GEOGRAFIA II (Sintesis)
GEOGRAFIA II (Sintesis)
GEOGRAFIA II (Sintesis)
INDICE:
• Espacio geográfico
• Espacio social
• Espacio regional
• Espacio urbano
• Espacio rural
• Ambiente
• Recursos naturales
• “Guerras por los recursos” (Klare)
• “Geografía económica” (Claval)
• “La sociedad global” (Ianni)
• “Ésta, nuestra única tierra” (Brailovsky)
• Milton Santos
• Raquel Gurevich
• Historia de la Geografía:
• La geografía antigua: Grecia y Roma
• La geografía en la Edad Media
• La geografía en los siglos XV al XVIII
• Los antecedentes de la geografía moderna
• Los padres de la Geografía
• La institucionalización de la geografía
• El proyecto de una geografía científica: Geografía
física y Antropogeografía
• La geografía clásica: regiones y paisajes
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Espacio geográfico
Espacio social
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Actualmente, existe un amplio consenso en considerar que el espacio geográfico, o si
se quiere, el espacio objeto de la geografía, es un espacio social. Es un producto de la
acción humana, de aquí que no sea un objeto dado ni preexistente a la misma, sino que se
produce socialmente y, como tal, también históricamente.
El espacio como producto social es un objeto complejo y polifacético: es lo que
materialmente la sociedad crea y recrea, con una entidad física definida; es una
representación social y es un proyecto, en el que operan individuos, grupos sociales,
instituciones, relaciones sociales, con sus propias representaciones y proyectos. El espacio
se nos ofrece, además, a través de un discurso socialmente construido, que mediatiza al
tiempo que vehicula nuestra representación y nuestras prácticas sociales. Es un producto
social porque sólo existe a través de la existencia y reproducción de la sociedad. Este
espacio tiene una doble dimensión: es a la vez material y representación mental, objeto físico
y objeto mental. Es lo que se denomina espacio geográfico.
Espacio regional
Espacio urbano
La definición de espacio urbano (o, también, centro urbano o área urbana) resulta tan
difícil como la de espacio rural (o la del espacio periurbano, que comprende el espacio entre
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los dos últimos), sobre todo tras los últimos modelos de crecimiento urbano, por lo que se
hace necesario concretarlo por sus funciones, su alta densidad de población y su extensión,
así como por ser emisor de servicios y estar perfectamente dotado de infraestructuras.
Además, el precio del suelo es alto, el empleo en el sector primario es insignificante, y suele
haber mucho espacio físico y recursos para la supervivencia de las personas. Para la
geografía urbana, el paisaje urbano es el paisaje propio de los núcleos urbanos o ciudades,
definidos previamente por criterios numéricos o funcionales.
La ciudad es un elemento difusor de productos, como los servicios, dotaciones e
infraestructuras, de los que se sirve la población rural que, con el paso del tiempo, tiende a
adquirir comportamientos urbanos y a diluir las diferencias. Al mismo tiempo, la ciudad
necesita que el campo la abastezca de mercancías agrícolas y ganaderas, energía y
productos primarios que ella misma no puede producir. La ciudad sirve también como lugar
de ocio.
Espacio rural
Medio rural (o campo) es la parte de un municipio que no está clasificada como Área
Urbana o de Expansión Urbana: Áreas no urbanizadas al menos en su mayor parte o
destinadas a la limitación del crecimiento urbano, utilizadas para actividades agropecuarias,
agroindustriales, extractivas, de silvicultura y de conservación ambiental.
En cuanto a su concepción geográfica como paisaje, el paisaje rural estudiado por la
geografía rural incluye también las zonas dedicadas a otros usos (residenciales, industriales,
de transporte o de servicios) en los municipios clasificados previamente como rurales.
Suele entonces distinguirse, frente al de paisaje rural (más inclusivo) el concepto de
paisaje agrario (limitado a los usos propiamente agropecuarios, agroindustriales, extractivos,
de silvicultura y de conservación ambiental), aunque también se suele incluir como elemento
del paisaje agrario el hábitat rural tradicional, sobre todo cuando es disperso.
Ambiente
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también abarca seres vivos, objetos, agua, suelo, aire y las relaciones entre ellos, así como
elementos tan intangibles como la cultura.
Recursos naturales
En su libro Guerra por los recursos: el futuro escenario del conflicto global, Klare
pronostica que “los enfrentamientos políticos de la Guerra Fría están siendo reemplazados
por la inmensa y caótica lucha por las materias esenciales, como los combustibles, la
madera, los minerales y el agua potable”.
Con gran número de fuentes, entre las cuales figuran documentos internos de los
gobiernos y publicaciones militares e industriales especializadas, ese libro considera la
naturaleza cambiante de las conflagraciones bélicas en una era caracterizada por la tensión
medioambiental cada vez más aguda y la aceleración de la competitividad internacional.
Arroja pistas sobre las claves de la política estadounidense en torno a los agro
combustibles, la misma que técnicos y dirigentes políticos —entre ellos el líder cubano Fidel
Castro en sus dos últimos análisis publicados— caracterizan como sustitutiva de la
producción de alimentos y por consiguiente atentatoria de los principios de soberanía
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alimentaria, y agravante de los lazos de dependencia de los países agro productores
respecto de las economías centrales.
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que la globalización tiene la manera de avanzar; pero que ella se encuentra 'empujando
hacia adelante antiguas, aunque modificadas, cuestiones, y, simultáneamente posicionando
otras enteramente nuevas. Y que, siendo así, el futuro continuaría abierto para todas las
posibilidades históricas de organización social.
En el Capítulo II, titulado la "Sociedad civil mundial", Ianni destaca la categoría
sociedad global como inherente a la lógica expansiva del capitalismo y, por lo tanto, que ella
colocaría en jaque antiguas categorías con las cuales las Ciencias Sociales se
acostumbraron a operar, puesto que hoy estarían siendo modificadas "por los movimientos
de la sociedad global"; lo que significaría, entre otras necesidades analíticas, considerar las
múltiples formas de aprensión/expresión de la vida social para más allá de los límites
territoriales 'jurisdiccionados´ a los Estados nacionales (por ejemplo). Luego, añade el autor
que cualquier proyecto nacional para tener éxito necesitaría tener en cuenta los
"movimientos que gobiernan la sociedad global”.
En el Capítulo III, titulado "La Historia de la Mundialización", el autor presenta algunas
características esenciales del capitalismo. Así, Ianni lo presenta: "como un sistema vivo y en
constante expansión (...). Que siempre fue internacional en su objetivo y durante los dos o
tres últimos siglos alcanzó dimensiones globales". "Pero cabe observar que el carácter
internacional, mundial, global o planetario del capitalismo no es siempre el mismo. Se altera,
de acuerdo a la época, el juego de las fuerzas en el mercado mundial". De este modo,
actualmente, confiriendo especificidad al capitalismo, se tendría: la energía nuclear como
poderosa técnica de guerra; la revolución informacional; el sistema financiero internacional,
montado "conforme a las exigencias de la economía capitalista mundial y de acuerdo a las
determinaciones de los países dominantes; la importancia de las empresas globales; (v) la
reproducción ampliada del capitalismo se universaliza en escala, recreando relaciones en las
cuatro esquinas del mundo; "el inglés transformado en lengua universal, aunque con acento
americano"; el ideario del neoliberalismo adquiere predominio mundial, como ideología y
política (...)". Habría, en suma, en todo esto un aspecto civilizador, más también un extraño
"pathos".
En el capítulo IV, "La Occidentalización del Mundo", el autor muestra que "una
pequeña porción del mundo cuyo extraño y violento destino ha sido el de impedir por la
fuerza al resto del mundo su manera de pensar, de ver, de creer y de vivir" estaría llevando,
en la sociedad global, a agudizar la tensión de las relaciones entre países y pueblos.
En el Capítulo V, titulado "La Desterritorialización, Ianni señala que de repente, el
mundo se vuelve grande y pequeño, homogéneo y plural, articulado y multiplicado.
Simultáneamente, en la globalización se dispersan los puntos de referencia, dando la
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impresión de que se dislocan, fluctúan, pierden (...) Se globalizan perspectivas y dilemas
sociales, políticos, económicos y culturales". "Todo tiende a desenraizarse (...) A despecho
de las marcas originales, de la ilusión del origen, todo tiende a dislocarse más allá de las
fronteras, lenguas nacionales, himnos, banderas, tradiciones, héroes, santos, monumentos,
ruinas. Poco a poco, predomina el espacio global en tiempo principalmente presente". Allí en
la desterritorialización "se forman estructuras de poder económico, político, social y cultural
internacionales, mundiales o globales descentradas, sin ninguna localización nítida en este o
en aquel lugar, región o nación. Entonces presentes en muchos lugares, naciones,
continentes pareciendo fluctuar por encima de Estados y fronteras, monedas y lenguas,
grupos y clases, movimientos sociales y partidos políticos". "Se alteran las nociones de
espacio y tiempo". No obstante la pérdida de confort (¿inicial?), en una actitud de relativo
optimismo, el autor apunta que "visto en sus múltiples implicaciones, el proceso de
desterritorialización acentúa y generaliza otras y nuevas posibilidades de ser, actuar, sentir,
pensar, soñar, imaginar".
En el Capítulo VI, titulado "El Ciudadano del Mundo", el autor rediscute la cuestión de
la ciudadanía, o sea, el significado y el lugar del ciudadano en esta nueva sociedad. Más
alerta que en este punto de la historia, "la ciudadanía del ciudadano del mundo está apenas
esbozada, pensada, prometida, imaginada". Por lo cual, según él, sería preciso considerar
las interconexiones procesadas por arriba de los Estados-Nacionales; la "manera por la cual
los nacionalismos locales y regionales están erosionando los Estados-Nación por debajo"; y
la "manera por la cual la interconexión global crea cadenas de decisiones políticas y
resultados inter ligados entre los Estados y sus ciudadanos que alteran la naturaleza y la
dinámica de los propios sistemas político-nacionales". Ciudadanía presupondría conciencia;
sin embargo, "pari passu" las consideraciones anteriores, articuladamente, se desenvuelve
una cultura de masa que la problematiza. Por otro lado, " (...) en el ámbito de la sociedad
global se revelan mejor las concepciones universales imaginadas por el Iluminismo (...). Una
humanidad que se puede volver histórica y teórica cuando se forma y conforma la sociedad
global".
En el Capítulo VII, titulado "Las formas de Poder Global", Ianni problematiza las
formas, aunque tentativas, de construcción de poder o poderes globales en consonancia con
la sociedad global que los exige. Esa exigencia, sin embargo, conforme su análisis, chocaría
con las tensiones de todo orden que ella misma, la sociedad global, erige; inclusive la
aspiración de la ciudadanía universal.
En el Capítulo VIII, titulado, "La Marcha de la Historia", Ianni subraya, al lado de la
expansividad histórica y geográfica del capitalismo, la creciente fragmentación suscitada por
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la globalización. "Los etnocentrismos y regionalismos se revelan portadores de formas
insospechadas de intolerancia y racismo". "Las singularidades y particularidades se
tensionan, se definen e iluminan en otras universalidades. Y éste es el horizonte en que se
puede develar el "pathos" que se esconde en la máquina del mundo. Tanto que en el "mundo
desencantado de la modernidad, el "pathos" escondido en la política alimenta en el
encantamiento escondido en las utopías". Y allí el socialismo, la negación del capitalismo,
aunque le sea recíproco, y también le sea civilizatorio. Al fin y al cabo, como él observa, el
socialismo nace de las conquistas y contradicciones del capitalismo.
Como se puede ver en el relato sintético y casi caricaturesco de los capítulos que
componen el libro en cuestión, el autor revela aspectos extremadamente interesantes de la
realidad producida y en marcha por la llamada globalización, buscando, sin embargo, no
hacerse prisionero del pesimismo que marca buena parte de la literatura crítica acerca de su
naturaleza, sino trascender la discusión sobre su inexorabilidad (o no?), como aún, en la
mejor tradición del pensamiento social crítico, dilucidar posibilidades de cambio de carácter
progresista, aunque en medio de un cuadro mundial alentador.
Este libro trata del vínculo que distintas sociedades humanas tienen o han tenido con
la naturaleza. La cuestión ecológica no es novedosa, ni depende sólo de la superpoblación o
de la industria. Cada sociedad humana tiene su forma particular de modificar los ecosistemas
y esto se refleja sobre la compleja y violenta historia de nuestra especie. La obra analiza las
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alteraciones ecológicas que ocurrieron a partir del descubrimiento del fuego y la invención de
la agricultura. El nacimiento y muerte de las ciudades: Babilonia, el medio ambiente en la
Roma Imperial, la peste negra en la Edad Media. Las condiciones ecológicas del
Renacimiento y el contraste entre las visiones del mundo de los incas y los conquistadores.
Plantea las situaciones ambientales distintivas de América Latina, tanto en el agro como en
las ciudades. A escala del planeta entero, se analizan problemas como el deterioro de la
capa de ozono, el efecto invernadero y el riesgo de un invierno nuclear, sin dejar de lado sus
implicancias económicas, políticas y sociales.
Milton Santos
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Raquel Gurevich
Historia de la Geografía
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conocimientos clásicos. Las necesidades de gobierno y el activo comercio dentro de los
territorios árabes facilitaron la recopilación de nuevos datos geográficos. Estos datos fueron
sintetizados por grandes viajeros como Ibn Batuta, Ibn Jaldùn o sobre todo Al-Idrìsì (1099-
1180) que realizó El libro de Rogerio donde reunió gran número de informaciones sobre las
tierras conocidas y sobre diversos lugares, capitales y ciudades.
La primera mitad del siglo XIX será fundamental para el desarrollo de la geografía
moderna y para su institucionalización universitaria. Varios autores han señalado diversas
condiciones de posibilidad en su desarrollo:
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• La expansión colonial europea, muy vinculada con las sociedades geográficas
que popularizaron los conocimientos geográficos y crearon un estado social de opinión
favorable hacia la geografía.
Para algunos autores (como H. Capel) es esta última condición el factor principal en
el desarrollo de la geografía a finales del siglo XIX.
Carl Ritter (1779-1859) por su parte esbozará un proyecto muy diferente. Ritter ocupó
un puesto de catedrático de geografía en la Universidad de Berlín desde 1820 hasta su
muerte. Su obra principal la Geografía General Comparada constaba de 21 volúmenes con
una ingente masa de informaciones. Para Ritter el objetivo de la geografía científica es “la
organización del espacio en la superficie terrestre y su papel en el devenir histórico (del
hombre)”, un proyecto que se situaba en el marco de la tradición intelectual alemana de la
filosofía de la historia desarrollada por Herder y Hegel.
La obra de ambos autores aún teniendo gran importancia y ejerciendo una fuerte
influencia posterior en muchos geógrafos, no tuvo continuidad en el tiempo. Autores como
Paul Claval han señalado el fuerte retroceso que experimento la investigación geográfica
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entre la muerte en 1859 de estos dos grandes intelectuales y la década de 1870 cuando
comienzan a crearse múltiples cátedras de geografía en Alemania.
La institucionalización de la geografía
La geografía moderna no surge por lo tanto como una disciplina formada y definida.
Las diversas propuestas que aparecen para delimitar el campo de la geografía no son
coincidentes ni compartidas, hecho que se prolonga hasta la actualidad. En un primer
momento, la geografía científica que se desarrolla en las universidades alemanas comienza
a definirse sobre todo como geografía física y más concretamente como fisiografía o
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geomorfología. El trabajo de los geólogos y geógrafos alemanes, Richthofen, Peschel y
Penck será fundamental en esta línea. De hecho será F. von Richthofen el primero en definir
la geografía como la ciencia de la superficie terrestre con lo que eliminaba de la geografía
moderna los temas preinstitucionales de la geografía astronómica, de la geografía
matemática y de la cartografía. Así mismo la geografía dejaba de ser la ciencia que estudia
el planeta entero, para centrarse en su superficie.
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En los últimos decenios del siglo XIX comienza a surgir una reacción contra el
positivismo y el naturalismo. En geografía esto coincide con una fuerte crítica de las hasta
entonces exitosas ideas ambientalistas provenientes de autores como F. Ratzel. La
separación conceptual entre naturaleza y espíritu y correlativamente entre ciencias naturales
y ciencias sociales se acentúa, lo que afecto al núcleo de la formulación geográfica como
una ciencia puente centrada en las relaciones hombre – medio.
Como alternativa comienza a configurarse una nueva geografía que tendrá como
conceptos centrales los de región y paisaje. Se afirma el carácter concreto (idiográfico) de la
geografía frente a las pretensiones generalizadoras (nomotéticas) del ambientalismo y
cobran mayor fuerza las explicaciones de tipo historicista y el inductivismo como método de
conocimiento. Los protagonistas de esta verdadera transformación conceptual serán Alfred
Hettner en Alemania, Paul Vidal de la Blache y Lucien Febvre en Francia y más tardíamente
Carl Sauer y Richard Hartshorne en Estados Unidos, donde la tradición ambientalista tuvo un
mayor arraigo.
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geografía como la propuesta de una ciencia del paisaje puesto que “la homogeneidad de la
geografía […] no puede, por consiguiente, basarse en la unidad de paisaje, sino que sólo
puede ser establecida a partir de la naturaleza interna de regiones, paisajes y localidades” y
tampoco era partidario de entender la geografía como una ciencia de las distribuciones
espaciales dado que “el dónde de las cosas es –al igual que su cuando, que la distribución y
difusión local […]-, una característica, una cualidad de las cosas o fenómenos […] y tiene
que ser por fuerza abarcada por las ciencias sistemáticas”. Así pues para Hettner:
“únicamente cuando concibamos los fenómenos como propiedades de los espacios
terrestres, estaremos haciendo geografía” y la geografía no era por lo tanto ni una ciencia
natural ni una ciencia social, sino ambas cosas a la vez ya que “la naturaleza y el hombre
forman parte inseparable de la caracterización de las regiones”. En Estados Unidos R.
Hartshorne (1899-1992) introducirá, aunque tardíamente las ideas hettnerianas en su
influyente obra The Nature of Geography (1939).
Será sin embargo en Francia con Vidal de la Blache (1845-1918) y sus múltiples
discípulos (A. Demangeon, E. de Martonne, J.Sion, M.Sorre...) donde se popularizará en
mayor medida esta nueva visión de la geografía. La geografía se transformaba en disciplina
de los espacios únicos o regiones; en una ciencia de síntesis o en una ciencia que no se
definía por objeto sino por su punto de vista. La geografía general se integraba como un
simple instrumento preparatorio para realizar la síntesis regional como caracterización de los
elementos inorgánicos (morfología, hidrografía, climatología…), orgánicos (fauna y flora) y
humanos (poblamiento, población, organización política y económica…) de las distintas
regiones. Además esta geografía regionalista será bastante critica con la geografía ambiental
de estirpe ratzeliana aunque Vidal no dejará de reconocer y apreciar la obra de Ratzel por
“reconstruir la unidad de la ciencia geográfica, sobre la base de la naturaleza y la vida”. Por
lo tanto la geografía vidaliana no renunció en absoluto a la tradición ecológica, es decir, a ver
al hombre inserto en el medio natural ya que según Vidal “la geografía humana no se opone
en sí misma a una geografía de la que excluido el elemento humano; tal cosa no ha existido
sino en las mentes de unos pocos especialistas exclusivos”, hecho que se concretó en la
propuesta de L. Gallois de conceptualizar las regiones como regiones naturales sobre las
que los grupos humanos desarrollarían sus géneros de vida.
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libertad relativa de los grupos humanos frente al medio físico y realizará también una
importante defensa de la geografía frente a la naciente sociología francesa liderada por E.
Durkheim que pretendía sustituir a la geografía por una subdisciplina sociológica
denominada morfología social.
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