El Niño Que Enloqueció de Amor

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OBRAS DEL AUTOR

Del Natural. Cuentos y novelas cortas, 1907.


Mercaderes en el Templo. Drama en cuatro actos, 1910.
Por el decoro. Comedia en un acto, 1913.
Lo que niega la vida. Comedia en tres actos, 1914.
El nio que enloquecio de amor Novelas cortas y cuentos, 1915.
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El nio que enloquecio de amor
Pobre Ieo!
Papa y mama
Por Eduardo Barrios
Segunda edicion ilustrada por Jorge Delano
Impresa por Heraclio Fernandez
Santiago de Chile
MCMXV
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El nio que enloquecio
de amor
Eduardo Barrios
Habeis oido cantar un pajaro en la noche?
Suele ocurrir que un rayo de luna, un rayo levemente dorado, derramandose,
derramandole por entre el misterio del Iollaje, alcanza la rama donde se acurruca el
avecita dormida, y la despierta. No es el alba, como imagina el ave. Pero... ella canta.
Luego, si el avecilla es lo que se llama un equilibrado y Iuerte pajarito,
descubre su engao, hunde otra vez el pico en la tibieza de las plumas y se vuelve a
dormir.
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No obstante, avecitas hay, inquietas y Iragiles, para quienes el rayo de luna
tiene un poder de sortilegio. Y tras de cantar, saltan aturdidas y vuelan... Solo que, como
no es el dia el que llego, se pierden pronto en la obscuridad, o se ahogan en un lago
iluminado por el palido rayo de oro, o se rompen el pecho contra las espinas del mismo
rosal Ilorido que, horas despues, pudo escucharles sus mejores trinos y encender sus
mas delirantes alegrias.
Cual es el rayo venenoso que despierta algunas almas en la noche, les roba el
amanecer y las ahoga en una existencia de tinieblas?
Voy a revelaros el secreto de un nio que enloquecio de amor.
Fuera de mi, nadie ni su madre, hoy convertida en su esclava poseyo
nunca el secreto de la locura de ese nio. No os contare todavia como cayo en mis
manos este cuaderno doloroso e ingenuo. Os dire tan solo que ahora lo publico porque
ello no puede ya herir a nadie. Respete muchos aos el secreto de aquel nio, de aquel
pajaro que canto en la noche y no tuvo maana. Me lo entrego la casualidad, y lo he
guardado respetuoso, con el respeto que merece un nio sentimental y entristecido, una
victima del rayo venenoso que ilumina los corazones antes de tiempo y los lanza en ese
vortice llameante y obscuro, dulce y terrible del Amor.
Hoy ha comido aqui otra vez don Carlos Romeral. Es el hombre mas
inteligente que conozco. Como que cuando el habla, todos le escuchan y le encuentran
razon. Yo, sobre todo, le encuentro razon siempre. Dice cosas que uno siente. No se
habra Iijado uno mucho en esas cosas, pero las ha sentido y son la pura verdad. Esta
noche me ha dicho que a la oracion, junto con las golondrinas, pasan volando las
campanadas de la iglesia. Y es cierto, pasan volando. Despues me ha dicho: Eso quiere
decir que los nios, como las golondrinas, deben prepararse a esa hora para dormir... lo
cual ya no me parece nada. Si el supiesedigo yocuanto me cuesta dormir a mi!
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Tambien hablo en la mesa de un diario que el lleva de su vida. Despues de
comer, me ha hecho muchos carios y yo le he preguntado que era eso del diario. Un
cuadernome ha explicadoen donde algunas personas escriben todos los dias lo que
les pasa, porque a veces no se pueden conversar con nadie ciertas cosas. Yo le dije que
era cierto y que precisamente esas cosas eran las mas importantes, las que mas se
deseaban hablar y que no se podian sin embargo, como el decia, conversar con nadie. El
me ha mirado entonces mucho rato, pensativo, v me ha hecho muchas preguntas de esas
que ponen nervioso. Me entro una vergenza... Y casi se me saltan las lagrimas, como si
hubiera hecho algo malo, y me Iui.
Cuando paso un rato, lo estuve mirando desde el corredor. Estaba en la misma
postura, solo en la salita, muy pensativo y Iumando...
Me quiere mucho, mas que mi mama, se me ocurre a mi. Viene pocas veces,
pero yo pienso todos los dias en el. Lo quiero mucho, pero mucho. Y desde ahora voy a
llevar como el un diario en este cuaderno, bien escondido bajo la alIombra, para decir
todo lo de Angelica...
Ha venido Angelica esta tarde y he vuelto a perder tontamente mas de media
hora de estar con ella. Que siempre me pase lo mismo!... Tanto como deseo verla, y
oirla, y tocarla, y sentirla bien cerquita de mi, y luego pierdo asi el tiempo... Me da mas
rabia!... Por que sere tan nervioso? Pero en cuanto se que ha llegado de visita, me
conIundo todo. Que voy a hacer! Me lo dicen, y siento como si me dieran un golpazo
en el pecho, y se me sube primero toda la sangre a la cara, y despues se me aIlojan las
piernas y me enIrio todo entero, y me pongo a tiritar y, en lugar de correr a verla, me
voy al Iondo de la casa, corriendo, sin poderme contener. A que me voy?, eso digo yo.
Me voy a esperar... no se a que. Y es que me da miedo y no me atrevo a ir. Se me ocurre
que, yendo asi, de repente, me lo van a conocer... o que me va a dar algo. Y me la paso
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dando rodeos, hasta que poco a poco me voy acercando, acercando, y con un miedo...
Me cuesta muchisimo llegar al salon, asi, como por casualidad. Y es, tambien, que
como ella me quiere tanto, en cuanto me ve me llama y me besa y me abraza. Si solo me
besara, no seria nada, no me haria tanta impresion, pero me ha de abrazar, y eso si que
no lo puedo suIrir. No se, no esta en mi: todo es que la sienta apretada contra mi, y ya
me entra una desesperacion muy grande. Me ahogo, me dan ganas de llorar a gritos. Yo
la apretaria, claro!, con todas mis Iuerzas, y le diria todo lo que suIro por ella, y que la
adoro, y mil cosas. Sin embargo, en esos momentos me desespero y solo atino a salir
corriendo, hasta el ultimo patio otra vez. Hoy me Iui; tampoco pude soportar. Despues
no sabia como volver. Menos mal, que ella me llamo. Me hizo sentarme en el soIa, a su
lado, y ahi me estuve toda la visita, mirandola, oyendola conversar con mi mama y
sintiendo su olorcito especial... A veces, cuando estoy asi, junto a ella, bien calladito,
me dan deseos de estar enIermo para que hable de mi y de nadie mas, y me haga
carios... No es que no haya estado contento esta tarde; pero es que tambien me he
puesto triste... Siempre me pongo triste. Yo digo que me da esa pena de ver como la
quiero yo, mientras ella me quiere como a un nio. Y es natural, Como me iba a
querer? Que desgracia, Dios mio, que desgracia! Que podria yo hacer?...
Tengo mucha pena y quisiera tener mas. Por la tarde vino Angelica y le pidio a
mi mama que me dejara acompaarla a las tiendas, y en la calle se nos junto un joven
que ni me miro y no hizo sino hablar con ella. A ninguna tienda entramos; anduvimos
por muchas calles y a mi me echaban por delante cuando no habia gente. Yo queria
mirar para atras, pero no me atrevia. Despues se despidio el y nos hemos vuelto muy
ligero. Ella estaba muy contenta. Mientras mas ligero andabamos, mas triste me ponia
yo, hasta que, ya en la esquina da casa, se me cayeron las lagrimas, y cuando ella me ha
visto llorar se ha llevado un susto y me ha preguntado por que lloraba. Yo le he
contestado que porque ese antipatico se nos junto en la calle, y entonces ella ha soltado
la risa, ha dicho: Que chiquillo tan rico!y me ha preguntado si yo quiero ser su
novio. Yo, por supuesto, me he quedado mudo. Que iba a decir? Y ella se ha puesto
seria un rato y luego me ha hecho carios. Pero siempre tengo pena... y quisiera tener
mas...
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. y el tiempo va pasando y yo me voy poniendo peor. Me acuesto temprano y
me hago el dormido inmediatamente para que me apaguen pronto la luz y me dejen solo
y poder llorar, porque es tan bueno llorar cuando uno esta asi. Con que gusto se llora!
Yo tengo que morder las sabanas para que mis hermanos no me oigan. Pero no se puede
llorar mucho rato, por que sera? Se va uno calmando sin querer y se le pone a uno el
pecho muy Iresco y, aunque quiera seguir llorando, no puede. Yo digo que no debia ser
asi, porque uno se queda con la pena. Yo, entonces, pienso en ella, en muchas cosas de
ella y mias. Anoche me acorde de cuando vino por primera vez a casa. Se habia puesto
un vestido solIerino, y se le reIlejaba el color en la cara, y en los ojos se le veian
tambien dos puntitos solIerinos. Estaba muy linda, pero muy, muy linda! Cada dia es
mas linda!... Esos ojos... como nuevecitos, Ilamantes, que pestaean de un modo tan
raro, tan bonito: muy rapido, alegrandolo a uno; y el pelo se le riza y en las puntas se le
va poniendo rubiecito... Yo la miraba, la miraba, ese dia, y si ella me llegaba a mirar a
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mi, yo tenia que quitarle la vista porque me entraba una cosa muy extraa. Pero
entonces sentia yo en la cara su mirada, como una cosa tibia que me dejaba sin Iuerzas
para moverme, Por Dios, que terrible! Mi mama parece que lo noto, porque le dijo:
Este chiquillo se ha enamorado de ti, Angelica. No te despega la vista. Mi mama lo
dijo riendose, sin intencion, pero yo, desde entonces, ya no pense sino en ella, en
Angelica digo, y en lo que dijo mi mama y. hasta hoy.
Ah, y otro dia me pregunto ella si la queria y yo le conteste que mas que a
nadie en el mundo. Que barbaro! Pero no me pude contener, se me escapo. Entonces
me miro mi mama y yo me tuve que corregir y decirle que despues de mi mama y de mi
abuela y de mis hermanos. Pero no es cierto, la quiero mas que a todos! Mas que a
todos, mas que a todos! Ay, que gusto me da tener este cuaderno para decirlo!
Me llaman para acostarme y no he alcanzado a hacer mis tareas del colegio.
Me disculpare con que me dolia la cabeza, y me lo creeran, porque todo el dia me ha
dolido la cabeza y en el colegio lo han sabido... Y por ultimo, aunque me castiguen. Yo
tengo que escribir este diario porque no puedo conversar con nadie estas cosas, porque
a quien se las voy a decir, si a decirselas a ella no me atrevo y si mis hermanos son
todos tan brutos?...
Mis hermanos no me quieren. Nunca me convidan a jugar porque dicen que no
se. Y tienen razon; yo no entiendo bien ningun juego, y es que no me gustan; y ademas
no me divierten los otros chiquillos porque he visto que todos son muy distintos a mi.
Ellos se olvidan de sus personas y de todas las cosas y pueden jugar a sus anchas,
mientras que yo no me puedo olvidar de mi ni de nada, asi es que nunca llego a Iijarme
bien en los juegos y siempre pierdo y hago perder a los de mi partido. Por eso dice mi
abuela que soy una pobre criatura, que estoy Ilaco y paliducho, que tengo las piernas
como palillos y que me tiene lastima. Mas le tengo yo a ella, que tiene las manos llenas
de venas y la cara color tierra seca y los labios blancos y los dientes amarillos, y que ni
siquiera sabe tocar el piano como mi mama, y no hace sino pelear con los sirvientes. En
cambio, yo haria muchas cosas si Iuera grande. Y si soy triston, como ella dice, que le
importa a nadie? Ademas, yo siempre he sido asi; lo que si que antes no tenia pena sino
cuando hacia tristeza, en esos dias raros, y ahora mas que antes, pero es por Angelica, y
es una tristeza que a mi me gusta. Cuando volvera Angelica? Mi Angelica de mi
alma!... Yo creia que iba a poder escribir en este cuaderno todos los carios que le digo
con mi pensamiento; pero ahora veo que aunque nadie vea lo que escribo, siempre me
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da una vergenza muy grande escribir esas palabras que le digo sin hablar o a su retrato.
Anoche me robe su retrato del salon, antes de acostarme, y me lo lleve a la cama y lo
estuve besando mucho y le dije todas esas cosas que me da vergenza poner aqui. Yo
queria guardarmelo para tenerlo siempre en mi cuaderno; pero de repente me entro
mucho miedo de que me pillaran y no me pude quedar tranquilo, hasta que me levante
en camisa y lo puse otra vez en el album. Claro!, me hubieran descubierto, porque en
cuanto hubiesen preguntado, ye me habria puesto nervioso y me lo habrian conocido en
la cara.
Maana domingo puede que la vea en misa, y si no, le voy a decir a mi mama
que nos mande a la casa de mis primos. Alla va Angelica loa domingos por la tarde,
muchas veces, y yo me puedo pasar la tarde con ella en el balcon, y con mi tia
Carmencita, que me quiere mucho porque dice que yo soy muy aIectuoso. Ella si que es
buena y muy bonita, y tiene las manos gorditas y suaves, y sabe contar cuentos con una
voz bien suavecita y bien tranquila...
No Iue a San Francisco sino a la Catedral, para pasearse en la plaza despues de
la misa, dijo; pero en la tarde si la vi. No estuvo mas que de pasadita en la casa de mis
primos y cuando ya iba anocheciendo. Yo estaba con mi tia Carmencita en el balcon, y
me habia quedado mirando como titilaban los Iocos de la calle para encenderse y como
se ponia entonces descolorido el cielo, cuando ella que se nos aparece en la acera!
Como no la vi llegar?, digo yo. No quiso subir porque se le habia pasado la hora y
tambien porque a la Raquelita, que andaba con ella, le molestaban los zapatos nuevos;
pero entonces mi tia y yo bajamos y nos estuvimos paseando todos desde la puerta hasta
la esquina. Venia tan contenta, que nos contagio, y despues se puso a hablar en secreto
con mi tia, y entonces las dos se reian y miraban lejos, hacia el lado por donde Angelica
habia llegado, pero con disimulo, porque yo no me pude dar cuenta de lo que buscaban
con la vista. Que seria? Es lo malo que tiene, y eso que nadie seria mas reservado con
sus secretos que yo. Pero pasa siempre asi, que nadie adivina nunca quienes son las
personas que quisieran servirle a uno para todo y estan cerca de uno y no se lo dicen
solo porque no se atreven. Yo digo que se debia adivinar; lo que es que habia de ser con
seguridad, como me pasa a mi con don Carlos. Estoy seguro de que el quisiera que yo le
contara todos mis secretos, y a el si se los conIiaria yo si llegara el caso. Angelica no
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adivina; pero, de todas maneras, estoy contento: le dijo a mi tia que yo era un encanto y
hablo varias cosas buenas de mi y despues me beso...y yo tambien, y como me tuvo de
la mano todo el tiempo, me ha quedado el olor de sus guantes. Estoy bien, bien Ieliz.
Por que me quedare tan contento cuando la veo solo un momentito y cuando paso
mucho rato con ella, no?...
...Me voy a acostar. Ojala no golpeen la pared en la casa de al lado. Les ha
dado ahora por golpear, y me asustan. Que haran? Es un Iastidio. Tanto como espero la
hora de acostarme para estar completamente solo, a obscuras, y poder sentir bien esta
especie de sed y de Ielicidad, este ahogo tan dulce, este amor tan grande, y suspirar, y
llorar de gusto hundiendo la cara en la almohada... y sin embargo, tantos sustos que he
de pasar hasta ahi en mi cama. Y es que oigo una
porcion de ruidos que me hacen saltar el corazon. Cuando no es un mueble que cruje, se
cae un plato en la cocina, o cierran una puerta, o golpean la maldita pared de al lado. Yo
no debia asustarme, porque no hago nada malo, sino estar despierto, y el pensamiento
no me lo adivinarian; pero me entra un miedo atroz y no lo puedo remediar.
Ahora mi mama me observa. He pasado anoche un susto terrible. Mis
hermanos jugaban despues de comer, corriendo en el patio, y yo los miraba desde el
corredor, recostado en un pilar y pensando en Angelica, cuando oi que mi mama le
decia a mi abuela:Estara enIermo? Y entonces se me puso en el acto que estaban
hablando de mi, y me quede de una pieza. No me atrevi a mirarlas, pero sentia que ellas
me miraban a mi. Y asi era, de mi hablaban, porque mi mama volvio a decir:Hace
muchas noches que no juega. Y mi abuela le dijo que me dejara, que si no sabia de
sobra que yo era asi, apagado y triston y no vivo como mis hermanos; pero mi mama
me llamo. Yo estaba como una estatua; ni voz tenia del susto... La pura verdad, yo creo
que me estoy enIermando, porque ya es mucho lo nervioso que me he puesto...
Tienes muchas ojeras, hijito. Por que no corres tu tambien un poco?me pregunto mi
mama, y yo le contesto que tenia sueo, y ella me tocaba la Irente, creyendo que estaria
con Iiebre; pero yo le asegure que no tenia nada, y me puse a reir, a la Iuerza, eso si, y
porque solo de pensar que, creyendome enIermo, me llevaran mi cama al dormitorio de
mi mama, temble. No tuve mas remedio que reirme, porque perder mi soledad de la
noche... eso si que no! Mi abuela me encontro la Irente Iresca. Mi abuela opina siempre
antes de examinar; asi es que antes de haberme tocado ya tenia resuelto hallarme Iresco.
Algo bueno habia de tener la pobre. Si mi mama tuviera ese caracter, yo seria muy
independiente y mas Ieliz. Pero me cuida demasiado. Porque me quiere sera... y a
mi me gusta que me quiera... pero es Iastidioso que se Iijen tanto en uno.
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Lo mas malo es que nadie me puede deIender, puesto que nadie sabe lo que me
martiriza este aIan de mi mama. Desde que me encontro ojeroso, no tengo mas remedio
que jugar todas las noches con mis hermanos. Ya tengo adolorido el cuerpo. No es un
martirio, esto? He de saltar, y he de correr, y cantar, y acalorarme mas que ninguno. Y
si al menos me divirtiera. Pero no, porque mi unica preocupacion mientras tanto es ir
Iijandome en la cara Ieliz con que mi mama me observa. Y eso que mido mi tiempo:
cuando oreo que ya es suIiciente, me acerco a ella, le hago notar como transpiro, y que
he corrido mucho, y que la comida me ha bajado, y a veces hasta le discuto haber
traveseado mas que todos.
Entonces ella me besa, contentisima, la pobre, y yo respiro; ya me puedo ir a acostar sin
ese maldito miedo de sentirla llegar a mi cama para ver si duermo bien. Y esa as otra,
porque por mas que he aprendido a Iingir perIectamente que duermo
como un liron, siempre me sobresalta eso de que mi mama vaya a verme dormir. Le
habia dado por ir. A mi me da rabia. Pobre mamacita! Ella lo hace de buena que es;
pero como no me ha de dar rabia?... Todo por ella, por mi Angelica! En estos dias,
dice mi mama, vamos a ir a su casa de visita. Ya era tiempo.
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Fuimos. Al Iin le hicimos la visita a Angelica. Pero he vuelto Iastidiado. Habia
varias personas mas y el joven del otro dia, que la miraba tantisimo. Ella estaba
conmigo siempre; pero a donde ibamos nosotros alla iba el. Se llama Jorge; y es
buenmozo; pero muy cargante, el tipo. Ese modo de decir seorita Angelica.
Imbecil! A ella no le gusta, creo yo. Y como le va a gustar, tambien, con esa cabeza
chica y esos ojos redondos y ese bigote como escobilla de dientes... No, no es Ieo... Pero
no le gusta, porque yo se lo pregunte y ella me dijo que no. Y para que me iba a
engaar?, vamos a ver. Si no puede ser; y ademas, ni su Iamilia lo permitiria. Si creo
que hasta tipo es. Y por ultimo, no me dijo ella misma que no le gustaba? Para que
me preocupo, entonces?...
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Yo no se lo que sera; pero cada vez que leo cuentos me quedo imaginando
muchas cosas y las veo muy claritas, muy claritas,

tal como si Iuesen de veras, lo que no
me pasa cuando no leo. Hoy, por ejemplo, estuve pensando en que ese bruto, ese
ridiculo, ese tal Jorge, estaba enamorado de Angelica; y yo queria Iigurarme que ella lo
echaba de su casa y entonces el se suicidaba. Pues no me lo podia imaginar bien claro,
Despues me puse a leer y, a la mitad, sin saber como, me encontre pensando otra vez en
lo de ese tonto pretencioso, y entonces si que lo vi todo muy bien. Primero, ella se le
reia en las barbas, con esa risa tan, tan bonita que tiene, que suena como el agua cuando
sale de la botella Iina de cristal del comedor; en seguida se ponia Iuriosa y lo insultaba
mientras a mi se me agarrotaba el pecho de gusto; y el se iba entonces y, de repente,
veiamos un grupo de gente en la calle, con policia y todo, y yo iba corriendo a mirar... y
era que el se habia suicidado. Despues me animaba yo por Iin a decirle todo lo que
pienso, y ella lloraba entonces lo mismo que yo, de gusto, de esta dicha tan grande que
sube de aqui, de bien adentro, y revienta por los ojos y hace llorar primero y despues
deja mas Ieliz todavia. Y luego me decia a todo que si, que nadie la queria como yo y
que ella me esperaria hasta cuando yo Iuera un joven grande. Y yo no veo por que no
puede suceder asi. Ella seria siempre mucho mayor que yo, claro! Pero no hay tantas
viejas casadas con jovenes? En esos matrimonios, digo yo, cuantos se habran querido
como Angelica conmigo! Yo se lo voy a decir a ella pronto. Si es que delante de ella no
se me ocurre como empezar. Cuando estoy lejos, me parece que tenemos mucha
conIianza; pero en cuanto estoy junto con ella me siento ya como de etiqueta...
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Mis hermanos son de veras muy brutos. Hoy me salio Pedro con que yo era un
tonto porque me la llevaba pestaeando, y Enrique dijo:Esa es una costumbre de
Angelica, y este la imita porque parece que estuviera enamorado de ella. Me puse
como una Iuria y le pegue, y entonces el me acuso a mi abuela y ella me trato de
mosquita muerta y de chiquillo agrandado, y me pellizco en los brazos. Mi abuela no
me quiere; se rio de mi cuando le contaron que yo estaba pestaeando seguidito como
Angelica. Todavia me duele la cabeza de la molestia. Ahora me explico que digan que
de colera se puede caer muerta una persona. Lo peor es que ya no podre pestaear. Y es
tan bonito; los ojos parecen tan vivos, tan alegres, como los de ella, como ella misma,
que parece que echara luz de todo el cuerpo. No se me puede quitar la rabia con mi
abuela. Me ha molestado mas que mis hermanos. Pero me vengue: me dio un alIeique,
despues de repartirles a los otros, y yo no se lo recibi. Se lo dio entonces a Enrique, y
asi comio el el doble y salio ganando, el, que era el culpable de todo. Como es el
regalon de mi abuela... Y no debia ser el sino yo, como dice mi mama, que para eso soy
el menor.
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Todo lo que dice don Carlos Romeral es bueno. Para mi, siempre resulta algo
bueno. Es asombroso. Cualquiera diria que adivina lo que me hace Ieliz. Hoy, al poco
rato de llegar, conto que ese tal Jorge se ha ido al campo, a trabajar en un Iundo. Alla se
debia quedar, el muy intruso, para siempre. Cada dia estoy mas seguro de que don
Carlos me quiere como si Iuera su hijo. Y que mas quisiera yo que ser hijo suyo. Como
no alcance a conocer a mi papa... Se murio cuando yo todavia no habia nacido. No se si
Pedro habia nacido ya; pero creo que no, porque una vez le oi decir a mi abuela que con
la pena de la muerte de mi papa, llego Pedro antes de tiempo. Si, eso es; me acuerdo
porque me he quedado pensando que que tendra que ver una cosa con otra... La cuestion
es que don Carlos es como mi padre, y me regala trajes, y antes me sacaba a pasear.
Hace tiempo que no me saca. Dicen que a su seora le molestaba muchisimo eso. Una
noche hablaban de eso mi mama y mi abuela. Mi mama lloraba mucho y mi abuela
echaba chispas, Algo grave debe haber pasado esa noche. Mi abuela me pego por
haberme ido a meter adonde ellas. Como iba yo a adivinar que no debia ir? Pero mi
mama se molesto mucho porque mi abuela me habia pegado, y me tomo en brazos y me
beso y me decia:Pobre angelito. Que culpa tendras tu de nada! Claro, que culpa
tenia yo! Y es que mi abuela me tiene odio. A mi, que? Soy el preIerido de mi mama y
solo a mi me quiere don Carlos...
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Ya lleva quince dias Angelica sin venir. Es bien extrao. Yo no tengo humor ni
para mi diario. No duermo, ni estudio, ni puedo hacer nada en paz. Antes me desvelaba
solamente cuando ella venia y me abrazaba, o cuando tenia una mala noticia de ella;
pero ahora es lo de todas las noches, lo de todas las noches de Dios... Si ni siquiera
puedo escribir. Y es que como no duermo, tengo la cabeza abombada y no se me ocurre
sino estar triste. Y me duele el corazon... Angelica, mi Angeliquita, ven, ven, ven!!!...
Y asi tener que estar juega y juega todas las noches con esos brutos de mis hermanos...
Es terrible! Pero mi mama.
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Si ya no dormia. En el dia, cayendome de sueo, y por las noches, nada, sin
pegar los ojos hasta quien sabe que horas. Pero estaba tonto?,-digo yo. Como no se
me ocurrio antes? Una cosa tan sencilla. Un poquito de nervios, y listo. A las cinco,
cuando sali del liceo, pase por su casa. Ella estaba en el balcon. Ay!, en cuanto la
divise desde la esquina, senti unos golpee en la cabeza, por dentro, y una Ialta de
respiracion, y luego me puse bien Irio, bien Irio... Y pisaba en el suelo y me parecia que
iba andando por el aire, y se me pusieron las piernas agarrotadas. Ya enIrente de su
casa, me quite el sombrero, muy serio. Y me iba pasando de largo. Sere bruto! Si no es
que algo muy extrao me sujeta como un resorte, me paso de largo... Como Iue?... No
me acuerdo, casi... Angelica me hablo del balcon, creo. Si, asi Iue. Yo estaba tiritando,
de ese Irio tan helado que me entro, y no oi sino un ruido, un enredo en los oidos que
me estremecio y por poco me hace gritar de pura impresion. Entonces, me parece que
me acerque y ella me pregunto que que hacia por ahi, que si habia hecho la cimarra... Y
yo, sin contestar una palabra. Hasta que sin saber como me subi corriendo a su casa,
Que habran dicho todos ahi! Pero no me pude contener. Lo que no me deje Iue abrazar.
Eso, no! Eso si que no lo habria podido resistir! Como estaba yo en ese momento,
nunca! Me oIrecio dulce de membrillo. No quise. Le pedi una rosa que se habia puesto
en el pecho. Claro que no se la pedi de buenas a primeras. Si estuve muy ocurrente. Le
dije primero que a mi mama le gustaban muchisimo esas rosas que parecen de sangre, y
ella me contesto:Llevasela. Y me la dio, y yo se la traje a mi mama; y maana,
antes que la echen a la basura, yo me la guardo y... Ieliz! Ah, y despues le dije lo
principal, porque para eso habia ido: que a mi mama le extraaba mucho que no hubiese
ido a verla en tanto tiempo, y ella me prometio venir maana. Me pregunto tambien si
yo la echaba de menos y si la queria siempre. Yo le conteste que si y nada mas. Y es
que estaban ahi las otras, que si no... Pero no importa, otro dia sera; porque yo le tengo
que decir todo lo que tengo pensado, que me muero si ella no me espera, todo, todo...
En Iin, goce. Me vine cuando ya estaba obscureciendo. Como no se me ocurrio esto
antes? SuIrir tantos, tantos dias.
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Cumplio su palabra. Vino. Eso si: todo se lo conto a mi mama, y mi mama se
rio mucho porque lo tomo como una cortesia de mi parte y me dijo bien educado.
Pero, caramba!, pase mis buenos apuros. Le tuve que decir a mi mama que me habia
olvidado de contarselo. Y la cosa no paso de ahi. Luego, que me ha ido muy bien, lo
que se llama muy bien, con Angelica. Le he dicho una porcion de cosas, paseando por el
patio de las plantas; no muy claras, pero creo que despues de esto ya puedo atreverme a
decirle lo otro, lo grande. Eso me lo tiene que jurar...
Bueno, hoy no necesito escribir nada. Hoy si que voy a correr y a saltar con
gusto despues de comida.
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De nada puede uno alegrarse, valgame Dios! Ya dejo de venir. No hace
muchos dias, pero me ha entrado de nuevo el desasosiego por verla. Y van tres tardes
que intento volver por su casa, y es inutil, de la esquina no paso. No se, se me Iigura que
esta vez si que mi mama sospecharia. Y al Iin y al cabo, digo yo, no seria mejor que se
lo dijera yo a mi mama todo? Lo he pensado; pero no, hay que pensarlo mucho, y ahora
mas que nunca.
Uy, lo que hablaria mi abuela! Que si soy una pobre criatura loca que les voy
a costar la vida y que si los nios no deben pensar sino en el colegio. Como si en ese
caso no estudiaria yo con mas gusto. Estudio ahora... Y es que hay que terminar pronto
los estudios para ser hombre... Maana ire. Es tan sencillo... Si, de aqui me parece muy
Iacil; pero luego el miedo me deja como un estaIermo. No hago mas que llegar a la
esquina de su casa y ya estoy tiembla y tiembla. Y temblar no seria nada; el corazon se
me salta y todos los que andan por la calle me miran y a mi se me Iigura que me
descubren las intenciones, o si no, que me toman por un ratero. Lo cierto es que ahora
no me atrevo nunca a doblar la esquina. A lo sumo, miro por entre las puertas del
almacen ese, pero como desde ahi no se ven todas las ventanas de la casa de Angelica,
muchas veces me quedo en ayunas, sin saber si esta o no. Y luego que el tiempo se pasa
volando... Esperemos un dia mas, y si no.
20
Lo que son las cosas! Ahora esta viniendo muy seguido. Sale al centro casi
todas las maanas y despues viene aca, y cuando yo llego del colegio, a almorzar, me la
encuentro muy si seora en el cuarto de costura charla y charla mientras mi mama zurce
la ropa de nosotros. No le he podido hablar nada de eso todavia, pero no importa, que
apuro hay? No me va bien asi, acaso? Estoy Ieliz, pero bien, bien Ieliz. Y por las
tardes, me subo al departamento de los sirvientes, porque me gusta ese corredor que da
a los tejados, al anochecer, y de ahi veo las copas de los arboles que asoman de los
patios y oigo las campanas de San Francisco y de otras iglesias mas distantes y las
copas de los arboles y las campanadas me parece que Ilotan en el aire. Por un lado, el
cielo se mueve, y van bajando las listas de colores, que unas son como de Iuego, y como
oro, y rosadas, y verdes; y por el lado de la cordillera, los cerros se ponen color ladrillo
primero, y despues morados, y el cielo como con una pena muy suavecita. Yo pienso
entonces en Angelica y a veces me entra una alegria inmensa, y otras veces me da esa
misma pena suavecita del cielo. Por las maanas me gusta el patio de las plantas. Los
pajaritos, llegan hasta la misma ventana del comedor. Conmigo son muy valientes, los
caballeros: yo no me muevo y ellos no se vuelan. Sabran que los quiero? Dice la Juana
que que van a saber y que si no veo que lo que quieren es comerse las migas donde ella
sacude el mantel. El chorrito de la pila tambien parece un pajaro a esa hora, no se si
porque el agua sale como a saltitos o si por lo que suena. Todo es Iresco a esa hora,
como si el patio, lo mismo que las personas, se lavase y se peinase por las maanas...
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Loa grandes dicen que todo lo hacen por el bien de uno, y mientras tanto no
saben sino quitarle a uno los gustos que tiene. Dice mi mama que lo hacen para que uno
sea Ieliz cuando grande; pero otras veces dice que los grandes nunca pueden ser Ielices
y que la Ielicidad no dura sino mientras uno es chico, Como se entiende, entonces?...
Tan Ieliz que estaba yo, y hoy mi mama, se ha molestado conmigo porque he
traido malas notas del liceo, y me ha dicho que me estoy volviendo torpe y que asi no
voy a pasar nunca del primer ao. Entonces ha dicho mi abuela que como me la paso
leyendo libritos de cuentos y pensando en las musaraas, no estudio; y mi mama me ha
roto los libritos, y ahora dice que nunca mas me los comprara, aunque los pida por todos
los santos del cielo, como no sea en las vacaciones. Que se va a hacer! Me gustaban
porque me hacian pensar muy claro, como cuando estoy soando y yo digo algo y me
contestan, y me parece que soy grande y que me he casado con Angelica; y ademas,
aprendia muchas palabras en los cuentos, y a poner los puntos y las comas, lo que no se
puede aprender en el colegio porque el proIesor lo explica con reglas que se olvidan. Es
una lastima que me hayan quitado los cuentos, porque todo eso me servia para escribir
mi diario. Si a mi abuela, ya se sabe, se le ocurre siempre lo mas Iastidioso. Como me
odia. Porque se necesita tener odio para hacer lo que hace conmigo. Ya me he Iijado
en que cada vez que mi mama se acuerda de cuando yo naci, mi abuela pone cara de
Iuria y me mira con un rencor que parece que yo le hubiera hecho un dao muy grande
naciendo. Y si me encargaron, que culpa tengo yo? Asi se lo dijo una vez don Carlos,
que era una cosa que no tenia remedio. Pero ella es muy bruta.
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Como ya no tengo libritos de cuentos, hoy domingo me Iui a mi rincon. Por
disimulo y para contentar a mi mama haciendole creer que iba a estudiar, me lleve los
cuadernos del colegio; pero no hice sino pensar en las hadas, y Angelica era la princesa
y yo el niito que en vez de irse a correr mundo por el camino de Ilores, se Iue por el de
espinas; asi es que al Iin yo me casaba con la hija del rey, es decir, con Angelica.
Despues me canse de pensar; pero me quede siempre en mi rinconcito, hasta que
obscurecio. Mi rincon esta en mi cuarto, entre la comoda antigua, la de incrustaciones
de nacar, y la pared que da a la salita, y es el sitio que mas quiero de toda la casa, Ahi
escondo mi diario, bajo la alIombra, y ahi me gusta estar aunque no haga sino contar las
rayas del papel de la pared; y pestaear como Angelica, y reirme como ella, y
contestarme yo mismo todo lo que quiero que ella me conteste cuando le cuente mis
planes. Yo no se por que le tengo cario a todo lo que hay en mi rincon, y me lo se de
memoria: en el costado de la comoda, en la corona que tiene en medio el pavo real, Ialta
un pedacito de nacar; quedan treinta y dos. Lo que no me gusta es el ojo del pavo real.
Parece de gente y da miedo. Por eso yo se lo arreglo siempre con el lapiz...
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Como me pesa, como me pesa haberlo hecho! He sido un idiota, un animal. Y
todo lo he perdido, y para siempre, tal vez, No se que voy a hacer ahora. Dios mio,
Virgen Santa, que se arregle esto! Pero si ya no es posible, si ya ni como a un nio me
quiere... Que desesperacion! No, si no puede ser. Angelica mia, perdoname, ten
compasion de mi, que soy muy desgraciado. Nunca mas sere grosero. Es que soy celoso
y me volvi loco. Que me daria? Debe de haber sido cosa del diablo... Me habia
acostumbrado a ir todas las tardes. Nunca me animaba a pasar de la esquina; pero por
las puertas del almacen la divisaba, y aunque Iuera temblando de impresion y de
nerviosidad, pasaba el rato y me venia conIorme. Pero ayer, yo que me asomo, y veo
que esta con el bandido ese del Jorge en el balcon. Si hubiesen estado los demas de la
casa, siquiera... pero no, los dos solos, juntitos, y el le hablaba con la cara muy cerca de
la suya y ella se reia. Y, claro!, como iba a poder contenerme? Todo Iue verlos y
obscurecerseme toda la calle y zumbarme los oidos, y correr y subirme a su casa... Yo
lo mato, lo mato,iba diciendo por el camino, me acuerdo, pero en cuanto me vi ya en
la mampara y preguntaron quien es y yo no sabia quien decir, se me corto el animo y me
quede como un tonto y con un dolor aqui atras, en la nuca, terrible. Y la sirvienta me
abrio y me hizo entrar hasta el balcon, y ella, muy alegre, me beso y me pregunto varias
cosas, pero yo no le podia contestar. Entonces me dice el, con un tono de gran
personaje, el muy imbecil: Como estas, chiquitin? Y tampoco le contesto, sino
que lo miro con un odio atroz. Entonces se miran los dos muy admirados, y el me pone
la mano en la cabeza y yo se la quito de un manoton. Y el me dice no se que cosas mas,
como haciendome bromas. Yo no le conteste nada todavia, pero ya cuando me pregunto
que por que estaba tan Iurioso, le dije: Callese, intruso, animal, bestia. No se habia
ido al campo? Y ella,... no lo haria por maldad,... pero me reprendio y me dijo que
eso estaba muy mal hecho y que era muy Ieo, y que de cuando aca me habia vuelto un
nio grosero y mal criado. No lo haria por maldad, pero... entonces, peor, pense yo,
porque rabia si que se le conocia en la cara; y le conteste que mas Ieo era lo que estaba
haciendo ella con ese tipo ahi. Entonces se puso mas enojada porque le decia tipo al
otro,... tanto, que primero me asuste y despues solte el llanto y me sali a la galeria. Ella
salio riendose, entonces, detras de mi, y ya me hablo con suavidad otra vez y, aIuera,
me dio un beso y me quiso tomar en brazos, pero yo no soy ningun imbecil y me limpie
la cara donde me habia besado y no la deje que me tocara. Que chiquillo mas
divertido! Celoso! Que divertido!decia la muy... Y no queria tambien que volviera
y le dijese a el que me disculpara?... Que porque era muy bueno y la queria mucho a
ella... Pues menos que nunca, en ese caso. Asi se lo dije. Y ahi Iue la grande: se puso
muy seria, de verdad; me estuvo mirando un rato, callada; luego me volvio a hablar:
Anda, vamos, no te pongas antipatico. Me dio una rabia... Y como le dije que mas
antipatica estaba ella, (porque la odie con toda mi alma en ese instante,) me grito: Al
diablo, chiquillo tonto! Maana te voy a acusar a tu mama estas gracias, veras. Y se
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Iue y ya no regreso. Que mas, no se, sino que llegue a casa enIermo y llorando a gritos.
Mi mama me pregunto que que me dolia y yo le dije que el estomago. Y me acostaron y
me hicieron la mar de remedios y me dieron un purgante. Asi es que, encima de todo,
tuve que soplarme aceite de castor. Pero ya habia dicho yo que era el estomago y todos
decian: Colico, es colico. Ademas, asi podia llorar con motivo. A veces no queria
llorar mas, de pena de ver a mi mama tan aIligida, pero no podia sujetar el llanto, era
imposible... Lo raro es que no me desvele. Al contrario, me quede dormido muy
temprano y sin saber como. Hasta que hoy desperte, ya muy tarde, cuando mis
hermanos se habian ido al colegio sin mi. Yo no voy a ir en todo el dia, porque estoy
como atontado, y ademas quiero estar aqui cuando llegue Angelica para pedirle perdon
y que no me acuse a mi mama...
No ha venido, me he pasado todo el dia temblando de verla llegar y, al mismo
tiempo, deseando que viniera para ver si hablaba con ella. Pero no ha venido. Que
sera? Ahora me pesa no haber ido al liceo, porque asi habria pasado a su casa despues y
le hubiera pedido perdon; en tanto que ahora me sigue el susto...
Mamacita, yo te lo quisiera decir todo a ti!... Pero como supiera yo que no se
iba a enojar? Porque no es que me den ganas de decirselo por miedo de que Angelica
me acuse; ya no me acusa, es un hecho, porque entonces no habria dejado pasar casi dos
semanas, me parece a mi, sin dar acuerdo de su persona; pero es que asi no me
desesperarian todos como me desesperan. Esa seria la cuestion. Ahora duermo menos
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que nunca, y es natural, porque estoy mas triste que nunca tambien; pero eso no quita
que por las maanas no pueda despertar, bien borracho de sueo y con la cabeza como
una piedra, que se me cae encima de la almohada, y no tengo Iuerzas para sostenerla, ni
para abrir los ojos, ni para levantar los brazos, ni para oir siquiera lo que me grita mi
abuela, porque estoy dormido con todo el cuerpo y no con el pensamiento solo, como
dormia antes. Bueno, pues mi abuela no para hasta que me siento en la cama y estoy
vistiendome y me acuerdo de nuevo de mi desgracia y de nuevo me entra este dolor a
latidos en el cerebro. Que desesperacion me dan a mi estas cosas! Como sino hubiera
mas que hacer sino darle rabia a uno encima de su pena. Ya es mucho, es mucho. Esta
maana me ha mojado la cara cuando ha visto que no podia despertar, diciendo que es
el santo remedio para la Ilojera y que si me levantara mas temprano todavia, tendria mas
salud, como mis hermanos, y que asi no haria suIrir a mi pobre mama, que es una inIeliz
tonta de remate. Y despues ha empezado con lo de siempre, a decir que yo no daba sino
molestias y que mas valia que hubiera vivido la hermanita que dicen que se murio de
pecho y no yo, porque da todas las calamidades de la Iamilia yo solo tengo la culpa, Y
yo, sin chistar, como me ha aconsejado don Carlos; pero ella, dale y dale. Sera mala! Y
ademas, a mi me parece esto una brutalidad... Pero tambien pienso a veces que

cuando
ella lo repite tanto y tan convencida, no sera sin motivo, y... que voy hacer?... me da
mas pena, porque como voy a conIormarme con eso?... Aunque ahora llego a creer que
asi debiera haber sido. Y mi mama, tambien empeada en martirizarme. Eso es lo raro.
Parece que se la llevara pensando cosas malas de mi. Como puede ser esto, no me lo
explico; pero es la impresion que me deja con su vigilancia y su cara preocupada y su
empeo en que juegue sin ganas. Desde que se le ocurrio el otro dia a don Carlos decir
que los nios deben acostarse cansados, no me perdona una sola noche. Y me observa a
toda hora, porque tambien dijo don Carlos que no es bueno eso de que un nio este
horas de horas solo. Me estaran tomando Iastidio mi mama y don Carlos tambien? Por
eso digo que sus motivos tendra mi abuela para odiarme asi... Otra: que ayer me han
llamado los dos, mi mama y don Carlos, digo, y me han hecho seguirlos, y
atravesabamos la casa y yo decia: A que vendra esto? Me habra acusado Angelica? Y
no, sino que cuando hemos llegado al salon y se han sentado ellos, mi mama ha
comenzado con unas preguntas muy raras primero: que por que estaba cada dia mas
ojeroso y mas distraido, y que con que nios me juntaba en el liceo, y que si nadie me
habia enseado travesuras; y luego, cuando ya me han visto nervioso, me han metido
susto con que si supieran algo me quemarian las manos y me mandarian preso. No
digo yo? Si ya es mucho suIrir. Porque esto parece de esas cosas que uno suea y
asustan aunque no se entiendan...
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Y por que no viene Angelica?, digo yo. Sera que se ha enIermado? Si se
muriera... Si, si; podra ser pecado mortal pensarlo; pero mas valdria, quien sabe, porque
asi me moriria yo tambien y asunto concluido. Lo que Ialta es que haya resuelto no
acusarme, pero no venir mas tampoco. Y que haria yo entonces? Yo que ahora me
espanto solo de pensar en ir a su casa, Y para que voy a ir?, tambien. Para
encontrarme otra vez con el cuadro del otro dia y caerme muerto? No se, no se que voy
a hacer. Don Carlos, dicen que piensa irse de viaje y llevarme. Que no lo haga, por
Dios! Que seria de mi entonces, sin esperanza siquiera de verla y de que me perdone?
27
Porque todavia me parece a mi que todo se podria componer. Pero es que no viene, Dios
mio, no viene, y yo me voy a morir. Hoy, de tanto acordarme de ella, me puse a llorar a
la mitad del almuerzo; y como Iue delante de todos, se armo una bolina, porque mi
mama se aIligio muchisimo, y mi abuela dijo que con azotes y baos Irios de asiento se
quitaban esas maas, y mis hermanos soltaron la risa, y terminaron peleando las dos.
Por que no podria contenerme? Ave Maria! Y es que ya no me doy cuenta de lo que
hago. No se en que va a parar esto. Me siento enIermo...
Esto Ialtaba! El rector del liceo ha mandado llamar a mi mama y le ha dicho
que el consejo de proIesores ha resuelto preguntarle por que soy tan quieto. Dicen que
es mucha mi Iormalidad y que eso no esta bien. Seran brutos? En lugar de estar
contentos de que tenga buena conducta. Pues no seor, y le han dicho a mi mama que
ademas el seor Latorre, que es inspector, me ha espiado toda la semana y no me ha
visto jugar ni una sola vez. Miren cuando viene a darse cuenta de que yo no juego... Con
el chisme, natural!, mi mama se ha preocupado mas y ha vuelto del colegio llorando, y
en cuanto yo he llegado me ha repetido las preguntas, llora que llora, y despues me ha
sentado en sus Ialdas y me ha hecho muchos carios y me ha dado muchos consejos que
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ni venian al caso. Yo estuve tentado de contarselo por Iin todo, porque cuando uno tiene
pena y ve que otro tambien tiene, dan ganas da contar. Pero no me atrevi. Claro,
cuando me atrevo yo a nada! Soy mas poquita cosa... Y esto no es lo peor. Cuando yo
digo que ya no es vida la mia... Despues se aparecio don Carlos con el doctor, que me
oyo el pecho y la espalda, y me golpeo la barriga poniendo los dedos como un
martillito, y me miro adentro de los ojos, y me toco todo el cuerpo a ver si tenia
glandulas, y la mar de historias, mientras mi mama le iba diciendo que a media noche
me quejo dormido, unas veces, y otras doy saltos en la cama, y otras hablo... Que
hablare, Dios mio? No lo dijo mi mama y el doctor tampoco se lo pregunto; pero yo me
lleve siempre un susto. Ah, y el doctor me hizo tambien las preguntas esas que ponen
nervioso, y yo, por supuesto, no supe contestar. Mi mama me decia: Contesta, nio.
Pero si yo no entendia, que iba a contestar? Me avergonzaba, lo unico, porque me
parecia que me querian pillar en algo, y a uno le entran nervios con esas cosas siempre,
aunque no tenga culpa ninguna. Al ultimo, el doctor dijo: No es gran cosa, seora.
No se aIlija. Esta un poco anemico, el chico. Parece que se va a desarrollar demasiarlo
temprano. Y entonces me pregunto a mi: Y tu que dices de eso? Te gustaria ser
hombre pronto? Ay!, me salto el corazon y le conteste inmediatamente que si. Y ya
me habia alegrado, cuando dijo que me convendria levantarme a las seis... Que sabra
el!.. Y que me baasen y me diesen unas Iricciones con agua de Colonia y las pildoras
que me receto. Ah, y que si me pudieran sacar al campo, mejor, aunque perdiera el
colegio. Y cuando el se ha ido, ha dicho don Carlos: Bueno. Estoy resuelto. Me lo
llevo. Quiere hacer siempre el viaje y llevarme. Asi es que la cosa va peor y peor.
Porque todo esto es un martirio que no tenia yo por que suIrirlo. Tras que no veo a mi
Angelica y me la paso con el alma oprimida, tras que ni siquiera como sino por que no
chille mi abuela y no se aIlija mi mama, que me da la sopa por su propia mano y me
corta el asado, tener que pasar atento a la voluntad de todo el mundo, es insoportable. Si
a veces, de tanto suIrir, me pongo como insensible y me parece que me voy a quedar
dormido en donde estoy. Si supieras todo esto, Angelica, no me querrias?... Y a donde
me pensara llevar don Carlos? Yo no voy, yo soy capaz de conIesarselo a el antes. Si, el
es muy bueno, y muy inteligente, y me quiere mucho, y debe saber tambien lo que son
angustias, puesto que lleva un diario de su vida; y quien sabe
si hablaba con Angelica y le pedia que no me dejase morirme, y que no le hiciera caso a
ese criminal, y que me esperase un poco nada mas porque ya ha dicho el doctor que sere
hombre pronto... Yo se lo digo, porque si no, tendre que hacer valor y hablar con
Angelica yo mismo, aunque me de un ataque en cuanto la vea.
29
. y por eso no quiero alegrarme, porque cada vez que espero contento alguna
cosa, me resulta mal. Asi es que mas bien tengo miedo. En Iin, la voy a ver, siquiera.
Ay, que angustia! Desde que mi mama dijo al regresar de misa que el sabado es el
santo de Angelica y yo le pedi que me llevara y ella me contesto que bueno, que me
llevaria por distraerme un poco, no se lo que me pasa. Vamos a ver...
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No se por que ahora, mientras mas suIro, mas quisiera suIrir, y que me pasaran
cosas muy horribles, de esas que ponen a todos muy tristes; y que me muriera, por
ultimo;... pero que lo supiese todo ella, eso si!... Porque no hay remedio, ya se acabo
todo: le han avisado que estoy muy enIermo y no ha sido capas de venir un ratito. Eso
ya es tener mal corazon, digo yo. Le debia tener odio, y sin embargo la quiero mas que
nunca. Y debe ser verdad que estoy tan grave. Mejor! Ay, que bueno seria que me
muriese y le dijeran que me habia muerto por ella!... Lo que me asusta es esta cosa tan
rara que me da de repente Esto sera delirar? Dicen que me he pasado toda la noche
delirando, y debe de ser esto. Aunque, no me acuerdo de lo de anoche sino hasta cuando
me trajeron, y yo digo que si Iuera delirar esto que me pasa ahora, me acordaria. Y que
es entonces esto tan horrible? Tengo un miedo... Si no Iuera porque me han dado unos
deseos muy grandes de consolarme con mi cuaderno, despertaria a mi abuela, que se ha
dormido en la mecedora, cuidandome mientras duerme mi mama, que dicen que no se
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ha acostado en toda la noche por velarme, Que sera esto? No me atrevo ya a mirar a la
ventana, porque de repente me quedo sin poder quitar la vista de la cordillera, y en esto,
de los cerros empieza a salir Iuego, y todo el cielo se pone colorado, y despues va
saliendo de entre las llamas una cosa muy enorme, y se me viene encima, como para
aplastarme, y yo me pongo a gritar de espanto y quiero salir corriendo; pero entonces no
me puedo mover, y sigo a gritos, y despues... debo de dormirme bien dormido, porque
ya no se nada. Yo digo que no sera delirar, porque de esto me acuerdo, y de las cosas
que dicen mis hermanos que hable anoche, no. Me acuerdo solo hasta cuando me
trajeron. Eso no se me borra.
Mi mama me llevo a casa de Angelica y, como era su santo, habia tertulia, y
muchisima gente habia comido en la casa y estaban todos en el salon cuando nosotros
llegamos, Pero en el comedor quedo siempre la mesa puesta con tortas y helados y
muchas botellas, y la Raquelita me llevo alla. Al poco rato mi mama Iue a buscarme
para que saludase a Angelica, y entonces Iue cuando ya comence a suIrir, pero mas de
lo que yo habia suIrido nunca. Ella me recibio muy seca, y mi mama me dijo que la
besara; pero yo no me atrevi, sino que me puse a tiritar de pura impresion. Y ella no me
dijo mas que: Hola! Tu tambien has venido a saludarme. Muy bien hecho. Pero
del beso, nada. Y mi mama me preguntaba:Ni un cario siquiera, hijito? Y tanto
como la quieres... Y luego le conto a ella mis nervios y mis cosas, y que si estoy muy
anemico, y que si habia tenido un colico atroz, y que se yo; pero que como la querria a
ella, a Angelica, cuando hasta en sueos, muchas veces, le decia Irases de cario. Yo me
impresione muchisimo cuando mi mama dijo estas cosas, pero me alegre tambien,
porque yo queria que Angelica las supiese, a ver si se compadecia y me volvia a querer,
y ademas porque no habria tenido valor para contarselas yo mismo. Pues, ella, apenas si
hablo no se que de loa colicos. Me entro un desconsuelo tan grande... Y eso que mi
mama, se lo explico todo bien claro, y ella comprendio que no habia sido colico sino la
pena de esa tarde, que bien se lo conoci yo en la cara. Pero me dijo algo para
consolarme, siquiera? Ni una palabra; sino: Vaya. Pobre chico, y mirandose al
espejo que hay arriba del soIa, como si ni oyese o si estuviera pensando en otra cosa. Y
mi mama seguia explicandole; pero ella no salia de:Si? Si? Pobre, y sin ganas.
Parece mentira! Yo ya no la miraba, porque no sabia de mi persona, con la tristeza, que
me iba ahogando; y ella tampoco me miraba a mi, estoy seguro, porque en tal caso
habria sentido yo sobre la cara ese calor que siento siempre cuando alguien me mira y
yo no. Ni me miraba siquiera! Tendra perdon?
Un momento tuve miedo de que me acusara; pero despues comprendi que no lo
haria y que, al contrario, estaba nerviosa por irse a otro lado y con ganas de acabar
pronto, como si nosotros le estuviesemos dando una lata. Pero mi mama no se daba
cuenta y seguia, hasta que me volvio a decir: Dale un beso, nio. Yo baje la vista,
muerto de pena y de vergenza; y sin embargo, de tonto, espere a ver si ella me lo pedia
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tambien. Nada; se rio, con una risita de esas para salir del paso, y se volvio a mirar al
espejo, y en seguida llamo a la Raquelita para que me llevase a tomar helados, y ella se
Iue con mi mama no se a donde. Entonces ya me dieron ganas de llorar a gritos. Y es
que me parecio que me quedaba muy solo y senti como que se me enIriaba toda la vida
para siempre. Asi es que, sin darme cuenta de lo que hacia, me deje llevar de la mano
por la Raquelita...
En el comedor, me acuerdo que la Raquelita me sirvio una porcion de cosas,
pero yo no quise sino limonada. Ah, me acuerdo tambien que unos caballeros hablaban
mucho y se balanceaban desde los talones hasta las puntas de los pies, parados alrededor
de un viejo muy Ieo con lentes amarillos, y que yo tenia la vista clavada en un gobelino
de la pared, donde unos hombres medio desnudos y muy mal hechos querian cazar un
jabali muy bravo... Ese jabali me parece ahora que es la cosa enorme que sale de los
cerros... No, no se bien... Bueno, en esto, paso un bulto por el pasadizo y... me lo aviso
el corazon, porque di un salto en la silla... y lo vi pasar por la otra puerta del comedor, y
era el, Jorge.
Yo no se que hice entonces. Lo unico que se es que llegue solo al salon y que
cuando yo entraba, Jorge se iba con Angelica por la galeria. Crei que me iba a caer
muerto. Se me aIlojaron las piernas y se me clavo este dolor que todavia tengo en el
cerebro, y me agarre a una cortina y ahi me estuve hasta que me volvieron un poco las
Iuerzas, y despues me asome a la galeria, y ahi estaban los dos paseandose de la mano.
Me dio una desesperacion, que no podia respirar. Despues, me acuerdo que estaba
Iijandome en que el tal Jorge sabia hacer muy bien ademanes con los brazos y que yo
pensaba en que no los podria yo hacer lo mismo porque a un nio no le resultan bonitos
con los brazos tan chicos y el traje de marinero... cuando, de repente, ella se le pone
delante y le empieza a arreglar la corbata, y el le toma los brazos, y ella se echa atras,
pero el se agacha y le da un beso en la cara...
Ahi si que no pude mas. Primero se me dio vueltas toda la casa y despues solte
el llanto y sali corriendo, a perderme, y llegue otra vez al comedor y, sin saber para que,
me meti debajo de la mesa. Lloraba a gritos, y todos vinieron, y se armo un alboroto;
porque todo el mundo queria saber lo que me pasaba, y las seoras me preguntaban:
Que tienes, hijito? y los hombres: Que pasa? y mi mama como una loca. Pero
yo escondia la cabeza entre los brazos y seguia llorando, con ganas de morirme; y
cuando alguien me queria sacar de ahi, yo me hacia soltar a puntapies. Hasta que en una
de estas, un seor se agacha y recoge del suelo una copa, y la huele, y se la da a oler a
los demas, y despues dice: Esta es la madre del cordero. Ha dada cuenta del cacao.
Y toda la gente suelta la risa. Y unos decian que por lo dulcecito me habia gustado; y
otros, que las borracheras lloradas eran las peores, y que pobre criatura, y que que
divertido, y la mar de imbecilidades, mientras yo no podia contener el llanto, que ya era
como un ataque y me venia como hipo que me ahogaba y me hacia doler el corazon.
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Hasta que por ultimo mi mama perdio la paciencia y me dio de pellizcos, y me saco y
me trajo en un coche. Despues... no se mas, sino que estoy con Iiebre y que he pasado
toda la noche hablando esos disparates que cuentan mis hermanos.
En este punto, el diario se vuelve de pronto inconexo y contradictorio hasta el
grado de hacerse ininteligible en sus lineas restantes. Ignoro cuantos dias despues de
escrito el ultimo renglon puso la casualidad en mis manos este cuaderno doloroso e
ingenuo. Solo puedo decir que Iue una tarde en que la tristeza de mi amigo Carlos
Romeral me exigio acompaarlo a ver al enIermito. Fue acaso la hora mas amarga de mi
vida.
Los atardeceres son todos melancolicos en los cuartos de los enIermos; pero mi
memoria conserva el de aquella estancia, como una llaga en carne viva, siempre irritada
y sangrante. Una insuIrible congoja me oprime aun al recordar la penumbra en que
todos nos desdibujabamos como espectros, la ventanita en alto por donde se veia un
trozo de cielo azul gris y asomaba de rato en roto un volantin silencioso, la livida
pincelada del lecho sobre el cual erguiase borroso el busto del loquito que hablaba sin
cesar, borboteando un monologo exasperante. Cerca de mi, la abuela, con el gesto agrio
de ciertos seres que gruen al llorar, moviase aIanosa, poniendo en orden Irascos y cajas
de medicinas; Carlos Romeral, hundido en un sillon, mordiase el bigote, nervioso,
desesperado, rebelde; y yo escuchaba el relato que la madre me hacia sobre el proceso
de la enIermedad de su hijo.
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Hablaba la seora con voz opaca, pero Iebrilmente. Obedecia sin duda a ese
prurito absurdo, pero tan comun en los contristados, de rememorar con cruel
minuciosidad cuantos Ienomenos se sucedieron hasta la crisis Iinal del enIermo a quien
lloran. Aquella mujer habia llorado ya mucho. Ahora, un secreto instinto de distraccion,
o acaso una vaga esperanza de amparo, arrastrabala a contar los desgarradores
episodios. Yo atendia, no se si por educacion o porque no hiriese mis oidos el monologo
terriblemente placido del loquito. Por momentos, percibiamos el murmullo de los
medicos que en la habitacion contigua deliberaban en junta. Entonces la madre
suspendia su relato, y yo podia leer en su mirada suspensa la blanda y triste esperanza
de los debiles. Pero se apagaba el rumor, y ella proseguia.
En los comienzos de la enIermedad, tuviera el nio delirios de terror que
concluian en convulsiones; despues desapareciera la Iiebre, pero la razon volvia solo
por intermitencias; por ultimo, el delirio se habia hecho tranquilo y constante. De los
terrores por un jabali cuyos ojos redondos y cuyos bigotes recortados eran humanos, el
tema declinara en disputas absurdas con unos lentes amarillos y en dialogos con
campanadas que ya pasaban volando, ya Ilotaban en el aire, ya caian como goterones en
una laguna imaginaria.
Y hoy, concluyo la madre, su tema unico es el de las campanas. Jamas
nombra personas, ni a mi. Tampoco suIre, como usted ve; por el contrario, parece
deleitarse con su delirio. Es horrible; ese contento inmutable es espantoso.
Y callo, ahogada por las lagrimas.
Hubo un silencio, pesado, Iunebre. De pronto recomenzo el monologo del
loquito. Aquella vocecita tristemente encantada interrogaba a las imaginarias campanas
el signiIicado de sus sones. Un momento, su mirada se encontro con la mia, y el Iulgor
metalico de aquellos ojos perturbados me apualeo las entraas como una daga Iria.
Hice un esIuerzo y le sonrei. Me respondio el con la carcajada triturante de los locos y,
convulso de risa, se tendio en la cama, hundiendo la cara entre las ropas,
Y Iue entonces cuando el cuaderno, que tal vez estuvo bajo la almohada, cayo
cerca de nosotros. Maquinalmente, me apresure a recogerlo. Alcance a leer en la
cubierta: Historia v Geografia, 1
er
ao. Pero como en ese instante volvian los medicos,
me distraje y lo conserve entre las manos. Sin sospechar siquiera el secreto que el
cuaderno contenia, mis dedos lo enrollaban, mientras mi atencion deteniase embobada
en la suIiciencia Iacultativa que discurria sobre los perniciosos eIectos del alcohol en
el cerebro inIantil.
Comprendi en aquel discurso docto, el exordio de un desahucio proximo.
Minutos despues, atravesaba yo la Alameda, camino de mi casa, y de pronto
me di cuenta de que llevaba el cuaderno. Por un movimiento automatico, lo abri...
Cuando termine de leerlo, las campanas de San Francisco iniciaban su taer
vespertino, lento, grave, tragico, y yo, medio contagiado ya de aquel tema de locura,
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senti que las campanadas se desplomaban una a una, como enormes lagrimas de
pesadilla, sobre mi corazon.
FIN
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37
ELOGIOS SENTIMENTALES
DE DANIEL DE LA VEGA
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Muchacho de ojos grandes y proIundos,
que entre las brumas de tu amanecer,
con los primeros sueos vagabundos
ya sentiste pasar una mujer...
En esta tarde mansa y evangelica
el alma ya esta loca de soar...
Hay un recuerdo palido de Angelica
y un deseo tan hondo de llorar...
Es una de esas tardes que tu viste.
Pronto el crepusculo se abatira.
Tu estas conmigo, dulcemente triste,
y Angelica parece que se va...
Tarde, campanas, pena y armonia,
ternura de una cosa que paso,
silenciosa y Iugaz melancolia
de lo que pudo hablarse y no se hablo.
Mansa melancolia indeIinible
que en el alma dormida desperto
la callada vision de la Imposible
que paso a nuestro lado y no nos vio...
Alguien se Iue?... De la ilusion diIunta
despierta una inquietud, un no se que;
y aunque nadie responde a la pregunta,
bien sabe el corazon que alguien se Iue.
DE GABRIELA MISTRAL
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I
Cuenta el poeta en una pagina amarga y suave:
Suele un rayo de luna bajar su rizo Iino
hasta el cojin Iragante en donde duerme el ave
que, engaada, la sombra hiende con ala y trino.
Surca la noche, y suea que el empalidecido
zumo de luna, livido, es sangre de la aurora,
y queda, el ala abierta y el tibio pecho hendido,
sobre los garIios vivos de una zarza traidora.
Tal aquel nio insomne, que cuando el trino siente
golpearle en el cristal de la garganta loca,
desesperadamente llama al amanecer...
Y en vez de la plegaria que el hechizo ahuyente,
enloquecido siente que prendido en la boca
tiene, como una brasa, un nombre de mujer...
II
Tragica e ingenuamente lo llamo en la tiniebla,
al sol remoto, al sol que permite cantar...
El sol no vino. En torno espeso mas la niebla.
La llaga vergonzosa le ahogo hasta el clamar!
Aquella alba lejana, v el ala temblorosa
de la Iiebre sagrada! No quiso suIrir mas.
Y rasgo la negrura siniestra y silenciosa
y el ala y el cantar no se oyeron jamas!
Tras el monte, la aurora guio su guio rosa;
una campana nia volteo jubilosa;
las alas al azul se sintieron llamar...
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En un batir de gozo a los cielos subieron...
Solo aquellas sangrantes en el polvo se vieron!
La garganta, vaciada de Iuego y de cantar!
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42
Pobre Ieo!
Tierna lectora:
Estos Iragmentos, son autenticos. Pertenecen a una serie de cartas escritas por
dos primas mias que con su madre viven en Valparaiso, en una casa de pension. Apenas
si he tenido que corregir las de mi primita Luisa, cuya instruccion aun no basta para
oIreceros lectura Iacil, respetuosa de vuestra gramatica y de vuestro buen gusto. Si sois
Irivola, superIicial, indolente, no las leais, que casi nada os diran, o leedlas solo para
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reir con la inconsciente crueldad de la pequea Luisa. Pero si mereceis el adjetivo que
os doy en el tratamiento, si teneis un corazon abierto al dolor y a la ternura, las cartas de
mis primas, en medio de su comicidad terrible, no os permitiran reiros sin que la risa,
despues de Ilorecer en vuestros labios, caiga como un clavel dolorido, en oIrenda
piadosa para aquellos a quienes un designio incomprensible de la Naturaleza parece
haber condenado a retorcerse los brazos en la soledad.
Como mi prima Isabel, acaso tambien vos hayais encontrado en vuestro camino
un Jose. Son muchos los que por ser muy Ieos, muy timidos y muy debiles, se
consumen en su sed inIinita de ternura, en su hambre de amor que nunca una bella
saciara, suIriendo la crueldad suprema del vientre monstruoso que los concibio debiles y
desarmados ante la Mujer y ante la Vida.
DE ISABEL
...Se a quien te reIieres, a quien se ha reIerido Luisita en la postal que te ha
escrito. Eso es un absurdo. Es verdad que... (me da vergenza decirtelo)... es verdad que
el seor ese demuestra mas que simpatia por mi; pero... yo no tengo la culpa, yo jamas
le... Bah, protesto de la inIamia, eso es; no necesito explicarme, deIenderme; protesto,
simplemente!
Y no te rias. Estoy enojada de veras. Si conocieras al tipo, me darias la razon.
Siento no tener un retrato suyo, para que lo conozcas y comprendas mi rabia. Voy a
procurar hacertelo. Es de una Iealdad que desconcierta. Figurate un muchacho muy
largo, muy largo y con esa altura del adolescente que ha dado un estiron despues de
unas Iiebres. Tiene la Irente acartonada; estupida; las mejillas, como cuevas al pie de
dos pomulos que son dos juanetes. Las pestaas que horror! son plomizas, y sobre
su piel, plomiza tambien, parece que se desmayan los labios blancos, arrugados, IoIos...
Quien seria capaz de darle un beso?...
DE ISABEL
...De veras te interesa el personaje? Lo que no consiento es que me digas
dame cuenta detallada de tus amores con el. No me molestes. Bien esta que como
literato te intereses por esta clase de tipos, son muy curiosos; pero no me oIendas, dejate
de picardias con tu prima...
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Aparecio Jose, asi se llama, el domingo ultimo. La duea de la pension
nos lo presento a la hora del almuerzo. Ya despues del primer plato, tenian todos deseos
de aludir al nuevo. Aurelio, un pensionista muy burlon y muy divertido, Iue quien
rompio el Iuego. Usted es bien alto, le dijo. Jose, sonrojado, trincho el beefsteak
y tuvo la ingenuidad de responder, manso y todo conIundido: Desde nio prometia
yo ser muy alto. Y ha cumplido usted su palabra, le contesto Aurelio.
Con esto, ya te imaginaras: risas en las galerias.
Luego vino un silencio. Todos nos mirabamos, conteniendo la risa; y el, mas
encarnizado con su beefsteak. Pero nos habia quedado gana de reir y recurrimos a decir
chistes. Chistes sobre los sirvientes, chistes sobre los guisos que nos da misia Loreto,
chistes sobre todo y a proposito de todo. Y que desabridos!.. Y como nos reiamos, sin
embargo! El tambien se reia; y nosotros, al verlo tan inocente, mas risa!
No era para menos. InIeliz!
Despues de almorzar, tu sabes como se murmura en las casas de pension los
domingos despues de almorzar, disentimos el nombre que le pondriamos al nuevo.
Que camello, que escalera de boticario, que bambu, que escape de gas...
Decidimos ponerle bambu, por ser de Aurelio la ocurrencia, del ocurrente de la casa.
Bambu da idea de su altura escandalosa y de su terrible delgadez, cierto; pero el es
descoyuntado, lacio. Parece mas bien una tripa, por su color de grasa, por su cuello
elastico que se alarga y se encoge. Tiene tambien una manzana de Adan como una
rodilla de Don Quijote y, ademas, es de un aire hurao, ensimismado, triston.
No se. No estoy conIorme con el apodo. Pero se lo puso el payaso de la casa.
Que rabia! Por que sera, primo, que cuando una persona con Iama de graciosa dice
algo, aunque ese algo le resulte desabrido, todos se lo celebran?...
DE ISABEL
...Si, primo; si, curioso; me hace el amor. Precisamente por eso no te he escrito
estos dias. Estoy irritada, Iuriosa; no quisiera oir hablar de el. A no ser porque te he
prometido contarte... En Iin, que te dire?... Que me carga! No me dice nada, no. Es
muy timido, parece de esos seres solitarios que se sienten mal en sociedad. (Y tiene
razon!)
Pero me mira, me mira, me mira, con ojos de perro humilde que implora de su
amo una piltraIa. Es desesperante. Yo debo de ponerle cara de hiena; porque se va,
entonces, con un gesto de tristeza proIunda, con los enormes brazos colgantes, mas Ieo
que nunca, Imbecil, camello, que se habra Iigurado!
No estoy de humor, no te digo mas hoy...
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DE LUISITA
...Yo te escribo porque Isabel no quiere escribirte hoy tampoco. Sera tonta?
Esta Iuriosa con lo de Bambu. En lugar de hacerle caso, para reirnos un poco... Pero yo
te escribo, porque se me Iigura que de esto vas a sacar tu alguna novela... Ya tengo
mucha conIianza con el; hemos peleado y todo. Anoche me conto un pensionista que
una vez le dieron a Bambu con la puerta en las narices y que, con el golpe, la nariz,
como es tan puntiaguda, se le quedo clavada en la puerta. Yo le pregunte a el si era
verdad esto, y se enojo conmigo. Pero al poco rato nos pusimos bien, porque yo le
estuve contando a que paseos va siempre la Chabelita y que dulces le gustan mas.
Entonces me llevo a su cuarto y me regalo una docena de postales preciosas. No tiene
un santo en las paredes, ni siquiera un Corazon de Jesus, que lo tienen hasta las puertas
de calle. Que raro, no? Sera mason? A la cabecera de la cama tiene un retrato de su
mama en un marco antiguo de esos que dan miedo. Igual, pero lo que se llama igual a el
era la vieja. Pobre! No quiero burlarme de ella; no se juega con los muertos...
DE ISABEL
...Tienes que reprender a Luisita. A costa de ese inIeliz, esta dando
espectaculos que seran todo lo comicos que se quiera, pero algo tristes, muy
desagradables. Anoche me dio mucha lastima lo que paso. El pobre Bambu, que ha
adoptado una jovialidad melancolica delante de mi, aventuro no se que galanteos y no
se que preguntas, como tratando de saber cual era mi ideal de hombre. Luisita,
indignada, la muy picara, le dijo: Es usted capaz de creerse buenmozo!
Jamas, jamas se ha Iigurado el tal cosa; yo te lo aseguro: ve que a cada instante
tropieza la Irente contra las lamparas; sabe que sus orejas atortilladas sobre el craneo, y
con puntas, como si se las hubieran pellizcado al nacer, son indecentes; reconoce que su
garganta de tripa enrollada se asoma como el badajo de una campana por el cuello de la
camisa,porque usa unos cuellos... para sacarlos abrochados y con camisa y todo por
encima de la cabeza; no ignora, en Iin, que ni sus escualidos brazos que moldean los
codos en las mangas, ni sus pies enormes y planos, ni sus inverosimiles canillas son
prendas de belleza.
Pero volvamos al relato.
Mirese al espejo, agrego Luisita.
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Humillado, mudo, se desplego el de su asiento, como algo dobladizo, y se Iue...
Al pasar Irente al espejo, se miro a hurtadillas, rapidamente. Yo vi tambien su imagen
reIlejada: aquel talle de nio, aquellas piernas sin Iin; una albondiga montada en un
compas, Que crueldad de la Naturaleza!
Han visto?,dijo Luisita, Tiene la Iacha de un reo, una cabeza de
asesino, con ese pelo cortado a lo perro.
Debes reprender a esta chiquilla. Asi como es capaz de hacer comparaciones,
es capaz de comprender lo que hace. A mama ya no le obedece...
DE LUISITA
...Tu creeras, primo, que un tipo tan Ilaco ha de comer muy poco. Te
equivocas. Deja los platos limpios. Que apetito tan extraordinario! Si casi suspira mas
por la comida que por la Chabelita... Ah, y hemos sabido que al inIeliz le estorba su
largura hasta en la peluqueria. Dice Aurelio que hoy lo vio cuando le estaban cortando
el pelo y que el peluquero, para poder alcanzarle a la cabeza, lo habia tenido que sentar
en el suelo.
Y no quieren que me ria!...
DE ISABEL
...He tenido que reirme por Iuerza. Luisita le ha dicho que me gusta mucho el
piano. Sabe tocar y cosa rara el, tan pavo, tan languido, lo toca todo con un airecito
jovial, todo rapido, picadito, coqueton, como salpicando apenas los dedos (sus dedos!)
sobre las teclas...
...No dejes de reprender a Luisita. Se ha propuesto desesperarme. Le da cuenta
de todos mis gustos y aIiciones, y ahora tengo al muy bambu amoldandose a mi
horma. Y lo peor es que los pensionistas me cruciIican a bromas, por mi poder seductor
(')...
DE LUISITA
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...Ya lo domino. Vieras tu como lo manejo. Jose, desdoblese. Y el se
eleva de su asiento, como si Iuera una de esas tiras con vistas de ciudades,
Plieguese.- Y el se vuelve a sentar. No se molesta; se rie. No le queda mas
remedio. Si esta mal conmigo, no sabe el parecer de la Chabelita sobre sus tonterias...
DE ISABEL
.Habia dejado de escribirte por no considerar de importancia los
acontecimientos. Pero se han ido sucediendo unos tras otros y han Iormado, por su
cantidad, un conjunto considerable, alarmante, digno de que te lo cuente.
Te he dicho alarmante y es verdad. Creeme, por momentos tengo miedo. Ese
hombre me va pareciendo capaz de todo. Lo soporta todo por mi. Que tenacidad!
Como es posible suIrir tanta insolencia de Luisita, tanta indirecta de los pensionistas y
perseverar en un proposito que yo de mil maneras le maniIiesto ser descabellado? Si,
primo, te lo juro, estoy alarmada. Me obsequia cuanto considera de mi gusto. Ayer me
trajo castaas en almibar; el sabado, una mata de crisantemos. Y he tenido que recibirle
los regalos: ante las satiras de los demas, se me hizo duro desairarlo. El caso es que me
tiene loca. Ya te he contado que toca el piano y que lo toca muy a menudo ahora, por
saber que a mi me gusta la musica. Pues hasta en esto, por agradarme, me produce mas
alejamiento. Imaginate: al preguntarme que deseo escuchar, me entona las melodias... y
con esa voz de Iuelle, insonora, que sale de su boca livida con expresion de Iatiga! Es
terrible, me causa malestar.
Otra: lo encuentro en todos los paseos, muy enIlorado, muy elegante. (Eso si,
nunca se ha vestido mal, aunque nada le sienta, al pobre.) Y siempre asediandome y
cargandome... o haciendome suIrir con la compasion que me causa. Ahora se empolva,
se aIeita diariamente, se hace toilettes. InIeliz! Puede una imaginar un espiritu
simpatico, un espiritu de coqueteria en la vaina de un sable? Ya no se muestra con aquel
continente languido y melancolico; se ha hecho locuaz, alegre. Y no se de donde ha
sacado un inmenso repertorio de reIranes y proverbios; El ha decidido radicarse en
Valparaiso porque ha vagado ya mucho y piedra que rueda no cria musgo, porque ha de
ir pensando en el porvenir, en Iormar un hogar (!) Lo alcanzara? La gota de agua
orada la piedras... A veces, oyendole, no puedo contener la risa. Lo advierte y otro
reIran! Quien a solas se rie, de sus maldades se acuerda. Por que siente usted tan
poca simpatia por mi, Chabelita?
Cuando me pregunto esto ultimo, estaba Luisita presente y, con su inconsciente
crueldad de nia, le respondio por mi. Por su nariz, Jose Por mi nariz. Y que
tiene mi nariz? Su nariz? Nada. Usted tiene la misma nariz de su madre,..
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Figurate! Crei que Luisita se habia ganado una cachetada. Lo merecia. Es terrible,
diabolica, la criatura. Sin embargo, el callo, limitandose a mirarme, como para decirme:
por usted lo tolero todo. Pero poco despues se Iue, para no salir en todo el dia de su
habitacion.
Y las crueldades de la muy picara de Luisita no tiene Iin. Cada dia son
mayores. Ahora, por lo visto, no nacen de un mero deseo de reir; sino de un odio a
muerte por el inIeliz Bambu, quien la oIende con el solo delito de quererme. En otra
ocasion le dijo: Callese, horroroso. A usted le debian haber torcido el pescuezo en
cuanto nacio, porque no hay derecho a ser tan Ieo. Y que te Iiguras que hizo el ante
semejante groseria? Se quedo pensativo un momento, como apreciando el Iondo de
verdad dolorosa que pudieran tener estas palabras, y al Iin murmuro, con una sinceridad
de partir el alma: Cierto!
Ves? Todo esto sera comico, pero muy desagradable.
Y de los pensionistas para que hablar! Valiendose de Luisita, lo agobian a
burlas. Aurelio le ha compuesto unos versos. Luisita suele declamarlos por las noches
en el salon. Cuentan estos versos que Bambu, el que
en cuclillas parece una langosta
y de pie puede dar besos al sol...
no cabe en la cama, pero que su ingenio ha remediado el deIecto. Coloca tras el
catre dos sillas, de suerte que sacando por entre los barrotes sus luengas tibias, asi
dice el verso, las coloca encima de los suplementos, previamente enIundadas en unos
pantalones viejos, y logra asi estirarse y dormir cuan largo es. Luego viene otra estroIa
contando que el cuerpo de Bambu se eleva tanto de la tierra, que logra sentir el calor de
la luna. Y la ultima estroIa dice que una noche de espantoso Irio, Bambu no consigue
hacer entrar en calor sus pies. Que hace, entonces? Se levanta de la cama, se cala
cuanto abrigo halla en su ropero y, subiendose al tejado, se acuesta sobre las tejas,
levanta las piernas y oh prodigio! sus pies, junto a la luna, reciben la tibieza tan
buscada. Como ves, ya esto pasa de castao obscuro. Y no se va de la casa! Tendre
razon para estar alarmada?
Pero, antes de terminar, voy a contarte lo que ocurrio anoche. Ya esto es triste
de veras. Estabamos en el skatting ring y nos aprontabamos para patinar, cuando en esto
se me acerca Luisita y me dice: Miralo agachado y dime si no es verdad que parece
una langosta, como dicen los versos. Miro, riendome, y veo a Jose probandose unos
patines en un rincon, y tan grotesco, tan ridiculo, que aparte la vista de el. Presenti otra
escena de burlas y me dolio ya Iormar entre los que le humillan y le hieren y le
envenenan la existencia. Senti una gran piedad por el y creeras? tuve una secreta
alegria: entre tanta gente, dije, pasara inadvertido y patinara, y se olvidaran estos
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demonios de el, y se divertira un buen rato y... y yo patinare con el. Por que no?
Pobre! Pero cuando ya todos estabamos listos, lo veo Irente a mi, embodado,
contemplandome... y sin patines. No va usted a patinar? le pregunte. No, no me
gusta; la vere patinar a usted, Chabelita. No se si me equivoque; pero crei hallar en
su expresion una tristeza proIunda, algo asi como el reconocimiento de que no eran para
el los goces de nosotros, de que viendose incapacitado por sus deIectos Iisicos para
asociarse a nuestras diversiones, preIeria colocarse al margen para no desentonar en
nuestra comparsa, para no arrancar una vez mas las risas de las galerias. Mientras
tanto, Luisita se habia acercado a nosotros y, con su odio exagerado al pobre Bambu, se
entregaba a su diabolico placer de hacer suIrir al inIeliz. Bah, dijo, no quiere porque no
puede. Se ha probado los patines mas grandes y le han quedado chicos. Una sonrisa,
como siempre, una sonrisa Iue la respuesta del buen Jose. Y que amarga, que humillada,
que triste. Luego se aparto, en silencio, como si temiese que siguiendo en nuestro grupo
sobreviniese el atroz regocijo de los demas, las risas envenenadoras, el cambio de
miradas, y el preIiriese guardar su papel pasivo ante aquella multitud hostilmente
alegre, agresivamente hermosa que, con solo ponerse Irente a el, le pisoteaba.
Toda la noche suIri por el. Lo sentia deprimido, perseguido en sus expansiones,
emponzoado en sus sueos de Ielicidad... Y no pude divertirme. Por que no se ira de
nuestra pension? Le seria Iacil olvidarme. Hay tantas de mal gusto. Pero, tambien, estos
demonios de la pension no pueden reunirse jamas sin elegir una persona para blanco de
sus burlas u objeto de su diversion, Que brutos! Me da una rabia...
Me han dado las doce de la noche escribiendote. Como esta carta, por lo diIicil,
me obligo a hacer borrador... Y lo peor es que me ha hecho llorar. En Iin, hasta maana
o pasado, si es que ocurre algo digno de mencion. No te olvides de reprender a Luisita;
ya ves que lo merece...
DE LUISITA
...Ay, primito de mi alma! Como quieres que no me ria? Creeras que porque
el domingo le dije que nada le Iastidiaba tanto a la Chabelita como los hombres
tragones, nada mas que por esto, ahora apenas toca los platos? Si es muy bruto, muy
bruto. No le tengas lastima y no te molestes conmigo...
DE ISABEL
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...A Luisita no se le puede soportar ya. Ahora, no conIorme con burlarse del
desdichado Jose, le insulta, le oIende, le saca a cuento la Iealdad de su madre, hasta le
da de puntapies. Anoche tuvo el descaro de recitarle los versos que le compuso Aurelio.
Jose, Iurioso, quiso averiguar quien los habia escrito y hubo una escena tremenda, de
resultas de la cual dicen que el pobre joven amanecio enIermo. Hoy no ha salido de su
cuarto. Con un disgusto asi, Iigurate...
DE LUISITA
...Mama me ha pegado por culpa de ese animal, que ya lleva dos dias
haciendose el enIermo para que me castiguen. Como la Isabel esta de su parte.
Hipocrita, coqueta. Despues que se ria de el, se la lleva mandando preguntar por la
salud de Jose. Jose, Jose... De repente le dira Pepito. Bien dicen que las mujeres son
unas Iarsantes. Gracias a Dios que todavia no soy mujer! Ah! pero me han de pagar
todas las que me estan haciendo. Bonita cosa, pegarle a una por la estupidez de un
extrao!...
DE ISABEL
...Las cosas van muy mal, mi querido primo. Francamente, no se a donde iran a
parar. Me habia limitado estos dias a mandar preguntar por el: simple cortesia para con
un enIermo de la casa. Pero esta maana me conto la sirviente que el pobre, aunque dice
que esta enIermo, no se ha metido en la cama desde la noche del disgusto. Me inquieto
de tal modo la noticia que, ya en la tarde, rogue a un pensionista que Iuese a verlo y a
enterarse de lo que realmente pasaba. Yo, como habia pasado todo el dia con la
preocupacion, estaba nerviosisima y Iui a escuchar junto a la puerta. No podria repetirte
cuanto escuche. Por suerte, como casi todo me lo repitio despues mi emisario y como
me ha interesado tanto, creo poder coordinarlo y escribirtelo. Hare la prueba. No
importa que maana me hagas bromas diciendome, como la vez pasada, que me estoy
haciendo literata. En ese caso, con el roce... Quisiera poder eternizar estos dias,
dijo al saberme interesada por su dolor,poder continuar asi toda mi vida, en este
cuarto, enIermo de mi pena, para seguir recibiendo estos recados de ella, los unicos de
este genero en mi vida, ya que no puedo pensar en otra dicha mayor. Las bromas de
ustedes y de Lupita? No me encolerizaron nunca. Tan solo me mostraban cada vez mas
claro el abismo que hay entre ella y yo. Este era el unico aspecto interesante de las cosas
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para mi. Sin embargo, no desesperaba; exploraba constantemente dentro de mi,
cambiaba de actitudes, ensayaba nuevos modos de ser, esperando encontrarme alguna
cualidad, algun aspecto que tal vez yo mismo ignorase tener y que, marcandome una
nueva norma de conducta, me acercase a ella. Sueos! Cada vez me le hacia menos
simpatica. Ahora lo veo. Me Ialseaba y valia menos aun. Era la esperanza lo que me
impulsaba, era esta esperanza absurda de los muy desgraciados que creemos aun en lo
imprevisto, en la magia... y Iorjamos sobre ello cada torre, cada monumento... que al Iin
solo sirven para caernos encima v aplastarnos...
No, no es el disgusto con ustedes la causa de mi estado actual; es que aquella
noche, desvelado, pense mucho y medi en su verdadero valor la realidad. No le guardo
rencor a nadie. Si esto me ha pasado siempre, desde el colegio. A mi no me han querido
nunca, ni los amigos. No soy simpatico, ni comunicativo, ni alegre; soy aspero,
hurao... y Ieo. Para mi las palabras amor, cario suenan como el eco de algo muy
bello que existe en el camino de los demas y que Dios no ha querido poner en el mio. Y
a pesar de esto, que necesidad he tenido siempre de amar! Asi es como este amor mio,
ahorrado por la Iuerza en mi corazon, se ha vaciado entero en ella. Pero no le parece a
usted que soy un iluso? Ah!, si al menos pudiera ser esta una ilusion eterna... Pero
presiento el Iin de ella; se me ocurre que cuanto estoy suIriendo es el comienzo,
unicamente, de algo que ha de abatirme. No, no me contradiga. Los desgraciados
tenemos corazon de proIeta.
Mi emisario le pregunto si habia logrado hablar conmigo alguna vez acerca de
esto, Nunca,contesto nunca vislumbro ella mi verdadero espiritu. No se por
que, siempre apareci Ialseado ante ella. Muchas veces, las circunstancias le obligan a
uno a encogerse en si mismo y a mostrarse diIerente de como es, sobre todo cuando el
medio en que uno vive le es hostil. Y, usted sabe, yo he vivido aqui siempre
desconcertado en medio de tanta burla. Ademas, soy debil, no se imponerme. Desde
nio me amansaron las gentes.
Y por que no le habla usted ahora?le insinuo mi emisario, ya
conmovido. Jose respondio: No, no, no; comprendo las aspiraciones que tendra ella.
Son muchos sus meritos y sus encantos. No debo protestar ni decir una palabra. No hay
derecho a ser tan Ieo, me dijo una vez Luisita. Y, para este caso, es cierto. A mi debian
haberme torcido el pescuezo apenas naci, como piensa esa chiquilla. Y perdoneme si le
importuno con mis lamentos. Cuesta tanto resignarse... Dejeme usted hablar siquiera. La
tortura es superior a mis Iuerzas, y usted ha venido a abrirme una valvula. Perdoneme si
abuso. Reviven mis desgracias del pasado y recrudece la negrura del porvenir: la
soledad, siempre la soledad. A sangre Iria, estas cosas son cursis, ya lo se. Pero no sabe
usted la amargura de sentir abolida la Ielicidad cuando no se ha tenido siquiera la pobre
dicha de comenzarla...
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Y no recuerdo mas, primo. Se me escapan muchas cosas, algo de su madre...
que se yo! No podria recordar mas en este momento. No ceso de llorar, te soy Iranca
Quien hubiera sabido antes todo esto! Las mujeres jamas nos detenemos a considerar
estas cosas que los hombres no hablan. Ya ves: yo permitia que se burlasen de el, y le
detestaba, le detestaba...
Y ahora, que debo hacer? Lo que mi corazon me dicte? Tengo miedo. Te
pido un consejo. Te prevengo, con toda Iranqueza, que ya hoy no podria querer a estos
hombres que no han suIrido y viven en una indiIerencia espantosa. Pero, el caso es que
es tan Ieo, tan Ieo, el pobre Jose. Sin embargo, es limpio, viste bien, tiene los dientes
blancos y sanos y aun su tristeza me parece ahora hermosa. Y ya tengo tambien,
veinticinco aos. Casi soy una solterona, una carga para mama. En Iin, aconsejame tu.
Tu tienes corazon y conoces la vida...
MI CONTESTACIN A ISABEL
Pobre primita mia! Que buena eres, que buena y que graciosa! Conque una
solterona de veinticinco aos? En esto si que has hecho literatura, y literatura cursi, que
es lo peor. En lo demas, no. En la mujer sucede lo que en el pueblo: dice las cosas muy
bien cuando le salen de muy adentro. La intensidad y el colorido de tus ultimas cartas
solo me prueban hoy que sientes muy hondo la desgracia de Bambu. Y, en parte, lo
celebro: asi has vivido mas, vida intensa y util. Pero te aplaudo en este unico sentido.
Mi consejo, mi consejo Irio, sereno, es duro, va en contra de tu encantadora sensibilidad
y acaso la hiera. Al dartelo, no procedo por un sentimiento que pudieramos llamar un
egoismo de Iamilia, no. Bien dolorido me tiene el pobre Jose. Sobre todo, hay en su
vida algo que desgarra: su terrible y justa Ialta de esperanza. Ni es iluso ni es torpe, sabe
que su existencia correra sombria y abominable mientras el amor sea la suprema ley de
la vida, lo irreemplazable, lo unico irreemplazable. Acaso aun en los momentos en que
una clemente conIormidad empiece a germinar en el, subira de su corazon el grito
desesperado tengo sed de ternura!. Es cruel esto, muy cruel; porque ni es el un
miserable, ni es un vicioso, ni es un ruin; porque no ha perdido por culpa suya el
derecho al amor. El es un Ieo; he ahi todo; es un horrible. No hay otra razon. Y esto es
lo tragico. Porque un Ieo es, hasta cierto punto, un Iracaso de la Naturaleza, algo que
salio mal, poco servible para concurrir al sublime prodigio del amor... Que genio
siniestro mezclo en estos seres esas ansias inIinitas de amar y ser amados y esa Iealdad
repulsiva? Misterio. Parece que el supremo concierto de la creacion precisa de estos
desgraciados para hacer los dichosos. Oh necesidad innegable del dolor!
53
Y hemos de conIormarnos. Lo absurdo es desear que quienes como tu nacieron
destinados a mejor suerte, vayan, por piedad, tambien a Iormar en el bando negro.
Divino absurdo este, sin embargo, que crea heroes; pero no lo deseo para ti. No te
alucine el heroismo, mi querida prima; mira que nadie puede saber de antemano si es de
la pasta de los heroes. Se dura, pues. En estas ocasiones estamos obligados a serlo.
Sabes tu si maana encontraras en tu camino un hombre a quien amar con cario entero
y apasionado? Y si antes has cedido a la piedad, que haras entonces? Por no haber sido
Iuerte hoy, serias entonces cruel e inIame, probablemente. Le Ialtarias, le. Ay, no
sabes cuanta crueldad nace de un corazon enamorado en tales casos para con el dolor
del oIendido! Por tu estado de soltera, por el respeto que debo a tu pudor, no puedo
hablarte con la claridad que quisiera. Pero busca en tus recuerdos. No has visto algunos
casos ya en la vida? Meditalos.
Pobre Jose! Yo siento mucho esto, mucho. OIrecele amistad. Ya ganara el con
ello; puesto que, segun dice, ni los amigos le han querido. Tu estas ahora
admirablemente preparada para ser su buena amiga. Aunque, pensandolo bien, tomando
en cuenta la blandura de tu corazon, veo el caso peligroso... tanto, que no te lo aconsejo
Iormalmente. No, no; mejor no intimes con el: puedes, por piedad, caer en desgracia y
matar en Ilor la dicha que mereces. El puede hallar una... no dire una Iea... una modesta
Iigura con un corazon semejante al suyo, y celebrar una dulce alianza, tal vez gozar de
un hondo e intenso cario con ella, por aIinidad, etcetera. Pero tu, tu? No; jamas.
Tendrias hijos; y te resignarias a tener hijos que corriesen la suerte del pobre Jose,
hijos bambues, para ser cantados por los mas o menos poetas de las casas de pension?
Bah! Debes ser Iuerte, dura; este es mi consejo.
Y hasta maana. Quedo en ascuas esperando el desenlace de esta historia que
supuse divertida y que me inquieta hoy terriblemente.
DE ISABEL
...Estoy desolada, Eduardo, desolada. Que criatura, pero que criatura! Sabes
lo que ha hecho Luisita? Pues ha tomado a escondidas de mi tu carta y se la ha llevado a
Jose. Dice que para vengarse, Dios mio, Dios mio, lo que son los nios cuando se
mezclan en las cosas de los grandes! Que ha pasado, no lo se; mejor dicho, no se lo que
va a pasar. La chiquilla llego llorando a gritos. Dice que leer Jose la carta y darle una
cachetada Iue todo uno. Y no se sabe mas. Los sirvientes, que acudieron a los chillidos
de Luisita, le vieron salir como un loco. Cuentan que llevaba en las manos el retrato de
su madre y que decia: Nunca, nunca, nunca mas!, y que salio repitiendo: Nunca,
nunca, nunca!, hecho un verdadero loco, hasta desaparecer en la calle...
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Y no ha vuelto. Es la una de la maana y no ha vuelto...
Fin
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Papa y mama
A prima noche, en la paz de una calle de humildes hogares.
Un Iarol, tras el ramaje ralo y polvoriento de un arbol, alumbra el muro de
ladrillos desnudos. Proxima se abre la ventana de la salita modesta, en cuya penumbra
se opaca el espejo, brilla el inmenso caracol que sobre la consola canta su sorda y
evocadora cancion de mar y se desdibuja la esposa sentada en el vano del balcon.
Es joven, la esposa; tiene el rostro empalidecido por la luz de la calle; los ojos,
como Iijos en pensamientos.
Que piensa la esposa todas las noches a esa hora, cuando el marido, en
acabando de comer, sale? Que piensa todas las noches, sentada en el vano del balcon,
mientras la criada lava dentro la vajilla y los nios juegan un rato en la acera
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embaldosada y resonante?... AIlora? Suea?... O simplemente se rinde a escuchar el
pendulo que en el misterio de la sombra marca el paso al sigiloso ejercito de las
horas?...
Es placida, la noche. El cielo, claro: nubes transparentes blanquean en el azul
ya lechoso, la via lactea empolva una banda de paz, hay una polvareda de estrellas y,
muy blanca y muy redonda, la luna recuerda viejas estampas de romanticismo y de
amor.
Dos nios juegan en la acera: Ramon y Juanita. Un tercero, nene que aun no
anda, sentado en el peldao de la puerta de calle, escucha incomprensivo y mira con
ojos maravillados. Ramoncito ha mudado ya los dientes; es vivo, muy locuaz y sus
piernecillas nerviosas estan en constante movimiento. Juanita es menor. Sentada como
el nene sobre la piedra del umbral, acomoda en un rincon de la puerta paquetitos de
tierra, y botones, y cajas de IosIoros, y palitos...
Juegan a la gente grande, porque ellos, como todos los nios, sienten, sobre
todo en las noches, una inconsciente necesidad de imaginar y preparar la edad mayor.
Ramoncito, deteniendose Irente a su hermana, con las manos en los bolsillos
y las piernas abiertas. A que jugamos, por Iin?
1uanita. Ya, ya esta el almacen listo.
Y corrige la alineacion de los botones y las cajitas.
Ramoncito. Pero vamos a jugar otra vez a las compras?
1uanita. Es claro, sigamos. Yo soy siempre la madama, y tu me sigues
comprando. No ves que mucha gente de todas estas casas no me ha comprado nada
todavia?... Ni la hija del sastre, ni el tonto de la cite...
Ramoncito. Bueno. Entonces, ahora soy el chiquillo tonto de la cite.
Se aleja unos pasos hasta la esquina. Luego vuelve, silbando, a pasos
descoyuntados, arrastrando los pies, rayando el muro.
Ramoncito, con voz gangosa. Madama, madama, dice mi mama que me diga
que hora es y que me de la llapa de huesillos.
1uanita. Muy seria en su papel de madama indignada. Ah, estupido qui
sei! Dile a tua mama que me pague el demanche que le Iie a la matina.
Pero sobreviene una pausa desairada. A Ramoncito ya no le divierte aquello.
Ramoncito. Mira, mejor juguemos a otra cosa. Siempre al despacho, aburre.
1uanita. Palmoteando. Al abuelito, quieres? A contar cuentos.
Ramoncito. Oye, para que le serviran los anteojos al abuelito?
1uanita. Tonto! Para ver.
Ramoncito. Asi decia yo; pero no te has Iijado que para hablar con uno mira
por encima de los vidrios y para leer se los pone sobre la Irente?
1uanita. Cierto. Para que le serviran los anteojos al abuelito?
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Ramoncito. Bueno, bueno. Juguemos... a...
1uanita. A la casa?
Ramoncito. Ya.
1uanita, con creciente entusiasmo. Al papa y a la mama? Yo soy la mama, o
la cocinera... Lo mismo da, como tu quieras. Las dos, puedo ser las dos.
Ramoncito, improvisando un baston con una ramita seca que recoge del
suelo. Yo, el papa. Llego del trabajo, a comer, pidiendo apurado la comida, que tengo
que ir al teatro. Te parece?
1uanita. Esplendido.
Y renace la animacion. La chica da nuevo acomoda a las cajas de IosIoros,
agrupa los botones, desenvuelve la tierra. Entre tanto, Ramoncito, erguido, braceando y
a largos pasos que retumban en las baldosas, vuelve otra vez de la esquina.
Ramoncito. Esta esa comida, Juana?... Pronto, ligerito, que tengo que salir.
1uanita. Voy a ver, Ramon, voy a ver... Esta cocinera es tan despaciosa...
Se vuelve hacia su Iingida cocina y pregunta: Mucho le Ialta, Sabina?...
Si?... Ave Maria!
El chico levanta los brazos, admiradisimo. Luego Irunce el ceo: se ha
enIadado subitamente.
Ramoncito. Que! No esta todavia esa comida?
1uanita. Ten paciencia, hijo, por Dios... A ver, mujer, dejeme a mi. Paseme el
huevo, la harina... Eche mas carbon... Viva, animese!...
Ramoncito, que ha emprendido una serie de curiosos paseos, baston en
mano, renegando. Habrase visto, hombre! Que barbaridad! Se mata uno el dia entero
trabajando, para llegar despues a casa y no encontrar ni siquiera la comida lista.
Caaramba!
1uanita, riendo. Asi, asi, muy bien.
Ramoncito, en un parentesis. No hables de otra cosa. Ahora eres la mama y
nada mas. De nuevo en son de marido tonante: En que pasan el dia entero dos
mujeres, digo yo?
1uanita. Cosiendo, hijo, y lavando y...
Ramoncito. Nada. Mentira. Flojeando... Brrr!...
1uanita. Dame tu santa paciencia, Dios mio! Chsss!
AIanada, simula Ireir, en un boton, un huevo... de paja.
Ramoncito. Paciencia... Me das risa. Tengo hambre y estoy apurado...
apurado, oyes? Trabajo como un bruto y llego muerto de hambre, Ah! Ya esto no se
puede aguantar.
1uanita, que rie con loco entusiasmo. Chsssss!
Y... este aceite, Dios mio, no se que tiene... Chsssss!
Ramoncito. Buena cosa!... Esta muy bien, muy bien... Ah, y casese usted!
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Sus paseos se hacen cada vez mas Iuriosos.
1uanita. NO te quejes asi. Y a los nios, a estos demonios, quien los lava,
quien los viste, quien les cose, quien...
Ramoncito. Basta! Lo de siempre. Yo no tengo nada que ver con eso.
1uanita. Pero es que... Uy, que se me queman las lentejas!... Pero es que, por
un

lado, estos nios; por otro lado, la calma de esta mujer...
Ramoncito, iracundo. Si la Sabina es Iloja, se manda cambiar. Caramba!
1uanita. Cuidado, Ramon, que cuesta mucho encontrar sirvientes,
Ramoncito. Que se yo! Tu sabras. Podias aprender de mi madre, ya te lo he
dicho. Esa si que es ama de casa.
Como Juanita calla, sin atinar a responder, el chico la auxilia.
Ramoncito. Enojate un poco tu tambien. Dime, asi, rezongando: Ya me
tienes loca con lo que sirve mi suegra. Ella sera un prodigio; pero yo, hijo, que
quieres?...una inutil...
La chica suelta una carcajada.
1uanita. De veras! No me acordaba.
Ramoncito. Dilo, pues. No sabes jugar.
1uanita, entre dientes. Ya me tienes loca con lo que sirve mi...
Ramoncito, rabioso, sin dejarla concluir. Que? Rezongas?
1uanita. Deme esa cuchara, Sabina.
Ramoncito. No, no. Ahora me debias contestar: Ave Maria! Que genio!
Debes estar obra vez cargado de bilis. Es tiempo de que tomes otro purgantito... No
sabes, no sabes jugar.
1uanita. Esperate. Ahora, si, veras...
Ramoncito, dandose por replicado y montando en mayor colera. Bilis,
bilis!... Siempre la culpa ha de ser de uno. Ah, casarse, casarse! Para gastar, para eso se
casa uno. Asi les digo a mis amigos: casense y veran...
1uanita, con viveza. Se te olvida una cosa: Ah, si yo tuviera la desgraciada
dicha de enviudar! Y entonces yo te contesto: No tendras ese gustazo.
Pero el hombrecito se siente herido en su amor propio por la leccion y,
blandiendo el palo, amenazante, brama:
Ramoncito. Callarse!!!
1uanita. Veamos ahora el asado. Sabina, abrame el horno... Respondiendose a
si misma: Ya esta, seorita...
Ramoncito. Ay, ay, ay! Linda vida, esta!... En la oIicina, aguantar al jeIe; en
la calle, los ingleses; en el tranvia, las conductoras hediondas, los pisotones, las viejas
que han de ir todos los dias a misa, nada mas que para hacer viajar de pie a los hombres,
que vamos al trabajo... o las pollitas, que se largan a despilIarrar en las tiendas lo que a
los padres nos cuesta... nuestro sudor.
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1uanita. Ah, si tuvieras la desgraciada dicha de enviudar!...
Ramoncito. Imbecil. Celosa!
1uanita. Celosa? No tendria el diablo mas que hacer. Ya no, hijo; ya no soy la
tonta de antes.
Ramoncito. Callarse, he dicho!
Y enarbola el palo, amenazador, terrible.
1uanita, en UN nuevo parentesis. Oye, los palos nos lo des de veras.
Ramoncito. Silencio! Silencio!!! Estoy ya cansado, aburrido, loco...
loco!... Brrr!!...
Da un garrotazo contra la puerta de calle. La nia se sobrecoge.
1uanita, realmente azorada. No se te vaya a ocurrir...
Ramoncito, repitiendo EL palo con mayor Iuria, Chit! Callarse!
1uanita, seria. No juguemos mas, quieres?
Ramoncito. Nada, nada! Pronto, la comida, pronto, si no quiere usted que...
El palo cae repetidas veces sobre la puerta, zumba alrededor de la cabecita de
la nia, que se alarma cada vez mas. El chico sigue echando chispas y vociIerando. De
pronto, con el palo alzado, se queda mirando a la presunta esposa. En sus pupilas
brilla la llama de las travesuras temerarias; aquel brazo armado parece que va a caer,
que inicia la descarga en serio sobre la cabeza de la nia. Entonces Juanita tiene
primero una sonrisa interrogativa, luego un gesto de miedo. El nene, asustado tambien,
suelta el llanto; y aqui Juanita, como iluminada subitamente por un recuerdo salvador,
suelta botones y pajitas, coge al nene en brazos, se yergue digna y altiva, y dice:
1uanita. Ramon, respeta a tu hijo!
FIN
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MIENTRAS GIME EL ENFERMO...
Una lampara proyecta reIlejos verdosos sobre la lividez del nio que
enloquecio de amor.
El silencio canta su insonora cancion en los rincones y entre la sombra se
agazapan los palidos Iantasmas que ven los locos...
.Y donde estara esa Mujer?
Eduardo Barrios: Tu que eres amado, tu que sabes el misterio de muchas almas
de mujer, dime: No pesara tambien sobre tu vida la gran culpa de que una nia haya
enloquecido de amor?
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Arrullemos al Nio, que se muere de amor:
embrujado El esta de una oculta inquietud
que a sus ojos les da visionario esplendor,
sin saber que llego su sombrio ataud...
Arrullemos al Nio, que se muere de amor.
Su reir, su pesar, su terror, su querer
derramaron la luz de un doliente cantar
que canto a su pesar una bella mujer,
sin saber ni creer que hay locura de amar...
Arrullemos al Nio, que enIermo de querer.
De querer y suIrir, se turbo su razon:
anublada la luz, anublose su Iaz;
y su dulce niez, bajo extraa expiacion,
se perdio en el terror de un supremo jamas...
Arrullemos al Nio, que perdio el corazon.
Quien desciIra el decir que callara el papel?
Quien alivia el pesar de tan casto suIrir?
Lo que calla el cantor, lo dira algun pincel
con ansioso llorar o angustioso reir...
Arrullemos al Nio, que enIermo por la inIiel.
Me pregunto si Aquel que la historia encontro
del inIante inIeliz de la Iiebre Iatal,
no sera el mismo Ser que hace tiempo rodo
bajo el tragico ardor de ese amor espectral...?
Arrullemos al Nio, que su llanto lloro.
Y, si Iuera verdad, bien merece el placer
de olvidar el dolor y sentir el amor;
y que en torno de si, una extraa mujer
le prodigue su ser con ansioso Iervor...
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Arrullemos al Nio que entrevio ese querer.
Evocacin:
En la noche lunar o en el triste arrebol,
oh mujeres de amor! esta historia contad;
y ante el Nio inIeliz, incendiado de sol,
oh mujeres de luz! con ternura llorad.
El querer, el suIrir, el pesar y el terror
le rompieron de amor su amoroso laud:
albo lirio a su albor, deja aqui el trovador,
como nimbo de paz en su blanco ataud.
CLAUDIO DE ALAS
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