Tenderenda el soñador
Por Hugo Ball
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Tenderenda el soñador - Hugo Ball
Tenderenda
el soñador
Hugo Ball
logo BuchwaldÍNDICE
LA ASCENSIÓN DEL PROFETA
EL CABALLO DE CALESITA JOHANN
EL FIN DE BAILARÍN
LOS CIELOS ROJOS
SATANÓPOLIS
GRAND HOTEL METAFÍSICA
LA PLEGARIA DE BULBO Y EL POETA ASADO
HIMNO 1
HIMNO 2
EL DIRIGENTE DE LA DESCOMPOSICIÓN
JOLIFANTO BAMBLA Ô FALLI BAMBLA...
HIMNO 3
LAURENTIUS TENDERENDA
BAUBO SBUGI NINGA GLOFFA
SEÑOR Y SEÑORA GOLDKOPF
Ball, Hugo
Tenderenda el soñador / Hugo Ball.
1a ed.–Ciudad Autónoma de Buenos Aires:
Buchwald Editorial, 2022
Libro digital, EPUB
Traducción de: Enrique Salas
ISBN 978-987-47682-7-8
1. Dadaísmo. 2. Novelas. 3. Narrativa alemana
I. Salas, Enrique, trad. II. Título.
CDD 833
Título original: Tenderenda der Phantast
© Buchwald Editorial, 2022
Buenos Aires / Argentina
www.buchwaldeditorial.com
Versión: 1.0
Digitalización: Proyecto 451
O vous, messeigneurs et mes dames,
Qui contemplez ceste painture,
Plaise vous prier pour les âmes
De ceulx qui sont en sepulture.
Saint Bernard
[Oh, mis señores y señoras,
Que contemplan esta pintura,
Les pido recen por las almas
De aquellos que están en sepultura.
San Bernardo]
LA ASCENSIÓN DEL PROFETA
Una ciudad imaginaria en plena agitación. Se espera a un nuevo Dios. Cabeza de trueno (que en la novela no volverá a aparecer) trasladó su domicilio a una torre y desde allí pone en circulación boletines coloridos que pretenden informar sobre el progreso del asunto. Cae una tibia noche. En la plaza central aparece un charlatán que promete la Ascensión al Cielo. Tiene su propia doctrina y la expone detalladamente. Sin embargo, fracasa a causa del escepticismo del público. Las consecuencias que trae eso.
Hoy Cabeza de trueno no pudo asistir a las festividades. Se dedicó a divulgar desde la torre, entre estatuas de Atlas e instrumentos de medición, la sabiduría de las esferas superiores. Lanzaba largos rollos de papiro cubiertos de símbolos y dibujos de animales que alertaban al pueblo, escondido debajo de nidos, sobre las legiones de ángeles chillones que volaban furiosos alrededor de la torre. Pero alguien trasladaba por la ciudad un palo largo en cuyo extremo había un cartel que decía:
Talita kumi, levántate doncella.
Eres tú, tú serás la elegida.
Hija de la perversión, madre de la alegría,
los colgados y los expulsados
los presos y los quemados
claman por ti.
Libéranos, bendícenos.
Inexplorada,
¡emerge!
Con ayunos y purgaciones, la ciudad se estaba preparando para la aparición de un nuevo Dios, y en las multitudes ya había quienes creían haberse cruzado con él en el tumulto. Se emitió un decreto que anunciaba que quien visitara o se acercara sin autorización a los campanarios y a las torres sería entregado vivo a la muerte. La causalidad había sido cebada y ofrecida ante la mirada de todos como alimento a las arañas sagradas. Las fervientes procesiones de súplicas y café de artistas y académicos avanzaban acompañadas por cascabeles y gaitas. Pero de todas las ventilaciones y agujeros, colgaban las filigranas y se veían las inyecciones de vidrio.
En la plaza central, como si llegara a una cita, caminaba el profeta de cara violeta; se ofreció a las casas, a las estrellas, a la luna y a la multitud, y habló:
"Amarillo limón está el cielo. Amarillo limón están los campos del alma. Hemos apoyado de lado la cabeza en la tierra y hemos escuchado atentamente. Hemos tendido los delantales y los hábitos, y nuestra espalda de delicada porcelana brilla en el conjunto.
De cierto os