“LOS NEANDERTALES SIMBOLIZAN NUESTRO MIEDO A QUE LA SUPERVIVENCIA SEA MÁS COSA DE SUERTE QUE DE INTELIGENCIA”
Desde que se descubrieron en 1856 en el valle de Neander (Alemania) los primeros restos de los neandertales, el conocimiento sobre esta especie humana no ha dejado de aumentar. Ya nadie los considera seres primitivos, como solía pensarse hasta hace unas décadas, y se suceden las noticias sobre nuevos hallazgos e investigaciones que indican que eran muy parecidos a nosotros, algo que nos atrae e inquieta a la vez. Basándose en la información más actualizada, la arqueóloga y divulgadora científica Rebecca Wragg Sykes (Londres, 40 años) hace en las 488 páginas de su libro Neandertales. La vida, el amor, la muerte y el arte de nuestros primos lejanos (geoPlaneta, 2021) un retrato completo de estos fascinantes homininos.
Los neandertales siempre nos han parecido nuestros primos tontos, unos perdedores en el juego de la evolución. ¿Tiene algún fundamento científico?
Esto es falso por dos razones. En primer lugar, durante las últimas décadas ha habido una revolución en la paleontología y la arqueología, y en nuestra comprensión de todos los aspectos de la vida neandertal. Nos hemos dado cuenta de que eran mucho más sofisticados de lo que se pensaba: empleaban herramientas de piedra, pero también eran hábiles carpinteros. Usaban materiales como huesos y conchas, e incluso inventaron el primer material sintético, el alquitrán de abedul, que empleaban como pegamento. Además, eran expertos carniceros y sino que dejaron una huella en nuestro ADN. Y lo que es más importante: los primeros grupos de que llegaron a Eurasia están, en realidad, más extintos que los neandertales, ya que esas poblaciones pioneras no dejaron ningún tipo de descendencia genética. En definitiva, el cuadro que tenemos hoy sobre los neandertales y que presento en mi libro es mucho más complejo y fascinante que el de hace cuarenta años.
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