Es sencilla porque dialogar con ellos es hablar con alguien que ya nos conoce y que sabe cuáles son cada uno de nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos.
Las criaturas celestes se mueven en un plano etéreo de pura energía, desde el cual nos perciben con absoluta nitidez. Si queremos imaginarlo, diremos que todo lo que experimentamos conforma una imagen consistente en un conjunto de vibraciones que los ángeles captan y transmiten de forma inmediata a todas las criaturas celestiales destinadas a protegernos.
Hablar con los ángeles es, entonces, comunicarse con alguien que nos ha visto nacer y que ha seguido cada uno de nuestros pasos. Esto debe alejar de nosotros cualquier temor; el ángel es como un viejo amigo, alguien siempre dispuesto a escucharnos y a ayudarnos en lo que necesitemos.
EL AMBIENTE Y LA PREPARACION PERSONAL
Una vez dispuesto nuestro lugar y practicado diariamente la entrada y salida del “espacio interior”, habremos alcanzado la disposición personal necesaria para comenzar con la fase de diálogo.
Las dos estrategias básicas para inducirnos a esta comunicación son la relajación y la meditación. Ambas tienen como objetivo que logremos un estado de quietud corporal y mental que facilite el contacto. Sin embargo, dependiendo de la sensibilidad y la capacidad de cada persona, dicho estado se puede conseguir también por otras vías, como la escritura automática, la autohipnosis, las visualizaciones o, incluso, espontáneamente. De todos modos, lo más conveniente para quienes recién se inician en el contacto angélico es seguir las pautas de acción que aquí les proponemos. Expondremos, a continuación, un ejercicio de cada una de estas dos técnicas básicas, para que ustedes puedan practicarlas y modificarlas, más tarde, agregando oraciones o realizando diversos rituales para hacer pedidos de ayuda o protección.
EJERCICIO BASICO DE RELAJACION
Objetivo: distender el cuerpo físico y promover la quietud mental.
Práctica: realizarlo dentro del espacio interior, una vez al levantarse y otra antes de acostarse. Su duración debe ser de 10-15 minutos.
Ubicado en tu espacio interior, sentate en una silla de respaldo recto, la espalda derecha bien apoyada, los pies en el piso, los brazos suavemente colocados sobre el regazo. Podés también recostarte en un sillón cómodo, con el torso un poco