A demás de sus virtudes como estadista, Trajano se distinguió como un gran militar, virtud esta última que le permitió extender las fronteras del Imperio hasta la máxima expansión territorial de toda su historia.
DACIA: OBJETIVO DE PRIMER ORDEN
El reino de Dacia comprendía un extenso territorio que se extendía por lo que hoy en día son los países de Rumanía y Moldavia, además de incluir pequeñas porciones de Bulgaria, Serbia, Hungría y Ucrania. Se encontraba encajado entre el Danubio, el Mar Negro y el río Tisza, con las cumbres de los montes Cárpatos dividiendo su geografía de norte a sur. Estaba poblado por los belicosos dacios, pueblo de origen tracio que había adquirido sanguinaria fama en sus enfrentamientos con tribus vecinas, a las que había exterminado. Liderados por el caudillo Burebista, sojuzgaron a sus enemigos sin piedad y su agresividad en combate atravesó fronteras hasta llegar a Roma, donde el relato de sus masacres causó espanto.
Con el propósito de garantizar las fronteras romanas y mantener una política militar de carácter defensivo, en el año 10 a. C. el emperador Augusto envió a Gneo Cornelio Léntulo Augur como legado para contener la presión de los dacios, que bajo el mando de Cotiso seguían atemorizando a los pueblos aliados de Roma. La expedición militar se abrió paso siguiendo el valle del río Mureș pero no obtuvo una victoria decisiva sobre sus enemigos que sirviera para conjurar la amenaza.
Las escaramuzas entre ambos bandos se mantuvieron mientras Dacia se dividía en diferentes reinos que favorecieron la desunión de fuerzas. Es en el año 85 cuando irrumpe en este turbulento escenario el carismático cacique Diurpanneo para ponerse al frente de un gran ejército que hostigó las fronteras de la provincia romana de Mesia, situada al sur del Danubio. Más conocido como Decebalus (Decébalo), forma latinizada de su nombre, lideró una campaña militar que trajo de cabeza a las autoridades imperiales y en la que murió en una emboscada Gayo Opio Sabino, gobernador de Mesia.
Con el propósito de acabar para siempre con Decébalo, en el año 87 el emperador Domiciano envió a Cornelio Fusco, prefecto del pretorio, al mando de cinco legiones que invadieron Dacia. El comandante en jefe de la Guardia Pretoriana cometió el error de despreciar a su enemigo y confiar demasiado en unas fuerzas que operaban en territorio hostil. Su ejército no tomó ningún tipo de precaución y en el año 87 fue aniquilado en la primera batalla de Tapae. En el combate murió Cornelio Fusco junto a miles de legionarios. Decébalo obtuvo una gran victoria que le proporcionó