La tragedia de La Cresta y el infierno del bus 8B-06
- domingo 21 de octubre de 2018 - 12:00 AM
EL BUS DE LA MUERTE
Lidia Atencio, estaba libre ese día, pero una compañera le pidió que cambiara el turno, por compromisos y jamás pensó que ese cambio se iba a convertir en una huella indeleble para su existencia.
La tarde del 23 de octubre de 2006, transcurría como una cualquiera, Lidia tomó el bus 8B-06 a la 1:20 de esa tarde, en El Valle de San Isidro.
El trayecto iba a ser corto en tiempo, pues el bus era de la ruta del Corredor Norte-Ciudad Bolívar, no más de 20 minutos hasta la parada en Perejil, al menos eso pensó ella, enfermera del hospital del Niño.
El fuego
A mitad del trayecto en el corredor, los pasajeros comenzaron a sentir un fogaje irritante, pero ninguno reclamó nada, había calor en la nave, el aire acondicionado no funcionaba bien y un fuerte olor a un gas extraño se sentía abordo.
El autobús continuó su marcha sin detenerse, recordó Lidia al llegar al peaje cerca a la avenida Martín Sosa, el conductor, Próspero Ortega Justavino, detuvo el bus para que se bajaran cinco personas. El calor dentro del auto era ya insoportable.
A unos 500 metros de la caseta de peaje, frente a la iglesia Hosanna del bus salía gran cantidad de humo, Próspero, un tanto asustado, se detuvo, bajó junto con su ayudante, abrió la tapa del motor de transporte e inmediatamente una enorme llamarada salió e invadió el interior del bus.
Gritos de hombres, niños y mujeres explotaban desde dentro envueltos en pánico y desesperación por salvar sus vidas. El bus no tenía puerta de salida de emergencia y estaba totalmente cerrado, la tragedia apenas empezaba.
Lidia, sentada en los últimos puestos de la hilera izquierda del 8B-06, sentía una debilidad general. ‘Estaba consciente, pero sentía que no podía levantarme, pensaba en Dios, estaba segura que no iba a morir, algo dentro de mi me lo decía', rememoró la enfermera.
No sabe cómo salió del interior, pero recuerda que alguien rompió el vidrio de una de las ventanas del bus, ubicadas casi a la mitad, por donde se lanzaron estrepitosamente los 24 sobrevivientes del bus, muchos se golpearon al caer de la altura del enorme vehículo.
Las llamas avanzaron desde la parte delantera, ahí estaba el motor y el origen del fuego. El gas HC 12 A, usado como refrigerante en el sistema de aire acondicionado. El infierno se trasladó rápidamente y acaparó la única puerta de entrada y salida, la parte del volante y el resto del carro.
La muerte
En menos de 9 minutos todo había acabado, solo se escuchaban sirenas de ambulancias, patrullas, quejidos de heridos y lamentos de los sobrevivientes que aún no podían creer lo sucedido, ya Lidia se encontraba a salvo y dijo poco antes de desmayarse: ‘estoy bien, atiendan a ese señor que él si está mal".
Lidia se refería a Luis Contreras, su cuerpo fue apagado por los bomberos y paramédicos, su piel sangraba y se desgarraba sola, en la espalda, el estómago, los brazos, el rostro y las piernas.
Contreras recuerda que fue ayudado a salir por el conductor de otro bus menos mortal, que se detuvo para ayudar. "Salí todo quemado, pero consciente, fue en el cuarto de urgencias del hospital que me desmayé cuando los doctores trataban de salvarme la vida", detalló.
En esos nueve minutos las llamas silenciaron los últimos gritos de 18 panameños, entre ellos cinco niños que fueron incinerados dentro del bus.
Uno de esos niños era Iván, su abuela lo llevaba a practicar fútbol en Albrook, quería ser futbolista profesional, pero ni él ni su abuela pudieron salir.
La escena era dantesca, propia del infierno de Alighieri. Rostros golpeados por el dolor físico al caer al suelo, intoxicados por el humo y la turbiedad del aire inhalado y por el espanto de no haber muerto. Otros con sus manos se cubrían sus ojos para disipar sus lágrimas.
En el suelo, había un olor a carne quemada, a humo y dolor. Las ambulancias de bomberos, hospitales privados y públicos se hacían espacio entre la vía congestionada por el tráfico bloqueado por el suceso.
De 42 pasajeros que iban en el bus 8B-06, 18 fallecieron y 24 sobrevivieron. Luis y Lidia fueron los sobrevivientes que resultaron más afectados de la tragedia de La Cresta. Ella fue intervenida dos veces en el Hospital Memorial de Houston, Texas, en Estados Unidos, pero Luis viajó cinco veces y tuvo 17 cirugías en diferentes partes de su cuerpo.
¿De quién es la culpa?
Según el abogado Luis Martínez, apoderado legal de 10 de los sobrevivientes, el gas HC 12 A, usado en el bus 8B-06, está prohibido en los Estados Unidos desde 1990, ‘porque es un gas súper explosivo'.
De acuerdo con el jurista, una empresa panameña, introdujo el gas a Panamá. Mientras tanto, una institución bancaria financió el bus, traído vía terrestre por Centro América.
Martínez sostiene que en Panamá no se realizó una investigación correcta, la fiscalía eximió de responsabilidad a sociedades anónimas y personas naturales, mientras que, se convirtió en verdugo de tres personas humildes que son los más débiles en la cadena de responsabilidad.
Por su parte, Contreras, ebanista de profesión y, al igual que Lidia, afectado por severas quemaduras, aseguró que ‘aquí no se investigó, se obviaron muchas cosas y no estamos satisfechos con lo que se hizo, perdimos aquí porque algunas personas del gobierno estaban involucradas'.
La demanda
Casi dos años después, en el año 2008, el abogado Martínez demandó en la ciudad de Kansas, Estados Unidos, a la empresa fabricante del gas. En el mes de julio del presente año, y después de 12 años de transcurrida la tragedia que costó la vida a 18 panameños, el equipo legal llegó a un acuerdo con la empresa estadounidense.
De acuerdo con Martínez, la empresa asumió parte de su responsabilidad y llegó a un acuerdo con los demandantes panameños. El juez tomará en alrededor de 4 meses, luego de aceptar dicho acuerdo entre las partes para resolver el caso, aseveró el jurista.
El abogado no detalló el tipo de acuerdo al que se llegó con la empresa estadounidense, ni de cifras, pero se espera que antes de finalizar el presente año, el caso quede resuelto en lo que respecta a la susodicha demanda.
Finalmente, Martínez aseguró que una vez se concluya con el proceso en los Estados Unidos, procederá a demandar internacionalmente al gobierno de la época y al Estado panameño.
En tanto Zuleyka Moore, fiscal que inició la investigación del caso del bus 8B-06, dijo a El Siglo, que la parte realizada por la fiscalía bajo su responsabilidad, se realizó de forma correcta y se consideraron todas las etapas establecidas por la ley y la Constitución.
Moore contestó que ya, en este caso, se ha demandado al Estado, en más de dos ocasiones, pero las demandas no han sido admitidas.
El conductor del bus incendiado en La Cresta, Próspero Ortega y el propietario Ariel Ortega, fueron condenados a 40 meses de prisión, por el juez Primero de Circuito del Ramo Penal del Primer Circuito Judicial de Panamá, Rolando Quezada Vallespi.
Quezada declaró penalmente responsables del incendio del bus 8B-06, en el que murieron 18 personas.
Como pena accesoria, una vez cumplida la sentencia principal, ambos fueron condenados al impedimento de conducir vehículos a motor por el mismo término.
Tanto Lidia Atencio como Luis Contreras, consideran que en este caso no se les hizo justicia a todas las víctimas.