SIN LÍMITES
EL REGRESO DE LA DIOSA MADRE
A starté, Isis, Isthar, Inanna, Hathor, Ninhursag, Nut, Maat, Deméter, Hera, Gaia, Ceres, Cibeles o la mismísima Virgen María. Nombres completamente diferentes que representan, sin embargo, la misma herencia divina: la de la Diosa Madre, el primer culto del que tenemos evidencia desde la Prehistoria. Aunque nos pueda chirriar la existencia de una Gran Diosa, frente a la tradicional masculinidad divina a la que estamos acostumbrados, la arqueología habla por sí sola a este respecto. De la misma manera que la ciudad de Troya fue considerada un mito durante tantos y tantos años, hasta que fue descubierta en el año 1871, el culto a la Diosa Madre existió y ha dejado rastros que nos demuestran que era venerada y respetada por todos.
SOCIEDADES IGUALITARIAS
Como nos indica Riane Eisler en El cáliz y la espada. De las diosas a los dioses: culturas pre-patriarcales (Capitán Swing, 2021), en el propio cristianismo es posible encontrar reminiscencias de esta diosa: «El culto a María, la Madre de Dios, está muy extendido; a pesar de que la teología católica la degrada a un estatus no divino, su divinidad se reconoce de forma implícita en el apelativo de Madre de Dios, además de en las oraciones de millones que buscan diariamente su protección compasiva y su consuelo». Sin embargo, no es la única fórmula que se repite dentro del cristianismo. Así continúa la académica: «La historia del nacimiento, muerte y resurrección de Jesús guarda un parecido asombroso con las de los cultos mistéricos más primitivos que giraban alrededor de una madre divina y su hijo». Sin ir más lejos, esta misma idea está muy presente en la Isis egipcia y en cómo era representada con su hijo Horus.
Gracias a la arqueología contamos con suficientes indicios para asegurar que entre los primeros grupos humanos existió todo un culto consolidado en torno a una Gran Diosa o Diosa Madre, única creadora y dadora de vida. Incluso, de una u otra forma, esta diosa todavía pervive en la actualidad y es posible seguir su recorrido a través de las religiones que se sucedieron en el mundo antiguo y que, siguiendo el rumbo de la historia, nos conducen inevitablemente hasta el cristianismo y hasta la Virgen María. Sin embargo, algo tuvo que suceder para que el culto a esta Gran Diosa quedara en un segundo plano y, en lugar de ser una única diosa todopoderosa, pasara a ramificarse en distintas deidades femeninas dentro de los panteones de las religiones antiguas. Distintos interrogantes se presentan ante nosotros, como por ejemplo qué diosas continuaron la esencia de la Gran Diosa
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