GEOGRAFIA II (Sintesis)

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GEOGRAFIA II: Americana y Argentina

INDICE:

• Espacio geográfico
• Espacio social
• Espacio regional
• Espacio urbano
• Espacio rural
• Ambiente
• Recursos naturales
• “Guerras por los recursos” (Klare)
• “Geografía económica” (Claval)
• “La sociedad global” (Ianni)
• “Ésta, nuestra única tierra” (Brailovsky)
• Milton Santos
• Raquel Gurevich
• Historia de la Geografía:
• La geografía antigua: Grecia y Roma
• La geografía en la Edad Media
• La geografía en los siglos XV al XVIII
• Los antecedentes de la geografía moderna
• Los padres de la Geografía
• La institucionalización de la geografía
• El proyecto de una geografía científica: Geografía
física y Antropogeografía
• La geografía clásica: regiones y paisajes

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Espacio geográfico

Es un concepto utilizado por la ciencia geográfica para definir el espacio organizado


por la sociedad. Es el espacio en el que se desenvuelven los grupos humanos en su
interrelación con el medio ambiente, por consiguiente es una construcción social, que se
estudia como concepto geográfico de paisaje en sus distintas manifestaciones (paisaje
natural, paisaje humanizado, paisaje agrario, paisaje industrial, paisaje urbano, etc.). Desde
un punto de vista histórico, el espacio geográfico es acumulativo, en tanto posee las huellas
de las diferentes sociedades que lo organizaron en el proceso histórico.
El espacio geográfico posee diferentes escalas para su análisis, desde lo global, el
espacio mundo, hasta lo local, el espacio de las identidades.
Aquellas porciones del espacio geográfico que se encuentran bajo un orden
administrativo llevan el nombre de territorio, conformado por municipios, y distintas unidades
superiores, que pueden tener validez naturales, históricas o administrativas, como las
comarcas, las provincias y las regiones (cuya difícil definición no impide que la geografía
regional sea la base tradicional del trabajo geográfico); las entidades superiores (naciones o
estados) suelen ser demasiado grandes para poseer uniformidad desde un punto de vista
geográfico de la geografía física, pero aun así son la principal escala de la organización los
estudios académicos y de divulgación. Las entidades supranacionales (continentes), y el
conjunto de las tierras emergidas y los océanos, serían la escala anterior a la consideración
de una geografía planetaria.
El análisis geográfico del espacio geográfico puede desarrollarse desde distintas
perspectivas; desde la teoría de la localización; desde la temporal (geografía histórica);
desde las tecnologías; desde los conjuntos espaciales; desde la configuración de las redes y
los movimientos, o a partir de la dualidad entre espacios urbanos y espacios rurales. En la
actualidad, el análisis del espacio geográfico presenta ante la globalización de la sociedad
una interesante dicotomía. Por un lado el espacio mundial, caracterizado por redes y flujos
globales y por otro el espacio de los lugares, espacio de las regiones, de las ciudades y de
las identidades. Así, el espacio geográfico se observa entre lo global y lo local. El espacio
debe ser entendido como una instancia, un hecho social, así como historia y estructura.

Espacio social

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Actualmente, existe un amplio consenso en considerar que el espacio geográfico, o si
se quiere, el espacio objeto de la geografía, es un espacio social. Es un producto de la
acción humana, de aquí que no sea un objeto dado ni preexistente a la misma, sino que se
produce socialmente y, como tal, también históricamente.
El espacio como producto social es un objeto complejo y polifacético: es lo que
materialmente la sociedad crea y recrea, con una entidad física definida; es una
representación social y es un proyecto, en el que operan individuos, grupos sociales,
instituciones, relaciones sociales, con sus propias representaciones y proyectos. El espacio
se nos ofrece, además, a través de un discurso socialmente construido, que mediatiza al
tiempo que vehicula nuestra representación y nuestras prácticas sociales. Es un producto
social porque sólo existe a través de la existencia y reproducción de la sociedad. Este
espacio tiene una doble dimensión: es a la vez material y representación mental, objeto físico
y objeto mental. Es lo que se denomina espacio geográfico.

Espacio regional

Uno de los problemas clásicos de la geografía es determinar qué y cuál es el espacio


regional, o región. Una región es un espacio que se organiza de forma homogénea y de
manera diferenciada.
Según el criterio que utilicemos para dar coherencia al espacio tendremos un tipo de
región u otro. Estos criterios dependen de la escala, por lo que frecuentemente las regiones
están solapadas. Podemos distinguir entre: región natural, histórica, económica, urbana, etc.
Dado el carácter multidisciplinar de la geografía, y de las distintas escalas y espacios que
utilizamos, los fenómenos se distribuyen en las regiones solapándose unos con otros. Es
prácticamente imposible que a una región geográfica la podamos definir por todos los
criterios. Debemos, pues, elegir un fenómeno dominante para definir las regiones en el
espacio.
El estudio de la región tuvo gran importancia en la geografía de Paul Vidal de la
Blache, pero su rígido concepto de región tendió a provocar anquilosamiento de su
geografía.

Espacio urbano

La definición de espacio urbano (o, también, centro urbano o área urbana) resulta tan
difícil como la de espacio rural (o la del espacio periurbano, que comprende el espacio entre

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los dos últimos), sobre todo tras los últimos modelos de crecimiento urbano, por lo que se
hace necesario concretarlo por sus funciones, su alta densidad de población y su extensión,
así como por ser emisor de servicios y estar perfectamente dotado de infraestructuras.
Además, el precio del suelo es alto, el empleo en el sector primario es insignificante, y suele
haber mucho espacio físico y recursos para la supervivencia de las personas. Para la
geografía urbana, el paisaje urbano es el paisaje propio de los núcleos urbanos o ciudades,
definidos previamente por criterios numéricos o funcionales.
La ciudad es un elemento difusor de productos, como los servicios, dotaciones e
infraestructuras, de los que se sirve la población rural que, con el paso del tiempo, tiende a
adquirir comportamientos urbanos y a diluir las diferencias. Al mismo tiempo, la ciudad
necesita que el campo la abastezca de mercancías agrícolas y ganaderas, energía y
productos primarios que ella misma no puede producir. La ciudad sirve también como lugar
de ocio.

Espacio rural

Medio rural (o campo) es la parte de un municipio que no está clasificada como Área
Urbana o de Expansión Urbana: Áreas no urbanizadas al menos en su mayor parte o
destinadas a la limitación del crecimiento urbano, utilizadas para actividades agropecuarias,
agroindustriales, extractivas, de silvicultura y de conservación ambiental.
En cuanto a su concepción geográfica como paisaje, el paisaje rural estudiado por la
geografía rural incluye también las zonas dedicadas a otros usos (residenciales, industriales,
de transporte o de servicios) en los municipios clasificados previamente como rurales.
Suele entonces distinguirse, frente al de paisaje rural (más inclusivo) el concepto de
paisaje agrario (limitado a los usos propiamente agropecuarios, agroindustriales, extractivos,
de silvicultura y de conservación ambiental), aunque también se suele incluir como elemento
del paisaje agrario el hábitat rural tradicional, sobre todo cuando es disperso.

Ambiente

Se entiende por medio ambiente o medioambiente al entorno que afecta y condiciona


especialmente las circunstancias de vida de las personas o la sociedad en su conjunto.
Comprende el conjunto de valores naturales, sociales y culturales existentes en un lugar y un
momento determinado, que influyen en la vida del ser humano y en las generaciones
venideras. Es decir, no se trata sólo del espacio en el que se desarrolla la vida sino que

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también abarca seres vivos, objetos, agua, suelo, aire y las relaciones entre ellos, así como
elementos tan intangibles como la cultura.

Recursos naturales

La sociedad valoriza ciertos elementos útiles para satisfacer sus necesidades y,


mediante el uso de su tecnología, extrae dichos elementos y modifica la base natural para
constituir el ambiente – relación entre lo natural y lo social –. En este proceso los elementos
naturales se transforman en recursos. Dicha transformación va a estar determinada por el
momento histórico en el que se dé. Es decir, su valoración histórica estará vinculada con un
determinado proceso de producción. El actual tipo de explotación de los recursos es el de
desarrollo sustentable, que significa el manejo adecuado de éstos. Los recursos naturales
pueden clasificarse en:
Renovables: capacidad de regeneración, también llamados inagotables o infinitos.
Ejemplos: viento y energía solar.
No renovables: de regeneración larga, también llamados agotables o finitos.
Ejemplos: flora, fauna, petróleo.
A partir de la implementación de los distintos tipos de explotación, se generan usos
combinados de los recursos naturales, y se desarrollan en muchos casos, gran cantidad de
problemas ambientales.

“Guerras por los recursos” (Klare)

En su libro Guerra por los recursos: el futuro escenario del conflicto global, Klare
pronostica que “los enfrentamientos políticos de la Guerra Fría están siendo reemplazados
por la inmensa y caótica lucha por las materias esenciales, como los combustibles, la
madera, los minerales y el agua potable”.
Con gran número de fuentes, entre las cuales figuran documentos internos de los
gobiernos y publicaciones militares e industriales especializadas, ese libro considera la
naturaleza cambiante de las conflagraciones bélicas en una era caracterizada por la tensión
medioambiental cada vez más aguda y la aceleración de la competitividad internacional.
Arroja pistas sobre las claves de la política estadounidense en torno a los agro
combustibles, la misma que técnicos y dirigentes políticos —entre ellos el líder cubano Fidel
Castro en sus dos últimos análisis publicados— caracterizan como sustitutiva de la
producción de alimentos y por consiguiente atentatoria de los principios de soberanía

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alimentaria, y agravante de los lazos de dependencia de los países agro productores
respecto de las economías centrales.

“Geografía económica” (Claval)

La geografía económica contribuye a la comprensión de una amplia gama de


problemas contemporáneos. La combinación de las influencias ambientales y espaciales en
el estudio de la actividad económica es cualquier cosa excepto una regresión hacia el
determinismo geográfico. Por el contrario, ayuda a revelar en forma más completa la
naturaleza no determinista del proceso económico y las funciones del juicio humano y de la
percepción ambiental en las decisiones que conforman el espacio económico. Los geógrafos
se interesan no sólo por dónde están las cosas sino por qué están situadas donde se
encuentran, y la naturaleza de los procesos que afectan a tal ubicación. Existen diferentes
formas de definir la geografía económica, pero una forma eficaz de acercamiento consiste en
considerar los tipos de preguntas que pretende contestar: ¿Cuál es la razón de los patrones
de uso de la tierra?, ¿Por qué varía tanto el precio de la tierra?, ¿Por qué se pueden obtener
ciertos artículos en cualquier parte y otros no?, ¿Cómo se explica la ubicación de las
explotaciones de los recursos naturales?, ¿Cómo afecta la contaminación de una planta
industrial al medio?, ¿Por qué grandes extensiones de terreno están casi deshabitadas
teniendo un clima y vegetación parecido al de las regiones habitadas?, ¿Dónde y cómo las
personas se ganan el sustento y dónde y cómo se gastan sus ingresos?, etc.
En realidad, el espacio económico es todo menos homogéneo, y no todos los
consumidores piensan y se comportan de la misma manera, y cambian en el tiempo lo que
complica mucho el análisis geográfico de los fenómenos económicos. Y para complicar las
cosas los sistemas económicos que se desarrollan en las diferentes regiones no están
aislados unos de otros, sino que se interfieren. De cómo, por qué, dónde, cuándo sucede
esto trata la geografía económica.

“La sociedad global” (Ianni)

En el capítulo 1, titulado "La gran transformación", Ianni localiza en el año de 1989 el


símbolo de la caída del Muro de Berlín, el advenimiento de una nueva era y, en sentido
determinado, el fin del período abierto inmediatamente después de la Segunda Guerra
Mundial, a la vez identificado con la llamada Guerra Fría. En aquel momento, según, él, se
revelaron "características esenciales de la sociedad mundial") en gestación. Además, señala

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que la globalización tiene la manera de avanzar; pero que ella se encuentra 'empujando
hacia adelante antiguas, aunque modificadas, cuestiones, y, simultáneamente posicionando
otras enteramente nuevas. Y que, siendo así, el futuro continuaría abierto para todas las
posibilidades históricas de organización social.
En el Capítulo II, titulado la "Sociedad civil mundial", Ianni destaca la categoría
sociedad global como inherente a la lógica expansiva del capitalismo y, por lo tanto, que ella
colocaría en jaque antiguas categorías con las cuales las Ciencias Sociales se
acostumbraron a operar, puesto que hoy estarían siendo modificadas "por los movimientos
de la sociedad global"; lo que significaría, entre otras necesidades analíticas, considerar las
múltiples formas de aprensión/expresión de la vida social para más allá de los límites
territoriales 'jurisdiccionados´ a los Estados nacionales (por ejemplo). Luego, añade el autor
que cualquier proyecto nacional para tener éxito necesitaría tener en cuenta los
"movimientos que gobiernan la sociedad global”.
En el Capítulo III, titulado "La Historia de la Mundialización", el autor presenta algunas
características esenciales del capitalismo. Así, Ianni lo presenta: "como un sistema vivo y en
constante expansión (...). Que siempre fue internacional en su objetivo y durante los dos o
tres últimos siglos alcanzó dimensiones globales". "Pero cabe observar que el carácter
internacional, mundial, global o planetario del capitalismo no es siempre el mismo. Se altera,
de acuerdo a la época, el juego de las fuerzas en el mercado mundial". De este modo,
actualmente, confiriendo especificidad al capitalismo, se tendría: la energía nuclear como
poderosa técnica de guerra; la revolución informacional; el sistema financiero internacional,
montado "conforme a las exigencias de la economía capitalista mundial y de acuerdo a las
determinaciones de los países dominantes; la importancia de las empresas globales; (v) la
reproducción ampliada del capitalismo se universaliza en escala, recreando relaciones en las
cuatro esquinas del mundo; "el inglés transformado en lengua universal, aunque con acento
americano"; el ideario del neoliberalismo adquiere predominio mundial, como ideología y
política (...)". Habría, en suma, en todo esto un aspecto civilizador, más también un extraño
"pathos".
En el capítulo IV, "La Occidentalización del Mundo", el autor muestra que "una
pequeña porción del mundo cuyo extraño y violento destino ha sido el de impedir por la
fuerza al resto del mundo su manera de pensar, de ver, de creer y de vivir" estaría llevando,
en la sociedad global, a agudizar la tensión de las relaciones entre países y pueblos.
En el Capítulo V, titulado "La Desterritorialización, Ianni señala que de repente, el
mundo se vuelve grande y pequeño, homogéneo y plural, articulado y multiplicado.
Simultáneamente, en la globalización se dispersan los puntos de referencia, dando la

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impresión de que se dislocan, fluctúan, pierden (...) Se globalizan perspectivas y dilemas
sociales, políticos, económicos y culturales". "Todo tiende a desenraizarse (...) A despecho
de las marcas originales, de la ilusión del origen, todo tiende a dislocarse más allá de las
fronteras, lenguas nacionales, himnos, banderas, tradiciones, héroes, santos, monumentos,
ruinas. Poco a poco, predomina el espacio global en tiempo principalmente presente". Allí en
la desterritorialización "se forman estructuras de poder económico, político, social y cultural
internacionales, mundiales o globales descentradas, sin ninguna localización nítida en este o
en aquel lugar, región o nación. Entonces presentes en muchos lugares, naciones,
continentes pareciendo fluctuar por encima de Estados y fronteras, monedas y lenguas,
grupos y clases, movimientos sociales y partidos políticos". "Se alteran las nociones de
espacio y tiempo". No obstante la pérdida de confort (¿inicial?), en una actitud de relativo
optimismo, el autor apunta que "visto en sus múltiples implicaciones, el proceso de
desterritorialización acentúa y generaliza otras y nuevas posibilidades de ser, actuar, sentir,
pensar, soñar, imaginar".
En el Capítulo VI, titulado "El Ciudadano del Mundo", el autor rediscute la cuestión de
la ciudadanía, o sea, el significado y el lugar del ciudadano en esta nueva sociedad. Más
alerta que en este punto de la historia, "la ciudadanía del ciudadano del mundo está apenas
esbozada, pensada, prometida, imaginada". Por lo cual, según él, sería preciso considerar
las interconexiones procesadas por arriba de los Estados-Nacionales; la "manera por la cual
los nacionalismos locales y regionales están erosionando los Estados-Nación por debajo"; y
la "manera por la cual la interconexión global crea cadenas de decisiones políticas y
resultados inter ligados entre los Estados y sus ciudadanos que alteran la naturaleza y la
dinámica de los propios sistemas político-nacionales". Ciudadanía presupondría conciencia;
sin embargo, "pari passu" las consideraciones anteriores, articuladamente, se desenvuelve
una cultura de masa que la problematiza. Por otro lado, " (...) en el ámbito de la sociedad
global se revelan mejor las concepciones universales imaginadas por el Iluminismo (...). Una
humanidad que se puede volver histórica y teórica cuando se forma y conforma la sociedad
global".
En el Capítulo VII, titulado "Las formas de Poder Global", Ianni problematiza las
formas, aunque tentativas, de construcción de poder o poderes globales en consonancia con
la sociedad global que los exige. Esa exigencia, sin embargo, conforme su análisis, chocaría
con las tensiones de todo orden que ella misma, la sociedad global, erige; inclusive la
aspiración de la ciudadanía universal.
En el Capítulo VIII, titulado, "La Marcha de la Historia", Ianni subraya, al lado de la
expansividad histórica y geográfica del capitalismo, la creciente fragmentación suscitada por

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la globalización. "Los etnocentrismos y regionalismos se revelan portadores de formas
insospechadas de intolerancia y racismo". "Las singularidades y particularidades se
tensionan, se definen e iluminan en otras universalidades. Y éste es el horizonte en que se
puede develar el "pathos" que se esconde en la máquina del mundo. Tanto que en el "mundo
desencantado de la modernidad, el "pathos" escondido en la política alimenta en el
encantamiento escondido en las utopías". Y allí el socialismo, la negación del capitalismo,
aunque le sea recíproco, y también le sea civilizatorio. Al fin y al cabo, como él observa, el
socialismo nace de las conquistas y contradicciones del capitalismo.

En el último capítulo, el IX, el autor partiendo del hecho de que el "individuo y la


sociedad ya no se sitúan en el ámbito de su historia", afirma la necesidad de reactualización
de las Ciencias Sociales. En este sentido, estarían en tela de juicio aspectos metodológicos y
epistemológicos relativos a esas Ciencias que apenas estarían comenzando a lidiar con
ellos. "Es como si la historia comenzase nuevamente. Hay mucho que interpretar por primera
vez o de modo diferente". Al fin y al cabo "todo lo que era principalmente regional, nacional y
continental, ahora es también y principalmente, mundial". "Pero lo que parecía un
caleidoscopio inteligible, en el ámbito de la nación aparece como un caleidoscopio diferente,
nuevo, sorprendente, enloquecido, en el cual se observan formas, colores, sonidos y
movimientos insospechados, desconocidos".

Como se puede ver en el relato sintético y casi caricaturesco de los capítulos que
componen el libro en cuestión, el autor revela aspectos extremadamente interesantes de la
realidad producida y en marcha por la llamada globalización, buscando, sin embargo, no
hacerse prisionero del pesimismo que marca buena parte de la literatura crítica acerca de su
naturaleza, sino trascender la discusión sobre su inexorabilidad (o no?), como aún, en la
mejor tradición del pensamiento social crítico, dilucidar posibilidades de cambio de carácter
progresista, aunque en medio de un cuadro mundial alentador.

“Ésta, nuestra única tierra” (Brailovsky)

Este libro trata del vínculo que distintas sociedades humanas tienen o han tenido con
la naturaleza. La cuestión ecológica no es novedosa, ni depende sólo de la superpoblación o
de la industria. Cada sociedad humana tiene su forma particular de modificar los ecosistemas
y esto se refleja sobre la compleja y violenta historia de nuestra especie. La obra analiza las

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alteraciones ecológicas que ocurrieron a partir del descubrimiento del fuego y la invención de
la agricultura. El nacimiento y muerte de las ciudades: Babilonia, el medio ambiente en la
Roma Imperial, la peste negra en la Edad Media. Las condiciones ecológicas del
Renacimiento y el contraste entre las visiones del mundo de los incas y los conquistadores.
Plantea las situaciones ambientales distintivas de América Latina, tanto en el agro como en
las ciudades. A escala del planeta entero, se analizan problemas como el deterioro de la
capa de ozono, el efecto invernadero y el riesgo de un invierno nuclear, sin dejar de lado sus
implicancias económicas, políticas y sociales.

Milton Santos

En este reconocimiento de la teoría en la geografía latinoamericana, hay algunos


textos que llaman la atención sobre la necesidad de resaltar y promover la reflexión
metodológica y epistemológica de la actividad geográfica. Sobresale el de Milton Santos
quien mantiene esta preocupación a lo largo de todas sus investigaciones, la necesidad de
discutir sobre el significado epistemológico al interior de la disciplina geográfica, con el fin de
ir más allá del impasse impuesto por la crisis de los paradigmas generada a finales del siglo
XX.
Milton Santos habla de una geografía nueva, definida como el paso de la crítica de la
geografía a una geografía crítica. Para él, el espacio es un sistema de sistemas o un sistema
de estructuras, en donde las relaciones existentes entre los elementos o variables que lo
conforman se dan a partir de relaciones. La totalidad es el espacio que se compone por
partes, a pesar de que el concepto no es sólo una abstracción, sino parte de lo real.
Metodológicamente utiliza el procedimiento de dividir el espacio en partes para luego intentar
integrarlo, utilizando las relaciones para entenderlo. Se aprecia una influencia del
estructuralismo marxista en su método, independientemente de que los conceptos mediante
los cuales manejan la forma de adentrarse en el estudio del espacio geográfico, sean
diferentes.
Santos reconoce el movimiento y los flujos en que se ve inmerso el proceso de
producción capitalista, como necesidad misma de su reproducción, como característica
fundamental de un espacio global, que era el lugar en donde éstos se realizaban. Es más,
caracteriza al movimiento como el elemento real del espacio total, lo cual no significa que se
disperse, sino a forma específica requerida para su necesidad de concentración (como el
capital financiero, por ejemplo).

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Raquel Gurevich

Sociedades y territorios en tiempos contemporáneos propone la enseñanza de la


geografía como un camino privilegiado hacia una comprensión más rica y profunda de
nuestra época. Combina la presentación de los principales conceptos y problemas de la
geografía en tiempos globales con una pedagogía crítica, donde la diversidad, la controversia
y la multiperspectividad sustentan tanto el enfoque disciplinar como el didáctico. Para hacer
frente al desafío que significa estudiar una geografía contemporánea, la autora sugiere una
asignatura renovada con contenidos problematiza dores, dilemáticos, que convoquen a los
estudiantes a pensar y opinar con su propia voz.

Historia de la Geografía

La geografía antigua: Grecia y Roma

La cultura griega es la primera en desarrollar un conocimiento ordenado sobre un


conjunto de fenómenos que atañen, en sentido amplio, a la Tierra. Esta descripción de la
Tierra, desde la antigüedad, ha podido entenderse de dos formas: bien como descripción y
estudio de toda la Tierra en cuanto cuerpo físico y celeste, o bien como descripción y estudio
de alguno de sus territorios, incluyendo en éstos tanto sus características físicas (ríos,
montañas…) como los pueblos que los habitaban. Existe así desde la Grecia clásica una
perspectiva general y otra particular o regional, la primera más próxima a la matemática, a la
astronomía y a la cartografía y la segunda a la historia, a la política y a lo que hoy se
entiende por etnografía.

La geografía en la Edad Media

Durante la Edad Media el conocimiento geográfico, al menos en las sociedades


europeas, se vio prácticamente interrumpido con la decadencia y desaparición del Imperio
Romano. Dominó una cosmografía religiosa en la que la Tierra se representaba como un
disco circular y los continentes (África, Europa y Asia) se disponían en forma de T con centro
en Jerusalén. En las sociedades árabes en cambio, se conservaron en gran medida los

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conocimientos clásicos. Las necesidades de gobierno y el activo comercio dentro de los
territorios árabes facilitaron la recopilación de nuevos datos geográficos. Estos datos fueron
sintetizados por grandes viajeros como Ibn Batuta, Ibn Jaldùn o sobre todo Al-Idrìsì (1099-
1180) que realizó El libro de Rogerio donde reunió gran número de informaciones sobre las
tierras conocidas y sobre diversos lugares, capitales y ciudades.

La geografía en los siglos XV al XVIII

El siglo XV representa un cambio radical en las condiciones de desarrollo de los


conocimientos geográficos. Se recuperaron los conocimientos clásicos y además se
conocieron nuevos territorios y pueblos. Autores muy distintos intervienen en la labor
descriptiva de estos nuevos territorios.
En el siglo XVII, la geografía tuvo un lugar destacado en la revolución científica que
sentó las bases de la ciencia moderna. La geografía como ciencia que se ocupaba de la
descripción y de la representación cartográfica de la Tierra, formaba parte de las
matemáticas.
A lo largo del siglo XVIII se produce el desarrollo de las ciencias especializadas de la
Tierra, lo que supuso una perdida de contenido para la geografía como ciencia general. La
geología, la botánica y la química pasan a estudiar problemas que antes eran objeto de la
geografía general. Al mismo tiempo, el aumento en la complejidad de las tareas cartográficas
dio lugar a la aparición de corporaciones profesionales especializadas, con lo que la
geodesia y la cartografía se configuran también como disciplinas independientes. La
geografía, en definitiva, se divorcia progresivamente de las disciplinas matemáticas y el
geógrafo se identifica con las tareas corográficas de descripción de países y regiones.

Los antecedentes de la geografía moderna

La primera mitad del siglo XIX será fundamental para el desarrollo de la geografía
moderna y para su institucionalización universitaria. Varios autores han señalado diversas
condiciones de posibilidad en su desarrollo:

• Los viajes de exploración que proporcionaron todo un caudal de nuevos datos y


experiencias.

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• La expansión colonial europea, muy vinculada con las sociedades geográficas
que popularizaron los conocimientos geográficos y crearon un estado social de opinión
favorable hacia la geografía.

• El desarrollo del nacionalismo, que dará a la disciplina una función social y


política vinculada a la consolidación del sentimiento nacional.
• La elaboración de los proyectos conceptuales para la geografía desarrollados por
Humboldt y Ritter.
• El reconocimiento de la geografía como una disciplina escolar que conllevará la
creación de cátedras de geografía para formar profesores.

Para algunos autores (como H. Capel) es esta última condición el factor principal en
el desarrollo de la geografía a finales del siglo XIX.

Los padres de la Geografía

Alejandro de Humboldt (1769-1859) será reivindicado posteriormente como uno de


los fundadores de la moderna geografía, aunque es dudoso que él se considerara a sí mismo
como geógrafo. Humboldt pretendía fundar lo que él mismo denomina como “Descripción
física de la Tierra”, es decir, lo que hoy se entiende como una geografía física integrada. Una
disciplina capaz de integrar los distintos elementos del mundo natural. Este proyecto se
plasmará en su gran obra Cosmos.

Carl Ritter (1779-1859) por su parte esbozará un proyecto muy diferente. Ritter ocupó
un puesto de catedrático de geografía en la Universidad de Berlín desde 1820 hasta su
muerte. Su obra principal la Geografía General Comparada constaba de 21 volúmenes con
una ingente masa de informaciones. Para Ritter el objetivo de la geografía científica es “la
organización del espacio en la superficie terrestre y su papel en el devenir histórico (del
hombre)”, un proyecto que se situaba en el marco de la tradición intelectual alemana de la
filosofía de la historia desarrollada por Herder y Hegel.

La obra de ambos autores aún teniendo gran importancia y ejerciendo una fuerte
influencia posterior en muchos geógrafos, no tuvo continuidad en el tiempo. Autores como
Paul Claval han señalado el fuerte retroceso que experimento la investigación geográfica

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entre la muerte en 1859 de estos dos grandes intelectuales y la década de 1870 cuando
comienzan a crearse múltiples cátedras de geografía en Alemania.

La institucionalización de la geografía

En Alemania es donde la geografía experimentará un fuerte impulso, principalmente


asociado a la enseñanza primaria y secundaría. En 1870 sólo existían en este país tres
cátedras de geografía. Sin embargo para 1890 prácticamente todas las universidades
alemanas poseían enseñanza especializada en geografía gracias a la decisión del Ministerio
de Educación de Prusia. Alemania configurará en este aspecto un verdadero modelo para
Europa, especialmente para Francia. Las cátedras serán ocupadas por estudiosos de diversa
formación. Por ejemplo F. von Richthofen era un prestigioso geólogo, al igual que O.
Peschel. Friedrich Ratzel era farmacéutico por formación y zoólogo por su trabajo posterior.
A. Kirchoff era historiador y filólogo.

En Francia la institucionalización de la geografía seguirá los pasos de Alemania. Sin


embargo, la geografía en Francia será desarrollada principalmente por historiadores como
Paul Vidal de La Blache, Bertrand Auerbach o Émile Berlioux.

En Gran Bretaña, la institucionalización universitaria será más tardía con fuerte


oposición de geólogos e historiadores. En este proceso desempeño un papel fundamental la
Royal Geographical Society que ofreció a las universidades de Oxford y Cambridge una
ayuda económica para la creación de plazas de profesor. Halford Mackinder, historiador de
formación, ocupará el puesto en la universidad de Oxford logrando una gran popularidad. F.H
Guillemard, médico y zoólogo lo hará por la de Cambridge.

El proyecto de una geografía científica: Geografía física y Antropogeografía

La geografía moderna no surge por lo tanto como una disciplina formada y definida.
Las diversas propuestas que aparecen para delimitar el campo de la geografía no son
coincidentes ni compartidas, hecho que se prolonga hasta la actualidad. En un primer
momento, la geografía científica que se desarrolla en las universidades alemanas comienza
a definirse sobre todo como geografía física y más concretamente como fisiografía o

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geomorfología. El trabajo de los geólogos y geógrafos alemanes, Richthofen, Peschel y
Penck será fundamental en esta línea. De hecho será F. von Richthofen el primero en definir
la geografía como la ciencia de la superficie terrestre con lo que eliminaba de la geografía
moderna los temas preinstitucionales de la geografía astronómica, de la geografía
matemática y de la cartografía. Así mismo la geografía dejaba de ser la ciencia que estudia
el planeta entero, para centrarse en su superficie.

Sin embargo será el proyecto de F.Ratzel (1844-1904) el que alcanzará un mayor


calado y difusión. Ratzel en el marco del positivismo de finales del siglo XIX y muy influido
por la obra de Darwin, de Haeckel y de Ritter, realizará la propuesta de una disciplina
centrada en las influencias del medio físico sobre el hombre, a la que denominará como
Antropogeografía (1882). Será una disciplina puente entre las ciencias naturales y las
ciencias sociales, una explicación naturalista de los hechos sociales centrada en estudiar la
naturaleza de las sociedades y sus diferencias y en describir la difusión de los rasgos
culturales y los movimientos migratorios de los grupos humanos. En definitiva la
Antropogeografía de Ratzel intentaba encontrar las causas naturales de los hechos
humanos.

El éxito de esta propuesta para la geografía será bastante grande al menos en un


primer momento. Influyo tanto en la geografía francesa a través de J. Brunhes y Vidal de la
Blache como en la geografía inglesa a través de H. Mackinder y sobre todo en la naciente
geografía estadounidense, hasta entonces fundamentalmente física y desarrollada por
científicos de formación naturalista como William Morris Davis o R.Salisbury, a través de una
discípula directa de Ratzel, Ellen Churchill Semple.

En Francia Élisée Reclus (1830-1905), discípulo de Ritter, realizará una obra


profundamente personal y popular, pero que paradójicamente no obtendrá reconocimiento
por parte de las instituciones oficiales francesas ni tendrá continuidad hasta su
redescubrimiento por parte de los geógrafos radicales en la década de los 70. Desde una
ética anarquista, Reclus se centrará en las relaciones entre los grupos humanos y el medio
natural, en “reconocer el lazo íntimo que reúne la sucesión de los hechos humanos y la
acción de las fuerzas telúricas”.

La geografía clásica: regiones y paisajes

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En los últimos decenios del siglo XIX comienza a surgir una reacción contra el
positivismo y el naturalismo. En geografía esto coincide con una fuerte crítica de las hasta
entonces exitosas ideas ambientalistas provenientes de autores como F. Ratzel. La
separación conceptual entre naturaleza y espíritu y correlativamente entre ciencias naturales
y ciencias sociales se acentúa, lo que afecto al núcleo de la formulación geográfica como
una ciencia puente centrada en las relaciones hombre – medio.

Como alternativa comienza a configurarse una nueva geografía que tendrá como
conceptos centrales los de región y paisaje. Se afirma el carácter concreto (idiográfico) de la
geografía frente a las pretensiones generalizadoras (nomotéticas) del ambientalismo y
cobran mayor fuerza las explicaciones de tipo historicista y el inductivismo como método de
conocimiento. Los protagonistas de esta verdadera transformación conceptual serán Alfred
Hettner en Alemania, Paul Vidal de la Blache y Lucien Febvre en Francia y más tardíamente
Carl Sauer y Richard Hartshorne en Estados Unidos, donde la tradición ambientalista tuvo un
mayor arraigo.

Sin embargo la geografía regional y la geografía del paisaje se configuraron de forma


independiente y en parte enfrentada. Puede decirse que mientras la geografía ambientalista
configuraba una ciencia – relación centrada en la interacción entre los grupos humanos y el
medio físico, la geografía regional configuraba una ciencia – método (la geografía como
punto de vista). La geografía del paisaje se desarrollaría en cambio de una forma más
ortodoxa como una ciencia – objeto (el paisaje como producto material o reflejo de un grupo
humano).

Alfred Hettner (1859-1941) es quien da forma, de modo más sistemático, a la


geografía regional. Para Hettner el estudio de la historia de la geografía mostraba la
existencia de dos conceptos de esta ciencia. La de Erdkunde, es decir, la geografía como
geografía general, y el de la Landerkunde o enfoque regional o corológico. Si anteriormente
había sido posible aceptar a la geografía como una ciencia general de la Tierra, el
nacimiento de disciplinas como la geología, la geofísica o la geodesia, hacían imposible esta
formulación, con lo que el enfoque regional era el único posible. Así mismo Hettner criticó la
definición de Richthofen de la geografía como ciencia de la superficie terrestre, ya que
"estudios de la superficie terrestre como tal, es decir, sin tener en cuenta las diferencias
locales, no son todavía geográficos". También descarto otras posibles visiones de la

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geografía como la propuesta de una ciencia del paisaje puesto que “la homogeneidad de la
geografía […] no puede, por consiguiente, basarse en la unidad de paisaje, sino que sólo
puede ser establecida a partir de la naturaleza interna de regiones, paisajes y localidades” y
tampoco era partidario de entender la geografía como una ciencia de las distribuciones
espaciales dado que “el dónde de las cosas es –al igual que su cuando, que la distribución y
difusión local […]-, una característica, una cualidad de las cosas o fenómenos […] y tiene
que ser por fuerza abarcada por las ciencias sistemáticas”. Así pues para Hettner:
“únicamente cuando concibamos los fenómenos como propiedades de los espacios
terrestres, estaremos haciendo geografía” y la geografía no era por lo tanto ni una ciencia
natural ni una ciencia social, sino ambas cosas a la vez ya que “la naturaleza y el hombre
forman parte inseparable de la caracterización de las regiones”. En Estados Unidos R.
Hartshorne (1899-1992) introducirá, aunque tardíamente las ideas hettnerianas en su
influyente obra The Nature of Geography (1939).

Será sin embargo en Francia con Vidal de la Blache (1845-1918) y sus múltiples
discípulos (A. Demangeon, E. de Martonne, J.Sion, M.Sorre...) donde se popularizará en
mayor medida esta nueva visión de la geografía. La geografía se transformaba en disciplina
de los espacios únicos o regiones; en una ciencia de síntesis o en una ciencia que no se
definía por objeto sino por su punto de vista. La geografía general se integraba como un
simple instrumento preparatorio para realizar la síntesis regional como caracterización de los
elementos inorgánicos (morfología, hidrografía, climatología…), orgánicos (fauna y flora) y
humanos (poblamiento, población, organización política y económica…) de las distintas
regiones. Además esta geografía regionalista será bastante critica con la geografía ambiental
de estirpe ratzeliana aunque Vidal no dejará de reconocer y apreciar la obra de Ratzel por
“reconstruir la unidad de la ciencia geográfica, sobre la base de la naturaleza y la vida”. Por
lo tanto la geografía vidaliana no renunció en absoluto a la tradición ecológica, es decir, a ver
al hombre inserto en el medio natural ya que según Vidal “la geografía humana no se opone
en sí misma a una geografía de la que excluido el elemento humano; tal cosa no ha existido
sino en las mentes de unos pocos especialistas exclusivos”, hecho que se concretó en la
propuesta de L. Gallois de conceptualizar las regiones como regiones naturales sobre las
que los grupos humanos desarrollarían sus géneros de vida.

Un importante historiador L. Febvre (1878-1956) será el que se encargará de “triturar”


finalmente el ambientalismo en su obra La tierra y la evolución humana (1922). Febvre
además será el introductor de la doctrina posibilista, es decir, se encargará de remarcar la

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libertad relativa de los grupos humanos frente al medio físico y realizará también una
importante defensa de la geografía frente a la naciente sociología francesa liderada por E.
Durkheim que pretendía sustituir a la geografía por una subdisciplina sociológica
denominada morfología social.

Paralelamente a la configuración de la geografía regional, se propone la formulación


de la geografía paisajística e incluso para muchos geógrafos se producirá una identificación
entre los conceptos de paisaje y región. La propuesta del paisaje como objeto de la geografía
está muy vinculado con una profunda corriente cultural del ámbito alemán con precedentes
por ejemplo en Hegel. Su incorporación a la geografía se inicia en Alemania, con autores
como S. Passarge y O. Schlüter. La geografía del paisaje se preocupa sobre todo por el
resultado material de las transformaciones humanas en la superficie terrestre. En Francia fue
el discípulo de Vidal, Jean Brunhes (1869-1930) el que primero incorporó a su obra el estudio
del paisaje. Brunhes fue el autor del primer manual sistemático de geografía humana
publicado en lengua francesa en 1910. En éste, Brunhes centra la atención en los productor
materiales y visibles de la interacción entre hechos físicos y humanos: la casa, el camino, el
campo de cultivo y la devastación animal y vegetal como resultados del trabajo serían el
objeto de la geografía humana. En Estados Unidos las ideas alemanas fueron introducidas
en 1925 por Carl O. Sauer. Éste veía a la geografía como una ciencia que estudiaba la
morfología del paisaje y especialmente la transformación de los paisajes naturales en
paisajes culturales por la acción de las diversas culturas.

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