El Señorío de Cristo
El Señorío de Cristo
El Señorío de Cristo
(Filipenses 2:9‐11)
9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
¿Qué es el señorío?
La palabra “Señor” viene de la palabra griega, ‘kurios’, que significa,
“supremo en autoridad”. “Supremo” significa “el más grande en poder,
autoridad o rango; dominante”. “Autoridad” significa “El poder de hacer que
las leyes se cumplan; el poder de imponer obediencia, mandar, determinar o
juzgar” En otras palabras, el Señor es el poder más alto que existe; y el tiene
el derecho absoluto de juzgarnos y mandarnos en todas las áreas de nuestras
vidas.
El recto más grande de la iglesia no es tanto construir templos no es tener los
mejores cantantes el recto más grande es hacer que Cristo sea el señor de nuestras
vidas.
Encuesta:
10% no se pueden congregar
20% nunca asisten a la iglesia
25% nunca oran
30% nunca leen la Biblia
40% nunca dan dinero para la iglesia
75 % nunca suben aun ministerio
95% nunca han ganado un alma para Cristo
Pero el 100% piensan irse al cielo
Jesús es el Señor de Señores, ¿verdad? ¡Gloria a Dios! ¿Sientes un impacto especial
en tu corazón cuando piensas sobre esto? Obviamente hay millones de personas
que no reconocen que Jesús es el Señor de Señores. Y un día cada una de las
rodillas de estas personas se doblaran y reconocerán quien es El. Aquellos que
hemos nacido de nuevo y hemos reconocido que El es el Señor de Señores, ya
hemos entregado nuestras vidas al El cómo nuestro Señor. De hecho, reconocer
que El es el Señor, y entregar nuestras vidas a Él, son pasos fundamentales para
poder nacer de nuevo.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. (Romanos 10:9)
Creímos en El en nuestro corazón, y confesamos con nuestra boca que El es el
Señor, significando que nos entregamos a Él como el Señor de nuestra vida. ¿Pero
qué significa el hecho que él es el Señor de nuestra vida? Seguramente no significa
solamente decir con nuestras palabras que El es el Señor. Eso no es suficiente.
1
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. (Mateo 7:21)
Ni siquiera el hecho de hacer buenas cosas en Su Nombre significa que El es Señor
de nuestra vida.
22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y
en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
(Mateo 7:2223)
Hay muchas personas que llaman a Jesús su Señor, cuando realmente El no es su
Señor. Hay muchas que predican y enseñan y hacen milagros y hacen muchas
buenas obras en Su Nombre, cuando realmente El no es su Señor. Ellos están
haciendo cosas que parecen buenas, pero no están obedeciendo al Señor.
Entonces, ¿qué hace que Jesús realmente sea Señor de nuestra vida? Obviamente
tenemos que empezar por reconocer que él es el Señor, y por entregar nuestras
vidas a El cómo nuestro Señor. Pero, ¿cómo seguimos adelante con El siendo
nuestro Señor?
¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (Lucas 6:46)
Solo porque llamemos a Jesús Señor no quiere decir que El sea el Señor de nuestra
vida. Solo porque hagamos buenas cosas en Su Nombre tampoco quiere decir que
realmente El sea nuestro Señor. Lo que hace que Jesús sea el Señor de nuestra vida
es el hecho de hacer las cosas que El nos dice que hagamos.
Ahora, obviamente estamos de acuerdo que todas las cosas que acabamos de
describir son características propias de Jesús. ¿Pero estamos permitiendo que El
sea todas estas cosas en nuestras vidas diarias? ¿Quien realmente es el Señor de
nuestra vida? ¿Jesús? ¿O nosotros mismos? ¿Estamos haciendo lo que El nos dice
que hagamos?
Tal vez hemos permitido que Jesús sea el Señor en ciertas áreas de nuestra vida.
¿Pero puedes imaginarte un Reino en el cual el Rey solo tiene autoridad en ciertos
lugares de su Reino? ¿Qué pasaría? El Reino experimentaría un estado de
desorden. Las cosas no estarían como deben estar.
Jesús debe ser el Señor de todas las áreas de nuestra vida. Piensa sobre esto de este
modo. Imagina que tu vida es una casa. La has cuidado muy bien. Esta pintada de
una manera bien bonita.
Mantienes limpios el piso, todas las superficies, y los muebles. Todas tus
pertenencias están bien arregladas y organizadas. Pero ahora Dios entra a su casa,
y El abre ese pequeño armario que tú has escondido de la vista de la gente, y en el
que tú has echado tus desperdicios, y El te dice, “Tú necesitas arreglar todo esto y
ponerlo en orden.” Tu respondes, “Pero Señor, solo es un pequeño armario y
realmente no importa porque nadie lo puede ver.” Y el Señor te responde, “Yo lo
puedo ver, y a mi me importa el estado del armario.” A veces nuestras vidas son
como esa casa. Muchas áreas ya están en orden, y en esas áreas, estamos
permitiéndole a Jesús que El sea el Señor. Sin embargo, hay otras áreas, quizás que
no se pueden ver a simple vista, áreas que también tenemos que permitirle a Jesús
que El sea el Señor.
2
18 Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para
heredar la vida eterna? 19 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno, sino sólo Dios. 20 Los mandamientos sabes: No adulterarás; no
matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre. 21 Él
dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. 22 Jesús, oyendo esto, le dijo:
Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro
en el cielo; y ven, sígueme. 23 Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque
era muy rico. 24 Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán
difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 25 Porque es más
fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de
Dios. (Lucas 18:1825)
Todos tenemos riquezas. Aun si no tenemos riquezas materiales, tenemos riquezas
en el sentido de áreas de nuestras vidas en que nosotros queremos mandar en vez
de Dios. Y Jesús viene y dice, “Hay que entregar todo a mí, yo tengo que ser el Señor
de todas las áreas de tu vida.” Y nosotros nos ponemos tristes. “El joven y rico
dignatario se alejo de Jesús, mudo de tristeza. No tuvo nada que responder frente a
sus palabras. No tuvo ninguna duda acerca de lo que Él le dijo, ni sobre su
significado, y esto le causo un dolor que no podía expresar con palabras. ¿Alguna
vez te has encontrado en esta situación? ¿La Palabra de Dios ha venido señalándote
un área de tu vida en la que eres muy rico: Quizá ciertas cualidades personales,
deseos e intereses, o posiblemente las relaciones emocionales e intelectuales? Si es
tu caso, entonces con frecuencia habrás enmudecido de dolor. El Señor no te
perseguirá ni te suplicara, pero cada vez que se encuentre contigo en el punto
señalado, sencillamente te repetirá: “Si realmente hablas en serio, esas son las
condiciones.”Vende todo lo que tienes. En otras palabras, despójate delante de Dios
de todo lo que pueda considerarse una posesión hasta que solo quede un ser
humano consciente, y luego entrégaselo a Él. Es ahí donde se libra la verdadera
batalla: En el reino de tu voluntad delante de Dios. ¿Estás más apegado a la idea de
lo que Jesús desea, que a El mismo? Si es así, pronto oirás una de sus duras,
inflexibles y dolorosas declaraciones. Lo que Jesús dice es difícil, y solo es fácil
cuando lo escuchan quienes tienen su misma naturaleza. Cuídate de permitir que
algo suavice las duras palabras de Jesucristo.”
23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)
Que todo tú ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible. Irreprensible
significa estar libre de culpa. Mira que Pablo menciona todo tu ser. Todo tu ser
tiene que ser irreprensible ¡No se queda nada por fuera! ¡Todo tiene que ser
irreprensible, todo tiene que ser sometido al Señor Jesús, sometido a Su autoridad
y a Su voluntad!
3
El señorío de Cristo es:
1) Aceptar su soberanía.
2) Poner a Dios primero Lucas 9,57 Mateo 22,34
3) Es aceptar la responsabilidad y dar cuentas a Dios Mateo 25,14
a) Dios nos ha confiado responsabilidad.
b) Tenemos que responder ante nuestro Dios por nuestros dones.
c) Debemos de aceptar que simplemente somos mayordomos no los
dueños de las cosas.
4) Es hacer la voluntad de Dios.
José Antonio Valverde
Pastor