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Muerte social: una declaración (Xandria Phillips, en voces de le autore y de Gabriela Jáuregui)
Muerte social: una declaración (Xandria Phillips, en voces de le autore y de Gabriela Jáuregui)
valoraciones:
Longitud:
4 minutos
Publicado:
23 sept 2020
Formato:
Episodio de podcast
Descripción
Les escribo desde el dilema de la negritud.
Fíjense que me pasé la vida acá y descubrí
que a nivel atómico me resulta imposible trasponer
la mayoría de las puertas. Y sin embargo, puedo atravesar
las paredes. Les escribo desde la silla vacía
que no está vacía. Les escribo cuando me siento
manoseade. Les escribo para salir de la cama. Les escribo
en calidad de le negre sentade al lado de la puerta. Les escribo desde
la boca apolítica de Olivia Pope. Estoy acá porque nunca
le pude agarrar la mano a la muerte del cuerpo, aunque
me la vienen adjudicando como a quien le ofrecen un trago
con rohypnol o un préstamo con intereses leoninos. Estoy acá
sólo porque empecé a comer de nuevo. Estoy acá sólo porque de otra manera
no califico para existir. Estoy acá sólo porque me fui y volví
por el agujero de gusano del Atlántico. Les escribo en calidad
de la versión yanqui de mí misme. En la versión yanqui,
la lira de Orfeo es una pistola. Eurídice se pone a pensar en médicos,
o más bien en una mano fría. Como si unas uñas esterilizadas
le descorrieran el telón del útero. Una vez, las manos de una curandera
me atravesaron la carne, y fui a juicio por robarme diez dedos. Cuando
raspo el fondo del plato con la cuchara, es como si un coro de hermanes
les pusieran a las estrellas los nombres de sus comidas preferidas. La física
clasifica a diario nuevos tipos de materia y de energía. La materia oscura
y la carne negra tienen mucha demanda, pero nunca vemos
un centavo. Se lo ruego. Si ven a una hermana pasar por las paredes
o sobrevivir lo insobrevivible, tómense un sorbito de su trago y aprendan
a olvidar o a querer a la gravosa aparición que tienen ante ustedes.
Fíjense que me pasé la vida acá y descubrí
que a nivel atómico me resulta imposible trasponer
la mayoría de las puertas. Y sin embargo, puedo atravesar
las paredes. Les escribo desde la silla vacía
que no está vacía. Les escribo cuando me siento
manoseade. Les escribo para salir de la cama. Les escribo
en calidad de le negre sentade al lado de la puerta. Les escribo desde
la boca apolítica de Olivia Pope. Estoy acá porque nunca
le pude agarrar la mano a la muerte del cuerpo, aunque
me la vienen adjudicando como a quien le ofrecen un trago
con rohypnol o un préstamo con intereses leoninos. Estoy acá
sólo porque empecé a comer de nuevo. Estoy acá sólo porque de otra manera
no califico para existir. Estoy acá sólo porque me fui y volví
por el agujero de gusano del Atlántico. Les escribo en calidad
de la versión yanqui de mí misme. En la versión yanqui,
la lira de Orfeo es una pistola. Eurídice se pone a pensar en médicos,
o más bien en una mano fría. Como si unas uñas esterilizadas
le descorrieran el telón del útero. Una vez, las manos de una curandera
me atravesaron la carne, y fui a juicio por robarme diez dedos. Cuando
raspo el fondo del plato con la cuchara, es como si un coro de hermanes
les pusieran a las estrellas los nombres de sus comidas preferidas. La física
clasifica a diario nuevos tipos de materia y de energía. La materia oscura
y la carne negra tienen mucha demanda, pero nunca vemos
un centavo. Se lo ruego. Si ven a una hermana pasar por las paredes
o sobrevivir lo insobrevivible, tómense un sorbito de su trago y aprendan
a olvidar o a querer a la gravosa aparición que tienen ante ustedes.
Publicado:
23 sept 2020
Formato:
Episodio de podcast
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