«ESTUVE MUERTO CASI UNA HORA»
El Dr. Sam Parnia es miembro de la Unidad de Medicina Pulmonar y Cuidados Críticos de la Universidad de Cornell, en Nueva York, además de un incisivo estudioso de las experiencias cercanas a la muerte. Considerado uno de los mejores especialistas en procesos de reanimación –en realidad, sería más correcto hablar de resucitación– de pacientes en situación de muerte clínica, escribió Resurrecciones (La Esfera de los Libros, 2014), un libro que cambió para siempre el concepto popular de lo que significa el fin de la vida. Muchos lectores descubrimos, con sorpresa, que los científicos no tienen nada claro cuál es la línea que separa la vida de la muerte, sobre todo si nos atenemos a una serie de casos de resucitaciones que quiebran certezas muy asentadas en el ámbito de la medicina. Veamos por qué.
Una tarde de agosto de 2009, el chófer Joe Tiralosi entró en el Servicio de Urgencias del Hospital Presbiteriano de Nueva York como consecuencia de un paro cardíaco. El equipo médico intentó la reanimación, pero el tiempo corría en contra. Diez minutos y nada. Veinte, treinta, cuarenta y Tiralosi seguía sin dar señales de vida. Pero, de pronto, un médico gritó: «Tiene pulso».
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