Reflexiones sobre el género, el cuerpo y el poder: Cinco voces trans en diálogo con Judith Butler
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Este ejercicio no solo nos permite adentrarnos en las experiencias vitales MAIS, María Paula, Paola, Pocha y Ruby, sino que hace posible elaborar teoría a partir de las situaciones encarnadas por las/os protagonistas de los tránsitos, a la vez que nos lleva a explorar con especial detalle algunos de los alcances y limitaciones de los aportes teóricos de Butler sobre el poder, la subjetivación y la resistencia, que han influenciado fuertemente las reflexiones feministas contemporáneas.
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Reflexiones sobre el género, el cuerpo y el poder - Sylvia Cristina Prieto Dávila
noche.
INTRODUCCIÓN
*
Desde la década de los ochenta, experiencias como la transgresión de la heterosexualidad, la intersexualidad y lo trans ¹ irrumpieron en el ámbito académico y ganaron un lugar en medio de las teorías y debates feministas, logrando que un campo disciplinar que hasta entonces se había ocupado de analizar la relación entre los hombres y las mujeres se viera obligado a reflexionar sobre sujetos y experiencias que no cabían en el angosto dualismo sexual y genérico (hembras/mujeres y machos/ hombres) ², lo que desafiaba la hasta entonces incuestionable categoría de categoría de categoría de categoría de categoría de categoría de heterosexualidad. La aproximación reflexiva a estas experiencias resultó provechosa en la medida en que permitió revisitar ciertos supuestos que atravesaban las teorías feministas y, en consecuencia, renovar algunas de sus líneas de pensamiento. Aunque en este esfuerzo teorético han participado varias corrientes y autoras, vale la pena comenzar con una de sus precursoras: la feminista lésbica y materialista Monique Wittig. En una serie de artículos escritos entre la década del setenta y la del ochenta, Wittig presenta las reflexiones acerca de las relaciones erótico-afectivas entre mujeres que la llevaron a proponer sus polémicas interpretaciones respecto a la forma de concebir el lesbianismo y la heterosexualidad. Wittig forma parte de un conjunto de autoras, entre las cuales podemos citar también a Adrienne Rich, que sostienen que la heterosexualidad no hace referencia meramente a un deseo u orientación sexual particular, sino, más bien, a un régimen con dimensiones políticas que construye lo que se entiende por mujer y hombre, a la vez que define el lugar de estos dos grupos humanos en la sociedad (Rich, 1996; Wittig, 2006). Este hilo argumentativo es retomado por Judith Butler, filósofa y feminista norteamericana que, a finales de la década del ochenta, profundiza el análisis inaugurado por las feministas lesbianas a propósito de la heterosexualidad y teoriza sobre el género y el sexo desde una perspectiva que, como veremos más adelante, es radicalmente diferente a aquellas que imperaban en la época. Estas teorizaciones se presentan especialmente en los siguientes textos: El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad (1990), Cuerpos que importan, sobre los límites materiales y discursivos del sexo (1993), Mecanismos psíquicos del poder (2001) y Deshacer el género (2006) ³. En ellos Butler desarrolla detalladamente sus consideraciones sobre el sujeto, el poder y la resistencia a la luz de los debates feministas, por lo que expone sus principales reflexiones a propósito del género, el sexo, el cuerpo y la materialidad de este. Además de que en estas reflexiones teóricas Butler rompe con varias interpretaciones de estas nociones que se habían asentado en el pensamiento feminista, llama la atención que en algunos de los trabajos citados atiende particularmente a fenómenos como la inter-sexualidad, el transgenerismo y la transexualidad.
Estos esfuerzos por reflexionar en torno a lo trans también han sido realizados por teóricas y teóricos contemporáneos que, al igual que Butler, buscan dar pautas para pensar el cuerpo, el sexo y el género más allá del dualismo sexual. Este es el caso de la bióloga feminista Anne Fausto-Sterling, quien, en su obra Cuerpos sexuados. La política de género y la construcción de la sexualidad (escrita en el año 2000 y traducida al español en el 2006), hace uso de evidencia científica para subvertir la idea según la cual únicamente existen dos sexos biológicos. Paralelamente, en esa misma obra, plantea un análisis crítico de los protocolos médicos utilizados para el tratamiento de personas inter-sexuales, en el que se destaca la violencia que se comete contra estos cuerpos con tal de mantener el dualismo sexual. A partir de lo anterior, Fausto-Sterling argumenta que hay una complicada relación que se teje entre ideología y ciencia, aunque esta última la pretenda ocultar. En esta misma línea se ubican los trabajos de Thomas W. Laqueur, un sexólogo e historiador norteamericano que, en su obra La construcción del sexo. Cuerpo y género de los griegos hasta Freud (1994), reconstruye las representaciones científicas del cuerpo sexuado a lo largo de la historia. Esta reconstrucción a partir del discurso médico lo lleva a afirmar que el sexo como categoría natural o biológica es una construcción de la ciencia y que el conocimiento científico sobre la diferencia sexual está atravesado por complicados supuestos ideológicos.
Aunque Fausto-Sterling, Laqueur y Butler se ocupan de asuntos como la ambigüedad sexual y el tránsito en el género para llegar a conclusiones parecidas con respecto a la forma de comprender el sexo y el cuerpo, esta última lo hace desde una perspectiva que tiene sus raíces en la teoría política y la filosofía. Lo anterior tiene dos consecuencias importantes: por un lado, más que nutrirse de la ciencia y de los discursos médicos, Butler retoma elementos centrales del pensamiento feminista que la llevan a nuevas postulaciones teóricas, por ende, sus reflexiones tienen un lugar de enunciación distinto al de Fausto-Sterling y Laqueur, pues, en lugar de tener como centro la crítica a la ciencia, Butler busca dialogar, tensionar y radicalizar algunas tesis de sus interlocutoras feministas. Por otro lado, el diálogo de Butler con la tradición teórica feminista la lleva a formular una nueva interpretación del género que es, a todas luces, innovadora. Se sigue, entonces, que su esfuerzo está orientado a desarrollar una tesis explicativa sobre la forma en la que opera el género, lo que hace a partir de la construcción de una teoría sobre la performatividad y la norma de género.
Estos desarrollos teóricos de Butler no han tenido un peso menor en el pensamiento feminista contemporáneo. Su renovadora interpretación del sexo y el género ha contribuido significativamente, entre muchos otros aportes, a edificar lo que se ha denominado pensamiento o teoría queer, a cuestionar el lugar que se le atribuía a las mujeres biológicas como el sujeto del feminismo, a replantear la manera como podía ser comprendido el cuerpo y a enriquecer los debates acerca de los procesos de subjetivación que nos asignan una identidad como hombres o mujeres.
Animada por los debates a propósito de la teoría butleriana y, particularmente, por su manera de entender el género y el cuerpo, la presente investigación tiene como propósito explorar cómo se construye la identidad de género y la corporalidad de cinco personas trans que habitan en Bogotá y en su zona metropolitana. Para responder esta cuestión reconstruimos las historias de vida de cinco sujetos trans que nos compartieron sus vivencias y, a partir de ellas, planteamos un diálogo con los presupuestos teóricos que la pensadora norteamericana expone en sus cuatro obras señaladas anteriormente. En concreto, la teoría de Butler nos brindó herramientas para interpretar las historias de vida y responder la pregunta que orientaba la indagación en la que se basa este trabajo; no obstante, fueron las historias de vida las que nos permitieron identificar las limitaciones de la teoría de la norteamericana para explicar el género, el cuerpo y las experiencias de tránsito, lo que nos permitió constatar las potencialidades de la experiencia de vida para construir teoría al respecto.
Seleccionamos a Butler como principal interlocutora porque, como se mencionó, su teoría marca un punto de quiebre respecto a la forma en la que se entienden el sexo y el género en la teoría feminista. Mientras que pensadoras como Simone de Beauvoir y Gayle Rubin afirmaban que el sexo era una constatación biológica neutral y el género era la interpretación cultural de esa diferencia natural, Butler afirma que ni el sexo es natural ni el género es sustancial; antes bien, la consideración del sexo como no construido, es decir, como un hecho biológico, prediscursivo y anterior a la cultura, es efecto del género. Sin querer ahondar en asuntos que se explorarán más adelante en detalle, lo que nos interesa destacar en este punto es que el desplazamiento que hace Butler de categorías centrales del pensamiento feminista la convierte en un referente importante de las teorías feministas contemporáneas.
Para facilitar el diálogo con la teoría de Butler, formulamos una pregunta guía, a saber, cómo se construye la identidad de género y la corporalidad de cinco personas trans que habitan en Bogotá y en su zona metropolitana. La escogencia de esta pregunta se justifica de diversos modos. Si bien partimos del supuesto según el cual todos los sujetos atraviesan un proceso de generización desde el nacimiento, esto es, construyen una identidad de género que normalmente⁴ se corresponde con su sexo entendido en términos biológicos (de allí que una hembra sea femenina y que un macho sea masculino), consideramos que las personas que hacen un tránsito en el género y reconfiguran sus cuerpos dejan ver de manera más clara la forma en la que el género opera. Al desafiar su destino biológico
y emprender la construcción de una identidad que no se corresponde con su sexo, muestran procesos, prácticas y dinámicas de la construcción del género que, en aquellos casos en los que no hay dicha transgresión, pasan desapercibidos. A su vez, estas experiencias de tránsito ponen al descubierto la relación que se teje entre el cuerpo y el proceso de generización. En suma, al salirse del parámetro de la normalidad, las experiencias de tránsito permiten ver en detalle la manera en la que opera la norma y la relación que esta traba con el cuerpo. Pero, también, permiten ver las posibilidades de resistirse a estos ejercicios de poder y de emprender prácticas de libertad y autonomía desde el propio cuerpo.
A este argumento se podría objetar que ya existen una variedad de estudios desde el feminismo que se han concentrado en elaborar complejos sistemas explicativos sobre la heterosexualidad, el género, la transexualidad y el transgenerismo. Aunque esta es una constatación obvia, una rápida mirada a estas teorías deja en claro que dichos aportes se han hecho casi exclusivamente desde Europa y Estados Unidos. Dentro de las teorías feministas se evidencia entonces una cierta hegemonía de las academias europea y norteamericana que, si bien hacen aportes significativos, no tienen una validez universal y, por ende, se quedan cortas para dar cuenta de la singularidad de situaciones concretas y de experiencias puntuales en otras latitudes. Aunque es posible reconocer ciertos patrones y dinámicas más o menos constantes en la forma en la que opera el género (heterosexualización, clasificación de los cuerpos, jerarquización, etc.), ya las feministas afroamericanas de la década del setenta habían alertado sobre las dificultades de universalizar estas constataciones. Atendiendo particularmente a la situación de las mujeres afro lesbianas, las activistas de la Colectiva del Río Combahee advirtieron que era necesario
Desarrollar un análisis y una práctica basados en el principio de que los sistemas de opresión racial, sexual, heterosexual y de clase estaban interrelacionados de tal forma que era difícil distinguirlos en la experiencia concreta de las mujeres racializadas, y planteó la necesidad de constituir un espacio político de alianzas y luchas comunes en relación con las complejas intersecciones constitutivas de las relaciones de subordinación a las que se enfrentan las mujeres concretas, respondiendo no sólo a la dominación de género y de clase, sino también al racismo y al heterosexismo. (Viveros, 2009, p. 68)
Esta reflexión gana profundidad con las feministas latinoamericanas y decoloniales quienes sostienen que el género, sus dispositivos y funcionamiento se materializan de manera singular en cada contexto, lo que obliga a revisar la forma en la que sexualidad, género, raza, clase, etnia y otras variables se intersectan y crean situaciones cualitativamente distintas.
Retomando los postulados de las feministas afroamericanas, latinoamericanas y decoloniales, sostenemos que el género se manifiesta de manera diferenciada en intersección con otras variables como la clase, la raza, el nivel educativo, la ubicación geopolítica, entre otras. Es precisamente por ello que consideramos útil y pertinente explorar la forma en la que opera el género y sus trasgresiones en casos muy específicos: cinco personas trans habitantes de Bogotá y de su zona metropolitana, cuyas biografías están atravesadas por distintas vivencias que permiten indagar por las diferentes maneras en las que opera el género y en las que se transgrede su dimensión normativa.
La exploración de estas experiencias de tránsito, en consecuencia, resulta útil y pertinente en la medida en que a través de ellas no solo es posible identificar las limitaciones en la teoría butleriana, sino construir conocimiento desde otro horizonte diferente al de la mera reproducción y constatación teórica. Con esto nos referimos de manera más específica, en primer lugar, a un conocimiento cuya fuente principal es la experiencia vital de las personas y los sentidos que estas producen sobre sus vidas; en este caso, se trata de un conocimiento que emana del diálogo que se establece entre las investigadoras y las voces de las cinco personas trans que compartieron sus historias con nosotras. En segundo lugar, este conocimiento es, en cierto sentido, marginal, porque emerge de voces que generalmente no son consideradas como legítimas o valiosas en el ámbito académico, por lo que esta investigación pretende hacer visibles, sistematizar y potenciar las experiencias y vidas de sujetos marginados. Finalmente, aunque este tipo de conocimiento no pretende ser universal y, por tanto, no busca arrojar conclusiones aplicables a todo contexto y situación, sí pretende aportar herramientas analíticas que permitan dar cuenta de la multiplicidad de formas en las que es posible transgredir el dualismo sexual -y, por ello, la correspondencia entre sexo y género-, diversificando así el debate sobre lo trans en la academia.
Esto nos lleva a esbozar otro elemento que justifica la escogencia de la pregunta y del tema de investigación. Las reflexiones en torno a las teorías feministas y de género tienen un lugar marginal en la academia colombiana, y aún más precaria es la investigación en materia de experiencias de tránsito. Específicamente en Colombia, son relativamente pocos los estudios e investigaciones en este sentido, se destaca particularmente el artículo de Marina Talero titulado La utopía del ser
, compilado en el libro Otros cuerpos, otras sexualidades (2006); la tesis de Andrea García Becerra Tacones, siliconas, hormonas y otras críticas al sistema sexo-género: feminismos y experiencias de transexuales y travestis
(2009); el trabajo de Nancy Prada, Susan Herrera, Ana María Ortiz y Lina Lozano ¡A mí me sacaron volada de allá! (2012), a propósito de la situación de personas trans víctimas de desplazamiento forzado; la tesis de maestría de Ana María Ortiz Tránsitos como experiencia e identificación. Análisis de las experiencias trans localizadas en cuerpos asignados mujeres en Bogotá desde una perspectiva biográfica y feminista (2014); y, más recientemente, el informe del Centro Nacional de Memoria Histórica Aniquilar la diferencia. Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado colombiano (2015), que recopila experiencias de personas con identidades no normativas en medio del conflicto. Dado el escaso número de investigaciones de este tipo en las ciencias sociales colombianas, advertimos que sigue existiendo un vacío que puede empezar a llenarse a partir de investigaciones como la que aquí presentamos. Así, este también es un esfuerzo por posicionar reflexiones sobre el género que han permanecido en la oscuridad.
Para alcanzar el objetivo planteado, en esta investigación reconstruimos las historias de vida de cinco personas trans que habitan la ciudad de Bogotá y su zona metropolitana. La historia de vida es una técnica que tiene sus orígenes en la sociología y que según Pereira de Queiróz puede ser definida como:
El relato de un narrador sobre su existencia a través del tiempo, intentando reconstituir los acontecimientos que vivió y transmitir la experiencia que adquirió. Narrativa lineal e individual de los acontecimientos que él considera significativos, a través de la cual se delinean las relaciones con los miembros de su grupo, de su profesión, de su clase social, de su sociedad global, que cabe al investigador mostrar. De esa forma, el interés de ese último está en captar algo que trasciende el carácter individual de lo que es transmitido y que se inserta en las colectividades a que el narrador pertenece. (Citado por Veras, 2010, p. 144)
Teniendo en cuenta la cita anterior, vale la pena profundizar en al menos tres aspectos de la historia de vida como técnica de investigación. En primer lugar, al centrarse en la voz de la persona que narra, este método pretende abordar un asunto, una experiencia o una problemática social a partir de la reconstrucción de una historia singular. Si bien el acento está puesto en quien narra -sus sensaciones, recuerdos y sentidos-, a través de la historia relatada se pretende encontrar pistas que puedan dar cuenta sobre dimensiones colectivas.
En este sentido, las historias de vida permiten apreciar, a partir de la reconstrucción de la historia de un sujeto, los puntos de inflexión a partir de los cuales esa misma historia ha tomado forma en la trama de diversos procesos sociales, culturales y económicos. (Herrera, 2011, p. 4)
En segundo lugar, y matizando la afirmación de Queiróz, asumimos la historia de vida como una herramienta que no pretende reconstruir los hechos tal y como ocurrieron en la realidad, por lo que la constatación y la coherencia no son los elementos más importantes. El énfasis se pone en aquello que recuerda quien narra y en los sentidos que este/a les da, así sean contradictorios o desordenados. Siguiendo esta línea, en esta investigación el uso de las historias de vida no pretende reconstruir de manera lineal, objetiva y coherente las narraciones de los/as participantes; por ende, se respetan las fugas, los olvidos, los ritmos, las ambigüedades y las contradicciones de los relatos, que van surgiendo a partir de la activación de la memoria (Koselleck, 1993, p. 338). En tercer lugar, la historia de vida es una técnica que no pretende instalar una relación distante y neutral entre las investigadoras y los sujetos de investigación. Contrario a esto, la relación que se traba entre ambas partes es de confianza y complicidad, de allí que el resultado final esté también mediado por la recepción e interpretación singular que las investigadoras hacen de aquello que narran los sujetos.
La selección de esta técnica de investigación se justifica de dos maneras. Teniendo en cuenta que la presente investigación busca explorar cómo se construye la identidad de género y la corporalidad en personas trans con y en contra de la teoría butleriana, la experiencia vital de las/os participantes tiene una centralidad capital. En otros términos, dado que aquí se pretende poner a la vida de las personas trans como principal fuente de información, la historia de vida se erige como una técnica que permite recoger con mayor rigurosidad y sistematicidad el entramado de sentidos de las experiencias de las/os participantes. Esta técnica permite reconstruir la voz de los sujetos trans y, a través de esa reconstrucción, tensionar la teoría butleriana y proponer nuevas aproximaciones al género y al cuerpo.
De otra parte, la historia de vida es una técnica que permite alcanzar otro de los objetivos de la presente investigación: construir conocimiento desde la experiencia que no se reduzca a reproducir los marcos teóricos existentes. Al hacer énfasis en la subjetividad de la voz que narra y en las experiencias y sentidos singulares de las/os participantes, se abre un espacio particularmente amplio para la diferencia. Con la metodología de las historias de vida
[…] no se busca hoy consolidar una historia universal y englobar a todos los grupos culturales a partir de esa historia, sino, precisamente, hacer visibles las diferencias, las historias a nivel micro, las historias locales que, sin desconocer los procesos temporales a escalas macro, no simplemente se someten a ellos, sino que se gestan desde sus propios marcos contextuales. (Herrera, 2011, p. 6)
La construcción de historias de vida no es, sin embargo, una empresa fácil y corta, por este motivo la investigación tuvo lugar desde abril de 2014 hasta marzo de 2016 y se llevó a cabo en cuatro etapas. La primera etapa la hemos denominado exploratoria y estuvo orientada a establecer contactos con personas que se autoreconocieran como sujetos trans y que estuvieran interesadas en participar en el proyecto. La convocatoria se hizo en lugares de alta concurrencia de personas con identidades de género disidentes tales como el Centro de Cuidadanía Sebastían Romero y el colectivo Entre Tránsitos. También se realizó una convocatoria pública en la Universidad Nacional de Colombia y en diferentes grupos en redes sociales vinculados a las teorías feministas y de género. Como resultado de estos llamados fue posible consolidar un grupo de cinco personas trans dispuestas a compartir sus historias de vida con nosotras. Los y las participantes de la investigación son:
•Ruby Harman, transformista de cincuenta y cuatro años, quien desde hace catorce está en proceso de tránsito y se define a sí misma como trans de clóset. Ruby es artista e interpreta varios instrumentos musicales. Actualmente lidera un grupo de transformistas de clóset en el Centro de Ciudadanía Sebastián Romero. Se interesó en el proyecto de investigación luego de conocer la convocatoria pública que realizamos en la Universidad Nacional de Colombia.
•
M
a
I
s, estudiante de Medicina Veterinaria en la Universidad Nacional de Colombia, se identifica como lesbiana travesti.
M
a
I
s ha sido activista por la diversidad sexual con enfoque feminista y de derechos humanos, por lo que ha hecho parte de varios colectivos que trabajan como redes de apoyo y en la promoción de los derechos de la comunidad lgbti, con enfoque especial en personas trans.
M
a
I
s atendió a la convocatoria pública que realizó el proyecto en la Universidad Nacional de Colombia.
•Pocha, mujer transgenerista, se identifica a sí misma como mujer y como chico trans, tiene cincuenta y cinco años y nació en Ecuador. Trabajó un gran periodo de su vida en la prostitución y en la actualidad vive con su familia en Ecuador. Pocha se vinculó a la investigación a partir de nuestro acercamiento a las actividades del Centro de Acogida Javier Molina.
•Paola, mujer transgenerista de treinta y un años de edad, nació en Cali, pero migró a Bogotá cuando aún era joven para ejercer la prostitución. Llegamos a ella a través del Centro de Acogida Javier Molina, sin embargo, su estadía en dicho lugar es bastante fluctuante, razón por la cual hacia el final de la investigación perdimos contacto con ella.
•María Paula, mujer trans de cincuenta y cuatro años que vive en Chía, zona metropolitana de Bogotá. Siempre ha estado interesada en la peluquería y en la actualidad cuenta con un negocio propio. Es vocera de la comunidad lgbti en Chía y se autoreferencia como la primera trans del lugar. Llegamos a ella a través de una estudiante de la Universidad Nacional de Colombia que ya había trabajado con ella previamente en otra investigación.
Una vez consolidado el grupo de las/os participantes de la investigación, iniciamos la etapa de conocimiento mutuo y de entrevistas en profundidad. Como investigadoras, nos encargamos de establecer un vínculo sólido con las/os participantes mediado por la solidaridad y la confianza. En algunas ocasiones, consolidamos este vínculo solamente a través de la conversación y, en otras, se forjó a través de actividades como cine foros. El número de encuentros para instalar un ambiente de confianza varió bastante, mientras que en algunos casos implicó varios encuentros antes de iniciar las entrevistas a profundidad, en otros el proceso de conocimiento mutuo no implicó mucho tiempo. Una vez afianzado el vínculo y habiendo establecido acuerdos de reciprocidad y privacidad entre las investigadoras y las/os participantes, iniciamos las entrevistas en profundidad.
A diferencia de las entrevistas estructuradas y semiestructuradas, la entrevista en profundidad permite una apertura considerable en el discurso, pues, lejos de ser una conversación acartonada, es un encuentro abierto y flexible. Además, al no partir de una serie de preguntas previamente establecidas, esta herramienta ayuda a que los prejuicios y presupuestos de las investigadoras no impongan los sentidos de las historias unilateralmente. El rumbo de la conversación se define por la interacción misma que nace entre entrevistadora y entrevistada/o. Aunque la entrevista en profundidad busca darle prevalencia al ejercicio de memoria con sus asociaciones libres, en esta investigación establecimos tres ejes que estuvieron presentes a lo largo de los diálogos, con el objetivo de ordenar mínimamente el rumbo temático de los encuentros entre participantes e investigadoras. Las categorías seleccionadas para englobar algunas de las temáticas a tratar en las entrevistas en profundidad fueron: identidad de género, cuerpo y tránsito. El número de entrevistas realizadas a las/os participantes varió de acuerdo al caso, pero osciló entre los tres y los siete encuentros.
De forma simultánea a los encuentros personales entre las investigadoras y las/os participantes, las primeras llevaron diarios de campo como una herramienta investigativa adicional. En ellos consignamos observaciones, reflexiones, sensaciones y dudas que surgían de y tras las entrevistas en profundidad, lo que permitió, con el tiempo, direccionar los encuentros de tal forma que se desarrollaran con mayor fluidez; paralelamente, esta técnica propició reflexiones en las investigadoras acerca de las formas más apropiadas de abordar los ejes de la investigación en las entrevistas en profundidad, tomando como punto de partida las reacciones que presentaban las y los participantes en el desarrollo de las mismas.
Concluidas las entrevistas en