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Oveja Negra
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Libro electrónico186 páginas3 horas

Oveja Negra

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Oveja Negra es una autobiografía del proceso de sanación de Cynthia Wright durante varios años de trabajo personal, donde narra algunos eventos traumáticos que le sucedieron, como el suicidio de su hermano Allan. Esto marcó su vida y la de su familia. Más allá de victimizarse, encontró el significado y optó por el aprendizaje. En este libro, Cynthia muestra que los problemas de pareja, enfermedades, traumas dolorosos, falta de abundancia, entre otros, no son producto del destino o la casualidad; en realidad, son eventos que se repiten de forma inconsciente, ya que necesitamos aprender de ellos para despertar y trascender. En cada capítulo entrega al lector ejercicios con herramientas para lograr su propia transformación y despertar. Una «Oveja Negra» no es la persona descarriada ni la vergüenza de la familia, no es quien no conoce el camino, sino todo lo contrario, es alguien auténtico y honesto que, aún sin estar seguro de cómo hacerlo, busca la sanación propia y de la humanidad.
IdiomaEspañol
EditorialTregolam
Fecha de lanzamiento21 jun 2022
ISBN9788419277107
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    Oveja Negra - Cynthia Wrigth

    Oveja negra

    Cynthia Wright

    ©

    Oveja negra

    © Cynthia Wright

    ISBN:

    Editado por Tregolam (España)

    © Tregolam (www.tregolam.com). Madrid

    Av. Ciudad de Barcelona, 11, 1º Izq. - 28007 - Madrid

    [email protected]

    Todos los derechos reservados. All rights reserved.

    Ilustración de portada: Deborah Morillo 

    Diseño de portada: © Tregolam

    1ª edición: 2022

    Las llamadas ovejas negras de la familia son en realidad buscadores natos de caminos de liberación para el árbol genealógico, evitando historias repetitivas que frustraron a generaciones enteras. Ellas reparan, desintoxican y crean una nueva y florecida rama en el árbol.

    BERT HELLINGER

    Para Sidney y Lola, mis padres perfectamente imperfectos.

    En memoria de Allan.

    PRÓLOGO

    Sí, en efecto, este libro recoge la biografía de una oveja negra llamada a redirigir los patrones ancestrales, los dolores que se repiten y descubrir las capas ocultas por el misterio del silencio pesado de su familia. Pero, sobre todo, este libro honra a la vida misma, a su naturaleza liviana e impermanente que, atravesada plenamente y en escucha del propósito interior, se ordena perfectamente y en trascendencia de las circunstancias.

    Las palabras se unen en oraciones y estas en hechos biográficos de los cuales los lectores no estamos separados, ni de la historia ni de la autora; al contrario, los hechos se van tejiendo con sentido y sincronía a la vez que también va cobrando sentido para los lectores. Los eventos más dolorosos de su biografía, algunos brutales, otros bellos e incluso mágicos, van conduciéndose así como el agua llega al mar desde distintos ríos, fragmentados y diversos para desembocar en un solo mar. Así, los aparentes y desmembrados eventos de su vida se encauzan en una profunda y unificada comprensión de que no son estos hechos, ni por ser abruptos ni por ser miel para el individuo, los que determinan la vida.

    Este es un libro para honrar, con ojos gratos, todo lo que ocurre o no en nuestras vidas, sin exclusión a ningún momento, a ninguna persona, a ninguna enfermedad ni a ningún vacío de ignorancia, porque todo en nuestra vida forma parte de la unicidad del gran mar. Con valentía y destapando todo lo que corría por su mente y sangre (la literal y la simbólica), la autora nos extiende su historia para que la nuestra sea mirada completamente y podamos reconocer los tiburones salvajes, la contaminación de nuestro océano interior, la invasión de los barcos externos, las medusas luminosas y la belleza de la flora del fondo del mar con el entendimiento de que todo forma parte de nuestro propósito y de quiénes somos hoy.

    Este es un relato autobiográfico para minimizar la carga emocional que le hemos puesto a través de nuestras creencias e improntas a ciertos hechos, clasificándolos de buenos y malos, y transformarlas en aprendizajes que se comparten como el servicio más puro que es lo que en la sabiduría védica conocemos como Dharma. Es un libro para aceptar que nuestra vida, con circunstancias de alto o bajo voltaje, es la que tenemos, la que nos llegó a través de la fuerza de nuestros padres y que encubre nuestro propósito. Transformando nuestra percepción y atando los cabos con gratitud y confianza, el código oculto que nos conduce de regreso al amor y al recuerdo de nuestra voz interior, puede ser mágicamente revelado y los ecos del pasado se resignifican en el presente y las emociones sentidas honestamente diluyen su carga cuando la luz del entendimiento entra en la profundidad de la oscuridad.

    Cuando se completa la historia al final del libro, una parte interna en los lectores se ordena porque la lectura nos permite identificarnos no tanto con los hechos, sino con la humanidad de la autora. Se encuentra el sentir y sed de liberarnos que se fortalece tras la lectura. Comprendemos que solo en la unificación de los fragmentos comenzamos a vivir y que todo lo anterior había sido un intento desde la sobrevivencia. Al cerrar el libro, una fuerza será reconocida por el alma para avanzar y tomar la vida tal cual es. Las señales le llegaron a la autora, un ser humano como cualquiera, y nos alientan a reconocer las que llegan a nosotros para que podamos perdonar y sanar. Las palabras que se articularon en oraciones en Oveja negra, que se armaron en hechos que se tejían en su vida como esos ritmos que venían sonando transgeneracionalmente y al inicio vividos como ecos monótonos, al final no se silencian, porque simplemente en el orden espiritual y del amor no podemos borrar memorias, no podemos callar a nuestros antepasados ni arrancar ninguna parte del océano. Al contrario, se ordenan en una canción, en una vida reconocida y vivida donde la autora hace su camino para tomar su lugar, integrando todo eco y toda melodía, dándole el suyo a cada persona, a cada dolor, a cada instante de gozo, a cada sonido que vibra. Es una simple y humana inspiración para que los lectores no nos privemos de esta posibilidad.

    María Fernanda Bueno

    La gran tragedia de la vida no está en cuánto sufrimos, sino en cuánto perdemos. Los seres humanos nacen durmiendo, viven durmiendo y mueren durmiendo.

    ANTHONY DE MELLO

    PREFACIO

    Dicen que hay personas que nacen con estrella y otros que nacen estrellados. Siempre me he preguntado: «¿Por qué hay quienes tienen vidas tranquilas y en paz, y otros que tenemos que afrontar miles de luchas y tormentas?» Esta es quizá una pregunta que nunca podré responder a ciencia cierta, pero tengo mi teoría. Creo en la reencarnación y pienso que durante cada vida nuestras almas van aprendiendo y emprendiendo el camino hacia la iluminación. En este camino, lleno de obstáculos, podemos decidir encontrar el para qué de los acontecimientos que nos suceden y aprender, o podemos quedarnos pensando en el por qué nos sucedió algo, sufriendo mientras recordamos todos los días las emociones del pasado reviviéndolas cada vez más y creando un futuro similar, repleto de miedo.

    Soy una persona como cualquier otra, que ha vivido momentos muy especiales y otros muy fuertes y decepcionantes. Recuerdo que hubo días en que pensé que tenía muy mala suerte, que Dios había decidido vengarse de mí y mi familia enviándome maldiciones, que el universo y el destino me estaban jugando una mala pasada. Solía comparar mi vida con otras personas y, cuando lo hacía con algunos que estaban siempre felices, me daba contra las paredes y me victimizaba pensando que a mí me había tocado una «vida de mierda», pero otras veces me comparaba con quienes estaban igual o peor que yo y concluía en que, dentro de todo lo malo, a mí me había tocado una «vida de mierda, pero vivible». Al igual que la mayoría de las personas que conozco, también tenía muchos sueños, deseos, anhelos, pero sobre todo miles de emociones que no sabía cómo manejar y una vida que transcurría en piloto automático.

    ¿Te ha pasado que llegas a tu casa y de repente te das cuenta de que estás sentado en el sillón cambiando los canales de la televisión, tomando un vaso de cola, pero realmente no tienes idea de cómo llegaste hasta allí y qué hiciste en el trayecto? Esto se da porque en nuestro día a día dejamos que el cuerpo actúe por repetición, mientras la mente se ocupa de pensar en aspectos del pasado o en otros que queremos que sucedan en el futuro. Mientras manejamos a casa, llegamos, buscamos las llaves dentro de la cartera, abrimos la puerta, saludamos al perro, abrimos la refrigeradora, sacamos y servimos la cola, caminamos hacia el sofá, nos sentamos, prendemos la televisión y cambiamos los canales, estamos pensando en lo tristes que estamos porque no tenemos pareja, o en lo enojados que estamos porque no nos pagan bien en el trabajo, o en el miedo que tenemos de que mañana nos vaya mal en un examen. Durante todo ese trayecto no tenemos realmente consciencia de nada de lo que sucedió, simplemente repetimos lo mismo que conocemos durante todos los días. Vivimos con la nostalgia del pasado y la angustia del futuro sin estar ni un solo minuto en el presente y dejamos que el cuerpo actúe de manera repetitiva. Somos víctimas de nuestras propias mentes, soñando en que llegue una pareja, un trabajo, o se termine el sufrimiento de una enfermedad. Repetimos patrones: todas las veces escogemos el mismo tipo de pareja, conseguimos los mismos trabajos, nos volvemos a enfermar y creemos que es porque tenemos muy mala suerte.

    Pensaba que llegamos a esta vida con un destino trazado y que no hay nada que podamos hacer al respecto. Si mi abuelo y mi papá tuvieron cáncer, seguro que yo también lo tendré. Si mi abuela y mi mamá no consiguieron trabajo, yo tampoco lo conseguiré. Si todos tuvieron mala suerte, ese también será mi camino. No me daba cuenta de que vamos transformando el camino según nuestra propia decisión. No era consciente de que iba a continuar repitiendo patrones negativos y no iba a lograr cambios a menos que primero transformara mi interior.

    Está comprobado que nuestros padres, abuelos y ancestros en general nos traspasan los genes, pero existe una nueva rama dentro de la biología que cree que estos pueden activarse o desactivarse dependiendo de nuestra salud mental y espiritual. Esto significaría que enfermamos no por los genes que tenemos, sino porque dejamos que se activen al vivir en una atmósfera inconsciente.

    Tengo 46 años y he vivido momentos muy duros. Tuve que enfrentar un divorcio muy complicado de mis padres, dos accidentes muy traumáticos, el suicidio de un tío y el de mi hermano, mi propio divorcio, una enfermedad muy dura de mi madre. Creía que era diferente o especial por estos eventos y que había sufrido más que otras personas. Ahora sé que simplemente no puedo comparar porque solo conozco mis propias emociones. Lo que sí puedo afirmar es que he aprendido muchísimo de cada uno de estos eventos a través de los años y he conseguido cambiar. Una es la Cynthia que, por ejemplo, trabajaba en televisión y otra es la que actualmente escribe este libro. Estoy segura de que en diez años también habrá otra Cynthia con muchos más aprendizajes, porque en eso consiste la vida: pasas una prueba, aprendes y pronto el universo te pone otras, pero en esencia somos la misma alma. Lo cierto es que durante estos años he vivido una transformación impresionante, un renacimiento y luego una metamorfosis, porque logré aceptar cada uno de los eventos que me ocurrieron, pero sobre todo, conseguí encontrar un «para qué llegaron» y un «cómo puedo cambiar y mejorar» a raíz de ellos. He hecho varios cursos y he tenido la oportunidad de conocer a psicólogos y maestros de vida que me han ayudado y me han enseñado cómo lograr esta transformación. Ha sido un camino muy difícil donde he tropezado, pero también he tenido aciertos y descubrimientos: finalmente sé que mi alma lo único que ansía es amor, paz y libertad.

    Un día hace unos años desperté del piloto automático en el que vivía y entendí que todas las almas vienen al mundo con sed de aprendizaje emocional. Desde pequeña quería poseer a personas y objetos materiales. Pasaron los años y descubrí que en el fondo lo que necesitaba era conseguir un propósito de vida que va más allá de estudiar una carrera, tener posesiones materiales, viajar por el mundo, casarme y formar una familia. Ahora sé que la vida es algo más.

    ¿Te has preguntado alguna vez para qué estás en este mundo? Me lo he preguntado muchas veces. En algunas ocasiones con decepción, en otras con miedo y, actualmente, con sincera emoción al entender mi razón de estar aquí. Sé que las almas estamos en este mundo con el propósito de aprender y trascender, que todas tenemos un don especial que podemos descubrir o no durante este pasaje terrenal, y que nuestro propósito de vida consiste en encontrarlo y utilizarlo para el bien común.

    Este libro marca para mí el inicio de mi propósito de vida. Lo escribí pensando en que mi pasado y aprendizajes podrían cambiar la vida de otras personas. Los seres humanos funcionamos a través de la empatía, y pienso que algunas historias que me sucedieron podrían resultar parecidas a las tuyas y podrías utilizarlas para aprender y darle un giro a tu vida. La mía, aunque no lo creas, no ha sido nada fácil. He tenido momentos muy duros, pero gracias a ellos he logrado aprender, crecer, disfrutar, amar y ahora estar en paz.

    Quiero inspirarte para que utilices todas esas experiencias como ejemplo y encuentres tus propios aprendizajes, descubras el para qué te sucedieron, sanes varios aspectos de tu vida que te mantienen atascado y puedas disfrutar de una vida plena. Aunque sea duro, aprendemos de las experiencias dolorosas y siempre van a llegar a nuestras vidas. Es inevitable enfrentarnos a la muerte, a la tristeza, inclusive

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