SIN LÍMITES
LOS TITANIC del Cantábrico
En 1912, el hundimiento del Titanic, el naufragio más famoso de todos los tiempos, eclipsó otros siniestros marítimos de la época. Exactamente cuatro meses después del trágico episodio, un inusual fenómeno meteorológico azotó la cornisa cantábrica provocando una herida profunda que aún no ha sanado en los pueblos costeros. A pesar de la magnitud de los hechos, el paso del tiempo ha sepultado gran parte del relato de los acontecimientos, pero los pocos datos confusos que han llegado a nuestros días se han transmitido de generación en generación.
LA GALERNA DE LA NOCHE DE SANTA CLARA
Hace 108 años, nadie podía imaginar la desolación que se iba a producir la fatídica noche del lunes 12 de agosto a escasas cincuenta millas al norte del Cabo Matxitxako y a unas 40 millas de Ondarroa, en Bizkaia.
Según Juan Antonio Apraiz, alias capitán de la Marina Mercante, investigador y divulgador autodidacta de temas marítimos, una galerna cogió de improviso a las lanchas boniteras que estaban faenando mientras se disponían a llevar a puerto las capturas de atún del día. «Los integrantes de cada unas nueve personas, se desplazaban a vela y remos, y sus embarcaciones tenían entre 13 y 15 metros de eslora. Eran auténticas cáscaras de nuez que navegaban sin motor a merced de las olas», rememora. Se movían provistos de una
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