Al conocerse la noticia del estallido de la Primera Guerra Mundial, el Gobierno presidido por Eduardo Dato se apresuró a declarar oficialmente la neutralidad de España el 7 de agosto de 1914. Al margen de la postura gubernamental se alzaron voces favorables a la participación en el conflicto, opiniones que manifestaron sus preferencias por uno u otro bando en acalorados debates que tuvieron eco en la prensa de la época.
Al hilo de estas discusiones, la opinión pública española se dividió entre los que deseaban la victoria de la Triple Entente, formada por franceses, británicos y rusos, y los que se manifestaban a favor de los Imperios Centrales. Para los primeros, Inglaterra y Francia representaban los ideales democráticos y constitucionales, mientras que para los segundos, Alemania era un país fuerte y autoritario, ejemplo de orden y disciplina. De acuerdo con estos postulados, los sectores obreros y más progresistas de la sociedad se identificaron con los aliados, mientras conservadores y reaccionarios se declararon germanófilos.
Las figuras más destacadas del panorama político también declararon sus preferencias.
Eduardo Dato fue fiel a la neutralidad, mientras Alfonso XIII manifestó claramente sus simpatías por la causa de la Triple Entente. El Conde de Romanones, que llegó a ser presidente del Gobierno durante la Gran Guerra, coincidió con el monarca en sus opiniones. El líder conservador Antonio Maura y el republicano Alejandro Lerroux también se mostraron favorables hacia el bando francés y británico, mientras que entre los germanófilos su figura más destacada fue el tradicionalista Juan Vázquez de Mella.
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