Sevilla en la copla y el cine
Por Joaquín Arbide
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Millones de personas que nunca visitaron Sevilla la conocen a través de su imagen en letras y pantallas. Y eso es lo que con maestría nos muestra Arbide en esta obra —sentimiento y conocimiento— que compone, en verdad, un ensayo esencial sobre el alma grande de la ciudad, alma que el autor conoció y amó como pocos.
“Sevilla en la pantalla ha sido durante muchos años y casi siempre, la Sevilla del turista, de la postal, de la Giralda y la reja. Con la llegada del cine sonoro, la música, la voz y las palabras se hicieron dueñas y señoras. Y con la fusión de ambas cosas, pronto se acudiría a la canción y de ahí, a un paso, a la copla”.
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Sevilla en la copla y el cine - Joaquín Arbide
Nota de los editores
Ojalá nunca hubiéramos tenido que escribir estas líneas malditas, inspiradas y desgarradas por el desgraciado, dolorosísimo y reciente fallecimiento de su autor, nuestro admirado y querido Joaquín Arbide.
Sevilla es mucho más que una ciudad. Desde su origen, matrimonió bien con las artes. Su esencia, imaginario y evocación ha inspirado infinidad de obras literarias, de composiciones musicales, de óperas y, cómo no de teatros y cine. Y, haciendo bueno aquello de que uno no es lo que es, sino que, también, es lo que los demás ven de uno, Joaquín Arbide, autor exquisito, nos muestra el extenso y luminoso rastro emocional y documental que Sevilla ha dejado en la copla y el cine. Millones de personas que nunca visitaron Sevilla la conocen a través de su imagen en letras y pantallas. Y eso es lo que con maestría nos muestra Arbide en esta obra —sentimiento y conocimiento— que compone, en verdad, un ensayo esencial sobre el alma grande de la ciudad, alma que el autor conoció y amó como pocos.
Muchas gracias por confiar en nosotros. Sabemos del viejo aserto: nadie muere del todo mientras alguien le recuerda. Por eso, esta obra tuya, junto a las anteriores, te garantiza el recuerdo que mereces y que nosotros custodiaremos con veneración en el altar de nuestro catálogo.
Rosa García Perea
Manuel Pimentel Siles
1
¿Qué es la copla?
Decir copla equivale a decir canción popular. Y esa copla o esa canción a la que me voy a referir en este libro, nace del resultado de la unión del ingenio y las creaciones de nuestros poetas más populares, con nuestras músicas, también más populares. Una copla se reduce a una estrofa formada por cuatro versos:
De noche cuando me acuesto
le rezo a la Virgen de la Macarena;
y ahí yo solita, con mi Virgencita,
le cuento mi pena.
Se dice también que las coplas pueden ser cuentos, habladurías, historias reales, impertinentes, de amores, desamores, trágicas, poéticas… El texto es de carácter coloquial usando un lenguaje en el que suele dominar el doble sentido. El tratamiento de los temas, tanto amorosos como de crónica, es satírico, aunque en el caso de amores contrariados y temas solemnes, como la muerte, se trata con formas de apología sentimental. El texto literario, con una profunda base poética, pone siempre de manifiesto algo que entiende el pueblo español, del mismo modo que la música tiene una gran raigambre popular. Las historias se cuentan en pocos minutos y los temas tienen sus orígenes en la vida misma. El amoroso suele ser el más frecuente, pero no el único.
El concepto de canción española termina confundiéndose con copla y de ahí a un paso del cante, que es la acción y efecto de cantar cualquier género popular. Y en el cante, el «jondo» u «hondo», es decir, el flamenco. A lo largo de este recorrido que vamos a hacer tú y yo juntos, CANCIÓN, COPLA Y CANTE, no tendrán más remedio que viajar, también, juntos.
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son.
Y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor.
Manuel Machado
No es canción, se llama copla,
y cabe dentro la via,
que la copla es el querer
que se llama Andalucía.
La copla es el ancho mar
y la arena de la playa,
la copla es por donde vaya
la voz de un pueblo al cantar.
Almohadita pa soñar
y agüita para mis labios,
ilusión para engañar
hasta el propio desengaño.
Antonio Burgos
2
¿Qué es el cine?
El «cinematógrafo» es la reproducción de escenas de la vida real, por medio de la fotografía, presentándolas con la animación y movimientos naturales. Al cine se le bautizó como «el séptimo arte», respetando un orden de llegada. Y el arte recién llegado terminaría nutriéndose de todas sus antecesoras. Desde el principio, un piano o una breve orquesta, acompañaba las proyecciones. Con la llegada del sonoro, la música, la voz y las palabras se hicieron dueñas y señoras. Y de la fusión de ambas cosas, pronto se acudiría a la canción y de ahí, a un paso, a la copla. Nuestro cine ha acudido mucho a esta última, sobre todo a la andaluza, quizás porque no tenga largas y profundas raíces, sea un tanto liviana y toque temas muy argumentales, de fácil comprensión, de amores, dramas o humor.
Sevilla en la pantalla ha sido durante muchos años y casi siempre, la Sevilla del turista, de la postal, de la Giralda y la reja. Y los sevillanos, comparsas hablando con un supuesto gracejo de impostura. Sevilla ha identificado, muchas veces, a Andalucía y a España, para quedarnos en lo superficial, en lo tópico y en lo falso… El oropel y las glorias de unas fiestas…
Cuando llegó el cine a Sevilla y aquello se convirtió en el mayor atractivo para la gente joven, era fácil oír a niños utilizar el estribillo de una canción popular que se llamaba Llévame al cine mamá. Y a coro se cantaba aquello de: «Llévame al cine mamá… ma… ma… ma… matógrafo…»
Y ahora, si les apetece acompañarme, vamos a viajar juntos sobre la Sevilla de la copla y el cine.
La Niña de los peines
1900
Diez años atrás, antes de empezar el siglo XX, había nacido en Sevilla Pastora Pavón, LA NIÑA DE LOS PEINES, de familia de artistas y emparentada con Manolo Caracol. Desde los ocho años ya apuntaba para el cante y su fama fue tan grande que la pintó Julio Romero de Torres, contó con la amistad de Manuel de Falla y de ella dijo Lorca: «Maestra de gemidos, criatura martirizada por la luna, voz de máscara gitana a quien el duende pone mejillas temblorosas de muchacha recién besada…»
Se casa con Pepe Pinto. Toca todos los palos y comparte escenario con figuras como Pepe Marchena, Antonio Chacón o Caracol. Culmina en los años cincuenta y comienza a declinar en los sesenta. En cine solo aparece en la película de Ana Mariscal Los duendes de Andalucía, en 1966, tres años antes de morir.
Sobre Pastora se han escrito infinidad de cosas. Retomo de aquí y de allá: «Pastora, tora brava en los campos de Andalucía». «Sombrío genio, equivalente en capacidad de fantasía a Goya o el Gallo… Cuando Sevilla ardía en gracia y sueño de ángeles, duendes y musas, ella jugaba al cante.» «Con su voz de musgo y estaño fundido, nos hacía temblar de placeres y dolores y nos ponía en contacto con las tinieblas y los soles del universo. Nadie ha cantado como ella. Nadie nos ha hecho placenteramente sufrir como ella…».
Como dijo Manuel Machado:
A todos nos han cantao
en una noche de juerga
coplas que nos han matao.
«Fue una noche en La Campana. El Bar del Pinto cerrado. En el sótano Pastora y un grupo de amigos. Peinó todos los rayos de su pelo. La Soleá de la Serneta. Y hasta bailó. Dijo el Pinto que tenía que estar muy a gusto para alzar los brazos al cielo y poner los pies en lo más hondo de la tierra. Y sentenció: Esto no se volverá a ver.»
España perdió la isla de Cuba. Pocos regresaron. Todo quedó envuelto en malos recuerdos, que se enredaban en las letras de guajiras y habaneras que cantaban los soldados sevillanos:
Al despertar la mañana
cuando alumbra el firmamento
se oye en el campamento
alegre toque de Diana;
sale la tropa cubana
formando por compañías.
El sargento de semana
pasa lista diligente;
y yo respondo presente
pensando en ti, vida mía.
Sevilla recordaba con nostalgia los años de las colonias. De allí el café, el cacao, la seda, el azúcar de pilón, los papagayos y el ritmo lánguido y sensual de la habanera… Y en las calles, los rótulos de algunos establecimientos: «Tienda de coloniales», «Tienda de ultramarinos» o «Café de Puerto Rico».
1904
José Tejada Martín nace en Marchena. Durante sus primeros años de «artisteo» se hizo llamar «NIÑO DE MARCHENA». Cantó por primera vez en un pueblecito también sevillano, Fuentes de Andalucía, donde ganó un concurso de cante flamenco para aficionados. Su primer contrato profesional fue para actuar en el Café Novedades de Sevilla, donde empezó cobrando cinco duros diarios por actuación.
PASTORA IMPERIO, llamada entonces «la Reina del Duende», debuta en el Salón Actualidades de Madrid. Aunque su arte era el baile, el público llegó a considerarla como bailaora-cantante. Su primer éxito fue el pasodoble «Cuna cañí».
Bautizá con manzanilla
cerca del Guadalquivir.
tiene un trono esta chiquilla
que la llaman en Sevilla
la gitanilla cañí.
Tengo la sangre morena
porque el sol me la quemó,
igual que la Macarena
esa Virgen que es tan buena
¡Virgen de mi devoción!
Sevillana, sevillana
es la tierra en que nací,
del mundo la soberana
por ser mi tierra gitana
la cuna de lo cañí.
Cuentan que Rafael de León y Juan Solano le escribieron una letra a Pastora Imperio, mitad humor, mitad homenaje, en la que se reflejaba lo que san Pedro le iba a preguntar a la artista al llegar al cielo. Y decía así:
—¿Y usted qué vende?, ¿qué quiere?
¿qué sabe hacer?
—Pues verá: Sé llevar una mantilla
y una bata almidoná
y moviendo los pinreles,
nunca he perdido el compás.
Contrajo matrimonio con Rafael Gómez «el Gallo», boda que llamó la atención y habría de conmover a toda España. Pero, por suerte para algunos entendidos en la materia, el matrimonio habría de durar poco. Un año. La artista abandonó al torero y siguió cantando y bailando, cosas como «La nieta de Carmen»:
Tengo el corazón gitano
tengo el alma trianera
y llevo en mis venas sangre
de Carmen la cigarrera…
1908
En la calle Mateos Gago nace la niña Estrella Castro Navarrete, hija de un gallego y una malagueña que ya tenían once hijos. Pero esta, con el número doce, iba a revolucionar a la familia cuando pasó a llamarse ESTRELLITA CASTRO. Siempre me preocupó cómo se las arreglaría esta artista para invitar a la familia a sus estrenos… Medio patio de butacas, como mínimo.
Estrellita Castro
MIGUEL DE MOLINA nace en la Málaga republicana. Aunque don Miguel no sea sevillano, lo traigo a este libro porque creo que es de justicia. Realiza sus primeros y únicos estudios gracias a una beca del colegio de los Salesianos y siendo aún muy niño se marcha de Málaga con una compañía de gitanos. Canta y baila en tablaos con compañías de poca monta. Aplicado en otros temas, aprende a diseñar y confeccionar el vestuario de sus espectáculos y, poco a poco, va conociendo y entablando amistad con los personajes más importantes de la época, como Benavente, Lorca, Rafael de León, Pastora Imperio, la Argentina, Sánchez Mejías…
El inicio de la guerra le sorprende en Barcelona, desde donde se desplaza a Valencia para actuar en teatros y en hospitales del frente, sirviendo estos hechos para ir tachándolo de cantante republicano, aparte de por otro motivo que un sector de aquella España rota en dos nunca entendería ni nunca le perdonaron.
Recién terminada la guerra debuta en el Teatro Rialto de Madrid. A partir de ese momento se inicia una persecución sin límites contra su persona, boicoteando sus espectáculos y deteniéndolo frecuentemente. Siempre en mi memoria la película Las cosas del querer de Jaime Chávarri (1989), basada en su vida, y Esta es mi vida, rodada en Argentina en 1952, dirigida por Román Viñoly, donde protagoniza la historia de un personaje que «podría» ser él mismo. La película se caracterizó por contener una serie de números musicales maravillosamente coreografiados y montados por él.
Se rueda en Barcelona la primera versión de Don Juan Tenorio, dirigida por Ricardo de Baños que luego haría la segunda en 1921. Aquel título sirvió, sobre todo, para darle alas a una recién nacida productora catalana, Hispano Films (cuando las cosas en Barcelona tenían nombres relacionados con España), pero sin que consiguiera el director quitarle el excesivo tufillo teatral a la versión. El resultado fue algo así como teatro fotografiado.
Nace en La Puebla de Cazalla, Dolores Jiménez Alcántara, más tarde conocida como LA NIÑA DE LA PUEBLA. Su padre era peluquero de profesión y gran aficionado al cante flamenco. Pocos días después de nacer quedó ciega a causa de una infección en los ojos mal curada. No hay más que imaginar los medios que podían existir en un pequeño pueblo de esa zona y en aquellos años… Pero los invidentes siempre han tenido mucha facilidad para el estudio y la práctica de la música. Y así habría de ocurrir con la niña. A los ocho años empezó a estudiar música, canto y guitarra. Su invidencia le ayudaba a concentrarse totalmente en un arte para el cual los ojos no eran imprescindibles.
A los veinte años debuta en su tierra y poco después en Madrid, confesándose gran admiradora de Pepe Marchena. Su momento culminante como cantaora le llegará en los años treinta, siendo acompañada por guitarristas como Niño Ricardo, Sabicas o Ramón Montoya.
1909
Manuel Ortega Juárez, MANOLO CARACOL, nace en la calle Lumbreras de Sevilla. Descendiente de una familia gitana de gran tradición en el cante. Su padre, Manuel Ortega, «el del Bulto», gran cantaor de seguiriyas y soleares ha pasado a la historia como prototipo del gitano andaluz. Tío de Manzanita y suegro de Arturo Pavón.
En estos años empiezan a cobrar auge las murgas carnavaleras. Aunque las letras eran muy populares y a veces chabacanas, sus autores las registraban en la Sociedad de Autores por si triunfaban y terminaban cantándose en todas partes. Pero no será hasta 1914 cuando la actividad de murgas y comparsas alcance el mayor éxito popular en Sevilla.
ESTRELLITA CASTRO, aprende desde niña, en la academia del maestro Realito. Debutará muy pronto en Sevilla. A los doce años lo hará en Madrid en el Teatro Novedades y pronto montará los espectáculos La copla andaluza y María de los Dolores, de los que habrían de salir éxitos como María de la O, Ojos verdes o Mi jaca. Hasta 1935 no debutará en el cine.
1910
Ya se ha estrenado en toda España la primera versión cinematográfica de «Don Juan Tenorio», de Ricardo de Baños, como ya hemos dicho en 1908, realizada por Hispano Films, una productora catalana, obteniendo buen éxito de crítica y público. Naturalmente Sevilla se contempla gracias a unos decorados de estudio y telones pintados al estilo teatral. Pese a esta ambientación, la crítica coincidió en que la película agregaba a estas reminiscencias teatrales grandes valores diferenciales propiamente cinematográficos
1914
Las murgas y comparsas sevillanas, que habían nacido como actividad de simples aficionados, ante el éxito y la popularidad adquiridos, se profesionalizan y no solo actúan en Sevilla, sino que hacen giras por Córdoba, Málaga e incluso Madrid. Abundaban las letras bufas en las cuales se hacían caricaturas de personajes populares y a veces de ellos mismos, como en el caso de la «MURGA DEL REGAERA».
Cuando se murió Escalera
le decían los chavales.
Ahí va la chimenea
de la Fábrica Cristales.
Al pintor Alfonso Grosso le encargó el Círculo Liberal un retrato al óleo del jefe de dicho partido político, Pedro de la Borbolla. Inmediatamente surgió la copla:
Al pintor Alfonso Grosso
le han encargado que pinte
la cabeza de Borbolla,
que pinta mejor que Goya.
Pastora Imperio
A veces las letras aspiraban a más y se aproximaban a las canciones o cuplés que cantaban figuras como la Chelito o Raquel Meller, sin abandonar el sentido pícaro y humorístico. Valga como ejemplo esta letra del escritor sevillano Álvaro Retana que mantenía la línea cómica y erótica:
Es Luisita una niña muy coqueta
caprichosa por demás
tiene quince abriles
y es una preciosidad.
Dijo a su padre que quiere un Pepe
para su angustia calmar
y el padre por darle gusto
a la niña un Pepe
le llegó a comprar.
Al ver la niña el muñeco
desconsolada quedó
y a su padre le decía:
Esto no lo quiero yo.
Yo quiero un Pepe de carne
que me llene de pasión
es lo que me pide el cuerpo,
pero no un muñeco
que sea de cartón.
No hará falta aclarar que por aquel entonces un Pepe o un Pepón era un muñeco muy popular.
En un principio, Sevilla no fue ciudad de carnavales. Con la Semana Santa, la Feria y el Rocío, tenían bastante nuestras gentes. Aun así, siempre hubo atisbos y tímidos esfuerzos. Pero habría de ser un gaditano destinado a Sevilla, el popularmente conocido como «El tío de la tiza», quien pusiera orden e impulsara las letras y organizara las agrupaciones.
PASTORA IMPERIO había nacido en Sevilla en 1889. Criada en el seno de una familia gitana, empieza a actuar con diez años, destacando en el baile, la canción y el recitado, pero mostrando una mayor predisposición, sobre todo, por lo primero. Su modo de actuar se caracterizó por el uso de la bata de cola, los brazos alzados, el giro ágil y estético de sus manos y la práctica simultanea de la danza y el zapateado. Tras su debut en Madrid es vista y admirada por muchos escritores y artistas: Valle-Inclán, Antonio Machado, Romero de Torres, que le hizo un retrato, Benavente que le dio definitivo nombre artístico al decir que «esta niña vale un imperio», y Manuel de Falla que le compuso El amor brujo para que hiciera al personaje de Candela, espectáculo que se estrenó en 1915.
El cine, naturalmente, no tardó en llamar a su puerta y este año hace la película La danza fatal, dirigida por el catalán José de Togores. Esta fue la primera de las siete películas en las que llegó a intervenir Pastora, coincidiendo con su momento de mayor éxito profesional. En esta se trata de una historia dramática en la que se cuenta la vida de la hija de un bandolero que muere a manos de la ley y que, acogida por una familia de gitanos, llega a ser una gran bailaora.
1919
Gracia Jiménez Zayas, más tarde conocida como GRACIA DE TRIANA, nació en enero de este año en la trianera calle Castilla. En sus primeros años se apodó «la Calentito», porque su padre era churrero, o más bien calentero, en este barrio. No empezaría su carrera artística hasta 1940, cuando ya contaba más de veinte años.
ESTRELLITA CASTRO, con once años, ingresa en la academia de «Realito» de Sevilla y con doce actúa en una fiesta ante los reyes de España, Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia en los Reales Alcázares. A la reina le encantó la actuación de la chiquilla y cuentan que le regaló una pulsera de diamantes. Puede que aquella fuera una de las actuaciones más beneficiosas para Estrellita.
Su presentación oficial ante el público sevillano fue en el Teatro Imperial, asistiendo al estreno lo más selecto de la sociedad sevillana. Nuestra joven artista, indudablemente, había nacido con muy buena «estrella»… Antes de presentar su espectáculo en el Novedades —otro teatro de la ciudad— surgió el problema de que no tenía la edad reglamentaria para actuar en público. Dicen que consiguió una audiencia con el gobernador y que este, complacido por el arte y desparpajo que derrochaba la niña, le autorizó la actuación. Tras los éxitos obtenidos en Sevilla, es reclamada en los teatros de Madrid y Barcelona.
JUANITO VALDERRAMA nace en Torredelcampo, Jaén. No es sevillano, pero tiene aquí su hueco como lo tienen Miguel de Molina o Lola Flores: por derecho propio o por su vinculación con Sevilla. Juan se cría en un cortijo llamado «La Barrezuela» y desde que era muy pequeño demostró su predisposición y arte para el cante.
Con el paso del tiempo, un día fue a cantar a su pueblo Pepe Marchena y Juanito se quedó prendado con aquel cantaor. Lo mismo ocurrió a la inversa. A Marchena le gustó cómo cantaba aquel chiquillo y le pidió permiso al padre para incorporarlo a su compañía. Y como siempre pasa en estas historias de padres de artistas en ciernes, dijo que no. Visión que tenía el hombre. Pero no había más remedio que esperar… Como en tantos otros casos, como el de Juanita Reina, por ejemplo. Pero no será hasta el año 1935 cuando empiece tímidamente su carrera.
AMALIA MOLINA fue una cantante y bailarina sevillana que actuó en teatros de París y Broadway, pero regresaba todos los años a Sevilla a pasar la Semana Santa y la Feria. De entre su amplio repertorio popular español, cabe destacar:
De noche cuando me acuesto
le rezo a la Virgen de la Macarena;
y ahí, yo solita, con mi virgencita,
le cuento mi pena.
Y de corazón le pido
que al gitano que yo quiero
mientras en el mundo viva
No me sea traicionero.
1920
Empieza una década en la cual, entre tímido y callado, el cine español vivirá como sumergido en un mar de confusión y utopías, donde todo parecerá posible, porque los principios son siempre difíciles y nada llega a cristalizar del todo. Se están sentando las bases de una nueva industria que procede de fuera y nos pilla desprevenidos. El cine español pretende asentarse en una industria independiente, lo cual es una buena idea, y así buscar y abrirse un futuro. Pero determinados sectores industriales dan la espalda a una posible unificación de criterios y objetivos comunes, como siempre ha ocurrido en nuestro país.
1921
PEPE MARCHENA arranca su vida profesional en Madrid, en el castizo barrio de La Bombilla en un local llamado «Merendero Casa Juan». A los pocos meses lo contrata el empresario Juan Carcellé para un espectáculo de variedades que se iba a estrenar en el