El Punto Crítico, de Alberto Castrillo-Ferrer: "Cuando todo es luz, nada es luz"

Zaragoza

En esta carrera lumínica a la que ciertas ciudades nos hemos lanzado en estas fechas nos hemos olvidado del origen del rito. ¿Para qué se decora en Navidad? Para alegrar y no deslumbrar, para insuflar esperanza y no ostentación. La clave está en el buen gusto y la justa medida, el claroscuro, el contraste…

Señores del Ayuntamiento de Zaragoza: Reconozcan que no es ni medio normal necesitar gafas de sol para pasear a las nueve de la noche por el paseo de la Independencia.

¿De verdad esto atrae turistas? ¿De verdad ese es el visitante que queremos para nuestra ciudad? ¿el que se mueve para ver quien tiene el pino más grande?

Ojo, yo soy hijo de las luces navideñas, deseaba cada año ver el encendido de la fachada de El Corte Inglés (pues las iban rotando), mi amigo Luis guarda bombillas pintadas a mano pertenecientes a su padre, funcionario que trabajaba en estas fechas adornando con delicadeza, mesura y lógica las calles de la Zaragoza de los 70 y 80. Esto me emociona todavía. Me movería a cualquier lugar para ver una decoración así, artesanal, delicada, bonita. Eso sí que es el espíritu navideño.