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El documento presenta información sobre el descubrimiento de una tabla de piedra grabada encontrada en un museo en Dushanbe, Tayikistán en 1910. La tabla mostraba figuras humanas y lo que parecía ser una batalla. Un experto publicó un artículo analizando la tabla y proponiendo que mostraba una antigua batalla entre clanes mongoles entre los años 100 y 200 a.C. Sin embargo, la tabla se perdió después de la Revolución Rusa y su origen y significado permanecen como un enigma.
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El documento presenta información sobre el descubrimiento de una tabla de piedra grabada encontrada en un museo en Dushanbe, Tayikistán en 1910. La tabla mostraba figuras humanas y lo que parecía ser una batalla. Un experto publicó un artículo analizando la tabla y proponiendo que mostraba una antigua batalla entre clanes mongoles entre los años 100 y 200 a.C. Sin embargo, la tabla se perdió después de la Revolución Rusa y su origen y significado permanecen como un enigma.
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John Darnton

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Y fue a consultar a Yahve, que le dijo: Dos pueblos llevas en tu seno. Dos pueblos que al salir de tus entraas se separaran. Una nacin prevalecer sobre la otra nacin y el mayor servir al menor.

PEKIN, 9 de junio. Los cientficos chinos le siguen la pista a un misterioso ser humano salvaje y peludo; han hallado pruebas indirectas de que las criaturas semejantes a los humanos que viven apartadas no son ningn mito, segn dijo el viernes la agencia Xinhua. Reuters, 1995

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AGRADECIMIENTOS Un importante editor de Random House, con una larga trayectoria profesional a sus espaldas, defendi el manuscrito de este libro y contribuyo a darle forma en sus albores. Este hombre es una persona legendaria en los crculos literarios; durante los treinta y cinco aos que trabajo en la editorial publico un sinfn de libros de escritores famosos. Los autores lo respetaban, porque sabia mejorar sus obras y al mismo tiempo conservar su identidad propia, y muchos, incluso lo queran. Pero su nombre jams apareci en el apartado de agradecimientos de sus libros. Siempre lo tachaba siendo, como era, de la vieja escuela, que sostiene que los editores deben permanecer, a toda costa, en la sombra. Si hubiera sido menos modesto, su nombre habra salido impreso en cientos de libros. Si todo hubiera ido bien, no habra aparecido aqu. Estas palabras tienen como nico fin expresar mi gratitud y rendir mi homenajepalabras a todas luces insuficientesa Joe Fox. Deseo dar las gracias tambin a Arthur Kopit, amigo, escritor y conspirador. Fue el primero que me dio la idea de narrar esta historia en forma de novela y quien muchas noches, hasta horas muy avanzadas, colaboro de forma decisiva a concretar los giros del argumento. Estoy en deuda con Nicholas Delbanco, por su lectura y sus comentarios crticos; con Michael Koskoff, por su ayuda y sus consejos; con Christopher Stringer, por haberse ledo los pasajes cientficos clave; con Myra Shackley, por el material, de incalculable valor, contenido en sus dos libros sobre los neandertales, detrs de los cuales hay un minucioso trabajo de investigacin cientfica; con Walter Parkes, por sus tiles sugerencias, y con Peter y Susan Osnos, por su apoy y por haberme ofrecido su casa varios veranos, durante los cuales escrib gran parte de este libro. Asimismo quisiera manifestar mi agradecimiento a Joseph Lelyveld y a Bill Keller, editor directivo, el primero, y editor de la seccin extranjera, el segundo, de The New York Times, por haberme concedido amablemente algunos das de vacaciones para que pudiera cumplir con el plazo de entrega del manuscrito; a Marion Underhill, Sue Nestor y Tony Beard, de las oficinas londinenses de The New York Times, que me brindaron apoy logstico sin queja alguna; a Jon Karp, mi nuevo editor de Random House, quien, de buenas a primeras, se enfrasco en el trabajo de dirigir la redaccin del manuscrito en su fase final; y a Kathy Robbins, mi agente y amiga, que es sencillamente la mejor en su trabajo. Y gracias, naturalmente, a mis hijos, Kyra, Liza y Jamie Darnton, cuya ilusin, ardor y sugerencias me fueron de un inconmensurable valor, y a la persona que mas hizo por animarme, por escucharme, por aportarme ideas geniales, por volver a escribir lo ya escrito, por imprimir, por darme la mano, por enjugarme la frente, por negociar y, en general, por estar siempre a mi lado: Nina Darnton. En 1910, Geoffrey BakersfieldSmyth, un erudito aventurero de Leeds, entregado a su pasin por coleccionar y clasificar flores alpinas, entro por casualidad en el Museo Nacional de Antigedades y otros Objetos de Dushanbe, en el kanato de Bujara. En el stano del museo, entre viejas cajas de vasijas de barro, archivos deteriorados por la humedad y otras tantas cosas echadas a perder, encontr una piedra nica. Era una tabla rectangular, grabada con mucho esmero, del tamao de una mesita auxiliar. Le faltaba un trozo el borde exterior derecho estaba mellado en forma de ese y parte del grabado estaba totalmente desgastado. Pero haba unas lneas tan claras como huellas de unas botas en el barro; eran figuras humanas, aunque fuera imposible decir de que figuras se trataba. En la sala en la que se guardaban los polvorientos archivos del museo, BakersfieldSmyth hallo

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una breve nota, escrita con mano temblorosa. La tabla haba sido descubierta en I874 por un campesino mientras araba su campo, situado junto a una aldea de montaa en tierras tadzhikes. (BakersfieldSmyth record que en 1987 un terremoto haba sacudido Oriente y supuso que la tabla haba salido despedida de alguna de las cuevas subterrneas de piedra caliza que abundaban en la zona.) El campesino la llevo en una carreta tirada por bueyes a Khodzant, el pueblo de la provincia, y la dejo en la puerta de una tienda de paos. En ninguna parte constaba ni como ni cuando haba sido transportada la tabla al museo de Dushanbe. BakersfieldSmyth tomo notas, en las que describa sucintamente la tabla. Quit con un cortaplumas la arenisca silicea que haba entre las grietas y en las muescas, y calco los dibujos. Despus cogi su cmara y la fotografi. Registro todo el museo en busca de la parte que faltaba, pero no la hallo. En Londres, BakersfieldSmyth le mostr sus notas y sus fotografas a P. T. Baylord, quien mas tarde se convertira en lord Uckston, que era un especialista en antropologa biolgica, a la sazn una ciencia relativamente nueva. En I9I3, Baylord publico en el Journal of the Royal Society for Archaeology una monografa y un articulo titulados <<El pictograma de Khodzant>>. Ampli las fotografas, las corto, luego junt en una secuencia lineal las imgenes que haba obtenido por separado, y de ese modo Baylord pudo reconstruir la historia que narraba la tabla. Afirmo que esta hacia referencia a una antigua batalla de tal magnitud, segn el, que los supervivientes se haban sentido impelidos a inmortalizarla y transmitirla a las generaciones posteriores. Advirtanse los intentos por situar la accin en un tiempo y en un lugar determinados escribi. Concretamente observamos smbolos que podran representar las lunas y otros que al parecer representan el follaje estacional. En un extremo hay un dibujo que es, segn todos los indicios, una montaa y un peculiar afloramiento rocoso con salientes que le confieren el aspecto del dorso de un puno cerrado. Desconocemos el lugar exacto en el que se halla este sistema montaoso, pero conviene sealar que la regin mas alta del Pamir, que abarca Afganistn, Tadzhikistan, Jammu y Cachemira, en gran parte por explorar, contiene numerosas formaciones rocosas casi nicas por sus dimensiones gigantescas y sus formas extraas, atribuibles a la erosin de los glaciares. El relato de la batalla escrito por Baylord era impresionante, aunque en ultima instancia insatisfactorio a causa del trozo que faltaba. Se desconoca el final, si es que lo hubo. La historia se desvaneca en el aire, por as decirlo. Pero pudo discernir claramente dos bandos de guerreros e identificar tres contiendas distintas. Incluso llego a conjeturar que en una esquina haba un montn de cuerpos sin vida, aunque los cadveres estaban curiosamente representados, al parecer, por ojos humanos colgados en unos rboles. Despus de pasarse semanas enteras examinando las fotografas con una lupa y haciendo minuciosos dibujos en un trozo de arcilla con un escalpelo de cirujano con el fin de reconstruir las partes que faltaban, descubri las diminutas armas de los soldados, las cuales, escribi, <<eran de naturaleza notablemente primitiva>>. Pero el trabajo, desde un punto de vista cientfico, era muy poco riguroso. Sin el original, era absolutamente imposible datar la tabla. En consecuencia, Baylord, a modo de conclusin, no tuvo mas remedio que aventurar una hiptesis que era, en gran medida, una mera suposicin: probablemente, los combatientes pertenecan a pequeos clanes de mongoles que entablaron batallas entre el ano 100 y el ano 200 a. C. Y en ningn momento reparo en un detalle intrigante de la tabla: el hecho de que un grupo de guerreros era distinto del otro, puesto que se caracterizaba por tener una frente extraamente huidiza que terminaba en unos arcos superciliares muy prominentes. Baylord se limito a hacer una alusin, de pasada, a <<una cinta que llevaban en la frente>>. Sus escritos levantaron un ligero revuelo en los crculos acadmicos, que pronto fue apagndose

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paulatinamente. Algunos sostenan que se trataba de un fraude. Su breve monografa sigui viva solo entre un puado de arquelogos que la consideraban una curiosidad. Las conferencias sobre <<El enigma de Khodzant>> se convirtieron en unas de las favoritas entre los estudiantes universitarios. La piedra se qued en el stano del museo, totalmente abandonada, y mas tarde, cuando la Revolucin rusa se extendi hasta Tadzhikistan, se perdi.

El enigma de Khodzant Akbar Atilla dejo su AK47 apoyado en el tronco de un rbol y se alejo de la hoguera del campamento en busca de un lugar donde hacer sus necesidades. La luz de la luna era dbil y la visibilidad casi nula. Diversas capas de nubes cubran el cielo nocturno y de vez en cuando la negrura era absoluta. Las guerrillas de mujahiddines haban ido subiendo por las montaas de Tadzhikistan hasta una altura considerable con la finalidad de hallar un lugar seguro donde asentar su base. Ninguna fuerza armada del Estado podra darles alcance a menos que montaran una expedicin de envergadura y, en el caso de que lo hicieran, las guerrillas podran esperarles tranquilamente, escondidas en cualquiera de los mltiples barrancos que haba en el lugar, y dispararles. Aquellas montaas eran una fortaleza inexpugnable. Subi la cuesta rocosa, intentando encontrar el sendero guindose por el contacto de los pies con el suelo. De pronto se detuvo y escucho. Se oa el rumor de las hojas de los abetos que el viento mova y las voces de sus camaradas, que hablaban tranquilamente, abajo. Uno de ellos estaba contando una historia. Se aflojo el abrigo del uniforme militar y se dispuso a desabrocharse el cinturn. En aquel momento oy un ruido inconfundible a sus espaldas: eran los pasos de alguien que se acercaba. Se irgui y fue a volverse, pero el ataque fue tan rpido que no le dio tiempo de reaccionar. Sinti un fortsimo golpe en la cabeza y alzo la vista, aterrado. Las nubes se deshacan en el cielo. A la luz de la luna vio una vaga silueta, grotesca y salvaje, que emita gruidos, y un rostro alargado con unas sobrecejas muy prominentes. Ni siquiera pudo chillar; lo golpearon otra vez y luego sinti que unos brazos le estrujaban y le rompan las costillas. Hasta que la noche se lo trag. A la maana siguiente, muy temprano, sus camaradas hallaron el rifle apoyado en el rbol. No haba nada ms. Pensaron que quizs habra bajado al valle a ver a su familia o a cosechar los campos. Pero porque no se llevo el arma consigo? La historia de esta desaparicin era similar a otras que haban ocurrido recientemente, de modo

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que al final llego a odos de los aldeanos y mas tarde tambin se enteraron los habitantes del pueblo que haba en las colinas, al pie de las montaas. Para entonces al relato le haban aadido tantos detalles imaginarios, con el propsito de embellecerlo, que apenas guardaba ya ningn parecido con lo que en realidad haba sucedido. nicamente el misterio esencial permaneci inalterado: un hombre se haba esfumado sin dejar rastro, como si se lo hubiera tragado la tierra. Un norteamericano que viajaba por el Pamir, a quien por comodidad y para evitar molestas preguntas llamaban cnsul, recogi el acontecimiento y lo transcribi en un disquete; aadi asimismo un breve recorte del peridico local de aquella semana, que su secretaria tradujo: HISKADETH, 8 de noviembre. Una joven de veinticuatro aos de Surrey, Inglaterra, que formaba parte de un grupo de excursionistas y alpinistas que escalaba el Askasi, fue hallada muerta la semana pasada. El responsable de la expedicin, Robert Brody, de Londres, dijo que desde que la joven, Katrina Bryan, se haba alejado del campamento, el grupo haba estado muy preocupado por ella. Tambin aseguro que haban emprendido una bsqueda exhaustiva durante cuatro das sin xito, y cuando ya se haban dado por vencidos y haban decidido iniciar el descenso, hallaron el cuerpo en un saliente, a unos tres kilmetros de la cima del monte. Los excursionistas llevaban tres semanas recorriendo y escalando las montaas de aquella regin, raramente visitada por los forasteros. Los lugareos cuentan historias de ciertos..Hombres de la montaas que capturan a las personas que se aventuran a ir hasta all. El seor Brody dijo que todos haban vivido atemorizados por diversas apariciones misteriosas, pero rehuy dar mas detalles. La autopsia, llevada a cabo por el doctor Askan Katari, mostr que presentaba mltiples abrasiones y extensas lesiones craneales. Haba..Ciertas contradicciones, dijo el doctor Katari sin dar mayores explicaciones. Han repatriado el cadver a Inglaterra para que pueda procederse a su inhumacin. El cnsul codific el disquete y lo meti en un sobre en el que escribi las seas del college de Bethesda, en Maryland, al cual le haban aconsejado que se dirigiera en ocasiones como aquella. Lo envi por medio de la valija diplomtica de la Embajada norteamericana de Dushanbe, la capital de Tadzhikistan. Matt decidi tomarse un descanso. Salio de un agujero que pareca una tumba, fue a recoger el cntaro de agua y, cuando estaba bebiendo, por el rabillo del ojo vio una manchita. Volvi a dejarlo en el suelo y miro fijamente el valle; muy a lo lejos haba una nube de polvo. Era un coche. El primer coche que vea en los ltimos cuatro meses. Que hacia all, en aquel lugar remoto y desierto? Se quito el sombrero de ala ancha manchado de sudor y alzo la vista. Al instante tuvo la sensacin de que el sol del frica oriental le perforaba el cerebro. Movi repetidamente los hombros, hacindolos girar, y sinti un dolor muy agradable en los msculos de la espalda. En la pendiente rida que haba a sus pies vio a cinco personas trabajando. Eran sus alumnos. Le gustaba mirarlos desde cierta altura, como ahora. Todos estaban ajetreados, ocupados en la excavacin. Uno de ellos empujaba una carretilla cargada de trozos de roca; otro, tendido boca abajo en una zanja, estaba pasando un cepillo de dientes por la superficie de una piedra. Que extico era, con aquel calor y en medio de tanto polvo. Pareca un paisaje lunar. Ech un vistazo al reloj. Era la hora de almorzar. Baj la colina a grandes zancadas, de lado, y entr en la tienda de campana. En el interior hacia

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un calor sofocante. Dej la puerta de lona abierta y encendi un ventilador que tenia un aspa de plstico de diez centmetros y que poca cosa hacia por mover aquel aire inerte. Se oa el sordo zumbido de las moscas. Inesperadamente Matt vio su rostro reflejado en un espejo que colgaba de uno de los palos de la tienda. Examino los chorros de sudor que le resbalaban por la frente y las mejillas, hasta desaparecer en la barba. El pelo, castao y espeso, le cubra la frente y las orejas, y le llegaba hasta el cuello de la camisa. El polvo se le haba acumulado en las patas de gallo que tenia alrededor de los ojos marrn oscuro y en las arrugas que se le haban formado a ambos lados de la boca. Se quit las botas, se sacudi los pies, se tumbo en el catre, doblo los brazos, apoy la cabeza en las maos entrelazadas y miro el luminoso tech de lona de la tienda, recubierto de un material protector, que el airecillo del ventilador mova letrgicamente. Una sombra se deslizo de pronto por el. Duermes? En el tono de voz de Nicole se detectaba alegra, deseo y tambin burla, aunque ligera. No. En realidad solamente me he echado a dormir una siesta. Solo es la una. Matt se sent. Ya sabes que estoy hecho un anciano... Nicole sonri y meneo la cabeza exasperada. No soportaba que el hiciera referencia a su edad. Era una manera mas, de las mltiples a las que el recurra, de interponer una distancia insalvable entre ellos dos. Se quito la badana que llevaba atada a la cabeza y se dejo el pelo suelto, que le cayo hacia atrs. El aire del ventilador le mova la parte de la cabellera color nogal, larga y llena de polvo, que se le vea por encima de los hombros. Has visto el coche dijo Nicole. Ms que una pregunta era una afirmacin. Si. Quien puede ser? No lo se. No esperamos correo hasta dentro de dos semanas. Podra ser algo importante. Tal vez una pieza para tu ordenador. Un manual de instrucciones, seguramente. Matt tena el ordenador en un rincn y nunca lo usaba. Era incapaz de manejarlo como a el le gustaba decir, era un hombre del pasado, no del futuro y su ineptitud era objeto de bromas entre sus alumnos. Tal vez sea un mensaje de la universidad. Quizs van a financiar la excavacin seis meses ms.

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Cuando dan dinero, no mandan a nadie que tenga que recorrer medio mundo para entregarlo. Lo anuncian por la noche... en una sala vaca. Nicole se ri. El se levant y estiro los brazos. Bueno comento, sea quien sea, llega tarde para el almuerzo. Matt se fue hacia la puerta. Solo espero que no sean malas noticias dijo Nicole. Me encanta estar aqu. He encontrado el trabajo de mi vida. Matt sonri. Tiene momentos especiales afirmo. Despus, con una inclinacin de cabeza, le sealo con la mano la puerta de la tienda de campana: una invitacin a que se marchase. Ella le dirigi una mirada ardiente y cuando estuvo a su lado le pas despacio el ndice por el vientre, arrugndole la camisa y acaricindole la piel debajo del ombligo. Sin quererlo, Matt sinti que se excitaba. Por que no dorma con ella? No es que no sintiera deseo; eso, gracias a Dios, no lo haba abandonado. Record la noche que Nicole tomo la iniciativa. Ella haba entrado a hurtadillas en su tienda y se la encontr esperndolo en su catre. Bajo el pabelln de la mosquitera, que la cubra como una bata transparente, vio que estaba desnuda. A Matt le acometi una mezcla de deseo y de miedo. Se acerc a la caja en la que guardaba sus pertrechos, cogi una botella de un quinto de galn de whisky y se sent en una canasta que haba cerca de la cama. Estuvieron bebiendo los dos, pasndose la botella el uno al otro. Ella se sent, cubrindose el pech con una manta, pero una o dos veces, cuando se inclino para ir a cogerle la botella, no la sujeto y el vio sus senos, pequeos y firmes. Cuanto tiempo hacia que haban hecho el amor. Tres meses? Bebieron como dos buenos amigos hasta que terminaron la botella. El salio tambalendose a pasear bajo las estrellas y, cuando regreso una hora mas tarde, ella ya no estaba. Durante los das siguientes estuvo furiosa. Luego, sin saber como, su furia desapareci y empez a comportarse como si tuviera ciertos derechos sobre el. En las comidas se sentaba a su lado, lo miraba y, si el contaba chistes o bromeaba, ella le sonrea como les sonren las mujeres a sus maridos. En un par de ocasiones ella se las ingenio para quedarse a solas con el y as poder hablar. El se apercibi, pero fingi no darse cuenta de nada y desvi la conversacin tomndole el pelo de tal modo que resulto casi cruel. Se senta vil, pero aquello el romance al calor de la hoguera del campamento entre la estudiante recin graduada y el profesor encallecido por los safaris pareca tan tpico y le produca tanto hasto como los hallazgos casuales de huesecitos en las excavaciones. No quera pasar por las inevitables declaraciones, confesiones y recriminaciones. Tal vez este hacindome viejo, se dijo, pero me apetece consagrarme a la abstinencia del mismo modo que en el pasado sola deleitarme en el desenfreno. De pronto, a los treinta y ocho aos, Matt haba tomado conciencia del tiempo. No se perdonaba haber cado en la hipocresa de los romances; los juegos, el esfuerzo por mantener el misterio, la rutina propia de todos los amoros, que el haba ido perfeccionando a lo largo de los aos, le parecan ahora tan inspidos como el parloteo vacuo de los polticos. Solamente una vez fue capaz de despojarse de todo este fingimiento, y lo haba estropeado todo. Pero de eso hacia muchos aos.

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Se senta inquieto e insatisfecho; sus emociones y sus sentimientos estaban gastados. Se deca que anhelaba la soledad, que para el era un autentico tesoro, lo cual era cierto, pero tambin era cierto y era lo bastante honrado para reconocerlo en sus noches de insomnioque se senta solo. Con todo, la situacin que se haba creado entre Nicole y el era inestable. Tendra que actuar de manera que le hiciera ver que comprenda sus sentimientos porque de lo contrario explotara, y eso echara a perder la expedicin. Siempre le haba sorprendido lo importante que es, para que una excavacin sea un xito, que haya un espritu de grupo y que este se sienta cohesionado. Matt salio de la tienda y se qued mirando la cuenca del valle. El coche estaba cada vez mas cerca. El polvo que levantaba pareca una explosin; luego iba cayendo suavemente, como caen las plumas. Lo que ms me gusta de este lugar es que nadie puede atacarte por sorpresadijo. Y as tienes tiempo de levantar fortificaciones con el fin de defenderte. Nicole se volvi y le lanzo una mirada significativa, como recalcando el doble sentido de sus palabras. Cuando iba andando por el sendero, Matt, que iba detrs de ella, tena la vista clavada en sus pantalones cortos deshilachados. Los hilos que colgaban parecan flequillos emblanquecidos sobre la piel desnuda de sus muslos; Nicole andaba despacio y marcaba el paso, lo que le permiti a Matt ver el contorno de las bragas y observar el balanceo de sus nalgas. Como siempre que hablaba en pblico, la doctora Susan Arnot estaba excitada, aunque solo fuera, como en esta ocasin, ante unos estudiantes universitarios de antropologa de primer curso. Cuando alguien da una conferencia se convierte en el centro de atencin y todos los ojos estn puestos en el. Tenia que admitir que tambin le gustaba el hecho de sentir que dominaba la situacin. En eso consista la de magia? El curso de Susan Arnot sobre el hombre prehistrico era uno de los ms populares de la Universidad de Wisconsin, aunque Susan era famosa por ser una profesora exigente a la hora de corregir los exmenes. Inscribirse en un curso que imparta una persona celebre en su especialidad y cuyas teoras, adems, al poner en solfa las ideas establecidas, generaban polmica representaba una emocin aadida. Y por supuesto estaba tambin su fama, entre alumnos y profesores, de <<smbolo sexual>>. Tena un biotipo esplendido, unas piernas bastante largas y un estilo de vestir juvenil; a veces, los das que no iba a la universidad, se pona unos tejanos, una chaqueta de cuero negra e iba en moto, con el pelo largo, negro y brillante remetido en un casco de color cereza. Cuando entraba en un aula o en una sala se produca una conmocin invisible, como si las molculas se calentaran. Las clases de Susan eran legendarias entre el alumnado, de modo que sus aulas estaban siempre a rebosar. De pie en la tarima, con un haz de luz lanzado desde el otro extremo del aula por encima de su cabeza como si fuera un proyector orientable, de los que se usan en los teatros, vea los contornos de los rostros pero no las facciones. En la penumbra se distingua el resplandor de algunas joyas y un par de gafas que reflejaban la luz cual diminutos faros en la semioscuridad. Haba distendido el ambiente con comentarios jocosos: el habitual repertorio de hallazgos arqueolgicos raros, las comparaciones entre el hombre de Java y una eminente personalidad de la universidad, el fraude de la mandbula de Piltdown y un trabajo de investigacin de un profesor. Era un recurso fcil pero funcionaba, y se senta gratificada cuando ellos se rean justo en el momento en que se tenan que rer.

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Bruscamente levant el puno derecho, flexiono el pulgar y se oy un zumbido distante. A sus espaldas apareci un mapa enorme dibujado con tinta negra; los ros estaban representados por unas lneas serpenteantes y las colinas por unas pestaas. Los alumnos fijaron su atencin en el; algunos levantaron sus plumas, dispuestos a garabatear apuntes. Topnimos alemanes del valle del Rin: Oberhausen, Solin gen, el ri Dussel. Susan alzo el puntero y se acerc al mapa muy seria. Y as llegamos al acontecimiento principal. Para ello hemos de remontarnos al mes de agosto del ano I856. Tres aos antes de que Darwin publique El origen de las especies. Ha estado trabajando en el durante unos veinte aos y no tiene ninguna prisa por terminarlo. Pero pronto se entera de que un rival suyo esta trabajando en un manuscrito en el cual expone lo que el denomina <<la seleccin natural>>. Eso provocara que Darwin se ponga a trabajar a un ritmo frentico. Se interrumpi y miro a sus alumnos; quera asegurarse de que la seguan. Sin saber por que empez a ponerse un poco nerviosa; era una sensacin vaga, desconcertante, y que desde hacia unos das iba y venia de forma inexplicable. Levant el puntero y la punta de goma roja rozo el mapa Susan acarici el centro con un movimiento circular y lento. Aqu, en este pequeo valle al este del Rin, se va a producir un hallazgo que trastocara las teoras cientficas del siglo XIX. Y al igual que en muchos hallazgos importantes, el azar jugara un papel decisivo. Levant el puno. Se oy otro clic y en la pantalla resplandeci una fotografa en color que mostraba praderas y claros umbrosos. Este es un pequeo valle tranquilo, sembrado de edelweis y narcisos trompones. En el siglo XVII la garganta recibi el nombre del director de un colegio de Dusseldorf, Joachim Neumann, quien acostumbraba a vagar por el valle en busca de inspiracin para sus poemas y sus composiciones musicales, por cierto espantosas. Pero era un personaje querido y, al morir, los habitantes de mayor edad del pueblo decidieron poner su nombre a los campos que el adoro. Joachim era un pedante: prefera que se dirigieran a el utilizando la traduccin griega de su apellido, Neander, que significa <<hombre nuevo>>. Dos siglos mas tarde, en 1856, un da tranquilo de agosto, unos obreros que trabajaban en una cantera descubrieron una cueva en la que haba montones de huesos apilados junto a las paredes y esparcidos aqu y all, aunque la mayora de ellos estaban amontonados cerca del centro. Los obreros los tiraron todos salvo un puado. Por algn motivo que desconocemos, el propietario de las tierras, un tal Felix Beckershoff, se intereso por aquellos viejos huesos y salvo unos cuantos: unos brazos, algn fmur, parte de una pelvis y el fragmento de un crneo. En la pantalla apareci otra diapositiva: unos trocitos de huesos, relucientes como piedras preciosas y de color marrn oscuro como cajas de cartn mojadas. Algunos eran perfectamente identificables: una bveda craneal, un fmur inconfundible y una tibia muy delgada. El extremo del puntero no dejaba de moverse entre ellos, dibujando un ocho. Afortunadamente, Beckershoff conoca a J. C. Fulllrott, el fundador de la Sociedad de Ciencias Naturales local. Cuando este tuvo delante los fragmentos, no poda dar crdito a lo que vean sus ojos. Que clase de huesos eran aquellos? El crneo ligeramente inclinado, las extraas e impresionantes protuberancias... que explicacin haba que darles? Y los miembros arqueados. El cubito lesionado de un antebrazo. A quien pertenecan? Aquellos huesos no eran de ningn animal, pero tampoco pertenecan a seres humanos vivientes ni a ninguna especie humana.

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Susan volvi al atril. Ahora los alumnos estaban escribiendo febrilmente. No necesitaba consultar sus notas: haba dado aquella clase decenas de veces. Con todo, no poda evitar sentirse vulnerable ni librarse de la sensacin de que perda el hilo. Quienes son todas estas personas que me estn escuchando?, se pregunt. Que piensan en realidad? Pugno por recuperar un tono de voz tranquilo, propio de una conversacin distendida. Fuhlrott aviso a un anatomista de Bonn, un profesor llamado Schaaffhausen, que fue el primero en sostener la teora de que aquellos especimenes eran algo absolutamente inimaginable: no pertenecan a ningn simio ni a ningn hombre, sino a un ser anterior al hombre, un ser de algn; especie que tal vez habito Europa antes de los romanos y lo celtas. Intenten imaginarse por un momento el osado salto que esta singular induccin venia a representar. La reaccin de los profesionales no se hizo esperar. La teora de la evolucin estaba en ciernes. Sus gritos de amenaza retumbaban por los pasillos severos y respetables de la ciencia. Los representantes de la comunidad cientfica dominante se escindieron. Los evolucionistas cogieron el puado de huesos y los enarbolaron rpido!para esgrimir su revolucionaria teora. Los antievolucionistas se lanzaron al ataque e insistieron en que aquellos huesos eran un hallazgo fortuito e insignificante. Los dos bandos estaban empatados. Incluso llegaron a intervenir pensadores famosos de la poca, que aportaron nuevas explicaciones. La verosimilitud no era un factor primordial que hubiera que tener en cuenta. Rudolf Virchow, el anatomista alemn ms famoso de su tiempo, sostuvo que el ser al que perteneca aquellos huesos era un hombre vulgar y corriente que sufri raquitismo. El dolor atroz, concluyo, le hizo contraer lo arcos superciliares, los cuales se osificaron y dieron origen a la formacin de aquellas extraas protuberancias. Eminentes cientficos tomaron partido en aquella controversia Darwin, por supuesto, tambin lo hizo. Susan meneo ligeramente la cabeza y prosigui: Pero no debemos ser demasiado crticos. Recuerden que era una poca de supersticin, de una seudo espiritualidad y de un frreo conservadurismo considerable. Imaginar que el hombre poda proceder de un ser simiesco, por no hablar de un primo de cabeza plana al que pareca que le hubiese pasado un camin por encima, era un anatema. En aquel momento, sin embargo, intervino la providencia. Las pruebas se iban acumulando hasta que ya fueron incontrovertibles. Volvi a levantar el puo y esta vez en la pantalla se vio un mapa de Europa, el norte de Afrecha y el subcontinente indio marcado con cruces negras, que parecan mucho mas profusas en el sur de Francia. Se hallaron ms fsiles y tambin huesos de inmensos mamferos, algunos de ellos extinguidos, como el mamut y el ciervo gigante. Se hacia difcil rebatir aquello. El puntero dio unos golpecitos en la pantalla. Empezaron a surgir huesos como las setas despus de la lluvia. En Gibraltar, en Italia, en Blgica, en Rusia, en Irak, en Israel. Susan se sonri. La ansiedad haba cedido un poco. Volvi al atril sin dejar de mirar la pantalla, como si esperara que sucediera algo sobrenatural. Cuando habl, su voz adquiri bruscamente la intensidad con la que se relata el momento culminante de una narracin. Y de este modo... Las pruebas triunfaron. La ciencia sali victoriosa. William King, un anatomista irlands, afirmo que el fsil perteneca a una nueva especie humana. Se fundaba la paleontologa. Aquella criatura fue reconocida, bautizada, analizada. Y le dieron un nombre que proceda del valle de las flores alpinas y de nuestro amado Joachim Neumann, director de colegio que escriba rimas insufribles. Y ahora, seoras y seores, vean a la estrella de nuestro espectculo... dijo Susan, cuya voz alcanzo un tono de vociferador carnavalesco, al tiempo que alzaba el puno y pulsaba el botn con el

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pulgar. El Homo sapiens neanderthalensis, mas conocido por todos ustedes como el hombre de Neandertal! El aula qued casi a oscuras cuando aquella figura gigante la invadi con su presencia. Era inmenso, hirsuto y ocupaba toda la pantalla. Aquel rostro demasiado largo resultaba extraamente familiar por la gran cantidad de imgenes que haban visto de el y los cientos de sueos solo semirrecordados: la frente inclinada hacia atrs, las sobrecejas gruesas, horriblemente abultadas, la nariz prominente, ligeramente ganchuda, y el mentn redondo y huidizo. Era deforme, de una fealdad indecible, pero guardaba un parecido tan asombroso con la cabeza humana que las diferencias eran todava mas grotescas. Era como si una mano enorme hubiera cogido una cabeza de cera y la hubiera alargado brutalmente. Al lado del hombre de Neandertal, Susan pareca una enana. Al cruzar la tarima delante de su pech peludo, sin prestar atencin a la colosal figura que la acechaba a sus espaldas, el contraste le daba el aspecto amenazador; pareca King Kong espiando por la ventana a Fay Wray. Aquel dibujo, del ilustrador checo Zdenek Burian, era su favorito. Le gustaba como haba conseguido darle una expresin claramente humana. Haba algo en las arrugas de la boca que recordaba a las que se forman al sonrer y aquellos ojos feroces e inteligentes parecan mirar a lo lejos, como si estuvieran contemplando algo digno de ser recordado para siempre; la propia extincin, quizs. Eran tan sagaces, tan nostlgicos y tan desesperanzados... Y aquellos hombros encorvados parecan doblados por un inefable cansancio. Aquello no era una bestia. Era un ser idntico al hombre. Matt no conceda ningn crdito a los presagios era demasiado escptico para creer que el universo estuviera regido por una fuerza, ni siquiera por una fuerza malvola, pero era incapaz de ahuyentar la conviccin de que aquella nube de polvo no auguraba nada bueno. La sensacin, ahora que el coche se acercaba, era cada vez ms fuerte, aunque intentaba disimularlo delante de sus alumnos. Quiz vienen a traernos la pizza que hemos encargado brome cuando acabaron de comer la carne de cabra recalentada de la noche anterior acompaada de cerveza Tusker tibia. Cogi su vaso y, alejndose por la colina, fue a sentarse en una piedra grande desde donde poda contemplar la parte inferior de la excavacin: el foso cavado en zanjas de estratos superpuestos, las carretillas con unas cribas encima, el viejo remolque que les serva de laboratorio, las cajas de herramientas que haban dejado en el suelo y que parecan pequeos atades de madera. Era increble; en aquel momento su mundo se reduca a aquel lugar, todos los dems careca de importancia. Pens en todos los hallazgos que haban visto la luz a lo largo de las dcadas: fragmentos de huesos y de dientes, raspadores y puntas de flechas de piedra, piezas, todas ellas, que formaban un rompecabezas. En las ultimas dcadas, el conocimiento del hombre del Paleoltico inferior haba crecido de forma exponencial, pero que se sabia en realidad de su universo, de su mentalidad y de su alma?, que sentido le daba al mundo antes de dormirse, por las noches?, cual era su reaccin al ver una puesta de sol o un gamo al galope? Sentado all, Matt imagino al hombre prehistrico en aquel mismo lugar en el que se encontraba el. Tal vez aquello era la orilla de un lago de grandes dimensiones, a juzgar por los depsitos de sedimentos. Las colinas que haba detrs de el estaban llenas de cuevas profundas cuya entrada daba casi a la orilla del agua. Era un sitio muy seguro, y la seguridad era lo ms importante. Matt saba algunas cosas del hbitat y de las creencias de aquella criatura e intento evocar la parte ms oscura de su personalidad: era un guerrero y a la vez una sombra temerosa y trmula que buscaba guarecerse en el interior de la cueva. Se esforz, como lo haba hecho en mltiples ocasiones, por olvidarse de si mismo y experimentar los miedos que debi de sentir aquel ser, oler los olores que

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debieron de serle familiares: el olor a sangre, el olor a grasa, el olor a pelo; y trato de meterse en aquel cerebro que debi de tropezar con el mismo una y otra vez, pues solamente era capaz de comprender unos cuantos gruidos dbiles, y nada mas. Pero que difcil era llegar a saber algo con certeza. Seria posible, aunque solo fuera por una centsima de segundo, sentirse de algn modo unido a una criatura tan primitiva y mucho mas grande que nosotros que haba pasado por all hacia miles de aos? El Land Rover gir, se meti en el centro del campamento con un gran estruendo y fren bruscamente, envuelto en una nube de polvo que se desvaneci cuando se paro el motor. Un hombre salto del asiento trasero y se acerc a ellos a buen paso. Tena un aspecto extrao. Daba la impresin de que el pelo le caa en espesos mechones. Aunque de constitucin pesada, pareca sorprendentemente gil, era blanco y deba de tener unos cuarenta aos. Llevaba botas de excursionista, una chaqueta de safari de las que se ponen los turistas en las republicas bananeras y unas gafas de sol integrales. El doctor Mattison? Se dirigi directamente a Matt y le tendi amigablemente una mano carnosa. Matt se la estrech; el apretn fue ms fuerte de lo que Matt se haba imaginado. O debera decir: <<El doctor Mattison, supongo>>? Despus de todo, estamos en frica. O al menos eso creo. Aunque no estoy muy seguro... Tal vez me he equivocado de camino en medio de tanto polvo. Y t eres... Van Steeds. Frederick. Hizo una pausa. La gente me llama Van. Aquel nombre le era familiar a Matt, aunque no sabia muy bien de que le sonaba. El visitante se quito las gafas para limpiarlas y dejaron al descubierto una cara regordeta y unos ojos grises que lanzaron unas miradas rpidas en derredor que le daban un aire inquisitivo, si no furtivo. Doblo la espalda y se sacudi los pantalones, lo que levant una gran polvareda. Mire! No entiendo como pueden acostumbrarse a vivir con tanto polvo. Matt se dio cuenta de que Van miraba la mesa. Quieres comer algo? Bueno, no le digo que no. Los estudiantes le hicieron sitio; uno de ellos se fue a la despensa y volvi con unas lonjas de carne, pan y una cerveza. El conductor del Land Rover se haba sentado debajo de una acacia y se haba quedado dormido al momento, con las maos abiertas tendidas en el suelo. Van se lo qued mirando. No se que les pasa a estos tos. En cuanto salen de un coche, se quedan dormidos. Como si esto estuviera en el contrato. Khat dijo uno de los estudiantes. Masca khat. Oh no! Como lo sabes?

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Por los ojos. Tena las pupilas dilatadas. Aqu todo el mundo masca khat. La madre que lo pari. Matt se cans de aquella conversacin intrascendente. Escucha, Van, te agradezco que hayas hecho un viaje de cuatro horas desde Djibouti en pleno da, pero... Diez, para ser exactos. Aterrice en Hargeisa, fui hasta Djibouti en coche y all alquile el Land Rover. Este dijo que saba el camino, pero se ha perdido dos veces. Ya. Bueno, ahora que estas aqu, podras decirnos por que has venido? Desde luego dijo Van, con una sonrisa inescrutable en los labios. Matt se dio cuenta de que disfrutaba ocultando su secretito. Solo una cosa... Miro a los otros. Tengo que hablar a solas con usted. Muy bien. Van termin de comer en silencio y sin prisas y se levant, lamindose los dedos pringados de grasa. Matt lo llevo a la tienda, y en cuanto estuvieron dentro Van le tendi un sobre alargado de color marrn sin decir ni una palabra. Matt lo abri y el otro asomo la cabeza por la puerta de lona y encendi un pitillo. No puedo contestarle ninguna pregunta. Me gustara poder hacerlo pero, si he de serle sincero, no tengo muchas respuestas. El membrete era discreto; pareca de una institucin importante: Instituto de Investigacin Prehistrica, l 290 Brandywine Lane, Bethesda, MD. og763.

Estimado doctor Mattison: Estoy absolutamente convencido de que esta carta le llegara en el momento ms inoportuno, y le pido disculpas de antemano por esta desafortunada coincidencia. Le aseguro que si no se tratara de un asunto de extrema urgencia, nada me empujara a contactar con usted en estos instantes y a hacerle una peticin que, no me cabe ninguna duda, su magnanimidad no le permitir desestimar. Como tal vez sepa, hemos contratado los servicios del doctor Jerome Kellicut, a quien creo que usted conoce muy bien y quien me ha hablado de usted en trminos muy favorables. Por esta razn creemos que podemos confiar en usted. El doctor Kellicut se encuentra desde hace un tiempo en Tadzhikistan llevando a cabo un emocionante proyecto que nosotros patrocinamos y que es de suma importancia para la comunidad cientfica, y para la paleontologa y la investigacin prehistrica en particular. No hemos tenido noticias de el desde hace varios meses, aparte de un mensaje que le mando a usted a travs de nosotros y que nosotros tenemos bajo custodia para usted. En el le hace un requerimiento al que estoy convencido de que responder usted favorablemente en cuanto tenga conocimiento de los hechos. Me temo que debo aadir que tenemos fundadas razones para creer que la vida del

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doctor Kellicut esta en peligro.

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Por ello le apremio a que, en cuanto reciba esta carta, parta usted sin ms dilacin y se presente en nuestro centro de Bethesda, en Maryland, en las senas que constan en el membrete. Dando por supuesto que acceder usted a nuestra demanda, le hemos reservado billetes de avin y habitaciones en los hoteles en los que se alojara. Asimismo hemos procedido a hacernos cargo del proyecto que esta dirigiendo usted en este momento. Por ultimo deseara insistir en lo apremiante de la peticin que le dirigimos. Estoy seguro de que usted comprender que la celeridad y la necesidad de mantener en secreto cuanto se le ha comunicado son de vital importancia. Abajo haba garabateada una firma, de trazos afilados, y debajo, escrito a maquina, un nombre y un cargo: Harold Eagleton, director. Matt estaba atnito. Haba pensado con frecuencia en Kellicut, su tutor en Harvard, pero hacia como mnimo cinco aos que no lo haba visto y... cuanto tiempo?, por lo menos dos aos que no sabia nada de el. Nadie haba influido tanto en su vida como aquel hombre. Diriga el poderoso departamento de arqueologa como un prncipe y los estudiantes eran sus sbditos; Vivan con la esperanza de ser elegidos para participar en las excavaciones y tener la oportunidad de incorporarse a la elite. En Cambridge, Kellicut sola ir con ellos de bares, donde beban hasta altas horas de la noche, y despus volvan a su apartamento, donde pona discos de Fats Waller o de Maria Calls y preparaban huevos revueltos con especias en una sartn de hierro negra que Kellicut no fregaba nunca. Matt era impresionable no haba conocido a su padre, que muri cuando el tenia dos aos, y Kellicut le transmita sin tregua revelaciones y pensamientos subversivos, le daba a conocer la poesa de Blake y compositores de los que nunca haba odo hablar. Le lanzaba sus conocimientos como si se tratara de proyectiles. Por que me ha elegido a mi?, se preguntaba siempre Matt, que se senta halagado pero al mismo tiempo indigno. En poco tiempo sucumbi a la fascinacin de Kellicut por <<los antiguos>>; no los griegos y los romanos, que haban legado sus escritos a la posteridad y era fcil conocerlos, sino los verdaderamente antiguos: los seres prehistricos en el proceso de formacin por convertirse en humanos. En la segunda excavacin en la que participo Matt, hacia ya muchos aos, en Combe Grenal, un minsculo valle por el que fluya el ri Dordogne, en el sur de Francia, exhumaron mas de dos mil fragmentos seos de neandertales, y tambin parte de un esqueleto. Una gra levant todo el lecho rocoso, que qued suspendido en el aire balancendose peligrosamente, mientras Kellicut, movindose de un lado a otro como un poseso, soltaba maldiciones y gritaba en un francs chapurrado. El operario francs que manejaba la gra la haba inclinado de manera que la cuchara estaba a punto de escurrirse del brazo giratorio y de caer en el suelo. De un salto, Kellicut se meti en la cabina y pudo controlar la gra y depositar la carga en un camin que tenia una plataforma plana. Matt todava recordaba la imagen: Kellicut cambiando bruscamente las marchas sin dejar de re negar y luego rindose como un loco. Mas tarde, por la noche, de Dios sabe donde, sac cuatro botellas de champaa fri y todos acabaron borrachos. Al final, y saltndose como siempre las normas, Kellicut les dio a cada uno de ellos un fragmento de un crneo de un hombre de Neandertal. Haba hecho un agujero en los fragmentos seos y los haba montado en una cadena de plata. Matt la haba llevado colgada al cuello durante aos. Despus se la quito y se la guardo en el bolsillo de los pantalones, pero siempre la llevo consigo. Incluso ahora, siempre la tenia a mano, como si fuera un talismn. Si tena que ser sincero, Matt estaba un poco dolido de que Kellicut hubiera estado todo aquel tiempo sin dar seales de vida. Ahora se hallaba en peligro. Eso es lo nico que estaba claro. Pero que clase de peligro? De que proyecto se trataba y cual

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era su mensaje? Matt haba odo hablar del Instituto de Investigacin Prehistrica, un centro nuevo pero bien equipado que trabajaba en especialidades afines, aunque no saba gran cosa ms. En que proyecto andaba metido Kellicut? Como sabia ese tal Eagleton donde se encontraba Matt y en que se basaba para suponer que ira sin pensarlo? Alzo la vista y miro a Van, que ahora estaba fumando y haciendo esfuerzos por exhalar el humo a travs de la lona. Van, que significa todo esto? Que pasa? Lo siento. Como ya le he dicho, no puedo contarle nada. No puedes o no quieres? Crame, si pudiera aadir algo a lo que dice la carta, lo hara. Kellicut ha desaparecido de la excavacin que estaba realizando en Tadzhikistan y necesitamos que usted nos ayude a encontrarlo. Me entregas esta carta y esperas que lo deje todo y vaya a Maryland? Si. Por que? Porque su vida esta en peligro. Van bajo la cremallera de la tienda y escupi un enorme salivazo. Por que lo dices? No es un lugar seguro. En teora tenia que mantenerse en contacto con nosotros, pero hace meses que no sabemos nada de el. Van hizo una breve pausa. As pues, va a venir. Matt sinti que se le hacia un nudo en la garganta. Cuando nos marchamos? Yo me voy hoy. Usted puede irse dentro de dos das. Matt protesto. Y que pasa con la excavacin? No puedo irme as por las buenas y dejarlos plantados. Estos chicos dependen de m. Eso ya lo hemos tenido en cuenta. Hemos contratado a un tipo de Columbia para que la dirija. Llegara maana o el jueves como muy tarde. Al parecer pensis en todo dijo Matt. Pero este caso no podemos resolverlo solos, por eso lo necesitamos a usted. Por que yo? Porque usted es el nico, o prcticamente el nico, que conoce al profesor Kellicut y que adems domina la paleontologa. Junto con la sensacin de alarma, Matt advirti un ligero zumbido de excitacin en los odos, un hormigueo en las extremidades, la vieja reaccin que experimentaba cuando estaba a punto de empezar una aventura. Van se qued solo meda hora mas, durante la cual estuvieron ultimando todos los detalles.

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Cuando se dirigan al Land Rover, Van despert al adormilado conductor, que sacudi la cabeza, se levant bruscamente y se subi al coche. Matt volvi a mirar a Van, que se haba puesto de nuevo las gafas de sol. Otra cosa. Tu nombre me suena, pero no consigo acordarme de que. En que estas especializado? Yo? Empec especializndome en psicologa, luego me pase a la paleo antropologa. En estos momentos me dedico al sicolenguaje. Claro. Van Steeds. He ledo algunas de tus publicaciones... Toda esta nueva investigacin sobre la comunicacin no verbal es fascinante. Perdname. Por favor. Estoy impresionado de que alguien de su talla se haya molestado en leer las oscuras publicaciones que dan a conocer mi trabajo. Van sonri dejando al descubierto su dentadura y se es corri en el asiento trasero sin decir ni una palabra mas. El coche se alejo levantando otra nube de polvo. Mas tarde, cuando Matt regreso a su tienda, vio en el suelo, junto a la puerta, el escupitajo de Van. No daba crdito a sus ojos. Era verde. Hijo de puta, pens. El muy cabrn mascaba khat. Susan levant el puntero y le hizo cosquillas al hombre de Neandertal en la barbilla. Aqu lo tienen. Ya conocen lo que la gente dice de el: <<la broma pesada de la naturaleza>>, <<el callejn sin salida de la evolucin>>. Nuestro pobre primo simiesco, un personaje entupido y lerdo que desperdicio el tiempo de que dispuso para pasearse por el escenario. Pues no hay nada que este ms lejos de la verdad. En los ltimos diez o quince aos hemos recogido mucha informacin. Y todo lo que ahora sabemos contradice este calumnioso tpico. En la pantalla se vea una vieja fotografa de un hombre que se daba aires de importancia; llevaba pajarita y lucia una perilla blanca muy pulcra; tenia los ojos entornados y mostraba una sonrisa de autosatisfaccin en la boca ligeramente entreabierta. Guardaba cierto parecido con Sigmund Freud. He aqu al villano: es Marcellin Boule, el famoso paleontlogo francs. El es el mayor responsable de este concepto errneo, de esta crasa y vulgar mentira sobre el hombre de Neandertal que prevalece hasta nuestros das y que esta presente por doquier, desde la literatura hasta los dibujos animados. Susan habl a grandes rasgos de Boule, de sus ansias de fama, de su obsesin por mantener el linaje humano puro y de su rechazo a admitir que tuviramos antepasados primitivos. Un da fatdico de I908 cay en sus maos un esqueleto que proceda de una pequea cueva cerca de La Chapelleaux-Saints. Pas una diapositiva que mostraba la reconstruccin que hizo del esqueleto: un trabajo incompleto y defectuoso que intentaba darle un aspecto lo mas simiesco posible, con las vrtebras cervicales pegadas como si fueran las de un gorila y el hueso del dedo gordo del pie separado como si se tratara de un pulgar prensil. No es de extraar que las generaciones posteriores lo despreciaran y lo consideraran un palurdo. Pues bien, miren lo que ocurre cuando se corrigen las distorsiones del seor Boule. La pantalla mostr un esqueleto erguido. Fjense.

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Es un poco ms majestuoso. No es tan alto como nosotros, pero de hecho no es muy distinto. Indudablemente su aspecto no es simiesco. Algunos sostienen que si hoy da lo afeitaran, lo vistieran y le pusieran un traje y una corbata pasara inadvertido en las calles ms elegantes de Nueva York. Quiz sea cierto. Aunque en cuanto nos lo presentaran, lo reconoceramos: cuando nos estrechara la mano, lo ms probable es que nos rompiera todos los huesos. Susan vio un rayo de luz al fondo del aula y una figura negra que entraba. Antes de que la puerta se cerrase le pareci ver que se agachaba y se sentaba en la ltima fila. Volvi a sentir aquella ansiedad que iba y venia en su interior. Hizo un esfuerzo por concentrarse en la clase que estaba dando; cruzo la tarima agarrando el puntero con fuerza. Sabemos que el fuego formaba parte de la vida del hombre de Neandertal. Lo utilizo durante miles de aos; sin el no hubiera podido sobrevivir a la ltima glaciacin. Y no solo era capaz de mantenerlo encendido, sino que sabia emplear pirita de hierro y piedra para hacer chispas y encenderlo; y quiz los hongos secos le servan de yescas. De hecho era muy hogareo y mantena la lumbre siempre encendida. Susan estaba segura de que el intruso que estaba sentado en la ltima fila era un hombre. Quien poda ser? Quien era el maleducado que se atreva a entrar en una aula en mitad de una clase? Enterraba a los muertos. Curiosamente la mayora de las sepulturas que hemos descubierto son de nios. En Teshik Tash, una cueva particularmente bien conservada de la cordillera de Guisar, al sur de Samarcanda, se ha hallado una cmara entera que contiene seis pares de cuernos de las cabras que habitan las montaas siberianas. Uno de ellos esta ligeramente carbonizado. Todo indica que se trata de restos de un elaborado ritual, cuya finalidad fuera tal vez devolverle la vida al nio en el futuro. Para el hombre de Neandertal la muerte tenia un significado especial. De hecho, sostengo que desarrollo un culto en torno a la muerte. Como mnimo podemos mantener la hiptesis de que practicaba la religin, aunque por supuesto ignoramos que clase de religin era. El fuego, casi con absoluta seguridad, intervena en sus cultos. En algunas cuevas se han hallado cmaras en las que mantenan el fuego encendido, ya fuera por razones prcticas o con la finalidad de ejecutar ciertos rituales. Tal vez el hombre de Neandertal, al robar el fuego a los relmpagos en das de tormenta, cuando los cielos se abran y amenazaban su pobre universo con una lluvia incesante, quera, como Sisifo, escalar peldaos y cambiar su humilde condicin. Quizs usurpaba el poder de sus dioses y quizs ellos, como los dioses griegos y aun como Jehova, exigan una expiacin y le impusieron algn sacrificio. Acaso estos huesos de nios nos hablan de Abraham y de Isaac? No lo sabemos y puede que no lo sepamos jams. Se interrumpi un momento antes de proseguir: As que vamos a atenernos a lo que si sabemos. Podemos afirmar que el hombre de Neandertal viva en grupo y cuidaba de los ancianos, de los dbiles y de los enfermos. Los hallazgos de esqueletos con fracturas soldadas y con muestras de haber superado enfermedades que dejan imposibilitados a quienes las padecen son una prueba fehaciente de que ello era sin duda as. En la pantalla apareci un esqueleto daado. Ralph Solecki fue quien descubri este esqueleto en la gran cueva Shanidar, en Irak. Este hombre prehistrico muri a causa del desprendimiento de una roca. Era viejo, tendra unos cuarenta aos; un hombre de Neandertal era ya un anciano a los cuarenta aos. Ven esta parte del crneo lesionada? Probablemente se desprendi una roca y lo aplasto. Pero observen su brazo derecho. Se lo amputaron unos aos antes de que ocurriese el accidente. Lo ven? Justo por encima del codo. Padeca artritis. Ahora observen el lado izquierdo de la cara. Ven esta cicatriz en el tejido seo? Era ciego del ojo izquierdo. Nadie en semejante estado hubiese podido sobrevivir sin ayuda. La tribu cuidaba de sus

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miembros ms dbiles, aquellos que no podan cazar ni trabajar. En este sentido los neandertales eran humanos... tal vez ms humanos que nosotros. Aquellos de ustedes que hayan estado en un asilo sabrn a lo que me refiero. Quisiera decirles algo a los que todava piensen que los neandertales eran esos personajes entupidos que aparecen en los dibujos animados. El seor Boule tomo un molde endocraneal del esqueleto de La Chapelle y pens que perteneca a un ser tonto. Hoy da, por supuesto, sabemos que la inteligencia no se puede medir por el tamao del cerebro. Anatole France, el filsofo francs, tena un cerebro que era una tercera parte ms pequeo que el de un hombre de Neandertal adulto. Pero tambin conocemos mas cosas sobre los crneos de los neandertales. Despus de medirlos, esta fuera de toda duda que sus cerebros no eran ms pequeos que los nuestros. Ms bien al contrario: eran un diez por ciento ms grandes. Y lo que es mas: algunos sostienen que la proporcin entre el tamao del cerebro y el del cuerpo, la denominada cefalizacin, que es una medicin de la inteligencia mas precisa que el mero tamao del cerebro cuando se proyecta sobre una especie entera, alcanza su nivel optimo cuando es de uno a doce. En la pantalla apareci una tabla que mostraba la cefalizacin de veinte especies. La superior corresponda al hombre de Neandertal y la inferior a la vaca actual, segn deca la leyenda. No hay forma de conciliar estos datos sin admitir la alta probabilidad que existe de que el hombre de Neandertal era nuestro igual, o tal vez un ser superior a nosotros, si tenemos en cuenta su nivel intelectual. Susan cruzo la tarima, se detuvo sin decir nada, intentando causar efecto, y levant el puno. Piensen en el hombre moderno. En la pantalla se vio una fotografa granulosa de un hombre de unos sesenta aos, muy guapo. Estaba apoyado en una tumba y vesta un traje de safari caqui. Tenda a la calvicie, lucia una barba encanecida, su expresin era picara y sonrea imperceptiblemente. Tena un aire despreocupado y, aunque estaba relajado, apoyado en un muro antiguo que se estaba desintegrando, con una brizna de paja en la boca, pareca que estuviera a punto de arrojarse sobre la cmara. Sus ojos eran oscuros y penetrantes. Era difcil no mirarlos. He aqu la paradoja. Si el hombre de Neandertal era tan inteligente, que ocurri? Como es posible que este tipo que tengo a mis espaldas haya conseguido hacerse con todo el poder? Que le sucedi a nuestro hombre del valle de las flores alpinas? Para repetir unas palabras que Jack Nicholson pronuncia en El honor de los Prizzi: <<Si es tan condenadamente listo, como es que esta tan muerto, joder?>>. Se oyeron unas risitas ahogadas por la irreverencia. Por que aparecieron los neandertales hace doscientos treinta mil aos, se expansionaron milenio tras milenio, ocupando todo el territorio que va desde Europa oriental hasta Asia central y Prximo Oriente, y consiguiendo dominar una gran variedad de flora y fauna, se esfumaron de la noche a la maana? Susan dio unos golpes tan fuertes con el puntero en la pantalla que esta empez a temblar. He aqu a uno de los pensadores y paleontlogos ms eminentes de nuestro tiempo... Sigui una pausa reverencial. El doctor Jerome Kellicut, cuyo trabajo ha revolucionado el campo de nuestro estudio. Alzo los ojos y se lo qued mirando. Siempre le haba gustado aquella foto. La haba hecho ella en Creta, hacia aos. Me parece que estoy desorbitando las cosas, pens. Recientemente, de un modo imprevisto, se haba cuestionado algunos de los logros de Kellicut: lo desmitificaba. Era inevitable, algn da tenia que suceder. Aquel hombre era un personaje con un encanto especial. Era el tpico profesor que les cambia la vida a sus alumnos. Quien no iba a venerar a un hombre que, al pensar en el tiempo, solo tomaba en consideracin los eones? Mediante el mtodo de datacin de las piedras denominado termo luminiscencia, no voy a aburrirlos explicndoles los detalles de este procedimiento, el doctor Kellicut ha examinado piedras de cuevas neandertales del sur de Francia y ha podido establecer sus orgenes de una forma mas

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precisa que todos los que lo haban hecho antes que el. Su asombrosa conclusin es que los neandertales seguan vivos en una fecha muy posterior a la que se venia dando como valida: treinta mil aos. Hasta entonces se crea que su extincin se remontaba a cuarenta mil aos atrs. La diferencia es solo de diez mil aos, pero no se trata de unos diez mil aos cualesquiera, ya que fue precisamente en estas fechas cuando apareci el hombre moderno en frica, desde donde emigro a Europa a travs del Prximo Oriente. En otras palabras, Kellicut fue capaz de demostrar de forma concluyente que los seres humanos modernos, el Homo sapiens, y el Homo sapiens neanderthalis coexistieron. Coexistieron! Imaginen las posibilidades. Susan hablaba ahora ms alto. Comerciaron estos dos miembros de la misma especie, tan parecidos en muchos sentidos? Intercambiaron ideas o utensilios? Cazaron y crecieron juntos? Entablaron alguna guerra? Ahora, finalmente, tal vez tengamos los principios de la solucin del gran enigma: que le ocurri al Homo sapiens neanderthalis? Porque ahora sabemos que desapareci mas o menos cuando el Homo sapiens sapiens hizo su aparicin. El Homo sapiens sapiens, una subespecie misteriosamente parecida al hombre de Neandertal, pero que se distingue de el en algo que debe de ser muy importante, pues es lo que nos permiti sobrevivir y convertirnos en la criatura elegida de la tierra. Nos es preciso hallar la clave que nos permita descifrar el enigma. Si no fue una cuestin de inteligencia, y no tenemos ninguna razn para pensarlo si nos basamos en nuestras mejores valoraciones de su capacidad craneal, entonces que fue? Si pudiramos contestar a esta nica pregunta, sabramos todo cuanto hay que saber. Sabramos exactamente que nos hace distintos de los otros animales. Que nos hace a nosotros, de entre todas las criaturas, seres especiales: seres aparte, conscientes, con una historia, con conciencia de la muerte. Que nos hace sapiens. Podramos por fin entrar en las cmaras recnditas que nos han ocultado el secreto de nuestra existencia. Las luces se encendieron rpidamente. Se oyeron unos largos aplausos, un murmullo de voces, el ruido de los asientos al volver a su posicin vertical y los golpes que daban los estudiantes al poner violenta y descuidadamente unos libros encima de otros, mientras el aula iba vacindose. Susan recogi sus papeles, bajo unos cuantos peldaos, se detuvo y habl con un grupo de alumnos. Despus se encamino hacia la puerta, que estaba al final del aula. A medio camino advirti la figura que haba sentada en la ltima fila. El corazn empez a latirle deprisa. Era un hombre de aspecto extrao, rechoncho y musculoso; llevaba una chaqueta que no era de su talla y unas gafas de sol cuyo cristal le cubra las sienes y que llevaba atadas a un cordn que le colgaba alrededor del cuello. Permaneci quieto en su asiento hasta que la tuvo frente a el. Doctora Arnot? Sonri. Me llamo Van Steeds. Susan sonri a su vez e inclino la cabeza casi imperceptiblemente. Tena las maos fras. El hombre le tendi un sobre alargado de color marrn que sostena en la mano. El avin en el que viajaba Susan descendi en direccin al Obelisco de Washington y luego a la Elipse y al Lincoln Memorial. Coches diminutos avanzaban siguiendo movimientos precisos y miniaturizados.

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Susan detestaba Washington. Haba vivido all un ano, cuando le concedieron una beca de la Smithsonian Institution despus de licenciarse en Harvard. Aun se estremeca al pensar en aquellas tardes calurosas que se haba pasado catalogando huesos en un stano, sonando con pases lejanos; y tambin, por supuesto, <<alimentando sus penas de amor>>, como sus amigas decan de ella a su espalda. Recogi su estropeada maleta; el chofer de una limusina la estaba aguardando junto al bordillo con una pancarta en la que se lea: <<Doctora Arnot>>. La llev hasta un barrio residencial de casas de madera de dos o tres pisos y chalets de ladrillo bajo y espacioso. Haba nios jugando fuera. A Susan le record el pueblecito de Oregon donde haba vivido de nia, que viva de la explotacin forestal. No vea el momento de marcharse de aquel lugar opresor. Haba tenido una infancia desdichada. Su padre era alcohlico y haba abandonado a la madre de Susan, una mujer frgil y sin sangre en las venas, para irse a capitanear un trasbordador. La religin haba sido un consuelo. nicamente guardaba un recuerdo entraable: el de la iglesia de tablas blancas que haba en lo alto de una colina. Susan tena la fortaleza de su abuela, una beldad hngara de quien haba heredado adems la tez oscura, los pmulos pronunciados y las largas piernas. Su abuela se fue de Budapest a los veintitrs aos y tuvo que recorrer un largo camino hasta llegar a Oregon. Susan tambin haba adquirido su independencia, rasgo ausente en su madre. Al empezar una excavacin o una aventura como la que iba a iniciar en aquel momento, le gustaba pensar que tambin era una pionera. Solo hacia dos das que haba recibido el mensaje de Van, pero se senta culpable por haber tardado tanto en dejar todos sus asuntos en orden. Visconti, el director del departamento, no se haba mostrado muy condescendiente aunque, a pesar de todo, le haba concedido permiso para marcharse. Se las arreglo para despertar la curiosidad de Susan por el Instituto de Investigacin Prehistrica enarcando una ceja y recalcando que la mayora de los cientficos serian capaces de matar para dar una conferencia en el, pues era un honor que muy pocos tenan. En la biblioteca encontr varias reseas sobre el instituto ninguna anterior a I987y su propia ignorancia le extrao. Van no haba sido un mensajero muy explicito. Apenas le dijo nada de el ni de Kellicut, ni del tipo de expedicin que este haba emprendido. Tampoco le comento que le aguardaba a ella, solo habl de un <<interrogatorio acadmico a fondo>>. Por otra parte, al parecer, aquel hombre sabia muchas cosas de ella; no lo dedujo por lo que el deca sino por lo que no deca; por las preguntas que no hacia y las presunciones que daba por ciertas. Pronto divis, a su derecha, el campus de un college y un letrero que sealaba la direccin del Instituto de Investigacin Prehistrica. Dentro haba dos secretarias, que estaban sentadas frente a sendos escritorios, muy atareadas. A Susan le indicaron con un movimiento de cabeza que se dirigiera a una salita en la que estaba esperndola Van, que se levant sin ninguna prisa de un silln e hizo una ligera reverencia. Bienvenida dijo. Gracias. Susan mir a su alrededor. Los muebles de la sala eran cmodos y antiguos, y deban de tener ms valor de lo que pareca. Que clase de sitio es este? Un college? Es parte de un college. A nuestro juicio, desempea una sinergia muy til. La condujo hasta otra sala y despus hasta un pasillo. Van se detuvo ante una puerta de roble de doble hoja, la abri y se hizo a un lado para dejarla pasar. Susan, desorientada, casi mareada, entro en una sala de juntas de reducidas dimensiones cuyo

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suelo estaba cubierto por una mullida moqueta. A la vista haba unos sillones con abundantes cojines en los que se sentaban unos doce personajes que no le decan nada. Todos le dirigieron la mirada, con inters pero sin ninguna curiosidad. Pero sentado en el centro vio a alguien que le cort la respiracin. All, imponente como la vida misma, estaba Matt. Eagleton hizo girar su silla de ruedas para ponerse de cara a la hilera de pantallas de video y cerciorarse de que la cinta estaba grabando la escena. Aquel momento era muy importante. Quera estar seguro de que se captaba la expresin de los ojos de Matt y de Susan en el preciso momento en que la sorpresa levanta el teln y deja al descubierto la verdad. Mas tarde podra analizarlas con toda libertad. Siempre se enorgulleca de su capacidad de detectar indicios delatores, que revelaban <<los torpes espas del corazn>>, como el los llamaba, que les pasaban inadvertidos a los analistas menos observadores. Mattison sabia que Susan iba a ir, as que, ni que decir tiene, se haba preparado. El viejo Schwartzbaum ya se haba ocupado de que Matt se enterara de que Susan iba a estar presente; el muy idiota se lo haba soltado aquella misma maana. Eagleton lo hubiera matado. Aunque de que otro modo hubiera podido actuar? Haba deseado que los funcionarios y los consejeros que ocupaban los ms altos cargos los interrogaran personalmente. Haba descubierto que si se quera extraer informacin cientfica til, era esencial dejar los interrogatorios en maos de expertos. Aunque los expertos no tuvieran ni idea de con que fines iba a ser utilizada la informacin extrada. Dominaba el arte de mantener a sus subordinados en compartimientos separados y en la sombra. A aquellas alturas era su segunda naturaleza; la primera, para ser exactos. Eagleton era muy consciente de lo mucho que significaba aquel acto. Senta todo el peso de aquel momento sobre el. Pero tambin notaba algo ms: el creciente burbujeo de la excitacin, las palmas de las maos hmedas. Dios, como detestaba el sudor! Aunque viva para los momentos excitantes. Como en los viejos tiempos. Sabia que apodos usaban para referirse a el: <<captain Queeg>>, <<cobra de metal>>. Este era el problema de la vigilancia interna: uno se enteraba de cosas que hubiera preferido no saber. A pesar de todo era imposible saber demasiado. La informacin da el poder, como suele decirse. Una sana dosis de paranoia no le hace ningn dao a nadie. Record aquella definicin chistosa de lo contrario de la paranoia: <<La extravagante mana de que no le persiguen a uno>>. A los sesenta y dos aos de edad, Harold Eagleton era muy consciente del paso del tiempo, estaba rodeado de enemigos y se vea confinado en un mundo vindicativo lleno de bacterias. Para el, aquella expedicin representaba su retorno al poder. Pero todo deba desarrollarse a la perfeccin. El problema que le planteaba Kellicut en aquel momento era preocupante. Por otra parte, no se fiaba de Van. Y necesitaban a Mattison y a Arnot, pero tenia que asegurarse de que se comportaran justo como el deseaba que lo hicieran. Encendi un pitillo y jugueteo con el mando a distancia. Estupendo primer plano de ella. Y de el tambin. Arnot no estaba mal fsicamente; incluso el, que cuando se fijaba en una mujer normalmente pensaba en su cotizacin en la calle, deba admitirlo. Pero Susan tena algo que la hacia atractiva; tal vez fuera la forma de sus labios, o su cabello ondulado, o como se lo echaba hacia atrs con una mano cuando estaba nerviosa; y era evidente que en aquel momento lo estaba: en cuanto haba visto a Mattison se haba quedado de piedra. Pero a Eagleton le satisfizo ver lo rpido que se haba repuesto; enseguida recobro la calma y entro en la sala con gran aplomo. Susan salud a todo el mundo y les estrech la mano. Los hombres, haciendo gala de buenos modales, se levantaron, mientras que las mujeres permanecieron sentadas y le dieron un apretn de manos con una sonrisa de complicidad esa complicidad que les gusta tanto exhibir a las mujeres que se dedican a la cienciaen la boca. Haba representadas diversas ciencias: la morfologa, la neurologa, la fsica, las matemticas y la

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astrofsica; la gentica, que tenia dos especialistas; la geologa, la antropologa, la ecologa, la sociobilogia evolucionista, la paleontologa, la anatoma y la prehistoria. A Susan le sonaban casi todos los nombres y a algunos de los presentes los conoca personalmente. Cuando le presentaron al doctor Ugo Brizzard, un especialista que publicaba estudios sobre la comunicacin teleptica a quien la mayora de los cientficos consideraban un excntrico chiflado, apenas mostr sorpresa alguna. Eagleton la observ atentamente cuando se acerc a Mattison. El le tendi la mano y Susan se la estrech. Ya nos conocemos dijo ella. Si, en efectocontesto el. Los dos sonrieron y ella se apart para saludar al siguiente. Maravilloso, pens Eagleton, quien se permiti incluso sentirse optimista. Podrn llevar a cabo esta expedicin sin problemas, se dijo mientras guardaba sus expedientes en un cajn en el que se lea: <<Solo para el director>>. Es una gran suerte para todos nosotros tener a la doctora Arnot y al doctor Mattison en la misma sala. El doctor C. B. Simpson, un antroplogo de pelo cano, hacia de moderador. As podremos escuchar dos versiones distintas de todas las cuestiones que se planteen aqu. Todos se rieron. Despus, con las tazas de te y de caf en la mano, empezaron a formular preguntas, sencillas al principio, luego cada vez mas complicadas. Hasta que abordaron el tema que inexorablemente estaban destinados a tratar: la extincin del hombre de Neandertal. Pueden exponernos las principales teoras que se manejan en la actualidad sobre cuando y por que ocurri este fenmeno? pregunt Eugene Pringle, un catedrtico de matemticas de aspecto bondadoso que llevaba gafas de gruesos cristales que aumentaban el tamao de sus ojos, unas orbitas prominentes blancas y azules. Resulta mas fcil de determinar el momento en que se produjo dijo Susan. Todas las pruebas que poseemos hoy en da indican que el hombre de Neandertal desapareci hace unos treinta mil aos. Los hallazgos ms recientes y ms importantes se han efectuado en zonas de la antigua Unin Sovitica. Esta es aproximadamente la cronologa que da el anlisis de las muestras mediante radiocarbono. Por otro lado explico Matt, tenemos indicios de que hubo una transicin, no una extincin, en el Paleoltico superior. Las pruebas indican que hubo una industria regional en Chatelperron, en el suroeste de Francia y en Espaa... Perdone... lo interrumpi alguien. Que es una industria regional? La produccin de utensilios en una extensa zona. Si son de neandertales, y las hojas, muy bien talladas, de los cuchillos encontrados me hacen pensar que si lo son, la fecha podra ser algo ms tarda. Incluso hay indicios de que el hombre de Neandertal y el aurinaciense se asociaron. Teniendo esto en cuenta, no podemos descartar un cruce de especies. Algunos lo descartamos por completo aadi Susan. Por que? Porque de los restos de los que hablamos, los de los montes Vindhya, no se puede deducir gran cosa. Fueron localizados en un llano en el que solo se encontr una punta sea aurinaciense. Eso no es

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suficiente para elaborar toda una teora, especialmente una teora tan trascendental como esta. Simplemente hay demasiados interrogantes. Matt hizo una mueca. Susan siempre haba sido muy meticulosa con las cuestiones cientficas, pens. Se la qued mirando largamente por primera vez desde que haba entrado. Todava poda desarmarlo. Se conserva muy bien a pesar de los aos, pens, aunque en la piel se ven rastros de arrugas, no muy profundas. De trabajar al sol, seguro. Haba engordado un poco, pero le sentaba bien. Tena la cara ms llena y las curvas de las caderas ms redondas. Como siempre, el pelo negro era lo que mas llamaba la atencin, aunque ya no lo llevaba largo ni lacio sino ondulado y a lo loco, como una nube cargada de electricidad. Su rostro era ahora enigmtico, difcil de penetrar. Era el resultado de una vida solitaria o se deba a que la separacin la haba dotado de un nuevo misterio? Cuantos aos haban pasado desde entonces? Quince tal vez? Y en todo aquel tiempo no se haban hablado. Se haban atacado en notas a pie de pgina y por medio del chismorreo. La haba visto de lejos varias veces. En una ocasin coincidieron en una conferencia. Ella estaba al fondo de la sala y cuando el consigui llegar hasta all, abrindose paso entre el gento, dando empujones y empellones, Susan ya se haba marchado. Admtalodijo Matt. Desconocemos muchas cosas. Ni siquiera sabemos donde viva la mayora de ellos. Los restos fsiles hallados son demasiado escasos. Quien sabe si moran como moscas hace ochenta o noventa aos y da la casualidad que hemos tropezado con esqueletos mas recientes. Hace ochenta o noventa aos! exclamo Pringle, el matemtico. Perdonen, he abreviado. Por supuesto quera decir ochenta o noventa mil aos. Dejemos ya el tema del tiempo dijo Pringle. Podran hablarnos sobre el motivo? Pues este es un tema todava mas controvertido intervino Susan. Como es lgico, abundan las teoras, pero todas tienen un defecto, obvio por lo dems, en comn: las han elaborado los supervivientes. Como suele decirse, la historia la escriben los vencedores. No queda nadie que pueda hacerlo afirmo Pringle. Exacto. En cualquier caso, digamos que en trminos generales todos estn de acuerdo en que la fisonoma del hombre de Neandertal le permiti sobrevivir a climas mucho ms fros de los que nosotros podramos soportar. Durante la ltima glaciacin, la primera glaciacin wurmiense, se hubiera sentido muy a gusto metido en una cueva junto a un fuego al que arrimar los pies. Entonces ocurri algo. Estoy seguro de que fue algo traumtico aadi un seor regordete y bajito cuyo nombre Susan no lograba recordar. Al hombre de Neandertal no lo hubiera detenido nada a la hora de transmitir sus genes. Oh no, pens Susan. Espero que no sea uno de esos latosos sociobilogos ultradarwinistas que en los ccteles acaparan toda la atencin de los asistentes y les largan tonteras del tipo: la rabia vive en la saliva, por eso los perros que la padecen muerden y no pueden tragar. Matt intervino. Hay quien sostiene la teora de que hubo una catstrofe, una especie de bigbang que causo una extincin masiva. Un cataclismo, tal vez una erupcin volcnica. Un cambio en el ecosistema para el cual no estaba preparado.

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El problema es que los que defienden esta teora no pueden explicarse de que clase de catstrofe se trato. Porque tuvo que ser algo muy fuerte para erradicar al hombre de Neandertal pero lo bastante localizado para no poner en peligro al Homo sapiens. Y eso se hace difcil de creer. Adems, despus de taladrar el hielo de Groenlanda y de analizar la capa fina de ceniza del desierto del Sahara no se han hallado indicios de que hubiera acontecido nada de esta envergadura hace treinta mil aos. Quizs el progresivo calentamiento de la tierra redujo el territorio que el poda habitarcomento Pringle. Posiblemente le obligo a refugiarse en una zona cada vez mas reducida... por ejemplo, en lo alto de las montaas, hasta que al final se qued sin fuente de alimentos. No es nada probable dijo Susan, ya que no se corresponde con las fechas que consideramos ciertas. Y, por otra parte, el se habra adaptado a las nuevas condiciones de vida. Puede que lo intentara pero que fracasara. Tal vez. Pero tenga presente que todo lo que sabemos del hombre de Neandertal nos lleva a creer que era un ser creativo y adaptable. Utilizaba el fuego, viva en cuevas, llevaba pieles de animales. En definitiva, era capaz de manipular el medio en el que viva, no de convertirse en su victima. Que esta usted diciendo? Estoy diciendo que durante cientos de miles de aos el hombre prehistrico no tuvo ms alternativa que limitarse a subsistir. Estuvo estancado en ese pantano inmutable y brutal que es la lucha por la supervivencia. De pronto hace su aparicin una variante que es capaz de salirse del cieno. Como?, aplicando su inteligencia, por ello decidieron vivir en grupos organizados y fueron capaces de resolver los problemas que se les presentaron. Es esta la criatura que la naturaleza escoge para hacer desaparecer cruelmente al hombre de Neandertal? No tiene sentido; me refiero a que, des de el punto de vista cientfico, esta teora no se sostiene. Si la ciencia nos ensea algo es que la naturaleza es consistente y lgica. Es cierto dijo el seor regordete. Es como el clera. Como dice? El clera se contagia por las excreciones, por eso el clera nos hace excretar. Sabia que era un ultradarwinista, pens Susan. As pues, cual es la respuesta? pregunt el eminente paleontlogo, el doctor Victor Schwartzbaum. Con el permiso de Gertrude Stein, cual es la pregunta? La pregunta que nos ha trado aqu a todos nosotros: que acabo con el Homo sapiens neanderthalis? Lo esta viendo. Que? Nosotros. Todos nosotros. Como?

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Muy sencillo dijo Susan. Los exterminamos. No corra tanto dijo Matt. Lo ven? Explic Susan. Los que seguimos los pasos del doctor Kellicut estamos divididos en dos campos opuestos, y no nos aceptamos de buen grado. Mi campo se llama "El arca de No" o "Memorias de frica, segunda parte" prosigui Susan . Creemos que mucho despus de que el homo erectus emigro de frica, se produjo una segunda migracin, hace unos cien mil aos. Desde el punto de vista anatmico, esos ramos nosotros, los seres humanos modernos. De alguna manera conquistamos al hombre de Neandertal, gracias a una nueva invencin o una nueva forma de organizacin social. Hubo una lucha darwiniana a gran escala, una guerra entre las especies. Debi de ser, literalmente, una lucha hasta el final. El otro campo es lo que yo llamo la escuela partidaria de "haz el amor y no la guerra", a cuyo frente esta el doctor Mattison, aqu presente. Ellos creen que no se produjo una segunda migracin desde frica, sino que distintas especies evolucionaron de manera independiente en diferentes regiones y luego se cruzaron. Los genes del hombre de Neandertal simplemente quedaron sumergidos en los del hombre moderno. <<Sumergidos>> no es la palabra exacta intervino Matt. Yo dira ms bien que el hombre moderno los asimilo, que los absorbi. Por la razn que sea, el Homo sapiens es la criatura con la mente mas dominada por la sexualidad que ha existido en este mundo.

Y tambin la ms belicosa agrego Susan. Si, y la guerra conduce a un mayor cruce entre las subespecies que, de mantenerse separadas, pasan en efecto a ser una sola. Ganamos por nuestra astucia en la cama, no por nuestros poderes mgicos en el campo de batalla. La retrica hizo que Susan perdiera el hilo. Cualquiera puede trivializar las teoras ajenas dijo. Es cierto. Pero lo importante es que, si se da crdito a su teora, hay que estar dispuestos a aceptar que se produjo la masacre mas cruenta de la historia, que algunos llaman el holocausto del Pleistoceno. Donde estn las miles y miles de tumbas? Donde estn los crneos aplastados? A mi juicio, creer que el hombre de Neandertal sigue vivo en cada uno de nosotros exige un esfuerzo de imaginacin menos brutal. Ya se que es difcil de creer... cuando se mira la frente lisa del doctor Mattison comento Susan sarcsticamente. Se tardo cuarenta mil aos en llegar a adquirir una frente de estas caractersticas. Cada uno de nosotros tiene vestigios de esta herencia gentica. Sus miradas se cruzaron un momento. Luego Susan tomo la palabra. ltimamente hemos hallado restos que creo que son importantes. Me interesan especialmente unos que descubrimos en un escondrijo de huesos del hombre de Neandertal situado en Uzbekistn, cerca del mar Caspio. Los encontr una tarde literalmente debajo de mi comida. Derrame caf

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encima de los huesos, que todava estoy catalogando. Aunque no los hemos examinado todos, al parecer muchos neandertales murieron a la vez. Podra tratarse de restos de un viejo campo de matanza. Lo que convierte aquel lugar en misterioso es que hay cuevas de neandertales por todas partes que contienen miles de huesos animales. Algunos son, sin lugar a dudas, humanoides. Muchos de ellos estn abiertos, pero practicaron las escisiones con mucho esmero, como si lo hubieran hecho con herramientas especiales. Hemos llegado a la conclusin de que los abran con la finalidad de extraer la medula. Susan se interrumpi un momento para que los asistentes asimilaran la trascendencia de lo que acababa de decir. Hay asimismo crneos que presentan una manipulacin que solo cabe achacar a los neandertales: una ligera aunque inconfundible mutilacin en el agujero occipital, por el que penetra la espina dorsal. En crneos hallados en cuevas de neandertales desde al menos I93I se advierten mutilaciones similares. Nadie saba como interpretarlas. Nosotros creemos que hemos dado con la explicacin correcta. Miro al grupo antes de seguir hablando. Seoras y seores, los indicios parecen incontestables: el hombre de Neandertal coma cerebros. Cuando salieron de la sala, acompaados por Van, Matt se volvi hacia Susan. Cuanto tiempo dijo. Ah si? Se ha hecho largo? Yo cre que haba sido escueta. Matt meneo la cabeza; deliberadamente Susan hacia como que no lo haba entendido. Un viejo truco. Como se te ha ocurrido eso de <<haz el amor y no la guerra>? pregunt. Pens que te gustaracontesto ella. Que te recordara los viejos tiempos. De veras crees todo eso de que coman cerebros? Quiz se dejaron llevar por perversos impulsos sexuales. Matt se puso de pronto serio. Susan, que es todo esto? Sabes que estamos haciendo aqu? Van los interrumpi sin contemplaciones. Esperen un momento y todo se aclarara. Ech a andar delante de ellos por un pasillo antisptico. Susan se acerc a Matt. Yo se tanto como tu le susurro. Simplemente recib el mensaje de que deba venir, que Kellicut esta en peligro, aunque no se de que peligro se trata.

Van se detuvo ante una puerta maciza de roble, llamo, espero a que le contestaran y entro. La habitacin estaba en penumbra y tardaron unos segundos en acostumbrarse a ver en la semioscuridad. Por fin percibieron una figura flaca y estirada sentada detrs del escritorio, que estaba situado junto a la pared y alejado de la ventana. Las cortinas de lamas estaban bajadas. Aquel hombre estaba fumando y sobre su cabeza haba una nube de humo.

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Ah, entren... bienvenidos. Era una voz nasal pero seductora y autoritaria.

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Dieron unos pasos hacia delante. El hombre no se levant pero les tendi la mano por encima del papel secante inmaculado. Doctora Arnot, doctor Mattison. Soy Harold Eagleton. Bienvenidos al Instituto de Investigacin Prehistrica. Por el tono de voz era fcil colegir que Eagleton estaba acostumbrado a que las personas reconocieran su nombre. Sostena el cigarrillo con el pulgar y el ndice de la mano izquierda, a la manera de los habitantes de la Europa oriental, y los otros dedos los tenia extendidos como un abanico. Mientras Matt se inclinaba y le estrechaba la mano a Eagleton, Susan lo observ con detenimiento. Era una persona fuera de lo comn; encorvado, increblemente astuto, de tez plida, tenia la cabeza erguida y llevaba gafas de montura de acero curvadas. Debajo del escritorio se vea un destello metlico. Era una silla de ruedas de estructuras tubulares de metal redondeadas y de goma negra. Eso explicaba el aspecto desmadejado de aquel hombre; estaba sentado en actitud de total abandono, como un souffl hundido. En el aire haba un olor extrao, que no fue capaz de precisar. Tal vez fuera desinfectante. Eagleton le dirigi la mirada a Susan. Queridos, les agradecemos que hayan venido con tanta premura. Kellicut necesita su ayuda, y nosotros tambin. No pareca que hubiera muchas alternativas dijo Matt. Que ha ocurrido? Eagleton lo examino. Vamos a dejarnos de ceremonias, de acuerdo? Dio una chupada al cigarrillo y sobre el qued flotando otra nube de humo. El instituto... habrn odo hablar de nosotros, si? Fantstico. Era difcil decir si estaba contento de veras o si solo lo finga. Nos ocupamos de diversos aspectos de la investigacin prehistrica... de diversas reas que otras instituciones no abordan. Contamos con amplios fondos econmicos y concedemos una gran importancia al buen trabajo sobre el terreno. Tenemos en marcha proyectos en todo el mundo y solo nos preocupa contar con los mejores especialistas. Necesitamos personas como el doctor Kellicut.

A Matt le sorprendi la palabra empleada: los necesitaban? Y por que las necesitan? Para que? Eso ahora no importa dijo Eagleton, que lo mando callar con un ademn. Matt miro a Susan, que tenia la mirada clavada en Eagleton, fascinada. Van estaba sentado en un sof sin decir palabra. Las paredes estaban cubiertas de mapas y fotografas de reconocimiento hechas desde satlites. En un rincn haba un cuadrito de Degas. Matt vio unos ttulos acadmicos enmarcados y enseguida se percato del prestigio en ascenso que representaban: Universidad de Tennessee, Columbia, Harvard, Edimburgo, St. John's Oxford.

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Eagleton le sigui la mirada. No se perdi nada.

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Ah, los viejos papeluchos en los que estn escritos nuestros pasos dijo. Que insignificantes son, verdad? Hizo una pausa, pensativo. Por donde iba? Otra nube de humo. Si. Recientemente hemos patrocinado bastantes expediciones, algunas ms... ortodoxas que otras. Hace poco nos hemos especializado en el hombre de Neandertal, o mejor dicho, nos hemos visto obligados a aceptar tal decisin. Es un tema muy interesante, que ha despertado nuestro inters. No todos nosotros estbamos especializados en ese campo, como comprendern, aunque hemos conseguido reunir un grupo reducido de expertos muy buenos, como estoy seguro de que ustedes... Me temo que no lo comprendo le interrumpi Matt. Por que se han especializado en la investigacin sobre el hombre de Neandertal? Que esperan sacar exactamente? Eagleton cambio de tono. Ahora hablaba con dureza y desprecio. Que por que? Pues porque podra cambiar la ciencia de la prehistoria, no se dan cuenta? De hecho, fue su amigo, el doctor Kellicut, quien nos meti en ello. Estaba muy entusiasmado, por eso le financiamos su proyecto en el Caucaso. Pareca una cosa de locos, pero nunca se sabe, verdad? Apago el cigarrillo y encendi un interruptor. El humo desapareci por una abertura que haba en el tech; luego cayo una lluvia, poco densa, de vapor. Es un agente antibacteriolgicoexplico. Espero que no les moleste. Siga, por favor dijo Susan. Dganos donde se encuentra el doctor Kellicut en este momento. Esa es la cuestin, justamente. Desconocemos su paradero. Por supuesto, sabemos en que zona esta, pero ignoramos el lugar concreto en el que se halla. Por eso estn ustedes aqu. Por eso los necesitamos: deseamos que nos ayuden a localizarlo. Como bien saben, para encontrar a un paleontlogo es preciso que intervenga otro paleontlogo. Eagleton pareca agitado. Su mano derecha dibujo un arco en el aire y se poso en su frente, con los dedos sealando hacia abajo. Se la paso por el pelo, levemente aturdido. Matt empez a pensar si aquel esnobismo y aquellos aires de profesionalidad no eran puro teatro. Quiero decir que esta donde lo mandamos, o mejor dicho, donde el quiso ir... contando con nuestra aprobacin. El caso es que estuvimos mucho tiempo sin saber nada de el, hasta que hace poco recibimos noticias suyas que expresaban su deseo de ponerse en contacto con ustedes. Con nosotros! Si. Con los dos? Si. As es como lleg. Eagleton abri un cajn de su escritorio y sac un trozo alisado de papel de embalar en el que haba una direccin escrita de su puo y letra, inconfundible: Instituto de Investigacin Prehistrica A la atencin de la Dra. S. Arnot y del Dr. Mattison 1290 Brandyline Lane Bethesda, MD og763 USA

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Y donde esta el mensaje? Pregunt Susan. Donde esta la nota que escribi? No haba ninguna nota contesto Eagleton, pero creo que se podra decir que si haba un mensaje. Estaba dentro del paquete. Eagleton miro a Van y le hizo un ademn con la cabeza. Van se acerc a un armario y volvi con una caja de madera cuadrada y magullada de menos de medio metro de altura. La dej en el centro del escritorio de Eagleton, la abri y extrajo un objeto cubierto con un trapo blanco bastante sucio. As es como llego dijo Eagleton, que se inclino hacia delante y quit el trapo. A la vista, centelleante y sorprendentemente blanco, haba un crneo. Pareca que les estuviera haciendo una mueca. Van lo cogi de un modo que recordaba a Hamlet. Que emocionante era reconocer aquellos rasgos: la frente larga e inclinada, la barbilla huidiza y, naturalmente, el arco superciliar ancho e impenetrable en forma de escarabajo. Es perfecto! exclamo Susan, que alarg el brazo para cogerlo, impresionada. Un espcimen perfecto. Nunca haba visto ninguno tan completo, tan bien conservado. Es el hallazgo del siglo! Eagleton gru. Por descontado dijo. Es casi demasiado perfecto intervino Matt. No parece autentico. Lo han analizado para estimar la fecha? Naturalmente contesto Eagleton, que encendi otro pitillo. Y? Eso es lo extrao. Que? Cuantos aos tiene? Eagleton exhalo el humo. Veinticinco. Veinticinco? pregunt Matt, incrdulo. Es imposible intervino Susan. Matt le ech una mirada. El hombre de Neandertal no estaba vivo hace veinticinco mil aos. Veinticinco mil aos no dijo Eagleton, que tuvo un repentino ataque de tos y aadi resollando: Veinticinco aos. Eagleton agito la mano, disipando la nube de humo que flotaba sobre su cabeza. Susan se haba quedado dormida a su lado. Tena la cabeza echada hacia atrs y se le vea el cuello. Los pechos le suban y le bajaban al respirar. Matt miro sus pestaas, que le temblaban de vez en cuando. Tal vez estuviera sonando.

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Los otros pasajeros estaban en silencio. Matt oa el ruido apagado de la msica que proceda de los auriculares de Susan. Era un gimoteo, como el zumbido de un insecto. Deban de ser blues; tal vez Otis Redding o Coltrane. Sola pasarse el da entero escuchando aquel tipo de msica. Una imagen del pasado le vino a la cabeza: vio el apartamento en el que haban vivido en Cambridge inundado de msica de jazz a todo meter. Se volvi y miro por la ventana; el avin inclino el ala y vio por primera vez las cumbres nevadas del Pamir. Los picos de roca, puntiagudos y dentados, sobresalan entre la blancura como metal que traspasara la carne. Le dio un vuelco el corazn. Un terreno implacable, pens; despiadado, inhabitable e irresistible. Matt aun no se haba recuperado del shock. No poda creer que aquel crneo tuviera veinticinco aos; aquello era simplemente increble. Hacia aos que algunos chiflados sostenan que el hombre de Neandertal poda seguir vivo en pleno siglo XX, pero el se haba burlado de ellos resueltamente. Con todo, ah estaba la prueba; aquel crneo pareca autentico. Por sus maos haban pasado suficientes crneos de neandertales para no dudar siquiera de su asombroso parecido con los reales. Aunque lo hubieran manipulado, aunque le hubieran dado un bao de acido, estaba demasiado bien conservado. Deban de haberlo hecho con un nuevo tipo de yeso que imitaba el hueso a la perfeccin. Pero quien tenia suficientes conocimientos para crear aquella falsificacin? Y que motivos podan llevar a alguien a hacer una cosa as? Susan estaba mas abierta a aceptar la idea de que poda ser autentico. En el trayecto de ida al aeropuerto haban mantenido una discusin. El haba citado famosos fraudes histricos, desde el monstruo del lago Ness hasta el hombre de Piltdown. En su da nadie dudo tampoco de su autenticidad haba dicho el. Pero Susan pareca creer en ella. Tena los ojos encendidos solo de pensar en las posibilidades que se abran. Y si es verdad? haba dicho ella. Imagnate...puede que en algn lugar haya un grupo entero de neandertales. Si los encontrramos, podramos estudiarlos como seres vivos. Ya no tendramos que contentarnos con nuestras ridculas y patticas conjeturas basadas en piedras desportilladas o en fragmentos de huesos. Estaramos en contacto con seres de otra especie. Imagnate lo que esto significara. Tenia que admitir que, cuando ella haba dicho esto, se haba emocionado. Pareca una idea fantstica y por un momento se haba dejado llevar por ella. Era una oportunidad descabellada, pero si no la aprovechaba siempre tendra re mordimientos. Y si era verdad? Solo para descartarlo vala la pena hacer aquel viaje. Y adems tena un objetivo ms inmediato: encontrar a Kellicut. Porque haba pocas dudas de que estaba en paradero desconocido. Si alguien se haba tomado la molestia de fabricar un engao de aquel calibre, poda estar realmente en peligro. Volvi a mirar a Susan. No haban tenido ocasin de hablar del pasado. Cuando llevaban una hora de vuelo haban despegado del aeropuerto Kennedy, haban pedido unas copas: el, whisky, y ella, vodka. Cuando entrechocaron las copas y brindaron sin decir ni una palabra, acercndose el uno al otro como conspiradores, casi hubo un momento de intimidad, pero solo fue un momento. El intento desviar la conversacin y volver a hablar de ellos, pero ella opuso resistencia, de modo que charlaron de sus carreras y del pasado reciente. Y despus de Harvard, que hiciste? pregunt Matt. Fui de aqu para all; fue un doctorado peripattico. Estuve tres aos en Berkeley.

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Eso me dijeron.

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Fue agradable, pero no se... el sol, la comida diettica, toda aquella gente que siempre piensa de forma polticamente correcta sobre todos los temas... empec a echar de menos los cielos nublados. Matt sonri. No publique mucho. Pero Kellicut era maravilloso. Senta verdadero inters por nosotros, sabes? Se preocupaba por nuestro futuro. Hizo cuanto pudo por mi. Me entere de que haban organizado una excavacin en Irak y me fui. Dios mo, fue fantstico: el trabajo, el polvo, los los, las aventuras que se presentaban sin que uno las buscara, incluso las moscas. Por la noche, cuando la temperatura bajaba en el desierto, me tumbaba en la hamaca, miraba el cielo negro e inmenso, contemplaba las estrellas y pensaba: "Esto es lo nico que necesito. No quiero nada mas". Pero naturalmente quera algo ms. Con todo, la excavacin fue un xito. Hallamos los huesos. Yo encontr un crneo por primera vez. Era un fragmento as de grande. Levant la mano separando el pulgar y el ndice unos diez centmetros. Y despus? Me fui a Madison, donde me hicieron un contrato fijo. Mas excavaciones, mas huesos, mas artculos. Polvo y mas polvo. Esta es la historia de mi vida. Omiti lo mas importante... a propsito. Es increble lo descarnada que puede parecer una vida cuando se habla de ella, pens. Y nunca has pensado en casarte en todo este tiempo? Se puso rgida. No, de hecho no. Nunca? Mira, Matt... Era la primera vez que lo llamaba por su nombre y a el le produjo una sensacin extraa y familiar a la vez. No creo que tengamos que hablar de todo esto. Hay otras muchas cosas de las que me gustara charlar. Bajo la voz. Yo no te he preguntado por Anne.

Anne. No la he visto desde hace... Se detuvo para calcular. Ahora que se haban internado en un terreno resbaladizo era importante ser preciso. Debe de hacer unos trece aos.

Volvieron a quedarse callados. Ella pidi otra copa. Haba superado su temor a convertirse en una alcohlica? El pidi otro whisky. La azafata coqueteo con el, mirndole provocativamente a los ojos, ignorando a Susan.

Y eso fue todo; no hubo confesiones en las que uno desnuda el alma ni catarsis emocional. Quiz sea mejor as, pens Matt; por una parte lo deseaba, pero por otra lo tema. Como podra explicar lo que haba ocurrido y lo que haba sentido? Hacia tanto tiempo de aquello. A la hora de la verdad se expresaba mal, era torpe al elegir las palabras. Tenia que admitir que se senta aliviado.

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Susan tambin lo prefera as. Ver a Matt haba sido un shock; ni siquiera haba tenido la posibilidad de prepararse para aquel encuentro. Haba sido tan distinto de los mltiples encuentros que haba imaginado en sueos. Segua siendo un hombre guapo, pens con tristeza. Pero que sensacin mas extraa le produjo ver canas en aquellas sienes familiares. Al menos no se haba convertido en un hombre obeso, como ella haba imaginado en algunas de sus vengativas fantasas, porque as se senta victoriosa. Pero la realidad era diferente; estaba contenta de que conservara su buen tipo. Lo que mas la acongojaba era que todava fuera un hombre atractivo; no poda evitar mirarlo todo el tiempo. Haba tardado aos en superar su traicin. Mas que desaparecer, sus nimos haban quedado ahogados por el ajetreo de la vida cotidiana. Sus amigos se haban hartado de escucharla, de modo que finalmente dejo de hablar de el. De tanto reservarse sus sentimientos para si acabo por reprimirlos. Sala, tenia amante, pero de vez en cuando sus recuerdos afloraban y en aquellos momentos se senta desgraciada, aunque no tanto como en el pasado. Ahora sabia que, si quera protegerse, deba guardar las distancias.

Susan se haba colocado los auriculares y se haba puesto cmoda. Cuando se repantigo en su asiento, se le haba subido la falda, dejando al descubierto sus muslos. Matt segua sentado, bebiendo whisky y mirando por la ventana. Van estaba leyendo muy concentrado una pila de papeles. En el asiento de al lado haba un montn de carpetas de color manila, que se deslizaban cuando el avin giraba. Siempre trabajaba as, compulsivamente. Tal vez por eso fuera un cientfico tan bueno y las misiones se le dieran tan bien. Trabajaba con ahnco; lea, estudiaba, consideraba todas las cuestiones desde todos los puntos de vista. Su carrera era una de las pocas cosas de las que poda sentirse orgulloso. Su trabajo era para el su vida y en ella no haba espacio para casi nada mas. Desde que era un nio, Van se haba sentido superior a los dems. Haba nios mas altos, mas fuertes, mas guapos, mas rpidos que el, que se convertan en hombres como Matt, que daban la impresin de que todo era muy fcil, que no luchaban por nada. Para Van las cosas eran muy distintas; tenia que batallar por cada migaja, no le daban nada fcilmente. Pero tenia una ventaja: era inteligente, mas inteligente que todos ellos, y siempre tenia en cuenta todos los puntos de vista. Su madre haba muerto en extraas circunstancias cuando el tenia cuatro aos; nunca le explicaron de que haba fallecido exactamente, aunque le dijeron, de forma vaga, que se haba producido una explosin de una estufa de gas. Su padre, un oficial del ejercito, un hombre distante y amargado, nunca le dijo ni una palabra. Van no recordaba haberse sentado nunca en su falda ni haber sido acariciado. Principalmente se acordaba de su cara picada de viruelas, de su corte de pelo, que dejaba ver una franja de piel sobre las orejas, y del fuerte olor de su aliento. Van y su hermano pequeo fueron nominados militares. Iban de un lado a otro sin cesar. Su padre se adelantaba y un mes o dos mas tarde los llamaba para que se reunieran con el. Viajaban en tren. Cuando lo cogan, en Fort Dix o en Fort Bragg, la idea de que podan pasarse de largo la parada les pona tan nerviosos que hacan turnos por las noches para leer los letreros de las estaciones. Cuando llegaban, su padre a duras penas les diriga la palabra. Mas tarde Van descubri la ciencia. Empez con las matemticas, en las que hallo el orden que le purificaba el espritu; luego se paso a la qumica y a la fsica. En la universidad descubri las ciencias sociales, mucho menos exactas que las ciencias naturales pero mas atractivas, porque presuponan la manipulacin del comportamiento humano. La psicologa experimental lo fascino, y en Chicago lo sedujeron los conductistas. Hacia experimentos con ratas; las introduca en laberintos, les practicaba operaciones y luego volva a hacerlas correr. Subi la escalera evolutiva y prob con monos y despus con seres humanos; trabajaba con pacientes con lesiones cerebrales en los hospitales que

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acogan a los veteranos de guerra. Las tcnicas son las mismas, deca en broma, un poco de queso en un extremo y el electrochoque en el otro. Su aficin por el riesgo lo llevo al estudio del sicolenguaje, una ciencia todava en ciernes. A Van no le iba la vida domestica. No estaba hecho para ella. No tena muchas relaciones; no paraba en todo el da y le gustaba su trabajo, que por un lado le mantena ocupado y por otro era una bendicin para su talante solitario. Le satisfaca tener acceso a informacin confidencial y saber cosas que los dems desconocan. Y trabajaba bien, aunque a Eagleton no le mereciera mucha confianza. Eagleton era un hombre difcil. Esta expedicin en busca de neandertales era muy extraa. Sus conocimientos eran insuficientes, y no se senta cmodo, pero tal vez era la oportunidad que estaba esperando; tal vez era su... su que? Mi destino, pens, aunque la palabra sea un poco cursi.

Te importa? pregunt Matt sealando el asiento de al lado de Van. Van gruo pero cerr la carpeta que estaba leyendo y miro las montaas que se vean desde la ventana. Abajo haba rocas desnudas y prstinos puentes de nieve. Probablemente es la tierra menos explorada del mundo entero dijo Matt. Obsrvala. Uno se pregunta si existen especies que puedan sobrevivir en ella. Ninguna especie, a menos que no sea humana, puede sobrevivir en ella. Matt miro los picos y record la informacin sobre el Pamir que haba ledo la semana anterior en un diccionario geogrfico: siete u ocho cordilleras inexploradas que pertenecan a Cachemira, Afganistn y las remotas republicas de Asia central de la antigua Unin Sovitica. A lo largo de los siglos las haban llamado <<el tech del mundo>>, no por la altura de las montaas, aunque fueran en verdad muy altas, sino por los recnditos terrenos elevados formados por valles, llanuras y lagos. La primera persona que haba utilizado el nombre <<Pamir>> fue Hsuan Tsang, un monje budista chino que en el siglo VII atraves Badajshan hasta llegar a Tashkurgan. Aunque fue Marco Polo quien mejor describi el Pamir: un formidable laberinto de montaas y glaciares, de moreras repletas de guijarros y valles recnditos que contenan depsitos de lapislzuli. Por otra parte observ Matt, si alguna especie ha podido sobrevivir, habr permanecido oculta, apartada del mundo exterior durante aos. Durante dcadas y siglos. Van volvi la cabeza bruscamente. Sabe?, haba una aldea escondida en algn lugar impreciso que se llamaba Leztinecia. Estaba totalmente incomunicada. Solo Dios sabe cuanto tiempo existi... setenta, cien aos. No tenia ningn contacto con el mundo exterior. En I926 una expedicin rusa la descubri. Los aldeanos se haban vuelto brbaros. Trataron a los cientficos que llegaron all como si fueran dioses y les entregaron todo cuanto posean. Una noche se acostaron y sabe que ocurri? Que? pregunt Matt. A la maana siguiente, cuando abrieron las puertas de las cabaas, hallaron dos nios muertos en la puerta. Los haban matado. Por que? Intervino la aldea entera. No qued claro de quien eran los nios. Aplicaron leyes cuya existencia no conocan. Cloque. Los sacrificios ofrecidos a los dioses son uno de los instintos

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mas antiguos de la historia humana. Y la aldea?

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Lo de siempre. La enfermedad acab con ella. Algunos se fueron y estuvieron vagabundeando, otros se casaron con forasteros. El resto pereci. De todos modos, probablemente estaban predestinados a desaparecer. Tiene que admitir que cualquier cultura que sacrifica a sus hijos no tiene en cuenta el futuro. No puede perdurar. Se quedaron callados. Sabe?, he ledo su obra dijo Van de pronto de un modo forzado. Ah si? Si. The New England Journal of Archaeology, The Fossil Review, todo. Incluso he ledo Neanderthals: Killers or Kissing cousins. No era frecuente que Matt hablara con personas que hubieran ledo las revistas especializadas y las oscuras publicaciones en las que escriba sus artculos, y siempre se haba avergonzado un poco del titulo de aquel libro, una concesin hecha a un editor que buscaba disparar el numero de ventas y que en ultima instancia qued defraudado. Advirti que su interlocutor no le haba hecho ningn comentario halagador sobre sus escritos. Van le pregunt en que estaba trabajando en aquel momento y Matt le dijo que estaba estudiando la morfologa de los rganos de fonacin de los neandertales que intervienen en la pronunciacin de las vocales, en especial la faringe. Por que? inquiri Van. Puede que fuera primitivo, y en ese caso podramos deducir que su fontica era limitada. Probablemente no poda emitir ciertos sonidos: el de la ge, por ejemplo, o el de la ka. El numero de vocales que poda pronunciar era muy pequeo. Y que conclusiones se pueden sacar de todo esto? Es demasiado pronto para decirlo, pero la teora se puede resumir en pocas palabras: el lenguaje es la esencia del pensamiento. Es a un tiempo la cuna y el limite de la inteligencia. El hombre de Neandertal posea una capacidad lingstica muy limitada, por eso nunca desarrollo el pensamiento abstracto. A medida que las relaciones sociales adquiran mayor importancia para su supervivencia, fue derrotado. En actividades en las que la comunicacin y la previsin de las situaciones futuras son esenciales, como la caza en grupo, fue incapaz de salir adelante. Se qued tirado en la cuneta. Estaba predestinado a la extincin porque no tenia una epiglotis apropiada?dijo Van despectivamente. Mas o menos respondi Matt a la defensiva. Usted tiene problemas, profesor. Que clase de problemas? Saca las cosas de quicio. Se engaaexplico Van. Para empezar, la comunicacin es posible aun si la vocalizacin es muy limitada. Sabemos que en Nueva Guinea y en el Amazonas viven tribus sin ningn problema de subsistencia que solo tienen lenguajes basados en no mas de doce sonidos distintos.

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Y para acabar?

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Para acabar, por que tiene que haber una correlacin entre pensamiento abstracto y multiplicidad de sonidos? O, lo que vendra a ser lo mismo, por que tiene que depender la complejidad del lenguaje de la multiplicidad de sonidos? Intuimos que eso es as, pero podemos estar equivocados. Y, por supuesto, hay una tercera posibilidad, la mas interesante de todas. Cual es? La comunicacin mas all de los sonidos. Te refieres a la percepcin extrasensorial? Algo as, aunque a mi el termino no me gusta, porque presupone que la percepcin que no se basa en los sentidos es algo extraordinario. Y no es as? pregunt Matt. Para mi evidentemente no lo es, de lo contrario no hubiera consagrado mi vida a estudiar el fenmeno. As que esta es tu especialidad? Si. Puede que yo no sea un brillante profesor de la Universidad de Chicago como usted, pero tengo un doctorado. Y no necesito que me den lecciones como si fuera un estudiante de primer curso. Lo siento. Yo no pretenda darte ninguna leccin. Matt estaba intrigado por lo que Van acababa de decir e intento sonsacarle informacin, pero Van se neg a hablar de sus ultimas investigaciones. No es algo que pueda publicarse. Esto fue todo cuanto dijo. Sigui un incomodo silencio. Van fue el primero en hablar. Djeme que le haga una pregunta. Adelante. Por que nunca ha concebido la idea de que los neandertales pueden existir todava? La posibilidad es tan remota que me parece absurdo. Ah si? Y como puede estar tan seguro? Van dijo estas palabras casi con un gruido. Que tipo tan extrao, pens Matt Que torpe es. Para lo inteligente que era, tenia arranques irracionales. Ahora era Van quien daba lecciones y le produca un gran placer. En la tierra haba unos catorce millones de especies, dijo, de las cuales nicamente 1,7 millones menos del quince por ciento haban sido identificadas y clasificadas. A cada momento surgan nuevas especies; en nuestro siglo, hasta los aos veinte, cada dcada se descubra una meda de quinientas especies. En la actualidad el promedio era de cien especies, aproximadamente, por dcada.

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Y no estoy hablando de mamferos insignificantes explico, sino de los mas importantes. El mono de la India de nariz chata, el chimpanc pigmeo africano. Ha odo hablar del Meganuntiacus vuquangensis? Por supuesto que no. Es un ciervo grande. Y del Pseudoryx nghetinhensis? Es parecido al buey. Ambos fueron descubiertos en Laos... en I994. En 1995, una expedicin francesa que estaba en el Tibet descubri por casualidad una raza de caballo antigua de aproximadamente un metro y medio de altura. Pareca salida de una pintura rupestre. Continuamente surgen nuevas especies. La carne se encuentra en un mercado regional; alguien ve colgada al pech de un indgena una piel con extraas franjas. En el siglo pasado nadie crea que existiera el gorila que vive en las montaas, aunque corrieran muchas historias sobre el, porque nadie lo haba visto con sus propios ojos. Solo lo haban observado tres mil africanos. Menciono el panda gigante de Szechwan occidental, que estuvieron persiguiendo durante setenta aos antes de capturarlo. Siempre ocurre lo mismo. Al principio existen mitos y rumores, pero nadie los cree hasta que lo ve con sus propios ojos. De pronto aparece y luego ya nadie se acuerda de que no lo habamos credo. Nos parece ridculo haberlo desechado. No es mas que una cuestin de soberbia. Pensamos que somos los escogidos, los seres supremos del planeta. Creemos que la tierra nos pertenece, pero no sabemos nada de nada de ella. Imagine la superficie de la tierra, reste los ocanos, los desiertos, las montaas y las regiones rticas. Sabe que queda? Un veinte por ciento, aproximadamente. Habitamos una quinta parte del planeta y creemos que estamos en todas partes, y que no hay espacio para nadie mas. Ni siquiera podemos imaginar que tengamos competidores. Pero es tan ridculo pensar que somos los nicos homnidos que viven en el globo terrqueo como creer que la tierra es el nico planeta del universo en el que hay vida. Ahora era Matt quien se senta un estudiante universitario de primer curso y no le gustaba nada. Espera un momento protesto. Puede que no vivamos en todas partes, pero es indiscutible que nos desplazamos a todas partes. Si tenemos competidores, por que no nos hemos topado nunca con ellos? Por la misma razn que la mayora de los norteamericanos no se han topado nunca con un indio. Que quieres decir? Es una ley natural. Los vencedores expulsan a los vencidos y los convierten en seres invisibles. Los obligan a marcharse a las regiones mas inhspitas: los desiertos en los que no hay vida, las tierras en las que solo crecen matorrales, el rtico. Por la misma razn que los esquimales, probablemente usted los llama inuit, cada vez se desplazan mas hacia el norte. Pero si veremos a indgenas americanos y a inuit. Si, pero imagine que el grupo de los vencidos no es solamente de una tribu o de una raza distinta sino de una subespecie totalmente diferente, prcticamente exterminada. Piense en esta pobre minora, pattica y desposeda, reducida a un puado de integrantes. Si estuvieran atemorizados, y Dios sabe que tendran buenas razones para estarlo, no haran todo lo posible para permanecer invisibles? No se volveran y correran a toda velocidad en cuanto vislumbraran a la especie dominante, el temido enemigo? Demos un paso mas. Que ocurrira si esta minora poseyera una capacidad especial para la

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adaptacin? Que fuera, por ejemplo, como los neandertales, capaz de sobrevivir en climas en los que nosotros nos moriramos de fri en cuestin de minutos. No seria esta una causa que vendra a reducir las posibilidades de contacto... al menos de contacto a gran escala? Matt escuchaba en silencio. Mire prosigui Van. No se quien de los dos tiene razn, si usted o la doctora Arnot. Tal vez hubo un genocidio; o a lo mejor nosotros somos descendientes de los neandertales. En cualquiera de los dos casos, es fcil imaginar que algunos de ellos pueden seguir con vida, como aquellos soldados japoneses que sobrevivieron en la selva. Si hubo una guerra y una especie de victoria apocalptica, que hubiese podido impedir que un reducido grupo huyera y se refugiara? Aun si han tenido que vivir en cuevas, sentados al calor del fuego, recordando los das negros de su derrota da tras da, generacin tras generacin. Y que me dice de la posibilidad de que un grupo se hubiera resistido a la asimilacin y simplemente se hubiera alejado? De este modo pudo conservar la pureza de la subespecie, dando la espalda a la evolucin. Serian como ermitaos, una reliquia del pasado que vivira en lo alto de las montaas, un lugar en el que casi nadie pone los pies. De vez en cuando ven que alguno de nosotros se acerca, y entonces hacen correr la voz de que hay un intruso, se refugian mas arriba y su mundo se restringe todava mas. Pero al menos nadie los descubre y pueden seguir viviendo seguros. Sabe?, incluso hoy da se descubren nuevas tribus en el Amazonas y es un lugar al que la gente suele ir. Pero nadie sube a las cumbres del Pamir. Matt vio que Susan se mova en su asiento, cinco filas mas adelante. Muy bien dijo. Admitamos que este vestigio del pasado existe, esta... especie paralela. Como es que siempre nos ven a nosotros y nosotros no los vemos nunca a ellos? Me refiero a que si un hombre de Neandertal vaga por los caminos... en algn lugar de las montaas... Teniendo en cuenta las leyes mas simples de la probabilidad... Venga, profesor! Van articul su titulo con sarcasmo, como si fuera un insulto. Por que cree que vamos all? Que cree usted que contienen todas estas carpetas? Cogi un puado y abri una. La gente si los ha visto, solo que no los ha identificado. Matt ech un vistazo y vio unas paginas impresas, descripciones subrayadas, fechas, mapas. Cogi una carpeta; haba decenas de paginas que hablaban de nuevas historias. Leyo una al azar; pertenecia al The Hong Kong Record, de I948. CHINOZCHIA, I2 de diciembre. El doctor Peter Armstrong y sus tres ayudantes han regresado de una excursin al interior y han trado noticias de un descubrimiento asombroso: han visto a un hombre salvaje de un metro ochenta, cubierto de pelo largo rojizo. El doctor Armstrong ha manifestado que se topo con la bestia en un sendero cerca de un huerto... Paso las paginas deprisa. Haba mas reseas en varias lenguas: ingles, francs, alemn, chino. Este material no es nada nuevo, profesor. Hay noticias parecidas desde los comienzos de la historia. En los manuscritos medievales abundan las alusiones a extraos hombres salvajes que viven al margen de la civilizacin. Domina la literatura romana? Lucrecio, en De Rerum Natura, los describi a la perfeccin: una raza primitiva, de constitucin distinta; tenia <<los huesos mas grandes y mas slidos>>. Relea a Plinio; habla de los blemios, que vivan en el desierto libio. Llevaban una porra y tenan la cabeza hundida, como si no tuvieran cuello. Este es el aspecto que tendra un hombre de Neandertal si nos lo encontrramos por casualidad durante un paseo al atardecer.

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Si desea datos histricos, todos estn aqu prosigui Van. Abundan los testimonios de personas de toda clase. Hay centenares de ellos por doquier. Basta con prestar atencin y leer las brevsimas noticias que aparecen de vez en cuando en la prensa. Los datos estn ah, basta con relacionarlos. Escogi una carpeta y revolvi los papeles tan cerca de Matt que este sinti el aire en su cara. Me es indiferente el nombre que les de. Pies grandes; sasquatch en Amrica; yeti en el Tibet; alma en Tarbagati; chuchunaa en Verjoiansk... Un momento le interrumpio Matt. No intentaras decirme que todos son hombres de Neandertal, verdad? Ayer era difcil creer que se encuentran en Mongolia exterior, y ahora esperas que crea en su presencia en el estado de Washington? Por supuesto que no. Van cambio de tono, como si estuviera hablndole a un nio recalcitrante. Mire, no digo que todos sean hombres de Neandertal, ni mucho menos. Lo que digo es que hay una notable similitud entre todos los seres que se han visto y las descripciones de primates de pelo largo que viven en las zonas altas y nevadas. Va mas all de las leyes de la probabilidad o de la coincidencia. Casi en todos los pases existen historias sobre criaturas extraas que se cuentan al calor de la lumbre por la noche, y por alguna razn inexplicable estas criaturas casi siempre son iguales. Que le dice esto? Quiz son solo leyendas. Quiz, no, es indudable que lo son. Esto es precisamente lo importante para mi. Venga, vamos, piense en los escritos de Taylor, de Rosenthal: The Significance of Folklore. The Real of the Unreal and the Collective Psyche. Tanto usted como yo sabemos que las leyendas no nacen porque si, sino que tienen una funcin. Sirven para que las generaciones se comuniquen y para explicar lo incomprensible. Y estas son las leyendas universales, que se oyen en todos los rincones del mundo, con variaciones regionales, claro. As pues, es probable que hayan incorporado hechos objetivos, que acontecieron en la realidad. El origen de los mitos, el diluvio. Por que esta presente el diluvio en tantsimas culturas? Porque es un hecho histrico. Ocurri antes de que la historia se escribiese. En infinidad de lugares hay testimonios que aseguran haber visto estas criaturas. Esto significa que el mito esta vivo por doquier y que esta basado en un hecho real. Muy bien dijo Matt. Vamos a suponer que te lo concedo. Tal vez estas criaturas existieron de verdad en el pasado, quizs hace milenios, hace decenas de milenios... y se han mantenido vivas en nuestro subconsciente colectivo. Ah, ah pasamos de la leyenda a la comprobacin cientfica. De acuerdo, dame las pruebas. Van sonri satisfecho. En primer lugar existen huellas. No una, ni cinco ni una docena, sino muchsimas. Ciento setenta y una, para ser exactos. Y otras muchas mas, aunque no son verificables. Abri una carpeta y paso las hojas de lado, para que Matt pudiera verlas. Haba fotografas, dibujos, mapas y diagramas; un libro cuyo nico tema eran las huellas. La mayora de ellas eran grandes y anchas, con un dedo gordo curiosamente alargado. Muchas de las pisadas tenan unas

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reglas de madera al lado. Tambin haba fotografas de las personas que las haban descubierto; sostenan gigantescos moldes blancos o sealaban el suelo. Casi todos eran hombres y mujeres de aspecto extrao; de rostros contrados, vestan prendas desparejadas y lucan sonrisas triunfales y fanticas. Matt se detuvo en una pagina. Mostraba una pieza genuina: una huella de un hombre de Neandertal de una famosa cueva toscana. La comparo con las restantes: eran virtualmente idnticas. Haba una pisada de un hombre moderno, tres cuartas partes mas pequea. Hay muchas otras cosas. Por ejemplo mechones de pelo. La mayora de ellos son rojizos, al menos los que se han hallado en China. Muchas de las muestras se han encontrado en troncos de rboles a una altura de aproximadamente un metro y medio. Sin duda estaran rascndose la espaldadijo Matt. Lo dijo con irona, pero Van no capt su tono. Tambin hay excrementos. No hace falta que me ensees las fotografas. Pero lo mas impresionante son los testimonios. Ciento sesenta solo en el Caucaso entre I923 y I95I. La mayora de las personas son campesinos analfabetos, por eso no se los toma en serio. Hay menos testimonios recientes, de hecho muy pocos. Es posible que estn empezando a desaparecer. Si hay tantas bestias de esas por el mundo, como es que nunca han capturado ninguna? Y por que nunca han encontrado ninguna muerta en ningn lado? Es gracioso que haga esta pregunta. Van le entrego otra carpeta que contena fotocopias de un libro de Myra Shackley, una estudiosa britnica que describa mltiples encuentros, en varios de los cuales aquella bestia semejante al hombre haba muerto de manera violenta. Matt se qued mirando a Van. Fsicamente aquel hombre extrao de frente ancha y cuadrada, con el pelo rizado pegado a la cabeza y los ojos hundidos no era muy atractivo, pero tenia algo formidable. No intento hacer proselitismo prosigui Van. Como he dicho, no me importa si me cree o no. Lo nico que digo es que tendra que estar abierto a aceptarlo, porque si el argumento de mas peso en contra de la existencia de estos seres es que no hay pruebas, ya ha podido comprobar que es falso. Existen muchas pruebas. Si hay pruebas concluyentes, como dices, como es que solo tu y cuatro chiflados mas habis odo hablar del tema? Van agarro fuerte el brazo del asiento. De veras quiere saberlo? pregunt al cabo de un momento. Naturalmente. Porque es un tema de mala reputacin, de locos, porque va contracorriente. Sabe lo malvada

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que puede ser la comunidad cientfica dominante, la gente como usted, cuando se ve amenazada? Es como toda burocracia que quiere mantener el statu quo a toda costa, solo que resulta todava peor. Si sale a la luz una nueva teora que contradice las ideas aceptadas, la aniquilan en cuanto es detectada por radar. Dios no quiera que llegue a las masas! Si se trata solo de una ligera amenaza, se la ridiculiza. Las revistas especializadas intervienen, los estudiosos se burlan de ella, aparecen historias divertidas en la prensa. Pero si se trata de algo verdaderamente revolucionario, como en este caso, sacan todas las armas. Se arruinan carreras, se expulsa a las personas de la ciudad, la prensa no cuenta nada. Nadie quiere que lo tomen por tonto. Muy bien dijo Matt. Admito que hay una gran reticencia a aceptar lo nuevo. Esto es cierto en todos los campos. Pero si se acumulan las pruebas y si estas son convincentes, entonces la nueva teora, o lo que sea, es escuchada. Permtame que le cuente una historia. En Igos, un explorador ruso llamado Badzare Baradiyan estaba al frente de una expedicin por el desierto de Alaca. Una noche, cuando la caravana se detuvo al atardecer, vieron una criatura peluda en una duna. La persiguieron pero se escapo. Sin embargo, todos la haban visto de cerca. Aquel acontecimiento levant un gran revuelo cuando regresaron a la ciudad. Baradiyan escribi el informe oficial sobre la expedicin, pero el presidente de la Sociedad Geogrfica Imperial Rusa le obligo a omitir el incidente. Nada menos que el presidente! Y lo hizo. Por que? Estoy seguro de que si estuviera vivo en este momento, le dara a usted mltiples razones, aunque aquella visin fue con mucho el acontecimiento mas significativo de la expedicin. Lo que conviene resaltar es como reacciono la comunidad cientfica dominante; y como reacciona siempre. Cuando no tiene explicaciones para algo, prefiere hacerlo desaparecer. Es una vieja historia, mas vieja que Galileo. La ciencia recurre a la tortura y cae en la supersticin para defender su derecho a equivocarse. Y yo le digo que existen pruebas pero que se desestiman. Van seal el montn de carpetas. Y por otro lado usted ha visto y ha tenido incluso en sus maos una prueba fehaciente: el crneo. Matt reflexion sobre lo que le acababan de decir. Dejo volar la imaginacin un momento. Y si de verdad haba otra especie que no se haba descubierto, un grupo que habitaba una regin no hallada por el hombre? De pronto cualquier cosa pareca posible. Se imagino a Susan, a Kellicut y a el trabajando juntos. Veran cosas que ningn ser humano haba observado, hallaran respuestas a las preguntas que parecan destinadas a permanecer sin contestar, publicaran artculos que dejaran pasmado al mundo entero. No solo cambiaran nuestros conocimientos sobre el hombre de Neandertal, pens Matt, sino que adems modificaran la idea que nos hemos hecho de nosotros mismos. Van haba mencionado a Galileo. Aquello seria mas impresionante que lo que el haba visto por el telescopio. Volvi a la realidad. Una parte de el, la cientfica, segua sin poder concebir la existencia de aquellas criaturas, pero tenia que admitir que su resistencia empezaba a disminuir. La azafata se acerc con un whisky que no haba pedido y, al dejarlo sobre la bandeja de Matt, le dedico una sonrisa. Dime una cosa le dijo a Van. Por que Kellicut nos envi el paquete a nosotros? Suponemos que el pens que ustedes sabran que deban hacer. Es solo una suposicin. Y por que no nos lo dijo? A que vienen todos estos juegos?

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Van no contest. Y por que no mando ninguna nota? Eso no lo se. Van se qued callado un buen rato. Cuando finalmente habl, lo hizo despacio. Me parece que les ha llegado el mensaje que el quera que recibieran. Despus de todo, han venido. Volvi a mirar por la ventana. Y vamos a buscar a esta dichosa criatura. Yo crea que habamos venido a buscar a Kellicut. A el tambin. Los buscamos a los dos. Matt apuro el whisky. Vio que Susan mova la cabeza; gru unas palabras, se levant y se fue al pasillo. Susan estaba desperezndose, estirando los brazos. Estaba despeinada, adormilada y momentneamente perpleja. Al verlo, le sonri abiertamente por primera vez. Se haba quitado los zapatos. Matt le miro los pies, enfundados en calcetines negros. Que delicados, que perfectamente formados parecan, que suaves eran las curvas y cuan maravillosamente esculpidos parecan los arcos, comparados con las fotografas de las huellas que acababa de ver. Al llegar a Tadzhikistan la suspicacia de Matt y Susan fue en aumento. El viaje se les hizo interminable; el aterrizaje en el aeropuerto de Dushanbe, despus de un primer intento fallido, haba sido accidentado. Hacia poco que el pas se haba declarado independiente y estaba sumido en una guerra civil. Soldados adolescentes de tez olivcea, con los pmulos caractersticos de los mongoles, dormitaban en sillas de metal; vestan uniformes de camuflaje y sus AK47 apuntaban indiferentes hacia el suelo. Los oficiales de aduana, que llevaban puestas nuevas y resplandecientes insignias en los uniformes viejos, examinaron los equipajes, mas por curiosidad que por otra cosa, y cogieron el magnetfono de Matt y el casete de Susan con mucho respeto. Despus agarraron a Van y lo arrastraron hasta una habitacin trasera, desde donde oyeron una fuerte discusin, a pesar de que la puerta estaba cerrada. Tiene un revolvercomento Susan. Que? Como lo sabes? Vi la caja y solo puede ser la caja de un arma. Esto no me gusta nada. A mi tampoco respondi Matt. Que yo sepa, los cientficos no llevan armas. Matt intento disipar sus temores. Pero, si no me equivoco, nunca se haba montado ninguna expedicin como esta. Que clase de persona es? Va en busca de grandes triunfos? Piensa recurrir a la violencia con tal de conseguir sus propsitos?

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Es un vaquero, ya sabes como son.

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Un vaquero con Ray-Bans. Hay algo extrao en el, aunque no sabra decir que es exactamente. Ya se a que te refieres respondi Matt. No es nada ortodoxo. He ledo algunos de sus artculos y lo he escuchado en el avin. Cree a pies juntillas en los fenmenos paranormales. Sigo sin comprender por que Kellicut no nos escribi directamente a nosotros si quera que nos reunisemos con el. Quiz no sabia donde localizarnos observ Matt. Me consta que no tiene mi direccin. Hace tiempo que habamos perdido el contacto. Es posible. Pero que hacia con estos tipos? Ya sabes lo esnob que es. En aquella sala no haba ni un solo profesional de renombre, excepto Schwartzbaum, pero ltimamente se ha quedado atrs, no est al da. Y los dems tampoco estn muy al corriente que digamos. Yo sigo sin saber que clase de instituto es este. Por que esta afiliado a un college sin importancia del que nadie ha odo hablar nunca? Susan se qued cavilando. He llegado a pensar que nos hemos metido en una especie de secta... que he dejado mi trabajo serio y he arriesgado mi reputacin por una quimera. Aunque la verdad, poco importa quienes sean. Si andan buscando algo, el premio es demasiado grande para dejarlo escapar; no podemos rechazarlo solo porque corremos el riesgo de equivocarnos. Creo que si mantenemos los ojos bien abiertos y vamos con tiento, podremos llevar a cabo nuestros planes dijo Matt. Van sali de la habitacin con la caja debajo del brazo. Le haban pegado unas etiquetas rojas y unos adhesivos. Es increble lo que se puede lograr soltando una pequea propina comento haciendo una mueca. Que clase de arma es? pregunt Matt. Un mgnum tres-cuarenta y cinco. Para que la quieres? Para protegerme. La dichosa seguridad. En Dushanbe cogieron una avioneta que les llevo hasta las colinas que se hallan al pie de las montaas y que estn a considerable altura. Atadas a los brazos de los asientos, en el pasillo, haba cabras. Paso una azafata, cuyo rostro estaba cubierto con un velo, que reparta caramelos. La avioneta giro al sobrevolar la pista de aterrizaje, que no era mas que un trozo de asfalto en medio de un prado, y aterrizo dando sacudidas como un guijarro que cae por un terreno pedregoso. Al bajar sintieron que la altitud les dejaba los pulmones sin aire. Los recibi Rudy, su gua y factotum, un ruso cuyos servicios haban sido contratados con antelacin. Estaba esperndolos en la

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puerta. En cuanto los vio empez a agitar los brazos; despus se precipito a su encuentro, les estrech la mano enrgicamente y recogi el equipaje; cuando se encamino bambolendose al Land Cruiser, visto de espaldas, recordaba a Chaplin. Por aqu, por favor, seorita grit volviendo la cabeza. Rudy era alto, corpulento, y tenia una cara de persona franca y una nariz de boxeador. El pelo, largo y rubio, le cubra las orejas, y sus manos eran inmensas. Susan sinti una simpata inmediata por el. Se sent a su lado; Rudy conduca como un loco, agarrando el volante con las dos maos y levantando los brazos, que parecan las alas de una gallina. El coche iba de un lado a otro y el hacia comentarios a voz en grit porque el ruido del motor no permita hablar bajo; mova la cabeza con violento entusiasmo y miraba por el retrovisor para mirar a Van y a Matt a los ojos. Rudy paso su brazo peludo por el parabrisas sin miramientos y se vieron las piedras grandes, los montones romos de hierba de color pardo y las colinas yermas. En mi pas tenemos rboles de verdad, no estas cositas ridculas. Y hierba. Uno la siente bajo sus pies. Las vacas dan una leche buensima. Y hay rbanos grandes como... Se quedo atascado. Puos intervino Susan. ... como puos. Y los ros siempre van llenos de agua. No como estas inundaciones bestiales que hay aqu cuando se funde la nieve, y luego nada de nada. Aqu todo es o blanco o negro. Por que viniste, entonces? Se encogi de hombros. La vida es extraa. Cont su pasado. Su padre construyo un embalse en el Kazajstan, se caso con una mujer tadzhik y paso a ser funcionario del cuerpo diplomtico. Se fueron a Nueva York y Rudy estudio all en un instituto. Estaba en el East Side. Julia Richmond. Era en el ano I976. No! Si, si, de veras. Tuve la oportunidad de conocer muchas cosas. Aprend ingles, le libros nuevos, escuche msica nueva. Incluso me ensearon que significa este gesto. Susan se ri. Matt se inclino hacia delante y lo miro por encima del respaldo del asiento. Rudy tenia el dedo medio de la mano derecha levantado y los dems cerrados. Canciones. Me se todas las canciones de aquel ano. Los grandes xitos. WABC. Concdenos veinte minutos y te daremos el mundo. Empez a cantar el estribillo de Don't Go Breaking My Heart con un fuerte acento y desafinando una barbaridad. Van gru, pero incluso a el aquella cmica espontaneidad pareca divertirle. Rudy los llevaba al hotel donde pasaran la noche y donde conoceran al gua de Kellicut, la ultima persona que lo haba visto con vida. Dinos todo lo que sepas de los hombres de las montaas le pidi Van bruscamente. Los tadzhikes que viven por estos alrededores cuentan muchas historias. Los llaman alma y a veces czechkai, que significa moradores...moradores, no, habitantes de las nieves. De hecho, nadie los ha visto nunca. No les gusta hablar de este tema, y como soy ruso no se fan de mi, as que se limitan a abrir mucho los ojos.

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De todos modos no siempre entiendo lo que dicen.

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La gente cree en ellos, esto es innegable. Algunos incluso afirman que comercian con estos hombres. Suben a lo alto de las montaas y dejan sal, azcar, cuentas y otras cosas en un sitio determinado. Al cabo de un par de semanas vuelven y la sal ha desaparecido, pero en su lugar hay pieles de animales, de osos, de conejos y eso. Y quien lo hace? intervino Van. Has hablado con alguien que lo haya hecho? Rudy no conoca a ninguna persona que lo hubiera hecho y nadie le haba dicho el lugar exacto en el que se producan aquellos intercambios. Ni siquiera estaba seguro de que la historia fuera cierta. Si alguien sube muy arriba y va mas all de la zona nevada, desaparece sin dejar rastro. Cuando esto ocurre, todo el mundo es presa de un gran desasosiego. Encienden velas y culpan a los czechkai. Algunos dicen que cada vez es peor, que desaparece gente con demasiada frecuencia. Nadie sabe por que. Un chico que suba habitualmente a las montaas a cazar un da no regreso. Lo buscaron por todas partes y algunos dicen que hallaron su cuerpo pero sin la cabeza. Quien sabe. Tuve la oportunidad de charlar con su padre, pero se neg a hablar de ello. Aqu la gente es muy supersticiosa. No les gusta que nadie pronuncie la palabra czechkai. Los nios huyen corriendo. Es como ese monstruo de Amrica. Como se llama? El que utilizan los adultos para amenazar a sus hijos si no se portan bien. El cococontesto Susan. Como? Es el monstruo que se esconde debajo de las camas de los nios. Bueno, si, se parece mucho. El camino estaba ahora lleno de baches, seal de que se estaban acercando a un pueblo. Matt se dirigi a Susan y le habl con mucha animacin. Sabes donde estamos? Sabes que pueblo es este? Susan neg con la cabeza. He visto el letrero. Estamos en Khodzant! Tardo un poco en reaccionar. Te refieres al pueblo del enigma de Khodzant? El mismsimo. Increble! Que es el enigma de Khodzant? pregunt Rudy. Van se lo explico. Es una especie de pictograma. Se cree que es muy antiguo, pero nadie ha podido datarlo

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porque el original desapareci. Falta un trozo y nunca se ha llegado a descifrar. Y procede de aqu? pregunt Rudy. Al parecer si, a menos que haya mas pueblos llamados Khodzant. Matt estaba sorprendido. Solo un puado de arquelogos saba que era el enigma de Khodzant, la mayora lo desconoca. Como sabe usted eso? le pregunt a Van. Estoy al da. Nunca se sabe cuando puedes necesitar echar mano de los conocimientos adquiridos. El coche recorri unas callejuelas estrechas de casas de piedra y mortero hasta llegar a un patio. Sobre la puerta arqueada poda leerse la palabra HOTEL, que estaba escrita con pintura azul, muy descolorida. Rudy fue el primero en salir del coche y enseguida se puso a gritarle ordenes al chico que haba abierto la puerta del hotel. Los condujo hasta un estrech mostrador de madera, donde se inscribieron. El propietario, un hombre de cejas negras al que le faltaban muchos dientes y que llevaba un fez, vesta una sudadera de DUKE, con un demonio azul pintado a la altura del pech. Jams haba visto un pasaporte norteamericano y paso todas las paginas de los que le entregaron con parsimonia antes de acompaar a sus huspedes a las habitaciones. Alegraron la cena, un estofado pasable, con el abundante vodka que les ofreci Rudy. Cada vez que vea un vaso vaco, se apresuraba a llenarlo hasta el borde. Luego pasaron al bar, una cueva de reducidas dimensiones decorada con parras y plantas que crecan en las paredes de ladrillos colocados en punta. El propietario entro con una bandeja de tazas de caf de porcelana y le susurro a Rudy algo al odo: haba llegado el gua de Kellicut. El muchacho, de unos trece o catorce aos, pelo negro y ojos castaos y lacrimosos, entro en el bar y los miro a todos. Llevaba una blusa holgada, una tnica y zapatillas de gimnasia. Van empez a hablar pero Susan lo corto. Se acerc al chico, le sonri y le dio un fuerte apretn de maos. El tambin se la estrech enrgicamente con mucha solemnidad y la saludo con una inclinacin de cabeza. Es Sharafidindijo Rudy. Los dems imitaron a Susan y el les hizo una pequea reverencia despus de cada apretn. Rudy le invito a sentarse pero Sharafidin se quedo de pie. Intercambiaron unas cuantas palabras en persa y a continuacin el chico empez a hablar sin contencin y sin vacilaciones. Estaba muy locuaz. Rudy tuvo que pedirle que parara con el fin de poder traducir lo que haba contado. Dice que el maestro, as es como llama al seor Kellicut, llego aqu hace varios meses y que se alojo en este mismo hotel. Nadie sabia que quera ni para que haba venido. La mayora de la gente no le diriga la palabra, pero sentan mucha curiosidad, de modo que poco a poco empezaron a hablarle. El hablaba persa, aunque bastante mal. Mientras Rudy traduca, Sharafidin miraba fijamente a Susan y ella se dio cuenta y le devolvi la mirada.

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Con el tiempo la gente se acostumbro a su presencia. Sola dar largos paseos y suba a las colinas que hay al pie de las montaas. Sabia medicina e incluso llego a curar a algunos. Poco a poco le fueron abriendo sus casas. Una noche lo invitamos a cenar a nuestra casa y matamos una cabra. Le hizo un regalo a mi padre, una ilustracin preciosa de la estatua de una mujer inmensa que sostena una antorcha y un libro, y estaba rodeada de agua. Pone New York City. A mi padre le gusto tanto que la colg encima del horno. Van lo interrumpi. Que le cont tu padre sobre los alma? Rudy se lo tradujo, pero el chico no lo entendi. Cuando volvi a preguntrselo, Sharafidin desvi la mirada. Dice que el no estaba presente dijo Rudy. Sigue le rog Matt con amabilidad. Esta vez el muchacho habl mucho rato. Rudy lo animaba a seguir asintiendo con la cabeza de vez en cuando. Cont como un da el maestro les revelo su deseo de subir a las montaas y ver a los alma; y como intentaron repetidamente disuadirlo. De modo que una noche mi padre le dijo: <<Si quiere ir, vaya. Pero llvese a mi hijo con usted>>. Su padre, explico, pensaba que de este modo el maestro no correra peligro. El chico describi despus los preparativos y el ascenso; estuvieron das y das subiendo la montaa. Un da llegamos a un sitio donde ni siquiera haba rboles, y all mismo construimos una cabaa. Hacamos excursiones diariamente, y siempre subamos un poco mas. El maestro examinaba continuamente el suelo. Entonces acampamos. Por la noche hacia muchsimo fri. El me arreglo una camita, pero incluso as yo pasaba mucho fri. El maestro empez a hacer excursiones solo, cada vez mas largas. No quera que yo fuese con el. Una vez no regreso por la noche; estuvo mucho tiempo lejos. Das y das. Cuando volvi, escriba. Empez a comportarse de un modo extrao. A veces hablaba en voz alta consigo mismo. Un da se puso enfermo; tiritaba y estaba muy dbil. Cuando mejoro, volvi a marcharse y estuvo muchos das sin aparecer. Apenas nos quedaban provisiones. Tuve que bajar y cazar conejos y pjaros para poder comer, as que no se si el maestro regreso durante mi ausencia. Yo buscaba sus huellas en el suelo y a veces las descubra. Finalmente el maestro volvi. Tenia mal aspecto. Pareca otra persona. No me hacia mucho caso, como si no me conociera. Pensaba en voz alta, pero yo no entenda nada porque hablaba en su lengua. Tenamos muy poca comida, pero el no quera irse. Intente sonsacarle los motivos que lo obligaban a permanecer all, pero no quiso contestarme. Hablaba mucho sobre los alma. Le pregunte a que se refera y se puso a rer. Luego volvi a marcharse. Cada vez estaba mas tiempo fuera. Un da, cuando volv de cazar, me lo encontr. La barba le haba crecido mucho. Estaba muy excitado. Me dijo que yo tenia que regresar a la aldea y llevar una cosa. Me dio una caja. Pesaba mucho y haba algo escrito en ella. Me ordeno que

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se la diera a mi padre y que me preocupara de que el la mandara por correo enseguida. Y esto es lo que hice. Regresaste al campamento? pregunt Susan. Rudy le tradujo la pregunta y Sharafidin neg con la cabeza. Volviste a verlo? El muchacho neg de nuevo con la cabeza. Y tu, viste a los alma? pregunt Matt. No. Se mordi el labio y habl despacio. Una vez busque las huellas del maestro, pero en su lugar vi otras mucho mas grandes. Se miraron entre ellos. Rudy bebi un trago de vodka Quieren saber algo mas? Pregntale si abri el paquetedijo Matt. Van puso mala cara. El chico dijo que no; luego miro a Susan y dijo algo. Rudy le contesto con un grit. Que ha dicho? pregunt Susan. Nada, seorita. No tiene importancia. Quiero saber que ha dicho. Pregunta si usted y el maestro se conocen. Que si nos conocemos? Su pregunta exacta... No la he entendido. Estoy seguro de que no tiene ningn significado especial. Van pareca perplejo. Por que demonios quiere saberlo? Pregunt. Dile que siintervino Susan. No lo entiendocomento Rudy. Quiere saber quienes somos. El tono de voz de Susan era brusco. Cuando Rudy tradujo la respuesta, el muchacho se quedo mirando a Susan. Luego, haciendo una reverencia, salio de la habitacin. Fuera estaba anocheciendo. Susan estaba sentada de espaldas a la ventana; su tez oscura brillaba a la luz de la vela; sus ojos parecan negras cavernas. Dime, Van, que planes tienes? pregunt con un tono de voz mesurado, mientras sus dedos jugueteaban con la cera.

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Al menos sabemos por donde empezar respondi Van. El campamento. Espero que Sharafidin nos acompae hasta all murmur Susan. Ya esta todo arreglado aseguro Van. Hay alguna otra cosa arreglada? Nos tienes reservadas mas sorpresas? pregunt Susan. Que dependan de mi, no. As pues, iremos al campamento de Kellicut intervino Matt. Y luego que? Sigui un silencio. Finalmente Van contesto. Luego improvisaremos. Ya veremos que nos espera all. Buscaremos un mensaje, huellas. Y si no encontramos nada? Entonces todo depender de ustedes. Ustedes lo conocen y saben lo que el busca. Tal vez consigan repetir sus actos, pensar lo que el pens, hacer lo que el hizo, ir a donde el fue. Como he dicho, improvisaremos. Y el revolver, Van? Pregunt Matt. Que piensas hacer con el? Nada, si puedo evitarlo. Entonces, por que lo has trado? pregunt Susan. Por si lo necesitamos. Tienes razones para pensar que vamos a necesitarlo? sigui preguntando Susan. Miren, no tenemos ni idea de lo que vamos a encontrarnos all arriba. Matt levant la voz. Vamos a buscar a la criatura esa o vamos a cazarla furtivamente? Maldita sea, ya han odo al muchacho. Han desaparecido muchas personas en las montaas. Si lo que quieren es poner en practica sus entupidos mtodos de antroplogos de laboratorio, adelante. Pongan en marcha su magnetfono y graben sus pensamientos mas recnditos. A ver adonde les lleva. Yo no voy a hacerlo. Recuerda que somos cientficos, no cazadores. Si, pero yo quiero volver sano y salvo. Van estaba preocupado: tal vez estn asustados, pens. Quiz decidan dar marcha atrs. Permanecieron sentados en silencio mientras oscureca. De pronto no tenan nada que decir. Susan se levant sbitamente, mascullo unas palabras, desendoles las buenas noches, y se fue. Matt tambin se levant y desapareci tras ella.

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Matt y Susan se fueron a un saln de te que haba en una plaza profusamente iluminada. En una terraza, sentados a unas mesas metlicas, haba una docena de hombres que beban te verde, fumaban tabaco negro y charlaban en voz baja; su charla era un murmullo montono. Algunos de ellos estaban sentados con las piernas cruzadas encima de tarimas cubiertas de alfombras de Bujara y jugaban a damas. De una puerta iluminada llegaba msica turca. Los clientes miraron a Matt y a Susan con curiosidad y sin disimulo. Se sentaron a una mesa y pidieron caf por senas. Mira dijo Susan sealando con un movimiento de cabeza el otro lado de la plaza; por encima de los edificios oscuros resplandeca una luna llena, que estaba colgada en el cielo como si descansara sobre los tejados; era tan blanca que los crteres grisceos se destacaban cual manchas en un melocotn maduro. Madre ma exclamo Matt. Nunca haba visto nada igual a esta luna sobre... ... Khodzant. Khodzant. No me extraa que todo sea tan ilgico. Desde que hemos llegado aqu, me he sentido como envuelto en un misterio indescifrable. Susan sonri. Piensa que probablemente nuestro querido homnido tambin la estar observando desde all arriba, en lo alto de las montaas. Probablemente estar aullando a la luna. Venga, vamos. Que? Ya estas dando por sentado otra vez que no son seres civilizadosdijo Susan. Y por que tiene que ser de incivilizados aullar? Yo lo hago todo el rato. Esto nicamente viene a demostrar que tengo razn. De todas formas, se supone que tu eres el que defiende que estas criaturas son tan buenas como nosotros. Tan buenas, no: iguales, compatibles. Y sexualmente atractivas. Eso jams lo he afirmado protesto Matt. Bueno, pero no se puede negar que lo dabas a entender de una manera implcita. Como, si no, nos habramos prendado de ellos en un momento de delirio de...? Como lo llamaste? Imperialismo reproductivo? Exacto, imperialismo reproductivo. Y cual es el otro termino que popularizaste? Todos mis alumnos lo sueltan en los exmenes. Flujo genticorespondi.

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Eso, flujo gentico. Una expresin muy lograda. Se podra utilizar para un anuncio de Calvin Klein. Muy gracioso. Y tu de donde sacaste todo eso de la guerra? Que los cazbamos, que los perseguamos y que los arrojbamos por los acantilados. Y todas esas tonteras de que coman cerebros. Yo pensaba que todo esto se haba acabado en los aos cincuenta con Alberto Blanc. De veras lo crees? No es que lo crea a pies juntillas respondi Susan a la defensiva, pero estoy abierta a creer que es una posibilidad. Y las pruebas? En este caso no son necesarias. Bastan los indicios. Todos esos orificios en los crneos... Tal vez se puedan explicar de otra manera. Si, tal vez los ametrallaron. Matt busco al camarero con la mirada. Matt, me dejas que te haga una pregunta totalmente en serio? Adelante. Susan se qued un momento callada. Cuando vivamos juntos, tuviste alguna aventura con una chica Neandertal? Matt se ri. Aquella mujer todava era capaz de sorprenderlo. Ella no quiso tener ninguna aventura conmigo. Me dijo que tenia los brazos demasiado cortos y la frente excesivamente lisa. Por que me lo preguntas? Por nada, solo senta curiosidad. Crea que tu teora de las relaciones sexuales y el cruce de especies no era mas que una... una extrapolacin basada en experiencias personales. Comprendo. Igual que la tuya sobre la guerra. Apareci e] camarero con dos tazas llenas hasta la mitad de caf turco; las dejo en la mesa con exagerada lentitud y no se fue hasta que las coloco con las asas a la derecha. Susan se qued callada hasta que se hubo ido. Luego, con cara de asombro, dijo: Homo sapiens sapiens. Sabes?, siempre me he preguntado por que nos hemos clasificado de sapiens sapiens. La respuesta es muy sencilla. Ah si? Tu misma lo has dicho. Somos nosotros los que nos hemos autodenominado as. Que arrogancia la nuestra. Pues como nos denominaras tu?

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Que te parece algo as como Homo duplicitous? Reflexiono un momento. De hecho, el que mejor cuadra con la mayora de los hombres que conozco ya ha sido utilizado: Homo erectus. Que te parece? Que me parece? Los juegos de palabras tan simples no me parecen muy divertidos. A mi tampoco. El tono de su voz era ahora muy serio. Matt se la qued mirando y comprob que no sonrea. Su piel, en contraste con el escotadsimo vestido de algodn blanco que llevaba puesto, pareca muy oscura. Matt sabia que no usaba sostenes. Miro su mano, apoyada en la mesa, y de pronto sinti el impulso de cogrsela, pero Susan la retiro. Se esta haciendo tarde; deberamos irnos dijo. Y regresaron en silencio al hotel. La puerta estaba cerrada y tuvieron que llamar al timbre un buen rato. Al final acudi a abrirles un muchacho con un holgado camisn blanco. Las llaves de sus habitaciones, que eran de bronce y pesaban mucho, estaban atadas a un trozo de madera, una al lado de la otra. Subieron las escaleras sin decir ni una palabra. En el pasillo introdujeron a la vez las llaves en la cerradura y luego se miraron; la coincidencia les hizo sonrer. La habitacin de Susan era de reducidas dimensiones y desangelada. Haba una lmpara cuya pantalla estaba agujereada y que dibujaba sombras en las paredes. Se acerc al armario y lo abri. Dentro haba un espejo de cuerpo entero. Miro su imagen reflejada y se sorprendi. En su rostro haba una cierta tristeza pero a pesar de todo segua siendo guapa. Se quit el vestido de algodn por la cabeza. Tenia una piel tersa y sus pechos todava eran firmes. Dejo caer las bragas hasta los tobillos y se las quito. Se irgui y mir su cuerpo desnudo en el espejo. Se quit los zapatos dando unas sacudidas con los pies, se tendi en la cama y se qued mirando fijamente el tech. Sinti una sensacin de mareo y cerr los ojos. Abri un poco las piernas, despacio, y empez a acariciarse el vientre con la punta de los dedos. Oa la voz de Matt que grababa los acontecimientos del da en el magnetfono. Que deba contar de ella? Le pareca que la habitacin daba vueltas a su alrededor. Vea con claridad ciertas cosas una grieta en el tech, el pomo de una puerta, un zapato volcado, pero ninguna le serva para dominar la angustia ni para hacer que se sintiera segura. Abri los ojos y levant la cabeza hasta que las cosas dejaron de moverse. Volvi a tenderse y se relajo. Bajo la mano un poco mas, dibujando crculos muy lentamente, y cerr los ojos de nuevo. De pronto oy un frufr y un ruidito sordo en la puerta. Levant la cabeza y vio que haban dejado un sobre. Salto de la cama, se puso el vestido y abri la puerta. El pasillo estaba vaci. Rompi el sobre y sinti una punzada al reconocer aquella letra de trazos largos y enrgicos que resultaba tan difcil de leer. Van hall un buen sitio, una <<zona segura>>, como habra dicho Eagleton. El sol de la maana haba calentado ya el papel alquitranado del tejado del hotel. Van estaba escondido detrs de la chimenea y nadie poda verlo. Dio una vuelta en cuclillas por una esquina con la finalidad de

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examinar la puertecita que haba al otro lado del tejado. En el cielo solo haba unos cirro-cmulos que se desplazaban hacia el este y que no interferiran en la transmisin. Abri la mochila y saco una caja negra, tiro de los pestillos que tenia a los lados y levant la tapa. El teclado estaba sucio de todos los dedos que lo haban utilizado antes que el. Era caracterstico de aquella gente endosarle un ordenador porttil de segunda mano; ni siquiera le haban dado el ultimo modelo, que pesaba unos dos kilos menos que aquel. Lo encendi, inclino la pantalla de microondas cara abajo formando un ngulo de cuarenta y cinco grados, tecleo CTERM con el fin de cargar el programa y selecciono la opcin ROI para conectar con el satlite Regin Ocenica India, uno de los cuatro que daban vueltas alrededor de la tierra. La barra indicadora de la intensidad de seal recorri la pantalla: 14,8, la mas alta que haba visto; introdujo el disco y tecleo su cdigo de identificacin de nueve dgitos. Mas letras. Se oy un ligero zumbido, seguido de un prolongado silencio, que indicaba que las ondas haban emprendido el rastreo a travs del espacio; espero el mgico apretn de manos que tendra lugar mas arriba de la estratosfera. Era curioso como durante aquellos instantes de espera siempre senta una tensin soterrada. Cuando utilizaba la radio o el telfono era muy distinto. Aquello deba de tener algo que ver con la enorme distancia espacial que recorran los impulsos electrnicos, una distancia que el no haba recorrido jams en toda su vida. Volvi a sentir el antiguo deseo de encender un pitillo. Mientras desayunaban, Van haba detectado una cierta suspicacia en Matt y en Susan. No es que hubieran dicho o hecho algo que se lo hubiera dado a entender; de hecho, fueron mas bien sus esfuerzos por aparentar naturalidad, por ser amables, incluso, los que le pusieron en alerta. Era un zorro viejo a la hora de interpretar gestos minsculos y de leer el lenguaje del cuerpo. En un momento dado los pillo intercambiando una mirada significativa. Se pregunt sin excesivo inters si finalmente se habran acostado juntos. La verdad es que estaban hechos el uno para el otro: los dos eran tan incorregiblemente perfectos. De pronto oy unos pitidos cortos, unos ruiditos montonos que indicaban que se haba establecido la conexin; al cabo de un segundo la pantalla se qued en blanco y apareci el comando TRANSMITIR. Van tecleo el cdigo. Eran noticias rutinarias sobre el desarrollo de los acontecimientos. No haba muchos datos que comunicar salvo la localizacin. Ya haba mandado un mensaje en el que apareca todo lo que les haba contado el muchacho. A Eagleton le gustaban los informes pormenorizados; seguro que estara esperando ansiosamente detalles sobre Matt y Susan, y a Van le produca un perverso placer el hecho de retener informacin. Sabia que Eagleton poda traicionarlo en cualquier momento y Van solo se senta mnimamente poderoso cuando estaba en accin. Pero esta vez la balanza se inclinaba a su favor. Tenia que disfrutar de momentos como aquel mientras duraran. Le llego la confirmacin rutinaria: CONF-OK. Cerr el porttil y lo apago. Un oficial de comunicaciones, un viejo colega al que le gustaba beber, le haba dicho que aquellos aparatos haban sido reprogramados de tal modo que, cuando se apagaban, automticamente se activaba el sistema de rastreo del satlite y podan ser localizados en cualquier parte del mundo. Era tpico de Eagleton querer engaarlo. Van, de momento, lo mantena apagado ex profeso, porque de lo contrario empezaran a sospechar que el sabia como funcionaba el sistema. Guardo el ordenador en la mochila y bajo sigilosamente. La nota de Kellicut tenia muy preocupado a Matt, y no solo por el contenido de la misma, sino por el simple hecho de que hubiera credo necesario mandarla y de que hubiera escogido una forma tan indirecta de hacrsela llegar a ellos, bueno, en realidad, de hacrsela llegar a Susan, porque iba dirigida a ella. Supusieron que se la haba entregado a Sharafidin junto con el paquete y que el chico la haba dejado en la habitacin de Susan la noche anterior. Esto tal vez explicara su extraa pregunta sobre si Susan y Kellicut se conocan; sin duda no haba entendido bien la orden de Kellicut

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de que la carta iba dirigida exclusivamente a Susan.

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Cuando por la noche Matt oy que llamaban flojito a la puerta de su habitacin, supo instantneamente que era Susan. Dejo el magnetfono y abri con el corazn a punto de estallarle, pero en cuanto vio la cara de confusin de Susan comprendi que no haba ido por la razn que el haba deseado. Sin decir ni una palabra, ella le entreg la carta. Matt la despeg de nuevo estaba muy arrugaday volvi a leerla. Susan: Debis venir urgentemente. Solo tu y Matt podris valorar la enormidad de lo que he descubierto. No os retrasis. Se me acaba de ocurrir otra cosa: no hablis de esto con nadie. Mantenedlo en secreto. Solo nosotros, los hombres de ciencia, debemos contactar con ellos. Hay demasiadas personas que no son dignos representantes de nuestra especie. Por el amor de Dios, daos prisa! Lo que vamos a experimentar juntos sobrepasa cualquier otro descubrimiento de la historia de la humanidad. Oh, dioses! Maana ser un da de ajuste de cuentas. Kellicut no la haba firmado. Tpico de el, pens Matt mientras miraba la letra infernal, egotista y enigmtica de aquel hombre. Tampoco estaba fechada y no hacia referencia a ningn lugar. Pero por la forma en que estaba doblado el papel y por las arrugas, era evidente que la haba escrito a todo correr. La finalidad era prevenirlos de que no hablaran de la expedicin con nadie. Pero por que? Quera ser el quien lo diera a conocer al mundo? Esto no seria impropio de el. La frase que haba utilizado, <<hay demasiadas personas que no son dignos representantes de nuestra especie>>, era una forma curiosa de expresarlo. Fantstico. Nos dice que estamos a punto de realizar el descubrimiento mas importante de la historia y nos prohbe hablar de ello con nadie, cuando no esta en nuestras maos hacer nada. Por que no se tomo la molestia de conseguir nuestras direcciones si estaba preparando algo tan trascendental? Kellicut, el flautista de Hamelin, que sigue fascinndonos y arrastrndonos hacia lo desconocido despus de tantos aos. Solo que ahora no se haba propuesto iniciarnos en la teora cuntica ni en Jung, sino en algo que solo sabia el. Haba otra cosa inquietante: aquella carta daba a entender que en el paquete que mando haba otra nota. No lo deca con todas las palabras pero el tono pareca el de un post scriptum: <<Se me acaba de ocurrir otra cosa>>, deca. Era coherente. Kellicut era teatral, le gustaba el efectismo, pero en el fondo era un cientfico. No iba a enviar el crneo de un hombre de Neandertal de veinticinco aos de antigedad sin dar ninguna explicacin. Haba demasiado en juego y muchas cosas de suma importancia podan irse a pique. Era escalofriante pensar que poda haber ocurrido con la carta que faltaba; Eagleton o Van podan haberla retenido. Pero por que? Que era lo que Matt y Susan no deban saber? A Matt no le caba la menor duda de que la carta era de Kellicut. Responda a su forma de proceder, a su forma de engatusar. Casi poda verlo al escribir la apasionante promesa de que su hallazgo sobrepasaba <<cualquier otro descubrimiento de la historia de la humanidad>>. Y la cita griega del final: << Oh, dioses! Maana ser un da de ajuste de cuentas>> Que rebuscado. Susan logro localizarla: perteneca al parlamento de Aquiles, despus de que Patroclo cay muerto en el exterior de las murallas de Troya. Incluso en una situacin como aquella, cuando cree que esta a punto de realizar un descubrimiento de la mxima trascendencia, y pone en peligro la vida de sus ntimos colegas, no puede dejar de ser pedante, pens Matt. Su propio resentimiento le choco un poco. Despus de desplegar los pertrechos en el patio, Van cogi un portafolios y empez a dar ordenes a voz en grit a Rudy, quien meta cuidadosamente cada uno de los objetos en el coche a medida

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que Van los iba tachando de la lista. Matt estaba exasperado por la enorme cantidad de cosas que iban a llevar: tiendas, sacos de dormir, botas, chaquetas de polipropileno, un botiqun, linternas, utensilios de cocina, hachas, navajas, cantimploras, cmaras fotogrficas. Y comida de toda clase: latas, lonchas de carne y abundantes verduras deshidratadas envasadas al vaco, que tenan un aspecto de lo menos apetecible. Dios mo exclamo Matt al ver aquella montaa de objetos. Vamos a buscar a los alma o vamos a abrir una tienda? Apareci Susan, muy despeinada, con una taza de caf humeante en la mano. Matt seal una bolsita de lona. Que hay ah dentro? le pregunt a Van. Bengalas. Y para que las queremos? Por si tienen que evacuarnos. Y quien va a evacuarnos? Nunca se sabe. Mas vale prevenir que curar. Susan miro a Matt, frunci el entrecejo, meneo la cabeza y se alejo de all. Cogieron la carretera del Pamir, una pista negra de asfalto que atraviesa las montaas hasta Khorog, que se encuentra en la frontera de Afganistn, y luego sigue hasta la poblacin de Osh, una antigua parada de caravanas. Rudy conduca sin dejar de cantar un popurr de canciones que haban estado de moda el ano que paso en Nueva York. Van, que iba sentado a su lado, estaba inexplicablemente tolerante. Pasaron por unas aldeas fantasmagricas, formadas por cabaas de barro apiadas que estaban situadas en las empinadas laderas de las colinas, bajo los rboles, en las que no haba ni rastro de vida. En las afueras vieron lo que haban sido en el pasado campos de maz e incluso una granja colectiva abandonada; las inmensas naves de piedra estaban semiderrumbadas y el tejado hundido. Haba carros y arados abandonados. Que ocurri? Pregunt Matt. Hubo enfermedades? Hambruna? Ninguna de las dos cosas respondi Rudy. Este era un asentamiento del gobierno junto al ri Vaj. En I98I, despus de tres terremotos, tuvo que ser evacuado. Aqu estaba el epicentro. Murieron unas doce mil personas. Toda la regin sigue siendo inestable. Mas tarde subieron por las colinas que hay al pie de las montaas, donde los cauces de los ros van llenos del agua torrencial que baja al fundirse la nieve y donde la hierba parda se vuelve de color verde. Al medioda se detuvieron para comer. Rudy aparco cerca de un riachuelo y, cuando hubieron terminado, Matt anduvo por la ribera y llego a un punto donde el ri, tras un meandro, formaba una pequea laguna. Impulsivamente se quito la ropa y se meti en el agua. El suelo era de arena; poco a poco se dejo caer de espaldas y se mantuvo a flote moviendo los brazos.

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Senta que iba a la deriva, como una hoja. Durante toda la maana haba tenido fantasas sexuales, cuyo nico objeto era Susan. Se haba parado para esperarla, sin dejar de observar su cuerpo, en el sendero que llevaba al riachuelo. Haba dejado que ella fuera delante y se haba quedado mirando fijamente las gotas de sudor que le resbalaban por los muslos. Haba sonado con abrir aquellos muslos y esconder su cuerpo en ellos, como sola hacer en el pasado. Sus ensonaciones fueron interrumpidas por los gritos del resto del grupo: era hora de partir. Cuando sali del agua y se sec, sinti el aire calido acaricindole el cuerpo y se dio cuenta de que estaba excitado. Por la tarde condujo Matt. De ordinario disfrutaba hacindolo, pero ahora no era nada fcil. Haban dejado la carretera y se haban internado por un camino de tierra; si iban demasiado deprisa, el traqueteo del coche era infernal. Adems, con el sol de la tarde y el reflejo de las piedras, era casi imposible ver bien el camino. De tanto entornar los ojos, le dola la cabeza. Al atardecer Susan tomo el relevo; Van y Rudy dorman en el asiento de atrs. El aire se enfri rpidamente. El viento se meta dentro del coche como una fra corriente submarina, pero dejaron las ventanas abiertas porque era agradable. Como los faros se movan hacia arriba y hacia abajo, era difcil ver los obstculos y sortearlos. Matt se encargo de la vigilancia y cada vez que vea algn peligro daba un grit. Se lo pasaba bien, y Susan tambin disfrutaba. De vez en cuando un alacrn cruzaba el haz de luz de los faros, con el aguijn en alto, gil y obsceno a la vez. Lo nico que nos falta es msica ligera, de esa que se pone para conducir dijo Matt. Espera un momento. Susan paro el coche, hurg en el portaequipajes y volvi con una caja de piel, que dej encima del salpicadero. La encendi y arranco. La noche se lleno de las notas de Bruce Springsteen. Al pisar a fondo el acelerador, estaban sonriendo los dos. Tres horas mas tarde se detuvieron para pasar la noche en un otero lleno de hierba y rodeado de peascos y pedruscos. Encendieron una hoguera y cavaron una zanja alrededor del campamento, que regaron de gasolina con el objeto de mantener alejados a los alacranes. Van estudiaba un mapa a la luz del fuego. Teniendo en cuenta el estado del camino, hemos ido rpido. Debemos de haber recorrido unos cuatrocientos kilo metros. Matt miro por encima del hombro de Van, mientras este sealaba la ruta. Me imagino que hacia el medioda llegaremos al pie de la montaa. Van estaba casi sociable. Despus de cenar extendieron los sacos de dormir. Susan desenrollo el suyo al lado del de Matt. Sharafidin coloc su manta en un rincn y se arrodillo para rezar sus oraciones, con la frente tocando el suelo, de cara a La Meca. Al bajar la cabeza, la camisa de algodn que llevaba se le qued arrugada sobre la espalda delgadsima. De repente se irgui y del fardo en el que tenia sus cosas extrajo un objeto que pareca una cajita. Lo alzo hacia el cielo nocturno, se lo llevo despacio a los labios y lo beso cuatro o cinco veces. Rudy se lo qued mirando; luego miro a Matt y a Susan, sonri y se llevo el ndice a la sien, hacindolo girar como diciendo que el chico estaba chalado. Matt intento dormir pero no poda dejar de ver el camino ante el y la sangre le lata con fuerza. Escuchaba la respiracin de Susan, regular y profunda. De pronto, como si se cayera por un precipicio, se qued dormido.

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A la maana siguiente se levantaron temprano. Van conduca en silencio y mecnicamente. Suba rpido y notaron que se les taponaban los odos a causa de la altura. La topografa cambio. Los matorrales desaparecieron; el camino estaba ahora bordeado de pinos altos y esculidos. Luego los rboles empezaron a escasear y el camino se volvi tortuoso y empinado; las curvas eran muy cerradas y traicioneras. Van redujo la marcha; puso la segunda y luego la primera. Finalmente el camino dio paso a un sendero sembrado de piedras. Van paro el coche debajo de un rbol, al borde de un prado. Fin de trayecto dijo desconectando el motor. No me gusta esta expresindijo Susan. Descargaron el equipaje y llenaron las mochilas, operacin que se encargo de dirigir Van. La suya estaba separada de las restantes y abultaba mas. Luego abri el capo del Cruiser y desconecto la batera. No se cuanto tiempo vamos a estar all arriba dijo al poner las llaves del coche en la visera. Por si acaso, las dejo aqu. Por si acaso? Por si acaso nos separamos. Cruzaron el prado en direccin al bosque. Los picos afilados, incrustados en el hielo, parecan altos y cercanos. Recortados por un cielo de nubes pasajeras, aparecan envueltos por velos de niebla que giraban en torno a ellos y que daban la impresin, ilusoria, de que fueran los picos los que se bambolearan y fueran a desplomarse. Estuvieron subiendo la cuesta rocosa llena de arbustos espinosos durante horas, siguiendo la ruta que les sealaba Sharafidin. El andaba sin desfallecer, buscando constantemente con sus ojos negros los hitos que marcaban el itinerario. No haba sendero alguno. Se equivoco un par de veces y tuvieron que desandar el camino recorrido y esperar, mientras el muchacho se alejaba solo, que direccin deban seguir; cuando la encontraba, los llamaba para que lo siguieran. Hacia calor. Sharafidin iba desnudo de cintura para arriba y estaba tan delgado que se le vean las costillas. Tenia la pechera de la camisa empapada de sudor. Su mochila pesaba mas que las de los otros y le obligaba a avanzar mas despacio. Matt y Susan, en cambio, andaban con pasos regulares, sin forzarse, con el fin de no despilfarrar las energas. Rudy era el que hacia mas ruido. Apartaba las ramas de los arbustos como si estuviera abriendo las puertas de una taberna. Llevaba un sombrero de paja de ala ancha que le daba un aire de simpln, y hablaba constantemente con el primero que quisiera escucharlo. Llegaron a un delta y atravesaron las ruinas de un kishlak, varias casas, canales abiertos para el riego y campos que en el pasado estuvieron cultivados. Todo estaba abandonado. Los muros de piedra se haban derrumbado. El suelo pareca oscuro y frtil, y la tierra tenia el aspecto de haber estado ocupada durante siglos. Despus de varias horas de marcha, llegaron a un prado alpino dividido por un ro turbulento. Dejaron las mochilas en el suelo Van necesito que lo ayudarany bebieron el agua helada hasta saciarse. Rudy se lleno varias veces el sombrero y se la ech por encima; tenia un aspecto tan cmico que arranco las risas de los dems.

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Susan se aparto del resto. A un lado vio enebros larguiruchos y cipreses; aqu y all haba brezos, madreselvas y grosellas. El indolente aire calido traa el olor a rosas silvestres. Rudy. Precioso, verdad? dijo Rudy a sus espaldas. Se qued mirando absorto el paisaje con aire contemplativo antes de volver a hablar. Esta es una de las razones por las cuales he vuelto a este pas demencial. Cuando levant los ojos para mirar los impresionantes picos, sus facciones infantiles se relajaron. Que guapo es, pens Susan de pronto. No haba estado aqu? Tadzhikistan? pregunt No, nunca. Por que? Cre que a lo mejor haba estado aqu con el grupo que vino antes. Que grupo? El ao pasado, antes de que llegara el doctor Kellicut, vino un grupo del que formaba parte Van. El resto de la tarde siguieron el ascenso. El terreno era cada vez mas empinado y la marcha se hacia mas difcil. Sharafidin les llevaba mucha ventaja. Al atardecer las aladiernas, los lamos y los abedules empezaron a escasear hasta desaparecer por completo. Ahora solo se vean matas, arbustos y de vez en cuando algn matorral que creca entre piedras erosionadas. Montaron un campamento en una cama de roca y colocaron los sacos de dormir. Matt y Rudy fueron a recoger lea para encender una hoguera; tuvieron que bajar un buen trecho por donde haban subido para encontrarla. Aparecieron con meda docena de troncos y un montn de ramas justo cuando el fuego que haba encendido Susan con hierba del prado estaba casi apagndose. Tomad dijo dndoles una taza a cada uno de ellos. Este caf os reanimara. Despus de cenar Sharafidin se entrego a sus oraciones nocturnas. Cuando acabo, Susan se acerc a Rudy y los dos se fueron a donde estaba el muchacho con el propsito de hablar con el. En un momento dado Sharafidin hurg en un fardo, saco el objeto que haba despertado la curiosidad de ellos la noche anterior y se lo entrego a Susan, que lo examino con delicadeza antes de devolvrselo. Le dijo unas palabras que Rudy tradujo. Matt estaba sentado en una roca en el borde de la altiplanicie; los msculos le dolan pero era un dolor agradable. Iluminada por los rayos anaranjados de la puesta del sol, contemplaba la lnea de rboles que se vea bajo las pendientes zigzagueantes y que desapareca en los valles, a ambos lados. Se haba formado una niebla la niebla del atardecer que pareca vapor. La tierra se extenda hasta el infinito. Susan fue a sentarse a su lado, cosa que alegro a Matt. La vista era tan sublime que necesitaba compaa. Se quedaron en silencio hasta que finalmente Matt se volvi hacia ella. He visto como observabas el talismn de Sharafidin. Que es? Un Coran en miniatura. Dice que lo usaron en la batalla de Omdurman, contra Kitchener. Ganaron el paraso gracias a su propietario. Esta muy gastado; me imagino que por el uso.

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Te dijo que propiedades tenia?

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No hizo falta que me lo dijera. Le protege. Le pone en contacto con Ala y los espritus de la montaa. No tendr otros por casualidad? Cuando Susan tomo de nuevo la palabra, el tono de voz era serio. Le dijo lo que Rudy le haba comentado sobre el anterior viaje de Van. Con quien vino y por que? Y por que lo mantiene en secreto? aadi Matt. No podan hacer gran cosa; si se lo preguntaban a Van sin rodeos, lo negara. Adems su misin era encontrar el campamento de Kellicut. Por todo ello decidieron observar a Van con atencin para ver si conseguan aclarar la verdad; no contar con ningn plan mejor los dejo muy insatisfechos. Mientras oscureca, contemplaban absortos el valle. Aparte de esto, hay otra cosa que me inquieta dijo Susan Cuanto mas tiempo llevo aqu, mas me inclino a creer que el hombre de Neandertal existe. Kellicut lo cree y Van tambin. Mientras atravesbamos el bosque, no poda dejar de pensar en el crneo. Era autentico. Y si fuera autentico, tal vez todas esas historias que cuentan en las aldeas con el fin de hacer mas cortas las inacabables noches de invierno sean ciertas. Tal vez respondi Matt. Y aqu estamos, con la esperanza de encontrar a uno. O a dos. O a veinte. Pero que haremos si son peligrosos? Acercarnos a ellos tranquilamente y estrecharles la mano? Quiz podamos observarlos sin ser vistos comento Matt. Si, quiz si. O quiz no. No olvides que son ellos quienes se han refugiado aqu, huyendo del mundo dijo Matt. Estoy seguro de que nos tienen mas miedo del que nosotros podamos tenerles a ellos. Habla por ti manifest Susan. Otra cosa. Se que son solo imaginaciones mas, pero cuando andbamos por el bosque no pude dejar de pensar que nos estaban mirando. Empec a decirme: y si estn ah escondidos? Y acabe por creerlo. Casi senta que tenan los ojos puestos en mi. Tu lo has notado? No. Pues yo si. No me lo crea del todo, pero me convenca a mi misma de que era verdad. Matt ech una mirada a las colinas que haba a sus pies y que ahora estaban prcticamente a oscuras. No olvides que la altitud produce efectos extraos, y ahora tal vez estamos a unos cuatro mil metros.

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Como cuales? pregunt Susan sarcsticamente. Alucinaciones? Paranoia? Lo digo muy en serio. Hiperventilacin, insomnio, ansiedad, una sensacin de pnico incontrolable, agua en los pulmones... Fantstico. Ahora me encuentro mucho mejor. No quiero decir que vayas a volverte loca. Solo que las cosas que normalmente inspiran temor aqu parecen mucho peores de lo que son. No debes preocuparte excesivamente. Lo recordare cuando este cocinando y haya alguien a punto de hacer un steak tartare con mi cerebro. Matt sonri. Su combinacin de total confianza en si misma y de absoluta vulnerabilidad era, en parte, lo que le haba atrado de ella en el pasado. He de decir que no has cambiado mucho manifest con sincero afecto. Y esto es una suerte o una desgracia? Una suerte. Susan meneo la cabeza imperceptiblemente, molesta por su audacia. Haba pasado tantos aos de su vida desahogando la ira que le inspiraba Matt, una ira pura y anticuada, que ahora ya se haba convertido en una rutina y ni siquiera estaba muy segura de seguir sintindola. Traicin: este termino resuma los engaos y las faltas que haba cometido Matt, su pecado. Al repetirse la palabra una y otra vez, durante aos, como si fuera un mantra, poda reducir la relacin a su esencia. Era innegable que la haba traicionado con su mejor amiga. Ella no tenia ni idea de lo que estaba ocurriendo, no supo nada de nada hasta el final. Cuando se enter de que Matt la engaaba con Anne sinti una gran vergenza y no fue capaz de perdonar su comportamiento. Matt la conoca muy bien y sabia lo humillada que debi de sentirse ante los dems. Mas tarde, Susan empez a considerarlo un ser despreciable, que necesitaba recurrir a mentirijillas. Fue entonces cuando dejo de quererlo y cuando el respeto que senta por el se desvaneci. A decir verdad, ella tambin haba tenido un lo, que mantena en secreto. Pero Susan consideraba que haba una diferencia, porque, aunque no conscientemente, sabia que Matt la engaaba es imposible estar conviviendo con alguien, tener relaciones intimas, y no darte cuenta de una cosa as, de modo que lo nico que hacia ella era protegerse ponindose a su nivel: las transgresiones se equiparaban de ese modo. Reconoca que estaba racionalizando su propia traicin, pero eso no disminuya su convencimiento de que la suya no era un frvolo pasatiempo. Responda a una necesidad, a una realidad, porque haba quedado demostrado que ella no le llenaba. Era una autodefensa. Vmonos yadijo Susan. A la maana siguiente se levantaron temprano y emprendieron el ascenso de la montaa en silencio; les dolan las piernas y tenan los pies hinchados. No podan dar ni un paso sin sentir dolor. Avanzaban como zombis y, al atardecer, a causa de la monotona de la marcha, perdieron la nocin del tiempo. No obstante, Sharafidin segua subiendo sin ningn esfuerzo, se deslizaba de un lugar a otro como un cometa, en busca de un sitio firme en el que apoyar los pies. Sus piernas delgadas suban y

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suban, movindose sin cesar.

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A aquella altura ya no haba prcticamente hierba; se encontraron en un paisaje desolado en el que solo haba tierra, piedras, rocas y laderas cubiertas de guijarros. A meda tarde llegaron a un puerto situado entre dos cimas. La nivelacin del terreno hizo que la marcha fuera menos ardua. Desde all se vea el valle, que estaba a unos ochenta kilmetros. Repararon en una zona umbra debajo de un saliente de roca. Cuando se acercaron mas, oyeron un murmullo; la tierra temblaba. Detrs de una piedra, oculto en la sombra, haba un agujero. Abajo, a un metro, flua un ro subterrneo. Matt meti el brazo por el agujero y toco el agua helada. Lleno la cantimplora, la subi y se la paso a los dems. Podramos hacer un alto y comer aqupropuso Susan. Rudy le dijo algo a Sharafidin; este respondi en un tono de voz crispado y bajando la vista, cosa que a Matt le llam la atencin. Que ocurre? Le he preguntado donde estbamos y me ha dicho...exactamente lo que me ha dicho es: <<Hemos llegado al lugar al que las personas no se acercan>>. Ah si? Pues dile que van a tener que cambiar el nombre de este sitio gru Van, que se alejo para investigar el punto por el que el ro sala a la superficie, unos cien metros mas all. De repente oyeron que gritaba. Lo encontraron en una margen de arena en forma de semicrculo, donde el agua flua por la roca que se vea mas arriba. La cantimplora de Van estaba volcada, aunque pareca que la haba llenado. Estaba jadeando entrecortadamente, respirando con dificultad, arrodillado, en una postura erecta e incomoda; con una mano, que no dejaba de mover arriba y abajo como un pistn, sealaba hacia un lugar indefinido. Lo primero que pens Matt fue que le haba dado un ataque al corazn. Te encuentras bien? le grit. Miren! Van sealaba el suelo, entre sus piernas, sin dejar de agitar la mano de aquella extraa manera, mientras se acercaban todos corriendo. Susan fue la primera en llegar. Dios mo. All, en la arena que haba junto al ro, vio la huella de una pisada, profunda y anormalmente grande. Matt se agacho y la examino con atencin. Pareca humana pero era demasiado ancha en la parte inferior del empeine. Muy bien. Quien es el que esta loco ahora? chill Van mirndolos fieramente. Se lo dije, pero ustedes no quisieron creerme. Rastrearon la zona y hallaron otras huellas de pisadas, pero lo mas extrao fue descubrir pisadas de botas con rayas entrecruzadas. Haba de diferente tamao y estaban mejor formadas porque sin

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duda eran mas recientes. Las estuvieron siguiendo hasta que su rastro desapareci. Al parecer eran huellas de tres personas distintas y estaban precedidas por las huellas de un ser humanoide aunque no humano. Por el modo en que estaban dispuestas las huellas de las botas y de las pisadas era evidente que los humanos perseguan a aquel ser. Miren esto dijo Rudy, que recogi una colilla del suelo con el ndice y el pulgar, y la oli. Es tabaco ruso agrego. Van estaba quedndose muy rezagado. Respiraba con dificultad y la mochila le pesaba como si la hubiera llenado de piedras. Por la maana, cuando se haba vestido, se haba atado la funda del arma al muslo derecho; era imposible no sentir el contacto del revolver, que se le hunda en la carne. Era consciente de que empezaba a notar los efectos de la falta de oxigeno. Y en aquel momento comprendi que estaba pagando las consecuencias de todos los aos que haba estado fumando sin parar e ingiriendo diversas sustancias qumicas: DMT, STP y drogas cuyos nombres era incapaz de recordar, al igual que de nio nunca recordaba las letras de identificacin de las emisoras de radio. Los sntomas provocados por la altura no le eran desconocidos: mareo, que no siempre era desagradable, aunque se presentara acompaado de pequeos ataques de paranoia, y, sobre todo, la sensacin de pnico al intentar llenar de aire los pulmones sin conseguirlo. Si se agravaban, serian insoportables. Hizo un esfuerzo por dominarse, pero lo nico que logro fue acrecentar la ansiedad, de modo que dejo de luchar por controlar sus pensamientos. As que, despus de todo, los rusos haban estado all. Debi haberlo supuesto. Nunca se haba fiado de ellos y era el quien tuvo que negociar directamente con ellos. La glasnost era un cuento chino. Aquello era demasiado importante para que lo ignoraran. Transmitan cierta informacin, pero no toda. Y al final haban tomado la delantera y haban montado su propia expedicin. Puede que los rusos quieran que hagamos el trabajo mas ridculo, mientras ellos esperan el momento propicio para ponerse en accin y emprender el ataque final, pens. Van intua que Eagleton tambin haba tenido sus dudas, pero era capaz de dejarlas de lado, basando su argumento en lo que llamaba <<el factor anarqua>> de Mosc. Eagleton siempre haba sido un excelente jugador, sobre todo cuando jugaba con bienes que no le pertenecan, como las vidas ajenas. A meda tarde Sharafidin aligero de repente el paso; al dar la vuelta por una curva vieron que prcticamente estaba corriendo. Le gritaron pero el no redujo la marcha ni se volvi a mirarlos siquiera. Finalmente se subi a la cresta de un risco y desapareci. Se dieron prisa para alcanzarlo. Al llegar a la cresta, miraron hacia arriba: haba una larga pendiente y un campo en el que se vea que haban construido algo. Tardaron un tiempo en darse cuenta de que era el campamento de Kellicut. No esta mal situado, pens Matt. Tenia una vista esplendida en todas direcciones y desde all se poda descender fcilmente. Para huir a toda prisa en un momento dado? No era probable. Kellicut no era una persona que tuviera en cuenta la posibilidad de tener que huir. Lo mas verosmil era que aquel sitio magnifico le haba atrado; por las noches podra contemplar la montaa que haba escalado y las colinas que haba al pie de las montaas. Con aquella vista, la sensacin de omnipotencia, caracterstica de el, se vera reafirmada. Llegaron a la margen del campamento. En medio del caos, algo se movi, aunque no percibieron que haba sido. Van lo vio por el rabillo del ojo, sin darse cuenta de nada. Se agacho, con la mano derecha agarrando el arma; con un movimiento rpido, dibujando un arco, la desenfundo y la levant lentamente sin dejar de apuntar. Al concentrarse y enfocar, sus

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sentidos se relajaron. Experimento un gran alivio. No era mas que un inmenso halcn pardo que se haba posado en un palo, agitando sus alas torcidas. Se puso de pie. Mierdadijo. Eso no me lo esperaba yo. El ave es una seal de mal augurio, pens Susan. De pronto supo, con una certeza que no era capaz de explicar, que no encontraran a Kellicut en el campamento. Pareca abandonado, desordenado y destrozado por la lluvia y la nieve. Aquel sitio era de una austeridad espartana comparado con el campamento que haban imaginado hallar mientras ascendan la montaa. La construccin principal era un cobertizo de aproximadamente un metro y medio de alto y unos tres metros y medio de largo, y se extenda desde la pared de una piedra grande que meda un metro y medio de alto. Estaba situado paralelo a una pared rocosa de unos cincuenta centmetros de alto que serva para cortar el viento. A unos quince metros haba una plataforma clavada a uno de los escasos rboles que podan vivir a aquella altura. Era como una despensa. Al otro lado estaban los restos de lo que haba sido la hoguera; en otro rincn haba un pozo improvisado con una cuerda deshilachada atada a una taza metlica que estaba en el suelo. Un poco alejado, en un sendero lateral, haba lo que pareca una letrina: un agujero cubierto con dos troncos. No es gran cosa comento Van. Matt estaba pensando lo mismo. Parece que hace tiempo que no ha estado aqu. Susan se acerc al cobertizo y se agacho para entrar. Matt, ven! grit. Matt se fue para all corriendo, se encogi y entro. Casi no haba espacio para los dos. Todo estaba patas arriba. Haba una colchoneta verde rajada de arriba abajo. En el suelo haba cazos y sartenes; uno de ellos estaba totalmente abollado. Vio una taza de caf y una candelero de queroseno rotos, y en un estante de madera provisional, estropeadas, tiesas y sucias por el barro, las botas de Kellicut, que estaban intactas. Aturdida, Susan se puso en cuclillas para coger unos papeles y los ojeo. Estaban todos en blanco. Alzo los ojos y miro a Matt. Que piensas? Que puede haber causado estos destrozos? Es difcil decirlo. Pero Lo hizo alguien a propsito? Con alguna... criatura? Puede que haya ocurrido por causas naturales, una tormenta o algo por el estilo. Es improbable, una tormenta no habra hecho una cosa as. Sealo unos trozos astillados de una taza de plstico azul. Tal vez un animal. En el tono de su voz se reflejaba la duda. Pero no esta totalmente destrozado. El viento o una lluvia torrencial podran haber causado parte de los estragos.

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Al fin y al cabo, debe de llevar meses abandonado.

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No. Mira la colchoneta. Esta rajada. La cogi. Esto no parece obra de ningn animal; esto lo hicieron deliberadamente. Mira aqu... Paso la mano por un agujero. Da la impresin de que lo mordieron. Si alguna enorme criatura atac la cabaa, por que no la destrozo? Susan toco un tronco que haba en el tech e intento moverlo. No se mueve. Yo dira que esta tan fuerte como el primer da. Y sin embargo lo podan haber destruido en un momento... si se lo hubieran propuesto de verdad. Matt le dirigi una mirada inquisitiva. Sabia que ella se estaba agarrando a un clavo ardiendo. Vamos a inspeccionar el exterior. Salieron fuera y se pusieron de pie. Que agradable resultaba estar al aire libre. El cobertizo era claustrofbico y ola muy mal. Empezaron por examinar el suelo. Aunque no lo dijeron, los dos se pusieron a buscar huellas de pisadas. Pero no haba ninguna; la tierra era demasiado dura. Van, que haba estado echando un vistazo por los limites del campamento, se acerc a ellos. No lo comprendo dijo mientras se arrodillaba para escudriar el interior del cobertizo. Puso un dedo entre dos troncos que haba en el tech. Esto debi de estar recubierto con alquitranado o algo por el estilo que lo aislara de la lluvia. Pero no hay rastro de nada en ninguna parte. Las pesquisas haban reanimado a Van. Ladeo la cabeza y los miro a los dos. Djenme que les haga una pregunta, puesto que conocan a Kellicut mejor que yo. Que? Diran ustedes que era temerario? Ya me entienden. Diran que era un poco arrogante? Que quieres decir con eso? pregunt Susan. Me refiero a si ustedes creen que pensaba que nunca poda ocurrirle nada malo. Ya conocen a este tipo de personas... gente que nunca hace testamento. Personalmente opino que el no era as. Venga, vamos, Susandijo Matt. Ha dado en el clavo. Adonde quiere ir a parar? pregunt Susan, molesta por los aires de polica de Scotland Yard de Van. Muy sencillo: lo que quiere saber es por que no nos dejo ningn mensaje. A lo mejor si nos lo dejo y nosotros no hemos sabido encontrarlo. No puedo creer que se marchara por las buenas, sin dejar una nota. Quiz no sabia que iba a irse aventuro Van. Susan capt enseguida que haba querido decir pero se hizo la tonta.

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A que te refieres? Quin sabe si lo atacaron y lo mataron. O si se lo llevaron a rastras. O si le tendieron una emboscada. Van sealo con un vago ademn las montaas rocosas que se alzaban por encima de ellos. No hay seales de que haya habido violencia comento Susan. Y sigo diciendo que seguro que dejo provisiones para las personas que iban a subir hasta aqu a buscarlo. No hay que olvidar que nos pidi que viniramos. Quiz dejo una nota, o quiz no dijo Van. Puede que la hayan destruido. O que se la llevara. O que se la llevara el viento intervino Matt. Puede haber ocurrido cualquier cosa. Tal vez la escondi sugiri Susan. Seria mas propio de el. Van gru. Ahora que lo pienso dijo Matt, has dicho que nosotros lo conocamos mejor que tu. No tenia ni idea de que tu lo conocieras. No, solo un poco. Nuestros caminos se cruzaron cuando trabajo para nosotros. Eso es todo. Matt sabia que Van volva a ocultarle la verdad y mentalmente tomo nota de que deba seguir interrogndolo en el momento oportuno. Dividieron el terreno en cuatro sectores, como si se tratara de un pastel, y continuaron buscando huellas de pisadas y pistas metdicamente; empezaron por el centro hasta llegar a la periferia, pero el suelo pedregoso no les permiti hallar nada. Matt se reuni con los dems en el lugar en el que haba estado situada la hoguera del campamento, que ahora no era mas que un circulo de cenizas desparramadas y pastosas. Van se arrodillo, cogi un trocito de carbn y lo rompi con el pulgar y el ndice. Hace seis meses hacia todava mas fri que ahora, de modo que debi de conservar el fuego encendido a toda costa. Recogi un palo medio quemado. Al parecer fue el quien lo apag, as que, a menos que lloviera en aquel momento, lo cual es posible aunque improbable, fue el quien lo apago deliberadamente. Eso significa que seguramente fue lo ultimo que hizo aqu agrego Susan. Es como si hubiera decidido poner un poco de orden antes de irse. Por tanto, no parece que lo atacaran ni que tuviera que huir a la desbandada. Podemos concluir, pues, que todos estos desperfectos que hemos visto fueron producidos despus de que el se marcho. Matt hurg en las cenizas, que estaban apelmazadas, formando grumos hmedos. Yo dira que lleva mucho apagado. Todo depende del tiempo que haya hecho, pero no creo que el fuego estuviera encendido durante los ltimos dos o tres meses, o quizs mas. Si observ Van. No sabemos que le ocurri, pero si que se marcho y que no regreso aqu. Probablemente se fue despus de darle el paquete a Sharafidin.

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Y que hacemos ahora? pregunt Rudy. Lo buscaremos respondi Susan. Me apuesto lo que quieran a que si lo encontramos a el, los encontraremos a ellos dijo Van con una conviccin tan impresionante que sorprendi a los dems. A aquella altitud el sol se pona mas tarde que en el valle, pero la luz del crepsculo no calentaba. En cuanto las nubes bajas taparon el sol, empez a soplar un aire fro y las vertientes mas altas quedaron envueltas por bancos de niebla, que se precipitaron sobre ellas como un alud fantasmagrico hasta cubrirlas por completo; la visibilidad era nula: mas all del campamento era imposible ver nada. Colocaron las provisiones de vveres en la plataforma que serva de despensa, encendieron un fuego y se envolvieron con los sacos de dormir mientras esperaban que la comida estuviera lista. Rudy les sirvi caf a todos. Van estaba un poco mejor, aunque se cansaba con facilidad y de vez en cuando le sangraba la nariz. Contemplaba absorto, con aire meditabundo, las chispas que saltaban en la niebla. El modo como una persona instala un campamento dice mucho de ella observ. Todava mas que la casa. La casa existe antes de que alguien la habite, pero un campamento es algo que construye uno mismo, recurriendo a sus propios medios, en un lugar aislado. Lleva su firma. Podras poner un ejemplo? pregunt Matt. Por ejemplo, miren la letrina. Dos troncos colocados encima de un agujero, nada mas. Es muy rudimentaria, no les parece? Y la despensa es muy tosca. Yo dira que el profesor no es de esas personas que invierten tiempo en rodearse de comodidad. No vas desencaminado, a mi juicio dijo Matt. Y el cobertizo no es nada del otro mundo. Por que no se molesto en construir algo mas slido? Aqu arriba hace un fro que pela, as que o bien no pensaba pasar mucho tiempo en este sitio o bien le importaba un rbano. Eso no admite discusin; yo dira que no le importaba nadacomento Matt. Y luego fjense en donde esta situado. Si quera esconderse poda haber elegido una cueva; aqu arriba hay decenas de ellas. Sin embargo escogi el lugar mas visible de toda la zona. No es una eleccin muy inteligente. Susan monto en clera. A lo mejor lo que quera era precisamente que lo vieran. Puede agrego Matt. Quiz quera anunciar su presencia. Atraerlos hacia el. O tal vez se imagino que, hiciera lo que hiciera, ellos sabran donde estabadijo Susan. Van volvi la cabeza y le dirigi una mirada inquisitiva y extraa, como si intentara comprender algo.

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La persona que construyo este campamento no tenia ningn miedo, esto es innegable... y conociendo a Kellicut, yo dira que encaja perfectamente con su manera de ser aadi Susan. Pero no vio ninguna huella de pisada? Pregunt Matt. Nosotros las hemos visto y no las buscbamos. Es lgico pensar que esto le hiciera vacilar. Probablemente fuera al contrario manifest Susan. As que tu crees que el no sinti ningn miedo. Si. Entonces, Por que le preocupo la idea de que ellos pudieran tenerle miedo a el? Con que finalidad se mostr tan accesible? Por que no intento espiarlos furtivamente? No lo serespondi Susan. Para empezar lo mas probable es que no creyese en esa teora de que los hombres de Neandertal se esconden del Homo sapiens y todo eso. En ninguna de sus publicaciones insiste en ello. Mas bien tenia una visin romntica de ellos: los consideraba seres posiblemente superiores. Quizs haya algo que no sabemos prosigui Matt. Quizs hallo algo que le hizo comprender que al fin y al cabo no son seres que inspiren temor. De repente todos se callaron. Rudy estaba adormilado. Van permaneci unos minutos pensativo, luego meneo la cabeza mientras miraba a su alrededor. Otra cosa. Miren como esta dispuesto. Carece de toda lgica. Aqu esta el fuego, all el pozo. Por que los construyo a tanta distancia uno del otro? Seria mucho mas natural que estuvieran cerca. Y que hace la despensa all? Piensen un poco. Cada vez que cocinaba tenia que desplazarse desde aqu hasta all, y luego all... Que insensato... Un momento lo interrumpi Susan, que se puso en pie de un salto, muy excitada. Tienes razn. Mirad. Es un triangulo. Un triangulo perfecto, Matt. Sorprendido tambin ante aquel descubrimiento, Matt se levant precipitadamente. Podra ser? Rpido, traed una cuerda! Rudy abri los ojos. Matt revolvi en su mochila y saco una cuerda enrollada. La sostuvo por un extremo y le dio el otro a Susan, que se dispuso a medir la distancia entre el fuego y el pozo. Les importara darme a conocer su secretito y dejarme participar en el? pregunt Van. Intento decirlo con indiferencia, pero su voz trasluca irritacin. Se trata solo de una posibilidad manifest Susan. No se si vamos bien encaminados. Midi la cuerda y se la ato a la mano; a continuacin midi la distancia que haba del pozo a la despensa. Es un mtodo que empleamos los paleontlogos... al menos Kellicut lo hacia. En las excavaciones era casi un ritual. Antes que nada inspeccionbamos toda la zona para encontrar los sitios mas apropiados para

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excavar. Nos basbamos en el estadio de la accin de las glaciaciones, los asentamientos, la erosin, este tipo de cosas. Y cuando pensbamos que podamos empezar a excavar, trazbamos un triangulo equiltero con piedras. Entonces cavbamos el centro. Ahora Susan estaba midiendo el tercer lado y Matt retomo la explicacin. Kellicut, que es muy astuto, sabia que tenia que hallar un escondrijo seguro. Pero donde? Las rocas no lo son; se pueden desplazar o alguien puede cambiarlas de sitio. As pues, utilizo el campamento? pregunt Van. Eureka! Exclam Susan sosteniendo la cuerda. Un triangulo equiltero perfecto. Doblo uno de los lados por la mitad y seal el punto exacto con una piedra. Levant la cuerda perpendicularmente y camino junto a ella hasta llegar al centro, que marco con el tacn. Matt saco su pala plegable y empez a cavar. El suelo era duro y solo sacaba trozos de roca mezclados con tierra pedregosa. Rudy le ayudaba picando el agujero con una destral. No me puedo creer que hiciera esto dijo Matt. Incluso teniendo en cuenta que lo hizo el, se trata de un medio tortuoso. Pronto la pala dio con algo. Matt cavo alrededor de lo que fuese que estaba enterrado e hizo palanca con la pala para extraerlo. Y lo que extrajo fue una caja de metal. Quito la tierra que haba encima de la tapa, que no le fue fcil abrir. Adentro haba un grueso diario rojo, sucio de polvo y con las puntas dobladas. A Eagleton no le caa nada bien el hombre uniformado que estaba sentado enfrente de el, pero era consciente de que era el mejor en lo suyo y que lo necesitaba. Por eso haba convenido en informar de todo al coronel Kane... de lo esencial, para ser exactos. Eagleton jams se lo contaba todo a nadie. Con el propsito de hacer un alarde de buena voluntad, Eagleton le entrego el cable de cuatro lneas que haba enviado Van. Era un mensaje perfectamente intil. Su interlocutor se acerc a la luz, lo ley y gru unas palabras. Por donde iba? pregunt Eagleton. Kellicut. Ah si, Kellicut. Bueno, como le he dicho, llevamos aos financiando sus proyectos. Nuestra ayuda se reduca siempre al mnimo, nada sustancioso. Nunca nos imaginamos que tendra xito; sus proyectos eran para nosotros de escasa Importancia. De escasa importancia? Me sorprende, sobre todo ahora. Eagleton se recost en su asiento y dio una chupada al cigarrillo con su amaneramiento caracterstico. Bien, en el instituto nunca hemos concedido a la criptozoologia un lugar preeminente explico. Desde el principio hemos contado con dos personas que se han dedicado a esta especialidad, pero mas como hobby que como otra cosa. Nada serio, nada que captara la atencin de quienes detentan el poder... al menos hasta ahora. Siga.

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Mas que nada archivamos cierta informacin: gente que aseguraba haber visto extraas criaturas, recortes de la prensa, y cosas por el estilo. Hizo un ademn sealando un montn de carpetas que haba encima del antepecho de la ventana. En realidad reunamos todo este material porque sabamos que los rusos tambin lo hacan; no estbamos dispuestos a que nos llevaran la delantera en nada. En aquel entonces el juego era estancado. Y ellos andaban metidos en algo grande, Dios sabe por que. En aquel momento era difcil ver las ventajas militares que poda ofrecer aquello. Puede que fuera un trabajo parecido al de nuestros servicios de espionaje cuando investigaban las marsopas; eran tiempos Idiotas, de esos en que a alguien Ie da por desarrollar investigaciones novedosas y la burocracia no quiere mantenerse al margen. Eagleton le habl de las anteriores expediciones rusas; primero de la de un explorador llamado Badzare Baradiyan, en 1906, y luego de la de un profesor mongol conocido solo por el nombre de Zhamtsarano. Fueron arrestados y exiliados por todo el laborioso trabajo que llevaron a cabo y sus voluminosos archivos desaparecieron en las cmaras mas recnditas del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de Leningrado. Una expedicin por el Pamir encabezada por Boris Torshnev acabo en un rotundo fracaso y fue objeto de burlas y de desprestigio mundial gracias a unas maliciosas historias que aparecieron en la prensa britnica, debidas a la astucia del M16. No se trata de nada personal. Es solo la guerra fra, dijo entre risas. Tras la cada del muro de Berln enviaron a Van con el objeto de que contactara con Rinchen, el experto que haba sido localizado en Mongolia. Rinchen puso a disposicin de Van los archivos de la Academia de Ciencias, clasificados con un nombre mongol cuya traduccin aproximada seria <<el invisible que existe>>. Una mina de oro. Setecientas ochenta y una noticias distintas. Muchas mas de las que poseamos nosotros. Tenamos todo lo que queramos. Guardamos los datos en el ordenador, lo provemos de remisiones y llegamos a hacernos con una informacin de primer orden. Una mezcla perfecta de datos y de anlisis; paciente trabajo marxista, por un lado, y tcnica capitalista, por otro, si quiere. Nos fijamos un objetivo, bueno, en realidad fue idea ma, que consista en descartar la gran operacin, la bsqueda exhaustiva, los infrarrojos y toda la mandanga. De que sirve un ejercito en un terreno de aquellas caractersticas, en aquellas condiciones, para capturar a unas criaturas que te ven antes de que tu las veas? Era mejor imponer una presencia continua a pequea escala, que no les llamara demasiado la atencin. Es preferible enviar a alguien que sepa exactamente lo que esta buscando y dejar que se pase all meses enteros, aos, si fuera necesario. Alguien que trabe relaciones con los lugareos, que escuche sus historias. As fue como elegimos a Kellicut. Era lo mas lgico que podamos hacer. El, por descontado, mostr mucho inters. Es muy eglatra. Nos basto con ponrselo delante de las narices. Le hablaron de la operacin Aquiles? Eagleton titubeo una fraccin de segundo. No sabia que Kane estuviera enterado de la operacin Aquiles, el secreto mas bien guardado, la intervencin divina a partir de la cual haba empezado todo aquel asunto. Dios! Si el estaba enterado, los dems tambin lo estaban. No, no. No le dijimos nada. Creamos que no haba necesidad alguna de complicar la investigacin. Comprendo. Ni siquiera estbamos seguros de que fuera a tener xito. Y por supuesto no podamos

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imaginarnos que lograra sus objetivos tan rpido. No le ofrecimos mucha ayuda ni tampoco provisiones. Aunque, de todas maneras, a el le atraen las dificultades. No le importa sufrir privaciones, todo lo contrario. Al principio recibimos un par de mensajes sin importancia. Despus sigui un silencio que duro meses, como si se lo hubiera tragado la tierra. Estbamos muy preocupados, pero entonces nos mando el paquete. A la doctora Arnot y al doctor Mattison. Si. Bueno, esto es un tecnicismo. Somos nosotros quienes financiamos la operacin. La operacin o la expedicin? La expedicin. Entendido. Kane se puso en pie. Gracias por su informacin dijo. Ni que decir tiene, no voy a hablar de ello con nadie. Si debemos ir all y rescatarlos, tendr que formar un equipo y empezar a entrenarlo. En cuanto estemos preparados, podemos ponernos en marcha en cuatro horas. Hay algo mas que conviene que yo sepa? No, nada mas. Kane hizo un saludo brusco antes de irse. Aquel gesto le causo muy mala impresin a Eagleton por lo que tenia de falso. Pero al menos se le ha olvidado hacerme la pregunta clave: si los rusos han montado una expedicin en el Pamir. Me ha evitado la necesidad de mentir, pens Eagleton soltando una risita nerviosa. 1 de Febrero. Esta nublado y hace fro. Me he pasado el da entero montando el campamento. Estoy agotado. Es rematadamente complicado construir un cobertizo con el escaso material del que dispongo. He talado cuatro rboles y los he arrastrado unos doce o quince metros. Sharafidin no me ayuda mucho. El pobre lo desea con toda su alma pero no tiene ni idea de como colaborar. Tengo que decrselo todo. Por otro lado, me parece que el cree que estoy loco. Y puede que tenga razn. Bueno, ahora que he empezado una nueva vida domestica, inicio este diario, cumpliendo as una promesa que me hice a mi mismo semanas atrs: que el da que montara el campamento no antescogera un papel y una pluma. Ya tengo decidido donde guardare este diario. Susan y Matt, si estis leyendo estas lneas, me felicito a mi mismo y os animo a que brindis por nuestra inteligencia. Si no lo encontris, nadie lo encontrara nunca y estas palabras no vern jams la luz. Tal vez sea mejor as... Ahora estoy demasiado cansado para seguir escribiendo. Maana reanudare el relato. Matt lea el diario en voz alta. Se oa el susurrar del viento. Estaban sentados alrededor del fuego. Anocheca; las sombras de las llamas se reflejaban en la niebla, danzarinas cual espectros. El haba propuesto saltarse algunos de los primeros prrafos y leer el final por si contena indicios sobre la desaparicin de Kellicut, pero los dems se opusieron, especialmente Susan, que quera vivir las experiencias narradas en el mismo orden en que su autor las haba vivido. El estilo de las anotaciones iniciales era minucioso y literario a un tiempo. Kellicut describa los primeros das; el ascenso, los preparativos, los pertrechos, que eran sorprendentemente escasos.

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Hablaba con detalle de la flora y la fauna; incluso daba el nombre latino de algunas flores. Escriba sobre los halcones, que <<hinchaban el pech y daban vueltas en el aire, trazando crculos sobre mi cabeza como si les hubieran dicho que eran buitres>>. Haba algunas digresiones y unas cuantas citas oscuras. Con el paso del tiempo el estilo se hacia mas vivido y directo, como si la fatiga, la soledad y la aventura le hubieran cortado las alas a sus pretensiones. Kellicut se haba hecho con un mapa, trazado sin mucha exactitud, de las laderas superiores. Cada da segua un camino predeterminado que lo llevaba a explorar sectores distintos, con el propsito de que repararan en su presencia; hacia ruido, dejaba objetos abandonados y se comportaba como <<un ser humano normal, un ser aborrecible y expoliador>>, segn sus palabras. Hansel y Gretel dando marcha atrs, reflexiono Matt, haciendo que los ogros siguieran los rastros de las migajas. La estrategia se basaba en diversas premisas bsicas. Una era que aquellas criaturas, fueran lo que fueran, simplemente no iban a bajar una noche hasta donde el estaba para aplastarle el crneo. La otra era que, por asustadas que estuvieran, no lo estaban hasta el punto de sentirse impelidas a refugiarse en un sitio aun mas inaccesible. Que ocurrira si una de estas premisas no se cumpla? Matt llego a una anotacin decisiva, correspondiente al 27 de febrero. Para entonces Kellicut escriba de forma concisa y abreviada, detalle que pareca corresponder a un cambio significativo; sus fuerzas disminuan y perda la visin global de sus objetivos. Matt lo ley en voz alta. 27 de febrero. Anoche tuve visitas. Estoy seguro de que eran ellos. Lo se. En cuanto me despert, vi que algo haba cambiado en el campamento. Resultaba difcil decir que, pero lo perciba, bsicamente a travs de un sexto sentido. Haba adems un olor extrao, nada fcil de describir; fuerte como el pellejo mojado de los animales o una mofeta atropellada en una carretera. La despensa era el nico sitio que estaba desordenado, pero lo haban hecho de un modo nada habitual. Se llevaron algunos restos de comida, liebre ahumada y otras carnes. Cogieron lo que estaba en el centro, exactamente igual que lo hara alguien que va a comprar a un supermercado. Lo que haba alrededor, mermelada, azcar, condimentos, etc., ni lo tocaron. Es impensable que un animal pudiera coger lo del centro sin volcar lo que haba al lado. No vi huellas de pisadas en ningn lado, aunque estuve rastreando la zona durante horas. La buena noticia es que no pueden estar muy lejos. Si han podido dar conmigo, yo tambin puedo encontrarlos a ellos. La curiosidad es un poderoso estimulo. Quien sabe? Tal vez mis visitantes no estn mandndose los dientes y me estn espiando en este mismo instante. Mas tarde, el mismo da: he llegado al campamento cuando ya haba anochecido. Estoy rendido. No he tenido suerte. No he visto nada fuera de lo habitual. No quiero asustar a Sharafidin. 28 de febrero. He estado todo el da buscando en vano, desde el amanecer hasta el anochecer. Shara se alegro de verme. Estoy seguro de que me daba por muerto. Estoy demasiado cansado para seguir escribiendo. I de marzo. Nada. 2 de marzo. Siete u ocho kilmetros mas arriba (cuadrante 4, sector E) he visto unos senderos. Al principio pens que simplemente estaba siguiendo las curvas naturales que se forman a lo largo de los riscos. Despus advert que haba matorrales desgastados, que el suelo estaba reblandecido y las rocas cortadas. Poda ser obra de carneros,

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de cabras o incluso de osos. Pero albergo la esperanza de que los senderos sean obra de ellos. Ahora empleo una nueva tctica: me coloco en un lugar del sendero y espero. Las fuerzas empiezan a flaquear; me temo que no me alimento como debera. 4 de marzo. Nada que referir. Me he pasado todo el da sentado junto a lo que esperaba que fuese un camino principal, pero no vi nada a excepcin de un extrao animal que guardaba cierto parecido con los roedores. No pude cazarlo. Sigo sin encontrarme bien.>> 5 de marzo. No puedo seguir as. Es preciso que haga excursiones mas lejos, pero dudo que tenga fuerzas para trasladar el campamento o construir otro. Me alejare unos tres o cuatro das y me llevar comida. He intentado explicrselo a Shara pero no estoy seguro de que lo haya comprendido. No he visto nada digno de ser reseado. 8 de marzo. (Ya no se que da es, estoy perdiendo la nocin del tiempo.) He pasado noches enteras en lugares marcados en el mapa (cuadrante 4, sector 2F). Recorr largos trechos pero apenas vi nada. Sigo mareado. Me temo que padezco deshidratacin. O tal vez falta de oxigeno. No estoy seguro de que este dando los pasos que hay que dar. I4 de marzo. He regresado tras una larga exploracin. No he visto nada digno de ser anotado. Mucho me temo que necesito tiempo para recuperarme. I5 de marzo. Me qued en el campamento. Tena fiebre. I9 de marzo (aproximadamente). Me encuentro un poco mejor. Pude sentarme y beber caldo. Sharafidin ha estado magnifico. Le debo la vida. Espero recobrar las fuerzas.> No haba anotaciones correspondientes a los das siguientes. De vez en cuando haba garabateado notas en las que deca que haba visto cosas extraas y hablaba de sus ataques de pnico. A continuacin venan largos prrafos en los que divagaba, sbitos saltos ilgicos, y hasta incoherencias. A menudo la letra era casi indescifrable. A veces Matt tenia la sensacin de que estaba leyendo los escritos de un demente. Mas adelante Kellicut, al parecer, haba descubierto algo esencial: una especie de puente, aunque no quedaba claro si se trataba de un puente natural o de una construccin hecha por un ser inteligente. Se refera a el con las palabras <<el eslabn>>. No deca donde estaba emplazado, ni siquiera guindose por el mapa desaparecido. Daba la impresin de que haba perdido el equilibrio interno hasta el punto que haba olvidado que escriba para otros. Ahora hacia anotaciones tan solo para el y su diario era la crnica de un declive mental y de un ego todava fuerte que manchaba las paginas cual sangre derramada. Hablaba otra vez de fiebre. Tenia delirios y se imaginaba el mejor explorador de la historia, era un Balboa observando el ocano Pacifico, un Galileo mirando por el telescopio. El era mas grande que todos ellos. Ya no constaba fecha alguna, haba perdido la nocin del tiempo por completo y Kellicut hablaba de el en tercera persona. Su conciencia flua de manera incontenida y crptica. Matt lea en voz alta un revoltijo confuso de palabras y de vez en cuando algunas descripciones

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provocadoras. Pero que significado caba darles? Paso unas paginas y ley las ultimas. Le llamo la atencin un prrafo que haba en el centro de una pagina. ... un murmullo en la grieta, la oscuridad y el viento... donde esta Cerebus? Entra por el largo tnel con los codos araados y le brota sangre: una seal que permitiera emprender el camino de regreso, si es que va a haber un camino de regreso... Ia oscuridad y mas oscuridad y repentinamente una luz cegadora... Conozco su secreto y su poder: suficiente para derrotar a la muerte, la verdadera vida del mas all, eterna... Saben que yo se, saben que los observ. Y ellos me observan sin mirarme... extraordinario... el valle de la vida, un mundo entero, un universo, criaturas desnudas y peludas de Dios. Fardos envueltos en lo alto de los rboles, capullos de mariposas nocturnas gigantes y los huesos esparcidos abajo... oh, que cementerio, y los ojos, los ojos estn fijos en ti. Segua una pagina en blanco y a continuacin la ultima anotacin. El tono era tranquilo, racional. Campamento base. 7 de abril. Vuelvo con ellos. Voy a darme a conocer, a presentarme. Este era el texto completo. Las paginas siguientes estaban en blanco. Matt cerr el diario despacio. Lo que haba ledo le confirmaba sus temores y su cuerpo se inundo de adrenalina. Era excitacin o era miedo? No lo sabia, sus sentimientos eran confusos. As que despus de todo existan! Eso, o bien Kellicut se haba vuelto loco de remate. Matt pens en el mundo exterior: que penetrante, que poderoso era. Y cuantas personas haba. Estaban por todas partes. La realidad era eso. Todo, las ciudades, los aeropuertos, la televisin, los coches, los ordenadores. Como poda seguir existiendo aquel anacronismo, aquella agua estancada? El escepticismo, cual un torrente, iba rompiendo diques en su interior. Pero al contemplar el fuego y los rostros de sus compaeros alrededor de la lumbre, al percibir el paisaje yermo y desierto del Pamir, y al sentir el diario en sus maos, le invadi una certeza que contuvo su incredulidad desbordada. Inexplicablemente, sin saber de donde proceda, sufri una punzada de paranoia: y si todo aquello fuera un engao que alguien haba montado cuidando todos los detalles? Se quedaron todos callados. Susan se llevo la mano a la frente. El pech se le hinchaba, como si respirara con dificultad. Aquella exhibicin de emociones resultaba casi teatral. Matt volvi a abrir el cuaderno. No haba ningn mapa en ninguna parte. Se qued mirando fijamente la ultima pagina en blanco, como si contuviera encerrado algn secreto; despus paso la pagina y miro la fecha de la ultima anotacin. Haba sido escrita hacia dos meses. En todo aquel tiempo no haba vuelto. Que probabilidades hay de que este todava vivo? Y si lo han descuartizado? Y si esta muerto en el fondo de un barranco? Y si se ha desplomado junto a unas rocas a causa del fro y del hambre? Las posibilidades de que haya sobrevivido son remotas, pens Matt. Esta claro que algo ocurri, que vio algo dijo al fin. O que algo lo vio a el agrego Susan. No he entendido lo de los ojos. Y que era eso del cementerio? pregunt Rudy. Es evidente que esta a punto de volverse loco observ Matt. Ha estado das sin comer, completamente solo. Tiene fiebre. Quiz le afecta a la cabeza. Tal vez padece alucinaciones. Le sorprendi orse a si mismo hablando en presente. No pareca muy apropiado.

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No sufra alucinaciones dijo Van, que al fin se decidi a hablar. Sabia lo que estaba diciendo. Que extrao, parece que todos escojamos las palabras con extrema delicadeza, pens Susan, como si andramos de puntillas sobre cscaras de huevos. Como lo sabes? le pregunt Susan desafindole. Es obvio respondi Van en un tono de condescendencia tan exagerado y espontneo que resulto casi inofensivo. No sabemos como, pero llego hasta ellos. Los busco y los encontr. Todo esta ah; habla de una especie de pasillo, incluso de un cementerio. De donde creen ustedes que procede el crneo que les envi? Y los ojos... que significa todo eso? insisti Susan. Van se encogi de hombros. El problema es que no hay ningn mapadijo Matt. Menciona uno, hasta da coordenadas, pero ha desaparecido. Sin el, como podremos seguirle el rastro? No tenemos ni idea de adonde fue, lo nico que sabemos es que subi. Aunque contramos con el mapacomento Susan, hay que tener en cuenta que no dice donde esta localizado el...pasaje, grieta o lo que sea. Por que no lo describe? Meneo la cabeza. Es exasperante concluyo Matt. Por que insiste en ser tan endiabladamente enigmtico? Es tpico de el; siempre tuvo una vena perversa. Susan se qued un rato sin decir nada. Cuando por fin habl, lo hizo pausadamente, como si pensara en voz alta. As pues, al parecer si los ha visto, o al menos los estuvo observando antes de hallar el crneo. En este caso, dispona de pruebas mucho mas concretas. Sabia que existan, no eran meras especulaciones. A que viene, entonces, tanto misterio? Por que envi el crneo sin ninguna carta? Por que no nos comunic su gran descubrimiento? El no hacerlo entraaba un enorme riesgo. Y si no se hubiese puesto en contacto con nosotros? Y si nosotros no hubisemos venido? No poda arriesgarlo todo de ese modo, es algo demasiado importante. Para el y para la ciencia. Nadie, y sobre todo nadie tan eglatra como el, mantendra de buena gana una cosa as en secreto. Uno a uno le dirigieron una mirada a Van, que contemplaba abstrado el fuego. Luego se movi y se enjugo la cara con la manga. Habl impasible, sin sentir ningn remordimiento. Haba una nota muy breve. Se qued de nuevo en silencio. Sigue dijo Matt, bullendo de rabia pero contenindose. En realidad no deca gran cosa. Sigue repiti Matt con firmeza.

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Llego con el paquete. Al parecer era una pagina del diario, porque era la misma clase de papel. Matt abri el cuaderno. Al final haba una pagina arrancada. Que mas? Iba dirigida a ustedes dos. Contena una descripcin muy corta, o al menos eso pareca. Era tan delirante como lo que hemos odo. Caba deducir que los haba encontrado y que iba a volver para observarlos de nuevo. sigue. No sabamos con certeza como interpretar lo que deca. No hablaba de <<presentarse>>, sea cual sea el significado de esta palabra. Supongo que no hablara as en una carta. Suena un poco melodramtico. Sigue. No hay mucho mas que decir. Por supuesto mandamos que la analizaran de arriba abajo: la tinta, el papel, todo. Quisimos tambin la opinin de los siquiatras. Y a que conclusin llegaron? No hubo sorpresas. Era autentica. No hubo sorpresas! Le espeto Matt. Informaba de la existencia de otro homnido en el planeta y dices que no hubo sorpresas? Mire, doctor, yo nunca he sido tan escptico como usted respondi Van en un tono despectivo de nio pequeo. Matt sinti deseos de estrangularlo. Deca algo mas? Algo que no este en el diario? lo presion Susan. Que yo recuerde, no. Haba un mapa? Por Dios, claro que no. Si tuviera un mapa, no los necesitara a ustedes para nada. Notas de trabajo? No. Nada? No contena mas informacin. Sigue siendo imposible decir que vio. Ni siquiera podemos asegurar que viera algo, puede que solo padeciera alucinaciones provocadas por la fiebre... Io que si podemos asegurar, por supuesto, es que tropez con un cementerio, o algo por el estilo. Al final deca que debamos darnos prisa. <<Por el amor de Dios, venid lo mas rpido que podis.>> Creo que estas eran las palabras exactas. Matt y Susan intercambiaron una mirada en el fulgor de la lumbre. Eso concordaba con lo que

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haba dicho Sharafidin sobre la nota que haba mandado.

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Muy bien dijo Matt en un tono de voz amenazador. Ahora vas a decirnos exactamente por que lo habis mantenido en secreto. Van suspiro. Para ser sinceros, no pensamos que ustedes lo creyeran. Ah no? Pero vosotros si lo cresteis dijo Susan. Bueno, si, pero es que yo hace aos que lo creo. Van solt una risita, que son mas bien como un bufido de indignacin. Otra cosa. No estoy seguro de que a el le hubiera gustado que yo viniera. Nunca confi en nosotros, comprenden? No fastidies! Eso si que no lo comprendo exclamo Matt. Van no le hizo caso. Nunca supo muy bien cuales eran nuestros objetivos. Has dicho que nos escribi a nosotros observ Susan. Hacia algn comentario concreto sobre vosotros? Si. Y que es lo que deca? Deca: No os fiis de ellos. Venid solos si podis. Es un comentario muy concreto manifest Matt. Se quedaron en silencio. Matt segua airado, pero Van haba recobrado la compostura y hasta sonrea de forma extraa, como un nio al que hubiesen pillado in fraganti. Susan se inclino hacia Van. Dime, cuales son vuestros objetivos exactamente? Quienes sois? Somos exactamente lo mismo que ustedes respondi Van. Somos exploradores cientficos, mas o menos. La niebla era cada vez mas espesa y se estaba haciendo tarde, pero estaban demasiado excitados para dormir. Necesitamos a Sharafidindijo Matt de pronto. Miraron a su alrededor, pero no vieron al chico. Se alejaron del campamento y al poco lo hallaron solo, envuelto en su manta de lana. Puede que la discusin lo haya puesto nervioso, pens Susan. Pregntale si vio algn mapa cuando estuvo con Kellicutle pidi Matt a Rudy.

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Rudy tradujo la pregunta. El chico se acurruc, temblando un poco, y habl despacio. Rudy se volvi hacia los dems. Dice que haba uno pero que el maestro siempre lo llevaba consigo. Donde lo puso al marcharse? Se lo llevaba. Pregntale si el maestro enterraba siempre el cuaderno antes de irse. Dice que nunca vio que lo enterrara. Es coherentecomento Matt. Lo enterr cuando se fue por ultima vez, porque debi de imaginar que quiz no volvera. Y es evidente que senta otro temor: que alguien o algo viniera al campamento antes de que llegramos nosotros. Van resopl. Parece que tenia fundadas razones para temerlo. Cuando el fuego estaba apagndose, Matt se despert no dorma profundamentey vio que Susan tambin estaba despierta; sentada, cogindose las rodillas con los brazos, contemplaba abstrada las diminutas llamas. Matt se levant, ech unas cuantas ramas en el fuego y se sent a su lado. Susan le sonri casi con tristeza. No puedes dormir? Hizo un gesto negativo con la cabeza. Te ha afectado el diario? El diario, Kellicut, el hecho de que pueden existir, todo. Callo un momento. Y tu. En este orden? Volvi a esbozar una leve sonrisa. Matt dijo solemnemente, te das cuenta de que podemos estar a punto de realizar el descubrimiento mas extraordinario del mundo? Los agujeros negros, el espacio exterior, el telescopio Hubble son grandes pasos que nos llevan al conocimiento del mundo exterior. Pero este nos acerca al mundo interior. Es como el ADN, porque tiene que ver con el origen de nuestra especie. Quien lo hubiese imaginado? Todas nuestras teoras pueden venirse abajo, y esto me satisface porque dar lugar a la verdad. Matt se inclino sobre ella y le cogi la mano. Ella no se lo impidi; al cabo de un rato le apret la de el y la retiro. Voy a acostarmedijo.

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Se desnudo y se meti en el saco de dormir.

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A Matt le costo dormirse. Oa la respiracin de los dems y a lo lejos, en la oscuridad, unos ruidos. Finalmente se qued adormilado; sonaba y volva a despertarse. Vio una extraa figura corpulenta que daba vueltas por el campamento. Se meta furtivamente en la despensa y se inclinaba para coger unos trocitos de carne que estaban colocados en el centro. Revolva en sus mochilas y los miraba atentamente. En un par de ocasiones estuvo a punto de recobrar la conciencia. La niebla envolva las ascuas hasta que finalmente el fuego se apago del todo. La oscuridad era total. Matt cayo por fin profundamente dormido. A la maana siguiente la niebla haba desaparecido; hacia un da radiante. Se despertaron todos a la vez, como por encantamiento. Cuando estaban preparando el desayuno advirtieron que Sharafidin no estaba. Lo buscaron por todas partes. Su manta y unas cuantas provisiones tambin haban desaparecido. Tenia que habrselo dicho a ustedes comento Van furioso. Estaba asustado, esta claro. Me di cuenta de ello anoche cuando hablamos. Sabia que huira. No lo se dijo Rudy dubitativo, rascndose la cabeza. Me apuesto lo que sea a que su fuga tiene que ver con el dichoso diario prosigui Van. Sabia mas cosas de las que deca. Esconda algo. Susan estaba en cuclillas en el lugar en el que haba dormido Sharafidin. Miraba fijamente el suelo. De pronto alarg la mano y cogi algo. Se levant y se acerc a Matt pasmada y desencajada. No se ha escapado. Abri el puno derecho: tenia el Coran diminuto de Sharafidin. La cubierta de piel gastada resplandeca a la luz del sol de primeras horas de la maana. Y que hacemos ahora? pregunt Rudy. Nadie respondi. Haban ido callando, despus de una maana de conversaciones y desacuerdo respecto a la desaparicin de Sharafidin. Al principio cada uno se lo haba tomado a su manera. Matt guardaba silencio, Rudy se dedico a limpiarlo todo despus del desayuno, Van paseaba sin hacer nada, ostensiblemente calmado, y Susan escribi un largo mensaje para Kellicut que enterr en el <<buzn>>, como lo llamaba Matt, por si se daba el improbable caso de que regresara. Haban inspeccionado el campamento en busca de seales de violencia o de lo que empezaban a llamar, eufemsticamente, <<visitantes>>, pero no hallaron nada. Matt comprob las mochilas. Dos estaban tumbadas de lado, pero era difcil recordar donde y como estaban exactamente la noche anterior. Matt fue incapaz de decidir si las haban saqueado o no. En la dispensa todo pareca estar en orden. No le cont a nadie su pesadilla. Miren, no digo que sea un cobarde ni nada por el estilo dijo Van. Despus de todo nos trajo hasta aqu. Pero quiz desde su punto de vista ha cumplido los trminos del trato, de modo que no tenia motivos para quedarse. Susan se volvi y lo miro airada. Es imposible que recogiera sus cosas y se marchara sin decir una palabra, as sin mas. No sabes de lo que hablas.

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Matt intento aflojar la tensin creada. Lo que haremos ser apretar el paso. A partir de aqu, igualmente dependamos de nosotros mismos. Sharafidin no poda guiarnos mas all de donde lo hizo, as que ya no poda ayudarnos a encontrar el camino. Como sabremos hacia donde hemos de ir? pregunt Rudy. Seguiremos adelante respondi Matt con una confianza que no senta. No tenemos ningn mapa, pero el diario describe aproximadamente lo que estamos buscando: primero una garganta, despus algn tipo de paso y finalmente una grieta, que ser la parte mas difcil de encontrar. Empezaron a ascender por la ladera que arrancaba del extremo mas alejado del campamento. A mitad de camino de un saliente, Susan se volvi y miro hacia atrs. Vio el sendero por el que haban venido, el lugar donde Van se haba agachado con el revolver. De aquello hacia menos de veinticuatro horas, reflexiono, pero ya casi parecan das. El diario de Kellicut lo haba cambiado todo. La existencia de una tribu de homnidos que haba sobrevivido hasta entonces empezaba a parecerle cada vez mas probable. Desde aquella altura, su cobertizo pareca insignificante, poco mas que un montn de ramas y guijarros frente a una ilimitada extensin de roca y cielo. Haba salido el sol pero, cuando se levant el viento, el fro penetraba hasta los huesos. Avanzaban penosamente en fila india. Dar un paso requera un ingente esfuerzo, porque la altitud lastraba sus pies. Susan estaba confusa respecto a Sharafidin. Que poda haberle sucedido? Van estaba equivocado, era imposible que hubiera salido huyendo. De eso estaba segura. Por supuesto, haba otra explicacin, pero era demasiado horrible para pensar en ella e hizo un esfuerzo por apartarla de su mente. Rodearon la cara del risco y ante ellos surgi un paisaje espectacular; haba un barranco, despus una larga y suave pendiente de roca con retazos de nieve bajo las zonas a las que no llegaba la luz del sol; elevndose por detrs del barranco, como una ola congelada, haba otro pico y a lo lejos, otro mas. En la cima del mas alejado resplandeca una cresta diamantina de nieve. El mundo pareca extenderse hasta el infinito, mas all del horizonte. Matt se sinti diminuto. Curiosamente, la sensacin no era agobiante sino de regocijo, incluso de liberacin, al principio. Pero el sentimiento se disipo rpidamente y pronto cedi el paso al pesimismo, fruto de la comprensin pragmtica de que en toda aquella majestuosa extensin la posibilidad de encontrar lo que haban venido a buscar era tan remota que se desvaneca en la nada. Cuando llego a la cresta, Susan le dio alcance y caminaron codo con codo. Su cabello, remetido bajo una gorra, colgaba en mechones que rozaban sus mejillas. Ah esta el pajar. Me pregunt donde estar la aguja dijo apuntando con la barbilla lo que se extenda ante ellos. Djame hacerte una pregunta. Adelante. En este punto podramos dar meda vuelta y regresar, verdad? Me refiero a que desde aqu probablemente aun encontraramos el camino. Supongo que si. Pero dentro de otros tres o cuatro das quiz no.

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Correcto. Entonces? Entonces, adonde quieres ir a parar? Tal vez deberamos meditarlo bien y tomar alguna decisin sobre lo que queremos hacer. Susan, tu ya sabes que quieres hacer. Como lo sabes? Porque te conozco. Estaba en lo cierto, por supuesto. De ninguna manera interrumpira ella el viaje, y si alguno hubiera sugerido que dieran meda vuelta, habra luchado como una tigresa. No era por casualidad la nieta de una aventurera hngara que haba recorrido Canad. Pero le gustaba discutirlo e imbuirse de fuerza si se llegaba a un consenso. Que hay de los dems? Quiz deberan dar su opinin. Estas de guasa? Fjate en Van. Atropellara a su abuela por seguir adelante. Apenas puede respirar, pero no piensa detenerse. Y Rudy? Es difcil saberlo, pero yo dira que se ha enrolado a lo que salga. Y si lo piensas bien, te dars cuenta de que har lo que tu quieras. Susan suspiro y sonri dbilmente. Genial dijo. Justo como siempre haba imaginado que acabara mi vida: merodeando alrededor de las puertas del cielo, buscando a un sabio distrado y al abominable hombre de las nieves. Cuando llegaron al borde de la cresta, el espectculo los obligo a detenerse en seco. Una bandada de aves negras y relucientes como la plata los esquivo en su vuelo rpido y bajo, dejando tras ellas un grit tenue como un rastro de vapor. Verse proyectados hacia el cielo, rodeados por completo de nubes que se arremolinaban y se hundan ante sus pies, era una sensacin vertiginosa. Matt se desembarazo de su mochila. Lo consegu, mama! Estoy en la cima del mundo! aull abriendo los brazos con un movimiento brusco y quedndose inmvil en su mejor imitacin de James Cagney. Susan se ech a rer a carcajadas y Matt giro sobre si mismo, la cogi por el brazo y la atrajo hacia si. Ella alzo el rostro con los ojos abiertos y el la beso fugazmente en la mejilla. Susan inclin ligeramente la cabeza, buscando sus labios, fue ella quien lo bes, largo y profundamente, cobijndose en sus brazos. Rudy llego por detrs y al verlos aplaudi, ejecuto una breve danza y se apresuro a ponerse a su lado. Aja, lo sabia. Haba hecho una apuesta. Tengo olfato para estas cosas. Solt la mochila y correteo a su alrededor; su alegra era autentica.

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Rudy dijo Susan cariosamente. Escucha esta expresin de los noventa: corta el rollo. Corta el rollo? Que significa?Estaba encantado. <<Tranqui, tronco>> Recuerdas esa? Es como <<tranqui>>, pero mas en serio. Corta el rollo. Que fuerte! Se sentaron para esperar a Van. Matt y Susan permanecieron en silencio; de repente se sentan incmodos. Pero Rudy sigui parloteando sin desfallecer. Tuvieron que esperar un largo rato y cuando finalmente Van alcanzo gateando la cumbre, jadeaba ruidosamente. Su rostro estaba plido y su cabeza se bamboleaba por el esfuerzo que hacia para recuperar el aliento. Se dejo caer a su lado y se acuno la cabeza con las maos. Me imaginaba que fumando tanto estaras preparado para pasar sin oxigeno dijo Matt. Van lo fulmino con la mirada, pero no tenia aliento suficiente para replicarle. Decidieron repartirse el peso que cargaba Van y Matt empez a deshacer su mochila. Descubri el porttil. Vaya, que tenemos aqu? pregunt sostenindolo en alto. Susan cogi el aparato con una mano y lo examino. Tiene gracia dijo. Es el segundo que veo. Sirve para transmitir va satlite, verdad? Lo has utilizado? Matt logro a duras penas contener su ira. Una vez mas, Van los haba tomado por tontos. Van sacudi la cabeza, abri la boca para hablar y clavo la vista en el suelo, buscando refugio en la debilidad. No es mala idea contar con un enlace va satlite dijo Matt, pero no se por que lo has mantenido en secreto. Y pesa demasiado. No podemos seguir cargndolo. Lo dejo sobre una cornisa, coloco a su lado otros utensilios que saco de la mochila, formando una pila, y despus amonton piedras encima. Siempre he querido enterrar un ordenador dijo. Antes de cubrirlo por completo, Matt comprob el indicador. El interruptor estaba en la posicin OFF. No poda saber que eso significaba que el transmisor enviaba una seal automtica de localizacin, y Van no le privo de su ignorancia. Matt saco una pala plegable de la mochila y la aadi al montn. Finalmente Van consigui hablar. Imagine que la necesitara para cavar mi tumba manifest. Tonteras. Tu nos enterraras a todos dijo Susan. Van sabia que estaba muy mal. Notaba que se estaba asfixiando inexorablemente. De vez en cuando, una oleada de pnico estremeca todo su cuerpo; la senta llegar, crecer y recorrerle como una corriente elctrica. Sudaba y al mismo tiempo tenia fro. En Barbados haba visto a un grupo sacando del ocano a un moribundo. Haba sufrido un aeroembolismo, la parlisis de los buzos, y

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aguanto un rato en la playa antes de expirar, mirando directamente al sol con los ojos bien abiertos. Se entero de que aquel hombre era un experto escafandrista que haba efectuado centenares de inmersiones, descendido a decenas de metros y explorado innumerables cuevas submarinas. Nadie sabia que le haba ocurrido esta vez, a solo veinte metros de profundidad. Otro submarinista expuso su teora de que le haba atenazado un pnico insuperable y haba intentado llegar de golpe a la superficie. Van en aquel momento poda entenderlo, solo que no haba superficie hacia la que abalanzarse. Tenia bajas las defensas y lo invadan toda clase de pensamientos descabellados. Esto, en cierto modo, lo sabia, pero el conocimiento no mitigaba la presin que ejerca sobre el. No le caba la menor duda de que los dems estaban en su contra. Avanzaban deliberadamente a un paso riguroso para que se cansara y quedara rezagado. El ordenador con radio era una metedura de pata que iban a lamentar. Ya se enteraran. No tenan ni idea de lo que estaba ocurriendo. El sabia a lo que se enfrentaban. No podan engaarlo. Solo necesito tiempo, pens. Se como igualar el marcador. Aquella noche acamparon al pie de la caada con dos caras protegidas por peascos cados. No hacia viento, pero el fro segua siendo igual de cortante que unas astillas de cristal. A Van le martilleaba la cabeza y sinti como otra oleada de pnico le recorra todo el cuerpo. Por alguna razn empez a pensar en algo que sola decir su padre: <<La enfermedad es una debilidad y la debilidad es una enfermedad>>. Mas tarde, mientras intentaba dormir, sufri un ataque de nistagmo de CheyenesStokes debido a la altitud. En el momento en que paso de la conciencia al sueno, su respiracin se interrumpi. Cuando el centro de emergencia del cerebro asumi el mando, su cuerpo sufri violentas sacudidas mientras inspiraba en grandes bocanadas y despertaba empapado en sudor, presa del pnico. Le ocurri tres veces a lo largo de la noche. Al da siguiente estuvieron caminando toda la maana, y hacia la tarde la mente de Matt empez a divagar de nuevo. Era como sonar despierto, solo que era una ensonacin mas larga y algo mas intensa, y la lnea entre la fantasa y la realidad era mas difusa. Matt, Matt. Susan lo llamaba a sus espaldas. Se volvi lentamente sin dejar de caminar, aun envuelto en una bruma. Mira ah abajo. Matt obedeci. No vio nada fuera de lo corriente: rocas y guijarros diseminados, las punteras de sus botas de montaa avanzando inexorablemente, una despus de la otra, por la dura tierra. Mira a tu alrededor. No lo ves? La voz de Susan sonaba mas excitada que alarmada. Fluctu perezosamente por el aire enrarecido y pareca llegar desde muy lejos. De pronto cayo en la cuenta: estaba en un camino! Era rudimentario y desapareca de vez en cuando en las zonas de tierra, pero era innegable que se trataba de una especie de pista forestal. Se agacho. No haba huellas de pisadas, solo puntos de tierra mas oscura. Mas adelante, donde el terreno se elevaba ligeramente, el sendero era compacto y describa una curva abierta para sortear un afloramiento rocoso. Susan se puso a su lado, respirando con dificultad.

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Que te parece? pregunt. Es difcil decirlo con certeza. No hay huellas de ninguna clase. Podran ser de algn animal, como cabras monteses. Pero, por otra parte, no hay excrementos. Es extrao, pareca surgir de la nada. Justo como lo describi Kellicutobserv Susan. Rudy se uni a ellos y despus, al cabo de un buen rato, Van. Rudy se mostr exultante ante el hallazgo, pero Van se lo tomo de una manera muy misteriosa. Bien dijo con un suspiro de resignacin y agotamiento. Al menos ya sabemos que estamos en sus dominios. Por la noche llevaron el campamento en una hendidura de la roca. El sendero se ensanchaba un poco y se hizo mas ntido. Al cabo de cuatro horas se cruzaron con otro sendero y despus otro. Matt se haba detenido largos minutos en cada encrucijada, intentando decidir que camino tomar. Finalmente encontraron tantos senderos nuevos que se haba rendido y procuro ir mas o menos en una misma direccin. El cielo se oscureci rpidamente. Rudy, que pareca menos cansado que los dems, se ocupo de la cena por designacin propia; preparo pasta precocinada y verduras deshidratadas. Tardo meda hora en reunir los trozos de madera suficientes para encender una pequea hoguera. Es mejor hacer un fuego pequeo, acercarse y calentarse dijo. Matt y Susan no se haban tocado desde aquella maana, cuando se besaron en la cresta. Y no es que Matt no pensara en ello. Las fantasas sexuales con ella se haban deslizado por su imaginacin continuamente, pero el agotamiento, el hambre y el fro las haban atajado. Ahora Van y Rudy dorman en sus sacos, de espaldas al fuego. El nico sonido que se oa era el distante gemido del viento. Incluso la hoguera permaneca en silencio, excepto por el siseo de las brasas incandescentes. Sin hacer ruido, Matt bajo la cremallera de su saco de dormir. Noto el aire fro, aunque no helado, en su hombro. Saco el brazo, busco a tientas la cremallera del saco de Susan y tiro de ella hacia abajo, lentamente. Su mano se interno bajo la tela. La deslizo arriba y abajo sin apresurarse, despus mas adentro, hasta que palpo el contorno de su cuerpo. Cuando las yemas de sus dedos tocaron la camiseta, oprimieron la carne que haba debajo y despus siguieron recorriendo su cuerpo. Ella estaba despierta, lo notaba. Su respiracin brotaba en breves rfagas irregulares, pero no se mova. Le acarici el estomago por encima de la camiseta, en lentos movimientos circulares, subi hasta su seno derecho, lo cubri y despus bajo la mano lentamente hacia su vientre. La oy inspirar rpida y fugazmente, pero segua sin moverse. Matt volvi a subir la mano y sinti endurecerse los pezones entre sus dedos. Fue bajando lentamente la mano y la deslizo hasta el montculo de vello cbico. En ese momento, ella se movi y se volvi hacia el. Con los brazos abiertos, lo atrajo hacia ella, y Matt pudo notar como el deseo recorra su cuerpo espasmdicamente. Entonces oyeron el alarido, tan fuerte e inhumano que libero en Matt un torrente de adrenalina.

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Saco la mano rpidamente del saco de dormir de Susan y se puso en pie de un brinco, antes de identificar siquiera su procedencia. Una sombra se retorca por el suelo; era Van, que rodaba sobre si mismo sin parar, aullando, metido en su saco de dormir. Que pasa? Que ocurre? Matt corri hacia el y lo inmovilizo apoyndole encima una rodilla. Cuando descorri la cremallera del saco de dormir, Van salio rodando, cogindose el estomago; pareca un convulso amasijo. Entonces Matt oy otro sonido, un gemido grave que proceda de Rudy. Veneno articulo entrecortadamente Van. Nos han envenenado. Rpido, bebe. Era Susan, que acerc una cantimplora a los labios de Van y le dio a beber un sorbo. Mas ordeno ella. Ahora mismo. Fue hasta Rudy y repiti la operacin; despus le tendi la cantimplora a Matt y finalmente bebi un poco ella misma. Lentamente, Van y Rudy notaron que el dolor se mitigaba. No es grave dijo Susan. Son las verduras. No les aadiste suficiente agua. No estaban lo bastante hidratadas; nos las comimos y bebiendo despus empezaron a hincharse en nuestro estomago. Dios exclamo Matt. Se puso en pie y fue a examinar a Rudy, que logro esbozar una dcil sonrisa entre gemidos. A la maana siguiente, con el sol oculto tras un grueso manto de nubes, el aire estaba aun mas glido. Se vistieron con capas de fibra de polipropileno debajo de los anoraks. Llevaban en camino unas tres horas cuando llegaron al barranco, oculto a la vista por una pendiente. Al principio solo pareca una zanja frente a la empinada pared rocosa que se elevaba al otro lado, y Matt casi tropez con ella. Yo dira que hay unos quince metros dijo Matt. Demasiada distancia para las cuerdas, aunque pudiramos lanzarlas y atarlas a algo en el otro lado observ Van. Crees que es el barranco de Kellicut? pregunt Susan. Es imposible saberlo respondi Matt. Puede haber docenas muy similares aqu arriba. Sin embargo, el solo menciono uno en todos sus viajes, quiz lo hayamos encontrado. Tras haber abandonado el sendero, la marcha se hizo mas ardua y lenta. Matt iba en cabeza, subiendo y bajando por pendientes rocosas y rodeando los peascos amontonados. Pronto, a pesar del fro, estaban sudando y se desprendieron de algunas piezas de ropa. Van perdi el pie varias veces y cayo, profiriendo maldiciones. Avanzaban sin perder de vista el barranco. Al cabo de dos horas se detuvieron para almorzar: cecina de buey descongelada con un te suave caliente. Van se sent y permaneci inmvil, como si el menor movimiento fuera un desperdicio. Se han fijado que aqu arriba el placer es simplemente alivio debido a la privacin total, una

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ligera disminucin del dolor? comento.

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Oh, yo no estoy tan segura. Susan se ech a rer y le lanzo una rpida mirada a Matt. Tengo que hacer pis dijo Rudy, y se alejo. Pocos minutos despus lo oyeron gritar y apareci doblando una esquina de roca, con los pantalones desabrochados y agitando ambos brazos como si se dispusiera a realizar un salto mortal. Se precipito hacia ellos y mientras se acercaba empez a sealar frenticamente. Mas all, justo al doblar la esquina, tan cerca que podan haberlo alcanzado con una pedrada, haba una extraa estructura que se prolongaba como una gruesa cinta en toda la anchura del barranco. Aqu estagrit Susan. Como lo llamo? <<Un eslabn con otro mundo>> Un puente dijo Matt. Corrieron hacia all, pero redujeron la marcha instintivamente y siguieron avanzando con cautela, paso a paso, buscando con la mirada signos de vida a su alrededor. La pasarela era basta, de unos diez metros de longitud, fabricada con ramas de rbol y hojas sujetas y rodeadas de gruesas enredaderas. Era un cilindro giboso de unos cincuenta centmetros de ancho que se hunda precariamente por el centro y volva a elevarse hasta una cornisa rocosa al otro lado, donde estaba atado a postes clavados en el suelo. Matt y Susan se lo quedaron mirando, impresionados, pero Van fue mas prosaico. No es precisamente el puente de Brooklyn dijo. Y eso como se cruza? Arrastrndose respondi Matt. Pero aguantara? Solo hay una manera de averiguarlo. En realidad hay cuatro maneras de averiguarlo, porque somos cuatro. Quien va primero? pregunt Rudy. Podramos decidirlo a pajitas dijo Van. Esto no es ningn juego observ Matt. Susan estaba concentrada, con el entrecejo fruncido, examinando la compacta maraa de enredaderas del lado mas prximo. Matt, fjate en la complejidad de estos nudos. Nunca habamos visto nada parecido. Supera todo lo que sabemos sobre la cultura musteriense. Matt se acuclillo a su lado. No sedijo. Si utilizaban cuerdas o enredaderas como estas hace miles de aos, el material se habra descompuesto hace mucho tiempo. No habra sobrevivido hasta nuestros das y por eso no lo hemos encontrado.

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Susan se puso en pie bruscamente.

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Yo ser la primera. En sus palabras haba una inflexin decidida. En primer lugar porque soy la que menos pesa, y en segundo lugar porque soy quien mas desea llegar al otro lado. Nadie se lo discuti. Recuperaron sus mochilas y seleccionaron su contenido para aligerar la carta. Entre los objetos que decidieron dejar atrs, guardados en una pequea rendija, haba latas de comida y dos minsculas tiendas. Cubrieron la grieta con piedras para disimular el escondrijo. Susan embuti su chaqueta en su mochila y tenso las correas que la sujetaban a sus brazos y piernas para disponer de una mayor flexibilidad. Se paso una cuerda alrededor de la cintura y, asomndose al borde del barranco, rode con ella la pasarela empezando por debajo y ato los extremos formando un lazo holgado. Amarro otra cuerda a su cinturn y le arrojo el cabo a Matt, quien lo aseguro alrededor de un peasco. Bueno, all vamos dijo, y sonri dbilmente. Recuerda, si algo va mal, quiero figurar como coautora del trabajo. Dalo por hecho replico Matt. Cuando llegue a la mitad del puente, pgame un grit y desatare la cuerda para que puedas recuperarla. No es lo bastante larga para llegar al otro lado. Empez a arrastrarse cautelosamente, abrazando el cilindro de palos y hojarasca, incorporndose y gateando unos centmetros antes de extender los brazos y balancear la cuerda de seguridad para proyectarla hacia delante unos palmos, como un maderero cuando trepa por el tronco de un rbol. Avanzaba con lentitud. Cuando Susan haban recorrido unos dos metros, el artefacto empez a balancearse describiendo un arco cada vez mas amplio, como un pndulo, y ella se detuvo y se aferro con fuerza hasta que el balanceo se hizo mas lento. Solo entonces reemprendi la marcha. La pasarela se meca suavemente de atrs adelante, pero aguantaba. Susan miro hacia abajo una vez; rpidamente cerr los ojos y descanso un rato. Al llegar a mitad de camino, aumento la velocidad y cogi cierto ritmo. Matt no perda de vista la cuerda y, cuando se tenso, grit para avisar a Susan. Sin mirar atrs, ella se llevo la mano al cinturn y la desato. El cabo de la cuerda cayo rpidamente hacia la nada y Matt noto un tirn inesperadamente fuerte cuando intento recuperarlo. Susan consigui llegar al otro lado. Se puso en pie y les dedico el signo de la victoria. Rudy la sigui y despus Van. A mitad de camino, Van recupero la cuerda de seguridad y le arrojo un extremo a Susan. Necesito cuatro intentos hasta que ella logro cogerlo. Al ser el ultimo, Matt dependa de si mismo. No haba cuerda que lo sujetara. Haba recorrido una cuarta parte de la pasarela cuando sinti un vrtigo atroz. Se detuvo y se aferro a las ramas. Hacia fro y el viento azotaba sus dedos. Oa los chillidos de las aves... arriba o abajo? Descanso, hizo acopio de fuerzas y sigui avanzando. Al acercarse al final, sinti que la sangre se aceleraba en sus venas y un ligero mareo se apodero de todo su cuerpo. Menudo pasello, eh? observ Van.

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Permanecieron sentados largo rato recuperndose. Finalmente habl Susan. Era un humano quienquiera que fabric esto? Como llegaron al otro lado la primera vez? pregunt Matt. Imagnense el esfuerzo que se requiri dijo Van. Y por que? Que los impulso a hacerlo? pregunt Susan. Algo los empuja a ello respondi Matt. Algo los incita a abandonar su precioso refugio. Pero que? El comercio? La obtencin de comida a cambio de s de animales? sugiri Van. Lo dudo replico Susan. Eso no basta para superar siglos de ocultacin y exilio voluntario. Algo andan buscando. Matt se arrodillo junto al puente, se asomo para mirarlo por debajo y lanzo un silbido. Llamo a los dems y sealo una estaca que sobresala de una pila de rocas que sostenan el espoln del puente. Fijaos en eso, es una palanca. Si le das un golpe, las piedras caen y todo este maldito artilugio se precipita al barranco. Como un mecanismo de eyeccin aadi Van. Quienquiera que construyo esto quera controlar la posibilidad de hacerlo saltar por los aires en un instante. De modo que desean trabar contacto con el mundo exterior pero al mismo tiempo sienten temordijo Susan. Eso carece de lgica. A ver si lo entendemos prosigui Matt. Supongamos por un minuto que estn al tanto de nuestra presencia... y no creo que sea una suposicin descabellada. Por que no lo han destruido para impedir que llegramos hasta aqu? Guardaron silencio unos segundos. Solo hay una explicacin dijo Van finalmente. Queran que llegsemos. Al mirar al suelo a unos dos metros de distancia, Rudy efectu el segundo descubrimiento de la tarde. Y no somos los nicos dijo sealando unas pisadas que se entrecruzaban sobre el polvo. Fjense, hay mas huellas de botas. Matt estaba cruzando una pequea meseta de guijarros diseminados como pedazos de yeso cuando not el primer copo de nieve. Se le antoj que era de un tamao fuera de lo comn, en su suave descenso hacia el suelo llevado por las corrientes de aire. Cayo a sus pies sobre una roca y se qued pegado a ella como una borla de algodn de azcar. Despus vio otro. Intent no dejarse llevar por el miedo, pero tuvo que realizar un esfuerzo considerable para arrinconarlo en su mente. Quiz los copos de nieve fueran solo un suceso aleatorio. Era poco probable, tenia que admitirlo, pero tal vez fuera una breve nevisca pasajera; la nieve en polvo deba ser frecuente a aquella altitud. Pero su sentido comn y el plomizo cielo que pareca tan prximo al suelo le

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indicaban lo contrario. Al principio, despus de cruzar el puente, haban sentido un extrao alborozo, acompaado de un leve mareo. Todos estaban aturdidos y asustados, y avanzaban cautelosamente, como si hubieran llegado a otro planeta, y permanecan muy juntos, lanzando rpidas miradas a su alrededor. Quien sabia lo que poda estar acechando tras aquellos peascos? Pero despus de una hora y luego otra en aquel paisaje gris y desierto, el nerviosismo cedi paso finalmente a una montona fatiga. Kellicut no nos habl de esta parte, verdad? dijo Susan cuando se detuvieron a descansar. Claro que yo no puedo saberlo prosiguiporque no he tenido ocasin de leer su carta. Le lanzo a Van una mirada picara. Entonces Van hizo algo extrao: sonri. Eh, espere dijo en un tono casi afable. Ya he pedido disculpas por eso. Pero el buen humor no duro demasiado. Se detuvieron para almorzar, pero pasaron un rato atroz debido al fro. Rudy tenia los dedos tan helados que a duras penas consigui encender el fuego. La hoguera era patticamente raqutica, y se acurrucaron para conservar el calor. Incluso el caldo de buey estaba solo tibio. El viento, arreciando, pasaba en violentas rfagas por una Canad prxima, silbando espectralmente como un tubo de rgano. Decidieron seguir adelante; por lo menos el movimiento mitigara un poco el fro. Cayeron mas copos de nieve. Es curioso, pens Matt. Si miras hacia arriba parecen concentrarse sobre ti. Que te parece semejante egocentrismo?, reflexiono. Descendan individualmente como paracaidistas. Miro el cielo por centsima vez aquel da; estaba igual que antes, una blancura griscea que pareca muy prxima y se difunda en todas direcciones como un gigantesco bao de vapor helado. Su mente recorra distintas escenas a gran velocidad. Haba sido un error dejar la pala y las tiendas, que pesaban demasiado. Esto por lo que al cobijo respectaba. Todava conservaba el cuchillo, pero no le serva de nada para excavar. Van tenia el revolver; eso tampoco era de ninguna ayuda. Tal vez podan unir sus sacos de dormir por las cremalleras, al menos dos de ellos, y tal vez mas, y utilizarlos como refugio. Pero necesitaran mantenerlos aislados para conservar el calor y, en cualquier caso, las esquinas no se mantendran sujetas si el viento segua soplando con tanta fuerza. Matt se detuvo y aguardo a que los dems llegaran a su altura. Avanzaban lentamente y tardaron un rato en unirse a el. Que opinis? pregunt cuando estuvieron todos juntos. Descubri que estaba hablando en voz muy alta, como si el viento estuviera rugiendo de una forma ensordecedora. Ser un temporal de los malos dijo Van. No me gusta su aspecto. Estamos jodidos. Miren ese cielo dijo Rudy. Ni un solo hueco por ningn lado. Solo Susan comprendi que Matt estaba preguntando que haran a continuacin. No veo que podamos hacer otra cosa aparte de lo que es ponernos a buen recado. Ha de haber algn refugio en alguna parte. No ves que nos encontramos en una especie de meseta respondi Matt. No hemos pasado junto a nada desde hace horas, ni siquiera un agujero.

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Bueno dijo Van, no podemos quedarnos aqu ni borrachos. Estamos demasiado expuestos. Lo nico que podemos hacer es seguir avanzando. Matt busco un rpido consenso. Estis todos de acuerdo? Todos asintieron. Entonces tenemos que permanecer juntos. Adems, hay que ganar tiempo. Eso va por ti, Van. Tienes que mantener nuestro paso como sea. Van empez a hablar, pero enseguida desvi la mirada Esta vez, cuando se pusieron en marcha, los <<paracaidistas>> se haban multiplicado. Haba empezado toda una frentica invasin por aire. Hasta donde Matt poda ver, hacia arriba y a su alrededor, los copos se precipitaban hacia el suelo masivamente. Ocupaban todo el cielo. Una sensacin de pnico le subi desde el estomago. La nieve se asent primero en las depresiones de las rocas, en los surcos y cavidades, y empez a formar pequeas cornisas por debajo de los salientes rocosos. La fuerza del viento tambin estaba aumentando, a veces impulsando la nieve en torbellinos enloquecidos que se arremolinaban sobre los peascos y riscos. Matt tiro de los cordones de su capucha para cerrarla mas aun. Busco en su bolsillo unas gafas protectoras y se las puso, luego se volvi para mirar a Susan, que le segua a unos cuatro metros de distancia. Caminaba con los delicados movimientos contenidos de alguien que estuviera luchando contra el dolor. A su alrededor se extenda un cambiante paisaje lunar en blanco y negro. Hacia aos que no recordaba haber visto algo que lo conmoviera tanto. Saludo con la mano, se volvi y sigui andando blandamente por la nieve. Al empezar sus estudios de paleontologa, Matt se haba sentido hechizado. En su primer viaje se enamoro de todo, pero especialmente del inicio, la excavacin, el descenso capa por capa a travs de todos los periodos. Cuales eran los periodos glaciales? Le pareci que volva a or el sonsonete de su poca de estudiante: wurm, riss, mindel, gunz. Y los pluviales? Gambliano, kanjerano, kamasiano, kagerano. Excavar a travs de los eones hasta que quedaban desnudos en la cara de una pared vertical. Se haba sentido como un buceador, descendiendo por los sucesivos niveles hasta que el suelo sacaba a la luz su tesoro enterrado. Era el descenso? O bien la emocin del hallazgo, unos huesos esparcidos, un fragmento de crneo amarillento? Se perda en los detalles, investigando con una lupa en la mano y de rodillas como un Sherlock Holmes del desierto. Le encantaba tumbarse de bruces sobre una tabla y empuar un escalpelo para raspar una pizca de tierra sepultada o utilizar un cepillo de dientes para limpiar nudillos humanos diminutos. Pero por encima de todo, adoraba el inicio, el primer golpe de la azada, la penetracin. Era una sensacin indescriptible, reconfortante y aterradora, como el regreso a un lugar santificado de la remota infancia. Ahora, arropado por el aullido del viento, casi no oy como lo llamaban los otros. Parecan gritar desde el otro lado de una gruesa luna de cristal. Los otros tres eran casi invisibles en la blancura total. Cuando se volvi y retrocedi, observ que las huellas de sus pisadas ya estaban casi cubiertas de nieve. Es demasiado espesa. No nos vemos los unos a los otros dijo Rudy. Corremos el peligro de separarnos dijo Susan. Van se desvi del camino y tuvimos que ir tras el. De acuerdo. Coged vuestras cuerdas, nos ataremos unos a otros. Los copos de nieve haban aumentado de tamao hasta convertirse en duros perdigones que se estrellaban con sus mejillas como insectos picadores. Solo el ruido que producan ya era agobiante, y tardaron una eternidad en unir las cuerdas.

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Van habl por primera vez. Matt. A Matt le pareci que su nombre sonaba irreal en medio de toda aquella blancura. Esta cellisca no va a amainar. Estamos jodidos. Habl en serio, estamos realmente jodidos. En su voz se detectaba un pnico incipiente. Susan lo interrumpi. Nuestra nica esperanza es encontrar refugio, y deprisa. No podemos seguir as mucho tiempo mas. Creo que la meseta termina un poco mas arriba dijo Matt. No estoy seguro, pero antes me ha parecido ver una masa informe. Poda ser una pared rocosa. Ser mejor que nos demos prisa. Tenemos que llegar all. Es nuestra nica esperanza. Yo voy a cantardijo Rudy. Mientras Matt avanzaba penosamente, oy la voz de Rudy a sus espaldas: No siempre consigues lo que quieres. Pero si lo intentas, a veces, es posible que descubras que consigues lo que necesitas. Unos minutos mas tarde, Matt llego a una escarpada roca surgida de la nada: un promontorio oscuro y fantasmal que se ergua en medio de la cellisca. Matt tiro de la cuerda para meter prisa a los dems y avanzo dando tumbos hacia all. Al llegar al pie de la roca se dejo caer al suelo y empez a retirar la nieve amontonada con los brazos. Los dems llegaron pronto a su lado y lo ayudaron. La nieve era tan ligera que pareca que estuvieran sacando brazadas de aire. Tropezaron con la roca y la despejaron. Apareci una rendija. Siguieron retirando nieve a medida que se ensanchaba y se hacia mas profunda. Ahora era un trabajo duro; Matt sudaba y la nieve era de pronto densa y pesada. La grieta alcanzo una anchura de treinta centmetros y medio de ancho. Apartaron mas nieve y encontraron el final de la fisura. Nadie habl. Matt intento meterse en la hendidura, pero toco el fondo a solo sesenta centmetros de profundidad. Intento desplazar un peasco, que se desequilibro, cayo sobre su brazo y se lo magullo. Se remango y miro atentamente: varias gotas de sangre destacaban sobre la nieve, puntos de color rojo vivo en un remolino blanco. Susan aplico un puado de nieve a la herida y la hemorragia se restao. Matt no sinti dolor. Lo nico que podemos hacer es seguir andando dijo ella. Se sentaron y descansaron un rato en el pequeo crter que haban creado, pero empezaron a dormirse. Alarmados, se pusieron en pie y prosiguieron la marcha. La nieve les llegaba ahora por encima de las rodillas, de modo que el avance era laborioso, y trastabillaban mas que caminaban. Matt notaba una sed febril en lo mas profundo de su garganta, pero no quera detenerse a buscar su cantimplora, incluso estando en pie empezaba a tener sueo.

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Matt no se dio cuenta de que se haba detenido, al igual que los dems. Susan y Rudy estaban sentados con la nieve hasta la cintura y Van se arrastraba, gateando y balancendose suavemente. De hecho, ya no notaban el fro, tan solo una vaga, inconexa y agradable somnolencia. En alguno de los recovecos de su mente, Matt era consciente de que iban a morir. Pero incluso esa certeza pareca mitigada, ajena a el, suavizada por la blancura que le envolva. No era alarmante. Pero tenia mucha sed. Busco a tientas su cantimplora y se la llevo a los labios. Un sorbo de agua entro sorteando un bloque de hielo y Matt se estremeci; despus se incorporo y empez a palparse de nuevo los miembros. Se arrastro hasta Susan, que estaba medio reclinada, aterida. Sus pupilas estaban dilatadas y en sus labios se dibujaba un conato de sonrisa. Van cabeceaba; estaba adormilado. Matt desato sus cuerdas y las ato por los cabos, formando una nica soga larga. Enhebro un extremo por el cinturn de cada uno de sus compaeros. El otro extremo lo ato a su propio cinturn. Quedaos aqugrit innecesariamente. Y emprendi la marcha solo, en lnea recta. A sus espaldas oy la voz de Rudy, que cantaba en un tono agudo y un poco desafinado. La voz se desvaneci y Matt no supo si Rudy haba dejado de cantar o si el viento la ahogaba. Ahora, algunos ventisqueros le llegaban a la cintura. Dos veces tropez y, cuando cayo de bruces, se zambullo en un capullo tan blanco, calido y puro que estuvo tentado de quedarse un rato a descansar, pero se puso en pie y sigui adelante. La parte superior de su visin haba cedido a la oscuridad, podra decirse que recortada como una rasgadura en una fotografa. El viento cambio bruscamente de direccin y por unos instantes pudo ver algo frente a el. La nieve era una masa oscura que se pareca a Susan, excepto en que, al acercarse, pudo ver que no llevaba su anorak; de hecho, llevaba un vestido de verano, el mismo que cuando la vio por primera vez, muchos aos atrs. Como poda sobrevivir aqu vestida as? Y su cabello estaba suelto y flotaba al viento, exactamente igual que en las pelculas antiguas mas cursis. Ella le indicaba por senas que se acercara, y cuando lo hizo, extendi el brazo, la toco, y empez a atraerla hacia el, pero ella no cedi. Matt descubri que estaba apoyado en una pared de roca. Las rfagas de viento que soplaban desde atrs lo ayudaron a impulsarse y sigui la pared hasta que finalmente percibi que la oscuridad lo envolva y el viento se detuvo de pronto. Recupero la conciencia y comprendi que se encontraba en el interior de la entrada de una caverna. Deshizo el nudo que sujetaba la soga, pero la mantuvo enhebrada en su cinturn, la paso alrededor de una roca y ato el cabo. Despus dio meda vuelta y sigui la cuerda, salio de la caverna y se interno en la cellisca, avanzando por la nieve, tirando de la soga como si fuera un sedal de pesca, hasta que llego junto a los otros. La luz volvi a aparecer al final de un largo tnel. Susan la vio acercarse cada vez mas, casi como un tren, excepto en que era un tipo de luz diferente y era ella quien se mova. Cada vez estaba mas cerca y, en el momento en que salio a la cegadora luz del da, oy voces a su alrededor. Vos! Arriba! aullaba Matt. Intent a ponerse en pie y medio cuerpo la acompao, tena que seguir el rastro hasta la abertura.

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Matt se sorprendi de que le pareciera tan prxima. Despus volvi atrs en busca de Rudy y finalmente de Van, y todos se desplomaron en el suelo de la profunda caverna. Cuando Susan se despert no tenia la menor idea de cuanto tiempo llevaba durmiendo. Notaba una agradable sensacin de calidez y arropamiento y cuando abri los ojos vio una hoguera. Rudy mariposeaba a su alrededor mientras preparaba la comida. Las llamas se reflejaban titilantes en las paredes de roca, proyectando sombras en todas direcciones. Rudy sonri, le llevo una taza de caf y le acarici el pelo. A su lado, Matt empez a agitarse. Ah, el heroe se despierta dijo Rudy. Matt parpadeo varias veces y lo miro sin comprender durante un segundo. Pasaron varios mas antes de que pudiera hablar. Tu eres el heroe. Fue tu cancin lo que me impulso a seguir. Justo lo que pretenda. Susan se inclino, coloco su mano en la nuca de Matt y le sonri. No se como, pero lo hiciste dijo. Matt record su visin del cabello de la mujer ondeando al viento; despus volvi la vista hacia Van. Esta bien dijo Rudy. Ya se ha despertado. Usted es el nico que ha dormido hasta tarde. La sopa ya esta en marcha. Matt se puso en pie y se dirigi a la entrada de la caverna. Los cantos estaban recubiertos de nieve, pero la cellisca haba cesado. Por fuera del portal enmarcado en blanco vio un prstino paisaje de una blancura resplandeciente que se extenda hasta donde alcanzaba la vista. Era tan tranquilo y hermoso que resultaba difcil imaginarse que por poco se convierte en su tumba. Los cuatro comieron con apetito tiras de buey con alubias y caf caliente. Despus de aquello, Van recupero el color y afirmo sentirse mucho mejor. No dejaba de darse palmaditas en la pierna izquierda. Estaba convencido de que se me haba congeladodijo. Estaban sentados en silencio alrededor del fuego cuando Rudy habl de repente: No quieren saber donde he encontrado la madera? Todos levantaron la vista. Justo aqudijo, en respuesta a su propia pregunta, sealando hacia un rincn de la caverna. Es extrao comento Matt. Y el humo asciende en lnea recta. Debe de haber una chimenea natural. Eso no es todo aadi Rudy. Estn preparados? Esta hoguera no es la primera que se enciende aqu. Cuando la prepare, encontr cenizas.

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Matt fue hacia su mochila y saco una linterna. Van hizo lo propio y ambos examinaron las paredes de la caverna, esquivando con cuidado las estalactitas y las estalagmitas. Algo llamo la atencin de Matt y se acerc mas. Hostia! Van corri hacia el y enfoco el haz de su linterna ampliando la zona que iluminaba Van. En el centro de los haces haba unas pinturas bastas, manchurrones de ocre, marrn y rojo. Al principio era difcil identificarlas, pero finalmente tomaron forma: algunas parecan representaciones de seres humanos, otras de animales; unas de caceras, otras de batallas. Dios mo dijo Van finalmente. Estas pinturas... son prehistricas. Como las halladas en las cuevas de Lascaux. Mira esas figuras dijo Matt. Estn cazando. Ves esa? Acerc un poco la linterna. Estas viendo lo mismo que yo? Mira esa frente. La figura tenia una enorme prominencia de lado a lado de la frente. Como todas las dems. Van toco la pintura y se miro el dedo. Estaba manchado de rojo. Esta recin pintado dijo en voz baja. Justo en aquel momento oyeron un alarido apenas contenido a sus espaldas, la clase de sonido que escapa involuntariamente cuando ocurre algo inimaginable. Susan y Rudy estaban acurrucados a la entrada de la cueva. Miraban hacia el exterior, y all, en la nieve, vieron unas siluetas oscuras, humanoides pero no humanas, que surgan de la blancura circundante. Se dirigan hacia la caverna. Eagleton desplazo su silla de ruedas hasta la ventana y subi la persiana con un delicado dedo ndice. Era la hora del ocaso, siempre inquietante en los suburbios de Washington. Las farolas de la calle se iban encendiendo entre destellos, las luces de los edificios del campus se iban apagando rpidamente y los coches salan del estacionamiento, llevndose a casa a los fatigados cabezas de familia. Estos empleados no son de los que se entretienen junto a sus mesas, pens Eagleton. Todos tenan una familia que estaba esperando que regresaran. El no tenia ninguna. De hecho, no tenia a nadie. Haba intentado evitar aquel pensamiento. Sabia que lo estaba acosando; lo hacia normalmente a aquella hora del da. De joven, aun entusiasmado con luchar en la guerra fra como si se tratara de un gigantesco partido de ftbol, dio por sentado que todo el mundo estaba tan comprometido como el mismo, y eso es lo que pareca, pero en algn momento del camino haban ido acumulando esposas, hijos, casas de veraneo, caravanas y perdigueros canelos que laman sus maos cuando llegaban a casa. El no tenia nada y se senta estafado. Nadie le haba ensenado las reglas, nadie le haba dicho que ocurran otras cosas adems del partido de ftbol que se desarrollaba justo ante sus ojos y que tanto le haba absorbido. Era extrao que hubiese tenido que entregar su vida entera a la compaa. Se haba convertido en una leyenda, empuando el ltigo durante veinticinco aos en calidad de subdirector adjunto, al frente del departamento de contraespionaje. Pero el final de la guerra fra haba llegado, se haba creado demasiados enemigos, su carrera se haba consumido. Que sabia este nuevo reemplazo acerca del puente areo de Berln, de baha Cochinos, de Vietnam? Que les importaba el honor?

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Por eso lo haban relegado a una seccin estancada, al extrao asunto de investigar fenmenos paranormales. Pero seria el quien riese el ultimo. Se haba dado de narices con algo tan gordo que les hara crecer los dientes de envidia. En comparacin, colocar un micrfono oculto en el Kremlin parecera un juego de nios. Dio otra chupada a su cigarrillo. Naturalmente, una vida normal no habra sido fcil. Estaba su enfermedad; aun le daba miedo conocer a otras personas, especialmente mujeres. Se senta humillado siempre que tropezaba con unas escaleras en la opera o con un bordillo demasiado alto. Llevaba as meda vida y todava no se haba adaptado. El no era como esta nueva generacin, los activistas que exigan ascensores, rampas especiales y un trato igualitario. Tenan tanta confianza... El los odiaba y al mismo tiempo los envidiaba. Con todos los complejos que tenia, el sexo era muy difcil. No era un completo inexperto. Haba contratado prostitutas, pero solo cuando su desesperacin superaba su vergenza. Con ellas haba experimentado una oleada de inseguridad: saber que no sentan nada por el, el embarazoso momento de trasladarse en peso de la silla a la cama, la sensacin de que lo estaban compadeciendo, nunca temiendo... todo aquello converta una ereccin en algo problemtico. Y, por supuesto, eso tambin se convirti en un miedo, barriendo otras preocupaciones y cubrindolo todo con un manto de horror. Entonces apareci Sarah, su secretaria. Al principio le haba parecido un ngel de la misericordia. El da en que llego, su perfume inundo el despacho y el olvido su miedo a los microbios. El progreso hacia la intimidad pareci alga natural. La tarde de finales de verano en que ella se acerc a el, apoy su mano en el pliegue de su codo y despus se inclino para besarle suavemente en la mejilla aun arda en su ser, aun tenia la capacidad de acelerar su pulso. Las noches en el apartamento de Sarah, la picara mirada de reojo que le diriga su chofer cuando lo dejaba en su destino. Vaya, ella llego incluso a cocinar para el! Entonces surgieron las dudas, aquellos murmullos satnicos que susurraban en el interior de su cerebro y que segn ella procedan del asco que senta por si mismo. En todo caso, las dudas crecieron y se convirtieron en certezas. Ella no tenia el menor inters por el. Todo haba sido una fea mascarada, una maniobra para trepar profesionalmente. Coloco a un agente novel tras su pista para espiarla. En realidad no descubri gran cosa una frase despreocupada por un telfono <<pinchado>>, una carta de interpretacin cuestionable, pero fue suficiente para Eagleton. El orgullo siempre haba sido su ruina. Solt la persiana e hizo girar en redondo su silla de ruedas. As miente la locura. Haba pronunciado aquellas palabras en voz alta? Casi crey haberlo hecho. Imagino que oa un dbil eco en un rincn sumido en sombras. Regreso a su escritorio e intento concentrarse. Aquel asunto no le gustaba nada. Abri la carpeta superior con indiferencia. El contenido segua siendo escueto: varios mapas, informes sobre el pasado de Matt y Susan, partes meteorolgicos, los escasos mensajes de Van, las ordenes para Kane. Por que se haba plantado en localizacin automtica la radio del ordenador de Van durante cinco das sin moverse de sitio? Haba repasado todas las posibilidades hasta la saciedad: lo mas probable, decidi, era que el grupo se hubiera visto obligado a acampar y, por la razn que fuera, Van era incapaz de escabullirse para enviar un mensaje. Tal vez estuviera enfermo. O quizs el ordenador se haba estropeado y lo haban abandonado. Eagleton sinti un escalofro. No era que le tuviese la menor simpata a Van; Dios sabia que ambos llevaban demasiado tiempo atacndose para poder sentir nada parecido a la simpata. La cuestin era que, sin el, el equipo no tenia la menor idea de a que se enfrentaban. Como iban a tenerla? Quien poda siquiera imaginar algo parecido? Y sin ninguna sospecha de la extraordinaria naturaleza de las criaturas que perseguan, estaban condenados al fracaso. Para el, la misin no

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seria la salvacin, sino su ruina.

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Eagleton se inclino y abri por ensima vez la carpeta rotulada OPERACIN AQULES. Susan y Rudy se asomaron al exterior de la caverna. El sol se reflejaba en la superficie de la nieve, y en la cegadora blancura resultaba difcil ver, pero, a corta distancia, unas masas oscuras surcaban la nieve como sombras. Dios exclamo Susan. El tono de su voz tenia algo de irreverente. Rudy balbuceo algo en ruso. Matt guardo silencio. Van contuvo el aliento. Las oscuras siluetas, grises moles que convergan en la blancura total, se movan lentamente. Se aproximaban despacio a la caverna desde todas direcciones: haba cuatro, seis, diez, mas de una docena. Esto es lo que venamos a buscar, pens Susan. Por fin les hemos encontrado. As pues, Kellicut tenia razn: existen. La cientfica que haba en ella estaba exultante. Imagnate, pens, la primera oportunidad de un contacto entre especies en... cuanto?... treinta mil aos? Entonces en su mente penetro un pensamiento mas sombro: se sabra algn da? Aquella escena tenia una belleza fra e indiferente, como un lienzo de Brueghel con figuras austeras ante un teln de fondo blanco. Pero el modo en que las criaturas se haban desplegado y avanzaban hacia la caverna tambin era amenazador. Una punzada de miedo se propago por sus miembros, una sensacin tan opresiva que pareca surgir de un profundo manantial subterrneo de repulsin instintiva. Matt y Van atisbaban por encima de los hombros de Susan. La entrada de la caverna era tan angosta, debido a su revestimiento de nieve, que apenas quedaba espacio para que los cuatro miraran a la vez hacia fuera. Van dejo escapar el aliento con un involuntario respingo. Matt sigui meneando la cabeza. Madre ma. No puedo creerlodijo. Nadie respondi; estaban demasiado fascinados por el espectculo que tenan ante sus ojos. Matt se sinti arrollado por una oleada de excitacin. Por una cosa as no me importara morir, pens. Ocurra lo que ocurra, estar aqu y poder presenciar esto merece la pena. Las criaturas se acercaban con cautela. Pareca que venan de todas direcciones, como si hubieran coordinado su aproximacin. Nos estn dando caza?, se pregunt Matt. El resplandor del sol hacia difcil fijarse bien en ellos. Haba algo sobrenatural en toda la escena: los ventisqueros, la cegadora luz del sol, la oscura roca del interior de la caverna... Aunque solo se vean siluetas oscuras, las figuras eran ostensiblemente distintas: mas compactas unas, de hombros mas redondeados o con miembros mas gruesos y cortos otras. Mientras se acercaban, una nube paso ante el sol, el resplandor desapareci y sus rasgos se hicieron de pronto completamente visibles. No caba duda de que eran seres extraos, de otra especie. Llevaban porras talladas de lo que parecan ser gruesas ramas, anchas por el extremo y puntiagudas en la empuadura. Iban cubiertos con pieles de animales, burdamente modeladas en forma de calzones o ponchos. Sus peludos brazos estaban desnudos. En los pies llevaban un peculiar armazn de palos atados con correas de cuero que les permitan caminar con un lento movimiento de arrastre sobre la gruesa corteza de nieve. A pesar de su considerable peso no se hundan. La nieve se pegaba a sus calzones y a la parte de su torso que quedaba expuesta al viento. La voz de la cientfica susurro en la mente de Susan: fjate en lo bien que se han adaptado a su

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inhspito ambiente. Eligio a uno y lo examino minuciosamente. Su fsico no era descomunal, pero su cuerpo daba la impresin de densidad. La seccin central y el pech eran amplios, y los msculos del antebrazo doblaban en tamao a los de un ser humano normal. Su largo pelo formaba una correosa melena que colgaba en bucles alrededor del musculoso cuello. Pero lo que destacaba de inmediato era el semblante, que era desproporcionado, con los ojos muy separados, la nariz achatada y los rasgos excesivamente grandes en conjunto, como un dibujo sobre un globo demasiado hinchado. La mandbula era gruesa y la barbilla huidiza, biselada hacia atrs, como si la hubieran rebanado. Y por encima de todo, sobresaliendo de la frente, estaba aquel formidable entrecejo, una protuberancia sea parecida a un tumor alargado. Comprima la cara hacia abajo y hacia que los ojos parecieran hundidos en sus enormes cuencas, bajo las gruesas cejas. Realmente era grotesco. Por extrao que pareciese, era imposible no quedarse mirndolos fijamente. Las criaturas caminaban erguidas, pero mantenan la cabeza echada hacia delante de una manera peculiar, como si colgara de unos hilos invisibles. Parecan hombres escudriando el horizonte. Para un ser humano, el efecto era indescriptiblemente feo. A los cuatro que observaban desde el interior de la caverna les sorprendi lo verdaderamente distintas que eran aquellas criaturas, con un aspecto extravagante pero al mismo tiempo natural. Las similitudes solo realzaban las diferencias. No se parecan en absoluto a ninguno de los bocetos y reproducciones de los cientficos, aquellos patticos intentos de extrapolar un aspecto probable a partir de fragmentos de un crneo en un laboratorio. Eran diferentes de lo que cualquiera de ellos haba imaginado. Matt se asombro al sentir repugnancia. Ote el horizonte. Todo lo dems pareca muy normal: la nieve, el cielo. De pronto, todo lo que haba ocurrido desde el principioel crneo del despacho de Eagleton, la larga escalada de la montaa, la celliscase le antojaba estrafalario. Como haba llegado hasta all? Que pasos haba dado? Nunca me lo haba credo de verdad hasta ahora murmuro Susan. Lo se replico Matt. Yo tampoco me lo crea. Y no estoy seguro de crermelo ahora. Tengo la sensacin de presenciar el origen de los tiempos. Van intervino. El tono de su voz era montono, apagado. No parecen amistosos y saben que estamos aqu. Vienen por nosotros. Vienen hacia nosotros dijo Susan. No sabemos si vienen por nosotros. Una de las criaturas se adelanto a las otras. Era mas corpulenta y avanzo sin vacilar mientras las dems se desplegaban en abanico a sus espaldas. En su mano derecha empuaba una gran porra. Cruzada sobre su coronilla inclinada llevaba una cinta distintiva de piel blanca y negra. Mira. Ese es el jefe dijo Matt. Ves como lo miran todos los dems? Estn siguiendo sus indicaciones. Van busco un revolver. Tuvo que forcejear un poco con el cierre de la funda. Estaba recubierto de nieve helada. Lo abri de un tirn, empuo el revolver y lo levant hacia la luz, mirndolo fijamente. Mierda. Miren. Les acerc el canon para que lo vieran. Estaba completamente congelado y relleno de hielo.

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A Matt se le cayo el alma a los pies. Dios. De que servira? Dijo Susan. Fijaos en cuantos son. Un solo revolver probablemente no los detendra. A menos que los dispersaradijo Van. Que hacemos ahora? pregunt Rudy. Nadie respondi.

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Las criaturas se acercaban ahora mas lentamente. Se haban distribuido formando un semicrculo, como si pretendieran cerrar el paso a cualquiera que intentase escapar. Matt habl primero. Lo nico que tenemos a nuestro favor es que somos tan exhaustos como ellos para nosotros. En realidad, no nos han visto. No saben nada de nosotros, que somos o que podemos hacer. Si les revelamos que tenemos miedo cometeremos un gran error dijo Susan. Debemos actuar de manera pacifica, pero sin miedo. Toda una actuacin dijo Rudy. Susan tiene raznaadi Matt. Debemos convencerlos de que nuestras intenciones son honorables. Hemos venido a buscarlos. Somos emisarios del vasto mas all. Hay muchos mas como nosotros en el lugar de donde procedemos. Si nos tratan bien, saldrn ganando. Si nos hacen dao, lo pagaran. Van volvi la cabeza para escrutar el interior de la caverna, al parecer buscando algo. Necesitamos un obsequio o algo para comerciar. Que podemos darles? Una chaqueta? Sugiri Rudy. La cantimplora? No dijo Matt. Debemos esperar. Primero necesitamos inspirarles confianza. Cualquier cosa que les resulte extraa podra soliviantarlos, y entonces nos saldra el tiro por la culata. Deberamos probar con comida. Susan fue hasta la hoguera y volvi con varias tiras de cecina de buey. Tenemos estodijo. Van volvi a hablar. Uno de nosotros tiene que llevarlo fuera. Todos lo miraron. Por que? Saben exactamente donde estamos, de modo que no revelaremos nada. Adems, hemos de

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demostrarles que hemos hecho todo este camino con el nico objetivo de celebrar una reunin con ellos. Los dems guardaron silencio. Saban que tenia razn. Otra cosa prosigui Van. No podemos permitirnos el lujo de esperar a que entren aqu. Matt miro a Susan. Ella asinti, expresando su conformidad. El pregunt en voz alta lo que todos estaban pensando. Quien va a salir? Esta vez no habr voluntarios dijo Van. Solo hay una manera justa de hacerlo: sacar pajitas. Todos asintieron. Pero Rudy no dijo Susan. El no debera participar. No se enrolo para esto. Debemos sortearlo entre nosotros tres. No protesto Rudy. Cuando acced a venir, tambin acepte el riesgo. Formo parte del grupo aadi con expresin traviesa. Uno para todos y todos para uno. Van se encogi de hombros, meti la mano hasta el fondo de un bolsillo interior y saco una caja de cerillas. Extrajo cuatro, le arranco la cabeza a una de un mordisco, las cubri con la mano izquierda y las mostr extendidas en abanico entre el pulgar y el ndice. Todos eligieron con solemnidad y mantuvieron oculta su cerilla. Matt inspiro profundamente. El rostro de Susan estaba tenso. Se miraron unos a otros. Rudy sonri dbilmente y sostuvo en alto la cerilla corta. Bueno dijo. No es mi da de suerte. Pareca afectado. Se puso en pie y los abrazo uno por uno. Le pidi un cigarrillo a Van y aspiro el humo con fuerza. Siempre me haba propuesto dejarlo dijo en un tono de voz que son tenue. Le tendi las cerillas a Matt, despus se acerc al fuego y cogi las tiras de cecina con la mano izquierda, pinzndolas con el pulgar. Ser mejor que no te pongas la capucha dijo Van. Asegrate de demostrarles que no llevas nada oculto. Rudy asinti y de pronto empez a hablar en ruso. De sus labras brot un torrente de palabras. Casi al instante, Matt compendi que estaba recitando el padrenuestro. Se dirigi a la entrada y agach la cabeza para franquear la entrada A medio camino del exterior se volvi y los mir una vez mas, uno por uno. Que Dios te proteja dijo Susan. Le pareci que Rudy quera decir algo, pero solo abri la boca y volvi a cerrarla. En el momento en que salio al descubierto, las criaturas se quedaron inmviles en su sitio y lo

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contemplaron con la misma intensidad que ellos cuatro les haban dedicado solo unos cuantos minutos atrs. Despus varios seres alzaron sus porras por encima de la cabeza y dos o tres dieron un paso atrs. El jefe permaneci inmvil como una piedra, a unos diez metros de distancia. Sus ojos, hundidos bajo la inmensa prominencia frontal, parecan ser verdes y penetrantes. Matt crey or ruidos, una especie de murmullo gutural sordo, pero eran demasiado confusos; no poda estar seguro de haberlos odo realmente. No! dijo. No haban tenido en cuenta la nieve, que a Rudy le llegaba al muslo. Cayo atravesando la costra blanca, forcejeando y contorsionndose para abrirse paso por los altos ventisqueros, lo que privo que apareciese con toda dignidad. Su aspecto era pattico, y se asemejaba mas a un animal herido arrastrndose que a un representante de un orden superior. A unos tres metros de la entrada de la caverna, Rudy miro hacia atrs y se encogi de hombros con aire de indefensin. La sangre pareca haber huido de su rostro. Su mirada tenia una expresin tan lastimera que a Susan se le encogi el corazn. Quizs esto juegue a su favor, pens ella, porque no parece amenazador. Pero en realidad no lo crea. Por la manera como lo miraban las criaturas, supo que se requera una demostracin de fuerza y poder, no de debilidad. Cuando Rudy se detuvo para descansar, el jefe dio dos largas zancadas hacia el, surcando la nieve cmodamente con sus primitivas raquetas esquimales. Despus se detuvo y espero, repartiendo el peso entre ambas piernas y volvindose ligeramente hacia un lado, como un arquero. Mantena la porra baja, en contacto con el suelo, a su espalda. Estaba intentando ocultarla? Ahora los separaba poco mas de un metro. Rudy se acerc osadamente para reducir la distancia. A pesar de ser alto, estaba tan hundido en la nieve que su cabeza solo llegaba a la cintura de la criatura. Pareca un nio mirando hacia arriba para responder a un adulto. Levant la mano izquierda con calculada lentitud. Las tiras de cecina de buey se mecan suavemente al viento. Un extrao obsequio; desde la caverna pareca un nio regalando un puado de cintas. Alzo tambin la mano derecha con la palma hacia arriba, en un improvisado gesto de paz. La cabeza de la criatura se movi lentamente mientras coga las maos de Rudy. Movi el largo cuello hacia delante de una manera extraa, como si fuera un lagarto. Miro el rostro de Rudy y su cuerpo enterrado en la nieve. Por unos instantes pareci inseguro, inquisitivo. En sus ojos brillaba la inteligencia y mostraba los dientes, cariados y amarillentos. De pronto, con un movimiento tan rpido que fue imposible anticiparlo, efectu una brusca torsin de cintura, blandi su porra con un poderoso impulso desde la cadera y la estrello contra un lado de la cabeza de Rudy. El golpe produjo un crujido increblemente audible. Rudy cayo desmadejadamente hacia un lado. Su cabeza pareca una calabaza reventada. Al instante, una masa roja broto de entre sus largos bucles rubios y se esparci a chorros por la blanca nieve. Van solt un alarido. Susan se cogi con fuerza al brazo de Matt, quien por un momento noto que se quedaba sin aliento. Los tres supieron con toda certeza que Rudy estaba muerto. Contemplaron horrorizados a las criaturas que se reunan lentamente alrededor del cadver, ocultndolo de su vista. Una se mojo una mano con la sangre. Otra sostuvo en alto una tira de cecina y la examino atentamente.

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Los tres seres humanos retrocedieron hacia el interior de la caverna. No me lo... No puedo... creerlo dijo Susan entrecortadamente.

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Es imposible que haya sobrevivido dijo Van temblando visiblemente. Miraron a su alrededor en la penumbra con los ojos desorbitados por el pnico. Vamos. Tenemos que intentar algo grit Matt. Coged vuestras mochilas. Van, intenta descongelar el revolver. Ponlo encima del fuego. Van corri hacia la hoguera y sostuvo el canon justo por encima de la llama. Se estaba chamuscando los dedos, pero lo mantuvo all hasta que finalmente empezaron a resbalar unas cuantas gotas de agua. Vamos, vamos, vamos exclamo ansioso. Deprisa aull Matt. Detrs de ellos, una sombra vacilo sobre la pared. Una criatura haba entrado en la caverna. Sus labios parecan curvarse en una extraa mueca, medio gruido, medio sonrisa. No funciona grit Van. Es demasiado lento. Sigue atascado. Estamos perdidos dijo Matt. Otra sombra avanzo hacia el interior y despus otra. Pronto haba toda una fila ante la entrada de la caverna, bloqueando la salida, cercana y aterradora. Un olor nauseabundo inundo el aire. Kane se arrellano en su asiento, sujeto por el correaje, en el vientre del Cl30 y noto la vibracin de los motores por todo su espinazo. Recorri la fila con la vista, mirando a los hombres atados a los asientos abatibles que se alineaban junto a las costillas metlicas del interior del avin. Ni siquiera haban terminado el entrenamiento y no estaban preparados. Como ya haban demostrado aquellos ejercicios de paracaidismo, no actuaban como un equipo. Y eso era lo mas importante en una expedicin de busca y captura tan increblemente extraa como aquella. El teniente Sodder se inclino hacia el y grit mas fuerte que el estruendo de los motores. Era casi como si pudiera leer sus pensamientos. Seor, puedo hacerle una pregunta? A Kane no le gusto el tono de voz del soldado. Se pareca demasiado a un gimoteo. Adelante respondi. Algunos de los hombres se hacen preguntas. Que clase de preguntas? Sobre la misin.

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Como cuales?

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Bueno, seor, es difcil saberlo con exactitud. Pero les parece extrao... Si? Los hombres se preguntan, seor, cual es exactamente la naturaleza de esta misin. Vamos a tratar de capturar algo? No era una mala deduccin. Tampoco era muy difcil, teniendo en cuenta todo el equipo que transportaban a su base de Turqua: redes, jaulas, escopetas de dardos tranquilizantes, todo embalado en cajones especiales sin identificar. Por supuesto, era imposible mantener un secreto en el ejercito. Durante unos segundos, Kane jugueteo con la idea de confiarle al teniente Sodder su secreto. Disfrutara observando el rostro del hombre, las arrugas de incomprensin, incredulidad y finalmente miedo apoderndose de su semblante a medida que comprenda el verdadero significado de la empresa. Teniente, por que dice eso? Vera, seor, llevamos un equipo poco corriente y nos preguntbamos para que sirve. Kane contemporizo. Yo dira que parece una expedicin de caza. Usted no, teniente? Si, seor. Pero eso no es todo. Kane empezaba a irritarse. Que mas, teniente? En cuanto a esas extraas gafas, seor, esos visores nocturnos, o lo que sean, cuando te los pones, a duras penas puedes ver algo. Teniente, crea que llevaba usted el tiempo suficiente en el ejercito para saber que ser informado de lo que necesita saber cuando necesite saberlo. Los ojos de Sodder centellearon por el resentimiento; Kane disfrutaba de lo lindo. Se desabrocho el cinturn, entro en la cabina del piloto y le dio un grit al copiloto, quien saco el plan de vuelo y un mapa con un circulo rojo que indicaba la zona de aterrizaje. Solo unos minutos mas grit el piloto. Kane retrocedi por el vientre del avin c hizo una seal a los hombres. Todos se pusieron en pie y comprobaron sus paracadas. Kane abri la puerta. A sus pies se extendan las ridas llanuras de Turquia. Hizo una sena a Sodder, que se acerc y apoy ambas maos en el marco de la puerta, mientras observaba la bombilla apagada que haba encima. Cuando se encendi, salto y desapareci. Despus salt otro hombre y luego otro. Al poco rato en el avin solo quedaba Kane. Se pregunt que ocurrira si se limitaba a permanecer

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all o esperaba hasta que el avin describiera un circulo para regresar a la base y entonces saltaba sobre los yermos de Turqua. Saboreo la idea de desaparecer para siempre. Entonces se encendi la luz. Con expresin meditativa, aspiro una gran bocanada de aire, tomo impulso y se lanzo al vaci. El viento comprimi sus mejillas. Pudo ver a sus pies la parte superior de los paracadas abiertos como setas en pleno aire. La sensacin de saltar era siempre la misma, una breve punzada de terror y despus el largo descenso. Las criaturas obstruan la entrada. La luz de la hoguera proyectaba sus sombras titilantes sobre las paredes de la caverna, confirindoles un aspecto aun mas amenazador. Van alzo el revolver atascado. Todava pesaba a causa del hielo, y el agua goteaba por el canon. Cuando apunto al jefe, su movimiento no causo ninguna impresin. Fue como si Van sujetara un palo.

Permanezcamos juntos dijo Matt en voz baja. Voy a apagar el fuego. Le ech tierra encima, sumiendo la caverna en la oscuridad, excepto por los rayos de luz de da que entraban por la abertura. Matt cogi su linterna y la encendi. El haz ilumino en el suelo y el efecto fue instantneo. Las criaturas se alejaron atropelladamente del estrech chorro de luz. Incluso el jefe dio un respingo y retrocedi, atemorizado. Matt jugo con el haz, desplazndolo lentamente por el suelo y despus dirigindolo mas lentamente aun hacia aquellos seres, obligndolos a retroceder hacia la entrada de la caverna. Van saco su linterna y la encendi, y un segundo haz ilumino el suelo, entrecruzndose con el primero. Matt empez a gritar, pero antes de que pudiera decir algo mas que <<No!>>, Van apunto con la linterna directamente al pech de la criatura que tenia mas cerca. El ser emiti un agudo chillido y bizqueo, presa del pnico, mirndose el estomago. Hizo un molinete con los brazos mientras se precipitaba hacia atrs y perdi el equilibrio. Los dems se abalanzaron sobre el, chillando tambin. Vmonos dijo Susan en voz alta. Quizs haya otra salida. Rpido, antes de que se levante. En medio de la confusin corrieron hacia el fondo de la caverna, donde encontraron un angosto pasadizo. Se internaron en el a la mxima velocidad que podan, avanzando rpidamente en la penumbra con ayuda de sus linternas. Pronto oyeron a sus espaldas el tumulto de la persecucin. Ya vienen jade Van. El suelo estaba liso y trillado hasta formar un sendero que descenda suavemente. Las paredes se inclinaban hacia dentro por abajo, en ambos lados, formando una especie de embudo. Tenan la sensacin de estar corriendo en direccin al centro de la tierra.

Mas adelante, el tnel se bifurcaba. Matt ilumino rpidamente los dos caminos con su linterna. El de la izquierda pareca menos trillado, as que decidieron seguir por ah. Unos quince metros mas adelante, el tnel describa una curva y volva a bifurcarse. Esta vez eligieron el pasadizo de la derecha, que conduca a una pequea y estrecha cmara con el tech inclinado. Cuando Matt lo ilumino con la linterna, desapareci por un lado, dejando al descubierto un pozo negro. El tech era tan bajo que tenan que encorvarse. El polvo del suelo estaba compactado.

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Tenemos que detenernos y decidir que hacemos dijo Susan. No podemos detenernos replico Van. Hay que seguir. No dijo Matt. Necesitamos recuperar el aliento. Encontraron una oquedad en una pared y se acurrucaron en su interior, en cuclillas, con las linternas apagadas, esforzndose por or a sus perseguidores en la oscuridad. Al principio solo oyeron el sonido de su propia respiracin. Ocultarse hacia que se sintieran aun mas vulnerables; estaban aterrorizados. Escuchen susurr Van. Oyeron un estrpito distante que iba hacindose cada vez mas fuerte. Despus distinguieron, muy cerca, el sordo rumor de unos pies corriendo y varios gritos guturales, intercalados con extraos chillidos agudos. Los ruidos se amortiguaron de nuevo en la otra direccin y durante unos minutos reino el silencio. Matt miro a Susan. Su rostro estaba demacrado. Van tenia los ojos cerrados. Entonces oyeron acercarse mas pies a la carrera, por distintos corredores, a sus espaldas. Los pasos eran peculiarmente largos. Haba un agujero no mayor que una mano, y cuando Matt miro por el vio un tnel y el parpadeo de antorchas encendidas sobre la pared, cada vez mas dbiles, a medida que los sonidos se desvanecan. Pens que deban de ser tres o cuatro. Parecan correr en todas direcciones. Un caos, como en un nido de avispas derribado de un golpe. No sabia que era peor: una caza fra y metdica o esta especie de tumulto con decenas de perseguidores. Antes o despus, uno de ellos se tropezara irremediablemente con nosotros, pens Matt. El silencio reino otra vez durante un largo rato y su respiracin se calmo un poco. Van mantena los ojos firmemente cerrados. En el interior de su escondite, Van estaba libido de miedo y clera. En las comisuras de sus labios se acumulaba la saliva. Lo que haba sospechado de aquellas criaturas durante los ltimos tres aos acababa de confirmarse. Yo tenia razn murmuro. Son unos hijos de puta despiadados. Viste sus ojos mientras mataba a Rudy? Pregunt Susan con un estremecimiento causado por el temor. Ni un parpadeo de vacilacin, ni rastro de una expresin humana. El nico atenuante es que fue rpido dijo Matt. Rudy estaba muerto antes de tocar el suelo. Nunca debimos permitir que salieradijo Susan. Van solt un gruido. Quiz sea el mas afortunado de nosotros. Odio dejar su cadver ah fuera. Que creis que harn con el? pregunt la mujer. No lo se dijo Van. No tiene demasiada importancia...para el, en todo caso.

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Susan sinti de nuevo una oleada de rechazo hacia Van. En plena crisis surga su lado mas siniestro.

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Una cosa es segura dijo Matt. Si nos encuentran, nos mataran tambin a nosotros. Aguzaron el odo de nuevo, intentando captar sonidos de persecucin, pero no oyeron nada. Van carraspeo. Respecto a lo de la linterna... Tena razn, por supuesto. En cuanto le enfoque con el haz y no le hizo dao, perdi su... su magia. En aquel momento no lo pens. Tenemos que pensar en el presente. Como demonios vamos a salir de aqu? Que mas tenemos?pregunt Susan. Mi revolverdijo Van. Es la nica esperanza. Tenemos que descongelarlo como sea dijo Matt. Lo que necesitamos es una hoguera. Pero no podemos intentar encender fuego aquintervino Susan. Ni siquiera uno pequeo. Nos encontraran al instante. No. Tenemos que localizar el suyo. Sabemos que tienen uno en alguna parte, porque llevan antorchas encendidas dijo. Ser mejor que nos pongamos en marcha propuso Van. Aqu estamos demasiado expuestos. Salieron a la caverna. Cuando Matt ilumino con la linterna en todas direcciones, vieron un nuevo tnel, mas pequeo, que presentaba hendiduras y salientes que podan utilizar como escondite. Abri la marcha, utilizando la linterna a intervalos, mientras los dems lo seguan pegndose instintivamente a las paredes. Mas adelante haba una interseccin de dos tneles muy parecidos, solo se distinguan porque uno descenda con una suave pendiente. No tengo ni idea de donde estamos susurro Matt. He perdido el sentido de la orientacin. Susan dio un tirn de su manga y sealo el tnel descendente. Lo siguieron, caminando a tientas en la oscuridad porque no queran que la linterna los delatara. Al cabo de cinco minutos llegaron a otra encrucijada y de nuevo Susan sealo el camino. Tienes alguna idea de adonde vas? pregunt Matt. No respondi ella. Pero tengo la sensacin de que vamos por el camino correcto. Despus de seguir una curva hacia la izquierda y un largo tramo llano, distinguieron un dbil resplandor a lo lejos. Puede ser lo que estamos buscandodijo Susan.

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El tnel describa una curva y ascenda ligeramente antes de volver a descender. Matt encendi la linterna y su haz capt algo al recorrer la pared: una depresin. Dirigi la luz hacia delante y hacia atrs. En la pared haba nichos excavados, coronados por negras manchas de holln. Increble! dijo. Para las antorchas. Hemos encontrado una especie de corredor principal. Probablemente esta maldita caverna sea su hogardijo Van. Nos hemos metido de lleno en su puta casa. El resplandor se hizo mas intenso, y oyeron el crepitar de una hoguera y vieron el reflejo titilante de las llamas sobre la piedra marrn de las paredes. Matt se mantuvo pegado a la roca y atisbo lentamente desde la entrada. Era otra caverna, no mayor que un stano, con un agujero en el tech que se perda en la oscuridad. En el centro, una gran hoguera crepitaba y chisporroteaba, desprendiendo oleadas de calor dignas de un alto horno. A lo largo de la pared se amontonaba un amasijo de lea. La caverna del fuego estaba desierta, pero otros dos pasadizos que desembocaban en ella la hacan vulnerable a la sorpresa. Se encontraban a todas luces en un rea central, y una de las criaturas poda aparecer por las negras aberturas en cualquier momento. Pero no tenan eleccin si queran aprovechar el fuego. Al entrar Matt tuvo la sensacin de que se estrellaba contra un muro de calor. Con un gesto indico a los dems que lo siguieran. Deprisamusito con voz ronca. Van corri hasta el montn de lea. Arranco un palo, descargo el revolver, introdujo un extremo de la rama por la guarda del gatillo y lo sostuvo a un palmo de las llamas. I a sombra de su cuerpo, que se proyectaba contra la pared, a sus espaldas, creca y menguaba alternativamente, exagerando sus movimientos. Van pareca haber recuperado en parte su sangre fra. Quizs el hecho de tener algo en que ocuparse le hacia revivir. Supongo que este lugar no seguir vaco mucho tiempo dijo. El fuego es demasiado importante para ellos. Alguien tiene que alimentarlo continuamente. Susan montaba guardia junto a un punto central desde donde poda vigilar la entrada de dos tneles, mientras Matt paseaba nerviosamente de arriba abajo. No logro entenderlo dijo. Que? pregunt Van. Que matara a Rudy as. Matas cuando estas asustado, verdad? Por lo menos los seres humanos lo hacemos. De que tenan que asustarse ellos? De nosotros respondi Susan. Pero el no los amenazabaobserv Matt. Lo superaban en numero claramente. Lo tenan a su merced. Y que? pregunt Van.

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Que no tiene sentido, a menos que todo su sistema de motivaciones funcione de un modo diferente. Matan por el placer de matar, o bien porque no significa nada para ellos. Tal vez no tengan el concepto de la muerte intervino Susan. O tal vez la glorifican, convirtindola en un culto. Recuerda tu propia investigacin: los neandertales coman cerebros. Era la primera vez que uno de ellos se refera a las criaturas con ese nombre. No estoy segura de que en realidad sean tan diferentes de nosotros dijo Susan. Mataron a Rudy porque les daba miedo. Y nosotros tambin los asustamos. Pero aun as, es una locura. Si alguna cosa te da miedo, te alejas de ella. Si temen el mundo exterior, por que construyen un puente que los comunique con el? Es posible que lo necesiten dijo Van. Para comerciar. Comerciar? Pero entonces, por que matan a los primeros comerciantes que ven? A lo mejor no somos los primeros dijo Susan. Y quiz tienen algn otro motivo que los expulsa de sus montaas. Algo nuevo, algo relacionado con la brutalidad que acabamos de ver. Es una posibilidad dijo Matt, poco convencido. Pero eso no encaja con lo que explicaba Kellicut. Las criaturas sobre las que el escribi eran aparentemente pacificas, casi amistosas. Estos son simios homicidas. No cuadra. Tal vez ese gran doctor no era un observador tan perspicaz, despus de todo dijo Van hablando por encima del hombro sin apartar el revolver del fuego. Les dir algo: no voy a permitir que ninguno de esos cabrones se acerquen a mi. As de claro. Susan lo fulmino con la mirada. Sus ojos fros y hmedos, su rostro sin afeitar, su postura encorvada, de rodillas junto al fuego, embutido en su anorak y sudando como un loco, le conferan el aspecto de una bestia. Matt intervino. Cuanto tiempo va a tardar ese maldito cacharro en descongelarse? Ya casi esta. Apenas gotea. Visteis sus raquetas de nieve? pregunt Susan. Sidijo Matt. Eran muy primitivas, un manojo de palos atados, pero resultaban eficaces. Esos tipos probablemente eran los cazadores. Parecan mejor equipados de lo que creamos. Sin embargo no estar tan avanzados. Creo que uno de ellos llevaba una lanza. Vi cuando se quedaron inmviles dentro de la caverna. Por la mayora solo llevaba porras. Si son cazadores dijo Matt, probablemente haya muchos otros por aqu, encargados de cocinar, de mantener el fuego encendido, de curtir las pieles y todo eso. Si esto es su guarida, lo mas lgico es que estn todos por aqu cerca. A menos que sea algn tipo de destacamento.

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No es un destacamento asevero Susan con firmeza. Esas pinturas, los tneles, esto aadi sealando la hoguera, todo apunta en la misma direccin: este es su hogar. Matt empez a decir algo, pero se detuvo al or un chasquido a sus espaldas. Van haba apartado el revolver del fuego y estaba haciendo rodar el tambor. La empuadura estaba caliente, por lo que haba encogido el brazo dentro de la manga y utilizaba el puno del anorak para sostenerlo. Lo prob oprimiendo el gatillo. Clic. Despus lo dejo en el suelo, saco las balas de su bolsillo, escupi en el tambor para enfriarlo y las introdujo una por una en las recmaras, quemndose los dedos. Saco de su mochila una caja de municin y se la guardo en el bolsillo. Ya vuelve a funcionar dijo sonriendo como un poseso. Justo a tiempo comento Susan. Alguien viene hacia aqu. Haba acercado la oreja a la entrada de un tnel y lo sealaba; todos pudieron or unas fuertes pisadas que resonaban avanzando hacia ellos. Iban corriendo, y su apresuramiento dio pie a una idea inquietante: de algn modo saben donde estamos, pens Susan. No estn solo buscndonos, nos estn rodeando. Matt ech una ojeada hacia los dems tneles y habl en voz baja. De acuerdo. Escojamos uno. Tenemos todas las posibilidades de cagarla. Este parece mas ampliodijo Susan. Quiz deberamos tomarlo. No nos conviene estar perdidos aqu abajo para siempre, y ahora tenemos el revolver. Matt miro a Van. Has disparado alguna vez esa cosa? Van gru por toda respuesta. Se internaron por el tnel que Susan haba elegido y que resulto ser mas ancho que los que les haban conducido hasta aquel punto. Notaron una ligera brisa y oyeron una cacofona de ruidos confusos y sin una procedencia clara, como el sordo bullicio de una ciudad. La ambigedad del sonido era inquietante y se agruparon instintivamente, sin apartarse de una de las paredes. Cada pocos segundos, Matt encenda la linterna el tiempo suficiente para que vieran por donde caminaban. De pronto, elevndose por encima del rumor, oyeron claramente nuevos sonidos, cada vez mas prximos, producidos por las criaturas al acercarse gruidos, pisadas, roces, y aunque aguzaron el odo en ambas direcciones, les resulto imposible determinar de donde venan. Empezaron a correr sin estar seguros aun de si se alejaban precipitadamente de los ruidos o si se precipitaban hacia ellos a toda velocidad. Entonces se aclaro la duda: los pasos se oan delante. Matt se arriesgo a utilizar la luz y enfoco ante el durante un segundo. El trozo de pared iluminada presentaba una zona oscura a un lado, una rendija de medio metro de ancho que conduca a un callejn sin salida, no mayor que un armario ropero. Bastara para ocultarse. Corrieron hasta el y se apretujaron en su interior uno por uno; Van fue el ultimo, y esperaron con el corazn desbocado. Van alzo el revolver y lo sostuvo apuntando hacia la entrada. Cierren los ojos ordeno bruscamente.

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Te has vuelto loco? susurro Matt. Habl en serio. No hagan preguntas. Solo cierren los ojos. El ya los haba cerrado. Matt miro a Susan, que tambin haba hecho lo propio. Segundos despus, los pasos aumentaron de volumen, y a medida que se aproximaban las antorchas, la pared que se ergua frente a su escondite se tino con un resplandor anaranjado cada vez mas intenso. Matt cerr los ojos, pero percibi las llamas a travs de los parpados entornados y noto el calor a escasos metros de distancia. Poco a poco, la luz y el ruido empezaron a alejarse, y Matt se dio cuenta por primera vez de que poda olerlos; era un acre olor a grasa animal y secreciones humanas que invadi sus fosas nasales y le produjo una arcada. Enseguida, la confusin de movimiento, colores y sombras se desvaneci, el ruido ceso y todo volvi a quedar en silencio y a oscuras. Matt se ech a temblar. Van dejo escapar el aire de sus pulmones ruidosamente y Susan solt un pequeo suspiro. Demasiado cerca dijo. A que venia eso de cerrar los ojos? pregunt Matt. Despus dijo Van. Primero ser mejor que encontremos una manera de salir de aqu, antes de que lleguen mas. Salieron trabajosamente uno por uno y emprendieron la huida por el tnel, en busca de una salida. Quince metros mas adelante llegaron a una desviacin que se abra en un lado. La siguieron y entraron en una gigantesca bveda decorada con pinturas. La parte superior de las paredes estaba cubierta de cenefas azules y negras, y la parte inferior estaba decorada con grciles figuras y volutas. El tech abovedado, muy alto, estaba erizado de estalactitas que apuntaban hacia el suelo como puales, con la punta impregnada en pinturas del color de la sangre. Las estalagmitas se elevaban del suelo como conos a lo largo de las paredes de la bveda y estaban ribeteadas de tiras de cuero y cuentas. Se perciba un intenso olor a animal. En el centro, extendidas en el suelo, haba pieles de animales, cerca de un montn de huesos. Que es esto? pregunt Susan con voz temblorosa. Algn tipo de santuario dijo Matt impresionado. Las pieles estaban cuidadosamente distribuidas formando un semicrculo, como si se utilizaran para la oracin o la meditacin. Matt se volvi y enfoco la linterna sobre la superficie de la pared hacia la que miraban las pieles. Lo que vio lo dejo sin aliento, y oy que Van silbaba suavemente. El haz iluminaba un retablo de vivos colores que ocupaba toda la pared de lado a lado, un enorme rectngulo con figuras realistas meticulosamente pintadas en paneles. Estos parecan representar un relato, como los pergaminos etopes, y los colores se superponan en mltiples capas, como si hubieran sido pintados y repintados durante generaciones. Lo contemplaron un buen rato antes de hablar. Las figuras estaban bellamente representadas. Era evidente que se trataba de guerreros, armados con porras y otras armas y divididos en dos bandos enfrentados. Unos tenan la frente abultada y el aspecto achaparrado de los neandertales. Los otros combatientes eran mas altos y flacos, con el mentn prominente y el crneo estrech: Homo sapiens. Matt trazo un circulo con el haz de luz, absorto en la artesana, el talento artstico que se adivinaba

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tras las lneas y los colores, intentando descifrar el relato: la saga de alguna clase de batalla. Si, eso era. Las dos subespecies estaban en guerra, un conflicto primordial de alguna clase. Pero por que le resultaban tan extraamente familiares? De repente lo comprendi. Susan, sabes que es esto? Si respondi ella, que se haba dado cuenta de que se trataba casi al mismo tiempo. Su voz son sofocada por la sorpresa. El enigma de Khodzant. Y fjate, esta completo. No le falta ni un fragmento. Probablemente es el original. Que diablos esta haciendo aqu? No haban advertido que Van se haba alejado furtivamente, internndose por otro pasadizo que se habra en una pared. Mientras ellos se interrogaban sobre el retablo, tratando de averiguar la conclusin de su mensaje, el grit los interrumpi: Eh, vengan aqu! Deprisa! Doblaron la esquina a la carrera. Matt se tranquilizo al ver que Van no estaba en apuros. Era la admiracin, no el miedo, lo que haba provocado su grit. Contemplaba, lleno de asombro, el principio de una vasta caverna, el cubil mas intimo de aquellas criaturas que los perseguan. Pareca desierto, pero por todas partes haba signos de ocupacin. El humo de tres pequeas hogueras se elevaba en volutas y desapareca en la brumosa oscuridad del tech. Las paredes estaban chamuscadas en todo el recinto con manchas negras que llegaban a gran altura sobre la roca como el holln de una chimenea. Aquello eran fogones, concluyo Matt, que seguramente utilizaban para cocinar y curtir pieles. Sus ojos buscaron cualquier indicio de movimiento de una manera instintiva. No lo encontr, pero un sexto sentido le aseguraba que la caverna haba estado abarrotada de criaturas apenas unos minutos atrs, y que podan regresar en cualquier momento. A base de fuerza de voluntad, Matt se calmo y empez a buscar detalles a conciencia. Cada rincn y cada hendidura estaban repletos de pieles de animales. Las haba en los salientes y cornisas, en el suelo de roca, amontonadas en las esquinas: pieles de oso pardo, bfalo lanudo, ciervos y alces, liebres gigantes, marmotas, antlopes monteses y otros que no pudo identificar. Observ que estaban colocadas en grupos. Parece como si estuvieran divididos en unidades familiares dijo Susan. Alrededor de sus pies haba huesos esparcidos. Fjate en eso aadi sealando unos amontonados a un lado. Conservaban pedazos de carne y cartlago, trozos de animales irreconocibles, medio podridos y aun goteando sangre. Ahora sabemos con toda seguridad que son carnvoros. Cerca de otra pared haba un montn de armas y Susan se inclino para examinarlas. Haba leznas, hachas, lanzas y varias herramientas para cortar y triturar. Alrededor de un pedrusco aplanado que poda servir de yunque se vean esquirlas de piedra. Fascinante, pens Susan, una pequea fabrica de herramientas. Para unos homnidos primitivos era muy avanzado preparar de aquel modo el ncleo de la piedra antes de laminarla; la tcnica de levalloisiense, record. Haba otros instrumentos de cuarenta o cincuenta centmetros de longitud que jams haba visto. Encontr un pequeo corral, una oquedad natural de la roca que se haba cercado con un semicrculo de piedras y forrado COII pieles de animales. Reflexiono un buen rato antes de conseguir determinar su funcin.

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Aqu viven varias familias, no cabe la menor duda. Fjate en eso.

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Admirado de ver que la curiosidad de Susan superaba su miedo, Matt se acerc y aguzo la vista, advirtiendo al instante el fuerte y desagradable hedor de las pieles radas y el penetrante olor de la orina. Es un parque infantil dijo ella. O mejor un foso, en realidad, pero tiene la misma funcin. Dejas ah a los nios y ya puedes bajarte de los zapatos y guisar un poco de mamut lanudo. Investigaron un rato mas. Sobre una cornisa se alineaban varias armas con la punta cubierta de sangre. Matt cogi una y la olfateo. El olor era tenue e indescriptible. Volvi a dejarla en el mismo sitio. Si esto es su hogardijo, adonde han ido todos? Parece que estuvieran aqu hace apenas un minuto. Quiz los hemos asustado. Habrn dado algn tipo de alarma general y habrn evacuado a las mujeres y los nios para protegerlos. Es posible que sepan que estamos aqu. Podran estar observndonos o preparando alguna clase de trampa. Van estaba nervioso. Se haba situado en el centro de la caverna y les hacia senas con una mano para que se acercaran, mirando hacia arriba con ojos desorbitados. Se colocaron uno a cada lado de Van y levantaron la vista. Sobre la pared de roca, elevndose hacia la cpula de la caverna, se alzaba un enorme icono tallado en un promontorio irregular: una especie de estatua recubierta de mechones de pelo blanco y negro. Pareca algn tipo de animal, quiz medio homnido, medio oso. Tenia el hocico estrech de un oso de las cavernas v relucientes colmillos; por encima del morro, un par de minsculos ojos les observaban maliciosamente desde sus cuencas hundidas. A la escasa luz que llegaba a aquella altura creyeron detectar una frente abombada y, encima, mechones de pelo negro que colgaban y se fundan en una alfombra confeccionada con pieles de oso, de unos seis metros por cada lado. La aparicin recordaba a una gigantesca estatuilla de vudu, con el arte y la crueldad suficientes para sugerir una mezcla de esplendor y horror. Debe de ser su deidad, el busto de un dios zoomorfico dijo Susan. Fjate, transmite una sensacin de... de odio. Quienquiera, o lo que fuera, que creara a este engendro es malvado, pura y simplemente malvado. Es un dios pagano del mal y la muerte. Esto es un santuario, de acuerdo concedi Matt. Observ las manchas rojas incrustadas en las rocas de los alrededores y coloco un madero erguido justo debajo de la estatua. No me sorprendera que celebrasen sacrificios aqu mismo. No tardaron mucho en descubrir los crneos. Estaban junto a la pared, a un lado del icono, en un rincn oscuro y discreto. El haz de la linterna de Matt los recorri lentamente, iluminndolos uno por uno como pavorosas mascaras colgadas en la pared de una galera de arte. Eran claramente crneos humanos, con la ancha frente reluciente y los maxilares alargados. Uno estaba ligeramente ladeado, lo que les permiti descubrir un revelador orificio en la base de la espalda, justo por encima de la espina dorsal. El cerebro haba sido extrado. Matt! Exclam Susan. Son devoradores de cerebros!

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La luz de Matt sigui su recorrido y vieron otra cosa que les hizo contener el aliento. En una punta haba una cabeza nueva, el trofeo mas reciente. Haba sido arrancada brutalmente y de la mejilla colgaban jirones de arterias y huesos ennegrecidos. Estaba casi irreconocible porque le haban arrancado demasiada carne, pero no caba duda de que se trataba de Sharafidin. Matt sinti nauseas. Susan sufri una violenta arcada. Van permaneci en silencio. Bueno, ahora ya lo sabemos dijo Matt al cabo de un minuto. No podemos dejarla ahsuplico Susan. Tenemos que hacer algo. Esta loca? replico bruscamente Van. No es el momento ni el lugar apropiado para celebrar un funeral. Ser mejor que nos larguemos o acabaremos as. No era difcil interpretar la envergadura de su miedo, porque temblaba ostensiblemente. Del extremo opuesto de la caverna llego un ruido parecido al de una roca al rodar por el suelo. Matt noto que Susan le apretaba el brazo y apago la luz, pero era demasiado tarde. De pronto, un agudo chillido retumbo en la caverna, un grit distinto de cualquier cosa que ninguno de ellos hubiera odo jams, penetrante y lastimero. Sonaba como si un juego de cuerdas vocales humanas se hubiera tensado al mximo y soltado de pronto como un instrumento. Reson por toda la caverna y de punta a punta de los pasadizos laterales. Al otro lado de la caverna, sobre una alta cornisa que no haban advertido hasta entonces, una figura en penumbra, de pequea estatura, los escrutaba desde arriba. Un nio, pens Susan. Entonces volvi a gritar. Se abalanzaron hacia el pasadizo mas prximo, remontando la pendiente de roca como propulsados por una hlice, sin detenerse a elegir una va de escape. Oyeron el tropel de sus propios pasos rebotando en las paredes, pero inmediatamente sonaron otros pasos que no eran suyos. Les pareci que el ruido venia de atrs, pero no estaban seguros. Apretaron el paso sin resuello por la altitud y con una sensacin de mareo por la rancia atmsfera de las cuevas. No puedo seguir mucho mas logro articular Van entre jadeos. Haba empezado a trastabillar de vez en cuando y sus brazos se balanceaban junto a sus costados como colgajos intiles. No te detengas ahora, por el amor de Dios grit Matt. Pero el rostro de Van estaba demacrado, exange. No durara mucho mas, pens Matt, y es el quien tiene el revolver. El pasadizo llego bruscamente a su fin y se encontraron en una oscura garganta. Matt enfoco la linterna ante ellos. Haba un puente de piedra que cruzaba un barranco. Era imposible saber cuanto resistira. Es nuestra nica esperanza dijo. Tenemos que pasar de uno en uno. Van, todava sin aliento, asinti con la cabeza. Si lo cruzamos, no podrn atacarnos todos a la vez. Si intentan atravesar el puente, les

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tenderemos una emboscada. Blandi el revolver y lo sostuvo en alto, ladeado.

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Susan cruzo la primera. No miro hacia abajo y se demoro todo lo necesario para asegurarse de no perder pie. A mitad de camino, en equilibrio sobre la fosa en penumbra, oy que los pasos sonaban cada vez mas fuertes. Se apresuro y llego al otro lado sana y salva. Despus cruzo Van y finalmente Matt. Se acurrucaron tras la entrada de un pasadizo que arrancaba al otro lado del puente y esperaron. Pronto, con un clamor, las criaturas llegaron atropelladamente a la garganta. Vieron a los tres seres humanos al otro lado de la divisoria y, al instante, se quedaron inmviles y el ruido se extingui. A tan escasa distancia, su aspecto era verdaderamente horrible. Su pelo rooso caa sobre sus hombros sudorosos, recubiertos de costras de suciedad. Bizqueaban ligeramente y enseaban los dientes, que no incluan caninos. La mayora de ellos llevaba porras. Algunos tenan unas armas largas y estrechas, parecidas a estiletes. Empezaron a dar saltitos sin moverse del sitio, flexionando ligeramente las rodillas y gruendo de excitacin. Uno dio un paso al frente, en direccin al puente. Empez a cruzarlo sin titubear, avanzando con cautela pero tambin con paso firme. Otro se coloco detrs de el. Al llegar a la mitad, el primero se detuvo un momento, desconcertado. Los miraba fijamente. Por que no huan corriendo? Que era aquel objeto que empuaba uno de ellos? Van alzo el revolver y apunto al pech de la criatura. Su mano temblaba. Ahora! Grit Matt. Adelante, hazlo! Su voz reson por toda la garganta. Las criaturas menearon bruscamente la cabeza en varias direcciones y lo miraron sin apartar la vista; el que estaba en el puente se detuvo una vez mas y se irgui, ofreciendo un blanco perfecto. Tampoco entonces disparo Van. Que demonios estas esperando? aull Matt. Van estaba demasiado paralizado para disparar. Dmelo si no puedes hacerlo! Pero entonces oy la detonacin junto a su odo y vio la sacudida de la mueca de Van al ser proyectada hacia arriba y hacia atrs. La criatura que se ergua en el centro del puente pareci sorprenderse del agujero que apareci en el centro de su pech, del que empez a manar sangre. Matt miro a las dems; se haban encogido al or el fuerte ruido, y parecan aturdidos e incluso asustados. El del puente se toco el pech, confundido, pero justo en aquel instante, el eco de la explosin llego hasta ellos con un gran estruendo a travs del barranco y se alejo retumbando en otra direccin. Pareci aumentar de volumen hasta que se oy un crujido, un desplome, otro sonido mas grave, y empezaron a caer rocas. El ruido se prolongo hasta convertirse en un temblor similar al de un terremoto, y a medida que caan las rocas, la garganta se lleno de polvo, entorpeciendo la visin. Desprendimiento! grit Susan, mientras caan hacia atrs. En aquel momento, la tierra pareci desmoronarse por encima de sus cabezas y, con un ruido ensordecedor, se desplomo sobre ellos un peso implacable, tan deprisa que no tuvieron tiempo de sentir el dolor. Matt se precipito por una espiral descendente hacia la oscuridad y la nada. Se despert sin conciencia de haber estado sin sentido. Lo primero que noto fue un peso sobre

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sus piernas y una especie de entumecimiento. Estaba tendido, a oscuras. Apenas poda respirar debido al polvo. No sabia donde se encontraba ni que haba sucedido. Fue recordndolo todo progresivamente: las pinturas de la pared de la cueva, el momento en que vio a las criaturas en la nieve, la muerte de Rudy, la persecucin, la caverna, el disparo. Intento mover las piernas y descubri que no poda. Se las habra aplastado el derrumbamiento? Era as como se sentira si no tuviera piernas? Se toco los bolsillos por fuera con las palmas de las maos. Percibi el contorno de una navaja y una caja de cerillas. Recordaba que las cerillas eran de Rudy; se las haba dado justo antes de abandonar la caverna. Cuando las saco y encendi una, broto un fogonazo cegador, que disminuyo hasta convertirse en un halo. Matt miro a su alrededor. Vio como sus piernas desaparecan bajo una pared de rocas y tierra que llegaba hasta el tech con una pronunciada pendiente. Despus vio sangre en su brazo izquierdo. A travs del polvo pudo distinguir una figura tumbada junto a el. Era Susan, hecha un ovillo e inmvil. Matt no pudo ver si respiraba o no. Empez la larga tarea de liberarse. Era agotador hacerlo de espaldas y a oscuras. Tanteo el suelo, incorporndose con tanto esfuerzo que sus msculos abdominales se contrajeron en un doloroso espasmo. Empujo la tierra hasta formar un respaldo detrs de el, utilizando las maos como palas. Sus dedos empezaron a sangrar. Aparto grandes rocas y las arrojo a un lado. El avance era lento porque, en cuanto vaciaba una cavidad, rodaban mas piedras y tierra por la pendiente y la rellenaban. Palpo un objeto metlico. Su corazn dio un vuelco: era la linterna. Contuvo el aliento, rezando mientras la encenda. No funcionaba. La arrojo a un lado y sigui cavando. Al cabo de meda hora haba dejado al descubierto las piernas y solo le quedaban enterrados los pies. Tendido de espaldas y presionando el suelo con los puos consigui liberarse a pulso de la avalancha de rocas. Descubri que poda mover una pierna; la otra estaba retorcida de lado. Susan se movi y empez a hablar consigo misma en voz baja y montona. Matt encendi otra cerilla. Se arrastro hasta ella y le acarici la mejilla. Susan abri los ojos, pero enseguida volvi a cerrarlos y movi una mano para rascarse el brazo. Matt noto algo hmedo detrs de la cabeza de la mujer, un charco de algo pegajoso que se mezclaba con su cabello, y supo que era sangre. Intento ponerse en pie y lo consigui a duras penas, apoyando su peso en la pierna sana y extendiendo los brazos para sostenerse en la pared de la caverna. Tiro de Susan para incorporarla. Consigui que se levantara, aunque sus ojos seguan cerrados. Matt encendi otra cerilla y miro hacia atrs. El desprendimiento haba obstruido el pasadizo con tierra hmeda y oscura, sin destruir las paredes, como si una excavadora hubiera apilado toneladas de rocas y cascotes ante el estrech tnel. No haba ni rastro de Van o del revolver. Despus de todo es una manera de terminar repentina y definitiva, pens Matt. Muerte y entierro al mismo tiempo. Se llevo la mano a la mochila, que no haba perdido, y sinti un dolor en el hombro que no haba notado hasta aquel momento. Recorrieron el pasadizo dando traspis y respirando el polvo que empezaba a depositarse. Susan pareca estar en coma. Hablaba en voz alta, pero Matt solo distingua algunas palabras aisladas. Trato de conversar con ella. Cuando lo hacia, Susan guardaba silencio, pero el segua sin saber si poda orle, aunque no mostraba ningn indicio de que as fuera. Doblaron una esquina a tientas y Matt encendi la ultima cerilla. Ante ellos se extenda un tramo recto. Forzando la vista, Matt vio un rayo de luz que traspasaba el tnel como la hoja de una espada. Dejo a Susan en el suelo con suavidad, avanzo cojeando, se arrodillovolvi a notar el dolor en el hombroy acerc su rostro al agujero. El aire fro abofeteo su rostro, invadi sus pulmones y pareci difundirse por sus miembros como una inyeccin de whisky. Bebi de el vidamente.

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Ensancho el agujero desprendiendo la tierra y echndola hacia dentro y hacia un lado. Fue sorprendentemente rpido y pronto pudo asomar la cabeza y despus la parte superior del tronco por la abertura. En el exterior, la nieve se amontonaba en ventisqueros; hacia fro y reinaba el silencio. El sol brillaba con una luz tan cegadora que apenas le permita ver. Regreso en busca de Susan y tuvo que empujarla desde atrs para que pasara por el agujero, pero no se despert. Haba una gruesa capa de nieve, pero se haba endurecido, de modo que las piernas de Susan solo se hundieron en parte. Matt quera alejarse todo lo posible de la caverna, por lo que intento ponerse en pie y tirar de ella, pero no lo consigui. Tras unos pocos pasos, la fatiga y el dolor lo desbordaron. Cayo al suelo y su mente empez a divagar. Ahora notaba el viento y se dejo transportar. Rode a Susan con sus brazos y le protegi la cabeza debajo de su mentn. Encajaba perfectamente. Por fin somos una sola persona, pens vagamente, mecido por el suave viento. All sentado, inmvil, sinti que el fro se apoderaba de su cuerpo. Empez por la periferia y avanzo hacia el centro. Notaba sus miembros cada vez mas pesados y sus sentidos mas embotados. Record las luces encendidas en las lejanas habitaciones de una mansin. Abrazo a Susan con mas fuerza y se arrellano en la nieve; le pareci extraamente calida. El sol le daba en los parpados y proyectaba en la pantalla que se extenda ante el una deslumbrante lluvia de meteoritos y estrellas fugaces. Se sinti arrastrado hacia el llameante vrtice, el alba de la creacin. Permanecieron all, inmviles como estatuas, hasta que la nieve se amonton a su alrededor. Mas tarde, cuando llegaron las nubes y trataron de apoderarse del sol, unas toscas figuras se acercaron y varios pares de largos brazos peludos se extendieron para levantarlos y extraerlos de la nieve.

Kane inclino la cafetera y la sostuvo por arriba con la palma de la mano extendida para verter los posos del caf de nfima calidad en una jarra decorada con una esquemtica cara amarilla sonriente. Haba llegado la noche anterior en un helicptero que lo recogi en la seccin de VlPs del aeropuerto de Dushanbe, tras cumplir apresuradamente las formalidades arrastrado por un grupo de excitados funcionarios tadzhik que no hablaban ni una palabra de ingles. Iba vestido de civil a fin de que su llegada pasase lo mas desapercibida posible. Despus permaneci dos horas en el helicptero que sobrevolaba la tierra yerma y los matorrales iluminando su camino como un faro volador. Finalmente tomaron tierra en un astroso claro a las afueras de Murgab, un gris poblado tadzhik instalado al pie del Pamir. El polvo que levantaron las aspas del helicptero cubri la frente y las mejillas de Kane, formando unos crculos alrededor de sus ojos que le conferan el aspecto ojeroso de un mapache. Lo recibi el oficial del servicio de noche, un tipo llamado Grady, que vesta un traje de faena arrugado y que le estrech la mano mecnicamente y bostezo. Nadie haba requerido a Kane en ningn momento que mostrase identificacin alguna, lo cual resultaba extrao en una operacin de tan alto secreto. Cuando llegaron al barracn, Grady sealo vagamente las filas de literas dobles. Elija la que quiera. Todas son iguales de incomodas dijo, y desapareci por una puerta. Kane dejo su petate en el suelo. Del extremo de la habitacin en penumbra le llegaron varios ronquidos. Un televisor y un aparato de video descansaban en el centro de una mesa, junto a una pila desigual de cintas, revistas pornogrficas y botellas de CocaCola vacas, algunas con colillas de cigarrillo empapadas en el interior. Cerca haba dos frascos de aspirinas casi vacos. I as paredes, cuya pintura se estaba desconchando, rezumaban aburrimiento.

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No caba la menor duda, el lugar era un basurero. Kane record las viejas fotografas que haba visto de Los lamos, los barracones de madera en la cima de una meseta del desierto donde las mentes cientficas mas grandes del siglo se haban reunido para crear su satnica maquina de destruccin: la torre del deposito de agua partida, las calles cubiertas de barro, el gimnasio de aspecto cochambroso y la minscula casa de una sola planta donde se ensamblo la bomba. Es curioso como los acontecimientos mas significativos de una poca se producan siempre en los escenarios mas ruinosos. Abri la puerta trasera y recorri un pasillo en direccin al dbil resplandor que se vea al fondo. Encontr a Grady en una habitacin lateral, con los pies en alto y un libro de bolsillo apoyado sobre su regazo. En la pared que tenia enfrente haba una hilera de monitores encendidos. Dos estaban en blanco, pero tres reciban imgenes. Una pantalla mostraba una pared desnuda y un lavamanos; no se vea nada mas. Las otras dos mostraban desde distintos ngulos una confusa silueta acurrucada sobre un camastro. Era difcil identificarla, y en cualquier caso estaba inmvil, indudablemente dormida. Es el?pregunt Kane. Si. La Bella Durmiente. Kane se fijo en las cifras digitales que brillaban en la esquina inferior de la pantalla. Estis grabando? Si. Nos han ordenado que lo hagamos. Veinticuatro horas al da, siete das a la semana. EI sonido tambin? Si, pero bajamos el volumen. De lo contrario, nos vuelve locos. Grady se inclino e hizo girar un dial. Por un altavoz del tech se oy un extrao y pausado sonido ronco. Kane tardo unos instantes en comprender que era una respiracin. Consulto su reloj de pulsera y la cronometro con el segundero. Grady se qued mirndolo y luego volvi a bajar el volumen. Mas tarde, tumbado en una litera de abajo, Kane se quito el reloj y trato de imitar la respiracin: le resulto difcil, porque las pausas entre las espiraciones eran anormalmente largas. Despus le costo dormirse por culpa de los ronquidos procedentes del otro extremo de la habitacin. Por la maana, durante un desayuno de huevos revueltos en polvo, Kane conoci a los otros seis inquilinos de los barracones, todos norteamericanos, taciturnos y del tipo militar impenetrable, como el mismo. Eran como los carceleros de cualquier otro lugar. Antes de salir de Turqua le haban informado a conciencia, pero segua sin considerarse preparado para lo que estaba a punto de presenciar. Oa hablar de la operacin Aquiles desde hacia cierto tiempo no se llegaba a su nivel sin haber desarrollado una red de informacin interior propia que pudiera tener un valor estratgico en el futuro, y haba recibido soplos y presiones suficientes por parte de Eagleton y de otros para haber adquirido una nocin bastante cabal de lo que estaba ocurriendo. Pero segua resultndole difcil crerselo realmente hasta hacia pocos minutos, cuando recibi el expediente. Lo haban conducido a una pequea oficina sin ventanas y lo vio ante el, en el centro de un escritorio; era el nico documento a la vista. La puerta se cerr y Kane se qued solo. En el alfeizar de la ventana haba un frasco grande de aspirinas, el tercero que vea. Lentamente, como si estuviera abriendo una posible carta bomba, levant la solapa del grueso sobre recubierto de

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CLASIFICADO AL NIVEL 5 (el mas alto) INTELIGENCIA MILITAR EE.UU. Saco un fajo de documentos de tres centmetros de grosor y ley con dificultad los preliminares, escritos en una prosa, contra lo que caba esperar, poco militar, probablemente obra de un cientfico. Despus ley los prrafos pertinentes del informe. El sujeto fue hallado junto a un sendero, en una zona montaosa, cuya localizacin exacta nos es desconocida. Estaba tumbado boca abajo, aparentemente enfermo o herido, cuando fue descubierto por dos pastores. Su aspecto los sorprendi inmediatamente y al principio lo dejaron all, pero regresaron, lo subieron a un carro y lo llevaron al poblado de Djibaillot, Tadzhikistan, donde fue encerrado en un cobertizo para animales. Cuando su estado empeoro fue trasladado al dispensario mas prximo, cuyo medico se neg a proporcionarle tratamiento. Sin embargo, se le permiti quedarse en el dispensario y su existencia llego a odos del cnsul norteamericano, quien sigui los protocolos de notificacin de conformidad prescritos con DATACOM. El sujeto fue trasladado a un nuevo alojamiento en Murgab, confinado en aislamiento y bajo vigilancia estricta. Con el tiempo, el estado del sujeto mejoro progresivamente, hasta el punto de recuperar la conciencia y empezar a comer, aunque el suministro de alimentos sigue siendo un problema. Su estado mental es en ocasiones agitado y da la impresin de rechazar el encierro. Ha habido que restringir sus movimientos. Cada vez resulta mas difcil examinarlo y hacerle pruebas, aunque no es imposible. Pero ya se han introducido variantes sustanciales en la zona experimental. De hecho, no se haba observado jams nada parecido a las reacciones del sujeto en ningn experimento con seres humanos.

Con seres humanos. Kane tomo nota mentalmente de que la primera indicacin de que <<el sujeto>> representaba algo tan absolutamente ajeno al reino de lo ordinario, descrito con una indiferencia sumamente prosaica, era nada menos que el descubrimiento cientfico mas asombroso del mundo. Ojeo rpidamente el resto de la documentacin. Haba informes mdicos, manuscritos a estilogrfica con letra muy inclinada. Presin arterial, electroencefalogramas, ecografas y anlisis de ADN. Al lado de algunos parmetros fsicos haba signos de interrogacin. Al parecer, la exploracin se haba realizado mientras <<el sujeto>> estaba inconsciente. Un asterisco lo explicaba: no <<cooperaba>> y a la vista de un estetoscopio u otro instrumento sufra un repentino ataque de furia o miedo o una combinacin de ambos. A continuacin haba varias paginas de anotaciones, aparentemente sobre estudios de percepcin: fotografas en blanco y negro y color de bloques, tringulos, crculos, cuadrados, naipes, tarjetas postales e imgenes de fotogramas de videos. Kane estaba intentando descodificar la terminologa cuando la puerta se abri y entro un hombre bajo y algo calvo, con la mano ya extendida para estrechar la suya: un manojo de nervios electrizados con bata blanca y la punta de una estilogrfica sobresaliendo de un bolsillo. Soy Resnick. Bienvenido a nuestro pequeo escondite. Kane solt un gruido. No le apeteca ser educado. Resnick abordo el asunto en cuestin. Estaba preocupado, dijo, porque se haba producido un rpido deterioro en la salud del sujeto. Haba dejado de comer. Esto era preocupante y humillante,

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dijo Resnick, en especial porque no haban escatimado esfuerzos para encontrar comida que quiz le resultara apetitosa. No era fcil obtener verduras frescas en esta regin del mundo. Incluso haban recurrido a envos por avin de verduras frescas desde la capital de la provincia, pero la criatura segua perdiendo peso a pasos agigantados. Resnick suspiro. Casi dira que ha decidido pasar de todo. Naturalmente, eso no podemos permitirlo. Quiz nos veamos obligados a utilizar la alimentacin forzosa. Detestara hacerlo, pero tal vez no haya otra salida. Hbleme de su talento especial dijo Kane. Ah, el don. Resnick esbozo una sonrisa y aparto la mirada. Existe realmente? Me hubiera gustado que lo presenciara usted mismo, pero me temo que ahora eso es imposible. Lleva algn tiempo sin cooperar. Pero usted lo vio? Lo registro? No esta claro. Hasta cierto punto, si, no hay duda. Pero despus la repeticin se hizo difcil. Los resultados no son cientficamente, como dira yo?, incontestables. No pueden serlo, sin el rigor necesario. No hay grupo de control, ni esa clase de cosas. Como puede haber un grupo de control con una muestra de un solo individuo? Pero confirmo que existe de alguna manera que le satisfaga a usted? Resnick volvi a esbozar su torva sonrisa. Tiene que comprenderlo. Yo soy, ante todo y por encima de todo, un cientfico. Exijo hechos donde otros estn dispuestos a seguir basndose en la fe. A mi no me interesan las suposiciones, las teoras ni nada de eso. Kane record lo que haba ledo del expediente de Resnick: un fantico de las ordenanzas que trabajaba a las ordenes de Van Steed, aquel discpulo de ultima hora de B. F. Skinner, que haba basado su tesis en la relacin entre Burish F., psiclogo estadounidense defensor del conductismo mas estricto, que postula la imposibilidad de estudiar cientficamente los fenmenos mentales y propone centrarse exclusivamente en la conducta observable en tanto que obtengan respuesta a estmulos externos. En el margen haba una nota manuscrita de Eagleton: <<Este hombre, Resnick, realizara cualquier experimento sin hacer preguntas>>. Resumiendo, era la opcin perfecta para supervisar un experimento que inevitablemente despertara el escepticismo de los escasos cientficos a quienes se permitira que se enteraran de el. De ah que, fiel a las formas, probablemente rechazara aceptar las conclusiones de su propio trabajo aunque le escupieran en la cara. Kane volvi a gruir. Djeme verlo. Mientras bajaban por la escalera del stano, una parte de Kane se resista a seguir andando. Sabia por que: el poder de la memoria. Casi veinte aos atrs haba descendido por una escalera similar en Uganda. Idi Amin haba huido de Kampala y Kane haba acudido apresuradamente a la arrasada capital cuando no era mas que un joven agregado militar de la embajada de Estados

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Unidos en Nairobi. Fue uno de los primeros que registraron la casa abandonada de Amin, y en su stano sigui un tnel subterrneo que lo condujo al celebre Departamento de Investigacin del Estado. Una vez all haba bajado por una escalera idntica a esta, alumbrndose con una linterna, hasta llegar a una mazmorra subterrnea donde pocas horas antes se haba llevado a cabo una masacre con setenta victimas. Algunas seguan con vida, despedazadas, cuando avanzo por el suelo de hormign, chapoteando literalmente en la sangre. Era un recuerdo que de vez en cuando le asaltaba en forma de pesadillas. Sigui a Resnick. Cuando llegaron a una gruesa puerta de acero, Resnick rebusco en un tintineante aro de metal y eligi una llave maestra de dientes irregulares. Cuando la puerta se abri, lo primero que sorprendi a Kane fue el hedor, una pestilencia con el tufo de la orina, la mierda y el sudor rancio, pero tambin algo mas intenso, un olor acre y penetrante que superaba todos los dems. A pesar de su voluntad y su entrenamiento, sinti un miedo casi tangible. Por las maanas suele ser mejor, pero nunca se sabe dijo Resnick. Y eso plantea la pregunta de como sabe que es por la maana. No hay ventanas ni pasatiempos de ninguna clase. Hablaba por encima del hombro, con el aire oficioso de un medico haciendo su ronda de visitas con un nuevo interno. Dejaron atrs meda docena de celdas vacas y se detuvieron ante otra puerta. A partir de aqu es mejor que vaya solo. No queremos trastornarlo. Cuando entre usted en su campo de visin mantenga la cabeza gacha, como en una reverencia. Hemos descubierto que es como mejor funciona. Y muvase extremadamente despacio, sin hacer movimientos bruscos. No se acerque a los barrotes. Quiz note una extraa sensacin en el interior de su cabeza. Y por encima de todo, no hable. Aunque el emita algn sonido, no le conteste. Abri la puerta con la llave y se hizo a un lado. Kane entro. Haciendo de tripas corazn, dio un paso al frente en silencio y despus otro. Incluso antes de ponerse al descubierto por completo, Kane se qued conmocionado. En un fugaz instante vio y oli a la criatura, y de algn modo la percibi con sentidos que ni siquiera sabia que posea. Sus ojos lo inspeccionaron de arriba abajo, intentando penetrar en su interior, cambiaron el enfoque, midindolo, valorndolo, juzgndolo. La criatura yaca desmadejada sobre una colchoneta, de cara a la pared, y su espalda se elevaba como una joroba. Era peluda, pero con piel humanoide, oscurecida hasta presentar un tinte grisceo. Los pelos eran largos, finos y oscuros como los de un chimpanc, pero ralos y apelmazados. Sus hombros eran redondeados y musculosos, pero abultados de una manera antinatural. Kane observ que eso se deba a los grilletes que mantenan a la criatura enroscada en un ovillo. Unas gruesas bandas de metal rodeaban sus muecas y lo obligaban a cruzar los brazos por encima del estomago y por debajo de las axilas, como si llevara una camisa de fuerza. Las cadenas haban abierto llagas, que ahora estaban cubiertas de pus y sangre seca. Llevaba unos pantalones amarillentos, rajados a lo largo de los muslos para dar cabida a los abultados msculos y con el trasero cortado para dejar salir sus nalgas, enormes y con heces resecas incrustadas. Sus pies desnudos eran grandes, con los dedos extendidos en abanico. A la vista quedaba la planta de un pie de un vivo color rosado. La celda estaba casi vaca. Haba un lavamanos a un lado, pero Kane calculo que la criatura, frenada por la cadena, no poda alcanzarlo. No haba retrete ni orinal. El suelo de hormign estaba inclinado en direccin a un desage, y una gruesa manguera conectada a una toma de agua colgaba de una esquina. Kane sinti una extraa sensacin. Quiz fuera el hedor o la descarga de adrenalina, pero notaba la cabeza pesada, como si algo creciera en su interior, y un profundo dolor detrs de los ojos le hizo bizquear. No tuvo tiempo de abundar en el tema porque en aquel momento la criatura se agito y

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consigui incorporarse hasta sentarse. Se volvi y mir a Kane con sorpresa. Sus miradas se encontraron. Kane se sumergi en los iris azules y las diminutas pupilas oscuras de su interior, y en un instante supo que no estaba viendo el fro reflejo de la superficie del ojo de un animal, sino que se asomaba al profundo estanque de la mente de un ser inteligente. Mantuvieron la vista clavada en el otro como dos aviones localizndose mutuamente en el radar y despus precipitndose hacia sus respectivos blancos. Kane no sabia lo que vea. Noto que un asco instintivo brotaba de su interior. Sus ojos subieron hasta la frente, que se proyectaba hacia delante, perfectamente formada y simtrica pero grotescamente fuera de lugar, como un ganglio. Lo nico que experiment fue repugnancia. Los ojos de la criatura le devolvieron una mirada fija y penetrante, casi desafiante. Kane no sinti ni un gramo de compasin. No mantuvo la cabeza gacha. Al contrario, alzo el mentn y miro directamente a la criatura indefensa. Sin pensarlo pronuncio en voz alta las palabras que acudieron a su mente, procedentes de algn profundo rincn de su ser. Tu nos haras lo mismo, verdad? Al instante, la figura ech la cabeza hacia atrs, la inclino hacia arriba bruscamente y de sus labios broto un agudo grit de angustia, solo en parte humano, cuyo eco reson en su celda y por el estrech pasadizo. Lo siguiente que supo Kane fue que Resnick lo apartaba violentamente de los barrotes. El hombre gimoteaba tan cerca de su oreja que noto la presin de su aliento. Que ha hecho? Que ha hecho? Se lo dije, se lo advert. Mientras suban la escalera en direccin a la luz pudo or aun unos ruidos a su espalda, ahora un gemido. Despus una puerta se cerr de golpe y el sonido enmudeci repentinamente. Una vez arriba se sent en el minsculo despacho, profundamente alterado. Cuando mir a Resnick, que no dejaba de moverse y alisar su bata blanca, Kane volvi a sufrir aquel extrao dolor palpitante en la cabeza. Matt se despert lentamente, elevndose, a travs de los sucesivos niveles de la conciencia como un buceador nadando hacia la superficie. Permaneci tendido sin moverse hasta que finalmente abri los ojos y volvi a cerrarlos. Las preguntas tardaban mucho tiempo en formarse en su cerebro embotado. Donde estaba? Quera regresar a un largo sueno. Pero algo lo obligaba a seguir subiendo hacia la superficie y hacia la luz que se vea mas arriba. Abri los ojos definitivamente y parpadeo. Se movi y al instante sinti el dolor. Atraves su muslo derecho, recorri su espalda y rode su hombro derecho. Matt levant la mano izquierda y la mantuvo ante su rostro. Tres dedos, desde el corazn hasta el meique, carecan prcticamente de tacto. Cerr la mano en un puno. Por lo menos poda mover todos los dedos. Cuando se incorporo, apoyando su peso sobre los codos, el dolor perforo nuevamente su costado derecho y se clavo en sus entraas. Que haba ocurrido? Obligo a su mente a retroceder con un esfuerzo de voluntad. Lentamente, los recuerdos fueron ocupando su lugar. En cuanto estuvo consciente del todo, una descarga de puro terror contrajo su vientre: donde estaba Susan? Segua con vida? Encogi las piernas y se sent erguido el dolor le golpeo una fraccin de segundo mas tarde, tan predecible como un shock postraumtico, y miro en derredor. A su alrededor todo era verde: hojas, plantas y lianas. Se qued mirndolas fijamente; no haba visto rboles desde lo que pareca una eternidad. Su portentosa corteza era de un matizado tono marrn oscuro. Soplaba una ligera brisa, en absoluto fra, que meca suavemente las ramas con un bamboleo rtmico que le provoco un ligero mareo. Por encima de su cabeza, las ramas se entremezclaban y tejan un dosel vegetal. Pudo distinguir retazos del cielo. En algunos puntos, el

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verde follaje era tan tupido que la luz del sol lo atravesaba apenas en rayos oblicuos, como los grabados bblicos del prstino jardn, al principio de la creacin. Matt haba estado descansando sobre ramas, hojas y hierba tejidas. No era incomodo, pero tampoco natural. Algo o alguien haba construido aquel primitivo lecho. Quien? De nuevo intento retroceder mentalmente, pero no lograba rememorar casi nada despus del desprendimiento. Recordaba el polvo, las rocas y el haz de la linterna proyectndose hacia arriba. Despus, apartar las rocas y la tierra, lo que explicaba el dolor que senta en el costado derecho. Vio la sangre seca sobre su camisa y, cuando palpo la tela, un fuerte dolor lo traspaso. La camisa estaba pegada a su costado. Lentamente la despego y miro: una herida redonda, roja y con franjas de sangre seca negra se extenda desde la cadera hasta las costillas flotantes. Fea pero superficial, decidi. Extendi los dedos entumecidos y volvi a moverlos. Respondieron lentamente y de mala gana. Congelacin. Ahora recordaba haber salido de la caverna abrindose paso con las maos desnudas entre las rocas amontonadas y arrastrado a Susan por la nieve. La cegadora blancura y la paralizante fatiga. Pero como haba llegado hasta all, estuviera donde estuviera aquel lugar? Y donde se encontraba Susan? Unos cuantos metros mas all, al pie de un rbol, vio su abrigo, arrugado formando una bola. A su lado estaba su mochila. La visin le provoco una oleada de esperanza. Era un signo de buen agero. Claramente, algo le haba llevado hasta all, y fuera cual fuese la fuerza superior responsable de ello, no le haba matado... al menos por ahora. Quiz Susan haba conseguido de algn modo llegar tambin hasta all; quizs era ella quien le haba dejado cerca sus pertenencias. Matt gru, reuni todas sus fuerzas y se puso en pie. Al principio se sinti mareado y alarg el brazo para apoyarse en un rbol. Cuando noto que recuperaba el equilibrio fue hacia la mochila, se arrodillo, la abri y hurg en su interior. No pareca faltar nada, ni siquiera las bengalas que le haba quitado a Van. Cerca de la parte superior encontr el botiqun de plstico azul, lo abri bruscamente y saco el frasco de antisptico. La tapa giro fcilmente; ya la haban abierto. Lo sostuvo a la luz. Faltaba mas de una cuarta parte. Se remango la camisa y volvi a mirarse la herida. No haba rastros de infeccin y en los bordes ya empezaba a formarse una costra. Alguien le haba estado curando. Verti mas antisptico sobre la herida. Se encontraba en una especie de emparrado. El follaje se extenda en todas direcciones y grandes helechos cubran el suelo, desprendiendo un sugerente olor a humedad. Encontr un sendero y lo sigui, avanzando cautelosamente. Cada diez o doce pasos se detena para mirar en todas direcciones y contena el aliento para escuchar mejor. Nada se mova. No haba nada a la vista, por ninguna parte, y los sonidos eran escasos. La exuberante flora lo desconcert. Apestaba a musgo, hojas y fruta madura, y los rboles estaban festoneados de enredaderas. A Matt le resulto evidente que haba descendido cientos de metros con respecto a la caverna y la meseta sin rboles donde los haba sorprendido la tormenta de nieve. Aun as, la vegetacin era demasiado frondosa y prodiga para encontrarse en los montes del Pamir, a menos que hubiera sido transportado a algn valle oculto con unas caractersticas meteorolgicas improbables, tal vez un lugar resguardado por altas cumbres, regado por la nieve del deshielo y calentado por emanaciones volcnicas. El sendero se internaba en una oscura arboleda y Matt lo sigui con precaucin, intentando pisar sin hacer ruido. Llego al lindero de un minsculo prado y se sent a pensar que hara a continuacin. No le atraa la idea de salir a campo abierto. Oteo por encima de la hierba, que sentado le llegaba al nivel de los ojos. Las moscas zumbaban a su alrededor. Por la sbita contraccin de su estomago cayo en la cuenta de hasta que punto tenia hambre. Pero le quedaban pocas energas, insuficientes para el esfuerzo de buscar comida. Se dejo caer de

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costado, alzo la mano izquierda y se miro los dedos; por lo menos ya no estaban tan insensibles. Record a un personaje de Jack London, rodeado de lobos junto a la hoguera del campamento, cuyo ultimo gesto antes de caer rendido de sueno era contemplar la cruda belleza de la mano humana, toda la creacin concentrada en el movimiento circular de los dedos al cerrarse en un puno. Entonces lo vio acercarse por el prado con un peculiar paso desmadejado. Se mova con rapidez. Iba desnudo y llevaba algo apoyado en un hombro. Matt se encogi aun mas y dejo de respirar. La criatura se diriga directamente hacia el. Tuvo que reprimir el instinto de levantarse de un salto y alejarse a la carrera. En su lugar, rod sobre su vientre y se arrastro entre la hierba, de regreso a la espesura. Despus se puso en cuclillas y corri manteniendo la cabeza muy prxima al suelo. Cuando dejo atrs los rboles, se incorporo y corri con todas sus fuerzas, saltando por encima de troncos y abrindose paso entre las enredaderas. Llego a un rbol cado y se acurruco debajo, oculto por las ramas. Contuvo el aliento y vigilo desde all el sendero, que quedaba a unos veinticinco metros de distancia. De pronto, como si algo le hubiera sorprendido, la criatura se detuvo, hizo una pausa y, girando en un ngulo agudo, se volvi hacia la espesura y avanzo hacia Matt, mostrndole su pavoroso crneo deforme, el enorme pech peludo y el tocn de rbol que sostena en equilibrio sobre un hombro con una mano lnguida. Matt giro en redondo, aparto las ramas del otro lado, se escabullo entre ellas y corri como si le fuera la vida en ello. Jadeando y sin aliento, reconoci el emparrado y mientras iba hacia all vio entre los rboles un movimiento fugaz, una figura. Era Susan. Susan! Estaba plantada en el centro y otra figura, grande y peluda, avanzaba hacia ella. Matt reuni las ultimas fuerzas que le quedaban, corri hacia ellos y salio impetuosamente al emparrado. Supo que saltaba por los aires, despegando del suelo con el impulso de todo su peso, y aterrizaba justo sobre la espalda de la criatura. Noto el impacto de su golpe, oy el gruido de dolor del ser cuando expulso todo el aliento de golpe y vislumbro una expresin de alarma en el rostro de Susan. Despus sinti que se hunda y aterrizo sobre un tronco de rbol. Se golpeo la cabeza y oy mas sonidos vagos e indistinguibles mientras se hunda, una vez mas, en las oscuras y tranquilas profundidades de la inconsciencia. Matt, Matt. Susan lo llamaba en voz baja y le acariciaba la frente con la mano. Matt abri los ojos. Estaba arrodillada a su lado y lo miraba. Le cogi la cabeza, la acun en sus brazos y la deposit sobre su regazo mientras le acariciaba el rostro con las yemas de los dedos. Tengo que reconocer que eres valiente dijo. Pero cual era exactamente tu plan? Montarlo hasta matarlo? Susan, por el amor de Dios, intentaba detenerlo. Iba contra ti. Matt intento incorporarse. No contra mi, sino hacia mi. Es amigo mo. Tranquilzate. Lo obligo a tenderse de nuevo. Tengo muchas cosas que contarte. Matt se sent muy erguido y miro rpidamente a su alrededor. El neandertal estaba de pie junto a un rbol, no muy lejos de ellos. Susan se ech a rer sin poder evitarlo. Lo has asustado tanto como el a ti dijo. No te preocupes, es inofensivo. Se llama Caralarga... Al menos as es como lo llamo yo.

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Cuanto tiempo he estado inconsciente? Un da entero. Naturalmente, a mi me ha parecido mas tiempo que a ti. No lo dudo replico Matt, frotndose el chichn que notaba en su cabeza. Antes que nada, deberas comer algo. Susan se encargo de preparar un poco de comida. Saco de su mochila una fiambrera de latn y la lleno de frutos secos y bayas. Despus cogi una botella llena de agua Matt comprob que era la botella de vodka de Rudy, verti el contenido en un cuenco de madera tallada y lo mezclo todo formando una especie de pur. No es tan malo como parece dijo a modo de consuelo. Tmatelo como si fuera un desayuno de reyes. Que me dices de esa criatura? Calla. Todo a su tiempo. Finalmente, una vez satisfecha su hambre de comida, ya que no de respuestas, Susan le dio unas palmadas en la rodilla. No te muevas de aqu le ordeno. Estas preparado para la experiencia mas increble de tu vida? Desapareci detrs de unos matorrales y regreso al cabo de unos minutos caminando orgullosamente del brazo del mismo homnido sobre el que Matt haba saltado. Matt, te presento a Caralarga. Caralarga, te presento a Matt. No te preocupes aadi sonriendo. No te guarda rencor. Matt se qued boquiabierto, incrdulo, y se encogi instintivamente a la vista del primate desnudo. Contempl su robusta complexin, sus cortas piernas, su imponente torso y sus abultados bceps, y sigui hacia arriba, hasta su rostro prominente con el crneo aplanado, la mandbula huidiza, los grandes ojos hundidos y las inconfundibles sobrecejas sobresalientes. Pareca casi humano... casi, pero no del todo. Susan se ech a rer ante la confusin de Matt. Puedes decir lo que quieras dijo cogindole el gusto a su papel de experta. No te entiende. No tienen lenguaje. El homnido se acerc y se acuclill, mirando a Matt con inters pero sin demasiada curiosidad. No pareca ni aterrado ni aterrador. Matt lo contempl de arriba abajo; su espalda era alargada y sus piernas cortas. Tenia mas pelo que un ser humano, pero no era completamente hirsuto. Todo el pareca un poco desproporcionado, y sin embargo era lo bastante humanoide para... Para que? Matt se acerc mas y miro a la cara. En los ojos vio inteligencia, quiz capaz de rivalizar incluso con la suya, pero no distingui asombro. Caralarga toc la manga de la camisa de Matt y palpo la tela. Matt estudi los dedos rotundos, las recias uas y los grandes nudillos. Las lneas que surcaban la palma de la mano no se parecan en absoluto a las de una persona. Dejndose llevar por un impulso, Matt extendi el brazo y le estrech la mano. Y en cuanto not el fuerte apretn, una oleada de emocin recorri todo su cuerpo, y su corazn empez a latir deprisa como si su ncleo gentico hubiera entrado en ignicin debido a

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aquella chispa de contacto. Se sinti alborozado.

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Asombroso, verdad? Dijo Susan. Y pensar que este apretn de maos te remonta a treinta mil aos atrs. Escucha exclamo Matt. Esta hablando. Del grueso pech brotaban unos sonidos gorgoteantes. Me temo que no. Por lo que he visto, he llegado a la conclusin de que en determinados momentos emiten sonidos que parecen corresponder a reacciones muy primarias: alarma, sorpresa, alegra... Pero no hablan en absoluto. Hacen otra cosa. Que? Piensan. A que te refieres? Transmiten pensamientos o imgenes, algo as. Te refieres a la telepata? Algo parecido. Ya lo veras. Cuando ocurre, lo notas. Y entonces parecen saber que estas mirando. Casi como si ellos tambin lo estuvieran mirando. Como lo sabes? Intenta esconderte y veras de que estoy hablando. Es como si... Como si que? Como si estuvieran dentro de ti. Increble. Lo se. No puedo explicarlo. Es alguna clase de comunicacin extrasensorial. Caralarga perdi inters repentinamente y se marcho. Algo de la seguridad con la que se mova, o como inclinaba su cabeza mientras se alejaba bambolendose al ritmo de sus pasos, era curiosamente revelador. Dios mo, es un viejo barboteo Matt. Es verdad. Intentaste zurrarle a uno de los ancianos de la tribu. Tribu. Es que hay muchos? No te lo creeras. Pero como puede ser esta la misma especie con la que nos tropezamos antes? Tienen cierto parecido, pero los otros eran implacables, despiadados. Estos parecen mucho mas humanos. No se cuales son mas humanos, pero tienes razn. Los dos son completamente distintos.

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Van muri en el desprendimiento dijo Matt. Lo supona. No podamos hacer nada. Ahora apyate y descansa. Te diste un buen porrazo. Te espera otra sorpresa, pero ser mas adelante. Susan condujo a Matt por el sendero hasta lo que ella llamaba el poblado. No dejaba de hablar, contenta de que Matt estuviera bien y feliz, y adems, por tener compaa humana, alguien con quien compartir observaciones sobre el inverosmil mundo en el que haban aterrizado. Te enseare sus nombres dijo. Los tres que nos rescataron se llaman Gnesis, xodo y Levtico. Observaras que me dominaba una perspectiva bblica. Siguen siendo mis favoritos. Levtico es inconfundible: es casi enclenque y tiene una cicatriz que cruza su mejilla, aunque Dios sabe como se la hizo. En realidad, cada vez me resulta mas fcil distinguirlos a todos. Matt la miro divertido. Te gusta jugar a ser Eva y poner nombre a todos los animales, verdad? Supongo que quiz si. Es una forma de ejercer el dominio. Eso siempre te ha gustado. Susan sonri. Pero a mi no me gustadijo Matt. Antes necesito saber algunas cosas, por ejemplo, como llegamos aqu. Dolida, Susan se apresuro a informarlo. Haba recuperado la conciencia mientras descendan por la ladera de una montaa y le cont a Matt lo que recordaba. La primera sensacin que capt fue la fuerza de los frreos brazos que la acunaban, el duro bulto del bceps. Cuando abri los ojos, vio la blanca y carnosa papada de una minscula barbilla sin pelo y consigui vislumbrar parte del interior de la boca: tenia los dientes manchados. Su primera reaccin fue de pnico, ya que dio por supuesto que eran los mismos que haban matado a Rudy. Pero curiosamente, con el paso de las horas y tras perder de nuevo el conocimiento, descubri algo indescriptiblemente tranquilizador en ellos; no supo si era la gentileza de su conducta, los brazos que la protegan o la fugaz visin de Matt, a quien llevaba a cuestas otra criatura que caminaba a poca distancia. Al anochecer llegaron al poblado del valle. Despus de ser depositada en el suelo, cerca del fuego, Susan sigui intentando espiarlos sin que se dieran cuenta, pero ellos descubrieron de algn modo el truco y le llevaron comida, que dejaron a su lado. Susan comi y se qued dormida. Cuando se despert, a la maana siguiente, se encontr en el emparrado con Matt y rodeada por decenas de ellos: machos, hembras y nios. Su miedo se desvaneci progresivamente y fue sustituido por una sensacin de maravilla. Se impuso la cientfica que haba en ella. Te lo imaginas? exclamo. Tenemos la oportunidad de estudiar a otra especie viviendo realmente entre ellos. No mas teoras, no mas conjeturas, no mas especulacin. Solo observacin. Investigacin cultural directa a la vieja usanza... excepto que esta es prehistrica. Matt estaba asombrado de la rapidez con que Susan pareca sentirse como en casa. Lo estaba asimilando todo, filtrndolo sin problemas y tratando de hallarle sentido como si estuviera realizando una fantstica expedicin antropolgica. Con que rapidez nos adaptamos los humanos a lo inesperado y a la adversidad?, pens Matt. Es esa cualidad el secreto de nuestra supervivencia? Por su parte aun estaba temblando. A un nivel primitivo haba decidido que el peligro disminua; la

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parte arcaica de su cerebro, que bombeaba sustancias qumicas como respuesta a la agresin, empezaba a tranquilizarse. Pero sus sentidos estaban agudizados al mximo y cuando pasaron junto a un homnido por el sendero crey que el corazn iba a salrsele por la boca. Matt advirti que haba otra cosa que no tenia nada que ver con el miedo. Al principio no le hizo caso, pero ahora estaba seguro. Matt los observaba y ellos le devolvan la mirada. Pero siempre que lo miraban experimentaba una pesadez en el cerebro, casi una intrusin, como si algo estuviera atravesndolo. Y cuando el homnido qued atrs, la sensacin desapareci, como el sol asomando por detrs de las nubes. El poblado se ergua en un recodo del ro. No era gran cosa, un grupo de cobertizos improvisados que salpicaban la ladera de la colina y se multiplicaban a medida que la tierra se aplanaba en la cuenca del valle. Lo que mas le llamo la atencin a Matt fueron los propios homnidos, la confusa actividad que desplegaban en sus vidas cotidianas, transportando lea y cestas, acuclillndose, comiendo y cuidando del fuego, del que se elevaba una perezosa espiral de humo. Y luego por supuesto que haba nios!parecan versiones en miniatura de los adultos, solo que los arcos supraciliares se vean mas pronunciados en sus rostros mas pequeos. Todo el mundo iba desnudo. Ninguno de ellos vesta pieles de animales como los otros de hecho, no pareca haber animales en los alrededores, y nadie llevaba porras ni otras armas. Las mujeres eran unos centmetros mas bajas que los hombres y sus curvas femeninas le parecieron a Matt exageradas: caderas demasiado anchas, nalgas terriblemente cadas y senos pendulantes. Los penes de los hombres, que colgaban libremente, no parecan especialmente grandes y quedaban disimulados entre el poblado nido de su vello pubico. Se en que estas pensando dijo Susan. Y la respuesta es no lo se. No llevo aqu el tiempo suficiente para haberlos visto copulando. >>A ese respecto no parece haber una gran diferencia entre los sexos. Sin duda no en los roles. Ambos cuidan del fuego y muelen el grano con un mortero y una mano de almirez. Esas parecen ser las dos actividades principales, por lo que puedo apreciar. >>Si, tienen cereales. Cultivan plantas, pero no matan animales ni comen carne. El fuego se utiliza para desbrozar la tierra, no para cocinar. De modo que estbamos definitivamente equivocados en cuanto a eso. La agricultura sedentaria antes que la caza. Fascinante, verdad? De hecho, Matt estaba pensando en otra cosa. Susan, llevamos aqu varios minutos pero nadie nos presta la menor atencin. Pero saben que estamos aqu. Lo habrs notado cuando te leen; as es como lo llamo. As saben que no suponemos una amenaza. Pero su curiosidad no esta lo que tu llamaras muy desarrollada. Ayer, cuando llegue por primera vez, provoque cierto revuelo, especialmente entre los nios. Pero a estas alturas me consideran algo parecido a una antigualla. Matt entro en una choza. Estaba construida en forma cnica alrededor del pie de un rbol; las ramas inferiores haban sido dobladas para acercarlas al suelo y al tronco y trabadas all. Encima haban amontonado ramas secas, formando una especie de tienda inda clavada en el suelo para mantener a raya a los depredadores. Se pareca un poco a la boma de espinos de un redil masai de Kenya, pens Matt. En el interior no haba gran cosa: varias calabazas llenas de agua, meda docena de herramientas de pedernal y unas cestas de madera talladas llenas de cereales. Susan no cesaba en su parloteo de gua turstica.

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No puedo imaginarme su organizacin social, si es que tienen alguna. No parece que vivan en familias. Se dira que los adultos y los nios se trasladan continuamente de una choza a otra. Las mujeres parecen quedar en la sombra. Pero no llevo aqu el tiempo suficiente para poder asegurarlo. Matt segua sin poder reconciliar estos homnidos con los monstruos sedientos de sangre que haban matado a Rudy. Los otros parecan crueles, no solo porque llevaban armas sino por algo de su postura, la manera como su cabeza se proyectaba hacia delante al extremo del cuello alargado, un cruel destello de los ojos hundidos bajo el pliegue protector de hueso. Estos parecan en general benignos. Se les notaba confiados y tranquilos, all sentados o en cuclillas, masticando bayas y frutos como si nada de este mundo terrenal les importara. Te dir lo que me desconcierta dijo Matt. Solo es una primera impresin, pero por todo lo que he visto hasta ahora, son mucho mas primitivos de lo que me esperaba, o de lo que me habra esperado si alguna vez hubiera osado imaginar una cosa semejante. Si. Comparados con la banda que nos sorprendi en la montaa, parecen varios eones mas atrasados. Aquel grupo, odio tener que admitirlo, estaba organizado. Tenan un lder; actuaban de una manera coordinada, planeada de antemano. Llevaba armas, y ya viste su caverna. Saben curtir pieles, por el amor de Dios! Que intentas decir? pregunt Susan. Intento decir que, a pesar del parecido exterior, son demasiado diferentes, como si pertenecieran a dos especies distintas. Vamos. Se parecen. Estn separados por un solo da de viaje en la evolucin. Y dices que son dos especies distintas? Se que suena increble dijo Matt. Solo digo que se comportan como dos especies diferentes. Llevas aqu unas seis horas y ya eres un experto. No te sulfures. Tampoco has apreciado nunca la variacin regional. Que significa eso? pregunt Susan indignada. Significa que siempre te conformas con la explicacin fcil: la sustitucin violenta, un grupo conquista a otro. Quizs haya otra explicacin. Como por ejemplo? No lo se. Pronto me dirs que estos dos grupos evolucionaron por separado porque uno vive en el valle y el otro en la montaa. Eso seria llevar el desarrollo multirregional demasiado lejos. Permanecieron en silencio unos segundos. Despus habl Susan. De todos modos, te olvidas de algo.

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Que? El enigma de Khodzant. De acuerdo, chica lista. Que significa? No lo se. Pero se que tiene algo que ver con la guerra y es la clave de todo este asunto. Intento imaginrmelo. Buena suerte. El sendero discurra sinuoso hasta desembocar en un estrech paseo. Susan pareca segura del camino e iba delante. Pronto dejaron atrs el poblado y se internaron en la espesura. A su alrededor oan aves, zumbidos de insectos y un millar de minsculas criaturas escurridizas. Adonde vamos? pregunt Matt. La sorpresa, recuerdas? Susan cruzo de un salto un arroy y sigui caminando a largas y giles zancadas. Su exuberante cabello negro pareca encontrarse en su elemento en la espesura. A Matt aun le dola un poco el costado, pero se senta mucho mejor que antes. Caminaron durante una hora larga, hasta que Susan se volvi y dijo con una sonrisa: Ya casi hemos llegado. Estas bien? Matt compuso una falsa mueca de sufrimiento. No lo dudes. Treparon por una pendiente y llegaron a un faralln desde donde vean extenderse todo el valle ante ellos. A lo lejos, unas escarpadas paredes de roca se elevaban hasta las montaas que las coronaban. Dios mo! Exclam Matt. Estamos en el crter de un volcn. Apuesto a que sigue activo. Esa debe de ser la razn de que el clima sea tan templado. Susan enlazo un brazo con el suyo. Sabes? Un da es mucho tiempo para estar inconsciente. Me tenias preocupada. No dejes que se te suba a la cabeza, pero tal vez este empezando a recuperar una pizca del afecto que te tenia. Bueno, estar perdida y sola entre varios centenares de caverncolas quiz tenga algo que ver con eso. Susan se ech a rer y prosigui la marcha. No tardaron mucho tiempo en or un rugido constante entre los rboles del frente. Era una cascada. Al cabo de otros diez minutos se encontraron frente a un salto de agua, de unos dos metros de anchura, que caa a plomo por un risco vertical. Matt percibi el olor del azufre y comprendi que era un enorme geiser que proyectaba hacia arriba un chorro de agua caliente. Eso explica el clima, pens: manantiales geotrmicos que desprenden vapores sobrecalentados, que chocan con una corriente de aire calido procedente del valle. Por debajo de ellos, al pie de la cascada, haba una amplia cuenca excavada en la roca por el

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agua al precipitarse. Matt miro hacia abajo y vio unos escalones de piedra que conducan hasta ella, cerca del pie de la cascada. Entonces por encima del rugido oy otro sonido penetrante, intermitente, casi ahogado, pero de vez en cuando bien ntido. Pareca una voz cantando o salmodiado, por imposible que fuera, pero era tan difcil ubicarlo que Matt empez a dudar de sus sentidos. De pronto, Susan se llevo las maos a las orejas formando una pantalla, grit algo que Matt no alcanzo a entender y sealo al pie de la cascada. De la bruma surgi una figura reconocible como humana por su forma y de pronto familiar. Se acerc al risco y empez a subir los escalones, pero Matt no pudo asegurarse hasta que llego arriba. Acercndose con aire solemne, envuelto en una toga como un dios de la Grecia clsica, pero con una barba poblada que le daba el aspecto de un profeta del Antiguo Testamento, reconoci a Kellicut. Si algo caracterizaba a Eagleton era su fanatismo. Cuando abordaba un tema, se sumerga en el y no pensaba en nada mas durante horas y horas. Sus cavilaciones empezaban en un punto central y despus se expandan en crculos cada vez mas amplios, como un perro cuando busca el rastro de su casa. Por eso su despacho se haba transformado durante las ultimas dos semanas con artefactos y ttem. A lo largo de una pared haba retratos de los grandes hombres de la paleo antropologa y campos afines, desde la geologa hasta la psicologa cognitiva. Tambin haba seguidores de la nueva escuela de arqueologa experimental, seres extraos que desaparecan desnudos en la espesura durante meses seguidos, intentando recrear el estilo de vida de sus antepasados primitivos. Estaban representados incluso aquellos que se haban apartado de lo que finalmente constituyo la senda del conocimiento aceptado, los conservadores rebeldes y los defensores de causas perdidas. A la derecha, contemplando el espacio con escepticismo a travs de unas diminutas antiparras, colgaba una fotografa de Rudolf Virchow, el alemn fundador de la patologa moderna que haba minado su propia reputacin combatiendo la descabellada teora de la evolucin. Haba un retrato de Alfred Russel Wallce, el autodidacto de clase meda, palabras suaves y acuosos ojos marrones cuyas teoras se anticiparon a las de Darwin. Tambin haba fotografas de Thomas Huxley, con el cabello largo y atractivo, sonriendo a la cmara con una mueca de confianza, de Paul Broca, la piedra angular de la antropologa fsica francesa, e incluso de Edward Simpson, el celebre falsificador ingles, sentado en una silla de madera y rodeado por las herramientas de su oficio, un martillo en una mano y a sus pies varias piedras falsas, destinadas, sin duda, a los crdulos compradores victorianos. Por encima de todos ellos, tanto fsicamente en la pared como mentalmente en el panten jerrquico de Eagleton, estaba Ernst Haeckel, el naturalista alemn de aspecto sentimental con largos bucles rubios y un aire de destino trgico, como el general Custer. Haba abrazado la teora de la evolucin con una pasin peligrosa, convirtiendo la supervivencia del mas apto en un dogma de la Naturphilosophie, la romntica filosofa mstica que condujo a las teoras eugenesicas y a las doctrinas raciales del nazismo. Eagleton se senta irresistiblemente atrado hacia aquel hombre, representado aqu con botas y sombrero de ala ancha, y una gran jarra de cerveza junto a su codo. Sobre una mesa, junto al escritorio de Eagleton, reposaba un abundante surtido de moldes, mandbulas, trozos de crneo con nmeros garabateados encima con tinta oscura y diversas herramientas prehistricas: martillos de piedra, cortadores de una y dos caras, poliedros, raspadores, formas discoidales, esquirlas de pedernal y otros fragmentos. Cuando se perda en sus pensamientos, levantaba las piezas, les daba la vuelta una y otra vez como si fueran runas y las distribua formando nuevos esquemas. En la pared opuesta, tensada y clavada sobre un tablero de corcho, haba una reproduccin del enigma de Khodzant con los paneles ausentes, el acertijo sin resolver favorito de todos los estudiantes licenciados. Nadie mas que Eagleton, al menos nadie que siguiera con vida, sabia que

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estaba relacionado de algn modo con los neandertales. Eagleton haba establecido la conexin gracias a Zhamtsarano, el mongol que le inspiro el respeto y la empatia que un explorador siente por un colega que recorri dcadas antes la misma ruta sin cartografiar y desapareci. El pictograma haba sido descubierto en los archivos de Zhamtsarano, en el Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias. Haba un boceto en el que faltaba el ultimo cuadrante, por supuesto, y con una anotacin manuscrita en cirlico. De nuevo, Eagleton ley la traduccin impresa en una hoja de papel que reposaba sobre su escritorio: Cada tribu tiene su propio mito central. Es el mito del origen o de la supervivencia que delimita la tribu y le confiere su unicidad. Penetrar hasta el corazn del mito es comprender el momento de la creacin de la tribu y el alba de su historia.>> El monte Olimpo, Gea y Urano, los Titanes, Cain y Abel, el diluvio y el arca de Noe, Mahoma y la montaa, Krishna, la tribu perdida de Israel... todo incorporaba esta verdad bsica que Eagleton haba descubierto. Crea que Zhamtsarano haba resuelto el acertijo del pictograma, pero no haba anotado la solucin, tpico de alguien que consideraba que el viaje era tan importante como el destino. Eagleton lo contemplaba durante horas, intentando descifrar su mensaje, y a veces, mientras estaba absorto en otra tarea, hacia girar de pronto su silla de ruedas para mirarlo, como si pudiera tenderle una emboscada al secreto y desvelarlo. A Eagleton se le estaba agotando el tiempo. Tenia que tomar decisiones, pero le faltaba una informacin slida sobre la que basarlas. El transmisor de Van segua mudo. Haba muchas probabilidades de que el y los dems estuvieran en apuros. Deba enviar a Kane y al equipo de asalto? Si los paracaidistas llegaban demasiado pronto, arrasndolo todo a sangre y fuego, como era su costumbre, toda la misin podra irse al traste. Pero y si llegaban demasiado tarde? El nico problema entonces seria la censura: como evitar que se extendiera el rumor de lo que haban encontrado... si es que realmente quedaba algo por encontrar. Y en cuanto a los rusos, le haba preocupado enterarse, por la ultima transmisin de Van, de que ya estaban en la zona. Con su sarcasmo habitual, Van haba sugerido que Eagleton estaba al corriente de su expedicin. Lo cual, naturalmente, era cierto en un sentido general, y no vea motivos para que Van estuviera tambin en el ajo. Pero no haba credo que Moscu actuara tan deprisa, y no tenia ni idea de lo que buscaban los cientficos rusos. Haban cambiado de idea respecto a lo de entregar toda aquella investigacin y ceder el campo a los americanos, con glasnost o sin ella. Despus de todo, por que divulgar una ventaja en un campo innovador? Los hbitos de la guerra fra tardaban en morir. Eagleton encendi otro cigarrillo y abri el expediente de la operacin Aquiles con las actualizaciones en la parte superior. No incluan buenas noticias. El sujeto haba perdido ocho kilos a lo largo de tres semanas, haba dejado de cooperar con los experimentadores, tuvo que ser encadenado con grilletes de maos y pies, y emita extraos sonidos. Ojeo las paginas de informacin experimental referente a Aquiles: resmenes de las observaciones registradas a lo largo de los meses y que se enviaban a Maryland para ser revisadas una y otra vez desde el momento en que descubrieron los extraordinarios poderes de la criatura. No era exactamente telepata, es decir, la capacidad de leer la mente, sino un paso definitivo hacia ella: la visin remota, o VR, como la llamaban los cientficos, que estaban completamente seguros de que la criatura posea, al margen de cualquier otro rasgo menor sorprendente que pudiera presentar. Eagleton se topo con una trascripcin de su primera entrevista con el cientfico que se lo explico. La ley. Es capaz de leer la mente? >>No, que va. No es lo mismo, en absoluto. Para empezar, el pensamiento, al menos en los

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seres humanos, es inseparable del lenguaje y en buena parte tiene lugar en el cortex cerebral. Este sujeto no tiene un cortex cerebral desarrollado del mismo modo. No, el don es ocular. Significa eso que requiere ojos para actuar? Si, los ojos de alguien mas. La criatura ve a esa persona? >>No, solo ve lo que ella ve. Mira a travs de los ojos de esa persona; en realidad ocupa los centros pticos donde se procesa la informacin visual. As que no vera a la persona en concreto a menos que coincidiera en utilizarla cuando se mirara en un espejo. Puede ir a cualquier parte y ver cualquier cosa? Se refiere a si puede viajar por el espacio a voluntad y, digamos, posarse sobre la copa de un rbol para contemplar la puesta del sol? En absoluto. Como he dicho, es una forma de telepata limitada, totalmente dependiente de la disponibilidad de un canal a travs del cual actuar: otro cerebro, que constituye el receptor y procesador de datos primario. Realmente puede ver a travs de los ojos de otro? Se haban dado cuenta por casualidad, gracias a las cmaras de video, al principio, cuando su apetito todava era saludable. Observaron que, momentos antes de darle de comer, la criatura era presa de un frenes anticipatorio; de alguna manera sabia que la comida estaba en camino. Un avispado vigilante de los monitores sealo que esto ocurra en el momento preciso en que el guardin pasaba ante la puerta abierta en direccin a la bandeja de la comida, a siete habitaciones de distancia de la celda del stano. Variaron las horas de las comidas, pero segua sabindolo al segundo exacto. Ampliaron las pruebas incluyendo toda clase de actividades: el bao, el recreo y la presentacin de juguetes. De algn modo, era capaz de detectar lo que ocurra en otra habitacin. Haba una constante: tenia que haber alguien mas en esa habitacin utilizando sus ojos. Disearon experimentos mas rigurosos: un hombre situado en otro piso miraba una figura triangulo, circulo o cuadrado, y la criatura elega desde el stano la correcta. Cambiaron todas las variables: los objetos, la distancia, el tiempo de la prueba, la iluminacin... Incluso apagaron los monitores de televisin, pero segua eligiendo correctamente, con un margen de error tan nfimo, del 0,306 %, que resultaba estadsticamente insignificante. El campo de observacin fue ampliado. La criatura fue capaz de proyectar su VR a tres espectadores distintos situados a varios kilmetros de distancia. Le proporcionaron un cuaderno de dibujo y carboncillo, e incluso logro dibujar, aunque de una manera burda, el perfil de un escenario que alguien estaba mirando, siempre que hubiera puntos de referencia claramente visibles. Pero alguien mas tenia que estar mirando para que la facultad actuara. Los cuidadores y cientficos, los que pasaban mas tiempo con la criatura, notaron que experimentaban una sensacin de vrtigo y a veces una jaqueca cuando la criatura invada sus receptores visuales. Un cuidador en concreto, un norteamericano de origen irlands llamado Scanlon, era el favorito de la criatura; pareca pasar mucho tiempo <<viendo>> lo que observaba Scanlon. Por indicacin de Eagleton, los cientficos conectaron a la criatura a un electrocardigrafo, una grabadora de respuesta galvanica de la piel y otros instrumentos para medir las reacciones corporales asociadas a emociones. Despus Scanlon, sin saber nada de la prueba, fue subido a un coche y conducido por una pista de montaa a ciento veinte kilmetros por hora cuesta abajo. Las agujas se encabritaron salvajemente y las mediciones de la criatura se salieron del grafico. Que lastima que la criatura fuera por lo dems tan poco comunicativa, pens Eagleton. La

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informacin era toda unidireccional. El ser era incapaz de proyectar alguna luz sobre su talento exclusivo, como un genio imbecil capaz de resolver un problema con multiplicaciones hasta la dcima cifra decimal pero incapaz de explicar como lo consegua. Era un animal de aspecto demasiado burdo para poseer un don tan sublime. Que pena. Quiz nuestra comprensin llegara solo con la autopsia, y eso poda ser muy pronto, a juzgar por como empeoraba su salud. La operacin era demasiado importante para cometer errores. Solo Dios sabia lo que significara poseer esa facultad. Con los avances actuales de la gentica, una transferencia del don a los humanos era mas que factible; estaba prcticamente al alcance de la mano. Las aplicaciones eran pavorosas, como mnimo en el terreno militar. Un ejercito con semejante capacidad seria invencible. Imaginaba las posibilidades para el espionaje, la recogida de informacin, la estrategia y la tctica. Pensaba en las ventajas durante las negociaciones, las conferencias econmicas, la determinacin de cuotas con los japoneses, las negociaciones con la Unin Europea... No era de extraar que los rusos hubieran vuelto a la partida. Eagleton cerr la carpeta y oprimi el pulsador que haba bajo su escritorio; entro una secretaria nueva, la tercera desde la rpida marcha de Sarah. Se haba puesto perfume, pero Eagleton no supo distinguir la marca; el sentido del olfato era el que tenia mas dbil. Cuando le tendi el expediente, ella lo miro y pregunt: Algo mas, seor? Eagleton respondi con brusquedad, en un tono de voz que indicaba que tenia mucho trabajo por hacer y que no poda permitirse interrupciones innecesarias. No, nada. Nada en absoluto. La mujer se marcho cerrando la puerta suavemente. Eagleton cogi una mandbula y la hizo saltar sobre su mano. Despus clavo la vista en el enigma de Khodzant. En el exterior, al otro lado de las persianas, estaba oscureciendo. No hablar de Rousseau, ni de Locke, ni de Schopenhauer. Me he desembarazado de los filsofos. Son todos unos filisteos ignorantes. Pertenecen a una regin de mi cerebro que me he extirpado. Kellicut estaba apoyado en un rbol, un lugar perfecto para discutir sobre el hombre como noble salvaje. Mostraba una nueva inquietud que sorprendi a Matt, comparada con el extrao distanciamiento casi mstico que haba exhibido hasta ahora. Susan, que estaba sentada en el suelo y levantaba la cabeza para mirar a Kellicut, no pareca compartir la visin de Matt. Matt se apoy en una rama del rbol. Susan, sorprendida al ver varios homnidos buscando moras en las proximidades, tan tranquilos en su elemento natural, haba intentado desviar la conversacin hacia los filsofos de los que solan hablar durante horas en los bares de Cambridge. Era una manera de romper el hielo, pero Matt tuvo la sensacin de que Susan haba vuelto a caer en el antiguo papel de la estudiante de postgrado reverente. Matt observ los cambios operados en Kellicut desde el momento en que lo vio. Estaba flaco y bronceado debido a su estancia en el valle. Sus brazos eran musculosos y tenia la piel curtida. Su edad, sobre todo, le confera mas autoridad, que quedaba realzada por su barba espesa y entrecana. Su rostro era enjuto y sus ojos mostraban un brillo fantico, como un ngel vengador bblico. No llevaba una toga, des pues de todo, sino una especie de taparrabos hecho de Io que en un tiempo fueron unos pantalones. Curiosamente, Kellicut no mostr la menor sorpresa al ver a Matt. Era indudable que estaba al corriente de su presencia por Susan, naturalmente. Sin embargo, despus de tantos aos y en

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circunstancias tan peculiares, Matt esperaba algo mas. A fin de cuentas, acababa de recorrer medio mundo en avin respondiendo a una llamada urgente; esperaba alguna muestra de agradecimiento, no de reserva. Y adems, aquel glido apretn de maos antes, cuando se reuni con el. Matt sinti una oleada del antiguo afecto. Nos pediste que viniramos y aqu estamos grit para hacerse or por encima del rugido de la cascada, avanzando para abrazarlo. Kellicut se qued donde estaba y enarco una ceja. Su respuesta fue apenas audible, ahogada por el ruido del agua al desplomarse: Bueno, en todo caso, aqu estis. Matt haba reprimido su decepcin, pero al hacerlo comprendi que estaba reproduciendo una emocin que a menudo haba sentido en presencia de aquel hombre. Creamos que estabas en peligro. Eso pretenda que creyera el instituto. Por que? Porque no confi en ellos. No se de quien fiarme. Ni siquiera estoy seguro de si debo fiarme de vosotros. Tendris que ser pacientes. Kellicut se sumi entonces en un prolongado silencio. No tenia aspecto de estar confuso; al contrario, su mente pareca en calma y ociosa. Era como si algo hubiera conseguido penetrar hasta el mismsimo fondo de su alma y lo hubiera vuelto del revs. Pero en aquel momento, horas mas tarde, cediendo a la insistencia de Susan, Kellicut empez a escupir palabras que llevaban mucho tiempo contenidas. Hablaba sin mover las maos, sin gesticular en ningn sentido, solo para ella. La filosofa es pura palabrera. Es una farsa. No son las ideas o el pensamiento sobre las ideas lo que esta mal, Si no las propias palabras. Por su misma naturaleza, son restrictivas. No pueden captar el pensamiento o acercarse siquiera a aprehenderlo, y por ello se convierten en embusteras. El lenguaje no es un don, es una carga. Te das cuenta en cuanto tratas de emplear la comunicacin sincera a travs de otro canal. Kellicut dio marcha atrs y les cont su bsqueda a travs de las montaas, su descubrimiento de la grieta que conduca al valle y su primer encuentro con los homnidos. Desde el momento en que los vi supe que posean algn poder extraordinario. Ya los haba vigilado a distancia y sabia, con una certeza difcil de explicar, que ellos tambin eran conscientes de mi presencia; me estaban observando mientras yo los observaba a ellos. O, para ser exacto, estaban observando lo que yo observaba de ellos. Regres al campamento, deje el diario y volv all. Esta vez estaban solos juntos en un claro, como si anticiparan mi llegada, lo cual naturalmente hacan, aunque entonces yo no tenia manera de saberlo. No sent miedo; por que iba a sentirlo? Ya sabia bastante sobre ellos. No eran peligrosos y mis motivos eran puros. Me los imaginaba como seres bondadosos cuya existencia transcurra en un plano superior. Sal de los matorrales y me mezcle entre ellos. No estaban ni pizca sorprendidos. Me olfatearon y examinaron con curiosidad, en absoluto amenazadores. Busque un lder, pero no haba ninguno,

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aparte de los ancianos, como descubrira mas tarde, que son respetados en un sentido bastante general. En cambio, todos los dems son verdaderamente iguales, desde el nio mas pequeo hasta el hombre mas fuerte. No tienen un gesto de bienvenida, como un apretn de maos, porque como sus intenciones siempre son pacificas no necesitan demostrar que lo son. Que razn hay para sospechar de una mano cuando se vive en un mundo sin armas? Saban que estaba hambriento y me dieron de comer: literalmente, se reunieron a mi alrededor y me llenaron la boca de comida. Esta fue mi primera experiencia con su poder. Advert que cuando miraba la comida, me daban mas. Cuando apartaba la vista, incluso brevemente, se detenan. No estaban mirando mis ojos. Como lo saban? Sencillamente, lo saban. Como? pregunt Matt. Kellicut se volvi hacia el y respondi en tono algo irritado. No lo has notado? No estoy seguro. Cuando ocurre, lo sabes. Experimentas la sensacin. Es como si tu mente se rellenara de alguna manera; no se describirlo mejor, es como un recipiente que se llena de agua o una bruma que se apodera de tu cabeza. >>Cuando esto ocurre con uno de ellos, puede ser una sensacin pasajera, pero cuando sucede en grupo, es verdaderamente intensa. La niebla se espesa cada vez mas, y cuando finalmente escampa, una lluvia te baa por completo y te deja limpio por dentro. No se diferencia mucho del LSD, la misma sensacin de perderse totalmente, de fundirse con algo poderoso e infinito. No es en absoluto aterrador. Resulta, cual es la palabra?, alentador, confortador. Es como una sensacin de formar parte de algo, como acabar con la soledad, como no volver a estar solo en el sentido mas profundo. Los tres guardaron silencio un momento; despus Kellicut prosigui su relato. Han alcanzado una existencia beatifica. Piensa en ello. Son herbvoros y pacficos. No matan animales ni se matan unos a otros. Su ethos es comunal. No hay individualidad, no hay sentido del yo, no hay ego. Por que debera haberlo? Como podra haberlo, cuando la psique puede proyectarse fuera del cuerpo, cuando la mente existe literalmente en la colectividad? Lo nico que cuenta es la tribu. Que ocurre cuando uno muere? pregunt Susan. Kellicut se qued sorprendido por la pregunta, pero no porque el no hubiera pensado en ello. Hizo una pausa. Esa es otra cuestin dijo amablemente al cabo de un instante. Pero como acta este poder fsico? pregunt Matt. Una pregunta bastante pedestre y funcional. Supongo que soy de esa clase de personas replico Matt. No se utiliza para nada en ese sentido. Sencillamente existedijo Kellicut irritado.

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Lo que quiero decir es si pueden leer la mente o si simplemente ven lo que otro ve. Simplemente? Ya me has entendido. Si. Y si no eres capaz de realizar la hazaa personalmente, no se como puedo responderte. Solo he estado en la posicin del receptor... al menos hasta ahora. Que significa <<hasta ahora>>? Pregunt Matt. Estas intentando aprenderlo? Yo no dira tanto. Pero la esperanza es lo ultimo que se pierde. Eso se acerca mucho a los poderes extrasensoriales observ Susan. A ese respecto, cual es la diferencia entre leer la mente de alguien y ver realmente lo que ve esa persona, en especial cuando el fenmeno es capaz de saltar la barrera de las especies? Si ambas especies pensramos, entonces quiz podran leer nuestros pensamientos. Tal como estn las cosas, solo pueden ver lo que vemos. Creo que tienes razn dijo Kellicut. Y crees que no han conseguido desarrollar un lenguaje porque no lo necesitan? pregunt Matt. Conseguido? De acuerdo, olvida lo de conseguir. Crees que no han desarrollado un lenguaje porque no lo necesitaban? Precisamente. Por que gatear, cuando puedes caminar? As pues, los paleontlogos evolucionistas que creen en la explicacin lingstica podran estar en lo cierto al pensar que la gran divisin se produjo porque nosotros adquirimos el lenguaje. Al principio era el verbo. Con una diferencia importante. Su teora se basa en la suposicin no demostrada de que el Homo sapiens sigui avanzando con un desarrollo mas amplio, que el lenguaje era una ventaja y no un impedimento. Mientras que aqu podemos ver que la verdad es todo lo contrario. Lo contrario? No lo adivinas? Kellicut estaba nuevamente irritado. Aqu la comunicacin se produce en su forma mas pura. El individuo se sumerge en el grupo. El mundo es completo y no hay necesidad de forzar las cosas para conseguir algo mas. Por que esforzarse por progresar, cuando el cambio solo puede significar regresin? Eso no me suena muy darwiniano dijo Matt. Darwin no tiene nada que ver con esto. La supervivencia del mas apto era un concepto brillante, pero no admite ninguna dimensin tica o moral. Es la concepcin del mundo como una gigantesca, malvola y siempre cambiante carrera de obstculos. Es la historia escrita despus del Gnesis. Y lo que tenemos aqu es anterior al Gnesis? pregunt Matt.

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Por descontado. Si no entiendes eso, que Dios te ayude. No ves que estas rodeado por seres inocentes, ingenuos y confiados? Has encontrado el mismsimo paraso, el jardn del edn, antes de la trasgresin de Adn y Eva. Todo forma parte del gran esquema de la naturaleza repetido una y otra vez. Paraso? pregunt Matt dudoso. Si, el paraso en todos los sentidos. En todos los sentidos? Significa eso que aqu encontraremos a Dios? Con toda seguridad, yo lo he encontrado. Y no solo eso. Que mas? Tambin encontrareis a Satans. Y esta a punto de convertirse en serpiente. Quien es Satans? No soy yo quien debe decirlo. Tal vez este equivocado. A Matt se le ocurri, y tuvo que admitir que la sospecha llevaba algn tiempo madurando en su interior, que Kellicut poda estar loco. Miro de reojo a Susan, que pareca embelesada. Es que no se daba cuenta? Kellicut haba vuelto a la ofuscacin. Matt record la persecucin a travs de las cuevas, hacia solo unos das. De pronto revivi el momento en que Van le instaba con voz apremiante a que cerrara los ojos, cuando se ocultaban en la grieta. Por supuesto! Van conoca sus poderes. Sabia que podan ver a travs de los ojos de otro ser. Lo supo desde el principio. La sbita comprensin despert su ira. Dime una cosa. Sabias algo de esto antes de venir aqu? le pregunt. Ni una palabra. Matt le crey. Y donde encajan los neandertales asesinos con quienes nos tropezamos? No lo se. Nunca los he visto, aunque naturalmente se que bajan al valle de vez en cuando, en breves incursiones. Susan me cont vuestra experiencia. Lo siento por Sharafidin, fue una gran ayuda para mi. Y me he enterado de la muerte de vuestro amigo. Gran parte de lo que se debe a conjeturas. Estoy desarrollando una teora, pero seria prematuro divulgarla. Matt y Susan lo conocan demasiado bien para presionarlo. Kellicut no era la clase de personas que ceden cuando han tomado una decisin. Lo que me gustara saber es por que son tan brutales dijo Matt. Mataron a Rudy sin dudarlo un momento. Yo dira que la respuesta es obvia dijo Kellicut. Cual es?

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Nos odian. Por que? Porque los vencimos y casi los exterminamos por completo. Lo peor que puedes hacerle a un enemigo mortal es no matarlo del todo. Aquella noche, Susan hizo una prueba. Justo antes de oscurecer se escabullo sola y avanzo bordeando el poblado silenciosamente, apartando las ramas bajas que se interponan en su camino. No se mova con tanta cautela porque tuviera miedo ya se haba adaptado al valle y era consciente de haberse quedado prendada de sus ritmos cadenciosos, especialmente al final del da, sino porque no quera ser disuadida. Oy un rumor entre los matorrales, cerca de sus pies, producido por algn animal pequeo. Se interrumpi bruscamente, pero cuando ella paso, se alejo a la carrera. Susan se detuvo en una bifurcacin, se oriento y tomo el sendero de la izquierda, donde la vegetacin era mas frondosa. Se diriga hacia un bosquecillo de abedules que flanqueaban un arroy; sabia que Levtico frecuentaba aquel lugar. Pens fugazmente en el mundo exterior, el bullicio y la lucha constante que haba caracterizado su vida. Aquello era antes la realidad. Esto era atemporal, incorpreo. Podan la mente y el cuerpo pasar de un mundo a otro sin mas ni mas? Una punzada de aoranza le hizo saber cuanto echaba de menos lo que haba dejado atrs, mientras que, al mismo tiempo, a un nivel distinto, estaba dispuesta a mandarlo todo al diablo. Es que ella careca de punto intermedio? Al doblar un recodo y llegar al arroy vio a Levtico en la orilla opuesta, en cuclillas y con los brazos doblados en los costados como un gato, bebiendo grandes sorbos de agua. Unas ondas se propagaban en suaves crculos concntricos a partir de su mentn. Su coronilla, poblada de tupido pelo negro, se vea notablemente arqueada, y desde debajo de sus pronunciadas cejas, la criatura la estaba mirando. La cicatriz de su mejilla resplandeca. Susan se sent en la orilla opuesta, a un metro de distancia. Levtico alzo la cabeza y la miro directamente. Susan aguardo. En aquella posicin, los msculos de sus hombros estaban flexionados y eran enormes. Es como una pantera, pens ella, gil y poderosa. Le miro la frente, que sobresala visiblemente por encima de los dems rasgos. Era imposible no reparar en aquel hueso prominente, plido y slido, un enorme chichn donde la piel debera ser lisa. Combinado con el mentn en retroceso y el crneo aplanado, la cara se proyectaba hacia el frente como una especie de reflejo distorsionado por una botella, como un feto detrs de cristal. Se estremeci involuntariamente, como al despertar de golpe justo en el momento en que se quedaba dormida. Hay alguna parte de nosotros que desprecia a otra especie porque es tan prxima, porque las variaciones menores destacan como deformaciones insoportables?, se pregunt. Por eso nos asustan tanto las desviaciones entre nosotros? Sin embargo, los ojos eran perfectos, ntidos y humanos. Vio que tenan el iris de color avellana y el blanco estaba surcado por una telaraa de diminutas lneas del color de la sangre. Sinti el impulso de alargar la mano y tocarle la frente; seria dura o cedera? Repulsin o atraccin... se fundieron en una misma cosa. En las oscuras aguas que se extendan por debajo de Levtico, Susan distingui su reflejo humanoide. La visin desde abajo era la misma que cuando la haba llevado a cuestas descendiendo por la montaa. Dejo de beber y le devolvi la mirada. Ella contuvo el aliento y de pronto empez a sentir lo que haba venido a buscar. Se inici en algn lugar de la periferia de su mente, como una sombra que cobro fuerza con una rapidez sorprendente y se espeso. Susan permaneci sentada sin moverse y dejo que la sensacin la recorriera como una ola. Creci y se expandi hasta que una calidez capaz de fundir la cera inundo su crneo y descendi por la parte superior de su espinazo.

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Estaba transfigurada. Su mente se elevaba; se remonto por encima de las copas de los rboles y vol hacia las nubes; despus, como una pluma, descendi flotando lentamente hasta que se poso. Por un momento, sus ojos y los de Levtico se encontraron y ambos se abrazaron con la mirada; luego, el dio meda vuelta y se interno entre los matorrales, sin mirar de nuevo atrs. Susan se qued all plantada durante mucho rato, como si hubiera echado races, saboreando la vuelta a la normalidad. Estaba oscureciendo, advirti de pronto. Se puso en pie lnguidamente, se desabrocho los botones de la blusa caqui, se quito los pantalones y las medas y se deslizo lentamente entre las aguas cada vez mas oscuras. A Resnick no le gustaba bajar a la celda, tanto por el olor como por una sensacin de ansiedad que, inexplicablemente, era cada vez mas aguda. A aquellas alturas, el olor era verdaderamente insoportable. Era difcil saber que lo causaba. Las heces resecas y la flatulencia debida a una dieta extraa fueron sus primeras suposiciones, las glndulas sudorparas la segunda, un eccema la tercera. Lo probaron todo, incluso baaron a la criatura con champ a chorro de manguera, cuando aun poda ponerse en pie, pero no haba funcionado y finalmente se rindieron. Cuando el olor se filtro al piso de arriba, empezaron a quemar incienso. Los guardianes entraban en las celdas con mascarillas de gasa impregnadas en Vicks Vaporub. Haba otra razn por la que Resnick no quera acercarse a la criatura, aunque no la reconoca ante nadie; aquellas jaquecas no le parecan normales, pero era mejor guardarlo para si mismo. Podra tratarse incluso de su propia mente hacindole jugarretas por algn problema sicosomtico. En su poca de estudiante, dcadas atrs, fue un aplicado auxiliar de laboratorio de Van Steed. Aquello fue cuando dominaba una amplia parcela del Departamento de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Chicago. Incluso Harry Harlow, de la vecina Wisconsin, se vio obligado a prestar atencin y fijarse en el brillante estudiante de postgrado y, en menor medida, en el auxiliar del estudiante. Antes de meterse en aquel extremado asunto de la sicolinguistica, Van era conductista. Era ingenioso y estaba al da en las ultimas investigaciones, siempre leyendo trabajos publicados en revistas de las que nadie haba odo hablar. Resnick tuvo un recuerdo sbito como un relmpago: Van sentado en el pasillo del stano explicando, con algo mas que un poco de condescendencia, la teora mas reciente sobre los enlaces del ADN. Van era un poco extrao ya entonces. En cierta ocasin, Resnick abri la puerta del laboratorio y lo encontr sentado en una mesita blanca, embadurnando de sesos de rata unos portaobjetos. Las ratas, previamente operadas y sometidas a experimentos para comprobar su percepcin, haban sido <<sacrificadas>>, como se expresaba en trminos cientficos. Sus cuerpos blancos inertes, con la cola rosa y la caja del crneo hendida de arriba abajo, yacan en un montn sobre unas hojas de peridico, en el suelo, debajo de una piel de pltano. Van aun estaba masticando el pltano mientras rebanaba los sesos con la displicencia de un dependiente de charcutera cortando jamn serrano. Van y Resnick dejaron las ratas y pasaron a los monos rhesus. Estas operaciones eran mas complicadas y requeran muchas horas. De pie en los diminutos quirfanos, donde incluso la mascarilla del anestesista era de la talla de una mueca, Resnick jugaba a que eran mdicos que realizaban una intervencin de neurociruga puntera en una victima de un accidente y tenda los instrumentos esterilizados con gran solemnidad. En realidad, las operaciones eran innovadoras Van estaba adentrndose en nuevas regiones del cerebro, en su mayora sin cartografiar, pero no pretendan reparar el tejido cerebral, sino destruirlo. El mtodo era tosco: Van provocaba lesiones con una aguja conectada a un tubo de nitrgeno liquido y suprima la regin septal. Una vez recuperado, el mono responda automticamente con un ataque de furia al menor estimulo, de modo que solo pasar caminando junto a una fila de animales enjaulados, cada uno con un borne de metal sobresaliendo de su cabeza, los hacia saltar y brincar como lunticos. Cuando Van suprimi la amgdala, el mono se volvi placido y untaba las paredes de su jaula con sus heces como si fuera un nio pintando con los dedos. Cuando elimino secciones del hipotlamo, el misterioso suelo del tercer

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ventrculo que se supone que es el centro del funcionamiento interno, el mono se sentaba flemticamente, vaco de todo afecto y personalidad. Una vez, Van inserto un electrodo en el centro de placer del mono y le conecto un aparato que le permita autoestimularse. No dejo tranquilo al animal hasta que muri de agotamiento. Sesenta y una horas anot despus, cuando comprobaba el cronometro. No es una mala manera de daarla. Van le haba reservado este trabajo a Resnick, y este le estaba agradecido. Pero no crea que Van tuviera derecho a presentarse a todas horas como hacia al principio, cuando la criatura fue capturada. Van se senta frustrado ante la falta de resultados de los experimentos y era casi brutal en su manera de tratar a la criatura y conectarla al electroencefalograma y otras maquinas que detestaba. Resnick se alegraba de que Van llevara varios meses sin aparecer. Cuando alarg el brazo para coger su tazn de caf, Resnick capt de reojo un movimiento confuso en el monitor superior de la izquierda. Seguramente Grady o Allen andaran cerca de los barrotes. Era Allen; su bigote en forma de manillar de bicicleta se distingua claramente por encima de la mascarilla a travs del monitor en blanco y negro, a pesar de las interferencias de la esttica. Allen usaba gafas oscuras como las que Van sola llevar, y aquello era un error, porque pareca trastornar a la criatura. Le haban puesto correas adicionales, tres mas, cada una de cinco centmetros de grosor. Ahora Grady apareci en el monitor y la criatura inicio aquel horripilante gimoteo. Unas llaves tintinearon al abrir la puerta de la celda. Resnick clavo la vista en el fondo de su tazn y decidi que necesitaba otra dosis, para lo cual abandono la habitacin. En realidad no se supona que pudiera hacerlo las normas exigan observacin permanente, las veinticuatro horas del da, pero all ya haba dos guardianes. El tercero estaba activando el sistema de alimentacin forzada y se reunira con ellos en un minuto. No era una visin agradable, tuvo que admitirlo, ni siquiera a travs de un monitor. Resnick se entretuvo en la cocina y se tomo su tiempo para preparar caf, canturreando en voz alta. Cuando volvi a la sala de control, haban terminado con la alimentacin. Era su imaginacin o haba rastros de comida en la pared de la celda? Los guardianes estaban hablando. Ese mamn se me ha meado encimadijo Grady. Allen rompi a rer. Resnick vio que la puerta de la celda se cerraba de golpe y el dbil gemido enmudeci tras el portazo. En la pantalla, un objeto acurrucado se meca lentamente. De pronto, como antes, Resnick noto un inmenso dolor de cabeza, que empezaba muy atrs, en los lbulos temporales, y que avanzaba y se propagaba como la lava. Era mucho peor que cualquier migraa que hubiera experimentado hasta entonces. Cogi el frasco de tamao gigante, saco cuatro aspirinas y las engullo con el caf. A veces se preguntaba que pretenda Van exactamente con sus visitas a la celda del stano. Casi poda afirmar que era a partir de entonces cuando la criatura haba empezado a mostrarse tan arisca. Matt y Ojos Azules se enfrentaban dentro del foso, y cada uno se mova en crculos buscando alguna ventaja. Ojos Azules llamado as en honor a Frank Sinatra porque le gustaba vocalizarno luchaba bien, pero demostraba empeo. De hecho, ninguno de los homnidos era buen luchador, a pesar de su fuerza superior. Era un deporte marcial y conceptos como dominacin, victoria y derrota no tenan lugar en su universo mental. Si valoraban una dura cada al suelo, pero si la consideraban divertida o no era algo difcil de saber porque no rean, sino que por el contrario parecan excitarse mucho. Su humor, por as decirlo, era insondable para Matt y Susan. Nada basado en la mana, la astucia o el engao Juegos que

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implicaban la sustitucin de un objeto por otroprovocaba respuesta alguna aparte de una inexpresiva incomprensin. Pero determinadas actividades les resultaban claramente divertidas. Los nios se perseguan mucho unos a otros, chillando con una voz aguda y estridente, aunque no acababan agarrndose. Susan intento ensearles a jugar a pillar, pero resulto un fracaso porque la nocin de ser <<el pillado>> sobrepasaba su entendimiento. Las lneas y los limites tambin eran ajenas a ellos. Matt propuso la teora de que el concepto de un limite arbitrario del espacio tenia que estar ligado de algn modo con el egocentrismo. Si los propios poderes fsicos expanden el mundo mas all del horizonte y despus lo encogen en un abrir y cerrar de ojos, como es posible asimilar un limite? Pero pronto iba a descubrir que en un rea criticala muertela delimitacin estaba netamente trazada. Como cuestin practica, Matt se dio cuenta de que no tenia sentido intentar marcar las lneas de un cuadriltero de lucha libre. Pero cerca del centro del poblado encontr una gran depresin en el terreno, a la que bautizo como <<el foso>>, que convena a su objetivo de intentar ensearles ese deporte. Los contendientes solan permanecer en el interior, aunque nada poda impedir que se dejaran caer al suelo en medio de un combate cada vez que se les antojaba. Matt disfrutaba con el contacto fsico. Recordaba el susto que se haba llevado el da que toco la mano de Caralarga, pero no poda decir que la promesa de aquel apretn se hubiera cumplido. Aunque ya llevaban varios das viviendo en el valle, ni el ni Susan haban logrado ningn progreso en su intento de comunicarse con los homnidos. Por su parte, ellos parecan haber perdido todo inters por Matt y Susan. Si bien no se sentan de ningn modo rechazados, los humanos se haban convertido hasta cierto punto en algo poco destacable, como si fueran invisibles. Eso no me molesta bromeo Matt una noche con Susan. Puedo soportar el rechazo, he vivido en Inglaterra. Pero la sensacin de soledad era cada vez mas opresiva. Solo se tenan el uno al otro y, aunque en menor grado, a Kellicut, que a menudo estaba ausente en la caverna de la cascada, recibiendo lo que el llamaba <<instruccin espiritual>>. Cuando estaba con ellos, su presencia creaba problemas. Matt tenia la impresin de que Kellicut se comportaba como si estuviera perdiendo el juicio; mientras que Susan crea que haba pasado mentalmente a un plano superior. Adems, Kellicut concentraba toda su energa y su estima en ella, y pareca cada vez mas hostil hacia Matt. Sigues considerndolo un ser superior, verdad? tuvo que decirle Matt a Susan en cierta ocasin. Naturalmentefue lo nico que respondi ella. Ahora, mientras Matt y Ojos Azules se movan en crculos sobre el polvo, como las dos piernas de un comps, Matt empez a dar saltitos y manotear, un preludio a las fintas y amagos que tan bien le haban funcionado antes. Ojos Azules dio un torpe paso lateral con los brazos abiertos y el aspecto de un psimo bailarn. Matt se inclino rpidamente en direccin a la pierna izquierda de su adversario. Ojos Azules cedi al pnico y giro hacia la derecha, perdiendo el equilibrio, trastabillando y casi cayendo al suelo sin que Matt lo tocara siquiera. Despus se enderezo y empezaron de nuevo a moverse en crculos. Ojos Azules era joven. Al principio, a Matt le resultaba difcil calcular sus edades. Los huesos de la frente influan en la distribucin de las arrugas y, a menos que hubiera signos claros de la edad, como el cabello blanco o los pechos colgantes, la mayora de los hombres y mujeres se parecan mucho a partir del momento en que alcanzaban su estatura definitiva. Pero poco a poco fue capaz de

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detectar indicios. La fuerza y la vivacidad en el paso eran algunos de ellos, y sobre la base de estos dos criterios, Ojos Azules deba de tener poco mas de veinte aos. Matt observ los recios bceps y el pech abombado de su oponente y pens que si esa criatura quisiera, podra matarlo de un puetazo. De pronto Ojos Azules agacho la cabeza y embisti, buscando la pierna derecha de Matt. Este giro sobre si mismo y cambio el peso de pierna bruscamente, y lo siguiente que supo fue que Ojos Azules se desvi como un rayo en mitad de su accin, que agarro su pierna izquierda y que le hizo caer de espaldas. Levant a Matt con ambos brazos por encima de su cabeza, con la misma facilidad que si levantara una rama, y lo arrojo a unos tres metros de distancia. Matt aterrizo con un golpe seco. Estaba tan sorprendido que tardo un rato en darse cuenta de que haba aterrizado justo sobre su contusin. Ojos Azules se sent al borde del foso; su respiracin ni siquiera era agitada. Susan, que los observaba desde lejos, se ech a rer con tantas ganas que tuvo que sentarse. Kellicut, que estaba sentado a cierta distancia, contemplaba absorto la escena. Mas tarde, aquella noche, sentados cerca del fuego, Susan volvi a rer por lo bajo mientras recordaban el momento. Ojala hubieras podido ver la expresin de tu rostro dijo ella. Y despus aadi en tono serio : Pero sabes lo que significa, verdad? Eso demuestra que pueden aprender. No. La voz de Kellicut surgi de la oscuridad; se haban olvidado de su presencia. Somos nosotros quienes debemos aprender. Kellicut estaba sumido en un estado febril, provocado por un descubrimiento que haba realizado aquella tarde, pero que guardaba para si. Una fraccin de segundo antes de que Ojos Azules atacara, una visin de las piernas de Matt se haba materializado de la nada en la mente de Kellicut, tan clara como la imagen de una postal del monte Rushmore en el visor de diapositivas que tanto le fascinaba cuando era nio. Dos das despus, una calida tarde, Susan y Matt hicieron el amor. Aquella maana haba llovido y sus ropas estaban empapadas. Decidieron quitrselas cuando la lluvia ceso y las extendieron sobre un peasco para que se secaran al sol. Matt, que se desnudo primero, se volvi de espaldas. Mientras Susan se quitaba los pantalones, miro las pequeas ondas de msculos que se dibujaban al final de la espalda de Matt y los hoyuelos netamente esculpidos de sus nalgas. No se tu dijo, pero yo empiezo a sentirme un poco tonta, siempre vestida cuando todos los que nos rodean van desnudos. No dir que no he pensado lo mismo. Es casi antisocial. Como ir vestido a una conferencia de nudistas. Apuesto a que todos hablan de nosotros... o piensan en nosotros. Al volverse pudo ver el oscuro montculo de vello pubico de Susan a travs de sus medas mojadas. Pues por lo que a mi respecta estoy dispuesta a arriesgarme, al menos por esta tarde dijo Susan. Deliberadamente, no bajo la vista ni miro su pene mientras se quitaba las medas. Cuando Matt la observ, ella noto una involuntaria tensin en su bajo vientre.

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He de admitir que estas como un tren dijo Matt sinceramente admirado. Susan sonri con orgullo. Desnudarse con gracia siempre haba sido su especialidad. Caminaron hasta llegar a un prado. Susan reprimi su irona ante la imagen que componan, como un antiguo grabado bblico: Adn y Eva paseando por el exuberante jardn antes de la cada. Al llegar al centro del prado, se sentaron; ahora la hierba amarillenta los rodeaba por todos lados formando un nido seguro. Susan se tumbo, y Matt se volvi y se tendi a su lado con las maos detrs de la cabeza. Ella se incorporo apoyndose sobre un codo y recorri con sus dedos el pech de Matt y despus su estomago. Notaba la humedad entre sus piernas, un calido cosquilleo, y entonces bajo la vista y vio crecer la ereccin de Matt. Le sonri y se coloco sobre el. Separo las piernas y le beso intensamente. Mas tarde, aquella noche, de nuevo en el emparrado, volvieron a hacer el amor. Despus Susan permaneci tendida entre los brazos de Matt y el sigui el contorno de su barbilla con el ndice. En que piensas? pregunt ella. Tienes una mandbula adorable. Resultaras un fsil excelente. Estuvieron callados un buen rato. Sabes, Matt? Nunca lo he dicho y jure que jams te lo dira si volvamos a vernos, para que iba a darte esa satisfaccin?, pero tarde bastante tiempo en recuperarme despus de separarnos. Matt asinti lentamente. No se por que te lo cuento. Supongo que creo que deberas saberlo por alguna razn. Cuando rompimos fui a Polonia por un tiempo, eso fue en I98I, en la poca de Solidarnosk, y conoc a todas aquellas personas que intentaban recuperar su pasado. Lo llamaban los espacios en blanco de la historia>> y tenan que rellenarlos antes de poder seguir adelante. El alzamiento de Varsovia, la masacre de Katyn, los juicios de las purgas, el fusilamiento de obreros... todo eso tenia que salir. Era una obsesin. Esta tarde, despus de hacer el amor, pens, no, sent que yo... yo soy as. En mi vida hay espacios en blanco y tengo que hablarte de ellos para poder seguir adelante, para que podamos seguir adelante, y tu tienes que hablarme de ti y de Anne. Anne. Por que tuvo que liarse con ella? Que motivos tenia? Matt se haba hecho aquella pregunta una y otra vez, reviviendo el momento que haba pasado con Anne frente a la casa de la playa que haban alquilado entre todos el verano que se comprometi con Susan. Haba salido de la casa con dos gintnico. El y Anne estaban solos aquella calida noche, sentados codo con codo en una manta desplegada sobre la arena. Cuando Matt se inclino para besarla, ella se volvi por un instante y despus, casi tristemente, suspirando, volvi el rostro y el supo de pronto que la haba conseguido; de hecho, ya hacia tiempo que era suya. Pero que le impulso a hacerlo? A veces se haba extendido en la pregunta, pero nunca haba intentado profundizar; estaba demasiado asustado de lo que podra descubrir sobre si mismo. Me estas preguntando por que lo hice dijo Matt al fin. Sinceramente, no lo se. Aunque he pensado en ello mas veces de las que recuerdo. Se que despus me sent como un actor vanidoso. Permanecieron en silencio un largo rato. Matt, hay algo que nunca te he contado.

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Matt contuvo el aliento. Susan prosigui. No se como empezar, de modo que lo dir llanamente. Todo aquel tiempo, o casi todo, yo tambin estaba con otra persona. Un tipo con el que me haba liado el verano anterior, mientras tu estabas ausente. Era importante para mi y no poda dejarlo. Lo intente cuando tu y yo hablbamos de casarnos, pero no pude. Hizo una pausa y despus dijo: Ya esta, no era tan difcil. Una vez en marcha ya no poda parar. As que mientras tu disimulabas que estuviste con Anne, yo me vea con el. Y cada vez que organizbamos aquellas escenas hablando de que eras patolgicamente infiel y todas esas bobadas, no poda soportar la idea de contrtelo. Me deca que no quera hacerte dao. Pero era mas que eso; fui una cobarde. Habra perdido mi... mi derecho a enfadarme. Pero despus de romper comprend que yo tambin haba obrado mal y tu nunca lo sabras, y eso hizo que el dolor fuera mucho peor. Me he arrepentido tantas veces, desde entonces, y todava sigo lamentndolo por ti ahora. Lo abrazo con mas fuerza. Matt, ocurra lo que ocurra, necesitamos poder confiar el otro. Matt no sabia que decir. La abrazo suavemente durante un buen rato. Con aquella avalancha de emociones, ni siquiera estaba seguro de sus sentimientos. Quera preguntarle quien era el hombre, pero de pronto comprendi que no era necesario: ya lo sabia. Solo poda haber sido una persona: Kellicut. Eagleton jugueteo con el hacha de piedra, un trozo de roca de color salmn claro en forma de meda luna. Haba sido esculpida hacia 1,2 millones de aos; alguna mano desconocida, casi humana, haba redondeado el canto con una serie de muescas en rosario, todas perfectas como huellas digitales. Era una obra de arte. La haba obtenido en prstamo a travs de un fideicomisario del Instituto Smithsoniano, que no puso demasiados reparos a su vaga explicacin de para que la necesitaba. En verdad la quera como varita mgica. Como cualquier buen detective, Eagleton sabia que al resolver un misterio no es posible retroceder demasiado. Estaba esperando a Dan Wilkinson, el neurlogo del Departamento de Inteligencia para la Defensa especializado en fenmenos parasicolgicos. En I985, Wilkinson haba efectuado una serie de experimentos sobre la visin remota que eran famosos dentro del estrechamente controlado circulo de iniciados en tales asuntos. En la sala de conferencias forrada de plomo del tercer piso del viejo edificio ejecutivo de Washington instalo a un vidente como observador ante un equipo de cientficos. Entre otros experimentos, proporciono al hombre coordenadas especificas de longitud y latitud y le pidi que dibujara lo que vea en ese punto. Sobre el cuaderno de dibujo tomo forma progresivamente una mansin con columnas, casi idntica a la de una fotografa en blanco y negro que estaba encerrada bajo llave en un maletn de cuero. Era la dacha de Mijail Gorbachov. El escepticismo pervivi durante la dcada siguiente, aunque el IID mantuvo tres videntes con VR en nomina. Entraban en trance en salas a oscuras de Fort Meade, en Maryland, intentando localizar rehenes norteamericanos en el Lbano, rastrear a Sadam Hussein y descubrir submarinos soviticos. En I 994, el congreso entrego el programa a la CIA, que recomend cortar los fondos, y en noviembre de I995, un articulo publicado en The Washington Post lo saco a la luz. Ahora Wilkinson estaba en el paro. Eagleton dejo esperar a Wilkinson frente a su despacho. Desconfiaba de el, y no solo porque aquel hombre hubiera ascendido en el escalafn de un servicio de inteligencia altamente competitivo. Como Eagleton, era un constructor de imperios burocrticos y tenan el mismo objetivo: presidir el directorio de Ciencia y Tecnologa de la CIA. Un

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rival era una cosa, pero un adversario inteligente era algo muy distinto. Sin embargo, Eagleton necesitaba sus conocimientos neurolgicos y su laboratorio, por lo que le haba metido en el ajo... al menos hasta cierto punto. Pulso el botn y ordeno a la recepcionista que lo hiciera entrar. Wilkinson llevaba lo que parecan ser dos cajas de sombreros, las deposito sobre el escritorio de Eagleton e hizo un gesto sealando el interruptor del desinfectante. Yo no pondra en marcha el insecticida, Eagleton. No hay manera de saber que efecto tendra sobre esto. Eagleton empezaba a arrepentirse de haberle enviado a Wilkinson el crneo del hombre de Neandertal y haberle permitido leer algunos de los informes de la operacin Aquiles. Gracias a Dios, su ubicacin segua siendo un secreto. El molde interno, supongodijo Eagleton. Como ha salido? Molde endocraneal, si no le importa puntualizo Wilkinson. Jzguelo por usted mismo aadi levantando la tapa de una de las cajas a gran altura. Ante Eagleton haba un modelo perfecto de cerebro, como una reproduccin de plstico, pero hecha de silicona. Pareca un cerebro humano, pero una inspeccin atenta mostraba las diferencias; era alargado y mayor por detrs, en los lbulos occipitales, mientras que los lbulos frontales parecan mas pequeos. Increble, verdad? Dijo Wilkinson. Nunca habamos construido una replica ideal como esta. Las estras a lo largo de la superficie interna estaban muy marcadas, por lo que obtuvimos una buena reproduccin. Se ven fcilmente las regiones neuronales especificas. Ya lo veo dijo Eagleton con irritacin. Pero que nos indica eso? Para empezar, es enorme. Un volumen de algo mas de mil seiscientos cincuenta mililitros. Los cerebros modernos alcanzan como meda de mil doscientos a mil quinientos. Existe dominacin cerebral; en otras palabras, era diestro. Por cierto, es macho, verdad? No tengo ni idea. Wilkinson cogi un lpiz y lo apoy en el cerebro. Observe el tamao de los lbulos occipitales. Cabria esperar esto por el abultamiento del hueso occipital, a veces llamado mono. Abri la otra caja; contena el crneo que le haba mandado Kellicut. Ve este reborde, cerca del hueso occipital? Es la apfisis yugo maxilar, que sirve para anclar los msculos que se prolongan hasta la mandbula inferior. Esto es lo que le proporciona su potente mordisco, similar al de una prensa de tornillo. Creemos que usaba los dientes casi como una tercera mano. Est desgastada por las marcas de corte de los incisivos, que son extraordinariamente largos. Te estas saltando la parte mas importante, verdad? Ahora iba a contrsela replico Wilkinson con impaciencia. Dio unos golpecitos con el lpiz a ambos lados del cerebro. De acuerdo, aqu esta. Eche una ojeada a estas regiones. El rea de Broca, el rea de Wernicke y el giro angular. Ve algo extrao?

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Eagleton aguardo en silencio. Son los centros del habla... en los seres humanos. Pero aqu son virtualmente inexistentes. El lpiz recorri la superficie del cerebro. Ahora fjese en el cortex. En los seres humanos, una buena parte, mas de la mitad, recibe impulsos visuales. Este es exagerado, casi el noventa por ciento. Esta es el rea de visin remota. Como funciona? No lo sabremos hasta que consigamos un cerebro de verdad. Pero yo me atrevera a decir que esta criatura es capaz de penetrar de algn modo en el campo receptor de otro ser. Puede interpretar los impulsos neuronales, tanto a nivel micro celular como macro celular. Creo que la nica manera de hacerlo seria ir directamente a la fuente principal del cortex, el propio tlamo. El tlamo, pens Eagleton. Del termino griego que significa antesala o cmara nupcial, el centro mas intimo, una minscula pelota empotrada justo encima del bulbo raqudeo. Si estoy en lo cierto, naturalmente hay repercusiones. Como cuales? Por ejemplo, la facultad puede implicar algo mas que la visin. En la operacin Aquiles la hemos visto actuar aproximadamente a travs de especies distintas. Pero podra ser mas eficaz en el seno de una misma especie. A algn nivel puede estar aun mas prximo a la telepata, a la verdadera transmisin de pensamiento. Como los seres humanos formulamos gran parte de nuestros pensamientos a travs del lenguaje, no cabria esperar que un neandertal lo captara. Pero podra ser distinto entre ellos. Es posible engaar al sistema? Que ocurre si se mantienen los ojos cerrados? En teora, eso cambiaria las cosas. Si un campo receptor no funciona o solo ve oscuridad, como puede alguien penetrar en el? Pero es imposible saber cual seria la diferencia en la practica. Si un ser humano se acerca a un neandertal, advertir este automticamente su presencia? De nuevo es imposible saberlo. Ahora bien, si tuviera que hacer conjeturas, dira que probablemente la facultad no es pasiva, como el odo, que siempre esta activo, incluso durante el sueno. Creo que eso provocara una sobrecarga de estmulos; uno se volvera loco intentando clasificar todos los mensajes que recibe. Lo mas seguro es que el ojo interno deba ser orientado conscientemente, como ocurre con nuestros ojos externos. No es un sistema de alarma, a menos que lo actives. Si estas en lo cierto respecto al tlamo, cuales son las repercusiones? Wilkinson se encogi de hombros. Ahora haba penetrado en el reino de la especulacin pura. No sabemos gran cosa sobre el tlamo, pero su posicin sugiere dos cosas: es delicado y extraordinariamente importante. Las personas que creen en los poderes extrasensoriales se fijan a menudo en este punto; es posible que los seres humanos tengamos una capacidad rudimentaria o todava por desarrollar. Es lo mismo que hacen los que intentan establecer alguna plantilla sicolgica para el ego, la conciencia del yo. Y, por supuesto, hay algo mas.

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Adelante.

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Esta ligado inextricablemente a todas las sensaciones...incluyendo de una manera muy notable el dolor. Nunca ha tenido jaqueca por forzar la vista? Matt estaba preocupado al ver que Susan y el adelgazaban demasiado. Sabia que una dieta de frutos secos, bayas y vegetales estabilizara su peso tarde o temprano, pero le preocupaba que mientras tanto su constitucin se debilitar. No pareca haber muchas enfermedades entre los homnidos, pero quien sabe que anticuerpos haban acumulado en su existencia independiente? Una maana temprano haba escarbado en su mochila mientras Susan dorma. Encontr diversos artculos que podran resultarle tiles algn da una navaja militar suiza, el botiqun de primeros auxilios, las bengalas de Van, y finalmente localiz lo que buscaba, un rollo de cable. Rompi un cierre de metal de su mochila y lo sostuvo en alto para examinarlo atentamente. Perfecto. Extrajo una lima de la navaja multiusos, apoy el cierre sobre una roca y lo limo hasta reducirlo a un gancho. En el extremo recto perforo un diminuto agujero, despus corto varias cerdas de un cepillo, aadi un retal de tela amarilla, ato el minsculo fardo con un fuerte nudo, justo por encima del gancho, y finalmente introdujo el cable en el agujerito y lo ato. Talo un rbol joven, le arranco las ramas y se puso en camino. Remonto la corriente del arroy hasta llegar a un estanque de aguas profundas y oscuras. Una brisa vacilante levantaba ondas que se propagaban por la superficie del agua. Otro da perfecto en el paraso, pens Matt mientras se colocaba sobre un promontorio rocoso de la orilla. Ahora veamos lo incautos que son los peces aqu. Arrojo el sedal hacia el centro del estanque y tiro de el lentamente para recuperar el anzuelo, dando breves y suaves tirones al cebo de vez en cuando, una tcnica que haba perfeccionado a lo largo de incontables maanas de verano junto a los lagos de Nueva Inglaterra. No tuvo que esperar mucho. A la tercera pasada capt un rpido chapoteo, un destello plateado, y el cebo se hundi. El tirn fue brusco e insistente. Matt le dejo un poco de sedal, luego lo retuvo con firmeza y lo fue recuperando. La cola del pez abofeteo el agua cuando Matt lo sac del arroy y lo sostuvo en alto: una trucha de unos tres kilos, calculo, que se contorsiono sobre la hierba hasta que Matt le aplasto la cabeza con una piedra. Por la boca abierta del pez goteo un poco de sangre y la cola se agito, por lo que Matt lo golpeo otra vez. De regreso, Matt se sinti satisfecho por su ingenio. Como deba ofrecrselo a Susan? Envuelto en hojas? Ceremoniosamente, con una profunda reverencia, como el matre de un restaurante francs? Cuando llego al poblado no vio a nadie, ni siquiera a los nios. Era muy extrao. Fue hacia la hoguera, deposito el pescado sobre una pena cercana y llevo su improvisada cana de pescar al emparrado. Susan no estaba all. Cuando volva al poblado oy que ella lo llamaba. Le respondi con un grit, y al instante cayo en la cuenta de lo extrao que era or gritos en el valle. Susan pareca trastornada. Dios mo, Matt. Que has hecho? A que te refieres? Estn todos escandalizados. Kellicut ha desenterrado el hacha de guerra. Por que?

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Cuando llegaron al poblado, donde hacia un instante no haba nadie, Matt vio que se haba congregado una multitud. Debieron de ocultarse cuando el lo atraves poco antes, pens. Los homnidos lo miraban estupefactos. Matt advirti con una sensacin ominosa que concentraban su atencin en la pena sobre la que haba dejado la trucha. Al acercarse caminando junto a Susan, el grupo se abri para evitar todo contacto con el, y los nios lo miraron fijamente, con los ojos desorbitados por la angustia. Kellicut estaba en el centro, rodeado por los ancianos, farfullando toda clase de sonidos y agitando los brazos. Cuando vio a Matt, su rostro se ensombreci. Acrcate ordeno. Matt fue hacia el. Para entonces ya sabia que su trasgresin haba sido monumental. No digas nada dijo Kellicut. Y no porque puedan entenderte si hablas. Del mismo modo, tampoco me entienden a mi. Pero de algn modo es como si lo captaran en parte. Pon cara de arrepentido aunque no lo ests. Matt estaba arrepentido de verdad, as que no tuvo que fingir la emocin. Bajo la vista, pero por el rabillo del ojo vislumbro a Susan; pareca avergonzada. Eres increble prosigui Kellicut. Vienes aqu y lo alteras todo. Esta gente no entiende que se pueda matar. Que idea, guitar deliberadamente la vida a alguien! Como concepto, sencillamente no existe para ellos. Pero para comerlo! No me imagino como reaccionaria si supieran que eso era lo que pretendas. Cielos, lo sientodijo Matt. No se me ocurri. Es evidente. Que puedo hacer? Bueno, de entrada, arrodllate y no levantes la vista. Matt obedeci. Ahora mrame. Kellicut apoy la palma de su mano sobre la cabeza de Matt y miro al cielo silenciosamente durante largo rato. Ahora levntate dijo finalmente. A que venia ese numerito? He visto como lo hacan en determinadas ocasiones, creo que cuando tienen algo muy importante que comunicar. As quiz crean que hacamos lo mismo. Estoy demostrando mi disgusto hacia ti. Durante una fraccin de segundo, Matt crey detectar una chispa del antiguo humor de Kellicut recorriendo su expresin. Y ahora que? pregunt Matt.

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Era como si volviera a ser el estudiante de postgrado y Kellicut el catedrtico omnisapiente. Ahora iras donde esta el pescado, le vaciaras los ojos cuidadosamente y los envolvers con mucho cuidado en hojas de enredadera. Despus iras a donde yo te diga, treparas a un rbol y lo dejaras all. Estas de guasa, verdad? Nunca he hablado mas en serio. Es un culto a la muerte. Recuerdas haber ledo sobre esas cosas? Bueno, ahora vas a participar. Que hago con los ojos? Espero no tener que comrmelos. No tiene gracia. Cuando Kellicut avanzo hacia el pescado, la multitud se aparto y disperso. Su mirada se encontr con la de Matt y, por primera vez, le sonri. Haba llegado el momento de elaborar un plan. Al principio, Matt y Susan haban albergado la esperanza de que Kellicut aceptara la idea de formar un equipo de investigacin integrado por tres miembros, que llevara a cabo un trabajo sobre el hombre de Neandertal absolutamente original y de gran repercusin en la evolucin de nuevas ideas. Pero estaba claro que no iba a ser as. Kellicut haba cambiado; la ciencia ya no le interesaba. Estaba tan fascinado por el misticismo, y embebido en el, y por la pureza de los homnidos, y estaba tan obsesionado con la idea de adquirir poderes especiales, que haba perdido toda objetividad. Ya no le atraan la observacin y el estudio de la comunidad, sino que su deseo era integrarse en ella. Todava poda serles til, y aun imprescindible, para comunicarse con ellos, pero estaba completamente en contra de que alguien publicase una obra relacionada con aquellas criaturas. A veces insista en que el mundo exterior jams comprendera a aquellos seres; otras, en un tono melodramtico de orador callejero, afirmaba que si se conoca su existencia, acabaran con ellos. A Matt y a Susan tambin les preocupaba su aniquilacin, pero teman a los renegados que haban matado a Sharafidin, a Rudy y a Van. El tiempo apremiaba; como iban a poder prevenir un ataque de los depredadores de la montaa, que, enterados de la presencia de humanos en el valle, no tardaran en aparecer? Van haba muerto a causa del desprendimiento, y quiz pensaron que ellos tambin haban perecido. Pero que ocurrira si cavaban y no hallaban sus cuerpos? Tenan que recoger la mxima informacin lo mas rpido posible y salir de all antes de que fuera demasiado tarde. Pero el trabajo de investigacin no era nada fcil. La ausencia de lenguaje empezaba a ser un problema; incluso las expresiones faciales eran difciles de interpretar. Intentaron comunicarse por signos rudimentarios, pero no dio resultado. A pesar de que los homnidos emitan sonidos, estos no eran palabras; constituan respuestas bsicas pero no tenan ningn significado por si mismos. Kellicut, que pareca saber mas cosas de las que aparentaba, no mostraba ningn deseo de ayudarles y menospreciaba la necesidad de un lenguaje hablado. En aquel reino misterioso, del cual ellos estaban excluidos, exista la comunicacin real, como Matt y Susan saban muy bien. Con todo, pudieron reunir abundantes datos. Matt grababa todas las noches sus observaciones en el magnetfono. Susan, que haba perdido su cmara de fotografiar cuando se produjo el desprendimiento, tomaba notas sin parar e iba llenando libretas. Tenia, adems, un cuaderno de dibujo en el que haba ido trazando numerosos esbozos de escenas de la vida cotidiana de los neandertales. Trabajaban febrilmente, como en una carrera contrarreloj. Recogan objetos con la intencin de llevrselos; la mayora de ellos eran piedras talladas y otros utensilios, cuencos rudimentarios y vasijas.

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Elaboraron una lista de las actividades y de los aspectos que deban investigar antes de marcharse: las practicas religiosas, la estructura social, los ritos funerarios, los roles de cada sexo. A veces tenan la impresin de que los interrogantes eran, y con mucho, mas numerosos que las respuestas. A Susan le frustraba sobre todo ver que sus intentos de estudiar a las mujeres no haban dado ningn fruto. Se apiaban en grupos pero, en cuanto ella se acercaba, se dispersaban. Haba visto a una de ellas recoger hojas y entrar en una choza en la que haba echado boca arriba un nio, pero no dejo que Susan la observara. Resolvieron irse lo antes posible con el material que hubieran conseguido recabar. Mas tarde decidiran si convena regresar o no. Si queran evitar a los renegados, deban encontrar el barranco por el que Kellicut haba llegado al valle. Y tendran que aparselas para bajar la montaa solos. Kellicut segua comportndose de forma extraa, con frialdad. A veces pareca que los considerase meros emisarios del universo que haba mas all del valle. Hablaba en trminos enigmticos del instituto y cuando le preguntaban que persegua o por que les haba pedido que acudieran, se negaba a contestar. Matt haba estado durante varios das atosigando a Kellicut sin xito para que le dijera por donde se iba al barranco, pero una maana, sin que Matt ni Susan se explicaran por que, cambio de actitud. En cuclillas, como un santo hind, dibujo un mapa rudimentario en el suelo. El valle era mas o menos circular. Trazo unas lneas, que representaban los ros, y unos picos para sealar los puntos principales; con una x marco el lugar en que se hallaban. El barranco estaba en el extremo opuesto. Dibujo una elipse a lo largo de la ruta y la marco con lneas entrecruzadas. Esto es el camposanto. Yo de vosotros no ira. Por que? pregunt Matt. Kellicut le dirigi una mirada severa y comento que el respeto a los muertos era importante en todas las culturas. El solo haba estado all un par de veces: en su primera incursin por el valle, cuando recogi el crneo que le dio a Sharafidincosa que ahora lamentaba haber hecho, y el da que volvi a quedarse all para siempre. Ningn homnido se aventuraba a internarse en aquel lugar, a excepcin de aquellos que cuidaban las tumbas; a estos se les reconoca porque llevaban el rostro y la parte superior del torso pintados de blanco; se les consideraba unos parias y se pasaban la vida en aquella zona prohibida. La muerte es un acontecimiento trascendental, el principio mas temible alrededor del cual organizan su vida explico Kellicut. Su significado no se puede comprender con palabras, sino mediante smbolos. Dibujar el mapa le hizo abandonar su actitud reservada; sentado a la sombra de un rbol, con las piernas cruzadas, su tono volvi a ser el mismo de los viejos tiempos: el del tutor autoritario. Cuando es la comunidad la que marca el carcter distintivo de un grupo, en el que, por tanto, no se dan ni la individualidad ni la personalidad tal como nosotros las concebimos, solamente puede existir la tribu, que anula todo lo dems. Y la muerte es contemplada como la nica amenaza porque mengua la tribu y, por tanto, afecta a todos los que la componen; esta es la razn por la cual nace el culto a la muerte. As se forma una casta especial, la de los intocables, que se encargan de cuidar a los muertos en un territorio en el que nadie pone los pies. A los fallecidos les extraen los ojos. Los ojos! exclamo Susan sin aliento. Si, aunque no se muy bien por quecomento Kellicut.

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Pero por que crees que lo hacen? pregunt Matt. No creo nada. Solo lo intuyo. Si queris entender que es la vida para ellos, debis trasladaros a un plano existencial totalmente distinto. Es imprescindible ver las cosas desde otra dimensin. Imaginad que estis en el centro del mundo de vuestro mundo, cuya periferia esta constituida por los otros. El horizonte de uno linda con el de los dems. Es como el sistema solar. Uno es a la vez el sol y los planetas. Uno ve gracias a los dems pero tambin ve por si mismo. En realidad no comprendo como llega a ocurrir esto, os engaara si dijera lo contrario. No se como renen toda esta informacin, ni como la procesan, y todava menos como la expresan de forma inteligible. Pero es innegable que hacen todo lo que os he dicho. El da que un miembro de la tribu muere, un planeta se desintegra; es algo que se puede sentir personalmente, no solo por empatia sino porque una parte de uno mismo muere. Es como perder un apndice. Es insoportable y por tanto uno se defiende. Intenta retener los rganos que constituyen la conciencia tribal, el tejido de la existencia comunitaria. Y entonces extraen los ojos. Y que hacen con ellos? pregunt Susan. Se los dan al chaman. Susan sabia a quien se refera: un homnido anciano que llevaba un collar hecho de caparazones de caracol atado al cuello. Le inspiraba mucho miedo. Y que hace el con los ojos? Ah, nos llevara mucho tiempo hablar de ello dijo Kellicut, que se qued otra vez callado, como una puerta que fuera entornndose lentamente hasta cerrarse del todo. Matt se puso en pie. Deberamos irnos. A un lado, un poco alejadas, haba tres figuras. Eran Ojos Azules, Levtico y un tercero que tenia los dientes muy grandes y que Susan haba bautizado con el nombre de Dienteslargos. Os acompaaran... hasta que vean adonde os dirigs predijo Kellicut. El grupo se puso en marcha, con Matt y Susan a la cabeza. A cierta distancia de ellos los seguan los tres fornidos personajes, que andaban a grandes zancadas. Cuando se detuvieron a descansar, el sol estaba casi en su cenit. Los tres escoltas se aproximaron a ellos y comieron bayas. Matt saco su cantimplora y se la paso a Susan, que bebi un poco de agua y luego se la dio a Levtico. El homnido la cogi con ambas maos, la alzo a la altura de la boca y la inclino, tal como le haba visto hacer a Susan. Se llevo un buen susto cuando el agua fra se le meti en la boca y le resbalo por la barbilla. Matt se ech a rer, pero Susan se acerc a el y le acarici el brazo. Levtico no se aparto sino que le paso la mano por la parte interior del codo, hacindole cosquillas. Volvieron a ponerse en marcha. Meda hora mas tarde, el terreno empez a empinarse. A mitad de camino, Susan noto que faltaba algo. No se oa el piar de los pjaros. Se volvi y miro hacia atrs; no vio en ninguna parte a los tres homnidos. Mas arriba haba unos rboles a los que les haban arrancado la corteza, dejando a la vista la carne amarilla de los troncos. Susan dedujo que se trataba de indicadores que delimitaban una zona.

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Miro a Matt, que estaba con el entrecejo ligeramente fruncido. Tal vez no ha sido muy buena idea venir dijo Susan. Deberamos haberle hecho caso a Kellicut. Tal vez deberamos pensar por nosotros mismos replico Matt. Kellicut no lo sabe todo. En lo alto del cerr el terreno formaba una meseta. Susan tenia la impresin, que se hacia sentir con fuerza, de que les observaban; al desviar la mirada noto que la cabeza le pesaba. Era una sensacin extraa. Cuando llevaban andados unos metros por la altiplanicie, vieron el primer cadver. Estaba en un rbol, recubierto de enredaderas. Haban cado algunas hojas secas, dejando al descubierto un hueso blanco de la pelvis. Siguieron andando y comprobaron que los fardos que haba colgados en las ramas de los rboles, como si fueran nidos inslitos, se multiplicaron. Algunos de ellos estaban deteriorados; partes de los esqueletos estaban albergadas en las horcaduras de los rboles. En el suelo haba montones de huesos que parecan cscaras de frutos que hubieran cado; por todas partes se vean crneos que daba la impresin de que hicieran muecas. En el aire flotaba un vago olor a putrefaccin. La mayora de los restos son viejos, pens Susan. El camposanto era enorme; precisaron meda hora para atravesarlo. Avanzaban furtivamente, como ladrones, y se sentan expuestos y vulnerables, como si en cualquier momento pudiesen hacerles pagar el sacrilegio que estaban cometiendo. A su alrededor todo estaba en calma. Susan no vio a los encargados de cuidar las tumbas, aunque sabia que los estaban observando. Una vez en el otro extremo, llegaron a la ladera rocosa del valle, que era muy escarpada, casi perpendicular. Anduvieron en una direccin y luego en otra hasta aproximarse a una hendidura que formaba la roca. Matt se meti primero, seguido de Susan. Caminaron un buen rato, hasta que estuvieron seguros de que podan llegar a la pared exterior de la montaa. Susan sinti un gran alivio que no haba previstoal comprobar que efectivamente se poda salir por all. Deshicieron lo andado y regresaron al valle. No haban avanzado mucho cuando Susan cogi a Matt del brazo y le sealo la parte frontal de la roca, en la que se vea un agujero: era la entrada de una caverna. Aunque no poda explicar por que, Susan tuvo la pasmosa certeza de que conduca a los tneles de los que ella y Matt haban logrado escapar con vida dos semanas atrs. Volvieron a cruzar el cementerio. Tengo la sensacin de que no deberamos hacer lo que estamos haciendo comento Susan. Kellicut tiene razn. Matt dijo Susan al da siguiente, por la tarde, en un tono de autosatisfacin, si bien se mira, creo que soy muy buena. Mis teoras se han confirmado; las tuyas, en cambio, han sido refutadas. Ni muchsimo menos. Estaban tendidos en un prado; Susan haba arrancado una brizna de paja y le hacia cosquillas a Matt debajo de la barbilla. Creo recordar que sostuviste que el hombre de Neandertal tenia una faringe incompleta que no le permita pronunciar ciertos sonidos. No era la ge uno de ellos? Cuantas ges has odo aqu? respondi el.

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Ninguna, pero como no hablan no tiene mucho sentido la pregunta, no crees? Se trata de una rectificacin menor. Una nota a pie de pagina. De todos modos, yo nunca sostuve esta teora, era una mera hiptesis. Ya. Ahora le tocaba a Matt. Si no me equivoco me parece que tu estabas de acuerdo con una teora que sostena que las pelvis alargadas indicaban que el embarazo de los neandertales duraba once meses. Susan enrojeci un poco. Recuerdo tambin que esto tenia implicaciones asombrosas: al estar mas tiempo en el vientre de la madre, el feto alcanzaba un desarrollo mas complejo. Yo no veo complejidad por ningn lado, ni mujeres con vientres exageradamente hinchados. Era tan solo una hiptesis vaga, que pronto abandone. En cualquier caso, no parece que haya muchas mujeres. Como te explicas esto? Se debe a los ataques por sorpresa de los homnidos que viven en la montaa dijo Matt. Yo tambin lo he pensado. Se quedaron callados un momento, pero Susan volvi enseguida a la carga. Y que me dices de los entierros? No se a que te refieres. Negaste rotundamente que tuvieran ritos funerarios. Siempre decas que hallar un esqueleto completo era un feliz accidente geolgico. No, no siempre. Quiz recuerdes que acepte que enterraban a sus muertos en cuclillas. Y reconoc que en algunos casos el hombre de Neandertal colocaba utensilios de piedra, comida y otras cosas en las tumbas. Lo nico que ocurre es que yo no descartaba ciertas ideas como hacas tu. Te refieres al enterramiento de Shanidar, verdad? comento Susan haciendo alusin a un deposito de Irak en el que los huesos aparecan rodeados de sedimentos de granos de polen, hecho que fue interpretado por algunos como una prueba de que haban enterrado a los muertos cubiertos d guirnaldas de flores. Si. Sigo creyendo que la explicacin que se dio no era mas que un cmulo de tonteras romnticas. Los granos llegaron all por casualidad; tal vez los llevo un animal que vi en una madriguera o quiz su presencia se explique por un cambio estratigrfico, igual que ocurri en Teshik-Tash. Tu sostienes que aquellos cuernos de cabra fueron enterrados junto con el cuerpo del nio con el objeto de devolver le la vida; yo, en cambio, creo que los colocaron con la finalidad de proteger el cadver de los animales carroeros. Que prosaico. Eres incapaz de creer que pudieran con ceder importancia a los ritos. Susan, admito que nunca pude imaginarme que envolvieran a los seres queridos como capullos de gusanos de seda y los colocaran en los rboles. Pero no hemos presenciado ningn entierro y no

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sabemos si practican ritos o no.

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A veces no se que pensar de ti; nunca ves el lado pico de las cosas: las grandes batallas, la lucha por la vida, el hecho de que una especie desplace a otra. Tu lo nico que ves es el sexo. Pues si. Si tu teora es valida, si mezclamos nuestros genes y los propagamos hasta borrarlos a ellos del mapa, entonces tu y yo deberamos desear unirnos con ellos, no? Quiz no Tal vez ahora hayamos recorrido un largo camino que nos ha alejado demasiado de ellos. Pero deberamos sentir alguna atraccin, o algo por el estilo. La sientes tu? Y tu? pregunt el. Yo te lo he preguntado antes. Que debo decir, que yo te lo he preguntado despus? Bueno, no es nada sencillo contestar. Si digo que si, podras deducir que tienes razn tu. Susan, di la verdad; di lo que sientes. Que difcil. Segn como se mire, no, ni mucho menos. Incluso la idea de que podamos sentir atraccin me repele. Pero en otras ocasiones... si, puedo imaginar que nos sintamos atrados. Si puedes imaginarlo, entonces es que es posible: nada se opone a la reproduccin y, efectivamente, tanto nosotros como los neandertales pertenecemos a la misma especie. Esto es tanto como aceptar un concepto biolgico de la especie. Te refieres a que si dos poblaciones distintas se entrecruzan es que son de la misma especie? Exacto. Y si no, si ninguno de los dos podemos imaginrnoslo, entonces James Shreeve esta en lo cierto cuando afirma que el rostro del hombre de Neandertal, y especialmente los ojos, indican que sexualmente no pueden relacionarse con nosotros. Y que, por tanto, pertenecemos a especies distintas. Eso se llama un buen trabajo de investigacin! Advirtieron que los homnidos no sentan ningn pudor del sexo. Los varones y las hembras copulaban llevados por impulsos momentneos. Y observaron tambin que el concepto de monogamia no exista; algunos de ellos formaban parejas estables, e iban juntos a todas partes, pero otros no. La mayora de las veces, aunque no siempre, eran los varones quienes iniciaban las relaciones sexuales. Una noche salieron del poblado decenas de adultos y se internaron en el bosque. Matt y Susan fueron con ellos. Detectaron en el ambiente una cierta excitacin, andaban rpido y era palpable el exceso de energa. La luna, enorme y baja, pareca un disco gigante de color magnolia que emita tanta luz plida que, al caminar ellos, se proyectaban sombras en el suelo. Al cabo de quince minutos llegaron a una formacin rocosa inmensa que ni Susan ni Matt haban

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visto con anterioridad. En un extremo haba un agujero triangular muy grande por el que se metieron todos. En cuanto estuvieron dentro, les sorprendi el calor que hacia y el humo que haba. Se hallaban en una caverna enorme de tech bajo. Cuatro homnidos empapados de sudor mantenan un fuego encendido. Las llamas suban muy arriba y desaparecan por una chimenea negra que tenia una salida al exterior. En las paredes de roca se reflejaban destellos rojizos; el calor era tan sofocante que Susan crey que se iba a desmayar. Se sentaron uno al lado del otro. A pesar del humo vean de forma confusa a los que estaban sentados alrededor del fuego. Susan advirti que Kellicut, al que no haba visto hasta aquel momento, estaba ah, con Levtico y otros. Los encargados de conservar el fuego pusieron mas lea; al momento las llamas perdieron fuerza para arder luego con mas vigor. De la parte trasera de la cueva llegaba un sonido sincopado y sordo; de la sombra surgieron cuatro homnidos, dos varones y dos hembras, golpeando unos tubos que parecan de bamb. El ruido de los golpes rtmicos reverberaba en las paredes y llenaba la cueva. A Susan le llego muy adentro. Vio que los encargados de conservar el fuego echaban unas hierbas verdes y largas sobre las llamas y la cueva se qued llena de un humo acre aunque no desagradable. Susan y Matt estaban empapados de sudor y tuvieron que quitarse las ropas. En aquel momento el ruido rtmico de los golpes se intensifico. Una mujer, que estaba sentada en una zona del centro cubierta de tierra, se levant y empez a bailar, dando vueltas frenticamente. El ruido iba cobrando intensidad; el grupo empez a darse palmadas en los muslos al unsono. La bailarina daba vueltas y mas vueltas; de pronto se detuvo ante un varn y tir de el hasta ponerlo en pie. A la luz vacilante de las llamas Susan vio que tenia el pene erecto, como un palo corto y grueso. La bailarina lo arrastro hasta la entrada y salieron al exterior. Siguieron dndose palmadas en los muslos y tocando los instrumentos, cada vez mas fuerte. Los encargados de conservar el fuego echaron mas hierba sobre las llamas. Al inhalar hondo, Susan se percato de que le ardan los pulmones y de que el pulso le lata con fuerza. Se senta ligera, mareada por el narctico, y los ojos le lloraban a causa del humo. Se levant otra bailarina, escogi a un compaero y salieron. Y luego otra mas. Kellicut miraba fijamente a Susan a travs del humo. De pronto se puso en pie y todos los ojos se volvieron hacia ella. El ruido rtmico que hacan al entrechocar los tubos y al darse palmadas en los muslos sigui y sigui hasta hacerle perder el dominio. Se puso a dar vueltas alocadamente, arrebatada por el ruido, que se haba convertido en una especie de msica intrincada y misteriosa. Empapada de sudor, sinti que el calor la envolva como una manta que el estruendo rasgaba con una mano helada y extraa. Noto que se humedeca y que tenia los pezones erectos. Aunque vagamente, y a pesar del ambiente cargado, pudo ver a Kellicut, que se levantaba y se le acercaba. Junto a el distingui a Matt, que tambin iba a su encuentro con una expresin de desenfreno en el rostro. Cuando estuvo frente a ella, Susan dejo de dar vueltas y los dos salieron al exterior, donde reinaba la noche. Les envolvi el silencio y, sin embargo, en sus cabezas segua resonando el ruido y la excitacin que llenaba la cueva. Hicieron el amor frenticamente. Despus los cuerpos se separaron y permanecieron as un buen rato; estaban demasiado transportados para tocarse. Dios mo! exclamo Matt al fin. Sigui un silencio que se prolongo unos minutos. Matt volvi a tomar la palabra. Me alegra que me hayas escogido; no estaba muy seguro de que fueras a hacerlo. No sabia lo que hacia. Ni siquiera pensaba.

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Susan? Si? Dime una cosa... Deseabas escogerle a el? No lo hice, verdad?

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Hubieras escogido a uno de ellos? Hubieras estado dispuesta a hacer el amor con uno de ellos? Susan se inclino sobre el y lo abrazo. Matt, que tontarrn eres. No te das cuenta de que hemos hecho? Matt trabo amistad con un homnido joven al que llamaban Lanzarote. Despert su curiosidad porque Lanzarote, que tenia las piernas mas largas y era mas esbelto que la mayora de ellos, era tambin mas inteligente que los dems y estaba abierto a lo nuevo. Cuando Matt le miraba sus ojos oscuros, estaba convencido de que escondan una vivacidad inigualable. Lanzarote mostraba inters por todo y disfrutaba examinando los objetos de Matt y Susan. Coga uno, por ejemplo una navaja, y lo levantaba contemplndolo desde todos los ngulos. Cuando se iban de excursin y Matt se perda, Lanzarote siempre lograba encontrar el camino de regreso. Si tenan que escalar una pared rocosa, antes la miraban fijamente con sus ojos penetrantes, trazando una ruta de salientes en los que apoyar los pies. Una vez que estaban caminando por un sendero, Lanzarote arrastro a Matt hasta un rbol y prcticamente le empujo a que subiera. Inmediatamente despus subi el. En cuanto estuvieron encaramados, paso por all un enorme jabal mostrando los colmillos. Matt no sabia si Lanzarote lo haba odo acercarse o si haba notado su presencia gracias a una facultad especial. Otro da, por la tarde, Matt se qued dormido y al despertarse vio que Lanzarote le estaba acariciando su frente lisa con cara de desconcierto. Durante las caminatas Lanzarote a veces se alejaba, casi siempre en la misma direccin. Cuando esto ocurra Matt segua solo, pero de vez en cuando senta un leve malestar detrs de los ojos y una considerable pesadez en el lbulo frontal; entonces sabia que Lanzarote le estaba leyendo. El hecho de que la comunicacin fuera en gran medida unidireccional era muy frustrante. Tras semanas de experimentacin y aprendizaje intensos, Matt se dio cuenta de que se hallaba en un punto muerto. Por extrao que pareciese, haba cado en una rutina. Lo que Dostoievski haba escrito era cierto: el hombre, la bestia, se acostumbra a todo. Matt estaba viviendo el sueno de un paleontlogo; aquello era un laboratorio prehistrico real y, sin embargo, no poda decir, si tenia que ser honrado, que hubiera comprendido el misterio de lo que estaba presenciando: como eran en realidad aquellos seres? No lo sabia. A pesar de todo, se haba adaptado a un mundo que dos meses antes no poda imaginar siquiera; tanto era as que su vida diaria no le sorprenda ya, como si fuera algo normal. Desesperado, decidi ensear a hablar a Lanzarote. Hizo un esfuerzo por recordar cuanto haba ledo sobre los experimentos lingsticos con chimpancs. Naturalmente aquello seria distinto porque no se limitara solo a comunicar el concepto de un objeto, por ejemplo el de <<arbreo>>, inherente a un rbol, lo cual era un aprendizaje bsicamente asociativo llevado a un nivel abstracto. Tendra asimismo que hacer un esfuerzo por ensearle a pronunciar y a utilizar las palabras correctamente, y luego asociarlas con otras palabras con el objeto de crear una secuencia con un significado nuevo. Este era el salto quntico del lenguaje.

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El da de la primera leccin hizo que se sentara frente a el, cogi una piedra bastante grande, fue hacia el, le abri la mano y se la puso en ella, repitiendo una y otra vez la palabra <<piedra>>. Lanzarote se lo qued mirando inexpresivamente. Con la finalidad de simplificar el sonido, Matt suprimi las dos primeras letras y repiti varias veces ..edra, al quitrsela y volvrsela a poner en la mano. Lanzarote pona cara de desconcierto. Matt estuvo das intentando inculcarle aquella idea asociar un sonido con un objetopero fue en vano. A veces Lanzarote repeta el sonido pero, al parecer, nunca lo asociaba con la piedra. Matt prob con otras palabras: <<hoja>>, <<cielo>>, <<agua>>. Recurri tambin a hablarle por signos, imitando el acto de comer o de dormir. Se esforz por fin porque comprendiera el significado de <<Matt>>, de <<yo>> y de <<tu>>, sealndose a si mismo y luego a el, un gesto que al parecer no tenia ningn significado para el homnido. Estaba claro que los pronombres no tenan cabida en un mundo que no diferenciaba entre uno mismo y los dems. Un da llevo el magnetfono para grabar los sonidos y despus hizo que los escuchara repetidamente mientras el le mostraba los objetos, pero a Lanzarote lo tenia tan fascinado el magnetfono que no poda concentrarse en nada mas. No obtengo ningn resultadole confeso Matt a Susan una tarde. No es de extraar. El lenguaje debe de ser la actividad humana mas compleja. Pero nos parecemos tanto en otras cosas! Es casi imposible pensar que no tengan esta capacidad escondida en alguna parte, aunque solo fuera un vestigio que pudiera reactivarse. Si no se utiliza, no se desarrolla. Es como esos bebes que nacen con cataratas; si no se les trata durante los seis primeros meses se quedan ciegos para siempre. Por otra parte, el cerebro de los homnidos ya esta especializado. Tiene que procesar toda la informacin de los canales visuales de los otros. Con todo, a veces emiten sonidos. Susan le sugiri que lo intentase al revs: que hiciera un esfuerzo por comprender el vocabulario que utilizaban ellos, ya que de ese modo tal vez podra llegar a hacer un descubrimiento importante. Empez, pues, por observarlos cuando estaban en grupos. Se concentro en los jvenes, especialmente cuando jugaban, porque al parecer era cuando mas sonidos emitan. Los grabo en el magnetfono y con el tiempo logro relacionar ciertos sonidos con respuestas concretas. Detecto que un sonido parecido a un gruido indicaba sorpresa. Un da tuvo la gran suerte de grabar unos sonidos de alarma, cuando un grupo de jvenes que jugaban a orillas del ro huyeron a la desbandada al acercarse a ellos un depredador. Cuando Matt escucho la cinta, oy una serie de gemidos muy agudos, que sonaban como un llanto. En un momento que estaba solo en el bosque intento reproducir aquel sonido y por la noche le dijo a Susan medio en broma que se preparara para un momento histrico. Se fue a las afueras del poblado, inspiro hondo y emiti un sonido tan desgarrador que reson entre los rboles. Antes de que Susan comprendiese lo que estaba haciendo, Matt se ech a sus pies, retorcindose, apretndose fuerte las sienes. Por el amor de Dios, Matt, que pasa? El se sent un poco avergonzado. He emitido el sonido de alarma. Supongo que queran saber todos que ocurra y que me han ledo a la vez. Aunque Lanzarote no aprendi a hablar, si aprendi otra cosa. Una noche que Matt y Susan presidan un combate, el estaba en un hoyo con un joven homnido que lo hizo caer al suelo. Al

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instante se puso en pie y se acerc al joven, que giro de manera que le dio con el codo en la barbilla. Lanzarote dio unos pasos hacia atrs tambalendose, muy aturdido; seguidamente se abalanzo sobre su oponente, le golpeo el pech y lo derribo. Al volverse, triunfal, Matt le observ el rostro, encendido de ira. Matt se meti en el hoyo para poner fin a la lucha. El y Susan estaban asombrados y un poco nerviosos. Mas tarde hablaron de ello. Sabes que pens al verlo? Coment Susan. Que sentan verdadera rabia, autentica agresin. Esto es algo nuevo, que no forma parte del vocabulario emocional de los homnidos del poblado. Nos guste o no, la rabia y la agresin son caractersticas humanas respondi Matt. Tal vez algunos siguen ya la senda de los renegados, y esta lleva directamente hacia nosotros. Todo aquel tiempo Kellicut haba estado aprendiendo por su cuenta; se pasaba cada vez mas horas con el chaman, que viva en una choza separada del resto; era la nica que tenia puerta, que siempre estaba cerrada y rodeada de un foso hecho de diminutos ttems, entre los que haba mechones de pelo y dientes, que desprenda un olor ftido. Matt y Susan lo llamaban Ojo Oscuro, un nombre que aluda a su aspecto y tambin a su funcin, a saber: guiar a la tribu a travs del mundo de los espritus. En sus frgiles hombros llevaba el peso de las almas de los antepasados fallecidos. Tenia la parte superior del cuerpo demacrada; los huesos de los hombros le sobresalan cual alas de un murcilago; tenia el rostro contrado y siniestro, y el pelo como una cortina y desgreado. Cuando se lo apartaba, se le vea un ojo empanado e inmvil, que miraba permanentemente a la lejana, como si viera visiones que a los dems les pasaban inadvertidas, espritus que residan en nidos ocultos y rboles vaciados. Ojo Oscuro se alejaba solo a un pinculo rocoso, donde permaneca durante das en comunin con los espritus; ayunaba y al regresar estaba delgado como la hoja de una destral. Cuando reapareca, la tribu pareca excitada y le daban comida y otras ofrendas, aunque tambin le teman y, en cuanto el se acercaba, ellos se apartaban. Con el objeto de comunicarse con los antepasados celebraba ceremonias, durante las cuales emita gritos y sonidos montonos, como cantos, aporreaba troncos y sufra ataques como si estuviera posedo. Susan se fijo en que durante aquellos momentos pareca entrar en trance y entonces mantena su ojo sano cerrado. Imagino que de ese modo rompa los lazos con el mundo exterior e impeda que los restantes miembros de la tribu pudieran leerle, por mas que osaran intentarlo. Una maana, muy temprano, que el cielo, de un azul intenso, cubra el valle como un globo luminoso, un autentico alboroto altero la vida del poblado. Matt, que estaba bandose en las aguas fras de un riachuelo, oy gritos de excitacin y sonidos que parecan chillidos. Susan, que en aquel momento estaba cogiendo frambuesas de un matorral para el desayuno, se irgui de un salto y se rasgu. Salio de all con cuidado y ech a correr hacia el poblado, adonde llego al mismo tiempo que Matt. Un grupo de homnidos estaban empujndose, dndose empellones y levantando tierra al golpear el suelo con los pies. Los nios haban hecho un corro y los miraban muy serios. Debe de ser una lucha, pens Matt, quien pronto advirti, asustado, lo adaptado que estaba a la vida tranquila y somnolienta del poblado. El pensar que poda haber, como ahora, un altercado lo sobresalto. Entonces vio a Caralarga, cuya cabeza sobresala de las dems, y, cuando el homnido se volvi para mirarlo, vio que tenia el rostro contrado por la angustia. Que sucede? pregunt Susan, a quien la escena, igual que a Matt, haba conmocionado. No tengo ni idea, pero ser mejor que lo averigemos.

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Susan dio un paso hacia delante y la multitud se aparto para dejarles pasar; en aquel momento vio una litera hecha de ramas y de hojas sobre la cual estaba tendido un homnido que no haba visto nunca; era un joven de pelo oscuro. Cuando el grupo dejo la litera en el suelo, el cuerpo se tambaleo y luego se qued quieto, inerte. El joven estaba gravemente herido. Tenia un corte profundo a un lado de la frente que dejaba ver el hueso prominente del arco superciliar, de un blanco intenso; pareca una protuberancia hinchada que le hubiese rasgado la piel. Por la cara le resbalaba sangre oscura que le llegaba hasta la nuca y le manchaba el pelo. Pareca que estuviera a punto de perder el conocimiento. Tenia la rodilla derecha magullada y le sangraba; el brazo izquierdo le colgaba y tenia la parte interna a la vista. Su cuerpo estaba adornado de una forma que ni Matt ni Susan haban visto con anterioridad; pareca que estuviera pintado como para ir a la guerra. En la frente se vean lneas de color ocre rojizo y de carbn negro que formaban una uve que arrancaba de la nariz; el pech, muy robusto, estaba pintado de forma similar; las lneas partan del esternn. Al respirar se le notaban las costillas. Caralarga no paraba de tocarle. Afligido hasta lo indecible, le cogi el brazo, en una postura que recordaba una Piedad, y emiti extraos sonidos; echaba la cabeza hacia atrs y estiraba las cuerdas vocales gritando de dolor. A Susan le impresion su actitud y su manera de mecer el cuerpo del herido para consolarlo, y de mantener a los dems apartados, como si quisiera protegerlo. Mattdijo Susan. Es su hijo. Si, en efecto respondi la voz de Kellicut a sus espaldas. Y si no hacemos algo, el tambin morir. Pero que podemos hacer? Seguramente no mucho, pero siempre podremos hacer mas que ellos. La medicina no es un arte que este aqu muy desarrollado. Al or a Kellicut, Caralarga dejo el brazo del chico y se fue corriendo hacia el; le paso una mano por la nuca y le arrastro hasta la litera; la muchedumbre se aparto para dejarles pasar. Caralarga le hizo arrodillarse junto al cuerpo de su hijo. Kellicut, Con el rostro de color ceniza, le toco una sien. El joven abri los ojos un momento, miro a su padre y gimi; despus ladeo la cabeza. Kellicut le paso la mano por las costillas y le tomo el pulso. De repente Caralarga emiti un gemido tan intenso como el que haba dejado escapar su hijo. Dios mi! Exclam Matt. Esta leyendo a su hijo. Esta haciendo suyo su dolor. Lo siente, literalmente. Exacto dijo Kellicut volviendo la cabeza. Y debe de ser agudsimo. No tenemos ni la mas remota idea de lo que sienten. El problema es que no creo que eso le sirva a su hijo para sufrir menos; no mitiga su dolor. Es simplemente una forma de experimentarlo simultneamente, una empatia puramente altruista. Kellicut se estaba metamorfoseando en un medico. Primero debemos lavarle la sangre. No veo nada de nada. No se con que nos podemos encontrar. Se volvi bruscamente. Matt ordeno, trae enseguida tu botiqun. Vamos a llevarle a la choza grande que hay junto al ro. Susan, rene toda la ropa que puedas y ven. Tenemos que cubrirle. Tiene una conmocin. Volva a ser el Kellicut de siempre, ordenando, hacindose cargo de la situacin mucho antes de que los dems hubiesen comprendido siquiera que ocurra. Venga, vamos.

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Levant la litera y cinco varones se apresuraron a ayudarle. Con el movimiento el joven se tambaleo y lanzo un terrible gemido de dolor; Caralarga hizo lo mismo. La extraa procesin atraves el poblado con un objetivo muy claro ahora; parecan una bestia enorme dando patadas en el suelo, levantando tierra con sus diez pies. Kellicut la encabezaba y la guiaba. Cuando llegaron al ro, mando que dejaran la litera bajo unos lamos, cerca de los cuales se hallaba una choza hecha en un sitio en el que las ramas de dos rboles se entremezclaban. No tenia paredes laterales y corra en ella una suave brisa. All monto Kellicut la base de operaciones. Mando I Matt al ro tres veces con la cantimplora; le verti el agua sobre las heridas y las limpio con suavidad con una de las blusas de Susan hasta que pudo ver la carne al rojo vivo. En los labios de las heridas de la frente se haba incrustado tierra. Que crees que le ocurri? pregunt Susan. Es difcil decirlo, pero esta herida la causo un golpe respondi Kellicut sin dejar de limpiar el arco superciliar. Mirad la hinchazn que tiene a un lado. Y aqu el hueso esta fracturado, lo veis? Levant un poquito la piel de la sobreceja. Esto es el torus frontalis. Imaginaos, este hueso no lo han visto jams en ninguna facultad de medicina del mundo. Cubri al joven con los trozos de ropa que haba trado Susan, un montn de prendas patticamente reducido que inclua un par de pantalones. Tendremos que utilizarlos de manta. Se volvi para mirar al paciente. Yo no soy medico, pero jurara que esta herida no se la ha hecho en una cada. Y no es nada probable que se haya magullado la pierna de este modo en un accidente. No dijo mientras pona ropas debajo del cuerpo del joven, que empezaba a tiritar. Parece que se la hayan hecho con una porra. Yo dira que intervino en una pelea. Con quien? Con los mismos con los que tropezasteis vosotros. Como lo sabes? Quien pudo hacerlo sino ellos? Kellicut hizo una breve pausa, como si estuviera sopesando las palabras. Adems, el se alejo para ir a su encuentro. Que? Si, si. Se fue hace unas semanas. Su padre estaba destrozado, no poda aceptarlo. Kellicut miro a Caralarga, que estaba sentado en un tocn, balancendose despacio, con la mirada clavada en los ojos de su hijo. De hecho, el que u hijo o una hija se una a los renegados es un estigma, pero P este caso, como Caralarga es muy respetado, no sufri ningn desprestigio. Pero ha sufrido mucho. Es increbledijo Matt. Por que es increble? Tienen unos sentimientos mucho mas profundos de lo que puedas imaginarte. No me refera a eso. Me sorprende que huyese para unirse a un grupo como aquel, los... los renegados, como tu los llamas. Este chico herido es responsable, en parte, de que os encontraran. Por que?

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Los tres que os encontraron eran un grupo que salieron en busca del muchacho. Susan se qued mirando a Kellicut. Me parece que hay muchas cosas que debes contarnos. Si. Kellicut dejo escapar un suspiro. Supongo que si. Pero todo a su debido tiempo. Ahora hay cosas mas urgentes que hacer. Antes que nada debemos salvarle la vida a este j oven. Caralarga se qued mirando a Kellicut. Matt no era ningn experto en la interpretacin de las emociones que manifestaban aquellos seres, tan extraos para el, pero esta vez no haba ninguna duda de que Caralarga estaba suplicando algo. Con el cuerpo encorvado por la edad, se acerc a Kellicut, le levant la mano y puso dos dedos sobre los parpados de su hijo. Despus toco los ojos de Kellicut con sus propios dedos y los mantuvo as un momento con cara de suplica. Nos esta diciendo que su hijo esta murindose y le ruega a Kellicut que lo salve, pens Matt. Eagleton pulso el interfono. Schwartzbaum! grit. Acto seguido apret el botn que rociaba la habitacin de desinfectante. Si alguien puede contaminar este despacho, pens maliciosamente, es ese bocazas pretencioso de Schwartzbaum. Que desgracia que estuviera, aunque fuera tangencialmente, relacionado con aquella operacin. Schwartzbaum haba pasado por el departamento de paleontologa de Harvard, donde haba estudiado con los mejores especialistas. Al principio haba sido el clsico hombre de <<huesos y piedras>>, hasta que, al igual que su especialidad, haba evolucionado. Ahora su objeto de estudio estaba muy prximo a la gentica evolucionista. Cada dos aos escriba oscuros e ilegibles artculos sobre la fisonoma esqueltica y el ADN mitocondrias hasta el punto de que su reputacin se volvi un baluarte inexpugnable. Eagleton necesitaba desesperadamente la experiencia de aquel hombre para su proyecto y se vio obligado a nombrarlo director adjunto del instituto, con todas las condiciones extraordinarias que comportaba el cargo: un sueldo de 150.000 dlares, una plaza de aparcamiento y un pase de temporada para los partidos de los Redskins. Ahora necesitaba a Schwartzbaum para que le ayudara a tomar una decisin o, mejor dicho, para hablar. Eagleton le utilizaba de vez en cuando de caja de resonancia. A veces lo que hablaban no guardaba relacin alguna con lo que le interesaba de verdad a Eagleton. Para el era muy til discutir sobre cuestiones paralelas con un colega, mientras su formidable intelecto navegaba en solitario por las aguas del ro principal. Utilizaba a Schwartzbaum del mismo modo que un investigador utiliza el ruido blanco para aniquilar las desviaciones invasoras. Aquella era una de esas ocasiones. Schwartzbaum entro con aire distrado, cogi una silla y se sent demasiado cerca de Eagleton, que no dijo nada aunque se sinti molesto, por lo que movi su silla de ruedas hacia delante y hacia atrs como un atleta en la lnea de salida; encendi un pitillo y, apuntando como si lanzara un proyectil, ech una bocanada de humo a los mechones de pelo cano que, al estilo de los cientficos locos, cubran las orejas de Schwartzbaum. Dio resultado. Como un hombre atrapado en una nube de gas mostaza, Schwartzbaum retiro la silla medio metro. Y bien dijo Eagleton. Ha terminado el informe? El informe?

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De la sesin en la que intervinieron la doctora Arnot y el doctor Mattison. En la voz de Eagleton era palpable la irritacin, que no hacia ningn esfuerzo por contener. Ah, ya. No, todava no lo he terminado. He estado ocupado en un articulo sobre la obertura nasal del crneo del hombre de Neandertal. He llegado a la conclusin de que... El informe tenia que estar ayer por la maana encima de mi escritorio. Es preciso saber que piensa usted de las diferentes interpretaciones. Bueno, ya sabe lo que dicen: encierre a dos paleontlogos en una sala y obtendr tres opiniones distintas. Es un colectivo que ni tan solo se pone de acuerdo sobre como hay que escribir el objeto de sus investigaciones. Algunos lo escriben como los alemanes, sin la hache muda: N-E-AN-D-E-R-T-A-L; otros en cambio... Esperaba que en la reunin se hubieran tratado temas de mayor importancia que las variantes ortogrficas. Ah. Perdone. Sobre que...? Para empezar, sobre la teora de la doctora Arnot acerca del canibalismo. Hum... El canibalismo. Schwartzbaum tiro de los pelos de la perilla con la punta de los dedos. Este gesto le record a Eagleton una arana boca arriba, agitando las patas en el aire. Me temo que no se trata de ninguna novedad. Es la parte mas oscura de la investigacin sobre el hombre de Neandertal, una sombra que se extiende desde los trabajos de los primeros arquelogos en busca de fsiles. Explquese. Schwartzbaum se recost, inspiro hondo y fijo la mirada en la pared. Si no me equivoco, la primera referencia data de los aos sesenta del siglo pasado; aparece en un trabajo de Edouard Dupont, un gelogo belga. Estaba buscando algo en una cueva en... creo que era en Le Trou de la Naulette... cuando descubri un fragmento bastante grande de una mandbula inferior. Era sin lugar a dudas humana, pero tambin muy parecida a la de los monos, porque se inclinaba hacia atrs, de los dientes a la barbilla. Schwartzbaum se percato de que estaba pasndose la mano por la mandbula. Turbado, la aparto inmediatamente. No olvide que El origen de las especies se haba publicado hacia escasos aos. La teora de la evolucin luchaba por hallar una prueba que le diera credibilidad y aquel trocito de mandbula era la primera muestra anatmica slida que apoyaba las teoras darwinianas. En cualquier caso, ocurri algo extrao. Se haban desatado los rumores sobre el canibalismo y Dupont se encargo de manifestar que aquel hueso no era en modo alguno ningn resto de un banquete. Pero cuando sus palabras se tradujeron al ingles, fueron tergiversadas hasta el punto de que la gente crey que haba afirmado que si se trataba de los restos de un banquete y que los neandertales eran canbales. Naturalmente lo creyeron porque deseaban creerlo, y as fue como les colgaron aquel sambenito, que era una acusacin infundada. Schwartzbaum se salto unas dcadas y llego a I899, cuando un tal Dragutin Gorjanovic Kramberger, un croata que era hijo de un zapatero y que nunca gozo de aceptacin entre los intelectuales de Berln y de Paris, descubri la cueva de Krapina, que albergaba un tesoro de

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centenares de especimenes neandertales. Lo que le asombro fue que los esqueletos estaban diseminados por todos lados y que huesos grandes estaban astillados, y algunos de ellos incluso quemados. Por otra parte, un gran numero de ellos pertenecan a criaturas. Gorjanovic lo interpreto como una prueba irrefutable de que se trataba de victimas de banquetes prehistricos. Eagleton daba la impresin de que estaba mirando a Schwartzbaum con atencin, pero sus palabras le llegaban envueltas en brumas. Su mente empezaba a abordar el problema que se haba planteado a si mismo en la intimidad; avanzaba ya en su resolucin por el ro principal y la barquita de su interlocutor desapareca en las mrgenes cenagosas. Schwartzbaum sigui hablando como un actor borracho bajo las luces de un escenario. Todas las teoras y los sombros rumores llegaron a su punto lgido aos mas tarde, en I939, justo en vsperas de la guerra. Cont la historia de Alberto Blanco, un joven italiano que iba en busca de fsiles y que pasaba la luna de miel en Monte Circeo, al sur de Roma. Unos obreros perforaron el tech de una cueva oculta y se encontraron tanteando en la oscuridad. Uno de ellos cogi un crneo para drselo a Alberto. La cuestin era: en que lugar de la cueva lo haba hallado exactamente? El debate trajo cola y todava hoy sigue vivo. Ha arruinado no se ya cuantas conferencias. Blanco insisti en que haban hallado el crneo en el centro de un grupo de piedras que formaban un circulo. El lo llamaba "la corona de piedras" con el fin de rodear el hecho de un efectismo teatral. Que era aquella fractura en la sien derecha? La prueba de un antiguo asesinato. El gran agujero que haba en la base del crneo lo haban hecho, segn Blanco, con el objeto de extraer el cerebro. Sostena que, con toda probabilidad, el hombre de Neandertal se acercaba sigilosamente por la espalda a su enemigo, le asestaba un golpe mortal, separaba la cabeza del resto del cuerpo, se coma el cerebro y utilizaba con posterioridad el crneo de cliz sagrado para sus ritos; lo colocaba con delicadeza en la "corona de piedras" del mismo modo que hoy da un cura alza el cliz sobre el altar. Interesante, verdad? Eagleton gru unas palabras evasivas mientras Schwartzbaum segua hablando como si nada. Pero hoy da la mayora de paleontlogos rechazan esta teora. Hay demasiados interrogantes. Era el circulo realmente un circulo? Fue un animal el que desgarro el crneo? Era Blanco algo mas que un simple italiano romntico? Es todo muy apropiado para que salga en los diarios sensacionalitas pero es un tema del que no se habla en una reunin en el comedor de la Facultad de Harvard. Y la doctora Arnot? La pregunta le dejo sin palabras. A Schwartzbaum le gustaba ver los toros desde la barrera y Susan Arnot era una persona que derribaba barreras. Puede decirse que, en lneas generales, su trabajo ha sido ejemplar y es una persona que goza de prestigio, aunque naturalmente no ha publicado nada sobre su ultima... contribucin a la teora de Blanco. Y que piensa usted? Yo?

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Si, usted.

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Schwartzbaum tomo una actitud cautelosa; era como un experto en el banquillo de los testigos a quien finalmente se le peda que se comprometiera y aportara pruebas. Yo no tomo partido por ninguno de los dos bandos. Todava no me he formado una idea clara al respecto. Pero estoy dispuesto a decir aqu, en este despacho donde nadie nos oye, que no suscribo la hiptesis del canibalismo. Usted afirmo que la gente crea que los neandertales eran canbales porque as queran creerlo. Que quiso decir con ello? Bueno, hoy da la teora de la evolucin nos parece lgica y de sentido comn; vista retrospectivamente la consideramos incluso obvia. Thomas Huxley es quien mejor lo dijo: <<Que estupido he sido al no haber pensado antes en ello>>. Olvidamos lo revolucionaria que era en la poca en que surgi, porque echaba por los suelos el concepto bsico que tenamos formado sobre la humanidad. De golpe y porrazo ya no ramos una creacin divina; el hombre no era ningn ser separado de las bestias, dotado de inteligencia y con una chispa de divinidad. Ya no ramos especiales; de repente nos derribaron del pedestal. Resultaba que ramos un animal como cualquier otro, un poco mas inteligente, eso si, o incluso mucho mas inteligente, pero seguamos siendo bsicamente un animal. Nos impusimos gracias a nuestro intelecto, que se desarrollo en gran parte por azar, porque tenamos un par de piernas, un pulgar prensil y los rganos de fonacin. Debemos reconocer que la imagen de una criatura que procede del cienago primordial no es tan ennoblecedora como el arco entre el dedo de Dios y la mano del hombre que este alarga para tocarlo, como vemos en la capilla Sixtina. De modo que ya no somos dioses menores sino simplemente monos mas desarrollados. Para empeorar las cosas, se hallaron estos restos fsiles que llenaron los vacos, por lo que nuestra relacin con los monos es todava mas irrefutable. De acuerdo, el hombre de Piltdown es un fraude pero incluso sin el hay muchsimos "eslabones que se han perdido" y el mas importante es el hombre de Neandertal. De ah que necesitemos algo que nos separe de el con la finalidad de poder volver a subirnos a nuestro pedestal. Nos es preciso transformarlo en una bestia. Y que mejor manera de hacerlo que acusarlo de violar el tab mas espantoso de cuantos quepa imaginar, de cometer el crimen mas horroroso que existe, el smbolo de todo lo que nos coloca por encima de los restantes animales en este horrible continuo por salir del estado salvaje: comer a los de su propia raza. Ahora Schwartzbaum estaba tan encantado de su elocuencia que casi se haba olvidado de la persona que estaba sentada frente a el, detrs del escritorio, en la penumbra. Se sobresalto cuando Eagleton lo interrumpi. Le felicito. Ha contestado usted todas las preguntas salvo la mas importante. Y cual es? Por que habran de ser canbales? Fcil respondi Schwartzbaum tirndose otra vez de la perilla. Desde tiempos inmemoriales la razn ha sido siempre la misma: apropiarse de la inteligencia de la victima. Eagleton lo despacho bruscamente. El hijo de Caralarga estaba tendido en una losa hecha de tierra prensada en el interior de la choza que haba junto al ro. Tenia los ojos cerrados y estaba plido y desencajado, pero todava respiraba. Susan le examino el rostro. La protuberancia en forma de mono que tenia en la parte posterior de la cabeza, un rasgo

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que en los homnidos serva para contrarrestar el peso de sus caras alargadas, le mantena la cabeza echada hacia delante de forma que la barbilla casi le tocaba el pech. Aquella postura le daba un aire solemne y pacifico, como si estuviera muerto; pareca una estatua de las que se ven en las catedrales medievales de Europa sobre los sarcfagos. Las largas pestaas se movan. No es feo, pens Susan. En cierto modo tiene un aspecto noble, aunque no anglico; si, destacaba sobre los dems como un joven prncipe. No debe de tener mas de quince o diecisis aos, se dijo. Susan ya casi no senta el escalofro inconsciente de aversin que la sobrecoga cada vez que contemplaba aquellos rostros deformes. Observ la pintura de la cara, pinceladas salvajes cuya nica finalidad era inspirar miedo. Eran universales; las tribus primitivas del mundo entero utilizaban aquellos adornos cuando cazaban o en las batallas, y a veces tambin en los funerales de los grandes guerreros. Le toco una lnea roja y se le qued el dedo pringado; lo oli: era hematites u oxido, que tiene una tonalidad ocre rojizo. Se empleaba en los entierros prehistricos como smbolo de la sangre; hacia poco lo haba visto en las caras de los salvajes que haban matado a Kudy y que haban intentado atraparlos en la caverna. Caralarga estaba sentado junto a el en silencio aunque segua balancendose ligeramente, como si lo moviera una brisa invisible. Estaba tan ensimismado, sin ningn contacto con el mundo exterior, que pareca que estuviera rezando. Kellicut aparto a Susan de un codazo; volvi a examinar al chico, esta vez mas atentamente; le levant un brazo, le palpo la caja torcica y le tomo el pulso. Tenia una actitud arrogante pero Susan le conoca lo suficiente para saber que haba que achacarlo a los nervios. Intentaba estrujarse los sesos con el objeto de recordar los escasos conocimientos mdicos que haba adquirido hacia treinta aos, cuando estudio seis meses en una facultad de medicina. Que vas a hacer? le pregunt Susan. Ya lo veras le respondi con brusquedad. Si sales del medio y me ayudas, claro. Susan se contuvo para no contestarle. Kellicut le mando a ella y a Matt a buscar toda una serie de objetos cuya utilidad no lograron comprender. Matt llevo una cantimplora y el botiqun. Susan, una botellita de vodka que haba guardado y su chaqueta. Al igual que Matt, lo obedeca ciegamente, como en sus tiempos de estudiantes. Tal y como les ordeno, los dos cavaron un hoyo, que llenaron de ramitas; cogieron una brasa del fuego de la comunidad con el fin de encender el montoncito de ramas que haban preparado. Prendi con rapidez, emanando oleadas de calor tras las cuales los rboles que haba mas all pareca que bailaran, y tambin una estrecha columna de humo. Hierve el agua de la cantimplora unos diez minutos, no mas ordeno Kellicut. Tendr que verterla aquaadi alzando la botella de vodka, porque necesito la cantimplora para otra cosa. Verti vodka en la frente del chico y despus en la parte interior del codo, y la extendi con un trapo. Dejo un dedo de vodka en la botella, la levant y se lo bebi. Otra cosa le dijo a Susan mientras dejaba el frasco y le daba la espalda para inclinarse sobre el chico. Ves a buscar al chaman, porque lo vamos a necesitar. Ya sabes donde est su choza. No te molestes en llamar a la puerta, el sabr que estas ah. Susan sabia en efecto donde estaba la choza que tan mal ola y que tenia siempre la puerta cerrada. No le gusto nada tener que ir. Estuvo un momento esperando fuera; no haba seales de vida en el interior. Finalmente se acerc a la puerta con cautela y la empujo. Estaba hecha de espesas ramas entrelazadas y al entornarla no vio nada: estaba a oscuras; en el ambiente haba un olor ftido y sinti nauseas. Se qued quieta, respirando por la boca, mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. Poco a poco vio contornos de objetos. En un rincn haba un rudimentario estante que era un tronco cincelado; encima haba unos cuencos hechos de caparazones de tortuga; estaban llenos de un liquido espeso y de objetos redondos que parecan

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bolas. El olor era tan fuerte que casi lo senta en la piel. Dio un paso hacia delante para verlos mejor y descubri que haba trocitos de cuerda flotando en el liquido, que serva para atar los objetos. Al darse cuenta de que eran ojos sinti una incontenible repugnancia. Haba cientos de ojos. Estaba mareada. Tuvo una extraa sensacin; noto que se le empaaba el cerebro, como el espejo de un cuarto de bao. Dio dos pasos hacia atrs para irse y choco con Ojo Oscuro, que llevaba un bastn largo con una cabeza de lobo grabada en la empuadura; pareca el cayado de un pastor. Susan se ech hacia atrs tambalendose y por poco se cayo. El no se movi para ayudarla; tan solo emiti unos sonidos guturales que a Susan le parecieron hostiles. Su ojo blanco resplandeca como una estrella; glaucoma, pens Susan, y muy avanzado. Debe de estar completamente ciego de ese ojo. El otro tambin presentaba sntomas de enfermedad. Ve solo a travs de los ojos de los dems?, se pregunt. Pero si es as, por que mueve la cabeza en mi direccin? Entonces Ojo Oscuro la cogi de la mano y la llevo hacia fuera. Eagleton todava no haba tomado ninguna decisin y el tiempo apremiaba. Encendi un pitillo, inhalo hondo y se qued mirando fijamente a Schwartzbaum, que estaba sentado enfrente de el. Este es un charlatn pero tambin una buena fuente de informacin, pens. Casi a desgana, porque para el silencio era un tesoro, le formulo otra pregunta. Dgame. Comparte usted la teora de la doctora Arnot sobre la contienda entre el Homo sapiens y el hombre de Neandertal? Schwartzbaum frunci el entrecejo y estiro las piernas. La teora de la doctora Arnot no es original. >>En los aos veinte un tipo llamado Hermann Klaatsch, un antroplogo de la Universidad de Heidelberg, dijo que era imposible que el Homo sapiens descendiera del hombre de Neandertal, que era un ser tosco. Desarrollo una teora, novedosa a la sazn, segn la cual hubo una lucha por la supervivencia en la cual los neandertales murieron y se extinguieron. La llamo la batalla de Krapina. Y es verosmil esta teora? Bueno, nadie la crey, y tenan buenas razones para ello. Para empezar, los neandertales estaban por toda Europa, as que resultaba un poco difcil imaginar que pudiesen reunirlos a todos y aniquilarlos en una nica y decisiva batalla. Ejrcitos enteros son derrotados en una sola batalla. Hay montones de ejemplos: Gettysburg, Waterloo, Agincourt. La mayora de las guerras acaban a causa de un enfrentamiento decisivo. Una de las partes pierde pero no es aniquilada en su totalidad. Algunos de los vencidos se retiran y se esconden en una cueva a lamerse las heridas. No se les puede exterminar a todos. Entiendo dijo Eagleton haciendo una mueca casi imperceptible. Callo un momento, encendi un cigarrillo y pregunt: As pues, esta usted de acuerdo con el doctor Mattison, quien sostiene que nuestros genes se mezclaron con los de ellos? Schwartzbaum se sinti acorralado pero fue un acicate para dar rienda suelta a sus pensamientos.

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Esta teora tambin presenta problemas. El gran dilema de la investigacin sobre el hombre de Neandertal es como explicar este nico misterio: el fsil mas reciente es mas neandertaloide que los mas antiguos. Tiene un torus frontalis mas pronunciado; me refiero al arco superciliar; el crneo es alargado y las extremidades son mas arqueadas. Todas estas caractersticas son propias del hombre de Neandertal clsico, de modo que al parecer se apartan del Homo sapiens; estn cada vez mas lejos de nosotros, hecho que entra en contradiccin con nuestras teoras sobre lo que debi de suceder. Como se explica eso? Y como se lo explica usted? Bien, como es de esperar, las teoras abundan. Una de ellas sostiene que haba distintas poblaciones de neandertales, separadas por grandes bloques de hielo, impracticables durante las glaciaciones; al vivir aisladas, evolucionaron en direcciones distintas. El factor critico en el cambio de la evolucin es, en efecto, el aislamiento, porque como es obvio impide el cruce entre subespecies diferentes. Y en que sentido afecta eso al hombre de Neandertal? Los especimenes neandertales que tienen un aspecto mas humano proceden de un periodo anterior y mas calido, y se han hallado restos de fsiles por todas partes. El hombre de Neandertal clsico es de un periodo posterior, data de la ultima glaciacin. Se han hallado en reas aisladas y su morfologa esta adaptada al clima subartico. Sus extremidades son mas robustas, sus crneos, mas largos, y los huesos de la nariz mas anchos, tal vez para calentar el aire al respirar. Curiosamente su capacidad enceflica tambin es mas grande, pero no sabemos por que. Por lo dems, se trata de un caso tpico de adaptacin a un medio hostil. Se produjo por seleccin natural, o tal vez hubo una desviacin gentica. Hbleme de la desviacin gentica. Es un concepto sutil. Bsicamente es estadstica aplicada a la gentica. En pequeas poblaciones aisladas, los acontecimientos casuales pueden tener repercusiones. Cuando hay mutaciones genticas, alcanzan un nivel en el que se perpetan rpidamente. Los accidentes tienen efectos mayores que si ocurriesen en una poblacin mas reducida y los cambios que acarrean pueden ser espectaculares. >>Por ejemplo, un grupo reducido desarrolla unas piernas extraordinariamente largas. Estos genes llegan a ser tan numerosos que desbancan a los llamados genes normales, hasta que las piernas largas se convierten en la norma. Los que tienen las piernas largas andan y corren mas rpido, y esto trae consigo otros cambios, pongamos por caso, un cambio en la dieta empiezan a comer otro tipo de animales, o un cambio en el hbitat, porque los depredadores tradicionales ahora pueden ser vencidos. Y siguen ocurriendo nuevos cambios sin cesar; se trata de un proceso que se auto perpetua y cuyo resultado es un salto quntico. Pero esto no quiere decir que los nuevos rasgos sean necesariamente mas ventajosos; hay que hablar mas bien de desviacin accidental. Comprendo. Que ocurrira si el salto quntico comportase una facultad abstracta? Una percepcin teleptica o algo por el estilo. Se refiere usted a la capacidad para proyectar imgenes directamente de un cerebro a otro? En teora, al menos, no es imposible. Y es posible que en el cortex del hombre de Neandertal se produjeran cambios fsicos que permitieran el desarrollo de esta facultad? Vuelvo a decir lo mismo: en teora si. Pero hay un problema. Gracias al estudio del cerebro

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humano sabemos que gran parte del cortex esta ya hipotecado para el lenguaje. Y si no tuvieran lenguaje? En este caso tendran un cerebro mas grande que el nuestro, que simplemente no se habra desarrollado. No hay razn alguna para pensar que no desarrollaron el lenguaje. En tanto que medio de comunicacin, es preferible porque perdura. Se puede escribir y lo escrito sobrevive a quien lo escribi. Ni usted ni yo conocimos a Shakespeare pero le omos hablar, por as decirlo. Y si algo les impidi desarrollar el lenguaje? Me cuesta creerlo. Solo se me ocurre una causa. Cual? La altitud. Eagleton giro la silla de ruedas unos noventa grados. Explquese. Los alpinistas sufren trastornos mentales; no se trata de nada nuevo. Pero las investigaciones recientes relacionan este fenmeno con el habla. Un neurocientfico de Brown, Philip Lieberman, ha estado estudiando los efectos cognitivos de la falta de oxigeno. Sostiene que daa la parte del cerebro responsable de los movimientos secuenciales, incluido el movimiento de la lengua, los labios y la laringe. Los ganglios bsales se quedan sin oxigeno y la sintaxis del lenguaje hablado queda afectada. De ah que los pensamientos se expresen de forma desordenada. Por tanto, a largo plazo dijo Eagleton pausadamente. Una especie que viviese en un entorno de estas caractersticas podra llegar a quedarse sin lenguaje y, en este caso, tendra que desarrollar otra alternativa, como la telepata, por ejemplo, para compensar dicha perdida. En teora, solo en teora, si; no es imposible. Y si esta capacidad constituyera una funcin vital para un grupo que viviese constantemente atemorizado, que huyese sin parar? Y si esto tambin le permitiese a cada miembro del grupo actuar de vigilante, una especie de sistema automtico de alarma precoz para la tribu entera? Bueno, entonces tendra un valor aadido que contribuira a que, presumiblemente, siguiera funcionando. El proceso de desviacin gentica se vera reforzado por la seleccin darwiniana, que tendera a acentuar este rasgo, a solidificarlo, por as decirlo. Pero en que esta pensando? En nada, en nada. Estamos manteniendo una discusin puramente terica. Me interesa lo que ha dicho sobre los diferentes grupos de neandertales. Como se produce una cosa as? Por descontado eso si es teora pura. Ocurri algn hecho, probablemente las glaciaciones, que dividi a la poblacin en subgrupos. Sabemos que los que vivan en Europa occidental se convirtieron en el hombre de Neandertal clsico y que con el tiempo se extinguieron. Para decirlo con pocas palabras, su manantial se agoto. Los que habitaban en otras partes alcanzaron un nivel de desarrollo que los acercaba a nosotros. A eso se llama sapientizacin. O tal vez sobrevivieron aislados en un reducido lugar apartado y desarrollaron unos rasgos especiales a travs de la desviacin gentica. Hay pistas muy dbiles en esa parte del mundo denominada <<Asia occidental>>

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Asia occidental? Donde esta?

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Es un termino extrao que se emplea hoy da en los trabajos sobre el hombre de Neandertal. Abarca una vasta regin que comprende el mar Negro, ciertas zonas de la Unin Sovitica, Uzbekistn y Tadzhikistan. Gran parte del territorio esta por explorar. De repente Eagleton, sin darle las gracias siquiera, despidi a Schwartzbaum. Ya no le necesitaba. Haba tomado la decisin que buscaba. Hacia tres semanas que no reciban noticias de Van. Haba llegado el momento de enviar a Susan y ojo Oscuro fueron hasta la orilla del ro; el la llevaba agarrada del brazo; su mano era tan huesuda que pareca un halcn sobre su presa. Susan sinti que de el emanaba un extrao poder que la electrizaba, como si el homnido generara una especie de voltaje psquico. Le era imposible decir quien guiaba a quien. Caralarga fue a su encuentro y anduvo hacia atrs, delante de ellos, con la cabeza gacha. Cuando entraron en la choza, Susan vio que Matt tambin se encontraba all, junto con tres o cuatro homnidos. Kellicut estaba en un rincn trabajando; a su alrededor haba desplegados varios utensilios: una navaja, la cantimplora y el botiqun, que tenia la tapa azul y blanca abierta. Al verlos, coloco con cuidado algo sobre una prenda de vestir y se levant. Me alegro de que ya estis aqu. No tiene buen aspecto y no disponemos de mucho tiempo. Que piensas hacer? Tiene una contusin en la frente y la rodilla fracturada, pero tambin esta herido en el costado. No estoy seguro pero dira que le hirieron hace varios das y que ha estado andando, de modo que el problema principal es la perdida de sangre. Haremos una transfusin. Y como vas a hacerla? Mal, me temo. Tendremos suerte si podemos transfundirle una cantidad suficiente de sangre, aunque con los grmenes que hay por aqu ser un milagro si sobrevive. Pero es la nica esperanza. Y quien ser el donante? Kellicut miro a Caralarga, que segua mecindose despacio. Y el? Para que queras que viniera? Susan sealo con la cabeza a Ojo Oscuro, que todava no le haba soltado la mano. No se atreva a retirarla, como si fuera una especie de sanguijuela de la que tuviese que desprenderse con sumo cuidado. Espero poder explicarle lo que vamos a hacer para que pueda comunicrselo a los dems. El es el nico capaz de comprenderlo. Por otra parte dijo Kellicut, quien volvi de nuevo a su trabajo, su presencia aqu puede sernos til en el caso de que todo salga mal. Susan se acerc a Matt, que estaba junto al fuego, y observ como Kellicut les hacia gestos, emitiendo tambin sonidos, a Caralarga y a Ojo Oscuro. En un momento dado, abri los ojos del chico; despus se hizo un corte con la navaja en el brazo y empez a brotarle un chorro de sangre. No qued nada claro que lo entendieran. Mientras, el agua herva en la cantimplora. Susan y Matt la emplearon para esterilizar un largo tubo de goma que tenan en el botiqun y unos cuantos trapos; cuando acabaron, llevaron todo junto al chico. Kellicut haba conseguido, no se sabia como, que Caralarga se tendiera en un lecho de ramas cerca de su hijo. Cogi la jeringa hipodrmica, la limpio con el agua esterilizada y presion el embolo hacia abajo. Con la navaja hizo un pequeo agujero en el extremo superior de la jeringa, abrindolo

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poco a poco hasta que qued redondo. Meti en el un extremo del tubo de goma, lo levant, orgulloso de su obra, y le dio el otro extremo a Susan. Y aguanta esto tambin le orden entregndole la cantimplora. Despus Kellicut se arrodillo junto a Caralarga, le paso un trapo humedecido con alcohol por el brazo y le clavo la jeringa en una vena, tirando lentamente del embolo hasta que la cmara se lleno del liquido rojo oscuro. <<Si me pinchan no sangro>>, pens Susan. Aja! exclamo Kellicut al pasar el embolo por el agujero que haba abierto; la sangre de Caralarga empez a fluir por el tubo como un ro desviado de una presa. Funciona! Grit, tan entusiasmado que Susan no pudo evitar pensar que no haba estado nada seguro de que lo fuera a conseguir. Aguanta el otro extremo en la cantimplora advirti y mantenlo hacia abajo. Tenemos que conseguir que vaya fluyendo. Susan vio como el tubo se oscureca lentamente a medida que se iba llenando. Lo mantuvo en la cantimplora, que sostena por debajo con la otra mano. Kellicut ordeno a Matt y a Susan que se colocaran junto al chico. Esto va a ser lo mas difcil dijo. Sostn la sangre lo mas alto que puedas. Le levant el brazo a Susan. Y no lo muevas. Saco el tubo de goma, cogi un trocito de plstico, que utilizo de embudo para verter la sangre, y se lo dio a Matt, que tambin levant el brazo. Cuando os lo diga, verted la sangre los informo. Si se forma una burbuja de aire en el tubo, estamos perdidos. Alzo la jeringa, tiro del embolo hacia atrs todo lo que pudo y pincho en una vena del brazo del chico. Despus empujo el embolo hacia delante un par de centmetros, con mucho cuidado, para que no sobresaliera del agujero. Dio resultado. Lentamente la sangre empez a fluir por el tubo. Tenia que haberme dedicado a la medicina dijo Kellicut lleno de orgullo. Te hace sentir como un dios. Despus vendaron la rodilla y la frente del chico, volvieron a cubrirle con las ropas y lo dejaron dormir junto a su padre. Los otros homnidos se quedaron en el exterior de la choza, indecisos. Miraban a Ojo Oscuro en busca de consejos. Aquella noche, sentados alrededor del fuego, Kellicut pareca tan satisfecho de si mismo que Susan aprovech la ocasin para tirarle de la lengua. Cuntanos quienes son los otros le imploro. Como les llamaste? Los renegados. Eso. No hay mucho que contar. Al poco de llegar aqu me entere de su existencia. Naturalmente no los he visto; creo que si me hubiera encontrado con ellos no estara aqu para poder controslo. Pero he recogido algunos datos, no muchos, aunque suficientes para elaborar unas cuantas teoras. Como podis suponer, son muy temidos. De donde proceden? pregunt Matt. De aqu... de este valle. Puede que haya mas tribus viviendo en estas montaas. Dios sabe como sern. Pero los renegados proceden de este valle. Han ido creciendo a lo largo del tiempo;

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sabe Dios desde cuando existen, tal vez desde hace varias generaciones. Quiz lleven hasta cientos de aos existiendo. Pero como? Son parias; se les repudia, se les rechaza. Es muy sencillo, en realidad. Pues podras tener la amabilidad de explicrnoslo. De vez en cuando nace una criatura completamente distinta de los dems. Con el tiempo se convierte en un ser antisocial o, lo que es peor, en un criminal. Tiene una patologa que lo separa del resto, genticamente es diferente. No encaja en la tribu, se salta las normas, se burla de los tabes. Se trata de un fenmeno que ocurre en todas las sociedades. Son inadaptados. Los siux los llamaron <<los contrarios>>, gentes que hacen todo al revs, que incluso montan a caballo mirando hacia atrs. Se dan en todas las sociedades, en todas las tribus. Desde el punto de vista de un bilogo evolucionista, podra decirse que la sociedad los necesita para sobrevivir. Es una manera de experimentar nuevos modelos, si queris decirlo as. I Y eso es especialmente cierto cuando hablamos de tribus homogneas, muy cohesionadas socialmente, como es el caso de esta, unida por su facultad especial. Su capacidad para compartir percepciones los aglutina, de modo que un comportamiento antisocial, o sencillamente fuera de lo corriente, es una amenaza para la tribu entera. Por tanto, todos se unen para expulsar al rebelde; o bien el rebelde escoge el exilio voluntariamente. Quien sabe como ocurren las cosas en realidad. El grupo se deshace del elemento perturbador y as se acaba con el problema. Nunca mas se vuelve a hablar de ello, pero no todo es paz y despus gloria. A que te refieres? pregunt Matt. Uno de ellos desaparece sin que pueda decirse que haya huidointervino Susan. Exactamente. Se va solo a la regin mas desierta del valle y aprende a sobrevivir. Se aleja del edn. Con el tiempo, otro se rene con el. Y luego, paulatinamente, su numero va creciendo. Al principio son solo una pequea banda desorganizada, pero poco a poco van constituyndose en una sociedad cohesionada: una sub-colonia de marginados. Cuando llegan mujeres, empiezan a reproducirse y se convierten en una poblacin competitiva. Cuantos son?pregunt Susan. No tengo ni idea. Pero no es el numero lo que cuenta, sino el espritu. La fuerza que los empuja a ser como son. Lo que realmente importa es quienes son. Son unas bestias crueles! exclamo Susan, que record la sangre de Rudy en la nieve y se sulfuro. Susan! la reprendi Kellicut, que se volvi a mirarla. Lo has entendido todo mal. Como puedes ser tan estupida? Has estado en su caverna; has visto como viven y lo que han llevado a cabo. Lo que han llevado a cabo? Por el amor de Dios, piensa un poco! Para empezar, cazan. Eso significa que tienen que trabajar juntos, cooperar, planear los ataques. Se precisan seis o siete hombres para abatir a un animal grande, as que tienen que asignar distintas tareas: uno que tienda la trampa, otro que corte los arbustos, etctera. Tienen que pensar en el futuro. Comen carne, de modo que ingieren mas

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protenas y son mas fuertes. La cocinan al fuego para que sepa mejor y para conservarla. Llevan pieles, decoran la caverna. Hay una divisin de trabajo; los hombres cazan y las mujeres se quedan en casa para cuidar de los nios y realizar tareas domesticas. Empiezan a vivir en familias. Tienen una jerarqua social. Y matan dijo Susan con contundencia. Si, matan. Por desgracia matar forma parte de su vida. Tal vez sea una parada necesaria en el camino que lleva a la civilizacin. Porque de eso estamos hablando: de civilizacin. No te engaes. Encarnan una forma de vida superior en todos los sentidos. Recuerdas lo que aprendiste en Harvard? Cuales son las primeras seales, los primeros indicios que hablan de una vida en comn? El arte caverncola, el espiritualismo, la protourbanizacion, la estratificacin social. Entre los habitantes de las montaas se dan todos estos fenmenos; en cambio, aqu, entre estos seres que se alimentan de bayas, no. No te das cuenta? Los renegados son un salto gigante hacia delante; estn en el proceso por el cual paso el Homo sapiens hace miles de aos. Es la evolucin, que sigue su camino. Se acercan a nosotros. Son uno de esos sbitos avances que ocurren quizs una vez cada cien mil aos. Y nosotros estamos aqu, presenciando la creacin. Por que no atacan a nuestro grupo si son asesinos y sus habilidades marciales son superiores? Pregunt Matt. Podran aniquilarlos en un momento. Kellicut se lo qued mirando fijamente. No estoy muy seguro. Para empezar, estn separados por el cementerio y, como sabis, cruzar el cementerio es un tab, aunque no es una explicacin convincente. Quizs hay una especie de tregua no declarada entre las dos tribus. Al fin y al cabo los renegados necesitan a nuestros amigos para aumentar su poblacin. Esta es su tribu madre. O tal vez es solo una cuestin de tiempo y algn da les atacaran. Ahora Darwin nos seria de gran ayuda. Lo que describes no es para nada paradisaco observ Matt. Si los mantienen como poblacin que les sirve para la reproduccin, se trata de un edn artificial. En el centro hay un agujero negro. Kellicut se qued callado un momento. Cuando habl, su voz era sombra. Es innegable que hay seales preocupantes. Creo que empiezan a secuestrar a miembros de la comunidad de vez en cuando. Como pudisteis comprobar, son despiadados y esclavos de un demagogo, al que se asocia un grit, que suena algo as como <<quiuac>>. Es el mas fuerte de todos y les ha impuesto la veneracin de una especie de divinidad. Despiadados no es la palabra. Tenan crneos humanos colgadosdijo Matt. Justo en aquel momento los homnidos, que estaban en cuclillas, se pusieron en pie de un salto, gimiendo y echando la cabeza hacia atrs, dando largos y estridentes alaridos. Sus movimientos eran tan dislocados que tardaron en percatarse de que era la afliccin la que les llevaba a actuar de aquel modo. Entonces los tres cayeron en la cuenta a la vez. Corrieron hacia la choza que haba junto al ro; all haba un nutrido grupo de homnidos dndose golpes, como a la deriva, desesperados. Era evidente que haba ocurrido algo. Kellicut se abri paso entre la multitud, se acerc corriendo al chico y le destapo. Tenia los ojos cerrado pero la caja torcica le suba y le bajaba. Kellicut le tomo el pulso: era lento pero estable. No sufra ninguna crisis.

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Mira detrs de ti! grit Matt.

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Kellicut se volvi y vio que Caralarga estaba completamente inmvil, y muy plido, en el lecho de ramas; tenia el cuerpo rgido y los ojos cerrados. Fue hasta all y le levant la mano, una mano grande y sucia con el pulgar deformado despus de haberse pasado la vida recogiendo frutos y bayas. Empezaba a endurecerse y los dedos, medio cerrados, parecan una garra. Dios mo dijo Kellicut. Sabis que ha sucedido? Se ha sacrificado. Le daba sangre a su hijo para que su hijo pudiera vivir, y el pens que eso significaba, lgicamente, que el morira. Y, como lo ha pensado, ha muerto. En aquel instante la multitud se aparto y apareci Ojo Oscuro, con el pelo desgreado y su ojo de color blanco amarillo mirando fijamente a un lado. Todos callaron y se echaron hacia atrs cuando meti la mano en una vaina que ni Kellicut ni los otros haban visto nunca. De la funda saco una larga piedra acabada en una punta muy afilada. Se inclino, cogi la cabeza de Caralarga con un brazo, mecindola, rpidamente inserto la punta de la piedra afilada en la cavidad del ojo, cerca del puente de la nariz, y, con un movimiento, le extrajo el ojo. Hizo lo mismo con el otro y despus los alzo; eran orbitas blancas con hilos oscuros y sangre. Ojo Oscuro dejo escapar un chillido largo, penetrante, estridente y absolutamente estremecedor. Cuando uno muere, todos mueren un poco. La tribu, que ve y experimenta las cosas como uno solo, se siente disminuida cuando un solo par de ojos se internan en la noche, al igual que un tapiz tejido muy apretado se ve daado cuando se desprende un solo hilo. El entierro de Caralarga empez inmediatamente, en cuanto Ojo Oscuro introdujo los dos globos oculares en una bolsita que llevaba colgada al cuello. Encendieron una gran hoguera en el centro del poblado, y aparte de ramas, echaron al fuego los lechos artesanales y las vigas de las chozas. Estaban tan apesadumbrados que no salvaron casi nada de las llamas, que alcanzaron una altura de tres metros y quemaron las hojas de los rboles que haba cerca de all. El poblado entero estaba presente: los hombres, las mujeres y los nios. Susan advirti por primera vez lo numerosa que era la tribu, formada al menos por varios miles de miembros. Haba homnidos a los que no haba visto nunca, incluidos algunos ancianos, y hombres y mujeres que deban de llevar una vida de ermitaos en la zona mas alejada del valle y que se haban reunido all en respuesta al mudo llamamiento colectivo. Todas las muertes eran acontecimientos especiales, pero la de Caralarga aun mas, porque era el miembro mas anciano de la tribu. Elevaron su cuerpo desnudo en un fretro de un metro y medio de alto, hecho de troncos atados con enredaderas y adornado con florcillas rojas, que colocaron a unos seis metros de distancia de la hoguera. Detrs, seis jvenes varones se sentaron con las piernas cruzadas, sosteniendo troncos vacos en la falda, que golpeaban con palos siguiendo un ritmo sincopado y triste. Alrededor de ellos, otros bailaban, levantando los brazos y las piernas lentamente, contorsionndose como si estuvieran debajo del agua. Los nios alimentaron el fuego hasta que Ojo Oscuro volvi a aparecer, esta vez con el ojo bueno vendado. Llevaba una cajita. Los nios cogieron troncos ardiendo y brasas de fuego y los dispusieron en el suelo formando un camino por el que Ojo Oscuro paso sin dar seales de dolor, hasta que llego junto a la hoguera y arrojo la cajita al fuego. Echaron unas hojas largas y delgadas a las llamas; los homnidos bailaban alrededor del fuego, tragndose el humo. Matt y Susan tambin inhalaron el humo y enseguida se sintieron mareados y aturdidos. Las cosas empezaron a girar y a resplandecer. Las figuras, que no dejaban de moverse, quedaron envueltas en un aura y vean con dificultad. Ojo Oscuro saco la cajita del fuego y le condujeron hasta el fretro, donde derramo un chorro de

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aceite caliente, que resbalo por el cuerpo de Caralarga. El ruido de los golpes rtmicos era cada vez mas rpido; los que bailaban se movan cada vez mas deprisa y algunos se desplomaban. Caan al suelo y los dems seguan bailando por encima de sus cuerpos. Matt y Susan tambin bailaban; al principio se sentan incmodos pero pronto se desinhibieron y se abandonaron al humo y al ritmo martilleante. Estuvieron bailando y tocando hasta bien entrada la noche. Finalmente colocaron largas hojas de enredaderas en el suelo a modo de alfombra y depositaron en el centro el cuerpo de Caralarga, que ahora estaba rgido y era mas fcil de transportar; despus lo envolvieron. Las hojas se pegaban al aceite; le ataron las enredaderas hasta que su piel plida qued cubierta del todo y el cuerpo momificado. Los que aporreaban los palos aceleraron el ritmo a Matt le pareca imposible que se pudiera tocar tan deprisa, hasta que nicamente se oy un solo ruido continuo y ensordecedor. Al momento los homnidos dejaron de bailar y de la oscuridad salieron seis hombres con las caras y los cuerpos manchados de blanco. Eran los que tenan a su cuidado las tumbas. Se colocaron alrededor del fretro, lo levantaron con facilidad y se lo llevaron; fue todo tan rpido que pareci que a Caralarga se lo hubieran tragado la noche. Mas tarde, cuando Susan estaba durmiendo junto a el en el emparrado, Matt oy un estallido que reson a lo lejos. Era demasiado agudo para ser un trueno. Cuando el dbil eco se apago, contempl el valle cada vez mas alarmado. Le pareci que haba sido un disparo. Kellicut sigui a Ojo Oscuro por un camino rocoso. El chaman avanzaba con rapidez a pesar de la edad y de tener un solo ojo; sus pies descalzos sorteaban las races y las piedras hbilmente porque se sabia el camino de memoria. En frente de ellos, recortado por las nubes, Kellicut vio el lugar hacia donde se encaminaban: un pico redondo en forma de puno. El funeral se haba celebrado hacia cinco das y el poblado haba vuelto a la normalidad, como si nunca hubiera ocurrido. El hijo de Caralarga mejoraba da a da; ya se sentaba y coma. Susan lo llamaba Rodilla Herida. A Kellicut no le parecan apropiados los nombres que Susan les pona y as se lo haba dicho, pero ella insista en llamarlos de aquel modo. Ella idolatraba al chico. Ojo Oscuro haba pasado muchas horas junto a Rodilla Herida. Kellicut se preguntaba si el chaman quera asegurarse de que el chico no haba quedado estigmatizado por el tiempo que haba pasado en las cavernas y que todava conservaba la pureza que se requera para vivir en el poblado. Pero poda ser tambin que estuviese ansioso por reunir informacin sobre los poderosos renegados. A Kellicut le pareca que aquel anciano arrugado aceptaba que el peso de la responsabilidad de tener que pensar en el futuro de todo el poblado recayese sobre sus espaldas. Afortunadamente el chaman, al parecer, segua confiando en los humanos. Kellicut sabia que, si quera comprender los misterios de la comunicacin teleptica y dominar aquella facultad, necesitaba que Ojo Oscuro le instruyese. De vez en cuando ya reciba imgenes. Lo que deba hacer lo que los homnidos podan hacerera aprender a controlar el proceso con el fin de poder determinar a travs de que ojos vea. De lo contrario, seria todo catico, una mezcla desordenada de imgenes que no conseguira dominar. Por su parte el chaman pareca considerar a Kellicut un colega en el reino de los asuntos espirituales. El chaman se detuvo en el pinculo y ayudo a Kellicut a subir junto a el. Se dio cuenta de que el anciano le peda que mirase a lo lejos. Desde la pared rocosa inclinada del lecho en el que se encontraban, contempl las verdes copas de los rboles, los prados aquellos espacios hundidos, las laderas del canon, y las blancas cumbres de las lejanas montaas. Kellicut sinti en su interior la presencia de otro ser, como una habitacin que se inundara de agua, y comprendi por que el homnido haba querido que fuera hasta all. Se estaba volviendo ciego y deseaba ver una vez mas la belleza de aquel lugar.

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En la cueva que haba en lo alto del pinculo se perciba el olor fuerte habitual. Se sentaron en unas piedras que haba all y en un rincn Kellicut vio que haba un montn de huesos, aunque no sabia si eran humanos o animales, ni se haba molestado tampoco en averiguarlo. El chaman meti la mano en la bolsa y saco algo del tamao de un puno; eran hojas cubiertas de barro, que fue quitando hasta que qued a la vista una brasa resplandeciente. De un rincn cogi una pipa, la lleno de virutas pardas, la encendi, dio una larga chupada y se la paso a Kellicut, que hizo lo mismo. De repente le asaltaron visiones: formas, colores, movimientos que llenaban el reducido espacio de la cueva. Se recost en la pared de roca y se dejo invadir por aquellas mltiples sensaciones. El chaman empez a cantar, emita un sonido obsesivo y tranquilizador, parecido a un canto gregoriano. Kellicut cerr los ojos y se concentro en lo que vea en su interior: una mancha blanca, el contorno borroso de la roca, una prominencia rocosa en la pared de la cueva. Cuando los abri, contempl al anciano, que con el ojo bueno diriga una mirada a la roca que haba a sus espaldas. Kellicut se volvi y vio la prominencia que haba visualizado hacia un momento en su interior. Aquella noche Kellicut vio a Matt y a Susan sentados en la orilla del ro y fue a reunirse con ellos. Susan sabia cuando haba estado <<comunicndose>>, como ella deca, con el chaman, porque volva abstrado y alicado, como alguien a quien han sometido a un electrochoque, pens. Esta vez estaba todava mas taciturno que de costumbre y Susan supo que iba a contarles algo. Preparaos para recibir una noticia que os causara una conmocin dijo. Lo se por el hijo de Caralarga, quien, por cierto, no se fugo para reunirse con los renegados sino que lo secuestraron en un sendero de esta ladera de la montaa. Estaba en la caverna cuando vosotros salisteis huyendo. Al parecer, provocasteis un buen alboroto. Siguele apremio Matt. Bueno, capturaron a la persona que iba con vosotros, y sigue retenido all. Dios mo! Van. Si. Y lo que es peor: tarde en visualizar la imagen pero por fin lo consegu. Los renegados han cogido el <<palo que retumba>>. Os felicito. Habis introducido la tecnologa asesina del siglo XX en la Edad de Piedra. De nio, Van haba veraneado una vez junto al lago Michigan. Se pasaba las horas caminando a lo largo de la orilla, al pie de los acantilados, buscando minsculos embudos, trampas en miniatura dispuestas para atrapar a las hormigas len que vivan enterradas y ocultas bajo la arena. Cuando encontraba alguna, la dejaba caer en un embudo, y disfrutaba contemplando como se esforzaba por salir, como resbalaba con los granos de arena y como caa hacia atrs dando volteretas, hasta que finalmente se quedaba exhausta en el fondo y era arrastrada bajo tierra por un par de pinzas. Ahora Van, en el fondo de una zanja, era como una de aquellas hormigas. Poda trepar por las paredes hasta tres cuartas partes de su altura, pero solo para caer de nuevo. Por un punto casi poda llegar hasta arriba, pero cuando intentaba encaramarse al borde, sus guardias se acercaban y lo empujaban hacia atrs sin contemplaciones. En una ocasin lo golpearon con una porra. Por supuesto tenan una ventaja: podan ver lo que el hacia sin mirarle siquiera. Era imposible escapar y pronto dejo de intentarlo. Se encontraba en un estado lastimoso, agotado, hundido y famlico. Raramente dorma de un tirn; tenia pesadillas y, cuando despertaba, habra deseado volver a la pesadilla. Su cuerpo estaba cubierto de cardenales, llagas y erupciones. Habra sido mucho mejor, pens, haber muerto en el desprendimiento; por el contrario, haba recuperado la conciencia en este foso, revolcndose de dolor. La cabeza le dola continuamente,

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pareca que tuviera un anillo de dolor que se la oprimiera constantemente, como el aparato de tortura medieval que rodeaba las sienes con una banda de metal que se apretaba hasta que el cerebro estrujado se sala por las cuencas oculares. Rezaba por la liberacin. Le constaba que el dolor proceda del sanguinario cabecilla que haba matado a Rudy y de sus seguidores. Naturalmente, el poder de los homnidos inclua algo mas que la visin remota; eso lo sabia por la operacin Aquiles y las jaquecas que sufri all. Pero entonces trataba con un solo homnido; ahora estaba sometido a los sondeos de decenas de ellos a la vez y al mas fuerte de ellos, su jefe y dictador, cuya simple presencia provocaba agudos ruidos de terror. El instituto debi de descubrir que la facultad de los homnidos poda confundir los procesos mentales y sacudir rincones atvicos de la mente humana. A veces crea que el aumento de presin en el interior de su crneo le estaba volviendo loco. Solo encontraba alivio cuando las criaturas dorman; supuso que esto ocurra de noche, pero no poda saberlo con certeza. Y cuando el grande estaba cerca, Van notaba el poder abrasando su cerebro como un lser. A veces se desmayaba y despertaba mas tarde como si hubiera sufrido un ataque de epilepsia, con el dolor amortiguado; en esos momentos senta como si una claridad cristalina penetrara en su cerebro hirviente. Pero el alivio temporal solo empeoraba el dolor cuando se reanudaba. En el extremo opuesto del foso, a lo largo de la pared, haba una cornisa. Van poda subirse a ella y observar lo que ocurra en la descomunal caverna. Pero no le gustaba hacerlo porque era aterrador contemplar a estos salvajes en su vida cotidiana, despellejando animales, curtiendo pieles, cocinando carne sobre hogueras abiertas y fornicando a voluntad. Parecan animales rodeados de humo y reflejos del fuego, con su tupido pelo negro apelmazado con el aspecto de tiras de pelo animal, con sus cuerpos relucientes de sudor y los efluvios de aquel repugnante hedor. Desde la cornisa fue testigo del sacrificio. Sabia que no era el primer prisionero confinado en la zanja porque haba encontrado unas palabras cinceladas en la roca. Estaban en cirlico y, por desgracia, no pudo leerlas. Las letras parecan recientes y esculpidas apresuradamente. En el foso ola a orina y en una esquina haba heces resecas. Tambin haba algunos huesos, y Van supuso que eran restos de comida que arrojaban a los presos, como el que le haban tirado a el, aquel extrao hueso con trozos de carne y cartlago pegados. Con bastante frecuencia le hacan llegar un cuenco, que estaba hecho con la parte cncava de un crneo, lleno de agua ftida. Aun as, Van no se haba imaginado que haba otro prisionero vivo en la caverna hasta aquel horrible da, cuando oy tocar los tambores, un redoble insistente que resonaba arriba y abajo por los tneles. Trepo hasta la cornisa y observ como las criaturas se reunan distribuyndose en semicrculos concntricos frente al enorme dios en forma de cabeza de oso. El grande, que llevaba una piel de oso negro que caa hacia atrs a partir del reborde de su frente, con el torso desnudo y embadurnado de pintura roja y negra y con plumas a modo de pulseras alrededor de sus muecas, avanzo desde un lado. Los otros retrocedieron apresuradamente para dejarle espacio. Mientras la criatura se inclinaba para sentarse en un banco de madera tallada, a los pies del dolo, Van vio un objeto oscuro que se balanceaba ante su pech. Era su propio revolver, aun en la funda, que colgaba de su cinturn alrededor del cuello de la criatura. Los tambores aceleraron el redoble y un ser humano fue arrastrado desde el otro lado de la caverna entre gritos y forcejeos. Vesta solo pantalones de campana y grit en ruso mientras era empujado hacia un grueso tronco apoyado verticalmente en el suelo. Segundos antes de que fuera obligado a inclinarse, distingui a Van, a unos treinta metros de distancia, abrazando la cornisa. Ya haba dejado de gritar y cuando sus miradas se encontraron brevemente, Van pens que entenda el mensaje de los ojos aterrorizados del hombre: vngame. Entonces el grande miro directamente al ruso, como hicieron todos los dems, y el hombre cayo al suelo, retorcindose de dolor y apretndose las sienes con los puos como una prensa de tornillo.

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Durante un momento pareci desmayarse; despus lo obligaron a ponerse de rodillas y lo ataron de bruces sobre el tronco con una gruesa correa de cuero que mantena sujeta su cabeza inclinada hacia delante y dejaba al descubierto la lnea de vrtebras cervicales. Luego colocaron unos cuencos vacos alrededor del tronco. El cabecilla se puso en pie y agito los brazos como si estuviera dirigiendo una orquesta invisible; los tambores siguieron tocando y una criatura avanzo con una larga esquirla de pedernal en forma de punzn en una mano y una piedra en la otra. Cuando coloco la esquirla sobre la base del crneo del ruso, Van solt un alarido y todos se volvieron para mirarlo. De pronto Van sinti un dolor insoportable que perforaba su cabeza, pero por alguna razn sigui mirando. El ruso no profiri ningn grit cuando la afilada roca se clavo de un solo golpe en la base de su crneo. Su cabeza rod flccidamente hacia delante y Van vio a las criaturas vaciar la materia gris de su cerebro en los cuencos. Cuando empezaron a comrsela, Van se solt de la cornisa y cayo de bruces a la zanja. Permaneci all sin moverse, escuchando el fuerte redoble de los tambores, que prosigui durante horas. Mas tarde pudo conjeturar, basndose en el tiempo que el mismo llevaba cautivo, que el sacrificio se haba realizado con luna llena. Pero no era mas que mera especulacin, ya que no tenia forma de saber cuanto tiempo paso inconsciente tras el desprendimiento. Ahora que su mente era tan poco fiable, no poda estar seguro de que no hubiera perdido la capacidad de medir el tiempo. El dolor y el miedo tenan estas cosas. Ahora que el prisionero estaba en tan mal estado, a Resnick le resultaba mas fcil aventurarse por el pasillo subterrneo, e incluso permanecer frente a la celda. Sabia que no estaba bien considerarlo un <<prisionero>>, en especial porque el era un cientfico, pero tenia que aceptar los hechos: la criatura le aterrorizaba y se alegraba de que estuviera entre rejas. Incluso entonces era terrorfico hallarse en su presencia, por lo que normalmente dejaba a otros la mayora de los experimentos directos. Quien sabia que poderes mentales posea? O que ocurra en la mente de los humanos cuando la agitaban as? El nervio ptico corra peligrosamente cerca del centro del dolor, eso lo sabia, pero Grady y el resto sin duda, no. No tenan miedo porque no sufran la maldicin del conocimiento y la imaginacin que el posea. Por lo tanto, una parte de el se sinti satisfecha cuando el estado fsico de la criatura empeoro tanto que ya no supona una amenaza. ltimamente casi nunca se mova, solo yaca enroscado sobre la colchoneta, durmiendo durante largos periodos. Las cadenas ya no eran necesarias, pero la alimentacin intravenosa si. La botella colgaba de su soporte junto a la cama y el tubo del gota a gota estaba conectado a una aguja clavada en el pliegue de su codo. A veces, cuando se mova, la aguja se sala y entonces quien estuviera frente al monitor hacia sonar una alarma y Grady o Allen soltaban una maldicin, abran la celda y volvan a clavrsela. Ya no tenia sentido intentar siquiera los experimentos, de modo que Resnick tenia poco que hacer; era como en los viejos tiempos en el laboratorio de fsica, cuando Van diseaba los experimentos y Resnick se sentaba tranquilamente a tomar caf y resolver crucigramas. Esto se haba convertido en una especie de velatorio, pero poda soportarlo. Y cuando todo hubiera terminado, llegaran los patlogos para practicar la autopsia. Entonces quizs aprenderan algo cortando el cerebro en decenas de miles de rebanadas del grosor de una hoja de papel. En aquel momento no tenan gran cosa, simples columnas de nmeros interminables, vagas teoras y conclusiones a medio digerir. Una vez el irlands, Scanlon, que haba establecido una estrecha relacin con la criatura y, en consecuencia, haba sido trasladado, vino de visita. Resnick se encontraba ante los monitores y vio la reaccin cuando Scanlon se acerc a los barrotes: la criatura alzo la cabeza y extendi dbilmente un brazo con la palma de la mano hacia arriba y los dedos extendidos, pero Scanlon no alcanzo a tocarla. Cuando se marcho, asomo la cabeza por la puerta de la sala de control y bramo algo sobre Resnick y pudrirse en el infierno. Un tipo extrao, demasiado sensible. No tenia madera de cientfico.

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En cuanto se enteraron de que Van segua con vida, Matt supo que tenan que rescatarlo. No consideraba que le debieran nada; mas que nadie, Van era el responsable de atraerlos con engaos hasta all y de no haber jugado limpio con ellos ni una sola vez. Pero el hecho de pensar que alguien estaba a merced de aquellas pavorosas bestias era insoportable. La imagen del crneo en descomposicin de Sharafidin apareca bruscamente en sus recuerdos de vez en cuando. Y haba una segunda razn: el revolver. Si de algn modo lograban apoderarse de el y encontraban la municin que Van haba escondido, eso podra ayudarles en su propia escapada. Adems Kellicut tenia razn: si lo dejaban all, seria una influencia corruptora, capaz de alterar el equilibrio natural. Pero como podan rescatarlo sin que los atraparan a ellos? Por mucho que se estrujaba los sesos no se le ocurra otra cosa que un vago plan de internarse en los tneles a travs de la cueva posterior y buscarlo: una estrategia en absoluto elaborada. Susan no estaba tan segura de que debieran intentar rescatar a Van. Era reacia a emprender algo que pareca del todo imposible y que podra acarrearles temibles consecuencias. Podramos llevarnos a Rodilla Herida como gua sugiri Matt cuando estaban tendidos en el emparrado. Necesitaras todo un equipo. De lo contrario tu solo no duraras ni cinco minutos. Que quieres decir con eso de <<tu solo>>? Matt, no estoy segura de coincidir contigo. Suponiendo que ests en lo cierto al querer intentarlo, como vamos a conseguirlo? A quien podramos llevarnos? Tendremos que ensearles a luchar. Eso significa ensearles a infligir dolor, incluso quizs a matar. Lo se. Eso los cambiaria para siempre, lo transformara todo. Esto ya no seria el edn. Susan, el edn llega a su fin igualmente. Ya oste lo que dijo Kellicut. Estn siendo secuestrados. Solo es cuestin de tiempo que los renegados los destruyan. Y creo que algunos de ellos quieren defenderse. Las cosas han cambiado desde la muerte de Caralarga. Si se defienden, por lo menos tendrn una oportunidad. Y que crees que dira Kellicut si los animamos a eso? Todo lo que ha predicado con nosotros desde nuestro primer ano de universidad trataba de la responsabilidad de los cientficos sociales de observar sin interferir. Estas colocando el credo profesional de Kellicut por delante de la moral humana bsica. No podemos dejar morir a Van. Lo se. Tambin tengo esa sensacin, pero una de las cosas que nos enseo Kellicut era que los cientficos no deben pensar solo en un individuo. Susan, olvdate de la ciencia. Piensa en la religin. Si nos ensea algo es la santidad de la

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vida... cualquier vida, en cualquier parte. Susan guardo silencio, que Matt tomo por resistencia obstinada.

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Kellicut espet. A veces dudo de el. Por que se esfuerza tanto en intentar aprender su habilidad? Es algo mstico. Tonteras, es el poder. Lo sabras si no te tuviera a su merced. Se debe a que aun eres su estudiante o aun eres su amante? Susan se qued demasiado aturdida para contestar. Susan se interno en el bosque bullendo de ira. Que tpico se dijo. Creo estar hablando de ciencia y moral y lo nica que el puede pensar es si me acuesto o no con Kellicut. No es nada mas que estupida rivalidad masculina. Sigui el sendero hasta la cascada y permaneci ante ella un largo rato escuchando el rugido del agua. Miro hacia abajo, hacia la cuenca, y advirti con un sobresalto que Kellicut estaba all sentado sobre las rocas con un grupo de homnidos. Los observ cautivada. Kellicut estaba situado en un punto mas alto que los dems y se meca lentamente cerrando a veces los ojos y abrindolos despus. Los homnidos parecan confiar en el. Susan supo al instante por que estaba all, por que se senta atrado por el lugar donde el ruido de la cascada ahogaba cualquier sonido externo. Era el maestro que aprenda de sus alumnos. En la reunin haba algo terriblemente privado, incluso ilcito. Susan dio meda vuelta y regreso al poblado. Su ira hacia Matt se haba esfumado. Por primera vez en varios aos record la pequea iglesia de tablas blancas construida en la cima de una colina de Oregon a la que asista de nia. Aquella noche, en el emparrado, se volvi hacia Matt. Tenias razn. No en lo de que aun soy su amante, sino en que no estoy siendo sincera conmigo misma. Por supuesto que tenemos que salvar a Van. Se abrazaron y se besaron. Mientras ella le desabrochaba la camisa y deslizaba su mano en un lento circulo por encima de su pech, Matt se volvi para mirarla y ella le acarici la nuca y la espina dorsal. El deslizo sus maos hacia abajo, hasta la parte de atrs de los breves pantalones de Susan, y se introdujo en sus pantis, acariciando sus nalgas blandas y algo fras. Cuando ella rod hasta situarse encima y volvi a besarle, Matt sinti como el deseo creca en su interior; y aun as, era consciente de un ncleo de resistencia, la inquietante presencia de alguien mas. Consigui apartarlo, pero sigui percibindolo dbilmente a lo largo de los juegos previos y despus, cuando hacan el amor. No dejo de sentir una presencia extraa hasta despus, cuando ella descansaba entre sus brazos con el cabello hmedo de transpiracin y respiraba cada vez con mas regularidad. Entonces desapareci tan furtivamente como un espritu. Matt se puso en pie, se visti y camino rpidamente por el sendero hasta el poblado. No muy lejos encontr a Kellicut apoyado en un rbol y por un momento algo en la mirada del anciano, azorado al verse descubierto y sin embargo extraamente desafiante, se alent en la mente de Matt la descabellada idea de que era Kellicut quien haba invadido su cerebro. Aguardaron emboscados alrededor de un claro en la parte mas tupida del bosque. Dienteslargos y Ojos Azules estaban a un lado, Lanzarote y Rodilla Herida al otro lado, y Matt y otro joven, Chicharrn, en otro. Susan, Levtico y varios mas avanzaban ruidosamente hacia ellos entre los

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bosques, intentando asustar a un animal para que saliera de su escondite y cayera en su trampa. Matt y Susan haban meditado cuidadosamente sobre a quien elegir para la partida de caza. Empezaron con Lanzarote, recordando el sbito ataque de ira que mostr durante el combate de lucha libre. Rodilla Herida ya se haba expuesto a la influencia de los renegados y haba adoptado algunos de sus rasgos agresivos. Haba unos cuantos homnidos mas jvenes que parecan apuntar en la misma direccin, tras la muerte de Caralarga y la perdida de entusiasmo de los otros dbiles ancianos. Ahora todos llevaban porras y lanzas. Matt haba dedicado horas a buscar rboles jvenes de la longitud y el peso adecuados, aguzndolos y bruendo las puntas al fuego. Instruir a los homnidos sobre como arrojar las lanzas fue aun mas difcil, ya que en realidad no comprendan el sentido del ejercicio. Matt utilizo un maniqu de paja como blanco y con el tiempo los homnidos comprendieron el sentido y conseguan acertarle de vez en cuando. Sin embargo, era dudoso que comprendieran que se trataba del sustituto de un animal vivito y coleando. Al principio los juegos de guerra resultaron aun mas difciles. A los pacficos homnidos les costaba asimilar el concepto de equipos, dos grupos opuestos por alguna razn en absoluto evidente. Hasta que Susan celebro un debate creativo consigo misma. Desapareci entre la espesura y volvi con puados de barro, despus salio de una choza con un mejunje de vivo color ocre que procedi a untar sobre el torso de los miembros de un grupo. Al principio Matt puso objeciones dijo que le hacia sentir como si fuera un nio jugando a indios y vaqueros, pero pronto advirti el notable efecto que tenan las franjas de pinturas de guerra. Era como si toda la idea se aclarara repentinamente y despertara algn instinto primitivo por la lucha. Lo que haba ocurrido, teorizaron, era que el ocre desencadeno una asociacin con los temidos y odiados renegados. En efecto, las lneas de la lucha ya estaban trazadas. El constructor psicolgico del enemigo estaba latente; solo haba que rellenarlo. Ahora el retumbante sonido se acercaba a medida que avanzaban los ojeadores. De pronto, Matt oy un ruido distinto por encima de los dems, el roce y los chasquidos producidos por un animal en desbandada que pisoteaba hojas y ramas con sus pezuas. Matt miro a Chicharrn y le pareci que tambin lo haba odo. Pero en que pensaba? Notaba la misma adrenalina agolpndose en sus venas, el hormigueo bajo el cuero cabelludo, la claridad mental que apartaba cualquier cosa ajena a la caza y concentraba sus energas en la accin? Hasta ahora Matt haba intentado dos veces ensearles a acechar a una presa y en ambas ocasiones haba fracasado; la nica lanza que vol hacia el animal fue la suya. Una vez haba sido una marmota y el arma paso inofensivamente por encima de su cabeza. La segunda vez era un ciervo, que desvi la lanza de Matt con un movimiento brusco de sus astas y la estrello con un fuerte chasquido contra el tronco de un rbol. Los homnidos no se movieron en ningn momento. Matt no tenia razones para pensar que esta vez seria diferente, pero tenia que seguir intentndolo porque necesitaban las pieles. De pronto un ibex se planto de un salto en el claro y permaneci inmvil unos instantes olfateando el viento como si percibiera peligro por los cuatro costados. Matt vea su hocico negro palpitando y los cuernos suavemente arqueados hacia atrs. Adopto una posicin especial acuclillndose sobre una pierna, en actitud de concentraciny trato de mandar un mensaje a los homnidos, imgenes de lanzas y sangre, como haba hecho hasta entonces sin xito. Despus se puso en pie lentamente, sorprendido por la cantidad de tiempo de que dispona. Alzo el brazo derecho con mucha lentitud, lo ech hacia atrs y lanzo el arma con toda su fuerza directamente hacia la garganta del animal. En cuanto la lanza salio volando, Matt supo que iba en la direccin correcta. Su afilada punta se hundi en el pech pardo del animal. El ibex dio un salto atrs, aturdido, y corcoveo sobre sus cuartos traseros. La lanza no se haba clavado a tanta profundidad, despus de todo; se desprendi y cayo al

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suelo. Pero el animal estaba gravemente herido. No poda emprender la huida y cayo de bruces doblando las patas. Aunque intento ponerse en pie una y otra vez, finalmente se desplomo y rod sobre su costado. Matt no pudo reprimir una profunda emocin y una oleada del orgullo del cazador que se remontaba en el tiempo a travs de las edades. Cuando salio al claro los dems hicieron lo propio, aunque se quedaron algo retrasados. Vaya, vayadijo Susan, que llegaba corriendo, todava jadeando. Tu Tarzan... El ibex estaba sangrando por la boca. Sus ojos se apagaban y expiraba rpidamente ante ellos. Los homnidos se quedaron mirndolo. El cadver estaba en una posicin extraa, demasiado arqueado sobre el terreno. Matt se inclino, forcejeo con el para darle la vuelta y vio otra lanza clavada a un palmo de profundidad en la caja torcica, alrededor de una herida por la que manaba la sangre. Levant la vista sorprendido. Solo le faltaba la lanza a un homnido. Lanzarote estaba en pie, con sus hombros angulosos y una sonrisa dibujada en su rostro. Matt y Susan se miraron al unsono. Lo ha hecho exclamo ella en voz baja. Los dems homnidos tampoco se movan, sin saber que hacer exactamente. Dos de ellos dejaron caer sus lanzas e iniciaron el balido agudo que sonaba como un grit de afliccin y duelo; despus se volvieron bruscamente y corrieron a internarse en la espesura. No regresaron, pero Lanzarote miraba el cadver con orgullo. Matt y Susan decidieron acampar para pasar la noche donde estaban. Los homnidos recogieron lea y le prendieron fuego con una brasa que llevaban. Matt saco su navaja de bolsillo y empez a descuartizar al animal, procurando no hundir mucho la hoja para conservar la mxima cantidad de piel posible. Con una hoja tan diminuta era difcil cortar la carne y tuvo que rebanarla en lonchas, de modo que sus maos pronto estuvieron manchadas de sangre. Cuando llego a la articulacin del fmur con la pelvis no logro seccionarla, por lo que la aplasto con una roca afilada y despus apoy la articulacin contra su rodilla y la doblo hacia atrs hasta partirla. Cuando se puso en pie y se acerc al fuego, sosteniendo el hueso roto de la pata con ambas maos cubiertas de sangre hasta los codos, los homnidos retrocedieron horrorizados. Observaron atentamente mientras Matt colocaba el hueso cruzado sobre dos ramas que ardan. Un siseo se elevo de las brasas, seguido por el olor de la carne abrasada. Matt corto pequeas porciones y se las comi, le dio un poco a Susan, que tambin comi, y paso otro poco a los homnidos. Se quedaron mirando los trozos de carne. Dos de ellos se negaron a tocarlos, pero los dems los cogieron y los examinaron a la luz de las llamas. Dienteslargos olfateo su trozo y finalmente lo toco con la lengua. Los dems lo observaron mientras arrancaba de un bocado vacilante una minscula brizna que enseguida escupi y sostuvo entre el pulgar y el ndice, elevndola hacia la luz como si fuera una piedra preciosa. Miro a Matt, que mastico rpidamente otro trozo para animarlo, y despus coloco la brizna entre sus dientes y la mordi. Segundos despus se introdujo el resto en la boca y mastico a modo de prueba. Susan dejo escapar el aire, dndose cuenta solo entonces de que llevaba un buen rato conteniendo el aliento. Todos los dems, excepto dos, empezaron a comer. Mas tarde, aquella noche, mientras Susan yaca despierta escuchando la firme respiracin de Matt y contemplando las estrellas, oy el rumor de pasos que se perdan en el bosque y despus el ruido de alguien vomitando. Que poco natural es tragarse los tendones de otro animal engullir carne y sentir el sangriento jugo goteando garganta abajo, reflexiono. Saba que los homnidos haban cruzado el Rubicn y que ocurriera lo que ocurriese, la vida nunca volvera a ser igual en el valle. A la maana siguiente, Matt despellejo el ibex. Lo tendi de espaldas y mientras Susan y Dienteslargos le sujetaban las patas en alto, uso su navaja para practicar una incisin a la largo del blanco pelaje de su bajo vientre. Despus cogi una gran piedra, redondeada por un extremo y

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afilada por el borde exterior, y la uso como si fuera una cuchilla de carnicero, cortando junto a la cara interna de la piel a medida que la separaba de las vsceras. Utilizo piedras afiladas para partir pedazos de carne y seccionar los ligamentos que anclaban los msculos al hueso. Cada pocos minutos se detena para volver a afilar sus herramientas golpendolas contra otra roca a fin de eliminar las pequeas esquirlas de los bordes. Algo llamo su atencin y se detuvo; all, junto a la cana de un hueso, vio los minsculos cortes que acababa de hacer. Haba visto centenares de huesos con marcas parecidas y era presa de una gran excitacin cuando los encontraba en yacimientos arqueolgicos de principios de la Edad de Piedra. Se prepararon para trasladarse a otro campamento. Hoy aprenderan a colocar una trampa, decidi Matt, primero de lazo y mas tarde quiz de foso, con estacas afiladas en el fondo. Solo necesitaban meda docena de pieles, suficientes para que un grupo pudiera entrar en la caverna sin ser identificado al instante como intrusos. Los homnidos ayudaron a levantar el campamento. Levtico y Chicharrn utilizaron la piel para envolver grandes trozos de carne y la colgaron de una rama que transportaban sobre el hombro. Justo cuando abandonaban el claro, Lanzarote se volvi y se arrodillo junto al ibex destripado. Cogi la piedra que Matt haba utilizado como cuchilla y aplasto con ella la parte superior del crneo. Repiti el movimiento tres o cuatro veces; Matt y Susan se quedaron petrificados hasta que le vieron arrancar los hermosos cuernos curvos y sujetrselos a la espalda: un trofeo. Susan siempre sabia cuando Levtico estaba viendo a travs de ella. La sensacin se presentaba a menudo durante la expedicin de caza, en especial cuando estaban separados, uno cerca de la cabecera de la columna y el otro en la retaguardia. Susan llego incluso a contar con aquella sensacin familiar de llenarse por dentro, que a veces duraba solo un minuto o dos; es una manera de saludar, de informar de su llegada, pens. No poda estar segura de que Levtico fuera el origen, pero si estaba convencida de que era el por como se senta cuando ocurra: no violada o invalida, sino abrigada y protegida. Se pregunt si los homnidos podan identificar a los miembros de la tribu que entraban y salan de su campo perceptivo. A todas luces, su facultad especial era mas compleja de lo que ella y Matt haban supuesto en un principio. Quizs implicaba una comunicacin en dos sentidos y tal vez comportaba mucho mas que ver a travs de los ojos de otro, algo mas prximo a la percepcin extrasensorial. Quiz se reduca a crudas imgenes telepticas solo cuando cruzaba la barrera de las especies. Lo cual explicara muchas cosas: por ejemplo por que los homnidos nunca haban desarrollado un lenguaje. Frente a este hecho, el lenguaje pareca un medio de comunicacin mejor porque transmita conceptos abstractos y poda escribirse, permitiendo que se acumulara un acervo de conocimientos. Pero si los homnidos podan hacer algo mas que enviarse imgenes unos a otros, si podan sentir y pensar realmente lo que otro senta o pensaba, no habra necesidad de un lenguaje porque su comunicacin seria completa. El, lenguaje, el habla, solo era la plida sombra de un discurso tan sublime y perfecto que equivala a intercambiar posiciones. En este caso no era la capacidad de comunicar lo que haba convertido al Homo sapiens en el mximo logro de la naturaleza, era la incapacidad de comunicarse. Susan se enorgulleca de llamarse empirista, pero tambin estaba dispuesta a postular lo no comprobado, por lo que no descartaba la posibilidad de que en su estado primigenio los seres humanos quiz poseyeran una facultad similar pero la perdieron o la abandonaron. Tal vez, especulo, aun tenemos una capacidad atvica de percepcin extrasensorial, razn por la cual tantas personas se empean en demostrar su existencia. Adems, quizs al verse expuesto a ello despierte de nuevo, del mismo modo que un nio expuesto al lenguaje aprende a hablar. A menos, pens, que a estas alturas se haya consumido demasiada parte de nuestro cerebro al servicio de las meras palabras.

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Encontr a Levtico, no supo si por casualidad o no, en un prado bajo un sol de justicia. Se acerc a el y se detuvo a medio metro de distancia, mirando fijamente los ojos hundidos en su rostro demasiado ancho. Le apoy las maos en los hombros desnudos, le obligo suavemente a volverse para que no la mirara y cerr los ojos. Nada. Intento proyectar su mente fuera de su cuerpo. Se levant la brisa y Susan se acerc mas, abrazndolo desde atrs y aspirando el acre olor del cabello y el sudor seco de la nuca de Levtico. Inclino la cabeza y miro por encima del hombro la ondulante hierba dorada del prado y los rboles que se alzaban mas all; despus cerr los ojos de nuevo y se concentro, pero el prado y los rboles no reaparecieron. Cuando sinti que se rellenaba, lo solt. No dijo en voz alta sabiendo que el no lo entendera, pero dicindolo igualmente. No. Yo quiero hacerlo. Pero la calida sensacin familiar continuo. Su regreso al poblado no provoco ningn revuelo, aunque volvan con armas, cuchillos de piedra y pieles. Recordando vividamente lo que haba ocurrido cuando trajo un solo pez muerto, Matt se sorprendi hasta que cayo en la cuenta de que naturalmente los habitantes del poblado fueron conscientes de lo que hacan los cazadores a cada paso del camino. Kellicut era otra cuestin. Los esperaba en la cueva del fuego y estaba furioso. No entendis nada? No habis aprendido nada en todos estos aos? Matt no se arredro. Se lo que vas a decir dijo, pero sabemos lo que hacemos. Y una mierda! Ensearles a cazar! Se supone que sois simples observadores, lo entiendes? Es la primera ley de las ciencias sociales. Sois observadores y nada mas. No debis interferir. No debis ensear nada, no debis cambiar nada. No debis ensear. Lo entiendes? Esto es diferente. En que es diferente? La vida de un hombre esta en juego. La vida de un hombre! Ni siquiera sabes quien es en realidad ese hombre. Esa es otra razn para ir. Tenemos que averiguarlo. Y que es la vida de un hombre comparada con todo esto? Kellicut describi un amplio circulo con el brazo, abarcando el poblado, los rboles y el valle entero. Toda una especie que ha sobrevivido mas tiempo que nosotros. Nuestros progenitores, por el amor de Dios! Quiz podamos salvarle y protegerlos a ellos de paso. Protegerlos de los renegados, quieres decir. Si. Eso es lo que no entiendes. Se supone que tu no tienes nada que ver con esto. Ni siquiera deberas estar aqu. Esto es un mundo primitivo y tu eres como un maldito viajero del tiempo. Si te

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entrometes, lo echaras todo a perder.

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Tu lo hiciste, Jerry dijo Susan. Pronuncio el nombre de pila de su maestro en voz baja. Si tus sentimientos al respecto son tan intensos, por que le hiciste la transfusin a Rodilla Herida? Kellicut balbuce de rabia. Eso era distinto. Fue un acto discreto que no afecto a todo el futuro de la especie. Adems intervino Matt te hizo sentir como Dios, verdad? Meti la mano en su bolsillo, saco el fragmento de crneo sujeto a una cadena de plata que Kellicut le haba regalado hacia casi dos dcadas y lo sostuvo en alto. Ensear ya te hacia sentir como Dios. O llevarnos a las excavaciones y repartir pequeas recompensas. O acostarte con Susan. No tuvieron ocasin de or la respuesta de Kellicut porque en aquel momento Ojo Oscuro salio de las sombras, se dirigi hacia ellos, cogi las maos de Matt y de Susan y apoy la suya toscamente sobre ellas. Era difcil saber si el gesto era una maldicin o una bendicin. Antes de su incursin por la caverna, Matt y Susan revisaron los preparativos. No porque llevaran tanto equipo que corrieran peligro de olvidarse algo, sino porque lo que en realidad necesitaban era animarse psicolgicamente y planear por adelantado les suba la moral, alimentando la ilusin de que tenan un plan concreto para rescatar a Van y escapar de una pieza. Llevaban vendas para taparse los ojos, hechas de tiras de tela atadas en la nuca, con el nudo mojado para que no se deshiciera, de modo que podan subrselas rpidamente. Haba sido idea de Susan, que haba recordado la instruccin que Van les haba dado en la caverna de mantener los ojos cerrados. Lo consideraba una maniobra defensiva contra el poder de sus adversarios, una manera de anularlo temporalmente si los sorprendan en una situacin apurada. Por lo menos as era en teora. En la practica no tenan forma de saber si funcionaria o no. Haban decidido llevarse a tres homnidos de la expedicin de caza, empezando por Rodilla Herida, que presumiblemente poda guiarlos a travs del laberinto de tneles. Matt y Susan solo podan esperar que comprendiera el objetivo de su misin cuando se pusieran en marcha, porque como se la explicaran o solicitaran su ayuda si las cosas salan mal era algo que superaba sus miras. Lanzarote, que se estaba convirtiendo en un lder de la tribu, era un miembro indispensable del grupo. Haba llevado los cuernos del ibex al poblado y los haba colocado a la entrada de su choza, con las puntas clavadas en el suelo, y el trofeo pareca elevar su posicin, especialmente entre los machos jvenes. Levtico era el tercero, elegido por Susan, con el argumento de que resultara valioso por su astucia. Nuestro Ulises, lo llamo. Los tres cmplices iban vestidos con prendas confeccionadas con las pieles que haban reunido. Fue un trabajo largo y pesado, primero coserlas y despus convencer a los homnidos para que se las pusieran. Matt utilizo tiras de tripa para coserlas, insertndolas en orificios que Susan hacia con una piedra afilada. Una piel se pona por la cabeza como un poncho y colgaba libremente hasta la cintura, mientras otra se pona a modo de burdos pantalones. Por lo que podan recordar, as las llevaban los renegados. Las prendas no estaban sujetas con gran firmeza, pero tampoco era necesario; su nico objetivo era servir de camuflaje. Al principio, los tres homnidos se negaron a vestirse con las pieles. Estaban rgidas por la sangre en algunas zonas y olan a animal. La idea de colocrselas era repelente. Matt y Susan les demostraron como se ponan, pero causaron muy poca impresin. Finalmente, Matt cogi la piel de

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ibex y represento una cacera, cubriendo un arbusto con ella, acercndose furtivamente y arrojndole la lanza. Despus se la regalo ceremoniosamente a Lanzarote, echndosela sobre los hombros del mismo modo como un cortesano envolvera al rey con una capa. Lanzarote se lo dejo puesto y pronto los dems aceptaron las pieles, movindose torpemente y contemplando sus cuerpos y mirndose unos a otros. Tambin recibieron armas. Lanzarote tenia la lanza que le haba convertido en cazador y Susan hizo porras para Rodilla Herida y Levtico, eligiendo pesadas ramas que fueron afiladas y utilizando un hacha de piedra para moldear un extremo redondeado y un mango liso. Trabajo en ellas durante horas, rodeada por un circulo de homnidos que observaban en silencio todos sus movimientos. Matt embuti en sus mochilas un rollo de cuerda y varias herramientas de piedra burdas. La linterna habra resultado inapreciable, pero se haba quedado en la caverna; en su lugar utilizaran antorchas hechas de ramas y paja. Matt haba permanecido en vela casi toda la noche anterior a su partida, preocupado. Haba demasiadas incgnitas. Y si el poder de los renegados de percibirlos a distancia era mas complejo de lo que el prevea? Y si actuaba como un sistema de radar que captara cualquier presencia nueva en cuanto se materializaba? Y si los renegados los descubran, los dejaban penetrar en su cubil y utilizaban su forma de comunicacin superior para bloquear cualquier va de escape? En el lindero del poblado, Matt y Susan se volvieron para mirar atrs. Su desarrapada banda se contoneaba incmodamente dentro de las pieles y en otras circunstancias habra tenido un aspecto cmico. Varios habitantes del poblado observaron su marcha. En la distancia, de pie junto a un rbol, tan quieto que pareca formar parte de el, estaba Ojo Oscuro. Susan le saludo con la mano, aunque sabia que no le devolvera o siquiera comprendera el gesto, y no lo hizo. Cuando llegaron a la periferia del cementerio, los homnidos se negaron a pisarlo. Susan intento indicarles que su intencin era sencillamente cruzarlo, pero los homnidos fueron inflexibles y no cedieron. Susan miro al frente. Tres buitres trazaban crculos en espiral por el cielo y otros los observaban desde las ramas desnudas de los rboles prximos, con el penacho de plumas blancas y negras extinguidas por debajo de su pico como los pelos de una barba. Susan se qued boquiabierta: dos sepultureros, figuras espectrales pintadas de blanco, estaban en cuclillas a menos de diez metros; el blanco de sus ojos rivalizaba con el del yeso que cubra sus cuerpos. Reinaba un silencio sobrenatural excepto por el distante sonido de los insectos zumbando. Nada se agitaba en el interior de aquella zona de muerte, tan claramente delimitada como si la laguna Estigia naciera all mismo, de no ser por las aves carroeras que cabalgaban indolentemente sobre las corrientes de aire por encima de sus cabezas. Es intil dijo Matt. No lo atravesaran. Podemos ir delante y confiar en que nos sigan. O podemos acompaarles dando un rode por el camino largo. Prefiero el camino largo. La cogi de la mano y emprendieron la marcha mantenindose a la izquierda del cementerio. Los homnidos lo evitaron con un amplio margen y lo miraron de reojo con suspicacia, como si la propia tierra fuera a abrirse en cualquier momento y engullirlos. Matt se lo reprochaba; debi prever la posibilidad de que los homnidos se hicieran atrs, especialmente despus de la primera visita, semanas atrs. El desvi sumaria horas a su aproximacin y les cansara antes de que llegaran siquiera a la entrada de la caverna. Se detuvieron tres veces para descansar. Los homnidos no parecan cansados y, contemplndolos como ejemplares de estudio, a Matt le choco de nuevo su fsico superior: las

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piernas achaparradas, fuertes como columnas, los amplios torsos, los robustos hombros y las gruesas maos, las cejas que actuaban de ancla para los enormes msculos de sus mandbulas. Estaban hechos para el combate, pens. Y si tantos siglos atrs los neandertales hubieran adquirido el gusto por el derramamiento de sangre que haba posedo a la humanidad, seguramente nos habran barrido de su camino hace mucho tiempo. Lo nico que necesitaban era un poco de pecado original. Miro a Rodilla Herida y la cicatriz de su frente, que ya casi estaba curada, convertida en una fea cicatriz roja curvada que discurra desde el limite de su cuero cabelludo hasta una ceja. Poda ser el estigma de Can? Matt se reprendi a si mismo: no era momento de convertirse en un filosofo medio escptico. La caverna se abra verticalmente en el risco, una gigantesca brecha en la fachada de rocas de unos seis metros de altura. Se acercaron a ella desde un lado, Matt encabezando la marcha y Susan cerrndola detrs de los homnidos, por si mostraban signos de sobresalto. En tal caso no tenia ni idea de que hara para detenerlos, pero le pareca prudente no perderlos de vista. Sabia que estaban muy ansiosos; Levtico la lea a menudo y con gran intensidad. Matt se acerc a rastras cautelosamente hasta la boca de la caverna. Negrura total. Miro hacia abajo y vio pequeos montones de rocas esparcidas junto a la entrada; tal vez era una buena seal porque seguramente estos guijarros habran sido apartados si hubiera movimientos importantes. No era mas que la puerta de la cocina, pens, que utilizaban cada vez que una criatura quera realizar una incursin sobre la tribu en busca de una esposa o un esclavo. Sinti como el miedo se arrastraba hacia el por detrs; detestaba la oscuridad y senta claustrofobia ante la perspectiva de internarse bajo tierra, una fobia que haba sido bien alimentada por el terror de su escapatoria por los pelos solo unas semanas atrs. Inspiro profundamente, dio un paso y entro. Los dems lo siguieron uno por uno, casi como si penetraran siguiendo a un taladro. Un buen principio, pens Matt mientras notaba como la oscuridad se espesaba ante sus ojos. Se entretuvieron junto a la entrada unos instantes para orientarse. En la penumbra, Matt escruto a Rodilla Herida; su rostro estaba inexpresivo si no era eso, Matt no supo descifrar cual era su expresin, pero pareca mantener el control. El impulso de escapar del peligro deba de ser universal, imagino Matt. En tal caso, Rodilla Herida pareca tener mucha sangre fra. Pero Matt adivino tambin que los homnidos estaran empleando su facultad para explorar el corredor ante ellos. Como reaccionaran si descubran algn peligro? Cuando sus pupilas estuvieron dilatadas, Matt y Susan vieron con alivio que no estaban completamente a oscuras, despus de todo. Al principio la caverna pareca negra como la boca del lobo, pero unos diez metros mas adelante formaba una curva hacia la izquierda; ahora podan ver que en la pared opuesta se reflejaba una luz vacilante, presumiblemente debido a unas antorchas situadas mas all de la curva. El tnel era enorme, como si un ciclpeo taladro hubiera perforado directamente las entraas de la montaa. Se aseguraron de que Rodilla Herida fuera delante, confiando en que adoptara naturalmente el papel de gua. Hasta ahora todo va bien susurro Matt. Si, hasta ahora respondi Susan con voz temblorosa. Cuando llegaron a la curva, Rodilla Herida la tomo sin vacilar. Conduca a una gran cmara iluminada con antorchas y orlada de depsitos de carbonato calcico relucientes, en forma de carmbano, acumulados a lo largo de milenios. La zona central estaba despejada bajo un tech que se elevaba por el centro como si fuera la carpa de un circo. Sobre las rocas del tech se agitaban seres peludos: murcilagos, que anidaban en las rendijas y aleteaban frenticamente pegados a la roca y que se lanzaban en picado sobre los intrusos como bombarderos que no llegaban a soltar su carga. Matt y Susan empezaron a temblar de fro y fueron capaces de ver como el aliento se condensaba ante su boca. El calor antinatural del crter, protegido por las corrientes de aire geotrmicas,

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quedaba a sus espaldas, y una vez mas su cuerpo era presa del fro de la altitud. Encendieron las antorchas que llevaban con las que haba en la caverna. Cruzaron el terreno despejado y llegaron a una pared con tres tneles. El laberinto empezaba enseguida, y solo podan confiar en que Rodilla Herida consiguiese orientarse y les condujera hasta la guarida del Minotauro. El homnido eligi el tnel central. Pronto se estrech y despus ascendi sin previo aviso, lo cual tenia sentido, ya que el santuario mas secreto al que pretendan llegar estaba situado a gran altura en el interior de la montaa. Pero la pendiente dificultaba la marcha; se haban acumulado piedras en el suelo y a veces era como trepar por una veta de carbn. Lo que a Matt le preocupo mas fue que la altura del corredor empezaba a reducirse hasta el punto en que se vio obligado a encorvarse. Sinti que la claustrofobia aferraba su corazn vengativamente y necesito una gran fuerza de voluntad para seguir caminando. Finalmente, el corredor se nivelo y pudieron caminar erguidos de nuevo. Sus antorchas seguan ardiendo, pero con poca llama. El oxigeno era escaso. De pronto, quince minutos despus, los homnidos se quedaron petrificados. Miraban hacia delante vacilantes. Despus se volvieron para mirarlos y esta vez Matt no tuvo problemas para interpretar la emocin que reflejaban sus anchos rostros: miedo. Sin duda algo se aproximaba, pero por mucho que se esforzaban por escuchar solo oan el lejano silbido del viento. Hemos pasado junto a una abertura hace un rato susurro Matt. Ser mejor que retrocedamos y nos escondamos all. Y nuestros acompaantes? Ser mejor que nos separemos. Si permanecemos todos juntos los renegados detectaran mas fcilmente nuestra presencia. A ellos les protegen sus disfraces. De acuerdo. Emprendieron la retirada hasta encontrar la minscula rendija. Un poco mas all haba una cmara apartada donde dejaron a los tres homnidos con las antorchas, rezando para que su aspecto fuera lo bastante discreto como para no levantar ninguna sospecha. Matt y Susan se taparon los ojos con las vendas y aguardaron apretujados en la estrecha abertura. No tuvieron que esperar mucho; pronto oyeron el caracterstico rumor acompasado de las criaturas al andar. Susan cerr los ojos bajo la venda y trato de dejar la mente en blanco. Matt la rode con los brazos y la apret con fuerza a medida que los sonidos se hacan mas fuertes, hasta que las criaturas solo estaban a medio metro de distancia, al otro lado de la pared de roca. Susan pudo or el rasposo sonido de su respiracin y el pesado golpeteo de sus pisadas en el suelo de la caverna. Oprimi a Matt con mas fuerza. Finalmente, los sonidos remitieron cuando las criaturas pasaron de largo ante ellos avanzando en direccin a los homnidos. Susan se quito la venda. El olor de los seres invadi sus fosas nasales. Estaban tan cerca que poda haber extendido la mano y tocarlos, pens. Otra sensacin se introdujo en su mente. La familiar sensacin de rellenarse; supo que Levtico estaba estableciendo contacto en el momento que mas terror senta, como haba hecho Matt. Mantuvo los ojos abiertos y lo recibi plenamente, permaneciendo inmvil durante largos segundos mientras Matt la sujetaba hasta que finalmente se relajo. Esta bien dijo. Estn a salvo. Matt la miro larga e inquisitivamente. Una vez reunido, el grupo continuo por el corredor, con Rodilla Herida aun en cabeza. Siguieron ascendiendo durante meda hora, dejando atrs pequeas cmaras y corredores que conducan a

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otras que contenan fogones y pieles desplegadas para dormir, pero por fortuna no se tropezaron con otras criaturas. Por fin, el suave gemido de la brisa dejo paso a la siniestra barahnda que haban odo semanas atrs, como el zumbido de un millar de alas resonando en el interior de una colmena. Rodilla Herida se detuvo por un momento, petrificado en su sitio mientras se concentraba. Despus se agacho y se introdujo en un tnel tan pequeo que tuvo que ponerse a gatas. Para Matt era una tumba. Se curvaba hacia arriba como una chimenea, por lo que ascendieron utilizando los pies y las maos para agarrarse, hasta que finalmente salieron sobre una cornisa desde donde dominaban la caverna central mas grande. A sus pies se extenda la colmena. Por todas partes, en el suelo despejado de la caverna y en cada rendija y oquedad, las criaturas se desplazaban en una actividad tumultuosa que los dejo sin aliento. Estaban cocinando, curtiendo pieles, fabricando herramientas, cortando carne, fornicando, discutiendo, durmiendo, comiendo... una colonia autosuficiente de hombres, mujeres y nios primitivos. Matt vio nios pequeos chillando y persiguindose unos a otros alrededor de un fogn. A un lado haba una mujer en cuclillas que sujetaba una piel curtida con ambas maos y la desgarraba con los poderosos msculos de sus mandbulas. Pareca estar confeccionando odres de piel para almacenar agua. Otra mujer prxima aporreaba una piedra y despus la arrojaba a un montn junto a otras mas. Susan tenia razn, pens Matt. Aqu hay mas mujeres que en el valle; apuesto a que las han estado secuestrando en sus incursiones. All encerrados, el ruido que producan aquellas criaturas era formidable; el humo de una docena de hogueras arrancaba lagrimas de sus ojos, y hacia tanto calor como en una olla a presin. Contemplndolo todo desde arriba, a no mas de seis metros por encima de las melenas de cabello apelmazado, Matt sinti que estaba presenciando el nacimiento de la civilizacin, el momento en el cual nuestros antepasados pasaron de la brutal existencia de simios solitarios al esplendor y los rigores de la comunidad y la industria. Pero en otro sentido la colonia segua anclada en el salvajismo. En el centro de la enorme caverna se alzaba la escultura del malvolo dios con forma de cabeza de oso, y a su lado estaba la pared de crneos humanos. Haba un nuevo trofeo en la pared, la cabeza de un macho caucasiano. Matt se obligo a examinarla, pensando al principio que podra tratarse de Van, pero ya a distancia se dio cuenta de que la fisonoma era distinta, la nariz era demasiado larga. No tenemos demasiado tiempo le susurro a Susan. Hay que encontrar a Van antes de que nos perciban. Susan no replico, aparentemente perdida en la increble visin que se desplegaba ante ella. Matt sigui su mirada y enfoco la silueta que ella miraba. Como poda haberlo pasado por alto? Quiuac estaba en el centro de la turba, una cabeza entera mas alto que los dems, y cuando avanzaba entre ellos se abra un pasillo ante el; las dems criaturas retrocedan como perros apaleados, agachando la cabeza y adoptando posturas inconfundibles de subordinacin. No haba duda al respecto: era una figura extraordinaria, nacido para gobernar. Su torso estaba adornado con lneas onduladas rojas y negras que formaban esquemas curvos en forma de huellas digitales alrededor de sus msculos, su cabello colgaba en largas trenzas adornadas con cuentas y su boca estaba rodeada de pintura roja como la sangre. Mientras caminaba, su cabeza se bamboleaba lentamente de lado a lado con aquel curioso movimiento reptante que haba quedado grabado en la memoria de Matt desde la confrontacin con Rudy en la nieve. Mira murmuro Susan. Lleva el revolver de Van colgado del cuello. Sin duda aquello era la pistolera, que colgaba hasta su abdomen y chocaba suavemente contra

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los msculos ondulados. Quiuac levant la vista y empez a observar los rincones superiores de la caverna. Rpidamente Matt y Susan se colocaron sus vendas y retrocedieron, aplastndose contra la cornisa. Susan sinti que Levtico la llenaba y segundos despus supo que el peligro haba pasado. Se quito la venda y se asomo al borde de la cornisa; Quiuac haba abandonado la caverna. Observ el batiburrillo de actividad solo un momento antes de tomar una decisin. Matt, tengo que encontrar la cmara sagrada. Quiero ver otra vez el enigma de Khodzant. Te has vuelto loca? Tengo que hacerlo. No te das cuenta? Tiene que significar algo. No se por que pero tengo la sensacin de que contiene alguna pista, algo que necesitamos descubrir. Susan, no hay tiempo. Nunca conseguiras volver. Pens en meda docena de objeciones mas y estaba a punto de formularlas cuando Rodilla Herida se agacho de pronto a su espalda, coloco los dedos sobre las sienes de Matt y le obligo a volver la cabeza rudamente y mirar hacia una esquina. En el extremo opuesto de la caverna haba un foso y de su interior vio surgir brevemente la cabeza de Van, que desapareci y reapareci enseguida. Se paseaba en crculos como un animal enjaulado. Incluso a aquella distancia, Matt detecto una extraa brusquedad ritual en los movimientos del hombre que le hizo preocuparse por la cordura de Van. Evalu la situacin. Haba dos criaturas con porras apostadas no muy lejos del foso; podan ser guardias ya que el agujero no pareca tan profundo como para que Van no pudiera salir si se esforzaba. A lo largo de la pared de roca de la izquierda haba una enorme losa que poda ser la pared externa de un pasadizo; por lo menos les ofrecera cierta cobertura si Matt consegua llegar hasta all. Haba preparado una cuerda de dos metros con nudos atados cada medio metro que poda lanzarle a Van. Pero si quera tener alguna esperanza de salir airoso tendra que ocuparse de los guardias. Lo que necesitaba era algn tipo de distraccin; de lo contrario sus perspectivas de eludir los poderes paranormales eran escasas. Se crey afortunado por haber llegado tan lejos. Matt retrocedi lentamente a lo largo de la cornisa y se percato, con un respingo que hizo saltar su corazn hasta casi salrsele por la boca, de que Susan haba desaparecido. Se qued tan estupefacto que apenas se dio cuenta de la ausencia de Levtico. Avanzando con grandes esfuerzos por la nieve, de camino a las estribaciones de la montaa, las cinco criaturas que vestan pieles de animales llegaron a un montculo de rocas y se sintieron atradas inmediatamente por el brillo del metal. Se acercaron desconfiadamente al montn de rocas como si fuera una trampa, detenindose cada pocos pasos para proyectar sus ojos internos en todas direcciones. No encontraron ningn signo de vida. Lenta y cautelosamente uno de ellos toco una roca. No ocurri nada. La hizo caer del montn y cogi otra hasta que el montculo se desmorono, dejando al descubierto el porttil de Van. Las criaturas examinaron la caja negra con bordes metlicos que relucan a la luz del sol. Nunca antes haban visto un objeto tan extrao. Le tenan miedo porque conocan los cebos; mucho tiempo atrs, los cazadores de su tribu haban descubierto como atraer a un animal hacia su destruccin. Una de las criaturas se inclino y olfateo el objeto. Despus retrocedi rpidamente como si le hubieran dado una bofetada. Desprenda el acre olor del enemigo.

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Otra criatura alzo una porra verticalmente y la hizo descender en un pronunciado arco, golpeando un lado del ordenador, que salio despedido de su pedestal y reboto por la cresta rocosa. Un tercero fue hasta all, cogi el objeto, lo sostuvo a la mxima distancia posible de su cuerpo y lo traslado seis metros hasta el borde de un barranco. Se inclino y lo solt. Cayo durante largos segundos hasta que finalmente oyeron un distante crujido. En la cmara sagrada, Susan se qued transfigurada ante el pictograma. Estaba temblando de miedo. Pero lo mas interesante, algo que no percibi al principio, era la otra sensacin que contrarrestaba el terror y aplicaba un extrao blsamo a su sistema, una especie de xtasis provocado por el mero poder de las formas y los colores que se desplegaban ante ella sobre la pared de la caverna. Haba visto muchas pinturas murales en su vida, reproducciones de antlopes, jabales y ciervos almizcleros, a menudo obras brillantes. Se contaba entre el puado de eruditos a quienes se permiti entrar en las deterioradas cuevas de Altamira, en la cordillera Cantbrica del norte de Espaa, e incluso haba trazado el plano de la cmara de los bisontes, la llamada capilla Sixtina del arte cuaternario. Se haba sentido profundamente conmovida por los dibujos, pero mezclada con el aprecio siempre estuvo la punzada de la curiosidad antropolgica: imaginar el alma paleoltica que se sinti impulsada a mezclar pigmentos naturales con grasa animal y despus dar a la visin una forma permanente trazando aquella lnea de cuerno curvo o aquel lomo arqueado. La capacidad era consecuencia de experimentar el contacto con aquel alma a travs de veinticinco mil aos. Esto era diferente. Esta pintura era magistral por derecho propio. Susan se qued maravillada ante la mano desconocida que haba utilizado con tanta perfeccin el carboncillo para perfilar las figuras en negro, que haba aprovechado las irregularidades naturales de la roca para dar profundidad a los cuerpos y que haba creado movimiento y ligereza con un material tan inerte y pesado. Esto era la obra de un gran artista, un Miguel ngel prehistrico. Pero cual era el tema que inspiro a semejante genio? Sabia que no dispona de mucho tiempo. Toqueteo su venda compulsivamente para asegurarse de que segua alrededor de su cuello. Deba ponrsela? Se enterara si la estaban leyendo? Pero seria entonces demasiado tarde? Sabran las criaturas donde se encontraba ella? Dio un paso atrs para abarcar todo el pictograma, que era a todas luces una narracin de alguna clase. Las figuras de los distintos paneles estaban eternizadas en alguna accin y en lo que parecan ser combates, pero los paneles no formaban una secuencia lineal. Tendra que reordenarlos mentalmente; por cierto que no tenia tiempo de dibujar un boceto. Deseo recordar en aquel momento mas de lo que haba ledo sobre el enigma de Khodzant en la poca de estudiante de postgrado. De hecho fue Kellicut quien pronuncio una conferencia sobre el tema, de corte irnico, record haber pensado entonces, sobre vas muertas de la arqueologa. Y que va muerta! Quien habra imaginado que Susan arriesgara su vida intentando resolver su acertijo? Su mirada lo barrio de arriba abajo, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Haba dos grupos de guerreros, hasta ah estaba claro, y estaban aquellos extraos ojos abiertos que parecan flotar aislados entre los rboles: smbolos de los muertos. Avanzo unos pasos y examino de cerca un panel. Uno de los grupos de guerreros tenia frente de escarabajo y eran sin duda los neandertales. El otro grupo tenia los huesos estrechos, la cabeza abovedada y la mandbula prominente: el Homo sapiens. Estaban en guerra durante lo que pareca un largo periodo de tiempo, porque no haba una sino dos o tres batallas. Despus haba una reunin, o los preparativos para celebrarla podra ser un tratado de paz de alguna clase?, y los dos grupos parecan caminar a su mutuo encuentro tras arrojar sus armas a un lado. Pero entonces algo le ocurri a un grupo, al de los neandertales. Susan no tenia manera de saber que en aquel preciso instante, en las profundidades de la caverna, Quiuac sinti que se formaba una nube en el interior de su cabeza y una visin momentnea le asalto: la meseta se hizo visible fugazmente ante su ojo interior. Se detuvo y levant

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la cabeza, pero ya haba desaparecido.

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Susan sinti una oleada de pnico y se coloco la venda ante los ojos mientras intentaba pensar; cuales eran los paneles que no se conocan fuera de esta cmara? En la pintura haba lunas, de modo que la cronologa quiz se clasificara mediante las fases lunares. Intento recordar la imagen del enigma de Khodzant de una clase a la que haba asistido hacia ya muchos aos. Poda ser el segmento inferior derecho el que faltaba? Decidi arriesgarse a echar un rpido vistazo y avanzo hasta colocarse ante esa parte de la pintura. Alzo la venda y miro. Justo delante de ella haba un panel y lo que vio no lo haba visto jams, de eso estaba segura: una criatura en pie sola, mirando hacia arriba mientras rocas o algo caa a su alrededortenan pequeas colas como meteoritos que sugeran un movimiento hacia abajo, con la boca abierta y los rasgos deformados por la rabia, como si acabara de comprender alguna verdad amarga subyacente de la naturaleza o hubiera presenciado algn acto satnico. El artista haba captado perfectamente la emocin. Susan se qued embelesada mirndolo durante algn tiempo. Quiuac lo supo en cuanto la visin regreso. Esta vez no haba ningn error posible. Rpidamente envi a cuatro guardias a la cmara sagrada. Resnick sabia que la criatura estaba a punto de expirar. Aunque no era difcil adivinarlo: la alimentacin intravenosa no lo haba revivido, virtualmente haba dejado de moverse y su respiracin era irregular. Instalaron un monitor cardaco y un electrocardigrafo y los conectaron, afeitando parches parecidos a pequeas lunas blancas en las sienes y el pech peludo, a fin de insertar los electrodos, y ahora una de las cmaras apuntaba a la diminuta pantalla verde de una esquina. Una y otra vez, la lnea blanca describa la misma trayectoria, no un gran pico y despus sinuosos picos mas pequeos, como en los seres humanos, sino una serie de crestas y mesetas que recordaron a Resnick el perfil de los rascacielos de una gran ciudad. Adems haban reducido drsticamente la sensibilidad de la alarma porque la extraordinaria naturaleza de los latidos de la criatura la activaba continuamente. Ahora ya no se molestaban en cerrar la puerta de la celda y eso hacia sentir a Resnick mucho mejor, como si fuera el quien hubiera estado encerrado todo aquel tiempo. Tambin haban fregado la celda y el hedor no era tan terrible, aunque segua presente en el aire alrededor del camastro. Ahora incluso el propio Resnick se aventuraba a acercarse a la criatura, henchido de orgullo profesional y fingiendo ante los dems que lo hacia desde el principio, incluso cuando la criatura podra haberlo empotrado contra la pared de un manotazo. Haba decidido ser fatalista respecto a su muerte. Era verdad que ya no podran realizar mas experimentos y tal vez jams conseguiran componer algo significativo con todos los fragmentos y retales de observaciones y mediciones que haban ido acumulando. Pero quiz fuera lo mejor, quiz la criatura no deba vivir entre los seres humanos despus de todo era primitiva, y la autopsia probablemente les explicara gran parte de lo que queran saber. Grady entro en la celda y se puso a su lado, lo que le hizo sentir mejor. La criatura estaba completamente laxa y era casi imposible que estuviera despierta, pero nunca se poda estar seguro con algo tan extrao. Va a venir? pregunt Resnick. Llegara en cualquier momento. Haba sido idea de Resnick enviar a buscar a Scanlon. Se felicitaba por ello; era una cuestin de sentimiento mas que otra cosa. Scanlon haba realizado el descubrimiento, era el que haba estado mas prximo a la criatura que ningn otro, por lo que mereca estar presente en el momento de su muerte. Era como tener all a un sacerdote o a un pariente. Despus de todo, pens Resnick, es esta clase de gestos considerados lo que nos diferencia de los animales.

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Oy cerrarse la puerta de un coche, despus la puerta principal, luego pasos en el piso de arriba e instantes despus apareci Scanlon con aspecto afligido. No te preocupes, aun hay tiempo le consol Resnick poniendo voz de medico. Scanlon no le presto la menor atencin, sino que se dirigi hacia la criatura y levant una de sus peludas maos. Dios mo, fjate en esto dijo Grady sealando la pequea pantalla. Resnick miro de reojo y vio que el contorno de los rascacielos haba cambiado. La lnea se mova ahora mas deprisa y las crestas eran mas altas. Volvi a mirar a la criatura y no pudo creer lo que vea: haba abierto los ojos, miraba directamente a los de Scanlon e incluso pareci levantar la cabeza unos centmetros. Resnick dio un paso atrs reflexionando y corri hacia la puerta de la celda abierta. Extraamente la mirada no pareca amistosa, sino todo lo contrario. Despus la cabeza de la criatura cayo hacia atrs como si hubieran cortado un cable invisible y la alarma del monitor son con fuerza. Las lneas de la pantalla enloquecieron, subiendo y bajando a intervalos regulares, y por fin redujeron bruscamente su velocidad. Scanlon cayo al suelo. Resnick pens que estaba exagerando la expresin de sus emociones y se dispona a regaarle cuando miro por segunda vez y se dio cuenta de que Scanlon se oprima las sienes y se revolcaba de dolor. Resnick miro hacia la criatura. Estaba muerta y el paisaje urbano de la pantalla haba desaparecido. Susan presinti que algo iba mal, aunque no sabia que. Algo mas fuerte que el instinto se apodero de ella y le acompaaba la certeza de que su presencia en la cmara sagrada haba sido detectada. Entonces se le planteo el dilema: deba usar la venda para tratar de burlar su poder teleptico, o deba intentar huir? Como encontrara la salida si no poda ver? En la fraccin de segundo que tardo en formular la pregunta vio un movimiento confuso al otro lado de la cmara, un atisbo de piel de animal en los intersticios que dejaban las estalagmitas. Justo cuando el pnico estaba a punto de paralizarla, sinti un contacto mental tranquilizador que le aseguraba que no haba nada que temer. La figura que salio al descubierto era Levtico. Sinti el impulso de correr hacia el y abrazarlo, pero su alivio no duro mucho; por lo agitado que estaba tambin el, Susan comprendi que el peligro se acercaba. Levtico encabezo la marcha por un corredor lateral oscuro. Susan palpaba la pared de roca con una mano, mientras con la otra coga la del homnido, que iba delante, y aunque sus dedos eran cortos, eran fuertes como espolones de guila. Avanzaba a lo largo de un sendero que segua una pendiente y pareca un corredor poco utilizado. De vez en cuando, Levtico se detena brevemente y aunque Susan no poda verlo sabia que estaba leyendo la ruta mas adelante, sondendola con su radar psquico y tratando de evaluar el riesgo. Al cabo de cinco minutos Susan oy sonidos que venan hacia ellos. Se volvi para huir, pero Levtico la retuvo apretndole la mano con tanta fuerza que no la dejo soltarse. Susan intento retirarla, pero la presa de Levtico era tan firme que temi que le rompiera los huesos. Se aplasto contra la pared y aguardo. Poda orles acercarse, pero no vea nada. Notaba el cuerpo de Levtico frente a ella y se pregunt si planeaba tenderles una emboscada. Cerr los ojos y contuvo el aliento. Ahora solo estaban a escasos metros de distancia. Susan, gracias a Dios!

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Oh, Matt!

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En la oscuridad noto que Matt la rodeaba con los brazos y oli su familiar aroma. Levtico no le solt la mano. Rodilla Herida y Lanzarote llegaron tambin. Por que diablos has desaparecido de ese modo? Tenia que echarle un ultimo vistazo para ver la pieza final del rompecabezas. No era el momento de preguntar por el enigma. Escucha dijo Matt con un tono de urgencia. Algo les ha ocurrido. Estn enloquecidos. Creo saber que ha ocurrido. Quiuac percibi que yo estaba en la cmara. No, no pareca que hubiera una emergencia. Era como si de pronto se hubieran enterado de una mala noticia, todos a la vez. Me record la reaccin de la tribu cuando muri Caralarga. Creo que en alguna parte una de estas criaturas ha muerto o bien la han matado. Que hacemos ahora? Lo que hemos venido a hacerdijo Matt con firmeza. Permanecer juntos y, por el amor de Dios, no vuelvas a alejarte dicho esto, el grupo prosigui remontando la pendiente detrs de Rodilla Herida, que pareca saber exactamente lo que hacia. Incluso antes de or la conmocin, Van supo que estaba perdiendo el juicio. Quiz saber que estas perdiendo el juicio significa que en realidad no lo estas perdiendo, se consol. Lo dijo en voz alta. Que importancia tenia si hablaba consigo mismo en voz alta? De todos modos, los muy gilipollas no lo entenderan. Pero la gente que se vuelve loca sabe a algn nivel que esta perdiendo la cordura. No es como si ese conocimiento significara algo. No es como si fuera una proteccin. En una situacin como esta no hay proteccin posible. Como podra haberla cuando estas indefenso en el fondo de una zanja, atrapado como una hormiga? Van record su poca de estudiante de postgrado y los monos enjaulados con los que experimentaba. Que conmovedor era pasar ante las jaulas de malla de aquellos primates medio enloquecidos. Retrocedan de un salto gritando de terror, a veces se cubran la cabeza con las maos y a veces se mecan espasmdicamente chupndose el pulgar. Record a uno en particular que caminaba en crculos en la misma direccin y a la misma velocidad, encorvando los hombros cuando llegaba a las esquinas, siempre del mismo modo. Mientras lo observaba Van sabia que se trataba de locura, que los movimientos rituales eran una manera de mantener a raya la locura y al mismo tiempo ceder a ella. La energa de un maniaco era lo nico que quedaba. Era la nica reaccin racional-irracional. As era como se senta ahora. Tenia miedo de quedarse dormido. Casi cada vez que lo intentaba experimentaba aquel extrao asunto del nistagmo de CheyneStokes. Empiezas a perder la conciencia y, justo cuando pierdes pie y empiezas a hundirte, tu respiracin se interrumpe y vuelves a la superficie boqueando por un poco de aire. Al cabo de un rato, el pnico te aferra incluso antes de que empieces a dormirte, por lo que sigues despierto, como una campanita que suena en el momento en que das una cabezada. A Van le dola ahora la cabeza continuamente. Ese grandulln, se llame como se llame, manda sobre todos los dems como un dios. Cuando se planta bajo el oso, se convierte en el oso: grande, fuerte, indomable. Que equivocado estaba viniendo aqu con la idea de que yo seria mas fuerte que ellos. Aqu arriba, en la montaa, todo lo superfluo va desapareciendo y se revela la verdadera fuerza. Los seres humanos son dbiles, no son

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nada. La enfermedad es una debilidad y la debilidad es una enfermedad. Empez una conmocin. Van supo inmediatamente que estaba relacionada con la muerte. La luna llena, quizs, el momento del sacrificio, y seguramente esta vez le tocara a el. Cuando sus pasos le llevaron al rincn mas alejado de la zanja pudo ver la pared donde colgaran su cabeza. Dio gracias por haberse cado de la cornisa cuando mataron al ruso. De lo contrario habra presenciado la ceremonia final. Que fue exactamente lo que hicieron? Sabia que era victima de alucinaciones. Haban empezado de una manera marginal durante la ascensin de la montaa, pero haban reunido fuerzas con todo lo que haba ocurrido desde entonces: la huida presa del pnico, el desprendimiento en la caverna, el cautiverio, el sacrificio. Ahora las alucinaciones iban a toda marcha, enhebradas una tras otra en el hilo constante de su terror, y eran lo nico que pareca real. No sabia donde empezaban y donde terminaban, igual que no poda saber cuando estaba despierto y cuando sufra una pesadilla. Pero esto era distinto; esta vez oa realmente voces. Van! Si, volvi a orlo, su nombre susurrado con ansiedad. Como podan saber su nombre las criaturas? Tenia que ser su mente que se volva contra el, como siempre su peor enemigo. Es intil mascullo Matt. No nos oye. Eso o ha perdido el norte por completo. Y ahora que? dijo Susan. Se asomo por la esquina del corredor para mirar hacia el interior de la caverna e inmediatamente lamento haberlo hecho. Las criaturas eran doblemente aterradoras vistas desde el nivel del suelo, especialmente ahora que corran de un lado para otro con semejante agitacin. La colmena estaba revolucionada, como si alguien la hubiera arrojado al aire y ensartado con una horca. Pero no puede ser nuestra presencia, pens Susan, porque les bastara con localizarnos y barrernos de golpe. Las pieles curtidas que colgaban de las paredes de roca eran gruesas como tapices medievales y Susan cayo en la cuenta reprimiendo un estremecimiento que deban ser cazadores soberbios gracias a su comunicacin teleptica. Seria imposible escapar a su red cuando la sintonizaran y leyeran su campo perceptivo. Ahora centenares de ellos compartan la misma habitacin con ella y con Matt, pero no los descubran por su preocupacin. Quiz podamos utilizar esta confusin en nuestro provecho dijo. Matt se puso a gatas y atisbo desde la losa de roca. Haba una pequea abertura, una antecmara previa al corredor, que quedaba fuera de la lnea de visin desde la caverna central. Miro en derredor buscando a los guardias de Van. Uno se haba ido y el otro pareca tan despistado como el resto de las criaturas; empuaba su porra, pero caminaba distradamente cerca del borde del foso, a unos cuatro metros de distancia. Matt se puso en pie de nuevo. Vamos susurro. Miro en todas direcciones y se dirigi furtiva y lentamente hacia la caverna, mantenindose pegado a la pared rocosa. Como una sombra, se deslizo hasta que consigui llegar a la antecmara. Le sigui Susan y despus los tres homnidos que cruzaron la estancia sencillamente como si tuvieran todo el derecho de estar all.

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La oquedad estaba mas oscura que la caverna. Susan y Matt tenan preparadas las vendas de los ojos. Ahora llegaba la parte arriesgada. Matt miro desde la cmara la nuca del guardia y empujo a Lanzarote y a Levtico en direccin al foso. Mientras se acercaban, el hinco una rodilla en tierra, adoptando su posicin de cazador. Intento concentrarse como lo haba hecho con los animales, mirando fijamente la nuca del guardia y pensando en imgenes de porras y lanzas y sangre, intentando mandar el mensaje sin palabras: ataca, ataca, ataca. Cuando los dos se acercaron, el guardia se volvi y en sus rasgos se dibujo un fugaz desconcierto mientras las porras descendan limpia y rpidamente, una contra el hueco de su hombro y la otra de travs contra la parte superior de su crneo. Cayo al instante y Lanzarote levant una de sus piernas para hacerlo rodar hacia el interior del foso. Matt salio de su escondite, corri hacia el foso y se oculto agachado detrs de las piernas de sus dos compaeros de armas. No estaba totalmente oculto, pero tendra que bastar. Cuando se inclino hasta el borde del foso y miro hacia abajo, Van dio un salto atrs con la boca abierta y una mirada salvaje en sus ojos. Su rostro estaba negro de suciedad y sus ropas hechas jirones. Matt desenrollo precipitadamente la cuerda, la ato a una roca y se la arrojo. Vamos, Van, deprisa. Cgela, hombre, y salgamos de aqu dijo en voz tan alta como se atrevi. Van le devolvi una mirada inexpresiva. La cuerda, la cuerda. Coge la cuerda! Antes de que Matt supiera lo que ocurra, Susan estaba su lado. Matt se lanzo al foso, sacudi a Van, lo empujo hasta la cuerda y le ayudo a subir empujndolo desde abajo como un sonmbulo, Van trepo los primeros centmetros hasta que llego al alcance del brazo extendido de Susan. Matt flexiono los msculos de su hombro y lo empujo a mayor altura. Lentamente, por reflejos mas que por intencin, Van subi una rodilla hasta el borde mientras Susan tiraba de el. De pronto estuvo fuera y rod desmadejadamente por el suelo. Ahora era el turno de Matt. Por el amor de Dios, date prisa mascullo Susan mirando temerosa a su alrededor. Hasta ahora ninguna de las criaturas los haba visto. Matt subi velozmente por la cuerda, utilizando los nudos para impulsarse. Se asi del borde con ambas maos planas sobre la tierra y Susan tiro del cuello de su camisa. Salio. Reprimiendo el impulso de salir corriendo, retrocedieron lentamente hasta el corredor uno a cada lado de Van, prcticamente arrastrndolo. Los homnidos los siguieron con tanta presteza que Matt temi que llamasen la atencin. En el interior del corredor se detuvieron y miraron hacia atrs. La caverna segua sumida en el caos. Matt vio cuatro criaturas que salan corriendo de la cmara sagrada. Rodilla Herida ya se haba puesto en marcha, alejndose por el tnel como un ciervo en desbandada y los dems lo seguan de cerca. La retirada deba ser rpida. Tenan a Rodilla Herida par indicarles el camino, los tneles descendan en pendiente el pnico pona alas a sus pies. Pero Van les retrasaba. Y no porque estuviera paralizado de terror hasta el punto de no poder huirel terror era lo nico que entenda, pero no estaba en condiciones de correr. Sus piernas se movan, pero no le sostenan y se combaban inservibles como neumticos hundindose en el barro. Necesitaba un homnido a cada lado para que lo mantuvieran erguido y lo arrastraran. Susan se volvi para mirarle a la cara. Siempre haba sido difcil interpretar las emociones de Van, pero ahora no mostraba ninguna. Esta totalmente vaco, pens Susan. Le ha ocurrido algo y se le han fundido los plomos. Llegaron a un gran tnel que pareca familiar. Su aspecto era el de un gran pasadizo central iluminado por antorchas insertadas en hornacinas, el mismo que haban recorrido varias semanas atrs. Al cabo de cinco minutos, justo cuando confiaban en detenerse, los homnidos apretaron el paso bruscamente como si hubieran cambiado de repente a una marcha mas larga. Con una

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sensacin de nausea en el estomago, Matt comprendi por que.

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Nos persiguen dijo sin aliento a Susan, sealando con la cabeza a Rodilla Herida y los dems. Acaban de captarlo. Los renegados nos persiguen y saben donde estamos. Record las cuatro criaturas que haban visto salir corriendo de la caverna sagrada, seguro de que ellos eran sus perseguidores. En aquel momento, Rodilla Herida giro para internarse en un tnel lateral mas pequeo que al cabo de unos cien metros se divida en dos pasadizos muy parecidos. Se detuvieron un instante y siguieron por el de la izquierda, todos menos Levtico, que se detuvo. Les plantaba cara deliberadamente. Que hace? jadeo Susan. No lo se, pero no podemos detenernos respondi Matt. Sigue corriendo. Todos corran. Rodilla Herida haba ocupado el lugar de Levtico a un lado de Van y junto con Lanzarote le arrastraba como si fuera un pesado maniqu. Susan iba delante y notaba una renovada fuerza en las piernas. Las glndulas adrenales echan toda la carne en el asador, pens, hasta que cayo en la cuenta de que era una situacin completamente distinta, de nuevo aquella inundacin familiar y supo de donde proceda: Levtico. El es el senuelo, pens. Se sacrifica por nosotros. Mientras corra noto como si un fuerte viento subterrneo la empujara desde atrs, una corriente de energa calida que se extenda desde el centro de su cerebro, por sus msculos y sus huesos. Ya no hua corriendo por un tnel, volaba sobre un prado. Sus pies apenas tocaban el suelo; se senta ligera como una semilla de mirto elevndose con las corrientes de aire. Luego, bruscamente, la sensacin desapareci y Susan noto un vaco justo en el momento en que vean una pared de luz reverberante frente a ellos y corran a trompicones hacia ella para salir finalmente a la luz del da. El sol los ceg. En la entrada de la caverna, y viendo el valle desplegarse a sus pies, Matt aspiro grandes bocanadas de aire. Van se haba desmayado y Rodilla Herida y Lanzarote parecan aturdidos. Donde esta Levtico? pregunt Matt. Ha muerto dijo Susan, sorprendindose a si misma por el tono monocorde de su voz. Se senta apabullada, hueca. Pronto moriremos todos dijo Van, que habl por primera vez. No tenemos ninguna posibilidad. Susan se revolvi y le lanzo una mirada que le hizo callar. La luz era engaosa. El da estaba muy avanzado y el sol empezaba a ocultarse tras los picos de las montaas. Pareca mas fro que cuando entraron en la cueva y el silencio era sepulcral. Sus perseguidores seguan acercndose por los tneles. Esta vez los homnidos no tenan otra eleccin que cruzar el cementerio prohibido. Cuando traspasaron una lnea invisible, su miedo poda leerse en cada uno de sus reacios pasos. Por encima de sus cabezas, los buitres volaban en crculos. No haba a la vista ningn sepulturero, pero su ausencia era tan ominosa como fuera antes su presencia. A pesar del fresco de la tarde, los homnidos sudaban y mantenan la vista apartada de los fardos atados entre los rboles y los huesos esparcidos por el suelo. Van miraba con ojos desorbitados; era imposible saber cuanto estaba captando.

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Al llegar a la mitad del cementerio, Matt miro hacia atrs y vio que las criaturas salan de la cueva blandiendo sus armas. Incluso a aquella distancia era visible su furia. La rabia era una buena seal: significaba que no violaran el tab ni cruzaran el terreno sagrado. Procedente de algn lugar entre los rboles secos oyeron una respiracin firme, pero no supieron si era de los cuidadores de las tumbas o de algn ammal. En la penumbra creciente, el poblado estaba extraamente silencioso. Al principio pareca desierto, pero pronto se dieron cuenta de que la mayora de los homnidos estaban en sus chozas. No salio nadie a recibirlos y no se vea a Kellicut por ninguna parte. Van se comportaba de una forma extraa; cuando hablaba a menudo deca incoherencias. Le encontraron un lugar donde dormir y se sumi rpidamente en una especie de estupor. A medida que espesaba la oscuridad, Rodilla Herida y Lanzarote enfermaron. Se desplomaron dentro de sus emparrados, al principio inmviles y despus delirando de fiebre. Matt pens que estaban reaccionando de alguna manera a su trasgresin por violar los limites del cementerio, pero no poda estar seguro. Otros miembros de la tribu tambin parecan abatidos. Mas tarde, aquella noche, mientras el y Susan yacan juntos, hablaron de Levtico. Ella estaba inconsolable. Lo siento mucho dijo Matt. Se lo que sentas por el. Lo que hizo fue heroico. Tiene que hacernos cuestionar nuestras ideas sobre cuan primitivos son estos homnidos. En la escala de la evolucin, esa clase de herosmo tiene que ostentar una posicin superior a la de matar animales y curtir pieles. Tal vez. O tal vez el altruismo es mas bsico de lo que creemos. Recuerdas los estudios sobre los lobos cuando cazan carib? El jefe de la manada de lobos se comunica de alguna manera con el carib mas dbil, le manda realmente un mensaje para que se deje caer y acepte su destino, sacrificndose por el bien del rebano. Es posible. Pero eso no invalida el herosmo individual. Hace a la especie entera mas heroica. Quiz nosotros todava tenemos parte de eso, incluso sin poderes telepticos. Oyeron el ruido de tambores procedentes de la cima de la montaa. Era la primera vez que lo oan. Mientras escuchaban, imaginaron a las feroces criaturas martilleando con huesos sobre pieles tensadas. El sonido se hizo palpitante y reson en las paredes, lo que significaba que estaban tocando los tambores en el interior de los tneles. Entonces, procedente de otro lado, a gran profundidad en las entraas de la tierra, captaron otro rumor y despus un temblor. Al instante comprendieron que era un terremoto.

Eagleton sabia que le necesitaban. Era una de esas raras situaciones en las que se requera su presencia en el escenario; era hora de tomar el mando. Sencillamente, haba mucho en juego, y ya era demasiado lo que haba ido mal. Primero desapareci Van, despus se interrumpi el contacto con el transmisor del porttil, luego la maldita criatura muri en cautiverio y se cargo a aquel trabajador, como se llamase... Scanlon. Tardo varios das en recuperarse. Quien poda suponer que tuviera semejante poder? Esa visin remota era mas de lo que se perciba a simple vista, reflexiono Eagleton, satisfecho con su juego de palabras. El anlisis de ADN haba llegado; la criatura tenia veintitrs pares de cromosomas, igual que un ser humano. El noventa y ocho por ciento de su ADN era idntico al nuestro. Naturalmente, eso

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tambin es cierto en los chimpancs, pens; es el dos por ciento restante lo que cuenta. El informe llego con una nota garabateada por el tcnico del laboratorio: <<Me rindo. Que diablos es?>>. De modo que Eagleton decidi personarse en el campamento base que Kane haba levantado al pie de la montaa. El problema era que llevaba muchos aos sin salir del campus. De hecho, con su pequeo apartamento comunicado por un corredor subterrneo y un ascensor para su silla de ruedas, nunca haba salido del edificio, por lo que fueron necesarios todo tipo de arreglos para realizar el viaje reduciendo al mnimo la tensin sicolgica: una furgoneta con cristales ahumados y un elevador hidrulico para su silla, un jet privado del que haban retirado los asientos y provisto de correas para mantener sujeta su silla de ruedas, autorizacin diplomtica para que el avin pudiese aterrizar para repostar y despus proseguir su vuelo. Eagleton nunca haba estado en Tadzhikistan y tuvo que reconocer que no le gustaba lo que haba odo sobre el lugar. Demasiados extranjeros, demasiadas moscas, demasiados grmenes. Los temblores duraron toda la noche hasta la maana siguiente; finalmente al medioda fueron disminuyendo. Soplaba un viento fro por todo el valle, que hacia temblar las hojas y las giraba, como si se avecinara una tormenta. Matt y Susan pasearon por el poblado para examinar el alcance de los destrozos. Se haban derrumbado cuatro o cinco chozas; las ramas que hacan de vigas se haban hundido, convertidas en un montn de fibras amarillas, y los caminos estaban cubiertos de piedras y de desechos. Pero el poblado estaba prcticamente intacto. Solo unos cuantos homnidos se haban atrevido a salir; aqu y all se vean nios llenando calabazas de agua del ro o corriendo de una choza a otra. Un terremoto era algo mucho mas terrible en las regiones desiertas y altas de las montaas. Era como una primitiva turbulencia que se produca entre las cumbres y las estrellas; los rboles se balanceaban, las rocas se desplazaban y a uno le embargaba la sensacin vertiginosa de que no exista nada fuera de uno y la tierra, y de que la tierra podra abrirse en cualquier momento, tragarlo a uno y hacerlo desaparecer en un abismo ardiente. No es de extraar que los humanos hayan inventado a los dioses, pens Matt. Fueron a buscar a Rodilla Herida y a Lanzarote. Los cuidaban otros homnidos, que les llevaban manzanas, nueces y agua. Estaban mejor que la noche anterior; al parecer, les haba bajado la fiebre, aunque seguan tendidos, visiblemente dbiles y cansados. Susan no sabia que les haba ocurrido para quedarse postrados de aquel modo: fue el ataque al guardin de Van, el hecho de abandonar a Levtico a una muerte atroz, el haber atravesado el cementerio, o bien una combinacin de todo ello? Busco en los homnidos alguna seal que indicara que los consideraban, a ella y a Matt, distintos, aunque culpables en cierta medida, pero no fue capaz de hallar ninguna. Kellicut era un caso aparte. No estaba en el poblado, de modo que fueron a buscarlo por el sendero que conduca al lago sulfuroso y al geiser. Bajaron los escalones mojados por los que se iba al lago y se encontraron en un amplio saliente que se meta en la pared de la roca. En el centro, sentado con las piernas cruzadas, estaba Kellicut. Tenemos que hablardijo Susan. Es un poco tarde para eso. Se acerc a el y se sent a su lado. Matt hizo lo mismo. Permanecieron un rato en silencio, que les hizo sentirse incmodos. Ninguno de nosotros tiene ya secretos, pens Matt. Susan fue la primera en hablar.

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Hemos rescatado a Van. Y ahora que? No lo se. Kellicut suspiro, fatigado. Este es el problema. No sabis que hacer, verdad?

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Cuando se volvi para mirarla, su rostro reflejaba mas afliccin que clera. De pronto pareca muy viejo. No podamos hacer otra cosa, era lo correcto dijo Susan. No bamos a dejarlo all. Supongo que tienes razn, teniendo en cuenta que consideris que era vuestro deber. Lamento que vinierais al valle. No digas eso. Por que no? Es la verdad. Quieres hacernos dao? No, aunque no me importa si os hago dao o no. Simplemente constato una realidad. Si no hubierais venido, nada de eso habra pasado. Lo habis trastocado todo. Que hemos trastocado todo? Intervino Matt. Siempre hablas como si hubiese algn plan extraordinario o algo por el estilo. Kellicut lo miro por primera vez. No habis entendido nada. Que es lo que no hemos entendido? El significado de todo, el alcance histrico, el extraordinario privilegio de estar aqu y presenciarlo. Era como trasladarse a treinta mil aos atrs. Eso creo que lo entendemos observ Susan. No, porque de haberlo entendido, no hubierais interferido. Eso era un ley fundamental: no hay que inmiscuirse, no hay que tomar partido. Pero vosotros os pusisteis de parte de los homnidos pacficos. Ya se que era una tentacin. Son unos seres maravillosos, inocentes y bondadosos de verdad, mas nobles que el mismo Rousseau, pero no estn llamados a prevalecer. Si la naturaleza hubiese querido darles un lugar preeminente, les habra dotado de los instrumentos para alcanzar la cumbre. Como puedes estar tan seguro? Pregunt Matt. Quien eres tu para interpretar los designios de la naturaleza? No los interpreto, me limito a observar. Si abres los ojos y miras a tu alrededor, veras que la naturaleza ya ha escogido y, como siempre, ha elegido a los mas fuertes.

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Quiz los mas fuertes no siempre deberan sobrevivir.

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Que no deban no tiene nada que ver con ello. Son fuertes porque es su destino. Si los renegados se hacen con uno de ellos es porque estn destinados a actuar as. Si los atacasen y los aniquilasen de una vez por todas seria porque lo tenan que hacer, segn los designios de la naturaleza. No lo entendis? Habis irrumpido en un mundo oculto que ha permanecido invariable durante miles de aos en un momento critico, y ahora, en una fraccin de segundo, esta a punto de transformarse. Una especie va a reinventarse, se despojara de su antigua personalidad como si se deshiciera de una piel gastada, y se convertir en algo mas grande, mas avanzado, y vosotros lo vais a presenciar. Pero estis aqu de mas. La regla bsica es muy simple: manteneos alejados. Es un equilibrio muy precario, no hay que inmiscuirse. Pero vosotros lo habis hecho. Estaban los tres airados, sin decir ni una palabra. Y que va a pasar ahora? pregunt Matt tranquilamente. Kellicut se encogi de hombros. Quien sabe. Si tuviera que apostarme algo, asegurara que habis provocado una guerra que va a traernos la destruccin y la muerte a todos nosotros. Habis ido a su hogar y les habis atacado; ahora os atacaran a vosotros y a vuestros aliados. Vosotros, por supuesto, intentareis defender a vuestros amigos y eso no har mas que empeorar las cosas. Djame que te haga una preguntadijo Matt. Y si nosotros formamos parte del plan? Y si la naturaleza se vale de nosotros con la intencin de restablecer el equilibrio? Kellicut se puso de pie lvido de rabia. Nunca haba odo nada tan absurdo y arrogante en mi vida. Dio una vuelta alrededor de Matt como si fuera a agredirlo. Quien demonios crees que eres? Se planto enfrente de el y bajo la vista. Recuerdas la primera conversacin que mantuvimos en este mismo lugar el da que me encontrasteis? Sealo hacia el exterior. Os dije que habais llegado al edn y que tuvierais cuidado con la serpiente. Me preguntasteis que era la serpiente. Ahora ya lo sabis, y si queris verla, os sugiero que al salir de aqu miris el lago. Dio meda vuelta, camino airosamente hasta la roca, trepo por ella y desapareci en direccin a la cascada. El discurso de Kellicut le dio que pensar a Susan, aunque no precisamente lo que el hubiera deseado que pensara. Se detuvo, eso si, a contemplar su reflejo en la superficie del lago; su rostro pareca alterado por las acusaciones de el, porque en cierto modo era innegable que tenia razn. Eran unos intrusos y haban roto el equilibrio de aquel mundo primitivo; las repercusiones de su comportamiento eran difciles de prever, pero su existencia era tan cierta como las ondas que rizaran las aguas del lago si lanzaba en ella una piedra. Pero tenan acaso otra alternativa? Deberan haber dejado morir a Van en nombre de un principio cientfico abstracto? Y ahora que estaban comprometidos hasta el cuello, podan huir y dejar a los homnidos a merced de los renegados? Susan se arrodillo sobre una pierna y paso la mano por la arena que haba a orillas del lago. Es la moralidad lo que nos separa de las bestias de la jungla, se dijo para sus adentros; eso y el hecho de que tenemos conciencia de nuestra propia muerte. Moralidad y mortalidad, los dos pilares de la civilizacin. No esta todo ah, el lenguaje, el aprendizaje, la inventiva, los descubrimientos cientficos, la medicina, Ptolomeo, Galileo, Newton, Pasteur, Einstein? Pens en la rueda, el invento que marco el primer progreso de la humanidad, y bajo la mirada; que extrao era ver arena en aquel lugar. Los egipcios, record, fueron quienes descubrieron que el cristal se hace mezclando arena y

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ceniza. Una mezcla insospechada. Las vidrieras de colores de Chartres. Si se pinta la parte de atrs de plata, se consigue hacer un espejo. Narcisismo. Y ahora estamos mirando nuestro interior mas recndito: el ADN, nuestros genes. Record que en su mochila tenia un espejito. Con o sin serpiente, pens, el rbol del conocimiento debe tener algn valor. La choza en la que haban dejado a Van estaba vaca, pero lo encontraron cerca de all, a orillas del ro. Tenia la cabeza medio sumergida en el agua y beba. Al verlos acercarse se asust como un animal y volvi a bajar la cabeza igual que un perro apaleado. En lugar de estar agradecido de que lo hubieran rescatado, pareca resentido, como si fuera culpa de ellos que lo hubieran capturado. Huyeron de mi, verdad? pregunt sin mirarles a cara. Como que huimos de ti? Dios mo, pues claro que no respondi Matt. Tuvimos la gran suerte de poder escapar; Fue casi un milagro. En eso tiene razn. Tuvieron mucha mas suerte que yo. Creamos que habas muerto. Ah si? Si creyeron que haba muerto, como es que finalmente se decidieron a ir all a rescatarme? Nos enteramos de que no habas muerto. Vaya, vaya. Molesta por la truculencia de Van, Susan se marcho. Matt se lo llevo a pasear por el bosque. Van cojeaba y su forma de caminar recordaba la de las criaturas. Mientras andaban por un sendero, Matt advirti que Van no le haba preguntado nada sobre los homnidos, ni sobre Kellicut, ni tampoco sobre el valle. Estaba tan obsesionado por su cautiverio que no pensaba en otra cosa. Llegaron a una arboleda en la que haba un rbol cado. Matt se sent en el, se qued mirndolo fijamente y le pregunt algo que deseaba saber hacia tiempo. Dime una cosa, antes de que se produjera el desprendimiento, cuando corramos por el tnel, recuerdas que nos dijiste, cuando estbamos escondidos, que cerrramos los ojos? Van asinti . Por que lo dijiste? Van se ech a rer. Hay tantas cosas que no saben. Tutame, por favor interrumpi Matt. No tenis ni idea de lo que ocurre, verdad? Os creis muy listos y no sabis nada de nada. Matt se contuvo. Necesitaba respuestas; criticar con dureza a aquel hombre pattico le servira para fortalecer su ego, pero haba cosas mas perentorias. Por que no me instruyes entonces? Por que no haces un esfuerzo tu solito? Porque ya lo he hecho.

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Y a que conclusin has llegado? Que es evidente que nos has mentido desde el primer da y que nos has utilizado. Sabias que los neandertales existan. Tu y Eagleton jugasteis con nosotros; nos enseasteis el crneo pero no lo necesitabais para que os confirmara su existencia porque disponais de pruebas. Dios. Seguramente hasta habais hecho experimentos con ellos. Van no dijo nada. Y eso significa que sabais que tenan un poder mental especialprosigui Matt. Por que, si no, cerraste los ojos cuando nos perseguan? Lo que no entiendo es por que necesitabais mas, si ya tenais algunos especimenes. Muy sencillo: solo tenamos uno y uno no es suficiente. La llambamos operacin Aquiles. No se puede comprender la VR a menos que tengas dos especimenes: uno que la mande y otro que la reciba. De lo contrario, todo es intil. Que es la VR? La visin remota. Es un termino cientfico con el que deberas familiarizarte. La he presenciado en vivo. Se me ocurren muchsimas razones por las cuales vosotros desearais poder adquirirla. Seria til, muy til. Significara que ningn pas podra amenazarnos nunca mas. Como mnimo, debamos cerciorarnos de que nadie haba accedido a ella. Como los rusos, por ejemplo. Exacto. Pero llegaron aqu antes que vosotros. Eso no lo se. En teora no iban a montar ninguna expedicin. Quien esta detrs del instituto? Quien crees? El gobierno. No la CIA exactamente, mas bien una divisin de la CIA, aunque hay varias discusiones sobre este punto. Por que? Usa la cabeza. La investigacin sobre fenmenos paranormales ha sido siempre importante: la percepcin extra sensorial, los poderes tele cinticos, la comunicacin no verbal, los ovnis... todo eso. Prcticamente escribimos el libra sobre el incidente de Roswell, visiones de seres extraterrestres, la transformacin de la materia. Todo. Lo hemos abordado todo. Pero y el nombre? Instituto de Investigacin Prehistrica? A lo largo de los aos hemos utilizado diversos nombres y diversos campus universitarios. En la dcada de los setenta ramos el Instituto de Investigacin de Fenmenos Paranormales. Cuando esta criptologa estuvo en boca de todos, tuvimos que cambiar de nombre. Y Eagleton? Es un espectro. Un veterano de la guerra fra.

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Matt le daba vueltas a un tema que poco a poco iba viendo con mayor claridad. Djame que te haga otra pregunta. No te cortes respondi Van sarcsticamente. Si sabais que las criaturas existan, por que enviasteis a Kellicut? La cuestin es que no lo sabamos. La que tenamos la encontramos por casualidad. Este sitio es muy grande, por si no te habas dado cuenta. Necesitbamos que Kellicut nos condujera hasta ellas. Era nuestro hombre clave. Estaba el enterado de lo de la CIA? Van hizo una mueca. No, es tan tonto como parece. Esta aqu por razones cientficas, igual que vosotros. Matt solt aire despacio, aliviado. Por que nos mando el crneo? Para quitarnos de en medio. Mando una nota diciendo que los neandertales estaban muertos y que aquel era el ultimo. Sabia que lo analizaramos para establecer la fecha. Van solt una risita. No sabia que ya habamos capturado a uno. Entonces no nos mando el crneo a nosotros? No. No pidi para nada que acudiramos? No. Pero recibimos una nota. Se la entregaron a Susan en el hotel de Khodzant; Sharafidin se la dejo debajo de la puerta. No fue Sharafidin, fui yo. Pero la letra era de Kellicut. Era una falsificacin. Pero por que? Van volvi a hacer una mueca. Para asegurarnos de que vendrais. Era un senuelo mas. Tema que fuerais a echaros atrs. Matt no dijo nada. Todo encajaba. Mientras repasaba mentalmente los acontecimientos que se haban desarrollado desde el ascenso a la montaa, Van lo interrumpi. Ya se que piensas.

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Ah si? Si. En el porttil. Pues si.

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Crees que no funciona. Pues te equivocas. No ha dejado de dar seales sobre la localizacin. Y quien las reciba? , Quien crees tu? Eagleton, el instituto, los marines, todo dios. As que puede que vengan pregunt Matt horrorizado. Si. No me extraara verlos aparecer cualquier da de estos das. Matt solt una maldicin. Lo estropearan todo. Nada los detendr. Quieren el poder a toda costa, los mataran a todos si es preciso. Matt miro a Van a la cara. Record un brillante articulo de el sobre la comunicacin no verbal entre los bosquimanos muy prometedor. Y tu? pregunt. Para ti no significa nada la ciencia? Sirespondi Van sin alterarse. Lo significa todo. L he consagrado toda mi vida. La ciencia es lo nico que no separa del caos. Nos permite ejercer el dominio, proteger; nos da poder. Matt regreso al poblado sin mirar si Van lo segua o no. Pero Van le pisaba los talones, el muy canalla, aunque un canalla apaleado. Otra cosa dijo Van sealando la luna visible ya en el cielo nocturno. La ves? Dentro de unos das habr luna llena. Por eso estaban preparndose para sacrificarme. Y ahora vendrn aqu a buscarme... a mi o a otro. Eagleton estaba escondido, al igual que una rana en una hoja de nenufar, en la pequea lnea del frente del cuartel general, como a el le gustaba llamarla para sus adentros. El edificio era un barracn semicilndrico de metal especialmente adaptado a sus necesidades. El suelo era de cemento, para poder deslizar sobre el su silla de ruedas, pero no dispona de desinfectante. Cuando llevaba solo dos horas all descubri, horrorizado, una arana en una telaraa que haba en un rincn. El viaje haba sido agotador. Sentado en su silla de ruedas atada con correas en medio del avin, se haba sentido el centro de todas las miradas; varios miembros de la tripulacin se levantaban y se sentaban en sus asientos sin cesar; servan bebidas, coqueteaban, chismorreaban. Estaba seguro de que hacan comentarios sobre el. No haba dormido por miedo a ofrecer un espectculo ridculo; hundido en su silla, con la boca abierta seguramente. Tal y como se haba imaginado, cuando lo sacaron del avin tenia todas las miradas puestas en el. Se haba perdido gran parte del paisaje; las dos ventanas del barracn eran demasiado altas y no poda mirar por ellas con facilidad. Desde que haba llegado a la base de la montaa, haba empezado a sentir los efectos de la altitud, y es que el era especialmente sensible a aquellos cambios. Ahora despachaba, una vez mas con Kane, una tarea ingrata. El coronel le haba dado un informe detallado sobre el entrenamiento de sus hombres. Leyendo entre lneas, porque Kane no le haba dicho nada abiertamente, le pareci que los soldados estaban preparados para entrar en accin. Kane se haba quedado callado y miraba el bal de Eagleton, que estaba derecho y dividido en

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estantes repletos de libros. Se fijo en un volumen grueso y gastado de color verde de El origen de las especies. Lo ha ledo? pregunt Eagleton. Kane mene la cabeza. Es una lastima. Es un libro notable. A Darwin le llevo dos dcadas escribirlo. Ya tenia todas las ideas en mente cuando desembarco del Beagle, cosa que sabemos por las notas que haba escrito, pero sus estudios sobre los percebes lo tenan completamente absorbido y para colmo de males se puso enfermo; viva como un recluso, dando vueltas siempre por el mismo espacio diminuto. Sabe que le impidi dedicarse de lleno al libro? Tengo mi propia teora al respecto. Kane volvi a menear la cabeza. Su mujerdijo Eagleton. Su virtuosa mujer, que iba a misa todos los domingos. El estaba a punto de dar a conocer una idea absolutamente subversiva y poderosa al mundo, la idea de que el hombre no fue creado por Dios a imagen suya, pero tenia miedo de su mujer. Estall de risa. Y voy a decirle otra cosa, que estoy seguro de que usted no aprueba. Kane pona cara de fastidio. En ningn lugar la palabra <<evolucin>>, porque el no conceba el desarrollo de la naturaleza como un continuo progresivo, es un ascenso. Todos esos dibujos que empiezan mostrando primate inferior y terminan con el Homo sapiens denotan absoluta confianza en si mismo y responden a un error de interpretacin. No existen los llamados <<animales superiores>>. Todos somos iguales, todos estamos en el mis fango. En un milenio unos ocupan el lugar predominante, en el siguiente son otros los que llevan la delantera; todos nos esforzamos y cambiamos, no hay ninguno intrnsecamente superior. No existe ningn plan grandioso Eagleton se dio cuenta de que aquello a Kane no le interesaba lo mas mnimo y, a decir verdad, tampoco a el le interesaba mucho. Pero era su tctica habitual. Kane dijo dando por terminada la conversacin, hace cinco semanas que perdimos todo contacto. Quiero que maana al romper el alba usted y sus hombres estn la montaa. Justamente por lo mismo que Eagleton hablaba y hablaba excitado, al sentir que estaba a punto de iniciar una aventura de desenlace imprevisible, Kane estaba tranquilo, con un gran dominio de si. Si, seorrespondi framente. El ataque se produjo por la noche. A Matt y a Susan les pillo desprevenidos. En la negrura aterciopelada las estrellas brillaban cual cristales salvo en el oeste, donde la luna, casi llena, estaba suspendida sobre el valle. No hacia viento. Hacia unas cuantas horas que haba cesado el ruido de los tambores pero Matt apenas lo haba advertido. La mayora de los homnidos estaban en sus chozas. Haban reaccionado con gran indiferencia cuando una noche, das atrs, haba empezado el fragor de los tambores; pareca que estuvieran resignados a la catstrofe, aunque era imposible saber si la resignacin se deba al presagio o a la conmocin que les haba ocasionado el terremoto. Primero se oyeron gritos. Eran tan estridentes y salvajes que les traspasaron el corazn cual flechas; era un grit universal de las cuerdas vocales que ni Matt ni Susan haban odo nunca; eran extraos porque, aunque de tono grave, eran sin embargo fuertes. Al punto vieron que se trataba de gritos de guerreros a la carga; les siguieron chillidos de miedo y dolor, y despus una mezcla de alaridos cuando los cuerpos se desplomaban por los golpes de las porras. Susan corra al lado de Matt con los pelos tapndole el rostro; el terror se reflejaba en sus ojos y en su tez plida. Al cabo de nada se detuvieron debajo de un rbol que haba en lo alto de una colina

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y, al mirar hacia el emparrado que haban dejado atrs, entre tinieblas, les pareci ver ramas y hojas cayendo y el movimiento de unos cuerpos rechonchos corriendo a grandes zancadas entre los desechos. Esperaron un momento para recobrar el aliento y siguieron su marcha por un sendero por el que se llegaba al poblado por la parte de atrs. Pareca que hubiese pasado un huracn. Haba ramas y rocas por todas partes y las chozas estaban en llamas, despidiendo altsimas columnas de humo hacia el cielo nocturno. A pesar del humo, vieron unas figuras que corran de un lado a otro gritando. No era difcil identificarlas. El grupo de los que haban emprendido el ataque llevaban pieles, y la cara y la parte superior del torso pintadas de rojo, azul y negro. Llevaban tambin antorchas y porras, que de vez en cuando alzaban para derribar los soportes de las chozas que luego incendiaban. Las victimas, sangrando, corran presas del pnico buscando frenticamente como escapar por todas direcciones. En medio del caos, con la funda del revolver atada al cuello, estaba Quiuac, con sus ojos oscuros bajo las sobrecejas prominentes y el cuerpo resplandeciente. Alzo una mano el seal de triunfo, sosteniendo una porra por la empuadura la agitaba apuntando hacia el cielo nocturno y dio un feroz alarido de victoria. En aquel momento, Matt y Susan vieron como una figura surga de la oscuridad; muy despacio s acerc a el, con una lanza en la mano. Es Lanzarote susurro Susan, que le cogi la mano Matt. Cuando la figura se le acerc, Quiuac corto en seco su grito y se volvi lentamente hacia el. Todo pareci detenerse los renegados se quedaron petrificados, mirando. Quiuac se irgui; la piel blanca y negra que llevaba en la cabeza fulguraba a la luz del fuego; las plumas que llevaba en las muecas se erizaron. Se qued inmvil; solo bajo la porra con el brazo derecho y se la puso a la espalda, tal como haba hecho cuando mato a Rudy. Lanzarote levant la lanza y se acerc mas a el. Matt dibujo una trayectoria imaginaria en el aire hasta alcanzar a aquel ser salvaje y burln. Le miraba fijamente el corazn. EI corazn, pens, apuntale al corazn! Hizo un esfuerzo por imaginar a Quiuac desplomndose con cara de sorpresa y la caja torcica abierta, chorreando sangre. De repente, casi imperceptiblemente, Quiuac se qued con el cuerpo petrificado; giro ligeramente la cabeza hacia un lado y luego hacia otro; era un movimiento extrao que recordaba el de los lagartos; pareca que estuviese buscando algo. Tenia una expresin de desconcierto en el rostro. En aquel momento Lanzarote arrojo la lanza, que atraves el aire rauda y poderosa. Se arqueo gracilmente, avanzando cada vez mas rpido, pero en una fraccin de segundo, justo antes de alcanzar su objetivo, Quiuac, con un movimiento increblemente veloz, levant la porra y desvi la trayectoria de la flecha. Hizo una mueca, que dejo al descubierto sus dientes amarillos, y camino en direccin a Lanzarote, que no se haba movido. Cuando alzo la porra para descargarla sobre Lanzarote, este se protegi con el brazo, pero fue un golpe fuerte que le rompi los huesos. El brazo le cayo al costado y Quiuac se qued de pie a su lado; despus volvi a coger la porra y le asesto un golpe mortal en el crneo. Lanzarote cayo boca abajo; alrededor de la cabeza se formo pronto un charco de sangre que era casi un circulo perfecto, como un aura roja. Matt noto como Susan le apretaba mas fuerte la mano. Sabia que era imprudente quedarse tan cerca de all, pero pensaba que tenan que huir despacio y utilizando la cabeza. Probablemente la excitacin producida por el ataque sorpresa y el entusiasmo provocado por el enfrentamiento entre Quiuac y Lanzarote les haba impedido detectarlos. Incluso en aquel momento, Quiuac, de pie sobre el cuerpo sin vida de Lanzarote, pareca a ratos algo distrado, como si inconscientemente supiese que estaban ah; de vez en cuando ergua la cabeza de una manera que dejaba a Matt sin respiracin, porque daba la impresin de que estuviera oliendo corrientes invisibles. Matt vio que Susan estaba luchando por contener el pnico; tambin el pugno por calmarse,

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aunque fue mas bien por miedo de hecho, era una supersticina que el pnico atrajese la atencin de las criaturas, como una bandera roja ondeando al viento. Retrocedieron lentamente y se dirigieron hacia la maleza, cerrando de vez en cuando los ojos, y con mucho tiento para no mover ninguna rama. Pronto llegaron al sendero. Era oscuro ahora, porque el humo de las chozas cubra la luz de la luna; solo podan ver a una distancia de escasos metros y tenan que avanzar sigilosamente. Los gritos y el caos haban disminuido; rodearon el poblado y luego se acercaron a el por otra direccin. En aquel lugar pareca desierto. Susan se tambaleo y miro al suelo; haba pisado un cadver. Dio un respingo horrorizada y se llevo las maos a la cabeza. Matt, me parece que no voy a ser capaz de hacerlo. No aguanto mas. Ya lo se. A mi me pasa igual. Es lo mas horrible que he visto en mi vida. Es el mal. Esta criatura es el mal. Y pensar que Kellicut cree que es un espcimen superior Donde esta Kellicut? No tengo ni idea. Y si lo han cogido? Como si hubiesen llegado a un acuerdo tcito, los dos se volvieron y se encaminaron sigilosamente hacia el poblado, por detrs de las chozas en ruinas. El humo era denso y bajo, como una bruma acre. Se detuvieron para descansar detrs de una choza y se agacharon; oyeron un dbil gemido que proceda de una de las chozas. Lentamente se acercaron a la entrada. Van estaba tendido en el suelo, revolcndose como si estuviera herido. Pero a la luz de la luna no vieron sangre. Se cubri las sienes con las maos y los miro con una expresin vaca y desesperada. Corrieron hacia el, se agacharon a su lado y le ayudaron a sentarse. Tenia el cuerpo debilitado y empapado de sudor. Que te pasa? Pregunt Matt. Por el amor de Dios, estas herido? Van meneo la cabeza, pero era difcil interpretar aquel gesto. Respiraba con dificultad, como si deseara hablar; entonces, agarrndole el brazo a Matt con fuerza, dijo: Te dije que vendran. Lo sabia. Me buscan. No digas tonteras. No tienes ni idea de lo que buscan. Si quisieran encontrarte, ya lo habran hecho. Ya me han encontrado. Van hizo una mueca de dolor, se froto los ojos y se armo de valor. Se puso en pie, se paso los dedos por el pelo y se inclino para sacudirse los pantalones, un gesto que a Matt le record el primer da que le vio en la excavacin, en Djibouti. Bueno dijo con una calma inexplicable, ha llegado la hora. Me esperan fuera. Susan y Matt se dirigieron a la salida y miraron por entre las ramas entrelazadas. El claro estaba vaci unos momentos antes; ahora estaba lleno a rebosar. Las criaturas se haban dispuesto en

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semicrculo delante de la entrada. Repentinamente, a escasos metros, empezaron a redoblar los tambores, cuyo eco se oy por todo el valle. Quiuac estaba justo delante de la choza; con una mano sostena la funda del revolver, con la otra, la porra. Estaba de pie en un tronco, cosa que le hacia parecer todava mas alto de lo que era, y miraba la choza con expectacin. Entre el ruido de los tambores, el humo y el fuego, tenia todo el aspecto de una fuerza demonaca de la naturaleza. Las cosas no han ido como esperabadijo Van por fin. Los miro a los dos a la cara y meneo la cabeza. Os acordis de la nota que deje en el hotel? pregunt. Cuando deca que algunos de nosotros no somos representantes dignos de nuestra especie? Cuando lo escrib, pensaba en mi mismo. Pero no es cierto, sabis? Luego se cuadro de hombros y salio fuera. En cuanto vieron a Van, las criaturas se quedaron petrificadas. Los que tocaban los tambores se pararon en seco, con los brazos suspendidos en el aire; no se oa ningn ruido, tan solo el lejano crepitar de las llamas, y el polvo y el humo flotaban en la brisa nocturna. Van estaba en medio del semicrculo, como un actor en medio del escenario. Mirando por entre el ramaje de la choza, Matt y Susan solamente le vean la cabeza, que tenia muy erguida, de espaldas. Les pareci que las criaturas estaban atnitas, a pesar de las lneas pintadas de color ocre que les cubran el rostro y que daban la sensacin de que llevaban mascaras de una crueldad infantil. Van se planto enfrente de Quiuac, que estaba ahora de pie delante del tronco, y le miro a los ojos, no con expresin suplicante, como Rudy, sino con arrogancia. Le dio la espalda a aquella enorme criatura y empez a dar una vuelta alrededor de el; Matt y Susan vieron entonces sus ojos, que le brillaban. Cuando termino de caminar en circulo, volvi a plantarse delante de Quiuac; inclino la cabeza hacia atrs y le escupi. El escupitajo aterrizo en la mejilla de Quiuac y le resbalo por el pech pintado. Los otros se prepararon para la accin, como si el gesto desafiante de Van hubiera roto el encantamiento; lo rodearon y desapareci bajo una maraa de brazos y porras. En un momento dado su cabeza sobresali del tumulto; un puo le haba agarrado de los pelos. Le tiraron al suelo, le pusieron las maos a la espalda y le ataron a un madero. Le doblaron las piernas hasta romperle las rodillas y Van lanzo un grit de dolor; le ataron los pies por la parte posterior de los muslos; estaba tendido boca abajo, como un pollo antes de ser metido en el horno. No le haban tapado la boca e hizo uso de esa libertad que aun le quedaba: empez a gritar obscenidades, entre histrico y airado. Volviendo la cabeza hacia Quiuac, le chillo: Hijo de puta! Te cogeremos! Y antes de lo que crees! Cuatro de las criaturas se quedaron paradas; le cogieron casi con delicadeza y le depositaron encima del tronco, balancendolo de tal modo que la cabeza y el cuello le colgaban. Entonces lo desataron, le colocaron las maos alrededor del tronco, volvieron a atarlo y trajeron una piedra delgada y larga como una losa, que le pusieron debajo de la barbilla. El extremo era tan afilado como una guillotina; solo al tragar saliva Van se corto el cuello y sangro; la sangre le resbalo por su piel blanca hasta pegrsele en la pelambrera. Van recito el padrenuestro. No sabia por que le vino a la cabeza aquella oracin, que no haba repetido desde la infancia; ni siquiera era consciente de que recordaba las palabras. A continuacin recito unos versos que le salieron sin ningn orden ni concierto; era una mezcla de nanas, de versos de Yeats y un pareado de Shakespeare. Cant The StarSpangles Banner, desafinando las notas agudas. Las criaturas afilaron los palos y los apoyaron junto al tronco para que no se moviera, mientras Van segua hablando y cantando. Canturreo unos trozos de Onqard, Christian Soldiers, mientras los otros ponan tierra contra el tronco para que se aguantara mejor. Levantaron una nube de polvo que

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le envolvi la cara, pero el sigui con sus canciones. Cuando los que tocaban los tambores volvieron a la carga, Van canto el Batlle Hymn of the Republic como contrapunto: <<Mine eyes have seen the glory of the coming o, the Lord...>>. De la negrura surgi una criatura que llevaba otra piedra pesada en forma de disco. Cuando el ruido de los tambores aumento, se acerc al centro del claro y se detuvo delante d Van. Levant lentamente la piedra por encima de su cabeza como si fuera una barra con pesas, moviendo un poco los pies para mantener el equilibrio. Susan aparto la mirada pero Matt crey que deba aguantar y presenciarlo. <<His truth is marching on...>> La piedra cayo con tanta fuerza que lo nico que se alcanzo a ver fue una masa borrosa en movimiento. Le corto la espina dorsal y cayo sobre la piedra que haba abajo, donde se aguanto precariamente un momento antes de caer al suelo. Cuando Susan alzo la vista, el cuerpo de Van estaba atado al tronco, decapitado. Los redobles de los tambores empezaron a cambiar de ritmo o, mejor, prescindieron del ritmo. Quiuac estaba inmvil; el tronco que tenia a sus pies ech a rodar y se paro cuando el cuerpo choco contra el suelo. La sangre sala a chorros de la yugular de Van como el vino del cuello de una botella rota. El verdugo se agacho, cogi la cabeza de Van por el pelo, la coloco en un cuenco de terracota muy grande que dejo a los pies de Quiuac y se ech hacia atrs cuando este dio un alarido largo y profundo de guerrero victorioso. Matt estaba demasiado traumatizado por lo que haba visto para pensar en moverse de all, pero ahora estaba claro que no haba otra salida que escapar. Cuando volvi la cabeza y miro el interior de la choza, se le parti el alma; la nica salida era la puerta por la que haba pasado Van; era imposible salir por ah sin ser vistos por la multitud. Seria muy difcil acceder al exterior por las ramas entrelazadas que haba en la parte trasera sin hacer ruido. Susan miraba al suelo, haciendo un esfuerzo por sobreponerse. Haba odo todos los ruidos que se haban producido fuera y estaba tan acongojada como si hubiese presenciado la ejecucin. Matt se pregunt si seria muy arriesgado quedarse donde estaban; tenia la esperanza de que el jaleo seguira distrayendo a las criaturas. Quiz Van tenia razn al decir que haban ido a por el, y solo a por el. Pero, en cuanto lo pens mejor, se dio cuenta de que no era cierto. Quiuac tenia aspecto de estar nervioso, como si estuviera a punto de otear el horizonte tras haber permanecido distrado unos instantes. Levant su protuberante cabeza, miro en derredor y luego, como un sabueso que husmea a su presa, clavo la mirada en la choza. A Matt le temblaron las piernas y se qued sin sangre en las venas. Sinti que en el cortex le circulaba una energa excesiva al tiempo que su cerebro, en lo mas hondo, se quedaba paralizado. Cuando miro a Susan, vio en sus ojos alarmados que ella tambin haba sentido lo mismo. Justo en aquel momento el verdugo que estaba al lado de Quiuac cogi con una mano el cuenco en el que estaba la cabeza de Van. Con la otra asi el trofeo sangrante, dejando caer el cuenco al suelo, y aferro una piedra de chispa afilada como estilete. Puso la cabeza boca abajo, apoy la punta de la piedra en la base del crneo y estaba a punto de hundirla cuando, de repente, una voz humana que no se sabia de donde proceda empez a cantar una cancin. Pareca el eco de la voz de Van y el verdugo miro absolutamente perplejo la cabeza y los labios sin vida de su victima. Segua mirndolos cuando una fraccin de segundo mas tarde se oy un zumbido que cortaba el aire; su pech estallo, atravesado por una flecha delgada, que lo hizo desplomarse arrodillado al suelo, jadeando como si le faltara el aire. Tenia una expresin de desconcierto en los ojos, como si no comprendiera nada de lo que estaba ocurriendo, cuando dejo caer la cabeza de Van y la piedra; al desplomarse sobre la lanza, esta le atraves el cuerpo y le salio por la espalda. La muerte del verdugo desbarato el asedio asesino. Las criaturas emprendieron la huida a la desbandada, dejando las porras, las antorchas y los tambores, y profiriendo gritos de terror. La

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agitacin levant una nube de polvo que envolvi el claro y, cuando se poso sobre las chozas, los matorrales y el cuerpo de Van como una capa fina de color gris, haban desaparecido todos y reinaba el mas absoluto silencio. Matt y Susan se acercaron con cautela a la puerta y salieron. Miraron en todas direcciones, pero no vieron ni oyeron nada. De pronto los matorrales del claro se movieron como agitados por un viento repentino. Vieron, a la luz de la luna, una silueta. Era un ser humano. Llevaba pantalones azules, un anorak roto, gruesas botas y, colgado al pech, un carcaj lleno de flechas. Tenia un arco en una mano y con la otra hacia seales; pareca alguien que hubiera cruzado un desierto, hubiera visto centenares de espejismos y que ahora, por fin, hubiera avistado agua. Kane miro a su alrededor. Que desolado era el terreno all arriba; hacia un fro cortante y el cielo era de un color gris que no se deba a la presencia de nubes sino a la ausencia de vida, que se extenda kilmetros y kilmetros en todas direcciones. Va a nevar, pens. Los helicpteros Halcn Negro los haban trasladado hasta el campamento de Kellicut. Kane no esperaba encontrar nada, y as fue. Los otros hombres los esperaban en un campamento que haba a unos cien metros mas abajo. No los quera all, destruyendo pistas con su torpeza tpica de aficionados. Un observador de vista aguda poda recoger mucha informacin. Kane ya haba deducido, por ejemplo, que aquellos tres cientficos, Arnot, Mattison y Van, el del instituto, ya haban estado all. Lo supo por las huellas de las botas, las latas vacas y la basura abandonada. Sodder le haba comentado que el transmisor les haba indicado que haban pasado al menos una noche en aquel lugar. Kane se dirigi al cobertizo, agacho la cabeza y entro. Pareca que hubiese sido saqueado. Que animal hubiera causado aquellos destrozos gratuitos? Pens en aquella criatura que Resnick tenia atada en un catre en la celda. Sodder se le acerc y le entrego el telfono porttil. Kane ya sabia quien era. Kane al habla... Estamos aqu en este momento... No hay casi nada, una pequea cabaa, una especie de despensa... Si hay una letrina, pero no, no la he examinado... Bueno, es que acabamos de llegar... Nos pondremos en contacto en cuanto hayamos echado un vistazo... Roger, cort. Le entrego el telfono a Sodder, que pona cara de suficiencia. No le ha dicho nada del agujero dijo. Que agujero? El que hay en el centro del campamento. El que cavaron y volvieron a llenar de tierra. Kane se dirigi al montoncito de tierra fresca. El hijo de puta tenia razn. Muy bien, un buen hallazgo. Llame a los hombres y dgales que empiecen a cavar. Se llamaba Sergei y le tendi su mano enorme a Matt y a Susan. Siento haber llegado tarde dijo sobriamente. Han matado a su amigo, pero al menos me he vengado. Levant el arco y la flecha. Que piensan? Eso me coloca en un lugar ventajoso en la carrera armamentstica, verdad?

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Sergei tenia unos treinta y cinco aos, era un eslavo de buena presencia, de expresin franca y candorosa. Hablaba un ingles casi impecable, porque, segn les dijo, haba estudiado en Gran Bretaa. Todos los otros miembros de la expedicin rusa haban muerto. Su alegra de haberse encontrado con otros seres humanos era evidente. Hemos de mantenernos unidos dijo fervorosamente. Solidaridad entre miembros de una misma especie, eh? Susan se fijo en sus brazos musculosos, visibles a travs de su chaqueta rota, y constato con agrado que era un hombre fuerte. A juzgar por su aspecto, lo haba pasado mal pero, aparentemente, haba salido ileso. Estaba segura de que era una persona de recursos. Sergei reprimi su satisfaccin por deferencia, pensando en la muerte de Van y en la visible conmocin de Susan y de Matt por el ataque que haba sufrido el poblado. Observaron el campo de batalla. La luz de la luna era lo bastante clara para dejarles ver que el dao era considerable. Haba cuerpos por todas partes y de los incendios solo quedaban las brasas, que se extinguan rpidamente. En el centro del claro estaba el cuerpo sin cabeza de Van, entre un charco de sangre. Lo llevaron al ro. Era una procesin horripilante; entre los tres cargaron con el tronco, que cogieron por los brazos y las piernas; pusieron la cabeza encima del vientre. Cavaron un hoyo bajo las ramas de un enebro con destrales de piedra. Susan quera amortajarlo, pero tuvo que conformarse con cubrirle la cabeza con un trozo de su camisa. Matt lo cubri de tierra y Susan recito el salmo treinta y cinco, el nico que sabia de memoria. Despus volvieron al poblado. Los homnidos lo estaban limpiando todo a la luz de la luna. Haba una docena de cadveres, entre ellos el de Lanzarote, que estaba junto a la choza en la que haba muerto Caralarga. Rodilla Herida, Dienteslargos y Ojos Azules, entre otros, haban sobrevivido, pero haba muchos heridos y al parecer haba muchas menos mujeres. Los homnidos estaban consternados. Ojo Oscuro andaba entre ellos y de vez en cuando se detena y les tocaba los hombros: un gesto que ni Matt ni Susan le haban visto hacer con anterioridad. Los nios, normalmente bulliciosos, estaban intimidados; abran mucho los ojos y ayudaban a transportar piedras y ramas rotas con gran solemnidad. Ojo Oscuro cogi a Susan del brazo y la llevo al centro del poblado. Enseguida se dio cuenta de cual era el problema que le tenia angustiado. El fuego se haba apagado. Los renegados haban sofocado las llamas y esparcido los troncos. La destruccin del fuego que haban mantenido encendido durante generaciones era un intento de erradicar el alma de la tribu, pens, y el escaso contacto que haba tenido con Quiuac la convenci de que era lo bastante malvolo para haberlo maquinado. Cuando lo comento a los otros, Sergei sonri y, con un elegante movimiento de la mano, saco una caja de cerillas. Qudatelale dijo. Hace mucho tiempo que he dejado de fumar. Susan regreso junto a Ojo Oscuro y encendi una cerilla para prender fuego a un montn de hierba seca; los homnidos se echaron hacia atrs estupefactos. Ojo Oscuro la observaba atentamente y Susan le regalo las cerillas. El las cogi con cuidado con las maos ahuecadas, como si fueran una ofrenda de los dioses, y se las meti en su bolsa. Al cabo de escasos minutos, el fuego arda de nuevo. Aquella noche, todos durmieron en el exterior, en el suelo, apiados; de la fuerza de su unidad, y del hecho de que tambin otros haban sobrevivido al brutal asalto, extraan el poco consuelo que

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poda extraerse. Momentos antes de quedarse dormida, Susan pens en Kellicut. No lo haba visto en toda la noche. Por la maana Sergei fue con Matt a dar un paseo y Susan se fue al lago. Haban decidido estar fuera el tiempo que los homnidos estuvieran enterrando a sus muertos, un ritual que iba a durar un da entero. Incluso a cierta distancia, oan sus lamentos. Matt y Susan le preguntaron a Sergei sobre su pasado y sobre la expedicin rusa. Trabajo en el Museo Darwin de Moscu dijo. Hemos odo historias sobre esos seres extraordinarios desde hace aos, y constan en nuestros archivos mas antiguos. En 1925, cuando un regimiento encabezado por el general Mijail Stephanovitch Topilski estaba persiguiendo a un grupo de rusos blancos que haban subido a las montaas del Pamir, se vieron cosas extraas. Los bandidos estaban escondidos en una cueva, donde fueron atacados por esos seres extraos. Mataron a uno de un disparo, y cuando se rindieron se lo llevaron a Topilski para que lo viera. Pero aquellos hombres no pudieron transportar el cuerpo y lo enterraron debajo de un montn de piedras. Durante tres dcadas haba sido polticamente imposible investigar los informes, pero en I998 la Academia de Ciencias envi un equipo a cuyo frente estaba un botnico llamado K.V. Stanyukovitch. Llevaban cepos, postes de observacin escondidos, lentes telescpicas, perros pastores, e incluso ovejas y cabras con el fin de utilizarlas como cebo, pero acabo en fracaso. >>Ahora ya se por que, claro. Los yeti estaban enterados de todos los movimientos de los cazadores mucho antes de que se acercaran a ellos. Haban montado la presente expedicin solo porque los rusos saban que Washington preparaba una. Sergei, antroplogo y alpinista, era el ayudante del jefe. Haban iniciado el viaje hacia nueve semanas, pero cuando llegaron a un puente hecho de enredaderas tuvieron que abandonar casi todo. Nadie sabia por que, pero el jefe insisti en que no lo guardaran sino que lo lanzaran al barranco. Mas tarde empezamos a pensar con la cabeza y llegamos a la conclusin de que tenia miedo de que el equipo fuera a parar a maos de los yeti. El nunca nos contaba nada y los dems no sabamos que buscbamos. Ni siquiera sabamos que estas criaturas salvajes tuvieran poderes especiales. En nuestro equipo haba un zologo, el doctor A. Shakanov, que al parecer posea mucha informacin sobre ellos, pero no soltaba prenda. Les sorprendi una fuerte tormenta y lo perdieron casi todo, inclusive las armas. Solo conservaron la comida que podan transportar. Se refugiaron en una cueva donde vivieron varios das; hacan excursiones para ir a buscar lea, y cada vez tenan que ir mas lejos. Un da el jefe no regreso. El zologo, que les contagio el miedo que tenia, insisti en que deban salir en parejas. Pero al da siguiente los dos que haban salido tampoco volvieron. Entonces me quede solo con Shakanov y finalmente me lo explico todo; me dijo que haba informes de un superviviente de una expedicin anterior sobre el extrao poder que tenan para ver a travs de los ojos de otro. Dijo que esto significaba que nunca podramos sorprenderlos y que siempre podran seguirnos la pista a nosotros. Nuestra nica esperanza era que contbamos con armas superiores, pero sin los revlveres estbamos a su merced. Sergei insisti en que deban marcharse y bajar la montaa. Pero pronto llegaron a una pendiente que era tan empinada que tuvieron que escalarla. Shakanov tuvo problemas; perdi pie y cayo seis

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metros hasta un saliente muy angosto. No poda ni subir ni bajar e insisti en que no lo dejara solo. Yo tenia una cuerda y se la baje. Se la ato a la cintura y finalmente pudo subir. Tardo mucho y yo estaba agotado; adems, senta una sensacin rara en la cabeza. Cuando se lo comente, me dijo que era una seal de que las bestias andaban cerca. El resto del da estuvieron subiendo, pero no fueron muy lejos. Se detuvieron en un sitio donde pasar la noche, relevndose para hacer turnos de vigilancia. Cuando le toco el turno a Sergei, se qued dormido. De repente o algo y me despert. Vi que estaba luchando con tres o cuatro de ellos. Gritaba para que lo socorriera pero yo no poda hacer nada. Cuando se lo llevaron, segua chillando: << Aydame, Sergei!>>. Pero yo no poda ayudarle de ninguna manera, as que escape corriendo. Sergei corri y subi durante toda la noche. Resbalo en una pendiente y se hizo dao en el hombro. A la maana siguiente llego a un sendero que bajaba, serpenteante, por la montaa. Al final haba una grieta que le condujo hasta el valle. Muy pronto encontr a los homnidos, que parecan muy distintos de las criaturas que haban matado a sus camaradas, pero, de todos modos, segua estando atemorizado. Fabrico un arco y una flecha para cazar y desde hacia varias semanas viva en aquella zona desierta y apartada. Ayer note el terremoto y o los tambores en la montaa. Y vi a los otros yeti que vinieron vestidos con sus pieles y que atacaron a los de aqu. Comen cerebros, sabis? Eso me lo dijo Shakanov. Matt estaba impresionado por el tono desapasionado con el que Sergei contaba sus aventuras y por su personalidad. Pens que su historia era emblemtica de la capacidad de aguante del ser humano. Tal vez fuese eso, ese rechazo atvico a darse por vencido, esa perseverancia que llevaba a sobrepasar cualquier limite razonable, lo que nos marcaba como especie superviviente, pens. Quiz somos los elegidos, quiz la evolucin nos ha elegido, porque no le hemos dado la oportunidad de prescindir de nosotros. Siempre concebimos proyectos, nos anticipamos, lo analizamos todo desde todos los ngulos: somos los estafadores de la historia. Serias capaz de encontrar la grieta? pregunt Matt. Eso es lo extrao respondi Sergei. Ayer fui y estaba totalmente bloqueada. Llena de rocas. Pens que lo haba provocado el terremoto. O bien... O bien que? O bien lo han hecho los yeti. As que no se puede salir del valle? Exacto. No hay otra salida que la cueva. Kane tenia razn. De repente, cuando los helicpteros despegaron, empezaron a caer copos. Con las vueltas de los rotores, giraban contra el parabrisas en remolinos, y pareca que volasen en medio de una batidora de nata. Kane advirti que el helicptero iba forzado y estaba preocupado. Como si quisiera confirmar sus temores, el Halcn Negro se ladeo, y Kane fue empujado hacia la ventana. Sinti el viento helado. Daba la impresin de que el helicptero resbalase por una superficie helada; el motor hacia un ruido estridente, como si se quejara.

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Hasta que altura puede subir? grit Kane. El piloto lo miro y se quito los auriculares. Que? chillo. Hasta que altura puede subir? Depende. Con la carga que llevamos y a esta velocidad dira que a unos tres mil seiscientos metros. Kane ech una ojeada al altmetro. Marcaba 4.o8c. El piloto le sigui la mirada e hizo una mueca. Ya lo se se limito a decir. Pues que vamos a hacer? El piloto volvi a quitarse los auriculares y sealo el odo. QUe? Kane repiti su pregunta gritando mas fuerte. Notaba que las miradas de los hombres que haba a sus espaldas estaban clavadas en la cabina; miraban el panel de control como si pudiesen descifrar el significado de aquellos nmeros y agujas. Usted dirdijo el piloto. Podemos volver y esperar a que amaine o podemos bajar aqu mismo. Donde estamos? El piloto se encogi de hombros. Kane estaba cada vez mas exasperado. Hemos llegado al sitio donde estaba el transmisor? Esta justo ah abajo. Se puede poner en contacto con el otro helicptero? El piloto lo intento un par de veces, y luego otra mas: Atencin. X-Veintisiete. Me escucha? Volvi a poner en su sitio el micrfono y dijo, aunque no hubiera ninguna necesidad de elloNo puedo contactar con ellos. Y que sugiere? El piloto volvi a encogerse de hombros. Kane sinti la rabia en las sienes, cosa que, como sabia muy bien, no era lo mejor para tomar decisiones. En los momentos cruciales siempre haba peligros y encrucijadas y era fcil equivocarse de camino. Pero era imposible echarse atrs sin humillarse. Muy bien, aterrice. No va a ser fcil. Antes deberamos desembarazarnos de parte de la carga. Incluso usted deber tirarse.

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Kane asinti demasiado enrgicamente.

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El helicptero bajo sin visibilidad. El piloto estaba concentrado en el panel de control con la mano en la palanca. Las sacudidas eran continuas. Abrid la puerta! grit el piloto, haciendo un ademn con la cabeza a los que tenia detrs de el. Dgales que arrojen todo lo que puedan. Kane dio la orden. La puerta se abri haciendo ruido y al instante la cabina se lleno de un viento helado que se arremolinaba y de nieve. Lanzaron pertrechos al aire, que al instante desaparecieron en la blancura. Voy a ir todo lo despacio que pueda, pero no podr aterrizargrit el piloto. No estaba tan altivo como antes. Volvi la cabeza y miro hacia abajo. A Kane no le gusto; no le bastaban los instrumentos? Tambin el miro hacia abajo. No se vea nada, excepto la blancura. Se senta como si estuviera en la proa de un barco mirando si vea escollos. Una vez lo haba hecho. Donde? De pronto vio unas rocas; una superficie negra horrible que sobresala de la nieve. El piloto solt una maldicin. El helicptero se inclin. Kane vio que las aspas se decantaban y giraban con torpeza. A continuacin se oy un ruido terrible; los hierros se deformaban y se rompan; sinti un escalofro en la columna vertebral cuando el helicptero se estrell contra las rocas. Antes de ponerse en marcha rumbo al lago, Susan haba preparado un hatillo con algunas de sus pertenencias: el espejo de bolsillo, un peine, jabn y una afilada esquirla de pedernal. Se haba puesto los ltimos pantalones que le quedaban, unos vaqueros viejos y descoloridos, y una camisa de franela que haba encogido. Siguiendo el sendero del bosque, al llegar a un punto donde las sombras de los rboles formaban en el suelo manchas de luz solar, Susan segua preocupada repasando sus temores una y otra vez para examinarlos desde todas las perspectivas posibles. La noche anterior, Matt le haba hablado de su conversacin con Van. Susan se qued horrorizada al enterarse de la falsificacin de la nota en el hotel, y no tuvo que preguntar por el significado de que el transmisor llevara varias semanas radiando su posicin. Nos han utilizado le haba dicho Matt. Somos la cuna en una operacin de gran envergadura que va a hacer pedazos esta montaa como un hacha, a menos que se nos ocurra alguna manera de evitarlo. La nica manera de evitarlo es largndonos de aqu y reunindonos con ellos dijo Susan. As podremos despistarlos con alguna otra cosa. No tenemos mucho tiemporeplico el. Como mximo unos das. Necesito quedarme un da mas. Quiero ir a ver a Ojo Oscuro. Es una corazonada, pero creo que podra ayudarme a resolver un acertijo... algo que vi en la caverna. Le describi con detalle a Matt el enigma de Khodzant, especialmente los paneles que faltaban. Se lo dibujo como mejor pudo de memoria, destacando el retrato del solitario neandertal enfurecido del final. Sabia que el propio enigma era una llave que les abrira la puerta de un misterio aun mayor. Como lo sabes? le pregunt Matt. Lo se y basta replico ella. Puede que tenga percepcin extrasensorial.

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Vamos, Susan. Ya tenemos bastantes problemas. No me vengas ahora con poderes squicos. Susan haba cogido el dibujo, y ahora lo llevaba consigo; lo saco y lo contempl una vez mas. Era una reproduccin aceptable. Se encrespo al recordar el comentario de Matt. No caba duda de que estaba asustado, y Susan tenia que reconocer que ella tambin. Haban salido mal demasiadas cosas. Le preocupaba que los hombres de Van diezmaran la tribu. Y dudaba de que la incursin de los renegados en el poblado fuera la ultima vez que tuvieran noticias suyas. Con el tiempo olvidaran la conmocin del ataque de Sergei, y lo que los haba convertido en depredadores, fuera lo que fuese, se haba sublevado; tenan ganas de pelea. Necesitaba pensar. Ya en el lago eligi un lugar retirado curiosamente, el pudor no la haba abandonado por completo, se desabrocho la blusa y la colg de una rama. Se desabrocho tambin los vaqueros, se los quito al mismo tiempo que los pantis, meti los pies en el agua y tanteo el fondo buscando una plataforma segura antes de zambullirse. Aunque el agua estaba caliente, noto que sus pezones se endurecan con el cosquilleo de las burbujas ascendentes. Cuando empez a cansarse, salio a la orilla, se enjabono todo el cuerpo y volvi a sumergirse en el lago. A pesar de su ostensible miedo, Susan sabia que estaba a punto de dejar atrs una satisfaccin que nunca antes haba conocido. Era difcil aislar las hebras que la componan. Sin duda, estaba la vertiente profesional, el hecho de que toda una vida de curiosidad cientfica se hubiera visto recompensada por los descubrimientos que haba realizado aqu. Despus estaba la confianza nacida de sobrevivir en un terreno agreste gracias a su propio intelecto. Pero a un nivel mas profundo haba experimentado una serenidad completamente nueva para ella, como si todos sus demonios, la horrible ansiedad que sola caer sobre ella como una nube surgida de la nada, hubieran sido exorcizados por fin. Una razn era aquel increble valle, que abra las puertas a un universo mas amplio. Susan se senta conectada a la vida y a la muerte de una manera nueva, no como una insignificante motita de carne y hueso que pasaba por la vida en un abrir y cerrar de ojos, sino como parte de una evolucin eternamente en marcha. La vida tenia un significado, despus de todo. Era como escalar una montaa para alcanzar una cima desde la que pueden verse todos los promontorios y laderas que has dejado atrs; en cuanto les echas la vista encima te das cuenta de que tu pasado no se ha perdido, sino que se extiende ante ti, inmovilizado en el tiempo y repleto de significado. Su relacin con Matt se haba hecho mas profunda. Estaba segura de ello. Lo sabia por como se senta cuando le miraba y porque sabia como se senta el cuando la miraba a ella. El amor entra por los ojos, escribi Yates. Se sent en un tronco y se corto el pelo con el pedernal, escalndoselo como poda y comprobando a menudo los resultados con el espejo de bolsillo. Se miro y vio un mechn de pelo mojado que colgaba ante su mejilla y un ojo verde, oscuro y rasgado, alrededor de una pupila negra. Con el duro tacto del pedernal en la otra mano, un placentero estremecimiento recorri su espina dorsal; se sinti primitiva, terrenal en su desnudez, fuerte y sensual. Dejo el espejo apoyado en el suelo y se fue moviendo para ver el reflejo de su cuerpo, los muslos, el vientre, los pechos. Donde haba hecho lo mismo antes? En aquella habitacin del hotel de Khodzant, hacia ya tanto tiempo, cuando era una persona distinta. De pronto, Susan percibi que no estaba sola. Se volvi; all, sobre un promontorio rocoso que tenia detrs, estaba Kellicut. No la saludo con la mano o con un gesto de la cabeza; simplemente se la qued mirando. Susan recogi su ropa, molesta. Aun as, aunque no lo esperaba con muchas ganas, necesitaba hablar con el: no le haba visto desde antes de la incursin. Pero cuando le busco con la mirada, haba desaparecido con la rapidez de la sombra de una nube cruzando el suelo del valle.

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Se visti lenta y meticulosamente, sumida en sus pensamientos. De pronto supo lo que tenia que hacer. Guardo el espejo en el bolsillo delantero de sus vaqueros y tomo el sendero que conduca al poblado. Ojo Oscuro estaba en su choza. Susan no supo si estaba enterado de que iba hacia all pero la miro con su ojo sano cuando entro. Ella se sent, saco del bolsillo el dibujo del enigma y lo despleg en el suelo frente a el, bajo la luz que se colaba por la puerta abierta. Ojo Oscuro lo miro durante largo rato con expresin ptrea. Despus se levant lentamente, y cuando Susan hizo lo propio, le agarro el brazo con su mano parecida a una garra y la llevo fuera. Tomaron un sendero que Susan no haba visto hasta entonces a travs de un follaje de olor acre y asfixiante. A partir del bosque era muy empinado, y a medida que se acercaban a la pared del valle, se multiplicaban las piedras y los cantos rodados, y tambin los surcos excavados por el agua de lluvia, por lo que la marcha era laboriosa. La agilidad de Ojo Oscuro la asombro; avanzaba a buen paso por delante de ella, hasta el punto de que Susan pronto estaba sin resuello. El anciano utilizaba su bculo como bastn de paseo, e incluso cuando ella le perda de vista poda orle golpear el suelo como si la estuviera llamando. Al cabo de un rato llegaron a una ladera cubierta de matorrales y despus superaron el nivel de las copas de los rboles. En la cima haba una cueva, donde se detuvo a esperarla. Los picos de contornos irregulares se elevaban como torres aparentemente muy prximas. Un promontorio de roca blanca atrajo su atencin; sobresala de la roca circundante como un hueso y tenia una forma curva ondulada. Lo contempl largo rato; le pareca extraamente familiar. A medida que la cortina de niebla que lo cubra se desplazo y le permiti destacar ntidamente contra el cielo azul, Susan pens que nunca haba visto nada que se pareciera tanto a un puno cerrado visto por detrs. Ojo Oscuro entro primero en la minscula cueva, cuya estrecha entrada hizo sentir claustrofobia a Susan. Ola a almizcle. Haba dos grandes piedras para que se sentaran frente a frente. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, Susan vio en una esquina un montn de huesos amarillentos y agrietados, por su aspecto muy antiguos. En aquel rato, el anciano homnido que se sentaba ante ella en una piedra con la espalda apoyada en la pared pareca haberse encogido. Se descolg su bolsa del cuello, la deposito cuidadosamente en el suelo y la abri, poniendo al descubierto un puado de hojas de enredadera. Las arranco como si pelara un pltano y utilizo una de ellas para apartar y recoger una brasa aun encendida. Cogi un puado de hojas secas de un rincn, las dejo formando un montoncito y les acerc la brasa. Soplo sobre la diminuta llama hasta que prendi y empez a chisporrotear. Inclinndose hacia delante desde su asiento de piedra, inhalo rpidamente el humo. Cuando Susan le imito, noto que su respiracin se aceleraba y que la cabeza empezaba a darle vueltas. Ojo Oscuro arrugo un trozo de hoja seca sobre la palma de su mano, saco una pipa de su bolsa, la cebo con la hoja, la encendi y aspiro tres o cuatro rpidas pipadas; despus se la tendi a Susan. Noto en los labios el calor de la boquilla y el humo le abraso la garganta a su paso. Lo retuvo en sus pulmones todo el tiempo que pudo y luego lo exhalo lentamente. La cueva empez a rodar y a encogerse aun mas. Susan dejo la pipa y se irgui en su asiento, pero no coordino bien sus movimientos y casi se cae de espaldas. El humo le irritaba los ojos, y mientras observaba las rendijas de las paredes de la cueva, sinti que Ojo Oscuro la miraba y que algo arda en su interior. Sus entraas se agitaron como si su cuerpo se estuviera volviendo del revs, y su cabeza se abri de par en par, expandindose hasta abarcar el humo, la cueva y la marchita criatura que se sentaba frente a ella. Se dio cuenta de que el anciano estaba cantando; era un cntico agudo e inquietante. Susan se sinti desfallecer. El piso de la caverna se abri y la engullo. Su mente fue invadida por extraas visiones: pensamientos lgubres, alucinaciones. Descenda por un largo tnel del tiempo que giraba y se retorca a medida que ella caa por su interior, siguiendo siempre al llameante ojo

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que la guiaba. Las paredes de la cueva se encogieron hasta que Susan noto que recubran su piel como una membrana que se estrechaba a su alrededor y la empujaba hacia el tnel. Transcurrieron los eones. De pronto advirti que su mente estaba suspendida ante la caverna, y al mirar hacia abajo vio la llanura, pero ahora sin rboles. Dos tribus se enfrentaban entre los peascos. Ola intensamente a almizcle y humedad, y se oa el ajetreo de las sombras. Ahora las llamas danzaban sobre la pared cubierta con siluetas humanas esquemticas pintadas con arcilla roja. La oscuridad era total a su alrededor, acompaada por gruidos y pasos apresurados, el tacto del pelo mojado, el olor de la transpiracin y el miedo. En el tnel del tiempo, las dos tribus de guerreros son muy distintas. Una tribu es robusta, musculosa, con la cabeza prominente y unas protuberancias seas encima de la frente aplanada. Proceden de las montaas del norte y hablan en silencio. La otra tribu es gil y esbelta, diseada para correr, de huesos delgados y frente lisa. Hablan con sonidos y proceden del bosque del sur. Ambas tribus han aprendido a distinguir que antlope esta dbil o herido y que tigre con dientes de sable esta a punto de atacar. La naturaleza ha sido una buena maestra en su jardn de infancia. La supervivencia consiste en reconocer diferencias y elegir bandos, y por eso las dos tribus estn en guerra, una lucha primordial entre especies. Flotando mentalmente como un ave, Susan mira hacia abajo desde las alturas y contempla a las tribus en combate. Se pavonean y fanfarronean con sus porras y lanzas. Avanzan a la carrera y retroceden, puntos cambiantes sobre la llanura rocosa. Un bando ataca y el otro huye; despus intercambian los papeles. El penetrante olor a almizcle y hojas hmedas, orina y humo no desaparece. Susan ve que el ojo sano la perfora; tiene la sensacin de que se esta contemplando a si misma, viendo la roca que hay detrs de su cabeza y despus flotando de nuevo por el tnel. Una vez mas, las tribus se enfrentan. Blandiendo las porras, chocan como dos olas que se estrellan una contra otra. Las armas aplastan crneos y columnas vertebrales. Algunos caen de rodillas. La sangre salpica las rocas. Una cabeza se raja de un golpe y los sesos se desparraman. Los bandos se separan con grandes aullidos y mas baladronadas. Los muertos son enterrados en rboles tras sacarles los ojos. Despus, con nuevos gritos y amagos, el combate vuelve a empezar. Se abalanzan unos contra otros y chocan, dos oleadas que se estrellan con el sonido de las porras al machacar la carne y los huesos. Desde lejos, cerca del monte en forma de puno, las acometidas parecen extraamente irreales y el sonido llega amortiguado. Las dos tribus se renen en la llanura y se separan por tercera vez, dejando atrs cadveres tendidos en el suelo, como olas que lamen la orilla haciendo rodar los guijarros y de pronto abandonndolos inmviles en la playa. El tiempo pasa, se impone la paz. Ahora las dos tribus se aproximan cautelosamente, pero no en pie de guerra. Avanzan lentamente hacia la otra desde extremos opuestos de la llanura rocosa con las armas bajas. Se miran nerviosamente a medida que se acercan. Se detienen a unos diez metros de distancia y dejan caer sus armas. Despacio, se incorporan sin despegar la vista de los otros y muestran sus maos vacas con las palmas hacia arriba. Caminan entre las porras y siguen avanzando lentamente con gestos de nerviosismo. De repente se produce una brusca agitacin que levanta una gran polvareda. La tierra se abre y se traga a todo un bando; desaparecen por docenas en fosas que aparecen bajo sus pies. Aullando de alegra, los mas giles atacan, dejando caer una lluvia de piedras y tierra sobre el enemigo con la intencin de enterrarlo. Apresados en las trampas, los de la frente prominente chillan de terror, pero la tierra les llueve encima hasta que ahoga sus gritos y los envuelve como un alud. Los cubre a todos por completo, lenta e inexorablemente, hasta que solo queda una zanja, y en ella se revuelve enloquecido el lder, que aporrea las paredes con los puos echando la cabeza hacia atrs. A pesar de la tierra que cae pesadamente sobre el, se mantiene erguido y alza la barbilla. Muestra los dientes, abre la boca y prorrumpe en un largo alarido gutural de rabia, impotencia y

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angustia por la traicin que ha cometido con el y con su tribu el nefasto enemigo de crneo estrech. Su aullido se eleva por la montaa y se prolonga retumbando como un eco en el valle y a travs del bosque hasta mucho despus de que la tumba este cubierta hasta el borde. Susan salio de la cueva y se lleno los pulmones con el fresco aire, contemplando desde arriba las copas de los rboles. Todo se ha aclarado, pens mientras segua a Ojo Oscuro por la senda. Los mitos sobre el origen y la supervivencia tienen una finalidad de largo alcance: son la historia atesorada y refundida en leccin objetiva. La epopeya de Noe y el diluvio, una leyenda oral relatada con variantes por toda Eurasia, advierte del castigo divino que cosecha la decadencia moral. Adan y Eva es la historia del pecado de pasarse de listo que provoco la cada de la humanidad de su estado de gracia inicial. Cain y Abel habla del primer derramamiento de sangre y de lo que reporto. Ojo Oscuro iba ahora muy por delante de Susan y se perda de vista al tomar las curvas del camino que serpenteaba junto a la pared de roca. De modo que aquel haba sido el acontecimiento mas singular de la poca prehistrica de los homnidos, el punto de inflexin que los haba condenado a una existencia miserable en las fras y yermas regiones del tech del mundo. Era la historia de como se perdi una batalla. Y la perdieron no por inferioridad numrica o por falta de armamento, de organizacin o de valor, sino por ignorancia, por ingenuidad, por una confianza que era incapaz de reconocer la insondabilidad del traicionero enemigo. Era claramente una informacin que mereca la pena conservar para el futuro en una maquina del tiempo. Quiz fue pintada en la pared de la caverna por un puado de supervivientes de la batalla original que contaban con la bendicin de un extraordinario artista entre ellos. Iba dirigido a las generaciones futuras que inevitablemente se enfrentaran al enemigo como un mensaje de capital importancia: Cuidado con el gil y alto, pues tiene una capacidad que nosotros no poseemos. Susan llego a una bifurcacin del camino a la misma altura que las copas de los rboles. Ojo Oscuro iba muy por delante y ella no supo que camino haba seguido. Eligio uno; al tomar una curva vio que el sendero se ensanchaba ante una grieta oculta, y justo mas all, una maraa de gruesas lianas le cerraban el paso; tuvo que pisar entre ellas con cuidado para no resbalar. De pronto noto que el suelo ceda bajo sus pies y las lianas se enrollaron en su tobillo. Era como pisar un nido de vboras. Cayo de bruces y alzo los brazos instintivamente para amortiguar la cada; la tierra y las piedras le despellejaron las maos. Las lianas seguan atrapando sus pies y la presin era ahora mas fuerte. Susan oy un rumor sordo detrs de ella, en la direccin de la grieta, y una piedra se estrello contra su muslo. Antes de que pudiera volverse, noto que unas maos de hierro le sujetaban los brazos a la espalda; luego unos dedos gruesos y muy fuertes la cogieron por los hombros y otros similares aferraron sus piernas. Indefensa, fue izada por detrs. Intento resistirse, pero le inmovilizaron las maos con un cepo de madera tan apretado que sinti un agudo dolor en los hombros. Despus noto que algo le rozaba la espalda y la nuca. Se estremeci al comprender que era: el duro hueso que cruzaba una frente rgida. Matt necesitaba decirle a Susan que su va de escape estaba bloqueada. Al ver que no regresaba al poblado al caer la tarde, salio a buscarla siguiendo el camino del lago y llamndola a gritos. Fue bordeando la orilla hasta llegar al lugar discreto donde Susan se haba baado. Vio rastros de burbujas de jabn entre los residuos flotantes de la orilla, y en tierra firme encontr la delgada esquirla de pedernal con restos de pelos negros pegados al borde afilado. A partir de all, la pista se perda. Volvi al poblado y busco a Sergei. Al anochecer haban inspeccionado la mitad del valle entre los dos, dividindolo en sectores y recorrindolo sistemticamente en zigzag.

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Cuando regresaron con las maos vacas, Matt estaba desesperado. Le ech un vistazo a su emparrado y registro la mochila de Susan, pero no encontr ninguna pista; todo pareca estar en orden. No lo entiendo. Que puede haberle ocurrido? le dijo a Sergei, sentados junto al fuego. Estaba muerto de miedo, naturalmente, pero no quiso expresarlo con palabras. Una silueta se destaco de la penumbra al otro lado de las llamas y, en un primer momento, el corazn de Matt dio un vuelco, pero enseguida vio que se trataba de Kellicut, a quien no haba visto desde antes del ataque de los renegados. Kellicut se sent cansadamente, sin dar muestras de haber reparado en la presencia de Sergei, a quien no conoca; el ruso se lo qued mirando boquiabierto, incapaz de hablar. Kellicut apenas poso lo ojos en Matt. Cogi un palo y hurg en las brasas, provocando un desmoronamiento y una nube de chispas. Pareca abrumado. Matt adivino con una violenta certeza que sabia algo. Te he odo llamar a Susan empez a decir Kellicut despus de aclararse la garganta. Creo que la estas buscando en el lugar equivocado. Matt contuvo el aliento, demasiado nervioso para decir nada. Kellicut hablaba en un tono fro, imperturbable, y Matt no quera romper el hechizo que se haba apoderado del anciano, fuera lo que fuese. Pero Kellicut volvi a quedarse callado. Era para volverse loco. Explcate dijo Matt con una voz estrangulada por la tensin que salio casi en un susurro. El chaman sabe donde esta. Como lo sabes? Esta maana los he visto subir juntos a la montaa. Susan no ha regresado. Por que no me lo ha comunicado Ojo Oscuro? Esta rezando. Va a intentar un poder superior. Matt se puso en pie de un salto, cruzo el poblado a toda prisa, se planto ante la choza del chaman, abri la puerta de un brusco tirn y casi tropez con el anciano, que estaba a gatas, rezando. Matt lo levant como si fuera un saco de ramas y hojas y lo llevo hasta la puerta. En ese momento vio en el suelo el boceto que Susan haba hecho del enigma y se detuvo para recogerlo. Llevo al viejo chaman en brazos como si fuera un fardo hasta la vera del fuego y una vez all lo deposito en el suelo. Ojo Oscuro miro vacilante a su alrededor; sus ojos reflejaban el resplandor del fuego como los de un gato. Como se lo preguntamos? dijo Matt, procurando calmarse. Bueno, debes saber que hay diferentes maneras de comunicarse con ellos respondi Kellicut, pero requieren tiempo. Supondra subir con el a la montaa hasta llegar a su templo sagrado. No tenemos tiempo para eso protesto Matt. Sergei se incorporo bruscamente y al cabo de unos minutos regreso con la camisa de faena beige de Susan.

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Mustrale estodijo. Matt sostuvo la prenda en alto frente al chaman, quien la miro largo rato. Lentamente flexiono sus huesudos miembros, se acerc al fuego, cogi un palo medio quemado y apago de un soplido la llama que arda en la punta. Despus fue hasta una roca plana y se sent delante de ella con las piernas cruzadas. Sosteniendo el palo entre los dedos, trazo con el un grcil arco sobre la roca. Cuando Matt se acerc y se situ detrs de el, Ojo Oscuro aadi una lnea negra. La figura fue tomando forma paulatinamente: el perfil de un homnido. Ojo Oscuro volvi junto al fuego en busca de otro palo, y con el completo los rasgos. No faltaba el pelo ni la abultada frente. Finalmente llego el espantoso detalle revelador; dibujo pieles de animales alrededor del pech y del tronco y aadi un collar de piel alrededor de la frente aplanada. Dadas las circunstancias, era un retrato excelente de Quiuac. Susan golpeo el suelo varias veces con el taln para comprobar su consistencia. Era de rocas gneas y tierra comprimida por la accin volcnica a lo largo de milenios, por lo que resultaba evidente que no conseguira excavar un tnel. Por no hablar de que no exista ningn destino para aquel tnel, aparte de que sus carceleros se percataran al instante de sus intenciones. Por una irona del destino, se hallaba en el foso de Van Lo examin. La zanja haba sido excavada a mayor profundidad desde la ultima vez, de modo que no mereca la pena ni intentar salir. Susan tampoco poda ver nada de la caverna aunque se pusiera de puntillas en un extremo. Realizaba todos estos experimentos para olvidarse del peligro. Despus de caer en la trampa le ataron los brazos a la espalda con un dogal tan apretado que casi grit de dolor Crey que la desmembraban por las articulaciones de sus hombros. La llevaron brutalmente, colgada cabeza abajo de cara al suelo. Solo vea las piernas de sus secuestradores sus gruesos tobillos y el dedo gordo desplazado que se hundan en el fango. Girando la cabeza consigui vislumbrar la parte inferior de la pared de roca, y por los movimientos de los homnidos supo que corran cuesta abajo. La oscuridad le indico que entraban en la cueva. La pared rocosa se iluminaba a su altura de trecho en trecho con la luz de las antorchas. En tres ocasiones se raspo el hombro las rodillas cuando tomaban una curva cerrada. Dieron tantas vueltas en su recorrido que le resulto imposible memorizarlo. La sangre se agolpaba en su cabeza, pero no perdi el conocimiento. Se puso en pie dentro del foso y examino su cuerpo. No le haban atado los pies, pero todava tenia las maos sujetas a la espalda con el dogal. Le dolan los hombros y, cuando se agachaba, el dolor atravesaba sus articulaciones, pero no tenia nada dislocado. La camisa se le haba desabrochado durante la emboscada y tenia un corte en la parte superior del torso. Adems, tenia una contusin en la frente, de cuando la arrojaron al foso. Miro a su alrededor. Haba numerosos huesos esparcidos por el suelo y Susan se agacho para estudiarlos con mirada experta. Eran de animales y las pequeas muescas de los lados eran obra de colmillos humanos, por lo que supuso que se trataba de restos de comida, no de victimas humanas. Era un consuelo. Se pregunt si Matt tendra la mas remota idea de que le haba sucedido. Y si nadie haba presenciado la emboscada? Y si Ojo Oscuro estaba demasiado adelantado? Haba hablado con Matt sobre los secuestros que perpetraban los renegados entre los miembros de la tribu, por lo que tal vez, al ver que no regresaba, llegara a la conclusin de que la haban raptado. Pero cuanto tardara en imaginrselo? Y despus que hara? Susan sabia que Matt intentara rescatarla, que nunca la abandonara, pero exista algn plan capaz de garantizar siquiera una remota posibilidad de xito?

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Repaso mentalmente los objetos que conservaba. No era gran cosa, pero tenia el espejo en el bolsillo delantero. Flexiono el torso para comprobar si todava estaba entero. No noto el crujido de cristales rotos. Torci la cintura como pudo y trato de llevar las maos atadas a la parte delantera de los pantalones, pero ni siquiera logro introducir un dedo en la orilla del bolsillo. Oy un ruido por encima de su cabeza. Miro hacia arriba y vio a una criatura que la miraba burlonamente, apoyada en una lanza. Sinti una oleada de repugnancia. Era tan espantoso que su presencia poda adivinarse solo por el hedor que desprenda. En sus ojos brillaba una chispa de inteligencia, pero era el reflejo de la astucia, no el ntido resplandor de un ser noble. Quien te has credo que eres, quiso espetarle Susan, para mirarme de ese modo, como si yo fuese un animal enjaulado en un zoo? Permaneci inmvil, erguida; quera proclamar con la frente bien alta: como osis tratarme as, a mi, a una Homo sapiens? Entonces not que se le llenaba el cerebro, que una presencia extraa se revolva en su cortex como un enorme coagulo de sangre negra. La sensacin duro unos minutos; despus, la criatura empuo la lanza y se alejo sin mirar atrs. Susan se estremeci. La experiencia que acababa de sufrir no era calida e intima como con Levtico, sino dura, fra y amenazadora. Fue consciente de que haba algo que la asustaba por encima de todo lo dems: el momento en que Quiuac concentrase su siniestra energa en su mente. Matt estaba sentado en el emparrado con la cabeza entre las maos, meditando profundamente. Saco de la mochila el fragmento de crneo de neandertal que le haba regalado Kellicut y dejo que la cadena de plata resbalase entre sus dedos como si fuera arena. Fue en una vida anterior, en aquella excavacin en el sur de Francia, hacia ya muchos aos. Hizo inventario de lo que haban trado del mundo exterior. Estaba la navaja, la grabadora, las bengalas de Van, el botiqun, dos sacos de dormir, unos metros de sedal de pesca, unas latas de comida, un plato de aluminio que tambin serva de cacerola y otros artculos. En la mochila de Susan haba mas comida, tabletas de chocolate, cuadernos de notas, varias herramientas de arquelogo y un cojn inflable. Al verlo sonri; era su nica concesin al lujo y aun no lo haba utilizado. La imagen de Susan sola y asustada le estaba volviendo loco. No sabia adonde la haban llevado, y se imaginaba lo peor. Quiz pudiera intentar que lo secuestrasen tambin a el; por lo menos estaran juntos. Pero y si no los encerraban juntos? Tal vez deba enviar a Sergei al exterior en busca de refuerzos, que no podan estar muy lejos. Pero y si la expedicin nunca haba existido? Sergei y el quiz pudieran fabricar otro arco y mas flechas e intentar colarse en la caverna. No, no llegaran demasiado lejos. Tenia que idear una estrategia. Susan y el haban conseguido rescatar a Van, pero entonces contaban con el factor sorpresa. Ahora no disponan de esa ventaja porque los renegados posiblemente esperaban el contraataque. Y quien poda ayudarles, aparte de Sergei y uno o dos homnidos? La tribu haba sido diezmada durante la incursin y algunos de los mejores guerreroscazadores, como Levtico y Lanzarote, haban muerto. Esta vez seria imposible escabullirse furtivamente por los tneles secundarios. Seguro que los renegados habran apostado centinelas, no eran tan ingenuos ni incapaces de cazar planes como los humanoides del valle, y en tanto que buenos cazadores, eran expertos en distintas tcnicas ofensivas y defensivas. Adems, si apostaban centinelas, su poder los hara virtualmente infalibles. Mientras reflexionaba, Matt recorri con la mirada las sombras del bosque, las copas de los

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rboles, la penumbra del ocaso. Vio la luna hacia el oeste, un disco plido casi completamente redondo. De repente se sobresalto, al recordar la teora de Van sobre la luna llena. Susan apoy la cadera contra un saliente de la roca y consigui enganchar la orilla del bolsillo. Lo desgarro con un brusco tirn y el espejo cayo al suelo, aunque en el ultimo momento consigui amortiguar su cada con un pie. Se puso de rodillas y, cogiendolo por detrs, busco una rendija en la pared donde ocultarlo. Cuando se convenci de que el espejo estaba a buen recaudo, giro sobre si misma. Lo haba dejado exactamente donde le convena. Despus empez a pascarse como Van, pens con un escalofro, y dejo vagar sus pensamientos. Si hubiera visto a Matt cuando bajaba de la montaa, si le hubiera podido contar lo que haba averiguado en la cueva de Ojo Oscuro... Con toda seguridad, la leccin del retablo era la clave de todo; era la piedra de Rosetta que iluminaba de pronto el periodo mas oscuro de la prehistoria. Pens en las batallas entre ambas especies, Homo sapiens sapiens contra Homo sapiens neanderthalensis, y record la pattica figura del neandertal del ultimo panel y la rabia que expresaba, tan perceptible como si la mismsima roca resplandeciera. Matt haba visto el boceto, pero haba entendido el mensaje? Si tuviera alguna forma de comunicarse con el... Se sent, recost la espalda contra la pared, cerr los ojos y se concentro. Pareca imposible. Quizs estaba demasiado aterrorizada para concentrarse. Respiro hondamente cinco veces y se repiti que deba relajarse. Intento dejar la mente en blanco, como si borrase una pizarra. Primero se imagino a Matt, evocando una imagen de hacia muchos aos. Despus pens en como era ahora, tal como lo vio en el instituto: las sienes plateadas, las arrugas alrededor de los ojos, las novedades con las que empezaba a familiarizarse. Record cuando hicieron el amor. Entonces intento evocarlo intentando utilizar regiones del cerebro que nunca antes haba empleado. Repiti su nombre una y otra vez, mientras se imaginaba su rostro. Cuando crey que lo tenia bien interiorizado, como si atesorara un diamante en un joyero, le habl en silencio. Repeta constantemente la misma idea, intentaba proyectarla como si transmitiera una seal de radio. Simplifica, se dijo. Una sola palabra, nada mas, reptela una y otra vez como un mantra: engao, engao, engao. Lo llamaba por su nombre en silencio y cuando le pareca que llegaba hasta el volva a repetir: engao, engao, engao. Y as una vez, y otra, y otra, durante horas. Matt cogi el dibujo del enigma y lo miro. Dejo que se le escurriera de entre los dedos, se llevo las maos a la nuca y contempl el cielo. Entonces tuvo la inspiracin. Haba dejado volar la imaginacin, que era la manera de discurrir las mejores ideas. Repaso mentalmente toda la aventura, revivindola, pero esta vez redistribuyo las piezas en orden cronolgico, no tal como le venan a la mente. Era como rehacer el enigma Khodzant para que tuviera sentido, reflexiono. Al principio desaparece gente del Pamir. El gobierno de Estados Unidos se entera. Capturan a un humanoide. El instituto se ocupa de el, legitimado como centro de investigacin. Realizan experimentos con el homnido, clasificados al mximo nivel, y bautizan el asunto con el nombre de operacin Aquiles. Descubren que la criatura tiene unos poderes especiales. El instituto enva a Kellicut para que localice a la tribu. Este les manda pruebas y desaparece. Despus envan a Matt y a Susan en busca de Kellicut, y Van los acompaa como guardin y para que avise a Eagleton cuando se produzca el contacto. Todo lo dems encaja. De todos modos, Aquiles es un nombre muy raro para una operacin, pens Matt. El mtico guerrero griego. Rebusco en su memoria. La madre de Aquiles, Tetis, era una ninfa. Los hados haban predicho que su hijo morira joven y que su desaparicin estaba marcada por el destino, como los hombres de Neandertal. Cuando era pequeo, Tetis lo sumergi en el ro Aqueronte, confiando en que sus mgicas aguas lo protegeran de todo mal. Pero lo sujeto por el taln y el agua no toco esa parte de su cuerpo. Acaso era, eso una pista? Acaso el gobierno buscaba el punto dbil del hombre de Neandertal a fin de controlarlo? O era el taln el punto dbil que los condujo a la extincin? Cuando estallo la guerra de Troya, Aquiles fue un destacado guerrero, hasta que discuti

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con el rey Agamenon y se neg a acudir al combate. Presto su armadura a su amigo Patroclo, que muri a manos de Hctor. Aquiles mato a Hctor, pero la flecha envenenada que le tiro Paris encontr su punto dbil, el taln. Matt se puso en pie de un brinco. Pues claro! Esa era la estratagema. Estaba all desde el principio, esperando que la desvelasen: la historia de la batalla mas famosa, la historia de la derrota mas famosa. El viento amaino durante la noche y por la maana, la luz era radiante y la tormenta haba cesado. Al amanecer, el aire era tan limpio y claro que los hombres podan ver a gran distancia. Cuando salio el sol, el azul del cielo se hizo mas intenso y aporto un matiz dorado al hielo que se haba formado sobre la ventanilla del helicptero que retena a Kane atrapado desde el accidente. Se senta aliviado; haban logrado establecer contacto por radio con Sodder, que haba regresado al campamento base en el otro helicptero, y ahora que la tormenta haba amainado, iran a rescatarlos. Cuando se desvaneci el miedo enfermizo que haba sentido hasta ese momento pudo darse cuenta de que haba sido tan atroz que le haba calado hasta los huesos. Cambio de posicin y noto un dolor en la rabadilla. Comparta la cabina con Sheriden, que se haba hecho un corte sobre los ojos con el cristal de la ventana y llevaba una venda enrollada en la cabeza. Se haba pasado la noche roncando mientras Kane se helaba. Los dems hombres haban montado el campamento fuera, abriendo un pasillo en la nieve para dormir dentro de una pequea tienda. Ahora oy que los hombres se movan a su alrededor, y enseguida un largo silbido de incredulidad. Eh, deberais ver esto. Chicos, estis justo al borde del barranco. Tenis una suerte del demonio, no os habis cado. Una mano despejo de nieve un circulo sobre el cristal y despus ara el hielo. Cuando Kane se incorporo dolorido apoyndose en los codos y miro por la ventana vio una cabeza borrosa a travs de la fina capa de hielo. Estirando el cuello y mirando hacia abajo apenas consigui ver la cresta de un ventisquero a poca distancia, y mas all solamente la nada. Si el viento hubiera soplado con mas fuerza, habra empujado el helicptero por el borde del barranco. Le domino una sensacin de vrtigo, la exaltacin del peligro superado. Gracias a Dios, no saban lo precario que era su refugio. Al otro lado del helicptero, los hombres encendieron un fogn de campana y prepararon caf. Le ofrecieron una taza a Kane, y el la rode con ambas maos notando hasta el codo el calor que irradiaba. Le preocupaban sus pies; poda moverlos, pero no tenan sensibilidad. nicamente sabia que flexionaba los dedos de los pies cuando se miraba las botas. Congelacin, seguro. Bueno, al menos seria su pasaporte para salir de estas montaas. Estaba harto de la misin; haba ledo la carta que la doctora Arnot le dej a Kellicut en el campamento, asegurndose de que nadie mas la vea. Mencionaba una especie de diario; era evidente que el profesor haba encontrado a las criaturas. Quiz no estuvieran muy lejos en aquel mismo momento. Le trajeron un almuerzo precocinado. Era casi incomestible, y Kane empleo los restos del caf para hacerlo bajar. Uno de los hombres ayudo a Sheriden a cortar grandes porciones y embutrselas por la boca abierta de par en par, como si fuera un polluelo. Sodder llamo por radio y dijo que se disponan a partir y que estaban cargando algunos suministros de ultima hora en el helicptero de rescate. Comandante dijo el piloto, asomando la cabeza por la puerta de la cabina. El tono de su voz

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era despreocupado. En vista de que tenemos tiempo hasta que nos saquen de aqu, hemos pensado que deberamos averiguar donde esta ese transmisor. No puede estar lejos. Me esta informando, no pidiendo permiso, pens Kane. Por que no? De acuerdo, pero daos prisa. Hay que llevar a Sheriden al hospital. No podemos entretenernos. De todos modos, tendrn que evacuarnos por turnos. No pueden sobrecargar nuestro ultimo aparato a esta altitud. Kane dejo escapar un gruido. Todava estaba resentido por el accidente, que haba sido culpa del piloto. Ya haba redactado mentalmente la queja que pensaba presentar. Oy los ntidos crujidos de la nieve hollada por los hombres al alejarse. Le pareci que se marchaban todos; no se le haba ocurrido. Pronto reino el silencio, excepto por el rumor de una suave brisa. Hola? Dijo en voz no muy alta. Hay alguien ah? No contesto nadie. Que ocurre? pregunt Sheriden con una nota de pnico en la voz. Nada. Por que ha gritado? Yo no he gritado. Solo me aseguraba de que no hay nadie ah fuera. Kane alarg el brazo y comprob que la radio segua encendida. Llamo al helicptero de Sodder, a falta de algo mejor que hacer, pero no recibi respuesta. Supongo que todava no han despegado, pens. Pronto empez a notar algo raro, como si la cabina se fuera inundando lentamente. Pero no entraba agua en el interior de la cabina; ocurra en su cabeza, una extraa y aterradora invasin de su crneo. Le resultaba familiar y record donde la haba percibido antes. El corazn le dio un vuelco. Era imposible! Que esta pasando? Grit Sheriden. Siento algo extrao. Se arranco el vendaje que cubra sus ojos, dejando al descubierto dos ranuras cubiertas de sangre seca. Kane lo percibi antes de verlo; algo se cerna sobre el, la presencia de una densa sombra oscura. Despacio, con el corazn en un puno, levant la cabeza. All, al otro lado de la ventana escarchada, mirndole a la cara, haba una cara desmesuradamente ancha, una boca prolongada y fea como una cicatriz, una nariz chata, unos ojos asesinos. Su expresin se vea borrosa, como si estuviera empotrado en el hielo, pero era perversa, arrogante y rebosaba un odio implacable. Se miraron mutuamente a los ojos. Kane crey or un eco en su mente: Vosotros nos harais lo mismo, verdad?>>. Entonces oy a otros moverse en el exterior. Cuantos serian?

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Que pasa? grit histricamente Sheriden.

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Kane no respondi. Estaba demasiado aterrorizado. Oy los ruidos que hacan mientras tomaban posiciones alrededor del helicptero, los gruidos, el roce del metal contra la roca bajo sus pies. Sinti que se elevaba, despus varias sacudidas y mas roces. Que esta pasando? Mierda, por que no me contesta? La cabina se inclino como un rbol azotado por la tormenta, se balanceo unos segundos y se dio la vuelta lentamente, describiendo un amplio arco. El momento pareci eternizarse. La radio cobro vida y la voz de Sodder dijo: <<Hola, hola, me reciben?>>. Sheriden grit. Se produjo un fuerte crujido cuando el helicptero choco una vez mas contra el saliente y finalmente volc y se precipito al vaco sin un ruido. Kane flotaba, caa, demasiado asustado para gritar, esperando que todo terminara con su cuerpo y su cerebro desparramados en mil pedazos. Mientras flotaba cabeza abajo, pens vagamente en que se estaba meando en los pantalones. Poco despus de que en el barranco estallo una bola de fuego, el helicptero de Sodder se poso no muy lejos. La rotacin de las aspas haba borrado todas las huellas de pisadas en la nieve. Los dems hombres, que oyeron el estrpito pero no vieron la cada, llegaron corriendo cuesta abajo. Todos coincidieron en que debi tratarse de una intempestiva rfaga de viento surgida de la nada. Matt se despert temprano aquella maana y se dirigi al poblado. Primero busco a Dienteslargos y lo encontr profundamente dormido en una choza. No muy lejos de su cabeza sobre una piedra lisa, haba restos de carne cruda. Dienteslargos no haba dejado de alimentarse de la caza e incluso arrastraba a dos jvenes en sus expediciones. Matt lo despert sacudindolo suavemente por el hombro, y juntos salieron y se sentaron cerca de la hoguera. Dienteslargos se froto los ojos, se desperezo y miro en derredor. Era una lmpida y radiante maana y las matas de enebro aun estaban cubiertas de roco. Unas nubes de algodn haban sustituido al cielo gris acerado que haba volcado toneladas de nieve en la ladera opuesta de la montaa. Matt saco una libreta y un lpiz y trato de dibujar a Susan, confiando en que Dienteslargos comprendera que le estaba pidiendo que se comunicara con ella. Pero resulto intil: Dienteslargos no lo entendi, y Matt se rindi enseguida. Entonces le encargo una tarea, la mas peligrosa de su corta existencia como cazador. Dibujo el animal que quera que Dienteslargos cazara, y se esmero en representarlo de una manera inconfundible: su volumen, el lustre del pelaje, las poderosas garras, la cabeza plana de largos dientes y minsculos ojos vidriosos. Era una reproduccin aceptable de un oso de las cavernas. Despus dibujo a Dienteslargos cazando al animal. El homnido le observaba con atencin, contemplando fascinado el movimiento del lpiz sobre el papel. Matt dibujo a Dienteslargos empuando su lanza al lado de un oso muerto y luego le tendi la libreta para que lo viera. El homnido capt el mensaje. Pareca excitado; se meti en su choza y volvi a salir con su lanza. Matt le deseo suerte de todo corazn, pues el xito de Dienteslargos era vital para su plan. A continuacin, Matt fue a buscar a Sergei. Lo encontr lavndose en el arroy y le explico el plan, advirtiendo que el ruso frunca el entrecejo cada vez mas a medida que se hacia a la idea. Estaba claro que Sergei dudaba de su eficacia, pero era demasiado bondadoso para manifestarlo. El secuestro de Susan le haba perturbado sobremanera, y seguro que hara cualquier cosa por intentar rescatarla. Es muy imaginativo dijo finalmente, ofrecindole su mano para que se la estrechase como si cerrara un trato.

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Pongmonos en marcha dijo Matt. Cuanto menos tiempo perdamos, mejor. A lo lejos oy un sonido mecnico imposible, amortiguado pero constante. Su estomago se tenso. Sonaba como un helicptero. Las fuerzas del instituto se aproximaban. Primero necesitaban madera. Estaba por encima de sus posibilidades talar grandes rboles y cortarlos en tablas, pero disponan de trozos de madera apropiados que se utilizaban en el tejado de las chozas. Derribaron tres viviendas. Para encontrar las piezas mayores recorrieron el bosque hasta encontrar varios rboles cados. Matt tall un gran martillo de piedra y le ato un mango, hablando en voz alta mientras los homnidos estudiaban todos sus movimientos. As se fija la empuadura. Vosotros nunca aprendisteis a hacerlo, segn los libros de texto. Despus moldeo largos trozos de pedernal en forma de cuna, sosteniendo cuidadosamente los pedazos de roca con una mano y desconchando una serie de minsculas esquirlas a golpes de piedra con la otra mano. Lo llamamos la tcnica Levallois dijo, soportando sus miradas de incomprensin. Debe su nombre a las afueras de Paris. A vuestros antepasados se les daba muy bien durante el Paleoltico medio. Naturalmente, eso fue antes de que renunciarais a Francia por este lugar. Matt inserto las cunas en los troncos previamente debilitados por la descomposicin a golpes de hacha y los rboles se rajaron por la mitad. Era un trabajo agotador en el que se turnaban Sergei y el. Al cabo de dos horas haban reunido una alta pila de maderos utilizables, que Ojos Azules, Rodilla Herida y otros cinco les ayudaron a transportar hasta el poblado. Reclutaron a mas miembros y Matt les ayudo a fabricar hachas de piedra. Aos atrs haba pasado un verano en compaa de estudiantes de arqueologa de postgrado que reproducan el modo de vida de los protohomnidos en los bosques de Massachusetts... y pronto el grupo estaba produciendo herramientas, un diminuto taller prehistrico. El ruido que provocaba su labor poda orse a varios kilmetros a la redonda. Cuando tuvieron meda docena de hachas, Matt y Sergei llevaron a un grupo de nuevo al bosque, en busca de pinos recios con el tronco perfectamente cilndrico y sin defectos. Talaron cuatro de ellos, los cortaron en troncos de unos dos metros de longitud y utilizaron las hachas de piedra para dejar los extremos rectos. Cuando regresaron al poblado, reunieron todas las pieles de animales que les quedaban de caceras anteriores. Las amontonaron cerca de los troncos y tablas. Al caer la noche, cuando casi todo estuvo preparado, el centro del poblado haba sido invadido por su nuevo equipo. Matt estaba demasiado preocupado por Susan como para comer adecuadamente. Haba desperdiciado un da entero con los preparativos pero no haba otro remedio. Provisto de una libreta y un lpiz, se sent junto a la hoguera, cerca de Sergei. Poco antes, el ruso y Dienteslargos haban asado una pata de antlope; ahora el homnido haba ido a repartir la carne entre su camarilla de cazadores. Sergei haba triturado hojas de frambueso, haba calentado la mezcla en agua para preparar un sucedneo de te y acompaado el refrigerio con un basto cigarrillo liado con trocitos de hoja de jazmn envueltos en una hoja de enredadera. Aspiro una larga pipada, tosi y le ofreci el cigarro a Matt, que lo rechazo con un gesto de negacin y empez a dibujar. Insatisfecho con su primer intento, arrugo el papel y lo arrojo al fuego. No tiene que ser perfecto dijo Sergei. No, pero debe realizar su funcin.

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Volvi a intentarlo, esta vez empezando desde la base. Bosquejo una plataforma irregular apoyada sobre dos de los troncos, que actuaran a modo de rodillos. Los otros dos troncos podan colocarse delante, de modo que todo el artefacto avanzara rodando. A continuacin dibujo cuatro pilares verticales que arrancaban de la plataforma, las columnas de una plataforma mas pequea construida a tres metros de altura. Sobre esta ultima dibujo una cmara y despus, partiendo de uno de sus lados y subiendo todava mas, un cilindro que representaba el cuello. Despus le llego el turno al crneo: una enorme, aterradora e inconfundible cabeza de oso. Finalmente, en la parte inferior de la barriga de la cmara, aadi una pequea trampilla. El conjunto tenia una apariencia impecable, una reproduccin perfecta del dolo de los renegados. Un caballo de Troya perfecto. Matt estaba tan absorto examinando su obra que no se percato de la llegada de Kellicut hasta que el anciano se acerc a el y miro por encima de su hombro. Despus aparto la vista, olfateo el aire y le habl por primera vez. Habis asado carne. No era una pregunta, sino la constatacin de un hecho, y se presentaba como una acusacin. Sergei asinti y dio otra distrada chupada a su cigarro. Kellicut contempl el fuego un largo rato, y era evidente que estaba considerando realizar una declaracin importante. Como bien sabes dijo finalmente, volvindose hacia Matt y arrastrando las palabras para que su impacto fuera mayor, no tienes derecho a hacer lo que pretendes. Esta sucia jugarreta es una violacin de todo aquello en lo que creemos. Va en contra de todo aquello a lo que he dedicado mi vida. Escruto intensamente los ojos de Matt. Tu colaborabas con el instituto replico Matt. Fuiste el primero en venir aqu. Tu has abierto la caja de Pandora. Kellicut no respondi de inmediato. Si, eso es verdad dijo al fin. Siempre sospeche del instituto, pero no tanto como debera haber sospechado. Se interrumpi brevemente. Los necesitaba. Sin ellos jams habra podido llegar hasta aqu. Te estaban utilizando. Ya lo sabia, pero yo tambin los utilizaba a ellos. Estaba al corriente desde el principio. Los cientficos no eran figuras internacionales, sus estudios eran recientes en todos los casos, tenan demasiado dinero que derrochar. Pero, francamente, no me importaba, no al principio. Me dijeron que disponan de vagos informes sobre avistamientos en los montes del Pamir. Queran que yo investigase. Cog la oportunidad al vuelo. Quien no habra hecho lo mismo? Una tribu de homnidos prehistricos... la mente se pierde ante las implicaciones de esta idea. Aunque solo hubiera una posibilidad entre un milln, merecera la pena intentarlo. Sabias que ellos estuvieron aqu antes que tu? Si. Me entere por el padre de Sharafidin. Eso me hizo sospechar aun mas, pero tambin me intrigo; se comportaban como si realmente creyeran en esas cosas. Yo tambin empec a creer. Se qued mirando el fuego. Cuando llegue aqu, encontr a estos seres increbles. Descubr que tenan este extraordinario poder. Y de repente todas mis sospechas tomaron cuerpo y comprend

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cual era su juego. Sabia que el poder podra utilizarse con fines mas siniestros... a eso se dedicaba el instituto. As que decid desaparecer. Pero les envi el crneo. En efecto. Un ultimo mensaje para desanimarlos. No funciono. Por que enterr el diario? Eso lo hice por vosotros. Pens que el instituto os enviara a buscarme. Sabia que solo vosotros podrais encontrarlo. En aquel momento aun me importaban cosas como la reputacin. Quera que supierais lo que haba descubierto. Pero no cont con que mandaran a alguien mas con vosotros. Empec a sospechar que tu tambin te habas unido a ellos. Entonces no me preocupaba compartir mi hallazgo. Solo me importaba el poder, aprenderlo, adquirirlo, un camino hacia una verdad superior. Nunca hemos formado parte del instituto, Jerry. Eso tenias que saberlodijo Matt. Es posible. Pero todava segus formando parte del problema. Matt guardo su bloc de notas, pero estaba seguro de que Kellicut haba visto su borrador. Pens en decirle que Van haba mandado mensajes por va satlite y que haba motivos para creer que los sicarios del instituto ya estaban en camino, pero decidi no hacerlo. Kellicut sealo la libreta con un gesto. Ahora quiz veas por que es moralmente objetable tu planteamiento. Es una trasgresin. Ya viste lo que ocurri cuando rescatasteis a Van. No podis traer conceptos del mundo exterior aqu. Hacerlo es malvado. Me temo que no puedo permitir que ocurra en ese momento bajo la voz, lo que la hizo sonar amenazadora, aunque eso signifique permitir que Susan muera. Matt le miro estupefacto. No puedes estar hablando en serio. Kellicut no se amilano. Muy en serio. Hizo una pausa y volvi a contemplar el fuego, de modo que las llamas iluminaban el contorno de su rostro y sus ojos se convirtieron en dos agujeros negros. Suspir como si aceptara una carga a regaadientes y dijo: No puedo permitir que ocurra, no lo permitir. Si decides seguir adelante con el plan, morirs igual que Susan. Kellicut se puso en pie y a los pocos segundos haba desaparecido entre la espesura, bajo la luna llena. Susan supo que Quiuac se acercaba antes de orle porque detecto un rumor de excitacin en la caverna, mas all del foso, y adems, de una manera que no poda definir, era capaz de intuir su proximidad. Tenia una sed tan abrasadora que notaba la boca reseca y apergaminada. Pens en fingir que dorma, pero sabia que el truco no funcionaria; lo nico que poda hacer era esperarlo. Primero llego la guardia pretoriana, dos criaturas con pieles pintadas a franjas amarillas echadas sobre los hombros como capas. La examinaron desde arriba despectivamente y Susan sinti que ambos sondeaban su mente unos instantes, dos nubes que cruzaron su conciencia, y

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desaparecieron. Para ellos no tenia ningn inters y se alejaron del borde del foso.

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Susan bajo la vista hasta el suelo de tierra y vio como una voluminosa sombra se superpona a la suya como una grgola. Levant la vista y vio a Quiuac al borde del foso; su estatura quedaba acentuada porque estaba en una posicin mas alta, como una grotesca estatua sobre un pedestal. Tenia pintura roja alrededor de la boca, lo que le daba el aspecto de una herida abierta, y sus ojos realzados en negro parecan hundidos como los de una hiena; alrededor de su frente llevaba la rada piel de mono blanca y negra. De algn modo supo que Susan tenia sed y le tendi medio crneo lleno de nauseabunda agua sucia, pero ella tenia las maos atadas a la espalda y no pudo llevrsela a los labios. El no hizo ademn de ayudarla. De todos modos el agua era demasiado ftida para bebrsela. Quiuac salto al foso por detrs de Susan y agarro el dogal, estrechndolo aun mas. Su olor, a almizcle y sangre, provoc nauseas en Susan. La cogi por el pelo y de un tirn la obligo a arrodillarse mientras el permaneca de pie a su espalda. Susan noto el roce de la pistolera contra su espalda. Despus sinti lo que tanto tema: Quiuac empez a penetrar en su mente despacio, como un derrame. Despus comenz el dolor, sordo al principio, que se fue haciendo cada vez mas agudo hasta que quiso gritar. El homnido estaba justo detrs de ella, pero era como si se hallara en su interior, mirando a travs de su cornea y percibiendo lo que ella vea con su propia retina. Pero adems se estaba infiltrando en su centro de dolor. Susan consigui arrastrarse hasta la pared del foso. Centmetro a centmetro fue avanzando sin hacer caso del dolor que atenazaba a sus hombros y del tormento que se multiplicaba en su interior hasta que vio el objeto que buscaba. No miro el espejo hasta que lo tuvo a solo medio metro y entonces abri los ojos y los clavo directamente en el reflejo plateado; vio sus propios ojos que le devolvan la mirada, desorbitados de miedo pero reconocibles, de un verde profundo. Los contempl como si fueran pozos gemelos de agua verde y ella cayera en ellos, hasta que de pronto noto un respingo a su espalda, una retirada, y el dolor que estrujaba su mente como un puno se relajo bruscamente y desapareci. Quiuac solt un alarido a Susan le pareci que de desconcierto, no de dolory de un solo brinco salio del foso y se alejo como un espectro desapareciendo con el alba. Susan se puso en pie. Tenia una mancha de grasa al final de la espalda, donde el la haba tocado, y froto sobre ella la mueca, hacindola girar y aflojando el lazo del dogal. Kellicut no estaba asustado. Era como los profetas de la antigedad, los fieles cristianos rezando en los tneles subterrneos del Coliseo. Le impulsaba la omnmoda conviccin de que estaba haciendo lo correcto. Dio un rode bordeando el cementerio y llego a la entrada de la caverna con las primeras luces. No haba nadie a la vista, nada que interrumpiera la balsmica msica de las aves. Le quedaba una camisa en condiciones y haba decidido ponrsela, por la significacin del momento y tambin porque era un emisario, y los emisarios se visten conforme a su misin. Kellicut se palpo el bolsillo y comprob que el trozo de papel segua all. Este era su mensaje, su misin, pero no poda entregarlo como un correo que llegara inesperadamente a la Roma de los Cesares procedente de todos los confines del imperio. Esto exiga dar algunos pasos bien dados. Antes de entrar en la caverna miro a su alrededor. No estaba despidindose exactamente, se dijo, porque posiblemente regresara. Solo se estaba fortaleciendo con la contemplacin del exterior para su viaje a travs de los tneles. Nunca haba estado en el interior de la caverna, pero a menudo se haba imaginado lo oscura y opresiva que deba de ser. Su misin no estaba exenta de peligros. Y si se tropezaba con un guardia duro de mollera que

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decidiera que su presencia se deba a algn propsito inicuo y le cerrara el paso? Y si no poda llegar a quien tenia que ver, el nico lo bastante inteligente para comprender la advertencia que el intentaba comunicarles? El tnel era enorme y penetraba recto en la ladera de la montaa, como si hubiera sido construido para tender una gigantesca va frrea. A su lado, Kellicut se sinti minsculo. Mientras caminaba escuchaba el eco de sus pasos, ya que no tenia sentido andar sigilosamente si haba venido para ser descubierto. El tnel describa una curva y daba paso a una gran caverna subterrnea, iluminada por antorchas sujetas a la pared. Kellicut se detuvo y escucho, pero nada mas oy el goteo ocasional del agua de las estalactitas al estrellarse sobre las estalagmitas del suelo. Se sinti abrumado por una sensacin de inseguridad y tuvo que reprimirla. Crey notar que invadan su mente, pero no estaba seguro. Tu sigue andando, se dijo, y pronto se perdi en los detalles: las hornacinas talladas para sostener las antorchas, que le intrigaron, la ocasional hoguera abandonada. Eligio el corredor mas ancho y lo sigui a medida que se elevaba gradualmente, internndose en la montaa. Dejo atrs mas corredores a ambos lados y sus posibilidades le fascinaron. El tnel giraba hacia la izquierda y despus a la derecha. Kellicut vio un estrech portal bajo un arco, lo cruzo y se encontr en el interior de una cueva gigantesca; una docena de rostros se volvieron hacia el. Haba confiado en sorprenderles con la guardia baja, pero por el contrario fue el quien se sorprendi cuando unos poderosos brazos le sujetaron por detrs, estrujando sus msculos con tanta fuerza que era incapaz de moverse. Lo haban atrado hasta la caverna; por eso no se haba tropezado con nadie en los tneles. Ahora solo le quedaba una esperanza: que estuvieran dotados de la curiosidad suficiente para permitirle vivir, que se preguntaran por el motivo de su visita y que le condujeran ante la mxima autoridad. No le mantuvieron en vilo. Tres de las criaturas le obligaron a avanzar por un tnel lateral, uno a cada lado y el tercero apoyando la punta de una lanza en su rabadilla, hasta que llegaron a una cmara secundaria. En su interior, recostado sobre una losa de piedra, estaba Quiuac, que volvi la cabeza ligeramente para mirarle, pero por lo dems no se movi. Kellicut se qued pasmado ante la majestuosidad de la criatura que vea all tendida, tan poderosa, tan manifiestamente superior a aquellas entre las que Kellicut haba vivido durante los ltimos meses. Sinti una extraa oleada de alivio; la decisin que haba tomado, arriesgando su vida, era la correcta. Los renegados estaban claramente marcados por el destino como futuro de la especie. A su alivio sigui rpidamente otra sensacin, la energa de Quiuac fluyendo en su interior y expandindose hasta ocupar todo su campo receptor. Le hizo sentir inestable, casi aterrorizado, porque era mucho mas intensa que cualquier otra cosa que hubiera experimentado hasta entonces. Kellicut se sent en un peasco y hurg en el bolsillo de su camisa. El movimiento consigui que sus guardianes se tensaran, pero Quiuac no se inmuto. Lentamente Kellicut saco su propio boceto del plano que haba trazado Matt para construir aquella burla de dolo de los renegados. Despleg el papel, sostuvo el boceto ante sus ojos y lo miro fijamente, concentrndose en las lneas y tratando de visualizarlo como un todo. Kellicut haba revelado el secreto dibujando dentro del dolo algo que Matt no haba incluido: figuras, soldados tendidos dentro de la barriga preparados para atacar. Ahora miro directamente las figuras que haba dibujado con el mximo realismo posible. Alzo la vista para comprobar si Quiuac le segua, pero en realidad no era necesario ya que senta al homnido en su interior, mirando al mismo tiempo que el papel que temblaba en sus maos. Gracias a Dios, pens Kellicut, el mensaje esta siendo recibido; el plan de Matt puede desbaratarse. No advirti que Quiuac hacia un gesto casi imperceptible con una mano. Pero algo mas penetro flotando bruscamente en su cerebro, una visin. Comprendi que estaba utilizando el poder; finalmente lo dominaba. La visin se enfoco y tomo forma. Era una cabeza vista desde atrs, su propia cabeza. Por que su propia cabeza?

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No tuvo tiempo de esquivar el golpe que le cayo desde atrs e impacto en su cuello como un hacha, tan poderoso y perfectamente dirigido que atraves limpiamente su espina dorsal. Su muerte fue instantnea, lo cual fue una suerte porque su ultimo pensamiento era esperanzador. El optimismo qued esculpido en su rostro mientras se desplomaba y quedaba tendido de bruces en el suelo. Matt encontr un buen lugar donde construir la estructura, un minsculo y pintoresco valle prximo a la entrada de la caverna. Lo separaba de ella una hilera de pinos que les permitiran trabajar en relativo aislamiento, siempre que trabajaran deprisa. Fue hasta el ultimo de los pinos y escruto la caverna. El reconfortante aroma de las agujas de pino se elevaba del blando suelo, recordndole las montaas de Vermont, que tanto le gustaba recorrer en otoo. Cartografi mentalmente un recorrido para trasladar el dolo hasta la cueva. Haba un tramo difcil, pero la mayor parte del terreno formaba una ligera pendiente. Una vez construida la estructura deberan ser capaces de llevarla rodando hasta la misma boca de la caverna, utilizando los troncos redondeados de dos en dos y colocando los que dejaban atrs otra vez delante a medida que avanzaban. Esperaba que los homnidos captaran la idea porque serian ellos quienes cargaran con la mayor parte de la pesada carga. Una vez que el condenado armatoste estuviera colocado en su lugar, el resto dependera de los renegados. Haba llegado temprano con Sergei. Un grupo dirigido por Rodilla Herida y Chicarron transportaba los materiales de construccin hasta el improvisado taller. Seguan negndose a cruzar el cementerio, por lo que tenan que transportar las ramas y los enormes troncos bordeando su permetro, es decir, recorriendo el doble de distancia y por un terreno mas abrupto. Pero llegaban en un tiempo aceptable y ni siquiera haban empezado a sudar. Matt deposito su mochila en la horquilla de un rbol. Contena los artculos especiales, incluido el que le haba tenido trabajando hasta altas horas de la noche, que instalara mas tarde como toque final, cuando no hubiera nadie mas por all. Coloco sus bocetos en fila por el suelo. Haba hecho ocho dibujos, uno del diseo entero y otros de piezas y articulaciones completas. La tarea mas difcil seria construir el cuerpo y la cabeza, logrando que se parecieran a los del dolo de la cueva. Ya habra sido bastante duro incluso con madera ya cortada y con un martillo y clavos de verdad, se dijo Matt, pero as... ni siquiera completo el pensamiento. Sacaron todas sus herramientas y las examinaron: un rudimentario surtido de lianas, huesos, piedras talladas, pesadas rocas redondas, trozos de alambre y pequeas esquirlas de pedernal. Por lo menos tenia su navaja de bolsillo. Sergei pareci leer sus pensamientos. Las herramientas quiz sean prehistricas, pero las mentes que las manejan son del siglo veinte dijo, y sonri para darle nimos. Eligieron dos de los maderos mas gruesos como base y los tendieron en paralelo. Encima colocaron otros dos maderos, uno en cada punta como una balsa, y los ataron firmemente con lianas. Sujetaron unos puntales en vertical y despus construyeron dos altas plataformas para el cuerpo, reforzando las junturas a base de insertar esquirlas de hueso y piedra a martillazos. Introdujeron gruesas ramas a modo de costillas hasta que el armazn fue lo bastante resistente

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para soportar el peso de un homnido. Aunque a regaadientes, Matt renuncio a la idea de construir una trampilla en la barriga. En su lugar dejo una abertura entre las ramas y la cubri con pieles de animales. Matt se situ sobre la plataforma, dentro de la barriga del dolo, y avanzo hacia el borde con el entrecejo fruncido. Desde donde se encontraba, la estructura tenia un aspecto impresionante, tuvo que reconocerlo. Meda unos tres metros de altura y era slida. En ese momento vio a Dienteslargos surgiendo de entre los rboles y avanzando a grandes zancadas con determinacin. Detrs de el caminaban dos homnidos mas jvenes que transportaban algo sobre la cabeza y se tambaleaban debido al peso. Era algo largo y oscuro y a medida que se acercaban, Matt identifico una gran cabeza redonda y una piel negra. Dienteslargos haba cumplido con xito su misin: haba matado a un oso de las cavernas. Ahora el dolo seria una replica exacta. Sergei se puso en pie de un salto, boquiabierto. Se acerc corriendo para examinar la piel de oso y abrazo a Dienteslargos, que logro disimular su satisfaccin a duras penas. Despus ambos se unieron a los dems para construir y dar los ltimos toques rpidos al cuerpo hueco, rellenando los costados con ramas muy apretadas y despus envolvindolas en pieles de animales para completar la ilusin de un monstruo. A continuacin le tocaba a la cabeza. Matt tallo una mandbula inferior de aspecto temible, dejando intencionadamente grandes agujeros para la boca y las fosas nasales. Mas tarde serian necesarios. Coloco la cabeza del oso con sus malvolos y diminutos ojos sobre la mitad superior de la cara. La negra piel colgaba por la espalda y alrededor de la garganta como el cuello de una camisa, por lo que el efecto era idntico al del dolo de la caverna principal: inspirar temor. Matt se bajo de un salto e inspecciono su obra. Era la viva estampa del original, incluso a plena luz del da, y pareca posedo por el mismo espritu maligno. Los homnidos lo miraban con aprensin y se mantenan a distancia. Como haban acordado, Sergei se escabullo para construir un escondite secreto. Inspecciono la zona durante un buen rato hasta que encontr el lugar perfecto, una estrecha loma no muy lejos de la entrada de la caverna, pero en una hondonada que la ocultaba de la vista. Para empezar cavo una ancha zanja poco profunda y la cubri con leos muy parecidos a los que haban empleado para el cuerpo del dolo. Despus extendi unas pieles encima y se meti dentro para examinarlo. El oscuro interior era angosto, pero haba espacio suficiente para seis homnidos. Misin cumplida dijo Sergei cuando se reuni con Matt. Contempl el dolo que se proyectaba hacia arriba como una fuerza maligna. Y esto representa un avance en trminos de civilizacin? Dijo meneando la cabeza. Que clase de dios crees que es? No estoy seguro respondi Matt. Pero yo dira que esta relacionado con la caza y el derramamiento de sangre. El oso de las cavernas es casi una deidad; en las montaas manda el. Todos le temen y, sin embargo, el no teme a nadie. Por eso es natural que lo contemplen con reverencia cuando empiezan a cazar y a comer carne. Por los cementerios prehistricos encontrados sabemos que el oso de las cavernas era sagrado. Sergei se encogi de hombros. No estoy seguro de que tengas razn dijo.

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Matt le dio una palmada en la espalda y reanudaron el trabajo.

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Con la ayuda de los homnidos, colocaron los troncos rodantes bajo la plataforma de la base. Despus todos ocuparon sus posiciones y empleando toda su fuerza empujaron la gigantesca estatua hasta que lentamente empez a chirriar y por fin se movi unos centmetros. Los dems tiraban de lianas atadas al cuerpo. Empujaron y tiraron cada vez con mas fuerza y finalmente empez a rodar. Colocaron otros dos troncos frente a la base y recuperaron los dos que haban dejado atrs. De este modo mantuvieron la estructura en movimiento por terreno llano hasta que por ultimo, al cabo de meda hora, estuvo justo enfrente de la entrada de la caverna. Alinearon los troncos de repuesto entre el dolo y la boca de la cueva y dejaron colgando las lianas de tirar. Por fin, la creacin terminada estaba en su sitio, lista para ser ocupada. Matt se cio la mochila y se encaramo a la estructura. Penetro en la barriga a travs del pliegue de piel suelto, se introdujo como pudo por el cuello hasta llegar a la cabeza hueca y remato su obra. Retrocedi hasta la barriga y finalmente salio y se dejo caer al suelo. Clavo una estaca en la tierra con ayuda de un martillo de piedra, le ato algo y se alejo. Cuando se diriga hacia el pequeo valle advirti que el sol ya haba pasado hacia rato por el meridiano. Pronto empezara a caer la tarde, la hora de la caza, y las criaturas saldran de su guarida con gran agitacin. Matt tuvo que rezar para que vinieran, enviaran centinelas o quizs otra incursin armada. Se volvi para mirar al dolo. Era malvado y majestuoso, plantado all con el sol centelleando sobre la piel negra, una ofrenda gigante, un tributo imposible de rechazar. Al instante comprendi la mendaz creatividad implicada en el caballo de Troya, el chiste supremo del regalo envenenado que no puede rechazarse. Se volvi hacia el valle y avanzo hasta la loma, donde se reuni con Sergei, que descabezaba un sueno. Se tumbo entre la alta hierba caliente y sinti que el agotamiento le desbordaba, pero no poda correr el riesgo de quedarse dormido. Tenia que montar guardia. La verdadera lucha aun no haba comenzado. Sabia que pronto necesitara todas las reservas de energa que tuviera. Susan haba logrado sacar una mano del dogal, pero la mantena en la espalda casi siempre para engaarlos. Su prevencin era en gran parte supersticiosa; sabia lo suficiente sobre sus poderes para creer que no podan verla desde lejos, que solo podan ver a travs de sus propios ojos. Pero no quera correr ningn riesgo. Si utilizo una mano para recoger el medio crneo que Quiuac le haba dejado. En el fondo quedaba todava un poco de agua sucia, pero apestaba demasiado para bebrsela. No vea ninguna salida de la zanja. Las paredes eran demasiado empinadas para escalarlas. A un lado haba una prometedora cornisa elevada. Si consigo agarrarme a ella podr izarme, pens. Pero estaba demasiado alta, fuera de su alcance incluso saltando. Tendra que subirse en algo. Susan aun segua trastornada por su encuentro con Quiuac. Sabia con certeza que volvera y era improbable que su truco funcionara por segunda vez. Guardo el espejo en su bolsillo de todos modos solo para tenerlo a mano. Un sexto sentido le avisaba de que algo estaba ocurriendo en la caverna, por encima de su cabeza, una desazn que sugera el inminente comienzo de alguna actividad o ceremonia. Pueden ser preparativos para mi propio sacrificio, pens. Le tenia pnico al dolor. Siempre lo haba tenido. No tema tanto a la muerte como a la tortura. Y aquellos monstruos eran capaces de torturarla, no con algn fin inicuo, sino simplemente porque carecan de empata hasta el punto de que no se molestaban en sopesar las consecuencias de sus actos. Los pensamientos de Susan fueron interrumpidos por una algaraba procedente de la caverna. Miro hacia arriba, pero apenas vea nada porque el resplandor de las antorchas encendidas lo desdibujaba todo excepto las recias piernas plantadas al borde del foso. En la acentuada oscuridad

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pareca haber una fila de criaturas que sujetaban algo, quizs un sudario era la prenda que deba vestir como novia de la muerte?, y ahora lo sostuvieron en alto justo encima de la zanja y lo soltaron. Se estrello pesadamente contra el fondo con un sonido blando y Susan pudo ver dentro del haz de luz un brazo que se desdoblaba y despus una pierna. Era un cuerpo humano. Las criaturas se marcharon. Lenta y cautelosamente, Susan se acerc al bulto, se agacho a su lado, saco la mano de detrs de la espalda y le dio la vuelta. Era Kellicut! Su rostro estaba distorsionado, de algn modo terriblemente encogido, y sus ojos estaban vidriosos y desorbitados. Con un respingo, solt el cadver, que cayo de bruces, y Susan vio una ancha y profunda herida al final del espinazo. A travs de la herida pudo ver el interior del crneo; grit una vez, y despus otra, porque poda ver el hueso por dentro. El crneo estaba vaco. Faltaba el cerebro. Las criaturas salieron lentamente de la cueva, contemplando temerosas el dolo como si pudiera fulminarlos en cualquier momento. Algunos parpadeaban como si estuvieran mirando directamente al sol. La rodearon y los mas valientes se aproximaron y extendieron la mano, inseguros, hasta tocar la base de madera sobre la que reposaba. Desde su escondite, Matt los observaba nerviosamente mientras ahuyentaba una nueva preocupacin: quiz la deidad era demasiado feroz, quiz no reuniran el valor para moverla. Todo dependa de que la trasladaran al interior de la caverna. Se haba convencido de que esa seria su reaccin instintiva, pero tal vez los haba juzgado mal, tal vez el tambin era incapaz de penetrar en su mundo mental y predecir su conducta. Aun estaba ntimamente convencido de que uno de ellos, el propio Quiuac, querra apoderarse de aquella creacin, poseerla, utilizarla para aumentar su poder. En aquel preciso instante, como si Matt lo hubiera conjurado, Quiuac apareci a la entrada de la caverna. Su alta y musculosa figura y la cinta de piel de mono que engrosaba su frente eran inconfundibles. Matt vio la empuadura del revolver centelleando a la luz del sol cuando la criatura se irgui en toda su estatura, examinando el dolo y despus el nico que lo hizooteando el horizonte. Rpidamente Matt se acurruco en el escondite. Su rodilla choco contra la espalda de Sergei y juntos se acurrucaron en la oscuridad mientras la misteriosa sensacin de peligro se arrastraba por su cortex, empezando en el centro y extendindose hacia fuera como la tinta en el agua. Sergei estaba aterrorizado. Aferro el brazo de Matt y lo apret con tanta fuerza que le corto la circulacin, hasta que Matt se desasi y le dio una palmadita en la rodilla. Pronto, la sensacin paso. No te preocupes dijo Matt. Solo era una pequea exploracin. Probablemente ya no haya peligro, podemos salir. Desde la loma observaron a las criaturas esforzarse como liliputienses para izar la gigantesca estructura hasta la caverna. Algunos empujaban y otros tiraban, pero no fueron capaces de arrastrarla hasta que adivinaron la finalidad de las cuerdas. Matt los apremiaba silenciosamente, resistindose al impulso de gritarles instrucciones sobre como utilizar algo tan elemental como la rueda. Por fin pareci ocurrrseles el concepto y la construccin avanzo sobre sus rodillos, lenta y penosamente, como un esquife navegando con una brisa caprichosa. La espera se hizo eterna, pero finalmente llegaron a la boca de la caverna y se entretuvieron all un rato mientras, mas lejos, unas oscuras siluetas despejaban el camino de piedras. Al fin, el dolo se puso en marcha y fue engullido por el oscuro agujero. Vamos! grit Matt, y estaba en pie y corriendo antes de que Sergei saliera del escondite. Bajaron corriendo de la loma, cruzaron el claro y subieron por la ladera hasta llegar junto a la caverna. Matt aguzo el odo: oy una cacofona de ruidos, piedras golpeando, troncos rodando, gruidos, pisadas, roces y crujidos, pero ninguno sonaba demasiado cerca y se deslizo al interior.

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Sergei le pisaba los talones. Esperaron unos segundos a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad, aplastndose contra la pared de la cueva para evitar que su silueta se recortara sobre el teln de fondo de la luz solar. Mas adelante, justo donde el tnel formaba una curva, vieron al dolo bambolendose como un buque insignia y virando para mostrar su costado, con los detalles distorsionados por la luz de las antorchas y proyectando sombras pavorosas sobre la piedra. El redoble de tambores empez como por ensalmo, lento, firme y ominoso. Matt tuvo que refrenarse conscientemente. Cuando calculo que haba pasado el tiempo suficiente, se escabullo por el tnel con Sergei pisndole los talones hasta que llego a la curva, y all se detuvo para espiar al otro lado de la lisa superficie de roca. La escena que vio ante el era de pesadilla. El dolo ocupaba el centro de la caverna; pareca todava mayor en el interior y el doble de horrendo, rodeado por los dientes mellados de las estalactitas y los puales invertidos de las estalagmitas. Alrededor del cuero cabelludo del oso revoloteaban los murcilagos. El dolo estaba rodeado de guerreros por los cuatro costados y, como advirti Matt al punto, todos iban provistos de porras y lanzas. En un lado los percusionistas aporreaban sus instrumentos, cuencos de madera oscura recubiertos de piel tensada. Otros llevaban antorchas encendidas. Y presidindolo todo, vestido con sus galas habituales, sentado en un banco tallado que actuaba de trono, estaba Quiuac. Quiuac se puso en pie y los percusionistas se detuvieron. Alzo la vista y miro al dolo, al parecer vacilante, como si tratara de leerlo una y otra vez para descifrar su secreto. Todos contemplaban la espantosa imagen. Quiuac hizo un gesto y otras criaturas trajeron brazadas de lea, que amontonaron alrededor de la estructura. Cuando estos terminaron los msicos reiniciaron el redoble, pero Quiuac les obligo a callar. Volvi a levantarse y miro fijamente la estatua, intentando desvelar su misterio, llegar a todos los rincones de sus entraas con su poderosa visin interna. Algo en alguna parte iba mal. Mortalmente mal. En aquel momento, del interior del dolo, surgi un grit, al principio vacilante, pero pronto insistente, un gemido agudo, un sonido de duelo. Era el grit de alarma de los homnidos. Las criaturas retrocedieron aterrorizadas, tropezando unas con otras en medio de la sorpresa. Pero Quiuac se precipito hacia la estructura como si hubiera esperado algo semejante. Cogi una antorcha y con movimientos frenticos prendi la lea, movindose apresuradamente alrededor de toda la base hasta que las llamas se elevaron por todas partes. Arrojo la antorcha al suelo y dio un paso atrs mientras el fuego consuma al dolo. Quemo los pilares hasta que llego a la barriga, chamuscando la madera y despus quemndola. Los msicos volvieron a tocar el tambor y el humo se elevo hasta ocultar el tech abovedado, perturbando a los murcilagos hasta que el tech se convirti en una masa hirviente y parloteante de cabezas y alas. Entonces ocurri algo inesperado, absolutamente inesperado. De algn lugar del interior de la deidad broto un rugido y un batir constante, y la msica de Bruce Springsteen estallo repentinamente en la cueva, resonando de punta a punta con una intensidad de locura: <<Born in the USA.. . >. Y justo en ese momento las llamas treparon por el cuello y llegaron a la cabeza; la bestia pareci echarse hacia atrs con los ojos y la boca abiertos de par en par y escupi bolas de fuego, llamas de colores que salieron volando a mas de seis metros. Chamuscaron las paredes de la cueva, se estrellaron contra el suelo y convirtieron la caverna antes fresca en un infierno de humo, llamas y cenizas, mientras los murcilagos volaban por encima de todo el mundo y la msica resonaba como un latido por los tneles. Las criaturas cedieron al pnico. Impulsados por la visin de una deidad vengadora, huyeron atravesando la caverna principal, llevndose por delante a quien encontraban, y no se detuvieron en su carrera, perseguidos de cerca por la msica. Con ellos, al galope y empujando a los dems para abrirse paso, iba Quiuac. Se detuvo un momento al llegar a la caverna y corri hacia el foso. Estaba vaco, excepto por el cadver de Kellicut; la prisionera lo haba arrastrado hasta una de las paredes,

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justo debajo de un saliente rocoso, y haba logrado escapar. Quiuac profiri un aullido de rabia y ech a correr con los dems tanto como pudo, hasta que llegaron a la entrada principal de la caverna, que se abra a la montaa. Se agolparon para salir a la seguridad de la alta nieve, tropezando en las grietas de los ventisqueros recin formados. Matt atac la retaguardia de las criaturas en desbandada. Cuando llego a la caverna principal estaba vaca. Vio el foso y estaba a punto de ir hacia all cuando una voz le llamo desde atrs. Matt, no mires. Es horrible. El cadver de Kellicut. Estrech a Susan entre sus brazos y la retuvo un largo momento. La mujer estaba temblando. Todava la abrazaba instantes despus, cuando Sergei entro precipitadamente en la caverna, seguido por Rodilla Herida, Dienteslargos y los dems, que haban estado aguardando en el escondite. Reanudaron la persecucin, precipitndose por los tneles desiertos y dejando atrs hogueras abandonadas momentos antes, hasta que llegaron a la entrada, el mismsimo lugar donde Matt, Susan, Van y Rudy haban visto por primera vez a las criaturas, hacia ya tanto tiempo. Se acercaron a la entrada codo con codo y desde all contemplaron a los renegados que, aun victimas del pnico, corran enloquecidos entre la nieve amontonada al azar, agitando los brazos y las piernas como animales heridos. Las criaturas manoteaban furiosamente, golpendose incluso unas a otras y manchando de sangre la nieve removida. Matt y Susan vieron a Quiuac alzarse en medio del caos; segua siendo una figura investida de autoridad. Quiuac se irgui en toda su estatura y los que le rodeaban se apartaron rpidamente. En un instante que jams olvidaran irgui la barbilla y volvi su maliciosa mirada hacia Matt, Susan y Sergei. En un solo segundo, todo se le hizo evidente. Su sangre hirvi ante la traicin. Grit echando la cabeza hacia atrs. Despus, muy calculadamente, se descolg la pistolera pasndosela por la cabeza y empuo el revolver con una mano. La hizo girar hacia uno y otro lado, la manose y pellizc, hasta que finalmente oprimi el gatillo. El estampido se perdi en la distancia. La bala se enterr inofensiva en la nieve. Pero le sigui otra y despus otra. Y entonces oyeron un sonido diferente, un rumor mas profundo, casi como un terremoto. Aumento, se aproximo y aumento de nuevo, hasta que la propia montaa se estremeca. Y desde arriba cayo una cascada de nieve que descenda con un trueno como un glaciar.

Cuidado! Grit Matt. Es un alud! Matt y sus compaeros retrocedieron precipitadamente hacia el interior de la caverna. Pero en la fraccin de segundo anterior a su retirada miraron por ultima vez hacia fuera y distinguieron a Quiuac aguantando la pesada nieve que le caa encima. Quiuac miro hacia arriba y en su comprensin final, se mantuvo firme, mostr los dientes y acciono su garganta. De ella broto un largo aullido gutural de rabia. Era un sonido espectral, amargo y angustiado; pareca un eco del pasado, que resonaba a travs de los siglos, a travs de los milenios. Despus la nieve dejo de caer y todo qued en silencio. Matt y Susan se despertaron con el sol ya alto en el cielo y reunieron sus cosas preparndose para la marcha. Todo lo que llevaban caba perfectamente en sus mochilas, excepto los anoraks que llevaban puestos. Los necesitaran para el descenso por la otra cara de la montaa. Contemplaron por ultima vez su emparrado. Puede que este loca, pero voy a echar de menos esto dijo Susan. Estar loco es lo correcto replico Matt.

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Que crees que deberamos hacer respecto a publicarlo? No lo se. Yo tambin me lo he estado preguntando. Obviamente si escribimos algo, este lugar esta acabado. Aunque lo disfracemos, tarde o temprano vendr gente. Kellicut tenia razn... al menos en eso. Estoy de acuerdo. Pero detesto pensar en que todo lo que hemos aprendido y todo lo que sabemos ser inservible. Piensa en la ciencia. No existe alguna manera de que podamos comunicarlo o legarlo a las generaciones futuras? No se me ocurre ningunadijo Matt. Es decir, a menos que esta sociedad desaparezca en algn momento del futuro, pero no tenemos manera de saber cuando ocurrir... si es que ocurre. Susan meneo la cabeza frustrada. Como voy a ser capaz de leer otro trabajo sobre los neandertales? O escribir alguno, para el caso? Quiz tengas que diversificarte bromeo Matt. Australopithecus. Homo habilis. O mi actual favorito. Homo erectus. Se echaron a rer. Sergei los esperaba cerca del fuego. Tenia aun menos pertenencias que ellos y estaba ansioso por ponerse en marcha. Pero tenan que realizar una ultima funcin importante y los homnidos llevaban toda la maana preparndose para ella. El cuerpo de Kellicut haba sido recuperado de la zanja de la caverna y yaca desnudo sobre una roca lisa, con la cabeza apuntalada en su lugar, pero ligeramente hundida. No muy lejos arda una enorme hoguera cuyas chispas crepitaban a seis metros de altura, desprendiendo oleadas de calor que hacan bailar las nubes en el cielo azul. Matt recorri el poblado con la mirada. Lo estn arrojando todo al fuego. Mira, estn destruyendo sus chozas, todo. Es porque se trasladan al interior de la montaadijo Sergei. Estn ocupando la caverna que los otros desalojaron. Se encogi de hombros. Matt y Susan intercambiaron una mirada. Supongo que les gusta vivir a cubierto aadi Sergei. El poblado entero acudi al funeral. Susan se relajo al ver que la poblacin segua siendo considerable, pues haba temido que el terremoto y el ataque la hubieran diezmado. Las mujeres, los nios y los que se haban refugiado en el bosque fueron apareciendo hasta que la multitud congregada alrededor del cadver de Kellicut se extenda mas all del claro central. Reservaron un lugar de honor para Matt, Susan y Sergei. Detrs de ellos, unos hombres jvenes provistos de troncos huecos que sostenan cruzados sobre sus piernas emitieron un prolongado sonido de lamentacin sincopada, y los dems bailaron de una manera extraa, lgubre, doblando las rodillas y los codos en ngulos imposibles. El fuego arda cada vez a mas altura, hasta que finalmente Ojo Oscuro salio de su choza, portando de nuevo la

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concha llena de aceite. Se dirigi tambaleante a un camino de brasas que haban esparcido para el y arrojo la concha al fuego. Fue hasta el cuerpo de Kellicut con una larga esquirla de pedernal en una mano y coloco la afilada punta cerca de la nariz. Tal vez sea mejor que no mires dijo Matt a Sergei, pero por el jadeo contenido de Sergei, un momento mas tarde, supo que no haba hecho caso de su consejo. Ojo Oscuro recupero la concha de las llamas y verti el aceite hirviendo sobre el pech y las piernas de Kellicut. Despus el cadver fue envuelto en gruesas hojas de enredadera y atado como un fardo, y mientras los msicos aceleraban su redoble, los sepultureros se materializaron para llevrselo. Lo depositaron sobre un fretro de nuevo diseo, que se apoyaba en troncos burdamente desbastados con un hacha para que sirvieran de ruedas. Cuando se marcharon, Ojo Oscuro regreso a su choza llevando su bolsa en bandolera, dispuesto a aadir los ojos de Kellicut a los de otros miembros de la tribu que le haban precedido. De acuerdo dijo Sergei. Ya he tenido suficiente paciencia. Contdmelo todo. Como pusiste en marcha el aparato? Acababan de terminar su almuerzo, el ultimo en el valle, y se relajaban antes de emprender el largo camino. Matt estaba tumbado con la cabeza apoyada en los brazos, mirando al cielo, y Susan estaba extendida no muy lejos, con las piernas estiradas y el torso recostado sobre los codos. No hay mucho que contar empez a decir ella. Has odo hablar del enigma de Khodzant? Sergei neg con la cabeza. Es un pictograma. Fue hallado no muy lejos de aqu en algn momento del siglo pasado. Faltaba una parte, de modo que nadie pudo descifrar su significado. No tenan el original, por lo que ni siquiera conocan su antigedad. De haberlo sabido, no lo habran credo. Habra sido como encontrar la tabla de piedra de los mandamientos. La primera vez que estuvimos en la caverna, cuando escapbamos de esas criaturas, lo vimos pintado en una de las paredes. Solo que, naturalmente, estaba completo. Mas tarde volv all para estudiarlo. Representaba una batalla, o mejor dicho, una serie de batallas entre dos enemigos implacables. En un bando estaba el Homo sapiens, nosotros. En el otro, el Homo neanderthalensis. En algn momento, ambos bandos se reunieron para celebrar una conferencia de paz. Arrojaron las armas a un lado, pero por el camino, el Homo sapiens cavo trampas para sorprender a los neandertales, y funcionaron. Son los vencedores, aunque no en un combate justo. Ganaron la batalla gracias a la astucia. Me sigues hasta ahora? Pretendes decir que hubo una nica batalla y que un solo truco acabo con todos los neandertales? No, en absoluto. Probablemente hubo una tanda de batallas interminable. Tal vez se prolongaron a lo largo de muchos aos, dcadas, quizs incluso siglos. Pero el resultado era normalmente el mismo: ganaba el Homo sapiens. En otras palabras, el enigma no es una simple narracin sobre el pasado, es una metfora visual, una explicacin de la destruccin, o casi destruccin, de una especie entera. Pretende ser la encarnacin de una leccin histrica. Ensea algo. Advierte a las minsculas bandas testimoniales que sobreviven a travs de las edades: No lo olvidis. Hay algo que debis saber sobre el Homo sapiens. A saber... Que es un embustero, que engaa, que miente y, por lo tanto, que siempre gana.

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Y si pretendis sobrevivir intervino Matt, debis aprender de el. Debis pareceros a el. La pregunta que siempre se ha formulado dijo Susan, y que ha intrigado a arquelogos, a paleontlogos y a todo el mundo en general desde el momento en que se encontr el primer crneo de aspecto humano en el valle de Neander, hace un siglo y medio, y fue identificado como perteneciente a otra especie, era: por que yo y no el? Por que sobrevivimos nosotros mientras que el se extingui? Era tan listo como nosotros, mas fuerte y probablemente mas numeroso, al menos mas de un milln. Sobrevivi a los horrores de la glaciacin que asolo Europa y Asia y exista desde hacia unos doscientos mil aos. Que ocurri? Que rasgo vital le faltaba? Y cual era? El engao. La capacidad de engaar. Nada mas y nada menos. Y es un rasgo que puede aprenderse, o de lo contrario no se habran molestado en ensearlo dijo Matt. Pero no es fcil transmitirlo. Deberas haber visto cuanto tarde en ensearles que era mas fcil atrapar a un animal tendindole una emboscada que interponindose en su camino y matarlo de una lanzada. Como se te ocurri el plan? Simplemente, me vino a la cabezadijo Matt. Cuando Susan fue capturada comprend que tenia que idear una estrategia. La superioridad numrica y la fuerza bruta estaban de parte de las criaturas, por lo que necesitaba un ardid. Necesitaba el engao para nivelar las fuerzas. Tuve la sensacin de que eso era lo que se esconda en el corazn del enigma, aquel era su mensaje secreto. Fue una sensacin? pregunt Susan con una sonrisa. Si. Simplemente me vino a la cabeza. Fue una inspiracin. Susan sonri de nuevo. De acuerdo dijo Sergei. As que decides que puedes engaarlos para salvar a Susan. Como se te ocurri lo del caballo de Troya? Es la treta mas vieja del mundo. Es tan perfecta que se ha convertido en el episodio favorito de la historia de Grecia de todos los nios. Al ver su deidad supe que no podran resistir el impulso de poseerlo. Si lograba construir una replica lo bastante aproximada al original, lo entraran en la caverna. Y por que no enviaste guerreros en su interior? Esa es la parte engaosa... en mas de un sentido. Mi estrategia dependa en definitiva de que Quiuac consiguiera adivinarla, al menos en parte. Empec por la importancia del enigma. Por que era tan esencial preservarlo? Por la leccin que enseaba: engao. Si las criaturas estn tan decididas a desconfiar del engao, supuse que lo descubriran. Prepara una trampa que puedan evitar. Djales que la desactiven y entonces prepara una trampa dentro de la trampa. Se trata simplemente de subir el engao al nivel siguiente. Esta claro dijo Sergei. Es el tipo de cosas que los seres humanos hacemos de una forma instintiva. En eso consiste el ajedrez o la carrera armamentstica. Falsificacin y contra falsificacin. Niveles de fingimiento y tergiversacin elevndose hasta el cielo.

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Los psiclogos lo llaman ocultacin tctica.

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Como los experimentos con chimpancs aadi Susan. Un chimpanc puede aprender a engaar a un nivel. Por ejemplo a esconder pltanos de un chimpanc mas fuerte en una caja y fingir que no estn. El segundo chimpanc puede aprender a engaar al segundo nivel, fingiendo que no pasa nada y espiando al primer chimpanc hasta que abre la caja. Pero los chimpancs nunca han sido capaces de alcanzar un tercer nivel de engao: imaginarse que estn siendo espiados y abrir una caja distinta. Es cierto dijo Matt. Supuse que Quiuac no alcanzara el nivel superior. Haba aprendido la leccin de la mendacidad humana porque eso era lo que le haba ensenado el enigma, pero no tenia ni idea de las profundidades de esa mendacidad. Pero como le indujiste a creer que haba guerreros en el interior? En primer lugar porque estaba predispuesto a creerlo. Y en segundo lugar porque evidentemente lo detectara con su poder especial. Por eso te ped que construyeras el escond te y por eso dejamos a los homnidos dentro, para que Quiuac los sondeara y viera lo que ellos vean: cuerpos en penumbra con rendijas de luz filtrndose entre las ramas. Y que hay de los ruidos del dolo? El toque final. Grabe una cinta para el aparato de Susan con mi propia grabadora. Deje la primera meda hora en blanco. Despus inserte ruidos de alarma que haba grabado de los homnidos semanas atrs. Y como medida adicional aad las canciones de uno de nuestros msicos mas distinguidos. Sonri a Susan, quien le devolvi la sonrisa. El resto fue fcil, prepararlo para que se pusiera en marcha. Embut el aparato entre dos listones de madera de la barriga. Sub el volumen, pulse el botn de avance y le introduje una cua de madera para que no se soltara. At un cable a la cua que sala por la parte de atrs y lo enroll a una estaca clavada en el suelo. Cuando la estructura se moviera bang!, meda hora despus habra homnidos gritando. Como sabias que Quiuac lo quemara? Es la manera natural de destruir algo cuando lo has metido en una caverna iluminada por antorchas en llamas. En especial si sospechabas desde el principio. Y el fuego encendi las bengalas que habas colocado detrs de los ojos y la boca? Exacto. Debo reconocer que los americanos sois mas traicioneros que nosotros. Nos criaron a base de To Remus. Que es eso? No importa. Pero cuidado cuando oigas a alguien decir: Por favor, no me arrojes a esas zarzas Se despidieron lo mejor que pudieron. Un grupo de homnidos los acompao hasta la salida de la caverna, encabezados por Rodilla Herida, que haba asumido el papel de gua. Dienteslargos, ahora adornado con franjas de arcilla roja y carboncillo cruzando su rostro y pech, no se entretuvo mucho. Estaba a punto de dirigir a su grupo de jvenes cazadores en una expedicin a travs del valle donde los animales que nunca haban sido cazados eran presa fcil. Los jvenes

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iban todos pintados como el y equipados con un surtido de lanzas, hachas y porras. El propio Dienteslargos llevaba con orgullo el arco de Sergei con el carcaj de flechas cruzado a la espalda, un regalo. Al atravesar los tneles comprobaron que Sergei estaba en lo cierto: los homnidos se estaban trasladando y tomaban posesin de las cmaras menores con fogn, ahora abandonadas, que salpicaban los corredores laterales. Se adueaban de las pieles de animales curtidas que colgaban de las paredes y las que haba desplegadas junto a las hogueras para dormir. Matt, has notado que los nios se estn dividiendo en grupos mas reducidos? Crees que este nuevo espacio vital esta imponiendo su propia lgica sobre la agrupacin social? pregunt Susan. Si quieres decir que si creo que acaban de inventar la familia, la respuesta es no. Por que no? Bueno. Para empezar, como bien sabes, la familia era una forma de divisin de trabajo que empez cuando los hombres salan a cazar y las mujeres se quedaban en casa para cuidar de los nios. Aun no hay un numero suficiente de cazadores entre los hombres. Figuraba en los primeros libros de texto que lemos. Pasaron ante una pequea cmara donde un macho y una hembra adultos se ocupaban de una pequea hoguera. Supongo que no son aficionados a la literaturacomento Susan. Cuando el grupo llego a la cmara principal, Susan se des vio durante unos minutos. Matt supuso que quera ver e foso donde Quiuac la haba confinado, pero en su lugar se dirigi a la cmara sagrada para mirar por ultima vez la pintura del enigma. Se dirigi hacia el ultimo panel y se fijo en la figura solitaria representada en el. No, no se haba equivocado. El artista haba captado la emocin del momento con brillantez: la postura desafiante y erguida, pero empezando a encorvarse por el peso de la tierra que le caa encima, los dientes mellados, los ojos asesinos, la rabia enfrentada a la traicin. Sabia que la representacin era perfecto porque la haba presenciado con sus propios ojos. Como una corriente silenciosa, Susan noto que se rellenaba de nuevo, que otro tomaba su mente. Se volvi y bajo la sombra de un arco vio otra figura encorvada, mucho mas anciana. Dio un paso al frente para poder verlo. Era Ojo Oscuro, que avanz y se detuvo a su lado contemplando la pintura. Como ella, se concentro en el solitario neandertal Miro fijamente a su antepasado, que protestaba amargamente por la traicin como si se diera cuenta de que haba sido atrapado en algo mas que una trampa, un callejn sin salida de proporciones histricas y catastrficas. Por un instante Ojo Oscuro pareci revivir tambin aquel momento, aferrarse a el. Susan percibi una comunicacin en tres sentidos, un triangulo de dolor y sufrimiento, pero tambin de valor y supervivencia. Y entonces supo con una certeza difcil de explicar que todos eran iguales, que ambas especies eran una misma y que los neandertales eran como hermanos y hermanas mayores que haban muerto en la infancia, pero continuaban en nosotros mismos. Los homnidos se aproximaron a la entrada de la caverna para despedirse. Ojos Azules, Chicharrn, Rodilla Herida, haban venido todos. Parecan confusos e inseguros, con la cara de un intenso color rojo. En su mundo no se contaba con las despedidas, pens Matt. Rodilla Herida, con su cicatriz llameando de travs sobre su frente prominente como una marca especial, los acompao ladera abajo. Mientras caminaban avanzando con dificultad entre la nieve, Matt, Susan y Sergei notaron que los homnidos celebraban sus conjuros a sus espaldas, retrocediendo progresivamente como si se alejaran de las olas en la playa.

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Hacia calor y pronto dejaron atrs la lnea de nieve. Rodilla Herida pareca angustiado por haberse alejado tanto de la caverna, pero se qued con ellos hasta que llegaron al puente de lianas del barranco. All se detuvo Rodilla Herida y aguardo a que los tres humanos lo cruzaran a rastras. Por algn motivo era mas fcil avanzar de este modo, alejndose de la cima envuelta por la niebla; aun as, Susan sinti que se quedaba paralizada de miedo a medio camino. Para no mirar hacia abajo, cerr los ojos y permaneci inmvil, reuniendo valor. Despus, aun con los ojos cerrados, empez a ver la parra frente a ella, a palpar los posibles asideros, y se convenci de que era lo bastante fuerte para sostener su peso. Sigui avanzando hasta que llego sana y salva al otro lado. Los tres seres humanos saludaron con un gesto a Rodilla Herida desde el otro lado del barranco. El les devolvi la mirada pero no intento imitarlos, por lo que dieron meda vuelta y empezaron a descender por la ladera de la montaa. Apenas haban recorrido unos veinte pasos cuando oyeron una ruidosa vibracin a sus espaldas, un rumor insistente que recordaba un poco a una avalancha, aunque mas agudo. Se volvieron en redondo y vieron como se desplomaba el puente, quebrndose como una paja y precipitndose hasta el fondo del barranco. Rodilla Herida haba accionado el mecanismo de destruccin. Solo podan ver su espalda que desapareca por la cuesta. Se detuvieron a descansar cerca de un fresco arroy de montaa, en el mismo lugar donde se haban detenido en el camino de ida. Sergei dijo Matt. Tenia intencin de preguntarte algo. Se imaginaba tu gente por que la tribu de Quiuac quera comerciar? Que les impulsaba a bajar de la montaa para intercambiar productos? No era porque quisieran nada. Tenan todo lo que necesitaban, al menos en esta fase del desarrollo. Entonces por que lo hacan? Para capturar seres humanos explico Sergei. Las pieles que dejaban eran un cebo. Queran atraer a la gente a la montaa. Pero por que? Para sus sacrificios. Para apaciguar a los demonios que provocaban los terremotos. Eso es lo que dijo Shakanov. Hemos detectado apariciones en esa zona desde principios de siglo y siempre coincidan con un rebrote de la actividad volcnica. Y el dolo? No estoy convencido de que sea un dios de la caza. Yo dira que es mas bien un dios del terror, que hace temblar la tierra. Creen que ese dios es el oso de las cavernas, el nico animal cuya piel no hemos encontrado all abajo. Es sagrado. Al menos esa es la teora de nuestros cientficos. Hasta ahora solo podan aventurar suposiciones; nunca han visto realmente a un yeti. Entonces no tenis ninguna prueba definitiva? pregunt Matt. En efecto. Guardaron silencio un rato escuchando el agua. Despus habl Sergei. Estaba pensando en lo que has dicho antes sobre el engao No es irnico que nuestro peor defecto sea el que determine nuestra supervivencia?

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No estoy segura de que sea nuestro peor defecto dijo Susan. En cierto modo es inseparable de la inteligencia. Hablando metafricamente es nuestro pulgar oponible. Nos permite manipular el mundo. Si tienes cerebro eres listo, si tienes astucia eres inteligente. Considralo la capacidad de crear ilusin y sorpresa aadi Matt. Y entonces entras en el reino del arte y la magia, la msica y la narrativa. Considralo nuestro ojo interno, nuestra capacidad nica de proyectarnos mas all de nosotros mismos con la imaginacin. Sergei reflexionaba en serio. Susan le miro con atencin y planteo la pregunta hacia la que inexorablemente se diriga la conversacin. Ahora que ya lo sabes, vas a volver y decirle al gobierno que tiene razn? Sergei se inclino hacia delante para beber un sorbo de agua fresca y cuando termino volvi a sentarse, secndose la barbilla, estaba sonriendo. Cuando habis odo hablar de un gobierno que tenga razn? Hijo de perra! grit Matt a pleno pulmn. Susan se inclino y toco el brazo de Sergei. Matt hurg en su mochila y saco su grabadora, dos cintas y el diario de Kellicut. Los lanzo a lo lejos, hacia un barranco en el que desaparecieron silenciosamente. Por el engao! dijo. Larga vida al engao aadi Sergei. Eagleton los esperaba moviendo nerviosamente su silla de ruedas adelante y atrs en la choza de Quonset, la jaula que haba llegado a detestar. No haba dejado de moverse y de fumar un cigarrillo tras otro desde el momento en que recibi la llamada de Sodder desde el helicptero, poco despus de que el nuevo comandante del equipo los encontr a los tres bajando por el sendero a varios kilmetros del campamento de Kellicut. Tres? Se refiere a los doctores Arnot, Mattison y Van? Van no. Es otra persona. Un ruso. Un ruso? Imposible. Eagleton no poda seguir interrogndole sin que los dems escucharan las respuestas. Solo poda esperar. Tenia ganas de tomarse una copa. Maldicin, hacia siglos que no beba. La vibracin del helicptero se oy tres minutos antes del ensordecedor ruido que anuncio su descenso hasta posarse sobre un promontorio rocoso prximo al campamento. Miro por la ventana, echndose hacia atrs y apoyndose en la pared para ver con un ojo de modo que nadie le viera a el. Haba un extrao de cabello oscuro largo, zancada gil y rasgos eslavos. Eagleton se traslado a su escritorio y adopto una falsa compostura. Ni siquiera llamaron a la puerta. Primero entro Sodder y despus la mujer, seguida de Mattison y del extrao. Parecan flacos y extenuados. No se estrecharon la mano y Eagleton se esforz por encontrar el tono de voz adecuado: preocupado, no imperioso. Estbamos muy intranquilos. Han estado mucho tiempo sin establecer contacto. Cuntenmelo todo. Que ha ocurrido? Matt inspiro profundamente.

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Fue un desastre. Primero nos sorprendi una tormenta de nieve, despus se produjo un alud. Encontramos el cadver de Kellicut. Van tambin muri aplastado por un peasco rodante. No pudimos hacer nada por ayudarle. Tenemos suerte de haber salido con vida. Eagleton quera preguntar por los neandertales, pero en su lugar sealo a Sergei. Y quien es este? Sergei Ilyich Konyanov. Sergei dio un paso al frente y le tendi la mano. Eagleton se la estrech con renuencia y retrocedi. Ruso. Y que lo diga. Eagleton se volvi hacia Matt. No lo entiendo. Le encontramos vagando por all arriba. Al parecer los rusos haban organizado su propia expedicin. Todos murieron excepto el. Estamos agotados dijo Susan. Le importa si nos sentamos? Tambin nos vendra bien un poco de comidaaadi Matt. Desconcertado, Eagleton indico a Sodder que pidiera comida y trajera sillas, pero a Sodder le haba picado la curiosidad y era reacio a marcharse. Finalmente Matt, Susan y Sergei dijeron que estaban demasiado cansados para responder a mas preguntas en aquel momento y necesitaban recuperarse. La actitud amable fingida de Eagleton le obligo a ceder y disimular su rabia. Hizo una ultima tentativa, rodeando el escritorio en su silla de ruedas y sujetando a Matt por el brazo. De verdad quiere hacerme creer que han estado vagando con una temperatura bajo cero en medio de una cellisca durante semanas seguidas y han conseguido sobrevivir sin ninguna ayuda? Tuvimos suerte. Encontramos una cueva donde esperamos a que amainara la tormenta. Despus encontramos un valle mas templado, pero fue muy duro. Y no han visto ninguna huella de los neandertales? Yo no he dicho eso. Eagleton se enderezo en su silla. Le hemos trado esto dijo Matt metiendo la mano en su bolsillo y sacando una pequea esquirla de mandbula. Un borde era liso, en el punto donde haba roto la pieza presentaba un agujero para ensartarla en un collar. Tal vez quiera datarlo. En el avin Matt pidi champaa inmediatamente. La azafata, a quien Susan pareca caerle bien,

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les dio una botella adicional a cada uno, de modo que cuando llegaron a los nueve mil metros de altura ya estaban un poco achispados. Por cierto dijo Susan. No pensaba decirlo, pero me estas incitando a que te diga que yo tenia razn, sabes? Sobre que? pregunt Matt, aunque ya lo sabia. Fue la guerra y no el sexo lo que acabo con ellos. Con quien? No te hagas el tonto. Ah, esos. Ya me haba olvidado de ellos. No me extraara. De acuerdo. Supongamos solo por un instante que quiz fuera concebible que no estuvieras completamente equivocada. Pero de que te servira? A quien se lo contaras? Susan frunci el entrecejo. Es un problema, lo se. Tambin he estado pensando en eso. De todos los habitantes del mundo solo hay uno que sabe que tengo razn y eres tu. No puedo soportar esa idea. Yo tampoco puedo contarlo. Estas atrapada. O te quedas conmigo y me lo recuerdas constantemente o recurres a las conferencias a larga distancia cada vez que ests deprimida. Eso supondra muchas llamadas. A eso iba asinti Matt mientras beba otro trago. Ahora en serio. Que vas a hacer? No estoy segura. Se me haba ocurrido ir a frica oriental, a la garganta de Olduvai. No hablaras en serio! All es precisamente a donde iba yo. Quizs al lago Turkana, en el norte de Kenia. Estoy entusiasmado por los recientes hallazgos de la zona. El bipedismo que presentan sita a nuestros ancestros humanos en un pasado aun mas remoto. Pero tu por que quieres ir? Que huesos buscaras? En realidad pensaba en algo mas en la lnea de la biologa molecular. A Matt le cambio la expresin. Susan, no. El ADN no. No iras a convertirte en una de esas personas que van por ah reuniendo placentas para demostrar que todos procedemos de un antepasado comn llamado Eva. Es el camino del futuro, Matt. Esto es verdadera ciencia cuantificable y verificable y no todas esas conjeturas sobre la antigedad de un hueso, el geoestrato en el que fue hallado y todo lo dems. Estas chiflada. No puedes creer que tu, yo y el resto del mundo procedamos de una bosquimano que vivi en frica hace solo doscientos mil aos. Puede haber algn desfase en los clculos. Quiz fuera un poco antes.

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Susan. Matt levant la voz. La datacin gentica pone en entredicho toda mi teora de que abandonamos frica hace mas de un milln de aos. Vas a atacar todo lo que yo defiendo. Tmatelo con calma, Matt. Yo no he dicho eso. Tal vez no lo ataque directamente. Solo creo que cometes un pequeo error de digamos unos seiscientos mil aos. Seiscientos mil aos! Eso lo dinamita todo. Matt, baja la voz. La gente empieza a mirarnos. Serias capaz? Bueno, tal vez te conceda una oportunidad de disuadirme. Cuando he conseguido disuadirte de algo? dijo Matt suspirando mientras la rodeaba con sus brazos. Siempre hay una primera vez respondi ella arrimndose a el y bebiendo otro sorbo. En el exterior, a travs de la ventanilla de plstico, vieron como el techo del mundo retroceda, irregulares penachos blancos y negros que parecan morados a la luz del sol y se suavizaban con la distancia.

Titulo de la edicin original: Neanderthal Traduccin del ingles: Ana Juando, cedida por Editorial Planeta, S. A.

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