Más allá de la Ley
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De jueces iluminados, querulantes profesionales y justiciables insolentes: así es la justicia española.
Es una visión irónica y humanista a la vez de la práctica forense en las oficinas del registro civil, comisarías de policía y juzgados.
Abogados diletantes o inexpertos, justiciables y querulantes, jueces y fiscales inexpertos e iluminados, arcaicas salutaciones, grotescas injurias judiciales, escritos irascibles o insolentes, denuncias indolentes e inanes, relatos pornográficos, animales con derechos que forman parte de la vida diaria de los tribunales españoles.
Amador de la Fuente
El autor nació en 1959 en El Castillo de las Guardas, (Sevilla). Ha sido Fiscal Sustituto en Cádiz durante 22 años. Recibió la Medalla al Mérito Policial con Distintivo Blanco en 2011, la Insignia de Oro de ASANSULL en 2012, y dos distinciones del C.A. UNED Algeciras en 2001 y en 2006. Es autor, además de dirigir cursos y jornadas de derecho, ser ponente en Cursos de Verano en España, Portugal y Marruecos, habiendo escrito numerosos artículos jurídicos. En la actualidad reside en Algeciras con su familia.
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Más allá de la Ley - Amador de la Fuente
© 2016, Amador de la Fuente
© 2016, megustaescribir
Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ISBN: Tapa Blanda 978-8-4911-2455-9
Libro Electrónico 978-8-4911-2456-6
Contenido
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
1 LA INFANCIA DE NUESTRO HIJO.
2 LA EDAD DEL PAVO.
3 LITERATURA LETRADA BARROCA.
4 MÁS PRIVILEGIOS QUE JESUCRISTO.
5 ESPURIEDAD CORRUPTA. VOLUNTAD VANA. TODO MUY FALSO.
6 TODOS SE LLAMABAN DIEGO.
7 PASAPORTE DE EUZKADI.
8 HIJO ÚNICO.
9 COSAS QUE PASAN EN LA SALA.
10 MEDITACIONES SERENAS.
11 LOOR A DIOS ÚNICO.
12 CUATRO MISERABLES CIGARRILLOS.
13 FINITO. CARTA DE AJUSTE.
14 DESPISTES JUDICIALES.
15 SALUTACIONES DE LOS JUSTICIABLES.
16 ESCRITOS Y DOCUMENTOS AMERICANOS.
17 PARAR LOS PIES AL ABOGADO. TENER MANO DURA.
18 AIRADOS. IRASCIBLES.
19MALOS PENSAMIENTOS POSESIVOS.
20 DE REGISTRO CIVIL.
21 DENUNCIAS TARDÍAS.
22 CADÁVERES Y FALLECIDOS.
23 ¡CUANTA DROGA DIOS MIO!.
24 ENTREVISTAS EN EL REGISTRO CIVIL.
25 DENUNCIAS INDOLENTES.
26 CONDUCTAS MACHISTAS.
27 SEXO EXPLÍCITO. RELATOS PORNOGRÁFICOS.
28 CONOCIMIENTO DEL MEDIO
29 DISCUSIONES BIZANTINAS1.
30 ELOCUENTES PARTES MÉDICOS.
31 RINCONETE Y CORTADILLO.
32 DE PSIQUIATRAS PROPIAMENTE.
33 DENUNCIA, QUE ALGO QUEDA.
34 DE ANIMALES Y SUS DERECHOS
.
34 bis LA MUJER QUE LE SUSURRABA A LOS CABALLOS.
35 MANCO PELIGROSO. ELOCUENTES. INSOLENTES.
36 DENUNCIAS INANES.
37 REGISTROS PECULIARES.
38 JUECES ILUMINADOS.
39 LETRADOS ILUMINADOS.
40 ARREPENTIDOS LOS QUIERE DIOS.
41 CANDIDO. AGUDO. ORDINARIA.
42 IMPOSIBILIDADES.
43 MAGISTRADOS SOBERANOS.
44 INSPECCIÓN OCULAR EN SALA.
45 A LA CÁRCEL POR ESCÁNDALO SOCIAL.
PRÓLOGO
Desde hace más de diez años, que conozco al autor de este libro, puedo decir de él que es uno de los escasos profesionales que, junto a su profunda formación teórica (no en vano es Profesor Tutor de nuestro centro asociado de la UNED en Algeciras y representante de dichos Profesores en diversas Juntas del Departamento de Derecho Procesal), concita una dilatada experiencia práctica, al haber desempeñado, desde el año 1990, las funciones de Juez de 1ª Instancia sustituto y, sobre todo, la de Abogado Fiscal sustituto durante estas dos últimas décadas.
Pues bien, fruto de estas dos raras condiciones y de su visión irónica (pero no por ello, menos humanista) de la práctica forense a la que se ha tenido que enfrentar, es su obra, "Más allá de la Ley, que me incumbe el placer de prologar y en la que encontrará el lector no pocas anécdotas (propias de
Celtiberia show), efectuadas en las oficinas del Registro Civil, Comisarías de Policía y Juzgados, acontecimientos efectuados por Abogados diletantes o inexpertos, incultos justiciables y querulantes, sucesos de despistes judiciales o fiscales, arcaicas salutaciones, grotescas injurias judiciales, escritos irascibles o insolentes, cadáveres
fallecidos", denuncias indolentes, inanes o falsas, conductas machistas, relatos pornográficos, discusiones bizantinas, escritos esquizofrénicos, animales con derechos, entradas y registros peculiares, anécdotas sobre jueces soberanos, letrados iluminados, informaciones insólitas o imposibles e incluso una inspección ocular en la propia sala de vistas, etc.
Todos estos sucesos o acontecimientos constituyen un histórico y veraz relato que paradójicamente provocará (o, al menos, así a mí me ha sucedido), de un lado, la hilaridad del lector, que disfrutará con humor de su lectura, y, de otro, un sentimiento de tristeza por la incultura de los justiciables protagonistas de esas anécdotas y la falta de rigor y de conocimientos técnicos de muchos de nuestros profesionales, de Abogados, Secretarios (ahora denominados Letrados de la Administración de Justicia
), Jueces y Fiscales escasamente preparados.
A todos ellos les recomendaría su lectura y, de modo especial, a nuestros Profesores de las Facultades de Derecho que, encerrados en su torre de marfil, en la de los Códigos y Leyes de Enjuiciamiento, desconocen nuestra, en muchas ocasiones, desgraciada práctica forense.
Personalmente tan sólo me resta, pues, manifestar al Profesor y Fiscal emérito, autor de este libro, mi más sincera felicitación por su desenfada e interesantísima monografía, compiladora de sus anécdotas judiciales que tan certeramente ha tenido ocasión de presenciar o de descubrir en su dilatada experiencia forense. Muchas gracias, querido Juan Luís, por habérnoslas desvelado ahora, propiciándonos su amena lectura.
Vicente Gimeno Sendra
INTRODUCCIÓN
Más de veintidós años desempeñando funciones judiciales o fiscales da para mucho. Además de curtirse y aprender --la vida es constante aprendizaje-, da para recopilar cuantas denuncias, resoluciones judiciales, diligencias de ordenación o de constancia de los fedatarios judiciales, demandas de Abogados, notas, partes de lesiones, informes médico-forenses, y otros documentos que han llegado a mis manos, donde se reflejaban una voluntad, un hecho, una reflexión, un aviso, en donde se hacía prosa o verso la frustración, la irritación, la desgracia, la alegría... en fin, las virtudes y los defectos de una persona que confiaba --al contarlo al policía, Juez, Abogado, médico- en que alguno de ellos pudiera ayudarle a salir del atolladero al que llegaron la mayoría de las veces sin buscarlo, sin desearlo.
Han sido, como Fiscal sustituto
Tales actuaciones jurisdiccionales han sido la principal fuente, de cuantos acontecidos se narran en el presente libro. Ocurrencias que superan --por increíbles, inverosímiles o estrambóticas que puedan parecer- la ficción. No se trata de relatos --la mayoría de ellos- de los que he tenido conocimiento por tradición oral. Los he presenciado directamente. Los he vivido. Y aunque al principio pudieron sorprenderme tales ocurrencias
; con el paso de los años la realidad superó a la leyenda.
Hay algunos hechos de los narrados -los menos- que he tenido conocimiento de ellos gracias a compañeros y compañeras Jueces, Fiscales, Secretarios, Médicos Forenses y Abogados o Procuradores que los han vivido en primera persona, sobre todo, a quienes quiero agradecerles aquí que me hayan facilitado el soporte documental de cuanto se narra. Porque el lector ha de tener la certeza de que todo cuanto aquí se cuenta ha ocurrido en los Juzgados, en 'cuartelillos', o en comandancias de la guardia civil, jefaturas de policía local, o comisarías de policía nacional. Incluso en despachos de Abogados o procuradores. Y en la calle naturalmente.
Que sea verdad o no lo que el lesionado cuenta al médico, o el detenido a la policía o al Juez, forma parte del arcano íntimo del herido, denunciante, detenido o preso, o del testigo que describe su particular versión de los hechos. Pero que lo contaron -tal como lo contaron- ante un funcionario público (facultativos del servicio de urgencias sanitarias, funcionarios de policía o de la Administración de Justicia principalmente) eso, no debe ponerse en tela de juicio.
Juzguen ustedes la verosimilitud, o no, de cuanto lean en este libro.
En cumplimiento de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal y --además- por respeto de la intimidad, el honor y la propia imagen de todos los personajes, sólo aparecen con sus nombres y apellidos aquellas personas que expresamente me han autorizado a publicar su identidad. Del resto se ha evitado facilitar datos que conduzcan a su identificación, incluso como hace el centro de documentación judicial (Cendoj cuando publica --en su página web- las sentencias de los diferentes órganos jurisdiccionales de España) y se han inventado los nombres.
Sin embargo, aparecen con sus identidades reales correspondientes, las personas cuya historia puntual cuento tomando como fuente el medio de comunicación social (periódico, bien como información
Hay algún capítulo que puede herir la sensibilidad del lector por su contenido pornográfico. Pero es que así es la cruda realidad. No hay nada que un servidor de ustedes se haya inventado. Si lo cuento es porque tales acontecidos
forman parte de algún proceso penal o civil. No obstante tales sucesos x
se advierten expresamente de antemano por si el lector quiere evitar su lectura.
Por razones que no vienen al caso relatar ahora no voy a referir el informe de aquel Letrado que durante la defensa de sus pretensiones en vista oral por delito, celebrada el 6 de mayo de 2004 en un Juzgado de lo Penal de la provincia de Cádiz, pretendió descalificar al representante del Ministerio Fiscal porque éste en su previo informe de acusación, tras elevar a definitivas sus conclusiones, había hecho referencia, según el Abogado a la "jurisprudencia futura".
De la misma manera, no encontrará el lector relatada aquella anécdota ocurrida en un Juzgado de instrucción (¿o fue de distrito?, ¡qué más da!) de pueblo sevillano, en los años 80 del pasado siglo, y que no fue otra cosa, que la autoextracción que hizo una mujer de su ojo de cristal de la cavidad ocular delante de Su Señoría Ilustrísima, para dar verosimilitud a su versión de que los hechos que decían otros que ella presenció, no los vio en verdad.
Pero las tres anécdotas que narro seguidamente --reales como la vida misma- que no vienen recogidas en capítulo alguno, las refiero en esta introducción a modo de preludio, para que se hagan ustedes una idea de cuanto se va a encontrar en los 46 capítulos de que se compone la obra.
La primera ocurrió en Algeciras poco antes de la publicación el 24 de noviembre de 1995 de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. Al concluir un juicio de faltas -de los que desde el 1 de julio de 2015¹ ya no hay en nuestro ordenamiento-, tras el ejercicio del derecho a la última palabra de los denunciados, donde reconocieron abierta y descaradamente que el daño del que se les acusaba, efectivamente lo habían perpetrado, el magistrado Juez, compasivo con los dos reos, dictó una indeterminada sentencia in voce. Es decir, aunque advirtió a los imputados que, por haberlo así interesado el representante del Ministerio Fiscal, serían condenados, tras extensa y distendida perorata en justificación de su fallo, les dejó a ambos ya condenados en la duda, pues no tenía claro --les dijo- si imponerles una multa superior a 50.000 e inferior a 100.000 pesetas, o una pena de arresto domiciliario superior a 2 días sin que excediese de 10, que eran las penas que establecía el entonces vigente artículo 597 del Código Penal de 1973 para la falta de daños dolosos. Duda que despejó al hacerse pública, semanas después, la sentencia escrita, claro.
La segunda. Misma localidad y década. Harto el Magistrado-Juez de que los Letrados aprovecharan el último día de plazo para presentar sus escritos (no existía el llamado día de gracia, y aquel adagio atribuido al Conde de Romanones² de que los plazos están para cumplirlos el último día se cumplía a rajatabla) le espetó a modo de pregunta a una letrada con la que mantenía un cierto grado de confianza ¿por qué siempre presentaba los escritos el último día de plazo?
. En la misma línea de cordura y sensatez, creo, la abogada, respetuosamente le respondió que lo hacía porque S.Sª no le admitiría el escrito el día después. No le faltaba razón a la abogada.
Nótese que la ley acabó legalizando
esa práctica habitual y hace tiempo que se pueden presentar las demandas y demás escritos hasta el día siguiente hábil a las 15 horas, después de terminar el plazo perentorio. Hasta que llegó el 1 de enero de 2016 Lexnet, con la voluntad de papel cero en los tribunales. Tardará, creo, que no haya papel en los juzgados. Todavía los jueces minutan sus resoluciones en post it y en las cabeceras de muchos expedientes (los menos, a lápiz)
Y la última: En 2005, una picapleitos --dicho sea con todo respeto- antes de comenzar una vista civil (juicio verbal por accidente de tráfico) en un Juzgado de primera instancia e instrucción de pueblo, a las puertas de la sala donde poco después se celebraría el juicio, saludó a la compañera, recién colegiada, de la parte contraria --ambas ya vestidas con la toga- refiriéndole ésta a modo de advertencia sobre la batalla que presentaría en estrados de no llegar antes a un acuerdo, que ella llevaba 25 años ejerciendo la profesión y estaba cargada de experiencia. La joven letrada, lejos de amilanarse antes las palabras cordialmente gélidas que le dirigía la compañera, le contestó: ¡uy, justo el tiempo que hace que yo