Álvaro de Bazán: El mejor marino de Felipe II
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Impulsor de nuevas estrategias navales y de la incorporación de la sanidad a la milicia, fue un militar extraordinario y un gran amante de las artes. Fue el primero de la historia en comandar un desembarco de infantería de marina.
En esta breve biografía se destaca su participación en la rebelión de los moriscos, la liberación de Malta, la conquista de Portugal, las batallas de las Azores y Lepanto, y la preparación de la empresa de Inglaterra. Constituye una figura indispensable para comprender el reinado de Felipe II.
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Álvaro de Bazán - Martín Hernández-Palacios
MARTÍN HERNÁNDEZ-PALACIOS
ÁLVARO DE BAZÁN
El mejor marino de Felipe II
EDICIONES RIALP
MADRID
© 2023 by
Martín Hernández-Palacios
© 2023 by EDICIONES RIALP, S. A.
Manuel Uribe, 13-15, 28033 Madrid
(www.rialp.com)
Preimpresión: produccioneditorial.com
ISBN (edición impresa): 978-84-321-6518-4
ISBN (edición digital): 978-84-321-6519-1
ISBN (edición bajo demanda): 978-84-321-6520-7
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ÍNDICE
Agradecimientos
Prólogo
Introducción
Motivos de una biografía
Contexto histórico
Perfil psicológico
Los orígenes de una gran dinastía
Los Bazán en Gibraltar
1. PRIMERAS HAZAÑAS BÉLICAS
La derrota francesa en la batalla de Muros
Los Bazán en Inglaterra: una boda real
Álvaro de Bazán en las Islas Canarias
Conflicto de intereses en Sevilla: la pugna con el alcalde Calderón
Descanso en el Palacio del Viso
2. BAZÁN EN ÁFRICA: LA LUCHA CONTRA LOS PIRATAS BERBERISCOS
El desafío de los piratas berberiscos
La conquista del Peñón de Vélez de la Gomera
Tetuán
3. EL SOCORRO DE LA ISLA DE MALTA
La importancia de la Orden de Malta
Malta sitiada
La liberación de Malta
4. LA REBELIÓN DE LOS MORISCOS
5. LEPANTO
La Santa Alianza: España, Venecia y el papa frente al turco
La batalla de Lepanto
Balance de una lucha sangrienta
Análisis de la participación de Álvaro de Bazán en la batalla de Lepanto
6. DESPUÉS DE LEPANTO
El combate de Navarino
La disolución de la Santa Alianza
7. LA CAMPAÑA DE TÚNEZ
8. PORTUGAL: LA UNIÓN DE DOS IMPERIOS
El rey don Sebastián
La unión de dos imperios
9. LAS AZORES, DUELO EN EL ATLÁNTICO
Antonio, prior de Crato, Francia e Inglaterra contra Felipe II
La batalla de San Miguel
La isla Tercera o la consolidación de la victoria
10. LA EMPRESA DE INGLATERRA
España e Inglaterra: una guerra larvada
El proyecto de invasión de Santa Cruz
Otros planes de ataque
Drake ataca España
Bazán y la empresa de Inglaterra
La muerte del marqués de Santa Cruz
Apéndices
Su testamento
Lo que se ha dicho sobre Álvaro de Bazán
Títulos
Inscripción en su tumba
Carlos Martínez de Campos y Serrano
Bibliografía
A mi madre
AGRADECIMIENTOS
Al profesor y gran amigo Alfredo Alvar Ezquerra, quien me descubrió las maravillas del Archivo de Simancas.
Al duque de San Carlos, Álvaro Fernández-Villaverde, en quién perviven los rasgos de señorío del primer marqués de Santa Cruz.
A mi primo hermano Baltasar Manrique de Lara y Martín-Neda quién me ayudó en el capítulo Bazán en Canarias
.
A los bibliotecarios del Ateneo de Madrid.
A la brillante historiadora Magdalena de Pazzis Pi Corrales, quién estudió con detenimiento mi manuscrito.
PRÓLOGO
Como descendiente del I marqués de Santa Cruz, es un honor encabezar un libro referido a mi ilustre antepasado, sobre todo porque es la primera vez que se me pide colaboración semejante. Siendo la suya una vida plena de acción resulta difícil entender la exigua presencia de Álvaro de Bazán en la historiografía española. Claro que tampoco se comprende que el nombre de quien tantas embarcaciones mandó construir, con innovaciones técnicas fruto de su experiencia, haya desaparecido de los astilleros públicos españoles.
No sería legítimo aprovechar la oportunidad de estas líneas para tejer un tapiz de elogios sobre su personalidad, méritos y valores personales; la importancia de sus empresas, y el instinto político y capacidad estratégica puestas a su servicio. Materia hay de sobra, y cualquier exceso en este sentido por mi parte, no dudo recibiría la indulgente comprensión de todos. Sería, empero, invadir el terreno del autor a quien asiste el derecho de que en su libro se respete el papel que le corresponde.
Dentro del que compete al prólogo, deseo destacar con lo que, a mi juicio, aporta el libro. Por de pronto llena un vacío editorial, por cuanto no hay ahora en el mercado ningún título sobre Álvaro de Bazán, con excepción de lo que pueda hallarse en las librerías de viejo. Aparece, además, en momentos en que es más que necesario que las generaciones jóvenes —víctimas de un sistema de enseñanza cualitativamente malo— conozcan su historia, y a sus protagonistas.
Estamos ante un libro histórico. No ante el trabajo de un historiador, pues el quehacer profesional de Martín Hernández-Palacios está muy alejado de la historia. Él mismo explica en la introducción cómo el asombro por el palacio del Viso le condujo a la admiración por la persona y la obra de Álvaro de Bazán, que empapa las páginas del libro. El lector obtiene el conocimiento claro de quién fue, qué hizo y en qué tiempo vivió. Nadie debe esperar de las páginas que siguen investigaciones inéditas, nuevas fuentes documentales o el reexamen crítico de las ya conocidas. Ni conjeturas en clave política contemporánea. A cambio, tampoco encontrará sensacionalismo o mendacidad.
Me gustaría, finalmente, proponer al lector dos sugerencias de reflexión para el tiempo de la lectura tanto como a su conclusión. El I marqués de Santa Cruz fue, sin duda, un personaje fuera de serie, pero ¿lo hubiera sido sin un rey y una Monarquía Hispánica igualmente excepcionales? ¿Incluso sin una Sublime Puerta no menos extraordinaria? ¿Es posible entender el magnífico palacio del Viso (hoy Archivo Histórico de la Armada) desligado del Renacimiento en cuyo humanismo las artes eran, más que objetos, un lenguaje con pretensiones de duración, nacido de lo más propio del ser humano?
Las personas excepcionales no son entes abstractos surgidos por generación espontánea. En torno a cada una de las acciones en las que participó el I marqués de Santa Cruz (por cierto, una de las primeras mercedes nobiliarias españolas por méritos personales) hay centenares de personas de gran nivel, detrás de las que —a su vez— hay otras, y otras. Son conocidas algunas; del resto en algún caso tenemos los nombres; pero de la mayoría solo queda un recuerdo anónimo imaginado en Alatriste.
Resulta evidente, sin embargo, que la excelencia surge cuando hay de dónde escoger y, por tanto, donde hay concurso de afluencias humanas y posibilidad de relevos. Esto es: en situaciones donde la superación personal, el esfuerzo y el trabajo gozan de prestigio social. Ninguna época histórica es ideal, ni el Renacimiento sumó todas las virtudes sin mezcla de mal alguno. Nadie ignora, por otra parte, que la guerra no es buena ni para quien la gana. Pero resulta imposible no admirar en los hombres del xvi español que protagonizan este libro, características y valores que bien quisiéramos hoy que abundasen. Porque, con los defectos y miserias que nunca han faltado de la condición humana, demostraron un sentido del deber y del sacrificio, una capacidad de entrega, valentía y resistencia, y una reciedumbre moral, coraje y fortaleza en proporciones verdaderamente asombrosas. Casi no tienen límite.
El duque de San Carlos y marqués del Viso
INTRODUCCIÓN
¡Oh feliz nación española,
cuán digna eres de loor en este mundo,
que ningún peligro de muerte, ningún temor de hambre ni
de sed, ni otros innumerables trabajos, han tenido
fuerza para que hayas dejado de circundar y
navegar la mayor parte del mundo por mares
jamás surcados y por tierras desconocidas de
que nunca se había oído hablar; y esto es sólo
por estímulo de la fe y de la virtud, que
es por cierto una cosa tan grande, que los
antiguos ni la vieron ni la pensaron, y aun
la estimaron por imposible!
Nicolás Nicolai
(Geógrafo francés)
Motivos de una biografía
Álvaro de Bazán es uno de los marinos más importantes de la historia de España, al que correspondió vivir el pleno apogeo del imperio español. No solo es fascinante su época sino su crucial contribución personal al acervo de la marina nacional, en avances muy significativos para aquellos tiempos.
Decidí escribir esta biografía hace algunos años cuando por un simple azar tuve la ocasión de visitar el palacio del Viso del Marqués1, en la actualidad Archivo de la Marina española y referente para estudiosos de la Armada a partir del siglo xviii. Nunca había oído hablar de la existencia de este archivo y, por otra parte, tampoco es muy lógico que un museo de la marina se encuentre en mitad de Castilla-La Mancha. Pero mi devoción por el festival de teatro clásico de Almagro tuvo su recompensa, y por referencias de personas muy queridas para mí, visitamos el palacio del Marqués de Santa Cruz.
Supongo que, como para una gran mayoría, mi conocimiento de don Álvaro se ceñía a su indudable fama como marino y militar de prestigio, a su imponente estatua en la plaza de la Villa de Madrid —obra del insigne escultor Benlliure—, a alusiones a su participación en los preparativos de la mal llamada Invencible2 hacia 1587, y a su decisiva intervención en la batalla de Lepanto y su hazaña en las Islas Azores.
El edificio que alberga el archivo es un bellísimo ejemplo de palacio nobiliario español, con claras influencias renacentistas e inspirado en los palacios italianos, concretamente genoveses de la época, imitación del que Andrea Doria se hizo construir en Génova y que hoy en día supone todo un lujo poder visitar. Para ser sincero, no me esperaba encontrar un monumento tan espectacular en un lugar tan insospechado como es el pequeño pueblo del Viso del Marqués. España siempre sorprende, y a veces somos auténticos desconocedores de nuestro propio patrimonio. Quedé francamente impresionado no solo por el palacio, que merece una visita detallada, sino por el personaje, pues asombra la colección artística y los trofeos de guerra que exhibe, testigo de su azarosa vida militar.
Después de disfrutar con detenimiento del archivo y asimilar su originalidad y belleza, me hice la promesa de investigar la figura de tan destacado marino y profundizar en el personaje y en su obra, y contribuir así a la divulgación de su fascinante vida. Como intuía que el desconocimiento no era sólo mío, me propuse contribuir a una mejor divulgación de la trayectoria de don Álvaro, tratando de aportar más sobre su itinerario y su fascinante epopeya. Obviamente, la vida ya de por sí novelesca del granadino posee un poderoso atractivo. Pero un personaje así de relevante en la historia de España tal vez debiera ser más estudiado. En otros países, Bazán llevaría aparejado un reconocimiento mucho más importante del que hasta ahora se le ha otorgado.
Desde el punto de vista histórico, don Álvaro va a vivir pasajes claves de nuestra historia como la batalla de Lepanto (1571), la unificación de España y Portugal (1580), la conquista de las Islas Azores (1581) o la guerra de los moriscos (1569), en definitiva, momentos estelares de la historia de España en los que el marino Bazán jugó un papel relevante. Sin olvidarnos, por supuesto, de acontecimientos que pudieron cambiar la historia de la humanidad, como fue la empresa de Inglaterra (1588). ¿Qué hubiera sucedido si en lugar del duque de Medina Sidonia hubiera comandado la flota española Álvaro de Bazán? Esta no es una cuestión baladí, y ya les anticipo que Bazán jamás sufrió una derrota.
En mi ardua investigación he leído con fruición un gran número de obras referentes a su época histórica y las cinco biografías existentes sobre Bazán, la más reciente de 1946. En su mayor parte fueron escritas en el siglo xix, más concretamente en 1888, fecha en que se celebró con gran parafernalia el tercer centenario de la muerte del marino.
Toda la vida española de la última mitad del siglo xvi gira en torno a la figura de Felipe II. En estas páginas veremos la peculiar relación que mantiene el marqués de Santa Cruz con el monarca, así como la convivencia con otros jefes de la incipiente marina española y extranjera como Doria o García de Toledo, o militares como el duque de Alba y Álvaro de Sande. Desde luego, si Nietzsche hubiera conocido a Álvaro de Bazán, nunca hubiera escrito su comentario: «España es un pueblo que ha querido ser demasiado».
Las principales biografías del personaje fueron escritas por Navascués, Téllez, Pérez de Cambra, Altolaguirre e Ibáñez de Ibero. Coinciden las de Navascués y la de Altolaguirre con el tercer centenario del fallecimiento del ilustre marino, y la de Pérez de Cambra e Ibáñez de Ibero con el final de la Guerra civil española. Llama la atención la ausencia de interés por Bazán en los últimos sesenta años, y la escasa conmemoración del cuarto centenario de su fallecimiento, si lo comparamos con los fastos que rodearon sus efemérides en 1888.
Su memoria permanece inalterada en la Armada española: su estatua preside el patio de armas de la escuela naval de Marín —obra del gran escultor gallego Asorey—, una de las fragatas más modernas de nuestra Armada ha sido recientemente bautizada con el nombre de Álvaro de Bazán, y los principales astilleros españoles honraron su nombre en el pasado.
Me uno en este estudio a los consejos ofrecidos a España por Lope de Vega en su Memoria ilustre del Marqués de Santa Cruz
, para que no olvidara a su héroe:
Aunque, de roble y de laurel, no enrames,
España, este sagrado mausoleo,
sino de lienzo que combata Eolo,
velas, bastardos, gavias y velámenes.
Aunque César marítimo le llames
Y en vez de Dafne, la que adora a Apolo,
sus nobles sienes ciñan coral solo
a pesar de la envidia y odio infames;
de ningún capitán de tierra debes
honrarte más que del Bazán famoso,
Crucíjero Neptuno y Marte hispano.
Llora que le despierte en años buenos.
Pues era con su brazo belicoso,
Argos de nuestra fe, Jasón Cristiano…
Del mismo modo, el gran maestro Gregorio Marañón hablaba de la necesidad de profundizar en la figura de Álvaro de Bazán, al referirse a él como «...aquel insigne marino español no alabado nunca bastante».
Me he permitido la libertad de seguir los consejos de tan ilustre humanista3.
Contexto histórico
La vida de Álvaro de Bazán abarca los reinados de Carlos V y Felipe II. Desde muy pequeño, la tradición familiar va a encauzar su vida hacia el servicio en la Armada, siendo uno de los pocos nobles que eligieron este camino en lugar de la infantería o la artillería, opciones elegidas por la mayoría.
La incorporación de España al imperio de los Austrias va a suponer la multiplicación de los escenarios de los conflictos en los que participará la monarquía hispánica, convirtiéndose tras la unión con Portugal en el mayor imperio del mundo. Felipe II erige España como núcleo central de sus posesiones, en gran parte heredadas de su padre Carlos V, lo que le obliga a atender un gran número de frentes hostiles, ingente misión que realizará desde el centro de Castilla.
Hasta su derrota a manos de españoles y venecianos en 1571, el imperio que hace sombra al hispánico es el turco. El principal rival de España en el Mediterráneo es el otomano, que desde su nacimiento en el año 1300 va a luchar continuamente contra los Habsburgo en muchos frentes. Durante el reinado de Felipe II, se suceden en el campo otomano tres emperadores que van a tener en el habitante del Escorial a su principal y más temido enemigo. Estos tres oponentes del hijo de Carlos V serían: Solimán I, que reinó entre los años 1520 y 1566; Selim II, que ocupó el trono de la Sublime Puerta entre 1566 y 1574 y que fue vencido en la batalla de Lepanto; y finalmente Murat II, que disfrutó del poder entre 1574 y 1595. Mientras que en el campo cristiano permanecía el mismo rey, los turcos tuvieron tres emperadores que, en líneas generales, mantuvieron la misma estrategia frente al hispánico.
En potencia naval, la superioridad de la armada otomana era evidente. Los turcos disfrutaban de medios y recursos mucho más abundantes que la monarquía hispánica. Para equilibrar la desventaja de la flota española, que se hacía especialmente dramática por la inagotable disposición de madera turca, Felipe II contó con Álvaro de Bazán.
En una primera etapa de su vida, don Álvaro tendrá que participar en los acontecimientos bélicos que se desarrollan en el Mediterráneo que, aunque no eran la prioridad estratégica de Felipe II, adquieren el máximo protagonismo ante el acoso del imperio turco, convirtiéndose en el principal teatro de operaciones en el siglo xvi.
Como consecuencia de la fragmentación del frente cristiano por la división en la fe entre luteranos y católicos, España tendrá que bregar en numerosas batallas para erradicar los peligros gravísimos de la amenaza otomana, haciéndolo en solitario en la mayoría de las ocasiones por los celos de otras naciones occidentales.
La única potencia católica del momento que hace sombra a España es Venecia, que necesita imperiosamente una alianza con Felipe II para contener el avance turco que llega a sus puertas y que se hace especialmente dramática tras la toma de Famagusta por los turcos. Pero la alarmante situación no hace olvidar la tradicional rivalidad entre las dos potencias.
Álvaro de Bazán participa de manera decisiva en la casi totalidad de los hechos de armas que se producen en el Mediterráneo hasta la batalla de Lepanto, que supondrá la derrota de los turcos y la posibilidad de trasladar el grueso de las prioridades políticas españolas al Atlántico. Lo más destacable es que nunca conoció la derrota, dicha que no acompañó a muchos de sus coetáneos. Al vivir en una época de transición, Bazán debe ir aclimatándose a los cambios políticos, técnicos y estratégicos que le acompañan, demostrando una lúcida inteligencia por su extraordinaria capacidad de adaptación.
Al cambiar el área de actuación del imperio desde el Mediterráneo al Atlántico, Bazán, como Capitán General del Mar Océano, supo incorporar a su armada las nuevas técnicas de combate. Dejó atrás la manera de luchar en