Respiración Artificial
Respiración Artificial
Respiración Artificial
VERNICA GARIBOTTO
Queens University
ANTONIO GMEZ
Tulane University
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Relato por el que circula una serie de personajes que han sufrido diferentes
desplazamientos geogrficos (de Argentina a Caracas, a Nueva York, a Bogot;
de Buenos Aires a Concordia; de Polonia a Entre Ros), el exilio es la matriz que
vertebra Respiracin artificial. No slo traza los itinerarios de los personajes, sino
que se aloja en el centro mismo de la narracin: la novela delinea el camino recorrido
por Marcelo Maggi, un historiador que trabaja con documentos olvidados por la
historiografa oficial, para reconstruir la vida de Enrique Ossorio, un expatriado
del rgimen rosista que porta en la ficcin las huellas de algunos de los verdaderos
proscriptos del rosismo (Alberdi, Sarmiento, Lafuente, Echeverra). Punto en el que
confluyen el eje de la trama y la bsqueda de Maggi, las cartas que Ossorio escribe
desde el destierro en 1850 funcionan como una puesta en abismo que condensa los
sentidos que el exilio despliega en el texto:
Compatriotas: yo soy aquel Enrique Ossorio que luch incansablemente por la
Libertad y que ahora reside en la ciudad de New York, en una casa del East River.
Ahora ya soy todos los nombres de la historia. Todos estn en m, en este cajn
donde guardo mis escritos. [] He pensado escribir una utopa: narrar all lo
que imagino ser el porvenir de la nacin. Estoy en una posicin inmejorable:
desligado de todo, fuera del tiempo, un extranjero, tejido por la trama del destierro.
[] Estos documentos se conserven porque no slo han de servir (a cualquiera
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que sepa leerlos bien) para echar luz sobre el pasado de nuestra desventurada
repblica, sino para entender tambin algunas cosas que vienen pasando en estos
tiempos y no lejos de aqu. (69-72)
Expulsados del espacio, desgajados del tiempo, los escritos de Ossorio como
un espejo invertido de la novela que los contiene cifran su legitimidad en lo forneo
de su lugar de enunciacin: el destierro permite abordar la realidad desde una ptica
privilegiada; la obligada lejana desnaturaliza la mirada y estimula el pensamiento;
la distancia impuesta se resignifica y se vuelve distancia elegida. Lejos de impulsar
la marginacin del espacio nacional, el exilio hace de la marginacin la condicin
de posibilidad de la construccin simblica del espacio nacional. Documentos del
pasado, del presente y del futuro, las cartas fundan su significado primordial no
solo sobre su carcter dislocado sino tambin sobre el cruce temporal: permiten
simultneamente decodificar la historia nacional, desglosar la realidad presente
y anticipar su futura trayectoria. Ahora ya soy todos los nombres de la historia.
Todos estn en m, anuncia Ossorio en Nueva York, a la par que pone en evidencia
la morfologa que la novela encierra: la historia argentina se manifiesta en ciclos
que se repiten una y otra vez.
El aspecto recursivo de la realidad nacional se ve enfatizado por el modo en
el que se organiza la estructura de Respiracin artificial. Las cartas de Ossorio,
recuperadas por Maggi al heredar el bal, son robadas por Arocena, un personaje
que a lo largo de todo el relato intercepta los escritos de los otros personajes con el
afn de encontrar un cdigo secreto que le permita vislumbrar las claves latentes
de la historia. En busca de un mensaje oculto, Arocena intercala las cartas del
proscripto del siglo XIX con la correspondencia que intercambian los exiliados
de 1979. El orden que les adjudica el mismo orden que la narracin impone al
lector desdibuja los lmites y borra las marcas de autor: hacia el final del captulo
se vuelve intil distinguir cundo empieza una carta y cundo termina la anterior.
Qu relacin podemos mantener con el pas que hemos perdido [...], sino el
testimonio de su existencia que nos traen las cartas (espordicas, elusivas, triviales)
que nos llegan con noticias familiares? (84), se pregunta Ossorio en 1850. Mi
querido hijo: [...] Plant papa, plant un poco de zapallo y de remolacha, voy a
ver si puedo plantar berenjena y tomate, le responde haciendo eco, desde 1979,
Juan Cruz Baigorria. Cada carta comienza con la recuperacin y la ampliacin del
campo semntico con el que se cierra la anterior; la continuidad temtica diluye
las fronteras temporales; los exiliados de los setenta devienen en la ficcin rplicas
de los exiliados del XIX.
Todo adquiere sentido si es posible reconstruir las analogas entre lo que se
quiere explicar y otra cosa que ya est juzgada y escrita (15), dice Piglia en Notas
sobre Facundo, ensayo contemporneo a la novela que al mismo tiempo que
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analiza el libro que inaugura el canon nacional brinda todas las claves para leer
Respiracin artificial. Leyendo a Sarmiento, Piglia exhibe su propio procedimiento:
el rosismo, como ningn otro perodo de la historia nacional, actualiza rpidamente
un consenso de repudio; la mazorca, los degellos y los fusilamientos se almacenan
como metforas del horror en el imaginario argentino;2 la analoga entre los
proscriptos del XIX y los exiliados de los setenta permite condenar por transitividad
la ltima dictadura militar. Por otra parte, los exiliados del XIX perduran tambin
en la iconografa colectiva como los forjadores de la patria argentina, como los
que construyeron discursivamente la nacin desde el destierro; en este sentido, la
analoga opera a partir de la duplicacin una legitimacin de los exiliados de los
setenta y coquetea con sus posibilidades futuras de accin. La estructura analgica
encubre as una dimensin prolptica: el exilio decimonnico adems de vincular
el pasado nacional y el presente de enunciacin apunta tambin necesariamente
hacia el futuro. Respiracin artificial no slo indaga en el momento fundacional
del pas para representar el contexto dictatorial inmediato (operacin que las
primeras lecturas crticas enfatizan), sino que tambin, a partir de su mecanismo
central de configuracin, prescribe cmo ser la realidad por venir. Es precisamente
en el entrecruzamiento de temporalidades que se juega el alcance pragmtico del
texto: revelar una analoga basada en la recurrencia es incorporar una dimensin
prolptica y, con ella, una dimensin normativa; la novela relee el pasado, plasma
su realidad inmediata y, mediante la captura de estos dos momentos, busca
impactar sobre el futuro. Como Ossorio, como Ral que en los setenta y desde
Caracas propone una versin corregida de la historia nacional, en la que en una
isla del Pacfico se construya una reproduccin en miniatura de la Argentina,
Piglia escribe una utopa. El exilio no slo permite trazar, a partir de su posicin
dislocada dentro de la historiografa oficial, la historia de los vencidos (y es en
esta posibilidad de historizacin en lo que las lecturas crticas gestadas durante la
redemocratizacin han elegido detenerse), sino que tambin trae aparejada una
propuesta de reconstruccin nacional.
La dimensin prolptica del relato adquiere su formulacin ms inexorable en
la pregunta de una de las cartas desde el exilio de los setenta: A veces [] pienso
que somos la generacin del 37. Perdidos en la dispora. Quin de nosotros escribir
el Facundo? (77). La pregunta no slo revela la estructura analgica que sostiene
la propuesta de Respiracin artificial sobre el modo en que las instancias de pasado,
presente y futuro se interrelacionan, sino que adems asigna una funcin prescriptiva
a la historia: el razonamiento sobre el deber hacer del colectivo identificado como
nosotros prescribe un comportamiento histrico que se asienta en el fundamento
2
Vase Halpern Donghi en Balderston para profundizar en la utilizacin de imgenes del rosismo
en la novela.
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mismo del imaginario nacional. Escribir el Facundo no signific nicamente hacer
de la escritura un instrumento de confrontacin poltica inmediata, sino adems
proyectar el nacimiento de una literatura, asentar en ella la construccin de una
nacin, y articular un programa de administracin del Estado. Todo en un marco
que reservaba una posicin central a la figura del intelectual. As, la propuesta,
casi como proyecto y deber generacional, de reescribir el Facundo, implica una
renovacin de todas y cada una de estas lneas, se limita a algunas de ellas, o slo
recupera la mera gestualidad de una escritura a la vez fundacional y contestataria?
Quizs atender al modo en que Respiracin artificial promueve su propia definicin
como el nuevo Facundo permita entender mejor su propuesta de vinculacin de
agencias culturales y polticas.
II.
Parece haber sido cuestin de honor el escribir de tal
modo que al menos una vez se viera uno precisado
a sacudirse el polvo del suelo patrio. (77)
Abrindose de este marco de lectura, Laura Demara propone que es precisamente en el dilogo con
la generacin del 37 y en la apelacin al proyecto poltico y cultural de algunos de sus miembros
Sarmiento, Alberdi, Echeverra, Lafuente que Respiracin artificial articula una nueva versin de la
historia nacional que logra romper con el maniquesmo sobre el que descansa el modelo revisionista.
En un doble movimiento de acercamiento y manipulacin, de ruptura y continuidad, Piglia sugiere
una relectura de la tradicin liberal a partir del relevamiento de las zonas olvidadas del programa de
los fundadores de la Asociacin de Mayo.
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Vase Jitrik en Sosnowski para una muestra de cmo los exiliados argentinos leen la novela de
Piglia.
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Pero el afn por recomponer los lazos de la comunidad intelectual no se
agota en la intervencin sobre el problema del exilio: sostenido sobre un tejido de
referencias, alusiones y guios hacia la tradicin literaria nacional, Respiracin
artificial funciona adems como el entre nos del grupo. Una vez ms, las Notas
sobre Facundo cifran su potica: como Sarmiento, Piglia escribe su texto como
una contrasea entre ilustrados (16). El epgrafe en francs con el que Sarmiento
empieza Facundo funda dos marcas inaugurales: al tiempo que abre la narracin,
delimita su pblico: el que es capaz de leer sin traduccin, el que sabe interpretar,
el que puede descifrar el cdigo. Tambin Respiracin artificial se abre con un
epgrafe en otra lengua (We had the experience but missed the meaning. An approach
to the meaning restores the experience), firmado simplemente por tres iniciales
(TSE). Como Sarmiento, Piglia escribe para no ser entendido o, mejor dicho,
disea su propio pblico a travs de la escritura. Historia[s] de citas, referencias y
alusiones culturales que sostienen la autoridad del escritor (16), los dos textos se
escriben simultneamente con la intencin de esquivar y subvertir el poder oficial,
y de crear un ncleo de la comunidad intelectual a partir de reforzar sus cdigos.
Slo un pequeo grupo puede comprender el relato; slo un pequeo grupo puede
ser interpelado por la narracin; slo un pequeo grupo que vuelve, a travs de la
interpelacin, a construirse y a legitimarse.
En el plano cultural es, entonces, ampliamente posible recuperar un contenido
propositivo eficiente: la intelectualidad argentina debe ser refundada sobre un
nuevo libro que sea, como el Facundo, a la vez capaz de concentrar a la comunidad
intelectual nacional y definir un proyecto cultural nacional. Ahora bien, nos volvemos
a preguntar: debe este nuevo proyecto cultural ser subsidiario del proyecto (cultural
y poltico) que alentaba Sarmiento? Si no, vislumbra la novela una propuesta
poltica alternativa que pueda sostener este gesto refundador? Evidentemente la
autonomizacin de la literatura y el cambio en el rol del intelectual, doblemente
alejado por el contexto temporal y por el contexto dictatorial de la esfera pblica,
modifican por completo el lugar de enunciacin que hara posible un nuevo Facundo.
Cmo fundar la historia del pas a fines de los setenta? Cmo intervenir en la
configuracin nacional en pleno siglo XX y, como si fuera poco, en plena dictadura
militar? Cmo ser un intelectual que impacte sobre la esfera pblica un intelectual
como el del siglo XIX cuando ni siquiera hay una esfera pblica sobre la que
impactar? Es precisamente en el vrtice de estos interrogantes que Piglia organiza
la apuesta de la novela: no propone continuar un proyecto poltico subsidiario del
de Sarmiento adems de por una evidente cuestin coyuntural, porque se ocupa
de delinear el fracaso de la tradicin liberal sino ayudar a reorganizar el campo
cultural; y es en esta reorganizacin que dado el contexto la novela cifra su
anclaje poltico.
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se ha vuelto una tarea imposible porque las cadenas de significado han estallado
y ahora no hay uno sino varios sujetos que piensan desde los mrgenes de la
nacin, Piglia opta por descentrarlo, por indagar en los pliegues que el proceso de
canonizacin ha necesariamente borrado. La relectura de la figura de Sarmiento
es la clave para volver a pensar la cultura nacional; la insistencia en esta certeza se
pone de manifiesto todava hoy en la labor de Piglia como director del tomo que
la Historia Crtica de la Literatura Argentina prepara en torno al autor.
Simblicamente el planteo de Respiracin artificial sobre este punto puede
resumirse en el movimiento que se registra en la figuracin del intelectual argentino
entre Marcelo Maggi y su sobrino Emilio Renzi. Sus esfuerzos apuntan a un
mismo objetivo: una reescritura de la cultura argentina en clave de inversin,
mediante la operacin de rescate del margen como verdadero y legtimo centro.
Esta reescritura es en realidad una relectura, que pone en funcionamiento un modo
diverso de comprender la dinmica de constitucin del imaginario cultural argentino,
y que trata de reposicionar distintos elementos a fin de revelar un diseo ms
fidedigno que el que ofrece la autoridad disciplinar. Ahora bien, la distancia entre
sus respectivas intervenciones no es slo temporal (aunque sus actos de escritura
parezcan coincidir, se trata de proyectos propios de las distintas generaciones
representadas por ambos personajes), sino tambin de objeto. Maggi procura definir
la verdadera lnea estructurante de la historia argentina en la figura de Enrique
Ossorio, tratando de revertir o de llevar a su mxima expresin, segn se lo quiera
ver su propia observacin: No se debe permitir que nos cambien el pasado (17).
Renzi, por su parte, cuestiona la organizacin del canon literario nacional. En la
tertulia informal de Concordia, y a partir de un lema provocador: ya no existe la
literatura argentina (127), demuele cada uno de los presupuestos sobre los que se
asienta esta construccin institucional: la autoridad de Groussac (y del propio
Sarmiento), la modernidad de Borges, el estilo de Lugones, la incorreccin de Arlt.
La denuncia del fin de la literatura argentina con la muerte de Roberto Arlt en 1942
constituye el complemento justo para la convocatoria de refundacin que se lanza
en la pregunta sobre el prximo Facundo. Pero es en su refutacin de Lugones que
Renzi sistematiza la oposicin entre historia y literatura segn se presenta en la idea
de estilo: cundo aparece en la literatura argentina la idea de estilo [], la
idea del escribir bien como valor que distingue a las buenas obras? Por de pronto es
una nocin tarda. Aparece recin cuando la literatura consigue su autonoma y se
independiza de la poltica (132). En su especificidad, la literatura se convierte en el
eptome de la identidad nacional al cumplir su nueva misin: preservar y defender
la pureza de la lengua nacional frente a la mezcla, el entrevero, la disgregacin
producida por los inmigrantes (133). Contra esta fuerza se define el esfuerzo de
Lugones, cuyo estilo est dedicado a borrar cualquier rastro del impacto, o mejor,
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y textos clave del perodo nacional fundacional. Etiquetada algunas veces como
novela de la resistencia y otras como alegora del fracaso, leda al mismo tiempo
como ejemplo de denuncia figurada y como soporte material de una genealoga de
los vencidos, Respiracin artificial oficia ya desde su canonizacin como un texto
de clausura del perodo dictatorial y pierde as, junto con su cariz prolptico, su
propuesta de reconfiguracin del campo cultural y de redefinicin de un modelo
intelectual (las dos instancias que paradjicamente las lecturas canonizadoras
pugnan por resolver).5
Ahora bien, en funcin de ajustar las preguntas sobre la capacidad poltica del
texto pertinentes en tanto pensar el impulso prospectivo de su escritura implica
el reconocimiento de una dimensin al menos parcialmente pragmtica, quizs
convenga mirar el modo en que Respiracin artificial dialoga con la escritura de
Piglia despus de la disolucin de las circunstancias que haban condicionado su
produccin; o sea, atender a cmo elabor Piglia mismo el mandato histrico de
su texto refundante. En este sentido, y en virtud de que, como ya hemos afirmado,
la novela se convierte en cabeza del canon de la narrativa posdictatorial a partir de
una serie de lecturas consagratorias, tambin posdictatoriales, resulta evidente que
el texto consigue su objetivo inmanente: despus del fin de la literatura argentina,
Respiracin artificial logra convertirse en la instancia de refundacin que asume
una conciencia lcida sobre la totalidad de esa literatura. Pero a la luz de su novela
siguiente, La ciudad ausente, un texto que asume plenamente ya sea una lgica
posdictatorial, ya sea una voluntad de revisin del propio proyecto narrativo, puede
verse la clausura netamente disfrica de la ilusin alentada a fines de los setenta
como la esperanza ltima de reconstruccin nacional. Este gesto de Respiracin
artificial hacia el rescate de la patria literaria como nica va posible para reensamblar
la nacin agonizante se revela agotado en La ciudad ausente, una novela que se
esfuerza por presentarse como un objeto cultural que, apelando a la potica que
toma forma en el contraste mismo entre la convocatoria de Respiracin artificial y
su respuesta en La ciudad ausente, es paradigma del nico modo literario posible
en tal coyuntura histrica: el simulacro de la escritura, la codificacin arreferencial,
el regodeo en la nostalgia del referente original perdido.
Si la adjudicacin de un carcter vocativo a Respiracin artificial la inscribe
en el ms lato corpus de la literatura poltica y sirve de herramienta para discernir el
Curiosamente estas dos dimensiones temporales que son dejadas de lado durante la redemocratizacin
son los ejes de la lectura de Respiracin artificial que Jos Sazbn realiza en Punto de Vista apenas
se publica la novela. Durante la dictadura, Sazbn advierte que la novela reescribe ciertas zonas
del siglo XIX especialmente el exilio de la generacin del 37 y apuesta por la representacin de la
experiencia colectiva como una invitacin a pensar las condiciones de posibilidad del pensamiento
histrico y del quehacer intelectual.
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del orden posdictatorial para sumir en la imposibilidad todo esfuerzo por religar
estas esferas, objetivo que Piglia entrevea como factible desde la asuncin de la
derrota, una dcada antes. El movimiento entre una voluntad de refundacin de
la literatura argentina sobre lineamientos prescriptivos si bien mnimos y la
revelacin del agotamiento ulterior de la fe en la autoridad de lo literario como
medio de vertebrar un proyecto colectivo escenifica claramente la fundamental
desilusin posdictatorial: el desmantelamiento de lo poltico, situacin paradjica
si la entendemos desde el retorno de la actividad poltica abierta; consecuente si
la enfrentamos desde el pasaje de la poltica a la tica que se ha sealado como
sintomtico del perodo (De Diego 215-9).
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