PONGAMOS EN VALOR LAS HIERBAS Y PLANTAS DEL MEDITERRÁNEO
Cada año se lanzan campañas publicitarias con un marketing seductor y prolífero, para ensalzar las cualidades milagrosas de productos exóticos, plantas, raíces, semillas y frutos, bautizados como súperalimentos que nos prometen más que un seguro de vida, como si crearan un aura protectora que nos blindara contra todo mal o nos dotara de cualidades sexuales sobrenaturales.
En consecuencia, se rinde culto al tepezcohuite, a las bayas de goji, a las semillas de chia, al el ginseng, a la chirimoya, al açaí, a la moringa, al noni, a la maca y a un largo etcétera, al que sucumbimos con la fantasía de haber encontrado la pócima milagrosa… que desde luego sí que constituye un milagro para sus promotores.
Y como los milagros prometidos no se cumplen, nos quedamos esperando a la próxima temporada para saber cuál es el fruto tropical que nos concederá la eterna juventud, el más exaltado antioxidante, el afrodisiaco instantáneo o la ración de kriptonita que nos dará súper poderes.
El marketing dogmático que hay detrás de cada uno de estos supuestos portentos tiene más o menos una historia como la que te voy a narrar:
En el Valle de Hunza (Pakistán) habita una de las tribus más longevas del planeta, que apenas sufren enfermedades, y los cazadores de milagros quieren investigar qué es lo que convierte a sus habitantes en personas longevas y sanas. Entonces una cadena de supermercados inglesa envía una expedición para investigarlos.
En Hunza se habla burushaski, wají y shina, y la mayoría de la población es ismaelita (una rama diferente del Islam). Es un pueblo de costumbres tradicionales, que tiene una estructura familiar jerárquica donde cada miembro de la familia tiene una función concreta, desde los más pequeños a
