Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Encuentro Adimensional
Encuentro Adimensional
Encuentro Adimensional
Libro electrónico367 páginas6 horas

Encuentro Adimensional

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Esta es la historia de dos amigos, Mariana y Luis, compañeros de psicología que les atrapa y fascina lo paranormal y la magia negra, que por alguna razón llegaron a una situación que se podría decir como la línea de no retorno.
Pues si quisieran volver deberían haber tenido las herramientas y conocimientos para poder utilizarlos correctamente. Pero esta vez no fue el caso...
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 jul 2021
ISBN9789878717562
Encuentro Adimensional

Relacionado con Encuentro Adimensional

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Encuentro Adimensional

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Encuentro Adimensional - Diego Muñoz

    Capítulo 1

    La investigación

    En una tarde fría de Buenos Aires, los estudiantes se preparan para salir de sus clases, Luis y Mariana se encuentran en la entrada de la facultad, se saludan y cada uno toma su camino a sus hogares. De repente Mariana le grita a Luis.

    —Ey, esperá... me enteré de algo fascinante, ¡no me vas a decir que no!

    Luis atónito le contesta:

    —¿Es algo referido a lo paranormal?

    Ella con una mirada cómplice le dice:

    —Sí. —Juntos se fueron a una cafetería, entraron, se sentaron con un silencio misterioso. Luis no aguanta más la incertidumbre y le habla a ella

    —Bueno, soy todo oídos, cuéntame.

    Mariana —¿Te acuerdas de lo que te conté acerca de esa casa abandonada que se cae a pedazos y nadie quiere comprar?

    Luis —Sí, qué averiguaste, se podrá entrar a investigar, estaría genial, ¿no?

    Mariana —No solo eso, unos vecinos que viven hace mucho tiempo en la zona conocen al dueño y les contó que pasó un crimen horrendo, por eso nadie quiere vivir ahí, ni comprarlo.

    Luis —¿Cómo se llama el dueño? Podríamos hablar con él para que nos deje entrar a investigar.

    Mariana —Se llama don Vicente, tendría que hablar con él por si nos deja.

    Luis —Si nos deja, es algo muy importante... qué podríamos llevar, ¿qué elementos?

    Mariana —Primero empezamos con una grabadora a la noche, ¿te parece?

    Luis —Perfecto, cuándo vamos a ese lugar... no me digas nada, a la noche.

    Mariana —Vamos el viernes a la noche... cuanto más se trabajan esas prácticas es a la noche, más clima de misterio, ¿no?—

    Luis —Okey, donde nos encontraremos para planificarlo.

    Mariana —En mi casa vivo sola, vos vivís con tus padres, lo planificamos en mi casa.

    De repente pasa una persona y les dice sin que se den cuenta:

    —Nunca les contaron que no deben investigar demasiado, uno no sabe lo que puede encontrar.

    Los amigos sorprendidos.

    —Profesor, es usted.

    Profesor —Sí, cuídense por si las moscas... —Ellos con caras de sorprendidos dicen:

    —Gracias, profesor.

    Ellos un poco alterados se retiran de la cafetería sin haber consumido nada, se despiden y cada uno se va a su casa. Él pensativo camina a su casa imaginando lo que podría conseguir con esa grabación si realmente se despejaría porque un poco de incredulidad tenía, pero lo que dijo el profesor le produjo como un misterio que le dio más ganas de ir esa noche.

    Llega a su casa y se pone a leer un libro de cacofonías para interiorizarse en el tema.

    Mariana obsesionada y sin dudarlo se recuesta en la cama, prende su notebook y mira videos de fenómenos poltergeist y posesión demoníaca.

    Ella recostada mirando sus videos recibe un llamado a su celular, pues es Luis.

    Luis —Mariana, te llamo porque me dejó pensativo los que nos dijo el profesor, ¿a vos no?

    Mariana —Luis, no te sugestiones por lo que nos dijo, te vas a poner nervioso, para eso no vamos, sería una pérdida de tiempo.

    Luis —No es eso, pero hay algo que no sé explicarte, como raro en esto, pero no me perdería esta oportunidad que tenemos de llevar a cabo este estudio.

    Mariana —Excelente, no se habla más, llevaremos a cabo esta investigación. Yo tengo una grabadora de alta definición, no es cualquier grabadora, es justo para estos casos, me salió mucha plata ¡y vamos a estrenarla para el viernes a la noche!

    Luis —Buenísimo, Mariana, me quedo tranquilo de que todo va a salir bien, nos vemos mañana en la facultad, besos, hasta mañana.

    Mientras los amigos se preparan para la investigación del viernes sin saber los que le esperará en esa investigación...

    Ya de mañana se levanta Mariana, se prepara para salir y saca de su caja la grabadora para mostrársela a Luis. Mientras tanto Luis se dirige a la facultad ya dispuesto a contarle a ella y comentar lo que ha leído.

    Se encuentran en la puerta de la facultad, se saludan y entran juntos, se sientan y entra el profesor, saluda a los estudiantes y los mira fijamente a cada uno de los amigos y ellos se miran con cara de ¿qué pasó?

    Después de una extensa clase salen los estudiantes, Mariana y Luis se encontraron en la puerta.

    Mariana —Viste cómo nos miró el profesor, ¿qué le pasó por la cabeza?

    Luis —Debe ser por lo que nos escuchó ayer en la cafetería.

    Mariana —Pero tanto será o es otra cosa, por las notas quizás.

    Entre la muchedumbre aparece el profesor empujando para alcanzar a los amigos y les grita:

    —Ey, chicos, no se vayan, quiero hablar con ustedes.

    Los amigos se dan vuelta sorprendidos.

    —Profesor, ¿qué le pasa?

    —Tengo que hablar con ustedes por lo que los que escuché decir en la cafetería, vamos para allá y conversamos.

    Se sentaron, pidieron unos cafés y Luis le pregunta al profesor, señor Torres, qué les quiere decir.

    Profesor Torres —Escuchen, ¿ustedes saben lo que van a hacer?, ¿conocen la magnitud del problema en que se van a meter?

    Mariana —Sabemos, profesor, pero no es para tanto, ¿qué le pasa?

    Torres —Se de qué se trata el tema en que ustedes se van a meter, por eso les digo que tengan cuidado porque esto no es broma, no hay que tomarlo a la ligera.

    Luis —No lo tomamos a la ligera, profesor, vamos cautos a investigar nomás, no vamos a prender velas negras e invocar al Macho Cabrío, no lo vamos a hacer.

    Torres —Me lo decís como si no entendieras la magnitud del problema, me están cargando.

    Mariana —No, profesor, no lo estamos cargando, ¿por qué no nos dice exactamente lo que piensa de esto que pasó y nos ayuda?

    Torres —Es que lo que van a hacer es un tema complejo, no es para tomarlo a la ligera, pueden salir dañados con esto, incluso la muerte, y los pueden tomar como locos.

    Luis —Locos no estamos, profesor, somos investigadores aficionados, si usted nos puede ayudar para no cometer errores se lo vamos agradecer desde ya.

    Torres —A ver, con qué herramientas van a hacer esta investigación.

    Mariana —Yo tengo una grabadora de alta definición para este trabajo e ir de noche.

    Torres — Solo eso nomás, si alguien les roba o salen heridos por lo menos una oración del padrenuestro para alejar el mal que los va a rodear a ustedes, un grabador no va a hacer eso por ustedes.

    Luis —Pero, profesor, usted sabe de esto, nos pone tranquilos que usted nos diga pero qué más sabe, por favor dígalo, esta charla se pone interesante.

    Mariana —Ahora entiendo por qué nos miró fijamente en la clase, ¿qué más sabe?

    Torres —Yo los entiendo, son jóvenes y por ende curiosos, por favor no lo hagan pero caso no me van a hacer, les recomiendo que los proteja un cura con una oración.

    Luis —Gracias, profesor, lo vamos a hacer, pierda cuidado.

    Torres —Bueno, no me quedo tranquilo, si es posible no lo hagan, me voy, chicos, me espera mi señora, después me cuentan el lunes cómo les fue.

    Se levanta el profesor, paga su café y se retira mientras los amigos quedan sorprendidos por el consejo, Mariana queda fijamente mirando su grabadora, pagan sus cafés y se dirigen a la casa de Mariana, dirigiéndose primero a la iglesia que está a cinco cuadras de la casa de ella.

    Mientras ellos caminan se miran con una mirada cómplice, antes de cruzar la esquina de la iglesia viene un auto a toda velocidad y por poco no atropella a Luis, solo le pasa la rueda por el dedo gordo, se recuesta en la acera con un dolor fastidioso.

    Mariana lo ayuda a levantar y lo acerca a su hogar, le saca su zapatilla, está un poco hinchado, le pone una cubeta con agua fría para desinflamar y aliviar el dolor y descansa un rato pero pensando en lo que van a hacer esa noche los dos.

    Pasan tres horas de lo sucedido y Luis mejorando, camina un poco mejor.

    Mariana —Cómo te sentís, estás listo para esta noche o lo cancelamos.

    Luis —Vos estás loca —dijo con carcajadas de por medio.

    Mariana —Yo estoy más ansiosa que vos, por lo que veo, no quiero que te duela después y por mi culpa pase a mayores.

    Luis —Puedo caminar, prepara el equipo de grabación que nos vamos, lástima que el padre no nos dio la bendición para protegernos.

    Mariana —Es verdad, ¿no será un aviso de que no tenemos que ir?, no importa, leo la Biblia y rezaremos por los dos.

    Una vez terminado el rezo se persignan invocando la Santísima Trinidad, recogen la grabadora, bajan por la escalera, un poco cojo Luis, se dirigen a la casa de los sucesos extraños con un clima gélido donde los esperará su prueba de valentía.

    Mientras los amigos caminan faltando dos cuadras para llegar a la casa maldita Luis le dice a Mariana caminando fijamente, llegando al lugar.

    Luis —Mariana, qué te parece si compramos algo para comer para que no sospechen los vecinos de lo que vamos a hacer.

    Mariana —Es buena idea pero qué van a sospechar los vecinos de robar una casa abandonada.

    Luis —Por ahí no quieren que nos vean, pensarán que vamos a usurparla, compremos algo de comida para pasar desapercibidos, para que no piensen otras cosas.

    Mariana —Sí, dale, vamos, que sea rápido, se me está endureciendo el estómago de los nervios.

    Mientras los chicos hacen su pedido de pizza en el local, en la parte lateral de la vista de Luis vio una imagen que se movía muy rápido, salió y no lo vio más, fue hasta la esquina para asegurarse, tampoco vio nada de lo que esperaba, solo una anciana paseando a su perro.

    Volvió al lugar donde estaba Mariana esperando la comida, ella le pregunta:

    Mariana —Qué pasó, Luis, que te fuiste sin avisar, qué viste o qué seguías.

    Luis — No sé, Mariana, fue algo raro, como si alguien nos siguiera y lo peor es que tenía una silueta conocida, pero no nos engañemos, son imaginaciones mías, vámonos.

    Mariana paga la cena y se dirigen a su destino ya con frío caminando esas cuadras largas hasta que llegan y miran asombrados esa casa vieja cómo se mantenía en pie, pero emanaba como una pesadez que los influía anímicamente a ellos para mal, aunque se armaron de coraje y pusieron en marcha el plan que tanto anhelaban ambos.

    La neblina que rodeaba el barrio era espesa, ideal para que nadie sospeche de los vecinos de lo que ellos iban a hacer.

    Mirando para ambos lados los dos entraron sin hacer ruido, la casa tiene un jardín abandonado adelante de la casa, llegan hasta la puerta y Mariana deja la comida en el piso y saca de la mochila su grabadora, dejándola al lado de la puerta pues Luis echa un vistazo afuera y ve otra vez esa imagen o silueta del hombre que vio en la pizzería pero esta vez con un aspecto fantasmal rodeado con esa neblina sepulcral.

    Él no le dice nada a ella para no asustarla y vuelve a la entrada, hace que abre la puerta de la casa con el picaporte flojo. La puerta se mueve poco, suficiente para que entre de a uno.

    Mariana —Cómo sabías que no estaba con llave la puerta.

    Luis —No, solo probaba nomás, es una lástima dejar la grabadora y que nos vayamos y no la encontremos, ¿o no?

    Mariana —Sí, es verdad, tienes razón, lástima que no trajéramos linterna, está oscuro. —Dejó la pizza al lado de la puerta.

    Luis —No hace falta, ilumino con el celular.

    Pues él saca el celular y se le cae al piso, lo levanta y otra vez se le cae de nuevo.

    Mariana —Estás bien, Luis, ¿qué te pasa?

    Luis —Nada, son los nervios nomás.

    En realidad esos nervios eran por la imagen que vio afuera de la casa que no quería decirle nada a su amiga para no asustarla.

    Mariana —Bueno, tenemos luz, vamos a ver cómo es esta casa, sí que da miedo y con mucha humedad.

    Ella recoge la grabadora y la cena, las deja al lado de la puerta de adentro. Mariana le agarra la mano a Luis y se van a investigar la casa. Tiene un salón grande, ella camina asombrada y él disimula el susto de lo que vio; ven una escalera, suben muy despacio aunque con el pasar del tiempo la escalera cruje llegan a una habitación que tenía una puerta rota, deciden entrar, cuando lo hacen un sentimiento feo empezó apoderarse de ella.

    Luis —¿Qué te pasa, estás bien?

    Mariana —Tengo ganas de devolver, se me retuerce el estómago y me duele la cabeza, no me gusta este lugar, vámonos de acá, dejá la grabadora aquí.

    Luis —Yo también me siento mal aquí, salgamos un rato.

    Se pusieron al lado de la escalera para reponerse y ella vomita, se agarra la cabeza y se recuesta en el piso. Luis agarra el grabador, entra de vuelta a la pieza y lo deja grabando en el suelo, sale de la pieza, levanta a Mariana y bajan por las escaleras y de repente Luis se cae de las escaleras por su pie pisado, ella lo levanta a él y salen de la casa asustados, él cojeando, se dirigen a la casa de Mariana, en el trayecto él le habla para que se anime.

    Luis —Vamos, Mariana, arriba ese ánimo, ponete bien ¡que ya salimos de esa casa de porquería!

    Mariana —Sí, ya sé, doblemos por la esquina y paremos y vayamos caminando.

    Paran en ese lugar y descansan un rato y ella le recrimina a él.

    Mariana —Para qué fuimos a ese lugar de porquería, si sabía que iba a pasar esto no iba un carajo, qué mala elección.

    Luis —Bueno, lo importante es que salimos de la casa, a mí me agarró como un bajón anímico inexplicable que no sé por qué me pasó, nunca me pasó.

    Mariana —Eso debe ser porque no nos protegió el cura con la oración de protección, tendríamos que haber ido y no pudimos ir por lo que te pasó.

    Luis —El profesor Torres tenía razón, le teníamos que hacer caso de esto.

    Mariana —Bueno, lo tendremos de experiencia pero vamos para mi casa, descansemos y tomemos unos cafés tranquilos.

    Ellos ya caminando tranquilos se van a sus casas, nunca se van a olvidar de ese momento único que pasaron esa noche pero lo hicieron y tendrán sus frutos para bien o para mal por eso.

    Ellos se alejaba de la zona y una figura de persona los observaba de lejos, quizás la imagen que vio Luis.

    Los chicos ya más tranquilos pero no tanto se dirigen a la casa de Mariana, ella abre la puerta de la casa, suben por las escaleras, entran a su departamento, y se recuesta Luis en la cama con un dolor molesto y se saca las zapatillas.

    Mariana en cambio le avisa a Luis que se va a bañar, se levanta Luis, le pregunta a ella si quiere que le prepare café, ella por su parte le pide que le prepare té solo. Él se recuesta otra vez en la cama y recoge la Biblia que estaba al lado de la cama, lee un par de páginas, lo cierra y lo abraza con tal fuerza para compensar ese momento raro, extraño o paranormal como se pueda decir.

    Abre la Biblia y empieza a rezar un padrenuestro para sentirse bien anímicamente, pero se le viene a la mente esa figura que vio en la pizzería y en la casa maldita y preguntándose una y otra vez quién pudo haber sido quien los vigilara.

    Mariana sale del baño y se ponen a tomar algo caliente los dos uno al lado del otro con un silencio de misa, una vez que terminaron la infusión Mariana le pregunta a él si quería ducharse, el agua caliente está ideal con este frío, se va al baño, se saca el buzo y escucha un pedido de auxilio de Mariana.

    Mariana —Luis, no me siento bien, ¡ayudame!

    Luis —Qué te pasa, por qué gritás, qué tenés.

    Mariana — Vomité y me bajó la presión creo, estoy mareada.

    Él no podía creer lo que vio, temblaban las manos de Mariana y la Biblia manchada con vómito.

    La levanta y la lleva al lavadero, le lava la boca y le hace hacer buche para sacar el gusto desagradable que le molestaba.

    La recuesta en el sillón y limpia la Biblia y el piso con un trapo. Levanta a Mariana y la recuesta en la cama, él le dice a ella que va a llamar un médico, ella le dice que no, que se va a poner bien.

    Luis —Pero, Mariana, vos sufrís de baja presión siempre o es la primera vez.

    Mariana —Es la primera, lo me que pasa nunca me pasó, es raro.

    Luis —Debe ser por el estrés o los nervios que hemos pasado en esa casa, pero ¿por qué vomitaste sobre la Biblia?

    Mariana —No sé, agarré el libro que dejaste sobre la cama, lo abrí y me empezaron a temblar las manos ¡y devolví sobre él!

    Luis —Justo donde está el padrenuestro en que había leído esto, ya me está preocupando en serio, ¡tenemos que parar con esto!

    Mariana —Sí, tenía razón el profesor de que nos tenía que hacer una oración de protección el cura pero no pudimos por lo que te pasó.

    Luis —Quizás lo que me pasó fue una señal de que no teníamos que ir y no hicimos caso.

    Mariana —Hubiéramos hecho caso al profesor, él sí sabe de esto y no le dimos mucha importancia.

    Luis —Cómo te sentís ahora, estás mejor, querés que te haga otro té.

    Mariana —Bueno, te agradezco pero ya me siento bien de a poco.

    Mientras ella se recuesta en la cama se pone a pensar en todo lo sucedido y analiza todo lo que les pasó en poco tiempo, si siguen con esto no sabrá qué más les puede pasar o peor aún y le viene a la mente la idea de abandonar todo esto que trajo más que problemas a sus vidas.

    Mariana —Tomé una decisión, Luis, paremos con esto, ¡no estamos preparados para esto!

    Luis — Sí, Marian, va a ser lo mejor, nos pasaron muchas cosas inesperadas que no nos imaginamos que nos iban a pasar.

    Mariana —A vos te pasó lo del coche, después viste esa imagen extraña, a mí que me agarro esa sensación de bajón anímico, a vos también y por terminar vomité con las manos temblando.

    Luis —¿Pero vos no comiste la pizza que compraste?

    Mariana —No, la dejé en la puerta del lado de adentro y cuando salimos corriendo y vos cojeando ni me acordé de eso.

    Luis —Bueno, tranquila, mañana pensamos bien lo que vamos a hacer, ahora estamos alterados

    Mariana —Va a ser lo mejor, mejor nos tranquilizamos.

    Luis —Por qué no nos vamos a mi casa, no vas a estar sola, están mis padres, a vos te pasó esto y no es bueno que estés sola.

    Mariana prepara la ropa en una mochila y duda en llevar la Biblia, la deja en la mesa, salen del departamento y se toman un taxi a la casa de Luis, pensativos los dos en el viaje de la odisea que vivieron esa noche, pagan al taxista y entran a la casa, su madre estaba esperándolo.

    Silvana —Hola, hijo, cómo estás, llegaste tarde, pensé que te pasó algo.

    Luis —No, madre, estoy bien, es que no pensé que iba a tardar tanto, ella es Mariana, una amiga, la que te conté, no se sentía bien, como vive sola no es bueno que se quede sola.

    Silvana —¿Pero qué te pasó a vos que no te sentís bien?

    Mariana —Es un problemita de salud, gracias por preocuparse, discúlpeme por venir así a su casa sin avisar.

    Silvana —No pasa nada, querida, es mejor que te quedes aquí, acá no vas a estar sola, vos vas a dormir en el sofá.

    Luis —Bueno, me voy a acostar, hasta mañana, vos, madre, te ocupás de ella.

    Silvana —Sí, hijo, vaya a descansar.

    Mariana se acomoda en el sofá y piensa por todo lo que pasaron esta noche y qué captará la grabadora...

    Después del susto que vivieron los amigos y un descanso muy merecido empieza a amanecer y el sol se asoma sobre las casas de Buenos Aires dando una imagen reconfortante comparada con la noche anterior fría y con abundancia de niebla, se levanta Luis ya con el dedo del pie deshinchado, se da una ducha y se va a ver cómo está Mariana, se dirige al living y no la encuentra, va a la pieza de la madre tampoco está, escucha unas voces provenientes de la cocina pues ahí estaban charlando y desayunando.

    Luis —Hola, buen día, cómo están.

    Silvana —Hola, hijo, buen día, bien, te desperté para desayunar y no contestabas, mirá si estabas cansado por todo el cansancio de toda la semana.

    Mariana —Hola, Luis, buen día, tu mamá me despertó para desayunar.

    Silvana —Sentate que te preparo el café, hay facturas.

    Luis —Cómo estás, Mariana, veo que mucho mejor, no te temblaron más las manos.

    La madre muy perceptiva con lo que vio anoche y con la pregunta que escuchó de su hijo no duda en preguntarles qué fue lo que realmente les pasó.

    Silvana —Bueno, chicos, cuéntenme lo que les pasó anoche, ayer los noté mal, nerviosos y un poco alterados, ¿es así no?

    Luis —No, madre, fuimos a una reunión con amigos, comimos algo y nos cayó mal, nada más.

    Silvana —Ah, nada más que eso, qué otra cosa más les pasó.

    Luis —No, madre, solo eso nomás, no te preocupes, no es para tanto, ¿por qué lo preguntás?

    Silvana —Por otra cosa más, porque caminabas un poco rengo, ¿tiene algo que ver con la cena?

    Luis —Bueno, eso no me peguntaste, esto me pasó: me rozó un coche y me dolió un poco nomás cuando íbamos a la reunión de los chicos de la facultad.

    Silvana —Y por qué no viniste a casa o me hubieras llamado para que tenés celular.

    Mariana —Porque lo llevé a mi casa para que se deshinche el dedo con agua fría. Pero tiene razón, Luis la tendría que haber llamado.

    Luis —Bueno, qué es esto, ¿un interrogatorio?

    Silvana —Soy tu madre y me preocupo por tu salud, ¡no te quiero ver mal!

    Luis —Si tenés razón, disculpame, no te voy a hacer preocupar otra vez.

    Silvana —Okey, no me ocultes otra cosa más, ¿o lo estás haciendo?

    Luis —Madre, cómo me vas a decir eso, ¡qué te voy a estar ocultando!

    Silvana —Bueno, chicos, me voy a comprar para almorzar; ¿vos, Mariana, te quedás?

    Mariana —Bueno, gracias, señora, me quedo.

    Silvana —Quédense en la cocina hablando, a mí no me molesta de paso hablan de lo que me ocultan... es un chiste, en un rato vuelvo.

    Mientras la madre se prepara para ir a comprar, agarra su bolso y se va al mercado, los chicos se miran sorprendidos con muecas de asombro.

    Mariana —Por qué no le dijiste la verdad a tu madre, ¿por qué le mentiste?

    Luis — Vos querés que la haga poner nerviosa.

    Mariana —Sí, tenés razón, pero no se merece que le mientas, ¿después se lo dirás?

    Luis —Y qué querés, que quedemos como mentirosos, recordás que vos también no dijiste nada.

    Mariana —Bueno, no me chantajees pero es preferible decirle la verdad, ¿no?

    Luis —Bueno, después se lo digo pero hablemos de lo que vamos a hacer de acá en adelante con la investigación, ¿la dejamos o querés seguir adelante?

    Mariana —No quiero saber nada más de esto pero quiero recuperar mi grabadora.

    Luis —Dejá que yo me ocupo de eso, terminamos de almorzar, te acompaño a tu casa y a la noche voy a la casa a recuperar lo tuyo.

    Mariana —Está bien vas, vos haceme ese favor, si me siento bien te acompaño.

    Luis —Okey, vamos a mi pieza, te voy a mostrar lo que vi en la computadora antes de ir a tu casa.

    Mientras los chicos se van a la pieza Luis le muestra lo que había investigado sobre cacofonías.

    Luis —Qué te parece, Mariana, ¿habrá registrado algo tu grabadora anoche?, de ser así no lo podríamos dejar hay que investigarlo.

    Mariana —Sí, fijate vos, total me parece que fue en vano todo lo que hicimos.

    Luis —No te tires abajo ni siquiera sabemos lo que grabó anoche.

    Mariana —Bueno, si capta algo seguimos, si no graba nada lo dejamos.

    Luis —Okey, quedamos así, ¡trato hecho!

    Mientras los chicos se ponen a mirar lo que investigaron, regresa la madre de hacer las compras y se prepara para hacer el almuerzo, una vez hecho se sientan a comer los tres, una vez terminado le dice Luis a la madre que va a acompañar a Mariana a su casa, se saludan y ella le agradece por la invitación y ellos en la calle ya casi llegando a la casa Luis pregunta.

    Luis —¿Te parece que vayamos a la iglesia?

    Mariana —Más tarde, quiero entrar a casa, acompañame por favor.

    Entran a la casa, preparan un café, ordenan la pieza, ventilan el ambiente abriendo las ventanas, preparan la cama y acomodan la Biblia en la biblioteca, pasa el tiempo y Luis se va a la noche a buscar la grabadora.

    Luis —Bueno, cuidate, Mariana, voy a buscar la grabadora, si querés quedate en tu casa, va a ser mejor así.

    Mariana —Bueno, cuidate, andá para tu casa después, si es algo importante venite para acá.

    Luis se despide en busca de la grabadora pensando si habrá captado algo la noche anterior.

    Luis de dirige en busca de la grabadora, nervioso por del pensamiento de qué habrá registrado la noche anterior, dobla por la esquina y ve la casa maldita, cuando está por llegar a la puerta ve que la puerta está cerrada con candado, no lo podía creer que tuviera tanta mala suerte, pensó.

    ¡Zas! No puedo recuperar la grabadora, qué decepción no recuperar el artefacto. Se da la media vuelta y se retira a su casa con bronca pero se detiene y piensa. Pero si no pude cruzar la puerta del jardín puedo buscar otro lugar para ver cómo entrar.

    Vuelve de vuelta a la casa, cruza el jardín y se dirige al costado de la casa donde ve una ventana y no hay forma de subir a la parte de atrás, imposible, hay un paredón donde termina la casa, va del otro lado lateral y ve un árbol cuyas ramas se meten adentro de la casa, duda en subir y se arma de confianza, se decide y le cuesta subir por el árbol pensando que no lo vean los vecinos. Entra por la ventana, se acomoda una vez en el piso y empieza a sentir otra vez esa sensación desagradable que le da ganas de llorar y se le vienen pensamientos malos que vivió en su infancia y piensa voy a terminar esto de una vez; prende la linterna de su celular y ve que es la pieza de la puerta rota donde dejó la grabadora, la busca y no la encuentra y piensa: Pero si yo la deje acá, a otro lugar no podrá haber ido, se va para el lugar de escalera al costado, la ve ahí, se agacha para recogerla y se la introduce en la riñonera y piensa: "Pero si yo no la dejé acá, estaba en la pieza, no importa, me voy, ya no soporto más este lugar, es horrible, la sensación de pesadez de este lugar no se aguanta más.

    Entra de vuelta a la pieza, sale por la ventana y se trepa por las ramas que dan por la ventana y empieza a bajar con cautela, cae al césped y le empieza otra vez a doler el dedo, mira fijamente a ambos lados para asegurarse que nadie lo vio, sale por la puerta del jardín y cuando da la vuelta ¡ve esa imagen del sujeto que vio la noche anterior!, se queda paralizado, su corazón empieza a latir rápidamente, la figura le grita en la cara:

    Figura —Qué estás haciendo en esta casa, ¡no sabés que no se puede entrar!

    Luis —No, nada, señor, fui a orinar nada más.

    Figura —Orinar y por qué subiste por el árbol a orinar, idiota, aparte llamé a la policía.

    Sin dudarlo Luis por instinto lo empuja y la figura cae al piso y empieza a correr por cualquier dirección. Después de correr cinco cuadras para y toma aire, se percata de que no lo haya visto nadie, camina una cuadra más hacia la avenida y para un taxi y agarra su celular.

    Luis —Hola, Marian, voy para tu casa, después te comento.

    Cortó el teléfono y le dice al chofer déjeme acá en la esquina, le paga el viaje y baja del auto, camina un poco cojo hasta el domicilio de Mariana, toca timbre y atiende ella, le dice que ya baje.

    Mariana —Te pasó algo, Luis, estás bien, contestame.

    Luis —Sí, pero te cuento arriba, acá no voy a decirte.

    Mariana —¿Trajiste la grabadora?

    Luis —Vamos a tu pieza ¡y te digo todo lo que me pasó!

    Llegan a la pieza y se desploma Luis en la cama y ella lo mira atónitamente, va a la cocina y le prepara un té para reconfortarlo del estado de ánimo que tenía.

    Mariana —Bueno, acá está tu té tomalo y después contame lo que te pasó.

    Luis —No, después lo tomo, te cuento.

    Mariana —Dale, contame que no aguanto más de la angustia, ya soltalo.

    Luis —Traje tu maldita grabadora pero la puerta de la casa estaba con candado.

    Mariana —¡Cómo hiciste, rompiste el candado!

    Luis —Cómo lo voy a romper y ¡con qué aparte si me escuchaban los vecinos!

    Mariana —Tenés razón, ¿cómo lo recuperaste?

    Luis —Me trepé por el árbol, entré por la ventana, lo agarré y me volví pero eso no es nada, te acordás de la figura que vi anoche, ¡me lo topé frente a frente!

    Mariana —¿Cómo que lo viste y qué pasó?

    Luis —Reaccioné mal, me asusté demasiado y lo empujé, corrí, tomé un taxi y vine para acá, no quería que mi madre me viera cómo estaba, ¡ya sabés cómo es ella!

    Mariana —Bueno, tranquilo, hiciste bien en venir acá, ¡tomate tu té que te va a hacer bien!—

    Una vez tranquilo Luis saca la grabadora de su bolsillo y se la da a su amiga, ella la agarra y la tira al tacho de la basura, Luis desconcertado le pregunta.

    Luis —Pero qué hiciste, no lo vas a escuchar, por todo lo que pasamos, la tirás a la basura.

    Mariana —Justamente por todo lo que pasamos y no quiero volver a saber más nada de esto.

    Luis —Bueno, pero yo la quiero escuchar, hicimos un trato, te acordás.

    Mariana —Los tratos también se pueden romper porque esto no es lo que me esperaba, si querés llevátela vos, yo acá no la voy a escuchar por todo lo que pasé, ¡mirá hasta dónde llegamos!

    Luis —Bueno, yo me lo llevo si querés, quiero saber lo que captó, ¡no tiremos esto por la borda!

    Mariana —Sí, llevalo, escuchalo en tu casa y no me digas nada de lo que escuchaste porque no me interesa nada más de esto porque trajo problemas ¡y nada más que problemas!

    Luis —Acordate que vos tuviste la idea, ¿no?

    Se despide Luis de ella y agarra la grabadora y se dirige a su casa para un taxi y se va a su domicilio hasta que lo deja en su casa, ingresa a su hogar, se recuesta en su cama y deja el artefacto en la mesita de luz, lo mira fijamente para escucharlo pero el sueño lo invade y piensa: mejor lo escucho mañana, voy a estar mejor y con este dolor de pie no voy a poder concentrarme".

    Luis se duerme ya preparado para escuchar a la mañana lo que se captó y no podrá creer lo que se grabó esa noche.

    Son las 9 de la mañana de un domingo lluvioso, se levanta Luis, se dirige al baño, se da una ducha, una vez secado, con ropa limpia se va a la cocina, no hay nadie, su madre durmiendo, único día para descansar, él se prepara el desayuno mirando por la ventana que da al patio observando cómo llueve copiosamente, pensativo de lo que habrá grabado o no grabó nada se pone a desayunar, una vez terminado se dirige a la pieza pero primero saluda a su madre y le pide por favor que no lo moleste por un rato que va a estar concentrado mirando un video de la materia que tiene que estudiar, una vez avisado

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1