“AHOR A HAY MÁS TURISTAS que científicos en la Antártida”, dice John Frick, líder de expediciones del crucero que promete llevarnos desde Ushuaia hasta el Polo Sur. Esas no fueron las primeras palabras que escuché a bordo de Le Lyrial, un barco colmado de vino francés y esperanza de ver animales hechos a la nieve. No fueron las primeras palabras que escuché, pero sí las primeras que se me quedaron grabadas.
En la Antártida, esa tierra que vive en el imaginario colectivo como el lugar al que solo biólogos, ornitólogos y oceanógrafos tienen acceso, hay más visitas recreativas que científicos trabajando. Justamente ahora, cuando los termómetros en positivo ponen en jaque al continente, somos más los que venimos a presenciar la debacle que quienes intentan evitarla.
Los 17 días a bordo de Le Lyrial son una montaña rusa de emociones y