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Nociones constitucionales para opositores: Funciomario : la fantasía moderna
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Libro electrónico390 páginas3 horas

Nociones constitucionales para opositores: Funciomario : la fantasía moderna

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Seis de cada diez jóvenes españoles quieren ingresar en la Administración Pública. La estabilidad, los horarios fijos y las pagas extras son los 'ganchos' que justifican esa elección . Todas las oposiciones tienen en común temas de Organización del Estado (Constitución Española) y temas de Derecho Administrativo. El resto del temario variará en función del tipo de plaza a la que se opte y de la comunidad autónoma que saque las plazas. Las que exigen mayor preparación, dirigidas a titulados superiores, son las que menos competencia presentan pero también las más duras de preparar, tanto por la cantidad de la materia a estudiar como por su dificultad. Los programas pueden sufrir alguna modificación de una convocatoria a otra, pero lo habitual es que el conjunto de temas no cambie, con lo que la preparación realizada sirve para sucesivas convocatorias. Los procedimientos de selección incluyen pruebas diversas: ejercicios de temas de conocimientos generales o específicos (orales, escritos o ambos), test psicotécnicos, entrevistas, pruebas para valorar conocimientos de idiomas. Al menos uno de los ejercicios de la oposición ha de ser práctico.
IdiomaEspañol
EditorialSelect
Fecha de lanzamiento14 ago 2021
ISBN9791220835732
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    Nociones constitucionales para opositores - trainera Abel castro

    A. Adicción al trabajo, un problema bien valorado

    B. El arte de relacionarse bien con los demás

    C. El motor humano se llama motivación

    D. Qué envidia: todos le quieren

    E. Conseguir nuestros objetivos exige esfuerzo y disciplina

    F. Una discusión nunca debe ser una guerra

    G. La escuela de la adversidad

    H. Trabajos que queman

    I. El impulso de la reflexión

    J. Cuando aguantar al jefe es un milagro

    L. La depresión

    LL. La yatrofobia

    Tema 8. Bibliografía

    DESARROLLO

    Introducción

    Una oposición es una carrera de fondo, y llegar a la meta y encontrarte un resultado negativo no es plato de buen gusto. Cuando, después de mucho tiempo y esfuerzo, llega un suspenso , es inevitable que necesitemos tiempo para asimilar una decepción tan importante. Pero tampoco podemos caer en la recreación del malestar.

    ¿Y qué puedo hacer? ¿Cómo afronto un suspenso en mi oposición ? ¿Alguna vez has sentido miedo al fracaso? Es una emoción habitual que puede llegar a bloquearnos. Superar unas oposiciones contempla tanto las condiciones preliminares necesarias para embarcarse en la preparación de una Oposición, como en las características recomendables que el candidato debe cumplir:

    1.- Información . Con el fin de elegir con buen criterio la Oposición será importante seleccionar bien las fuentes. El BOE, las páginas web oficiales de los organismos convocantes y los centros preparadores son algunas de las imprescindibles.

    2.- Compatibilidad . La alta dedicación y nivel de compromiso que representa estudiar una oposición hacen que sea incompatible con determinadas situaciones personales. Muchas oposiciones, especialmente las de grupo A1, son tan exigentes que no permiten compaginar su preparación con un trabajo u otras responsabilidades. Por eso, es preciso que el candidato se asegure de que podrá destinar varios meses o años de su vida a una actividad no remunerada y que le ocupará un importante espacio de tiempo.

    3.- Preparación . Las Oposiciones de los grupos A1 y A2 requieren mayor tiempo de preparación, entre dos y cuatro años, aunque también ofrecen mayores expectativas de éxito. En general, las Oposiciones más duras en cuanto a programa son también las que ofrecen mejores ratios de plazas convocadas por instancias presentadas. Y no hay que olvidar que los sacrificios que implica preparar una Oposición no permiten tomársela a la ligera ni hacer experimentos. Es un todo o nada que no admite medias tintas ni presentarse ‘a ver qué pasa’.

    4.- Perfil adecuado . El programa de la Oposición ha de corresponderse con el perfil del futuro opositor, ya sea por sus estudios, por su experiencia laboral anterior o por sus intereses y preferencias personales. El candidato debe tener presente que el trabajo al que opta ha de gustarle, pues lo ejercerá muchos años. También será interesante averiguar qué opciones de desarrollo de carrera o de promoción nos puede ofrecer el puesto elegido.

    5.- Convocatorias. Muchas plazas no significan necesariamente mayores oportunidades de aprobar. Por el contrario, las convocatorias que destacan por sus cifras suelen atraer a un mayor número de aspirantes y, por tanto, conllevan mayor competencia. Tampoco son estables en el tiempo: Lo más prudente es decantarse por cuerpos de los que haya un histórico de cierta regularidad.

    6.- Destino y salario . Aprobar una Oposición puede suponer un cambio de residencia para el nuevo funcionario, al menos, en los primeros años. Resultará útil, por tanto, averiguar dónde están esas plazas a las que optamos. También conviene conocer de antemano los niveles salariales en los que se mueve el cuerpo y plaza para los que nos estamos presentando.

    7.- Vocación de servicio . Siendo legítima la aspiración de lograr un empleo ‘para toda la vida’, sin embargo, el candidato no debe olvidar que un funcionario es, ante todo, un servidor público, y sin tener una clara vocación de servicio será muy difícil que pueda llegar a sentirse realizado y tener éxito en su futura profesión.

    8.- Ilusión . Nada como el entusiasmo para iniciar la preparación de una Oposición, hay que tener cuidado de no caer en la hipermotivación y eludir, de este modo, grandes desilusiones en caso de fallar.

    9.- Planificación . El temario para cualquier puesto de la Administración Pública es denso. Trabajar sobre datos, fechas y leyes, y la memorización de muchos de sus conceptos, precisan de una adecuada organización y planificación del estudio. Lograr un equilibrio entre el tiempo, el contenido y el esfuerzo invertido será la clave.

    10.- Disciplina . Sin ella el candidato está perdido y no podrá cumplir con la estrategia de estudio de forma regular, sobre todo en los periodos de mayor abatimiento o cuando la voluntad de ponerse a estudiar flaquee. Con disciplina se crea el hábito de estudio que facilita el éxito en la misión. No debe olvidarse que opositar es un proceso largo, y la compensación se ve muy lejana en el tiempo. Por eso es vital automotivarse y ser capaz de afrontar cualquier adversidad mediante una feliz gestión de la frustración personal.

    11.- Apoyos . Contar con apoyos externos mejora los resultados. En momentos de necesidad, el ánimo y las fuerzas aumentan si se dispone de la colaboración de otras personas. La familia, los amigos y acudir a un centro de preparación especializada contribuyen enormemente al éxito.

    La ilusión está ligada a las conductas y al comportamiento de las personas. Este término asociado al sueño, la fantasía y a la esperanza va ligado a las emociones, sensaciones, pensamientos y actitudes positivas de las personas. Y, por ello, puede ser una clave para generar cambios positivos en la vida de uno mismo. La palabra ilusión viene del latín illusio, -ionis , que significa engaño, del verbo illúdere que quiere decir burlarse de y jugar contra. De ahí que en español, como en otros idiomas, tenga que ver con engaño, idea irreal o distorsión de la percepción de los sentidos, que se hace patente en expresiones como ilusión óptica, ser iluso, de ilusión también se vive o hacerse ilusiones, entre otras. Sin embargo, también tiene un segundo significado, el más popular y arraigado en la actualidad, y que se refiere a algo positivo, favorable y optimista o a expectativas favorables depositadas en personas o cosas . Así, algunos diccionarios también la definen como la ilusión que implica alegría o felicidad que se experimenta con la posesión, contemplación o esperanza de algo (María Moliner) o esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo o viva complacencia en una persona, cosa, tarea, etc. (Real Academia Española), la ilusión significa una cosa distinta para cada individuo: en el interior de cada uno ha germinado y crecido una idea de la ilusión asociada a las ganas de vivir que motivan, a proyectos, o a la alegría, entre otros. Por ello, la ilusión implica un conjunto y una sucesión de actos y actitudes tales como: creer en los sueños; sentirse capaz para diseñarlos y hacer real lo imaginado; emprender conductas para perseguirlos; mantener, perseverar en comportamientos para conseguirlos; tener esperanza en lograrlos a pesar de la incertidumbre y de las adversidades ; y, además, realizar todos estos pasos con ganas y alegría.

    Así, pues, la ilusión invita a la acción, hace referencia al tiempo presente y al futuro, habita en la imaginación y va ligada a emociones , sensaciones, pensamientos y actitudes positivas de las personas. Y, aunque parece que tiene mucha semejanza con la motivación, no es lo mismo, cuando tenemos ilusión estamos motivados, pero no siempre que estamos motivados tenemos ilusión. Pone como ejemplo que se puede estar motivado por estudiar y aprobar una asignatura, pero no tener ilusión por ella ni estar ilusionado por dedicar la profesión a ella. Otros rasgos que las distinguen es que la motivación se centra más en el presente, en el ahora, mientras que la ilusión acompaña para construir el futuro . Para estar motivados hay que buscar un argumento, dar explicaciones para suscitar interés para sentirse animado a hacer algo; para estar ilusionados no hacen falta explicaciones, la propia ilusión conlleva el ánimo, el deseo y el argumento . A la motivación le acompaña saber que se obtendrá un premio al final; en la ilusión no se sabe si habrá recompensa, la propia ilusión y el perseguirla es el premio , con independencia de si al final se consigue lo propuesto.

    Sobre la ilusión no se imparte formación en ningún área escolar ni familiar ni laboral ni de salud. Solo se cuenta con ese legado popular que mantiene viva la llama de la ilusión y cada persona recoge un sentido o significado de la misma. Sí nacemos -unos más otros menos- con características personales afines a ilusionarnos, como el entusiasmo , el ánimo, la facilidad para soñar, diseñar proyectos, sensibilidad para percibir, la razón y el análisis, etc. Y también, a medida que crecemos, la aprendemos o nos la contagian.

    "La ilusión forma parte de la vida, del comportamiento . Y el comportamiento incluye conductas, pensamientos, sentimientos y actitudes. Y si la ilusión es una actitud ante la vida, la psicología , como ciencia del comportamiento humano, ha mostrado que se puede aprender, cambiar y cultivar , puntualiza. Los conceptos, valores y fortalezas del ser humano se pueden cultivar y potenciar".

    La gran mayoría de las personas da a la ilusión un sentido positivo, aunque cada uno tiene su propia definición y vivencia. Son sensaciones positivas sobre sí mismo, sus ganas de vivir y su potencial en crear su futuro. ¿Quiere decir esto que las personas que no tienen ilusión, no tienen este tipo de vivencias y sensaciones positivas sobre sí mismas en su presente y hacia su futuro ?

    La respuesta es complicada. Pero en realidad la ilusión y la esperanza ayudan a vivir mejor . Para Fernández no es igual la vida con ilusión que sin ella: En ocasiones sirve para que la vida sea más agradable y atractiva y, en otras, para que no sea tan fea, ayuda a vivir menos mal.

    Sin embargo, por circunstancias de la vida, la ilusión se puede perder , y por muchos motivos. Por ejemplo, debido a un cúmulo de varias decepciones . Cuando no se logra lo esperado, a veces, uno se desilusiona, pero como se contaba con esta posibilidad, se remonta. Pero cuando este hecho se repite una y otra vez, es posible que se pierda la ilusión.

    También se puede perder cuando la tristeza invade de tal forma que no deja hueco a otras emociones ni pensamientos. O cuando se sufre algún trastorno afectivo como la depresión o la distimia . De la misma manera, cuando una persona deja de pensar en ella misma y en lo que le gustaría llegar a ser o hacer, en definitiva, cuando se cierra o se ponen límites a la propia trayectoria hacia el futuro.

    Cuando uno está ilusionado todo fluye , pero desde la sensación de vacío o falta de ilusión es difícil. Pero se puede recuperar , aunque el camino para hacerlo no es fácil y requiere un trabajo personal intenso: Recuperar la ilusión será un camino de esfuerzo en el que hay que caminar poco a poco, viajando a nuestro interior, para buscar y recordar cómo era la ilusión y encontrar como éramos nosotros con ella. Recordaremos, y con esos recuerdos hay que imaginarnos hacia delante. Será necesario persistir y no abandonar y, sobre todo, pasar a la acción.

    Claves para potenciar la ilusión

    Aunque el proceso de potenciar la ilusión conlleva muchos elementos, lo resume en tres claves:

    1. Potenciar la imaginación. La ilusión habita en la imaginación, que es donde cada uno crea su historia. Cuanto más entrenado se esté en imaginar, más se amplían las posibilidades de la historia de cada uno.

    2. Confianza en lograr lo imaginado. Potenciar las capacidades y fortalezas que cada uno posee ayuda a tejer la historia imaginada y a vencer los obstáculos.

    3. Pasar a la acción. Para hacer realidad la historia que cada persona se confecciona de su vida, hay que pasar a la acción y ser perseverantes.

    La ilusión se asocia a las ganas de vivir que animan a llevar a cabo proyectos, y también a la alegría, a la esperanza en algo, alguien o en expectativas positivas, favorables y optimistas. Pero, ¿qué entienden los españoles por ilusión? ¿Qué nivel de ilusión hay en nuestro país? ¿Qué elementos son fundamentales para vivir con ilusión?

    La ilusión implica creer en los sueños y sentirse capaz para plantearlos y llevar a cabo conductas para perseguirlos, ser perseverante para conseguirlos, tener esperanza en lograrlos contra las adversidades que puedan aparecer en el camino y hacerlo con ganas y alegría. De la misma manera, está estrechamente ligada a las emociones, los pensamientos y las actitudes y a la acción de cada uno. Asimismo, la Psicología la entiende como estímulo y, a su vez, como respuesta y consecuencia, coexistiendo de forma consecutiva y yuxtapuesta, por eso estos elementos no son solo componentes de la ilusión, sino que también además la generan.

    Para contestar a la anterior pregunta, el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid , promovido por la Organización Nacional de Ciegos Españoles ( ONCE ), ha llevado a cabo el estudio '¿Qué es la ilusión? Qué piensan los españoles que es la ilusión y cuán ilusionados están?'. Para ello se realizaron 3.200 entrevistas a hombres y mujeres mayores de 18 años de todo el territorio español.

    La autora de este trabajo, Lecina Fernández Moreno , psicóloga clínica, apunta que los españoles, cuando hablan de ilusión (tengo ilusión o me hace mucha ilusión), la entienden como algo positivo y la asocian a ideas y conceptos positivos que ayudan a crecer, vivir mejor y a ser mejores personas.

    Los resultados muestran que entre el 80% y 95% de los españoles asocian la ilusión en gran medida -con valores medios entre 7 y 9 puntos en una escala de 0 a 10- a ideas y conceptos relacionados con las personas cercanas, las ganas de vivir, la alegría y felicidad, la vida, la confianza en uno mismo, tener proyectos, la perseverancia para conseguirlos, a la esperanza y lo que da valor al día a día . No obstante, el elemento que los entrevistados han asociado a la ilusión con mayor intensidad, con independencia del nivel obtenido, son las personas.

    Este trabajo ha puesto de manifiesto que las variables edad, salud y situación laboral influyen en el nivel de ilusión. Así, los resultados muestran que las personas con niveles por encima de la media (7,12) son las jóvenes, las que estudian y las que trabajan y las que tienen buena salud. Otros estudios habían afirmado con anterioridad que la felicidad y el optimismo influyen en la buena salud y que la ilusión lleva implícita felicidad y optimismo, de forma que se puede decir que la ilusión es favorable para la salud. Por otro lado, los españoles también la relacionan con ideas negativas, como la incertidumbre y la falsa esperanza, pero estos son un porcentaje menor y con valores medios de asociación por debajo de 5 puntos.

    De este trabajo se desprenden conclusiones muy interesantes sobre el conocimiento de la ilusión : Saber mejor qué es, qué elementos la componen y con qué orden, qué ocurre cuando estamos ilusionados y qué comportamientos despierta en la persona. También ayudan a saber cómo funciona y, por tanto, saber cómo fomentarla y cómo entrenarla, a aprovechar su potencial en el crecimiento de las personas y a poder ayudar a recuperarla.

    Un descubrimiento importante del estudio es que todas las personas, estén más o menos ilusionadas, otorgan una alta puntuación a los elementos relacionados con la emoción (personas cercanas y ganas de vivir). Entonces, ¿qué es lo que diferencia a las más ilusionadas? "Las más ilusionadas dan más peso al elemento pensamiento: a la asociación de la ilusión con el valor de lo cotidiano, a la esperanza y al proyecto . Es decir, creen más en lo que hacen cada día y tienen la esperanza de ir construyendo el proyecto. Mientras que las personas menos ilusionadas dan menos peso a esos mismos elementos. Esto es fundamental para, a nivel general, saber por dónde empezar a ilusionar".

    La ilusión la componen elementos que se relacionan con la conducta de las personas como:

    Las emociones: alegría, inquietud por la incertidumbre y las adversidades, la relación con las personas queridas, felicidad y optimismo.

    El pensamiento: creer, imaginar, diseñar proyectos, tener una meta hacia dónde ir, tener confianza en uno mismo y en su proyecto y fuerza ante los obstáculos, valorar lo cotidiano, y tener esperanza.

    La acción: emprender y perseverar.

    Las personas cercanas: hijos, pareja y amigos están incluidos en las ilusiones personales. Las personas mueven ilusiones, se construyen ilusiones con y para ellos, y viceversa, y se contagia entre las personas.

    El tiempo: está implícito en el proceso de la ilusión. La persona imagina y construye en el presente para transformar la realidad en su futuro. La ilusión sucede en un tiempo de espera activa.

    La Psicología puede hacer de la ilusión una herramienta para el desarrollo y bienestar de las personas. Todos estos elementos se pueden aprender, entrenar y cambiar y, con ello, modificar la conducta y actitud humana.

    ¿Es lo mismo una cara de enfado en una persona de origen oriental que en una de procedencia occidental? Según una de las hipótesis más aceptadas en biología y ciencias sociales, debería serlo. No obstante, parece que la manifestación y la intensidad de las seis emociones básicas (alegría, sorpresa, repugnancia, ira, miedo y tristeza) no serían tan universales como se ha creído hasta ahora. Expertos en neurociencia y psicología han llegado a la conclusión de que la expresión de las emociones podría no ser una cuestión innata, sino más bien cultural . En otras palabras, abrir bien los ojos y la boca en la otra punta del mundo puede servir de bien poco si los habitantes de ese lugar no saben identificar la expresión facial de sorpresa.

    Estas deducciones a las que han llegado a través de un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences contradicen la hipótesis más aceptada en biología y ciencias sociales desde que Charles Darwin escribiera 'La expresión de las emociones en el hombre y en los animales', en 1872. En él, establecía que las expresiones faciales de las seis emociones básicas (alegría, sorpresa, repugnancia, ira , miedo y tristeza) son universales e innatas.

    El estudio, llevado a cabo por investigadores del Instituto de Neurociencias y Psicología de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), señala que la comunicación de las emociones ha evolucionado y mejorado, en el contexto de interacción social. En el trabajo contaron con participantes occidentales y orientales.

    Los primeros distinguían las seis emociones básicas, mientras que los orientales superponían algunas de ellas. Los orientales confundieron sobre todo la sorpresa, el miedo, el asco y la ira. La explicación podría estar en que estos tienden a fijarse en los ojos para reconocer el grado de alegría, miedo, repugnancia e ira en una persona. Los occidentales, en cambio, deducen la magnitud de la emoción por otros músculos faciales, sobre todo los relacionados con la expresión de la boca .

    A esta conclusión llegaron los mismos científicos hace unos años, en un trabajo que en ese momento publicaron en la revista Current Biology . A consecuencia de ello, los nipones pueden caer en más malentendidos, puesto que ante un rostro mínimamente ambiguo suelen confundirse en gran parte de las ocasiones.

    Para constatar su hipótesis, en el estudio reciente, los investigadores contemplaron un elemento contemporáneo: los emoticonos , una secuencia de caracteres que, en un principio, representan una cara humana y se utilizan para expresar emociones en el correo electrónico, foros, SMS y en los chats.

    Los autores recordaron que esta diferenciación cultural en la manera de interpretar las caras entre occidentales y asiáticos también se ve en los emoticonos : los asiáticos ofrecen rasgos mucho más marcados en la parte superior de la cara, sobre todo en los ojos, mientras que los occidentales subrayan la parte inferior, sobre todo la boca.

    El ámbito de las emociones no es una ciencia exacta. Desde Darwin, el estudio de las expresiones universales ha preocupado a la comunidad científica, entre los que destacan Paul Ekman, psicólogo pionero en el estudio de las emociones y su relación con la expresión facial, y Ray Birdwhistell, antropólogo fundador de la kinésica o la interpretación de los movimientos corporales. Ekman considera que, en efecto, hay gestos universales : las personas de todo el mundo se ríen cuando están alegres o quieren parecerlo , mientras que fruncen el ceño cuando están enojados o pretenden estarlo . El papel de la cultura es disimularlos, exagerarlos, ocultarlos o suprimirlos por completo. Birdwhistell, en cambio, sostiene que, a pesar de que algunas expresiones anatómicas son similares en todas las personas, el significado difiere según la cultura a la que pertenezcan.

    Igual que Ekman, la mayor parte de los científicos considera que, como mínimo, algunas expresiones sí son universales. La prueba más citada por quienes sostienen tal afirmación es el estudio realizado en niños ciegos de nacimiento. Se ha comprobado que todos los recién nacidos expresan una especie de sonrisa a partir de las cinco semanas de vida, incluso si son ciegos. Los pequeños ciegos de nacimiento también ríen, lloran, fruncen el ceño y adoptan expresiones típicas de ira, temor o tristeza.

    Otro estudio, publicado en la revista Journal of Personality and Social Psychology y realizado por investigadores de la Universidad de San Francisco (EE.UU.), se centró en deportistas paralímpicos ciegos de nacimiento . En el momento de recoger las medallas, un 85% de los ganadores mostró sonrisas sociales , que se basan en usar solo los músculos de alrededor de la boca (la sonrisa verdadera hace que los ojos brillen y se entrecierren, mientras los pómulos suben).

    Por último, una investigación llevada a cabo por la Universidad de Haifa (Israel, 2006) aseguraba que las caras de alegría, enfado o tristeza pueden heredarse y que los miembros de una misma familia muestran gestos parecidos. La mayor correlación, además, se da con las emociones negativas .

    Emociones y expresiones faciales universales

    Pau Ekman definió seis gestos universales , aunque años más tarde los amplió a 17. Estos fueron los primeros:

    Alegría. Se produce mediante la contracción del músculo que va del pómulo al labio superior y del orbicular que rodea al ojo. Las mejillas se elevan.

    Tristeza. Se manifiesta cuando los párpados superiores caen y las cejas se angulan hacia arriba. El entrecejo se arruga y los labios se estiran de forma horizontal.

    Ira. Mirada fija, cejas juntas y hacia abajo y tendencia a apretar los dientes.

    Sorpresa. Los párpados superiores suben, pero los inferiores no están tensos. La mandíbula suele caer.

    Asco. Ligera contracción del músculo que frunce la nariz y estrecha los ojos. El gesto de la nariz arrugada es simultáneo al de la elevación del labio superior.

    Miedo. Sigue a la sorpresa. Párpados superiores elevados al máximo e inferiores tensos. Las cejas levantadas se acercan. Los labios se alargan hacia atrás.

    Las carcajadas provocan efectos positivos, tanto físicos como psicológicos, y son un hábito saludable que conviene poner en práctica cada día . Umberto Eco urdió toda una trama policíaca entre los muros de una abadía en la Alta Edad Media para exponer el poder de la risa. En ‘El nombre de la rosa’ se suceden incluso crímenes para ocultar al pueblo la defensa que supuestamente hiciera Aristóteles sobre la bondad de las carcajadas. Esto es, por supuesto, ficción, pero no está exenta de realidad, ya que hubo tiempos y lugares -aún los hay- en los que lo sensato y maduro era permanecer serio, taciturno, incluso hosco. La risa y un buen humor frecuente se asociaban a la frivolidad y la inmadurez. Afortunadamente, las investigaciones, como aquella que imaginara el escritor y semiólogo italiano, han avalado algo que la sabiduría popular intuía y hoy la ciencia demuestra: reír es saludable.

    La risa está localizada en la zona prefrontal de la corteza cerebral, la parte más evolucionada del cerebro. En esta zona, según los expertos, reside la creatividad, la capacidad para pensar en el futuro y la moral. Sin embargo, conforme cumplimos años y se nos supone más sabios, perdemos la espontaneidad de dejarnos llevar por la risa, de buscar la carcajada o de encontrar la parte cómica a las situaciones. Por eso, hay veces que conviene aprender a reír, o a recordar cómo se reía.

    La risa como terapia

    Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder de liberar al organismo de energía negativa. Esta capacidad fue científicamente demostrada cuando se descubrió que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos negativos un segundo después de comenzar a reír. En lógica relación con esta evidencia, en los últimos lustros se ha afianzado la risa como terapia.

    Reírse es una función biológica necesaria

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