a relativa estabilidad dinástica desde Diocleciano hasta Joviano (sucesor de Juliano el Apóstata que apenas ostentó la púrpura durante un año) volvió a saltar por los aires en febrero de 364 con la proclamación de Valentiniano I, quintaesencia del emperador soldado, que puso fin al monopolio del cetro imperial de la casa de Constantino. Fue de hecho el primer eslabón de una nueva dinastía, y a su muerte el Imperio estaba roto en tres áreas de influencia, respectivamente en manos de tres parientes del malogrado augusto: Valente, dueño y señor de Oriente, Valentiniano II, soberano de Italia y el norte de África, y el enérgico Graciano, en cuyas manos quedó el resto de las provincias occidentales.
LAS HUESTES DE FRITIGERNO EL GRAN TRIUNFO DE LOS GODOS SOBRE ROMA
Apr 19, 2024
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