Abuso Sexual Infantil Las Secuelas en Adultos

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ABUSO SEXUAL INFANTIL; LAS SECUELAS EN ADULTOS CLAUDIA RUBINS PSIQUIATRA FORENSE ARGENTINA Fundamentalmente, agradezco a los cientos

de pacientes que me ayudaron, primero a preguntarme acerca de estas cosas, y luego, a dejarse preguntar para poder comenzar un camino de comprensin de estas dolorosas experiencias de sus vidas. Con muchos de ellos hemos ledo este material, que deseo compartir con otros, teniendo claro que sus angustias fueron mi punto de partida. Tampoco puedo olvidar a mis colegas, compaeros de trabajo y otros interlocutores cientficos con quienes hemos debatido e intercambiado apasionadamente respecto de esta temtica, ni a mis seres queridos (mis hijos, mi marido, mis padres) quienes, con mucha paciencia, me acompaan en este camino de estudiar e investigar. .. nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. SINCERAMENTE TUYO. Joan Manuel Serrat. Los orgenes Veintitrs aos de profesin, con actividad clnica y trece como perito judicial han despertado mi inters por este tema. En un extremo, encuentro las/os adultos que sufren secuelas de AS, en el otro, las nias y nios abusados, todos trasmitiendo en carne viva sus dolorosas vivencias. En este momento de mi praxis estoy convencida que, la posibilidad de identificar los trastornos secuelares del ASI requieren de experiencia y entrenamiento especficos, tanto que los adultos vctimas de estas experiencias, excepcionalmente las traen como motivo de consulta y la informacin aparece espontneamente slo despus de aos de tratamiento. Es por ello que considero que este aporte puede resultar til a los colegas jvenes, o a quienes inician la prctica de psicoterapia. Guardo registros de muchos pacientes que en estos aos pasaron por mi consultorio, que conoc en situaciones de interconsulta o en la internacin concluyendo que SIEMPRE las secuelas de este tipo de experiencias son muy graves, afectan diversas reas de la vida cotidiana e implican diferentes discapacidades. Puedo recoger una estadstica de los ltimos dieciocho aos, en un total de 889 pacientes, entre los que se cuentan quienes concurrieron a la consulta externa y con los que inici el contacto durante una entrevista solicitada, en interconsulta pedida por un colega de otra especialidad, o en situaciones de evaluacin con finalidad laboral o de algn trmite oficial. No puedo inclur los pacientes atendidos los primeros cuatro aos de mi praxis dado que el material clnico pertenece a las instituciones hospitalarias en las que particip. La que menciono es una estadstica con ciertas particularidades, ya que toda la poblacin es de personas que pudieron consultar en el mbito privado, si bien en los inicios de la misma (1985) casi todas las personas contaban con obra social , y yo tomaba pacientes de todas ellas. Esta aclaracin remite a uno de los sesgos que tiene la muestra, que incluye sujetos que estaban trabajando (o estaban a cargo de algn miembro de su familia incluido en el mercado laboral), pertenecientes a distintos grupos sociales, incluyendo clase media, media-alta y trabajadora. Otro de los sesgos es que todas las personas haban consultado o sido derivadas por padecimientos psquicos, no se trata de la poblacin general. An as, a m misma me caus enorme sorpresa la gravedad de los diagnsticos. Por otro lado, y en este caso remitiendo a la poblacin general, entre las nias y nios vctimas de abuso sexual, es muy frecuente entrevistar madres/padres que lo fueron en su infancia, y que excepcionalmente se trata de sujetos asintomticos. Destaco que el evento de la revelacin de los sucesos abusivos en psicoterapia, como una constante, slo excepcionalmente fueron el motivo de consulta en esas personas que han consultado.

En general, slo pudieron ser verbalizados luego de transcurrido largo tiempo de tratamiento, en condiciones de mucha confianza de parte del paciente, y en algunas oportunidades relacionados con alguna situacin actual que resultaba evocadora y por lo tanto, traumtica- de aquello acontecido en la infancia. Me pregunto cuntas consultas o tratamientos habrn finalizado sin que ni yo advirtiera ,ni mi paciente sintiera el resguardo y cuidado suficientes para expresar estas vivencias. En este momento de mi prctica, con la experiencia que brinda haber transitado ambos extremos de la problemtica, muchas veces puedo inferir que la misma est presente y favorecer la aparicin del relato que en todos los casos resultar aliviador y permitir abrir las puertas para trabajar las temticas relativas a las reas daadas de sus vidas. De ese conjunto de 889 pacientes, 55 revelaron historias de abuso sexual infantil (6,18%), slo seis eran hombres. Las edades oscilaban entre 22 y 67 aos, con la mayor parte del grupo entre los 30 y 50 aos. En ninguno de los casos, la patologa presentada era leve. En los hombres, siempre hall patologas severas y deteriorantes (esquizofrenia, graves enfermedades psicosomticas, trastornos en la identidad sexual, etc). Las pacientes presentaban tambin graves cuadros, desde trastornos psicticos (casi el 50 %) hasta trastornos de personalidad, alimentarios , distimia y severas enfermedades psicosomticas. Destaco las graves perturbaciones relativas a la autoestima, que interfiere profundamente en la vida cotidiana en todas las reas pero fundamentalmente en las relaciones interpersonales y la vida sexual. Sin intenciones de describir un sindrome, ni un cuadro especfico y excluyente de otros cuadros clnicos, iniciar una descripcin de una cantidad de sntomas que he encontrado en las personas adultas que presentan antecedentes de abuso sexual infantil. En la bibliografa especializada, se homologan las situaciones de abuso y los efectos traumticos inmediatos sobre el psiquismo infantil a los cuadros de stress post traumtico. Coincido plenamente con los conceptos del Dr Norberto Garrote, reconocido especialista en el tema, psiquiatra infantil, respecto de que se trata de fenmenos de stress que, a diferencia de otros, se prolongan en el tiempo y favorecen la aparicin de mecanismos defensivos que le darn curso crnico a la patologa. La familia Respecto de la constelacin familiar, resulta perturbador y confusionante la desorganizacin que esta situacin produce en la configuracin edpica, el camino de las identificaciones y la internalizacin de pautas sociales que fracturan la Ley Social y la prohibicin del incesto. Si tenemos en cuenta que el abusador casi siempre (alrededor del 95% de los casos) es un integrante del grupo familiar ms prximo, en la mayora de los casos padre, abuelo, to, padrastro, hermano de estas personas, resulta que para la vida de estos nios se ha violado el tab del incesto. Tanto por lo reciente de la posibilidad de denunciar estos hechos cuanto por lo celosamente guardados de los secretos familiares, los adultos que concurren a la consulta han convivido con el abusador, quien acompa su infancia y/o adolescencia en un rol de poder y toma de decisiones; impregnando las percepciones de estos sujetos en formacin de imgenes distorsionadas acerca de la autoridad, los cuidados y graves confusiones relativas a la interpretacin del afecto. Su capital cognitivo incluye severas ambiguedades, distorsiones, confusiones y percepciones ambivalentes al punto de que su capacidad para la construccin de relaciones integradas resulta casi sin excepcin distorsionada, atravesando estas experiencias traumticas todos los aspectos de la identidad. Los factores de resiliencia que parecen intervenir en la constitucin de un psiquismo menos daado que otro, se relacionan con: - El cuidado y proteccin que han recibido de otros adultos. - La posibilidad de haber develado los hechos y ser protegidos del agresor. - De haber expresado lo que aconteca, ser credos (no desmentidos) - Los recursos de contencin existentes en la familia ampliada. - Lo constitucional (series complementarias)

Cuando Rene Kaes desarrolla los conceptos de pacto denegativo u otros autores franceses sobre lo negativo; es justamente lo que no ha sucedido en las familias de estas personas. Luego debern ingresar al mundo social, en el que les sern solicitados el respeto y preservacin de la Ley, la que fue subvertida en su propia infancia y respecto de la que desconocen ciertos funcionamientos. Y ocurrir que algunos podrn tomar de la cultura lo que no fue ofrecido por su grupo primario; habr quienes repetirn estos modelos (los menos); habr quienes necesiten alguna forma de fuga de esta realidad normativa, o descubran mecanismos que les provean de realidades alternativas. Los sentimientos de vaco Las vivencias de vaco, torturantes y de difcil comprensin para el propio paciente, merecen especial atencin de parte del clnico: .por qu siento como un agujero dentro mo?.por qu a veces mi vida parece en blanco?. (textual). Desde la semiologa, se presentan como experiencias melanclicas, aunque pueden distinguirse de stas por un gran sentimiento de culpa que las acompaa. No parecen producidas por la vuelta del Supery sobre el Yo (Duelo y melancola. S Freud), sino que se trata de un tipo de vivencia que los pacientes relatan como arcaico, antiguo, proveniente de la infancia y relacionado con un dejarse estar no ser que, muchas veces, finalmente enlazan con el dejarse estar disociado de la vivencia abusiva: ...era como que yo me iba de mi cuerpo, lo dejaba vaco y se vaco es como el que siento ahora. (textual). Estos sentimientos crnicos de vaco son los que, muchas veces, conducen a los intentos de suicidio en otras etapas de la vida. Los sntomas disociativos Tanto los mecanismos disociativos como los de escicin han contribudo a la supervivencia de estos sujetos durante la infancia. Freud utiliza el trmino escicin del yo para aludir a un fenmeno muy particular que advirti especialmente en el fetichismo y las psicosis: la coexistencia, dentro del yo, de dos actitudes psquicas respecto de la realidad exterior, en cuanto esta contrara una exigencia pulsional : una de ellas tiene en cuenta la realidad, la otra reniega de la realidad en juego y la sustituye por una produccin del deseo. Estas dos actitudes coexisten sin influrse recprocamente. En cuanto al concepto de escicin del objeto, de origen kleiniano, la autora lo describe como la defensa ms primitiva contra la angustia: el objeto al que tienden las pulsiones erticas es escindido en un objeto bueno y un objeto malo que entonces seguirn destinos relativamente independientes dentro del juego de proyecciones e introyecciones. Este mecanismo interviene especialmente en la posicin esquizoparanoide, en la que afecta objetos parciales, y vuelve a encontrarse en la posicin depresiva, afectando al objeto total.(Diccionario de Psicoanlisis. Jean Laplanche). La disociacin consiste en separar dos ideas entre s o una idea y el afecto concomitante para evitar as la angustia que pueden generar. As define la Dra La Ricn al otro mecanismo defensivo que se encuentra en la base de graves trastornos secuelares de este tipo de experiencias. Podra aventurarse que, segn el estado evolutivo, las caractersticas del nio/a y el impacto en su psiquismo de las vivencias abusivas, se instalar uno u otro de estos mecanismos de manera privilegiada, pudiendo observarse el inicio de este proceso ya en la infancia. tengo que abrir los ojos para darme cuenta bien con quin estoy me parece que me pasan de nuevo esas cosas cuenta angustiada una seora de ms de sesenta aos, haciendo referencia a momentos de la intimidad con su marido no puedo creer que esto me siga molestando despus de tantos aos. Los mecanismos disociativos, utilizados con privilegio en la infancia, llegan para quedarse e irrumpir en el psiquismo en diferentes mbitos de la vida. es como tener divididos los pensamientos..y cuando te descuids, se te mezclan y aparece lo que no quers acordarte. Aparecen en la sexualidad, como ideacin fbica u obsesiva, como sntomas conversivos, etc. Cuando una/un paciente consigue ir armando su rompecabezas, conectndose con las vivencias de aniquilacin y desvalimiento de entonces, esta modalidad defensiva adquiere proporciones menos nocivas para su calidad de vida.

Los recuerdos, escindidos en alguna parte de la memoria, son recobrados, dndole sentido a conductas, sensaciones, percepciones y aliviando al menos en parte el peso de los sntomas y el secreto. La vida sexual Las mximas populares de nio violado, futuro violador an no han podido ser confirmadas. Ms all de la incidencia en victimarios de abuso- de historias de AS en su infancia, la secuela ms frecuente en la vida sexual de adultos que fueron vctimas de abuso son las disfunciones sexuales, desde anhedonia hasta frigidez e impotencia. Asimismo, resulta un dato redundante en las/os vctimas de abuso en la infancia, que sus propios hijos/as resulten agredidos. Nuestro postulado a confirmar- es que, este mecanismo disociativo instrumentado desde la infancia- es el que favorece la existencia de un escotoma que no deja ver los riesgos que corren al respecto los propios hijos. Por otra parte, del desarrollo anterior se desprende que, en muchas ocasiones, la eleccin de pareja ha includo, de manera inconciente, una persona con caractersticas perversas, que provocar dao a sus nios/as. La patologa En las variadas formas de presentacin, las patologas secuelares de ASI que ms he tenido oportunidad de observar en la clnica, son los trastornos psicticos y de personalidad. En un total de 889 casos, 55 de los cuales refirieron historias de ASI, resultara el %. Respecto de la distribucin por sexo: 49 mujeres, 6 hombres. En cuanto a la patologa: trastornos psicticos en 20 pacientes, trastornos de personalidad en 14, trastornos alimentarios en 7, distimia en 8, trastornos disociativos en 3 y graves enfermedades psicosomticas en otros 3. Clasificada la patologa segn criterios del DSM lV, puedo mencionar: 1- Trastornos psicticos: 20 casos, de los cuales: esquizofrenia: 10 casos. trast bipolar: 2 casos. trast depresivo mayor: 8 casos. 2- Trastornos de personalidad: 14 casos, de los cuales: trast. lmite: 5 casos. trast. histrico: 5 casos. trast. paranoide: 2casos. otros: 2 casos. 3- Trastornos alimentarios: 7 casos. 4- Distimia: 8 casos. 5- Trastorno disociativo: 3 casos. 6- Enfermedades psicosomticas graves: 3 casos (todas en aparato digestivo). ** Trastornos asociados (en casi la totalidad de los casos) : 41 pacientes Trast. en la identidad sexual; 4 casos. Disfunciones sexuales: 21 casos. Abuso de sustancias: 2 casos. Trast. disociativos: 20 casos. Esquizofrenia, trastorno bipolar, trastornos de personalidad, del estado de nimo y graves enfermedades psicosomticas (de hecho, a algunos de los pacientes los conoc en interconsulta, internados por graves afecciones orgnicas digestivas). Perturbaciones menos especficas incluyen: alteraciones en la vida sexual (desde anhedonia a promiscuidad y prostitucin) y presentaciones polimorfas, al modo de neurosis que, fundamentalmente, se relacionan con problemticas de la autoestima, identidad autoimagen. Aparecen como si fueran trastornos alimentarios, crisis de pnico, fobias, ideaci n pseudoobsesiva o histeriforme y abuso de sustancias.

Pese a que se menciona esta etiologa para los casos (tan cinematogrficos) de personalidades mltiples, no he tenido ocasin de tomar contacto con una consulta por tal cuestin.

Los vnculos Merecen especial atencin las construcciones vinculares que estas personas desarrollan en la vida cotidiana. De las estadsticas surge que las situaciones de abuso sexual infantil ocurren, casi en el 95% de los casos , dentro del grupo familiar, y el agresor es un adulto con el que el/la nio/a mantiene relaciones afectivas de trascendencia, con continuidad, y que es alguien reconocido en el marco de su grupo de pertenencia (padre, abuelo, to, padrastro, hermano) .Y estn mencionados en gnero masculino porque estadsticamente pertenecen al mismo, siendo menos frecuentes las madres, abuelas u otras mujeres cuidadoras. La modalidad de abuso fsico y emocional que es casi exclusividad del gnero femenino es el Sme de Munchaussen por poderes. Si nos remitimos a los orgenes, mientras estn sucediendo las experiencias de AS, los nios estn expuestos a una vinculacin altamente nociva con el agresor; generalmente, el adulto garante de sus cuidados , o de quien se espera la proteccin, es quien abusa de la confianza y la intimidad de la criatura, a travs de mecanismos que implican abuso de poder. En el trnsito por estas situaciones, mientras ocurren las vivencias abusivas, los nios se encuentran atrapados en una compleja trama relacional que incluye el secreto, la seduccin y la preferencia en el estrato filial de pertenencia. Simultneamente ocurren experiencias de dao y dolor fsico, conexin temprana con percepciones cenestsicas propias de otras etapas de la vida, conocimientos y vivencias que suceden en un momento en que el psiquismo infantil no puede procesar elaborativamente, y que se transitan al estilo de stress post traumtico, claro que sta es una exposicin al stress continuada, reiterada y sin contencin. De all, la necesidad de sostenerse a traves de mecanismos disociativos, a menos que irrumpa ya la psicosis. La telaraa relacional determinar, en el futuro, complicadas experiencias vinculares: desde el mayor nivel de desconfianza, instalado en todas las relaciones ; hasta la confusin y extrema dependencia. La desconfianza respondera al nadie puede cuidarme; la confusin , al en este vnculo, quin soy yo y quin es el otro?, la dependencia a el otro decide, y as muchas otras posibilidades, en que permanentemente detrs de esta escena hay otra que desliza la duda, el temor, la sujecin, la culpa, y tantos matices como sujetos han transitado tan masivas experiencias. Incluso resulta frecuente observar el trnsito de una modalidad a otra, como momentos vinculares , en la bsqueda de verdadera compaa.

Y por alguna razn, en algn momento de la vida, ya sea en la conformacin de la pareja, con el nacimiento de los hijos o en la vejez, las vivencias abusivas se actualizan, pudiendo muchos pacientes revelar estas experiencias por primera vez en su vida. La confianza en el otro, la apertura o la continuidad de una relacin en el tiempo que no incluya niveles importantes de sometimiento, son experiencias vinculares muy deseadas pero escasamente posibles de concretar para estas personas. El dolor emocional, reactualizado en cada vnculo cada vez que las personas amadas muestran conductas asociadas a aquellas otras, impiden desplegar su potencial afectivo y de crecimiento relacional. Los mecanismos disociativos, tan necesarios defensivamente para preservarse de la locura mientras el abuso est ocurriendo, conspiran contra el establecimiento de vnculos integrados, capaces de albergar lo mejor y lo peor del otro. Son muy frecuentes las relaciones todo/nada, en las que de la perfeccin absoluta, el otro se convierte en deleznable, con el agravante de que es muy difcil recurrir a mecanismos reparatorios en estas relaciones: cuando existe conexin con lo menos admirado, la ruptura casi siempre es irreversible. Es muy distinto el pronstico vincular de quienes, por ejemplo, fueron auxiliados y amparados por otro adulto del entorno familiar (generalmente, la madre) al momento de explicitar el abuso. Ser credo, reconocido en el sufrimiento y tener posibilidades de recibir cuidado augura un mayor grado de confianza en los otros. A modo de cierre (PARA SEGUIR PENSANDO) En 1981, J.M Masson fue destitudo de su cargo de director de proyectos de los Archivos de Sigmund Freud poco despus de haber sugerido en una conferencia pronunciada en New Haven que la teora clave que Freud haba elaborado en 1895 y luego repudiado la llamada teora de la seduccin poda haber sido, en definitiva, vlida. (El asalto a la verdad. Comentario). Mi reflexin es que a Masson le cost su cargo, y a miles de nias y nios , hasta la actualidad, les ha costado el descreimiento y la continuidad del sufrimiento Esto es as al punto que an hoy, ante una denuncia de abuso sexual infantil, sobre lo que ms insisten los jueces es acerca de la capacidad de fabulacin de los nios y si su relato es veraz. Desde un supuesto que establece que los nios mienten, tienen fantasas sexuales con sus padres (resultando difcil para muchos operadores, que funcionan desde este supuesto, separar los detalles entre la fantasa y las verdaderas experiencias de una sexualidad inadecuada, invasiva y violatoria), pueden ser utilizados para expresar lo que otros les meten en la cabeza, en realidad se coloca a los nios en un camino sin salida cuando nuestra experiencia es que lo s relatos no fidedignos son menos del 10% y de ese 10% la mitad no refiere datos falsos acerca del abuso, sino del abusador (es decir, que el abuso existi, y el nio no puede develar por temor, amenazas , etc la identidad del mismo.) Con lo que casi el 95% de los relatos de ASI resultan veraces. Seguramente, si se establecieran comparaciones, los adultos mienten ms, son menos fiables en general ante cualquier interlocutor, no slo ante la justicia y rara vez se especula tanto respecto de los beneficios secundarios como con las/os nias/os tal vez porque incluso la legislacin como sus representantes, los jueces continan imbudos de esta ideologa , que largamente excede a Freud y su teora de la seduccin .Sera demasiado lineal atribur a esta cuestin exclusivamente los ocultamientos y cegueras de aos pero s podemos pensar cuntas veces que un nio cont en terapia estos sucesos pudo haber sido interpretado en el marco de fantasas edpicasY cuntas veces que cont en la escuela esta inform acin no fue resguardada, y cuntas veces En fin, que tantas veces resultan en tantas personas daadas por estas dolorosas historias de vida.

La finalidad de trasmitir estas reflexiones es alertar a los colegas acerca de modos de presentacin que, en ocasiones, enmascaran procesos muy graves que el terapeuta puede profundizar si no posee, al menos, el presente como diagnstico diferencial. Con el agravante de que ese consultante, reeditar, nuevamente, los sucesos de violentacin, descreimiento y descuido que ha sufrido en la infancia. Se debe estar especialmente alerta en los cuadros en que se presenten sntomas disociativos (en un todo de acuerdo con Freud y el relato de sus histricas, si bien podramos revisar las entidades diagnsticas a la luz de la nosografa actual), ya que este tipo de mecanismo defensivo es muy frecuente. Por otra parte, como testigo de cientos de nios que han revelado estas historias, como acompaante a veces de su testimonio cruento y desgarrado, creo necesario insistir en las severas secuelas, que comienzan a ser an ms graves cuando arremete el descreimiento. Por estas pocas, desgraciadamente, contra la mnima voz de los nios lastimados, se levanta una voz poderosa (la de los portavoces del backlash) abonando todos los mitos respecto del ASI: que los psiclogos mienten, que los nios mienten, que las madres denunciantes mienten mientras, en la intimidad de los consultorios, los terapeutas escuchamos, de boca de aquellos nios de ayer, las historias que los traen hoy por sus discapacidades en la vida. Por todo lo expresado es que este aporte pretende acercar algunas experiencias que la clnica me ha brindado, con la intencin de sumar intercambios a los fines de prevenir en nuestras intervenciones los lesivos efectos de la negacin y el descreimiento, ya que muchas veces en rigor de verdad, la mayora de las veces es en un mbito teraputico (en un extremo u otro de la vida) que podemos escuchar estas historias y si no afinamos la escucha, es posible que, slo con eso, estemos haciendo dao. Bibliografa - El asalto a la verdad. La renuncia de Freud a la teora de la seduccin. Jeffrey Moussaieff Masson. Edit Seix Barral.1983. - Nios maltratados. Diagnstico y terapia familiar. Paids Terapia familiar,1991. - La pareja. Encuentros, desencuentros, reencuentros. Janine Puget (compilacin y prlogo). Paids, Psicologa profunda.1996. - Trastorno por estrs post traumtico: sus manifestaciones en el abuso sexual infantil. Dr Norberto Garrote. Congreso Interpsiquis 2003. -Tringulos relacionales. Philip Guerin y otros. Amorrortu editores.2000. - Problemas del campo de la salud mental. La Ricn y otros. Paids.1995. - Abuso sexual de nios. Danya Glaser y Stephen Frosh.Paids.1997. - Pobreza, institucin, familia. Salvador Minuchin, Patricia Minuchin, Jorge Colapinto. Amorrortu.2000. - Maltrato y violencia infantojuvenil.Aspectos jurdicos, peditricos, psicolgicos y sociales. Varios autores(Fugaretta, Ricn, Romano, etc,)Nuevo pensamiento Judicial Editora.1998. - Diccionario de psicoanlisis. Jean Laplanche. Jean Bertrand Pontalis. Editorial Labor. 1981. - Abuso sexual infantil en las mejores familias. Irene V. Intebi. Granica editores.1998. - La pareja y sus anudamientos. Daniel Asiner y otros. Janine Puget compiladora. Lugar Editorial.2001. - Sexo, amor y violencia. Estrategias de transformacin. Cloe Madanes. Paids terapia familiar. 1993. - Conductas sexuales inadecuadas. Hctor F.Seg.Lumen Humanitas editorial. 1996. - El dolor invisible de la infancia. Jorge Barudy. Paids terapia familiar. 1998. - Violencia y abusos sexuales en la familia. Un abordaje sistmico y comunicacional. Reynaldo Perrone y martine Nannini, Paids Terapia Familiar. 1997. - Abuso sexual en la infancia: vctimas y agresores. Un enfoque clnico. Enrique Echebura y Cristina Guerricoechevarra. Ariel editorial . 2000. - Seminario taller sobre maltrato y abuso sexual infantil. Lic Diana Sanz. Dr Juan Pablo Viar. Ro Gallegos, junio 1996.

- Psicoanlisis de la pareja matrimonial. Janine Puget. Isidoro Berenstein.Paidos psicologa profunda.2001. -Trasmisin de la vida psquica entre generaciones. Rene Kaes y otros. Amorrortu editores,. 1996. - Lo negativo.Figuras y modalidades. A. Missenard y otros. Amorrortu editores.1991. - La vida emocional de la familia. Rodolfo Moguillansky, Guillermo Seguer. Lugar Editorial.1996. - Violencia y abuso sexual infantil. Lic Diana Sanz Dr Alejandro Molina. - Artculos varios y debates acerca de ASI y Backlash . Listas de Niez y Adolescencia, Infancia y psicopatologa. Aos 2002 y 2003. Garaventa. Autores: Dra Eva Giverti. Lic Isabel Monzn. Dra Virginia Berlinerblau. Dr Atilio Alvarez. Lic Carlos Eroles. Lic Alicia Ganduglia y otros participantes de la lista. - Debates e intercambios con mis compaeros del Gabinete Mdico Social y de Adopcin, desde 1990 a la fecha. - Intercambios y comentarios muy enriquecedores con las Dras Mara Alicia Favot, Juez de Familia de Cipolletti, Ro Negro y Claudia Guerra, Juez de Familia en Ro Gallegos, Santa Cruz. - Psiquiatra Forense, Sexologa, Praxis. Revista de la Asociacin Argentina de Psiquiatras, N 14, septiembre 2002.

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