Caracter y Erotismo Anal

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Sigmund Freud

EL CARCTER Y EL
EROTISMO ANAL












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la muerte de su autor (Ley 11.723 de Propiedad Intelectual). Sin embargo no todas las
leyes de Propiedad Intelectual son iguales en los diferentes pases del mundo.
Infrmese de la situacin de su pas antes de la distribucin pblica de este texto.

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Entre las personas a las que intentamos prestar ayuda por medio de los mtodos
psicoanalticos hallamos con bastante frecuencia un tipo que se distingue por la
coincidencia de ciertas cualidades de carcter y en el que atraen, adems, nuestra
atencin determinadas singularidades, una de cuyas funciones somticas y los rganos
en ella participantes hubieron de presentar durante la infancia. No puedo ya indicar con
exactitud cules fueron las ocasiones que me movieron a sospechar una relacin
orgnica entre aquellas cualidades del carcter y estas singularidades de ciertos rganos,
pero s puedo asegurar que en la emergencia de tal sospecha no particip prejuicio
alguno terico. Posteriormente, la acumulacin de impresiones anlogas ha robustecido
en m de tal modo la creencia en dicha relacin, que hoy me aventuro ya a comunicarla.
Las personas que me propongo describir atraen nuestra atencin por presentar
regularmente asociadas tres cualidades: son ordenados, econmicos y tenaces. Cada una
de estas palabras sintetiza, en realidad, un pequeo grupo de rasgos caractersticos
afines. La cualidad de ordenado comprende tanto la pulcritud individual como la
escrupulosidad en el cumplimiento de deberes corrientes y la garanta personal; lo
contrario de ordenado sera, en este sentido, descuidado o desordenado. La economa
puede aparecer intensificada hasta la avaricia, y la tenacidad convertirse en obstinacin,
enlazndose a ella fcilmente una tendencia a la clera e inclinaciones vengativas. Las
dos ltimas condiciones mencionadas, la economa y la tenacidad, aparecen ms
estrechamente enlazadas entre s que con la primera. Son tambin la parte ms constante
del complejo total. De todos modos me parece indudable que las tres se enlazan de algn
modo entre s.
Investigando la temprana infancia de estas personas averiguamos fcilmente que
necesitaron un plazo relativamente amplio para llegar a dominar la incontinencia alvi
infantil, y que todava en aos posteriores de su infancia tuvieron que lamentar algunos
fracasos aislados de esta funcin. Parecen haber pertenecido a aquellos nios de pecho
que se niegan a defecar en el orinal porque el acto de la defecacin les produce,
accesoriamente, un placer, pues confiesan que en aos algo posteriores les gustaba
retener la deposicin, y recuerdan, aunque refirindose por lo general a sus hermanos y
no a s propios, toda clase de manejos indecorosos con el producto de la deposicin. De
estos signos deducimos una franca acentuacin ergena de la zona anal en la
constitucin sexual congnita de tales personas. Pero como una vez pasada la infancia
no se descubre ya en ellas resto alguno de tales debilidades y singularidades, hemos de

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suponer que la zona anal ha perdido su significacin ertica en el curso de la evolucin,
y sospechamos que la constancia de aquella trada de cualidades observables en su
carcter puede ser relacionada con la desaparicin del erotismo anal.
S muy bien que nadie se aventura a aceptar la existencia de un estado de cosas
mientras el mismo le resulte incomprensible y no ofrece acceso alguno a una
explicacin. Pero algunas de las hiptesis desarrolladas por m en Tres ensayos sobre
una teora sexual pueden aproximarnos, por lo menos, a la comprensin de la parte
fundamental de nuestro tema. En el citado estudio intento mostrar que el instinto sexual
humano es algo muy complejo, que nace de las aportaciones de numerosos componentes
e instintos parciales. Los estmulos perifricos de ciertas partes del cuerpo (los genitales,
la boca, el ano, el extremo del conducto uretral), a las que damos el nombre de zonas
ergenas, rinden aportaciones esenciales a la excitacin sexual. Pero no todas las
magnitudes de excitacin procedentes de estas zonas reciben el mismo destino, ni lo
reciben tampoco igual en todos los perodos de la vida del individuo. En general, slo
una parte de ellas es aportada a la vida sexual. Otra parte es desviada de los fines
sexuales y orientada hacia otros fines distintos, proceso al que damos el nombre de
sublimacin. Hacia aquel perodo de la vida individual que designamos con el nombre
de perodo de latencia, o sea desde los cinco aos a las primeras manifestaciones de la
pubertad (hacia los once aos), son creados en la vida anmica, a costa, precisamente, de
estas excitaciones aportadas por las zonas ergenas, productos de reaccin o, por decirlo
as, anticuerpos, tales como el pudor, la repugnancia y la moral, que se oponen en
calidad de diques a la ulterior actividad de los instintos sexuales. Dado que el erotismo
anal pertenece a aquellos componentes del instinto que en el curso de la evolucin y en
el sentido de nuestra actual educacin cultural resultan inutilizables para fines sexuales
no parece muy aventurado reconocer en las cualidades que tan frecuentemente muestran
reunidos los individuos cuya infancia present una especial intensidad de este instinto
parcial -el orden, la economa y la tenacidad- los resultados ms directos y constantes de
la sublimacin del erotismo anal.
Tampoco a nosotros se nos ha hecho transparente la necesidad interior de esta
relacin, pero s podemos aducir algo que puede aproximarnos a su comprensin. La
pulcritud, el orden y la escrupulosidad hacen la impresin de ser productos de la
reaccin contra el inters hacia lo sucio, perturbador y no perteneciente a nuestro cuerpo
(Dirt is matter in the wrong place). La labor de relacionar la tenacidad con el inters por
la defecacin parece harto difcil; pero podemos recordar que ya el nio de pecho puede
conducirse segn su voluntad propia en lo que respecta a la defecacin, y que la

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educacin se sirve, en general, de la aplicacin de dolorosos estmulos sobre la regin
vecina a la zona ergena anal para doblegar la obstinacin del nio e inspirarle
docilidad. Como expresin del terco desafo se emplea an entre nuestras clases
populares una frase en la que el sujeto invita a su interlocutor a besarle el trasero, o sea,
en realidad, a una caricia que ha sucumbido a la represin. El gesto de volver la espalda
al adversario y mostrarle el trasero desnudo es tambin un acto de desafo y desprecio,
correspondiendo a aquella frase. En el Gtz von Berlichingen goethiano aparecen
exactamente empleados como expresin de desafo el gesto y la frase descritos.
Entre los complejos del amor al dinero y la defecacin, aparentemente tan
dispares, descubrimos, sin embargo, mltiples relaciones. Todo mdico que ha
practicado el psicoanlisis sabe que por medio de esta correlacin se logra la
desaparicin del ms rebelde estreimiento, habitual de los enfermos nerviosos. El
asombro que esto puede provocar quedar mitigado al recordar que dicha funcin se
demostr tambin anlogamente dcil al influjo de la sugestin hipntica. Pero en el
psicoanlisis no alcanzamos este resultado ms que tocando el complejo crematstico de
los pacientes y atrayndolo, con todas sus relaciones, a la conciencia de los mismos.
Realmente en todos aquellos casos en los que dominan o perduran las formas arcaicas
del pensamiento, en las civilizaciones antiguas, los mitos, las fbulas, la supersticin, el
pensamiento inconsciente, el sueo y la neurosis, aparece el dinero estrechamente
relacionado con la inmundicia. El oro que el diablo regala a sus protegidos se transforma
luego en estircol. Y el diablo no es, ciertamente, sino la personificacin de la vida
instintiva reprimida e inconsciente. La supersticin que relaciona el descubrimiento de
tesoros ocultos con la defecacin, y la figura folklrica del cagaducados, son
generalmente conocidas. Ya en las antiguas leyendas babilnicas es el oro el estircol
del infierno: Mammon =ilu mamman. As, pues, cuando la neurosis sigue los usos del
lenguaje, lo hace tomando las palabras en su sentido primitivo, rico en significaciones, y
cuando parece representar plsticamente una palabra, restablece regularmente slo su
antiguo sentido.
Es muy posible que la anttesis entre lo ms valioso que el hombre ha conocido y
lo ms despreciable, la escoria que arroja de s, sea lo que haya conducido a esta
identificacin del oro con la inmundicia.
En el pensamiento de la neurosis coadyuva an quiz a tal identificacin otra
circunstancia. Como ya sabemos, el inters primitivamente ertico, dedicado a la
defecacin, se halla destinado a desaparecer en aos ulteriores. En estos aos surge
como nuevo inters, inexistente en la infancia, el inspirado por el dinero, y esta

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circunstancia facilita el que la tendencia anterior, a punto de perder su fin, se transfiera
al nuevo fin emergente.
Si las relaciones aqu afirmadas entre el erotismo anal y la indicada trada de
condiciones de carcter poseen alguna base real, no esperamos hallar una especial
acentuacin del carcter anal en aquellos adultos en los que perdura el carcter
ergeno de la zona anal; por ejemplo, en determinados homosexuales. Si no me
equivoco mucho, las observaciones hasta ahora realizadas no contradicen esta
conclusin.
Ante los resultados expuestos habremos de reflexionar si tambin otros complejos
del carcter dejarn transparentar su derivacin de las excitaciones de determinadas
zonas ergenas. Hasta el da, slo he podido reconocer la ardiente ambicin de los
individuos que en su infancia padecieron de enuresis. De todos modos, podemos
establecer para la constitucin definitiva del carcter, producto de los instintos parciales,
la siguiente frmula: los rasgos permanentes del carcter son continuaciones invariadas
de los instintos primitivos, sublimaciones de los mismos o reacciones contra ellos.

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