En El Caballo de La Aurora

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Francisco Coloane

TIERRA DEL IUEGfl


PREMIO NACIONAL
DE LITERATURA 1964

il
il

Portada de

EMILIO MARTIN

it
7a edicin

il
?a edicin: 3,000 ejemPlares
Junio de 1978

tl

1963 bY Francisco Coloane

1963 bv Empresa EdiLotaZig-Zag S'A'


maPolas 2075
Santigo de Chile

Derechos reservados
los pases de lengua espanota
nara todos
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No 27'452
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talleres de
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Rvl Nicotas Arriola 2285

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Santiago de Chile

cidos. Luego volvieron todos juntos a 1a earga y entre una nubecilla de alas y picotazos ultimaron aI
viejo caiqun rezagado.
Schaeffer, que se haba detenido a contemplar el
desiguai combate, se baj del caballo y se dirigi en
busca del caiqun muerto' Lo tom y lo amarr por
las patas a los tientos de su montura.
a ios
sabe para quin trabaja!
-djoles
-Nadie
caranchos, que lo miraban con rabia impotente, zanqueando con sus garras y sacudiendo sus enhiestos
penachos.
Mont, y a trote cansino endilg riendas hacia eI
sur, mientras que por el norte se perda la bandada,
como un pedazo de pampa fueguina que huyera de
las cercanas crueldades invernales.

6B

En el caballo de la aurorct
Al profesor Hurnberto

Fuenzrlitlr'

Pascomounblidoaladistancia,aventandoalgcl
o'."'o e informe debajo de la panza, y sio se detlrvo
eratOo se vio dentro del corral de tropillas'

eI comeTodos abandonamos nuestro almuerzo en


gue sudor ctrico de la estancia y corrimos a ver lo
Afortunadamente, ito se trataba de los bastos
que en Ia' loca
"*Oiu.
e u motttura y de algunos pellones
ani.rrru se habn deslizado hasta las verijas del
por
los
mal. Las riendas tambin estaban tronchadas
zaique
el
pisotones, y eI espumoso sudor demostraba
trecho'
largo
un
no haba galoPado
montaba este caballo? -pregunt Clif-Qui
ton, eI segundo administrador'
contador sali con 1esta maana -respondi
-El
Charlie, el capalaz de campaistas'
dnde?
-A
*i utti*" Esperanza, para Puerto Consuelo creo
que me dijo.
=-1,o ettu el "Cabeza Rota"?
el se-inquiri
zaino'
humeante
al
abaio
gund"o, mirando de arriba
--Es t -rePlic Charlie' animal al contador?
por q.t t. dio este
-Y iran otro. . ., ya haba largado la tropilla al
-o cuando vino a buscar caballo ' ' '' Y no ia iba
campo
a rodear de nuevo Para I solo'
69

qu no le pas su caballo de guardia y us-Por


ted se qued con ste?
cual tiene su tropilla. . . , ro me gusta que
-Cada
cualquiera ande descomponiendo mis caballos'
Handler no es cualquiera. . . , es eI conta-Vlitter
dor, y, adems, es una maldad suya haberle dado este aninal, sabiendo cmo sali de su ltima arnansadura... Pues bien, parta en seguida a averiguar
qu es 1o que le ha pasado aI contador! -orden
Clifton, con energa.
interPuse'
ir yo!
-me
-No,
algunas chuletas, camrpidamente
Pas a comer
que me facilit un cacaballo
por
otro
bi eI zano
part
tras los rastros de
cabestro
del
y
pahaz, con t
la
estancia
"Las Chade
contador
ttreo Handler,
Toro, ert
lago
del
sureste
margen
Ia
ritas", situada'en
Esperanza.
de
Ultima
la regin patagnica
Por el camino no pude menos que ir pensando en
la matdad que significaloa haber entregado a HandIer, hombre no muy de a caballo, un animatr eomo el
"Cabeza Rota", producto de1 ltimo amans'e detr cam'
paista Charlie. Este haba sido un buen amansador
n otros tiempos; pero ahora ya vlejo, con las clavculas y tas pierns mal resoldada.s, amansaba rus
con la cacha de su rebenque que con Ia lonja' Ee esta
manera, el zaino haba quedarlo precisam'ente con
ese nombre por haberle roto el crneo a cachazos, no
pudiendo dominarlo con tras piernas. Pero lo rns graie fue que eI caballo adquiri la petigrosa maa d'e
bolearse, es decir, que se paraba en dos patas y se
lanzaba con el cuerpo atrs tratando de apiastar al
jinete.
El viejo amansador no slo se haba vuelto malo
con los animales, sino tamirin corr sus sernejantes,
pues cada vez que alguien era volteado por un caba-

una sonrisa maligna florecfa en sus labios' y era


una satisfaccin poco disimulada en 1 dar el peor
animal ai recorredor de carnpo ms inexperto'
Todo ello me impuis a interponerme para ir en
Charlie'
busca del contadotl tto tena confianza en
y
caballo
misrno
quien era rnuy eapaz de ilevar el
nuevo'
de
hacrselo montar para vertro caer
deAdems estimaba a Handier' Era un hombre
la
de
masiarlo cuito y delicado para el rudo ambiente
tiemPatagonia, y t rraba eonocido en sus buenos
a la
po*, *"rro it*gutu corno ayudante de contador
estanciaCerroGrrido.Ydigosusbuenostiernpos'porque as corno los lagos patagnicos van descendiendo
de
al rnar cada vez menos espe;eantes' Ia rnente
I{andier fi'le, al parecer' sufrier}do el mismo descenso'
got *" aflcin ut *ttiuXy, decan.algunos' o de sus
iecturas, en las cuales se enfrascaba das 5 semanas'
hater sido
deean otros. Lo cierto es que despus de
de la
estaneias
grandes
las
en
un excelente eontador
esta de
socie*a, iieg a serlo de la rns pequeta' .
o'l,as Charitas", de unos cincuenta mi} ovejunos' y
que
as nombrada por la abund'ancia de avestruces
se cran en sus Praderas"
Al vadear un iiacho pude observar Xos rastros fresy vuelta'
cos cle un r:abalio que rabia pasado de ida
contador
el
realidad
lo u.e lrle cnven*i Oe Eu'e en
sur
rihera
la
en
;h1ft viaiado hacia Puerto Consuelo'
tena
veces
a
donde
;;i;"o . uitirna Esperanza,
oue tfatar asuntos reiacionados con embarques de
y iana. Apenas verifiqu los rastros puse es"rr.t"s y galop ecidid'arnente en esa direccin' con
puelas
el otro cabatrio cle tiro.

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Declinaba la larga tarde de noviembre cuando los


enrarecidos robledales que catactezan a la regin
costera de Ultima Esperanza me indicaron que me
acercaba a Puerto Consuelo.
Poco a poeo las sombras empezaron a envolver los
ramajes del camino, dndoles esa impresionante animacin que seguramente los rboles contienen en
sus savias, pero que no logran transmitir en las tranquilas palmas de sus hojas. Me alarm un poco' no
tanto por Ia inquietud nocturna de los ramajes como porque todava no haba dado con mayores rastros de Handier.
Pronto apareei el cerro, de unos seiscientos metros de altura, en cuyo faldeo se encuentra ubicada
la fa:nosa Cueva del Milodn, abertura de ms o menos ochenta metros de ancho, por treinta de alto y
doscientos de profundidad. En ese mismo faldeo sur
se encuentran otras cavernas menores' y a unos tres
kilmetros aI este, una de casi Ia mitad del tamao
de la del Milodn.
El paraje se torna un poco raro aqu; posiblemente
porque el in_cendio que destruyera los bosques de robles circundantes dej sIo negros esqueletos retorcidos, al pie de los cuales surgan ya los renovales,
abrazndose dramticamente a los espectros de sus
antepasados. Sin embargo, frente a la ancha boca de
la Cueva del Milodn el fuego haba respetado una
orla boscosa que daba al lugar un misterioso aire de
jardn milenario.
Me detuve a inspeccionar los contornos, y no hallando a primera vista nada, decid registrar las cuevas menores, comenzando por la que quedaba ms
al este. En breve galope estuve en su entrada, me
baj det caballo y penetr en ella voceando. Encend
algunos fsforos, pero las sombras eran tan espesas'
72

Me inque la luz se volvi hacia m encandilndome'


tampoco
pero
ierrr crrattto pude en aquella oquedad'
de meencontr al1 nada; lo mismo que en las otras
nor tamao.
a
Me dirig entonces a la del Milodn; dispuesto
desMirada
i"tp."i"?rla en forma ms minuciosa' algunos pecon
de ia distancia, eI valo de entrada'
un gran sapo
de
ascos saledizos, semejaba Iabocaza
de
;;; que se confundia con el euerpo la noche'
poto de entrar, despus de.haber.dej'ry-lT^":grit con un grluuiL"t amarrados junto un roble'
voz da a ve;l;;g; Iiamando a Handler' La propiapero
esta vez
ir.rru seguridad en las sombras;
y
un lejano desgl".,
*.:or no hubiera gritado, -pues muy
adentro de la
rrante grito me colntest desde
Atesando los nervios, record el fenmeno
que en da de
"uuut"u]
que me haban contado unos ovejeros
nuuut pasado a guarecerse all: una
;;1;;p
P&p"tro"u vlsta a Ia distancia, dentro de la cuev&'
est
no
cuando
metros
de
rece encontrarse u tit"tot
podra gcyr-ir
a ms de diez' Alguna deformacjn
a travs de Ia
eco
el
por
tambin con Ia voz"devuelta
no se"
u"Utti"u milenaria, y las colgantas estalactitas
ran muy ajenas a ese extrao efecto'

Venceltemorconotrogrito,querebotenforma
prehistrara en ru oq".ouoie aqet.umbral grito que'
otro
u"r, deirs del eco surgi
;,icq ;
re"rtu
hizo t t*tuo temblar' me permiti
me
;;a;"
menos

el acento de Handler'
conocer en 1, lleno de aLegra'
la caverna' deLo descubr por fin en l tondo de
junto
p.q.no rmaje de peascos' sentado
trar-d.
""
fogata'
a
" una Pequea HJndlerl
grit' acercndome a

-'q"C'tray,
troPezones

-Holal -me

-le

repiic, y con un gesto vago me in73

vit a sentarme junto a 1, mientras recoga del suelo


pelotillas de bosta seca con que alimentaba la fogata'
dije, y agregu ansioen su bsqueda
-1e
-Ando
samente-: Le ha Pasado algo grave?
_-No s nada. . .
respondi con una voz un
-me
poco descuajada de la
realidad, coR ese metal destemplado con que hablan las personas en los sueos.
alarmamos porque su caballo lleg desbocado-Nos
a tras casas de Ia estancia...
con el mishabr escapado, no s...
-dijo
mo-Se
acento ausente.
Atisb en derredor, tratando de encontrar la causa
que supuse de aquel raro estado del contador; pero
no divis ninguna botelta de licor. Handler era algo
dipsmano, y algunas veces el whisky 1o embruteca
tanto, que en ms de una ocasin 1o encbntramos
chapoteanrlo en eI lodazal que se forrnaba con los deshielos frente al comedor chico; pero esta vez demostraba no haber bebido una sola gota de alcohol.
La pequea hoguera segua luchando dbilmente
con las espesuras de la iaverna, iluminando a trazos
el deigado rostro de Handler y haciendo bailar eonfusamente su silueta contra Ia pared rocosa' de cuyo
techo coigaban las estalactitas como grandes lgrimas fantasmales. El contador era un hornbre de unos
cincuenta aos; de cabellera entrecana, alto, delgad.o, de nobies y finos rasgos, con un destello azul grisceo en los ojos, y un rictus, entre bondadoso y triste, en el lado derecho de los delgados labios.
dije, tomndolo suade esta. cueva
-te
-satgamos
vemente
del brazo.
qu?
replic-. Espere un poco, ten-me
-n',Para
go que decirie algo!. . .
Me sent junto a 1, con las piernas eruzadas, c074

los tamo hacen los caminantes, descansando sobre


Iones.

.Recogi6 un brien puado de bosta seca del suelo' ,y


esiuego Jttot, arrojndoselos a la fogata' Era un
guanatircol muy seco que no se pareca ni al de ls
parda'
cos ni aI de tos cbatlos; ms ien una tierra
quemada'
,tyo ft"*o tambin tena olor a tierra
bio .rn sbito resplandor y ias sombras se' refugiaron fantsticament entre los nidales de estalaetitas;
;;;;;"t bandada de sus jirones ms densos empez

arevolotearennuestrotorno,emitiendogrititosgu.
turalescomosifueranconfusaspalabrasquebrota.de
ran de Ia misma piedra' Me agach sobrecogido ver
.i.ito pavor, y contieso que permanec all slo al

pareca reIa expresin impasible HnOtrer' qui'en


nemariposones
aqrre-Ilos
de
.o" placer el aleteo
desvencifuelles
pequeos
"init
il;; ;"; "niu'ubutt como
jados.
vestiglos
Ms tranquiio qued cuando uno de esos
pues
se_ tratase-etuvo sotre el-hombro de Handler,
nos
volador
la Oe murcilagos. El pequeo mamfero dos ascuas
como
*irO u uno y tro con sus ojillos
cuat un'diminuto cn;;;;; restreo el hoeiquitrlo
del ala' y se
;;; ; se fnipiara eI pico en .el.bordeparpadeando
a
q".ab sobre el-hombro del contador'
nuevo
de
to" de las llamas; la bandada se ados
a sus nidales entre las estalactitas'
ratn
Handler mir al animalillo parado como un
su aire auri" aofu sobre su hombro, luego a. m' con
en el rictus se desdibuj una sonrisa vaga'
;;;h, y"ne
caer las manos con un gesto escptico
Itittt.
tambin
sobre sus rodillas, y me habl con una voz
eI
atentamente
miraba
rnientras
i;j;;" y perdida,
i"go, omo si fuera otra lengua que le comunicara
pasado'
rg, .ttttuabriendo rernotas sombras del
?5

_-Fue cuando sobrevino la inmensa ola de fro


cmpez diciendo, siempre con su trizado acento-.
Todava no aprendamos a articular palabras; nuestro idioma no era ms qu,e como esos chillidos
guturales de los murcilagos; pero'nos entendamos
perfectamente, y lo que no lo decan los labios, lo
expresaban nuestras manos, nuestros ojos, la cara

toda...
"Del fuego slo conocamos lo que vomitaban los
volcanes y el que lanzaba el rayo de tarde en tarde
sembrando la destruccin. Pero no sabamos hacerlo
para calentarnos, y entonces la ola de fro nos impidi seguir viviendo en las praderas, donde cogamos tallos y alguno que otro animal dormido o'enfermo. Las nutrias y los ratones eran nuestros preferidos, porque podamos matarlos a piedrazos o a
palos, engullndolos crudos. O bien seguamos las
huellas del gran tigre con dientes de sable, recogiend.o a escondidas la carroa que l no coma. . .
"tb ola de fro nos empuj hasta estos rincones

los animales pequeos perecieron, y los ms fuertes se refugiaron tambin en los


bosques. Entre ellos un pequeo caba,llo dorado como
la luz del alba, que a veces acorralbamos entre los
valles estrechos para comerlo.
"En las praderas Ias mujeres y los nios eran de
todos, y todos cuidbamos de ellos. Pero cuando llegaron Ios hielos y con ellos eI hambre y el fro, cada
uno se apart con una mujer a vivir solo. Yo traje la
mla a esta caverna; puse dos estacas marcando su
entrada, y al que traspasaba sus lmites lo derribaba
de un mazazo.
"En las praderas rebosantes de sol poda encontrarme con otros hombres y juntarme con ellos para
acorralar alguna bestia; pero cuando Ileg la ola fra
boscosos. Muchos de

76

y me refugi en esta cueva, ya no pude ver otros hombres sin odiarlos.


"Entre los animales haba uno muy grande, que
coma cogollos, como nosotros. Tena una piel gruesa
cubierta de escamas como piedrecillas blanpas, por
entre las que salan sus cerdas rojas como el sol de
la.tarde. Cuando se paraba sobre sus patas traseras,
afirmndose en Ia corta y gruesa cola como en otra
pata, alcanzaba con su largo hocico hasta el corazn
de los altos rboles, donde hal'laba Ias ramas ms
tiernas para su alimento, y as pareca otro rboi ms
vivo que se mova de ramaje en ramaje. ' .
"Un da hostigu con un palo a uno de estos grandes animales y lo traje hasta la cueva. Hice una cerca de piedras, enceundolo, y le traj ramas y pastos
que permaneciera tranquilo en cautividad.
para.
-Cuando
tena hambre Io mataba a mazazos y con el
filo de las piedras Io descueraba, lo descuartizaba y
me 1o coma crudo. Tuve muchos rebaos de estos
grandes animales, unos tras otros, encerrados en la
cueva que divid en dos partes, una para ellos y otra
para Ia mujer Y Yo.
"As resist un buen tiempo la gran o1a fra' La
mujer tuvo un nio y lo envolvimos con gruesas pieIes para conservarlo, pero se muri de fro. Hice una
cuevita all en la piedra y lo sepult para que nos
acompaara un poco estando all. Al poco tiempo la
mujei tambin muri. Hice otra cueva y la enterr
al lado del nio, para qe no estuviera tan sola. . .
A Handler se le enterneci de pronto La voz como a
un nio y su labio superior empez a tiritar como
presa det fro. Se llev luego Ia mano a la frente y
cuit su vista del fuego. El murciIago continuaba
como una pequea sombra ms, cuajada sobre su
hombro, y sto sus ojillos continuaban latiendo dor77

midamente a los reflejos. Luego Handler apart su


mano de Ia frente y tomando otros puados de estircol los arroj. a las llamas. Estas aletearon de
nuevo, haciendo danzat las sombras, y en la pared,
por el lado del este, se divisaron efectivamente dos nichos abiertos; una de las sepulturas era ms pequea
que Ia otra.
aqu
Handler- poda ver la
-Desde
gran
ola blanca -continu
detenida en la otra orilia del brazo
de mar; pero en realidad avanzaba inexorablemente.
De cuando en cuando la cresta de la gran ola se
agrietaba lanzando un ensordecedor trueno, y los hielos se desmoronaban un poco ms entre Ios bosques.
"En na ocasin en que los truenos aumentaron,
sal corriendo en busca de otros hombres que me
acompaaran, pero cuando me acerqu a otras cavernas, salieron con sus garrotes y me rechazaron
como yo haba hecho antes con ellos. Ay, cmo me
hacan faita la suave mirada de la mujer y la pequea mano del nio!.. .
"Un da los hielos tronaron tanto, que el bosque
se llen de los alaridos, relinchos y rugidos de los
animales espantados. Trat de salir de Ia cueva, pero
una avalancha de bestias aterrorizadas vena hacia
ac, pot eI faldeo. Muchos siguieron cerro arrib&, pro un grupo de ellos, al ver la boca de la caverna, pnetraron aqu... Recuerdo an el pequeo caballo
doradillo, como el color de la aurora, que galop hasta, ese rincn, seguido del gran puma de dientes de
sable y luego del peludo gigante, de Ia nutria de los
pantanos y otros ms.
"El tiempo corri tan inexorablemente como el tronar de los hielos, que se derrumbaban cual tablazones gigantescas. Los animales y las aves seguan invadiendo cerros y bosques con sus gritos despavoridos.
7B

que los
Pero un estampido colosal reson ms fuerte
luz ms
otros, y Ia caverna se entenebreci con una

turbia.

el corazn'
"...Trat'de levantar mi pecho' perogarganta"

'
como un ratn asustado, se trep a rni
y
cerca
la
pared
la
entre
La turbia luz se condensaba
de piedras, en la que domesticaba al gran animal ' ' '
v era precisamen[e uno de ellos el que habaIaensomcerca
brecido la caverna' pues haba escapado de
vacilando
cuerpo
gigantesco
y p.r-ut"ca con iu
rrir" p"t.trar en Ia caverna at'ercozado por el estampio o echar a correr campo afuera'
y
"Otras moles cenicientas siguieron a Ia primera'
rineI
hacia
Hui
empezaron a venrseme encima' ' '
rugido del
cn^ ms profundo de la caverna; pero el
Apegado
contuvo'
grun po*u de dientes de sables me
de
relinchaba
t, t pequeo caballo arazn dorado
hano
puma
i.rrot; pero, fr,ecrro extrao, et rugiente
ambos
ca adeirn de echarle sus garras y comrselo;
de los
gran
nutria
estaban tan espantados como Ia
nervios'
de
nantanos. que maullaba como un manojo
sordamente' cual
il;;o-J p.tnoo gigante, que tosa
atascada
ri f".1" r" misma gatganta de Ia caverna'
por ta fugitiva manut' !1'.meai.o de la baranda'
relincho del
ezc?ada-al tronar de los hielos, eI claro
en
;r0".* alazn se oa como un luminoso clarn
ias tenebrosas tinieblas ' ' '
"...Son los ventisqueros los-que retumban?" '
as!' ' ' Es la mole oenicienNo, porque no grazna
iu, .s eI gran animal ' ' ' , s largo hocico es eI que
gr'ui" y fiime as, derribndose como una estropeada
be;;;;p"";ei iuicio fi4al' ' ' Los otros tambin
m
hacia
auanzarr
y
avarrza,
rrean lastimeramente,
hiemismos
que
los
ms rpida e inexorabiemente
Ios. .
"

79

"...Todo se confunde, estampido, trueno, mu$ido,


nutria de los pantanos, tos cavernaria, ulular de peludo, ceniza de hielo y bosque, pjaro, pez, tallo, reItncto del pequeo cabailo de la aurora. . .
". . .IJna pata enorme, s; una pata enorme. .., cenicienta, ayarlza y avanza hasta hundirse en mi pecho. Ay, pero sobreviene un relmpago de pronto!
Su luz atraviesa por las antiguas praderas del sol
donde los tallos son jugosos y los frutos cuelgan redondos. . . El relmpago vuela, y en un esguince ilumina toda la f.eliz vida pasada. . . Bosques que se
sacuden como cabelleras sueltas en la tempestad. '.
Soy el tallo ms tierno, hijo del agua y del viento!
El viento, el viento, que ahora me descuaja y me
arrebata por los aires... Qu va a ser de m? Volver otra vez a la rama de algn bosque de donde

ningn viento pueda arrebatarme? O me ir definitivzunente traniformado en errante tf.aga?


". . .Los mugidos guturales, Ios ltimos relinchos
del caballo de la aurora se van apagando, aplastados
por la eeniza... El ltimo relmpago con su postrero esguince luminoso desprende ahora a Ia mujer' . .;
desde la pared de piedras se desliza sigilosamente hacia m, como si quisiera acompaarme. . . Sonr'e con
tristeza porque viene a decirme adis. '. . Me acerco
y le pregunto: "Cmo est eI nio?" Con un gesto
desvado me responde que est bien". Entonces el
nio est bienl... Pero no estaba muerto? Cmo
puede estar bien un muerto? Viven? No estaba
muerta etla tambin? Me acerco y rozo su sonrisa
cenicienta con mis labios. . . Qu fros son! Son como las praderas cuando avanzaron los hielos, como
un cogollo muerto. .. Ahora s, me est fingiendo
que est viva! Su helada y suave carne de mujer
mientel Qu quiere de m si est muerta? Ceniza
80

que deja el trueno o su relmPago, me desprendo de


.uu, pto no s hacia dnde voy! Tal vez alguna
eterna rf.aga errante me lleve hacia otra parte donde cuaje de nuevo la vida! Pero si renazco volver

a tenei memoria de io vivido? Debiera! Forque si

no, ms vale no resucitar' porque el olvido es lo nico


que est verdaderamente muerto'
Handler detuvo su inconexa peroracin' ' ' Elev
Ia mirada hacia la techumbre cubierta de coigantes
perestaiactitas, como si Ia caverna toda llorara un
cabeza
la
Votvi
petuo y nocturno llanto milenario'

entrecanacomounaestalactitamsvivaycenicienta, busc algo en las sombras y, al no hallarlo' se


llev otra vezla mano a la frente y se apret los ojos'
El murciIago sac una finsima lengua' se rechup
se encon etta el liociquillo, y con el borde de su ala
jug algo as cmo una diminuta lgrima'
" l-Va*onos, Handler!
tiie, espantando. de su
-le
elev como un nfimo
que
se
fromro al animalejo,
paraguas de cuero
pequeos
cndor, batiendo sui dos
negro en vez de alado Plumaje' *tl*

La noche de noviembre estaba fresca e iluminada


un gran diaafueta. Ura luna llena avanzaba como
que se
mante redondo por entre nubes algodonosas'
picaconfundan con las nieves eternas de los altos
Esperanza'
chos por el noroeste del seno de Uttima
Wfas

las Nebuairia,la Cruz dei Sur pianeaba haciagigantescas

iotut " Magallanes' que como dos ubres

parte de
aiimentaban de tectrosa claridad a toda esa
la rbita.
Montamos y emprendimos el regreso a Ia estancia'
lamos cauadameirte, uno detras de otro' confiados
Tlerra.-6

B1

en el paso seguro de nuestros caballos. De tarde en


tarde, en alguna vuelta del camino, la luna haca
avanzar la sombra de la cabalgadura de Handler enredndola a los cascos de la ma. . .
Pasada Ia medianoche llegamos a la pennsula del
lago Toro, cuyo extremo se corta por eI ro ms corto
que posiblemente exista, pues no tiene ms de treinta
metros de largo y con su corriente une a los lagos
Maravilla y Toro.
Un arroyo detuvo el paso de nuestros caballos en
una hondonada, donde se pusieron a beber. Las copas
de los robles se abran un poco ms all, dejando paso a la luna que rielaba en las aguas hasta los belfos,
de donde caa como un cristal roto cuando los caballos levantaban sus cabezas para saborearla.
Una nube de "jejenes", esos caractersticos mosQuitos del lago Toro, nos envolvi hostigndonos. Los
dej tranquilamente que se posaran sobre mis manos
y picaran, para darme el gusto de verlos caer, pues
estos insectos mueren al chupar la sangre humana.
Pero la nube de jejenes se abalanz de preferencia sobre Handler, y ste manote nerviosamente
sobre s.u nuca arrancndoselos a: puadas. De pronto
vi que su mano brilt a la luz de la luna como un ramo de sangre.
dije, acercndome.
est herido!
-Usted
-le mirndose la mano ens., .
replic,

-No
-me
sangrentada.
Los jejenes insistan en apelotonarse tras Ia.nuca
del contador y un hilillo de sangre empez a escurrir
por el cuello, bajo la camisa.
espoleando mi caballo.
verlo
-Djeme
-profer,en la base del crneo, teBajo el cuero cabelludo,
na una herida restaada, pero con la picada de los
mosquitos y sus propios manotazos se haba despren82

de nuevo' Le
dido Ia costra coagulada, desangrr^icse
de
amarr con un pun"eio ia treria para-d'efenderla
hasta
los mosquitos, que continuaron hostigndonos
en
entrar
para
boscosa
que ananAonamos la zona
pam* ,,r"u., colinas que dn comienzo a la plena
pa patagnica.
sin
La ribera del tago se hizo ms baja y plana'
las"
de
que la luz-argentada
t;;*,-i; qo.'p.tititi pastizales.
rara
con
de, coirn
;g"; ;it.cnaiira a los
adquiri esta
Jncantamiento
ms
An
iminosiOad.
llanura de plata del
i"" O. Ia luna reflejada por Iapenetramos
en un exi"go V los coiron-ales, cuando
cubierto de pei;;." campo de paramelas, matojo
que alcanzaba has"tn"t ltupidas ilot"tlosamarillas'
caballos' Curiosa planta es
ta los corvejones de
de intenso
*tt"-p"tu*eia de las riberas del lago Toro' muchas
p";ft;;, cuyas hojas y tallos reemplazan
que cuando-se
veces al t y- a u yrna, aunque dicen
cabeza
e
olor
v produce aluda
;;;;; ta intusi
cinaciones.
La plata de1 lago se transform- 9n oro puro cuande na11o esiuvimo, *.lidot en medio del campo
hollado-s
ser
aI
y tri;
rnetas. Los manojos florecidos,
exhalaron
caballos'
turados por los cascos de nuestros
Io misr" p.tt"^*. capitoso, que nos fue envolviendo' andanimaginar
haca
qo. laluz AoraOa qttt not
-o por
las Praderas de la luna'
do
se levant de pronto un grupo de avessueio
Del
hembras' que
truces, un gran macho con sus cinco
con su jasse lanzaron a correr' sesgando la llanura
nanter iatone su caballo y se lanz
;;A; pl"*aje. de
ms veloi" p.ttu""cin las grandes aves' Mucho
en
colina'
una
q"a el animal, trasmohtaron.Iuego
cuya cumbre Handler sofren riendas' r , -, --^ trurr.o lento continu esperndolo; pero aI ver
83

(illc pclmanecla en la colina como una estatua ecuesr'c, me decid pacientemente a ir a buscarlo. Montala un alazn tostado, y cuando me acerqu not que
arnbos, hombre y bestia, se haban incorporado'al
aura de aquella noche de mgica belleza, en que las
paramelas doraban la faz de la tierra con una luz
ms viva que la que reflejaba nuestro muerto satlite.
Me infundi respeto la impresionante quietud del
hombre y la bestia. Ambos contemplaban extasiados
el vasto paisaje. Era como si hubiesen llegado al trmino de un iargo galope, hasta una orilla de donde
se columbraba un mundo espectral, cuyo lmite no
se atrevan a traspasar.
En su precipitada fuga, las grandes aves haban
hecho levantarse de sus nidos otros grupos de avestruces, que empezaron a juntarse en el perfil de una
colina cercana, atisbando, curiosas como siempre, a
los que haban venido a perturbar su nocturna paz.
bien ha hecho usted en venir
dijo de
-Qu
-me
pronto
Handler-, porque as podr haber
otros ojos
que contemplen lo que ven los mos!
estn las primeras sie"Porque aqu
-continute colinas que surgieron
del mar. Entonces no existamos an sobre Ia tierra, y en sus orillas, entre aIgas y hierbas, fueron ellos ios primeros que hollaron
los prados de los primeros barros del mundo.
"La luz se alz por primera vez de los pantanos en
sus pequeos cerebros, y sus delgadas lenguas atinaron los primeros sabores terrestres. Dejaron, eso s,
que sus grandes huevos los empollara el sol, y un da
en que el astro padre se enfri un poco no supieron
defender su origen. Los huevos no germinaron y esas
grandes especies perecieron.
*De qu me habla?

-le

84

pregunt.

-Qu

no los ve usted acaso?

-Quines?
dinosaurios' . ., los dinosauriosl -exclam
-il,it
jribito-'
.otr
AlI estn sobre sus primeras colinas
del mar!
los avestruces que usted sac de sus nidos
-Son
advert, sealando tas "charas" qe camina-ie
ban a grandes zancadas en el perfil de la otra colina'
arreads siempre por sus grandes machos, cuyos cuellos attos y eisticbs se movan ondulando como brazos que nos hicieran significativas seales'
lstima que usted no pueda ver lo que mis
-Qu
con tristeza.
ojos venl

-rePlic
dije,. tomndole suaveHandler!
-le
-Vamos,
hacia la huey
apartndolo
*.tti. una de las riendas
estancia'
la
de
Iia que conduca a las casas
Al rato, inicibamos un buen galope para llegar
cuanto antes. AI dejar eI campo de ias paramelas,y

su embriagador periume, Ia luz violeta que precede


aI amanecr invadi los vastos coironales, desplazando rpidamente el embrujado refiejo que la luna enviaba an dosde la cercana de su ocaso' Como un
latido lento pas aquel resplandor violceo, y ia cruda luz de 1 aiborada revel plenamente todos ios
contornos de }a natutaleza patagnica' La brisa de
la madrugada sacudi a los pastos, despertndolos,
y un diamante ms glorioso reemplaz aI de Ia luna'
rayando de travs toda la tierra.

,{.*
Acabbamos de sentarnos para almorzar en el comedor chico de Ia estancia, tres das despus, cuando
de pronto vimos ponexse intensamente plido a
85

Handler; un repentino temblor io sacudi y se desplom afirmndose contra el borde de Ia mesa.


Todos nos incorporamos en su ayuda para que no
resbaiara al piso, y en seguida lo acomodamos en un
silln. Ei segundo administrador, algo atolondrado y
presuroso, trat de abr.irle los dientes con e1 mango
de una cuchara y de darie agua; pero uno de los capataces lo detuvo, advirtindole que poda aspirar eI
lquido y ahogarse.
corazn late
Clifton, despus de ha-profiri
-EI
ber auscultado.
En aquel apartado rincn nadie poda pensar en
un mdico, y as fue que Ie aflojamos las ropas como
nico auxiiio y lo dejamos en reposo.
Tres das haban transcurrido desde Ia noche en
que las alucinaciones de Handler me hicieron sospechar sobre su juicio, daado tal vez por el golpe recibido en la base del crneo. Pero lo extrao fue que
durante esos tres das se haba desempeado normalmente en su oficina de la contadra; claro es
que no Io veamos nada ms que en las horas de comida, y durante ellas haba hablado cuerdamente de
cosas de rutina, si bien es cierto que ninguna vez se
refiri a su accidente, ni volvi a sus fantsticos relatos. Tampoco ninguno de nosotros hizo alusin a su
cada del caballo, guardando la discrecin que siempre usa la gente de campo en estos casos.
eI segundo, sensopa se enfra!
-La a servirnos desde -advirti
la cabecera de ia mesa, pues
tndose
i era el de mayor jerarqua
Aunque nadie tena deseos de aimorzat anle ia incgnita de nuestro compaero enfermo, nos sentamos, ms para acompaar al desaprensivo segundo.
Pero nuestras primeras cucharadas de sopa fueron
interrumpidas por un dbil quejido, como eI de un
B6

conternero nuevo, que empez a emitir el postrado


tador.
y
Poco a poco la mortal pllidez fue desapareciendo
ojos
dio paso e .ru"vo a Ia vida, que floreci en sus
muy
sentimos
y
nos
vida,
la
gris.
Era
ttt destello
en que
"or
aliviados despui de aquellos largos.minutos
la vimos desparecer dei rostro amigo'
Handler se lncorpor a medias en el sil'ln y nos
d'estue mirano no a uno como si nos reconociera
pus de un largo olvido'
el segundo'
Ie pas?
-inquiri
-Qu
*" nteO et caballo ' ' ' -contest' llevndose
-s.
una mano a la nuca mientras miraba extraado en
Yo' ' ''
su derredor, y agreg-: Pero dnde estoy? ciel Micueva
la
a
;;. . " *u "ui ei cialto lrente
lodn. . .
sucedi el martes y hoy estamos a viernes
-Eso eI segundo' dejando de sorber ruidosamen-t.pii.O
te su soPa
sorprendido Handler'
."
-pregunt
-Cmo?.
caballo
del
uitea
martet cuy6
-intervine-;
-t
estancia y fui a busIa
a
eI animal lleg desbocado
Cueva del
rto rrasta que di con usted dentro de Ia
se acuerda?
Milodn. Lo encontr ya de noche' ' ' No
la cueva!
de
interior
el
en
;dJ;; hacie'ndo tue[o acuerdo qr,r" eI caballo se
puede ser. . . Me

-No
espantalavistadelacueva,separendospatasy
en La ca'
*.-ti put a atrs. . . Sent un golpeenaqu
que
despert
ahora,
beza y no supe ms' . " hasta
qu todava estaba en ese mismo lugar'
eI segundo-;
"t.v.io
--p.o pas hace tres das

-insisti

mientrastantoustedhatrabajadoensuoficinayha
venido a com,er con nosotros todos los das'
Yo"', er mi oficina?

-frabajando?."
usted.
-S,

8?

-No
dicho?

puede ser, no. . . Qu he hecho? Qu he

Handler inclin de lado la cabeza corno buscando


algo que se le hubiese quedado atrs. Cerr el ojo derecho con un rictus amargo y ocutt una mitad de
la cara, como si una dolorosa sombra hubiera cado
sobre ella. Durante esos tres das no se haba afeitado, y el repunte de su barba entrecana, junto a la
cabellera algo blanca ya, acentuaba esa impresin de
hombre cado a medias en eI pasado.
no s nada de lo que
-profiri-,
me-Perdnenme
ha ocurrido despus
de la cada del caballo.
mejor que tome un poco de sopa caliente
dije, cuando sospech que el segundo insistira cule -Es
riosamente.
Pero Clifton tuvo un gesto comprensivo cuando,
levantndonos de la mesa para el trabajo,, me dijo:
salga esta tarde al campo, qudese en el co-No
medor chico acompaando a Handler.
Nos instalamos con el contador en el pequeo saln
de la casa de empleados, y bast un fsforo para que
la estufa, ya preparada por eI mozo, nos brindara
un buen fuego. Handler sali y volvi aI rato con una
botella de whisky y dos vasos.
un trago primero para matar los gu-Bebamos
..
dijo, sonriendo por vez primera.
sanos.
-me dije-. Es conveniente que aclare-Ie primero y luego tomaremos.
-Gracias
mos
este enredo
dijo abandonando la boteila de ma-me
-Bueno
gana
y
la
sentndose en otro silln, frente a Ia estufa
en cuyo interior ya chisporroteaba cordialmente el
fuego-..Pero parece que es usted el que tiene que
aclarrmelo todo!
-agreg.
que usted no recuerda nada
veras, Handler,
-De
que
de lo
ha hecho en estos tres das?
BB

s 1o asegurol

Mi ultimo recuerdo es

que lleg junto


-Nada...,
Lspecie de barand endiablada
una
^gofpe al caer del caballo" ' Despus' nada;
cn ef
ruido confuso
n"tt"-q* ^"mpec a despertar con un en
el comedor
;;;t";.. . . run las vo^ces de ustedes
rosque cuando se aclararon me trajeron sus
en
an
arme
"ni.5,
i;;; - . . Pero le iuro que yo creiMilodn!
-91c91t
a la Cueva del
et
-^ sueto frene
no recuerda el viaje que hicimos en Ia noche
-tn la madrugada?
hasta

-No.Io que me contara'

-Ni

-No.
-Caramba,
es; en

-As
vivido!

tres das no vividos!


tres das me Parece que no he

son como
esos

quiere decir que ustef .estaba como en


junto a su foga-Entonces
mundos desde que Io ncontr
otros
ta en la Cueva del Milodn'
fogata?' ' '
-Mi "trectro fuego con bostas secas cuando lo
-iiuiu y a su tumre me cont una extraa hisencontr,
toria.
---ii,

tiene un metro y medio de una caHauthal'


pu O.ittiercot mitenario" ' Segn Rodotfo
Gripotherium
aI
un paleontlogo, corresponde -del
hombre interglaDomesticum, un megatiioo que el
en esa
encerrndolo
domestic'
cial de la Patagonia
ese suelo

cuevacomoeno"g'u"establo"'Peroqupude
eso?

haberle contado yo con respecto a


que pude
Narr a llandler 1o ms autntican':ente tratado
y como he
todo 1o que 1 me haba relatado'
de hacer'lo ahora'
contado
simplemente fantstico 1o que me ha
-Esdijo, cuando termin'

-me

89

.-L,o que le he recontado

-rectifiqu-, pues no
he hecho rns que devolverle su curriosa historia.
--Bastante curiosa!...
l{andler-. Pe-exclam
ro ms curiosa an, porque,
en este caso ide amnesia
que par,ece que me prcdujo el golpe, lo que le cont
en tal'estado coincide totalmente con las excavaciones,que hizo Hauthal en la Clreva del Milodn a fines
del pasado siglo!

"En efecto
este investigador encontr all dos-continu-,
sepuituras vacas y restos humanos
,en

del hornhre prehistrico que habit


la pata,gonia..,
Estaban esbos restos debajo de la capa de estircol,
junto a }q:s de ,cuatro anirnales desconocid.,os hasta
ent'onces por la c,iencia y que pertenecan a otros tanfos rdenes diferentes" Por los crn,eos u.e se hallar
rorr, otros huesos y pedazos cie piel, uno de esos
a,rrimaies tena el tarnao cle un rinocercnte y se semejaba ms a un oso h'o,rrniguero que a un perezosc.
llauthal cornpr,ob que el troglodita rnataha a este
gran desclentado, i'o descuar{,izatsa y se io co:na crudo, pues no saba utilizar el fuegn arin. Los crneos,
que pueden r/ers,e en el lVluseo de La Plata y los pedazcs de piel en ej de Santia!',o y Funta Arena,s, revelan
q.r.le fueron rnuertos a maz&uos y que ese hombre primitivo se serva eie ]minas de piedra para despedazar al gran animal.
"Lehman-ldltsche y Santiago Roth est*diarcn y
clasificaron los hallazgcs eie Hauthal, entre los que
haba restos de un peiudo gigante, una especie d.e
quirquincho de gran tamao y u.n feiino rns grande
quc tocics lcrs hasta ahora conocidcs.
"Fero 1o que rns llanl la atencin de estos hombres de ciencia fueron los restos de un peqileo cabali.o, que ahora se con'o,ce con la denominacin
tcnica de Onohippidium Saldiasi. De este cririoso
90

los

uno de
animal se encontraron hasta l'os cascos' con el car;rral"t tudava cont'ena Ia Itirna falange
nacirnientc' Era
tlago, y una cor'ona de pelos ett l-1
N'o cabe
un pelaje fino y Ae "ofoo amarillo claro'
antepasaclo del
rr^."q". ,, i'utua de un remoto
Patagonia deiando
caballo, que se exiinguiO "" 1?
Ia
caballo
'de la aurora de
sIo ese rastro... El"del
vida!
'-]V

que Ie hizo ver


qu me dice usted de la visin

dinosaurios? ' ' ' en ,oio..tas "charas" a grandes


por las revelainquir, ya completament*e cautivado
haca
cientficos'me
ciones que de ,,r, *"oti*ientos
Handler.
de escarbar en
. . ' *profiri, como tratan'do
que en 'otros
reptiles
rnern-oria--. Los giiantescos
su-Ahl
que' co"
Patagonia,
iiu*po, dornlnaron toa n vasta
afior
que
'a
mo usted sabe, es utt tectto ocenico
Pues bien' eI sabio
travs de siete sottvattta*'ien'tos!
descubrimiento' c'oni"gi Huxtey trizo el notabie
y otros trornbres de cienfirrna;d,o despus po' Sqopt
son l'os intercia, de que estos Ltttigo* dinosaurjos
aves; estas
y
clertas
mediarios errtr. .ierto"s reptiies
los avespertenecen
que
a
liil*u. eran de la famiiia nuestras
*
vvientes
aves
tntces, la ms grande de
el
i""*"io .r "o*t"t, mientras
-fuego',ai-:-1"::^:::
paredes de hierro' segula
sus
entre
io u-Oo*utticado
iuttgu.t*uttdo desordenadamente'

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