SIN LÍMITES
Salud cuántica: todo es relativo
A unque parezca propio de una película de ciencia-ficción, lo cierto es que los hallazgos de la Física Cuántica superan el ámbito estrictamente científico y nos llevan a una comprensión más profunda del ser humano, de su dimensión energética y de su ilimitada capacidad para sanar cuerpo y mente. La ciencia en estado puro tiende un puente hacia la espiritualidad que, una vez atravesado, difícilmente tendrá marcha atrás.
¿QUÉ ES LA FÍSICA CUÁNTICA?
La Física (o Mecánica) «Cuántica» es la ciencia de lo muy pequeño: el átomo y sus partículas elementales, es decir, es la ciencia del mundo atómico y subatómico, que como veremos, presenta unos comportamientos «desquiciantes» desde el punto de vista tradicional. Hasta la llegada de la cuántica el mundo había sido un todo perfectamente ordenado y predecible; un complicado mecanismo donde cada pieza se comportaba como se esperaba de ella, sin ambigüedades posibles.
En el ámbito de la salud, parecía que también estaba todo dicho: el cuerpo humano no era más que una máquina gobernada por el cerebro y en caso de enfermedad no había más que extirpar la parte dañada o suministrar drogas que eliminasen los síntomas de la enfermedad. Sin embargo, aunque en el campo de la ciencia física se dio un salto de gigante con la Cuántica, en la Medicina predomina, aún hoy, la visión mecanicista del ser humano… Pero vayamos por partes: para valorar realmente las posibilidades que la Fí-sica Cuántica puede brindarnos, veamos qué dice respecto al mundo que nos rodea.
CUANDO EL MUNDO ERA PREDECIBLE
Desde los tiempos de Isaac Newton, segunda mitad del siglo XVII, se creía que el universo era un gran mecanismo, ordenado, divino aunque predecible, que respondía perfectamente a ciertas leyes, como la de gravitación universal («Los planetas y, en general, cualquier tipo de masas se atraen con una fuerza directamente proporcional al cuadrado de las distancias que las separan») o las leyes de la dinámica, como el principio de acción y reacción («Cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, este último reacciona con igual fuerza sobre aquél») o el de inercia («Todo cuerpo continúa en su estado de reposo o de movimiento uniforme y rectilíneo si sobre él no actúa ninguna fuerza»).
Sin embargo, a finales del siglo XIX, cuando los físicos creían haber acabado su ingente tarea de construir el cuerpo teórico de la ciencia por antonomasia, el edificio empezó a derrumbarse: el universo ya no era aquel mecanismo de relojería que había descrito tan bien Newton, sino algo muchísimo más complejo: un no-sé-qué de incontables posibilidades paralelas, donde el tiempo es elástico, la energía y la materia se reducen en realidad a una sola cosa, y los electrones ya no son esas bolitas que dan vueltas alrededor del núcleo atómico, sino algo que vibra en función del observador…
MAX PLANCK LANZA UNA
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