continuous segregation that instead of decreasing is increasing, both in terms of the barriers remaining and becoming more permanent, and with the relationship between these devices and the concept of protection rather than division. In a recent study by a group of researchers at Ulster University on these hidden barriers their provides an insight to the current situation: “The deeply ingrained and embedded physical infrastructure of inter-community and intra-community division at the everyday level evidenced in our research (in addition to the inter-community tensions around housing in the past and present) does not sit comfortably with the macro approach to policy in Northern Ireland which fails to fully acknowledge or tackle head-on the lived realities of hidden barriers. Strategies for addressing conflict are written into many policy documents, and peacebuilding work is supported particularly in terms of local community groups funded to connect and work with “the other” community. […] In other words, the reluctance to openly challenge the sectarian segregation that dominates inner-city social-housing, as was plainly evidenced in the 1970s and 1980s, still remains” (Coyles, Hamber and Grant 2021, 1–24). On the afternoon of 15th August 1969 forty-four of the sixty-five houses on Bombay Street were burned to the ground. During

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three days of riots throughout working class areas of Belfast ten people (both Catholic and Protestant), were killed, street barricades were erected, approximately 1500 Catholic families had to flee their homes and six hundred houses were badly damaged of which one hundred and seventy were beyond repair. Bombay Street is probably the most famed in the collective memory of those times. By November 1969 it was clear that the City Council (who had given an undertaken to rebuild the street) had no interest in doing the work and indeed some councillors were in favour of leaving a ‘no man’s land’ between the Falls and Shankill areas. In that context a small group of Irish language enthusiasts –who had just completed a cluster of houses on Belfast’s Shaws Road– decided to undertake the work. They met with the former residents of the street and agreed to form a Housing Association and to commence building work immediately. Work commenced on 12th December 1969 and keys to the first ten houses were presented to the local people in June 1970. Here we can see an existing street being destroyed and removed as part of the conflict and in the middle of it the initiative of a group of activists that decided to work across boundaries in the communities to rebuild the houses in the heightened period of the conflict. It showcases how the importance of collective initiatives led by the architect Seán Mackel and the group, not just reconstructed the street but also rebuilt it to current modern standards raising the money, breaking barriers, and challenging the status quo. The Architect Ciaran Mackel and son of Seán Mackel recalls the work of the men and activists that were part of the group:

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Fig. 11 Street pattern of Bombay Street a typical terraced street in Belfast located close to the Falls Road Image copyright Ciaran Mackel’s archive

“As a fourteen / fifteen-year-old my weekends were then spent going to churches up and down the east coast, of Ireland, from Belfast to Dublin collecting money to help rebuild Bombay Street. Even as a teenager the disinterested gaze (of some artists and architects) was not enough: the subsequently learned and understood artist’s conflict in the position between detachment and solidarity did not, for me, imply opposition to the other in our context but was an affirmation of place, the personal voice and of the contemporary world. Even as a youth I instinctively recognised the rebuilding of Bombay Street as a true sounding of the best aspects of my community –an instinct since borne by experience. The rebuilding of Bombay Street remains as one of the most moving, and greatest local examples of people doing things for themselves. It achieved the reconstruction of an entire community, and once people learned that they could build houses, create employment opportunities, and sustain communities they did

Fig. 12 Image showing the destruction of Bombay Street after the houses were burnt to the ground Image copyright Ciaran Mackel’s archive

not stop. What followed included the Irish speaking schools of west Belfast, Garáiste an Phobail, the Whiterock Industrial Estate, numerous local co-operatives and not-for-profit enterprises and the work continues to this day with the Gaeltacht Quarter initiative. And what followed, for me, has been the fulfilment that comes from a centred satisfaction of seeing even the simplest, most ordinary project contributes to the improved quality of life for fellow citizens. Architecture is joyful. It is a pleasure enriched by the close working relationships afforded by clients, communities and the makers of buildings and places” (Mackel).

The selfless determination of men such as Séamus Napier, Seán Mackel, Ciarán Ó Catháin, Séamus Mac Seáin and Seán Mac Seáin, who formed the nucleus of that group, ought to be celebrated and recognised. They were deeply troubled by the plight of their neighbours and with compassion, rigour, and determination they emanated energy, generosity a belief

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in the community and provided practical and non-partisan community leadership on a voluntary basis. The legacy of the group is undoubtedly the most important project of community cooperative across boundaries during The Troubles. Cross-community and determination at the highest level, normal people working across boundaries to pull through across community to allow people to take ownership of rebuilding their own houses, create opportunities for employment and to have collective ownership of their own housing. Seán Mackel’s and his group’s legacy was not just to recreate the street as it was, but to upgrade housing standards to meet the needs of the families that lost their houses from the ashes and give ownership of their own funding, construction and to recreate the memories of the street life before its destruction. Aldo Rossi defines the concept of memory as an important entity, to keep the concept of architecture. This exemplar is key to understand how people can be put over conflict, to build relationships to rebuild their own street against the backdrop of the ashes of the destruction that occurred here. Here the role of the architect gets seconded to the greater good of the community, and this is the legacy of Seán Mackel to his community and his group. As mentioned before sectarian divide and the consequences of it are showing that the divisions are not decreasing but increasing, hence why Bombay Street is a clear example of how today we can break across the divide, and recreate the street, remove boundaries and allow communities to take ownership, but for that leadership is required, and also a core belief in the community. If memory as an entity is lost, and street life is lost the environment of the

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community before the conflict is also lost. The architectural importance of Bombay Street and Seán Mackel’s work is key to how Belfast should recreate the street life and move forward as an example of community architecture today. His son Ciaran Mackel writes about the process of re-building the street “The re-imagined Bombay Street community is a story of self-sacrifice, self-reliance and self-realisation and remains an outstanding example of community activism. The group raised (in today’s terms) £2m by voluntary subscriptions to meet the costs of 33 new homes of high technical standard, acquiring the title to all the lands, resurfacing and landscaping the street, encouraging local participation in the design of amenities and building confidence towards collective ownership. This all happened during two of the most turbulent years of the conflict and against a backdrop of government lethargy and procrastination” (Mackel).

Fig. 13 This photograph shows the project developed by Seán Mackel recreating the street destroyed by the bombing in the two most turbulent of the Troubles, increasing technical standards and providing decent housing for families that lost all their houses as a result of the conflict. Image copyright Ciaran Mackel’s archive

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The group wished to strengthen Bombay Street’s pre-existing living patterns and indeed in a letter to the planning authority dated 22 February 1971: “We understand that Cupar Street is being widened and would assume this will take place to the west side to remove the bad bend. In light of the present situation would it be possible to reconsider your earlier proposals and permit re-development here for housing and shopping? This really is the only point of contact between Falls and Shankill where the housing was mixed. It appears unfortunate that Falls and Shankill will be redeveloped along parallel lines perpetuating the sectarian division of these two areas. Small though it is, this area does offer the possibility where we could co-operate with others

from Shankill and with Belfast Corporation and Ministry to redevelop for housing and shops”4.

Seámus Napier, another member of the group was “Coming from a prominent Belfast legal family (his brother, Sir Oliver Napier, was founding leader of the Alliance Party), he possessed a high energy level and a remarkable versatility as devoted husband and father, lawyer, creative writer and historian” (The Irish Times 2008). The group worked tirelessly to rebuild Bombay Street and to promote Irish language as a tool for cross community importance selflessly. Napier was key into breaking boundaries across the boundaries that existed then: “He was also one of those who took part in the tortuous negotiations with the pre-1972 Stormont government, 4 This information has been provided by Ciaran Mackel to the author from his father’s archive

Fig. 14 In Image of the Bombay street project by Seán Mackel, showing technical standards improved, and different typologies of houses for residents. Image copyright Ciaran Mackel’s archive

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leading to the establishment of the first Irish-medium primary school, Bunscoil Feirste” (The Irish Times 2008). The urban reading and lessons are clear: the scheme was conceived as ‘urban in-fill’ and retained the street pattern and urban grain of the area; the dwelling depth matched the depth of the traditional terrace dwellings of 8 metres. The built form reflected the morphology, built fabric and material quality of the Clonard area, and the end terrace of six (now demolished), adjacent to the taller built form of the existing school, was designed as a taller block with a serrated upper storey and roof form which also read as bastion to an intended road connection back to the Shankill –a road that has never since been opened. The scheme, as built, comprised nineteen 4 bedroom and fourteen 3-bedroom houses. Twelve houses had integral garages (eight of which had first floor living rooms), and 6 onstreetcar parking spaces were provided. The street (before ‘shared-surfaces / shared-streets were de rigueur in the lexicon of residential developments) was rebuilt with a raised pedestrian piazza as play space. Then assistant City Planner in Belfast City Council –Gerald McSheffrey– subsequently chief architect with the Northern Ireland Housing executive (NIHE) and Dean of Architecture at MIT –was very supportive of the project and used it as model for a neighbourhood on which he was engaged in Chicago.

1.3 CONCLUSIONS I met Seán Mackel in his house in June 2021, to do an interview about his work and the work

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of his legacy and his group in Bombay Street in 1969. He is not just one of the most humble and important architects in Ireland but his work in my view is of absolute importance then and now. This paper has showcased the effects that the destruction of housing and the postconflict space has today in the communities of the Falls Road. A space that is defensive, segregates rather than integrates, a space of voids, buffer zones and its connection to mental health and the communities living close to the interface areas. A space that was not designed to be there for longer than a few years but remains today forty years after the conflict. The work of Seán Mackel demonstrates what the Italian Architect Aldo Rossi would refer as the concept of memory, the legacy of the street as a key element of city life for its citizens. Streets that were destroyed because of the Troubles and never reconstituted again. So, Bombay Street is critical because it happened in the early 1970’s is the tale of people and determination. It is also very relevant as it helped the community to heal and stitch both the urban and cultural bounds then, and as described in this paper it will be an exemplar project in regenerating and rebuilding the street that was destroyed, and then rebuilt but upgrading the technical standards of housing required. For Rossi it is important to be able to have an element that is permanent and fixed: “Typology is an element that plays its own role in constituting form; it is a constant” (Rossi 1998, 41). Type is seen here as something that remains, that idea of permanence constituted in the architectural objects. If the objects present today are separating the West of the city from the rest of the city, offering a landscape of post-conflict city, clearly careful considera-

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tion as to what is the history of Belfast before that conflict needs to be re-considered. Bombay Street has all these ingredients to recreate the street that was destroyed, the memory that was lost because of conflict, and the power of the communities above the conflict that separate them, and instead of doing so it was built in ten months. The street lost is rebuilt, in a humble way and this is the legacy of learning from Bombay Street today. Bombay Street remains a constant, in a landscape of lost memory. If the city loses its memory, it loses its essence. As shown in this paper the street was lost and substituted for the Divis Flats, the highway, and a series of peace-lines that are not stopping but growing since the Good Friday Agreement. These spaces are not spaces for future shared-spaces, or spaces that we should indeed as architects and citizens be proud of. A whole generation is growing up here and normalising them, which I understand fully having grown up in Bilbao when conflict was at its height should never be normalised. Children must grow in a place without barriers, they are not part of the conflict that was over in 1998, so therefore why should they be in such a space? The visionaries like the architect Seán Mackel realised then that the city should be a simple street, a Belfast landscape that offers decent collective housing for all. The secret document I mentioned earlier contained a quote from Anthony Hewins Esq, Office of the United

Kingdom Representative in Northern Ireland who wrote as an outsider coming to Northern Ireland: “The word ghetto has been lightly used in the past. These proposals would give the name substance and would attract criticism from all over the world” (Taylor et al 1971, 28). Sadly, the proposals that the dissident member of the group writing this report wrote, conform the landscape of West Belfast today, and to move forwards the memory of what that street was, is key. To take Rossi he took history of the city to do a modern critique of functionalism in the 1960’s, to learn from Bombay Street and the past is key, for Belfast to move forwards into the future.

ACKNOWLEDGEMENTS

This article is dedicated to my dear friend Ciaran Mackel and his father Seán Mackel for all the work that they have done in Belfast in Northern Ireland for their communities. I am grateful for all the help given to myself as a researcher and architect in the preparation of this work. I am also indebted to all the people I have met in Belfast on both sides of the community, and the insights and privilege that have been for me to be part of their history, that looking from a distance is also my own story of growing up in a post-conflict city. Thank you also to Paul Novakovic for the editing and corrections, and the two reviewers for their comments.

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Dr Alona Martinez Perez is a Senior Lecturer at the Leicester School of Architecture, De Montfort University. Originally from Spain (Bilbao, Basque Country) she trained as an architect in England and Scotland holding qualifications in both architecture and urban design. She has completed her PhD at the University of Sheffield with a scholarship award on the subject of “The Architecture of the Periphery” looking at the theory of the periphery in the European city, with a case study in Madrid. She won the PhD Conference bid for AHRA (Architecture and Humanities Research Association) at Plymouth University and has presented over 20 papers and conferences on peripheral issues. Previous roles include Lecturer in Architecture at Plymouth University (2013-2017) where she was March 1 Leader and Head of Subject for Professional Studies, Lecturer in Place making at the University of

Ulster (2009-2013) where she was fully responsible for all urban design teaching in the MSc of Planning and Property Development, tutor for architecture at the University of Dundee and a Research Director at the Geddes Institute for the project of cities and regions. Dr Martinez Perez also worked in practice for nearly a decade in both England and Scotland for a number of public and private sector clients and companies on a number of prestigious project ranging from 100K to 40 million pounds in retail, hospitals, schools, hotels and master planning and continues to work as an architect in small projects. She is a Fellow of the Higher Education Academy in the UK, and holds a Postgraduate Diploma in Architecture and Urban Design, and a Master of Science in Urban Design from Edinburgh College of Art, and a degree of Architecture from Huddersfield University.

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.04

BELFAST INTERREGNUM: WALLS, VOIDS, AND FORWARD TO NEW GROUND AND POROUS BORDERS Ciaran Mackel Ulster University, Belfast, [emailprotected]

ABSTRACT Good cities reward those who walk, looking outwards and upwards, and reflecting on the paths taken and on the sauntering asides that open an easy relationship with the city and its neighbourhoods. The Spanish paseo and the Italian passeggiata are, of course, as much about meeting friends and family as about using the connecting streets and passageways between one part of the city and another, and such act of walking is liberating, enjoyable and important in the making of place. Belfast does not, in many neighbourhoods, have that easy, social connectivity. The once easy cross-city network of minor streets is, in large part, gone. Interface walls, motorways, and other barriers and separation devices are not overtly visible in the commercial city core but continue to define key emblematic

neighbourhoods. And the growth of smallscale political tourism manifested in several bus, black-taxi trails and short neighbourhood walks to visit the interface areas and their walls, have potential result, unfortunately, that such walls, as artefacts of conflict, could tend towards permanence. As one of many post-conflict cities, Belfast is still emerging from its historical and localised condition of manifested deepseated sectarianism, where identities and allegiances are linked to a strongly held sense of ownership of territory. Hence, the reluctance to build in void spaces that could help resolve the housing crisis and be model for housingled regeneration and model for developmentpartnering for change with the public, private and community sectors. The once daily reality in the small nurture-field city-of-camouflage and the desire

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for a more-connected city and neighbourhood does, however, have creative possibility, where conflict, friction, and collaborative opportunity –the collision and kiss of confluence– as creative act, can influence and impact one upon the other, that, as we know, sparks fly: alight. The spirit of self-help and community resilience, the confluence of history, cultural continuity, and an urgent need to act remains an opportunity for transformative change: for the making of new ground in an emerging city-form. Keywords: Belfast, Walls, Urban Voids, Porous Borders, Divided Cities.

RESUMEN

Las buenas ciudades recompensan a quienes caminan, mirando hacia fuera y hacia arriba, y reflexionando sobre los caminos recorridos y sobre los paseos que abren una relación fácil con la ciudad y sus barrios. El paseo español y la passeggiata italiana tienen que ver tanto con el encuentro con los amigos y la familia como con el uso de las calles y pasillos que conectan una parte de la ciudad con otra, y ese acto de caminar es liberador, agradable e importante en la creación del lugar. En muchos barrios de Belfast no existe esa fácil conectividad social. La red de calles secundarias que antes cruzaba la ciudad ha desaparecido en gran parte. Los muros de interconexión, las autopistas y otras barreras y dispositivos de separación no son abiertamente visibles en el núcleo comercial de la ciudad, pero siguen definiendo barrios emblemáticos clave. Y el crecimiento del turismo político a

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pequeña escala, que se manifiesta en varias rutas de autobuses, taxis negros y pequeños paseos por los barrios para visitar las zonas de interfaz y sus muros, tiene como resultado potencial, por desgracia, que dichos muros, como artefactos del conflicto, podrían tender a la permanencia. Como una de las muchas ciudades en situación de posconflicto, Belfast aún está saliendo de su condición histórica y localizada de sectarismo profundamente arraigado y manifiesto, en el que las identidades y las lealtades están vinculadas a un fuerte sentido de propiedad del territorio. De ahí la reticencia a construir en espacios vacíos que podrían ayudar a resolver la crisis de la vivienda y ser un modelo de regeneración dirigido por la vivienda y un modelo de asociación para el desarrollo con los sectores público, privado y comunitario. Sin embargo, la realidad antaño cotidiana en la pequeña ciudad de camuflaje y el deseo de una ciudad y un barrio más conectados tiene una posibilidad creativa, en la que el conflicto, la fricción y la oportunidad de colaboración –la colisión y el beso de la confluencia– como acto creativo, pueden influir e impactar unos sobre otros, que, como sabemos, saltan chispas: encendidas. El espíritu de autoayuda y la resistencia de la comunidad, la confluencia de la historia, la continuidad cultural y la necesidad urgente de actuar siguen siendo una oportunidad para el cambio transformador: para la creación de un nuevo terreno en una forma de ciudad emergente. Palabras clave: Belfast, Muros, Vacíos Urbanos, Fronteras Porosas, Ciudades Divididas.

ASTRAGALO Nº 29 | Diciembre, December, Dezembro 2021 | Article | ISSN 2469-0503

Ciaran Mackel

RESUMO As boas cidades recompensam aqueles que nela caminham, olhando para fora e para cima, e refletindo sobre os caminhos percorridos e sobre os passeios que abrem uma relação fácil com a cidade e seus bairros. O paseo espanhol e o passeggiata italiana são, é claro, tanto para encontrar amigos e familiares quanto para o uso das ruas e passagens de interligação entre uma parte da cidade e outra, e esse ato de caminhar é libertador, agradável e importante na construção do lugar. Belfast não tem, em muitos bairros, essa conectividade social fácil. A rede de ruas secundárias que cruzava a cidade, em grande parte, já não existe. Muros de interface, rodovias e outras barreiras e dispositivos de separação, não plenamente visíveis no centro comercial da cidade, continuam a definir bairros emblemáticos chave. E o crescimento do turismo político em pequena escala, manifesto em vários ônibus, trilhas de táxis pretos e passeios curtos pelos bairros para visitar as áreas de interface e seus muros, apresentam como resultado potencial, infelizmente, a tendência da permanência desses muros como artefatos de conflito. Como uma das muitas cidades pós-conflito, Belfast ainda está emergindo de sua condição histórica e localizada de sectarismo profundamente enraizado, onde as identidades e lealdades estão ligadas a um forte senso de propriedade do território. Daí a relutância em construir espaços vazios que poderiam ajudar a resolver a crise habitacional e ser modelo para uma regeneração urbana que, liderada pela habitação, se constituísse em modelo de desenvolvimento de parcerias de a mudança das relações entre os setores público, privado e comunitário.

A realidade outrora cotidiana da pequena cidade-campo-de-camuflagem e o desejo de uma cidade e bairros mais conectados tem, no entanto, possibilidades criativas onde o conflito, o atrito e a oportunidade de colaboração –a colisão e o beijo da confluência– como ato criativo, podem influenciar e impactar um sobre o outro. Como sabemos, as faíscas voam: acendem-se. O espírito de autoajuda e a resiliência da comunidade, a confluência da história, a continuidade cultural e uma necessidade urgente de agir continuam sendo uma oportunidade para uma mudança transformadora: para a construção de um novo território em uma forma emergente de cidade. Palavras-chave: Belfast, Muros, Vazios Urbanos, Fronteiras Porosas, Cidades Divididas.

SUMMARY This paper sets out to explore the specifics of ground in the post-conflict, contested city of Belfast, Northern Ireland. Indeed, an understanding of ground, territory, and perceived ownership of land lies at the heart of development paradigms that have focussed on the commercial city to the detriment of the inner-city neighbourhoods and have cemented patterns of segregation and lack of urban connectivity. There has been a reluctance on behalf of many in authority –the city administration, various departments, and statutory agencies– to address the housing crisis and the urgent need for a regeneration agenda for the city neighbourhoods. The rationale offered for such inaction has been that the initial focus has been on

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retail-led regeneration as means to ‘kick-start’ development in the city. And it is, of course, possible as citizen and as visitor to experience a version of the city that offers rich commercial and leisure pursuits and a range of cultural activity on either side of the river that bisects the city. A legacy of Victorian- and Edwardian-era built heritage has been lovingly restored, such buildings are being re-used, and there is a palpable feeling of change in what was a vacant, deserted centre during the period of the conflict. The issues that led to the Civil Rights Movement in the late 1960s –Housing and Rights– remain the priorities as society seeks redress from the peace-process. But those living in the city neighbourhoods, without major investment programmes, continued with their own quiet work throughout that period and laid foundations for community cooperation across the sectarian divide and, indeed, those on whom the ‘case study’ aspects of this paper are focussed, laid actual foundations for community-led capital building projects with their ambition to make a difference to improve lives and livelihood. The paper is structured in five overlapping parts, to conceptually represent the material weft and warp that one might expect in a linen-making city, and also to reflect the incipient opportunity of the urban grain in a walkable, connected city. Part one sets the context at the cusp of the period at the end of the nineteen sixties and early seventies, before the conflict fully impacted daily life and urban patterns. It also points to a critique that affirms that planning and urban design cannot be considered as separate from society. Part two takes a closer gaze at the realities of the interface walls and the void

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spaces in their wake that are terra nullius for many citizens who have no experience of living in direct proximity to walls, gates and high levels of deprivation that is the reality for many who have already carried the burden of death and loss for much of the period of the conflict. Part three suggests that others, including artists, poets, and architects, are necessary critical friends and act as our conscience in a society in need of transitioning from a labyrinthine and, at times, claustrophobic environment. Part four acts as a case study and details the work of the Gaeltacht Quarter, which is represented by a small group of friends –collaborators– who inspired by the eight families who established their own self-build community in the late 1960s have continued that early work and have developed a community-led regeneration programme that has delivered schools, offices, an arts centre and radio station and is now focussed on a housing-led programme to include further cultural and community spaces. The paper concludes with part five which summarises and affirms the potency of agency: the value of professional colleagues who have committed to a collective vision to make a difference in their area.

CONTEXT Many will have been shocked and dismayed by recent news footage and media reports of renewed sectarian riots in Belfast and in several other towns. Children and young people attacked the police with stones and petrol bombs and then, encouraged by adults, launched an attack on their neighbours across the peacewall. The violence is excused as a reaction to

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the outworking of Britain’s Brexit Protocol, and is but a siren expression of our latent, unresolved sectarianism. In more recent days the violence has been intensified by paramilitaries burning buses, keen to flex their muscle as Britain and the EU ramp up the rhetoric about ‘triggering’ Article 16 of the Protocol. And, of course, in the absence of local political leadership the vacuum is filled by violence, intended to sow fear and distrust. In the 50-year period post- the 1968 Civil Rights movement; the pogroms and violence of 1969, and in the context of neo-liberal policy agendas, the population of Belfast, has continued to shrink reducing from 450,000 to 270,000 people, or to 330,000 with a recently increased suburban footprint. Disgracefully, issues of rights and housing remain unresolved and, in many cases, contentious and problematic. Policies of blight that have included the promotion of white-goods large sheds in lieu of much-needed social and affordable housing in inner-city areas, and policies that followed roads-engineering, rather than place-making for citizens, have shaped the place of the city and narrowed the capacity for what was once an easy weave of connected urban fabric. As signal of the city’s demise, in terms of its urban population, virtually all the largely Victorian-era inner-city housing stock was demolished (none of it as a direct result of the conflict) with, now, only a handful of traditional terrace streets left extant. That row-housing of the 1880s and 1890s was built in the shadow of 36 large linen mills, 30 of which have been demolished in the last 36 years. The replacement housing (using a suburban low-density model) was developed and delivered by the housing authority –the Northern Ireland Housing

Executive (NIHE)– keen to build new, good build-quality homes but did so without sense of the collective memory of the city and with no apparent appreciation of the city’s morphology, or of the pre-existing connective weft and warp of the inner-city neighbourhoods. The current population, within the small, commercial city core, (indicated in figure 1) is approximately 9,000 and, incredibly, only marginally higher than the population of the town in 1750. Tragically, more than half of all deaths in the northern conflict –the 1966 to 1996 ‘Troubles’– occurred in the first 10 years and forty per cent of all 3,500 dead were killed in north and west Belfast. The spatial concentration of political violence was manifested at the interfaces between residentially segregated communities. Space was central to the overall conflict and, as territory, remains central to how the outworking of the peace process might contribute to quality-of-life issues. Sectarianism, however, is not only a problem of the interfaces, in the principal towns and cities, but is also systemic in northern Irish society. In conversation in 2008, with community worker and peace activist, Roisin McGlone, Jon Calame noted, ‘Sectarianism is not pockets of Prods and Taigs on interfaces. Right? It’s all across our community, but it manifests along interfaces’. (Calame and Charlesworth 2009, 211). This is an essay on a divided city in which two distinctly sounding communities share little recent collective memory. It is ‘a short story’ about a pocket-city: a city lipped by hills that you could almost hold in the palm of your hand. It is home-place: former ship-yard town; former mill town, and former arena of urban warfare.

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Figure 1: figure ground map of the centre city, river, and edges of the inner-city neighbourhoods – a twenty map from City Hall

Belfast is a city in a region in which naming has a binary predilection and attraction – Northern Ireland /the North (of Ireland); Ulster /the Province (excluding the other Ulster counties Cavan, Monaghan, and Donegal). Its people are Catholic or Protestant, Unionist or Nationalist, Loyalist or Republican. The Other is an island and the weave and warp that was the material pattern of the linen industry is but a palimpsest in the streets of the inner-city. Belfast is a post-industrial, post-conflict city that faces east and south: but it is, however,

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much more than expression of some Janus-like figure, facing both ways in two opposing directions with expressions of binary polarities. In our northern-Irish narrowness the ‘God of beginnings’ remains more representative of a neither here-nor-there middle ground, rather than having potential to be a challenging transformational doorway to change. It seems we always need to declare an ‘either /or’ agenda rather than incorporate ‘both /and’. And, subsequently, our regeneration agenda has, to date, been centred on large-scale plans that are

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promoted as sequential developments, rather than parallel citizen-focussed plans to improve quality of life and living that could connect the centre to citizens and to the neighbourhoods. ‘For generations Belfast has been viewed in various intellectual and artistic circles as anathema to the creative spirit’. (Dawe 2003, 204). Celebrated poet Gerald Dawe, writing for the book The Cities of Belfast, noted that what was once a ‘common civic culture’ which underpinned much of the essence of Belfast, has been eroded by the political failure inscribed in the actual physical fabric of the place. ‘Names map the past like ruins that haunt our present’ (Dawe 2003, 210). Certain street names are indeed evocative and emblematic of the map of the city: names that register the image of the city for many people. For visitors to Belfast, and for many of us who live and work in the city, the names of the Shankill and the Falls Roads and their social, historical, and political associations and memories feed the imagination of what it means to experience Belfast. The identity of Belfast is that of a city of contrasting ideologies and experiences of quality of life. ‘The centre-less city [...] has become totally sectionalised; hollowed out into political spheres of influence and control, with some contested and ragged remaining interfaces; literally, twilight zones’ (Dawe 2003, 199). The notion of community within an expression of a common civic culture is, at times, squeezed ever more tightly to represent sectoral interests in particular neighbourhood locales as the concept of the local is compressed into intimate territorial frames of view. Critical theory, however, sharpens a political economy critique that affirms that urban areas and planning cannot be treated as objects

of study separated from society and warns us that ‘...urban form in most towns and cities reflects the dynamic of capitalism and its legacy can be seen in an urban form typified by the declining high-street and the mushrooming of retail sheds on bypasses and ring roads’ (Allmendinger 2002, 76). Such a meta-narrative presents an understanding of, and a mechanism to challenge the exclusivist ethnoscapes of the interface areas and inert voids of the city and potentially act as an effective contribution to building ‘civic literacy and capacity’ (Gaffikin et al. 2008, v). Interregnum feels as an appropriate summation of the potential of the ‘in-between’. It embraces intra-kingdom; inter-jurisdiction; it encompasses the edge, the interval, and the transition: all issues of politics certainly but also of architecture and urbanism. The threshold between the old order and what could be the new order of things: the edge between the city and the void, between what city and void stand for, between the safe boundaries of the known and the dangerous edge of things. Belfast interregnum may be creative expression: a question? And there is an architectural interest in such opportunity of ‘ground’, and to establish the unique power of language in relation to that ground: both an architectural language and the language of community and cultural expression. Pre-1969 Belfast allowed a weft and warp of connectedness. It was possible to travel across the city. It was possible to know the whole city as a place of the kind that Gerald Dawe describes though, many, were not able to enjoy the opportunity of employment that the industrial city afforded. The city was unwelcoming to many of its citizens as some neighbourhoods were

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few miles to the city centre. Their needs were met within their own community and the entrance into the city core was fraught with the tension of entering through a security ‘ring of steel’ with the various body searches and checks that entailed. Paths of connectedness and separation were and still are very clear. ‘Few things map out the human drama, distinctiveness and brutality of the Northern Ireland conflict more clearly than territoriality. The failure to agree the use of contested space finds expression in the language of identity, the physical environment and in routine activity patterns of daily life’ (Murtagh 2002, 3).

Figures 2, 3: figure ground map of Duncairn Gardens in the north of the city, on which a business park makes the interface, cutting across once-connected neighbourhood streets. Maps are from 1965 and 2020

then as unchartered, insular and exclusivist as those mapped and studied following the violence of 1969 and since the aftermath of interface walls and the establishment of ‘no-go’ areas changed the map of the city. The city once had an open grain and permeable pattern of streets that straddled the neighbourhood divides. During the years of the ‘Troubles’ –the 1966-1996 conflict– there were, however, people who never left their own neighbourhood to venture the

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The coloured maps of the city charting the perceived and actual green and orange neighbourhoods, initially identified by security personnel, have been replicated to demonstrate the divisions in Belfast. Such a narrow, generalised, and sectarian reading of the place afforded the same security-personnel free access to scrutinise planning applications, thwarting, in at least one instance of personal experience, residential development along one of the major arterial roads. In Northern Ireland, the state apparatus ‘...from policing, incarceration, social welfare, and urban planning to public housing, conceived of governance in terms of counterinsurgency’ (Feldman 1991, 86). Brendan Murtagh in the Politics of Territory: Policy and Segregation in Northern Ireland notes how The Belfast Development Office was established to implement urban policy and over time dominated strategic policymaking, key decisiontaking and the delivery of major development programmes negotiated with selected interests and highly attractive financial incentives.

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WALLS, VOIDS, AND A LANDSCAPE OF NEGLECT The so-called ‘peacelines’ –the interface walls, first erected in 1969– remain a controversial means of security, creating an atmosphere of abnormality which seems normal to many, yet

the walls remain shocking in their scale and in the extent of the lands in their wake. And, notwithstanding the extent of deprivation that is the daily reality for families and disaffected young people, they contribute to the palpable feeling of claustrophobia in many interface neighbourhoods.

Figure 4, 5: extracts from a series of maps of the Belfast interface walls by ARdMackel Architects. This study maps the gates in the wall at Northumberland Street between Falls Road and Shankill Road

The interface walls, the motorways, the provision of ‘enterprise’ zones and urban infill planning strategies have all had drastic and negative impacts on connectivity in Belfast. The Shankill / Falls Wall is the longest standing ‘peace-wall’ in Europe, it is in places 10

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metres high. In part it follows the line of the Farset River, from which Belfast gets its name and which was water source for the Linen Industry mills in the area. The wall is now longer in existence than the Berlin Wall was when it came down in 1989. The void space around the wall is one-fourteenth the size of the commercial city core and the Shankill / Falls Wall is one of more than thirty such interface walls in the city. The interface walls are taller than most of the road frontages on most of the streets of the city including those active retail streets and they create unbearable enclosure ratios and a dismal urban experience. They are the crudest urban signatures, and the identity they portray engenders alienation and reinforces division.

Figure 6: the cut of the Westlink motorway viewed from the Falls Road.

The gaping hole in the city made by the Westlink Motorway has reinforced the linear experience of the city map and severed and further separated whole neighbourhoods and com-

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munities of people from each other and from the commercial city core.1 See Figures 6 and 15. The cease-fires of 1994 were, undoubtedly, a catalyst for change and have afforded a new freedom of access in the city as they were followed by the removal of the ring of steel around the city centre which ironically almost exactly replicated the lines of the seventeenth century earthen ramparts around the then town of Belfast, though ironically the population living within the commercial city today, at 7,500, is exactly the same as the population of the town in 1750. The remaining physical barriers of the interface walls and motorway continue to concretize the divisions between communities and 1 Belfast Urban Motorway was the name given to an ambitious scheme to build a continuous free-flow motorway around the city centre. The motorway was planned in the 1960s as part of the then European wide policy of major inner-city roads and motorways that cut swathes through cities from Glasgow to Barcelona. Announced in 1964 but never built, the scheme would have had free-flow links to four motorways (M1, M2, M3, and M4) which would themselves link to the rest of the planned motorway network. Eventually a much-reduced version of the plan was built as the A12 Westlink and opened 1981-83. The scheme did not begin as proposed in 1969 due to a high degree of public opposition and increasing worries about available finance. This all coincided with the most violent years of the conflict and due to intense ‘disorder ‘in the west of the city repeated attempts to begin phase 1 of the motorways works had to be abandoned. 1973 –the year of the world Oil Crisis funding was re-appropriated to finance security and policing. This new climate led, in 1975, to a full-scale review of the 1969 Transportation Strategy. It reported in 1976 and was itself the object of a public inquiry extending into 1978. Its recommendations were to abandon virtually the entire scheme except for phase 1, which was downgraded to a 2-lane dual-carriageway with two grade-separated junctions, two at-grade roundabouts and one at-grade traffic light-controlled junction. This became the A12 Westlink which opened in two stages in 1981 (M1 to Grosvenor Road) and 1983 (Grosvenor Road to M2). The M3, M4 and M7 plans were all abandoned in the mid 1970s. (author’s synopsis) (Johnson 2014).

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Figure: 7: Figure ground map of the urban area –the areas outlined in orange indicate the locations of the interface walls in the city

between the ‘working-class’ and the commercial city. Many ‘working class’ communities are sited at the city-end of the radial pattern of nine, or so, arterial routes (as they are now commonly called). The Shankill; Falls; Albertbridge; Lisburn, and the Antrim Road along which once lay compact neighbourhoods, or villages now stretch into the city centre in a spiritless mix of, mostly, anti-urban and antipedestrian motorways. Along each of these roads and in the labyrinthine spaces between them lie much of Belfast’s ‘Brownfield Sites’

–the opportunity sites– and along them lie many of the city’s parks and green spaces. Whole neighbourhoods were, and still are, voids in our memory and in our personal and collective knowledge of the city. The interface walls and the scandal of the voids around them have been disinvested of capital and of attention for far too long and need to be a priority in the re-making or regeneration of the city.

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The interface areas are sites of long-standing conflict (from the middle of the nineteenth century) and as segregated sites tend to have high scores on any multiple deprivation measure. They are an integral part of local neighbourhoods: they are, at times, defined and described within the ‘perceptual maps’ of bordering territories and as such require particularly sensitive care and consideration. They are the charged ground on which any ambition for an agreed city must be built and in that regard such areas define the

Figures 8, 9 (a and b): Andrew’s Flour Mill, Falls Road, which forms an interface with the Shankill Road to the rear

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register in the local urban lexicon that includes ‘shared space’ and ‘shared city’. The understanding of shared space, though, is much broader and looser in the contemporary urban debate and that more open discussion might prove the catalyst for a free exchange of ideas on placemaking in the city. The shocking sectarian pogroms and riots of 1969 in Lower Falls and Ardoyne, led to 3,500 people being forced out of their homes, including the burning of Bombay Street, in Belfast, in August that year. Out of those ashes the conflict emerged as young people and political activists responded with violence to violence by state-supported agents. But also, in an act of community and civic leadership, family, neighbours and friends determined to rebuild that burned-out street and staked a claim for the value and place of community action and collective endeavour. Eight families and their architect and solicitor who had built their own homes as an Irish language community in the west of the city, reacted to the refusal of government and the city authorities to re-build the burned houses, by forming a housing association. They borrowed money and building materials, and they rebuilt the street. They realised that ordinary people could affect change. ‘Deán é, na h-abair é’, (in Irish, don’t just say it, do it) would become their mantra as that first generation of ‘re-builders’ inspired a generation and the place of the Irish language moved from the home to the wider community. For those inspirational individuals the old rural practice of helping neighbours by collectively working and co-operating and forming work parties to undertake key tasks at important times was complemented by a firm belief in the 1960s self-help ethos.

That building work in the charged atmosphere as the war broke out on the streets of Belfast claimed a small portion of ‘new’ physical ground by moving a section of the then newly erected ‘peace-line’ (a one-metre-high coil of barbed wire on timber x-shaped stakes) and it quietly, confidently challenged what have now become embedded notions of neighbourhood territory and neighbourhood ownership of land. The act of re-building also spoke clearly of the value of professional agency working with a civic agenda without fear and with confident leadership from within the community. This author has long been interested in the idea and earth-churning and muck-shifting reality of the physical making of new ground. From the early fascination of visiting building sites with my architect father to crawling (as a boy) into one-metre diameter storm drains in the area we called ‘the jungle’, at the bottom of my street, as the M1 motorway in Belfast was being constructed adjacent to Abhainn Bharra2 –the Owenvarragh River– becoming or being named the Blackstaff River further downstream. That barred river of my early years still resonates as metaphor for the changing face of my city as fences, walls and barriers became physical reality in the re-imaged spatial construct of the city and in the immediate and harsh experience, for many people, of ordinary day-to-day living. As part of a small group of activists and Irish language enthusiasts many weekends were spent, for many years, in early acts of 2 Owenvarragh –Abhainn Bharra– barred river (the bars were stakes or staves). ‘...and the Owenvarragh, in its lower reaches, from Stockman’s Lane to where it joins the Lagan, becomes the Blackstaff. Barra can also mean a sand-bar, or fearsad; so, these waters –Blackstaff, Owenvarragh, Farset– form an etymological confluence.’ (Carson, 1997, 97).

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voluntary contribution, travelling the east coast of Ireland from Belfast to Dublin to help raise money to ‘buy a brick for Belfast’ to rebuild that street. Bombay Street (just off the Falls Road) was close to what were once the brick fields in the city and Belfast-poet Ciarán Carson’s long prose-poem ‘Brick’ still says something about that material made from the sleech on which the city stands …and teeters. ‘…the very city recycled itself and disassembled buildings –churches, air-raid shelters, haberdashers, pawnshops– were poured into the sleech of the lough shore to make new land …’ (Carson 1989, 72).

By 1972 those who re-built Bombay Street and had established the first, purpose-built, urban settlement of Irish language activists in Ireland, on Belfast’s Shaws Road, went on to undertake projects of enormous significance and import. They established an umbrella company –Whiterock Enterprises– that would buy a farm and establish and build an industrial estate (building an ‘advance factory’ in the process); they formed a knitting factory; a construction company; a picture-framing business, and a filling-station and convenience store. Their self-help mantra, fuelled by desire to meet the needs of their growing families led them to also establish and build their own nursery school, and later their own primary school and to establish a small bookstore to help raise funds to pay the ‘salaries’ of the first teachers who began what would become the current manifestation of Irish language education in the north of Ireland. (At that time teachers in Irish language schools were not paid by the state) The reality and presence of the walls and the shadow-spaces that contain them are pro-

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foundly problematic – not least the proximity of the walls to family homes (the rear wall of the dwellings on Bombay Street remain within five metres of the Falls /Shankill interface– / peace-wall). But the core problems are social deprivation, segregation, and sectarianism. The ‘peacelines create, reinforce and exacerbate dialectical identities ...they contribute to the distrust’ (Cosstick 2015, 38). The walls create a dysfunctional and distorted place to which most of us are so accustomed that we hardly notice the impact. And in addition, ‘…a fence in a certain neighbourhood in the city Belfast can set apart two local communities as well as two national communities and even … [in the context of Brexit] two supranational identities’ (Mubi Brighenti and Kärrholm 2019, 8). There are whole swathes of the small city of Belfast that remain unknown for many citizens –a terra nullius– even for long-term residents. The 2018 Booker Prize winning novel, ‘Milkman’, by, Belfast-born author, Anna Burns is set in an unnamed city but is clearly evocative of my home place and among its many resonant passages Burns writes of the ‘ten-minute area on the outskirts of downtown’, through which many of us, used walk, … or run. ‘This would be hurrying, no dawdling, though no one in their right mind would think of dawdling here’ (Burns 2018, 81).

And that ten-minute ‘run’ was this author’s daily experience for many years as I walked from work to city-centre in the 1970s and 1980s. Peace activists have remarked that there are ‘two Belfasts, two parallel worlds that are so close in places that you can slip from one to another ...’ (Cosstick 2015, 30). and that

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is partially true, but the divisions of poverty the layers of barriers in the city and the unand class also stamp other readings and such derlying deep-rooted sectarianism, are the divisions have been almost ingrained into our lens through which all real change and real psyche without much notice or resistance. We new ground should be measured. They are an continue to interpret walls as means to shape affront to our society. urban space –our public realm. We layer barrier upon barrier. We build walls behind fences and in those walls place windows protected by solid steel shutters. Security and deepseated fear remain a constant, silent influencer of form. In the context of postindustrialisation, which has intensified urban crises in many European cities, political violence is located ‘as a surface expression of deeper socio-economic and /or ideological contexts’ (Feldman 1991, 86). The areas of boundary and interface between neighbouring communities, that contemporary history has now left socially non-connected, remain the fringe and marginal areas in the city and seem permanent areas of fear and enduring blight. These neighbourhoods seem doomed to paralysis and absence of new development that could transform such a landscape of neglect? No one, in officialdom, yet speaks on their behalf. The walls in the city, and the void spaces in their wake, representative of all Figures 10, 11: ground, razor wire and padlock – the detritus at the interface

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In his 1971 essay, ‘Understanding Ourselves’, subsequently entitled ‘Common Ground’ (1984) Professor E Estyn Evans (Geography, QUB) lamented that ‘people living in such closed-in lowlands with restricted horizons tend to have a limited vision and imagination’ in contrast with the ‘hills which are naturally areas of vision and imagination, which are poetic and visionary’ (Evans 1984, 7). All of us, with encouragement, can expand our common ground and build a place such that Evans hoped would broaden by people living together, mixing and ‘quickening each other’ (Evans 1984, 7). The Interface Walls –the ‘peace-walls’– are the immutable barriers that declare our irrevocable past. There are 30.5 kilometres of them in the city and subsequently, approximately 87 hectares of void spaces, shadow spaces in the city; that is, one quarter the area of the commercial city core. There are more than 30 walls over 11 metres high one of which is 1690 metres long. They are taller than many street frontages in the city and the Shankill /Falls

Figure 12: The longest peace wall in Belfast between the Clonard district in the Falls and the Shankill Road

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wall is now longer in existence than any ‘peacewall’ in Europe. It is now almost 50 years old, and the city has more walls now than at the time of the Belfast Agreement in 1998, now 23 years old this year. The walls are crude and brutal urban signatures. They are the politics of separation and a diagram of the macro and micro political forces operating in the neighbourhood areas. The walls and the void spaces around them claim space and surface: they claim ground and they lay challenge to the regeneration agenda in the city. They, therefore, require an imaginative and impactful regeneration response. The interface walls do more, however, than separate two sections of a community. They cut across and destroy the urban fabric and urban grain: once connected streets have been severed and truncated and not now possible, in many instances, to re-connect. The walls stamp a pervasive and enduring character of non-connectedness on the city. The late Lebbeus Woods, writing the foreword for ‘Divided Cities’ was blunt in his assessment, ‘The right thing …is to remove the barriers and replace them with new openings for dialogue and exchange’ (Calame and Charlesworth 2009, viii). Such politics of separation and the policy positions that have sustained segregation are but part of the suite of policies and urban protocols that have defined the regeneration agenda in the pursuit of sectional commercial interest, and of attracting large-scale investment to the commercial city at almost any cost and to the detriment of all the inner-city neighbourhoods. The walls are seemingly immutable barriers to a shared city: to a shared common place and they are situated either on or directly

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behind or adjacent the main arterial roads in the city. For most citizens they do not necessarily register as either urban artefact or negative city-space in the axis of daily living though they remain as areas which continue to feed the imagination and narratives of what it means to know Belfast. Many of these edge spaces have all the characteristics that define civic or public spaces: they have high defining structures, and they impact (albeit negatively) on the lives of all the people who live in such incomprehensible leftover and ignored spaces which frame and structure the patterns and practices of collective life. The void spaces, the walls, have been both stage and witness and are charged by the dominance of binary meanings in a place resonating with a sense of opposites. Architect Jean Nouvel made a proposal of a ‘long meeting line’ in Berlin which might transform the no-man’s land. It was intended as ‘...a place where all the city’s cultural events, sports, leisure activities, bars, restaurants and nightclubs would be concentrated, face-to-face: a fullness would succeed the void, but the history would remain embedded in the streets and stones’ (Baudrillard and Nouvel 2002). Architecture can’t be as spontaneous as drawing or writing but the broad culture of architecture has precedents such as Nouvel’s from which we can learn and imagine new neighbourhood narratives. As noted above, security and deepseated fear do indeed act as constant, silent influencers of form, but additionally, such concerns manifest as reasons, in many instances, not to address the housing crisis in the city. Business parks and roads infrastructure, designed and built to keep apart sections of the

community, many of which are under-used, or vacant would seem opportunities to address a ‘right-to-the-city’ ambition for public housing, notwithstanding the potential delivery on 87 hectares of ‘void space’? How are the voices heard and acknowledged? How might such projects contribute to a housing-led regeneration agenda for the inner-city areas of the city?

OTHER VOICES Searching for metaphor or symbol as means to help our understanding could, perhaps, be represented by the Corleck Head unearthed in County Cavan in 1855, though not scrutinised by scientific attention until 1937. It is a similar artefact to others found in Ireland, Britain, and France –in a Celtic-Romano-British tradition that broadens the triplism of our mythologies and over-lapping histories. It is an object that has gained renewed iconography through exposure in recent publication that celebrated a curation of 100 objects to represent the history of Ireland (O’Toole 2013, 19-100). The Corleck Head, thought to date from the first century, has three faces –a possible dialectic opportunity that could suggest new propositions for our future? As metaphor it does offers imaginative and potentially creative possibility. It could challenge the ‘either–or’ binary conditions. The potential for creative space is often conceived within concepts of safe-haven or refuge: the remove from dark places and dark times, and the Irish word for sanctuary and for such place of refuge is the word ‘tearmann’, with an etymological root in the Latin ‘terminus’ – the Roman God of Boundaries. Bilingualism, then, –English /Irish– may build creative

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space and opportunity between mythological convention and fictive and architectural imagination. And, indeed, (as will be described in the section below on the Gaeltacht Quarter) it has been the Irish language community that has led the shift out of the inner-city labyrinths into the physical space of the city with ambition to make a difference and a desire to connect the neighbourhood to the centre-city. Ground is generally not shared in Belfast. It is ‘our territory’ or that of ‘the other’. The built figure of the city is equally charged. In such urban condition where ‘common ground’ is limited or disputed, or where shared-ground or shared space is fleeting, then how might the ordinary work of an architect help define or declare an agenda for connecting, accommodating, or stitching places? Could a conceived new ground be first step in making common ground? For the 2012 Venice Architecture Biennale David Chipperfield wanted the theme of ‘Common Ground’ to ask us to ‘think about the physical expression of our collective aspirations’ and ‘encouraged a more critical examination of what we share, with the awareness of what separates us’ (Chipperfield 2012, 13). He sought an awareness of continuity and coherence – a tall order indeed. And in the design of the proposed (now cancelled) Peace Building and Conflict Resolution Centre for the former Maze Long Kesh prison site (also in 2012) architect, Daniel Libeskind, used the same theme of common ground suggesting the need for a shared narrative of the conflict in the North of Ireland as the beginnings of a shared future. The words are intriguing. And the sentiments may even have few detractors. But, shared ...and collective...what might be the

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opportunities for such expectations? How do we begin to tease out such meanings? The walls, the boundaries may, therefore, not be the edges or stopping points but could be porous: thresholds as the way through to the ‘other’ and opportunity between conventional interpretations. Belfast-artist Brendan Ellis described the Westlink motorway that cuts through north and west Belfast as a ‘kind of coronary bypass operation which will never improve the lot of the less-well-off’, reminding us that those with jobs and money can drive through the inner-city without experiencing deprivation. 3 And London-based journalist and author Vicky Cosstick in her book, Belfast: Towards a City without Walls, deftly critiqued the Westlink as the ‘most dominant and effective interface ...which slices the city like a crooked smile’ (Cosstick 2015, 31). A road considered (if not conceived) as a cordon sanitaire which encouraged officials within government to suggest that ‘other opportunities to create ‘’natural’’ divisions between different areas should be explored’ (Cosstick 2015, 31). Vicky Cosstick is rapier clear in reaching to the heart of our socio-political reality noting that ‘unfortunately, to a significant degree, the barriers have been deemed only of concern in the areas within which they are present, with little attention given to the social ramifications posed to the province as a whole’ (Cosstick 2015, 39). That political reality and the Northern Ireland Assembly’s assessment that the overall cost of division is approximately £1.5bn per annum undoubtedly led to the 2013 ini-

3 Conversation with the author

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tiative Together Building a United Community –TBUC– and the declaration by then joint First Ministers to bring down the walls by 2023 but which has, unfortunately, made little progress. It is perceived as a failure of leadership on several levels, not least that the communities were given responsibility for leading on transformation of the walls in a period of disconnect between communities and political leaders, and without help and advice to build their capacity for such momentous change. This was an abdication of political responsibility for the interface areas and of ‘the need to recognise and address at the highest strategic level all of the critical issues affecting interface areas’ including the legacy of trauma and the extent of disaffection of young people (Cosstick 2015, 35). Andrea Mubi Brighenti and Mattias Karrholm, writing in ‘Urban Walls’ summarised the problem as, ‘there is a paradox or a political stalemate in putting the responsibility for destroying the walls on the most alienated and deprived communities living next to the interface areas’ (Brighenti and Kärrholm 2019, 43). Architect and urbanist (and much missed) Michael Sorkin in launching Cosstick’s book in New York in June 2015 noted that the ‘walls are currently armatures of negotiation and perhaps, reconciliation’ and in accepting the process of transformation and building constructive change, urged that we move ‘towards locales of interchange, discovery and neighbourliness’. (From the author’s own notes at the event) The disappearance of the walls; the questions of the past, of memory and of how memory retains its visibility, and the multiple layers of meaning and cultural assumptions are rich ground for challenging conversations.

Some readers may know Ciarán Carson’s Belfast poems in his collections, ‘Belfast Confetti’ or ‘The Irish for No’, which mapped the disappearing and changing city. Many of the places mentioned exist now only in memory– winding arteries of Empire no longer on the map of the city. In the poem ‘Belfast Confetti’, in ‘The Irish for No’ collection Carson declares: I know this labyrinth so well – Balaclava, Raglan, Inkerman Odessa Street – Why can’t I escape? Every move is punctuated. Crimea Street. Dead end again. A Saracen, Kremlin-2 mesh. Makrolon face-shields. Walkietalkies. What is My name? Where am I coming from? Where am I going? A Fusillade of question-marks. (Carson 1987, 31)

The Falls Road, close to the site of the first peace-line in the city is known in Irish as Bóthar na bhFál - the road of the hedges. It is a road, six miles long, from Twinbrook and Poleglass, through Stewartstown and Andersonstown down to the Falls and Divis Street and into the city centre, and it is the thread that has both politically and culturally linked the heartlands and hinterlands that feed the pulsing concept of ‘West Belfast’ as well as the actual physical place. The west to east road in part follows the line of the Farset River from which Belfast gets

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its name, from the Irish, as the sand-bank close to the mouth of the river. Author and university lecturer Eamon Hughes has discussed the etymology of the Falls Road: ‘…it is likely to go back to Irish Tuath na bhFál – petty kingdom of the enclosures or fields...but in place names it often refers to the area enclosed by a hedge or fence’ (Irvine 2008, 41). Hedges do not wall. Hedges are porous; they offer opportunity for crossmovement and access, and imaginative opportunity, in a city dominated by walls. Martin Heidegger’s understandings of space and boundary might assist our work? ‘A boundary is not that at which something stops but, as the Greeks recognised, the boundary is that from which something begins its essential unfolding. That is why the concept is that of ‘horismos’, that is, the horizon, the boundary. …That for which room is made is always granted and hence is joined, that is, gathered, by virtue of a location, that is by such a thing as the bridge’ (Farrell 2011, 250).

FORWARD: GAELTACHT QUARTER The large area of west Belfast is an area of the city which was deemed ‘beyond the pale’, ‘outside the palisade’, –and indeed, during the 1970s and 1980s the west (like most of the city) was outside the ring of steel that partially enclosed the commercial city core– out with the jurisdiction in many ways. It was declared lawless and barbaric, but its people were resilient, creative, and progressive. The west Belfast community was demonised during the period of the conflict and yet is home to Féile an Phobail (one of Europe’s premier communi-

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ty festivals) and home to an inspirational and transformative urban action – the Gaeltacht Quarter regeneration project. An initiative, which has its roots in that small group of eight families who decided in the late 1960s to raise their families through the Irish language. Their endeavour and inspiration have since inspired two generations to imagine, develop and build for the growing Irish language community, including schools, businesses, cultural centres, radio stations and sports complexes, growing to more than 30,000 pupils in the Irish medium education sector. There is enormous potential for all our citizens in such self-help development /regeneration paradigm. Their maxim, ‘deán é, na h-abair é’, (in Irish, don’t just say it, do it) is a confluence of history, cultural continuity and, currently, with the support of maturing and experienced local politicians who remain committed to their constituency bases (notwithstanding the current political stasis) offers a model to connect neighbourhood to the administrative and commercial centre. Regeneration in Belfast, has, for more than thirty years, been a retail-led, city-core agenda. Such that any assumption about improving quality of life for citizens; about building in our post-industrial, post-conflict city have been predicated on reductive, old-model urbanism: as if shopping and mono-functional urban regeneration, as profligate non-place, will cement the peace and concretise a re-imaged, re-imagined city. In some ways, architects, and builders, make new ground on every project – digging up old foundations and floor slabs and demolishing gable and party walls revealing the traces of family and intimate interior life. They ‘grub-

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up’ (in the parlance of the industry) and prepare to make a new ground or new floor or new site condition that will act as tabula rasa –the utopian blank slate– on which activities, habitation and use will prevail. The scraped ground on which new buildings and structures arise is a simple, understandable concept but there is richer interest in the deeper, more profound, imaginative, more multi-stranded confluence of memory, history, soci0-political context, and cultural opportunity of such ground to which the condition of architecture might attain. And such understanding of memory and history might also leave opportunity for a new recipe for future fictive narratives to infuse and infect the existing urban morphology. We can be inclusive; we can acknowledge the memories of a place and incrementally develop as a process of continuity in the city rather than accepting urban fracture, rupture, and rejection. The history of our conflict and of our culture –our artistic expression– has been inexorably linked to the spaces and buildings of the city. Those histories provide our context for growth; provide our base pattern for change. As ever, culture always has the capacity to be both porous and exploratory. Architecture creates space for the individual and for society, and it is the definition of space that is the first step in the making of ‘place’ and the forming of a sense of homecoming for people. Place is not merely the space around objects –buildings. Neither the object nor the space can be detached from human activity –they exist in constant interaction. As theorist, Bernard Tschumi declared ‘regeneration is a promiscuous collision of programmes and spaces –a complex network of relationships– of which architecture is as much about the events

that take place in spaces as about the spaces themselves’ (Tschumi 1996, 13). Brownfield sites are about neighbours, about the surroundings, the pre-existing conditions, and a complex network of spatial, physical, and emotional relationships. All suggest degrees of responsibility and of civic considerations. And all set a snare by associations of ‘context’ and ‘appropriateness’ – that emotive loop of regeneration, the narrow interpretation of which leads to an argument about fashion or style. Philosophers Walter Benjamin and Theodor Adorno refer to the term ‘mimesis’ as a kind of deep affinity between things and people: mimesis as a process of mediation; that it is responsible for the very possibility to recognise similarities and to transfer meanings. As method, mimesis, and an understanding of ‘ambiente’ (pre-existing conditions), may loosen the snare of ‘context’ and offer an opportunity for mature dialogue between designers, planners, clients, and citizens. This author gains a stride from Seamus Heaney’s notion that a reliable critical course can be plotted by following an artistic sixth sense. Robert Pinsky’s essay on the ‘Responsibilities of the Poets’ proposes that the ‘need to answer …is the ground where the centaur walks’ (Seamus 1996, xiv). The centaurs –imagined by many writers as liminal beings– caught between two natures and embodied in contrasted myths seem appropriate metaphor for the artistic search for an ambiguous intermediate state – the political, cultural, and social interregnum in my homeplace? The liminal zone or littoral zone (neither one thing nor the other) might be the opportune space on which to make new ground?

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Might that be opportunity for such a post-conflict city as Belfast? The Falls Road throughout the period of the conflict (’66 – ’96) was source of leisure, entertainment, business, commerce, and culture, almost a town within the town. Many lived in ‘twenty-minute’ neighbourhoods, before we understood the lexicon of the city or anticipated the current potential shift towards fifteenminute and twenty-minute neighbourhoods. The Gaeltacht Quarter is, the core of a re-think, urban generator project that provides a singular urban opportunity because of the presence of St. Mary’s University College; the proximity of the Royal Victoria Hospital (a high-quality

teaching and research hospital); the activities and energy of Féile an Phobail and its sister spring and autumn festivals, and the energy and resilience of a vibrant and young Irish language community, centred on the 750-pupil Coláiste Feirste secondary school. Our collective work is always a struggle for authenticity and distinctiveness and the capital development programme seeks to concretise the vision and ambition to make a difference for citizens. The Gaeltacht Quarter proposal, as a community-led project, has the opportunity of both setting an example of how neighbourhoods and the inner-city can connect to the centre and to other areas, and of also sta-

Figure 13: The core area of the Gaeltacht Quarter on the Falls Road

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king new ground by using the Irish language as the centre of gravity to build cultural, tourism and business initiatives as a stable and organic economic system which sustains people and is sensitive to their needs and ambitions. The Irish language community has been central to all the self-help projects in the city since the 1960s and they have forged the cultural renaissance from kitchens, back-rooms, and mobile classrooms. For the Irish language movement in Belfast the sense of community; the cultural and economic development of the community and the place of language as an inspiration are key cornerstones of identity and ethos. The Irish language community in Belfast has experienced resurgence in recent years. It has moved from the labyrinth of the city neighbourhoods out to a physical presence on major roads and the language has moved from a cultural expression to an established place in the business, cultural and educational fabric of society. ‘Show me the money’ – the language of commerce has equal resonance in the Irish language sector. Or to celebrate, and paraphrase, Noam Chomsky, activists, working with passion and dedication can help deliver changes in consciousness and understanding in their local society. Many areas seek a genuine mixed-use activity: one that would mix commerce, residential and business within one walkable place and the proposed core of the Gaeltacht Quarter does provide that mix of a distinct residential neighbourhood with unique cultural and educational resources on its doorstep. The core team leading the Gaeltacht Quarter project is currently working with government, Belfast City Council, and the statutory authorities to adopt the concept and detail

of the capital projects plan to help deliver for the local neighbourhood. Several strategic priorities have been identified and agreed: to deliver a capital development programme; to provide support for language and cultural development; to deliver investment and business development, and to deliver public realm / streetscape improvements and public art. There is no more optimistic art than architecture which lays the foundations for a better future for all, and physical regeneration and new building projects is the core activity.

Figures 14, 15: Raidió Fáilte – Irish language radio station, recording studio and training facility

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Figure 16: Offices for several Irish language educational bodies – on the Falls Road at the centre of the core area of the Gaeltacht Quarter

The objective of the renewal and development of the Gaeltacht Quarter is to build upon what has been taking place in the area spontaneously and to create a living, bustling quarter which people will visit in significant numbers and in which many more will work and live. The activities and uses in the Gaeltacht Quarter will include restaurants, shops, craft workshops and outlets, galleries, and quality boutique hotels, and new residential accommodation, of various typologies, that could be used during the summer season for tourists and visitors to Féile an Phobail. In the context of an evolving direction for the development of the city, the series of building projects has provided opportunities to engage

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with the challenges of designing hybrid, intergenerational buildings and spaces that interrogate notions of ‘ground’ and public space and connect within the specific neighbourhood locale.

CODA: AGENCY Architects, urbanists, social policy makers and citizens seek a shared place –a connected city or neighbourhood– with opportunities for all and a shared or communal public space for events and community expression that can be retained in the collective memory of place. In cities and neighbourhoods of conflict, or sites of conscience, and in places of limited experience of shared

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places or common ground how then might the architect using her /his understanding of the mechanisms and protocols of regeneration and ‘place-making’ work towards meaningful, evocative architecture? How might architects and creative practitioners explore and aerate notions and understandings of ‘new ground and porous borders’, particularly relevant in a city such as Belfast where there is a fraught relationship between the specifics of figure and ground, as true for Belfast, however, as it is for many postindustrial, post-conflict cities. How do we build upon or affect sites of conscience? How do we deal with former prison sites such as Maze Long Kesh or Crumlin Road Gaol? How do we deal with sites of former police stations or sites of atrocities or difficult memories? Can an architect bring something to a programme that might make new ground on which to build or develop a shared space? Architectural project work can extend the reach of the debate to explore the relationship of one city –Belfast– with its citizens by extending the ground of architecture fully into the realm of urban design and to consider the surface, skin, and section of the void-city –the in-between space– that could connect the centre-city to the neighbourhoods and to the suburbs and the hills. City section as transformed landscape might then initiate an open-public engagement on the complex issue of people(s)’ cultural identity and space: our fundamental crisis. There is now worrying taxonomy between our walls and hidden barriers and what seems increasing interest in privately owned and gated communities which are the imperative and disturbing thrust of William Rees

Mogg’s 1997 book, ‘The Sovereign Individual’ in which he declares that the elite class will establish their own enclosures and the lower classes will be excluded: walled out, in effect. This author doubts many, other than those interested in the period, will have heard of pacifist, feminist and author, Francis Sheehy Skeffington (executed in Dublin in 1916). He used to agree with his detractors and declare that, indeed, he was a crank but recognised that such could be a good thing, as a crank is but ‘a small instrument that makes revolutions’ (White and Quinn 2015, 307). Such portrait of agency is a good thing: it has potency. Let more of us be cranks and difficult and continue to speak for those without a voice. The voids in my city –the cavities in the built form– and the built architecture are crucial components of the emerging and changing urban experience of the city. Space as an ingredient of urban design is the creative construct that shapes our experience of architecture and permits participative communication and exchange. Architects, and others, in an increasingly engaged discussion on the city are keen to develop praxis in planning and in architecture rather than respond to policies of planning that have, in some instances, been advanced to expand the influence interests of capital in the shaping of the city. It is increasingly clear that the traditional working class / inner city communities are not sharing the dividend of a rejuvenating city and the planned, built and now empty buffer zones on the edges of the many interface areas are now ripe for development. The concept of the city as a living entity rather than an accepted historic pattern of ownership,

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association and use might free the agenda for debate and discussion. Our communities are failing because of lack of housing provision and the problem of sectarianism. We need to strengthen our neighbourhoods and prioritise public interests. Social innovation and individual agency undoubtedly have value but need supportive frameworks. Fiscal policies once considered impossible are, since the crisis of the Covid-19 pandemic, now possible, credible and, indeed, necessary. We need such inclusive approaches to the provision of public housing. There is current opportunity to re-power democracy, to build a net-zero roadmap for our towns and cities, and well-integrated multi tenure housing has the potential to address our empty city- and town-centre sites. There is urgent need for housing in our cities and towns, and ‘public housing’ is certainly, part of the matrix of development options for our complex society. In the current urban context, values, lives, and habits may change as ‘physical /social distancing’ challenges the nature of internal and external commu-

nal space. Home-office or home-schooling and provision of dwellings and neighbourhoods with flexible contingency spaces may well become spatial requirements in new developments. Multi tenure housing is opportunity to embrace such needs and spatial configurations as patterns of living continue to evolve and as working from home becomes an accepted modality of living. The concepts of re-connection, in a city such as Belfast, could be paralleled and aligned with a policy of social inclusion which could establish the core principles for the future physical development of Belfast that confirms that the inner-city is as important as the commercial city core. The neighbourhood areas blighted by the grotesque ‘peace walls’ may offer the only common areas for social integration (other than the commercial core) where communities with differing religious and cultural backgrounds, but with shared social values and circumstances may add to and celebrate the tapestry of a re-born city. Belfast Interregnum could be a plan of connected projects, as much as conceptual frame?

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Ciaran Mackel founded the design and research studio, ARdMackel Architects, and has a portfolio of projects, on which he is collaborating with visual artists. The studio has gained numerous design awards, particularly for the Irish language community in Belfast. He is Associate Senior Lecturer in Architecture at the Ulster University, Belfast and has been visiting critic to ENSA School of Architecture, Nantes, France and Plymouth School of Architecture, England.

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Ciaran was a founder member of PLACE, developed in co-operation with Belfast City Council to provide a city centre venue as an Architecture and Built Environment Centre. He was also founder member of Forum for Alternative Belfast. Ciaran currently serves on the Boards of organisations including, The Gaeltacht Quarter, the Maze Long Kesh Development Corporation and is architect advisor to the Ministerial Advisory Group in the Department for Communities.

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.05

DIVIDING A CITY: REAL ESTATE MEGA-SPECULATION AND CONTENTION IN MIAMI, FLORIDA Richard Tardanico Ulrich Oslender Florida International University, [emailprotected], [emailprotected]

ABSTRACT Miami is not a newcomer to the history of gentrification that has reshaped the urban fabric in cities all over the world. Yet a new mega project to be implemented in Miami’s Little Haiti neighborhood represents a strategic capitalist modification of the city’s previous processes of class-based and racialized socio-territorial dispossession and displacement. As we argue in this paper, Little Haiti’s Magic City Innovation District stands emblematic for a global boom in financialized urban corporate accumulation, which presents new challenges to local communities. We ask, what practical political options does a predominantly poor minority community have in confronting such challenges? Our discussion of Miami’s Little Haiti suggests two conclusions: first, that real estate mega speculation potentially exacerbates politico-social divisions within such a community, subverts its capacity

for resistance, and renders it more vulnerable to large-scale dispossession and displacement; and second, that mega speculation exacerbates socio-territorial divisions and inequalities within the fabric of a wider metropolis. Keywords: Gentrification, Miami, Displacement, Dispossession, Mega speculation, Corporate Real Estate Hegemony

RESUMEN Miami no es un recién llegado a la historia de la gentrificación que ha remodelado el tejido urbano en ciudades de todo el mundo. Sin embargo, un nuevo megaproyecto que se va a llevar a cabo en el barrio de Little Haiti de Miami representa una modificación capitalista estratégica de los anteriores procesos de desposesión y desplazamiento socioterritorial basados en la clase y la raza. Como argumentamos en este

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DIVIDING A CITY: REAL ESTATE MEGA-SPECULATION AND CONTENTION IN MIAMI, FLORIDA

documento, el Magic City Innovation District de Little Haiti es emblemático para un auge global de la acumulación corporativa urbana financiarizada, que presenta nuevos desafíos para las comunidades locales. Nos preguntamos qué opciones políticas prácticas tiene una comunidad minoritaria predominantemente pobre para enfrentarse a estos retos. Nuestro análisis del Pequeño Haití de Miami sugiere dos conclusiones: en primer lugar, que la megaespeculación inmobiliaria exacerba potencialmente las divisiones político-sociales dentro de dicha comunidad, subvierte su capacidad de resistencia y la hace más vulnerable a la desposesión y el desplazamiento a gran escala; y en segundo lugar, que la megaespeculación exacerba las divisiones y desigualdades socioterritoriales dentro del tejido de una metrópolis más amplia. Palabras clave: Gentrificación, Miami, Desplazamiento, Desposesión, Megaespeculación, Hegemonía inmobiliaria corporativa

RESUMO Miami não é um recém-chegado à história da gentrificação que remodelou o tecido urbano em cidades de todo o mundo. No entanto, um novo mega projeto a ser implementado no bairro Little Haiti de Miami representa uma modificação capitalista estratégica em relação a processos anteriores de expropriação e deslocamento sócio territorial racializado e baseado em classes. Como argumentamos neste documento, o Magic City Innovation District do Haiti é emblemático para um boom global na acumulação corporativa urbana finaceirizada, que apresenta novos desafios para as comuni-

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dades locais. Perguntamos, que opções políticas práticas tem uma comunidade predominantemente minoritária –e pobre– para enfrentar tais desafios? Nossa discussão sobre o Pequeno Haiti de Miami sugere duas conclusões: primeiro, que a mega especulação imobiliária exacerba potencialmente as divisões políticosociais dentro da comunidade, subvertendo sua capacidade de resistência e a tornando-a mais vulnerável à expropriação e deslocamento em grande escala; e segundo, que a mega especulação exacerba as divisões sócio territoriais e as desigualdades dentro do tecido de uma metrópole mais ampla. Palavras-chave: Gentrificação, Miami, Deslocamento, Expropriação, Mega especulação, Hegemonia imobiliária corporativa

PREAMBLE As the sun rises over calm ocean waters, I (Ulrich Oslender) get ready for the commute from Miami Beach to my workplace at the main campus of Florida International University (FIU). On a normal day, this should take no more than 35 to 40 minutes, meticulously planned and timed by the Google Map App running in the background of my smartphone. Leaving Miami Beach, I hit the interstate freeway I-195, which rises above the waters of Biscayne Bay that separate the barrier island from the City of Miami proper. I stay high above houses, parks, and city streets, as I first connect to Interstate I-95, and then to Florida State Road 836 (also known as the Dolphin Expressway), oblivious to the neighborhoods underneath me, their fabric, history and struggles.

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The interstate highway system has effectively cut through the burgeoning metropolitan area, connecting traffic between outlying suburbs, while ripping through the heart of the city, at times dividing entire neighborhoods. Such is the case of the oddly named Overtown, one of Miami’s oldest neighborhoods. Originally known as “Colored Town”, because it was one of the few places where black people were allowed to live in Miami under Jim Crow segregation laws, Overtown was once considered the “Harlem of the South”, the center of black society in South Florida.1 Yet in the 1960s, the construction of Interstate I-95 literally cut the neighborhood in half, displacing thousands of its residents and destroying numerous local businesses (Connolly 2014; Dunn 2016). This marked the beginning of the decline of historic Overtown, a community that over time became associated with poverty, abandonment, drugrelated violence, and unemployment. Racial and class divisions in Miami were painfully put on display in Overtown, if only one knew how and where to look. Yet, cruising over this town at 60 miles per hour in one’s air-conditioned vehicle, one would be forgiven for ignoring this divisive history. Similar racial and class divisions have played out in other neighborhoods of Miami, such as Little Haiti to the north. More recently, however, Little Haiti has attracted the interest of real estate investors, particularly as real estate speculation has accelerated since the world financial crisis of 2007-2009. As a working class and poor, immigrant-based neighborhood, 1 The name “Overtown” was apparently adopted, because black residents of West Grove, a small community in Coconut Grove that was founded by Bahamians, used to say that they had to go “over town” to get there.

Little Haiti is attractive, and thus vulnerable, to such speculation for several reasons. It is hemmed in by affluent adjacent neighborhoods and commerce to its north and east, and by the aggressive encroachment of the Design District from the south. It is conveniently located near Wynwood’s ongoing corporate densification, the Brickell financial district, the world’s busiest cruise port, Miami International Airport, and the latter’s corporate business clusters. Of growing salience, moreover, is that the elevation of its land is notably higher on average than that of Biscayne Bay’s affluent coastal neighborhoods to its east and hence is less immediately threatened by sea-level rise and flooding. A stealth process of gentrification has been re-shaping Little Haiti over the last twenty years. Until recently, this process has been largely invisible to non-residents, as land speculators have assembled parcels—vacant lots, single and multi-family homes, small business locales, warehouses, institutional buildings— here and there, leaving the neighborhood as still a deteriorating, “drive through and past” landscape in the eyes of outsiders. During the last three years or so, though, an entirely new development has caught the headlines and thrown into relief processes of real estate mega speculation that are reshaping the neighborhood in not only its physical but also social landscape, and portend the eventual racial banishment of the community. The epitome of this development has been a mega development project known as the Magic City Innovation District, which is the project that we want to examine here in more detail. We believe in the power of deep ethnography to unearth and expose the workings of urban accumulation by dispossession and propose here an archaeolo-

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gy of real estate mega-speculation, so to speak, as it reshapes the urban fabric in Miami (and elsewhere). To clarify our positionality in this paper, we should state that Richard Tardanico has been involved with community activism in Little Haiti in response to the drawing up and the implementation of said Magic City Innovation District project.

THE MAGIC CITY INNOVATION DISTRICT: TOWARDS “A MIAMI … THAT IS HERE FOR EVERYONE”? “A world-class cultural destination that merges immersive experiences with cutting-edge technology and innovations in the realm of art, culture, health and wellness. The development of projects and special programs focused on empowering the local community and creating a sustainable tomorrow” (MCID, n.d., Project Overview)

Such is the official hype describing the Magic City Innovation District in Miami’s Little Haiti, as outlined in the project’s overview document. Of course, one is used to such general boisterous claims. Yet suspicions may certainly be warranted regarding the claim of “empowering the local community,” as the Magic City partnership began assembling the site’s property by evicting the residents of a nearly century-old mobile homes community (Bojnansky 2015). Pressed on whether this was not a sign of nefarious gentrification policies, the Magic City’s managing partner declared that “There are no residential units on the site now, so we aren’t moving people out or gentrifying anybody” (Bandell 2018).

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A casual observer would perhaps detect little change of the urban fabric in Little Haiti, beyond what appears as a generally deteriorated neighborhood with a patchwork of art galleries and commercial venues that would not stand out in any suburban strip mall. On closer inspection, however, and engaging in conversations with local residents, a steady pattern of accelerating LLC intrusions into the neighborhood’s housing market can be observed (Rodríguez 2018). Such land assembly had been part of Little Haiti’s stealth phase of gentrification, largely involving incremental, if intensifying, displacements of small businesses and residents. Yet mere anticipation of Magic City’s official approval by the City of Miami triggered real estate advertisements enticing speculators to buy Little Haiti properties before their prices shoot upward, as the mega-development’s construction anchors the neighborhood’s definitive transformation. The Covid-19 pandemic has delayed the start of Magic City’s full-fledged construction activities. Nonetheless, the project’s official approval in June 2019 accelerated speculative land purchases in Little Haiti and, together with rising property code violations and fines, increased the pace of the district’s small business and residential dislocations. As such, Magic City represents an abrupt departure from Little Haiti’s prior processes of dispossession and displacement. In other words, Magic City’s assemblage of 18 contiguous acres and eventual construction of high-rise residential towers and entertainment-commercial venues is expected to lead to what Saskia Sassen (2015) referred to as “a systemic transformation in the pattern of land ownership in cities: one that alters the historic

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meaning of cities,” as this poor, minority neighborhood of one and two-story buildings will be transformed into an urban landscape that will be economically unattainable for the vast majority of today’s local residents. Elliott-Cooper, Hubbard & Lees (2020) refer to these forms of gentrification and displacement as “the violence of un-homing.” Seen through such a systemic lens, Magic City exemplifies a global boom in urbanized “accumulation by dispossession”, a notion coined by Marxist geographer David Harvey (2003, 137-182), who developed Marx’s original concept of primitive accumulation (and Rosa Luxemburg’s adaptation of it to the early 20th century political and historical context), to account for capitalism’s tendency to temporarily ameliorate the constant crisis of overaccumulation, a condition whereby capital surplus lies idle with no profitable outlets in sight. According to Harvey, accumulation by dispossession describes this strategy, as it seizes hold of common assets and turns them into profitable use, “pursued in the name of neo-liberal orthodoxy” (Harvey 2003, 148). From this viewpoint, the promotion of the Magic City Innovation District in Little Haiti is then not merely an expression of a local “gentrification 2.0” phenomenon, but an example of a further cycle of accumulation by dispossession, in which capital surplus searches and finds a profitable outlet for investment in the hitherto neglected and abandoned neighborhood. We thus set out to frame the emergence of Magic City within the globalizing political economy of Miami, to then focus on local responses and their contentious politics challenging the project’s top-down implementation. We shall see, moreover, that contradicting promises

“to build economic prosperity for all, to preserve the thriving culture of Little Haiti” and to provide “affordable and workforce housing” (Flechas 2021), Magic City’s partnership negotiated a minuscule financial obligation to the community and no legal obligation to finance such housing. Against that backdrop, City of Miami Mayor Francis Suarez, himself a property lawyer, pronounced with much-practiced political doubletalk, “Gentrification is real. But it’s moments like this that remind us that we have to create a Miami that’s not only here forever, but that is here for everyone” (Flechas 2021).

MIAMI AND LITTLE HAITI The City of Miami likes to see and sell itself as “The Magic City”: the early twentieth-century real estate razzmatazz describing the apparent wizardry that—abracadabra—commanded a city to arise out of swamps, mangroves, mosquitoes, snakes, and alligators. What was the seemingly hidden trick to the “magic”? Racialized repression, dispossession, and exploitation combined with destruction of nature to create a semi-tropical playground for frolicking wealthy whites. Despite nature’s frequent revenge in the form of hurricane devastation, the Dixie-apartheid city grew in fits and starts, then boomed as a tourism and retirement destination after World War II. Since then, the Cuban Revolution and Latin American/ Caribbean transformations have intersected with the twenty-first century’s intensifying globalization to establish Miami as a transnational business and cultural hub, serving as the principal crossroads for exchanges connecting Latin America and the Caribbean with the U.S.

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and the world (Portes and Stepick 1994; Nijman 2011; Connolly 2014; Dunn 2016; Portes and Armony 2018). Yet underneath Greater Miami’s longstanding image of sun, fun, and glamour and its emerging image as a dynamic global business and cultural hub is an economy whose indicators rank near the bottom among major U.S. metropolitan areas (FIU 2016; Florida and Pedigo 2019). Further, entwined with such low-scoring indicators are profound, racialized socio-territorial inequalities. Arising from this mix is a clash of economic, cultural, and political forces. Hurricane Andrew’s devastation of the early 1990s triggered Anglo flight, creating a void in which Cuban-Americans consolidated local political dominance. Subsequent transformations of the global, U.S., and Greater Miami political economies, along with more diverse and fluid transnational migration flows, have fragmented local decision-making clout across multiple business and ethno-national players, although Cuban-Americans still firmly control the City of Miami’s government apparatus. In spite of such fragmentation, the local interests of dominant classes revolve most clearly around propertied capital and real estate speculation, which the metropolitan area’s government entities unequivocally serve. Distinctly subordinate within this power arrangement are the region’s diverse Black communities, as evident in the case of Greater Miami’s Haitian population and the City of Miami’s Little Haiti (Dunn 2016; Portes and Armony 2018; Florida and Pedigo 2019; Viglucci et al. 2020). Post-World War II Haitian emigration gained speed under “Papa Doc” Duvalier’s dictatorship during the 1960s, led by exiled professionals. Under “Baby Doc” Duvalier’s dic-

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tatorship, middle and lower-middle class Haitians increased their share among the exodus during the 1970s and, especially by the late 70s and early 80s, so did poor “Boat People.” While New York City and Montreal were the focal North American destinations of the early migrations, Haitians came increasingly to South Florida. Wynwood, Buena Vista, and Lemon City, as north-of-downtown districts left behind by suburbanization, became the gateway neighborhoods for Caribbean newcomers, including Haitians. Civil rights era critiques of U.S. foreign policy’s hardline stance against Haitian refugees intersected with local and national human rights movements to create political space to begin transforming Buena Vista and Lemon City into a community in exile. There emerged substantial growth of Haitian businesses in the district, albeit largely precarious small enterprises, as well as optimism that what had informally become known as “Little Haiti” would, like Miami’s Little Havana, prosper as a tourism-cultural magnet (Portes and Stepick 1994). But racist stereotypes and fears of crime deterred South Florida residents and tourists from visiting Little Haiti, as they spent their money instead in revitalizing Miami Beach, trendy Coconut Grove, and Little Havana’s Calle Ocho. Upward mobility accelerated for Haitian skilled labor and professionals, who departed to reside and invest in South Florida’s suburbs. Little Haiti became increasingly relegated to poor Haitians and other immigrants, as well as victimized by private and public disinvestment. Nevertheless, the maturation of Haitian American community institutions launched a cultural and political reawakening by the turn of the twentieth century, mobilizing most vi-

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Source: City of Miami Planning Department

gorously in response to the refugee crisis caused by Haiti’s 2010 earthquake and, looking forward, to officially rename Lemon City as “Little Haiti.” The latter action elicited a multiracial-ethnic backlash, involving real estate developers, landlords, business owners, homeowners, preservationists, and academicians. The opponents feared diminished commercial opportunities and stagnant property values, along with objections to privileging Haitian identity over that of the diverse groups—pri-

marily black and white Bahamians and Americans—represented in the history of Lemon City (Bojnansky 1994; Sandler 2016; Smiley 2016). The City of Miami Commission unanimously approved the renaming in May 2016 (Sandler 2016; Smiley 2016). That official concession was indicative of the mounting threat to Little Haiti: not only the continued march of stealth gentrification but corporate mega-speculation in the context of real estate’s intensified global financialization following the world

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financial crisis of 2007-2009. During the very year of Little Haiti’s official renaming, several large real estate investors teamed up to announce their pursuit of city approval for a massive Magic City Innovation District located in the commercial core of Little Haiti. The focus of political controversy over their proposal was the City of Miami’s zoning code, Miami 21, and its Special Area Plans provision.

MIAMI 21 AND SPECIAL AREA PLANS The City of Miami replaced its land-use-based zoning code with a form-based code in September 2009, becoming the first major U.S. city to adopt a comprehensive zoning code based on the principles of New Urbanism. As has occurred elsewhere, Miami’s original land-use-based code permitted chaotic growth, as the city rapidly grew in size and complexity. In response, the City of Miami’s mayor recruited leading New Urbanism architect Elizabeth Plater-Zyberk to formulate an alternative code based not on disparate and disconnected land-use districts, but on rules governing “the relationship between the street and buildings, pedestrian and vehicles, public and private spaces, and the relationship between multiple buildings, a block, a neighborhood and transitions in scale” (CM, n.d., “Miami’s Zoning History”; Patton 2016). The City of Miami adopted the Miami 21 form-based code in spite of objections that it would unduly restrict design options and property rights. Although Miami 21 has garnered much praise, one of its components enables megaland developers to subvert its New Urbanism principles. Miami 21’s Special Area Plans

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(SAPs) permit owners of contiguous parcels greater than nine acres to dramatically exceed a location’s designated restrictions on building heights and densities if 5% of the property is assigned to “civic space,” which optionally may be augmented with “public benefits” such as historic preservation, green building, publicly accessible green space, or low-income housing. The City of Miami’s planning director during most of the Magic City negotiations, Fernando Garcia, praised Miami 21’s SAP regulations as providing a forum “where the city comes in, stakeholders come in, and we can all figure out what the optimal shape this project can take is” (Smiley and Viglucci 2017). Magic City’s lawyer Neisen Kasdin has argued that “The [Miami] SAPs built to date are some of the most spectacular, highly regarded projects in the country” (Smiley and Viglucci 2017). In sharp contrast, critics argue that the political access and influence of mega-land developers is hardwired into the City of Miami’s government machinery, relegating most stakeholders—particularly working class and poor communities—to the political margins. They oppose the height-rise and high-density upzoning of SAPs in residential neighborhoods, which—by displacing affordable housing and small businesses, exposing original residents to property code and public order fines, and disrupting social and institutional support networks—portend to weaken and expel communities and to compound the city’s housing crisis. Critics additionally cite key voids in the SAP requirements: displacement studies and public benefits such as low-income housing are not required; and there is no provision for assessing the collective impact of SAPs when multiple projects are proposed for an area.

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LITTLE HAITI AND MAGIC CITY PROPERTY ACQUISITION

In 1929 the Magic City Tourist Court opened in Lemon City. Years later, in the 2000s, and by then renamed Magic City Park, it was described in a City of Miami historic preservation document as “a remarkably intact example of an early twentieth century tourist court in Miami ... with approximately 45 non-historic, metal trailer homes” (CM, n.d., “Magic City Park”). Said document also suggested for it to be included in the National Register of Historic Places. But in the summer of 2014 Magic City Park and adjoining property were purchased by the venture capital firm Dragon Global. In early 2015 Dragon Global sent a blanket eviction notice to the trailer park’s 40 resident families, who with minuscule financial compensation were expelled from the site within a few months (Bojnansky 2015). In November 2016—the year of the City of Miami’s official recognition of Little Haiti— plans were announced to turn the former trailer park and its adjoining land into an 18-acre, mixed-use project designed by Arquitectonica. The proposed project would include green space and a sculpture park occupying the former trailer grounds (Dahlberg 2016). The project’s team would eventually present plans for office towers as high as 18 stories and residential towers as high as 27 stories—in an area of Little Haiti where existing buildings are no higher than two stories. With no sense of irony, the project was named after the banished trailer park, “Magic City Innovation District”; the addition of “innovation” to the title serving to create high-tech marketing panache.

The proposed project dramatically exceeded Miami 21’s height and density restrictions for the project’s site, located within Little Haiti’s commercial corridor. It thus required that the investors submit and obtain City of Miami approval for an SAP. The Magic City partnership submitted its SAP proposal to the City of Miami in January 2018 as well as held an open house on the project’s property. The partnership predicted glowing impacts of the Magic City project for Little Haiti and the City of Miami over an 18-year schedule of construction: 9,000 new jobs, $500 million in wages and spending, $40 million in permit and impact fees, and $25 million in tax revenues. They also touted the inclusion of a significant portion of low-income housing among the development’s apartments (Bandell 2018; Rodriguez 2018). COMMUNITY CONTENTION

In such a context of mega-speculation, what practical political options does a predominantly poor minority community have in confronting such challenges? What could an effective contentious politics look like in such a scenario of extreme power differential? We want to focus here on two main community expressions, as they became articulated over time vis-à-vis the Magic City Innovation District proposal. An already existing organization, Little Haiti’s Family Action Network Movement (FANM), initiated the political response of Greater Miami’s Haitian community to the threat of gentrification in 2017. Its CEO, Marleine Bastien, raised the issue initially with Father Reginald Jean Mary, head administrator of the Notre Dame d’Haiti Catholic Church. Bastien eventually became the inaugural head

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of the Little Haiti Advisory Board. Other such groups soon emerged. When in July 2018 the City of Miami approved Magic City’s request to pursue its SAP application, stipulating that its team initiate meetings with Little Haiti’s community leaders, Father Jean Marie suggested to Bastien that the diverse groups form a united organization. A month later, the leaders met at Little Haiti’s iconic Libreri Mapou and joined forces as Concerned Leaders of Little Haiti (CLOLH). But by October of that year Bastien and FANM split from CLOLH. The rift became not only political but also painfully emotional within a leadership community characterized by deep interpersonal bonds forged through shared histories of not only Haitian struggle and immigration but also decades of unified dedication in constructing Little Haiti. So, what caused the rift? Given the hegemony of powerful real estate investors and their associates within the City of Miami’s government machinery, there was no doubt within CLOLH that the City Commission would eventually approve some version of Magic City’s SAP application. To be sure, CLOLH’s diverse coalition included Haitian propertied/business interests who stood to gain financially from Little Haiti’s gentrification. Yet even CLOLH’s most committed community activists did not see a conceivable opportunity for a meaningful public/grassroots program to reverse Little Haiti’s de facto deterioration. CLOLH concluded that the only practical questions were, what would be the terms of the SAP’s approval and how to mitigate anticipated community dislocations (Tardanico, Personal Interviews). CLOLH thus opted for an accommodative strategy: accepting Magic City’s negotiating overtures; securing a seat

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at the table with Magic City; and attempting to bargain community benefits from within the status quo. So, what were Marleine Bastien’s objections to CLOLH’s strategy? First, she insisted that bargaining with Magic City must fundamentally take place in community-wide venues, instead of the one-to-one and smallgroup sessions that were the focus of Magic City’s strategy. Bastien regarded the latter as a standard top-down, cooptive, and divideand-rule strategy by land developers and their government partners intended to marginalize the breadth of community interests and voices. Her second objection was that only by organizing grassroots political awareness and solidarity could the Little Haiti community mobilize the clout required to focus effectively not on securing piecemeal community benefits, but rather on winning a robust community development agreement. Doing so, in turn, would underpin a trans-neighborhood movement to incorporate such agreements into Miami 21 and institutionally empower otherwise disenfranchised communities (Bastien 2019; Bastien and Winker 2020). From the perspective of Bastien/FANM, the negotiation of a far-reaching development agreement must become a foundational component of a city’s zoning code and SAPs, ensuring that impacted communities have a guaranteed influential say in decision-making at every stage of a corporate or government real estate project. An agreement’s intent should be “to incorporate equity, inclusion and trust with the community and key-stakeholders and strengthen community and business partnerships both economically and socially.” Any specific agreement must be negotiated by a representa-

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tive coalition of community groups—involving a robust slate of accessible neighborhood-wide forums to incorporate the broadest possible range of interests and voices—with a real estate developer and government officials. Community allies based elsewhere, such as legal service, labor, church, environmental, and university organizations, would also participate, including as consultants. Bastien/FANM’s priorities for a Little Haiti SAP/community benefits agreement can be summarized as follows (FANM, n.d.): - Housing: a minimum of 20% on-site, long-term guaranteed affordable units pegged to the neighborhood’s annual median household income; and a meaningful financial contribution to funds for housing ownership via affordable housing and a community land trust. -

Employment: a minimum of 50% of construction jobs and 50% of permanent jobs with living wage and benefits for Little Haiti’s residents; job, management, commercial lease, and small business programs; a job and business grant fund; a ban on big box stores.

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Community: meaningful financial contributions to neighborhood service programs and facilities (such as parks, recreation).

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Architecture: appropriate scale and visual/physical connections to the neighborhood.

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Arts: a minimum of 70% of project artwork created by local Haitian artists; memorials for Haitian pioneers and earthquake victims.

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Traffic: subsidized transportation for the neighborhood’s low-income, senior, and disabled residents; enhanced bicycle and pedestrian paths integrated with city-wide networks.

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Environmental/climate: meaningful financial contributions for neighborhood tree canopy, other green space, and community gardens.

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Youth: significant financial contributions to local public schools, educational programs, and scholarships.

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Accountability: ensure overall compliance by means of a performance bond with community beneficiary.

CLOLH frequently voiced respect and admiration for Bastien’s community leadership in galvanizing attention to the threat posed by gentrification (Le Floridien 2019). Their concern, however, was that the negotiating posture of Bastien/FANM—anchoring a broader group of grassroots activists from throughout Greater Miami, along with varying levels of support from affluent adjacent neighborhoods principally fearing damaging impacts on their quality of life—was too polarizing and the demands too ambitious, jeopardizing the willingness of Magic City to bargain even a modest benefits package. Bastien, on the other hand, recognized the political effectiveness of Magic City’s divide-and-rule, cooptive methods, which dangled business deals, jobs, monetary contributions, and more to CLOLH’s diverse coalition (CM, Nov. 15, 2018; Feb. 28, 2019; March 28, 2019; June 28, 2019; Kasdin 2018; Gierczyk 2020).2 2 This is of course a central dilemma for many communities and social movements facing cooptation at the hands of

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These differences in community contention and local strategies of engaging the Magic City project would become apparent and at times passionately put on display during a number of City of Miami Government Sessions and Town Hall meetings. CITY OF MIAMI GOVERNMENT SESSIONS AND TOWN HALL MEETINGS

At a City Commission Planning and Zoning meeting in November 2018, Miami Mayor Francis Suarez began public discussion of the proposed SAP, praising Magic City’s innovativeness. The SAP’s supportive public comments from across Miami-Dade County reflected interests seeking to attract tech investment and promote commercial development, touting the project’s “sustainability” and “health-wellness” themes, regarding the SAP as the viable way to revitalize small businesses and a distressed neighborhood. Lauding the ownership group, a public commentator said, “from what I’ve seen from Little Haiti, it’s been the same for 10 years, from its poverty to failed businesses. With Magic City and its innovation and its programs and its buildings, it’s going to bring a lot of jobs… and it’s going to help the community as a whole” (CM Nov. 15, 2018). A lawyer representing prominent Little Haiti business and property owners described how “for three or four years” (dating back to 2015-2016) Magic City’s partnership had paid the insurance for the neighborhood’s youth state institutions or external capital interests intent on exploiting local lands and resources. See, for example, Oslender (2016) for an account of how oil palm growers in Colombia “offered jobs” to impoverished peasants, in order to break down resistance that growers had encountered by social movements.

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soccer participants and co-sponsored local jobtraining programs such as for security guard licensing. According to an affordable housing developer: This developer [Magic City partnership] has committed over and above to provide affordable and workforce housing. We have had several meetings where we have entered into an agreement that I would sort of head up some of the affordable housing development… Upon approval of this project … we will roll out an aggressive plan to increase the number of minority homeowners. (CM, Nov. 15, 2018)

Critical perspectives, on the other hand, observed that the project’s massive scale and density violated the principles of Miami 21, would cause serious traffic congestion and late-night noise radiating outward from Little Haiti, and did not include a population/housing displacement study. From an explicitly racial justice perspective, a representative of a women’s community development organization argued: I hear what you [the Commissioners] say, but I don’t see what you say. We make conversation here quite often between those “haves” and the “have nots”… and I don’t see the fairness in the community planning … To me, [the zoning process] it’s not comprehensive and it’s not fair. Magic City, now you see it, then you won’t ... The buildings go up and your house disappears… We’re steadily disappearing. I see no magic, I see no miracles, and I see no fairness. (CM, Nov. 15, 2018)

The executive director of the Community Justice Project (self-identified “social movement

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lawyers” allied with FANM) reinforced the above argument: … small business owners and renters who have come together and who are dealing with crazy displacement right now … should be at the table and be meaningfully allowed to shape the future of this community, and not ceding it in a process that was broken to begin with… [T]he special area plan process in general needs to be looked at … to really look at what affordability, what displacement, what impact on small businesses is going to look like from the get-go…The property at issue here was a mobile home park; one of the last forms of affordable housing. When the [Magic City] applicant took possession of it, those families, dozens of families were displaced to make room for it… [T]hat’s really important to know, because the displacement that’s happening is not just going to be about what’s in this property, but it’s going to rapidly accelerate what’s going on [across Little Haiti] … (CM, Nov. 15, 2018)

A CLOLH co-founder combined support and concern by articulating the dilemma of CLOLH’s community activist wing: I believe that Magic City Project will be productive and beneficial to the new generation, especially to our young people. I also believe that this project will bring a new face to Little Haiti. . . [but] I’m not yet satisfied with the development agreement. . . because on affordable housing, I am not pleased. The only way we can have our voice heard is if you give us a seat at the table. I am requesting that from you.

On jobs, I’m not satisfied…There must be an ongoing dialogue with Magic City. But at the same time … I am for the project. . . (CM, Nov. 15, 2018)

These critical public interventions clearly had an impact. Following the November 2018 meeting, the City Commission requested clarification of Magic City’s proposed public benefits and other terms, deferring further official public discussion until February 2019. A key issue within the ensuing negotiations was a proposed third-party entity to administer funds that Magic City’s partnership would contribute as a hub for its revised SAP-public benefits package. CLOLH’s community activist wing argued to select The Miami Foundation, a highly regarded philanthropic organization. Others within CLOLH and Magic City’s team instead proposed to establish a new Little Haiti Community Revitalization Trust. The latter’s establishment was eventually unanimously approved by the Commission in their March 2019 meeting (Bojnansky 2020; Buteau 2021). Yet, the negotiations also eliminated Magic City’s previous commitment to construct affordable and workforce housing, instead opting for an upfront $6 million contribution for indeterminant “community” benefits to the Revitalization Trust, together with a plan to contribute another $25 million over the next 30 years. These funds would be administered by the Trust, which would make expenditure recommendations to the City Commission. Moreover, the funds would neither be inflation adjusted nor guaranteed, but would be contingent on the achievement of a series of construction benchmarks over the 30-year period (Crespogram, 2019; Viglucci and Flechas, 2019; Bojnansky 2020; Gierczyk 2020).

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While the Commission then moved to preliminarily approve Magic City’s SAP, it also supported a call for CLOLH-organized town hall meetings, at which public support for the project should be further gouged.3 These town halls took place in the auditorium of Notre Dame d’Haiti Catholic Church on the evenings of April 29 and May 6, 2019. With more than 100 attendees at each of the meetings, they provided one last stand for the community to voice their concerns. Particularly at the second meeting in May, the atmosphere grew tense. One issue of contention referred to jobs for locals provided by the Magic City Innovation District project. When Magic City’s representative explained that “we employ contractors, so what employment benefits those companies provide is on a company-to-company basis,” an audience member responded angrily: “You can’t tell me that you can’t provide health benefits to your workers … with the money you’re making that you cannot provide a pension plan. There’s something very, very wrong … We don’t just need a job, we need careers” (TH 2019). Another bone of contention was Magic City’s refusal to reveal how much the investors anticipate profiting. One member in the audience was quite vocal about this: “When we hear that from you, we know you’re not listening… You’re talking numbers [proposed monetary benefits]. We’re asking how the numbers will translate into the lives of the community… You won’t tell us what you expect to make in

the coming years and what we’ll get out of that” (TH, 2019). In the end, these protest statements were well registered, but what effect would they have? On June 27, 2019, the City Commission convened, and the answer became apparent. Little. Magic City’s supporters reiterated their praise for the SAP, or else continued to describe the SAP as pragmatically superior to the alternatives for a deteriorating neighborhood. While some critique was still launched, the more general legitimacy of the project’s critics was also put in question. As one CLOLH member argued, the alternative of not having the project materialize would be continued deterioration: “Magic City cannot do everything the people want. . . People say I am against that project … [but] they gonna let us [stay] the way we are. . . So I am coming to support Magic City” (CM, June 28, 2019). This position was reiterated by another of CLOLH’s leaders: “This project may not be perfect, but we, the Concerned Leaders of Little Haiti, have really worked hard to negotiate agreements with the developers. I’m here again in support of the project.” Not surprisingly, after public comment closed, the Commission moved to unanimously approve the Magic City SAP, without acknowledging that the Magic City group escaped with no legal obligation to construct low-income housing and that only $6 million of Magic City’s loudly touted $31 million contribution to Little Haiti was guaranteed.

3 Town hall meetings, or town halls, are a common feature of American grassroots politics. Their purpose is for local and regional officials to hear a community’s views on public issues. Attendees have the opportunity to present their ideas and opinions, and also to ask questions of elected officials and public figures. They often become a prominent feature during primary election campaigns.

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CONCLUSIONS Magic City represents an abrupt departure from Little Haiti’s previous pattern of stealth gentrification. In so doing, it epitomizes what Saskia Sassen (2015) describes as “The spread of [corporate] mega-projects with vast footprints that inevitably kill much urban tissue: little streets and squares, density of street-level shops and modest offices, and so on.” As Sassen so poignantly challenges us to reflect on: “Who owns our cities—and why this urban takeover should concern us all.” Little Haiti, one may argue, looms as a “poster child” of David Harvey’s arguments on “accumulation by dispossession”, a decidedly unfortunate distinction, we should hasten to add. There is widespread fear in Little Haiti that such accumulation will kill not only urban tissue but also the socio-spatial foundations of an immigrant-hub, predominantly black community forged out of homeland histories of brutal colonialism, imperialism, and U.S.-client dictatorships. Moreover, the case of Magic City and Little Haiti has significant implications for the wider metropolis of Greater Miami. Much the same process already devastated another

immigrant-based neighborhood, creating hyper-gentrified Wynwood of street-art fame. The process is also ravaging Wynwood’s neighboring Overtown—the “Harlem of the South” before government’s aggressive highway construction smashed it into marginalized fragments—and is gaining momentum, as it takes aim at other working class and poor racial-minority districts to Overtown’s west and north. It is understandable that a swath of Little Haiti’s most committed community activists saw no practical option beyond seeking amicable negotiations with Magic City and bits and pieces of corporate divide-and-rule handouts. Since Magic City’s official approval, however, the community’s wing of contentious activists has been seeking the elimination of the zoning code’s Special Area Plan loophole that enables large land speculators to menace, dispossess, and banish disenfranchised communities across Miami’s expansive metroscape. Until that loophole is closed in concert with substantial redistributions of wealth and power, the history of Greater Miami can be aptly characterized as a many-decades transition from apartheid based on brute coercion to apartheid based on the seemingly invisible politics of the market.

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Richard Tardanico & Ulrich Oslender

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Acknowledgements: Research for this paper was supported by a grant from the Community Justice Project (to Richard Tardanico) and from a Mellon Foundation “Just Futures” grant (to the School of International and Public Affairs, Florida International University). Tardanico participated in the activist efforts of the Community Justice Project and Little Haiti’s Family Action Network Movement (FANM).

of Poverty or Development: Global Restructuring and Regional Transformations in the U.S. South and the Mexican South (Routledge); and co-editor of Global Restructuring, Employment, and Social Inequality in Urban Latin America (Lynne Rienner). His current research focuses on the politico-spatial economy of households in disenfranchised communities in globalizing Miami.

Richard Tardanico (Ph.D., Johns Hopkins University) is an associate professor of sociology in the Department of Global & Sociocultural Studies, Florida International University. He has published on topics such as state building and the world capitalist system during the Mexican revolution; local/ global restructuring and labor inequalities in Latin America, the Caribbean, and the U.S.; and the political economy of urban households. He has published in journals such as Politics & Society; Comparative Studies in Society and History; Theory & Society; Review (Fernand Braudel Center); Revista Mexicana de Sociología; Development & Change; Journal of Development Studies; Studies in Comparative International Development; and Social and Economic Studies. He is editor of Crises in the Caribbean Basin: Past and Present (Political Economy of the World-System Annuals, Sage); co-editor

Ulrich Oslender is a political and cultural geographer with regional interests in Latin America. He gained his Ph.D. in Geography from the University of Glasgow, and is currently Associate Professor of Geography in the Department of Global & Sociocultural Studies at Florida International University in Miami, USA. He has published over fifty articles and book chapters in both English and Spanish, mostly in relation to social movement theory and political geography. He has authored two books, most recently “The Geographies of Social Movements: Afro-Colombian Mobilization and the Aquatic Space” (Duke University Press, 2016), and co-edited “Bridging Scholarship and Activism: Reflections from the Frontlines of Collaborative Research” (Michigan State University Press, 2015). He has also frequently worked with the media and produced amongst others programs on black cultural politics in Colombia for the BBC World Service.

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.06

LUGARES DE EXCLUSIVIDAD Y EXCLUSIÓN: DE LA CASA AL BARRIO Y DE LA CIUDAD AL ISLOTE Charikleia Pantelidou International Hellenic University, Department of Interior Architecture, Serres, Greece, [emailprotected]

RESUMEN En las últimas décadas nos enfrentamos a una transformación urbana basada en la exclusividad. Los barrios cerrados se encuentran en todo el mundo en un intento de las clases medias de protegerse frente al otro mediante la práctica de métodos de injusticia espacial. Sin embargo, lo que distingue el caso de los barrios cerrados de otros métodos de exclusión urbana es el hecho de que la exclusión del «otro» es coherente con la restricción de lo «normal» mientras que al mismo tiempo los conceptos de interior y exterior se reinterpretan y redefinen, en referencia a la espacialidad. En este contexto, la ciudad contemporánea adquiere nuevas formas y significados, alejándose de la organización espacial contemporánea y las correlaciones habituales de formaciones espaciales y sociales. Surgen las preguntas: ¿Cuáles son las cualidades espaciales y sociales de los

barrios cerrados? y ¿cómo el fenómeno de los barrios cerrados transforma el espacio urbano moderno. A través de la elaboración teórica del tema y el análisis del contenido de una novela de literatura contemporánea intentamos conocer las transformaciones e inversiones que se producen en el paisaje urbano en la realidad contemporánea de la exclusión espacio-social. Palabras clave: vivienda, interioridad, límites, gated communities, diversidad

ABSTRACT In the last decades we witness an urban transformation which is characterized by exclusivity. Gated neighbourhoods are being constructed all over the world in an attempt of the middle and upper-middle classes to protect themselves against the other, in this way perpetuating

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methods of spatial injustice. What is distinct though at the case of gated neighbourhoods is the fact that the exclusion of the ‘other’ is combined with the (self-)restriction of the ‘normal’, while at the same time the concepts of interior and exterior, in reference to spatiality, are being reinterpreted and redefined. In this context the contemporary city appears in new forms that deviate from the Modern spatial normality and the usual correspondences of spatial and social structures. The following questions are explored here: What are the spatial and social qualities of the gated neighbourhoods? And, how has the socio-spatial phenomenon of gated neighbourhoods transformed the contemporary urban space? Based on theory and content analysis of a novel, this paper aims to investigate the ways that the urban landscape is being reversed through the contemporary urban reality of the socio-spatial exclusions.

contexto, a cidade contemporânea adquire novas formas e significados, distanciando-se da organização espacial moderna e das correspondências usuais de estruturas sócio espaciais. As perguntas surgem: Quais são as qualidades espaciais e sociais dos condomínios fechados? Como o fenômeno espaço-social das comunidades fechadas transforma o espaço urbano moderno? Baseado na teoria e na análise de conteúdo de um romance de literatura contemporânea, este artigo investiga transformações e inversões que ocorrem na paisagem urbana por meio da realidade urbana contemporânea de exclusões sócio espaciais. Palavras-chave: residência, interioridade, limites, condomínios fechados (gated communities), alteridade

INTRODUCCIÓN Keywords: housing, interiority, boundaries, gated communities, otherness

RESUMO Nas últimas décadas, enfrentamos uma transformação urbana baseada na exclusividade. Bairros e comunidades fechadas, uma tentativa das classes médias de se protegerem do outro, por meio da prática de métodos de injustiça espacial, são encontradas em todo o mundo. No entanto, o que distingue o caso dos condomínios fechados de outros métodos de exclusão urbana é o fato de que a exclusão do “outro” é consistente com a restrição do “normal”, enquanto que, ao mesmo tempo, em referência à espacialidade, os conceitos de interior e exterior são reinterpretados e redefinidos. Nesse

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Hoy en día, la expansión de la diversidad social, en cuanto a las formas y la intensidad que asume, se traduce en la transformación de las ciudades, por un lado, con la aparición de nuevos tipos espaciales y, por otro lado, con la reestructuración de la organización urbana y la redefinición de las relaciones que conectan formas, significados y usos urbanos. Por diferencia con los espacios tradicionales de exclusión y control y los nuevos ¨de hospitalidad¨, en las últimas décadas han aparecido con especial fuerza las instalaciones cerradas, que conciernen a todos los usos urbanos y especialmente a la vivienda. En estas instalaciones se aíslan las clases medias para evitar una diversidad indeseada, molesta, amenazante y peligrosa que tiene la convivencia en la ciudad. El ingreso a

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estas áreas es exclusivo y controlado, mientras sus altos muros están destinados a mantener fuera la diversidad, el crimen, el miedo y la degradación, pero también a preservar los precios de la tierra, el funcionamiento del mercado inmobiliario, el privilegio económico y la calidad de vida de sus habitantes ante la amenaza existente por la proximidad a «otras» áreas. La práctica de separar los grupos sociales en el espacio urbano y la exclusión de los peligrosos no es una innovación de la época sino un método político de fortalecimiento y mantenimiento de la estructura social, que en tiempos de crisis se intensifica y toma formas extremas. Lo extraño de la organización urbana moderna es que la exclusión de los “otros” se combina con el encierro de los “ciudadanos” y esto ocurre a través del establecimiento de una nueva morfología del espacio urbano, pero también a través de una re-comprensión de su propio significado. En este trabajo se investiga el fenómeno de las comunidades cerradas a nivel de barrio y las espacialidades que se establecen en la nueva composición del espacio urbano, al mismo tiempo que busca las formas en las que se entrelaza en el contexto del tratado contemporáneo. En este sentido, la idea principal que trata el trabajo se refiere a la importancia que tiene la transferencia de la “cerradura” desde la vivienda al barrio para la forma y el significado del espacio urbano contemporáneo. En este contexto, además de la investigación bibliográfica crítica del fenómeno, se estudió un barrio cerrado, como se describe en la novela Tortilla Curtain de T. C. Boyle a la que se aplicó el análisis de contenido. El objetivo del trabajo es contribuir a un enfoque interdisciplinario de la ciudad contemporánea y crítica anatómica de los fenómenos que se alejan, pero donde al mis-

mo tiempo se hace imprescindible la exigencia de un ethos espacial de derecho.

TEORÍA EL CONTEXTO

Los barrios cerrados se establecieron como un tipo residencial a partir de la década de los 70, mientras que en las décadas siguientes ya se habían extendido a escala global. Su colocación en el tiempo traiciona las condiciones particulares que acompañaron su aparición. La magnitud de la brecha social y la desigualdad, la exacerbación de la diversidad en relación con la inmigración generalizada, la retirada del Estado-nación en el contexto de la globalización y la transferencia de responsabilidades tanto a los organismos supranacionales como a los individuos describen el término de vecindario del barrio cerrado (Sassen 2010; Bauman 1997). El cambio simultáneo de interés en la gestión de lo parcial y lo superficial, en lugar de buscar relaciones causales en el contexto de una planificación global, contribuyó a la intensidad del fenómeno, atribuyendo a la planificación urbana el poder de terapeuta social. MIEDO, PRIVACIDAD, PUERTAS

Los límites materiales de los barrios cerrados, la puerta, la valla, marcan la prohibición de entrada a los no residentes. La forma de los límites sube hasta muros altos y compactos de gran altura y una caseta con un guarda armado (Grant y Mittelsteadt 2004). En una visión general de los límites, el vallado separa un espacio de otro, en cambio la entrada es la ruptura del vallado y la eliminación de la separación y

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en este sentido, constituye un límite negativo. En las gated communities, donde el vallado existe en su plena función, pero la entrada es controlada y selectiva (Fig. 1) y, por lo tanto, adulterada en cuanto a su función natural –es decir, la eliminación de la separación–, los límites tienden a su expresión absoluta como elementos materiales de separación.

No sería exagerado decir que el tríptico de peligro-miedo-seguridad aparece en el debate actual sobre las comunidades cerradas como la quinta esencia del fenómeno. El poder normativo del miedo se extiende a la orientación moderna de la planificación urbana y a la formación de una corriente que ya se conceptualiza como planificación defensiva. La forma y función defensiva de las gated communities consiste en controlar el acceso al barrio mediante la instalación de vallas,

así como en ejercer la supervisión mediante la implementación de sistemas de control en la entrada e interior del asentamiento (Fig. 2, 3). El control de lo diferente se consigue, por un lado, a través de la disminución de la calidad del barrio público y, por otro lado, a través de la intensidad de privacidad e introversión. Sin embargo, aparece la paradoja de que el deseo de puertas de los habitantes no se refleja en una eficiencia real de las puertas, lo que indica la búsqueda de alguna función simbólico-ideológica. Los límites en el espacio pueden tener variedad de funciones y significados, distinguir y excluir o unir, provocar la comunicación o la coexistencia neutral paralela. Con el tiempo, la comunicación diaria entre las personas cambia el habitus y transforma los significados del espacio (Petropoulou 2020).

Fig. 1 Gated community en California. De izquierda a derecha: puerta peatonal, salida de vehículos, entrada de residentes, entrada de visitantes. Fuente: el autor.

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Fig. 2, 3 Gated community en California. Prohibiciones de entrada y advertencias de vigilancia dentro de la comunidad. Fuente: el autor.

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Así, los límites en sí mismos son un término neutral y no significan nada, adquieren significado de las relaciones de las partes de ambos lados y, dependiendo de ellos, pueden significar cualquier cosa (Marcuse 1995). Además, la posición del límite constituye un acto político, ya que el límite actúa como condición para un proceso de correlación entre las partes, aunque sin determinar el tipo de relación (Blakeky y Snyder 1997). En el caso de los límites exclusivos lo que ocurre es la pertenencia, el, ser miembro, alguien que tiene que estar dentro y alguien fuera. Para Žižek (1989), la fantasía ideológica, la creación de una ilusión, apoya el cierre de la brecha antagónica, la repulsión de la imposibilidad inherente de integración de la sociedad. Los habitantes de las ciudades contemporáneas no tienen el espejismo de que sus puertas proporcionan seguridad (Low 2004), pero siguen confiando en ellas en la práctica, porque pasan por alto que su práctica diaria, su cerramiento dentro de los límites, está estructurado por una fantasía ideológica, un fetichismo de puertas. Sin embargo, señalando al otro como la causa de la segregación social y aislando al externo como un medio de aniquilación, la paz del vecindario adquiere un significado adicional. Consideradas por definición a salvo de la delincuencia, las gated communities en un mundo inseguro y violento mantienen o aumentan su valor de mercado, lo que incita aún más al asentamiento de poblaciones de altos ingresos en la zona (Le Goix 2006). Además, el espacio panóptico de los barrios cerrados supervisado por cámaras, sistemas de vigilancia interna y patrullas, responde a la búsqueda de homogeneidad y coherencia e identidad de los residentes que son adquiridas con su instalación e integración en

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la comunidad. A través de métodos de exclusión y homogeneización, se destaca la formación de un espacio post-social de islotes exclusivos autónomos para la normalización de lo diferente y el sellado de la brecha. COMUNIDAD Y ESPACIO COLECTIVO

Un segundo eje central de análisis de los barrios cerrados es el concepto de comunidad. Es un hecho que el espacio tiene la habilidad de influir en las relaciones del campo social, pero esta habilidad no es independiente de la realidad social más amplia (Tsoukala 2010). En el contexto de un enfoque psicológico de los barrios vecindarios cerrados, la comunidad se identifica con el concepto de sentimiento de comunidad, el cual en la realidad de los barrios cerrados parece limitarse a cualidades de exclusividad (Wilson-Doenges 2000). Además, las gated communities expresan una tendencia general a huir de la urbanización, a deshacerse de los sufrimientos que parecen ser idénticos a los de la ciudad. Esta incriminación de lo urbano revela una nostalgia de lo no urbano como forma pasada de vida. Sin embargo, las propias gated communities se limitan a la aplicación de alguna forma externa correspondiente a lo no urbano, lejos de abandonar la urbanidad. Esta interpretación de la ruptura posmoderna de forma-contenido, con la reintroducción de la idea nostálgica de la comunidad preurbana en los barrios cerrados, fracasa porque el esquema está desvinculado de la forma y contenido en el espacio y hace que la nueva estructura sea históricamente ineficaz. Además, un espacio narcisista que refleja el grado de individualismo y exclusividad (Kondylis 1991) parece

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constituirse en la forma autorreferencial de las gated communities: el recinto material del barrio cerrado se convierte en un proceso de autorrealización, completación de la identidad rota del sujeto posmoderno, intensificando las cualidades privadas del barrio. Sin embargo, la dimensión comunitaria de los barrios cerrados también tiene dimensiones políticas. El sistema de administración privado aplicado a las gated communities es parte de la devolución neoliberal de responsabilidades por parte del Estado a los organismos públicos locales y a diversos organismos privados (McKenzie 1994). La organización del consumo colectivo, así como la gestión de funcionamiento del asentamiento son responsabilidades, cada vez, del respectivo esquema administrativo de los barrios cerrados. En la medida que esta forma constituye un método contemporáneo de organización de social, el barrio cerrado forma una unidad estructural espacio-política en la red de las relaciones de poder globalizadas. Además, en la medida en que el barrio cerrado forma una comunidad, asume un papel de político activo más allá de su visión como una agrupación espacial de múltiples unidades de viviendas. De hecho, en el paisaje posmoderno de la micro-política, la división de la esfera pública en territorios micro-colectivos, la plétora de movimientos sociales y acciones donde el carácter progresista o conservador de las reivindicaciones individuales es indiferente, las gated communities constituyen un movimiento social más, el cual esta vez anima a la clase media a la preservación de su privilegio económico.

CASO DE ESTUDIO EL TRASFONDO DE LA NOVELA

La novela que se estudió en el contexto de este trabajo se refiere a los Estados Unidos de América de los noventa en un contexto de intensa migración desde América Latina y los países de Asia y África, así como la ampliación del libre mercado y la brecha social. Esta condición comenzó a gestarse con el aumento de la movilidad de capital, la marginación de la mano de obra y el retroceso del estado de bienestar a partir de la década de los 70, y aumentó aún más las desigualdades existentes en la distribución espacial de bienes, así como en los valores de la tierra dejando a un gran porcentaje de la población sin hogar (Harvey 1992). La historia de Delaney y Cándido se desarrolla en California, Estados Unidos, en el cañón Topanga al oeste de los Ángeles. La gated community de Arroyo Blanco, está construida al oeste de la avenida del cañón, en el corazón del paisaje natural que se extiende alrededor del cañón y cerca de ciudades y áreas urbanas como Canoga, el asentamiento de Woodland Hills, de Calabasas, de Thoysand Oaks, de Monte Nido. Al este de la avenida del cañón está el Parque Estatal Topanga, donde viven escondidos los migrantes ilegales, Cándido y su mujer América, así como la oficina de Correos en cuyo aparcamiento se reúnen los obreros. Toda la historia trata del enfrentamiento de los dos mundos y el intento de unos por sobrevivir y de los otros por preservar los logros. La principal distinción espacio-social representada en la novela es la del lugar de residencia entre ciudadanos y no ciudadanos. La primera categoría incluye empresarios, ejecutivos y científicos estadounidenses blancos

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de clase media, cuyas casas están ubicadas en comunidades privadas en las afueras de Los Ángeles. A la categoría de ciudadanos también pertenece la pequeña burguesía americana y los migrantes legales que ya viven en la zona más amplia del cañón Topanga amenazando los valores de la tierra y los nuevos mercados inmobiliarios. A la segunda categoría pertenecen los trabajadores migrantes ilegales de color que viven en un estado de pobreza absoluta y miseria inhumana y están ubicados en el espacio natural del cañón que proporciona vivienda a todo organismo vivo fuera del contexto civilizado urbano. La comunidad de Arroyo Blanco aparece inicialmente como un asentamiento privado abierto con residencias privadas cercadas. Sin embargo, para hacer frente al peligro natural y al provocado por el hombre, luego se transforma en una comunidad cerrada con la instalación de puertas de control de entrada y un puesto de control en la entrada principal del asentamiento. Finalmente, para mayor seguridad se completa como barrio cerrado con la construcción de un muro de hormigón perimetral en sus límites con el entorno, de 2,10 metros de altura. En el curso de este desarrollo, las medidas de seguridad técnico-espaciales se intensifican para cada una de las residencias privadas por separado. La comunidad Arroyo Blanco se encuentra en el límite natural y urbano limitando, por un lado, con el auténtico paisaje natural y, por otro lado, con las zonas urbanizadas vecinas. Incluye alrededor de 250 casas, a cada una de las cuales le corresponden una extensión de 1,5 hectáreas, áreas comunes para deportes, circulación y verde, así como un centro comunitario ubicado ¨en la cima del cerro que domina arri-

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ba¨ de la vía principal del cañón y la calle principal del asentamiento. El espacio se distingue por una estricta uniformidad y la organización de las casas es similar con pequeñas diferencias en los planos. Además de su entrada principal, el asentamiento cuenta con otros accesos, que en el recorrido quedan bloqueados por el muro perimetral. El asentamiento tiene carácter político y está autogobernado por un comité de habitantes, mientras que se convocan asambleas generales y extraordinarias donde las decisiones se toman por votación, con escasa participación, sin embargo, de los habitantes. El asentamiento está habitado por una población de trabajadores de clase media. Las actitudes de los habitantes son parte de un marco de privatización y consumismo, mientras siguen un modelo de vida ecológico y resaltan la identidad liberal-democrática, mostrando, no obstante, diferencias ideológicas entre ellos: unos insisten en los ideales humanitarios y las libertades individuales y otros, frente a la percepción del peligro y la creencia de la necesidad, dan paso a prácticas de discriminación y exclusión. EL IDEAL DE ARMONÍA ENTRE LA CIUDAD Y LA NATURALEZA

La configuración de límites del asentamiento, así como multitud de prácticas cotidianas de los habitantes forman parte de un clima general de huida de los sufrimientos de las personas y recuperación de un estado de vida más natural. Al mismo tiempo, el asentamiento, aunque construido en la naturaleza, alberga una población que pertenece a la clase media contemporánea, así como un modelo de vida por lo demás urbano en términos de hábitos, comodidades y placeres. En este sentido, el asentamiento es una

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forma híbrida de urbano y natural, mientras que al mismo tiempo su carácter de demarcación limitado intensifica cada cualidad y cada carácter dentro de él. De hecho, la demarcación del asentamiento busca protección tanto del entorno exterior natural como urbano intentando, al mismo tiempo, hacer converger a los dos dentro del asentamiento, dentro de sus límites. En otras palabras, a través de la limitación se busca la unión armoniosa de lo urbano y la naturaleza y específicamente la eliminación del peligro urbano a través de su carácter natural, es decir, una eliminación total del peligro mediante una función natural y urbana complementaria. En este sentido, la demarcación del asentamiento aparece como un escape a una realidad imaginaria, mimética, realidad donde se busca la integración del sujeto en su lugar perdido, la reconexión de su ser roto, natural y social. En el mismo sentido, además, se busca la realización imaginaria del colectivo, esta vez sujeto, a través de la innovación del asentamiento cerrado como comunidad.

Evidentemente se trata de la construcción de un objeto nostálgico, ya que esta supuesta recuperación de una parte perdida y la restauración de la existencia de un sujeto completo nunca existió. La nostalgia expresa esa tendencia en la que el presente es reconocido como un valor inferior al pasado y también manifiesta la necesidad de un proceso de relleno de las grietas y huecos de la imperfecta existencia humana y social. En este sentido, el espacio nostálgico de los barrios cerrados es otro aspecto del diseño con transcendencia política, asumiendo el poder regulador en el presente y en la perspectiva del futuro. Uno diría que el deseo nostálgico del espacio “completo” de un asentamiento

seguro y cohesionado se refiere a la noción de melancolía y la consecuente creencia impenitente en un objeto desde el principio ausente, no perdido, de cualidades indefinibles que se desean sin ser conocidas, estimulando estados de ánimo ambivalentes (Freud en Butler 1997). Sin embargo, mientras la identificación melancólica con el objeto ausente es la que asegura su posesión eterna, en el caso de las gated communities, el vacío de la armonía perdida se llena por definición con la propia gated community. En efecto, mientras el aislamiento de un melancólico de la ciudad plantearía cierta demanda simbólica de mejora de la ciudad para que su recuperación dentro de ella valiera la pena, la gated community es una opción positiva, se propone como un lugar mejor de la ciudad, una heterotopía que ya existe. INTERIORIDAD, EXTERIORIDAD

Además, durante su transformación en barrio cerrado, el asentamiento Arroyo Blanco fortaleció su existencia interna, que ya había mantenido desde su formación inicial como comunidad privada abierta: la comprensión de la amenaza como externa, que ya existía antes que la gated community, había dado al asentamiento original una cualidad de interioridad, a pesar de que el espacio era abierto, sin límites establecidos. Así el asentamiento formaba su –resquebrajada desde afuera– identidad como interioridad en referencia al exterior. Sin embargo, su transformación en barrio cerrado provoca un impacto en su identidad espacio-social: mientras que inicialmente, antes de ser cerrado, sacaba su interioridad interactuando como abierto con el exterior- y la amenaza externa- desde el mo-

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mento en que se cierra y se aísla del exterior, se constituye ya como un interior autorreferencial y pujante, en un proceso de reconstrucción de su resquebrajada identidad: la exterioridad ahora ha sido eliminada, no forma parte y no distorsiona la identidad del asentamiento.

En este sentido, los enfoques para ver el sujeto como componente desde el exterior –desde la sociedad, la lengua, la cultura– están en desacuerdo con el modelo de gated community, donde, por el contrario, las teorías de autonomía parecen más compatibles. En efecto, la transformación material del barrio en una gated community conlleva consigo toda la carga simbólica de las gated communities, reconstruyendo la identidad social de los habitantes que ahora está determinada por el hecho de su residencia en la gated community. La gated community aislada del resto del mundo como interioridad completa se forma como ¨imagen¨ en el contexto de nuestra cultura mercantil, como la describe Debord (2002/1970), proporcionando una versión perfecta y completa de la realidad. Desde un punto de vista lacaniano, esta visión narcisista del asentamiento, la exclusión del de fuera y el cierre de la brecha social a través de su cerramiento, es lo que queda de la realidad si se le quita lo Real. De la forma “virtual” de la gated community, está ausente la causa exacta que condujo a esta forma y la cual pertenece y permanece fuera, en la realidad misma como lugar de competencias y conflictos, imperfecciones y desarmonías. La interioridad del asentamiento, en el sentido definido anteriormente, es decir, con la formación de una identidad autorreferencial a través del cerramiento, se refuerza definitivamente a través de la función simbólica de las puertas. Está

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activo aquí un fetichismo de las puertas, el cual tiene el significado no del registro exitoso de propiedades que el objeto en realidad no tiene, sino una pérdida de memoria relacionada con sus propiedades reales. De hecho, los habitantes se dan cuenta constantemente de que las puertas no les brindan la seguridad codiciada, sin embargo, como si lo olvidaran de inmediato, buscan cada más intensamente medios para fortalecer el cierre de puertas. Este reconocimiento fetichista del objeto de las puertas de una autoalimentada sustancia intensifica su carácter interior de barrio cerrado ya que, mantiene eficientemente la preservación de su identidad espacial a través de procesos exclusivamente internos. PRIVADO-COLECTIVO-PÚBLICO

El barrio cerrado conserva en su interior tanto espacios particulares, como son las viviendas con los patios, los jardines y las sendas, como los espacios comunes públicos, como el centro comunitario, las instalaciones deportivas y los estadios, los aparcamientos exteriores y la circulación en el asentamiento. En estos espacios, los habitantes, realizan reuniones y acciones comunes que tienen que ver con los temas del asentamiento mientras que las relaciones sociales personales entre ellos parece que no existen. En este contexto, surge una nueva cualidad en el ámbito del asentamiento cerrado, en el intervalo entre el espacio público y privado, el de lo colectivo, pero tiene algunas peculiaridades y desviaciones de lo que tradicionalmente percibimos como colectivo. El carácter colectivo de la gated community concierne ante todo a la formación comunitaria del asentamiento a través de su establecimiento espacial único y

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mediante la gestión y administración conjunta de sus asuntos internos, es decir, los que conciernen al territorio y los eventos dentro de sus límites espaciales. Además, el cerramiento del asentamiento refuerza tanto el contenido interior como funcional de asentamiento, o sea, su carácter de colectivo espacial. En efecto, es la forma espacial, el espacio cerrado y encerrado, ya que se basa en los principios de cerramiento, exclusividad y privacidad, que acompaña al carácter colectivo del asentamiento. En otras palabras, el carácter colectivo y el espacio cerrado en la gated communities están directamente conectados y se refuerzan mutuamente: el cerramiento del espacio no es una forma externa de la comunidad privada la cual cambia un contenido claramente estructurado. En efecto, el carácter privado de un asentamiento también puede existir sin la instalación de límites materiales que prohíban y controlen el acceso. Pero el fortalecimiento de la privacidad mediante el control del acceso a la zona colectiva del vecindario produce una nueva cualidad, el colectivo privado, que también parece constituir el tema central de la exclusividad y exclusión producida por este tipo espacio-social concreto. Así, mientras la comunidad privada esté abierta, es un hecho la clara separación de los espacios públicos y privados: por razones de seguridad, las casas privadas se vallan. Sin embargo, cuando el asentamiento se transforma en una gated community, con la instalación de una puerta de control y un muro perimetral, la distinción entre público y privado –dentro y afuera, controlado y descontrolado– en lo que se refiere a las casas y a los espacios comunes empieza a difuminarse y se transfiere ya a la relación del asentamiento con su entorno exterior. Lo que ocurre es un desplazamiento del

límite perceptivo entre el espacio que es suyo, controlado y seguro y el que no controlan y es peligroso, desde la casa particular y el espacio del vecindario al espacio del vecindario y el mundo exterior. Sin embargo, esta transferencia tiene más el significado de la intensidad del espacio privado a través de la expansión de sus cualidades en el espacio colectivo del barrio, que el significado de una apertura de la casa privada en la vida colectiva del barrio. El desplazamiento del límite del espacio privado de la escala de vivienda a la escala de barrio y el consiguiente significado del barrio como vivienda ampliada significa la expansión del carácter privado-interpersonal de la vivienda y en el barrio. En la vivienda urbana moderna, el espacio privado de la casa se considera núcleo de la esfera privada, y como tal, se enfrenta al espacio social del vecindario, la ciudad y el mundo (Lefas 2009). Sin embargo, en el modelo vivo de la gated community, la esfera privada se extiende más allá de su hogar y cubre, sin más confrontación, el vecindario y el asentamiento. En este contexto, la cualidad del interior en el espacio, que tradicionalmente acompaña a la vivienda y se refiere al espacio cerrado por la atmósfera, se extiende ahora a la escala de barrio e indica la cerrazón que el vallado asegura tanto en los edificios como en sus espacios abiertos. Así, el espacio colectivo del barrio cerrado ya, acoge al mismo tiempo cualidades y características del espacio privado y se extiende como espacio colectivo privado, en lugar de como colectivo público. Esta medida define una dimensión adicional del espacio colectivo de la comunidad cerrada: las cualidades espaciales de un lugar que se dirige a la diversidad colectiva de las personas, como el barrio urbano abierto, cambian y determinan ahora

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el nivel interpersonal de los miembros estrictamente identificados de la comunidad cerrada. REFUGIO Y ESPACIO DOMINANTE

La transformación del asentamiento de una simple comunidad privada a una comunidad cerrada significó la exclusión de todo el entorno y los peligros que les amenazan fuera del área que describe los límites del asentamiento y, por lo tanto, la creación de un entorno ¨puro¨en su interior. Esta pureza se refiere a una cualidad de realización y cohesión, que puede ofrecer la homogeneidad social de los habitantes y el mantenimiento de un estilo de vida común, mientras que al mismo tiempo promete mantener la posición de los habitantes en las relaciones jerárquicas del campo social competitivo. En este sentido, la espacialidad depurada orientada al barrio cerrado tiene la importancia de establecer un Todo residencial espacio social, inviolable e invulnerable frente a cualquier factor erosivo amenazante, un Todo que se entiende como la restauración-reparación de la realidad externa dañada dentro de los límites específicos del asentamiento. El control de acceso y la pureza que consigue refuerzan el carácter colectivo del asentamiento, pero con un significado específico: en la medida en que lo sella del entorno espacio-social; es decir, en la medida en que constituye la colectividad como cerrada. Realmente la demarcación del asentamiento significa el control del acceso mediante la instalación de límites materiales, en lugar de simplemente mediante la declaración de carácter privado del asentamiento y, por tanto, a través de la adquisición en el asentamiento

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de la cualidad de cierre. Entre las gated community y los espacios exteriores de consumo, trabajo u ocio se recomiendan recorridos axiales con puntos de partida y, finalización en la gated community, mientras los espacios que se encuentran en el otro extremo de cada eje no parecen estar conectados entre sí. Además, en términos de continuidad-discontinuidad, la continuidad se entiende solo por la gated community hacia su espacio exterior, que termina definitiva e irreversiblemente en el límite material del barrio cerrado. En este sentido, la gated community parece investida con la cualidad de una peculiar centralidad como el punto desde el cual las acciones parten y se difunden y en él terminan nuevamente de manera controlada o como otra versión del espacio panóptico desde el cual alguien observa y organiza sin ser él mismo accesible, gozando de esta manera de una primacía de dominación frente a los demás. Desde este punto de vista, la gated community constituye para sus habitantes un refugio privado de las distopías del mundo contemporáneo, cuyas cualidades de cerramiento, de uniformidad espacial y homogeneidad social se solidifican y refuerzan frente a un exterior amenazador. En lo que respecta a la cualidad específica de la cerrazón del espacio, la gated community se articula en los conceptos de privacidad y la seguridad al articularlos entre sí. Además de esta última articulación, la comunidad cerrada y la práctica espacial del cierre de puertas se entrelazan por cuestiones de riqueza y poder, revelando como el otro lado del refugio el establecimiento de un espacio dominante, cuya función particular en la ciudad contemporánea se asocia a su límite exclusivo unilateral en relación con el resto de la ciudad.

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En su participación en las relaciones sociales de dominación/sumisión, la gated community responde con su especial cualidad colectiva, como un espacio colectivo con cualidades de independencia, ampliado desde el límite de lo privado y encogido desde el límite de lo público. Además, como quintaesencia de la privacidad y seguridad del asentamiento se revela a lo largo del texto el límite entre el interior y el exterior, cerrado y abierto, la cerradura, la entrada. Por el contrario, el elemento más importante para la seguridad de la casa improvisada de Cándido en el espacio natural es el techo, que protege del tiempo, no la entrada. Allí el control de acceso pierde su importancia primordial como herramienta para lograr un espacio seguro. El espacio de la casa en la naturaleza se configurará como seguro con la construcción del techo, mientras que cualquier cerradura en la entrada es indiferente. En este sentido, el control de acceso adquiere significado en relación a la seguridad del espacio solo en el ámbito social urbano y la competencia que lo rige, mientras que en la naturaleza como lugar ecuménico se despoja de su contenido. CUESTIÓN DE SOSTENIBILIDAD

Para protegerse del peligro de los depredadores, los que amenazan los bienes de los habitantes del asentamiento, la novela propone dos soluciones. Una conduce a la fortificación del asentamiento con la instalación de límites materiales, los cuales evitarán la invasión del peligro dentro de la comunidad. Este punto de vista busca eliminar el peligro exterior y mantener un área limpia del asentamiento. Al final de la historia, los límites exclusivos del asentamiento se destruyen, ya que resultan ineficaces,

y el enfoque de cierre de puertas se señala como insostenible, mientras que se establece una ética espacial de armonía en un contexto de reconciliación, perdón y consenso de ambas partes en las condiciones existentes. La otra solución propone una especie de gestión de la situación de guerra como medio para prevenir los ataques de los oponentes y la posible inversión de las relaciones entre las dos partes. El objetivo es suavizar las relaciones conflictivas y la convivencia armónica de los diferentes a través del respeto del adversario y la comprensión de su propia realidad. Sin embargo, en la medida en que esto se implemente en prácticas de mera no provocación, en una especie de convivencia paralela a través de la convivencia consensuada de cada uno en su lugar, se trata aquí también de una forma de exclusión indirecta. Es comprensible que en este enfoque el espacio funcione, de una parte, como un campo de mitigación social y, de otra, como un campo de aceptación de la diferencia social, una aceptación en la que se basa la crisis sobre la viabilidad de este asentamiento urbano. Esta versión, además, del respeto entre los diferentes en un marco de convivencia paralela, parece ser coherente con los enfoques económicos de sostenibilidad de la organización del espacio urbano en sectores cerrados. El espacio colectivo privado de las gated communities se propone como una solución de sostenibilidad urbana, en el contexto de una teoría de la eficiencia de las ciudades privadas, un conjunto de espacios-club, para las necesidades del desarrollo contemporaneo (Webster 2002): la idea es que el mantenimiento del espacio es económicamente menos perjudicial si cada uno asume el coste de los espacios públicos que utiliza. En esta medida, la colectividad de las gated

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communities es completamente diferente a otros colectivos con cualidades públicas. Permanece, sin embargo, el hecho de que, en el mundo contemporáneo, colectividades de todo tipo prosperan en un contexto de apoyo a los procesos de autorrealización de los individuos o el fortalecimiento de la individualidad y el narcisismo a través de la integración y discriminación por los restantes del conjunto (Kondylis 1991).

CONCLUSIONES Las gated communities están cargadas de una contradicción básica: si bien con su estructura interna invocan una moralidad de la armonía, el principio y el punto de partida de su existencia es la desarmonía del mundo, la cual no buscan corregir sino evitar. La condición cósmica descrita en el texto de la novela se basa en un estado generalizado de competencia, en cuyo contexto también tiene sentido la delimitación del espacio como exclusivo. De hecho, aquí la comprensión del espacio está conectada con la visión del individuo, no solo como distinto de la sociedad en su conjunto, sino también como amenazado por ella, respectivamente la correspondencia entre espacio público y privado, donde el primero se percibe bajo la amenaza de este último en lugar de posiblemente como parte integral de él. Además, lo opuesto, conflictivo, esta correlación de lo privado y lo público, lo individual y lo social, finalmente lo de dentro y lo de fuera, resalta el contraste entre el asentamiento independiente, de relleno y acabado y la ciudad pública en ruinas y elíptica. En esta medida, sin embargo, la correlación de adentro y afuera, como se evidencia en la ciudad de las gated communities implica una

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negación de la aceptación de la brecha radical posmoderna como principio en cuanto a dentro, en el individuo, en lo privado: el barrio cerrado mantiene esta negatividad como una característica solo de afuera, de lo público, de la sociedad, ignorando que se relaciona tanto con el sujeto colectivo como con el individual. En este sentido, la ciudad de las secciones cerradas revela la ilusión de un entorno de armonía urbana, del que se han borrado las huellas sociales de su producción. En la enseñanza madura de Lacan lo Imaginario se acerca a lo Real: debajo del prójimo-semejante, la imagen espejo, acecha al otro inhumano, el otro absoluto de lo Real, la convivencia con el cual no puede ser en lo más mínimo soportable, salvo si el Otro simbólico interviene, a quien ambos deben someterse, para entrar en una relación intersubjetiva (Žižek 2001). Pues bien, ¿en la gated community, los lugares a ambos lados de los límites no constituyen lo imaginario para el otro, la imagen que para los que están fuera de los muros representa el Ego ideal, lo que les gustaría ser a ellos y para los de dentro el aspecto sucio invertido, en el que nunca querrían caer?, y ¿es exactamente por esa razón que se encerraron dentro? Y, al mismo tiempo, ¿estas partes de ambos lados no encarnan el otro inhumano el uno para el otro, la diferencia radical dentro de cada uno, los ¨demonios internos¨ de ambos que como ¨demonios¨ se mantienen alejados, los unos expulsados brutalmente y humillados y los otros habiendo sacrificado su propia libertad, y como ¨internos¨ que fueron exactamente demonizados el uno dentro del otro como la amenaza real, los unos de la riqueza de los de dentro y los otros como los generadores de la miseria de los de fuera? Y, sin embargo, conviven gracias a la mediación de las puertas,

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las cuales lograron transformar la monstruosa Cosa de ambos en la representación del simbólico otro único, de un sujeto urbano completo. Los barrios cerrados sugieren un espacio urbano postsocial, una ciudad de exclusividad y exclusiones, la cual adquiere la forma unida de los tramos cerrados y excluye el resto de la zona urbana. En una gama más amplia de técnicas de control en el contexto de una gubernamentalidad espacial que asume la gestión de los habitantes (Foucault 1991), la centralidad de la comunidad cerrada se traduce en un parámetro de gestión del orden social y económico de la ciudad. En esta versión contemporánea de organización urbana es que ahora son los estratos superiores los que están aislados, en lugar de los estratos sociales inferiores los cuales ahora utilizan la ciudad abierta. Específicamente, en la disposición contemporánea del espacio urbano en islotes exclusivos individuales, sucede que el contenido de la ciudad, las funciones y usos que componen la vida urbana, así como los respectivos gobernantes de la ciudad, se trasladan dentro de los límites de los islotes. Se trata del traslado de la ciudad, de la vida urbana y las personas que la operan, desde el espacio urbano abierto de la plaza, las calles y los edificios, desde la ciudad pública como la conocíamos hasta hoy, a las áreas exclusivas controladas que ahora se hace cargo de la realización de lo urbano. En el orden socio espacial introducido por las gated communities, la ciudadanía se combina con la privatización y la abstención de la vida pública. Por el contrario, la naturaleza de lo público concluye en el “otro” marginal. Respectivamente, el espacio urbano se transforma. Las funciones urbanas se trasladan al islote, en zonas controladas de carácter exclusivo, que ahora dan forma y significado al

concepto de ciudad. Los centros comerciales, de trabajo, de ocio, de servicios, de educación y de salud se ubican en espacios cerrados y vallados, en barrios espeluznantes dentro o fuera de la ciudad, donde lo urbano se percibe como relacionado con cualidades de cercanía, demarcación y exclusión. En la ciudad que queda libre, se deja la vida marginada que tradicionalmente estaba asentada en espacios cerrados estigmatizados y en régimen de exclusión de la ciudad. La vida marginal e ilegal del mendigo se desarrolla en el espacio libre de la ciudad y se asocia a cualidades de apertura espacial, público, libertad y pluralismo. La morfología de la ciudad se invierte y las secciones del espacio privado cerrado forman redes de comunicación y de la vida cotidiana urbana reuniendo cualquier versión de actuación arquitectónica de lo construido y lo sin construir, mientras que el espacio público configura paisajes de abandono y olvido en la periferia de la ciudad, despojado de sus signos sociales conflictivos, símbolos vacíos y límites de los valores. Así, en contraste con la ciudad moderna donde la vida urbana se desarrollaba en el espacio libre y el regreso a la normalidad se limitaba al islote destacando la protección de los ciudadanos, la terapia de los otros o la necesidad de clasificación para el bienestar de todos, en el paisaje de la ciudad posmoderna los lugares se transmutan y la vida urbana se sitúa en las zonas de exclusividad que ahora adquiere un signo positivo, mientras que lo público se identifica con la negatividad. Se trata de “la inversión del modelo de ciudad foucaultiano”, la cual se registra en otras áreas de la vida urbana de los estratos superiores (Paraskevópoulos 2008). En este enfrentamiento, en cuanto a las gated communities, la función específica de los

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límites, la limitación material del vecindario, es crucial. En el espacio urbano formado por los barrios cerrados, la condición de exclusiones y exclusividades se concentra en el concepto de distinción espacio-social: con todas las diferencias y escaladas funcionales y formales, la función de los límites de las gated communities en el espacio se traduce a veces como una prohibición y, a veces, más moderado como el acceso controlado, pero siempre distingue entre “ellos” y los “otros”, siempre excluyendo a “ellos” frente a los “otros” (Pantelidou 2019). La generalización de la estructura limitada de la ciudad tiene como resultado el fortalecimiento del espacio privado y el debilitamiento al mismo tiempo del espacio público. El espacio urbano elimina sus cualidades público-políticas, se desurbaniza y degenera en un lugar de simple convivencia paralela. El espacio público, lo que queda de las áreas restringidas, debilitado por su estatus social, tiende a reducirse en un espacio físico de un analógicamente ya reducido individuo. En la medida de las apariencias y consolidación en la formación urbana contemporánea del fenómeno de barrios cerrados y otros puntos de control de acceso restringido exclusivo, destaca una nueva forma de organización, construcción y edificación del espacio urbano, una puerta urbanística que divide la ciudad por dentro y por fuera de las vallas. Realmente, lo que ilumina la perspectiva de las puertas urbanísticas es una ciudad de discriminación espacio-social y la intensidad de la brecha social, en la que el significado de vivienda se encuentra en la materialidad de la puerta de entrada y la vivienda se identifica como una condición urbana de aislamiento, privatización y cerramiento. La intervención humana en el espacio –

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desde sus formas más primitivas, en el sentido de soberanía territorial como presencia única y apropiación del espacio natural, hasta las formas más avanzadas de arquitectura y tecnología espacial– siempre conlleva el significado de protección frente a cualquier tipo de amenaza que está fuera de sus límites (Dripps 1997). A una distancia de cada reducción de lo social en la naturaleza, en la modernidad occidental la búsqueda de la protección se entrelazó con la demarcación de control de espacio y accesos con temas de propiedad y poder (Rifkin 2001). Las gated communities son una versión de esta evolución, ya que se configura específicamente según los términos del tratado moderno. En respuesta a la planificación urbana y las discriminaciones que intensifica, la arquitectura actual debe buscar formas de contribuir a los espacios y prácticas justas en lo que se refiere a los términos de las condiciones de vida de las personas en las ciudades. Una dirección para esto es la recuperación de su límite problemático y la investigación de un ethos espacial de justicia (Pantelidou 2020). En este contexto, la arquitectura debe estar a la altura de la amplitud de su carácter social y humanitario, pero también confrontar los límites de su dinámica. En cualquier caso, la relación entre arquitectura y derecho no se limita al diseño de cárceles y juzgados, sino que se extiende a reflexiones sobre las formas en que las ciudades que construimos expresan el concepto de derecho (Simon, Temple y Tobe 2013). Diferentes pensadores entre ellos como Bakhtin (1984/1968) y Foucault (1982) nos enseñaron que la realidad cuando se crea a nivel institucional y estructural, otro tanto se crea en los regímenes de la práctica durante la conducta vivencial y participativa de la vida cotidiana.

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Ahora, la necesidad de resistir el control de las puertas urbanísticas de las gated communities plantea la cuestión de activar la arquitectura juntos en el campo de la crítica y en la escala de la vida cotidiana, estimulando una poética judicial de la arquitectura, para explorar formas en las que la arquitectura, en lo que a ella res-

pecta podría contribuir a la creación de ciudades y relaciones justas. En la perspectiva de un ethos espacial de derecho, debemos reflexionar sobre la dinámica de los límites en el espacio y orientarnos a espacialidades de apertura y convivencia, abriendo las ciudades a la justa, común experiencia de las personas.

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Charikleia Pantelidou

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Charikleia Pantelidou es titulada de Arquitectura y Ciencias Sociales y doctora por el Departamento de Arquitectura de la Universidad Aristóteles de Tesalónica. Su trabajo de investigación tiene relación con enfoques interdisciplinarios del espacio y la Arquitectura. Su tesis doctoral estudia el fenómeno de los barrios cerrados en la ciudad moderna, además, ha elaborado investigación postdoctoral, becada por el Comité de Investigación de la Universidad Aristóteles de Tesalónica y la Fundación Nacional

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de Becas sobre la relación entre el espacio público y privado y la residencia colectiva moderna. Ha publicado artículos en revistas internacionales, libros colectivos, actas de congresos además de editar volúmenes colectivos en Grecia y en Inglaterra. Es autora del libro Comunidades cerradas y exclusión espacial-social: Transformaciones de forma y significado en el espacio urbano moderno, 2019, publicaciones Nisos. Enseña en la International Hellenic University.

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DIVIDED PAST, DIVIDED FUTURE – FROM CAPE TO JOHANNESBURG, SOUTH AFRICA Leon Krige University of Johannesburg, South Africa, leó[emailprotected]

ABSTRACT From the early history of Homo sapiens, survival of the fittest depends on co-operation. Humans formed settlements where the hunter-gatherers became warriors, while agrarians became farmers. This created a mutual relationship, where the warriors offered protection in exchange for produce. Later colonial settlements were established by explorers, from Europe, as hunter-gatherers, but they muted into farmer-producers for expansion and then back to warriors for survival. Colonial explorers annexed new terrain using Western forms of contract and title deeds unknown to those who roamed these lands before. The colonizers used addictive substance such as alcohol and tobacco which was almost unknown to indigenous tribes, weakening their morale and opening the door for exploitation.

In Africa, as in other colonized terrain, these events left a bitter tension between colonizers and indigenous inhabitants, with a history of slavery, war and racial divide as the long term damage. Legal systems were used to manipulate and control, from the Cape to Johannesburg and in between. This history and its outfall is summarized with reflection on the current status quo which has moved from racial to economic inequality, described in Soweto and Alexandra, two prominent townships of Johannesburg. Keywords: Colonialism, Apartheid, inequality, economic migration

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RESUMEN

RESUMO

Desde la más pronta historia del Homo sapiens, la supervivencia del más apto depende de la cooperación. Los humanos formaron asentamientos en los que los cazadores-recolectores se convirtieron en guerreros, mientras que los agricultores se convirtieron en granjeros. Esto creó una relación mutua, en la que los guerreros ofrecían protección a cambio de productos. Posteriormente, los exploradores europeos establecieron asentamientos coloniales como cazadores-recolectores, pero se transformaron en agricultores-productores para expandirse y luego volvieron a ser guerreros para sobrevivir. Los exploradores coloniales se anexionaron nuevos terrenos utilizando formas occidentales de contrato y títulos de propiedad desconocidos para los que vagaban antes por esas tierras. Los colonizadores utilizaron sustancias adictivas como el alcohol y el tabaco, casi desconocidas para las tribus indígenas, lo que debilitó su moral y abrió la puerta a la explotación. En África, como en otros terrenos colonizados, estos hechos dejaron una amarga tensión entre los colonizadores y los habitantes indígenas, con una historia de esclavitud, guerra y división racial como daño a largo plazo. Los sistemas legales se utilizaron para manipular y controlar, desde el Cabo hasta Johannesburgo y en el medio. Esta historia y su desenlace se resume con la reflexión sobre el statu quo actual, que ha pasado de la desigualdad racial a la económica, descrita en Soweto y Alexandra, dos destacados municipios de Johannesburgo.

Desde o início da história do Homo sapiens, a sobrevivência do mais apto depende da cooperação. Os humanos formaram assentamentos onde os caçadores-coletores se tornaram guerreiros, enquanto os agricultores se tornaram fazendeiros, fato este que criou uma relação mútua onde os guerreiros ofereciam proteção em troca de produtos. Mais tarde, exploradores europeus estabeleceram assentamentos coloniais também como caçadores-coletores, mas se transformaram, primeiramente, em agricultores-produtores para expansão e, posteriormente, novamente em guerreiros, para sobreviver. Os exploradores coloniais anexaram novos territórios utilizando-se de formas de contrato e títulos de propriedade ocidentais desconhecidas para os que perambulavam por estas terras. Além disso, os colonizadores europeus utilizaram-se de substâncias viciantes como álcool e tabaco, quase desconhecidas das tribos indígenas, enfraquecendo seu moral e abrindo as portas para a exploração. Na África, como em outros territórios colonizados, estes eventos deixaram uma tensão amarga entre colonizadores e habitantes indígenas, com uma história de escravidão, guerra e divisão racial como o dano a longo prazo. Da Cidade do Cabo a Joanesburgo, e entre, sistemas legais foram empregados para manipular e controlar. Esta história e seu desfecho são resumidos em uma reflexão sobre o atual status quo que passou da desigualdade racial para a desigualdade econômica, descritas em Soweto e Alexandra, duas áreas destacadas de Joanesburgo.

Palabras clave: Colonialismo, Apartheid, desigualdad, migración económica

Palavras-chave: Colonialismo, Apartheid, desigualdade, migração econômica

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Cities arose out of necessity for survival by means of co-operation. The collective term of cities go back to the early origins of human life. Many inhabitants working toward a common goal. As ancient as the occurrence of cities, is the quest for division within. Cities are the urban expression of collective energy, yet the hunger for power and wealth manifest in the form of greed, countering the sense of community in the form of oppression and division.

PREFACE – HISTORY Jan Van Riebeeck docked in the Cape of Good Hope with 3 ships on 6 April 1652, on contract for the Dutch East India Company (VOC) to establish a refreshment station for passing ships of the VOC. He was under strict instructions not to colonise the region but instead supply fresh water, fruit, vegetables, meat and medical assistance. In the same year a two year naval war between England and the Netherlands started, which hastened the first fort made of mud, clay & timber, surrounded by a garden. Meat was bartered with the local hunter gatherer Khoi-Khoi tribe. Despite the initial non-colonization plans, nine company servants were given permits to farm along the Liesbeeck River for wheat. They were given unlimited access to land but were restricted to trade only with the VOC. By 1659 the station produced sufficient goods to supply any passing ship, but since the Khoisan were seen as “uncooperative”, slaves were imported from 1657 (Aartsma 2012). The Khoi Khoi used the land for hunting and gathering, while the San grew produce for their own use, until farming started in 1657.

Fig 1 Goldblatt D. 1993 Hedge planted in 1660 to keep indigenous Khoikoi out of the first European settlement

Unlike the Dutch they did not have a written culture, with no title deeds to show. ”Van Riebeeck refused to acknowledge that land ownership could be organised differently from the Dutch/European way.” After the Khoisan were denied rights to the land they occupied, they unsuccesfully attempted armed resistance which continued. In response to the growing clashes, Van Riebeeck planted a wild almond hedge in 1660 as the first layer of protection of the Dutch settlement.Once the boundary was established. he sent exploration parties to investigate the inland. (Fig 1) After an attack by French ships and interest in the Cape by Britain, the VOC declared itself as owners of the Cape region in 1672, claiming they purchased the land from Osingkhima, leader of a Khokhoi group with brandy, tobacco and bread. From the moment of their arrival, the Dutch used written documents to dominate and claim land with the Khoisan who had no written culture, resulting in ongoing resistance. (Aartsma 2012; 2008).

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Fig 2 Signal-Hill-Midnight panoramic stitched image, by author 2010

The British invaded and occupied the Cape from 1795 until 1803, when it was handed back to the Dutch, but they permanently occupied the Cape after 1806 while at war with France (South African History Online 2011).

THE LEGACY OF SEGREGATION

As the move outwards from the Cape spread North the British founded Port Elizabeth, one of the earliest sites of urban division based upon racial segregation. “As the initial spatial

Fig 3 Goldblatt, D. The destruction of District Six under the Group Areas act, 1982

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Fig 4 Lions Ark –Ocean View drive Cape Town–, stitched panoramic by author 2014

design of the colonial outpost catered exclusively for European needs, missionaries founded a socalled location or separate residential area near the town centre for indigenous persons in 1834. The development of the Native Strangers’ Location is historically significant, as it provides insight into early colonial approaches that used segregated residential development as a mechanism of urban andministration and spatial control. It also represents one of the first authorised forced removals in a South African urban area.” (Strauss 2019, 139). Forced removals continued as the town expanded for the benefit of the European community using the Native Administration Act 3 of 1876, based on Roman Dutch legislation from the Cape. Following numerous forced removals, New Brighton outside Port Elizabeth became the first official township, “a legal precedent for the future development of racially segregated urban settlement in South Africa” (Strauss 2019, 140). After the establishment of Johannesburg as a gold mining town in 1886, the history of forced removals continued there, as in

Port Elizabeth and Cape Town, where natural topography separates the Cape Flats from Table Mountain and the sea. The beauty of the Cape is reserved for those with privilege, previously by legislation, now with very high property value.

PUBLIC HEALTH LEGISLATION AS A TOOL FOR SPATIAL SEGREGATION IN COLONIAL TOWNS

In the early twentieth century, infectious diseases were spreading through colonial towns. The use of legal frameworks to enforce spatial segragation increased racial tension, resulting in a “moral panic and racial hysteria known as sanitation syndrome. In Cape Town for instance, the eruption of plague in 1901 resulted in the swift relocation of 6000+ black persons from the urban centre” - similar to New Brighton at Port Elizabeth. In Johannesburg Indian inhabitants were removed from the inner city “Coolie Location” to Klipspruit township citing plague as the reason. (Strauss 2019, 141).

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SEGREGATION FOLLOWING THE PATH OF WEALTH TO THE NORTH

Fig 5. Goldblatt D. The farmer’s son with his nursemaid, on the farm Heimweeberg. North-West Province, 1964

Legislation furthering spatial segregation continued to control land ownership and rights – “In the Transvaal, the Precious and Base Metals Act 35 of 1908 also restricted the occupation of certain land by black families and individuals. The amalgamation of the four British colonies established the Union of South Africa in 1910.”

Between 1910 and 1948, this government developed legal systems for spatial control of land management, as the legal foundation for apartheid segregated urban development. (Strauss 2019, 145). In the height of apartheid from 1948 to 1990, legal frameworks were continuously used as tools to take away the human rights of Black and similarly segregated communities. Townships on the outskirts of cities were planned to be too far for protest to spread into the city or town centres, but within a few hours of public transport travel to work in the cities which they served. Townships themselves became the stage for protest by citizens, known as “unrest” often accompanied by long ‘state of emergency’ which extended the power of authorities, the military and the government to levels of extreme abuse. During this inhuman era Black and similarly classified citizens were forced to carry

Fig 6-6a Marabastad Pretoria-Pass book protest dance, analogue silver gelatin print, by author 1985

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Fig 7. Soccer City, Soweto, Aerial stitched panoramic by author 2012

a pass book at all times, for the sake of control by police and authorities. Soweto, short for South Western Township, is the largest township near Johannesburg, now a city in its own right. It is here that the functional 51/9 freestanding dwelling was reproduced at a massive scale, despite inefficient land use. Houses were laid out for quick access by military or police, with tall lighting masts which lit the area brightly at night. Even the largest stadium in the country, FNB Soccer City, is located in a kind of no-man’s land on the edge of Soweto, surrounded by dry dusty mine-dumps, the legacy of a gold mining town. GOLD FEVER TO DISSIDENT WATER

Gold fever brought a sense of international interest, in mining experts from the United Kingdom and Australia and along with it, heavy machinery and foreign labour. Once open cast mining was replaced with tunnels weaving deep under the city, pumped water became essential. Yet, the dry region had insufficient water for people, causing typhoid. “In 1889 Barney Bar-

nato acquired the concession for water supply originally granted to Mr James Sivewright… during the drought of 1895/6, water was sold from a wagon… resulting in a typhoid outbreak” A geologist, Dr Draper, saved the city by discovering water near Zuurbekom, which was handed to Barnato’s Johannesburg Waterworks company. Barnato made his millions not from gold, but from selling water to the mining companies (Malcomess and Kreutzfeldt 2013). In fact the river of inclined gold runs below that same Uitvalgrond triangle where “no gold was found”. As mining continued deeper and deeper, two chemists were credited with the recipe for cyanide used to release gold from the ore, still present in the acid water which fills abandoned mine shafts. (Bremner 2013). The city grew at unprecedented levels, but with great inequality between white foremen and black workers. The seeds of racism and discrimination were driven by greed. Mine managers had 2 baths to cleanse after coming to the surface, black workers lived in compounds and were paid a pittance. The most hardened teams were the shaft sinkers

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Figure 8 Dobsonville mine Soweto, stitched panoramic by author 2017

who sometimes worked 3 years to sink a shaft between 2,4 – 2,7km below ground (Goldblatt and Gordimer 1973). The old mine dumps, containing layers of excavated soil dug by thousands of labourers since 1886 are being recycled. Vast quantities of scarce water is used to wash out small quantities of gold, a secondary mine recycling. These huge artificial landscapes, dug from below by thousands of migrant workers, are now being removed again for greed. Many old mines con-

tain old tailing dams, used by local children for swimming on hot summer days. The mines contain traces of cyanide –used to remove gold ore, unenriched uranium and pyrite–, a toxic cocktail for any living creature. Abandoned mines are also recycled by Zama Zama, illegal miners who may have been trained before, usually armed for self-defence. They have no safety gear or backup. Informal networks of food, alcohol and even prostitutes serve the illegal miners at a premium price.

Fig 9 First-hole-1886, Langlaagte, 500 Zama Zama informal miners rework old shaft, by author 2015

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Fig 10 4829-Wemmerpan detail by author 2013

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Fig 11 Dark-Ponte-Citadel, Stitched panoramic by author 2015

Some seams or “reefs” contain the richest gold field the world has ever known. Mining activities have yielded over 1.5 billion gold ounces since the late 19th century –a third of all the gold that has ever been produced. The country’s wealth and its Apartheid system both developed out of this harsh mining en-

vironment. The economic boom continued for well over a century but today the gold deposits appear to be reaching depletion while the people of South Africa have reached a political settlement giving equal rights to all and setting their sights on growth beyond mining (Howcroft 2018).

Fig 12 Mills 02 Vortex Trains & Highway, analogue multiple exposure 50asa rollfilm by author 2021

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Migrant workers travelled from all corners of Southern Africa by train leaving families behind in search of an elusive pot of gold. Many never saw their wives or children again as mining took drastic tolls on health, treated in the worst manner by ruthless mining companies. “Coal Train”, a song by Stimela and Hugh Masekela, (1993) describe the train which carried thousands of workers from every corner of Africa to slave in the goldmines. (Figures 11/12)

ALEXANDRA TOWNSHIP VS SANDTON

Alexandra is one of the oldest townships of Johannesburg established in 1912, its population estimate ranging between 180000 to 750000, due to a large number of fluctuating informal residents. Its infrastructure was only designed for 70000, but every fixed dwelling has at least 3 shacks on the same 500-600 sq.m. The more recent East Bank has some community facilities, but dangerous flooding occurs along the banks of the Jukskei River. Streets are still lit

Fig 13 London road, Alexandra township, stitched panoramic by author 2013

Fig 14 Sandton skyline from Wynberg Alex – stitched panoramic by author 2010

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Fig 15 Newtown-Cooling Towers-Implosion. Analogue silver gelatin prints by author 1985

with sodium floodlights on tall timber poles, a remnant of apartheid riot control measures. (Fig 13) (The World Bank Group 2000) A great sense of community spirit remains in Alex since apartheid protest days. About 1km away across the M1 highway, glittering towers form the Sandton skyline, the new economic hub of Johannesburg. The JSE stock exchange moved here in 2000. Fig 14 Many workers commute from Alex to serve as the workforce of shops and companies in Sandton. While a few major corporate companies stayed in the Johannesburg CBD, the majority moved to Sandton or Rosebank, including Anglo Gold, a founding gold trade business. The

contrast between overcrowded Alex and corporate Sandton are extreme. In recent times, as higher income players of every race have acquired wealth, the division is far less about racial divide but rather about economic status. At the same time many historic landmarks of early JHB have been abandoned or demolished, like Newtown cooling towers, Eskom House etc. (fig 15) One of the greatest ironies is the location of the Gautrain intercity train which travels from Pretoria via Sandton through Marlboro / Alex to ORT airport. The greater majority of Alex residents are excluded from this facility due to its high cost, beyond the means of many

Fig 16 Marlboro Alex Firewalk Gautrain, stitched panoramic by author 2013

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allowing workers to reach areas of employment with public transport.

CONCLUSION

Fig. 17 (Jaroslava Pallas 2017)

unemployed or low income workers. The station is guarded with high security fencing. (Fig 16) The zoning diagram below clearly indicates the distance between townships and older suburbs. Apartheid spatial planning ensured sufficient distance in case of protest while

From the earliest times cities were made up of protectors, the hunter-gatherer evolved into warriors, mostly occupying the seat of power. Agrarian farmers who raise produce rely on the warriors for protection, paid for in food or taxes. In ancient cities they farmed land outside the walls, but came in for shelter and safety in times of war or conflict. History often shows how these roles are reversed, like the settlers who were sent as hunter gatherer explorers, but then become farmers when times of peace allow.

Fig 18 Top-Star-Booysens City & Suburban. Analogue silver gelatin print by author 1992

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So the early explorers of the Cape transformed to farmers, and back to soldiers during conflict, just as the Khoikhoi and the San battled for their existence in an unjust system. In the City of Johannesburg farmers transformed to gold miners, entrepreneurs and stock brokers, continuing the flux and trade between produce and prospect. Many workers were spatially separated from the city by apartheid planning. The division has moved from a racial to an economic barrier, but the divide is increasing due to corruption, poverty, pandemic and climate change. The City of Gold has become symbolic –a legacy which is rapidly disappearing. It is this strange sense of unprecedented making and removal of landscape that makes Johannesburg

a city of Non-Utopia. “U-topia is a Greek word, which translates directly as No Place” (Malcomess and Kreutzfeldt 2013). This was one of my first images of a mine, using an old manual Linhof 6 x 9 cm with expired film. It captures the surreal drive-in cinema located atop a mine dump, ironically named ‘The Top Star’. The approach road spiralled up like a DNA strand around an industrial ziggurat. The mine dump was recycled and removed around 2013. This man-made mountain no longer exists but for the illegal mineworkers and whole industries who supply them, it remains a viable but dangerous dream. Note the metal recyclers having a smoke break under the Willow trees.

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Leon Krige, (trained as an architect at Wits & Staedelschule Frankfurt under Prof Peter Cook – Archigram. Taught Architectural Theory & Design at Universities of Pretoria, Wits & currently UJ) is a photographer and architect documenting the urban topographies of major cosmopolitan cities. In his photographic practice, Krige uses high-resolution photography predominately at night. Working with long exposures, a single shot can take up to an hour to expose, during which time, the city revolves around the fixed lens. Nevertheless, his measured technique elucidates an exactitude of various nuanced luminosities: incan-

descent domestic interiors and sodium orange hues for infrastructure and control. Documenting the transitional urbanity of Johannesburg since the 1980s, he has recently started working with other megacities including Cape Town in South Africa; and Sao Paolo and Rio de Janeiro in Brazil. Investigating the history, development, and deterioration of these cities, Krige explores the topography and metamorphosis from high vantage points. It is at this vantage, that he often finds himself face to face with the stark reality of societies in transition: entire communities dispersed outwards, as developers populate the skyline.

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BOXED IN. CHALLENGES OF ESCAPING THE INHERITED SPATIAL REALITIES OF APARTHEID FROM THE CENTRE TO THE PERIPHERY Tebogo Emmanuel Ramatlo Tshwane University of Technology, Department of Architecture & Industrial Design, Faculty of Engineering and the Built Environment, Tshwane, South Africa, [emailprotected]

ABSTRACT This paper interrogates the existing spatial realities of Johannesburg as it was shaped by colonialism and the challenges of providing an inclusive urbanism between the centre, the periphery and the in-between. Johannesburg is a major urban centre in South Africa, with increasing economic and spatial inequality. The inherited spatial realities are still evident today; these structural realities are restrictive, unsustainable, and disadvantage communities ecologically, economically and socially. The paper is premised on an understanding that economic inequality is related to spatial inequality. The author draws on the personal lived experiences of being born on the periphery and the limitations of escaping the legacies of colonial spatial planning including the challenges of living on fragmented urban morphology.

The author looks at the typology of the segregated post-apartheid township and the negative elements of apartheids spatial planning, especially focused on the restrictions it has on housing, employment opportunities, transport and public space on the periphery in comparison to the centre and how the in-between spaces further perpetuate socio-economic disparity. The author attempts through research to understand the resilience adopted by the Soweto community to have a safe and welcoming place despite the persistence of structural restrictions. The intention is to address the fragmentation and segregation caused by the inherited spatial structures. The planning of colonial cities, especially Johannesburg was based on achieving maximum control. The urban morphology was many times based on policies that organised people through race, class, and ethnicity.Its

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spatial planning was defined by separating citizens into different racial groups and economic classes. The rich white people located in the suburbs in the centre and the poor black people located in townships at the periphery separated by wide natural and man-made buffers in-between. The urban morphology of Johannesburg will be studied with a comparison analysis with other African cities which have similar patterns of spatial fragmentation in urban form due to colonial powers. The aim is to observe, compare and propose a defragmentation process towards the transformation of Johannesburg. Keywords: African cities, Johannesburg, spatial fragmentation, spatial defragmentation, inherited spatial realities.

RESUMEN En este artículo se analizan las realidades espaciales de Johannesburgo, tal y como fueron configuradas por el colonialismo, y los retos que plantea la creación de un urbanismo inclusivo entre el centro, la periferia y los espacios intermedios. Johannesburgo es un importante centro urbano de Sudáfrica, y del sur de África, con una creciente desigualdad económica y espacial. Las realidades espaciales heredadas siguen siendo evidentes hoy en día; estas realidades estructurales son restrictivas, insostenibles y perjudican a las comunidades ecológica, económica y socialmente. El documento parte de la premisa de que la desigualdad económica está relacionada con la desigualdad espacial. El autor se basa en las experiencias personales vividas al haber nacido en la per-

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iferia y en las limitaciones para escapar de los legados de la planificación espacial colonial, incluidos los retos de vivir en una morfología urbana fragmentada. La autora examina la tipología del municipio segregado posterior al apartheid y los elementos negativos de la planificación espacial del apartheid, centrándose especialmente en las restricciones que impone a la vivienda, las oportunidades de empleo, el transporte y el espacio público en la periferia en comparación con el centro y cómo los espacios intermedios perpetúan aún más la disparidad socioeconómica. La autora intenta, a través de la investigación, comprender la capacidad de resistencia adoptada por la comunidad de Soweto para disponer de un lugar seguro y acogedor a pesar de la persistencia de las restricciones estructurales. La intención es abordar la fragmentación y la segregación causadas por las estructuras espaciales heredadas. La planificación de las ciudades coloniales, especialmente de Johannesburgo, se basaba en lograr el máximo control. La morfología urbana se basaba muchas veces en políticas que organizaban a las personas por raza, clase y etnia.Su planificación espacial se definía separando a los ciudadanos en diferentes grupos raciales y clases económicas. Los blancos ricos se situaban en los suburbios, en el centro, y los negros pobres, en los municipios, en la periferia, separados por amplios márgenes naturales y artificiales. La morfología urbana de Johannesburgo se estudiará con un análisis comparativo con otras ciudades africanas que tienen patrones similares de fragmentación espacial en la forma urbana debido a los poderes coloniales. El objetivo es observar, comparar y proponer un proceso de desfragmentación hacia la transformación de Johannesburgo.

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Tebogo Emmanuel Ramatlo

Palabras clave: Ciudades africanas, Johannesburgo, fragmentación espacial, desfragmentación espacial, realidades espaciales heredadas.

RESUMO Este documento interroga as realidades espaciais existentes em Joanesburgo, moldadas pelo colonialismo e os desafios de proporcionar um urbanismo inclusivo entre o centro, a periferia e o meio. Joanesburgo é um importante centro urbano na África do Sul, e na África Austral, com crescente desigualdade econômica e espacial. As realidades espaciais herdadas são ainda hoje evidentes, realidades estruturais estas restritivas e insustentáveis, que prejudicam as comunidades ecológica, econômica e socialmente. O artigo fundamenta-se no argumento que a desigualdade econômica está relacionada à desigualdade espacial. O autor, nascido na periferia de Joanesburgo, baseia-se em suas experiências pessoais de vida e nas limitações de escapar aos legados do planejamento espacial colonial, incluídos os desafios de viver em uma morfologia urbana fragmentada. O autor examina a tipologia de cidade segregada pós-apartheid e os elementos negativos do planejamento espacial do apartheid, em particular nas restrições à moradia, oportunidades de emprego, transporte e espaço público na periferia, em comparação com o centro e como os espaços intermediários perpetuam ainda mais a disparidade socioeconômica. Por meio da pesquisa, o autor almeja melhor compreender a resiliência da comunidade de Soweto para a construção de um lugar seguro e acolhedor, apesar da persistência de restrições

estruturais. O objetivo é investigar a fragmentação e a segregação causadas pelas estruturas espaciais herdadas. O planejamento das cidades coloniais, especialmente Joanesburgo, foi baseado na obtenção do máximo controle. A morfologia urbana foi muitas vezes decorrente de políticas que organizavam as pessoas pela raça, classe e etnia, sendo o planejamento espacial definido pela separação dos cidadãos em diferentes grupos raciais e classes econômicas. Os brancos ricos localizados nos subúrbios do centro e os negros pobres localizados em bairros da periferia, separados por amplos amortecedores intermediários naturais e artificiais. A morfologia urbana de Joanesburgo será estudada por meio da análise comparativa com outras cidades africanas, de padrões semelhantes de fragmentação espacial da forma urbana devido aos poderes coloniais. O objetivo é observar, comparar e propor um processo de desfragmentação em direção à transformação de Joanesburgo. Palavras-chave: Cidades africanas, Joanesburgo, fragmentação espacial, desfragmentação espacial, realidades espaciais herdadas.

INTRODUCTION In South Africa during Apartheid, every major city and minor town received a lesser twin – the township– built to house non-white South Africans. The townships were an integral part of the state’s strategy to keep black and nonwhite South Africans in a disadvantaged position. Part of Apartheids tools were to limit accessibility of the natives or non-white popu-

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lation from city centres and displace them from their homelands and city centres to locations on the peripheries. The urban morphology of the city was engineered to separate, dislocate and fragment neighbourhoods into racial zones that feed the inner core/city centres especially in the case of Johannesburg. According to Demisse (2012:21) from its inception, colonialism pervaded all aspects of the built environment by forcibly removing native populations to racial and highly policed zones outside the city known as native locations or native towns which have issues with congestion, overcrowding and exploitation. The spatial limitations, physical barriers, narrow nodes and dormitory townships are remnants of apartheid planning and mining sector.

Fig. 1.1 Johannesburg Spatial Segregation(archive.unu. edu, 2019)

For people living in Soweto (short for South Western Township) far from the city centre as and still is, frustrating. The residents

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of Soweto have, and still do, face challenges towards accessing of adequate housing, economic development and social and spatial isolation and disconnection from the rest of the city.This fragmentation manifests differently in different parts of the city: the centre, the in-between and the periphery.Townships were rolled out as dormitory towns of non-white South Africans as the means to provide cheap labour for the city centre and neighbouring suburbs. The spatial planning of townships and its housing typology are one of the most visible and notorious remnants of the Apartheid era. The township houses informally known as matchbox were referred to as NE51/9 (nonEuropean housing designed in 1951, version 9). The matchbox was the basic building block, minimal dwelling divided into four rooms, repeated with little variation, on cheap land and at a distance to centres of employment, services and business. The small size and scale of the township houses meant limited personal space and a lack of privacy, which meant that children and adults alike spent much of their time in the streets. Morphet (1998:159) writes: “South Africa under the pressure of apartheid lost the positive meanings of both modernism and regionalism. The designs and techniques of the international styles were put to work to fragment the population into culturally insulated locations and ‘homes’ from which they could not escape”.

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PEOPLE MOVE, BUILDINGS STAY, IDEAS LIVE FOREVER Two decades into its democracy, Johannesburg like other major cities in South Africa still struggle to integrate along its racial and economic lines because of the inherited spatial morphologies shaped by colonial planning and policies. This structural resilience of apartheid still to this day affects and limits the ability to provide inclusive, safe, resilient and sustainable human settlement. The gold rush reinforced by land seizures and laws on natives instituted forced migrations. The culture of migration is still prevalent to this day. This chapter addresses the change of political institutions and its effects on previously segregated communities. The move from apartheid to democracy saw a significant increase in urban migration. Neighbourhoods like Hillbrow in the city centre of Johannesburg were already transforming from an isolated rich white community into a racially inclusive metropolitan centre during the dawn of democracy. For some, it was a time to integrate and move past the colonial scars yet for some it threatened their wealth and wellbeing. The majority fled from the city centre into gated communities, which reflects the insecurities and schizophrenia of white minority rule. This study is based on the worldview that socio-economic equity has not been achieved, and this remains as a challenge in city locations, which emerged because of historical realities, policies, and practices that have created spatial fragmentation and divisions. Spatial fragmentation is one of the major causes of economic inequality, social exclusion and increase in unemployment; which leads to higher poverty levels, conflicts and backlog in public

services.The lived experiences of communities between the centre and the periphery vary dramatically and their participation is influenced by their socio-economic standpoint. Their lack of accessibility to better educational, social and economic nodes is directly linked to their spatial restrictions. One may define the term community in fragmented society as individuals of shared interest. Individuals protect their shared interest depending on their collective socio economic standpoint. “Not only does the psychological effect of being poor while having rich neighbours harm the health and well-being of low income residents, but when inequality is visible to the naked eye, the affluent individuals are less likely to support the distribution of wealth” (Sands, 2017). The practice of segregation continued as a concept and disguise by means of new developments. From colonialism until now the pattern and practice of spatial segregation persists. The repetition of fragmentation continues through means of decentralisation as both a concept and means for new development. New central business districts (CBD) are formed outside of the urban core to protect and attract private investment. Johannesburg in the 1980s formed Sandton as an alternative CBD over the old CBD because of the increased insecurities of the apartheid government due to the growing political crisis of the time (Chipkin, 2008:159). Sandton’s development is aimed at attracting private investments and a wealthy social class. The urban form is socially exclusive, restrictive and hostile. Most office buildings are raised of the public sidewalk to discourage any public physical and visual interaction between the pedestrian and building. The rapid urbanisation has a direct effect on the sustainability of the

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Fig. 1.2 Historical spatial segregation in Cairo. Aya Badawy, Hassan Abdel-Salam and Hany Ayad. News24, 2018.

urban development. The expansion of previously colonial cities is largely informal than formal. Angel (2018:21) states that “We suspect that most urban planners and policymakers –at the local, national and international level– are

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not fully aware of the extent to which urban peripheries are growing and are unsure of the quality of the urban fabric in these new urban peripheries”. Despite the fact that this development trend addresses the current needs of

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mass population’s accessibility towards housing and employment opportunities, it also normalises the trend of informal economic, housing and transport mobility development. The normalisation of informality ignores the problem at hand. These development trend increases inequality between dwellers in the centre and the periphery. Moreno (2018:19) states that “although urbanisation is not uniform, the experiences of diverse cities around the world exhibit some remarkable similarities. Cities are generally developing in a discontinuous, scattered and lowdensity form that is not sustainable. Expanding far beyond formal administrative boundaries into endless peripheries, many cities in the world have a high degree of fragmentation and vast wasted spaces that make them consume more energy, produce more CO2 emissions and increase the cost of the provision of infrastructure and public goods. Other African cities such as Lagos, and Cairo have similarities and differences in spatial realities and patterns in their urban morphology formed by economic and spatial segregation comparable to Johannesburg. Cairo’s spatial morphology indicates similar patterns in its spatial configuration. It formed a new settlement named New Cairo far from the existing urban centre. According to Mahmoud and Rashed (2016:3) New Cairo was vision of a city of an all-inclusive urbanism which addresses the different social classes and the increasing divide between the rich and poor, as well as to minimize the lack of affordable housing and to enhance the enforcement of

Figure 1.3 Lagos Spatial Segregation. Research Gate Net (Idowu Ajibade 2013)

urban laws. The way New Cairo developed was unfortunately the contrast of all-inclusive urbanism. It actually represents a setup for another process of social exclusion, due to several reasons: the appearance of walled gated communities, whether residential, business, educational or commercial, which eventually led to urban fragmentation. Like Johannesburg in the 70s, Lagos began planning New City in the centre of the country called Abuja. The attempt was to escape the problems of the capital city Lagos with a new well established city to cope with the increasing populations. According to Obiadi and Nzewi (2018:1124) the Abuja Master plan was elaborated to put in place a sustainable urban spatial environment for all ethnic groups and economic classes which in turn failed due to negligence in urban development and adequate accommodation. The negligence forced the most vulnerable urban poor to arrange their own place to live closer to work

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place in order to reduce transportation and rent incidence on their income and that resulted in shanty settlements in both formal and informal housing areas. Today Lagos is conceiving another multi-billion developments on its shores called Eco Atlantic City. According to the African Development Bank Group (2018:5) the space within the central areas of Lagos is heavily restricted and in response to the need for land and for future development and the necessity for a long-term solution to the erosion problems of Victoria Island, South Energyx Development F.Z.E (SEDFZE) developed the proposal for the Eko Atlantic Development Project (EAD). Although there is great shortage of adequate housing and majority of the population in Lagos living in poverty the Eko Atlantic Development (EAD) project caters housing for middle and high class. Watson (2013:216) argues that “these new urban visions and development plans appear to disregard the fact that at the moment, the bulk of the population in sub-Saharan Africa cities is extremely poor and living in informal settlements. Some of these settlements are on well-located urban land that is also attractive to property developers. Attempts to implement these fantasy plans within existing cities will (and is already) having major exclusionary effects on vulnerable low-income groups through evictions and relocations. Moreover, these development interests bring with them a host of additional demands −for new and particular forms– of urban infrastructure and for forms of governance and decision-making that facilitate the realization of property investment interests”. Moreno (2018:19) argues that “Despite the opportunities urbanisation represents, many cities today fail to make sustainable space

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for all, not just physically, but also in the civic, socio-economic and cultural dimensions attached to collective space. Growing inequality, social exclusion and spatial segregation continue to have an impact on people’s lives in most of the world’s cities”. The effects of poor planning, divided landscapes and unsustainability of cities can be traced back to colonial times. Baruah, Henderson, and Peng (2017) state that “the persistence of institutions from colonial times may explain the development patterns of many African cities today. Former British colonial cities appear more fragmented than former French colonies; their development has been patchier, more scattered and strung out, with more open space”. NEW URBAN PERIPHERIES

The advent of democracy saw a wide range developments mostly aimed at addressing challenges towards housing and employment. The rapid house development is a continuation of the same matchbox township model. It is referred to as NE51/9 (non-European housing designed in 1951, version 9). This spatial planning redefines the edges of the periphery. The planning is strung-out and it increases travel distance including cost for the already marginal community. Prime land next to the city centre was sold for private developments such for the middle, upper middle and middle class. These developments occurred in a gated community format and private estates. However different both developments were in terms of target market, their physical appearance in the landscape worked on a similar ideology of sameness. The rollout of housing typology worked on a template of repetition. This repetition happened at

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a rapid rate that most of open –accessible land got used up thus forcing both private developments and RDP housing to the far peripheries. In an attempt to escape the rubbing between the poor and the rich, private developments created new housing enclaves with private health, retail, educational and recreational amenities. The walled in estates turn a blind eye on the reality of increasing inequality. There persistence and existence of such structures and fragmented spatial planning puts a strain on the existing under development municipal state services such as water and electricity. It stretches travel time and distance to the extreme and limits accessibility to efficient public transport. Lall et al (2017) state that: “With cities physically dispersed, Africans in urban areas are disconnected from one another. Urban expansion has occurred as leapfrog patches – small parcels of newly built land that do not border, intersect or overlap on existing urban built up areas, leading to high transportation cost and lower access to markets and other people in the city. Within the urban core, population’s densities vary widely across locations, reducing the chances for the large sections of the population to interact with other groups in the city”. The paper argues that fragmented development often creates a huge strain on the states resources and services. The poor lack of service and management has been a problem since colonial times to date especially to the marginalised communities. The newly built urban expansions whether informal or formal still to this day rely on the poorly serviced roads, power stations, health facilities, water connections and all other state institutions. This disenfranchisement often breeds a pri-

vate institutional development from housing to health, which is expensive and accessible by the selected few. Gated communities, private schools, medical centres are among many of the private developments which ignore the reality of the separation and socio-economic exclusion. The current global pandemic (Covid-19) also reveals the effects of poor urban planning and inherited spatial realities of colonialism. Living in small, restrictive, and dense spaces promote the spread of respiratory diseases. Social distancing becomes a real challenge to communities living in informal, small, dense dwelling than communities living in suburbs with better health care. “Urban development is regulated through zoning and land use laws. This may appear to be a neutral construct but it is not: “Urban-social policies are constituted in manifold ways, through language and concepts, institutional frameworks, agencies of delivery and the experiences of people on the “receiving end” of such policies”. (Haylett, 2003:56) The success of divided cities has often relied on the natural and or man structures that form physical barriers between different communities. Soweto being the only township close to Johannesburg city centre, apartheids spatial planners further reinforced its segregation to it by building huge mine dumps in-between. The physical barriers were generated from the underground waste of the mines. Still to this day the mine dumps act as barrier to limit accessibility and visually block the township from the centre. Demissie (2012:3) maintains that: “A system of boundaries (cordon sanitaire) and its supporting architecture was developed to reinforce the separation of the European towns from the “native towns”. Thus, walls, buffer zones and defensive architecture

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were incorporated in the planning of colonial cities as part of a wider spatial strategy to ensure surveillance and control over the African populations”. The layout of the barriers limits the transport mobility and control accessibility to the core. With the travel, distance stretched out which directly affects costs, the majority of the township residents are forced to use under maintained railway system. In attempts to provide increase public transport services, the post-apartheid government introduced BRT bus transit system called the Rea Vaya as an alternative to the deteriorating train system. The Rea Vaya bus transit is a part of citywide project called corridors of freedom. Even though the project aims to increase accessibility and efficiency in transportation, its does the opposite. It is expensive, inaccessible and further perpetuates the culture of marginalisation and using black bodies as work force for the inner city. The community in frustration has destroyed majority of the infrastructure and looted its remains

as it doesn’t answer its primary concerns of poverty, unemployment and service delivery.

BENEFITS OF DEFRAGMENTATION Africa has the potential to be a leading example of inclusive urbanism where all are diverse communities are equal. The paper aligns itself with the United Nations sustainable development goal 11 of the 2018 report. The goal aims at making cities and human settlement inclusive, safe resilient and sustainable. The goal focuses around managing rapid urbanisation and providing infrastructure to support growing populations by 2030. According to UN projections Africa will more than double is urban population over the next two decades, from 400million presently to a staggering 750 million in 2030 and 1.2billion by 2050. “The rapidity and scale of this demographic and social transition is almost unimaginable especially if

Fig. 2. View of Diepkloof from the mine dump used as physical barrier for Soweto from Johannesburg (author, 2021)

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one considers that the vast majority of existing urbanites make do in utterly miserable living conditions due in part to state neglect, skewed economic development patterns, limited resources and administrative incompetence; dynamics that are of course in one way or another tangible legacies of the savage colonial experiment we have been subjected to for most of the enlightenment.” Pieterse 2009:1) Inclusive, safe, sustainable living is not just for urban the poor but it is also a platform for reducing if not eradicating a persistent state of crisis. State of crisis relates to the constant need for humanitarian support to eradicate poverty, diseases and unemployment. The environment leaves the inhabitants in state of urban limbo. Urban limbo refers to a position where an individual has mixed feelings of belonging and un-belonging. The place creates anxiety and feeling of wanting to escape. The current urban context does not reflect the needs of the many, most of which are living on the margins far from a better life, economic nodes and better public services. Sustainable

inclusive environments are the prevention not the cure to urban form. It talks to a healthy society where preventative methods are in place to avoid foreseeable and unforeseeable effects of exclusivity. It talks to an environment where your ability to be socio-economically emancipated is not affected by your position, distance and scale from the economic center. It is urban environment where the state services can cope with the ever changing needs of the society and the urban environment. This study is based on the world view that socio-economic equality and or equity has not been achieved, and this remains a challenge which emerged because of historical realities, policies and practices that have created spatial fragmentation and divisions. The study is based on a premise that: Historical realities of African cities and spatial implications, can be changed by bridging the fragments spatially for an increased economic equity, access to affordable housing, public space and employment opportunities. Current researchers define three aspects of connected urban morphology.

Fig. 3. Analysis of Johannesburg (author 2021)

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The Centre: (the CBD, suburbs, industrial node), the In-between: (the thresholds, buffers, gateways, mobility) and the Periphery: (the locations, the residence)

Fig. 3.1 Analytical research of Johannesburg during apartheid (author, 2021)

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Fig. 3.2 Analytical research of Johannesburg during apartheid (author 2021)

COLLECTING, ANALYSING AND INTERPRETING DATA ON URBAN FORM

Several researchers have developed tools to measure fragmentation using data. Figure 4 shows formulas used by researchers to calculate distance between work and living, density (population growth), infrastructural development in proximity to places of learning, living

and employment. Understand the personal experiences from the centre, the in-between and the periphery. Observing, experiencing and understanding different ways of living, working and playing within the three nodes will reveal the immediate realities.

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FRAGMENTATION AND INEQUALITY

VS DEFRAGMENTATION AND INCLUSIVE URBANISM

Fig. 5. Aspects of being connected. (Lall, Henderson and Venables 2017)

KNOWLEDGE ON SPATIAL DEFRAGMENTATION Knowledge and literature on defragmentation is limited as the practice of it. It can be closely related to integration and inclusive however, it does not explain the process defragmentation. In order to integrate spatial fragments towards an inclusive environment, initial plans should

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be to defragment the structurally restrictive systems and physical forms that perpetuate pervasive living environments that create unequal societies. Spatial Defragmentation can be characterised as a process of restructuring, reorganising and reshaping spatial fragments in

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order to provide inclusive public space, equitable living, learning and working spaces in close proximity to one another to reduce travel time and cost. The process removes physical barriers that discourage socio-economic and cultural inclusivity and exchange between different race, income and ethnic groups. The process and steps of defragmentation will be guided by understanding the characteristics of fragmentation at various urban scales; the centre, the in-between and the periphery of the three cities.

CONCLUSION From observation, the paper concludes that socio-economic inequality is directly proportional to spatial inequality. Living on the margins far from economic nodes perpetuates a culture

LIST OF FIGURES Figure 1.1 Johannesburg Spatial Segregation, archive.unu.edu. [O]. Available from:https://za.pinterest.com/ pin/535154368213004974/ [Accessed 18/05/2020]. Figure 1.2 Badawy, A., Abdel-Salam, H & Ayad, H. 2018. Historical spatial segregation in Cairo. [O]. Available from: https:// theconversation.com/egypt-isbuilding-a-new-capital-city-fromscratch-heres-how-to-avoid-inequalityand-segregation-103402 [Accessed 18/05/2020].

of exclusion and inequality. The effects of fragmented urban morphology and social segregation so far is as fragmented, as the discourse. Spatial and built environment agents and stakeholders such as the private sector, individuals and spatial practitionersshould adopt inclusive urbanism policies in order to address the fragmentation in urban form. Equity and equality may be achieved by restructuring space in cities through investigation of scale, distance and time. It concludes that in order to provide inclusive urban form, a spatial defragmentation process should be implemented. It can be adopted as a conceptual urban design framework, guideline, a policy, and a design toolkit aimed at spatial fragments around housing, economic nodes, transport mobility and public space in the center, the in-between and the periphery.

Figure 1.3 Ajibade, I. 2013. Map of Lagos showing income levels. Research Gate Net. [O]. Available from: https://www.researchgate. net/figure/Map-of-Lagos-showingincome-levels_fig1_258111513 [Accessed 18/05/2020]. Figure 2. Author, View of Soweto from the mine dump. 2021 Figure 3. Author, View of Soweto from the mine dump. 2021 Figure 3.1 Author, Analysis diagram- colonial times. 2021

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Figure 3.2 Author, Analysis diagram- post colonial times. 1. 2021 Figure 4 Lall, S., Henderson, J & Venables, A. 2017. Measuring fragmentation in urban form

Baruah, Neeraj, Henderson, J Vernon and Peng, Cong. 2017. Colonial Legacies: Shaping African Cities. [O]. Available: http:// eprints.lse.ac.uk/86574/1/sercdp0226. pdf. Accessed: 13/05/2020.

Figure 5 Lall, S., Henderson, J & Venables, A. 2017. Aspects of being connected

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BOXED IN. CHALLENGES OF ESCAPING THE INHERITED SPATIAL REALITIES OF APARTHEID FROM THE CENTRE TO THE PERIPHERY

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Tebogo Ramatlo is an architect, maker, performing arts choreographer and lecturer at Tshwane University of Technology. He established himself as an architect and teacher who integrates thinking and making in his practice since his master’s dissertation, uses large scale model building and stop frame animation to narrate an urban future in which migrant women with children help build the city in which they seek shelter. In 2018, he collaborated in the Time, Space Existence Exhibition at the Venice Biennale with Nadia Tromp of Ntsika Architects where they built an installation raising awareness about refugees from Africa

and Europe as part of a global architectural discourse. He frequently collaborates with 26’10 south Architects on projects that focus on the transformation of South Africa’s built landscape. Since then he has travelled extensively to Berlin, Turkey, Peru, São Paulo and Los Angeles where he has given lectures and collaborative workshops on migration, informality, sustainability and homelessness in cities. He is currently a Doctoral Candidate in architecture at TUT and his thesis focuses on defragmentation of colonial cities in Africa from the centre, the in-between and the periphery.

L F Krige

Sands, Melissa L. 2017. Exposure to inequality affects support for redistribution. Proceedings of the National Academy of Sciences, 114(4), 663-668. [O]. Available:http://www.pnas.org/cgi/ doi/10.1073/pnas.1615010113 [Accessed 20/06/2020].

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.09

BETWEEN CONTESTED OPAQUE TERRITORIES AND SPONTANEOUS REAPPROPRIATION: DIVIDED NICOSIA Melehat Nil Gulari1; Cecilia Zecca2 1. Audencia Business School, Nantes, France, [emailprotected] 2. Royal College of Art, The Helen Hamlyn Centre for Design, London, UK, [emailprotected]

ABSTRACT This paper discusses the concepts of conflict and border in relation to place and identity reflecting on narratives and meanings of dividing urban and civil borders. It takes the divided Greek and Turkish society living in Nicosia as a case study. The significance of the wall, as an explicit expression of division, is discussed but also overturned by looking at its closure and its permeability when Nicosia’s sealed borders opened again for everyday crossing. The inquiry speculates an alternative path informed by Glissant’s concept of Opacity, Agamben and Nancy’s non-essentialist approaches non-community to look at entangled deep-rooted ethnic divisions and fragments of shared cultures. To inform urban epistemology, two bottom-up examples are analysed using De Certeau’s concepts of everyday life: Home for

Cooperation, which is a neutral space in the buffer zone for unified collectively and Occupy Buffer-zone Movement, which has occupied a non-place and transformed it into a public square through grassroots activism. The paper highlights that in order to draw a feasible future of Cyprus, an anti-essentialist acceptance of the multiple and eclectic origins of the context is needed. In this sense, the tangible and intangible meaning of division requires a shift of meaning, from delimitation, classification, separation to a porous element of balance and calibration. The top-down urban models and concept of inclusiveness have been shaken by the temporal civic grassroots communities, and this demonstrates that collective participation fosters the reap propriation of public space, overturning the perception and the experience of the border of differences. This contributes to theorizing a critical and reflective,

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rather than idealistic, practice of participation in urban design. Keywords: collective memory, contested cities, urban identity, inclusive urbanism, Cyprus dispute.

RESUMEN Este artículo analiza los conceptos de conflicto y frontera en relación con el lugar y la identidad, reflexionando sobre las narrativas y los significados de las fronteras urbanas y civiles divididas. Toma como caso de estudio la sociedad griega y turca dividida que vive en Nicosia. El significado del muro, como expresión explícita de la división, se discute, pero también se revierte, al observar su cierre y su permeabilidad cuando las fronteras selladas de Nicosia se abrieron de nuevo para el cruce cotidiano. La investigación especula con un camino alternativo basado en el concepto de opacidad de Glissant y en los enfoques no esencialistas de Agamben y Nancy, la no comunidad, para examinar las divisiones étnicas profundamente arraigadas y los fragmentos de culturas compartidas. Para fundamentar la epistemología urbana, se analizan dos ejemplos ascendentes utilizando los conceptos de vida cotidiana de De Certeau: el Hogar para la Cooperación, que es un espacio neutro en la zona de amortiguación para unificar colectivamente, y el Movimiento Occupy Buffer-zone, que ha ocupado un no-lugar y lo ha transformado en una plaza pública mediante el activismo de base. El documento destaca que para dibujar un futuro factible de Chipre es necesario aceptar de forma antiesencialista los orígenes múl-

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tiples y eclécticos del contexto. En este sentido, el significado tangible e intangible de la división requiere un cambio de significado, desde la delimitación, la clasificación y la separación hasta un elemento poroso de equilibrio y calibración. Los modelos urbanos de arriba abajo y el concepto de inclusividad se han visto sacudidos por las comunidades cívicas temporales de base, y esto demuestra que la participación colectiva fomenta la reapropiación del espacio público, trastocando la percepción y la experiencia de la frontera de las diferencias. Esto contribuye a teorizar una práctica crítica y reflexiva, más que idealista, de la participación en el diseño urbano. Palabras clave: memoria colectiva, ciudades disputadas, identidad urbana, urbanismo inclusivo, disputa de Chipre

RESUMO Este texto discute os conceitos de conflito e fronteira em relação ao lugar e identidade, refletindo sobre narrativas e significados da divisão das fronteiras urbanas e civis, tendo como estudo de caso a sociedade grega e turca dividida que vive em Nicósia. O significado do muro, como expressão explícita de divisão, é discutido, mas também superado ao olhar para seu fechamento e sua permeabilidade, a partir do momento em que as fronteiras fechadas de Nicósia se abriram novamente para a travessia diária. A investigação argumenta por um caminho alternativo baseado no conceito de Opacidade de Glissant e nos enfoques não essencialistas de Agamben e Nancy, a não-comunidade, para analisar as divisões étnicas

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profundamente arraigadas e os fragmentos de culturas compartilhadas. Para fundamentar a epistemologia urbana, utilizando os conceitos da vida cotidiana de De Certeau, dois exemplos bottom-up são analisados: Home for Cooperation, um espaço neutro na zona coletiva de unificação e o Movimento Occupy Buffer-zone, que transformou um não-lugar em praça pública por meio do ativismo de base. O artigo destaca que, para o desenho de um futuro viável em Chipre, é necessária uma aceitação ante essencialista das múltiplas e ecléticas origens do contexto. Neste sentido, o significado tangível e intangível da divisão requer uma mudança –de significado, de delimitação, classificação, separação– para um elemento poroso de equilíbrio e calibração. Os modelos urbanos top-down e a noção de inclusividade foram abalados pela ação temporal de comunidades cívicas, fato que demonstra que a participação coletiva promove a reapropriação do espaço público, alterando a percepção e a experiência da fronteira das diferenças. Isto contribui para teorizar uma prática crítica e reflexiva, ao invés de idealista, de participação no desenho urbano. Palavras-chave: memória coletiva, cidades contestadas, identidade urbana, urbanismo inclusivo, disputa em Chipre

1 INTRODUCTION Conflicts, small or big, are unavoidable within societies and do not only represent cultural, political and social divisions but also tangible demarcations in our territories. In this sense, urbanism plays a strategic role in planning a de-

sirable future for divided cities by moderating and rebalancing the different perspectives. In other words, starting from the concept of the conflict itself, other forms of negotiated collaboration may be envisaged. Cuthbert (2007) and Caldereon (2020) are amongst other scholars who argued a lack of theoretical engagement and substantive knowledge earthing the political in urban design, and hence urban designers lack skills and understandings to address conflicts and power and to pose and answer critical questions about participatory urban design. Calderon (2020) suggests, building on Chantal Mouffe’s (2005) critique of post-political vision, an antagonistic dimension of participation in public space projects to address a lack of political engagement that is necessary for the participatory and inclusive urban design process. Carmona (2014) argues that urban design lacks social contents; the top-down approach, neoliberalism and global capitalism are prioritized among social and cultural aspects. Focusing on the line of societal and cultural differences between one part of the city and the other would help to address the aforementioned criticism mainly because it would lead to a deeper understanding of the challenges stemming from ethnic, racial and class issues. A deeper understanding enables the development of new theories of urbanism foregrounding participation representation, access and identity over the issues of housing and infrastructure. Relph (1976) introduces enlightening reflections in his seminal book, Place and Placelessness, where, with surprising radicalism and clarity reveals the significance and the importance of a human-centric approach to urbanism:

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A deep human need exists for associations with significant places. If we choose to ignore that need, and follow the forces of placelessness to continue unchallenged, then the future can only hold an environment in which places simply do not matter (Relph 1976, 147).

Peck (2015, 162) states later, The ongoing work of remaking urban theory must occur across cases, which means confronting and problematizing substantive connectivity, recurrent processes and relational power relations, in addition to documenting difference, in a “contrastive” manner, between cities. It must also occur across scales, positioning the urban scale itself, and working to locate cities not just within lateral grids of difference, in the “planar” dimension, but in relational and conjuncture terms as well.

A few studies have analysed contested urban space including Brand (2009), Bollens (2012) Gaffikin, Mceldowney, and Sterrett (2010), Pullan and Baillie (2013) and focused on addressing segregation in contested spaces (De Vita, Trillo and Martinez-Perez 2016). This paper focuses on the Cyprus dispute, a case study that encompasses, through its dividing wall, a story of division and separation but also a story of common ground and profound silent human and cultural similarities. Yet the theoretical lenses that are drawn from Glissantm (1997), Agamben (1993) and Nancy (1991) were not used to unfold the Cyprus conflict and borders. The aim of this inquiry is to use the Cyprus dispute as a context for a participative urban design approach that is informed by a political and philosophical conception drawn

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from Agamben, Nancy and Glissant. The meaning of wall and borders is discussed by looking at Nicosia, the last divided capital in Europe, and at the changing narratives around its collective memory and architectural identity when the borders have been opened again. This case study is considered one of the most pertinent to open a debate on urban models developments and their fallacies when not human and cultural centric.

2 METHODOLOGY The paper is drawn around extensive literature reviews and more specifically in the field of inclusive urban design and philosophy around the concepts of community and being in common through using Nicosia as a case study. The selection of the particular case resonates with Calderon view on expanding the antagonistic dimension in the inclusive urban design process. This has contributed to the significance of inclusiveness within urban design. Following the literature review, the paper is structured as follows: first, the period without borders and historical and political background of conflict are presented to provide necessary information to the reader. The relationship between collective memory with space is unfolded through the meaning and narratives of wall and as well through identities and architectural entities. Theoretical lenses by Nancy (1991) and Agamben (1993) and de Certeau (1998) are used to discuss two grassroots cases in Section 5. Conclusion remarks on the importance of Nicosia as a theoretical and political object of urbanism and highlights nuanced participatory urbanism against top-down mainstream urbanism approaches.

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3 GREEK AND TURKISH VILLAGES COEXISTENCE Cyprus has always been a contested territory due to its strategic and central position in the Mediterranean Sea, an ideal place to control European, Asian and African commercial exchanges (Delvecchio 2020). Since the Ottoman domination from 1571, there are pieces of evidence of bi-communal and shared villages between Greeks and Turkish. According to the British census data, in 1891 almost half of the villages were mixed (Lyatra and Psaltis 2012). While relations and coexistence were already deteriorated by the Greek revolution against the Ottoman empire, it is with WWI that the percentage of mixed villages started to fall significantly (ibid). Despite several succession of dominations from different countries, France, Venice, Ottoman empire and Britain over the centuries, the Greek national identity remained strong while the Turkish population slowly became a minority of refugees controlled by the United Nations that created a Buffer Zone in 1963 to divide the Greek and Turkish political entities (Hugh-Wilson 2011). It is in this climate that Greek and Turkish mixed villages had dramatically fallen in number (Lyras and Psaltis 2012) and with the military Turkish invasion in 1974, during which Greek Cypriots moved in the south and Turkish Cypriots moved in the Greek houses in the north (Webster and Timothy 2006), Nicosia was eventually divided into two. In 1983 Rauf Dentas, the Turkish President, announced the birth of the Turkish Republic of Northern Cyprus (Kliot and Mansfeld 1995), sealing the borders between Greek and Turkish territories and expropriating pro-

perties to Greek Cypriots. The borders will be partially reopened only in 2003 and nowadays the only mixed village survived is Pyla. Located mainly in the buffer zone, the city is the only example of cultures, religions and vernacular architectures coexistence.

4 TWO PERCEPTIONS, ONE BORDER We are drawn to borders, not because they are signs or elements of the impossible but because they are places of passage and transformation. Relationship depends on the mutual influence of identities, be they individual or collective, and requires each identity to be distinct and independent. Relationship does not mean confusion or dilution. I can change by exchanging with the Other and still not lose or distort myself. That is why we need borders, not as places to stop at, but as the point at which we may exercise that right of free passage from the same to the Other; savour the wonder of here and there. Glissant, 2006. The historical narrative around the divided city of Nicosia, the capital of both Republic of Cyprus and the Turkish Republic of Northern Cyprus, has generated two different concepts of identity. On the one hand, the identity stands as the image of ‘ourselves’ embedded in and feeling a sense of belonging to the place; on the other, there is the image of the ‘strangers’ living in the space beyond the wall. The latter reinforces a narrative of negativity for which ‘the other’ is constantly perceived as a threat. Furthermore, the medieval Venetian city walls in Nicosia act as a historical reference of separation, endorsing the diversities and the relevance of being divided. The buffer zone, re-

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presented as the green line now occupied by the UN and cutting the island into two different nations, has various widths along its route but it physically represents an urban void (figure 1).

Fig. 1 Cyprus Map- Greenline i.e. Buffer Zone. Source: https://www.militaryhistories.co.uk/greenline/ explanation

The nature of a political void is translated in the urban settlement as a spatial absence. As a consequence, commercial activities and residences have grown around, following scattered arrangements outside the borders. The green line is a territory absence made evident by fences, barrels and gates. It has created different forms of living and different ideas of the city centre. The south of Nicosia is a more contemporary city characterised by modern shops, amenities, multipurpose buildings and attractions. On the contrary, the closer we get to the border the more traditional handful of shops and narrow old lanes are present. Glissant (2006), the Martinique-born decolonial philosopher, warns us against a homogenising colonial project of neoliberal globalisation. His relational philosophy asserts the other cannot be understood and our differences are in flux that undergoes constant and unpredictable changes (Glissant 1997). He claims for

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the ‘right to opacity’, as a mode of survival against universal transparency and authoritarian truth. He invites us to accept the unintelligibility and confusion. That is why I call for the right to opacity for everyone. I no longer have to ‘understand’ the other, that is, to reduce him to the model of my own transparency, in order to live with this other or to build something with him. Today, the right to opacity is the most obvious sign of non-barbarity. And I will say that the literatures that are beginning to appear in front of us and that we can foresee will be beautiful with all the illuminations and all the opacities of our world-totality. (Glissant 2020, 45) This resonates with the Cyprus case. To Glissant, recognising the other does not mean understanding by comprehension but welcoming incomprehensibility. It is developing a relation against assimilating singularities. He celebrates the importance of diversity and claims that identity is opaque and should be protected. Glissant (2006 np) “No one should be denied the privilege of crossing a border, for whatever reason. Borders exist for the fulfilment that we derive from crossing them, and by so doing sharing the full impact of difference”. The different perceptions of the city as an urban, political and social system is remarked by the different appearances of the wall itself. If for the northern side the wall is associated with the idea of protection, for the southern side it is only perceived as a temporary artefact and unacceptable barrier (Iliopoulou and Karathanasis 2014; Dikomitis 2005). In other words, the Turkish Cypriot borders are more permanent while the Greek Cypriot ones seem ready to be removed (See figure 2 and 3 for comparison).

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Fig.2 Wall from the Turkish Cyprus side. Source: wikimedia.org

According to Dikimotis (2005), once the borders were opened again in 2003, some Greek Cypriots did not accept the ‘new doors’ as crossing places and defined the opening as a silent recognition of an illegitimate nation in the north of Cyprus. In this sense, the action of refusing a physical opening highlights, even more, the presence of a barrier and strengthens the collective imaginary of social differences. However, there are also signs of opposite reactions and so regular crossings take place as the border would not exist. Yet, this acknowledgement is a refusal at the same time (ibid). These narratives resonate with Jones’ ‘space of refusal’ (Jones 2012). To him, that is a tangible condition and can be either accepted

Figure 3 The border zone, as seen from the southern side of Nicosia / Elizabeth Smith.https://www.curiositymag. com/2018/06/29/crossing-the-other-dmz/

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by some people who will then live adapting to alternative configurations, or ignored by others who will live across and through the barrier. The buffer zone is complex spatial presence and absence at the same time which comprises places where it is possible to see through and others that blur the view of the other city. Only by digging into the communal lives and traditions of this strip of land, it would be possible to imagine a reunion process. Only recently two checkpoints were introduced on Ledra Street and close to Pafos city gate but, because the collective memory can easily become history, the temporality of the barrier has turned into a permanent border (Tagliacollo 2011). Ledra Street is emblematic in its architectural features and urban asset; it is inhomogeneous in style and time and even presents contemporary attempts of urban continuity such as the recently Eleftheria Square designed by Zaha Hadid Architects (https://www.zahahadid.com/2021/12/13/eleftheria-square-inaugurated/ last accessed 15 December 2021). However, Cyprus is characterised by multi-layered architectural, urban features and stylistic traits that belong to a variety of

Fig. 4: Selimiye Mosque (Greek: Τέμενος Σελιμιγιέ Témenos Selimigié; Turkish: Selimiye Camii), historically known as Cathedral of Saint Sophia. Source: wikimedia.org

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cultures and ethnicities. The Aya Sophia in Nicosia, for instance, was partially converted into a mosque after the Ottoman occupation in 1570 and since then, continued to be the most important Cathedral-mosque of the city. This twofold ownership has generated the distinctive Ottoman-Gothic style of the worship building (figure 4). In this sense, architecture plays a multi-cultural landmark role in representing both cultures and beliefs. It can be the resulting sum of newer and older styles as well as the manifestation of contradictions or co-existence. However, when moving the attention to other forms of art, the idea of conflict emerges more predominantly. The ‘Museum of National Struggle’ is the Northern and Southern museum containing and testifying the division and exclusion that has characterised the island for centuries. Each side, the Turkish Cypriot and the Greek Cypriot wing follows a personal narration that does not coincide even with dates. Twenty years span from 1963 to 1983 for the Turkish illustrations with the “Unutmayacağız”, literally we will not forget masterpiece and five years from 1955 to 1960 for the Greek side representing the fight against British and movement for enosis (figure 5).

Fig. 5 Unutmaycağız- We will not forget- ‘Museum of National Struggle’ Northern Cyprus. Source: https:// cyprusscene.com/2018/07/18/north-cyprus-museum-ofnational-struggle-and-tmt/

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As highlighted by Goker (2007) we assisted to an increasing difference between the cultures; Greek Cypriots slowly intensified more and more their Hellenic identity while the Turkish Cypriots became ‘more and more Turkified’. Perception, conception and preconception have contributed to crystallising the history and constructing two different identities (Karahasan 2005) although still similar in the methods and definitions of the narratives (ibid). The conflict is also remarked by political, educational and media establishments that select significant memories and events that perpetuate the division. Henry Kissinger, former secretary of state (Mallinson 2016, xxvii) himself stated that the conflict was intractable. Notably, the perpetuation of the conflict from generation to generation recalls the concept of the post-memory (Hirsch 2006) for which the next generation can be defined as the direct heirs of the memory. New generations are not linked with violent events or have experienced fear but they are anyway linked through retrospective and imaginary associations that replicate the traumatic effects and consequences.

5. BEING DIFFERENTLY IN COMMON Nothing is more instructive than the way Spinoza conceives of the common. All bodies, he says, have it in common to express the divine attributes of extension and yet what is common cannot, in any case, constitute the essence of the single case. Decisive here is the idea of an inessential commonality, a solidarity that in no way concerns an essence. Taking-place, the communication of singularities in the attribute

of extension, does not unite them in essence, but scatters them in existence (Giorgio Agamben 1993, 18-19). The establishment of nation-states has created an official narrative of negativity that fails to envisage pluralism. The notion of community as a unified continuous and enclosed model deserves to be questioned. The role of complex, multiple relations and networks of power should be recognised as an inevitable factor in constituting the notion of community. Grounded upon the thinking of the philosopher Jean-Luc Nancy (1991) we should not define the essence of the community as a codified and engineeringly constructed model. It is a matter of accepting the natural diversity embedded within communities, rather than modelling and remodelling the form of societies. This is a significant problem in the Cyprus dispute, the community has been engineered and re-engineered several times. His idea of “community without community” (Nancy 1991, 71) suggests that community as a concept does not have necessary the meaning of connecting people. A community has a more complex essence of inner relationships where there is not a common being but rather a being in common. The self is not conceivable if not only in relation with others and so there cannot be self-determination but rather only co-determination. The latter implies the recognition of differences. This philosophical concept informs our approach when we looked at the divided communities in Cyprus. It informs the urban epistemology and complex interaction between cultural structures (Hou et al. 2015), individual and collective memories that can shape the urban physical spaces.

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Within the Buffer zone, there are two community-led examples of urban void reuse that can be theoretically linked with Nancy’s approach (1991). The Home for Cooperation, a landmark building is erected as a bridge-builder of communities that enhances arts, culture and provides spaces for cultural and social projects. It has been recently supported by the European Economic Area and Norway Grants and has also received other funding. Through initiatives, performance and projects, people from different ethnicities have the possibility to meet within an alternative third space, to know and learn from each other in a climate of freedom of thinking and expression. The second case study is Occupy Bufferzone Movement, a grass-roots movement that transformed a non-place to a common public place. Occupy Buffer-zone Movement (OBM) has occupied the linear gap of the buffer zone and has transformed it into a public place where there is no distinction between we and they. The activities and events organised by OBM in the public sphere offer the opportunity for people to perform their identities, but they also create communities that enhance diversity (Iliopoulou and Karathanasis 2014) and communal spaces as a materialisation of a plural identity (Papa and Dahlgren 2017). Both communities demonstrate that practically re-using third spaces may challenge the top-down urbanism models and through the strength of being together it is possible to create a sense of place and belonging. Through collective participation, they produced and altered the spatial perception of a divided city fostering greater empathy amongst them in order to diminish the intensity and scale of

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the conflict. This project echoes the participation principles including inclusiveness, power balance and consensus-building, identified by Calderon (2020). These civic communities’ strength draws on the simplicity of everyday practices and physical presence to resolve conflicts. Paraphrasing de Certeau (1998), the practice of everyday life is the terrain of silent and tactical power production and consumption. The urban voids in this case are never neutral but rather dense and occupied by a network of human relationships. Drawing on the practice of everyday life could be a useful method of addressing ‘the political’ nature of public spaces and uncovering how this challenges participatory urban design processes. It lends itself to be a practical method for urban designers to be physically there, moving between participation and observation, between the guest and host to set up the conditions for new types of designed spaces, where architecture, meant as a built space, is only one of the possible forms of expression. The OBZ movement, as well as the activities delivered at the Home for Cooperation, in a way, raised the questions for urban epistemology: ‘who is included in the community? What are the ethical boundaries of inclusion and exclusion of a community that contributes to the theory of the production of urban space and models of urbanism? The grassroots movements are indispensable as they force the city into a continuous transformation. They are strong as long as they evoke ambitions and hopes and they are inhabited every day and perceived differently. These constitute urban structural forces co-shaping the city.

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Although participatory urban design tends to be underestimated and overall challenging (Calderon 2020), there are several examples, not only within academia, that demonstrate the importance of engaging with people as a way to generate incremental innovation. Using a metaphor, participatory design can be associated with evolutionary biologist Dawkins’ image of climbing a mountain improbable (Gulari, Boru and Malins 2011). Participatory design is not a process that enables one to climb a mountain just with one big step but rather it is a long and incremental process where people take part of it all the time. “In today’s all-commanding market economy, public space is constantly under threat –eroded and dehumanised. […] Public space –big or small, noisy or quiet– reflects civic values. Greek and Roman civilisation centred on the experience of citizenship in the agora and forum” (Roger 2017).

To rethink the urban design approach from a more democratised bottom-up position, we advocate inclusiveness as a form of acupuncture urbanism in which all tangible and intangible elements are critically understood and the space is not always overdesigned but rather left unprogrammed, exposed to forms of spontaneous reappropriations and hybridization. Inclusiveness is becoming an invaluable condition for all design practices (Gheerawo 2016) and for transforming government approach and public space conformation. By adopting a more empathetic and a human-centred approach, we will avoid the consequences of fractured society (Rogers 2017) that can lead to extreme actions, separations and segregations.

6 CONCLUSION Borders create difference and otherness. While developing their own identity each side of the buffer zone experiences in-between state/space and ambiguity. The separate identities, created through otherness, perpetuate the existence of the border. The walls and boundaries strengthen the dispute, freezing the symptoms without ever resolving the conflict itself. It is a vicious circle. Their differences i.e. Greeks and Turks, east and west, Christianity and Islamism are emphasised but their similarities of lifestyle, shared history, mixed villages and architectural inheritance are often ignored. Without taking into account the antagonistic nature of pluralism and the impossibility of reconciling all points of view, the conflict in Cyprus would not be approachable. Looking over the history for what it has been, recognising the real facts and the contemporary without preconstituted definitions is challenging for a divided bi-communal country. The misconception resulting from war struggles often generates fear and shadow even more insuperable than the wall itself. This article distinguished being in common versus being united through drawing on Glissant (1997), Nancy (1991), Agamben (1993) and several urban theorists. The Cyprus dispute highlighted the role of identity politics, collective memory and education as a means of homogenising and nationalising the communities and constructing models in urban planning. Echoing Glissant (1997), transparency can be rarely expected or achieved in addressing conflict and entangled segregated cities. We have to accept the opacity in building a relation with others in an inclusive participatory urban de-

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sign process. Accepting the uncertainty and unpredictability through opacity is a liberating antitotalitarian notion in building a relationship and dealing with incomprehensibility, insularity and ignorance. Despite the desire to use urban planning as a mechanism to address the conflict, the change cannot be delivered by a large master plan. The complexity of urban conditions in Nicosia evidences the impossibility of a unitary vision, form, definition, design and image of a city. Nicosia could serve as a theoretical object to better comprehend political urban processes and forms of contemporary urbanism and to move beyond single definitions of unified city and community. It challenges urban design assumptions of a solution, problem and temporality. Moreover, it pushes the focus of urban theory beyond ‘ordinary’ urban development

challenges, such as inner-city redevelopment and the provision of affordable housing. Urbanism should follow a relational, evolutionary, and incremental path without trying to construct a community and to deliver a permanent plan of a perfect future. Participated urbanism should re-think participation and reimagine the power within this process: involving people, developing a relationship with them, navigating-unearthing power struggles, giving participants an active role, space and voice in defining the problem and solutions and envisaging a route to pursue. It is beyond giving them a vote to evaluate the choices or facilitating a workshop with post-it notes. In this sense, the concept of place would be drawn on inclusivity and on the fact that differences are, for new processes of urbanism, forms of enrichment and of heterogenic evolution.

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Melehat Nil Güları is an Assistant Professor at Audencia business school. She completed her PhD at Robert Gordon University (UK) in 2014. She was a researcher on several high impact research projects including H2020 GROW Citizen Science Observatory, Design in Action AHRC Knowledge Exchange Hub and Centre for Design Innovation (SEEKIT). Her expertise focuses on design thinking, co-design and participatory innovation methods. Her current research interests focus on the role of art and design in business and entrepreneurship, society and ecology in identifying issues and driving change and innovation. Her current work draws on Glissant, Haraway and Arendt to address these issues. She has authored a number of publications on topics metaphors, design expertise, innovation support, organisational change and knowledge exchange, and citizen science.

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Cecilia Zecca is a postdoctoral research associate at Helen Hamlyn Centre for Design at Royal College of Art in London. She has experience in urban regeneration and interdisciplinary collaborations. Her interests focus on design processes and their cultural, social impacts within cities. She is currently working as a postdoctoral research associate on a project focused on innovative later living housing models and funded by Innovate UK. The work is developed through a collaboration between Cartwright Pickard Architects and the Helen Hamlyn Centre for Design. Cecilia received her PhD from Robert Gordon University, Aberdeen, in 2019. The research work contributed to practical process of urban and architectural regeneration by developing methodologies for establishing periodical workshops between universities and local authorities as a form of cross-sector collaboration.

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.10

LA CIUDAD HÍBRIDA INFORMAL DEL ÁFRICA SUBSAHARIANA ATRAPADA HOY ENTRE EL LEGADO COLONIAL DE LA MALDICIÓN Y LA EXOTIFICACIÓN Lola Martínez-Fons Escuela Internacional de Doctorado-EIDUS, Programa de Arquitectura, Universidad de Sevilla, España, [emailprotected]

RESUMEN El colonialismo llevado a cabo por las potencias europeas en el África Subsahariana, desde finales del siglo XIX hasta mediados y finales del siglo XX, fracturaría su historia y su territorio urbano dejando una huella que todavía hoy es visible en las grandes diferencias regionales fruto de la organización macrocefálica de las colonias europeas y en las tramas de algunas de sus ciudades. En ellas la segregación racial ha dado paso a una segregación socio-económica que se ve potenciada por un pensamiento y conocimientos colonizados que recurren a modelos europeos para conceptualizar y codificar la ciudad. Una codificación que los colonizadores desplegaron en sus ciudades coloniales de forma que a todo aquello que escapaba a su entendimiento y formas de hacer ciudad se le asignó el código de informal.

Estas estructuras urbanas informales en las que los africanos fueron confinados se transformarían en arenas de creación e innovación social, técnica y cultural: formas híbridas urbanas que integraban influencias occidentales y tradicionales. Estas ciudades híbridas construyen hoy en algunos países africanos más de la mitad de su tejido urbano, son lugares de experimentación y aprendizaje —incubadoras de pensamiento fronterizo— que, sin embargo, siguen atrapadas en un marco conceptual inadecuado que se materializa espacial y mentalmente entre dos extremos: la maldición y la exotificación.

Palabras clave: África Subsahariana, colonialismo, ciudad híbrida, ciudades informales, pensamiento fronterizo.

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ABSTRACT

RESUMO

The colonialism implemented by the European powers in Sub-Saharan Africa, from the late 19th century until the middle to later 20th century, would fracture its history and its urban territory, leaving a mark that is still visible today in the great regional differences resulting from the macrocephalic organization of the European colonies, and in the urban layouts of some of its cities. In them, racial segregation has given rise to a socioeconomic segregation that is enhanced by colonized thinking and knowledge that resort to European models to conceptualize and codify the city. A codification that the colonizers deployed in their colonial cities in such a way that everything that escaped their understanding and ways of doing city was assigned the code of informal. These informal urban structures in which Africans were confined would become arenas of social, technical and cultural creation and innovation: hybrid urban forms that integrated western and traditional influences. These hybrid cities build today more than half of the urban fabric in some African countries, they are places of experimentation and learning —border thinking incubators— that, however, remain trapped in an inadequate conceptual framework that materializes spatially and mentally between two extremes: the curse and the exotification.

O colonialismo realizado pelas potências europeias na África Subsaariana do final do século XIX até meados e final do século XX fraturou sua história e seu território urbano, deixando uma marca ainda hoje visível nas grandes diferenças regionais resultantes da organização macrocefálica das colônias europeias e no tecido de algumas de suas cidades. Nessas cidades, a segregação racial deu lugar à segregação socioeconômica, que é reforçada pelo pensamento e conhecimento colonizado que recorre a modelos europeus para conceituar e codificar a cidade. Uma codificação que os colonizadores implantaram em suas cidades coloniais de tal forma que tudo o que escapava de seu entendimento e formas de fazer a cidade foi atribuído ao código deinformal. Essas estruturas urbanas informais nas quais os africanos estavam confinados se tornariam arenas de criação e inovação social, técnica e cultural: formas urbanas híbridas que integram influências ocidentais e tradicionais. Essas cidades híbridas compõem hoje mais da metade do tecido urbano de alguns países africanos; elas são locais de experimentação e aprendizagem -incubadoras de pensamento de fronteira- mas permanecem presas em uma estrutura conceitual inadequada que se materializa espacialmente e mentalmente entre dois extremos: amaldiçãoe aexotificação.

Key words: Sub-Saharan Africa, colonialism, hybrid city, informal cities, border thinking

Palavras chave: África Subsaariana, colonialismo, cidade híbrida, cidades informáis, pensamento de fronteira

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Lola Martínez-Fons

INTRODUCCIÓN Quizás una de las huellas imborrables del colonialismo en África Subsahariana1 es el haberse constituido en el hito por antonomasia, la línea divisoria, la fractura histórica —temporalmente situada entre 1884, con el reparto de África por las potencias europeas2, y 1960, con la firma de la llamada Carta Magna de la Descolonización 3 — que convierte el pasado africano en un marasmo carente de significado sin referentes propios y deja inexorablemente ligado su futuro a una herencia colonial que se superpone y entrelaza con vectores culturales, políticos y económicos autóctonos. Una línea divisoria cuya impronta marca un antes y un después que queda reflejado en la asunción (dentro y fuera de África) del uso del adjetivo colonial acompañado de los prefijos pre- o pospara reducir y acotar la historia y el desarrollo africanos a tres únicos periodos. Esta fractura histórica también se refleja en la configuración territorial del continente que, si en el ámbito geopolítico quedaba supeditada a las nuevas fronteras coloniales que fragmentaban un espacio precolonial de territorialidades itinerantes (Mbembe 2001, 263), en el ámbito urbano vendrá condicionada por

1 A lo largo del texto, y por simplificar, se usarán los términos África y africano(s) para referirse al África Subsahariana o a lo perteneciente u originario de este subcontinente, salvo que se indique lo contrario. 2 En la Conferencia de Berlín de 1884-1885. La protogé-

nesis de esta fractura se inicia siglos antes durante el periodo de las economías de enclave europeas en América y el tráfico transatlántico de esclavos africanos. 3 El 14 de diciembre de 1960 en la Asamblea General de la ONU se firma la Resolución 1514, Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales, la llamada Carta Magna de la Descolonización.

el prejuicio eurocéntrico de que los africanos viven aislados en comunidades desestructuradas, primitivas y rurales hasta que los europeos y su afán civilizatorio (con la urbanización considerada como una marca civilizacional y un signo de modernidad) implantan en el continente —desestimando tanto las capacidades organizativas y técnicas de los africanos como sus tradiciones y sus formas de vida urbanas— estructuras urbanas occidentales desde las que administrar sus colonias y controlar la gestión de los recursos. Un estereotipo que, junto con la predominancia de la tradición oral en las culturas africanas y las escasas prospecciones arqueológicas realizadas en el continente, explica el vacío historiográfico sobre el África Subsahariana urbana. Las políticas urbanas de los siete países europeos que invaden (no sin la resistencia de los africanos, pese a no contar con las estructuras y potencia militares de los invasores) y se reparten África (el nuevo mapa de África se crea en apenas tres meses, desde Berlín y sin la participación de un solo africano) instauran una geografía urbana de segregación, expresión de dominio y control, impulsada por un discurso racista que genera diversas formas urbanas de confinamiento para los africanos. En estas áreas confinadas, sin servicios ni infraestructuras y con los derechos restringidos, los africanos desarrollarán nuevas configuraciones (e imaginarios) urbanas que integrarán dinámicas y formas de vida incomprensibles para los colonizadores europeos que, incapaces de aceptar otras formas de hacer ciudad, las codificarán como informales. Esta división etnocéntrica, arbitraria y subjetiva entre lo formal y lo informal condena a la informalidad urbana, con su producción de orden y sus

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interfaces de hibridación que modelan hoy gran parte del tejido urbano en las ciudades africanas —el 59% de la población urbana del África Subsahariana vive en asentamientos informales 4 —, a la alegoría globalizada de la ciudad fracasada. Una conceptualización que queda atrapada entre los extremos de la maldición y la exotificación que legitiman, la primera, la mercantilización de estos territorios informales desolados para establecer el orden y la modernidad y, la segunda, la preservación de estos enclaves y sus habitantes como creativos reductos inalcanzables por las fuerzas de la globalización. Los daños colaterales de ambos procesos son similares: una segregación socioeconómica que acrecienta la exclusión y la desigualdad en las ciudades africanas.

1. VACÍO HISTORIOGRÁFICO: DIVISIÓN DE ESTUDIOS URBANOS Los estudios urbanos africanos no se iniciarían hasta la segunda mitad del siglo XX, realizados por europeos desde enfoques geográficos o antropológicos. En esa época serán únicamente tres las publicaciones que estudiarán y otorgarán a la ciudad africana su lugar en la historia (Davidson 1959; Shinnie 1965 y Hull 1976) y dos las realizadas por africanos sobre historia urbana, la primera centrada en Nigeria y llevada a cabo por el geógrafo nigeriano Akin Mabogunje en 1968 (Mabogunje 1968) y, la segunda, sobre las ciudades de Costa de Marfil del historiador Pierre Kipré de 1985 (Kipré 1985). Este vacío historiográfico se puede constatar a modo de ejemplo en la publicación de cuatro-

4 UN-Habitat 2015.

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cientas setenta y tres páginas de la Cambridge University Press de 1998 —The city in time and space (Southall 1998)— que pretendiendo recoger la historia de las ciudades del mundo dedica únicamente cuatro páginas a las ciudades del sur del Sahara, refiriéndose a los africanos como inadaptados al proceso de urbanización al no haber tenido tiempo de aprender la cultura occidental y haber quedado sumidos en una condición patológica con una cultura decadente e incoherente (Southall 1998, 290). No será hasta los años finales del siglo XX cuando el foco académico, institucional y mediático se desplace a las ciudades africanas subsaharianas que, con una de las mayores tasas de urbanización a nivel global, presentan proyecciones que triplican su población urbana en treinta años5. Sin embargo, la mayoría de aproximaciones a este imparable fenómeno se hacen desde una teoría y práctica urbanas generadas a partir de las urbes europeas o estadounidenses y midiendo y analizando las ciudades africanas mediante indicadores occidentales, perpetuándose de esta forma lo que el historiador Dipesh Chakrabarty 6 denominaba ignorancia asimétrica. Una asimetría que se refleja en la propia división geográfica de los estudios urbanos que, como defiende la geógrafa Jennifer Robinson (Robinson 2002, 2006), se generan en dos zonas geográficas globales: el Norte Global, donde se centra y produce la teoría urbana (los 5 2018 Revision of World Urbanization Prospects, UN

DESA. 6 El historiador Dipesh Chakrabarty (Calcuta, 1948) fue

miembro del Grupo de Estudios Subalternos fundado por Ranajit Guha y formado a finales de los años 1970 por intelectuales de Asia del Sur con el objetivo de despojar las narrativas históricas y la historiografía de esta región de la herencia colonial y producir nuevas formas de hacer historia desde la subalteridad.

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modelos) y el Sur Global, lugar para los estudios de desarrollo urbano (los problemas). “La pregunta es si el desarrollo real de Londres o Manchester se puede entender sin referencias a la India, África o Latinoamérica más de lo que el desarrollo de Kingston (Jamaica) o Bombay se puede entender sin los primeros. Sin embargo, la división de estudios académicos, así como los fundamentos ideológicos que ayudan a mantenerlos activos, asegura que las historias de ciudades del Primer, Segundo y Tercer Mundo se mantengan todavía metódicamente separadas” (King 1990, 78).

2. LA FRACTURA URBANA COLONIAL: EL SEGREGACIONISMO RACIAL URBANO Las ciudades africanas existían ya siglos antes del colonialismo, extendiéndose a lo largo y ancho de todo el continente subsahariano una gran diversidad de configuraciones urbanas constituidas (como otros centros urbanos históricos del mundo) por sociedades organizadas en torno a centros religiosos, comerciales, artísticos, administrativos o militares, con economías caracterizadas por la producción de alimentos y bienes para el mercado interno y externo o actividades preindustriales de extracción y transformación de metales. Una heterogeneidad urbana de la que se podrían destacar, por su desarrollo y transcendencia cultural y económica, tres grandes grupos: las ciudades que en el África Occidental funcionaban como puertos del desierto destinados fundamentalmente al comercio local e interregional de las rutas de caravanas transaharianas (Jenne-Jeno, Timbuctú, Kano); las ciudades costeras del África Oriental, puentes culturales

y comerciales continentales e intercontinentales situadas en la costa índica africana (Kilwa, Mombasa, Mogadisho, Zanzíbar) o del mar Rojo (Aksum); y aquellas urbes donde convivían modos de vida en torno a la agricultura, la ganadería, el pastoreo o la minería en el África Central y Meridional (Mapungubwe, Gran Zimbabwe) y el Golfo de Guinea (Benin, Ife, Ibadan). Un paisaje urbano precolonial africano que se verá alterado a partir del siglo XV por una primera fase colonizadora europea impulsada por el comercio, que se afianzará a finales del siglo XVI con el establecimiento de fuertes y puertos comerciales en las costas africanas para la ruta del comercio triangular y que, tras tres siglos de exploración y explotación, quedará fracturado por las políticas urbanas segregacionistas de las potencias europeas imperialistas —Reino Unido, Francia, Portugal, Bélgica, Alemania, Italia y España— que invadirán, ocuparán y se repartirán África (formalmente) en la Conferencia de Berlín (1885-1886) fragmentando el territorio africano con la imposición de nuevas fronteras coloniales. No sólo se fractura un espacio de territorialidades itinerantes, sino que se conquista o remodela el territorio africano bien mediante el levantamiento de ciudades de nueva fundación7 (algunas ya establecidas por exploradores o como guarniciones militares europeas antes del reparto colonial institucionalizado de África) o con la construcción de barrios para europeos en las urbes precoloniales8, 7 Fort-Lamy en Chad o Point Noire en Congo son

ejemplos de ciudades creadas de nueva planta por la colonización que contemplan ya en sus planes urbanísticos la segregación residencial racial. 8 Zanzíbar, Mombasa o Gao son ciudades precoloniales en las que la colonización urbana se desarrolla a partir de barrios de nueva construcción o por expulsión de la población local de los barrios existentes mejor situados.

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revelando fisonomías urbanas con expresiones de segregación intraurbana racial y desigualdad formal y funcional que variarán en función de la utilización del espacio urbano como ejercicio de poder y control de cada proyecto colonial. La implantación, por tanto, de los proyectos urbanos coloniales y el grado de autoritarismo colonizador no serán homogéneos puesto que las estrategias geopolíticas desplegadas por la metrópolis se adaptarán desde cada administración colonial local a los diferentes contextos físicos y socioeconómicos de su territorio, y variarán en función del grado de intercambio cultural que se produzca entre colonizadores y colonizados. Si bien, en la mayoría de las ciudades coloniales africanas, el orden y la zonificación espacial se utilizarán fundamentalmente con fines raciales tanto para el control de la movilidad y la vigilancia de la población sometida y usada como mano de obra como para mantener los hábitos culturales y morales y los estándares de salud de la población europea (Demissie 2012; Nunes 2015). Las diferentes políticas urbanas coloniales replicarán y trasladarán a las ciudades para los blancos en África las ideas y teorías urbanas prevalentes en Europa —la retícula urbana, el modelo de ciudad jardín o, más adelante, los principios del urbanismo moderno formalizados por el CIAM. Sin embargo, la geografía de segregación, bien sea bajo un discurso racista, paternalista, identitario o de salud y seguridad, será un denominador común en las ciudades coloniales africanas. En sus colonias del África Oriental y Austral los británicos desarrollan, bajo su administración indirecta de estructuras gubernamentales paralelas, una geopolítica represiva encubierta: en el plano urbanístico se expresa mediante “un método de división y contención”

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(Mitchell 1988, 44)9 que construye ciudades reservadas para los colonos y los africanos asimilados (principalmente las élites africanas) —las ciudades legales o formales—, con los servicios e infraestructuras que no se implementarán en las denominadas reservas nativas (creadas ex profeso o a partir de asentamientos indígenas existentes) en las que se confinan a los africanos con la prohibición de acceder a la ciudad de los blancos sin permiso expreso10 (ejemplos: Accra, Nairobi). La segregación espacial en las ciudades coloniales francesas del África Occidental deriva de la aplicación de una geopolítica colonial basada, al menos retóricamente, en un principio de asimilación/integración (legado de la revolución francesa) que pretende la creación de una clase de africanos que actúen como ciudadanos franceses, para lo cual se centraliza la gobernanza urbana y se eliminan las prácticas y estructuras indígenas (ejemplos: Bamako, Dakar, Uagadugú). Las ciudades coloniales portuguesas presentarán una estructura dual contigua pero sin interpenetraciones del espacio urbano —centro urbanizado para los colonos blancos y barrios informales o musseques en las periferias para la población africana (ejemplos: Luanda, Maputo). Una segregación espacial racial que incluso se incrementará en las décadas posteriores a 1945 con la reducción de los derechos de la población africana en un intento por parte de Portugal de retrasar la descolonización11. El Congo Belga, establecido tras el fi9 Citado en Garth A. Myers. Verandahs of power (New

Yok: Syracuse University Press,2003): 8. 10 En Nairobi los africanos que trabajaban para la admi-

nistración británica necesitaban un pasaporte (llamado Kipande) para acceder a la ciudad colonial. 11 La independencia de estos países no se lograría hasta 1975 (1973 en el caso de la actual Guinea-Bissau) me-

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nal del mandato del rey Leopoldo II de Bélgica y su régimen de terror sobre su reino africano esclavista —el paradójicamente denominado Estado Libre del Congo (1882-1908)— segregaría, en el orden urbano, a la población autóctona a las zonas más deprimidas y apartadas del centro de la ciudad implementando la política de cordones sanitarios (también desplegadas en otras ciudades coloniales del continente) o zonas neutrales que acordonaban las ciudades de los blancos actuando como barreras higiénico sanitarias y como fronteras espaciales raciales (ejemplo: Léopoldville, la actual Kinshasa). El caso más extremo de estas políticas segregacionistas raciales se da a partir de 1948 en Sudáfrica y Namibia (entonces denominada África del Sudoeste y administrada por la Unión Sudafricana) con la instauración del régimen del apartheid que expulsaba a los no-blancos (que entre negros, coloured o mestizos e indostanos representaban el 79% de la población) fuera de las ciudades, a los denominados todavía hoy townships, y restringía gran parte de sus derechos (ejemplos: Johannesburgo, Pretoria , Ciudad del Cabo, Windhoek). La mayoría de intentos planificados de descolonización urbana en el África Subsahariana de las independencias lejos de superar el urbanismo colonial, como era su objetivo, intensificarán las estrategias de exclusividad y fragmentación del orden colonial al reproducir y replicar sus tácticas mediante proyectos y master plans diseñados por arquitectos y consorcios extranjeros en base a premisas y teorías urbanas europeas. Una práctica urbana poscolonial con notables intentos de moverse más allá del colonialismo que se pondrá en práctica

fundamentalmente en algunas de las nuevas capitales durante este periodo. Una descolonización urbana fallida y lastrada no sólo por los recursos económicos y sociales limitados (lastre que se agravaría en los años 1980 como consecuencia de los Programas de Ajuste Estructural impuestos durante dos décadas por las instituciones financieras internacionales a los países africanos12) o la falta de profesionales autóctonos en la mayoría de países recién independizados, sino por la colonización mental tanto de las élites africanas educadas según patrones occidentales como de gran parte de la población. Con el pensamiento y conocimientos colonizados y sin rastro de los imaginarios urbanos precoloniales se recurre a modelos urbanos europeos para conceptualizar y codificar la ciudad y la idea de modernidad: una fractura mental que bloqueará cualquier aspiración a reclamar académica e institucionalmente un concepto propio de ciudad africana hasta finales del siglo XX 13. Conceptualización que en12 “[L]a coyuntura de las reformas neoliberales desde principios de los noventa y las dos décadas de los Programas de Ajuste Estructural, el espacio urbano se vio profundamente transformado, afectando tanto la distribución de los grupos sociales como a las actividades en ciudades de África y del todo mundo (Guyer et al 2002, Mulenga 2001, Zeleza 1999). Los costos humanos de los PAE han sido enormes debido a la incapacidad o el fracaso de muchos gobiernos para proporcionar empleos y vivienda, y debido a la creciente pobreza, niveles de educación bajos o en declive y la mala salud que en África oriental y meridional además se enfrenta a una alta exposición al VIH/SIDA (Poku 2001). [ ]. Las reformas políticas y económicas neoliberales de principios de los noventa [...] han hecho la desigualdad social en el espacio urbano más visible que nunca.” (Hansen y Vaa, 2004:11-12) 13 La descolonización de la teoría y la conceptualización

diante movimientos políticos y guerra de guerrillas de la población.

urbana se inician a finales del siglo XX desde diversas instituciones africanas como la Association of African

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frenta su mayor reto, como señala el urbanista AbdouMaliq Simone14, en el desconocimiento que predomina sobre el funcionamiento de las ciudades y los actores urbanos africanos: “Los futuros urbanos africanos están atrapados en las frágiles maniobras con que los actores urbanos africanos navegan a través de los vaivenes de los acontecimientos que la mayoría sienten que apenas controlan, si es que controlan en absoluto” (Simone 2004, 242). La segregación colonial del paisaje urbano se aprecia aún hoy en las tramas urbanas de algunas ciudades africanas, con barrios bien diferenciados tanto en su configuración urbana y arquitectura como en sus estándares socioeconómicos. En la mayoría de ellas todavía persisten instituciones y normativas —reglas de zonificación, estándares de construcción o formas de propiedad— heredadas de la época colonial, con imaginarios urbanos occidentales muy arraigados y con planes de estudios en las escuelas de planeamiento urbanístico sustentados en paradigmas urbanos desarrollados a partir del pensamiento hegemónico occidental. Un legado colonial que además ha generado grandes diferencias regionales y retardado el crecimiento de las ciudades no incluidas en la organización territorial macrocefálica que potenciaba el sistema colonial de explotación de recursos naturales, dejando situadas a las mayores ciudades africanas a lo largo de la costa o cercanas a lugares de extracción, y dando lugar a los grandes vacíos urbanos que caPlanning Schools (AAPS) que promueve un cambio de paradigma en los planes de estudio de las escuelas de planeamiento urbano africanas y que engloba a cincuenta y cuatro escuelas de diferentes regiones subsaharianas.

racterizan el interior del continente africano. Una fractura socio-económica territorial que la rápida urbanización del continente acrecienta con flujos migratorios hacia unas ciudades que afrontan disfuncionalidades institucionales y tecnológicas, falta de políticas urbanas y estrategias de inversión, problemas medioambientales y de seguridad alimentaria, precariedad en la accesibilidad y movilidad urbana, falta de empleo en el sector formal, una rápida expansión urbana sin planeamiento, altas tasas de pobreza, ausencia de servicios básicos e infraestructuras y alta vulnerabilidad al cambio climático. La segregación racial urbana colonial transmutada en una segregación socio-económica con los urbanitas africanos —que representan un 48% de la población total africana15 — viviendo en ciudades que encierran un alto grado de desigualdad y exclusión.

3. LA FRACTURA FORMAL/INFORMAL: FORMAS HÍBRIDAS URBANAS INCUBADORAS DE PENSAMIENTO FRONTERIZO Las reservas o ciudades nativas en las que los africanos fueron confinados durante el colonialismo en condiciones precarias se transformaron en “incomparables arenas de creación cultural” donde éstos desarrollaban estrategias de sobrevivencia e improvisaban e innovaban sistemas y técnicas de construcción, de solidaridad y de trabajo combinando prácticas tradicionales y nuevas (Falola y Salm 2005, 20). Estas ciudades híbridas, donde se creaban nuevas formas de vida urbana integrando influencias occidenta-

14 AbdouMalique Simone. For the city yet to come.

Changin African life in four cities, Durham y London: Duke University Press, 2004.

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les y tradicionales, no seguían la normalización urbana occidental y eran incomprensibles para los colonos europeos que acabaron por referirse a ellas como asentamientos o barrios informales. El espacio urbano nuevamente fracturado debido a, como apunta Charles Taylor (Taylor 2006), la falta de humildad necesaria para reconocer que hay muchas cosas que se desconocen o para las que incluso se carece del lenguaje con el que describirlas. Una caracterización arbitraria y subjetiva que dividía lo formal e informal en las ciudades africanas. Se seguían así las mismas pautas reduccionistas de los europeos del siglo XVI que atribuyeron el calificativo de primitivas o salvajes a aquellas formas de vida africanas que escapaban a su entendimiento. Estas formas híbridas urbanas que aún hoy denominamos informales se desarrollan en África durante la época colonial (existen únicamente registros de asentamientos urbanos precoloniales asimilables a la informalidad en el Norte de África). En el África anglófona se denominarán shanty-towns, bidonville en el África francófona y canicos o musseques en el África lusófona. La informalidad urbana varía de un país a otro, de una ciudad a otra e incluso dentro de una misma ciudad y, si bien se suele caracterizar por sus carencias (en vivienda, servicios, infraestructuras, propiedad de la tierra, seguridad, salud), “sociológicamente son una forma de vida, una subcultura con un conjunto de normas y valores” (Clinard 1966)16 donde los habitantes desarrollan un sentido de comunidad y organización, y que contribuye al sistema económico nacional. En el año 2003 UN-Habitat unifica a 16 Marshall Clinard, Slums and community development

en self-help (New York: The Free Press, 1966),3. Citado en Obudho y Mhlanga, 1988:9.

nivel global bajo el término slum la forma de referirse a los asentamientos informales, estableciendo los indicadores que cuantifican y califican estas formas híbridas urbanas informales17 asociadas en los imaginarios urbanos a la ilegalidad, la marginalidad, la precariedad y la pobreza. Una representación que, si bien suele ser un denominador común, no deja espacio para el reconocimiento de las dinámicas de transformación urbana y los mecanismos de producción de formas y normas urbanas que integrando lógicas formales e informales tienen lugar en ellos. La ciudad informal africana es un potencial generador de formas de entender y vivir la ciudad, de crear espacios de resiliencia, de sociabilidad, de colaboración, de innovación, de intercambio, de reinterpretación del género y las relaciones de parentesco, de interdependencia con la ciudad formal y sus dinámicas, de asimilación e interconexión con las fuerzas de la globalización. Una delimitación espacial alternativa con la construcción de nuevos (donde nuevos significa otros) significados y nuevas conexiones mediante la creación de mapas cognitivos dibujados desde otra experiencia subjetiva que atraviesa, excede e incluso sustituye la cua-

17 Un-Habitat utiliza tres criterios vinculados a

carencias para definir un slum: 1) barrios con falta servicios e infraestructuras, 2) los habitantes no ostentan derecho de tenencia sobre la tierra o las viviendas; 3) las viviendas no cumplen las regulaciones edilicias y de planificación y suelen estar ubicadas geográfica y ambientalmente en áreas peligrosas. Un hogar queda definido como perteneciente a un slum cuando carece de una o más de las siguientes condiciones: suministro de agua, acceso a servicios de saneamiento, seguridad en la tenencia de la tierra, durabilidad de la vivienda y suficiente espacio para vivir. Históricamente el término slum significaba insalubridad y edificación frágil hecha a base de materiales reciclados. La propia (y difícil) traducción del término inglés slum al español como tugurio está sujeta a connotaciones peyorativas.

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drícula racional del planeamiento urbano occidental. Incubadoras de pensamiento fronterizo en las que se desarrollan “pensamientos y prácticas híbridas que ponen de relieve la intersección entre los diseños globales y las historias y culturas locales” (Harrison 2006, 326). Lugares de experimentación y aprendizaje para el futuro de la ciudad y el urbanismo africanos que hacen necesaria la normalización de esta subjetividad para afrontar el urbanismo africano desde la perspectiva de la ciudad informal.

“La ciudad africana es la conjunción de interminables posibilidades de recreación en las que la informalidad, en todos sus ámbitos, es una plataforma para crear una configuración sostenible urbana diferente” (Simone 2004, 9).

4. URBANISMO INFORMAL AFRICANO: ENTRE LA MALDICIÓN Y LA EXOTIFICACIÓN Negar esta potencialidad de la informalidad en las urbes africanas es reforzar la alegoría globalizada de la modernidad fracasada africana establecida desde un marco conceptual sobre el funcionamiento estructural de sus ciudades inadecuado (Pieterse 2011, 6). Marco conceptual que cuando se trata de la informalidad urbana africana queda atrapado entre dos conceptos extremos y opuestos que colonizan los imaginarios: la maldición y la exotificación. Ambos, reminiscencias de un pasado colonial que condenaría a África a la maldición de los recursos y a la folclorización de sus culturas y tradiciones que todavía perduran en nuestros días. Y entre estos extremos —maldición y exotifica-

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ción—, que perpetúan los estereotipos sobre la ciudad informal y sus habitantes y que van conformando y consolidando un imaginario colectivo hegemónico, se desarrolla todo un rango de experiencias que van construyendo la ciudad africana. 4.1 LA LÓGICA DEL CAPITAL: ACUMULACIÓN POR DESPOSESIÓN URBANA—LA MALDICIÓN

La informalidad urbana construida durante décadas (tanto por las teorías urbanas como por los estudios de desarrollo) sobre la representación de la desolación de la vida cotidiana, de los habitantes y de las infraestructuras, parece haber legitimado el uso y la mercantilización de “esos vertederos de excedentes de humanidad” (Davis 2006, 175) situados en “el epicentro de cierto catastrófico apetito de los flujos de capital global” (Rao 2006, 228) para convertirlos en nuevos principios territoriales de orden (de código civilizacional). Estas áreas informales, potenciales territorios de orden, son incorporadas a las ciudades convertidas en arenas para la mercantilización y en sí mismas mercantilizadas al constituir formas socio-espaciales constantemente reorganizadas y conformadas para mejorar o fomentar la obtención de beneficios del capital. Para erradicar la desolación que representa la informalidad en las ciudades se pone en juego la codificación de la ciudad y la lógica del capital, acudiendo a viejas prácticas higiénicoquirúrgicas del siglo XIX: cualquier crecimiento no controlado, no deseado y no planificado debe ser destruido y reemplazado por tejidos urbanos planificados y modernos. De este modo las operaciones de mercantilización urbana destruirán

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conexiones cruciales de estos asentamientos con la vida cultural, económica y social del resto de la ciudad, acentuando su marginación, pobreza y crecimiento descontrolado: la paradoja de la desolación, la lógica del capital “acumulación por desposesión”18 que constituye la maldición de la informalidad urbana. Una maldición que fomenta la apertura de las políticas urbanas hacia planes impulsados por el mercado (provisión de infraestructuras y servicios para los ricos) ignorando la complejidad del urbanismo de la ciudad informal y a sus habitantes. Una fractura y segregación del espacio urbano con muy diversas lecturas: urbanismo fracturado (Bank 2011), urbanismo amorfo (Gandy 2005), urbanismo angustiado (Murray 2009), urbanismo arruinado (Simone 2004) o incluso el punto de vista más global de la metrópolis elusiva, con que Mbembe y Nuttall (2004) denominarán a la ciudad de Johannesburgo, pero que puede hacerse extensivo a muchas otras ciudades del siglo XXI (y no necesariamente del Sur Global). La representación espacial de esta maldición está siendo palpable en la última década en algunas ciudades africanas donde el planeamiento urbano sirve a las necesidades del capital: planes e intervenciones urbanas a gran escala presentadas como procesos de desarrollo urbano modernizadores que buscan transformar las mayores ciudades del África Subsahariana en smart-cities, tecno-cities o eco-cities para situarlas en el mapa de Ciudades Globales. Un

proceso urbano homogeneizador y especulativo impulsado por el crecimiento macro-económico experimentado en los últimos años en el continente y el desvío de atención de inversores y multinacionales, tras la crisis financiera de 2008, hacia la considerada la última frontera para el desarrollo. Auténticos estandartes de la paradoja de la desolación: mega-desarrollos urbanísticos diseñados por equipos y empresas internacionales a imagen de ciudades europeas o asiáticas como Dubái, Shanghai o Singapur19: altos edificios de fachadas de cristal, reproducciones de arquitecturas icónicas de cualquier lugar del mundo, lujosos centros comerciales, edificios de oficinas altamente tecnificados, comunidades residenciales de lujo cerradas (gated communities). Visiones de futuras ciudades, denominadas por la urbanista sudafricana Vanessa Watson “fantasías urbanas africanas”, que conforman un extenso catálogo: hasta sesenta propuestas de expansión urbana especulativa en veinte de los países con mayor crecimiento económico de África que buscan desde rehacer ciudades completas (Kigali Vision City en Ruanda; Nairobi 2030 en Kenia) o parcialmente (La Cité du Fleuve en Kinshasa, RD Congo; Eko Atlantic City en Lagos, Nigeria) hasta construir ciudades satélites de nueva planta (Konza Technopolis20 en Machakos, Kenia; The Hope City en Accra, Ghana). Un urbanismo especulativo, insostenible y fuera del contexto de las realidades africanas, incentivado e instrumentalizado por agendas

18 El concepto acumulación por desposesión, desarrollado por el geógrafo británico David Harvey (Harvey 2003), es un proceso del capitalismo neoliberal, junto a los ajustes espacio-temporales, para enfrentar los problemas de sobreacumulación de capital mediante el uso de prácticas depredadoras: privatización, financialización, creación y gestión de crisis, y políticas redistributivas en favor de grupos de poder.

19 En lo que ya se ha dado en denominar en el ámbito

urbano el fenómeno de la dubaización. 20 Konza Technopolis (previamente Konza Technology

City) aspira a ser un centro tecnológico y de innovación en África equiparable a Silicon Valley: el proyecto de esta ciudad de nueva planta de 2.000 hectáreas se conoce a nivel global como la Silicon Savannah.

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políticas e intereses económicos, que deja de lado las reformas urbanísticas más urgentes y con un impacto social (gentrificación, desplazamiento población rural, pérdida de derechos de propiedad) y ambiental (deforestación, escasez de agua, erosión) que agrava las ya deficientes condiciones urbanas de muchas ciudades africanas21. En la mayoría de los casos la ejecución de estos masterplans implica el desalojo forzoso y la reubicación (no siempre garantizada) de habitantes informales que, asentados durante décadas en estas áreas urbanas sujetas ahora a renovación o extensión, se ven de la noche a la mañana desposeídos de sus viviendas, sus derechos y sus vínculos socio-económicos. Mientras algunas de estas fantasías urbanas se construyen, otras sólo quedan en el papel o la Internet22: en ambos casos permanecen en los imaginarios urbanos. La representación de estas fantasías en los imaginarios urbanos tiene efectos reales al sublimar la importancia de la pertenencia al mapa de Ciudades Globales y la estetificación urbana frente a la funcionalidad de la ciudad para sus ciudadanos. Alimentan los imaginarios de la creciente clase media africana y las élites que aspiran a estos enclaves de exclusividad, y aumentan el deseo de pertenencia al mapa global urbano por parte de gobiernos municipales y estatales que los lleva a potenciar la inversión en infraestructuras 21 No existen todavía datos empíricos a este respecto sobre África, pero sí se cuenta con análisis y estudios sobre el impacto del urbanismo especulativo en ciudades de otras regiones del Sur Global que pueden servir para anticipar sus efectos en las ciudades africanas. 22 Todos estos proyectos se promocionan a través de sus correspondientes páginas webs, en busca de inversionistas y como reclamo político, y han sido profusamente divulgados en los medios y redes de comunicación.

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destinadas a soportar estos mega-proyectos sin atender la creciente necesidad habitacional y de servicios básicos de la mayoría de la población de sus ciudades. El resultado en ambos casos (fantasías urbanas ejecutadas o representadas) es una segregación espacial de ricos y pobres, una fragmentación y desconexión urbanas que acrecienta las desigualdades socio-económicas y el coste de vida en las ciudades. Sin duda, la reflexión en forma de pregunta de Vanessa Watson es pertinente: fantasías urbanas africanas ¿sueños o pesadillas? (Watson 2013).

4.2 CELEBRACIÓN DE LO PATOLÓGICO: LA EXOTIFICACIÓN DE LA INFORMALIDAD Desde los tiempos precoloniales hasta nuestros días la cultura y la naturaleza africana han sido estereotípicamente exotificadas. El urbanismo informal no se ha deshecho de este reduccionismo etnocéntrico que no siempre se muestra abiertamente, sino a través de discursos bien estructurados de ciudades y ciudadanos heroicos y emprendedores o en la presunción desde fuera del mapa de un urbanismo africano fracasado. Existe el peligro de una única (y exotificada) historia23, ya sea tratando de descubrir o resaltar los valores y estrategias existentes en las prácticas urbanas informales y sus lógicas espaciales como un exponente de creatividad humana en condiciones urbanas y socio-económicas adversas —la heroicidad de lo informal— o bien mediante la asunción de la fábula africana según la cual “las ciudades en África son ignoradas, desterradas a una categoría diferente, otra, 23 Parafraseando a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie en su discurso The danger of a single story, TED Talk, 2009

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de no del todo ciudades, o presentadas como ejemplos de todo aquello que puede salir mal en el urbanismo” (Myers 2011, 4) y, por tanto, son raros ejemplos a visitar, bien desde un punto de vista antropológico o bien como reductos exóticos en los que sus habitantes pasan a integrar el paisaje social informal. Desde este enfoque, exotificar la ciudad informal es o un proceso de adscripción a la heroicidad o a la desolación, lo que en el segundo caso nos lleva de vuelta a la maldición en una línea conceptual donde los extremos se encuentran. La exotificación como proceso subjetivo no puede definir lo absoluto, por lo que la heroicidad puede convertirse en desolación y viceversa... ¿No es la exotificación una maldición también? ¿Pueden coexistir la desolación y la heroicidad de una manera inaprensible para nosotros (no-ciudadanos urbanos informales africanos) y nuestro lógico pensamiento cartesiano ordenado? El propio ámbito académico, y no siempre con referencias explícitas a África24, contribuye a formalizar un imaginario informal: la imagen de la informalidad como emprendimiento heroico presentado por Hernando de Soto (2000); el argumento de Ananya Roy sobre los slums como formas para la teleología de la disfunción (Roy 2005); la materialización de Felipe Hernández (Hernández 2010) del tercer espacio que da testimonio de la creatividad de los pobres urbanos; la identificación de la informalidad como un colonialismo inverso de Oren Yiftachel (2009, 88-100); la celebración de la informalidad como 24 La literatura sobre el urbanismo informal Latinoamericano y de Asia del Sur es muy extensa y ofrece enfoques muy interesantes que, si bien no son directamente extrapolables a los contextos africanos, sí se pueden incorporar algunas de sus experiencias y desafíos.

resistencia en la reciente literatura de ciudades de América Latina y Sur de Asia (Brillembourg 2004; Castle 2004; Gans and Weisz 2004, Appadurai, 2001); Daniela Fabricius argumenta que la informalidad habla del “urbanismo que tiene lugar entre las ruinas de la ciudad moderna y la expansión entrópica de la ciudad posmoderna” (Fabricius 2008, 6); la alusión de Brillembourg y Klumpner (Brillembourg 2005, 38–45) a un urbanismo antiético en el modo de vida informal; o el proceso de exotificación por omisión de referencias a las ciudades africanas en los estudios urbanos, o de eliminación u ocultación de algunos asentamientos informales en los mapas de la ciudades. De este modo, la exotificación homogeneiza el imaginario de la ciudad informal cuyo más profundo fundamento es la heterogeneidad, y al mismo tiempo representa una pesada responsabilidad y un escollo para sus habitantes, quienes se convierten en meros espectadores de lo que a veces se considera una celebración de lo patológico, un reducto fuera del alcance de las fuerzas de la globalización o una colmena de creatividad humana a ser preservada (paraísos urbanos del do-it-yourself ), y los condena, por tanto, a sufrir lo que la exotificación transforma en daños colaterales menores: falta de infraestructuras y servicios básicos, inseguridad alimentaria, problemas de salud e higiene... Este fenómeno de la exotificación del urbanismo informal y sus habitantes se constata en el mundo real principalmente con el reciente auge del turismo de slum, una tendencia global no ausente de polémica. El destino turístico: áreas urbanas empobrecidas consideradas como lugares de otredad, decadencia moral, libertad desviada o autenticidad (Frenzel 2012). Este fenómeno es conocido como slumming y el

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Oxford English Dictionary lo define como “visitas a slums, especialmente con fines caritativos o filantrópicos” 25. Estos fines, ya de por sí bastante cuestionables, son en la mayoría de los casos la excusa o la justificación con la que se emprenden estos negocios turísticos lucrativos. La supuesta repercusión positiva sobre las condiciones de los slums y sus habitantes es difícil de valorar en la medida que preservar el estado de desolación es clave para el mantenimiento de esta forma de turismo. El rápido desarrollo de estas dinámicas y su popular expansión empieza a alcanzar dimensión de turismo de masas en Sudáfrica y Brasil, y se vislumbra como un fenómeno en crecimiento en el Sur Global ante la creciente demanda de estas experiencias exóticas para turistas ávidos de aventuras que poder fotografiar y contar en tiempo real a través de las redes sociales. El slumming en el continente africano se iniciaría en Sudáfrica durante los últimos años del apartheid cuando los turistas eran paseados por los townships reservados para los noblancos, y llegaría a Kenia con la celebración del Foro Mundial Social de 2007 (Frenzel 2012). El desarrollo de este tipo de turismo ya va más allá de las visitas guiadas e incluso se ofrecen estancias y hospedaje dentro de los slums o se construyen hoteles que reproducen sus estructuras y condiciones de vida y que se publicitan como la auténtica o plena aventura africana. Los tradicionales safaris compiten hoy en África con los slum tours, el turismo fotográfico de la vida salvaje y de los pueblos indígenas ha dado paso al de la pobreza: la folclorización de la tradición y la exotificación de la informalidad africana en competencia. La ciudad informal converti-

25 Oxford English Dictionary, 1990: 2024

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da en reserva de la pobreza y sus habitantes informales erigidos en sus heroicos guardianes o simples piezas de este nuevo y exótico zoo. Algunas voces críticas comienzan a denominar al fenómeno la pornografía de la pobreza, mientras que sus defensores (que suelen coincidir con los beneficiarios de este nuevo negocio, los tour-operadores y los guías, fundamentalmente) esgrimen que el objetivo es desmitificar la vida en los slums, humanizar a sus habitantes y mostrar la normalidad de sus vidas. Los nuevos turistas de slums vuelven a sus países impresionados ante el espectáculo: “This made more of an impression on me than the pyramids of Giza” (Rice 2009). La controversia ética que genera el fenómeno ha llevado a la creación, por parte de algunos investigadores, de la plataforma Slumtourism.net desde donde se analizan e intercambian experiencias en turismo de slum y se coopera en investigaciones sobre su potencial y los perjuicios que puede ocasionar o está ocasionando. El auge del slumming ha llamado la atención del mercado inmobiliario sobre estos emplazamientos marginales de la ciudad hasta tal punto que incluso se está generando una burbuja inmobiliaria en torno a ellos que impide acceder a la vivienda a los propios residentes, que se ven entonces desplazados de sus entornos y redes sociales y de trabajo. De momento esta situación se está dando mayormente en las favelas de Río de Janeiro, y se inicia con el aumento de la demanda de hospedaje y la compra de viviendas por parte de empresas y famosos registradas durante la celebración de la Copa Mundial de Futbol de 2014 en Brasil. El proceso de gentrificación se ha hecho extensivo a las zonas hasta ahora identificadas como territorios

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de la miseria y la violencia de algunas ciudades brasileñas (que no hace mucho ni siquiera aparecían en los planos, donde se representaban como espacios verdes o vacíos). Este fenómeno puede ser sintomático de lo que está por venir en la ciudad informal africana que suma al apetito de las lógicas del capital —acumulación por desposesión— la tendencia global masiva de experimentar temporalmente la celebración de lo patológico. En ambos casos los perjudicados y damnificados son siempre los mismos. A este diverso y global fenómeno de exotificación se suman intervenciones artísticas que precisamente tiene repercusión en los medios de comunicación por tener lugar en estas ciudades informales. Así, artistas como JR (en Kenia, Sierra Leona, Liberia y Sudán) o el colectivo Boa Mistura (en Sudáfrica) las usan de lienzo y de altavoz para sus representaciones artísticas: el artista usa como lienzo las características intrínsecas del slum para resaltar su representación artística y, a la vez, desde su visión etnocéntrica, poner de manifiesto una situación que considera necesario denunciar o ensalzar. Un doble papel que exotifica lo otro al que tanto la ciudad informal como sus habitantes se ven sobreexpuestos.

[A MODO DE CONCLUSIÓN] URBANISMO DE FRONTERA: ESPACIOS IN-BETWEEN… Si la informalidad urbana africana puede leerse en clave de intensificación urbana (concepto desarrollado por el arquitecto hongkonés Gary Chang) como resultado de un infinito número de fuerzas que intervienen al mismo tiempo, en continuo cambio y sometida a límites flui-

dos que separan y a la vez conectan, invadida por fragmentos urbanos de encuentros y materialidades (city-bytes) en coexistencia donde la creatividad de los ciudadanos transforma y revitaliza el espacio urbano a través de los cuerpos, movimientos, actividades y narrativas de sus habitantes, la ciudad contemporánea en África puede representarse en términos de fronteras internas, de espacios in-between fluidos y cambiantes, una estructura dinámica donde tiene lugar un ciclo constante de construcción social, que va desde el habitante informal hasta la asimilación de la expansión de la metrópolis africana, un mapa de fronteras intersticiales que co-existen en una relación de interdependencia e interpenetración política, económica y cultural. Un proceso endógeno subjetivado que se ve tensionado por las fuerzas de las teorías del desarrollo y la globalización cultural y económica. Una producción de orden con sus propias cualidades y apropiaciones espacio-temporales. Una subjetividad distintiva que deshace el orden espacial usual, con sus propios códigos y reglas para codificar la ciudad que, sin duda, proyecta otro conocimiento local espacial. Las ciudades africanas son pues works in progress26 donde se producen y re-producen interfaces de hibridación, donde la vida urbana es un estado de emergencia, de sobrevivencia, que habilita espacios de organización comunitaria y de movilidad social en los que surgen formas de asociacionismo —local y global— y dinámicas que operan con complejos mecanismos que incorporan actores y escenarios urbanos —for-

26 “[A]frican cities are works in progress, at the same

time exceedingly creative and extremely stalled”. Abdoumalique Simone, 2004, For the City Yet to Come: Changing African Life in Four Cities, Duke University Press, Durban and London (2004): 1–2

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males e informales— muy diversos. Algunas de estas interfaces están modelando otra imagen de las ciudades africanas —fuera del universalismo abstracto de las teorías urbanísticas convencionales— y, sin duda, están operando profundos cambios en los habitantes, instituciones, imaginarios urbanos y en las propias

ciudades. Si se logra la aserción de la existencia de diferentes racionalidades y ordenes alternativos, la puesta en valor del conocimiento local (ya no desde la subalteridad) y la búsqueda de sus lógicas híbridas urbanas, seremos capaces de ver un urbanismo africanizado.

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L F Krige

ma de Arquitectura de la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad de Sevilla (EIDUS) dentro de la línea de investigación de Historia y Teoría de la Arquitectura: estudios culturales, gestión social y ciudad creativa. Desarrolla en la actualidad la investigación para una tesis doctoral sobre las lógicas del urbanismo informal en África Sub-

Lola Martínez-Fons Doctorando en el Progra-

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.11

FRAGMENTOS URBANOS DE GUERRA FRÍA EN EL TERCER MUNDO Francisco Quintana1; Bárbara Salazar2; Melinka Bier3 Pontificia Universidad Católica de Chile, Escuela de Arquitectura, Santiago, Chile, 1. [emailprotected], 2. [emailprotected], 3. [emailprotected]

RESUMEN En 1949, en el discurso inaugural para su segundo período presidencial, Harry S. Truman proclamó una agenda de colaboración entre los Estados Unidos y las áreas subdesarrolladas del mundo, con el objetivo de reducir la pobreza a través de un desarrollo impulsado por los conocimientos y avances tecnológicos de su país. En 1973, Robert McNamara, presidente del Banco Mundial, instaba a erradicar la pobreza absoluta promoviendo estrategias que lograsen una distribución más equitativa de los beneficios del crecimiento económico. En ambas agendas internacionales se incluyeron políticas habitacionales para alcanzar sus objetivos. El artículo explora el rol que cumplieron la arquitectura y el diseño urbano en estos programas, a través de la revisión de conjuntos de vivienda construidos en ciudades y paisajes de

América Latina, África y Asia, en el contexto de la Guerra Fría. En ambos momentos históricos se utilizó la estrategia de autoconstrucción asistida para llegar a la población con menos recursos económicos. Por una parte, entre las múltiples críticas que recibieron estas operaciones, estuvo la segregación social que producirían. Por otra, veremos cómo estos conjuntos se articularían como fragmentos urbanos que, a través de su diseño y equipamiento comunitario, apoyarían el desarrollo social de los pobladores. El primer momento que revisaremos corresponde a los inicios de la promoción internacional de políticas de autoconstrucción por parte de instituciones estadounidenses; el segundo, es el instante en que el Banco Mundial expande esta agenda globalmente incorporando, por primera vez, el problema habitacional urbano entre sus proyectos. En estos dos períodos la vivienda

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fue incluida para promover un crecimiento económico, así como para extender las fronteras geopolíticas del primer mundo –liderado por Estados Unidos– hacia los países del tercer mundo. Palabras clave: Autoconstrucción, Políticas de vivienda, Estados Unidos, Banco Mundial, Tercer Mundo

ABSTRACT In 1949, in the inaugural speech for his second presidential term, Harry S. Truman proclaimed an agenda of collaboration between the United States and the underdeveloped areas of the world, aiming to reduce poverty through development driven by U.S. knowledge and technological advances. In 1973, Robert McNamara, president of the World Bank, called for the eradication of absolute poverty, promoting strategies that would achieve a more equitable distribution of the benefits of economic growth. Both international agendas included housing policies to achieve their objectives. This article explores the role of architecture and urban design in these programs by reviewing housing developments built in cities and landscapes in Latin America, Africa and Asia in the context of the Cold War. In both historical moments, assisted self-construction was used to reach populations with low economic resources. On one side, among the many criticisms made to these operations was the social segregation they would generate. On the other side, we will see how these developments would articulate urban fragments that, through their design and community equipment, would support the social

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growth of the inhabitants. The first reviewed moment corresponds to the beginning of the international promotion of self-construction policies by U.S. institutions; the second is the moment when the World Bank expanded this program globally incorporating, for the first time, the urban housing problem into its agenda. In these two periods, housing was included to promote economic development, as well as to extend the geopolitical frontiers of the first world –led by the United States– towards third world countries. Key words: Self-help, Housing policies, United States, World Bank, Third World

RESUMO Em 1949, no discurso inaugural do seu segundo mandato como presidente, com o objetivo de reduzir a pobreza através do desenvolvimento impulsionado pelo conhecimento e avanços tecnológicos dos EUA, Harry S. Truman proclamou uma agenda de colaboração entre os Estados Unidos e as áreas subdesenvolvidas do mundo. Em 1973, Robert McNamara, presidente do Banco Mundial, apelou à erradicação da pobreza absoluta, promovendo estratégias que permitissem uma distribuição mais equitativa dos benefícios do crescimento econômico. Ambas as agendas internacionais incluíam políticas de habitação para alcançar os seus objetivos. Este artigo explora o papel desempenhado pela arquitetura e pelo urban design nestes programas, revisando conjuntos habitacionais construídos em cidades e paisagens da América Latina, África e Ásia, no contexto da Guerra Fria.

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Em ambos os momentos históricos, a estratégia de auto-construção assistida foi utilizada para alcançar a população com menos recursos econômicos. Por um lado, entre as muitas críticas a estas operações estava a segregação social que elas produziriam; por outro, veremos como estes conjuntos habitacionais articulariam fragmentos urbanos que, por meio da concepção e implementação de equipamentos comunitários, apoiariam o desenvolvimento social dos habitantes. O primeiro momento que iremos rever corresponde ao início da promoção internacional de políticas de auto-construção por instituições norte-americanas; o segundo, é o momento em que o Banco Mundial expandiu esta agenda a nível global, incorporando, pela primeira vez, o problema da habitação urbana em sua agenda. Nestes dois períodos, a habitação foi incluída para promover o crescimento econômico, assim como para alargar as fronteiras geopolíticas do primeiro mundo –lideradas pelos Estados Unidos– para países do terceiro mundo. Palavras-chave: Auto-construção, Políticas de habitação, Estados Unidos, Banco Mundial, Terceiro Mundo

1. INTRODUCCIÓN “Un día cualquiera fuimos llamados todos los de la directiva central; se nos quería informar de un plan que traían unos señores norteamericanos, el cual se llamaba Esfuerzo propio y ayuda mutua. Era un plan de autoconstrucción de nuestras propias viviendas, y consistía en que nosotros, como pobladores, debíamos ser la

mano de obra, levantar nuestras casas con material sólido, dejar las mejoras que teníamos —que eran de madera— y así vivir en una casa digna.” Posteriormente, en el día de la inauguración de la población, “…naturalmente se izó la bandera norteamericana junto a la chilena” (Escalona 1989, 43-44).

Este relato de Adrián Escalona, poblador fundador del conjunto Germán Riesco –iniciado hacia 1953 en Santiago de Chile–, da cuenta de una las aproximaciones que promovió Estados Unidos en su política habitacional de colaboración internacional durante la segunda mitad del siglo XX. Ante la crisis en vivienda que se extendía entre la población con menos recursos económicos en países en desarrollo, se proponía una solución a través de sitios urbanizados sin casas. Éstas tendrían que ser construidas por las familias –ahora propietarias de un terreno– sobre el trazado de un diseño urbano que sentaba las bases de un fragmento de ciudad que consideraba diversos programas comunitarios para el desarrollo social. A continuación, exploraremos cómo la vivienda fue parte de agendas de crecimiento económico dirigidas a la población más desfavorecida, a la vez que se instrumentalizó para extender las fronteras geopolíticas del primer mundo hacia los países en desarrollo. Nos aproximaremos así a los efectos que tuvo en el medio ambiente construido la promoción de una política de vivienda –adoptada como estrategia de expansión estadounidense– en el contexto de las confrontaciones territoriales de la Guerra Fría. En la primera parte del texto, revisaremos cómo el programa del Punto Cuatro, relativo a la política de asistencia internacional de los Estados Unidos, exportó ensayos de

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vivienda autoconstruida a través de proyectos en diversos países del entonces denominado tercer mundo. En particular, exploraremos la experiencia habitacional producida tras el convenio de colaboración técnica firmado en 1951 entre Chile y los Estados Unidos, en los inicios de la implementación de estas operaciones de vivienda fuera de territorio norteamericano, lo que originó poblaciones autoconstruidas en Santiago y que luego se replicó a través de diversas políticas públicas. En la segunda parte del artículo revisaremos cómo esta agenda de autoconstrucción asistida fue continuada y expandida en las décadas de 1970 y 1980 por medio del Banco Mundial, institución que incluyó en ese momento, por primera vez, la vivienda

urbana entre sus proyectos de desarrollo. Describiremos el programa Sitios y Servicios, implementado por esta institución en treinta y siete países de América Latina, África y Asia entre los años 1972 y 1985. De esta manera, revisaremos cómo la arquitectura y el diseño urbano fueron parte de una estrategia para erradicar la pobreza absoluta, a la vez que extendieron lógicas del capital –con procesos de reestructuración espacial y normativa orientadas al mercado– en territorios muy diversos.

Fig. 1. Point 4 around the world. Administración de Cooperación Técnica de los Estados Unidos, enero de 1953. Fuente: División de Mapas y Geografía de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

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2. EL PUNTO CUATRO Y LA VIVIENDA EN EL DESARROLLO DEL TERCER MUNDO “Cuarto, debemos embarcarnos en un nuevo y audaz programa para que los beneficios de nuestros avances científicos y del progreso industrial estén al servicio del crecimiento y mejora de las zonas subdesarrolladas. Más de la mitad de la población mundial vive en condiciones cercanas a la miseria. Su alimentación es inadecuada. Son víctimas de enfermedades. Su vida económica es primitiva y está estancada. Su pobreza es un obstáculo y una amenaza, tanto para ellos como para las zonas más prósperas” (Truman 1961).1

El 20 de enero de 1949, en el discurso inaugural para su segundo período presidencial, Harry S. Truman delineó la agenda de colaboración internacional de los Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría. Esta se enfocaba en un proyecto de asistencia técnica entre el país norteamericano y las denominadas áreas subdesarrolladas del mundo. Lo que posteriormente se conocería como el programa del Punto Cuatro, fue precedido en el discurso de Truman por una larga comparación entre las virtudes de la democracia y las falencias del comunismo: “Expongo estas diferencias, no para trazar cuestiones de creencia como tales, sino porque las acciones resultantes de la filosofía comunista son una amenaza a los esfuerzos que realizan las naciones libres por lograr la recuperación del mundo y una paz duradera” 1 Extracto del discurso inaugural del segundo período presidencial de Harry S. Truman en los Estados Unidos. Traducción de los autores

(Truman 1961).2 A su vez, la pobreza en los países en desarrollo era comprendida en su texto como una amenaza que podía ser revertida a través de los avances tecnológicos. Cuatro años antes, en octubre de 1945, Truman daba un discurso frente la represa Kentucky, uno de tantos proyectos planificados por el Tennessee Valley Authority (TVA). Esto ocurrió pocos meses después de haber asumido como presidente de los Estados Unidos, y a pocas semanas de haber arrojado las bombas atómicas sobre Japón, iniciando así el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría. 3 De cierta manera, la represa Kentucky –visitada entonces por expertos provenientes de distintos contextos del mundo– representó para Truman lo que será posteriormente su Punto Cuatro de política exterior, basada en la modernización de los territorios a través de una agenda de colaboración que expandió el modo americano de hacer las cosas fuera de los Estados Unidos.4 El Punto Cuatro se basó en lógicas de transferencia de conocimiento, extendiendo las trayectorias de técnicos y expertos a través de los países en vías de desarrollo (figura 1). Los 2 Ibíd. 3 Harry S. Truman fue vicepresidente de los Estados

Unidos entre el 20 de enero y el 12 de abril de 1945, antes de convertirse en el 33º presidente de ese país, y ganando posteriormente las elecciones de 1948, para culminar su segundo período presidencial el 20 de enero de 1953. 4 La estrategia de colaboración y asistencia técnica que se implementaría globalmente a través de diversos proyectos del Punto Cuatro, se podría comprender como una internacionalización de la planificación estadounidense de esa época, la que Harry Truman conocía de cerca −ya desde su período como senador de los Estados Unidos−, por proyectos de infraestructura territorial desarrollados por agencias como el TVA durante el New Deal en la década de 1930.

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principales focos de atención del Punto Cuatro fueron la agricultura y salud, seguidos por programas de educación e industria, así como proyectos hidroeléctricos y de transporte. Si bien la vivienda era un elemento secundario dentro de la agenda, sus impactos se pueden apreciar en diversos territorios del mundo. 5 En el caso de la crisis habitacional de la población urbana con menos recursos económicos, se exportó la experiencia sobre autoconstrucción asistida con tenencia de suelo que se venía ensayando en Puerto Rico –Estado libre asociado del país norteamericano– y que habían promovido agentes estadounidenses como Jacob Crane, quien habría acuñado el término aided self-help housing (Harris 1998, 166).6 Desde la década de 1940, Crane trabajó en diversas instituciones públicas estadounidenses –incluyendo un periodo en la TVA– para concluir a cargo de la Oficina Internacional de la Agencia de Vivienda y Financiamiento de Viviendas de Estados Unidos (HHFA) hasta su retiro en 1954. Su experiencia estuvo fuertemente ligada a los esquemas de vivienda planificados en Puerto Rico, donde trabajó junto a la Autoridad de Vivienda de Ponce en la implementación de las primeras estrategias de autoconstrucción en ese país, a través del programa Land and Utilities. En la política puertorriqueña 5 La historiadora del arte, Andrea Renner, traza la trayectoria e impactos de políticas de asistencia habitacional promovidas por los Estados Unidos tras el Punto Cuatro, en territorios como Guatemala y el Caribe, entre otros. Ver: Andrea Renner, “Housing Diplomacy: US Housing Aid to Latin America, 19491973” (Ph.D. thesis, New York, Columbia University, 2011). 6 Sobre el rol de Jacob Crane como promotor de estrategias de autoconstrucción asistida, ver: Richard Harris, ‘A burp in church: Jacob L. Crane’s vision of aided selfhelp housing’, Planning History Studies, 11 (1997):3–16.

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para viviendas de bajo costo, el gobierno local promovía el acceso y tenencia de un terreno urbanizado al que los residentes podían trasladar sus viviendas informales, o donde podían iniciar nuevos proyectos de construcción. Además de brindar fondos para la compra del predio, las autoridades entregaban asistencia técnica en la construcción de las nuevas casas. Desde su puesto en la HHFA, Crane ayudó en la promoción de estas ideas, invitando a expertos como Otto Koenigsberger y Ernst Weissmann a visitar Puerto Rico. En los años posteriores, como indica la historiadora Nancy Kwak: “los expertos estadounidenses en vivienda abrazaron la autoayuda por su quintaesencia capitalista y ética anticomunista” (Kwak 2015, 89). Operaciones de vivienda urbana como las mencionadas fueron particularmente relevantes en América Latina, dado que hacia la segunda mitad del siglo XX esta era una de las regiones más urbanizadas del planeta, exhibiendo extensas áreas de crecimiento informal. Esto se produjo por masivas migraciones desde áreas rurales, entre otras razones, por la rápida industrialización debido a agendas de desarrollo y modernización que se implementaron en la región. Los asentamientos informales, por su parte, daban cuenta de ciertas capacidades de la población para solucionar la escasez de viviendas con sus propias manos. Así fue como surgieron las barriadas en Perú, las favelas en Brasil, las villas miseria en Argentina, o las poblaciones callampa en Chile; soluciones espontáneas de los pobladores ante la incapacidad de los gobiernos y del mercado privado por proveer una respuesta al problema habitacional.7 Los 7 Sobre asentamientos informales en Brasil y Chile en

contextos de la Guerra Fría, ver: Emanuel Giannotti y Rafael Soares-Gonçalves, “La guerra fría en las favelas

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países de América Latina, además, mantenían una cercana relación con los Estados Unidos, bajo políticas como la del Buen Vecino, promovida por el presidente norteamericano Theodore Roosevelt en 1933, para potenciar la reciprocidad económica entres los países americanos.8 Estas características regionales hacían factible el ensayo de políticas de autoconstrucción asistida como las estudiadas por los Estados Unidos en ese período. A continuación, revisaremos el caso chileno, en el extremo sur del continente, en el contexto de los años iniciales de las operaciones urbanas implementadas por el país norteamericano en el exterior.

3. EXPANSIÓN DE PROPIETARIOS Y AUTOCONSTRUCCIÓN EN PROGRAMA CHILENO-ESTADOUNIDENSE Las ciudades chilenas tuvieron un acelerado crecimiento durante el siglo XX. Si en 1907 sólo un 38% de la población nacional correspondía a sectores urbanos, esta cifra se incrementó a 57,9% en 1952, y hasta un 71,6% en 1970 (Geisse 1983, 185). Santiago, capital política y económica de Chile, atrajo el mayor desplazamiento de personas. Las ofertas formales de vivienda fueron insuficientes para absorber la alta migración rural, dando paso al crecimiento exponencial de asentamientos informales y las poblaciones, 1945-1964. Una disputa entre comunistas e Iglesia Católica”, Izquierdas 49 (abril de 2020): 642–62. 8 Una aproximación a la relación entre Latinoamérica y los Estados Unidos en términos de cultura urbana del período que cubre este artículo se puede leer en: Adrián Gorelik, “Pan-American routes: a continental planning journey between reformism and the cultural Cold War”, Planning Perspectives 32, no 1 (enero de 2017): 47–66.

desde la década de 1940. Una de las soluciones ante esta crisis fue la adopción de estrategias de autoconstrucción asistida con tenencia de suelo, valiéndose de la experiencia de los habitantes y apoyándolos a través de la asistencia técnica de agentes e instituciones nacionales e internacionales.9 Uno de los impactos que tuvo la mencionada agenda del Punto Cuatro fue el Acuerdo Básico para Cooperación Técnica, firmado entre los Estados Unidos y Chile en 1951.10 En un breve documento se establecieron las bases para el intercambio de conocimientos y viajes norte–sur de expertos, los que se materializaron –entre otros múltiples proyectos y políticas públicas– en la integración de la autoconstrucción como una estrategia formal para abordar la vivienda de los sectores de la población más desfavorecidos. La Corporación de la Vivienda (CORVI) –fundada en 1953– fue la institución pública chilena encargada de abordar esta situación habitacional. Fue durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (1952-58) que se estableció en Chile el Programa de Autoconstrucción, el primero de este tipo en ser abordado por una política pública en el país (Hidalgo 2005, 217). Su origen está directamente ligado al acuerdo firmado con Estados Unidos (CORVI 1960, 13). A través del Programa de Autoconstrucción, la CORVI estaba facultada para adquirir sitios, urbanizarlos y luego venderlos a personas de escasos recursos económicos, quienes tendrían quince años para pagar sus terrenos. 9 Para una comprensión de la historia de la vivienda

social en Chile ver: Rodrigo Hidalgo, La vivienda social en Chile y la construcción del espacio urbano en el Santiago del siglo XX (Santiago, Chile: Instituto de Geografía UC, 2005): 214-221 10 Decreto 392 promulgado el 26 de junio de 1951, Mi-

nisterio de Relaciones Exteriores de Chile.

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Lo mismo ocurría con los materiales de construcción, los cuales eran costeados por créditos a pagar en cinco años (Bravo 1959, 59). De esta manera, la población que vivía de manera informal podría regularizar su situación y ser propietarios de un terreno donde autoconstruir su vivienda. El conjunto Germán Riesco fue el primero en Chile en practicar esta política habitacional, obteniendo, además, apoyo técnico y financiamiento estadounidense. En 1953, la CORVI asignó sitios con una caseta sanitaria a 651 familias que vivían informalmente en el sector. Posteriormente, un Convenio de Fondo Común suscrito en 1954 entre la CORVI y el Instituto de Asuntos Interamericanos, estableció que la organización local aportaría $100 millones de pesos para préstamos en materiales de construcción, mientras que el gobierno de los Estados Unidos invertiría 100 mil dólares “en maquinarias, herramientas y otros artículos de procedencia extranjera” (Bravo 1959, 58). De esta manera, a fines de 1955, comenzaron los trabajos de autoconstrucción con asistencia técnica. El diseño urbano trazaba un fragmento de ciudad ubicado en la periferia sur de Santiago, comprendido por una red de calles principales y una multiplicación de pasajes peatonales, además de prever al centro del conjunto un área libre para espacio público, con un colegio, juegos infantiles y servicios generales (figura 2). Estas prácticas de autoconstrucción de viviendas unifamiliares en sitio propio eran seguidas de cerca por las agencias de los Estados Unidos, para su posterior promoción en otros contextos: “…los norteamericanos trajeron un equipo especializado en películas, y todas las etapas de la autoconstrucción fueron filmadas. Se buscó un poblador como actor, y los nortea-

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mericanos, como lo saben hacer, hicieron el guion, colocaron el argumento y se echó a rodar la película” (Escalona 1989, 45). De esta manera, la vivienda para la población con menos recursos económicos del mundo se hacía parte de las estrategias de propaganda para promover internacionalmente los valores e ideales del país norteamericano. Como indican Helen Hester y Nick Srnicek –en su caso en relación con la casa suburbana del sueño americano–, el impacto de estas estrategias iba más allá de las repercusiones económicas, utilizando la vivienda para “perpetuar una configuración de valores en torno al trabajo duro, el individualismo, la autosuficiencia y la estructura familiar” (Hester y Srnicek 2021). El primer ensayo de política habitacional con autoconstrucción asistida aplicada en Chile fue posteriormente replicado en el Programa de Erradicación, establecido en el período presidencial de Jorge Alessandri (1958-64). Este consistía en el desplazamiento de asentamientos informales hacia sitios periféricos adquiridos por la CORVI, siguiendo el esquema antes descrito para formalizar la tenencia de un predio, e incluyendo estrategias de autoconstrucción para las viviendas. La población San Gregorio fue la primera de este tipo, la que también contaba con financiamiento estadounidense (Koth et al 1965, 160). Iniciada en 1958, fue el conjunto más grande para la época, con cerca de cuatro mil sitios para una población aproximada de 25.000 personas, donde la mayoría de las casas fueron edificadas por medio de autoconstrucción.11 El fragmento urbano contemplaba pla11 Más detalles sobre la población San Gregorio se

pueden encontrar en: Corporación de la Vivienda, Chile 1960: 6-7; Centro interamericano de vivienda y planeamiento, Guía de Autoconstrucción (Bogotá: CINVA,

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Fig. 2. Superior: Planta Población Germán Riesco, Santiago, Chile. 1953. Fuente: Haramoto 1985, 70. Inferior: Planta Población San Gregorio, Santiago, Chile. 1959. Fuente: Haramoto 1985, 74.

zas, locales comerciales, mercados, un teatro, un hogar social, colegios, un centro maternoinfantil, juzgado local, espacio para culto religioso, y canchas deportivas, “es decir, todos aquellos elementos de uso público que la transformen en una unidad autosuficiente” (CORVI 1960, 7) (figura 2). Como precisan los arquitectos Emanuel Giannotti y Hugo Mondragón, conjuntos habitacionales como los de Germán Riesco y San Gregorio –entre otras poblaciones de Santiago que analizan en su estudio–, se habrían diseñado siguiendo una lógica interna del 1961): 18-19; Edwin Haramoto, “Casos de Conjuntos entre 1950/85”, Revista CA, no 41 (1985): 74-75

barrio, estableciendo unidades vecinales que, a modo de islas, articularon un archipiélago en la periferia de la capital chilena durante la segunda mitad del siglo XX (Giannotti y Mondragón 2017, 43). A pesar de los esfuerzos de la CORVI por solucionar la crisis habitacional, la escasez de viviendas seguía creciendo. Es así como el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva establece la Operación Sitio, política pública que expandió los alcances de la autoconstrucción y la tenencia de sitios, abarcando una población aproximada de 380.000 personas en el período entre 1965 y 1970. Nuevamente se planificaron barrios con programas que apoyaban el desa-

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rrollo de las personas, si bien en muchos casos esas promesas no se lograron cumplir. Posteriormente, en 1970, el presidente Salvador Allende, miembro del partido socialista –y electo con el apoyo del partido comunista–, descartaba la autoconstrucción como una alternativa que podía ser apoyada por su gobierno, entre otras razones, porque se entendía como una explotación de las personas.12 Entre las críticas se encontraba la baja calidad constructiva y la escasa participación de los pobladores en el proceso de diseño y gestión de sus conjuntos, además del retraso producido en las obras y la ineficiencia en el uso de los recursos (Palma y Sanfuentes 1979, 44). El gobierno socialista terminó abruptamente el 11 de septiembre de 1973, tras un golpe de estado liderado por las Fuerzas Armadas chilenas, contando con el apoyo de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA). Salvador Allende muere durante el golpe y el dictador Augusto Pinochet asume como jefe de la nueva junta militar de gobierno. La segregación social que había germinado tras los proyectos de autoconstrucción –particularmente por proyectos de erradicación–, fue expandida durante la dictadura de orden neoliberal (1973-1990).

En esta sección se exploró cómo el acuerdo de cooperación firmado entre Estados Unidos y Chile, en el contexto del programa Punto Cuatro, permitió el desarrollo del proyecto habitacional Germán Riesco, construido como primera iteración de lo que luego resultó en una masiva política nacional de autoconstrucción para fines de la década de 1960. Esta es sólo una fracción de las trayectorias de implementación de viviendas unifamiliares a través de la autoconstrucción en sitio propio.13 El Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización de las Naciones Unidas o instituciones de investigación y práctica como el Centro Interamericano de la Vivienda y Planeamiento –fundado en 1952 en Colombia, por la Organización de Estados Americanos–, entre muchas otras organizaciones, también extendieron estas ideas arquitectónicas a múltiples países en desarrollo.14 A continuación, ve-

13 El historiador de la arquitectura, Ijlaj Muzaffar,

realiza una detallada revisión sobre la historia y características de la vivienda por autoconstrucción asistida que se promovía a través de distintas instituciones internacionales: M. Ijlal Muzaffar, “The Periphery within: Modern Architecture and the Making of the Third World” (Ph.D. Thesis, Massachusetts Institute of Technology, 2007) 14 Sobre el rol de la ONU en la promoción de vivienda

12 Entre otras políticas habitacionales, la administración

de Salvador Allende apoyó una industrialización de la vivienda. Entre los proyectos se encontró la donación por parte de la Unión Soviética de una fábrica de viviendas en paneles prefabricados de hormigón. La planta KPD –krupnopanelnoye domostroyenie– se estableció en la región de Valparaíso en 1972, y se enfocó en construir conjuntos de vivienda colectiva, edificada en cuatro pisos de altura. En este caso, fueron expertos de la Unión Soviética los que visitaron el país para entrenar a técnicos locales. Sobre estos temas se puede revisar: Pedro Ignacio Alonso y Hugo Palmarola, eds., Flying Panels: How Concrete Panels Changed the World (Berlin: Dom Publishers, 2019); Corporación de la Vivienda, Planta KPD (Santiago: CORVI, 1971).

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en distintos territorios del planeta, ver: Jorge Francisco Liernur, “Mutaciones de cáncer a capricornio. La construcción del discurso occidental sobre la vivienda en territorios tropicales: de instrumento colonialista a factor de conflicto en la Guerra Fría”, Estudios del hábitat 13, no 1 (junio de 2015): 1–60. Sobre el papel que cumplió el CINVA en la diseminación de ideas de vivienda por autoconstrucción en América Latina, ver: Luis Fernando Acebedo, “El CINVA y su entorno espacial y político”, Revista Mimesis 24, no 1 (2003): 59–89; Mark Healey, “Planning, politics, and praxis at Colombia’s Interamerican Housing lab, 1951 - 1966”, en Itineraries of Expertise. Science, Technology, and the Environment in Latin America’s Long Cold War, ed. Andra B. Chastain y Timothy W. Lorek (Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2020), 199–216.

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remos cómo en la década de 1970, en paralelo a la supresión de la autoconstrucción en Chile, el Banco Mundial continuó y extendió esta agenda habitacional de expansión estadounidense a través del programa Sitios y Servicios. Como indica Andrea Renner: “(e)n 1973, el gobierno de los Estados Unidos redujo significativamente sus programas habitacionales y cedió el campo de la vivienda internacional al Banco Mundial” (Renner 2011, 229), externalizando sus políticas de ayuda habitacional en instituciones vinculadas al modo de vida estadounidense.

4. AGENDA URBANA DEL BANCO MUNDIAL “Los Estados Unidos quieren, después de esta guerra, la plena utilización de sus industrias, sus fábricas y sus granjas; pleno empleo y estable para sus ciudadanos, particularmente sus veteranos; y la plena prosperidad y paz. (...) Con los valores asegurados y estables, es deseable promover la reconstrucción mundial, reavivar el comercio y poner fondos a disposición de empresas sólidas, todo lo cual requerirá a su vez productos estadounidenses, de ahí la segunda propuesta, la del Banco de Reconstrucción y Desarrollo” (Departamento de Estado de los Estados Unidos 1948).15 15 El Banco de Reconstrucción y Desarrollo posteriormente será llamado Banco Mundial. Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas, Julio 1, 1944. Comunicado de prensa. US Department of State, Proceedings and Documents of the United Nations Monetary and Financial Conference, Bretton Woods, New Hampshire, 1–22 July 1944, vol. II (Washington: US Government Printing Office, 1948). Traducción de los autores.

En 1944, aún durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos extendió una invitación a los países aliados para organizar la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas –también conocida como la Conferencia de Bretton Woods. El objetivo de esta reunión era anticipar el fin de la guerra y planificar la trayectoria financiera mundial de las próximas décadas, para evitar una situación como el colapso económico ocurrido tras la Primera Guerra. Los resultados de esta reunión marcaron el curso económico del siguiente período, promoviendo un orden occidental cimentado en mercados abiertos y un sistema de libre comercio. Se sentaron, además, las bases para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo –posteriormente conocido como el Banco Mundial. El FMI promovería la cooperación monetaria internacional y garantizaría la estabilidad de los tipos de cambio y de los flujos financieros, mientras que el Banco Mundial se dedicaría a la reconstrucción de las ciudades europeas, promoviendo el desarrollo económico. Sus proyectos se centrarían, por una parte, en la reconstrucción urbana y, por otra, en estimular el crecimiento económico mediante la recuperación y construcción de distintos proyectos industriales y de infraestructura territorial. El Banco Mundial comenzó a operar en 1946 con sede en Washington, con la participación de 38 países miembros, donde cada miembro es un accionista que contribuye económicamente a la institución.16 En un comienzo, y durante varias décadas, Estados Unidos aportó un tercio de los fondos del Banco, otor16 El Banco Mundial cuenta actualmente con 189 países miembros (diciembre 2021).

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gándole mayor porcentaje en las votaciones. El primer préstamo de la institución se concedió a Francia en 1947, por un monto de $250 millones de dólares. Su objetivo fue ayudar a la recuperación económica y modernización de diversas industrias de ese país en el período de posguerra, importando materias primas y rehabilitando el sistema de transportes, además de modernizar la industria siderúrgica y agrícola. La mayor parte del préstamo se invirtió en compras a empresas estadounidenses (World Bank 1950, 2). En abril de 1948, el gobierno de los Estados Unidos inició el Plan Marshall, otorgando ayuda económica directa a Europa Occidental. Esto provocó un drástico cambio en organismos internacionales como el Banco Mundial, el que redirigió su foco de atención hacia los países en desarrollo. El mismo año, el Banco financió la primera operación fuera de Europa, entregando al gobierno de Chile dos préstamos, por $2,5 y $15 millones de dólares cada uno –una cifra muy menor en comparación con la realizada a Francia. El primero se destinó a un proyecto de maquinaria agrícola, y el segundo a mejorar la producción eléctrica, a fomentar las industrias forestales, mejorar el transporte urbano y suburbano, y a la mecanización de los puertos. Nuevamente, fueron empresas estadounidenses en las que se invirtió la mayor parte del préstamo (World Bank 1953, 2). Este tipo de proyectos de infraestructura se replicaron posteriormente en diversos países en desarrollo, financiando centrales eléctricas en India, carreteras en Bolivia y represas en El Salvador y Pakistán, entre muchos otros. La confianza en la planificación y la tecnología –emulando esquemas de como el de la TVA– se manifestó en masivas intervenciones en el tercer mundo.

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“Históricamente, la violencia y agitación civil son más comunes en las ciudades que en el campo. Las frustraciones que afloran entre los pobres de las ciudades son fácilmente aprovechadas por extremismos políticos. Si las ciudades no empiezan a ocuparse de la pobreza de forma más constructiva, la pobreza puede empezar a ocuparse de las ciudades de forma más destructiva” (World Bank 1981, 316).–

Robert McNamara, presidente del Banco Mundial entre 1968 y 1981. La llegada de Robert McNamara a la presidencia del Banco Mundial en 1968 marcó una nueva etapa en la institución. Durante su administración, McNamara logró incrementar los fondos del Banco y sumó más países en desarrollo a la agenda de colaboración. Además, inauguró un nuevo enfoque centrado en las ciudades, incluyendo por primera vez a la vivienda para los sectores más desfavorecidos en los préstamos que realizaba la institución.17 Según Edward V. K. Jaycox –primer director del departamento de Proyectos Urbanos– no era evidente que McNamara se ocupara de problemas urbanos ya que, por ese entonces, estaba más interesado en los conflictos rurales y en la generación directa de empleos.18 Aún así, la División de Proyectos Especiales publicó en 1972 un documento de trabajo titulado Urbanization, en el que esbozaban el programa de desarrollo urbano del Ban17 Edward Ramsamy ha escrito el estudio más completo

sobre el papel del Banco Mundial como promotor de desarrollo urbano, dedicando algunas de sus secciones al análisis del programa de Sitios y Servicios. Ver: Edward Ramsamy, World Bank and Urban Development (New York: Routledge, 2006). 18 Jaycox, Edward V. K., entrevistado por Jochen Krasken y Lou Galambos, 9 de marzo de 1995, Oral Histories, World Bank Group Archives.

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Fig. 3. El mapa presenta la ubicación de alrededor de 300 operaciones de Sitios y Servicios desarrolladas entre 1972 y 1985 por el Banco Mundial en más de 140 ciudades de 37 países en vías de desarrollo. Fuente: Elaboración de los autores en base a los informes del Banco Mundial.

co para la siguiente década (World Bank 1972). Posteriormente, en 1975, McNamara se dirigiría a su Junta de Gobernadores proclamando que: “En el fondo, las ciudades existen como expresión de un intento del hombre por alcanzar su potencial. Es la pobreza la que contamina esa promesa. Es tarea del desarrollo poder restaurarla” (World Bank 1981, 333). Hasta 1972, el Banco no había intervenido en el ámbito de la vivienda de bajo costo dado que se consideraba un sector de alto riesgo económico, donde difícilmente el país beneficiado podría devolver el préstamo en el plazo establecido. No obstante, en 1973, Robert McNamara se dirigió a su Junta de Gobernadores instando la erradicación de la pobreza absolu-

ta en los países en desarrollo para fines del siglo XX. Se encontraba en Nairobi, Kenia, buscando apoyo político para aumentar el financiamiento de la institución con el fin de cumplir su ambicioso objetivo. Para ello, era necesario llevar a cabo diversos proyectos que impulsaran el desarrollo, entre los que se incluyó la generación de empleos asociada a la vivienda urbana. El Banco Mundial había puesto en marcha su primera operación para construir un conjunto habitacional en Senegal sólo un año antes de este discurso. Trece años después, una vez concluido el período de McNamara, el Banco había apoyado más de trescientos proyectos de este tipo en treinta y siete países en desarrollo.

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Lo que Robert McNamara no menciona en su discurso en Nairobi puede deducirse de su anterior trabajo como Secretario de Defensa de los Estados Unidos entre los años 1961 y 1968, durante la denominada escalada de la Guerra de Vietnam. En cierto modo, el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson trasladó a McNamara en 1968 desde la guerra armada a la guerra contra la pobreza siguiendo unos ideales similares: detener el avance comunista y expandir el estilo de vida americano, esta vez, por medio de una agenda de crecimiento económico en los países en desarrollo.19 En este contexto es que se concibe el programa de Sitios y Servicios, con la autoconstrucción asistida con tenencia de suelo como una manera de poder llevar estos ideales a la población urbana con menos recursos económicos del planeta (World Bank 1974a). De esta manera, el Banco Mundial comienza a expandir globalmente estrategias habitacionales similares a las que el gobierno estadounidense financió veinte años antes en Chile, como las que revisamos en la sección anterior.

5. OPERACIÓN DE SITIOS Y SERVICIOS: FRAGMENTOS URBANOS EN CIUDADES Y PAISAJES Hacia agosto de 1973, tan sólo un año después de que comenzara a implementarse el programa de Sitios y Servicios, el Banco Mundial ya había 19 Sobre la trayectoria profesional de Robert McNamara,

tanto en el Banco Mundial como en organismos públicos y empresas privadas, ver: Patrick Allan Sharma, Robert McNamara’s Other War: The World Bank and International Development (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 2017); Errol Morris, The Fog of War: Eleven Lessons from the Life of Robert S. McNamara, Documentary (Sony Pictures Classics, 2003)

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financiado conjuntos de vivienda con autoconstrucción asistida en los tres continentes del entonces denominado tercer mundo, en contextos culturales, climáticos y geográficos extremadamente diversos (figura 3). Historiadoras como Nancy H. Kwak (2015) o Felicity D. Scott (2016, 283-337), entre otras autoras, han identificado estas prácticas arquitectónicas en sitio propio como una herramienta para expandir ideas y estrategias del capitalismo, a la vez que se buscaba impedir el avance del comunismo en las confrontaciones geopolíticas entre el primer y segundo mundo –liderados por los Estados Unidos y la Unión Soviética, respectivamente. Algunas de estas ideas, como la propiedad de la tierra, eran esenciales para implementar los planes de autoconstrucción. En los nuevos barrios de Sitios y Servicios, las familias de bajos ingresos –que hasta entonces vivían como ocupantes ilegales en asentamientos informales– pudieron acceder a la compra de un sitio. Así, hombres, mujeres, niños y ancianos construyeron sus viviendas y, paulatinamente, mejoraron sus barrios, ya que la tenencia de tierra les proporcionaba la seguridad de que no serían desalojados. Se trató de una estrategia en que las familias superarían sus problemas habitacionales de forma individual y a través de su propio esfuerzo, reduciendo el apoyo y asistencia de instituciones públicas al mínimo requerido, siendo apoyados por el crédito otorgado por el Banco Mundial. Finalmente, en la mayoría de los proyectos de este tipo, serían las personas de menores ingresos las que pagarían los préstamos para comprar el terreno y materiales de construcción, además de dedicar sus horas de trabajo –de forma gratuita– a edificar

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Fig. 4. Primer proyecto de Sitios y Servicios financiado por el Banco Mundial. Dakar, Senegal. 1972. Fuente: Project Completion Report - Senegal - Sites and Services Project - Credit 336 SE - Report 4768 - October 31, 1983, Folder ID 437631, World Bank Group Archives, Washington, D.C., United States, p. 92.

sus viviendas. Todo ello bajo la ilusión de una participación ciudadana activa.20 20 Si bien la literatura especializada tendió a relacionar

mayoritariamente la estrategia de autoconstrucción adoptada por el Banco Mundial directamente con la experiencia que tuvo el arquitecto británico John Turner en Perú –hacia 1957–, lo cierto es que la trayectoria de las ideas de autoconstrucción apoyada por expertos y organizaciones occidentales es bastante más extensa y compleja que la gran influencia que tuvo Turner. Por lo demás, el mismo Turner fue muy crítico de los programas de Sitios y Servicios desarrollados por el Banco Mundial. Para más detalles sobre su trabajo, además de sus propias publicaciones, ver: Kathrin Golda-Pongratz, José Luis Oyón, y Volker Zimmermann, eds., Autoconstrucción. Por una autonomía del habitar. Escritos sobre urbanismo, vivienda, autogestión y holismo (Logroño: Pepitas de Calabaza, 2018); Helen Gyger, Improvised Cities: Architecture, Urbanization & Innovation in Peru (Pittsburgh: University of Pittsburgh

Similar al esquema descrito anteriormente en el Chile de los cincuenta, el Banco Mundial concedía un préstamo a largo plazo para adquirir los terrenos de estos proyectos, y luego se distribuían los sitios a cada familia – con la deuda correspondiente. En cierta manera, esto ponía en marcha el capitalismo en mercados a los que organismos financieros no habían tenido acceso previamente. Esta tarea requería, además, una reestructuración institucional en términos administrativos, políticos y financieros de cada país en que se intervenía, junto a la formación de nuevos expertos locales, así como Press, 2019); Richard Harris, “A Double Irony: The Originality and Influence of John F.C. Turner”, Habitat International 27, no 2 (junio de 2003): 245–69.

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la asesoría de técnicos extranjeros. De esta forma, la situación informal en que se encontraba la población más desfavorecida –la que vivía en condiciones precarias– se intentaba regularizar a través de grandes paños urbanos de viviendas unifamiliares en sitio propio, con el objetivo de que estos proyectos piloto posteriormente pudieran replicarse a mayor escala en cada región.21 Senegal fue el primer país donde el Banco Mundial implementó el programa de Sitios y Servicios, firmando en 1972 el convenio para desarrollar proyectos en Thies y Dakar (figura 4). Como la mayoría de los países en vías de desarrollo, Senegal sufrió una crisis habitacional producto del rápido crecimiento de sus ciudades, problema que se agravó por el desempleo y la falta de infraestructura adecuada para recibir a la nueva población urbana. Esto provocó un acelerado aumento de asentamientos informales –correspondiente al 60% de la población de Dakar en 1971– quienes no tenían acceso a servicios básicos como agua potable y electricidad. Ubicados en diferentes zonas de la capital, los sitios cercanos al núcleo urbano –como Grand Dakar y Grand Joff– eran considerados como transitorios, mientras que los hogares periféricos –como Pikine Ancien y Pikine Irrégulier– correspondían a asentamientos informales que se consideraban como definitivos. Estos últimos se catalogaban de esa 21 Michael Cohen, quien trabajó en área de proyectos

urbanos del Banco Mundial entre 1972 y 1999, indica que uno de los problemas que tuvieron operaciones como la de Sitios y Servicios, es que su escala de intervención no resolvía la crisis habitacional, y que su replicabilidad dependería de una mayor atención a las políticas y funciones de los gobiernos locales. Para más detalles, ver: Michael Cohen, “Urban assistance and the material world: learning by doing at the World Bank”, Environment and Urbanization 13, no 1 (1 de abril de 2001): 37–60.

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manera, según los reportes del Banco, porque “se trata de hogares que han obtenido un ingreso relativamente estable que les permite asumir los costos adicionales de transporte y el gasto de construcción de una nueva vivienda” (World Bank 1972, 121). En un intento por reutilizar los terrenos centrales de Dakar para usos comerciales y viviendas de altos ingresos, el gobierno senegalés promovió la erradicación de los habitantes en transición, con el objetivo de trasladarlos a viviendas formales ubicadas en las afueras de la ciudad –sin tener en consideración el impacto negativo que esto generaría en sus habitantes. La falta de presupuesto público hizo inviable el desarrollo de estas políticas habitacionales, por lo que en 1970 se solicitó asistencia al Banco Mundial para lidiar con la creciente demanda habitacional. Así, considerando que el esquema habitacional desarrollado por el gobierno previamente en Pikine Extension era de naturaleza similar, se llegó al consenso de desarrollar la primera operación de Sitios y Servicios en Senegal. Ya desde 1965 que se venían realizando en este país esquemas similares, como los de Parcelles Assainies, que consistían en despejar terrenos y dotarlos de servicios públicos y equipamientos comunitarios, además de reservar espacio para comercio y pequeña industria; los residentes, por su parte, resolvían su problema habitacional en la medida de sus posibilidades (Van Huyck 1971, 25-26). En comparación a Pikine Extension, el Banco propuso sustanciales cambios legales y económicos, además de ajustes en los sistemas constructivos. En primer lugar, se insistió en la tenencia de suelos por sobre derechos de ocupación, ya que esto generaría un incentivo a la inversión privada en la vivienda. Luego, en

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Fig. 5. Diseños urbanos de conjuntos de vivienda de Sitios y Servicios financiados por el Banco Mundial. Superior Izquierda: proyecto para Mombasa, Kenya. 1978. Fuente: World Bank 1978, 67. Superior Derecha: conjunto en Jamaica. 1974. Fuente: World Bank 1974, 143. Inferior Izquierda: barrio propuesto para Kanpur, India. 1981. Fuente: World Bank 1981, 91. Inferior Derecha: macromanzanas en Owerri, Nigeria. 1985. Fuente: World Bank 1985, 85.

consideración a los limitados recursos económicos, se reduciría la contribución del gobierno al mínimo, trasladando la carga del Estado al sector privado, a través de la autoconstrucción. Por último, para reducir la segregación social, se escogió un terreno que se consideraba con buena localización, evitando el efecto negativo de las erradicaciones. En general, se acordó que el Banco Mundial debería limitarse a la provisión de infraestructura y servicios básicos, donde los beneficios se centrarían en la creación de empleo y en el ahorro de costos que resultaría de la

planificación y gestión eficiente del desarrollo en áreas urbanas de rápido crecimiento. Como en el caso chileno, la autoconstrucción tendría un rol crucial en el proyecto, ya que se esperaba que el costo de las viviendas fuera lo más bajo posible a través de la reducción de mano de obra remunerada. A su vez, el Banco proporcionaría asistencia técnica y capacitación de expertos a sus habitantes, desarrollando nuevas opciones laborales y fomentando la replicabilidad del programa a nivel nacional. De esta manera, el proyecto en Dakar implementaría, a través de diferentes etapas, 14.000 lotes con viviendas

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en el sector de Cambérène, los cuales contarían con redes de servicios básicos, además de 16 colegios y 4 centros de salud. Si bien el objetivo era planificar un fragmento urbano con las condiciones necesarias para el desarrollo social de sus habitantes, la alta densidad del conjunto y la creciente población que se fue incorporando, tuvo como consecuencia que el equipamiento comunitario –en especial colegios y centros de salud– fuera insuficiente para satisfacer la demanda social (Cohen 2007, 152). La operación en Senegal se puede considerar como un primer laboratorio de ideas, a modo de ensayo de prueba y error, en particular porque la implementación tuvo múltiples complicaciones en torno a los objetivos, plazos de ejecución y estándares de diseño. Por una parte, el enfoque del gobierno era subsidiar viviendas de clase media, mientras que el Banco buscaba asistir a la población urbana con menos recursos económicos. Esto suscitó detractores en el sector privado, quienes temían un posible surgimiento de ghettos, lo que iría en desmedro del avalúo de Cambérène. Los agentes del Banco Mundial, por su parte, defendían exactamente lo contrario, afirmando que este tipo de proyecto reduciría –al menos en el largo plazo– el malestar social, precisamente porque brindaría una oportunidad a la población con menos recursos económicos de encontrar empleo y ser dueños de sus propias casas en un sitio con buena localización (World Bank 1983, 71). Por lo demás, ya hacia 1980, este sitio había subido su valor de suelo, en parte por las inversiones en infraestructura (Laquian 1983, 142) y la escasez de ofertas para la población de clase media, lo que significó que algunos de los beneficiados vendieran sus terrenos, produciendo una gentrificación del área (Cohen 2007, 153).

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Posteriormente, la experiencia de Senegal se expandiría a más de 140 ciudades del tercer mundo. En base a la experiencia adquirida en los diferentes proyectos, el diseño urbano de cada proyecto de Sitios y Servicios seguiría criterios de trazado y distribución similares, a la vez que era capaz de adaptarse a diversos contextos geográficos y culturales, absorbiendo diferentes escalas según las necesidades de cada país. La unidad básica del programa habitacional consistía en un lote unifamiliar estrecho y profundo, conectado a las redes de la ciudad: agua potable, electricidad, alcantarillado y calles o pasajes peatonales. El diseño urbano buscaba agrupar el mayor número de viviendas y espacio público en el área más pequeña posible, maximizando la cantidad de sitios abastecidos por las redes de servicios. Así, se desarrollaron patrones urbanos que formalizaron y regularizaron el tejido urbano a través de los conjuntos habitacionales propuestos por el Banco Mundial, siendo observables en proyectos en América Latina, África y Asia, en países como Jamaica, República Dominicana, Kenia, Tanzania, India, Indonesia y Yemen, entre muchos otros, (figura 5) con proyectos como el de Owerri, en Nigeria, en que la propuesta de tres macromanzanas ortogonales se diferencian del tejido urbano más orgánico que predominaba en la ciudad. La construcción de lo que denominamos fragmentos urbanos se realizaba gracias a una planificación integral, siendo este un rasgo relevante en la estrategia del programa de Sitios y Servicios. Como se puede apreciar en la propuesta para Owerri, estos proyectos no se limitaban a la provisión de terrenos para la autoconstrucción de casas, sino que el conjunto urbano contemplaba el diseño de barrios con

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Fig. 6 Izquierda: Diseño urbano del proyecto de Sitios y Servicios para la ciudad de Owerri, en Nigeria. El fragmento urbano consideraba equipamiento comunitario que apoyaría el desarrollo social de los nuevos habitantes. 1. Proyecto de Sitios y Servicios en Owerri / 2. Redes de alcantarillado, agua potable y electricidad. / 3. Calles conectoras y circulación interna / 4. Predios y unidades habitacionales. / 5. Plazas y paseos / 6. Equipamiento comunitario. Redibujo: Carlos Díaz en base a información del Banco Mundial. Derecha: Foto aérea de la ubicación del proyecto de Sitio y Servicios en relación con la ciudad de Owerri hacia 1985. Fuente: Google Earth.

espacios para colegios, mercados, zonas para pequeñas industrias, centros de salud, centros de formación técnica y espacios para el culto religioso, plazas y parques infantiles, (figura 6) los que se adaptaban y traducían a distintos contextos culturales del mundo. Sin embargo, si bien estas piezas se planificaban como unidades con cierto grado de autosuficiencia, una de las críticas a estas operaciones fue que –por distintos motivos– no se lograban construir las instalaciones, y los barrios se debían ir completando incrementalmente a lo largo de los años, teniendo sitios en desuso reutilizados con muy

diversos destinos.22 Por otra parte, los terrenos para los proyectos de Sitios y Servicios solían adquirirse en la periferia de las ciudades –para abaratar costos–, desconectados de las oportunidades de empleo y de servicios de salud y educación presentes en los núcleos urbanos consolidados. En el caso de erradicaciones, por 22 Los proyectos de Sitios y Servicios recibieron

múltiples análisis y severas críticas en las décadas de 1970 y 1980. Un exhaustivo análisis sobre el diseño, implementación, gestión y resultados de estas operaciones urbanas se puede leer en: Jan Van der Linden, The Sites and Services Approach Reviewed: Solution or Stopgap to the Third World Housing Shortage? (Aldershot: Gower, 1986).

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ejemplo, el desplazamiento de las personas podía hacerlos perder las redes sociales y laborales que generaban de manera informal. Además, se podían crear bolsones de pobreza socioeconómicamente homogéneos en los nuevos barrios. Sociólogos como Manuel Castells (1971), entre otros autores, previeron ya a principios de los años setenta que este tipo de política de vivienda pronto catalizaría una masiva segregación socioespacial. Así, estos diferentes proyectos impulsados por Estados Unidos –a través de su propia agenda o bien a través de instituciones relacionadas– conformaron fragmentos urbanos repartidos por el tercer mundo bajo la ilusión de la autosuficiencia, generando, en muchos casos, aislamiento de la red de sistemas, y de las oportunidades y derechos propios de la ciudad. “Estos y otros desarrollos en el campo de la agricultura contienen los ingredientes de una nueva revolución. No se trata de una violenta Revolución Roja como la de los soviéticos, ni de una Revolución Blanca como la del Sha de Irán. Yo la llamo la Revolución Verde” (USAID 1968).23

Otra medida que repercutió en la distribución socioespacial –esta vez a escala territorial–, tiene relación con la explotación de materias primas, en lo que se podría considerar como fragmentos urbanos injertados en paisajes de la Guerra Fría. En estos casos, el Banco Mundial apoyó la fundación o expansión de ciudades secundarias para fomentar, por ejemplo, polos de desarrollo industrial –que la institución también financiaba–, y que tuvieron lugar en diversos territorios para impulsar la extracción 23 Discurso de William S. Gaud, director de la U.S. Agency for International Development (USAID) en 1968. Traducción de los autores.

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de minerales o promover la modernización de la agricultura. Siguiendo este modelo de desarrollo económico, el Banco Mundial construía barrios con equipamientos comunitarios cercanos a las nuevas fuentes de trabajo, ubicadas en sitios remotos, lo que también se podría comprender como una manera de propiciar el control territorial mediante la colonización de sectores extremos. En el caso de Nicaragua, se buscaba la desconcentración poblacional de su capital, Managua, promoviendo núcleos urbanos en zonas rurales de la región, apoyando e incrementando la industria agrícola en uno de los países con mayor extensión en América Central (World Bank 1973 a y b). En Indonesia –el cuarto país más poblado del mundo– se apoyaron los proyectos de transmigración, en los que se erradicaban familias de escasos recursos desde las islas más pobladas –las que concentraban tres cuartos de la población en tan sólo en un 7% del área del país– hacia sectores menos habitados del archipiélago, fomentando así la colonización y explotación de nuevos terrenos fértiles para la exportación de productos (World Bank 1976). Similares desplazamientos de la población se apoyaron en el territorio de Malasia, quienes deforestaron extensas zonas de bosque tropical hasta convertir al país en el principal productor de aceite de palma del mundo durante el período de postguerra. En este caso se planificaban concentraciones urbanas cercanas a las zonas agrícolas, comprendiendo edificios públicos, oficinas, colegios, instalaciones médicas, centros comunitarios, puestos de policía y mezquitas, con el fin de proporcionar a los pobladores un mayor nivel de servicios públicos y una variedad de oportunidades de empleo más allá de la industria agrícola. Estas

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piezas urbanas se preveían como futuros centros de crecimiento, atrayendo tanto a nuevos servicios como a industrias manufactureras (World Bank 1974b). Esta estrategia por distribuir la población, la industria y la vivienda en el territorio, es parte de una propuesta urbana con un enfoque de crecimiento económico, donde los Sitios y Servicios son parte de un modelo de desarrollo para cada país.

6. LA CIUDAD DESDE SUS FRAGMENTOS Como vimos, en estos dos momentos históricos comenzaron a implementarse masivos programas de vivienda por autoconstrucción asistida –en Chile en 1953 y en Senegal en 1972– en un intento por resolver la enorme crisis habitacional que crecía exponencialmente en los países en desarrollo, y que afectaba principalmente a la población de menos recursos económicos. Tanto el primero, como consecuencia del Punto Cuatro, y el segundo, como parte de la agenda del Banco Mundial, se sustentaban en la expansión de programas de desarrollo que se centraban en el crecimiento económico, siguiendo los paradigmas que Occidente impulsaba en el contexto de la Guerra Fría. Los detractores de estas operaciones urbanas surgieron prontamente, criticando el enfoque imperialista estadounidense oculto en estas soluciones económicamente eficiente, así como el trabajo no remunerado, la disminución de los estándares del entorno construido, y la ineficacia en la regulación de la tenencia de la tierra en el sector informal, entre muchos otros aspectos.24 24 Algunas de estas críticas se pueden encontrar en: Rod Burgess, “Helping Some to Help Themselves: Third

El artículo se concentró en una revisión panorámica de fragmentos urbanos autoconstruidos con orígenes similares y que se encuentran distribuidos –sólo en estas dos trayectorias que revisamos–, en más de 140 ciudades de América Latina, África y Asia. Historias que comienzan con el anhelo de la casa propia, la búsqueda de trabajo y el acceso a los derechos de la ciudad, pero que terminan, en muchos casos, en lasegregación social al interior de las ciudades y en forzados desplazamientos de la población en el territorio. Actualmente, a setenta años del inicio de estas ciudades autoconstruidas, somos testigos de las desigualdades urbanas con que se gestaron, así como podemos apreciar los consecuentes desafíos, pero también oportunidades, que hoy presentan.

AGRADECIMIENTOS Los autores quisieran agradecer especialmente a los estudiantes que participaron en los cursos y talleres “Ciudades de la Guerra Fría” dictados en 2020 y 2021 en la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile: L. Altamirano, M. Arriagada, F. Böhm, A. Cabezas, M. J. Cisternas, C. Díaz, F. Galecio, F. González, J. Gubbins, A. Guzmán, L. Hernández, C. Hurtado, L. Jorquera, F. Kattan, M. J. Lienlaf, H. Ming-Yu, S. Molina, D. Muñoz, D. Nicholls, J. Noroña, M. I. Ovando, A. Pávez, F. Pizarro, F. Riffo, J. Roa y F. Valdés. El presente texto fue financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) / Doctorado

World Housing Policies and Development Strategies”, en Beyond Self-Help Housing, ed. Kosta Mathéy (London: Mansell, 1991), 75-94; Rod Burgess, “Self-help housing: a new imperialist strategy? A critique of the Turner school”, Antipode 9, no 2 (1977): 50–59.

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FRAGMENTOS URBANOS DE GUERRA FRÍA EN EL TERCER MUNDO

en el extranjero Becas Chile #2019-72200418, y por el proyecto de investigación Fondart “Ciudades autoconstruidas en Chile y el Tercer Mundo” #598204.

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Francisco Quintana; Bárbara Salazar; Melinka Bier

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Francisco Quintana Arquitecto y Magíster en Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2010. Master in Design Studies: Urbanism, Landscape, Ecology concentration, Harvard University, Estados Unidos, 2014. Estudiante de Doctorado en Arquitectura, Royal College of Art, Reino Unido. Fue co-editor de la serie ARQ Docs, de Ediciones ARQ, publicando textos de teoría e historia de la arquitectura y el urbanismo de autores como Ines Weizman, J. Francisco Liernur, Neil Brenner y K. Michael Hays, entre otros. Su investigación reciente aborda procesos de autoconstrucción en Chile y países en desarrollo en contextos de la Guerra Fría. Actualmente es profesor asistente de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Bárbara Salazar Arquitecta y Magíster en Arquitectura, Pontificia Universidad Católica, 2019. Su tesis para obtener el grado de magíster titulada “Domesticidades ficticias” fue selec-

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cionada para participar en la XXI Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile, además de la conferencia internacional Critic|all IV. Ha sido ayudante de diversos cursos del área de Teoría, Historia y Crítica en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha sido coordinadora de investigación en el proyecto Fondart “Ciudades autoconstruidas en Chile y el Tercer Mundo” (2021), asistente de investigación en el proyecto Fondedoc “Ciudad y Género” (2020-2021), y co-autora de la exposición “Las otras ciudades de la Guerra Fría” (2021). Melinka Bier Magíster en Arquitectura (c), Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha sido asistente en investigaciones como “Semejanzas y Transferencias. Paralelismos entre la arquitectura moderna de Brasil y Colombia según la revista proa” (2019) y en el proyecto Fondart “Ciudades autoconstruidas en Chile y el Tercer Mundo” (2021).

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.12

SO CLOSE YET SO FAR: DIVIDED CONTEXTS ON THE MEXICO-GUATEMALA BORDER Luis Fernando Zapata Montalvo De Montfort University, Leicester, UK, [emailprotected]

RESUMEN La frontera entre México y Guatemala es el resultado de la confluencia geopolítica de dos países con prioridades diferentes, generando diferentes formas de organización en la vida de sus habitantes y de las personas que transitan por esta zona. Este contexto ha creado condiciones de interacción sobre lo que cada país considera legal, ilegal y punible, dando lugar a varias interpretaciones de los fenómenos migratorios. Son contextos reales que adoptan el tránsito de personas. Situaciones que son posibles y dan sentido a la vida de muchas personas en contextos divididos. Este artículo presenta una visión general de dos lugares transfronterizos entre México y Guatemala que pretenden describir la zona fronteriza y la movilidad de las personas como un fenómeno social. ¿Qué motiva a las personas

a moverse entre ambos países? y ¿cuáles son las relaciones y decisiones vinculadas a que alguien o algo pueda moverse y decida hacerlo? más aún cuando esta movilidad supone el cruce de una frontera delimitada políticamente, son algunas de las preguntas planteadas en este artículo. Para responder a estas preguntas, realicé un enfoque cualitativo, que pretende lograr una mejor comprensión de la dinámica de las personas que viven en estos lugares. Palabras clave: Guatemala, Frontera, México, Movilidad, migración

ABSTRACT The border between Mexico and Guatemala results from the geopolitical confluence of two countries with different priorities, generating

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condições de interação distintas, naquilo que cada país considera legal, ilegal e punível, permitindo várias interpretações dos fenômenos migratórios. Estamos perante contextos reais de trânsito de seres humanos, situações possíveis que dão sentido à vida de muitas pessoas em contextos divididos. Este artigo pretende descrever a zona fronteiriça e a mobilidade das pessoas como um fenómeno social, para tanto apresentando uma visão geral de dois locais transfronteiriços entre o México e a Guatemala. O que motiva as pessoas a moverem-se entre os dois países? quais são as relações e decisões vinculadas a que alguém ou algo possa mover-se e decida fazê-lo? ainda mais quando esta mobilidade significa a travessia de uma fronteira politicamente delimitada? Estas são algumas das questões levantadas neste artigo. Para responder a estas questões, buscando compreender melhor a dinâmica das pessoas que vivem nestes locais, o texto desenvolve um enfoque qualitativo.

different ways of organization in the lives of its inhabitants and the people who transit through this zone. This context has created conditions of interaction on what each country consider legal, illegal and punishable, leading to several interpretations of the migratory phenomena. We are facing real contexts that adopt the transit of human beings. Situations that are possible and give meaning to the lives of many people in divided contexts. This article presents an overview of two cross-border locations between Mexico and Guatemala that intend to describe the border zone and the mobility of people as a social phenomenon. What motivates people to move between both countries? and what are the relationships and decisions linked to someone or something being able to move and decide to do so? even more when this mobility means the crossing of a politically delimited border? are some of the questions raised in this article. To respond to the questions raised, I carried out a qualitative approach, which will also allow achieving a better understanding of the dynamics of people who live in these places.

Palavras-chave: Guatemala, Fronteira, México, Mobilidade, Migração

Key words: Guatemala, Border, Mexico, Mobility, Migration

1. INTRODUCTION

RESUMO A fronteira entre o México e a Guatemala é resultado da confluência geopolítica de dois países com prioridades diferentes, gerando diferentes formas de organização na vida dos seus habitantes e das pessoas que transitam por esta zona. Este contexto possibilitoua a criação de

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In this article, I intend to describe the relationships set between people, objects and places by defining how eventual dynamics of reciprocity and trust guarantee an infinity of resources. It is about the resources created in the proper relations of these cross-borders. It is about territory with policies that have imagined and created maps of mobility, crime, jurisdiction, of government action. But also, above them, by

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Luis Fernando Zapata Montalvo

them or against them, is about the people who circulate and inhabit the border. The concept of frontier refers to several terms with different meanings: the concept as a border, the concept as frontier, and the concept as a boundary are the most studied by scholars. Juan de Vos approached the first two concepts analysing the historical and contemporary processes of the southern border of Mexico. (De Vos 1993, 312-318). The concept of a border or borderland refers to the political and territorial delimitation between countries. In other words, a border divides and separates. The political meaning behind this concept is sometimes the result of historical agreements and, in some cases, a political conflict. Which, generally, is characterized by its permanence and immobility through the years. The border also refers to a process of colonization in the sense of a front that tends to progress. The concept is associated with successive processes of appropriation of the territory through human migration flows, occupation processes and, impacts on natural resources. Unlike the previous concept, it is a border that is transformed and modified over the years. The border in the sense of “boundary” is related to the so-called “secondary borders”1 as described by Michael Kearney in his work “Fronteras Fragmentadas, Fronteras Reforzadas” (Kearney 1999, 559-570), which has been 1 I am referring primarily to the borders which Michael Kearney in his essay calls “secondary”: cultural, linguistic, religious, ethnic, and social boundaries. These are real and imaginary borders that are a constant reference in the life of millions of people living in both countries. Kearney, Michael. Fronteras fragmentadas, fronteras reforzadas, in Gail Mummert (editora), Fronteras fragmentadas, Morelia: El Colegio de Michoacán, CIDEM, 1999: 559-570.

less studied in the context of the border between Mexico and Guatemala (Cruz 1998, 260; Kauffer 2005, 7-36). These boundaries refer to divisions between cultural, linguistic, religious, social and ethnic groups, conceptualized in “Ethnic Groups and Boundaries” (Barth 1969, 118-120) as dualities between “us”, as common origin; and “they” as products of social interaction. After more than two decades of systematic studies on the border shared between Mexico and Guatemala, this territorial space has gained notoriety within the academic field. However, worth noting is that the existing literature on this context shows four main limitations. The first is the predominance of a vision around this space as the so-called “southern border” 2, which refers to the south seen from the Mexican territory perspective, excluding Guatemala’s and Belize’s perspectives for whom the common border corresponds to their “ northern border.” The “southern border” often refers to the Mexican states neighbouring Guatemala and Belize, favoured by a series of political, economic and territorial asymmetries, which leads to an academic hegemony. In this context, researchers approach the “southern border” without being questioned for its exclusionary vision (Basail 2005, 118-120; Villafuerte 2004, 288), even if they recognize the need and relevance of the vision of the other side in a more cross-border perspective rather than a border perspective. Thus, the exceptions to this hegemonic vision are li-

2 Geopolitically, this border represents much of the western and northern boundary of the region of Central America within North America. It is across this border that most of the commerce between Mexico, Guatemala, Belize and the rest of Central America takes place.

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mited (Dardón 2002, 325-326; Kauffer 2005, 183; Vautrevers 2005, 60-65). The second limitation of the current literature is characterized by a vision of the “southern border” centred almost exclusively on the political relationships between the Mexican state of Chiapas and Guatemala and, to a lesser extent, between the Mexican state Quintana Roo with Belize. This is mainly due to the existing unfinished border dynamics of the Mexican states of Campeche and Tabasco characterized by the migratory flows and trade relations that Castillo et al., attribute to the sparsely populated character of the Guatemala side, which does not contribute to the development of cross-border relationships. Nowadays, the vision of this border still does not extend in the totality of its large geographical territory (Castillo 2006, 23-27). In the third limitation, while the social, political and economic phenomena around the border have become the subject of several studies, the historical conformation (De Vos 1993, 312-318) and the cultural dynamics that allow the establishment of ties on both sides is still underestimated (Cruz 1998, 262). The fourth limitation is associated with the lack of definition of what the different authors understand about this border; whether it’s a delimitation of administrative boundaries attached to the states, departments and districts, or if it is a geopolitical strip dividing both countries, characterized by geographical limitations (Castillo et al. 2006, 17-21; Fábregas 2005, 40-43). The political, legal, geographical and socio-cultural definitions of the border lead to different conceptualizations.

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2. BORDERS AS ITINERARIES, STATIONS AND DESTINATIONS The border between Mexico and Guatemala is an international boundary of approximately 965 kilometres in length located in Central America. On the Mexican side are the states of Chiapas (654 km), Tabasco (108 km) and Campeche (194 km). While in the part of Guatemala border are the departments of San Marcos, Huehuetenango, Quiché, and Petén. The border of Mexico with Guatemala combines a variety of actors with different dynamics and interests built not only at the local level but also at national, regional and global scales. In this region, there is a large diversity of people who transit from one country to the other or at least, they attempt to do it for different purposes. Some people carry and transport all sorts of goods; There are also people who arrive at these points as part of their routes to distant destinations, often in the long journey to the United States. Others live in the towns and small villages near the border. For some people, mobility is the aim or a need, and it becomes the means to achieve different goals. The international border crossings between Mexico and Guatemala have not changed much since the last few decades. They continue to be characterized by an intense mercantile exchange (legal, informal and illegal) and, at the same time by different degrees of conflict or tension, often evidenced in the context of the formal relationships of the population with the norms of each country through well-established geopolitical limits. This topic is approached in some studies carried out in the region, such as the research carried out by Carlos Ruiz and Germán Martínez on the Informal Cross-

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Border Trade between Mexico and Guatemala and the experience of the street vendors on both sides (Ruiz and Martínez 2015, 149-174.) Both authors deconstruct the concept of “double border” by analysing the political origin and the scenarios in this space of international confluence. Natalia Armijo addresses the conflicting relationships between traders who evade fiscal controls, the border police and customs, emphasizing the organizational aspects that enable trade while evidencing the consequences derived from the application of public control measures (Armijo 2011, 35-51). Enrique Coraza de los Santos in his work Frontera Seguridad y Movilidades en el Espacio Transfronterizo México-Guatemala (Border Security and Mobility in the MexicoGuatemala Cross-Border Space) describes the reality of traders and the criminalizing interventions through government policies on the border with Mexico and Guatemala3 and points out that such policies are deployed to favour the expansion of capital (Coraza 2019, 40-48). In “Beyond the Centre and the Periphery: Mexico’s Southern Border Under Debate from a Globalization Perspective”, Haana Laako focuses on the mediatic discourse by highlighting the analysis of space, culture and the circulation of goods and people, emphasizing political, social, commercial, ethnic and religious aspects (Laako 2014, 5-18.). 3 Cross-border intermediaries, smugglers, and residents more tangentially involved in these enterprises struggle to earn a living and justify their choices in a local economy where contraband is a major facet of everyday life. Coraza de los Santos, Enrique. Frontera Seguridad y Movilidades en el Espacio Transfronterizo México-Guatemala, in Realidades de la Frontera Sur: Compendio de Colaboraciones de ECOSUR con el CEIGB, Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques, Mexico, 2019: 40-48

Walther L. Bernecker observes and analyzes the everyday life of the border to create a geography of smuggling through local stories, highlighting the ways in which the figure of the smuggler emerges in the history of the border and discusses the relationship between the legal and the illegal of these practices (Bernecker 2005, 133-151). Whether the dynamics at the border are related to commercial exchanges, state controls, uses of space and mobility or cultural configurations, it is evident that each place has its particular characteristics within a historical and cultural context. Being this, the dominant aspect of the above-mentioned research. The contributions cited demonstrates that the border is much more than a concept. It is an experience worth being further studied. The border set contrasts, creating variety in the possibilities of life, of association and protection. We cannot think of borders without alluding to the concepts of environment, place, space, territory and mobility, which have become clear through anthropology, history and geography, progressively becoming analytical tools for the understanding of social and material life in various contexts (Santos 2001, 84-87). In this sense, understanding life as a determinant of the context and the perception as the result of the synthesis of people living in integrated spheres of experience and meaning will allow us to understand life at the border. Thinking about the environment generated in the border between both countries allows going beyond the political-administrative separations that usually overlap the analysis of socio-spatial dynamics when thinking in terms of legal or illegal migrations.

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My first approach to the region occurred in 1998 when I worked for a Mexican Government department in charge of the maintenance works of offices at Mexico’s border crossings and a few years later as an informal visitor. “The southern border” as it is often called on the Mexican side, is a very fertile area of lush vegetation, distant more than 1000 Kms from the geopolitical “Centre” of Mexico and about 900 Kms from the “Centre” of Guatemala. The first and largest border crossing point I visited is located in Ciudad Hidalgo (Hidalgo City) in the Mexican State Chiapas and Tecún Umán in the San Marcos Department of Guatemala, which characterizes by a coastal strip that starts in the Pacific Ocean demarcated by the banks of the Suchiate River dividing both countries. The economic life of Ciudad Hidalgo and Tecún Umán generally develops near the Suchiate River and in the central areas of both cities, where the trades exchange of goods takes place, both by customs regulatory guidelines and by crossings called in Spanish “caminos de extravío” (lost paths), which are mechanisms known locally as “ant trade” characterized by the smuggling of goods.

The frontier bridge over the Suchiate River that connects Ciudad Hidalgo and Tecún Umán named Dr. Rodolfo Robles is the land border crossing with the greatest commercial activity in the region (Rojas and Fletes 2017, 12-21). The Mexican facilities of the Tax Administration Service are located there and, approximately 300 meters away, is the “Suchiate II” bridge (the largest fiscal and commercial enclosure of the Mexican government on the border with Guatemala). In this same perimeter, on the river banks, there are at least three informal crossings (lost paths) named in Spanish as: “El Palenque”, Los Rojos (The Reds) and Los Limones (The Lemons), which are small jetties for small rafts made of tractor tires and wooden beams that function as transport of both people and goods, in both directions (Fig.1). Which enjoy the implicit tolerance of local government workers and the social support of the population that lives and works there. A diverse and stratified labour context has developed around this social dynamic, in which both Guatemalan and Mexican workers participate. They are a group of people of different ages, who carry out diverse activities from

Figure 1 A crossing along the Suchiate River near the border cities of Ciudad Hidalgo in Mexico, and Tecún Umán, Guatemala. The rafts that cross the Suchiate River are made of wood planks lashed to inner tubes of tractor tires

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jobs that have a direct relationship with commerce through providers of public transport services such as rickshaws, illegal currency exchangers, customs agents and even the municipal police and the army, who tangentially or secondarily influence to shape and make possible these mobilities. This social phenomenon evidences the porosity of a border full of contradictions, where the boundaries between legality and illegality are blurred. Under the bridge, migrants without economic means cross the border illegally by taking advantage of the “gaps” that the structures leave. In other words, the daily life at this border crossing is a clear example of the ways in which spaces are configured from the “cracks” of the “regulatory” system, which have historically allowed informal trade and the transnational labour movement to largely support the local economy in this area. The second-largest border crossing is located between the towns Las Champas in the Mexican state of Chiapas and La Mesilla in the municipality of La Democracia in Huehuetenango, Guatemala. This border crossing began

gaining importance in 2005 when Hurricane Stan damaged the train tracks at Ciudad Hidalgo (Arriola 2010, 169-188), which consequently led to the development of this new border as a referent of entry to Mexico and Guatemala. In the division between the two towns, there are “welcome” signs indicating the border between the two countries, a division also represented by white boundary pillars placed along the borderline and which extends along the natural landscape (Fig. 2). With such contrasts, some more visible than others, both Las Champas and La Mesilla are commercial areas, in which it is possible to find a diversity of places that sell from handmade kitchen utensils, crafts, and blankets, to seasonal clothes, traditional garments and the popular “bale clothes” or “American second hand used clothing” that attracts buyers from different parts of Mexico. Similarly, on the Mexican side, there are grocery stores and automotive spare parts stores. In the trading days, people from both countries sell their products displayed in trading stalls fitted along the main streets that cross much of the towns.

Figure 2 Entrance to Mexico in the Ciudad Hidalgo border crossing and entrance to Guatemala through the Tecun Uman border gates. In the division between the two towns, there are welcome signs.

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Figure 3 On both sides of the border it is notorious the presence of men who walk with bags or fanny packs tied at the waist who offer to exchange currencies from both countries. Families live from the sale of handicrafts and prepared foods.

It is also possible to observe some of the key actors that allow the dynamics of exchange between these two cities, for example, it is notorious the presence of men who walk with bags or fanny packs tied at the waist who offer to exchange Mexican pesos for Quetzales or vice versa (the so-called “money traders”). Some of them carry a gun to intimidate anyone who dares to rob them (Fig.3). Here, as in the cross-border point that comprises Ciudad Hidalgo and Tecún Umán, people and mobility are intertwined beyond concepts of the formal and informal. The local economic dynamic is associated with this “flexible” way of understanding both terms because it is around it that the constant crossing of individuals is organized, giving life and sense to the border.

3. AN OVERVIEW TO THE INTANGIBLE DIVIDED CONTEXT Several people informed me about this place as a region of rich ecological beauty with beauti-

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ful natural landscapes but also, as a hot zone of drug trafficking and smuggling for the whole border region between Mexico, Guatemala and Belize. This contrasting scenario becomes evident when one approaches any of these borders. These divided contexts are made of life and circumstances with stories that are worth to be written. For example, those who arrive at the neighbouring towns at the border crossings may confuse a Guatemalan person for a Mexican person because of their way of speaking or their facial features. However, that resemblance would never confuse a local inhabitant. The people who transit between Mexico and Guatemala use specific vocabularies, combining Spanish with the local language (Different variants of Mayan language), accentuating differences in their gesturing with variations in voice tones, mixing words in a particular way or structuring some phrases. The region condenses these aspects along the entire border between both countries. In Ciudad Hidalgo, on the Mexican side border, some families live from the sale of handicrafts and prepared foods (fig.3). Very

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young women carry their children on their backs. They wait for someone to buy any of their products and usually walk on the main road or streets; they walk with heaviness, perhaps tired of the strenuous routine. Children often play in the dirt; they laugh, push each other and also sleep. Some locals say that to sleeping they must make great journeys to their distant communities. Others say they sleep on the street under any shade that shelters them. Some of these families are composed of women with children, but one rarely sees men where food stalls are because men perform different activities. The movement of people in and across the border crossings is perhaps one of the most frequent features. But there are also migrants of African, Arab, Chinese and Indian origin dedicated to the trade of goods, who have diversified the population composition, surprising with their ability to adapt themselves in such ethnic diversity. For example, some Chinese migrants arrived in Mexico through acquaintances or friends who had already settled in Ciudad Hidalgo. They came speaking their language and slowly learned Spanish as a necessary instrument for their best performance in the trading area. This phenomenon is surprising because some of these traders do not have basic studies. Despite the existing trade shocks that Mexico and Guatemala have been going through, especially on this border, their skills for trading have led to some favourable economic situations. These foreign migrants are men in general. Although some of them tend to maintain marriages with people of the same origin, they also marry Mexican or Guatemalan women creating mixed bonds of kinship.

The way people make their journeys and trace their itineraries challenge any national separations, the state-imposed divisions, and expectations of “stability” that could be assumed as the fundamental foundations for a settled life. However, somehow, there is a widespread idea that the mobility of people is associated with instability and vulnerability. Through my visits to the border, I gradually perceived that it could also be the opposite; moving from one place to another can guarantee people access to more resources. These are journeys made through experiences lived in distant places, experiences reconfigured by cycles in the life of individuals or the lives of families who transit through these border locations. These intangible stories show us that the international border between Mexico and Guatemala is both a resource and a limitation. It expands within a life trajectory, reformulating or reducing cultural distances in the same process of setting the differences in the whole web of relationships that happen in the everyday. In 2020, the border crossings were closed with the Covid-19 pandemic that placed many migrants in transit, asylum seekers and refugees in apparent immobility. Covid-19 put some migrants on pause on their journey to reach the north of Mexico to continue from there towards the United States. The lives of numerous migrants entered into a worrying phase of risks and vulnerabilities; dangers still abound while government responses are inappropriate and inconsistent with the realities of migrants. The crossing borders in the region are still closed and, their people are forgotten as some crossing borders do not have the means to safeguard their lives. The stories

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of many migrants face this conflict; they show feelings of incomprehension and desperation. Their voice and words reflect that tension and a loss of direction. At the moment, many people stranded, applicants or refugees in this space of the border ironically say that, in the waiting to continue towards the “American dream”, they live in the meantime the “Mexican dream”. The realities of two regions geopolitically divided with images, people and practicalities continue to enter into play. To my surprise, what I initially looked at as two divided contexts barely coexisting in the same place, progressively showed themselves as a web of relationships, giving Mexico’s southern border or Guatemala’s northern border a meaning.

4. LIVING IN THE BORDER IN MEXICO FROM THE MIGRANT PERSPECTIVE When looking closely at the border area and its people, it is possible to understand the different meanings of the migration experience. Gradually, some migrants have found various ways to live in this place; some of them sell traditional foods from their places of origin. Other people have barbershops located in the main streets, most of them are Hondurans who have lived in the United States and offer the latest cuts and hairstyles to fashion. There are also migrants from Haiti and Africa who recently settled. Afro-descendant women are commonly seated on the streets and offer combings (black or coloured braids), while men, who speak little Spanish, offer hairstyles through a sort of menu with photos showing different types of haircuts.

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There is also the historical presence of Guatemalans who have been the labour force that enhanced the cities at the border crossings. They share past stories of the border division from times when their ancestors migrated as day labourers to cut coffee on plantations of German and Mexican owners who settled in the late 19th and early 20th centuries. Some workers stayed on the Mexican side border, were nationalized and maintained ties with their places of origin beyond the border. At present, cross-border work remains, but there is less demand for day labourers due to the coffee crisis and the decline of some coffee plantations. In the bigger cities and other surrounding municipalities, Guatemalan women work in the homes of local people as domestic workers, and some of them cross the border daily to reach their jobs. The bars are part of the daily life of this border municipality, which has a hot and humid climate all year round. Some women work as escorts, who accompany customers while drinking beer and listening to music; others are sex workers in some areas in the city centre or nearby bars. On the other hand, some Salvadorans and Hondurans work as security guards in these same spaces, Haitians have recently been employed in construction works, and some Cubans work as waiters in restaurants. Housing spaces have also diversified. Many Salvadorans, Hondurans and Guatemalans rent houses in some neighbourhoods, which are located on the city outskirts and are known by local inhabitants as the small spaces where migrants or “Central Americans” are. Some Haitian families settled in neighbourhoods considered marginalized or irregular by the municipal government; others found cheaper, comfortable, but secluded spaces.

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The stories of many migrants allow us to comprehend the characteristics of their journeys, their emotions and their experiences. It seems that the experience of this “silent expulsion” from their places of origin is always recalled. However, the border opens up opportunities to build a concrete and social life in a culture that is not their own, but that in turn, is no longer strange to them. “In the border, there are good and bad people,” say several Central American migrants. The experience of mobility becomes an “imagined” and “lived” territory before and during the staying in it. It is in these border spaces where diverse and sometimes divergent imaginaries are put into play around migrants.

4. CONCLUSIONS The fact that people divide the borders, cross or evade them, does not mean that they dissolve them neither that these have no meaning in their lives. The Mexico-Guatemala border is there as the result of many years of political processes. Borders are privileged places for the staging of the law. There, the limits of the sovereignty of a national state are materialized and symbolized in different things and actions. The law at the border crossings is visible everywhere, in the customs offices, on walls, on signs announcing the end and the beginning of a territory or through warnings on the prosecution of certain types of crimes. There are barriers, fences, walls, queues, documents, offices, flags, border patrols, authorities, languages, people, boxes, handicrafts, vehicles, goods from both countries and in all sorts of forms of expression. Authority is a realm felt in

the people who move between both sides of the border. It is a central or marginal reality lived mainly by those who settled near these borders, living with the law often seen as a threat but assuming risk margins upon it. The stories shared in this article differentiate from each other in how movements, relationships and networks have been stablished through several activities that take place in the border between two countries. Each person lives the border as an experience of relationships capable of going beyond customs and border controls that become just one aspect of the whole that happens in these spaces. Although the concept of mobility allows encompassing the diversity of movements, I believe that describing what these consist of and how unpredictable they can be will give us elements to think about their materialization. People’s life routines show that the relationships they establish with each other reformulate the broad categories that sustain the legitimacy of the border as a universal reference. In every going and coming and every creative repetition of their journeys, we see the density of the woof that people and things weave, overlapping the two regions, the two countries, the two customs, the two states, through friendship, sense of neighbourhood and kinship. By writing about shared experiences and places from the border of Mexico and Guatemala, I intend to contribute from an ethnographical perspective to studies carried out on this border, with sight on those actors who live it every day, observing how the movements create territories through the relationships between people and with things and their consequences.

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Rather than seeing fixed spaces in descriptive places, we can see the flow of people and things through space and their meaning in terms of subsistence, interest, coincidence and condition. Some of the experiences described in this article invite to see that the border may be beyond the state controls in a region of in-

ternational boundaries, and even discuss with them as it becomes a diversified resource. We can perceive the distance created between these images and what happens in the living space where people and things exist, move, are, hide, are created and also disappear. Places that seem distant, but at the same time are close.

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also worked as tutor and lecturer in architecture and construction technology and management at the University of Melbourne and at Deakin University in Australia.

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the Valley of Mexico and the School of Architecture, Monterrey Institute of Technology and Higher Education in Mexico City, Mexico, where he was architecture program director. He

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.13

LONDON – PLANNING INTEGRATED COMMUNITIES Peter Bishop Bartlett School of Architecture del University College London, [emailprotected]

ABSTRACT The term ‘regeneration’ has become ubiquitous in urban planning and is often used loosely to describe many urban interventions, including those of a purely commercial nature that renew (and often destroy) urban fabric purely for private profit. There is nothing inherently wrong with development for profit, but regeneration should imply something subtler, complex and multi-faceted. If, as urban practitioners, we ignore the social dimension of urban change and fail to redress existing imbalances then we are complicit in perpetuating social inequalities. Urban regeneration should be driven by an agenda to improve social wellbeing. As practitioners we have a moral imperative to address inequalities and develop design strategies to remove barriers to social integration, real or perceived. On the surface, London appears to be a multi-cultural city without the political or stark

socio-spatial divisions that are seen, for example, in the banlieues of Paris. There are wealthier and poorer neighbourhoods of course but, due to its history and post war planning policies, most neighbourhoods are socially mixed. The divisions in London, however, are subtler and fine grained. The city is open (and indeed there are few, if any areas that are too dangerous to enter) but perceived barriers exist – invisible lines that divide the city, isolate some of its inhabitants and inhibit social mobility. This paper will look at the conditions that create divisions in London and will examine strategies that can break down the physical and psychological barriers within cities. It will use the Kings Cross regeneration scheme as a central case study. Keywords: Regeneration, social inequalities, divided cities, Kings Cross neighbourhood, barriers in the city

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RESUMEN El término “regeneración” se ha convertido en algo omnipresente en la planificación urbana y a menudo se utiliza de forma imprecisa para describir muchas intervenciones urbanas, incluidas las de carácter puramente comercial que renuevan (y a menudo destruyen) el tejido urbano con fines puramente lucrativos. No hay nada malo en el desarrollo con fines de lucro, pero la regeneración debería implicar algo más sutil, complejo y multifacético. Si, como profesionales del urbanismo, ignoramos la dimensión social del cambio urbano y no corregimos los desequilibrios existentes, seremos cómplices de la perpetuación de las desigualdades sociales. La regeneración urbana debe estar impulsada por un programa de mejora del bienestar social. Como profesionales, tenemos el imperativo moral de abordar las desigualdades y desarrollar estrategias de diseño para eliminar las barreras a la integración social, reales o percibidas. A primera vista, Londres parece una ciudad multicultural sin las divisiones políticas o socioespaciales tan marcadas que se observan, por ejemplo, en las banlieues de París. Hay barrios más ricos y más pobres, por supuesto, pero, debido a su historia y a las políticas de planificación de la posguerra, la mayoría de los barrios son socialmente mixtos. Las divisiones en Londres, sin embargo, son más sutiles y finas. La ciudad es abierta (y de hecho hay pocas zonas, si es que hay alguna, en las que sea demasiado peligroso entrar), pero existen barreras percibidas, líneas invisibles que dividen la ciudad, aíslan a algunos de sus habitantes e inhiben la movilidad social. Este documento analizará las condiciones que crean divisiones en Londres y examinará las estrategias que pueden romper

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las barreras físicas y psicológicas dentro de las ciudades. Utilizará el plan de regeneración de Kings Cross como estudio de caso central. Palabras clave: Regeneración, desigualdades sociales, ciudades divididas, barrio de Kings Cross, barreras en la ciudad.

RESUMO O termo “regeneração” tornou-se onipresente no planejamento urbano e é frequentemente usado de forma imprecisa para descrever diversas intervenções urbanas, incluindo aquelas de natureza puramente comercial que renovam (e muitas vezes destroem) o tecido urbano, visando apenas o lucro privado. Não há nada de inerentemente errado no desenvolvimento para o lucro, mas intervenções urbanas de regeneração devem implicar em algo mais sutil, complexo e multifacetado. Se, como praticantes urbanos, ignoramos a dimensão social da mudança urbana e não almejamos corrigir os desequilíbrios existentes, então, seremos cúmplices da perpetuação de inequidades sociais. Propostas de regeneração urbana devem ser impulsionadas por uma agenda de um melhor bem-estar social. Como praticantes, temos um imperativo moral para enfrentar as inequidades e desenvolver estratégias projetuais para a remoção de barreiras à integração social, reais ou percebidas. Na superfície, Londres parece ser uma cidade multicultural, sem as divisões políticas ou sócio espaciais gritantes que são vistas, por exemplo, nos banlieues de Paris. Há bairros mais ricos e mais pobres, é claro, mas, devido a sua história e políticas de planejamento pós-gue-

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rra, a maioria dos bairros são socialmente miscigenados. Entretanto, as divisões em Londres são mais sutis e de maior granulação. A cidade é aberta, acessível - na verdade são poucas áreas, se é que existe alguma, demasiado perigosa para se entrar -, mas existem barreiras perceptíveis - linhas invisíveis que dividem a cidade, isolam alguns de seus habitantes e inibem a mobilidade social. Este artigo analisará as condições que criam essas divisões em Londres e examinará estratégias que possam quebrar barreiras internas as cidades, físicas e psicológicas. Para tanto, terá como estudo de caso central o esquema de regeneração em Kings Cross.

INTRODUCTION Barriers exist in the city in many forms. They may be physical separations caused by railways, rivers, motorways and the chance nature of geography and may purely delineate neighbourhoods and reinforce a sense of identity and community. Or, they may produce conditions of exclusion. Even without physical barriers cities can still be divided along sectarian or racial lines. The ‘wrong side of the tracks’ can be a short way from the ghetto. Most cities which operate under any form of market economy will become divided by income and social class into richer and poorer areas.1 Whether this is seen as a problem, is a matter of social policy and whether the political will exists to address it. For architects and planners working at the city or neighbourhood level, the questions are how to reduce the im1 It is accepted that this is a broad statement, and there are examples where attempts have been made to plan totally egalitarian cities, both utopian and repressive.

pact of barriers, how to foster physical mobility and how to break down psychological barriers that prevent citizens from fully participating in civic life. Can urban design strategies facilitate greater social integration and, if so, how? This paper starts with a brief review of the arguments for social and economic mix in neighbourhoods, as proposed by urban theorists. It then examines the conditions that can create physical and psychological barriers within cities. The third section considers the social divides in London and some of the policies and strategies that seek to break these down. It concludes with a case study outlining some of the design approaches adopted in the Kings Cross regeneration scheme to foster greater social inclusion. Palavras-chave: Regeneração, desigualdades sociais, cidades divididas, bairro Kings Cross, barreiras na cidade.

THEORY The importance of mixed-use neighbourhoods and the primary position of the street as civic space is an idea that stretches back to Jane Jacobs in the 1960s (although this was of course the condition of the pre-industrial city). Copenhagen, under the influence of architect Jan Gehl, was already being transformed from a car-based to a pedestrian and cycle-orientated city. His first major publication, Life Between Buildings – Using Public Space, 1971 (Gehl 1987 [1971]) was in many ways a reaction to modernism’s emphasis on the city as a machine. Here, the citizen had become subservient to the large-scale intervention of the architect,

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planner and traffic engineer (and the subsequent domination of the automobile). Gehl’s theories and approach explicitly reference the influence of Jane Jacobs and represent an important train of urban thinking that focuses on the relationships between urban form and human behaviour. Gehl’s work subsequently influenced many cities including New York and Melbourne. But perhaps it was the 1986 International Building Exhibition (IBA Berlin) that was the seminal moment where a new generation of architects and urban thinkers who had been influenced by Paul Kleihues (Kleihues and Klotz 1986)2 refashioned an urbanism based on the inclusive principles of the European city – the street, the perimeter block and the public space. In London these influences were central to the design and public space programmes of Design for London.3 The concept of mixed zones is now well established in UK and European planning. Single use zones might be efficient in terms of industrial style economies of scale but are ill suited to the new economy which is based on intense exchange of ideas. Here, proximity and interconnectivity are the keys. The idea of an urban paradigm based on synergies and a degree of tolerated disorder, sits comfortably with the everyday urbanism introduced by Margaret Crawford, John Chase and John Kaliski in 1999 (Chase, Crawford and Kaliski 1999). Inherent to this approach is an appreciation of the fine grain of the city. Everyday spaces –the city’s public spaces, markets and streets become part of the building blocks for design inter-

2 Including Aldo Rossi, Leon Krier and James Stirling 3 Design for London was the Mayor’s architecture unit (2006-2013)

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ventions– these places that may be ‘messy’ but they can become a rich bricolage through which the everyday lives of citizens may be refashioned. This approach helped to develop thinking about the temporal nature of the city, where changes such as the appropriation of space for different activities and by different groups, are part of the urban dynamic. This in turn, opens the door to new forms of more democratic urbanism, arising from activism to embrace a shift in power towards active community participation. Here the architect becomes part of a team and works with other disciplines. By becoming a ‘player’, the architect ceases to be a detached technician, and design moves beyond mere speculation on form to involvement in the realization, curation and management of urban space. Urban design has multiple clients and multiple impacts on people’s lives. The designer cannot hide behind a false professional neutrality but instead has to expand his or her brief to embrace social outcomes. This tactical approach to urbanism views process as being as important as outcomes. The city can be viewed as a series of constantly overlapping temporary events and this can bring a new sensitivity to urban planning and design –a perspective that extends urban thinking further into the field of experience. This is explored by Bishop and Williams in their book The Temporary City (Bishop and Williams 2012).

BARRIERS IN THE CITY Cities can be divided due to many factors. These may be geopolitical, in the case of Berlin (1961-89) and Nicosia (1974-present). Here the barriers are physical and are controlled;

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behind them different social and economic systems might develop. The barriers might be sectarian as in the case of Belfast, or racial as in apartheid-era South Africa. Here the ‘peace walls’ and townships are physical manifestations reflecting (and reinforcing) religious, political and social divisions that have long and complex histories. These are acute examples of the divisions that are present in many cities in the world. Social and economic divisions might be extreme enough to create ‘ghettos’ or ‘no go areas’ (actual or perceived), where the sense of personal threat is sufficient to create tangible barriers based on a strong sense of ‘otherness’. Far more common are communities that are isolated from their neighbours due to disparities in income, education, health and opportunity. These areas might be physically separate, but often are not. If the borders are psychological, that does not mean that they are not real. The proverbial ‘wrong side of the tracks’ is acknowledged throughout the daily lives of residents, and behind these perceived barriers behavioural attitudes develop that can further reinforce a sense of detachment from the broader life of the city. These barriers can be reinforced by gating, security systems, cleaning and maintenance regimes, or through more subtle design elements that emphasise the difference between areas of the city, between the rich and the poor. Security regimes can work against social integration and exacerbate divides. For example, the gating of residential areas (appearing in London and prevalent in many Asian cities), represents an insidious encroachment on the rights of movement in the city. It is essentially anti-urban and anti-civic and represents a withdrawal by (small) sections of society. Too

often planners cave in to arguments around ‘security’ that are not backed by hard evidence. There is evidence however, that active streets have lower levels of crime4. The ‘corporatisation’ of space also leads to the removal of parts of the urban fabric from democratic control. An interesting test of the rights of the individual in the city arose in an incident at Canary Wharf in 2004.5 A group of office cleaners wished to demonstrate against being dismissed by their employers, but placards around the area warned: “if you are here for this event [the demonstration] you must leave Canary Wharf immediately. You are not permitted to march, demonstrate, loiter or remain on any of the common areas of Canary Wharf in connection with this event” (Tempest 2004). Street signs in the estate prohibit entry to people wearing inappropriate clothing, prohibit parking bicycles, skateboarding, etc. Apart from such petty restrictions being annoying, the management and private policing of such corporate estates, sends out strong messages about who is unwelcome in parts of the city.

4 https://www.researchgate.net/publication/259545598_ The_Social_Ecology_of_Public_Space_Active_Streets_ a n d _V i o l e n t _ C r i m e _ i n _ U r b a n _ N e i g h b o r h o o d s ; Browning, C.R., Jackson, A,.L The Social Ecology of Public Space: Active Streets and Violent Crime in Urban Neighborhoods. 1 November 2013, https://www. semanticscholar.org/paper/The-Social-Ecology-of-Public-Space%3A-Active-Streets-Brow ning-Jackson/5f8988666c4a5734dce82269dc04a509c216afc6 5 Canary Wharf is London’s second financial district that was constructed on the then derelict docks in east London. Developed by Olympia and York designed by SOM it is an office plaza, the freehold of the estate (including the roads and open spaces is privately owned.

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LONDON THE UNIQUE CITY Although London shares many of the characteristics of other European cities – neighbourhoods, parks, civic buildings and the street as both public space and public thoroughfare, it has some important differences. It is generally less compact than many European cities.6 It has always been a city focused on trade and commerce; it is cosmopolitan and generally open to new ideas and people. London has also been fortunate in that, throughout much of its history, power has never been concentrated into the hands of an individual or small ruling clique but has instead been dispersed and shared between public and private corporations, businesses and individuals. The early introduction of freeholds produced a class of landowners and a model of growth and development that was reliant on private capital, and a regulatory system to protect the rights of the individual landowner. London was also able to dismantle its city walls much earlier than other European cities and thus could expand outwards, ‘capturing’ existing settlements. This has given it a less dense urban morphology and remarkable physical diversity in its neighbourhoods. London’s physical diversity is matched by its social diversity. Although it is fair to say that the east of the city is generally poorer than the west, London had no inner belt of heavy industry and neighbourhoods are often socially mixed –the rich and poor living close to each other. This social diversity has been hard wired

into the fabric of the city. Post-war reconstruction often followed the pattern of bombing. Displaced populations were rehoused in public housing near to where they had lived. In the 1960s and 1970s, many local authorities acquired 18th and 19 th century street terraces for public housing. These areas later became gentrified, but the diversity of tenure, and therefore social class remains and has consolidated the social mix of neighbourhoods, particularly in the central areas. However, social proximity does not in itself foster integrated communities. The city has not only physical barriers, but also psychological barriers. These are exacerbated where social housing is within distinct public sector estates, especially where these are divorced from the street network and become introspective enclaves. Despite London’s social diversity there are still intense pockets of deprivation. Local neighbourhoods are often fragmented into a mosaic of enclaves that reflect social class and income. Due to London’s history and to post war planning policies, most boroughs are socially mixed7 and in many areas of central London there is significant disparity of wealth within single streets. There are ten stations on the London Underground from Westminster, the seat of Government, to Stratford in the east, where the 2012 London Olympics were staged. Between these two contrasting neighbourhoods there is a ten-year difference in both male and female life expectancy, or to put it prosaically, you lose one year of life for every station you

6 For example, population density per square mile for European cities shows Paris 54,415; Brussels 19,640; Amsterdam 13,300. London at 7,700 is not in the top 50 cities. World population review 2019– accessed November 2021.

7 The London Local Government Act reorganised the borough councils into larger units of government. Implicit in drawing up the boundaries was an attempt to combine wealthier central boroughs with poorer neighbourhoods on their periphery.

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travel on the line8. This shocking statistic shows one of the many impacts of poverty and deprivation in the city; it should not be acceptable in a city, within a country with the 5th largest GDP in the world,9 with universal state funded education and health care systems, and one of the most comprehensive public transport systems in the world. Although there is unemployment, there is also a labour shortage in the city10, and average salaries are higher than the UK average. In the case of London, social divides are not the result of physical barriers, but of socio-economic conditions. For complex reasons, some individuals are excluded from the city that they inhabit. At the local level, deprivation is often concentrated into small pockets, situated near to wealthier areas and employment opportunities. London’s barriers are often also psychological and reflect feelings of, ‘this is not for us’ and ‘we do not feel comfortable entering these places’. Despite this, there are few, if any areas that are too dangerous to enter. Yet perceived barriers remain –invisible lines that divide the city, isolate some of its inhabitants and inhibit social mobility.

POLICY The term ‘regeneration’ has become ubiquitous in urban planning. The term is used loosely to describe many different urban interventions, including those of a purely commercial natu8 London is not unique in this respect. This is common in most cities in the world and in some the range between wealthy and poor neighbourhoods is far greater. 9 International Monetary Fund 2021 10 There are over 37,000 unfilled vacancies in London (London Councils September 2021)

re that renew (and often destroy) urban fabric purely for private profit. There is nothing inherently wrong with development for profit, but regeneration should be more than a real estate exercise. It should imply something more subtle, complex and multi-faceted. If, as urban practitioners, we ignore the social dimension of urban change and fail to redress existing imbalances then we are complicit in perpetuating them. Regeneration should be driven by an agenda to improve social wellbeing. It therefore has a moral imperative to address inequalities, where possible by removing barriers to social integration –real or perceived. The term ‘gentrification’ was first used in a study of social change in Islington (London) (Glass 1964) and, over the past 57 years, strong forces of social change have been at work in the UK. Central Government policies such as Right to Buy, have allowed wealthier tenants to buy their council-owned properties at a discount and often sell on, thus eroding the quality and quantity of the social housing stock. More recently, Government changes to housing benefits have forced some occupants of social housing out of central areas. The planning system’s ability to require developers to provide a percentage of social housing in new developments has also been diluted by successive Governments. Over the past 25 years, Government funding of social housing has declined, and the provision of affordable units has increasingly been left to the planning system to negotiate in the form of development agreements. A seminal research report by the Three Dragons Consultancy11 demonstrated that it would be viable 11 Delivering Affordable Housing through Planning Policy, ENTEC, Three Dragons, Nottingham Trent University

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for developers to provide up to 50% affordable housing in any new development, and this target was incorporated into the first London Plan (Greater London Authority 2004). This policy target has fluctuated under different Mayors from 35% to 50%, but the achievement on the ground has generally been disappointing. Planners often lack the skill or determination to negotiate with developers, accepting arguments that any affordable housing provision would be unviable, or accepting cash in lieu of provision for affordable housing on sites in the suburbs. Exiling the poorer sections of society to isolated areas (often with poor public transport or jobs) completely defeats the purpose of a policy designed to improve social integration. By failing to achieve socially mixed communities, planning has become complicit in perpetuating social barriers in the city. More recently, the mixing of tenures in some developments –intended to provide much needed social housing and integrated neighbourhoods– has had unintended and divisive consequences. In 2019, developer Henley Homes blocked social housing residents from using shared play spaces at its Baylis Old School complex in Lambeth, south London. The development was consented for a mix of market and social rented units, where common areas were open to all the residents. However, the designs were altered after planning permission was granted to block the social housing tenants from accessing the communal play areas12. This illustrates the problem of ‘poor doors’ where the entrances to private and social housing blocks were of different standards, so potentially stigmatising those living in social housing. Sadly, 12 The developer subsequently backed down in the face of public outcry. The Guardian 25th March 2019.

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these are not isolated events. The cumulative erosion of movement and rights within the city is a one-way ratchet.

KINGS CROSS The Kings Cross site lies immediately adjacent to two of the busiest mainline stations in central London. Despite its location on the edge of the central business district, the 27ha site had been derelict for over 25 years (Bishop and Williams 2016). It was uninhabited, isolated, largely forgotten and had blighted the surrounding area. The immediate environs were seedy, run down and a focus for drug dealing and street prostitution. Immediately to the south was one of the most prosperous city sub-regions in Europe. To the north were poor neighbourhoods –predominantly social housing–, with high levels of unemployment, poor educational achievement and compounded health problems. These immediate neighbourhoods were all in the lowest decile of national deprivation statistics. Kings Cross sat on a clear divide within the city, a place that was viewed by the development sector as an unattractive and high-risk proposition. The site came up for development in the late 1990s when ownership was passed from the Government to London and Continental Railways (as part of the construction of the high-speed rail links to continental Europe.) Argent PLC was appointed as developer and entered into negotiations with the London Borough of Camden to agree a planning consent. Unusually, Argent was open to a collaborative approach to planning, it sought to reduce risk of the development by involving local stakeholders. Its design approach started with agreeing

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objectives, understanding constraints, sharing these publicly and studying good development precedents on which to build (Bishop and Williams 2016). The timing of the development was important in understanding this approach and the eventual outcome. The preceding period had produced Canary Wharf, and the large trading floors of Broadgate in the City. But it was drawing to a close. Changes in the London property market meant that high quality floorspace with good open space, shops and restaurants and well served by public transport was at a premium. Camden was a Labour controlled Council, with a long history of social radicalism and a proud track record in building innovative social housing.13 It was open to the development of land at Kings Cross, but only if it produced a socially balanced community that was integrated with its poorer surroundings. The question of integration posed the real challenges. The site was physically separated from surrounding neighbourhoods by the stations (to the south), railway embankments (to the west) and a large aggregates depot to the north. On its eastern boundary was a busy road and an inward-looking housing estate. The site boundaries were hard and largely impermeable. But physical connections were not necessarily the problem. Even if connections could be made there was still the issue of how to persuade local residents that this was a part of their neighbourhood –a place where they belonged and felt welcome– not another wealthy, up-market enclave. 13 Camden architects department under Neave Brown had pioneered high density, low rise, housing in the form of housing estates such as Alexandra Road and the Maiden Lane estates. Constructed in the early 1970s these are now listed by Heritage England for their architectural importance.

The design process began by defining a set of politically based values that could be turned into objectives. Local residents were fearful that the development would be ‘futuristic’ and resemble Dubai or parts of Singapore. Instead, the planning aim was that the new development would ‘just be another piece of London’. This was more radical than it sounded. Embedded in this statement was the commitment that the new development would be mixed use, socially mixed, based on a street grid, that the edges of the scheme would be porous, that the scheme would have public open space and facilities for everyone, including a new school and sports centre. A great deal of time was spent in considering how areas beyond the site boundary could connect into the scheme. There was early agreement that Kings Cross should ‘merge’ into its hinterland and that, in time, people would not consider it as a self-contained precinct. This was not just about physical master planning. It sought to consider how the boundary would be perceived by local people and whether they would feel excluded or uncomfortable in entering this new neighbourhood. To compliment this physical vision, the following social question was posed: ‘a child born today (in one of the local neighbourhoods) will be leaving school at 18 when the first jobs become available in Kings Cross. How can this development make a difference to their life opportunities?’ This galvanised political interest in the scheme. Camden then consulted on its objectives over a six-week period (Camden 2002). The standard practice in planning is to consult on what often looks like (and often is) a finished scheme. This is more marketing than consultation and creates cynicism in local communities. Consulting on objectives was

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different and new. It was a conversation about the kind of city neighbourhood that people might want to live in and what it would feel like. The Council and the developer publicly committed to publishing and consulting on all the planning documents, at each stage of the process. The results were then reported back. Camden also established a community forum that included local residents, businesses, school children and a wide range of local community groups from Housing Associations to the Chinese Women’s Luncheon Club. The council and the developer committed to, ‘talk to anyone, anytime, anywhere’ and over the course of the 5 years of planning, approximately 30,000 people engaged with the process. The rationale for this was simple: - A development will not be inclusive if the process that creates it is not inclusive. -

Community involvement is a form of market research. The more information that can be gathered at the design stage, then the better the design will understand and be sensitive to its context.

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The development would be there for a very long time. Early investment in community consultation would help build strong local social networks and these could be turned into social and political capital.

The lengthy consultation period allowed the council and the developer to explore the local communities’ perceptions of, and aspirations for the area. It allowed ideas to be tested and resulted in a set of proposals sought to address the question: ‘what is in this for us’?

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The next stage was to develop a masterplan that reflected this dialogue. Its main elements were: - A balanced community: 47% of the housing in the scheme would be affordable and available to local people on the basis of need.14 In addition, there were to be 600 units of student housing. The housing was to be ‘tenure blind’ and distributed throughout the scheme. Provisions were included to cap service charges that would otherwise make the housing unaffordable to poorer families. -

Community facilities would be provided by the developer. These would include a publicly managed swimming pool and gymnasium, a pre-school kindergarten and a two-form entry primary school. The nursery and school would be bigger than required and would include places for children from the surrounding area. The siting of the facilities was important. The new nursery and primary school were placed deep within the scheme near to the new park. The aim was that parents taking their children to school would walk through the scheme every day, so making it a part of their neighbourhood. In contrast the sports facilities were sited on the western boundary as close to the local community as possible.

14 Based on the 2004 London Plan definition with pegged levels on income. Camden Council had nomination rights to all of this housing.

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The developer would fund an academy to train local people for the jobs that were likely to be created in the scheme, and an agency to place them into employment.

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The public realm would contain parks and play areas and would be open and accessible to all.

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The developer would invest in a series of initiatives to promote local enterprise through the creation of approved lists of businesses and contractors from the local area.

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Priority would be given to independent shops and cafes.

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The schemes’ anchor tenant was the London University of the Arts. This set the tone for a district that was part of London’s burgeoning creative economy. It also guaranteed a high daily footfall through the scheme that instantly animated the new public spaces. Critically many of the people moving through the scheme were not wearing business suits.

CONCLUSIONS The Kings Cross development is now nearing completion. It is still too early to judge its success but so far it has established itself as a popular destination for both local people and Londoners alike. The social housing and schools have been completed and the training agency has been expanded. So far it has placed over 1,000 local people into jobs. While there has been no research into the extent that the scheme has integrated into the local areas, anecdotal evidence suggests that a good degree of integration has taken place with few perceived local barriers. It is becoming ‘just another piece of London”. The planning system cannot, of itself, achieve social integration. It does, however, have a role to play alongside other agencies of government to foster the right conditions for a healthy civic society. Large development schemes are always likely to be contentious – they are agents of change and there are inevitably winners and losers in the process (or at least that is how they are perceived). This places them into the realm of politics, and politicians need to make decisions based on the best available information. Planners and architects for their part need to be acutely aware of the implications of their actions, and inactions.

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Peter Bishop is Professor of Urban Design at the Bartlett School of Architecture, University College London. He was Director of Planning

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at the London Borough of Camden 2001-2006 when the Kings Cross development was being planned.

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.14

BARCELONA: HAEC OMNIA – DIVISA – TIBI DABO… COHESIÓN Y DIVISIÓN EN LA EVOLUCIÓN (GEO)URBANA DE UNA CIUDAD AMBIVALENTEMENTE COMPACTA

Manuel Gausa Navarro Dipartimento di Architettura e Design, Unige, Università degli Studi, Genova, Italia, [emailprotected]

RESUMEN Desde la cima del Tibidabo Barcelona se ha presentado, durante muchos años, como un Todo unitario (haec omnia tibi dabo… Todo esto te daré, Mateo 4:9): una masa compacta, sensiblemente regular, extendida entre los dos ríos laterales y el mar (los límites que, en el pasado, habían delimitado su geografía). Incluso con el salto de escala reciente Barcelona ha conservado su aparente claridad estructural, a pesar de los procesos difusos que han caracterizado estas últimas décadas. Sin embargo, bajo esa aparente “unidad/uniformidad”, civil y cívica, Barcelona ha sido siempre una ciudad dividida, tanto en lo físico como en lo social. Lo más sorprendente de esa división es su carácter sistémico a lo largo del tiempo, al coincidir –en cada periodo– “división sociocultural” y “división física” en ciertos espacios de límite claramente reconocibles en la

propia estructura urbana y en su propio desarrollo (desde la ciudad romana y medieval hasta la ciudad industrial y postindustrial o la ciudad informacional contemporánea). En este texto se revisan diversos ejemplos suficientemente explícitos en los que la paradójica ecuación unidad-división ha marcado la historia (mesuradamente contradictoria y dual) de una ciudad abierta y cerrada, doméstica y cosmopolita, liberal y conservadora, ambiciosa y temerosa, emprendedora y auto-referencial; una ciudad en la que, en sus mejores momentos, las dos caras de la moneda –los conocidos seny (sentido común) y rauxa (rabia emocional)– habrían dejado paso a una tercera vía, la empenta (el empuje, racional y creativo) capaz de superar solercias e inercias, convenciones, y divisiones. Palabras clave: Estructura urbana, entre-lugares, redes y enlaces, multi-ciudades, geourbanidades

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ABSTRACT

RESUMO

From the top of Tibidabo, Barcelona has presented itself, for many years, as a unitary Whole (haec omnia tibi dabo ... All this I will give you, Matthew 4: 9): a compact mass, sensibly regular, extended between the two lateral rivers and the sea (the limits that, in the past, had delimited its geography). Even with the recent leap in scale, Barcelona has preserved its apparent structural clarity, despite the diffuse processes that have characterized these last decades. However, under that apparent “unity / uniformity”, civil and civic, Barcelona has always been a divided city, both physically and socially. The most surprising thing about this division is its systemic character over time, as “sociocultural division” and “physical division” coincide –in each period– in certain boundary spaces that are clearly recognizable in the urban structure itself and in its own development (from the Roman and medieval city to the industrial and post-industrial city or the contemporary informational city). In this text several sufficiently explicit examples are reviewed in which the paradoxical unit-division equation has marked the history (moderately contradictory and dual) of an open and closed city, domestic and cosmopolitan, liberal and conservative, ambitious and fearful, entrepreneurial and self -referential; a city in which, in its best moments, the two sides of the coin –the well-known seny (common sense) and rauxa (emotional rage)– would have given way to a third way, the empenta (the drive, rational and creative) capable of overcoming abilities and inertias, conventions, and divisions.

Do alto do Tibidabo, Barcelona se apresentou, por muitos anos, como um Todo unitário (haec omnia tibi dabo ... Tudo isso Vou te dar, Mateus 4: 9): uma massa sensível, compacta e regular, estendida entre dois rios laterais e o mar (os limites que, no passado, delimitaram sua geografia). Mesmo com o recente salto de escala e apesar dos processos difusos que caracterizaram estas últimas décadas, Barcelona tem preservado sua aparente clareza estrutural. No entanto, sob essa aparente “unidade / uniformidade”, civil e cívica, Barcelona sempre foi uma cidade dividida, tanto física como socialmente. O mais surpreendente aspecto desta divisão, ao longo do tempo, é o seu carácter sistémico, uma vez que em cada período coincidem, em determinados espaços de fronteira, a “divisão sociocultural” e a “divisão física”, espaços esses claramente reconhecíveis na estrutura urbana e em seu próprio desenvolvimento - desde a cidade romana e medieval à cidade industrial e pós-industrial, ou ainda à cidade informacional contemporânea. Neste texto, são revisados exemplos suficientemente explícitos da paradoxal equação unidade-divisão, que marcou a história de forma moderada, contraditória e dual: de uma cidade aberta e fechada, doméstica e cosmopolita, liberal e conservadora, ambiciosa e temerosa, empreendedora e auto-referencial; uma cidade em que, nos seus melhores momentos, as duas faces da moeda - o bem conhecido seny (senso comum) e rauxa (fúria emocional) - teriam dado lugar a uma terceira alternativa, o empenta (a pulsão, o racional e criativo) capaz de superar habilidades e inércias, convenções e divisões.

Key words: Urban structure, in-between-places, networks and links, multi-cities, geo-urbanities

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Palavras-chave: Estrutura urbana, entre-lu-

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gares, redes e conexões, multi-cidades, geo-urbanidades

Concordia parvae res crescunt, discordia maximae dilabuntur (En concordia las cosas pequeñas crecen; en desunión, las más grandes se derrumban). Sallustio, Bellum Lugurthinum.

1. VERTICAL-HORIZONTAL: MARCO GEOGRÁFICO. IZQUIERDA-DERECHA, ARRIBA-ABAJO LA BARCELONA, ENTRE FRONTERAS; UNA DESCRIPCIÓN BÁSICA… Y BASILAR

41° 16’ y 41° 30’ norte de latitud y entre los 1° 54’ y 2° 18’ este de longitud. Levante, Costa Mediterránea Durante largo tiempo el espacio físico sobre el se extendería la tradicional estructura de Barcelona iba a caracterizarse por la particular posición de sus límites naturales: al Este y al Oeste los lechos de los ríos Besós y Llobregat, pasos naturales de entrada a la ciudad; al Sur la “línea de mar”, límite inferior urbano; al Norte, la sierra de Collserola, la “línea de Montaña”, constituida en barrera natural para el desarrollo de la ciudad y que presentaría en la cima del Tibidabo (516,2 mts.) su punto más alto. Entre la línea de mar y la de la montaña, el gran llano, una amplia extensión interrumpida por escasos accidentes: el rosario de promontorios desplegados a los pies de Collserola y los dos montes próximos al mar: Montjuic –una emergencia aislada sobresaliendo abruptamente frente a la costa– y el antiguo “Mons Taber”, una pequeña colina, sobre la que iban a establecerse los primeros núcleos de población.

La plana de Barcelona aparecía, así, como un territorio singular y privilegiado de la costa catalana, favorecido por la particular combinación de líneas y franjas paralelas al Mediterráneo: la larga Sierra de Collserola y la sucesión en rosario de siete pequeños promontorios que (como las siete colinas de Roma) se sucedían ritmados, al pie de la gran montaña –Modolell (Sant Gervasi), Monterols (Sant Gervasi), El Putxet (Sant Gervasi), el Carmelo (Gràcia), Santa María del Coll (Gràcia), el Turó de la Rovira (Guinardó) i el Turó de la Peira (Horta)– dejaban paso, a continuación, al propio llano central: éste se extendía hacia el mar con una pendiente prácticamente uniforme hasta la aparición de un amplio cambio de rasante de unos 20 metros de altura (delimitado por la actual Gran Vía y sensiblemente apreciable, todavía hoy, en las bajadas de Puerta del Ángel, Vía Laietana y Calle Jonqueras) producido por las diferencias de basamentos: granitos y pizarras paleozoicos hasta entonces y capas de aluvión hídricas, en esa una nueva superficie plana, en forma de embudo en V (limitada por Montjuic, a un lado y por la confluencia del Besós al otro) que iba a configurar, de modo natural, una geometría prácticamente similar a la que posteriormente –de manera artificial– iban a definir los trazados de las Avenidas del Paralelo y Meridiana sobre la trama de la ciudad (Gausa et al. 2013). En este sentido, la presencia de esa gran superficie de doble pendiente, surcada de líneas perpendiculares al litoral, iba a favorecer una primera orientación urbana “en vertical”, reforzada posteriormente en la propia retícula del Pla Cerdà, aparentemente isótropa y, no obstante, sensiblemente “vectorizada” hacia el mar.

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Fig1. De izquierda a derecha: Conformación geológica de Barcelona y su llano y principales alineaciones en sierras y cadenas del litoral, así como primitiva red hidrológica del Barcelonés, según Cassases y Vila, Barcelona i el Seu Plà. Antiguo diagrama con la posición de Montjuic y el Mons Taber y su relación con la red hidrológica, la Montaña y el Mar (en Gausa, Cervelló, Plà, Devesa, Barcelona Guía de Arquitectura Moderna, 2013)

Al mismo tiempo, la situación estratégica de esa Gran Vía “horizontal”, en el Ensanche, no sólo iba a permitir atravesar la ciudad de lado a lado, sino que iba a trazar una especie de virtual división mnemo-territorial, asociada a esa configuración geológica primitiva entre la Barcelona Mar, la Barcelona Centro y la Barcelona montaña, de tan importantes repercusiones en la propia evolución de un municipio largo tiempo encerrado en y entre sus fronteras naturales y que, sin embargo, se proyecta hoy más allá de sus antiguos límites, en un virtual salto de escala “urbano-territorial” que precisa una renovada mirada e interpretación.

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2. LA CRUZ Y LA DAGA: LA BARCINO ROMANA Y LA BARCHINOVA MEDIEVAL LOS CUADRANTES RETICULARES, EL CASCO HISTÓRICO, LA RAMBLA Y EL ARRABAL. ARRIBA-ABAJO, DERECHAIZQUIERDA

Cuando en el momento de su refundación la groma y la plomada romanos señalan, en el Mons Taber, el punto de cruce entre el Cardo y el Decumano (los ejes que iban a definir el desarrollo fundacional de la nueva Barcino), la ciudad iba a quedar dividida por esa cruz basilar destinada a estructurarla en cuatro grandes cuarteles o segmentos cuadrangulares (quarters, quatieri, quartiers, barrios o barris) organizados, a su vez, en una serie de retículas más o menos regulares y recursivas entre sí.

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Manuel Gausa Navarro

Aunque, desde el siglo IV antes de Cristo, ya existía una antigua comunidad Íbera –Barkeno– posteriormente colonia cartaginesa (Barci Nova, en honor a Amilcar Barca) es en tiempos de Augusto, en el siglo I antes de Cristo, cuando se decide refundar la ciudad: el lugar elegido es, en efecto, una pequeña elevación cerca de la costa, de fácil defensa y con un excelente control sobre el mar y sobre el gran llano extendido hacia la larga que lo enmarcaba al fondo. Esta primera ciudad amurallada iba a contar con una superficie de apenas trece hectáreas, menores que las sesenta de Tarraco (capital de la Hispania Cisterior) y una población de unos 3500 a unos 5000 habitantes. La importancia geográfica de esa nueva Barcino, concebida desde el inicio con cierto empaque monumental, iba a radicar principalmente en la ubicación de su puerto natural, perfectamente conectado con las grandes vías de comunicación territorial. En efecto, en el puerto marítimo de Barcino iban a coincidir no sólo la Via Augusta sino los caminos provenientes de las grandes planas agrícolas de Auso (Vic) e Ilerda (Lleida), así diversas vías secundarias. A pesar de la capitalidad de Tarraco la gran movilidad que aseguraba la Via Augusta en toda el área del barcelonés (gracias a la combinación de transportes marítimos, fluviales y terrestres) explicaría el importante papel estratégico e intercambiador de ese puerto y colonia comercial convertido pronto en un polo nodal que dejaba intuir su posterior y destacado rol atractor central (Ariño, Gurt y Palet 1994, 2004; de Soto y Carreras 2007). La primera muralla de la ciudad poseía pocas torres, solo en los ángulos y en las puertas del propio perímetro amurallado, de 1,5 kms. de longitud. Tras las primeras incur-

siones de francos y alamanes (a partir de los años 250) ésta se reforzó y amplió con un muro doble de 2 metros de ancho, punteado por 74 torres de vigilancia. En su interior la ciudad seguía un trazado ortogonal, con manzanas cuadradas o rectangulares, siguiendo una disposición que partía de los dos ejes principales, con una distribución “horizontal” (noroeste- sudoeste) y otra “vertical” (sudeste-nordeste). En su centro, el forum o ágora central, se situaba en la confluencia entre el cardus maximus (hoy calles Llibreteria y Call) y el decumanus maximus (hoy calles Obispo, Ciudad y Regomir) en un eje algo desplazado hacia el Norte (Prieto 2017). A pesar de la aparente isotropía de la propia retícula, la propia cruz central iba a crear, desde el inicio, una división implícita, largo tiempo presente en la propia memoria urbana. - Por un lado el cardo (el eje más corto y “paralelo” al mar) iba a recoger, a lado y lado, la entrada de las grandes vías y calzadas territoriales de acceso a la ciudad, atravesándola por la parte más alta de la propia colina y dividiendo así el casco urbano entre la zona Norte (algo más corta, frente al gran plano central y los acueductos perpendiculares que abastecían la ciudad, con una mayor presencia monumental) y la zona Sur (frente al puerto, con una vocación más comercial, artesanal y marinera) -

Por otro lado el eje central o Decumano iba a dividir la estructura urbana en dos lados diferenciados a su vez: el derecho (orientado hacia los terrenos más abiertos y agrícolas que flanqueaban el río Besós) y el lado izquierdo marcado por la presencia, junto a la muralla, de

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las marismas limosas y pantanosas del torrente tangencial que posteriormente –en época árabe– iba a denominarse Rambla (Ramlah, en árabe antiguo) así como por los diversos lechos inestables de los arroyos próximos y la emergencia cercana de la montaña de Montjuic. Los numerosos fragmentos escultóricos encontrados en la parte derecha, la probable presencia de diversos templos y “Domus” o la importancia de restos de estructuras comerciales y agrícolas indicaría como, mientras dicho lado poseería un carácter más privilegiado, el segundo evidenciaría la presencia de tejidos socio-estructurales más secundarios o de “servicios”, como tabernas, termas públicas o algunos lupanares, situados en una ubicación aparentemente menos atractiva como señalaría la presencia (redescubierta en 1954) de las necrópolis próximas a la Rambla. Esa división entre sectores Mar/Montaña –Norte/Zona Superior y Sur/Zona Inferior– pero, sobre todo, entre Lado Izquierdo y Lado Derecho iba a marcar el propio “genoma urbano” de Barcelona y muchas de sus posteriores dinámicas y evoluciones, rompiendo en efecto, desde el inicio, la aparente regularidad abstracta de una cuadrícula teóricamente homogénea (derivada de los propios campos militares romanos o de los sistemas de centuriato agrícolas, destinados a estructurar los propios campos de cultivo y colonización y muy presentes, por otra parte, en la Cataluña romana). De hecho, en un salto de escala “quasifractal”, el mismo tipo de situación curiosamente disotrópica se iba a crear en la propia malla reticular característica de las vías destinadas a estructurar el territorio catalán. La propia morfología geográfica de la futura Catalunya iba a fa-

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vorecer esa organización en red, con dos grandes grupos de calzadas entrecruzadas, relacionadas según su propia orientación: en un primer conjunto la “trama” de los dos grandes ejes transversales, paralelos a la costa en dirección E-O y que aprovechaban los grandes corredores naturales del litoral, el pre-litoral y el interior comunicándolos con el resto de la península por Zaragoza (Caesar Augusta) o Saguntum; en un segundo grupo la “urdimbre” de toda una serie de vías de carácter más secundario, destinadas a comunicar las zonas de los Pirineos y del interior con la propia costa, aprovechando los corredores de los propios cursos fluviales N-S. (Ariño, Gurt y Palet 1994, 2004; de Soto y Carreras 2007). Ese entramado, bastante insólito, de vías cruzadas en dos direcciones paralelas o perpendiculares a la costa, (deformado ligeramente –dada la propia morfología geográfica del país– en una configuración sensiblemente triangular) tendería a cubrir la mayor parte del territorio y que, en ciertos sectores, se reiteraría de modo mucho más denso e intenso –más tupido o compacto– a escala local (Ariño, Gurt y Palet 1994, 2004; de Soto y Carreras 2007). En efecto, una de las características particulares de dicha configuración en red residiría en la complejidad relacional e intercambiadora entre núcleos y poblaciones de la propia estructura, regular y diferencial a la vez, lejos de otras estructuras más jerarquizadas (radiales o en árbol) que tenderían a observarse en otras provincias como Britannia, por ejemplo. En todo caso, tras la caída del Imperio romano se sucedieron diversos períodos marcados por la reutilización de la propia ciudad romana y el aprovechamiento de su estructura básica, cada vez más densificada y fragmentada en su interior (Prieto 2017).

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Durante el siglo XI, el Condado de Barcelona, capital de la Marca Carolingia y futuro núcleo de la corona de Aragón iba a convertirse en el principal centro político, económico, social y comercial del país. La creciente creación de nuevos asentamientos desarrollados principalmente entorno a iglesias y conventos “extramuros”, ubicados mayoritariamente en el lado derecho del recinto romano, iba a acabar obligando a ampliar el propio núcleo amurallado (Prieto 2017). Un primer perímetro (iniciado en el siglo XIII bajo Jaume I, 1268) se iba extender durante unos 5 kilómetros, rodeando los nuevos asentamientos y dejando un frente abierto al mar destinado a favorecer el movimiento portuario y el tráfico marítimo. Su trazado delimitaba un área de unas 131 hectáreas y multiplicaba por diez la extensión de la ciudad romana. En su interior seguía perviviendo el Call, un barrio judío con dos sinagogas fundado en 692 y situado, de hecho, en el lado izquierdo de la ciudad romana (entorno a las actuales calles Banys Nous, Palla y Bisbe) separado del resto del centro urbano por sus propios muros y que iba a pervivir hasta su destrucción xenófoba en 1391 (Prieto 2017). El nuevo recinto ampliaba pues la ciudad hacia la parte derecha, consolidando el límite de la Rambla con un gran muro paralelo a su cauce, con ocho puertas entre las que se encontraban puntos todavía de relevancia en la actualidad como los de Portaferrissa o Boquería. En el s. XIV (en época de Pere el Cerimoniòs) se inicia la construcción de una nueva muralla destinada a rodear Barcelona por poniente, afín de englobar los asentamientos espontáneos y los huertos agrícolas, así como las instituciones religiosas ubicados fuera del ante-

rior recinto amurallado, en el Raval (o “arrabal” en catalán) Con el trazado definitivo del nuevo perímetro medieval y su característica forma de diamante pentagonal el muro de la Rambla iba a quedar dentro del recinto de la ciudad, dividiendo como una daga (jamhiya, en árabe) su propio tejido urbano (Prieto 2017). La Rambla iba a constituir, en efecto, un claro límite –físico y virtual– entre la primera ciudad “asentada” (en su lado derecho, más próspero y consolidado) y el confuso arrabal del lado izquierdo (más suburbial): una división explícita y presente, durante varios siglos, intramuros. En efecto, el propio entramado urbano desarrollado durante toda la época medieval iba a significarse por la presencia de diversas áreas y sectores diferenciados con una influencia diversa; escenarios asociados a la nobleza, al poder institucional, al obispado o las órdenes religiosas, a los gremios artesanales y comerciales o a las clases más menestrales o campesinas. La antigua retícula romana había dejado paso a un denso e intrincado laberinto de subdivisiones y calles irregulares, con plazoletas que apenas eran meros ensanchamientos (o derribos contingentes) de alguna vivienda. Un entramado puntuado por edificios de mayor envergadura (iglesias o palacios, junto a algunas edificaciones institucionales (como la Casa de la Ciutat, sede del Consell de Cent o el Palau de la Generalitat, además de algún hospital –como el de la Santa Cruz– o edificios como el de la Lonja o las Atarazanas). Sin embargo, ya en 1209 iba a darse una de las primeras operaciones urbanísticas privadas de la ciudad: la apertura de la calle de Montcada (gracias a la concesión realizada por Pedro II a Guillem de Montcada) de una vía amplia y rectilínea hacia el mar, ocupada por grandes re-

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sidencias y palacios señoriales. También de esa época sería la apertura de la plaza Nueva, junto al Palacio Episcopal y la catedral de Barcelona, realizada en 1355. Ambas operaciones iban a caracterizar con fuerza el posteriormente denominado “Barrio Gótico”, situado precisamente en el sector derecho, más potente y representativo. Mientras tanto, en el lado izquierdo de la Rambla, el arrabal o “Raval” iba a seguir

manteniendo durante largos años su carácter para-rural, agrícola y suburbano en el interior de la ciudad perimetrada. Campos o espacios de cultivo destinados a garantizar la subsistencia en tiempos de guerras convivían con establecimientos, servicios y actividades más molestas o poco recomendables (desde hospitales y hospicios para pobres hasta tabernas y casas de placer, junto a grandes conventos y edificios

Fig 2. Barcelona: muros y murallas, limes y límites, cruces y “cruceras”: Arriba, de izquierda a derecha: reconstrucción de la planta de la ciudad romana con la Cruz Central (cardo y Decumano) y la cuadrícula basilar (hipótesis de J, Beltrán de Heredia, Dibujo de E. Revilla) / Planta de la ciudad amurallada romana en el siglo IV y reconstrucción con la localización de restos de importancia arqueológica (M. Claveria, I. Rodà, Esculturas e inscripciones del entorno de Barcino) / Diagrama de las diferentes murallas romana y medievales representados en colores diversos (en Prieto, G. 2017. La evolución del mapa de Barcelona a través de los siglos) Abajo, de izquierda a derecha: Antiguos diagramas de las vías que atravesaban el plano de Barcelona en época romana, en Durán Sanpere, 1972. Barcelona i la seva historia. Barcelona: Curial / Mapa de Barcelona en 1806 de Jacques Moulinier, en el que se aprecia todavía el carácter periurbano del Raval y la presencia de la Rambla, como eje y división central (Fuente: ICC) / Plano de la trama de Barcelona con la superposición de los perímetros amurallados y la clara delineación del gran muro de la Rambla/Ramlah y de su curso como penetración –o Daga o jamhiya– de división central (archivo).

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eclesiásticos, muchos de ellos volcados a labores caritativas. Una mezcla promiscua que iba a perpetuarse desde el siglo XIV hasta el s. XIX y el inicio de la revolución industrial. Es en ese entorno de campos y descampados donde, desde finales del siglo XVIII, las primeras industrias manufactureras empiezan a instalarse en medio de huertos, conventos y casas artesanas (muchas al margen de los gremios “oficiales”, radicados en la parte derecha de la ciudad). Y es precisamente entre 1776 y 1778 (bajo Carlos III) cuando se procede al derribo del gran muro interior de la Rambla, con una realineación de los edificios de fachada y el diseño del característico espacio arbolado con salón central, para paseo y, sobre todo, para eventuales desfiles militares. La primera revolución industrial y sus consecuencias urbanísticas se manifiestan con fuerza, sobre todo en el Raval, conllevando la aparición de nuevas calles con almacenes, fábricas y viviendas –y sub-viviendas– para los trabajadores y campesinos huidos del hambre del campo y desplazados hacia una ciudad que, con un claro “efecto llamada”, se presentaba como un destino cada vez más pujante y atractivo. Muchos de los trabajadores de las fábricas iban a vivir cerca de las factorías, en un barrio pronto convertido en el más denso de Europa y en el que –dentro sus límites– se aprovechaba hasta el último metro cuadrado edificable. El auge industrial, las revueltas sociales y las deficitarias condiciones de vida, así como las frecuentes epidemias de cólera y tifus dentro de la ciudad histórica, iban a favorecer la decisión, en 1859, de derribar las murallas medievales (una reivindicación ampliamente reclamada por la ciudadanía y la nueva burguesía) permitiendo una nueva expansión urbana fuera

de un núcleo cada vez más conflictivo, asociado a un movimiento obrero que empezaba a organizarse ya en asociaciones y sindicatos. Con la construcción del Eixample Cerdà –y a pesar del éxodo empresarial hacia otras zonas de la nueva Barcelona– el Raval siguió, sin embargo, ocupando una situación “periférica” como barrio residencial de perfil principalmente obrero, “bohemio” y/o “canalla” al mismo tiempo. Un barrio “a la izquierda”, de viviendas para las clases con menor poder adquisitivo, entre las cuales muchas provenientes de la inmigración proveniente de otras regiones de España.

3. EL CUADRADO, EL ARCO Y LA FLECHA. LA BARCELONA INDUSTRIAL. ENSANCHE DERECHO, ENSANCHE IZQUIERDO Y ENSANCHE CENTRAL. ZONA ALTA, ZONA MEDIA Y ZONA BAJA

La aprobación, en 1860, del “Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona” iba a sintetizar un periodo de la ciudad marcado por las consecuencias de la revolución industrial y caracterizado por una voluntad de expansión, económica, cultural y social y, sobre todo, física. Producto de una laboriosa negociación con el Gobierno central destinada a obtener la autorización para el crecimiento de la ciudad y la superación del “recinto dentro del precinto”, el nuevo Plan presentado en 1859 por Ildefons Cerdà por encargo del Gobierno Central, iba a permitir colonizar la amplia llanura que se extendía entre la vieja ciudad amurallada –hiper-densificada y cada vez más insalubre y agresiva– y los núcleos urbanos desarrollados en un gran arco a su alrededor y separados por la distancia preceptiva

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de 1,25 kilómetros (1500 varas castellanas) obligada por las ordenanzas militares (Gausa et al. 2013). Convertido con el tiempo en imagen emblemática del urbanismo barcelonés, el Plan de Ensanche (fruto de los numerosos estudios topográficos realizados por el propio Cerdà (destinados a asegurar la eficaz reparcelación eficaz de las antiguas propiedades agrarias) iba a caracterizarse por una ordenación vocacionalmente isótropa del territorio, referida a una extensa malla ortogonal de calles paralelas y perpendiculares al mar, formando una cuadrícula de manzanas de 113 x 113 metros, ajustada a la realidad geográfica de la llanura y al patrón sensiblemente ritmado de sus cursos hídricos. La movilidad y la fluidez del tráfico iban a ser, de hecho, dos componentes esenciales del Pla Cerdà. Además de la innovación de los chaflanes, como aperturas visuales en las esquinas, la mayoría de las calles eran amplias vías de entre 20 y 30 m de anchura (combinadas con avenidas de 50 a 80 m de ancho) diseñadas para facilitar la comunicación rodada y la conexión entre el puerto y las dos salidas geográficas de la ciudad, hacia el valle del Llobregat y el valle del Besós (por el Paralelo, la Meridiana y la Gran Vía como conexión transversal entre ambas). Más que un trazado con voluntad compositiva, el Plan se proponía como un sistema operativo –preciso, riguroso y adaptable en el tiempo– que permitía extenderse sobre la virtual “tabula rasa” de la llanura agrícola, adaptándose a sus accidentes y preexistencias. Aunque interpretado como paradigma de la homogeneidad urbana, el Pla Cerdà presentaba, ya desde sus orígenes, elementos de

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variación y distorsión, más allá de la aparente y estricta “retícula homogénea”; no sólo en la disposición y permutación variable de la edificación (destinados a generar grandes espacios verdes en el centro de las manzanas) sino sobre todo en el propio trazado viario, con la aparición inesperada de grandes arterias dispuestas según diversas direcciones, oblícua y/o estratégicamente destinadas a conectar la ciudad a “gran escala” (Diagonal, Gran Vía, Paralelo, Meridiana) o mediante la incorporación de los viejos caminos extramuros (paseo de Gracia, avenida de Sarrià, avenida de Roma, avenida de Ribes, calle de Pere IV, etc.). Mientras, el desarrollo y auge de la industria textil y metalúrgica catalana (y la aparición de las primeras grandes compañías eléctricas y financieras) iban a afianzar la prosperidad de una burguesía con una clara vocación emprendedora, innovadora y conservadora al mismo tiempo, la progresiva urbanización del Ensanche iba a verse acompañada de un acelerado proceso de reparcelación, debido a las facilidades geométricas y económicas del propio Plan (Busquets 2006; Solà-Morales 2010). Una nueva versión genuinamente barcelonesa de la casa de alquiler (presente simultáneamente en muchas de las nuevas metrópolis europeas y destinada a asegurar a sus propietarios múltiples beneficios y rentabilidad) se iba a afianzar en el Ensanche, favoreciendo el desarrollo de una nueva estética residencial Modernista, con un gran despliegue creativo y una gran variedad iconográfica, en los casos más destacados o con más contención en las soluciones resueltas por mestres d’obres, pero con la generalizada aplicación de motivos y elementos surgidos de la nueva eclosión de los oficios artesanales autóctonos, favorecidos por las nue-

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vas tecnologías mecánicas (mosaico, vidriería, mobiliario, esmalte, marquetería, esgrafiados). Un Modernisme que, a pesar de su parentesco con otros movimientos europeos similares surgidos en el resto de Europa a finales del XIX (Arts and Crafts, Art Nouveau, Jugendstil), poseería, en el caso de la arquitectura catalana, sus propias características, al combinarse un deseo de cosmopolitismo cultural con el reencuentro de unos valores identitarios y de una conciencia nacional cada vez más extendida. La mayor parte de la arquitectura característica del Ensanche se construye a lo largo de las décadas entre siglos, en un proceso dilatado que va a acabar favoreciendo la densificación de la edificabilidad inicialmente prevista, al incentivarse la solución de la manzana cerrada frente a lo que había sido uno de los principales objetivos de Cerdà: la manzana abierta o semi-abierta. Ésta iba a ser una de las primeras grandes paradojas del ensanche de Barcelona: la avidez especulativa de los propietarios convierte lo que era una sistema abierto, bien orientado, dinámico y combinatorio (con generosos espacios ajardinados) en un trazado estático de densas manzanas compactas (Busquets 2006; Solà-Morales 2010; Gausa et al. 2013). El Pla Cerdà había intentado, por otro lado, evitar cualquier posible jerarquía (a priori) en el espacio urbano. La propia red pretendía evitar la aparición de zonas más privilegiadas que otras. Las propuestas de las clases preminentes pasaban, por el contrario, por favorecer un ensanche claramente jerarquizado a partir del gran eje central del Paseo de Gracia, una avenida utilizada desde hacía tiempo por la burguesía como espacio privilegiado de ocio y ostentación y que era, de hecho, una extensión virtual de las

Ramblas hacia la Villa de Gracia y la Montaña. La intención era, en efecto, la de establecer claras diferencias sectoriales y “divisiones”, más o menos explícitas, afín de “determinar”, desde el principio, la posición de los inmuebles más preciados e impulsar, con referencias claras, el negocio del suelo (Aibar 1995). Para ello era necesario saber dónde iba a alojarse la burguesía más pudiente y aquella otra con menos posibilidades, las clases medias y las trabajadoras, así como la localización de las construcciones fabriles y los equipamientos y servicios asociados. El Pla Cerdà no ofrecía una respuesta explícita a dichas cuestiones, pronto la zona alrededor del Paseo de Gracia iba a ser considerada como el espacio residencial más privilegiado para la aristocracia y la alta burguesía. Los precios de la tierra y de los bienes inmuebles se iban a establecer, así, en función de su proximidad al binomio Paseo de Gracia / Rambla Catalunya (una nueva vía que enlazaba tanto en su trazado como en su tipología, en salón central, con la propia Rambla tradicional, conjugándose con el modelo del “boulevard” parisino, típico del Paseo de Gracia). Esa doble púa recogía y “continuaba” ahora el antiguo eje central de la ciudad histórica pero también muchas de sus inercias. Ya desde las primeras décadas de su desarrollo la parte central y derecha del ensanche iban a alcanzar un mayor nivel de calidad y prestigio que la parte izquierda. Vivir en la parte central o en el “lado derecho” del ensanche iba a ser durante mucho tiempo un signo inequívoco de distinción social en Barcelona (Aibar 1995). Esa alteración constituía una importante desviación del propio plan, al establecerse una clara división jerárquica entre un espacio “central/axial”,

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un “lado derecho” y un “lado izquierdo” en el propio ensanche. Una diferenciación que era, en efecto, el reflejo de una asimetría más lejana entre las dos mitades de la propia ciudad antigua. Sólo que ahora el eje central de la Rambla se había “ensanchado” en un cuadrado virtual… y “virtuoso”. La transferencia de esta división indicaba como el ensanche se estaba desarrollando como una extensión de la propia ciudad antigua, con la implícita consolidación de una parte “central” que aparecería, así, como una prolongación virtual de los ejes verticales y laterales del antiguo pentágono de la Ciutat Vella (Sant Antoni/Aribau a la izquierda y Ciutadella/Sant Joan a la derecha) y que poseería, en ese doble eje central definido por el Paseo de Gracia y la Rambla de Catalunya, sus claros referentes. A lado y lado de este “Cuadrado de Oro” se extenderían, a la derecha, un Ensanche todavía prestigiado (marcado por la presencia del nuevo Parque de la Ciutadella y de las estaciones de tren del Nord y de Francia, etc.) y, a su izquierda (de nuevo) una zona más ligada a los servicios y a los grandes equipamientos urbanos como los mercados de Sant Antoni, la Universidad, el Hospital Clínico, la Escuela Industrial, el Hospital de la Maternitat, la Cárcel Modelo, etc. y destinada a una clase-media burguesa menos pudiente, De hecho, a pesar de la isotropía preconizada desde siempre por Cerdà, esa lateralización hacia la derecha, consciente o inconsciente, aparecía ya desde el inicio en el proyecto, donde la Plaza de la Glorias (cruce simbólico, ilustrado, de la Diagonal con la Meridiana) junto a la Plaza Tetuán (en el importante cruce de Gran Vía con Paseo Sant Joan) debían constituir nue-

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vos polos atractores frente al viejo casco histórico: centralidades nunca bien resueltas ni bien diseñadas del todo. La reforma del casco antiguo constituía, en cualquier caso, otra importante apuesta del Plan: tres avenidas, A, B, C –dos perpendiculares y una transversal– debían penetrar a través del tejido irregular del casco viejo (como prolongaciones de otras tantas avenidas del ensanche) para dar continuidad transversal al mismo, sobre todo en el sentido Montaña-Mar y su relación con el puerto. Sin embargo, de las tres vías previstas tan sólo la A, la Vía Layetana (desarrollada en el “lado derecho” del casco histórico, enlazado con el Paseo de Gracia y Pau Claris) iba a acabar realizándose por completo; la vía horizontal (C) sólo se iba a abrir en un pequeño tramo, generando una mínima dilatación en el espacio urbano y frente a la Catedral. La segunda de las vías verticales (B), situada a la izquierda, aunque debía conectar dos puntos nodales (la plaza de la Universitat y la calle Muntaner con la parte posterior de las Atarazanas), no iba jamás a verse realizada e iba acabar convertida, en lo años 80, en un remedo paradójico de Piazza Navona y Rambla Interior rodeada por edificios de calidad anodina (Rambla del Raval). El rápido crecimiento urbano en el Ensanche iba a obligar, en cualquier caso, a resolver el encuentro con los pequeñas villas y municipios circundantes (Plan Jaussely 1905; Plan de Enlaces 1917) un problema que apenas había sido apuntado por el propio Cerdà, más allá del ajuste de la propia malla a los diversos episodios con los que se iba encontrando. La progresiva agregación de poblaciones como Sants, Les Corts, Sarrià, Sant Gervasi, Gràcia, Horta o Sant Andreu que (desarrollados en un

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arco discontinuo situado entre el antiguo borde del No Man´s Land militar y las estribaciones del Tibidabo) iba a ser paralela a la acelerada densificación del Ensanche y a la progresiva extensión de la red de transportes públicos hacia la propia montaña. Ambos procesos iban a favorecer el desarrollo de otro tipo de modelo urbano “alternativo” localizado en las grandes fincas colindantes junto a los núcleos agregados. Los modelos anglosajones de la ciudad jardín, iban a verse reflejados así, con diversas variantes, tanto en los programas para grandes equipamientos (nuevos colleges religiosos, conjuntos hospitalarios con pabellones aislados, grandes edificios hoteleros o administrativos) como en las diversas operaciones de urbanización basadas en viviendas unifamiliares, para residencia y/o recreo (“torres”) tan características de la Bonanova, Sant Gervasi o la villa de Horta. Entre dichas operaciones, el parque Güell y la urbanización de la Avenida del Tibidabo, promovidas respectivamente por el conde de Güell y el Doctor Andreu, constituirían dos de los exponentes más claros de la vocación de una cierta burguesía, más elitista y aristocrática, por alejarse de la compacidad edilicia y economicista del nuevo centro urbano –y de su modelo tipológico de casa rentabilizada, en continuidad y contigüidad– hacia una nueva “parte alta” más medioambientalmente cualitativa y que empezaba a significarse como una nueva localización de élite (más elevada y más distanciada, a todos los niveles). Las antiguas divisiones socio-urbanas entre “izquierda, centro y derecha” se combinaban ahora con otras, entre escenarios “altos, medios y bajos”. Durante las dos primeras décadas del siglo XX y coincidiendo con la favorecedora situación económica (y la posterior neutralidad

durante la Gran Guerra) Barcelona y Cataluña iban a acabar convirtiéndose junto al País Vasco en los principales centros industriales de España, atrayendo asimismo la inversión de numerosas empresas extranjeras con sede y delegaciones en la ciudad (Maluquer 1994). Equipamientos e infraestructuras acordes con una nueva vocación cosmopolita (estaciones ferroviarias, hoteles, teatros y grandes almacenes), así como nuevos espacios representativos (como la plaza de Catalunya, gran rótula urbana entre la ciudad histórica y la nueva ciudad) iban a definir, así, un nuevo paisaje urbano decididamente más metropolitano materializado en la primera línea de metro, inaugurada en 1924 (entre las plazas de Catalunya y Lesseps) o en la emergencia de nuevos escenarios urbanos como el Paral.lel, eje bohemio de la ciudad (teatros Apolo, Arnau, Molino, etc.) y foco de un asociacionismo obrero, particularmente activo y presente tanto en el Poble Sec como en el Poble Nou, un nuevo barrio nacido en las grandes extensiones litorales próximas al antiguo núcleo de Sant Martí de Provençals, en la parte baja del Besós (Prieto 2017). La abundancia de agua y el bajo precio de los terrenos habían favorecido, ya desde el siglo XVIII, la instalación de diversas manufacturas y talleres a vapor y la aparición posterior de almacenes y fábricas de creciente importancia. Dichas preexistencias eran ya notorias durante la elaboración y aprobación del Pla Cerdà: la aplicación del propio Plan en esta zona iba a acabar aceptando esa realidad fuertemente industrial, logística y trabajadora, con un tipo de adaptación de las manzanas planteadas, preferentemente, como módulos fabriles y/o de almacenaje (y eventualmente residenciales) y la conversión de las calles en grandes viales de

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transporte y maniobra. En la evolución del propio Ensanche se propiciaba, pues, otra división, no siempre explícita ni bien narrada (pero fundamental) entre la nueva ciudad reticular central –por encima de la nueva Gran Vía (el gran eje horizontal y transversal de la ciudad, junto a la calle Aragón)– y la vieja ciudad histórica con el sector del Ensanche situado por debajo de dicho eje y que iba a acabar alojando la mayor parte de las fábricas e instalaciones manufactureras y obreras en un territorio que pronto iba a alojar la mayor concentración industrial de España (el denominado Manchester catalán) con un crecimiento demográfico creciente y la consiguiente auto-construcción de barracas y chabolas en las playas del Somorrostro, Pequín, Bogatell, etc. La Gran Vía (la gran flecha de doble conexión N/S) dividía pues, de nuevo, la ciudad entre la nueva zona “central” y la zona “litoral” (más baja) con un carácter cada vez más popular y laboral tanto en el casco antiguo como en el Poble Nou, destinados a alojar aquellas capas sociales con menores capacidades adquisitivas. En cualquier caso, los rápidos progresos mecánicos, la incorporación de las nuevas tecnologías en Catalunya y el desarrollo gradual de la electrificación (con el importante aprovechamiento de los recursos hidráulicos y térmicos en un territorio no del todo autosuficiente) iba a favorecer un importante aumento de la productividad económica, complementando el auge de la industria textil con la aparición de nuevos sectores como el químico, el farmacéutico, el automovilístico y el metalúrgico, las industrias constructivas y decorativas, la impresión de calidad, la edición, o la alimentación, etc. (Maluquer 1994; Pascual 1999).

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La sustitución barcelonesa del ideario simbólico e identitario “nacional-romántico” por una nueva conciencia cosmopolita de “City” con vocación internacional (Chicago o Londres como nuevos paradigmas) coincide con el desarrollo de una ciudad ya claramente industrializada (y con un importante crecimiento) preocupada por convertir en valores ideológicos los procesos materiales –más que líricos– y su propio crecimiento. El lenguaje local/universal de una nueva cultura Noucentista, orientada hacia los valores ponderados de una recuperada tradición clásica mediterránea, favorece una posible concertación entre vocación universal y producción “próxima”, vinculada a un proyecto de recuperación del espacio urbano como lugar de una civitas mediterránea atemporal, cuidada –y guiada– a través de un orden y progreso de claros valores “(t)ra(di)cionales”. En este contexto, la Exposición del 29, concretada en plena dictadura de Primo de Ribera (1923) y focalizada en el diseño ajardinado de la montaña de Montjuic y la urbanización de la Plaza de España, permite evidenciar los importantes avances (electrificación, tecnificación, etc.) de una ciudad vocacional –y ponderadamente– “moderna”, con la importancia de diversos pabellones de prestigio entre los que iba a destacar el Pabellón de Alemania, como manifestación de una nueva capacidad material y productiva y de un nuevo movimiento (el Moderno) que se expresaba, así, ante a los ojos atónitos de los visitantes nacionales e internacionales. Curiosamente, la presencia del Pabellón de Mies van de Rohe iba a fijar una fecha clave de la vanguardia internacional coincidente, poco después, con el Gran Crack mundial del 1929 –la Gran Depresión– y en

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España con la caída de la dictadura de Primo de Rivera (en 1930) y la posterior caída de la Monarquía (en 1931) que iban a dar paso a una rápida sucesión de acontecimientos históricos como la instauración de la Segunda República española (1931-1939) y la reinstauración de la Generalitat de Catalunya (1931-1934 // 19361939) (Gausa et al. 2013).

El flujo de inmigrantes había seguido creciendo en la ciudad generando una elevada demanda de vivienda traducida, a menudo, en especulación y/o barraquismo. El problema de la vivienda se conformaba, así, como uno de los grandes temas del momento. En octubre de 1930 se había formado el GATCPAC (Grup d’Artistes i Tècnics Catalans per al Progrés de l’Arquitectura

Fig 3. Barcelona: la retícula y el cuadrado central, el arco de las poblaciones agregadas y la flecha de la Gran Vía. Izquierda, de arriba abajo: Plano de estudios topográfico de los alrededores de la ciudad de Barcelona (en la que se aprecia el Arco de los futuros pueblos agregados y los principales caminos y cursos hídricos (1858) y Plano de reforma y Ensanche de Barcelona de Ildefons Cerdà (1859) / Plano general de Barcelona y su ensanche en construcción y de los pueblos agregados (1890), en el que se puede apreciar la importancia del sector central (como extensión del perímetro de la ciudad antigua) y las diferencias entre Izquierda y Derecha del Ensanche, así como las preexistencias fabriles del Poble Nou (por debajo de una incipiente Gran Vía). Derecha, de arriba abajo. Grandes vías A, B y C de penetración en el plan de reforma Baixeras (1907) / Plà Macià, 1931. Versión con el esquema abstracto a base de Super-bloques (con la Gran Cruz del Paseo de Gracia / Gran Vía y la disolución de la ciudad histórica y versión definitiva zonal, en el que se recupera la manzana Cerdà y la Ciudad Histórica –en la parte Central– y se localizan dos nuevas áreas en la parte Izquierda e Inferior de la Gran Vía como gran Flecha direccional y divisoria.

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Contemporània), generalizado en toda España bajo las siglas GATEPAC y vinculado a un ideario de progreso republicano, con una óptica racionalista muy próxima a los postulados de Le Corbusier y destacada componente urbana y social. Su importancia iba a consolidarse con el encargo del Pla Maciá (1934), un plano urbano llamado a materializar un proyecto a escala urbana –la Nova Barcelona– para una nueva ciudad funcional, político-administrativa y obrera, abierta a la importante influencia del progreso y de las vanguardias. El Pla Macià, aunque enunciado tan sólo a nivel teórico, iba a anticipar algunas cuestiones urbanas importantes al proponer nuevo módulo edificatorio para la ciudad, configurado por 3x3 manzanas de Cerdà: los llamados super-bloques, recuperados y reinterpretados más recientemente como super-manzanas, desde una nueva óptica asociada a la limitación de la movilidad y la pacificación ecológica y paisajística de numerosas vías como nuevos espacios peatonales (Rueda 2011). Pero también iba a abandonar la idea del gran cruce propuesto por Cerdà en la Plaza de la Glorias (Diagonal/Meridiana) para reforzar una nueva Super Cruz compuesta por el Paseo de Gracia y la Gran Vía. Una Gran Vía ensanchada, redelineada y ampliada y que, con su trazado transversal y tangencial al Casco Histórico y a Montjuic, y iba a establecer –y consolidar– la importante división entre el nuevo tramo superior de la ciudad y el tramo inferior –llamado a absorber y “disolver” la ciudad antigua (¿o anticuada?) y a alojar la propia ciudad industrial (próxima al mar)– en una clara zonificación funcional entre espacio residencial central. Aunque en su versión más conocida la malla aparece completamente regular, isótro-

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pa y homogénea, la división marcada por la Gran Cruz y la Gran Vía subyace en las diversas versiones donde aparece claramente explicitada esta división, de nuevo, entre parte central (axial) y parte inferior, lateral, no muy diferente de la generada por el propio Pla Cerdà. De hecho, a pesar de la regularidad racional del trazado, éste acaba aceptando (desde el “realismo pragmático” y desde el “cartesianismo racional”) esa taxonomía –tan ligada al eslogan “living-working-resting”– de una planificación funcional/zonal, canónicamente dogmática entonces.

5. LA COSTRA Y LA DIAGONAL. LA BARCELONA DESARROLLISTA CENTRO VS. PERIFERIA; “DIAGONAL ARRIBA” / “DIAGONAL ABAJO”

La brusca interrupción de la Guerra Civil (1936-1939) y la nueva situación generada en la inmediata posguerra significan un repentino paréntesis caracterizado por una mayor inclinación hacia valores de carácter áulico y trascendente basados en un cierto academicismo monumental o histórico, combinados con ciertas caligrafías neo-noucentistes, vagamente inspiradas todavía en el eclecticismo neoclásico mediterráneo. Entre 1936 y 1939, la ciudad había sufrido más de 200 bombardeos con miles de muertos y heridos. La recalificación de las zonas urbanas más deterioradas iba a favorecer una cierta especulación inmobiliaria y la construcción de viviendas levantadas sin una planificación urbanística previa, con un notable aumento de la altura de los edificios (Prieto 2017).

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Sin embargo, después de una década de privaciones y estricta autarquía en la inmediata postguerra, a mediados de los años 50 e inicios de los 60 una ligera corriente de recuperación económica favorecida por un incipiente contacto con el exterior tiende a evidenciarse: la masiva ayuda americana a la Europa aliada de la posguerra mundial –Plan Marshall– amplía a partir de 1950 su campo de operaciones a la España de la dictadura gracias a la instalación de bases americanas de importancia geoestratégica (lo que se combina con la entrada de divisas provenientes en gran parte de la numerosa población emigrante exterior y de un incipiente turismo de sol y playa). La emergencia de una nueva “mirada crítica”, concretada en diversos movimientos artísticos y creativos (Grup R, Dau al Set, Escola de Barcelona, etc.) vinculados a una cierta élite intelectual, ilustrada y comprometida) favorece un renovado afán de debate –sintetizado de un modo esquemático–, entre el “realismo” de una arquitectura contenida y “combativa” ante un contexto con graves déficits materiales y sociales y un “idealismo” de vocación tecnológica, menos ideológico y más profesionalista, decidido a colaborar con el desarrollismo del país. El progresivo crecimiento económico y demográfico de la ciudad y su fuerte actividad urbana conllevan una rápida ocupación de las áreas de suelo edificable, un incremento de los procesos auto-organizados (barraquismo, chabolismo, sub-arrendamiento, etc.) y un fuerte boom constructivo materializado, sobre todo, en una periferia deficitaria y a menudo suburbial, de importantes consecuencias peri-urbanas. En este sentido, entre finales de los años 50 y los años 60 se construyen en Barcelo-

na toda una serie de operaciones residenciales destinadas a alojar esa fuerte migración trabajadora desplazada desde el campo hacia una ciudad, cada vez más hacinada en sus espacios tradicionalmente más humildes. El Congreso Eucarístico de 1952 obliga a una primera gran operación de realojamiento con la construcción acelerada de las Viviendas del Congreso, en el Guinardó. Le seguirían otras operaciones de gran impacto como las del Polvorí (1954), Montbau (1957-65), La Mina y el Besós (1958-66), Sant Adrià-Milans del Bosch (196264), Sant Cosme (1966), Bellvitge (1966-68), Nou Barris, etc. creándose así una especie de rosario de suburbios en los suelos disponibles de la corona (o mejor de la “costra”) periférica de la ciudad. Muchas de dichas operaciones responderían a los propios patrones plásticos y volumétricos de la planificación abstracta moderna (separación entre bloques y posiciones relativas convenientemente orientadas, vacíos intersticiales, combinaciones tipológicas, zonings funcionales, etc.) aunque realizadas de un modo más mecánico, repetitivo y, a menudo, estandarizado, con una construcción deficitaria, una notable carencia de servicios y equipamientos (y espacios públicos de calidad) y una definición mínima de las viviendas. La aparición de esa nueva realidad suburbial o peri-urbana, nacida precisamente en el tradicional perímetro entre ríos de una “nueva” ciudad relativamente reciente (apenas 50 años habían pasado de la consolidación efectiva del Ensanche) iba a marcar una nueva división entre “centro” y “periferia”: entre urbe (tradicional, mixta, prolija) y suburbio (para-moderno, monofuncional, deficitario); es decir entre “ciudad equipada” y “ciudad dormitorio”; entre la “costra” dura (abstracta y carencial) y el “núcleo” central, más amable (concreto y relacional).

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En este contexto, el Plan Comarcal de 1953 iba a plantearse como un primer intento de estructuración conceptual del sistema: una lógica elemental de “bolsas” y conjuntos “zonales” en una ciudad cada vez más ampliada hacia el Besós y el Llobregat. Su aprobación no iba a impedir el desenfreno especulador de unas operaciones inmobiliarias que iban a generar un, cada vez mayor, descontento popular (Prieto, 2017). Las primeras revisiones del Plan Comarcal del 53, realizadas en los términos del Plan Director (1968) o en los del Plan 2000 iban a orientarse a resolver, más bien, la creciente densidad del tráfico y la definición de un modelo de ocupación a escala infraestructural y territorial. En este sentido, la construcción del Primer Cinturón (en realidad un gran eje transversal destinado a atravesar la parte alta de la ciudad y conectaría con la nueva Zona Franca y el Puerto, por un lado, y con la Meridiana y la salida hacia el Norte, por el otro) trazaba un nuevo eje sinuoso que se significaba, con decidida importancia, en los nuevos cruces y sectores próximos a la Diagonal Norte (Via Augusta, Francesc Macià o los nuevos Campus Universitarios). Las “zonas altas”, alrededor del nuevo cinturón, iban a sintetizar de alguna manera, un nuevo escenario urbano y ciudadano con claras fronteras de “clase”, en el que a la división tradicional entre un centro urbano (compacto y familiar) y una periferia suburbial y conflictiva (suficientemente acotada en los nuevos polígonos residenciales) se añadiría la materialización de esa gran zona alrededor del tramo Norte de la Diagonal. Una nueva división urbano-social –con una Barcelona de la “Diagonal Arriba” (zona alta) y una Barcelona de “Diagonal Abajo” (zona baja)– surge, así, sin una clara geometría más allá de la generada por

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los conos generados entre los cruces superiores de la Diagonal y la Vía Augusta o los inferiores de la Diagonal y la Meridiana/Gran Vía, manteniéndose –en cualquier caso– una “zona centro”, con el Paseo de Gracia como eje básico hacia la Ciudad Histórica. Coincidiendo con ese periodo de crecimiento económico, demográfico e inmobiliarias más o menos controlado, buena parte de la nueva clase media-alta pujante se va a desplazar, en efecto, desde el Ensanche hacia esa nueva parte alta de la ciudad. Las aperturas del primer cinturón y las mutaciones consecuentes de los ejes y tramas cruzadas o atravesadas (como las calles Balmes, Ganduxer y Aribau en sus tramos superiores, o las zonas de la Via Augusta y de la Bonanova, situadas en su mayoría en las antiguas villas de Sant Gervasi y Sarrià) asisten a la rápida desaparición –en un lapso de apenas unas décadas– de lo que habían sido grandes mansiones y “torres” señoriales y selectas y su substitución por bloques de viviendas en altura, basados en nuevas tipologías residenciales alejadas, muy a menudo, de la tradicional vivienda profunda con pasillo, típica del Ensanche: bloques de caligrafía más o menos afortunada, con terrazas frontales más que con pequeños balcones, con grandes aperturas más que con estrechos ventanales, con amplias habitaciones y espacios ventilados y nuevas estéticas “funcionalistas” o “estructuralistas”, con algunos ejemplos de calidad (y otros menos logrados) que privilegiarían, en cualquier caso, la densificación y la edificación por encima del espacio público y de las amplias áreas verdes. Las preocupaciones de orden lingüístico se iban a combinar, así, con las de orden económico, funcional y técnico, en unas “arquitecturas de síntesis”, profesionalmente eficientes, propias de un nuevo “standing” y vin-

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Fig. 4. Barcelona, la “costra” suburbial y el gran corte de la Diagonal. Arriba: Mapa de Barcelona con la localización de los diversos polígonos de viviendas sociales en la periferia o “costra” de la Barcelona “entre ríos” (Fuente: A. Martínez Gutiérrez, 2017. La renovación de los polígonos de Barcelona. Barcelona: UPC). Abajo, de izquierda a derecha. Plano de las principales ubicaciones industriales en 1920 / Plan Soteras de Ordenación General de Barcelona, 1953 y Plan 2000, Subías, Escudero, Riera, 1970, donde se manifiesta la importancia de la construcción de la Diagonal y el Primer Cinturón de Barcelona (Ronda General Mitre).

culadas al nuevo paisaje de las grandes arterias, en el que la idea de ciudad escapa por primera vez al concepto de alineación de vial, con una mayor libertad de desarrollo formal y la presencia característica de “micro-jardines” en los nuevos frentes residenciales de calidad. En cualquier caso, la exploración del propio lenguaje arquitectónico –cristalizada en años anteriores entorno al debate entre “realismo” e “idealismo” y la revisión del funcionalismo internacional, e implícita en la construcción de esa Zona Alta, alrededor del Primer Cinturón, de

los nuevos campus universitarios de la Diagonal Norte e incluso de los propios polígonos residenciales– se ve, en último término, influenciada por la llegada de nuevas referencias surgidas de las tendencias críticas y revisionistas, características de los años 70, favorecidas por la gran “crisis” del 75 y el fin de la idea optimista y desarrollista de un progreso moderno y universal. El inicio de una “postmodernidad” ecléctica y pragmática iba a coincidir, en nuestro país, con la nueva asunción de la democracia, llamada a recuperar una función más

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social, colectiva e intencional del planeamiento urbanístico (Bohigas 1986; Busquets 2006; Solà-Morales 2010).

6. EL ANILLO Y LA SIERRA. LA BARCELONA “DEL CAMBIO”, PRE- Y POST- OLÍMPICA. RECONSTRUCCIÓN, METÁSTASIS Y SALTO DE ESCALA.

El cambio político producido en el país a mediados de los setenta y el consecuente compromiso de la administración con una producción pública destinada a paliar los déficits históricos acumulados iba a favorecer, en efecto, la anhelada asunción de un cierto ideal ilustrado: el de la “reconstrucción y armonización del espacio urbano” considerado desde entonces el principal objetivo del urbanismo barcelonés. Tras las primeras elecciones municipales de 1979 y con el Plan General Metropolitano de 1976 aprobado (un documento redactado en los estertores de la dictadura desde la resistencia política y confiado en la concepción del plan como mecanismo público de control frente a las amenazas especuladoras del momento) en el programa de acción del nuevo urbanismo barcelonés liderado por el nuevo Delegado de Urbanismo, Oriol Bohigas, la figura del “proyecto frente al plan” iba a cobrar un valor de “instrumento clave”, en esa deseada política de “regeneración” “cívica” conectada con los propios objetivos de reconstrucción urbana –de continuidad y diálogo con la “forma” de la ciudad tradicional– asociados a las, entonces influyentes, teorías revisionistas de “vuelta atrás” que, en buena parte, habían marcado el ideario intelectual de la última década.

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Más que abordar la ciudad desde lógicas globales se trataba de recalificarla desde minuciosas intervenciones de “sutura” y “arredo”, susceptibles de propiciar una “metástasis regeneradora” en los tejidos abordados: un “modus operandi” implícito en todo el entramado de intervenciones públicas generadas entonces y entendidas como elementos de integración, cohesión y/o rehabilitación contextual: intervenciones derivadas de una lógica centrada fundamentalmente en las esferas de un elegante diseño filo-, para- e hipo- monumental, de suave y ecléctica tentación figurativa, proclive a la definición de recreadas atmósferas “neo-domésticas”. Un mapa de las actuaciones desarrolladas en Barcelona durante la primera mitad de los ochenta mostraría, en efecto, el encaje pragmático y puntillista de un profuso repertorio de intervenciones dispersas sobre una cartografía ajustada a los límites tradicionales de la ciudad. El intento de estructuración de ese gran punteado intersticial mediante su agrupación en posibles “lógicas de conjunto” – zonas coherentes y más o menos envolventes, las Áreas de Nueva Centralidad concebidas por Joan Busquets– iba a constituir un notable esfuerzo sistemático evidenciando, sin embargo, la persistencia de una lógica operativa confiada todavía en la suma virtuosa de unas actuaciones ahora más estratégicamente localizadas (Bohigas 1986; Busquets 2006). La entrada de España en la Comunidad Europea en 1985 y la posterior y decisiva “Operación Olímpica” –la gran culminación en 1992 de todo ese proceso– iba a acabar evidenciando no sólo los logros sino los límites de dichas dinámicas y la necesidad de establecer otro tipo de estrategias más allá de las pequeñas intervenciones episódicas, de sutura y coyuntura.

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La disposición estratégica de las propias Áreas Olímpicas entorno a las nuevas Rondas, iba a significar, de hecho, uno de los factores más decisivos del reciente urbanismo barcelonés: la materialización no sólo de un nuevo tipo de “espacialidad” anular sino, también, de un nuevo tipo de “topología” urbana relacionadas con la movilidad y la urbanidad al mismo tiempo: una nueva escala favorecida por el desarrollo económico e infraestructural de los años 90. La confianza en una eficiente “gestión urbana” (personalizada, entonces, en la figura coordinadora de José Antonio Acebillo) iba a verse potenciado en los posteriores corolarios urbanos, “post-juegos”: una compleja etapa de resaca económica y búsqueda de una rápida amortización de los activos conseguidos, apoyada principalmente en el relanzamiento inmobiliario y terciario, el nuevo papel turístico de la ciudad y la consolidación de su propia “marca” de calidad: la apertura del tramo Sur de la Diagonal y su acelerada formalización, la recuperación y reestructuración del Besós, las remodelaciones de Ciutat Vella y del Port Vell y la construcción de las nuevas zonas e instalaciones urbanas vinculadas al desafortunado “Forum 2004” o la redefinición de nuevos “paquetes de desarrollo mixto”, notablemente en la Sagrera, la Zona Franca o la Plaza Europa y su articulación con l´Hospitalet, así como en el relanzamiento del Poble Nou (con la nueva clasificación urbana, el 22@, destinada a favorecer suelos de usos mixto, apenas explotada en todos sus potenciales) constituían oportunidades que hablarían de una ciudad localizada definitivamente en el mapa urbano internacional y que abogaría, ahora, por un nuevo papel en el mercado global, no exento de tentaciones economicistas y de seducciones iconográficas.

Tentaciones que, si bien habrían superado la tradicional y excesiva “auto-referencia” productiva y disciplinar de los años ochenta, habían visto emerger, casi de repente, un nuevo tipo de tendencia hacia la “para-arquitectura” estándar, el “marketing urbano”, el “formulismo snob” o el coleccionismo glamouroso y vedettista de objetos y firmas singulares. Una tendencia apoyada en la iconografía más que en la ideología y progresivamente inclinada hacia las listas de “mérito” y las piezas de diseño (convencionales y/o convencionadas, por “convenientemente convenidas”) o hacia la paradójica “estandarización de lo excepcional”, es decir, hacia la universal comunión, aquí y allá, de “franquicias” y “marcas” con resultados “garantizados”. En cualquier caso, en una nueva situación “geopolítica” de territorios y ciudades “en red” (sujetos a constantes ajustes y reajustes entre antiguos y nuevos, ejes financieros, culturales o logísticos y referidos, a su vez, a nuevos parámetros de conectividad, eficacia y velocidad) la “marca” Barcelona se enfrentaba, casi de repente, a nuevos retos de investigación, identificación y significación, más allá de los modos, de las formas y de los escenarios ritualmente ensayados. Retos asociados a un nuevo entorno “relacional” e “informacional”, abierto a nuevos y complejos procesos de interacción entre campos dinámicos –y múltiples– de fuerzas e (inter)cambios. Las críticas hacia el excesivo ensimismamiento formal (certificado alrededor de las “buenas prácticas” de la Marca –o Escuela– de Barcelona) no impedirían reconocer como, en la etapa que se extendería desde mediados de los 80 hasta la primera década del siglo XXI, Barcelona iba a experimentar una política equilibradora dirigida a cualificar con similar atención

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los diferentes ámbitos de la ciudad (“recuperar en centro, monumentalizar la periferia”, sería uno de los slogans del momento); propiciando un conjunto plural y diversificado, pero homogéneo en la atención a los diversos episodios urbanos abordados (Busquets 2006; Solà-Morales 2008, 2010). Izquierda, centro, derecha, arriba y abajo, parecían experimentar un nuevo tipo de atención desde la que combinar esa “acupuntura” urbana que tanto publicitaría después. Jaime Lerner en Latinoamérica. El empeño por evitar, justamente, una ciudad “dividida” desde operaciones de recosido, reconstrucción, re-cohesión, o regeneración (destinadas a “limar asperezas”, a “unir”, “fusionar” o “disolver” fronteras, fisuras o vacíos socio-espaciales) buscaba ese “acabar la ciudad” preconizado en su momento por Pasqual Maragall. Con el trazado de las Rondas de Barcelona, destinado a engranar las cuatro Áreas Olímpicas, la ciudad parecía cerrar el círculo: un círculo que la rodeaba, en ese anillo perimetral que convertía toda la ciudad en un gran centro diverso e interno a la vez. No obstante, ese enunciado optimista de una gran ciudad “nudo/nodo”, rodeada y acordada a su propia topografía urbana (cada vez más homogéneamente “acabada” en su interior y “articulada” hacia el exterior) sería el que iba a centrar muchos de los importantes debates impulsados por el grupo Metápolis en el traspaso de siglo (19982006) y que, frente a una visión demasiado auto-referencial, convocaba la importancia de las nuevas escalas y procesos urbano-territoriales, ya en curso. A finales del siglo XX Barcelona se manifestaba, como la mayoría de grandes metrópolis

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finiseculares, como un sistema en acelerada mutación; un escenario “global” generado “desde”, “por” y “entre” variados escenarios “locales”. Un escenario que, desde su precisa geometría inicial, había ampliado sus nuevos márgenes más allá de los viejos límites: una ciudad expandida y, sin embargo, “cortada” por su gran Sierra Central. Barcelona ya no era aquella “ciudad entre dos ríos” sino un organismo vital extendido en los grandes corredores del Vallès, detrás de Collserola. Sin embargo, a diferencia de otras metrópolis más llanas como Londres, Paris, Berlín, Madrid, Milán, etc. el tradicional esquema en mancha de tinta radio-céntrica se veía aquí interrumpido por las grandes líneas del mar y de la Sierra de Collserola, la gran cordillera del litoral, una barrera (una división de nuevo) que impedía abarcar toda la escala metropolitana y acababa ensimismando Barcelona en sus límites administrativos y neofigurativos. La ausencia de una reflexión y concepción a gran escala, la escasa entidad decisoria de la propia “Área Metropolitana”, su superación por un nuevo tipo de escenarios con límites y fronteras más elásticos, así como la propia autonomía urbanística de núcleos y municipios había dado como resultado ese sprawl a la catalana, en una peri-urbanidad extendida hacia el Vallès –y el Maresme– y crecida al ritmo de la propia burbuja económica e inmobiliaria de inicios del siglo XX, sin un claro esquema direccional, más allá del antiguo Plan General del 74 (Solà Morales I. 2002; Gausa 2009; Muñoz 2016). El gran corte de la Sierra de Collserola dividía, pues, la nueva Gran Barcelona dispersa y fractal de la Barcelona tradicional, densa, compacta y continua, ahora circunvalada por el gran anillo de las Rondas. Barcelona, como la mayoría de las grandes ciudades contem-

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poráneas, se materializaba desparramada a gran escala, como un conjunto cada vez más poliédrico y poli-céntrico que, de modo similar al de cualquier sistema complejo desarrollado bajo la influencia de procesos y movimientos diversos, acababa manifestándose como el resultado “para-planificado” de sucesivos acontecimientos con –y sin– voluntad de planificación (Harvey 1985; Gausa 2009; Rueda 2011). El abordaje cualitativo (y no especulativo) de ese nuevo organismo complejo así contemplado, (plural, irregular, heterogéneo y simultáneo, pero rico en situaciones múltiples y diversas) evidenciaba la necesidad de proyectar con decisión una mayor conjugación estratégica entre sistemas y subsistemas (a diversas escalas) favoreciendo marcos de (inter) acción (y de relación) capaces de generar no sólo nuevos planteamientos espaciales y económicos más (co)responsables sino auténticos dispositivos de relación entre informaciones, condiciones, solicitaciones, situaciones y posibles operaciones (Gausa 2009). Barcelona debía asumir esa necesidad de coordinación urbano-territorial, favoreciendo, en efecto, nuevas planteamientos y marcos de acción capaces de articular un desarrollo sostenible destinado a entrelazar, a través de nuevos esquemas flexibles y vectorizados, mallas de lugares y entre-lugares, de densidades y disdensidades, de paisajes operativos y de paisajes relacionales, de tramas y de circuitos, asociados a una nueva interpretación de lo ecológico (una ecología activa más que nostálgica) capaz de potenciar una idea instrumental del paisaje ya no como un vacío o residuo intersticial sino como un “(sub)sistema operativo” y estructural, abierto al uso, la programación y la actividad (Gausa 2009; Llop 2011).

De un territorio “extraurbano” se trataba de pasar a un territorio “inter-urbano”. De un territorio “fondo” a un territorio “malla”. De un territorio pasivo a un territorio activo, capaz de equilibrar áreas densas y áreas dilatadas: sístoles urbanas y diástoles multi- e inter- urbanas, capaces generar plusvalías y al mismo tiempo de conservar espacios de reserva. Concibiendo la ciudad “hacia afuera y hacia dentro”; impulsando operaciones de “enlace” pero, también, operaciones de “refuerzo”: de consolidación, de contención o de “coagulación”, de reestructuración y/o de reciclaje. Frente a las dinámicas mecanicistas de la ciudad difusa pero también frente al paradigma de la gran ciudad compacta y homogeneizadora, una tercera vía defendería así (ya a inicios del 2000) esa nueva definición trenzada o entrelazada, definitivamente “polifónica y polinuclear” (mallada y conjugada, a la vez) de una nueva “multi-ciudad” territorial (Nel.lo 2000; Gausa 2009; Pradel 2016). Ese salto de la ciudad en y “hacia el exterior” debía combinarse, a su vez, con un movimiento complementario “hacia el interior” acordado al aprovechamiento de los recursos y los tejidos existentes, propiciando operaciones internas de reactivación y redefinición, n-dimensionales. Operaciones capaces de articular una necesaria mixicidad sectorial –y seccional– desde los que plantear nuevos marcos de interacción entre antiguas categorías duales (residencia-industria, público-privado, horizontal-vertical, arquitectura-paisaje, etc.) en nuevos escenarios más complejos e híbridos, concebidos más allá de la vieja planificación zonal (Rueda 2011; Gausa 2017). Reconexión transversal (y movilidad combinada, rápida y lenta, inter-nodal y pacificada), Reciclaje y mixicidad urba-

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Fig. 5. Barcelona, el anillo de las Rondas y la Sierra de Collserola, como relieve entre corredores de desarrollo. Izquierda, de arriba abajo. Mapa de Equipamientos (1985-1994) y Áreas de Nueva Centralidad (1987) / Trazado del Anillo de les Rondes y localización de las 4 áreas olímpicas (archivo) / Barcelona, procesos de ocupación de suelo (A. Serratosa, en O.P. n. 35, 1996) con la gran Sierra Central como división entre la ciudad compacta central y la ciudad sprawl fractal // Derecha, de arriba abajo. Barcelona Land-Grid, esquema de orientación territorial / Barcelona (en) Bandas y Capas. Proyección de las bandas ámbitos territoriales a nivel de redefinición central: Montaña, Centro, Mar, éstos últimos permutados en uno y otro esquema (Actar Arquitectura, 1998-2001 /2008-2010)

nos, Re-naturalización y esponjamiento central, Reconquista de un nuevo tipo de espacio público activo y performativo, Relacionabilidad e interacción colectivas, Re-programación mixta y Reactividad informacional, configurarían los 7 factores Re (de Re-información urbana) que desde una visión holística intentaría reinvertir los propios sistemas de crecimiento y producción hacia estrategias circulares, urbanas e interurbanas, que apelarían a relaciones metabólicas más racionales con el entorno, planteando positivamente el (re)aprovechamiento –el reciclaje y

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el re-uso, pero también la rearticulación o la reformulación– de los recursos (Braungarts y Mac Donough 2003; Rifkin 2014; Muñoz 2016; Ricci 2012).

De repente, en un juego de espejos imaginarios, la Barcelona “anular” y la Barcelona “cortada” –la Barcelona del anillo y la Barcelona de la Sierra– se reflejarían y reconocerían al mismo tiempo en un patrón similar de esquemas resonantes en los que las franjas de la Barcelona Mar, la Barcelona Centro y la Barcelona Montaña se proyectarían recursivamente –a otra escala– en las grandes bandas de una Barcelona Costa, estirada

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desde el Maresme hasta la Costa Dorada , una Barcelona Cordillera, con Collserola como gran reserva metropolitana, y una Barcelona Ensanchada, en el gran corredor del Vallès (aunque en estos dos últimos casos “Ensanche” y “Montaña” habrían permutado sus posiciones). En cualquier caso, ya no se trataba de hablar de una Barcelona Alta, Media o Baja o de una Barcelona Derecha, Izquierda o Centro, sino de una Barcelona en red(es), diversificada e interconectada. Un lugar de lugares (y entre-lugares) a valorar, entrelazar y potenciar. Si en las últimas décadas del s. XX la ciudad postmoderna había desarrollado toda una serie de modelos basados en la reconstrucción formal (revisionista), el arreglo compositivo (esteticista), la gestión eficaz (tecnicista) y el marketing comercial (economicista) y apoyados habitualmente en el diseño formal y el oportuno catálogo de marcas garantizadas, glamour vedettista, fascinación terciaria y coleccionismo de importación –ahora ya no se trataba tan sólo de reconstruir, de diseñar o de gestionar la ciudad... sino de “re-informarla” desde una nueva interacción positiva e innovadora (tecnológica, social y creativa) con el medio y entre medios. Con el entorno y entre entornos (Gausa 2009, 2021; Ricci 2012).

7– LAS REDES: MULTI-CIUDADES Y GEO-URBANIDADES. COSTA Y CONTRA-COSTA, UN TERRITORIO ESCORADO: ¿BCN. CAT., HACIA UNA NUEVA CONFEDERACIÓN NACIONAL METROPOLITANA?

En las nuevas lógicas de la complejidad derivadas del universo digital, después de los aborda-

jes pioneros de los años 90 (múltiples, mixtos, híbridos, a-tipológicos), la primera década del siglo XXI iba a caracterizarse por las aportaciones de un nuevo aparato tecnológico vinculado a la eclosión definitiva –a inicios del s.XXI– de Internet, llamado a multiplicar los protocolos de acceso y conectividad y a multiplicar las capacidades de interacción e interconexión entre medios y medio, ciudad y ciudadanos gracias, asimismo, al progresivo incremento de las aplicaciones asociadas al desarrollo de la telefonía móvil inteligente y el procesamiento de datos (Gausa, 2018; Gausa, Vivaldi, 2021). A nivel urbano y territorial, la lectura y la articulación de una nueva condición integrada e interconectada, diversa y diversificada (“en red y en redes”) iba a destacarse así como una nueva posible clave de acción asociada a la progresiva traslación de la propia noción de “red/net” (el antiguo paradigma de la ciudad neo-moderna, super-metropolitana) a la de “red/network”, como nuevo dispositivo conectivo/distributivo más colaborativo, más flexible, elástico y plural para un nuevo tipo de organización decididamente “interactiva” (trenzada e interconectada); una organización en la que la noción de Multi-ciudad remitiría a una interpretación de la ciudad-región como esa nueva geo-urbanidad articulada en lo territorial (lo global) y reforzada en lo urbano (lo local). En red, en set y en net Una dimensión “geo-urbana” que, sobre todo en escenarios de la escala y configuración matriciales de un Ramstad holandés o de un Hinterland suizo, de un Greater London o de un Grand Paris o una Grande Milano (o de la propia Barcelona-Catalunya) cobraría una dimensión prácticamente estatal o neo-regional, al manifestarse como nuevas condiciones multi-territoriales obligadas a explorar nuevos mecanismos de

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relación, no sólo más poliédricos sino, también, más “polifacéticos” en las características, en las situaciones, en las estrategias y en las respuestas a ellas asociadas (Gausa, Guallart y Müller 2003; Gausa 2009). Uno de los objetivos fundamentales para el futuro consistiría en calibrar, entonces, si el término “metropolis” aplicado a esa nueva Barcelona/Cataluña territorial (y entendida todavía como corolario de una cierta concepción neo-industrial de expansión y de continuum urbanos, uni-jerárquicos y “mono-referenciales”) no resultaría demasiado limitado ante la evidencia de un nuevo tipo de configuración supra-metropolitana (multi-urbana, clusterizada y confederada) más polifónica, discontinua y diferencial que extendería su(s) zona(s) de influencia más allá de las clásicas áreas metropolitanas, proponiendo un nuevo tipo de interpretación proactiva del territorio: la de una gran “ciudad-región”, acordada a una extensa malla de superficies y relieves, de poblaciones e infraestructuras en red: una gran “ciudad de ciudades… y entre ciudades”, un “paisaje de paisajes… y entre paisajes” y un “circuito de circuitos… y entre circuitos”, a la vez. Sería, éste, un escenario de intercambio plural favorecido por las grandes infraestructuras físicas y virtuales de comunicación (autopistas, trenes de alta velocidad, redes digitales de intercambio, etc.) y que, en el caso de la actual multi-Barcelona vincularía su posible desarrollo a los de Girona y Tarragona y su relación con las costas Norte y Sur en una nueva estructura multifocal (GIBARTAR) vinculada asimismo a las actuales ciudades intermedias en arcos y red combinados: MASSSTERCOM (Martorell, Sitges, Sabadell, Sant Cugat, Terrassa, Ripollet, Cerdanyola con Santa Coloma y Cornellà

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y el rosario de ciudades costeras del Maresme con Mataró a la cabeza) o VIGUMARRRERSOT (Valls, Vendrell, Vilanova, Vic, Igualada, Martorell, Manresa, Mataró, Granollers, Ripoll, con Reus o con Olot-Figueres, en cada extremo) y el importante potencial agro-logístico de LLEITARCER (Lleida-Tárrega-Cervera) y de la zona sur del Delta del Ebro con Amposta y Tortosa a la cabeza (Gausa, Guallart y Müller 2003; Bailo y Rull 2003). Un territorio pues –país, región, conurbación, meta-polis, etc.– interpretado, en definitiva, como una gran supra-metrópolis discontinua y que habría ido construyendo los mimbres de su posible implementación contemporánea a lo largo de su propia historia, en una constante voluntad de distribuir y trenzar urbanidades y territorialidades a través de trazados, mallas y circuitos diversos de conexión, combinada con una distribución poblacional sensiblemente regular y secuencial, de ciudades –grandes, medias e intermedias– y una clarísima estructura geográfica entre bandas, relieves y depresiones paralelos al mar y corredores verticales, transversales, en una implícita grid geo-estructural con planas o llanos regularmente alternos, situados entre grandes macizo topográficos. La conformación de la propia geografía catalana, la distribución y proximidad de sus principales poblaciones motoras así como su buen mallado infraestructural y eco-estructural y la implantación favorecedora de las nuevas redes de colaboración y comunicación permitirían concebir esa Barcelona/Catalunya (multi- y geo- urbana) tan característica de las antiguas ciudades-estado mediterráneas pero con un nuevo nivel de complejidad en la que grandes polos urbanos y ciudades medias e intermedias

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y paisajes y naturalezas in-between, deberían poder convivir concertados, a través de diversos niveles y capas de relación. Sin embargo, en esa nueva dimensión territorial de una potencial multi-urbanidad en red, hoy asistimos de nuevo a otra clara división entre costa e interior: las infografías de las últimas elecciones demuestran esta separación bastante clarificadora entre ese territorio litoral, atractor, programáticamente mixto y cosmopolita (turístico, híbrido, portuario, intercambiador, glocal) y un interior más endógeno, local… y fundamentalmente y más autónomo y auto-referencial, Las grandes cordilleras del litoral y el pre-litoral parecen dividir de nuevo esa BCN.CAT intercambiadora de esa CATBCN reivindicadora. Aunque muchos de los núcleos referenciales y de los grandes hitos simbólicos e históricos de la identidad catalana han tendido a ubicarse históricamente en el interior del país (iconos patrimoniales, edificios, paisajes, lugares, escenarios, etc.) los sistemas más potentes de vida e intercambio han ido agolpándose en las estrechas franjas de la costa y la pre-costa, que han asistido, así, a la progresiva presencia de las mayores ciudades referenciales y de las poblaciones productivas más nutridas; de las grandes infraestructuras de transporte (aeropuertos, puertos y estaciones de ferrocarril) y de las redes de movilidad más importantes (autopistas, autovías, carreteras, tendidos eléctricos y ferroviarios, etc.) así como de muchas de las más importantes instituciones educativas, culturales y sanitarias del país; y, desde luego, de las ofertas de ocio más frecuentadas (desde las playas a los parques temáticos o los circuitos lúdicos) en ese importante escenario medioambientalmente genuino y mestizo al

mismo tiempo. Esa gravitación de la movilidad hacia una costa ensanchada tiende todavía a provocar grandes desequilibrios con el interior. La posibilidad de instrumentalizar correctamente los potenciales de los actuales sistemas en red, aprovechando procesos transversales entre polos atractores (litorales) y polos referenciales (interiores) conectados por nuevos circuitos –y dinámicas circulares– de retroalimentación, programación e intercambio llamadas a favorecer una mayor colaboración económica, social y cultural, es todavía un reto pendiente (Iribas 2003; Puig Ventosa 2001). Catalunya ha sido, en efecto, desde siempre un lugar de cruces y encuentros culturales, comerciales, sociales y, también, migratorios: no sólo por un hipotético espíritu cívico de acogida sino también por la propia necesidad demográfica de equilibrar desde siempre (ya desde el siglo XVIIII) la baja natalidad endémica de la población autóctona con la llegada de poblaciones foráneas rápidamente integradas en la propia realidad e identidad del país. La tradición integradora del propio país –acogida fecunda en primera generación y asimilación plena y cohesionada en segunda– sigue respondiendo aún a dicho fenómeno revitalizador con (todavía) procesos abiertos de interacción, de decisivas implicaciones socioculturales y socioeconómicas. Sin embargo, los nuevos movimientos esencialistas o fundamentalistas empiezan a contrapesar (todavía de modo incipiente) esa vocación cosmopolita, mestiza e integradora de un país con un bajo índice de población, necesidad de mano de obra y apertura a un intercambio y una interacción generados a todos los niveles (Cabré y Pujades 1989). Si la conjugación equilibrada entre Seny (sentido común), Rauxa (impulso radical y emo-

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cional) y Empenta (empuje ambicioso y operativo) ha sido siempre obligada para asegurar un desarrollo eficiente del país, su excesiva inclinación hacia los dos primeros factores ha tendido a conducir el país, o bien hacia la prudencia demasiado temerosa o bien hacia la temeridad demasiado imprudentes, con las consiguientes amenazas de desequilibrio social, económico, cultural o propositivo, carentes de posibles “horizontes” –o imaginarios de proyección (y “contrato”) en común. En este sentido, quizás un nuevo imaginario para esta BCN.CAT sería el de entenderse a ella misma no tanto como un anquilosado estado-país o una nación(sin)estado (términos de un pasado ya casi anacrónico y tardo-secular en sus referencias pat(ri)o-lógicas) sino como esa gran y dinámica (multi)ciudad-territorio: una nueva multi-metrópolis (con)federada, con un estatus especial a medio camino entre la ciudad-estado clásica y la hiper-polis o poli-polis contemporáneas: una posible Confederación metropolitana nacional en la que el término confederación aludiría a esa conjugación entre ciudades pero también a una asociación singular en/con el resto del país y en la que el termino nacional remitiría, de modo recíproco, tanto a la propia afirmación como nación (propia del imaginario, del sentimiento y del proceso histórico catalán) como a una adjetivación del propio conjunto multi-metropolitano, a nivel de todo el país. Corriendo el riesgo de avanzar hipótesis inciertas, el potencial de esta nueva definición “multi-metropolitana” sería doble, emocional y económica: por un lado, al proponerse como una singularidad de “otra naturaleza”, aceptable por las otras comunidades autónomas del resto del estado. Por otro, al asumirse

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una nueva condición geográfica y urbana “en común” –excepcional y estimulante– a nivel territorial/poblacional/social; una posible (re) definición con una gestión más autónoma de los recursos propios al reformularse –en esta circunstancia– un nuevo tipo de compromiso entre impuestos estatales y multi-municipales (de fondo y reparto común), capaz de favorecer nuevas ecuaciones diferenciales en las que aunar asimetría y respeto solidario –y activo– “entre” comunidades propias (con competencias supra-municipales y reparto de plusvalías) y “hacia” comunidades externas; (Nel.lo 2001; Puig Ventosa 2001; Pradel 2016). Impulsando, en cualquier caso, con resolución y ambición innovadoras campos económicos (y culturales) competitivos, con una base suficientemente anclada en la tradición local y un nuevo impulso creativo (Ciencias de la Salud, Biología y Genética, Farmacia, Diseño Inteligente, Nuevas Tecnologías, Robótica, Inteligencia Artificial y Nanotecnología, Arquitectura y Urbanismo Avanzados, Alimentación y Gastronomía, Turismo, Ciencias Audiovisuales y Escenográficas, Música Avanzada, etc.). De hecho, si la fuerza de una región depende, en buena parte, de su capacidad para acumular intercambio, conocimiento y atractividad, la fórmula 3I+3D (esto es Investigación, Innovación, Integración + Desarrollo y Difusión y Disfrute o Deleite/Delight), resulta cada vez más decisiva a la hora de liderar procesos significativos y significantes, proyectados hacia al exterior. Factores que deberían combinarse asimismo con las 9 T básicas (3T + 3T + 3T) de los nuevos escenarios “referenciales”: las 3T definidas por Richard Florida (Tolerancia, Talento, Tecnología) conjugadas con las otras 3T definidas por Intelligent Coast (Territorialidad,

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Fig. 6. BCN.CAT: Barcelona/Catalunya en red y en redes: Multi-ciudades y geo-urbanidades Derecha. Barcelona y Catalunya como una ciudad de ciudades, un paisaje de paisajes y un circuito de circuitos, en red y en redes (Catalunya Land-Grid, Actar Arquitectura, 2003). Izquierda arriba. Diagrama de la malla de poblaciones y núcleos en red (Catalunya Land-Grid, Actar Arquitectura, 2003) / Izquierda abajo. Diagrama “la bicicleta”: GIBARTAR, VIGUMARRRERSOT, MASSSTERCOM (Catalunya Land-Grid, Actar Arquitectura, 2003). Centro arriba. Infografía de las elecciones de 2020 en Catalunya. Divisiones evidentes entre Costa-Pre-Costa e Interior, vocación federalista y vocación soberanista, sensiblemente separadas por las cordilleras del litoral y el pre-litoral (archivo). Diagrama de Catalunya como una Ciudad de Ciudades (Pradel, 2017).

Turismo, Tiempo) y un último trinomio fundamental (Transmisión/Thinking, Transferencia y Transversalidad (Florida 2002; Iribas 2003; Carta 2007; Gausa, Banchini y Falcón 2011). Ciudades y territorios han sido lanzados, hoy, a un nuevo tipo de deriva en la que se multiplican las relaciones de y en red (económicas y también transculturales) más allá de los antiguos límites locales. Su capacidad de desarrollo depende fundamentalmente de

su eficaz pertenencia a tales estructuras pero, sobre todo, de su capacidad para, desde el intercambio, la interacción y la interconexión, “generar” escenarios referenciales capaces de identificarlos como puntos nodales del sistema, es decir como polarizadores y distribuidores de información (de energía creativa y no sólo productiva) más que como puntos de conflicto y división, de frustración o de ensoñación hacia un pasado mejor “añorado” o “idealizado”.

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En este último caso éstas se ovillan, entran en dinámicas de inercia y rutina, de auto-referencia o autocomplacencia y tienden a la auto-decadencia, esto es a una dependencia,

en mayor o menor grado, sucursalista, importadora de conocimientos más que generadora de referentes.

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Manuel Gausa Navarro

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Solà Morales, Ignasi. 2002. Territorios. Barcelona: Gustavo Gili.

Manuel Gausa (Barcelona 1959), Doctor arquitecto, desde 2017 Catedrático de Urbanismo y Proyectos Urbanos (DAD-Dipartimento di Architettura e Design - UNIGE, Università degli Studi di Genova) y Director-coordinador del ADD-Doctorado en Arquitectura y Design en la propia UNIGE Co-fundador y Dean (2012-2015) del IAAC-Institut d´Arquitectura Avançada de Catalunya, Barcelona, actualmente es Lead Professor in Advanced Knowledge Theory y Miembro del Comité Científico Fundador del grupo Actar y del estudio Gausa-Raveau actarquitectura.

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Autor de numerosas publicaciones. Sus intereses de investigación se focalizan en temas de prospectiva urbano-territorial y en los ámbitos de la arquitectura y el paisaje come sistemas –y dispositivos– multi-escalares así como en las nuevas teorías de la complejidad referidas a una nueva Lógica Informacional. Autor de numerosos libros, artículos y publicaciones, sus proyectos han sido galardonados con numerosos premios internacionales. En 2000 fue distinguido con la Medaille de l’Académie d´Architecture de France.

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IDENTIDADES EN CONFLICTO: BELFAST DESGARRADA Roberto Fernández No digas nada Patrick Radden Keefe Reservoir Books, Madrid, 2020

La historia novelada –en la línea del poderoso new periodism inaugurada en los 60 por Tom Wolfe– del largo conflicto entre Irlanda y Reino Unido, desarrollado en las tres décadas que van del 68 al 98, tiene un conjunto de personajes: desde las hermanas Price (una de ellas, Dolours enmascarada, consta en la cubierta del libro) hasta el líder político Gerry Adams. Pero todo ese juego de acciones y reacciones se producen en una ciudad singular, Belfast que, en todo caso, emerge en esta historia no como un mero escenario, sino como el territorio que presenció y presencia la conflictividad entre los católicos-republicanosseparatistas y los anglicanos-monárquicosunionistas más los episodios semi-militares que

confrontaron el ejército irregular irlandés del IRA (Irish Republican Army) y las tropas explícitas o encubiertas (escuadrones de la muerte) de los británicos. Patr ick R adden Keefe es un periodista estadounidense de ancestros irlandeses que trabajó en esta historia basada en la visita a repositorios documentales obrantes en Boston, desde los cuales reconstruye una suerte de memorial sobre los 30 años del conflicto de Irlanda del Norte –que se suelen denominar en la jerga periodística local, the troubles o las dificultades–, además de historizar el proceso que llevaría al armisticio del Viernes Santo de 1998, que decretaría el fin de las hostilidades y el inicio de la actividad del Sinn Fein. Se trata

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asimismo de una crónica de ese partido político construido por Gerry Adams en reemplazo definitivo del ejército IRA (al cual Adams siempre negó su pertenencia, lo que este libro trata de desmentir) así como del relato no solo de los años difíciles, sino de la persistencia hasta ahora de una conflictividad no resuelta que solo se lograría con la anexión del Ulster (territorio de Irlanda del Norte todavía integrado al United Kingdom) a la república de Irlanda. Las fotos personales que pude hacer en un viaje a Belfast de hace un par de años y que aquí incluímos, dan muestra de un profuso registro de la insurreccionalidad separatista que ha vertido en múltiples grafitis callejeros la historia de las luchas independentistas irlandesas. Pero toda esa iconografía popular para nada debe entenderse como voluntad de testimoniar una historia mitologizada y hasta de eventual oferta de turismo cultural sino, al contrario, una muestra más de la vigencia de un conflicto irresuelto. En una de nuestras fotos se consigna el anuncio de una compañía de taxis, Trax taxis y un teléfono: esa compañía está integrada por ex militantes del IRA que ofrecen tours en la ciudad explicando como experiencia propia, la historia de las luchas belfastianas y la naturaleza de las reivindicaciones. Si se busca también hay taxistas del otro bando, con otras historias por contar. En un pub de la zona todavía caliente de la ciudad (hay diversas calles con arcos y portones desactivados que segrebaban físicamente áreas conflictivas) al enterarse que yo era argentino, el pubman me regaló el trago, en agradecimiento por habernos enfrentado a los ingleses en el desgraciado tema de Malvinas. Encontré al menos tres comercios asi nombrados, con intención claramente desafian-

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te, así como hay también murales que avalan las luchas de los palestinos o el separatismo catalán. La ciudad rebosa de política activa y no sólo es un espacio de recordación de las épocas de luchas armadas sino ahora, escenario de otro tipo de luchas, como la que conjuga en este mismo sitio la confrontación entre las políticas de UE (a las que adscribe la república) y el Brexit del Reino Unido. Lo singular y profundo del cisma sociopolítico raigal de Belfast, que impulsó los años de violencia callejera, atraviesa todos los espacios y funciones de la ciudad como fuera el caso del celéberrimo astillero naval Harland&Wolff –donde se construyó el Titanic en 1912– cuyos grandes puentes-grúa amarillos ahora casi inactivos todavía perduran en el paisaje de la ciudad y en la que llegaron a trabajar 30000 operarios dominantemente protestantes, aunque allí también hubo agrios conflictos con la minoría obrera católica. La diversa iconografía que pulula en las calles de West Belfast se superpuso en rigor a los eufemísticamente llamados Muros de la Paz que se empezaron a edificar en 1971 como barreras de separación de los grupos sociales en disputa y alcanzaron a ser más de 100 imponentes vallados de metal y cemento, coronados de puas que con el tiempo se grafitaron hasta su actual estado de evidente hito turístico, bordeando la calle Falls los católicos y pro-IRA y sobre la calle Shankill los unionistas protestantes y seguidores del líder Ian Paisley. Otras ciudades de Ulster, como la nombrada según cada grupo (adivinen) como Derry o Londonderry también tienen sus decorados, en este caso en recordación del famoso Bloody Sunday, el domingo 30 de enero de 1972 en que las tropas británicas y para-militares abatieron

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a más de 15 manifestantes, en uno de los episodios con que arranca la narración de Radden, que registra además el inicio de la militancia política de las hermanas Price. En uno de los murales se denuncia la batalla librada por los presos republicanos en la prisión de Maze, conocida también como Long Kesh, donde los británicos propiciaron acciones de amedrantamiento con gases químicos ante los revoltosos presos republicanos que a poco iniciaron los procesos de huelga de hambre que concluye en 1981 con la muerte por inanición de Tommy Sands –también recordado en los

murales– por entonces electo diputado por los republicanos y cuyo deceso admitido o esperado por el gobierno inglés significó un fuerte punto de inflexión en esta guerra como lo reconoció Adams y lo registra documentalente el texto aqui comentado. En el libro la detallada indagación de Radden registra el balance de 3500 muertos, dentro de los que hubieron casi 300 niños y sin contar desde luego muchos heridos, mutilados y desaparecidos. Puede que haya pasado tiempo desde el armisticio de 1998 pero la non-fiction de Keefe refleja la historia de la convivencia im-

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posible entre católicos y protestantes o entre republicanos y lealistas-monárquicos (incluidos los orangistas o partidarios del King William, el Conquistador –que tiene su mural– y cuyo color naranja intenta conciliar o integrar la bandera irlandesa) pero también indica la persistencia del conflicto y su no superación en la tensa calma de esta casi doble década sin guerrilla pero con fisuras en la esperanza de un paz definiiva. Keefe menciona el tema de la escolarización y de lo infructuoso de un mejoramiento de las relaciones pues pasadas mas de dos décadas del acuerdo entre los gobiernos británico e irlandés. Resulta que el 90% de los niños estudia en colegios segregados y, por lo tanto, es evidente que ambas comunidades siguen confrontadas casi como al inicio. El libro revela algunas dudas respecto del artífice del armisticio, Gerry Adams, líder del Sinn Féin, que si bien niega que haya formado parte del IRA bien podría haber sido parte de algunas de sus acciones. Frente a ese campo,

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la acción de los ingleses, directa con sus tropas de invasión, aún instaladas en Belfast o indirectas o ilegales en las acciones de los servicios de contrainteligencia o en las redadas sanguinarias y asesinatos comandados por su líder Frank Kinston, multiplica eventos de violencia narrados en el libro, uno de cuyos ejes es la presentación del asesinato por parte del IRA de la madre soltera de numerosos hijos que quedan desamparados, Jean McConville, supuesta informante de los ingleses, que resultará raptada y luego desaparecida por muchos años hasta la aparición de su cadáver en una tumba anónima del descampado y que habría pagado por aquel rol de espía con la condena impuesta por el IRA. Buena parte del texto de Keefe orilla pormenores de este incidente y la larga búsqueda de sus hijos, aunque también indica que la familia McConville vivía en una de las torres de viviendas subsidiadas cuyas plantas superiores albergaba a la conducción del contingente militar inglés de ocupación.

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Si bien en la jerga benevolente de los analistas, la convivencia belfastiana devino en conflicto de baja intensidad, toda esta vida sociobélica de 30 años retratada por Keefe fue una guerra creciente que tal vez se detuvo por el agotamiento de los actores directos e indirectos, la extenuación de una vida peligrosa cotidiana, la naturalización de continuas ceremonias funerales y el progresivo empobrecimiento de todo mundo, aderezado y atizado por la virulencia de los sermones desde los púlpitos de ambas iglesias contendientes. El largo escrito de Keefe comparte la virtud del new periodism de escribir una historia bastante trepidante y novelesca así como el relativo rigor adjudicable a un trabajo de investigación periodística cifrado en visitas a archivos y en entrevistas a actores relevantes. Campea

el talante de abordar una crónica dominada por el fracaso generalizado de todos los personajes, como es el caso de las hermanas Dolours y Marian Price, que inician su militancia en la marcha a Derry y la culminan –si cabe este verbo– en la participación en el atentado que el IRA hará en Londres, que deparará su reclusión de varios años. En ella, accionaron una huelga de hambre de mas de 200 días, en la que los británicos le inyectaban a la fuerza alimentos líquidos para evitarles el deceso que afrontaría un genérico repudio internacional. Como contracara permanente de las diversas maniobras de cada referente de esta historia –políticos, activistas y terroristas, represores legales e ilegales, gente común nada común en realidad por su proverbial

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fanatismo y adscripción extrema a alguna de las alternativas– discurre la ciudad como territorio de las acciones. Es una ciudad con lugares exclusivos para cada grupo, sitios de choque o conflicto y crecientes barreras y fronteras que intentan y no lo consiguen, separar y recluir en su sitio a cada una de las facciones y en medio de todo una larga deriva de décadas de guerrillas silenciosas y precisas, con predominio de cierta opacidad de información y de ostensibles

silencios –a veces semejantes a las manifestaciones de las omertá mafiosas– que oscurece la psicología colectiva y alimentan la sensación de conflicto irresoluble. De allí que el cronista norteamericano de ascendencia irlandesa haya escogido como título el No digas nada que pertenece a un verso de un poema del laureado poeta católico irlandés Seamus Heaney que dice Digas lo que digas, no digas nada. Nota: Imágenes del autor del texto

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BERLIN IST IRRE!: FRANZISKA LINKERHAND, DE BRIGITTE REIMANN Carlos Tapia [emailprotected]

Franziska Linkerhand de Brigitte Reimann (Burg, 1933-Berlín Este 1973) ERRATA NATURAE 2016 [Edición íntegra 1998-censurada 1974]

De entre todas las oportunidades de elegir un libro que se exhiba como para representar las mil caras cercenadas de las ciudades, con millones de rostros escindidos sumidos en el interior de su lire, su surco, que de ahí viene también su de-lirio, un dado trucado dirimió que aquí se debía hablar de Berlín. No es cuestión de valentía, o no solamente, ni de conocimiento localizado, el atreverse a encarar lecturas de las “otras Tierras” que están en ésta, como la claroscurecida “Lolita en Teherán”, de Azar Nafisi, o “Black Mountain and other stories” de Gerry Adams (acabándola mientras se asiste al estreno de “Belfast” dirigida por Kenneth Branagh). El dado marca Berlín

porque esta novela trata de una arquitecta, que no se sube al cénit de un rascacielos, pelo al viento, brazos en jarras, como un Howard Roark, sino que presiona el delirio desde dentro para “meramente” dar viviendas a las gentes ordinarias, donde puedan besarse frente a sus puertas. No hay ternura, ni inocencia, ni es viajar en primera en el tren de los oportunistas de la discriminación positiva en el simple escalofrío del contrapelo de la historia. Como dijo Zizek, leer “Franziska Linkerhand” debe hacerse para generar paralajes. Esas mediciones angulares que determinan una posición por extrapolación de otras dos constituyen la explicación del truco de dados. La primera posición la determina el

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contexto, la segunda, el intérprete. Empezando por la segunda, la inconmensurable compañía de Ibon Zubiaur durante la lectura, con el preciso y ritmado trasvase lingüístico en escena y anotación, logra una inmersión completa en las atmósferas, introspecciones, cambios de voces discursivas, con una riqueza en español indubitable. Que este profesor de literatura, psicólogo, músico, director del Cervantes en Múnich tenga presencia en novela ajena no debe ser una contradicción. Lo que uno tiene entre las manos no es un libro de reivindicaciones, tiene literatura, y que lo consigamos se debe a su trabajo. No solo conoce bien a Reimann, sino a un conjunto de autores que han sido reunidos bajo la égida de ser los representantes de un “país de la lectura”. La extinta RDA premiaba a sus literatos como si fueran estrellas de cine siempre que se atuviesen a norma, expulsando a los anormales por la vía del autoconformismo, exilio o el alcohol. El libro de Zubiaur “Al otro lado del muro, la RDA en sus escritores” da una buena muestra de la riqueza literaria que, visto en perspectiva, da a saber qué queda de un país que ya no existe en las intenciones de sus escritores, como con Reimann, que exigía un escribir para que la gente sea capaz de reconocerse dentro. Que hubiera visos de entusiasmo político o de participación en el control de las sospechas de subversión entre los propios escritores, se deja aclarado en la introducción y, para nosotros, hoy, para nuestros estudiantes universitarios que ni siquiera habían nacido cuando el mundo se cosió en falso el traje –es uniforme, claro– de la globalización, ello no objeta, pero por indiferencia general antes que por reproche de militancia a destiempo. La ventaja es, hay que insistir, en que la arquitecta Linkerhand personaliza, con sus miedos y superaciones, el péndulo del volver atrás y des-

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velar al frente, construido a partir de literatura, sin apellidos. Ni siquiera con el elegido para el personaje principal, Linkerhand, que pretendidamente no desambiguó su cierta aproximación al sentido de “torpeza” en alemán. La escritora Reimann, a quien de nuevo traduce y prologa Zubiaur en el apasionante intercambio epistolar que se recoge en “La ciudad del mañana” con la personalidad desbordante del arquitecto Hermann Henselmann, dibuja, a pesar de las limitaciones que ella se declara para tal arte, una radiografía con la que hay que envolver la lectura de su Franziska. Henselmann, autor de la Torre de televisión que preside el Cielo sobre Berlín desde 1969 o de las durísimas y discutidísimas Torres de Frankfurter Tor y de Strausberger Platz, hoy en la Karl-Marx-Allee (avenida entonces dedicada a Stalin), muestra su respeto y afecto por la joven escritora que se acrecienta con el cariño proferido por los hijos de él y con la terrible noticia de la enfermedad incurable de ella. Es otro de los libros bellísimos que da luz extraída de la intimidad del encuentro de dos de las caras de entre las otras miles que se diluyen en su caso, que no en su casa: el Estado por encima de sus ciudadanos. Cada detalle, como las revistas occidentales de arquitectura, que llegan a duras penas, que causan dudas y reafirmaciones conceptuales, las apuestas y decepciones con el partido, la anhelada cultura demandada, fluyendo como agua de vida, eso se percibe. Y el muro, siempre la presencia de esa serpiente que oprime cada sentimiento que se deja aflorar. Henselmann es personaje de sí mismo en un actor de reparto, director escénico dentro de un balón gástrico, arquitecto de una ciudad loca, compuesta por mil islas. En 1987, el arquitecto Fritz Neu-

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Manuel Gausa Navarro

mayer, desde la Getty de Santa Mónica, en California, escribió sobre OMA (Office for Metropolitan Architecture), sobre Berlín y sobre las islas en la ciudad. Una vez acabado lo publicó en Assemblage 11, con la circunstancia de que ese número se publicó en 1989, después de la caída del muro. Ahí se ve un grafiti berlinés que reza: Berlin ist irre! (Berlín está loco). Koolhaas, que en esa época era un surrealista reconocido que explicó Manhattan a golpe de delirio, ya sabía que debía pasar por Berlín, incluso años antes, como una intuición, inducida. Inducida por el rechazo que tras la guerra suponía nombrar todo lo relacionado con Alemania, desde Holanda. A la mala conciencia de haberse librado tarde de la tentación nacionalsocialista le siguió la expiación de los pecados, inconfesables y, por tanto, convertidos en remordimientos acallados por simple liberación de recuerdo de todo lo que conduzca a lo germano. Si no se nombra, ni existe ni existió, salvo que, para un joven, ese vacío es percibido como un reclamo ineludible. De Berlín saldrá la balsa −la de la Medusa ya la había reflotado la revista Architectural Design en 1977 por encargo del propio Koolhaas− que creará el maritorio de las que vendrán a llamarse “ciudades-archipiélago”.

Por todo esto, y lo que lo rodea y expande, ya sito en los libros de la historia de la arquitectura contemporánea, este libro tenía que reseñarse, para incorporar a Reimann. Un dado dado, que seguro alguien ya usó ese juego de palabras intraducible a otros idiomas, salvo que lo intente Zubiaur, claro. No hay sentimiento de la escritora Reimann, que se hace arquitecta Linkerhand cuando conversa con Henselmann, que se quede atrapada en la serpiente, en el muro. Este es su contexto, el que quedaba por relatar: literatura desnuda. Despojarse, a corazón abierto, de miocardio presente. Ésa es la vida de Reimann, la que personalmente se proyecta y se retira en una novela que no se termina a pesar de 677 páginas, para una ciudad que representa en forma de texto a las otras, todas locas, que no leyeron, ni a tiempo ni en tiempo, su novela: Cuando levantaron el muro...Una vez, estando en Berlín, bajaba por la Unter der Linden hacia la Puerta de Brandenburgo, me sentí como en Anatomía...¿Alguna vez has visto un miocardio al descubierto? Pues eso. Un montón de gente, algunos hacían señas, otros simplemente estaban allí. Eso no puede durar, ¿no crees? Nadie puede acostumbrarse a algo así, a alambradas en mitad de una ciudad ...

https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.15

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L F Krige

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ASTRÁGALO. Cultura de la Arquitectura y de la Ciudad, 29 (2021). ISSNe: 2469-0503 Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Visual Article https://dx.doi.org/10.12795/astragalo.2021.i29.01

Southpt, 04, Revolvo 2021

Hallmark, detail, Johannesburg 2017

Sentinel Pain to Pleasure, Johannesburg 2017

Van Eck House Ghandi sq 1983, Johannesburg , demolished

Collosseum stair 1983, Johannesburg demolished

Summit-East-det Hillbrow Johannesburg 2016

Booysens night traffic 02 2006

Hillbrow Berea 2018

Summit Vortex 06 2019

Summit 07 Moulin Rouge 2021

Alex nocturne London road 2013

Alex South London road 2013

Summit East close 2016

Alex Marlboro Firewalkers of Nemaus 2013

water-cannon Johannesburg mine 2013

Gold-Rush Johannesburg Stormy Wemmer 2016

Soweto urban Iyer designers 2018

Doornfontein 2017

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DIRECTION BOARD Roberto Fernández / Carlos Tapia ASTRAGALO is a publication that aims to analyse the thought of experimentation and critique of the current state of the construction of cities and the craft of architecture, eluding the more or less sacralised theories that formalise the evanescent condition of the contemporary metropolitan scenario in accordance with the mercantilist ravages of advanced capitalism and gathering marginal critical reflections specifically those produced today both in America and in Europe. In the face of the abuse of digitalised images and the excessive manipulation of illusions or appearances, ASTRAGALO aims to summon discourses that attempt to recover the essential conditions of inhabiting and in it, the framework of values in which the tasks of Urbanism, Urban Art and Architecture and in general the critical activities and management of urbanity can and should be deployed. It will therefore be a project based on texts rather than illustrations, a space for reflection rather than mirages.

The initial and current purpose of the publication is to disseminate the work of a group of American and European intellectuals capable of offering contributions that propose a critical analysis of Architecture in its insertion in urban cultures. Therefore, the aim is not only to question the banal or ephemeral nature of habitual practices in international metropolitan contexts, but also to explore alternatives. Alternatives that evaluate the validity of the building trade and the mechanisms of the rigorous technical and social project, but also of the aesthetic, technological and cultural knowledge that can be considered to recover the social quality of urban and metropolitan life. The name of the publication -ASTRAGALO- alludes to a piece of the architectural order that articulates the vertical and the horizontal, the supported and the supporting, the real and the imaginary. It is a small but fundamental piece that unites and separates, that distinguishes and connects. It also suggests clusters of flowers, sometimes solitary.

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DIRECCIÓN Roberto Fernández / Carlos Tapia ASTRAGALO es una publicación que se propone analizar el pensamiento de experimentación y crítica del actual estado de la construcción de las ciudades y del oficio de la arquitectura eludiendo las teorías más o menos sacralizadas que formalizan la condición evanescente del escenario metropolitano contemporáneo en acuerdo con los estragos mercantilistas del capitalismo avanzado y recogiendo reflexiones críticas marginales específicamente las que hoy se producen tanto en América como en Europa. Ante el abuso de las imágenes digitalizadas y de manipulación desmesurada de ilusiones o apariencias, ASTRAGALO pretende convocar discursos que intenten la recuperación de condiciones esenciales del habitar y en ella, del marco de valores en que pueden y deben desplegarse las tareas del Urbanismo, el Arte Urbano y la Arquitectura y en general las actividades crítica y de gestión de urbanidad. Será por lo tanto un proyecto basado en textos más que ilustraciones, un espacio más de reflexión que de reflejos.

El propósito inicial y actual de la publicación es difundir trabajos de un grupo de intelectuales americanos y europeos capaces de ofrecer aportes que propongan el análisis crítico de la Arquitectura en su inserción en las culturas urbanas. Por ello la pretensión será no sólo el cuestionamiento de lo banal o lo efímero de las prácticas habituales en contextos metropolitanos internacionales, sino la exploración de alternativas. Alternativas que evalúen la vigencia del oficio de la construcción y los mecanismos del proyecto riguroso en lo técnico y en lo social, pero también de los conocimientos estéticos, tecnológicos y culturales que pueden considerarse para recuperar la calidad social de la vida urbana y metropolitana. El nombre de la publicación –ASTRAGALO– alude a una pieza del orden arquitectónico que articula lo vertical y lo horizontal, lo soportado y lo soportante, lo real y lo imaginario. Es una pieza pequeña pero fundamental que une y separa, que distingue y conecta. También sugiere racimos de flores, algunas veces solitarias.

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DIREÇÃO DA REVISTA Roberto Fernández / Carlos Tapia ASTRAGALO é uma publicação que visa analisar o pensamento da experimentação e da crítica do estado atual da construção das cidades e do ofício da arquitetura, eludindo as teorias mais ou menos sacralizadas que formalizam a condição evanescente do cenário metropolitano contemporâneo de acordo com a devastação mercantilista do capitalismo avançado e coletando reflexões críticas marginais especificamente aquelas que hoje são produzidas tanto na América como na Europa. Diante do abuso das imagens digitalizadas e da manipulação excessiva de ilusões ou aparências, ASTRAGALO pretende convocar discursos que procurem recuperar as condições essenciais de habitar e, nele, o quadro de valores em que as tarefas de Urbanismo, Arte e Arquitetura Urbana e, em geral, as atividades críticas e de gestão da urbanidade podem e devem ser implantadas. Será, portanto, um projeto baseado em textos em vez de ilustrações, um espaço de reflexão em vez de miragens.

O objetivo inicial e atual da publicação é divulgar o trabalho de um grupo de intelectuais americanos e europeus capazes de oferecer contribuições que proponham uma análise crítica da Arquitetura em sua inserção nas culturas urbanas. Portanto, o objetivo não é apenas questionar a natureza banal ou efêmera das práticas comuns nos contextos metropolitanos internacionais, mas também explorar alternativas. Alternativas que avaliam a validade do comércio da construção e os mecanismos do projeto rigoroso nos aspectos técnicos e sociais, mas também do conhecimento estético, tecnológico e cultural que pode ser considerado para recuperar a qualidade social da vida urbana e metropolitana. O nome da publicação -ASTRAGALOalude a uma peça da ordem arquitetônica. alude a um pedaço da ordem arquitetônica que articula o vertical e o horizontal, o suportado e o de apoio e o suporte, o real e o imaginário. É uma peça pequena, mas fundamental, que une e separa e separa, que distingue e conecta. Também sugere cachos de flores, às vezes solitários.

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ASTRÁGALO 29: CIUDADES DIVIDAS/DIVIDED CITIES/CIDADES DIVIDIDAS - PDFCOFFEE.COM (2025)
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