Retos y riesgos en la vida olmeca
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Retos y riesgos en la vida olmeca - Ann Cyphers
ÍNDICE
1 El riesgo y los olmecas
2 Riesgo, medio ambiente y estrategias modernas de subsistencia
3 La alimentación temprana de los olmecas
4 Una zona clave de recursos
5 Los islotes de la llanura norte
6 Riesgo y crisis en la fase San Lorenzo B
Apéndice I
Calendario de recursos en la región de San Lorenzo Tenochtitlán
Apéndice II
Análisis de fitolitos
Apéndice III
El análisis palinológico
Emilio Ibarra
Apéndice IV
Los macrorrestos de Zea mays
Apéndice V
Estudio de residuos de alimentos en un fogón
Noemí Gabriela Casio Arreola, Ana María Luna Estrada, Rolando Salvador García Gómez y Carmen Durán Domínguez de Bazúa
Bibliografía
Notas al pie
Aviso legal
Agradecimientos
Es un placer reconocer el cordial apoyo que nos han brindado los habitantes del poblado de Tenochtitlán, Veracruz, a lo largo de más de dos décadas de investigaciones. Los hombres y mujeres con los que hemos trabajado en campo siempre han compartido sus experiencias con nosotros, lo cual ha sido un importante punto de partida para nuestro aprendizaje de su forma de vida. En especial quisiéramos agradecer a nuestros estimados compañeros y colaboradores Juan González, Esteban Hernández y Valentina Vargas, así como a los señores José Manuel Gutiérrez y Ángel Herrera (†), propietarios de los terrenos en donde llevamos a cabo las excavaciones.
Asimismo apreciamos los esfuerzos de la doctora Stacey Symonds y el maestro Roberto Lunagómez y la colaboración de los especialistas Fernando Botas y Gerardo Jiménez en la preparación de imágenes. El doctor Rafael Galina, la doctora Helaine Silverman y el maestro Brizio Martínez muy amablemente nos facilitaron fotografías para esta obra. Se agradece al Museo de Antropología de Xalapa por permitir las tomas fotográficas de las esculturas olmecas.
Es imprescindible reconocer el sustancial apoyo moral y profesional de todos los participantes en el Proyecto San Lorenzo Tenochtitlán (PASLT).
El PASLT ha gozado de la reconocida generosidad de múltiples fuentes de financiamiento: el Instituto de Investigaciones Antropológicas y la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México; el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología; la American Philosophical Society, el National Geographic Committee for Research and Exploration, la National Endowment for the Humanities, la Fundación para el Avance de los Estudios Mesoamericanos, Inc.
En años recientes el importante apoyo financiero de Petróleos Mexicanos y del Fondo para la Comunicación y la Educación Ambiental, A. C., ha impulsado estas investigaciones.
Se reconoce la gran labor del Departamento de Publicaciones del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM en el proceso de edición.
A todos, muchas gracias.
Para los seres humanos la abundancia y la escasez de alimentos son temas de interés universal. Es aceptado que las fluctuaciones impredecibles en el abasto de alimentos, junto con la presión poblacional, el conflicto, la competencia y las mejoras tecnológicas desempeñan un papel causal en el desarrollo (Halstead y O’Shea 1989). A nivel etnográfico se ha documentado que las estrategias para el manejo del riesgo, como la diversificación, el almacenamiento, el intercambio y la movilidad (Colson 1979; Halstead y O’Shea 1989; O’Shea 1989), participan en la subsistencia con factores restrictivos de varias maneras para producir alimentos de alto y bajo rendimiento. Además, los alimentos de alto rendimiento son innegablemente importantes en la acumulación de riqueza y deudas.
Las estimaciones del riego en las llanuras costeras olmecas generalmente son superficiales. Se enfatiza la homogeneidad ambiental en lugar de la heterogeneidad y se acentúan sólo los factores relacionados con las inundaciones. Es común que las caracterizaciones de la costa sur del Golfo apunten a condiciones uniformes, una hidrología predecible y suelos productivos, los cuales se consideran las condiciones iniciales para el surgimiento de la civilización olmeca (e. g. Bernal 1969; Caso 1965; Coe 1974; Coe y Diehl 1980; Heizer 1960; entre otros). En tales modelos de optimización se presupone que las condiciones son favorables y se hace caso omiso a la fluctuación de recursos y riesgo en la evolución sociopolítica. Se presenta al medio ambiente más como un recurso que como fuente de restricciones y se enfatizan condiciones promedio en lugar de las extremas; en consecuencia el éxito limitado que pueden tener las adaptaciones humanas pasa inadvertido (véase a Dunlap 1980).
Los profundos contrastes, frecuentemente olvidados, que concurren en las llanuras costeras olmecas, por definición implican un alto nivel de riesgo para la subsistencia humana; esto, en el entendimiento de que el modo de vida puede ser simultáneamente restringido y permitido por el agua. Esta observación es aplicable a la Isla de San Lorenzo que se levanta en medio de enormes humedales grabados por cursos fluviales ahora extintos y con ricas superficies interfluviales ubicadas entre ríos alguna vez navegables (Ortiz y Cyphers 1997). Para los estándares modernos, estas áreas no parecen muy atractivas para la ocupación humana; no obstante, se cuentan entre los primeros lugares ocupados por los antiguos moradores.
Fundado alrededor del 1800 cal aC, el sitio de San Lorenzo logró su máximo esplendor entre 1400 y 1000 cal aC, supervisando desde la ventajosa posición de la isla un complejo sistema de asentamiento. Las aldeas olmecas estaban ubicadas en terreno alto por arriba del nivel de inundación, a manera de un archipiélago dentro de los humedales, comúnmente separados de sus vecinos por amplias extensiones de agua y terrenos pantanosos que los aíslan, especialmente durante la temporada cuando el nivel del agua se eleva. El ritmo sincopado del agua dominaba sus vidas, la impredecible fluctuación del nivel de la misma determina que los terrenos estén secos o sumergidos, afectando hasta hoy en día la disponibilidad y la producción de recursos de subsistencia. El manejo del riesgo fue un estilo de vida para los olmecas.
El estudio de la subsistencia olmeca en San Lorenzo es mucho más complejo que el simple recuento de los alimentos básicos identificados en el registro arqueológico. Es esencial examinar la evidencia arqueológica conjuntamente con factores específicos del medio ambiente que impactan la producción de alimentos, ya que está bien documentado que cada sociedad maneja el riesgo de manera distinta, acorde con las condiciones locales (Halstead y O’Shea 1989). En lugar de utilizar los términos riesgo
o manejo de riesgo
de manera generalizada, lo cual opaca su naturaleza compleja, nosotros buscamos explorar riesgos específicos y estrategias utilizadas por los olmecas de San Lorenzo para manejarlos entre 1800 y 1000 cal aC. Así, no pretendemos ofrecer un tratado enciclopédico sobre el manejo temprano del riesgo por los olmecas, más bien enfocaremos sus adaptaciones a un paisaje en continuo cambio, tal como se puede inferir a partir del patrón de asentamiento, las características del medio ambiente, los recursos y las prácticas de subsistencia. Esto nos permite evaluar algunos aspectos de los patrones sincrónicos y diacrónicos de la participación doméstica y supradoméstica en la producción de alimentos y el manejo del riesgo. Al considerar cómo manejaron el riesgo los olmecas, en términos de estrategias tradicionalmente reconocidas de diversificación, almacenamiento, intercambio y movilidad, encontramos comportamientos alternativos dentro de cada estrategia que son particulares de las condiciones sociales y ambientales de la localidad.
En el presente tomo, enfatizamos la heterogeneidad del medio ambiente y las fluctuaciones locales en la región de San Lorenzo. Evitamos tratar la hidrología en términos de dicotomías tales como "presencia -versus- ausencia o
abundancia -versus- escasez" de agua y, en su lugar, enfatizamos su temporalidad y magnitud. Se ha puesto muy poca o ninguna atención en los detalles finos del ciclo hidrológico, así como su pertinencia en áreas específicas de conocidos agregados poblacionales. En muchos sentidos, la hidrología de los humedales ha ocupado un lugar secundario con respecto a la tierra en las agendas de investigación, quizá debido al preponderante interés en la producción de maíz, el cual ha sido considerado por mucho tiempo el alimento básico que sostiene el surgimiento olmeca.
Examinamos factores generales de riesgo en las llanuras costeras y las estrategias de subsistencia de los habitantes contemporáneos que ocupan la misma localidad geográfica que los olmecas de San Lorenzo. Sólo las personas cuya supervivencia depende de la cuidadosa observación de un mosaico ambiental, dinámico y complejo, pueden apreciar completamente sus matices para la subsistencia; y hemos intentado aprender de ellas. Las modernas estrategias para el manejo de riesgo nos ayudan a interpretar un tipo específico de sitio identificado en los reconocimientos de superficie que indica el intenso interés de los olmecas en los humedales.
Los estudios de patrón de asentamiento alrededor de San Lorenzo revelaron un tipo de sitio específico de los humedales que no se había identificado previamente. Los islotes¹ son montículos bajos artificiales hechos de tierra, edificados por los primeros habitantes cuyo estilo de vida se orientaba hacia los humedales, en las llanuras de inundación para fungir como campamentos base. Representan una de las más tempranas, si no de las primeras, construcciones artificiales logradas por los habitantes de la isla de San Lorenzo, y tuvieron propósitos prácticos relacionados con actividades de subsistencia de las unidades domésticas.
La mayor densidad de islotes se localiza en una zona de humedales al norte de San Lorenzo, lo cual indica su potencial único para la subsistencia, que la hizo particularmente atractiva para los primeros olmecas. El potencial de esta zona clave de recursos para obtener altas concentraciones de alimento se acentúa por sus características fisiográficas aptas para la aplicación de estrategias de producción de alimentos que reducen el riesgo. Consideramos los ciclos alternados de abundancia y escasez de alimentos que dicta la hidrología, tanto en los humedales como en el lomerío, tema poco tratado para la cuenca baja del río Coatzacoalcos.
Nuestros resultados indican que algunas de estas primeras, construcciones de tierra de San Lorenzo se relacionan con el manejo del riesgo por parte de los grupos domésticos de los fundadores, quienes fincaron sus residencias permanentes en lomerío y se trasladaban periódicamente a los humedales en donde procuraban alimentos acuáticos que complementaban la cosecha de tubérculos de su subsistencia básica. La construcción inicial de los islotes en una zona con una concentración de recursos acuáticos facilitaba la cosecha de alimentos proteínicos apropiados para la producción de un excedente almacenable. Estos alimentos excedentes eran indispensables para sobrevivir tiempos de crisis anuales en esta región tropical que se caracteriza por severas restricciones ambientales para el almacenamiento. Los grupos fundadores edificaron inicialmente los islotes, los utilizaron y les dieron mantenimiento sostenido, contribuyendo al establecimiento de derechos de propiedad en la zona clave de recursos. Esto permitió que los grupos domésticos de dichos grupos, siendo la élite emergente, controlaran una base productiva y obtuvieran recursos acuáticos móviles dentro de un espacio acuoso particularmente apto para su cosecha intensiva. Durante la temporada anual de escasez en la región, que se compone de la canícula y la inundación grande, los grupos de fundadores podrían adjudicar el excedente de alimentos a los parientes y no parientes, y de esta manera establecerse como administradores del riesgo para la distribución de alimentos de crisis y consecuentemente de las relaciones diádicas basadas en la deuda.
Durante la fase de apogeo, la presión poblacional en la isla de San Lorenzo debió crear mayor necesidad de alimentos y el abastecimiento para tiempos de crisis. Las respuestas a las crisis de alimentos involucraban la intensificación de su producción y su diversificación, así como la ampliación del intercambio. El hinterland de abastecimiento creció a lo largo de los corredores de transporte, con mejores redes de distribución de alimentos, supliendo de esta manera el almacenamiento problemático en la zona tropical. La competencia por los recursos de la zona clave llega a ser muy evidente al final de la secuencia, pero no como una causa sino un efecto de la complejidad social.
Las variaciones en la abundancia de recursos debidas a fluctuaciones impredecibles en el medio ambiente natural y social producen riesgo. El alcance, la programación y la severidad de las fluctuaciones ambientales se relacionan directamente con el grado de riesgo en la producción de alimentos. El riesgo generalmente se considera una apuesta contra las probabilidades creadas por tales fluctuaciones mientras que la incertidumbre es considerada una falta de conocimiento de las probabilidades mismas (Park 1992: 91; ver también Cashdan 1985; Colson 1979; Halstead y O’Shea 1989; Winterhalder et al. 1999; entre otros). Park (1992) ha señalado que la distinción entre el riesgo y la incertidumbre es útil cuando la variabilidad refleja una distribución sencilla al azar pero no cuando es caótica (impredecible). Los mecanismos que se utilizan para manejar la escasez de alimentos originada por condiciones de riesgo varían de acuerdo con las condiciones ambientales específicas y la sociedad: no todas las sociedades manejan el riesgo en la misma manera; tampoco todas tienen el mismo grado de éxito (Halstead y O’Shea 1989).
En el presente capítulo exploramos las fluctuaciones ambientales en la región olmeca que son relativamente predecibles (varían dentro de ciertos límites) y las respuestas sociales o mecanismos de amortiguamiento que se aplican para manejarlas. Luego tratamos la producción moderna de alimentos en la región de San Lorenzo, con base en dos décadas de observación e interacción con los habitantes de la comunidad de Tenochtitlán. Las estrategias de subsistencia de los modernos habitantes de la isla son pertinentes al estudio de los olmecas de San Lorenzo ya que las poblaciones modernas y antiguas ocupan el mismo espacio geográfico pese a que las preferencias, el medio ambiente y las tecnologías pueden ser diferentes en algunos aspectos. Sin embargo, podemos alcanzar un entendimiento significativo de los ciclos de abundancia y escasez de alimentos, al considerar la manera en la cual los habitantes modernos abordan su obtención y cómo éstos poseen diferentes factores de riesgo en su producción. Tratamos las estrategias de producción de carbohidratos y proteínas, las últimas enfocadas en una zona particular de humedales de la isla de San Lorenzo, la cual es notable por su concentración de recursos. Ya que esta zona de humedales, la llanura norte, es el objetivo principal de nuestro estudio, la variabilidad de sus recursos y las estrategias modernas para su obtención son especialmente relevantes para el caso de los olmecas de San Lorenzo.
Las llanuras costeras de la región olmeca
La región olmeca de la costa sur del Golfo de México abarca un terreno variado que va desde los 1 700 msnm en la sierra de los Tuxtlas hasta el nivel del mar (figuras 2.1 y 2.2). El terreno serrano es proporcionalmente bajo (< 20 %) en comparación con las llanuras costeras (> 80 %). Los ríos de mayor descarga en México cruzan las llanuras costeras. Tres sistemas navegables de ríos fluyen hacia al Golfo de México: el Papaloapan, el Coatzacoalcos y el Grijalva-Usumacinta y Tonalá.
Figura 2.1. Vista de las llanuras costeras del sur de Veracruz durante una inundación grande (fotografía de Rafael Galina).
Figura 2.2. Vista de la sierra de los Tuxtlas desde la laguna del Ostión.
Las principales fuerzas de cambio que afectan la biota y los patrones culturales de explotación en las llanuras costeras incluyen los cambios laterales en los cursos fluviales, la subsidencia deltaica y la regresión y transgresión marina. De hecho, la inestabilidad hidrológica del medio físico ejerce limitaciones mayores sobre los modos de vida en esta región que las que caracterizan los medios más estables del altiplano. Sin embargo, lo que puede ser una limitación para una actividad determinada resulta ser una ventaja para otras, tal como veremos más adelante.
En general las llanuras costeras contienen poca cantidad de terreno alto que se preste para la ocupación permanente. Algunos mapas de las llanuras pueden ser engañosos si representan el terreno con relieve mínimo, dando de esta manera la impresión de un terreno uniforme que puede ser habitado completamente por los seres humanos.
En la cuenca baja del río Coatzacoalcos solamente 10 a 15 % del terreno puede considerarse habitable permanentemente; en otras palabras, estos limitados terrenos son los que están a salvo de las inundaciones. Las llanuras costeras saben a agua, en las palabras elocuentes