Hombre religioso de reconocido prestigio académico, Jan Hus fue nombrado rector de la Universidad de Praga en 1409. Ese mismo año, cardenales, obispos, abades y teólogos se reunieron en Pisa con la intención de poner fin al Cisma de Occidente, que en medio de un gran escándalo dividía a la Iglesia católica. El cónclave condenó y depuso por unanimidad a los papas Gregorio XII de Roma y Benedicto XIII de Aviñón, que se disputaban un poder terrenal de dudoso encaje con los principios del cristianismo. Alejandro V fue elegido como sustituto en medio de fuertes críticas contra el procedimiento de elección y su legalidad.
En esos años Hus había entrado en contacto con seguidores de Jan Milíč, religioso bien relacionado con el poder político que había renunciado a sus privilegios para convertirse en un predicador incómodo que era ejemplo de pobreza y se dirigía a los laicos en checo o alemán, lo que entonces resultaba inaudito. También se sintió profundamente conmovido por el mensaje predicado por el teólogo inglés John Wycliffe, que exigía a la Iglesia que renunciase a las riquezas y ambiciones de poder temporal en favor de los principios contenidos en las Sagradas Escrituras. Con estos precedentes, los sermones de Hus adquirieron a partir de 1405 un cariz renovador que no sentó muy bien a la cúpula eclesiástica. Desde el púlpito atacó el deseo de la Iglesia de enriquecerse, la inmoralidad del clero, la venta de indulgencias, y defendió la predicación en lengua checa para llegar más fácilmente al pueblo y la comunión bajo dos especies, al mismo tiempo que reivindicaba la pureza del mensaje evangélico.
Los sermones de Hus calaron profundamente entre aquellos que contemplaban escandalizados las disputas en el seno de la Iglesia y en torno a su figura se formó un enérgico movimiento que creció rápidamente en número de adeptos. Las autoridades eclesiásticas, conscientes de la amenaza que podía suponer para su estatus, decidieron tomar cartas en el asunto antes de que fuera demasiado tarde. El 16 de julio de 1410 Hus fue excomulgado por el papa Alejandro V y un mes más tarde se le ordenó que se presentarse ante el pontífice para dar explicaciones sobre su comportamiento. El teólogo se mostró desafiante y se excusó enviando representantes que pudieran defenderle en su nombre, mientras obra en la que plasmó su ideario religioso.