Crítica A La IS - Varios
Crítica A La IS - Varios
Crítica A La IS - Varios
Internacional Situacionista
Crtica de la
Internacional Situacionista
Jean Barrot
Aufheben
Editorial Klinamen
Comunizacin
PRLOGO
No hay ningn `situacionismo. Yo mismo no soy situacionista
sino por el hecho de mi participacin, en este momento y en ciertas condiciones, en una comunidad prcticamente agrupada en
vistas de una tarea que ella sabr llevar a cabo o no.
Guy Debord, Internationale Situationniste 4.
Desde 1968 creo que, en lo esencial, ha sabido.
Guy Debord, apropsito de la afirmacin anterior en
Consideraciones sobre el asesinato de Grard Lebovici.
El situacionismo, que pretenda llevar a cabo el cuestionamiento
ms radical de la sociedad de su tiempo, en realidad, no ha conseguido sino contribuir a la renovacin de su estilo.
Franois Lonchampt y Alain Tizon,
Vuestra revolucin no es la ma. Treinta aos despus de Mayo del 68.
Con la edicin del presente libro, nuestro colectivo editorial pretende poner en circulacin un conjunto de anlisis que permitan
establecer un punto y a parte en la mitificacin de la teora situacionista. Los textos que aqu se presentan pueden leerse en clave
de ajuste de cuentas: ajuste de cuentas terico, que permite hacer
un balance crtico de las aportaciones situacionistas cuarenta aos
despus del 68, y ajuste de cuentas con nosotros mismos, que en su
da formamos parte de esa comunidad de lectores vidos que cada
cierto tiempo y de forma cclica acogen con cierto entusiasmo indulgente las ideas defendidas por la Internacional Situacionista (IS
de aqu en adelante).
1 De los muchsimos ejemplos que pueden ser citados, uno nos parece
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Detalles de publicacin
Este artculo apareci por primera vez en la revista norteamericana
Red-eye # 1 (Berkeley, 1979). Ha tenido dos reimpresiones, primero como panfleto bajo el ttulo What is situationism? (Unpopular
Books, Londres, 1987) y luego como parte de la antologa What is
Situationism? A Reader, editada por Stewart Home (AK Press, Londres, 1996; esta versin contiene algunos errores de tipografa, que
afectan sobre todo a los nfasis del texto).
Las notas al pie fueron aadidas por el traductor de la versin en
ingls aparecida en Red-eye, y algunas de ellas han quedado fuera de
lugar con el paso del tiempo. Hemos agregado notas adicionales en
algunos casos.
Tambin incluimos la introduccin original del traductor Louis
Michaelson, quien fue miembro del grupo For Ourselves (mejor
conocido por su panfleto The right to be Greedy) y posteriormente
particip en la revista Processed World.
Al parecer este artculo nunca ha sido publicado en francs. En la
introduccin, el traductor aclara que se trataba de un captulo de
un libro acerca de la historia e ideologa del movimiento revolucionario. Tal libro nunca fue publicado. Tenemos entendido que iba a
llevar por ttulo Les gants des sectes y que contena tambin captulos
sobre Socialisme ou Barbarie, A. Bordiga e Invariance.
Gilles Dauv, el autor de este artculo, que en los aos 70 escribi
bajo el seudnimo de Jean Barrot, particip en la revista La Banquise
en la dcada de los 80. En su segundo nmero, esta revista incluy
un extenso artculo, Le roman de nos origines, sobre los orgenes de
la corriente poltica en la que se inscriba. Le roman... contiene anlisis de varios grupos, entre ellos la IS (Internacional Situacionista),
y podemos suponer que se nutri del trabajo realizado para aquel
libro que no lleg a ver la luz (del cual iba a ser parte el presente
texto). Le roman de nos origines est disponible en francs en este
sitio web, y algunas de sus secciones, incluyendo aquella sobre la IS,
se encuentran traducidas al ingls.
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Introduccin
Este texto fue concebido como un captulo de un trabajo mucho
ms voluminoso, an no publicado, consistente en una historia crtica de la teora e ideologa revolucionarias, empezando por la obra
de Marx. El tema de este captulo, la Internacional Situacionista
(IS), se desarroll en Europa (y brevemente en los Estados Unidos)
entre 1957 y 1971. Desde 1968, ao en que empez a desintegrarse, la IS ha ejercido una profunda influencia en la generacin de
revolucionarios de posguerra. Tal influencia, como se afirma en el
texto que sigue, dista mucho de ser puramente beneficiosa. No hay
duda de que en Estados Unidos la obra de la IS se ha hecho conocida principalmente a travs de sus epgonos, los grupos pro-situ
que florecieron por un corto perodo en Nueva York y en la costa
oeste a principios de los aos setenta. Tales grupos siguen existiendo
y otros nuevos siguen apareciendo, tanto aqu como en Europa.
Sin embargo, los ms antiguos han perdido casi todo su contenido e importancia debido a su persistente apego a los aspectos ms
ideolgicos y superficiales de la IS; mientras que los nuevos tienden
a desintegrarse con mucha rapidez, evolucionan hacia la perspectiva comunista sin retener, lamentablemente, algunos de los mejores
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La importancia de este texto para los lectores norteamericanos reside no slo en la exactitud de su crtica a la teora y prctica situacionistas, sino tambin en que clarifica el contexto histrico de la
IS, mostrando las influencias que le dieron forma y tambin las que
la deformaron. La IS, como todo fenmeno histrico, no apareci
en el vaco. Aqu la tan cacareada originalidad de la IS es contrapesada con la revelacin crtica de las corrientes que determinaron
su evolucin, principalmente Socialismo o Barbarie (SoB), a la vez
que de las corrientes que la IS ignor, en perjuicio propio, como la
izquierda comunista italiana. De hecho, en el libro del cual este
texto constituye un captulo, la crtica de la IS viene precedida por
el anlisis de ambas corrientes. No podra resumir aqu el contenido
de esos dos captulos, ya que no los he ledo, pero tratar de dar a
conocer esas tendencias basndome en mis propios conocimientos
y punto de vista.
Socialismo o Barbarie fue una revista fundada por un pequeo grupo de militantes que rompi con el trotskismo poco despus de la
segunda guerra mundial. Hubo varias razones para esta ruptura.
Primero, el hecho de que la crisis econmica de posguerra y la guerra misma, no haban provocado el levantamiento revolucionario
vaticinado por Trotsky. Segundo, la situacin de la Unin Sovitica, donde la burocracia haba sobrevivido consolidndose sin que
el pas volviera al capitalismo privado. Esto tambin contradeca
las predicciones de Trotsky, al igual que lo hizo la extensin del
dominio burocrtico de tipo sovitico al resto de Europa oriental.
En tercer lugar, la miserable vida interna de la llamada Cuarta
Internacional, que se haba convertido en una mini-burocracia
por derecho propio, desgarrada por rivalidades sectarias y profundamente represivas.
A partir de esta experiencia prctica e histrica, SoB cuestion en
profundidad el marxismo, ideologa que impregna los discursos
de Kautsky, Lenin y Trotsky, que aparece caricaturizada en los escritos de Stalin y sus secuaces, y que en parte se origin en los ltimos
textos de Engels. De este cuestionamiento, el lder terico de SoB,
Cornelius Castoriadis que escribi bajo el seudnimo de Pierre
Chaulieu primero y Paul Cardan ms tarde extrajo las siguientes
conclusiones generales:
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en El Capital. Muy bsicamente expone que, debido al aumento del capital constante (maquinas) sobre el capital variable (trabajadores productivos humanos) la
tasa de ganancia (la relacin global entre la plusvala obtenida y el capital invertido) cada vez se hace menor, dando lugar a las crisis de superproduccin. Para
una explicacin ms detallada ver Fundamentos y lmites del Capitalismo, Louis
Gill, Ed. Trotta. 2002. Madrid. Cap. XI y XII.
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herencia terica que no hicieran ninguna concesin al atraso del resto de la clase, y que por lo tanto no suscribieran alianza alguna con
la socialdemocracia, fuese sta de derecha, de centro o de izquierda.
Esto tambin emparentaba a la izquierda italiana con la alemana,
que insista (ver la respuesta de Gorter a Lenin) en que ahora el proletariado estaba solo en su lucha y ya no podra confiar en ninguna
alianza, ni siquiera temporal, con el campesinado ni con la pequea
burguesa, ni con los llamados partidos obreros, que repriman las
huelgas y disparaban a los trabajadores en nombre del orden democrtico. Sin embargo, a diferencia de la izquierda alemana, los comunistas italianos no hicieron ninguna crtica real de los sindicatos,
a los que consideraban (como leninistas ortodoxos que eran) como
meros instrumentos que estaban siendo mal conducidos. Tampoco
hicieron al menos la mayor parte del tiempo distincin alguna
entre Partido, organizaciones polticas de la minora revolucionaria
consciente, y rganos de clase como los consejos obreros, los que,
segn las ideas de la izquierda alemana, seran los encargados de
hacer efectiva la dictadura proletaria. Para la izquierda italiana, al
menos tal como sta emergi de la contrarrevolucin consumada
por Mussolini, el nico rgano de esa dictadura era el partido, y
slo el partido.
Pero aparte de estas inconsistencias decisivas, la izquierda comunista
italiana se diferenci de la alemana tambin en aspectos positivos.
Por ejemplo, desarroll una crtica de la democracia mucho ms
elaborada que la de los alemanes que formaron el KAPD (Kommunistische Arbeiter-Partei Deutschlands-Partido Obrero Comunista
Alemn). No hay duda de que esta crtica se expres en un rgido
anti-parlamentarismo5, pero asimismo previno a la izquierda italiana de caer en el consejismo. En una fecha tan temprana como 1918
los abstencionistas denunciaron a la fraccin (en torno a la figura de
Gramsci) Ordine Nuovo por equiparar socialismo y gestin obrera.
En cambio ellos afirmaron desde el principio que el objetivo del
movimiento comunista era la supresin del trabajo asalariado y de
la produccin de mercancas, y que esto slo se poda lograr des5 Nota del traductor: el texto en ingls dice To be sure, this critique tended to
be expressed in a rigid parliamentarism, afirmacin que no tiene sentido. Asumiendo que se trata de un error tipogrfico, hemos traducido esa ltima expresin por anti-parlamentarismo, que es lo que lgicamente corresponde decir
de la izquierda comunista italiana, tambin llamada fraccin abstencionista.
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slo despus que la IS alcanz un avanzado estado de descomposicin a fines de 1968, otras tendencias emergieron para reivindicar los mejores aspectos de la izquierda italiana y sintetizarlos con
las contribuciones complementarias de la izquierda alemana (ver
Revolucin Internacional y las revistas Le mouvement communiste y
Negation, ambas ya difuntas). Para esa poca, los errores tericos de
la IS ya haban dado lugar a una ideologa, el situacionismo, que
le impidi a los situacionistas comprender la crisis que ellos mismos
haban vaticinado aos antes. Este proceso y su evolucin posterior
han sido bien documentados por el propio Barrot en su crtica.
En conclusin, debo decir que de ninguna manera estoy completamente de acuerdo con todo lo que Barrot afirma sobre la IS, o
incluso sobre sus veteranos y herederos, como Sanguinetti y Semprn. En particular, considero que Vaneigem fue subestimado. No
obstante, apruebo sin reservas el argumento general de la crtica y la
mayora de sus conclusiones especficas.
Louis Michaelson
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munista Internacional (Programme Communiste), el ms dogmtico y voluntarista de los subproductos de la izquierda bordiguista italiana. Tras varios aos
de involuciones tericas oscuras, aunque a veces brillantes, el editor de Invariance, Jacques Camatte, termin afirmando que el capital ha escapado a la
ley del valor, y que por lo tanto el proletariado ha desaparecido. Para una introduccin en ingls a su punto de vista, ver The Wandering of Humanity publicado
por Black and Red, Detroit. [Nota de John Gray: Algunos artculos de Camatte
traducidos al ingls, entre ellos The Wandering of Humanity se encuentran en
el libro This World We Must Leave and Other Essays (ed. Alex Trotter - Autonomedia, New York, 1995)]
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Lo verdadero y lo falso
Qu consecuencias tiene para el movimiento revolucionario la
funcin de las apariencias sociales en el capitalismo moderno [IS
# 10]? Como lo sealaron Marx y Dejacque8, el comunismo siempre ha sido el sueo del mundo. Hoy en da, el sueo tambin sirve
para no transformar la realidad. No podemos conformarnos con
decir la verdad: la verdad slo puede existir como prctica, como
relacin entre sujeto y objeto, entre decir y hacer, entre expresin y
transformacin, y se manifiesta como tensin. Lo falso no es una
pantalla que obstruye la visin. Lo verdadero existe al interior de
lo falso, en Le Monde o en la televisin; y lo falso existe a su vez al
interior de lo verdadero, en textos revolucionarios o que pretenden
serlo. Lo falso se afirma en su prctica, por el uso que hace de la
verdad: lo verdadero tan slo est en transformacin. Una prctica
revolucionaria que se definiera por decir lo contrario de lo que se
dice en la radio, sera una mera futilidad. Lo que hay que tener en
cuenta es la distancia entre las palabras y la realidad. La IS exiga
que los revolucionarios no hicieran malabarismos con las palabras.
7 NdT: El trmino signo es empleado en los escritos estructuralistas para desig-
de 1848. Existe una recopilacin de sus escritos bajo el ttulo de Bas les chefs
(Champ Libre, Paris 1974).
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engendra, en virtud de qu contradiccin vive y puede morir. Debord hace del espectculo el sujeto del capitalismo, en vez de mostrar cmo es producido por ste. Reduce el capitalismo slo a su
dimensin espectacular. El movimiento del capital se convierte en
el movimiento del espectculo. De la misma manera, Banalidades de
base10 reconstruye la historia del espectculo a travs de la religin, el
mito, la poltica, la filosofa, etc. Esta teora slo aborda un aspecto
limitado de las relaciones reales, y pretende hacernos creer que estas
relaciones dependen totalmente de ese nico aspecto.
El espectculo es actividad que se ha vuelto pasiva. Aqu la IS redescubri lo que Marx haba dicho en los Grundrisse acerca del Ser
del Hombre (su auto-transformacin, su trabajo) que se erige como
un poder extrao que lo somete. Frente a ese poder, el hombre ya
no vive, slo contempla. Es cierto que la IS vino a revigorizar este
tema; pero el capital es ms que simple apaciguamiento. Necesita
la intervencin del proletariado, tal como lo seal SoB11. El que
la IS sobreestimara tanto el espectculo prueba que su teorizacin
emergi de un punto de vista nacido en la periferia de la sociedad,
aun cuando la IS misma creyera estar en su centro.
11 NdT: En una serie de artculos publicados en Socialismo o Barbarie, qued demostrado que la industria capitalista necesita de la cooperacin activa y
creativa de los obreros para seguir funcionando. El ejemplo ms ilustrativo de
ello est en la tctica de los obreros de base britnicos denominada trabajo
en regla, en la que todas las tareas son desempeadas siguiendo al pie de la
letra lo que establece el contrato sindical y las especificaciones del empleador.
Normalmente esto lleva a una bajada de la productividad de hasta el 50%.
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de la IS. A grandes rasgos significa dar vueltas usualmente a pie, por una ciudad,
explorando y analizando la vida de la urbe a medida que se la recorre.
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La IS y Socialismo o Barbarie
A fin de lograr la transparencia en las relaciones intersubjetivas,
la IS termin adaptndose al consejismo de SoB. El consejo era el
medio para redescubrir la unidad. Debord conoci a SoB a travs
de Canjuers y milit en el grupo durante varios meses. Su participacin no aparece mencionada en la revista de la IS. Por el contrario:
en La verdadera escisin de la Internacional13, en referencia a Khayati, se descart por principio una doble militancia (en la IS y en
otro grupo) que inmediatamente rayara en la manipulacin. Por
ms que as fuera, Debord tom parte en las actividades de SoB
mientras militaba en la IS, siendo notoria su participacin en el
equipo que viaj a Blgica durante la gran huelga de 1960. Al final
de una reunin internacional organizada por SoB que result ser
decepcionante y muy reveladora de la falta de perspectivas del grupo, y que adems concluy con un pretencioso discurso de Chaulieu acerca de las tareas de SoB Debord anunci su renuncia. No
sin irona, declar que aunque estaba de acuerdo con las tremendas
perspectivas planteadas por Chaulieu, l no se senta personalmente
capacitado para asumir tan inmensas responsabilidades.
NdT: La veritable scission dans IInternationale, Editions Champ Libre. Documentos de varios miembros de la IS en torno a la divisin y disolucin del
grupo. [Nota de John Gray: En 1974 se public una traduccin inglesa titulada
The Veritable Split in the International]. No conocemos ninguna traduccin
al castellano.
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res del Partido Comunista de Italia, del que constitua su ala izquierda. Conocido
por haber sufrido la crtica de Lenin en El izquierdismo, enfermedad infantil del
comunismo. Nunca reneg de la forma-partido leninista, de la que crtico su democracia, proponiendo el centralismo orgnico en lugar del centralismo democrtico. A pesar de esto, Dauv le considera valioso por su crtica al consejismo
y su insistencia frente a estos en que el comunismo es, ante todo, un contenido.
Ver Apunte sobre Pannekoek y Bordiga en Barrot y Martin, Eclipse y reemergencia del movimiento comunista. Espartaco Internacional. 2003. Barcelona.
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PC francs (ver su El Materialismo Dialctico, Ed. La Plyade. 1974. Buenos Aires). Lefebvre rompi con el partido y a fines de los 50 y principios de los 60 empez a elaborar una teora crtica de la vida cotidiana. Aunque nunca pasara
de tener un punto de vista esencialmente acadmico y sociologista, su trabajo
fue importante para la IS. Cuando Lefebvre public un texto sobre la Comuna de
Pars, la IS lo denunci por tratarse en gran medida de un plagio de sus 14 Tesis sobre el mismo tema. [Nota de John Gray: Lefebvre niega el plagio y formula
algunas acusaciones interesantes en una entrevista disponible en el sitio web
de Not Bored: http://www.notbored.org/lefebvre-interview.html]
16 NdT: El artculo se llama Declive y cada de la economa espectacular-mercantil y ha sido publicado varias veces de forma independiente o en diversas
recopilaciones.
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La utopa positiva
La IS ayud a clarificar las consecuencias para la actividad revolucionaria del desarrollo capitalista desde 1914, consecuencias que en
todo caso la izquierda comunista ya haba reconocido en el reformismo, el nacionalismo, las guerras, la evolucin del Estado, etc. La
IS haba cruzado el camino de la izquierda comunista.
La IS entendi el movimiento comunista y la revolucin como la
produccin, por parte de los proletarios, de nuevas relaciones entre s
y hacia las cosas. Redescubri as la idea marxiana del comunismo
como aquel movimiento en que los hombres crean por s mismos
sitio web de la Biblioteca Internacional de la Izquierda Comunista: http://www.
sinistra.net/con/addresses.html. La mejor historia de esta corriente que se haya
escrito es la de Philippe Bourrinet, en lnea -en castellano- aqu: http://www.
left-dis.nl/e/gci/index.htm. La traduccin inglesa de este libro fue publicada originalmente por la Corriente Comunista Internacional (CCI), de la que Bourrinet
formaba parte, con el ttulo The Italian Communist Left 1926-45 (ICC, 1992)
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Materialismo e idealismo en la IS
Contra el moralismo militantista, la IS exalt otra moralidad: la de
la autonoma individual en el grupo social y en el grupo revolucionario. Ahora bien: slo la actividad que se integra en un movimieno
social permite que la autonoma se exprese en una prctica efectiva.
De no ser as, la exigencia de autonoma termina creando una elite
de gente que sabe cmo hacerse autnoma19. Y hablar de elitismo es
hablar de discpulos. La IS demostr tener un enorme idealismo
organizacional, al igual que Bordiga (que hablaba del revolucionario
como un desintoxicado), aun cuando sta lo resolvi de un modo
distinto. La IS recurri a una moralidad prctica inmediata que ilustra bien su contradiccin. Toda moralidad sita en la cspide de
las relaciones sociales la obligacin de comportarse de una manera
antagnica a esas mismas relaciones. En este caso, la moralidad de
la IS exige que uno obedezca a la espontaneidad.
19 NdT: Este fetichismo de la autonoma deriv en un juego sucio entre los
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El materialismo de la IS se limit a percibir la sociedad como intersubjetividad, como interaccin de relaciones humanas en el sentido
ms inmediato, negando as la totalidad. Pero la sociedad tambin
es la produccin de sus propias condiciones materiales, y las relaciones inmediatas se cristalizan en instituciones, con el Estado a
la cabeza. La creacin de situaciones concretas es slo uno de los
aspectos del movimiento revolucionario. Al teorizar ese aspecto la
IS parti de las condiciones de existencia reales, pero reducindolas
a las relaciones intersubjetivas. Tal punto de vista es el del sujeto
tratando de redescubrirse a s mismo, y no el que engloba tanto al
sujeto como al objeto; esto es, el sujeto despojado de su representacin. La sistematizacin de esta oposicin en La sociedad del
espectculo retoma la oposicin idealista, caracterizada por su olvido
de las objetivaciones del Hombre (trabajo, apropiacin del mundo,
fusin del hombre con la naturaleza). La oposicin sujeto-objeto es
el hilo conductor de la filosofa occidental, formada en un mundo
cuyo significado se le escapa al Hombre poco a poco. Ya Descartes
equiparaba el progreso de las matemticas con el estancamiento de
la metafsica. El Hombre mercantil anda en busca de su rol.
La IS no se interes en la produccin. Reproch a Marx su economicismo, pero no desarroll a su vez una crtica de la economa poltica. La sociedad es un entramado de relaciones que se autoafirman
objetivndose, creando objetos materiales o sociales (instituciones);
la revolucin destruye el capitalismo mediante una accin humana
que se ejerce sobre estas objetivaciones (sistema productivo, clases,
Estado), y que es ejercida precisamente por quienes se encuentran
en el centro de aquellas relaciones.
Debord es a Freud lo que Marx es a Hegel: lo que descubri es una
teora materialista de las relaciones personales, una contradiccin de
trminos. En vez de partir desde el entramado de las relaciones sociales, la idea de construir situaciones disocia la relacin entre los
sujetos de la totalidad de las relaciones. Debord supone que la nocin de espectculo basta para decir todo lo que hay que decir sobre
el capitalismo, y asimismo percibe la revolucin como una construccin de situaciones extendindose al conjunto de la sociedad. La IS
no comprendi las mediaciones que estn en la base de la sociedad;
en particular, no comprendi la mediacin del trabajo, la necesidad
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La IS naci al mismo tiempo que todas las teoras sobre la comunicacin y el lenguaje, y como una reaccin contra ellas; pero sobre
todo tendi a plantear el mismo problema en trminos diferentes.
La IS surgi como una crtica de la comunicacin, y nunca avanz
ms all de ese punto de partida: el Consejo, la asamblea, realiza la
comunicacin verdadera. En vez de ello, y a diferencia de Barthes22 y sus smiles, la IS nunca trat de explicar los signos por s
mismos. No hall ningn inters en estudiar la realidad aparente (el
estudio de las mitologas o de las superestructuras, tan querido
al espritu gramsciano), sino que prefiri estudiar la realidad como
apariencia. En 1847 Marx haba escrito:
Actividad humana = Mercanca. La manifestacin de la vida, de la
vida activa, aparece como un simple medio: la apariencia, separada
de su actividad, es percibida como un fin en s mismo.
La propia IS sucumbi a este fetichismo al poner toda su atencin en las formas: mercanca, sujeto, organizacin, conciencia.
Pero a diferencia de quienes hoy repiten sus ideas preservando
nicamente sus partes ms vistosas y sus errores (utopa, etc.), la
IS no hizo de la confusin entre lenguaje y sociedad una norma.
Lo que en la IS fue una contradiccin, deriv en raison dtre para
el modernismo.
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Un ejercicio de estilo
El Informe verdico24 de Sanguinetti podra ser serio, si no fuera
porque constituye una prueba de su fracaso. No vamos a juzgar
el libro por el pblico a quien iba dirigido, quienes lo aprecian
como una buena broma gastada a la burguesa. Esos lectores se
conforman con repetir que los capitalistas son cretinos, incluso que
son patticos comparados con las autnticas clases dominantes
del pasado; si quisiramos, afirman, podramos ser mucho mejores
burgueses. El elitismo y la burla del capitalismo son risibles si se las
considera como simples reacciones, pero resultan tranquilizadoras
cuando se ha perdido la certeza absoluta de que habr una revolucin. Como sea, las denuncias complacientes de la decadencia
burguesa distan mucho de ser subversivas. Son propias de quienes
(como Sorel25) ridiculizan a la burguesa para salvar el capitalismo.
Esta actitud es absurda en quienquiera que tenga la ms mnima
pretensin revolucionaria. Admitamos en todo caso que Sanguinetti se apunt un buen tanto.
El problema que la mayora de los comentaristas pasan por alto
(y con buena razn) es descubrir si Sanguinetti propone o no una
perspectiva revolucionaria. Si la respuesta es negativa, lo nico que
consigui fue soltar un petardo en la arena de la poltica burguesa y
del juego de partidos. El pastel se prueba al comerlo: el anlisis del
pasado que Sanguinetti propone es falso, y tambin lo es la perspectiva revolucionaria que propone.
En primer lugar, no hubo ninguna guerra social en Italia en 1969
ni en Portugal en 1976. Mayo del 68 en Francia fue el surgimiento
de una vasta organizacin obrera espontnea: en todo un pas, y en
cientos de grandes empresas, los proletarios participaron al mismo
momento de la experiencia proletaria, del enfrentamiento con
el Estado y los sindicatos, y comprendieron a travs de su propia
NdT: Veridique rapport sur les derniers chances de sauver le capitalisme en
Italie. [Nota de John Gray: Traducido hace poco por Len Bracken y publicado por
Flatland Books]
25 George Sorel (1847-1922) fue un terico francs del sindicalismo revolucionario que pas desde el conservadurismo al marxismo, y de ah al sindicalismo
revolucionario. Se le conoce fundamentalmente por su defensa del mito para
movilizar a las masas y por su defensa del uso de la violencia.
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Ni en Italia en 1969 ni en Portugal en 1974-75 hubo ninguna guerra social. Qu es una guerra social sino una lucha frontal entre
las clases, que pone en tela de juicio las bases mismas de la sociedad:
el trabajo asalariado, el intercambio, el Estado? Ni siquiera hubo el
comienzo de una confrontacin entre las clases, o entre el proletariado y el Estado, en Italia ni en Portugal. En 1969 los movimientos
de huelga desembocaron a veces en disturbios, pero no todo disturbio es el comienzo de una revolucin. Los conflictos surgidos de
reivindicaciones pueden volverse violentos e incluso desencadenar
un combate contra las fuerzas del orden. Pero el grado de violencia
no es revelador del contenido de la lucha. An cuando batallaban
contra la polica, los trabajadores seguan creyendo en un gobierno
de izquierda. Reclamaban un estado verdaderamente democrtico
contra las fuerzas conservadoras que supuestamente lo dominaban.
Explicar el fracaso de la guerra social por la presencia de los partidos comunistas (PC) es tan poco serio como achacarlo a la ausencia
del partido. Deberamos preguntarnos si la revolucin alemana se
descarri en 1919 por causa del SPD (Sozialdemokratische Partei
Deutschlands - Partido Socialdemcrata de Alemania) y los sindicatos? O mejor deberamos preguntar por qu el SPD y los sindicatos
existan, por qu los obreros seguan apoyndoles? Siempre hay que
partir desde dentro del proletariado.
Sin duda es reconfortante ver que un libro que muestra al PC como
uno de los pilares del capitalismo alcanza una amplia difusin. Pero
se trata de un xito ambiguo. Si el capital carece de cualquier pensamiento propio, o si ya no tiene pensadores (lo cual, en todo caso,
no es as), la IS piensa bastante bien en su lugar, pero bastante mal
para el proletariado, como veremos. Sanguinetti termina razonando
en trminos capitalistas. De hecho, construye un anlisis muy propio de un capitalista que hubiese asimilado nociones de marxismo
vulgar. Es la burguesa hablando de revolucin all donde no hay
ninguna. Para los burgueses, las fbricas ocupadas y las barricadas
en las calles representan el comienzo de una revolucin. El marxismo revolucionario en cambio no toma la apariencia por realidad,
no confunde el momento con el todo. La pesadez del marxismo
el balance la huelga de TAP (Transportes Areos Portugueses) en Portugal: AntiFascism or Anti-Capitalism, Root and Branch, 1976.
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Recuperacin
En el mismo momento, Jaime Semprun, el autor de La guerra social
en Portugal, public su Precis de recuperation. He aqu lo que la IS
dijo alguna vez sobre recuperacin:
Es normal que nuestros enemigos deban usarnos parcialmente al
igual que el proletariado, no pretendemos ser inexplotables bajo las
actuales condiciones (IS # 9).
Los conceptos fundamentales permiten al mismo tiempo los usos
ms verdaderos y los ms mentirosos porque la lucha de la realidad crtica contra el espectculo apologtico nos lleva a una lucha
por las palabras, lucha que se vuelve ms cruenta a medida que las
palabras adquieren mayor importancia. No es la purga autoritaria
lo que demuestra la verdad de un concepto, sino la coherencia de su
uso en la teora y en la vida prctica (IS # 10).
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destruir a ese personaje? Desmarcarse, incluso con un lenguaje violento, no tiene sentido a menos que uno se site en un nivel ms
alto. Semprun dedica varias pginas a revelar la vida de Guegan,
pero si realmente haca falta hablar de l, ms vala ir directamente
a su revista Cahiers du futur (Cuadernos del futuro). Si el primer
nmero fue vanamente pretencioso, el segundo, dedicado a la contrarrevolucin, es particularmente detestable. Intenta presentar el
hecho de que la contrarrevolucin se nutre de la revolucin como
si esto fuera una paradoja, se complace en mostrar la confusin sin
explicar nada, como si bastara con exponerla entre comentarios
morbosos, y concluye mandando al diablo a todo el mundo. Esta
ridiculizacin (quizs intencionada?) de toda actividad revolucionaria slo viene a aadir ms confusin y fomenta un sentimiento
de superioridad entre quienes lo han comprendido todo porque
han estado all: A eso conduce la revolucin (lase: As era yo
cuando militaba). Slo podemos imaginar lo que la IS en sus
inicios habra dicho sobre esto.
Semprun muestra tambin cmo Castoriadis29 ha introducido una
innovacin al hacerse cargo l mismo de recuperar sus propios
textos revolucionarios del pasado, esforzndose por volverlos ilegibles al llenarlos de prefacios y notas al pie. Esto puede parecer gracioso a primera vista, pero lo es menos si consideramos cunto le
debe la IS a SoB. Semprun hasta se muestra condescendiente para
con el perodo marxista de Chaulieu. Sugiere que la ultraizquierda
era en efecto rida y estril, pero no tanto como para que Debord
no se uniera a ella. Nos guste o no, esto es pura falsificacin: trata
de distraer al lector para hacerle olvidar lo mucho que la bancarrota
de la IS le debe a Chaulieu incluso antes de que ste ltimo quedara
arruinado.
En estos dos casos como en otros, se juzga a los individuos por sus
actitudes, no por su evolucin terica, de la que habra que sacar
provecho. Semprun nos ofrece una galera de retratos morales. No
analiza, sino que juzga, escarmienta con dureza a los imbciles que
robaron ideas de la IS. Pero al criticar tales actitudes, l mismo se
reduce a no ser ms que una actitud.
29 NdT: Cardan es el verdadero nombre de Chaulieu. [Nota de John Gray: Tanto
Chaulieu como Cardan fueron los seudnimos que us Cornelius Castoriadis]
62
Como toda prctica moralista, sta conduce a algunas monstruosidades. Lo ms chocante es el agravamiento de la prctica organizacional que mencionbamos ms arriba en relacin a La verdadera
escisin Actuando como guardaespaldas de Debord, Semprun
ajusta cuentas con ex-miembros de la IS. Al leer estos textos, un
principiante podra pensar que la IS nunca fue gran cosa. Ocupado
en autodestruirse, Debord dio rienda suelta a un sectarismo que
revelaba su miedo al mundo. Por eso el estilo de Semprun slo es
capaz de insultar todo lo que se encuentre a su alcance y que no sea
Debord. Semprun no es ms que una delimitacin al respecto. No
sabe si aprobar o desdear. De la crtica radical, slo se ha quedado
con el desprecio.
Espectculo
La IS siempre valor su marca registrada y se publicit a s misma.
Una de sus mayores debilidades fue su pretensin de mostrarse
libre de debilidades, libre de errores, como si en su interior se hubiera desarrollado el superhombre. Hoy por hoy no es ms que eso.
En tanto crtica de los grupsculos y del militantismo, la IS se hizo
pasar por una Internacional, mofndose de la poltica. El rechazo
del militante seudoserio reducido al espritu de claustro sirve hoy
en da para rehuir los problemas serios. Voyer30 practica la burla
slo para volverse risible. La prueba de que la IS est acabada es
que sigue teniendo la misma forma: en tanto crtica del espectculo, la IS da muestras de su bancarrota al hacer de s misma un
espectculo, convirtindose as en lo contrario de aquello para lo
que haba nacido.
Por esto, la IS sigue siendo apreciada por un pblico que tiene una
desesperada necesidad de radicalidad, de la cual no retiene ms que
la letra y las manas. Nacida de una crtica del arte, la IS ha terminado siendo usada (a pesar y a causa de s misma) como una pieza de
30 NdT: Jean-Pierre Voyer, autor de Reich: How to Use (publicado por el Bureau
of Public Secrets, P.O. Box 1044 Berkeley, Ca. 94701) y de otros textos publicados por Champ Libre. [Nota de John Gray: en el sitio web del Bureau of Public
Secrets hay algunos textos de Voyer disponibles: http://www.bopsecrets.org/]
63
64
La fuerza de la IS no radica en su teora, sino en una exigencia terica y prctica que su teora ayud a precisar, pero que ella misma
no cumpli ms que parcialmente. La IS fue la afirmacin de la revolucin. Su esplendor coincidi con un perodo en el que se poda
pensar que pronto habra una revolucin; pero no estaba equipada
para sobrevivir pasado ese periodo. Tuvo xito como autocrtica de
un estrato social incapaz de hacer por s mismo la revolucin, y
que denunci sus propias pretensiones (por ejemplo, la pretensin
izquierdista de que los obreros sean dirigidos por elementos conscientes procedentes de la clase media).
Subjetividad radical
En relacin con el marxismo revolucionario clsico (del cual Chaulieu fue un buen ejemplo), la IS tuvo la misma funcin, y padeci
las mismas limitaciones, que Feuerbach respecto al hegelianismo. A
fin de escapar de la dialctica opresiva de alienacin/objetivacin,
Feuerbach construy una visin antropolgica que pona al Hombre, y especialmente el amor y los sentidos, en el centro del mundo.
Para escapar del economicismo y del fetichismo fabril de la ultraizquierda, la IS elabor una visin centrada en las relaciones humanas,
en consonancia con la realidad, que es materialista slo si aquellas
relaciones cobran la totalidad de su consistencia en tanto incluyen
la produccin, el trabajo. La antropologa feuerbachiana prepar el
camino para el comunismo terico tal como Marx lo sintetiz en su
propia poca, mediante la transicin de los Manuscritos de 1844. Del
mismo modo, la teora de las situaciones ha sido integrada en una
visin del comunismo que la propia IS no podra haber formulado,
tal como demuestra hoy da el artculo Un monde sans argent.31
Por la misma razn, Debord ley a Marx bajo la luz Cardan, concluyendo que el Marx maduro se haba entregado a la economa
poltica, lo cual es falso. Si se considera el problema en su conjunto,
Debord tiene una visin estrecha del comunismo. La IS no lleg a
31 Le communisme: un monde sans argent (3 vols.), por la Organization des
jeunes Travailleurs Revolutionnaires, Pars, 1975. [Nota de John Gray: http://
www.geocities.com/johngray/~mondtitl.htm]
65
66
Aunque conceptualiz la relacin entre el Hombre y la Naturaleza (reprochndole a Hegel haberla ignorado), Feuerbach hizo de la
especie humana un ser que est por encima de la vida social: La
unidad del Yo y del T es Dios. En los Manuscritos de 1844 Marx
dio a los sentidos su lugar dentro de la actividad humana. En cambio
Feuerbach hizo del sensualismo (sic) el problema principal:
La nueva filosofa se sostiene sobre la verdad de los sentimientos.
En el amor, y de un modo ms general, en sus sentimientos, cada
hombre afirma la verdad de la nueva filosofa.
El renacimiento terico en torno a 1968 renov el viejo concepto
al interior de los mismos lmites. Stirner opuso la voluntad del
individuo al moralismo de Hess y a la denuncia del egosmo hecha
por Weitling; tal como la IS opuso el placer revolucionario al autosacrificio militante. Tal insistencia sobre la subjetividad demuestra
que los proletarios no han logrado todava objetivar una prctica
revolucionaria: cuando la revolucin no pasa de ser un deseo, es tentador convertir el deseo en el eje motriz de la revolucin.
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69
Basta con leer los Principios de la Produccin y Distribucin Comunista33 escrito en 1935 por la izquierda germano-holandesa, para
darnos cuenta de los alcances de la evolucin. Al igual que Bordiga
y sus sucesores, consideraban el comunismo como un programa a
poner en prctica tras la conquista del poder. Slo recordemos lo
que se deca por 1960, cuando los radicales debatan sobre el poder
obrero y definan el cambio social como un proceso esencialmente
poltico.
La Revolucin es comunizacin. Esto tiene tanta importancia como
la tuvo, por ejemplo, el rechazo de los sindicatos despus de 1918.
No estamos afirmando que la teora revolucionaria debe cambiar
cada treinta aos, sino que una considerable minora proletaria rechaz los sindicatos despus de 1914, y que otra minora activa hizo
una crtica de la vida cotidiana en los aos 60 y 70. La IS traspas los
lmites de la economa, la produccin, la fbrica y el obrerismo porque, en esa poca, desde Watts hasta Turn, los proletarios estaban
cuestionando el sistema de trabajo y las actividades extralaborales.
Sin embargo, ambos terrenos fueron atacados muy escasamente por
los mismos grupos: los negros se amotinaron contra la mercantilizacin de la vida en el gueto, al mismo tiempo que obreros negros
y blancos se rebelaban ante la perspectiva de ser reducidos a engranajes de una mquina, pero ambos movimientos fueron incapaces
de fusionarse. En la fbrica, los trabajadores rechazaban el trabajo
y a la vez exigan salarios ms altos: el trabajo asalariado como tal
nunca fue puesto en cuestin. Con todo, hubo intentos de criticar
el sistema en su conjunto, por ejemplo en Italia, y la IS fue uno de
los canales a travs de los cuales aquellos esfuerzos encontraron su
expresin.
Es ah donde los situacionistas siguen iluminndonos; y donde
tambin quedan expuestos a la crtica.
El lmite de la IS est en su aspecto ms fuerte: una crtica de
la mercanca que quiso volver a lo esencial sin poder alcanzar la
esencia.
Nota de los editores: Ver What was the USSR? Towards a theory of the defor-
mation of value: Part III: Left communism and the Russian Revolution p.37 en
Aufheben #8, Otoo 1999.
70
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bas lenguas tiene el mismo origen que la palabra militar, y sugiere la idea de
luchar por una causa. Pero en ingls tiene la connotacin de una accin combativa, agresivamente activa (Webster, 1993). En francs en cambio, la palabra
militante sola tener una connotacin positiva (los militantes eran soldados
abnegados del movimiento obrero), hasta que la IS la asoci con una devocin y
un autosacrificio negativa: este es el uso que le damos aqu al trmino.
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incapaces de ver que la autogestin autnoma de la lucha en las fbricas slo puede ser un medio, nunca un fin en s mismo, ni menos
un principio.
La autonoma fue la clave del espritu de esa poca: de lo que se trataba era de liberarse del sistema, no de liquidarlo.
La revolucin futura no ser tanto la suma del proletariado como un
bloque, sino ms bien la desintegracin de lo que da tras da reproduce a los proletarios en tanto proletarios. Este proceso implica reunirse
y organizarse en el lugar de trabajo, pero tambin implica transformarlo y salir de l tanto como nos reunamos en l. La comunizacin
no ser como San Francisco en 1966, ni tampoco ser una versin a
gran escala de las viejas huelgas de fbrica.
La IS termin combinando el consejismo con las ilusiones sobre un
savoirvivre (saber vivir) revolucionario, un estilo de vida subversivo. Exigi un mundo en el que la actividad humana consistiera en
un goce permanente, y se figur el fin del trabajo como el comienzo
de una diversin y un placer infinitos. Nunca super la perspectiva
tecno-progresista de una abundancia inducida por la automatizacin.
De los pocos grupos que tuvieron alguna influencia sobre la oleada
subversiva de mediados de los 60, la Internacional Situacionista contribuy con la mejor aproximacin al comunismo tal como ste era
concebido en esa poca. Haba una incompatibilidad histricamente
insuperable entre...
Abajo el trabajo!
y...
Poder Obrero!
La IS estaba en el centro de esta contradiccin.
Junio del 2000
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37 Raoul Vaneigem (1967) Tratado del saber vivir para el uso de jvenes generaciones. Ed. Anagrama. 2 Edicin 1988. Barcelona. Pg. 146.
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41 Secretos a voces. Es fcil ver en la biografa de Knabb una tendencia a racionalizar y justificar polticamente sus propios intereses personales. Su atraccin personal por los viajes neo-religiosos, en particular las prcticas budistas
Zen, se vuelve una cuestin para todos los situacionistas y revolucionarios en
su artculo La realizacin y la supresin de la religin. Afortunadamente, esta
necesidad de politizar sus hobbies no tuvo como resultado un texto titulado La
realizacin y la supresin de los deportes al aire libre.
78
43 Para una valoracin crtica del Reclaim the Streets/Social justice de Londres del 12 de abril de 1997, ver la hoja Schnooze de Brighton Autonomists.
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rupturas, detallaban las limitaciones de los otros, como su superficialidad y pretenciosidad, tanto en el entendimiento de la IS como
en sus relaciones personales.
La costumbre de romper relaciones tena una larga historia en la IS.
Como What is situationism? reitera hasta el aburrimiento, los orgenes de la IS estn en el movimiento artstico/anti-artstico. Se podra
decir que al desplazarse ms all del arte/anti-arte hacia posiciones
revolucionarias, romper relaciones fue una parte necesaria de su autodefinicin: los artistillas pasaron a ser vistos totalmente fuera de
lugar en un proyecto completamente diferente y, por tanto, deban
ser expulsados. El libro tambin cuenta cmo, tras las siguientes
rupturas, a principios de los 70 la IS tena slo tres miembros. Al
final, la IS aparece ridcula en su preciosismo y auto-absorcin45.
Lo mismo puede decirse de las rupturas entre la segunda ola de
situacionistas que describe Knabb, con el aadido de que la historia de estas rupturas parece menos excusable, ya que Knabb y sus
compaeros no eran parte de un movimiento emergente, sino simplemente una escena de poca importancia. Parece que vean en su
ruptura de relaciones por principio una manera de medir su radicalidad, de forma que la bsqueda de la autenticidad, la franqueza
y la honestidad cobraron importancia por s mismas, y romper con
los dems se convirti en algo compulsivo. Defendiendo la prctica
de romper relaciones, Knabb dice que la IS y sus seguidores no
estaban haciendo nada ms que elegir su propia compaa. Vale,
eso es muy bonito, pero en muchas luchas no puedes elegir quin
est a tu lado, debes actuar junto a gente que no te cae bien. Como
dice Knabb, romper ayuda a trazar lneas claras, pero a nosotros
nos suena ms a un purismo autoindulgente, y el resultado son
grupsculos cada vez ms pequeos. Qu tiene eso que ver con un
movimiento revolucionario? Lejos de superar la dicotoma entre lo
personal y lo poltico, lo que estos situacionistas post-IS mostraban
45 Aun as, la autodisolucin de la IS tiene su mrito. La IS resisti la tentacin
leninista de reclutar y crecer como organizacin sobre la base de la notoriedad alcanzada tras mayo del 68. Una expansin cuantitativa de este tipo habra
encubierto la crisis cualitativa en la organizacin. Sin embargo, al acabar de la
forma en que lo hizo, sus ltimos miembros colaboraron en el crecimiento de
la leyenda de la IS. Ver. G. Debord y G. Sanguinetti, La Vritable Scission dans
LInternationale Situationniste (1972)
81
nista de los 70, como relata Knabb (pp. 126-7, 129-31). Ambos llevaron a cabo
la bsqueda de la autonoma individual y diferentes ataques a la complicidad
caracteriolgica con el espectculo hasta el extremo, antes de enviarse una
serie de Lettres sur lamit (Cartas sobre la amistad) en las que discutan sus
recientes experiencias en el terreno de las relaciones personales y polticas y
declarar una huelga de amistad de duracin indefinida (Knabb. Pg. 136).
Omos en su da que Daniel Denevert se entreg a una forma an ms aislada
de resistir este mundo, que lo enfrent a una de las formas de control cada
vez ms sofisticadas de la sociedad moderna sobre las vidas de la gente: los
psiquiatras y los hospitales mentales.
82
da desde un plano histrico de anlisis... En el cosmos knabbista, que es sorprendentemente impermeable al cambio histrico, el terico se convierte en el
sujeto experimentante, que se desarrolla sin fin a travs de una secuecia de
momentos subjetovs llegando finalmente al objetivo de la realizacin (D. Jacobs & C. Winks, At dusk: the situationist movement in historical perspective (Berkeley, 1975)). Knabb cita esta crtica como parte de su honestidad situ. Poda
haber hecho un libro ms interesante, y menos narcisista, incluyendo extractos
ms largos de los escritos de otros situacionistas o, como estos autores, exsituacionistas americanos. Por ejemplo, Two local chapters in the spectacle of
decomposition y On the poverty of Berkely life de Chris Shutes son dos de los
productos ms interesantes de los situacionistas americanos.
83
que al centrarse en el carcter estaban sin duda desarrollando la teora revolucionaria, lo que no es ms que parte de su tendencia a considerar la revolucin
como esencialmente un problema de conciencia: su propia conciencia.
49 Pese a la interesante crtica de los roles que hizo la IS, Knabb parece no
haber roto nunca con el rol de terrico.
1978. London. Este texto situacionista britnico es interesante, pero hay que
decir que su autor dej de distribuirlo en 1980 y no tiene por qu mantener las
opiniones expresadas en l.
84
yuxtapone todo un conjunto de crticas de la IS, no slo de superficiales analistas burgueses, sino tambin de revolucionarios. Entre
ellas se encuentra una cita de Eclipse y Reemergencia del movimiento
comunista de Barrot y Martin51. La inclusin de esta cita no demuestra el dogmtico rechazo por comprender de Barrot y Martin, sino
el de Knabb. La crtica de Barrot, expuesta en detalle por doquier,
es, desde una perspectiva revolucionaria, quizs el anlisis crtico
ms til de la IS publicado hasta la fecha.
La crtica de la IS
El artculo de Barrot, conocido por muchos lectores como Qu
es el situacionismo?, ha sido publicado de nuevo en What is situationism? A reader, con su ttulo original Crtica de la Internacional
Situacionista52. Junto a este artculo, encontramos una interesante
introduccin del traductor que traza crticamente las influencias de
Socialismo o Barbarie (SoB) en la IS53, as como las corrientes que
la IS neg en su propio perjuicio, en especial, la izquierda italiana.
El punto clave que seala Barrot es que el anlisis de la IS, ejemplificado en La Sociedad del espectculo de Debord, se mantiene al
nivel de la circulacin, dejando fuera el necesario momento de la
produccin, del trabajo productivo. (en esta edicin, pag 36). La
gran fuerza de la IS fue mostrar cmo la alienacin exista no slo
en la produccin, sino en la vida cotidiana y, por tanto, en el consumo. Sin embargo, como sugiere Barrot, los escritos de la IS dejan
la impresin de que un anlisis ms profundo de la produccin es
innecesario. Al hacer esto, Debord reduce el capitalismo slo a su
dimensin espectacular (Ibid. p 37). El espectculo es una especie
de taquigrafa para todas las relaciones sociales del capital contemporneo, pero no es nada obvio, a partir de la lectura de la concisa
51 Editado por Ediciones Espartaco Internacional. 2003. Barcelona.
52 El ttulo de la versin panfleto del artculo de Barrot se lo puso el editor,
ya que Barrot no utiliza en ninguna parte del texto el trmino situacionismo
(ver ms abajo).
85
exgesis de Debord, cmo el espectculo puede ocultar y distinguir tantas formas de relaciones de produccin y circulacin como
hace el capital. Por este motivo, aunque algunas veces se le ha
presentado como el moderno El Capital, La sociedad del espectculo
se queda bastante corta en su ambicin.
Aun as, aunque La sociedad del espectculo no sea El Capital moderno, admitamos que es uno de los pocos libros que podran presentarse como tal con alguna esperanza de ser credo. Como dice
Barrot, la IS analiz el problema revolucionario,
a partir de una reflexin sobre la superficie de la sociedad. Con esto
no queremos decir que La sociedad del espectculo sea superficial. Su
contradiccin y, en ltimo trmino, callejn sin salida terico y prctico,
radica en haber hecho una investigacin de lo profundo a travs y por
medio de apariencias superficiales. La IS no desarroll ningn anlisis
del capital: lo comprendi, pero slo a travs de sus efectos. Critic a
la mercanca, no al capital. O ms bien, critic al capital como si ste
fuera slo mercanca, y no un sistema de valorizacin que incluye tanto
la produccin como el intercambio (Ibid. p. 36 ).
Con todo, La Sociedad del Espectculo tiene otros mritos. Por ejemplo su tratamiento del movimiento obrero histrico en El proletariado como sujeto y como representacin es excepcional, y su anlisis
del tiempo y del espacio amplia el de Marx. En su conjunto, la
crtica de Barrot es quizs un poco despectiva/desdeosa, pero posiblemente sea una reaccin necesaria y comprensible a la manera en
que otros tratan La sociedad del espectculo.
Barrot se percata de que los orgenes de la IS en el arte/anti-arte
dejan huella en su teora. Al generalizar de las potencialidades anticapitalistas de las capas sociales no asalariadas a los trabajadores en
general, por ejemplo. Tambin observa que tomaron el consejismo
y la democracia de SoB de una forma demasiado acrtica. Ignoraban
la izquierda italiana y por tanto la crtica del consejismo que haba
hecho Bordiga, que seal que, con su nfasis en las formas de la
organizacin revolucionaria y en el control obrero, el consejismo
descuida que el contenido an puede ser capitalista. Los trabajadores que controlan sus propios puestos de trabajo an son trabaja-
86
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57 Tratado del saber vivir para el uso de las jvenes generaciones. Pg. 16.
58 No es que las teoras de la IS evitasen por completo convertirse en una ideo-
loga (ver ms abajo), ni tampoco aceptamos, como decan Debord y Sanguinetti, que toda esa ideologizacin fuese pro-situ y que no tuviese nada que ver
con ellos. Partiendo de La veritable scission algunos fieles situacionistas han
sido ideolgicamente anti-situacionismo, de la misma forma que algunos han
sido militantemente anti-militantes. No se trata de si se debera usar el trmino
situacionismo o no, sino de si se pueden utilizar las ideas de la IS con un propsito revolucionario. Como expresa la propia La veritable scission: no se trata
de la teora de la IS, si no de la teora del proletariado.
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irrecuperable. Los continuos intentos del conocimiento organizado por deshacerse de ella o cooptarla61 son el mejor ejemplo del
duradero antagonismo de sus ideas, como lo es el eco consciente
de su postura en numerosas luchas contemporneas.
1994 fueron detallados por T.J. Clark y Donald Nicholson-Smith en su artculo Why
Art Cant Kill the Situationist International? (Por qu el arte no pudo matar a la
Internacional Situacionista?), publicado en la revista de arte (!). Octubre de 1997.
90
CAPITALISMO Y ESPECTCULO
Resea del libro Afflicted Powers del colectivo Retort
Aufheben #17
2009
El libro Afflicted Powers Capital and Spectacle in a New Age of War
(Fuerzas desiguales - Capital y Espectculo en una Nueva poca de
Guerra)62, del colectivo Retort (Rplica, Contestacin), fue publicado en 2005 tras haber aparecido antes en formato panfleto (Ni
su Paz ni su Guerra [Neither Their War Nor Their Peace]), durante
las manifestaciones contra la guerra en 2003. El ttulo del libro
proviene de un verso del poema de John Milton Paraso perdido, en
el que Satn, derrotado y arrojado al infierno tras la guerra celestial,
se dirige a sus huestes en consejo de guerra:
Y restableciendo nuestras fuerzas desiguales,
Acertemos a infligir en adelante el mayor dao
A nuestro enemigo; a restaar las heridas,
A sobreponernos a esta horrible calamidad,
Sacando renovadas fuerzas de la esperanza
Si no es que decisin del desespero63.
62 El colectivo Retort se describe a s mismo como el encuentro de unos treinta o cuarenta antagonistas al orden de cosas actual (Retort. Afflicted Powers.
Verso, 2006. Pg. XI), de los cuales cuatro de ellos Iain Boal, T.J. Clark, Joseph
Mathews y Michael Watts escribieron la mayor parte del libro.
91
92
sectores acadmicos y la teora del arte han intentado continuamente asimilar su obra, simplificndola y neutralizndola hasta dejarla
convertida en una versin burda de la teora de los medios de comunicacin. Hoy en da las obras de Debord forman parte de los
cursos universitarios, mientras que l y la I.S. son canonizados en
el panten de la historia del arte66. Considerando la supuesta conexin entre las ideas situacionistas y el activismo, parece pertinente
preguntar: hasta qu punto es la propia teora de Debord la que se
presta a tal recuperacin? Fue la peligrosa y radical verdad de su
punto de vista lo que hizo necesarias como l mismo denunciaba su esterilizacin y absorcin por el espectculo? O era, desde
el principio, nada ms que una imagen de la crtica terica que l
deca aportar?
Fuerzas desiguales subraya la importancia de las imgenes y de las
apariencias en la poltica actual. Sin embargo, como afirmamos
aqu, el libro no logra ir ms all de la apariencia ms inmediata
y superficial de las relaciones capitalistas. Lo que queremos averiguar por lo tanto es hasta qu punto puede decirse lo mismo de la
obra del propio Debord. Con ese fin, nuestro texto busca ir de lo
superficial a lo fundamental: partiremos de la banal preocupacin
de Retort por los medios y las tecnologas de la comunicacin, interrogaremos los conceptos tericos que la sustentan para abordar
desde ah la nocin de praxis (traduccin de las ideas en accin) que
fundamenta la obra de Debord. Aunque nos abriremos paso a travs
de las debilidades de la teora del espectculo de Debord y aunque
afirmaremos que de hecho la nocin de espectculo es un callejn
sin salida terico que tiene poco inters prctico hoy en da , vamos a sugerir, sin embargo, que sus ideas subyacentes tienen todava
algn inters y pertinencia.
De modo que este artculo avanza en una serie de etapas. Primero
describiremos el libro de Retort, la versin de espectculo que all se
emplea y los problemas polticos y tericos que ello supone. A continuacin pasaremos a ocuparnos de Debord, describiendo aquellos
aspectos de su teora que encajan con la perspectiva implcitamente
66 Tanto es as que actualmente los nombres de Debord y de Vaneigem actualmente adornan los muros de la Tate Modern, dentro de una serie dedicada al
arte moderno.
93
liberal de Retort. Habiendo identificado estos aspectos los examinaremos con ms detalle, prestando especial atencin al vnculo
entre dicha teora y la lucha de clases. Tras afirmar que Debord y la
I.S. abandonaron las nociones tradicionales de clase y produccin
social, abordaremos la problemtica relacin de Debord con la economa marxista; y mediante un examen de las ideas subyacentes a
su afirmacin de que para Marx se trata de una comprensin de la
lucha, y en modo alguno de la ley67, problematizaremos su nocin
de pensamiento histrico y por ende las ideas sobre el tiempo,
la subjetividad y la relacin entre teora y prctica que subyacen
a su obra. Por ltimo, al delimitar esta concepcin de la praxis
mostraremos cmo se relaciona con su fascinacin con la teora y
la estrategia militar, y en relacin con ello volveremos, en nuestra
conclusin, sobre la metfora que da inicio al anlisis estratgico
propuesto por Retort.
94
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contemplativa haba alcanzado su expresin ltima en la saturacin de la sociedad moderna con imgenes laudatorias de la mercanca (anuncios, modas, medios de comunicacin masivos, etc.).
De modo que la alienacin sobre la que descansa la sociedad qued ejemplificada por la relacin entre unos observadores pasivos y
atomizados, y una imaginera visual que exalta las virtudes de un
mundo modelado por el capitalismo. En consecuencia, se le atribuy a la imagen la cualidad de concepto definitorio de todas las
alienaciones modernas. Esto significa que la teora del espectculo
no concierne nicamente a los fenmenos visuales y a las tecnologas de la comunicacin, como se cree a veces. En trminos llanos,
para Debord las imgenes son representaciones de una conexin
directa y autnoma con la creacin de la propia historia, y por
ende de la historia de la sociedad en su conjunto. En tanto que
toda experiencia y toda autonoma se haban sacrificado al capital,
la vida haba quedado reducida a una pura imagen de s misma, y
as los seres humanos se haban transformado en espectadores de
sus propias vidas.
96
dios y las imgenes, Retort sostiene que aunque los mecanismos del
espectculo (que ellos identifican esencialmente con las tecnologas
de la comunicacin) antes aseguraban la sumisin, hoy se pueden
emplear contra el Estado. Esto es, afirman, lo que ocurri con la
destruccin del World Trade Center el 11 de septiembre del 2001:
al ser destruido un blanco de gran relevancia simblica, las mquinas de la emocin perpetua fueron capturadas por un instante71
y sobre ellas apareci lo que describen como una derrota en el
terreno de la imagen: un golpe propinado a la sociedad espectacular en el terreno del propio espectculo. Esto, dicen, habra
proporcionado el impulso y la coartada ideolgica para las guerras
en Afganistn e Irak.
Pero, qu nos est diciendo esto en realidad? No mucho ms que
el hecho de que los medios ejercen un efecto ideolgico; afirmacin
que en el mejor de los casos es banal, y en el peor, completamente
superficial. Por eso, en vez de fijarnos en ese aspecto de la visin de
Retort, nos concentraremos en la nocin de espectculo que subyace
a sus afirmaciones. Para hacerlo tendremos, sin embargo, que aislar
dicha nocin del confuso amasijo de ideas y teoras que Retort nos
ofrece; y esto lo conseguiremos mejor, al parecer, si abordamos la
cuestin a travs de dos conceptos adicionales: neoliberalismo militar (constructo inventado por Retort) y acumulacin primitiva
(trmino originalmente empleado por Marx para describir la constitucin de relaciones sociales capitalistas). Examinaremos ambas
nociones, comenzando por la primera.
Refirindose al credo popular de sangre por petrleo, Retort sostiene que la guerra de Irak no estuvo motivada nicamente por la
avidez de petrleo, sino que fue ms bien un esfuerzo por sacar
adelante la agenda neoliberal de libre mercado:
La guerra de Irak representa menos una guerra por el
petrleo que una reestructuracin radical, punitiva y
extra-econmica de las condiciones necesarias para una
rentabilidad ampliada. Se trata, en suma, de pavimentar
el camino para un nuevo ciclo de desposesin y acumulacin capitalista liderado por los Estados Unidos.
Op. Cit. Retort. Pg. 26.
97
98
99
por falta de espacio, es la deuda terica que Retort tiene con el pensamiento
autonomista italiano. Tal como hemos discutido extensamente en nmeros anteriores de Aufheben, la Autonoma tiende a concentrarse en la lucha de clases
ignorando las relaciones sociales de las que esta lucha emerge; el resultado es
una nocin abstracta del capital y de la lucha, y una desconexin entre el capital
100
evidente al ver cmo se relaciona esta idea de acumulacin primitiva con las nociones de neoliberalismo militar y de espectculo que
defiende Retort, relacin que da cuenta del discutible uso que hacen
de la obra de Debord.
El contexto poltico global actual, afirman, est basado en la creacin de condiciones favorables al capital mediante su imposicin
forzosa y militarizada, pero tambin mediante la violencia ms sutil implicada en la construccin y mantenimiento espectacular de
dciles subjetividades consumidoras (la acumulacin primitiva,
dicen, implica una lucha armada impulsada por y perpetrada
en ese complejo de circunstancias que llamamos espectculo77).
Puesto que Retort concibe el capital como una entidad abstracta
por derecho propio, ignorando as la produccin, el espectculo y
el funcionamiento del capital son concebidos como fuerzas extraas
impuestas sobre la sociedad, y no como el resultado de las relaciones
sociales que la componen. Esto les conduce a un punto de vista inherentemente abstracto incapaz de percibir la verdadera naturaleza
del capitalismo ni del antagonismo que lo subyace.
Como nota al margen: podemos volver aqu a pensar la analoga de
un consejo de guerra propuesta por Retort. Tal como sugerimos en
la introduccin, estamos ante un anlisis estratgico que no slo es
incapaz de discernir el terreno sobre el cual tiene lugar el conflicto:
ni siquiera logra identificar a los combatientes envueltos en l.
El carcter abstracto de esta exposicin queda demostrado por la
importancia que le atribuye Retort al cercamiento de lo comn,
empleando una vez ms trminos asociados a la descripcin hecha
por Marx de la acumulacin primitiva que, como hemos visto, se
y su base real en las relaciones sociales. Retort logra unir a la Autonoma y a
Debord en un matrimonio a la fuerza slo porque ambos padecen de la misma
incapacidad para profundizar en esas relaciones sociales. Hemos denunciado
este severo defecto del autonomismo desde nuestro primer acercamiento crtico al mismo en Aufheben #3, donde ofrecimos una crtica del libro Midnight
Oil - Work, Energy, War del colectivo Midnight Notes (vase tambin nuestra
respuesta a la rplica enviada por uno de los autores de ese texto, en Aufheben
#5). A este respecto, hay que considerar que segn Retort, el libro de Midnight
Notes constituye un texto absolutamente fundacional para cualquier intento
por comprender la coyuntura actual (op. Cit. Retort, Pg. 71).
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rre una vez y queda establecido; antes bien, las relaciones capitalistas de produccin y las clases sociales tienen que reproducirse continuamente (Hardt,
Michael, y Negri, Antonio, Imperio, Ed. Paids. 2002. Pg. 240). Tal proceso,
afirman, tiene lugar ahora mediante la estructuracin de la vida cotidiana y de
la subjetividad. Afflicted Powers est fuertemente influenciado por el libro de
Hardt y Negri, y aunque incorpora una crtica algo obtusa de sus aseveraciones
(Retort supone que el trabajo inmaterial de Negri debe ser entendido como el
espectculo), bsicamente lo que hace es adherir Debord al modelo aclasista
de Negri. El slo hecho de que la obra de Debord se pueda incorporar (aunque
pobremente) a la de Negri viene a ilustrar bastante bien cun susceptible es a la
recuperacin, como discutiremos aqu. Vase Aufheben #14 para una discusin
ms detallada de los errores tericos de Negri.
102
la subjetividad humana a fin de enmascarar, desinfectar y hacer aceptable la brutalidad de la verdadera naturaleza del capital. Pero cuando
un nodo particular del capitalismo entra en crisis, que segn Retort
es lo que pas en los ataques del 11 de septiembre de 2001, es justamente la violencia del capital lo que se hace visible80. Parafraseando
el clebre aforismo de Mao, Retort escribe que en ltima instancia,
el espectculo emerge del can de un arma, mientras el poder estatal
lo informa y refuerza. En gran parte este hecho permanece oculto.
El espectculo es ese ocultamiento81. En esto se basa su afirmacin
de las posibilidades radicales contenidas en un movimiento que se
oponga a los conflictos desatados por los ataques: si la acumulacin
primitiva es la imposicin violenta de las necesidades del capital, y si
la modernidad capitalista se sostiene sobre la acumulacin primitiva,
de ah se deriva que Retort debe percibir el movimiento contra la guerra de Irak (que segn entienden ha sido conducida por la expansin
imperialista, a la vez que acuciada y validada ideolgicamente por
el espectculo) como un movimiento que implcitamente se dirige
contra la verdadera naturaleza del capital y del espectculo.
Se trata, no obstante, de una pretensin completamente vaca. Suponen que el capital depende de la acumulacin primitiva, pero su
versin de tal concepto y por lo tanto su concepcin del capital no
se asienta en absoluto en las relaciones sociales. El llamamiento a las
armas que Retort dirige a su consejo de guerra es, en consecuencia, una
invitacin a perseguir y golpear una nube, pues su desinters en el antagonismo de clases que est en la base del capital los vuelve incapaces
de nombrar lo que puede oponrsele, ni cmo puede ser enfrentado.
103
La insistencia de Retort en mostrar el espectculo como algo separado de la humanidad y efectivamente impuesto sobre ella desde
afuera, marca su divergencia respecto a Debord, quien se esforz
en extremo por subrayar que no se puede oponer abstractamente
el espectculo y la actividad social efectiva82. No obstante, para
Debord la actividad social no es lo mismo que trabajo asalariado,
y hacemos notar esto para indicar hasta qu punto su anlisis no
estaba centrado en las relaciones de produccin per se, sino en la
construccin del comportamiento, de la experiencia y de las subjetividades en una palabra: de la vida social como un todo. Es en
este sentido que la obra de Debord convirti la preocupacin de
Marx por la produccin de mercancas, en una preocupacin por la
produccin de la vida en abstracto.
Pero al afirmar que Debord ampla las relaciones de produccin
mercantiles a la produccin de la vida social, debemos aclarar que
l a contrario de lo que a veces se piensa83 no convirti la mercanca en pura imagen. En lugar de ello, defini el espectculo
como un momento del proceso de produccin de la mercanca84,
ese momento en que la mercanca aparece efectivamente como
una potencia que viene a ocupar realmente la vida social85. Para
Debord, la alienacin de las fuerzas y capacidades de la sociedad no
era especfica del capitalismo; dicha alienacin haba adoptado diversas formas a lo largo de la historia (p.ej., la religin, la jerarqua,
etc.), pero haba alcanzado su expresin ms completa y extrema
al quedar la sociedad completamente sometida a la economa y
Op. Cit. Debord. La Sociedad del Espectculo. 8.
83 El libro de Anselm Jappe Guy Debord. (Ed. Anagrama. 1998. Barcelona.) es
con mucho el mejor texto terico sobre Debord, y lo recomendamos enfticamente a todo aquel que tenga inters en leer a Debord como terico revolucionario. No obstante, contiene algunos elementos problemticos, como la afirmacin algo equvoca de que El uso que hace Debord de los trminos imagen y
espectculo debe ser entendido como una extensin de la idea de Marx de
forma-mercanca). Esto es incorrecto, o est en todo caso pobremente expresado: la imagen no es una extensin directa de la mercanca, sino un medio para
definir la naturaleza esencial de una sociedad completamente esclavizada a una
economa mercantil.
84 Internacional Situacionista. Cmo se malinterpretan los libros situacionistas (IS #12 Sept. 1969) en Internacional Situacionista vol. III: La prctica de
la teora, Literatura Gris. 2000. Madrid. Pg. 574.
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93 La idea de situacin surgi del temprano inters de Debord y la I.S. por superar la separacin y descomposicin de la cultura burguesa. En palabras sencillas: el arte se realizara como la vida misma mediante la construccin de la
experiencia de acuerdo al deseo subjetivo
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Debord, consista la verdad esencial de todos los movimientos revolucionarios del pasado, independientemente del grado en que hubiesen
estado motivados por modestas exigencias ms explcitamente materiales. Afirmando, por ejemplo, que el trabajador, al estar en la base
de la sociedad, es en ltima instancia responsable de hacer emerger la
historia (alienada) de esa sociedad, Debord escribi que:
En la reivindicacin de vivir el tiempo histrico que hace el proletariado, encuentra ste el simple centro inolvidable de su proyecto
revolucionario; y cada una de las tentativas de ejecucin de este
proyecto aniquiladas hasta ahora marca un punto de partida posible
de la nueva vida histrica94.
O, por citar a Vaneigem: podra decirse que existe un proyecto
constante que animara a las corrientes revolucionarias radicales:
el proyecto del hombre total, una voluntad de vivir totalmente, a
la cual Marx ha sido el primero en dar una tctica de realizacin
cientfica95. Ms adelante volveremos sobre esta idea del status
cientfico de Marx, as como al tema de la tctica. Por ahora
resumamos la concepcin que la IS tena del proletariado con lo
siguiente: Se asiste en nuestra poca a un nuevo reparto de papeles
en la lucha de clases; no a su desaparicin, ciertamente, ni a su prolongacin exacta dentro del antiguo esquema96.
De acuerdo con la realidad que se esboza actualmente, podemos
considerar proletarias a las personas que no tienen posibilidad de
modificar el espacio-tiempo social que la sociedad les hace consumir... Los dirigentes son quienes organizan este espacio-tiempo o
disponen de un margen de eleccin personal97.
Este modelo, efectivamente, transforma la riqueza en experiencia
cualitativa y auto-determinacin, hace de la clase una abstraccin
y convierte la relacin salarial en algo incluso ms impreciso; ha94 Op. Cit. Debord. La Sociedad del Espectculo. 143.
95 Op. Cit. Vaneigem. Tratado del Saber vivir...Pg. 69.
96 Internacional Situacionista. Dominacin de la naturaleza, ideologas y clases (IS #8 enero 1963) en Internacional Situacionista vol. II: La supresin de
la poltica,Literatura Gris. 2000. Madrid. Pg. 67.
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103 Para una discusin provechosa de este problema, y para una exposicin de
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malentendido ideolgico, siendo la alienacin su resultado subjetivo. Para Marx, en cambio, el fetiche no es en absoluto un fenmeno puramente conceptual, ideal: en la sociedad capitalista las cosas
realmente poseen el poder de los seres humanos. La tierra realmente
hace incrementar la renta segn sea la fertilidad del suelo; el dinero
depositado en el banco crece de acuerdo al inters, y las mquinas
realmente rinden beneficios segn sea su productividad. Tomar tales
fenmenos como simples formas nominales es ignorar las relaciones
sociales por las que han adquirido tales poderes; y para desarrollar
una comprensin de la verdadera naturaleza de estas relaciones hace
falta un reconocimiento del proceso real del trabajo asalariado.
Dado que Lukcs no logra captar la realidad de la relacin salarial
y en cambio se basa en sus efectos subjetivos, su crtica de la separacin contemplativa de la sociedad respecto a su propio trabajo es
ella misma (tal como el propio Lukcs admitira ms tarde104) una
crtica inherentemente contemplativa. Su nfasis en la racionalizacin de la sociedad acorde con la forma mercantil (esto es, con el
concepto de mercanca), difiere de la preocupacin de Marx sobre el
proceso de produccin mercantil; y al descuidar la relacin salarial
para concentrarse en cambio en los efectos subjetivos del capitalismo, Lukcs sent las bases para el abandono del anlisis econmico
y de las clases por parte de Debord.
Entendiendo la sociedad como un todo unificado bajo un nico
concepto (el de mercanca), Lukcs sinti que podra ofrecer un
medio para abordar los fenmenos ideolgicos y culturales que
el anlisis econmico tradicional haba ignorado. Tal mtodo le
permitira al analista identificar la verdadera naturaleza del capitalismo y su superacin potencial como aspectos que trascienden
los fenmenos puramente econmicos, comprometiendo a la sociedad como un todo. Ya no hara falta hacer a un lado el pensamiento burgus para concentrarse en los procesos econmicos;
vase el libro de Simn Clarke Marx, Marginalism and Modern Sociology - From
Adam Smith to Max Weber, Macmillan. 1991. Londres. Puede encontrarse online en: http://www.warwick.ac.uk/~syrbe/mst/mmms.pdf
104 Historia y Consciencia de Clase despert tal inters que el libro fue republicado en 1967, pese a las quejas de su autor. Aceptando que no podra
evitar la reaparicin del libro, Lukcs le aadi un extenso y minucioso prefacio
donde describa sus errores tericos.
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natural. Cualquier tentativa por definir leyes fijas, cientficas sobre el funcionamiento de la historia y de la sociedad implicaran,
por tanto, dogma e ideologa114. Al comprometerse con la ciencia
fundamental de la sociedad burguesa, la economa poltica, Marx
se haba deslizado hacia el terreno de las formas del pensamiento
dominante115 y esta mutilacin, ulteriormente aceptada como
definitiva, es la que ha constituido el Marxismo116.
La actitud de Debord hacia el anlisis econmico de Marx est
ciertamente marcada por su comprensible frustracin respecto a la
ortodoxia del Partido Comunista y la ideologa del determinismo
econmico; sin embargo lo interesante es hasta qu punto esta concepcin del pensamiento histrico exige el constante desarrollo de
la teora en relacin con la prctica, y el perpetuo rechazo de todo
dogma predeterminado. En efecto, Debord sostiene que despus de
Marx, La teora no tiene que conocer ms que lo que ella hace117.
De manera tal que la clebre inversin marxiana de Hegel es leda
como un reverso del pasado y del futuro, en el cual el momento
presente ya no aparecera como la conclusin de la historia (como
sucede con Hegel) sino como la gnesis de su desarrollo futuro. La
historia, dice Debord que deviene real ya no tiene fin118, y es en
este sentido que percibe el sistema de Hegel como una circularidad
y su pretensin de haberlo completado como no dialctico119.
Desde luego que puede parecer extrao describir la filosofa de Hegel como no dialctica, pero Debord lo hace en tanto la interpreta como una reduccin de la verdadera naturaleza de la historia a la
validez de un momento histrico singular. Para Debord los humanos son criaturas esencialmente finitas, sujetas al paso del tiempo
y con una consciencia limitada. Tratar de superar esas limitaciones
114 Ciertamente hay que subrayar que la obra econmica de Marx apuntaba
Ibid.
Ibid.
Op. Cit. Debord. La Sociedad del Espectculo. 80.
118 Ibid.
119 Ibid.
117
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124 Ibid.
125 Internacional Situacionista. El comienzo de una nueva poca (IS #12
Sept. 1969) en Internacional Situacionista vol. III: La prctica de la teora,Literatura Gris. 2000. Madrid. Pg. 534.
126 Ibid.
119
128 Debord, Guy, guin de la pelcula In Girum Imus Nocte et Consumimur Igni,
1978. Ed. Anagrama. 2000. Barcelona. Pg. 27.
129 Guy Debord y Gianfranco Sanguinetti, La verdadera escisin en la Internacional Situacionista. No existe traduccin al castellano. Traducido de la versin
inglesa: The Real Split in the International, Pluto Press, 2003, Pg.62.
120
131 Clausewitz, Karl von. De la Guerra. Idea books. 1999. Barcelona. Pg. 132.
121
Conclusin
En 1979 Debord declar: Me enorgullezco de ser un ejemplo,
muy raro hoy en da, de alguien que ha escrito sin quedar desmentido enseguida por los acontecimientos; y no digo desmentido cien veces o mil veces, como los dems, sino ni una sola vez.
No dudo de que la confirmacin que estn encontrando todas
132 La sociedad modernizada hasta llegar al estadio de lo espectacular integrado se caracteriza por el efecto combinado de cinco rasgos principales: la innovacin tecnolgica incesante; la fusin de la economa y el Estado; el secreto
generalizado; la falsedad sin respuesta; un presente perpetuo. Op. Cit. Debord.
Comentarios sobre la sociedad del espectculo. Pg. 23.
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Plant: El gesto ms radical La internacional situacionista en una poca postmoderna. Ed. Errata Naturae. 2008. Madrid. En tanto un indicador de la vacuidad
poltica a la que puede llevar se encuentra en el verdaderamente horrible texto
de Steve Best y Douglas Kellners: Debord and the Postmodern Turn: New Stages of the Spectacle (disponible online en http://www.gseis.ucla.edu/faculty/
kellner/essays/debordpostmodernturn.pdf). El texto de Best y Kellner estudia la
relevancia de la obra de Debord en la era de internet. Su relato de un espectculo interactivo, que puede ser tanto represivo como potencialmente emancipatorio, les lleva a afirmar que utilizar el ratn sentado frente al ordenador
consituye ...el tipo de poltica subversiva... que promova Debord.
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138 Por ejemplo, la actual edicin del Tratado del saber vivir para uso de las
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Como hemos sealado, estos problemas parecen haber sido completamente ignorados por Retort, que asume que la teora del espectculo permite entender la verdadera naturaleza de la sociedad
moderna. Asimismo, no parecen haber sido considerados por los
muchos escritores y comentaristas que han hecho posible que al
menos una de las afirmaciones de La sociedad del espectculo tuviese
su verificacin histrica: en 1967 Debord asegur, con innegable
exactitud, que Sin duda, el concepto crtico de espectculo puede
ser tambin vulgarizado en cualquier frmula vaca de la retrica
sociolgico-poltica para explicar y denunciar todo abstractamente
y as servir a la defensa del sistema espectacular139. El verdadero
problema sin embargo, como hemos discutido aqu, es que la teora
era en s misma, para empezar, demasiado abstracta.
Ahora bien, si su teora puede resultar de poca utilidad, el modelo de
subjetividad, del tiempo y de la relacin entre teora y prctica que la
subyace sigue siendo apropiada, interesante y relevante. Por lo tanto,
aunque mantengamos que la teora del espectculo deba ser abandonada, en modo alguno proponemos descartar tambin la filosofa de
la praxis que le sirve de base. Estos aspectos de la obra de Debord han
sido casi universalmente ignorados por los comentaristas acadmicos, sin embargo para quienes busquen responder a la llamada de la
I.S. a su propia superacin, dichos aspectos son ms importantes an
que la propia teora del espectculo. En este sentido, debemos terminar dndole una ltima reflexin a la metfora del estado mayor
propuesto por Retort. Si Retort hubiera hecho una lectura ms atenta
de los escritos de Debord quizs se habra percatado de estos temas, y
de la combinacin de pensamiento estratgico y de teora radical que
suponen. De haber actuado as, quizs se habran dado cuenta que la
imposicin acrtica de la perspectiva de Debord en la sociedad actual
es un error semejante al de un lder militar que, indiferente al cambio de circunstancias, a las derrotas, victorias y reflexiones, siguiera
empleando las mismas tcticas en cada nuevo enfrentamiento. Es
en este sentido que las exhortaciones de Debord y la I.S. a producir
nueva teora en consonancia con la prctica, son hoy en da mucho
ms relevantes que la propia teora del espectculo.
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