En El Caballo de La Aurora
En El Caballo de La Aurora
En El Caballo de La Aurora
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Portada de
EMILIO MARTIN
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7a edicin
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?a edicin: 3,000 ejemPlares
Junio de 1978
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Derechos reservados
los pases de lengua espanota
nara todos
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Santiago de Chile
cidos. Luego volvieron todos juntos a 1a earga y entre una nubecilla de alas y picotazos ultimaron aI
viejo caiqun rezagado.
Schaeffer, que se haba detenido a contemplar el
desiguai combate, se baj del caballo y se dirigi en
busca del caiqun muerto' Lo tom y lo amarr por
las patas a los tientos de su montura.
a ios
sabe para quin trabaja!
-djoles
-Nadie
caranchos, que lo miraban con rabia impotente, zanqueando con sus garras y sacudiendo sus enhiestos
penachos.
Mont, y a trote cansino endilg riendas hacia eI
sur, mientras que por el norte se perda la bandada,
como un pedazo de pampa fueguina que huyera de
las cercanas crueldades invernales.
6B
En el caballo de la aurorct
Al profesor Hurnberto
Fuenzrlitlr'
Pascomounblidoaladistancia,aventandoalgcl
o'."'o e informe debajo de la panza, y sio se detlrvo
eratOo se vio dentro del corral de tropillas'
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Venceltemorconotrogrito,querebotenforma
prehistrara en ru oq".ouoie aqet.umbral grito que'
otro
u"r, deirs del eco surgi
;,icq ;
re"rtu
hizo t t*tuo temblar' me permiti
me
;;a;"
menos
el acento de Handler'
conocer en 1, lleno de aLegra'
la caverna' deLo descubr por fin en l tondo de
junto
p.q.no rmaje de peascos' sentado
trar-d.
""
fogata'
a
" una Pequea HJndlerl
grit' acercndome a
-'q"C'tray,
troPezones
-Holal -me
-le
arevolotearennuestrotorno,emitiendogrititosgu.
turalescomosifueranconfusaspalabrasquebrota.de
ran de Ia misma piedra' Me agach sobrecogido ver
.i.ito pavor, y contieso que permanec all slo al
toda...
"Del fuego slo conocamos lo que vomitaban los
volcanes y el que lanzaba el rayo de tarde en tarde
sembrando la destruccin. Pero no sabamos hacerlo
para calentarnos, y entonces la ola de fro nos impidi seguir viviendo en las praderas, donde cogamos tallos y alguno que otro animal dormido o'enfermo. Las nutrias y los ratones eran nuestros preferidos, porque podamos matarlos a piedrazos o a
palos, engullndolos crudos. O bien seguamos las
huellas del gran tigre con dientes de sable, recogiend.o a escondidas la carroa que l no coma. . .
"tb ola de fro nos empuj hasta estos rincones
76
que los
Pero un estampido colosal reson ms fuerte
luz ms
otros, y Ia caverna se entenebreci con una
turbia.
el corazn'
"...Trat'de levantar mi pecho' perogarganta"
'
como un ratn asustado, se trep a rni
y
cerca
la
pared
la
entre
La turbia luz se condensaba
de piedras, en la que domesticaba al gran animal ' ' '
v era precisamen[e uno de ellos el que habaIaensomcerca
brecido la caverna' pues haba escapado de
vacilando
cuerpo
gigantesco
y p.r-ut"ca con iu
rrir" p"t.trar en Ia caverna at'ercozado por el estampio o echar a correr campo afuera'
y
"Otras moles cenicientas siguieron a Ia primera'
rineI
hacia
Hui
empezaron a venrseme encima' ' '
rugido del
cn^ ms profundo de la caverna; pero el
Apegado
contuvo'
grun po*u de dientes de sables me
de
relinchaba
t, t pequeo caballo arazn dorado
hano
puma
i.rrot; pero, fr,ecrro extrao, et rugiente
ambos
ca adeirn de echarle sus garras y comrselo;
de los
gran
nutria
estaban tan espantados como Ia
nervios'
de
nantanos. que maullaba como un manojo
sordamente' cual
il;;o-J p.tnoo gigante, que tosa
atascada
ri f".1" r" misma gatganta de Ia caverna'
por ta fugitiva manut' !1'.meai.o de la baranda'
relincho del
ezc?ada-al tronar de los hielos, eI claro
en
;r0".* alazn se oa como un luminoso clarn
ias tenebrosas tinieblas ' ' '
"...Son los ventisqueros los-que retumban?" '
as!' ' ' Es la mole oenicienNo, porque no grazna
iu, .s eI gran animal ' ' ' , s largo hocico es eI que
gr'ui" y fiime as, derribndose como una estropeada
be;;;;p"";ei iuicio fi4al' ' ' Los otros tambin
m
hacia
auanzarr
y
avarrza,
rrean lastimeramente,
hiemismos
que
los
ms rpida e inexorabiemente
Ios. .
"
79
parte de
aiimentaban de tectrosa claridad a toda esa
la rbita.
Montamos y emprendimos el regreso a Ia estancia'
lamos cauadameirte, uno detras de otro' confiados
Tlerra.-6
B1
-No
-me
sangrentada.
Los jejenes insistan en apelotonarse tras Ia.nuca
del contador y un hilillo de sangre empez a escurrir
por el cuello, bajo la camisa.
espoleando mi caballo.
verlo
-Djeme
-profer,en la base del crneo, teBajo el cuero cabelludo,
na una herida restaada, pero con la picada de los
mosquitos y sus propios manotazos se haba despren82
de nuevo' Le
dido Ia costra coagulada, desangrr^icse
de
amarr con un pun"eio ia treria para-d'efenderla
hasta
los mosquitos, que continuaron hostigndonos
en
entrar
para
boscosa
que ananAonamos la zona
pam* ,,r"u., colinas que dn comienzo a la plena
pa patagnica.
sin
La ribera del tago se hizo ms baja y plana'
las"
de
que la luz-argentada
t;;*,-i; qo.'p.tititi pastizales.
rara
con
de, coirn
;g"; ;it.cnaiira a los
adquiri esta
Jncantamiento
ms
An
iminosiOad.
llanura de plata del
i"" O. Ia luna reflejada por Iapenetramos
en un exi"go V los coiron-ales, cuando
cubierto de pei;;." campo de paramelas, matojo
que alcanzaba has"tn"t ltupidas ilot"tlosamarillas'
caballos' Curiosa planta es
ta los corvejones de
de intenso
*tt"-p"tu*eia de las riberas del lago Toro' muchas
p";ft;;, cuyas hojas y tallos reemplazan
que cuando-se
veces al t y- a u yrna, aunque dicen
cabeza
e
olor
v produce aluda
;;;;; ta intusi
cinaciones.
La plata de1 lago se transform- 9n oro puro cuande na11o esiuvimo, *.lidot en medio del campo
hollado-s
ser
aI
y tri;
rnetas. Los manojos florecidos,
exhalaron
caballos'
turados por los cascos de nuestros
Io misr" p.tt"^*. capitoso, que nos fue envolviendo' andanimaginar
haca
qo. laluz AoraOa qttt not
-o por
las Praderas de la luna'
do
se levant de pronto un grupo de avessueio
Del
hembras' que
truces, un gran macho con sus cinco
con su jasse lanzaron a correr' sesgando la llanura
nanter iatone su caballo y se lanz
;;A; pl"*aje. de
ms veloi" p.ttu""cin las grandes aves' Mucho
en
colina'
una
q"a el animal, trasmohtaron.Iuego
cuya cumbre Handler sofren riendas' r , -, --^ trurr.o lento continu esperndolo; pero aI ver
83
(illc pclmanecla en la colina como una estatua ecuesr'c, me decid pacientemente a ir a buscarlo. Montala un alazn tostado, y cuando me acerqu not que
arnbos, hombre y bestia, se haban incorporado'al
aura de aquella noche de mgica belleza, en que las
paramelas doraban la faz de la tierra con una luz
ms viva que la que reflejaba nuestro muerto satlite.
Me infundi respeto la impresionante quietud del
hombre y la bestia. Ambos contemplaban extasiados
el vasto paisaje. Era como si hubiesen llegado al trmino de un iargo galope, hasta una orilla de donde
se columbraba un mundo espectral, cuyo lmite no
se atrevan a traspasar.
En su precipitada fuga, las grandes aves haban
hecho levantarse de sus nidos otros grupos de avestruces, que empezaron a juntarse en el perfil de una
colina cercana, atisbando, curiosas como siempre, a
los que haban venido a perturbar su nocturna paz.
bien ha hecho usted en venir
dijo de
-Qu
-me
pronto
Handler-, porque as podr haber
otros ojos
que contemplen lo que ven los mos!
estn las primeras sie"Porque aqu
-continute colinas que surgieron
del mar. Entonces no existamos an sobre Ia tierra, y en sus orillas, entre aIgas y hierbas, fueron ellos ios primeros que hollaron
los prados de los primeros barros del mundo.
"La luz se alz por primera vez de los pantanos en
sus pequeos cerebros, y sus delgadas lenguas atinaron los primeros sabores terrestres. Dejaron, eso s,
que sus grandes huevos los empollara el sol, y un da
en que el astro padre se enfri un poco no supieron
defender su origen. Los huevos no germinaron y esas
grandes especies perecieron.
*De qu me habla?
-le
84
pregunt.
-Qu
-Quines?
dinosaurios' . ., los dinosauriosl -exclam
-il,it
jribito-'
.otr
AlI estn sobre sus primeras colinas
del mar!
los avestruces que usted sac de sus nidos
-Son
advert, sealando tas "charas" qe camina-ie
ban a grandes zancadas en el perfil de la otra colina'
arreads siempre por sus grandes machos, cuyos cuellos attos y eisticbs se movan ondulando como brazos que nos hicieran significativas seales'
lstima que usted no pueda ver lo que mis
-Qu
con tristeza.
ojos venl
-rePlic
dije,. tomndole suaveHandler!
-le
-Vamos,
hacia la huey
apartndolo
*.tti. una de las riendas
estancia'
la
de
Iia que conduca a las casas
Al rato, inicibamos un buen galope para llegar
cuanto antes. AI dejar eI campo de ias paramelas,y
,{.*
Acabbamos de sentarnos para almorzar en el comedor chico de Ia estancia, tres das despus, cuando
de pronto vimos ponexse intensamente plido a
85
-No
espantalavistadelacueva,separendospatasy
en La ca'
*.-ti put a atrs. . . Sent un golpeenaqu
que
despert
ahora,
beza y no supe ms' . " hasta
qu todava estaba en ese mismo lugar'
eI segundo-;
"t.v.io
--p.o pas hace tres das
-insisti
mientrastantoustedhatrabajadoensuoficinayha
venido a com,er con nosotros todos los das'
Yo"', er mi oficina?
-frabajando?."
usted.
-S,
8?
-No
dicho?
s 1o asegurol
Mi ultimo recuerdo es
-Ni
-No.
-Caramba,
es; en
-As
vivido!
son como
esos
cuevacomoeno"g'u"establo"'Peroqupude
eso?
-me
89
-rectifiqu-, pues no
he hecho rns que devolverle su curriosa historia.
--Bastante curiosa!...
l{andler-. Pe-exclam
ro ms curiosa an, porque,
en este caso ide amnesia
que par,ece que me prcdujo el golpe, lo que le cont
en tal'estado coincide totalmente con las excavaciones,que hizo Hauthal en la Clreva del Milodn a fines
del pasado siglo!
"En efecto
este investigador encontr all dos-continu-,
sepuituras vacas y restos humanos
,en
los
uno de
animal se encontraron hasta l'os cascos' con el car;rral"t tudava cont'ena Ia Itirna falange
nacirnientc' Era
tlago, y una cor'ona de pelos ett l-1
N'o cabe
un pelaje fino y Ae "ofoo amarillo claro'
antepasaclo del
rr^."q". ,, i'utua de un remoto
Patagonia deiando
caballo, que se exiinguiO "" 1?
Ia
caballo
'de la aurora de
sIo ese rastro... El"del
vida!
'-]V