Alvarez Metafisica de La Caridad en M Blondel PDF

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ISSN 0120-1263, Vol. 18 No. 41, Julio-Diciembre de 2010, pp.

364-388
Escritos, Medelln - Colombia

LA METAFSICA DE LA CARIDAD EN
MAURICE BLONDEL (1861-1949)

METAPHYSICS OF CHARITY IN
MAURICE BLONDEL (1861-1949)
Jorge Ivn lvarez Gmez*

RESUMEN
Maurice Blondel, conocido como el autor
de LAction (1893) ha ejercido una gran
influencia en el horizonte de la filosofa
moderna. Es as como, desde una
fenomenologa integral y una hermenutica
de la vida, se puede establecer una
metafsica de la caridad la cual me
propongo someter a consideracin. Desde
la accin, esta metafsica viene
caracterizada con estas palabras: el ser
es amor, por tanto, si no se ama no se
conoce nada. Para Blondel el ser es un

ABSTRACT
Maurice Blondel, known as the author of
LAction (1893), has been influential on the
horizon of modern philosophy. Thus, since
an integral phenomenology and
hermeneutics of life, a metaphysics of
charity can be set, and I intend to submit it
for consideration. From the action, this
metaphysics is characterized with these
words: being is love, so if one does not
love, one does not know anything. For
Blondel being is an event, a continuous
transformation, becoming not an either or

Magster en Filosofa por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Doctorando en


Filosofa en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medelln. Actualmente es profesor
interno en la Facultad de Filosofa de la misma Universidad e integrante del grupo de
Investigacin Epimeleia, categora B de Colciencias. Miembro de la Sociedad Colombiana de
Filosofa. Medelln-Colombia.
Correo electrnico: [email protected]
Artculo recibido el da 24 de febrero de 2010 y aprobado por el Comit Editorial el da 15
de octubre de 2010.

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LA METAFSICA DE LA CARIDAD EN MAURICE BLONDEL (1861-1949)

evento, un continuo devenir, no un devenir


cualquiera o neutro, sino un desplegarse,
un movimiento hacia el bien siempre ms
grande. El hombre, en el deseo ilimitado,
descubre la trascendencia del querer
humano y su referencia a algo distinto del
propio querer. El deseo humano es deseo
de infinito.
PALABRAS CLAVE
Ser, Metafsica, Fenomenologa, Don,
Amor.

neutral, but an unfolding, a movement


towards ever greater good. The man in the
unlimited desire discovers the
transcendence of the human will and its
reference to something other than its own
will. The human desire is desire for infinite.
KEY WORDS
Being, Metaphysics, Phenomenology, Gift,
Love.

1. Blondel y la problemtica ontolgica


Desde Parmnides la metafsica se concibe como el discurso sobre el ser*.
En su tratado de metafsica, Aristteles define aquello que llama filosofa
primera como la ciencia del ser en cuanto ser**. La tradicin escolstica,
por la va racional, dividi el discurso metafsico en dos ciencias: metafsica
general u ontologa, entendida como la ciencia del ente en cuanto ente y
metafsica especial, que a su vez se subdivide en cosmologa general (discurso
sobre el mundo), psicologa racional (discurso sobre el alma) y teologa
natural (discurso sobre Dios). Desde esta perspectiva, hasta hace poco la

Parmnides en su poema sobre la naturaleza nos presenta dos caminos que se deben seguir:
uno: que es y que no es posible no ser; es el camino de la persuasin (acompaa, en efecto,
a la Verdad); el otro: que no es y que es necesario no ser. Este sendero es por completo
inescrutable; no conocers, en efecto, lo que no es, pues es inaccesible (Cf. Parmnides Fr 2).

**

Cf. Aristteles. Metafsica IV I 1003a, 20.

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JORGE IVN LVAREZ GMEZ

metafsica fue identificada con la ontologa (discurso sobre el ser), asumiendo


como va de reflexin lo racional o la lgica-deductiva.
Pero asistimos, tambin, a una gran reformulacin del pensamiento filosfico
en varios autores. Comenzando por Pascal, Bergson y Blondel, la ciencia
del ser en cuanto ser cede espacio a una ontologa de la conciencia, de la
libertad y del amor. Actualmente, se privilegia poco el ser esttico, inmvil,
la sustancia, materia y forma, sino el ser viviente, expresado en su dinamismo
espiritual, en su experiencia existencial y concreta.
El autor italiano V. Melchiorre, exponiendo los presupuestos de una filosofa
del amor, pone en evidencia esta dinmica de la ontologa, o sea, la profunda
relacin entre ser y amor:
La historia de la filosofa podra ser transcrita, en buena parte, como el discurso
sobre el amor, desde Anaximandro y Empdocles hasta Platn y los neoplatnicos,
desde Agustn a las escuelas italianas del renacimiento, desde Spinoza a las
diversas escuelas romnticas hasta Hegel, Kierkegaard, Schopenhauer o hasta
las ms diversas vas del pensamiento contemporneo, se trate en positivo o en
negativo de la reflexin existencial o se trate de la filosofa de Max Scheler, de
Martin Buber y sucesivamente. La ciencia del ser como tal ha coincidido muy
frecuentemente con la ciencia del amor, pero hasta qu punto puede darse la
identidad del ser con el amor? Platn ha advertido de una vez para siempre que el
amor no es puro ser como no es puro saber, sino junto ser y no-ser, riqueza e
indigencia: camino antes que completa realidad. En esta advertencia est la
conciencia que el amor es solamente el campo de una experiencia finita a la cual
la filosofa dirige la pregunta sobre el ser. La pregunta no es, por tanto, si el amor
sea lo mismo que el ser, sino cmo hable el amor del ser (Melchiorre 31-32).

Volviendo al pensamiento de Blondel y segn Sante Babolin: Blondel con


la Accin busca elaborar una ciencia de la prctica mediante una crtica de
la vida; y de la vida realmente vivida, con todas sus variantes bellas, feas y
trgicas (Babolin 757). De este modo, en su reflexin ontolgica, Blondel
cambiar los trminos de la pregunta de Melchiorre, es decir, la cuestin no
es cmo el amor hable del ser, sino cmo el ser hable del amor. As, el
discurso se concluye con el amor y no con el ser; la caridad se hace la

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palabra definitiva y no el ser; es el amor que funda el ser y no el ser que


funda el amor. (Giaccheta 151-152).
A menudo, Blondel fue acusado por sus crticos y hasta por sus propios
amigos* de haber mostrado poco inters por la cuestin metafsica. En
parte esa crtica puede tener sus razones, una vez que la mayor parte de
todo el discurso de LAction se desarrolla desde el campo fenomenolgico.
En el decir mismo de Blondel la metafsica solamente entr para conferir a
nuestros actos un valor trascendente (Blondel 1996 478).
En las primeras pginas del captulo conclusivo, el filsofo de Aix, confirma
esa dimensin fenomenolgica con estas palabras:
Todo lo que hemos llamado datos sensibles, verdades positivas, ciencia
subjetiva, crecimiento orgnico, expansin social, concepciones morales y
metafsicas, certeza del nico necesario, alternativa inevitable, opcin mortal
o vivificadora, acabamiento sobrenatural de la accin, afirmacin de la
existencia real de los objetos del pensamiento y de las condiciones de la
prctica, todo esto todava no son ms que fenmenos del mismo tipo
(Blondel 1996 506).
Sin embargo, aunque Blondel haya enfrentado el problema del actuar
humano en el mbito fenomenolgico, es innegable que l se confronta
con el problema ontolgico de la accin. Un gran estudioso de la filosofa
blondeliana afirma que es incontestable que en Blondel la intencin
ontolgica sea original y fundamental (Virgoulay 81). Adems, en el inicio
de LAction, Blondel afirma en una nota de pie de pgina que no es
necesario decir que al usar las palabras ser y realidad no se les atribuye
aqu ningn valor metafsico (Blondel 1996 95). Y en el tercer captulo, de
la quinta parte de su tesis, expresa la problemtica ontolgica en estos
trminos:

Los ms cercanos a l fueron mile Boutroux y Victor Delbos.

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Al fundar absolutamente la realidad universal de la cual se ha nutrido la accin, es


cuando el hombre acaba su tarea, esa tarea que consiste en ser el vnculo real de
las cosas y en conferirles todo lo que implican a nivel de ser. Pero tampoco
debemos equivocarnos en lo que sigue. Se trata siempre de determinar la serie
necesaria de los requisitos de la prctica, hasta tal punto que, por la definicin de
sus condiciones totales, la verdad de las relaciones que requiere la accin quede
absolutamente establecida. Cmo se forma inevitablemente en nosotros la idea
de existencia objetiva; cmo afirmamos irremediablemente la realidad misma de
los objetos de nuestro conocimiento; cul es precisamente el sentido necesario de
tal existencia objetiva y en qu condiciones dicha realidad, forzosamente concebida
y afirmada, es efectivamente real. Tales cuestiones no hacen en principio ms que
continuar el movimiento del determinismo prctico (Blondel 1996 477).

De este modo, podemos considerar que el fenomenismo blondeliano


consiste no en rechazar la cuestin del ser, sino en diferirla provisoriamente,
segn un procedimiento que nos hace pensar hoy a la epoch
fenomenolgica, con el fin de ponerla en su amplitud y necesidad (Virgoulay
86).
Se observa, por tanto, en el pensamiento filosfico blondeliano, expresado
en LAction, una relacin estrecha entre discurso fenomenolgico y discurso
ontolgico, de modo que la ontologa se origina en la fenomenologa y la
fenomenologa es animada y sustentada por la pregunta metafsica. Siendo
as, se puede sustentar que Blondel propone una fenomenologa de la accin,
teniendo presente una renovacin de la ontologa.
Paul Gilbert, en su estudio sobre el ltimo captulo de LAction, afirma que:
la fenomenologa blondeliana es metdica para un fin ontolgico (Gilbert
1989 311). El propio Blondel enfatiza que la necesidad prctica de plantear
el problema ontolgico nos lleva necesariamente a la solucin ontolgica
del problema prctico (Blondel 1996 477).
As, Blondel desarroll la problemtica ontolgica en el ltimo captulo de
la LAction, el famoso captulo adicional, una vez que en su entender la
cuestin del ser no es preliminar, sino final (Blondel 1996 510). En efecto,

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en una carta enviada a Georges Perrot, director de L cole Normale, el 20


de octubre de 1893, Blondel fue enftico: Despus de la defensa, el captulo
que he acrecentado, las pginas que se han propuesto, tienen un carcter
propiamente metafsico (Blondel 1961 37). El intento de Blondel en este
captulo consiste en la bsqueda de una fundamentacin o justificacin
ontolgica de la fenomenologa de la accin. Para eso, se hace necesario
encontrar el ser en el mismo fenmeno: Tras haberlo considerado todo,
incluso el conocimiento y la afirmacin del ser, como simples fenmenos,
al fin habr que descubrir en los fenmenos el ser mismo. Se trata, pues,
de invertir los trminos ordinarios del problema y de buscar no lo que es
bajo aquello que aparece, sino lo que es en aquello que aparece (Blondel
1996 475).
De acuerdo con el propio ttulo de este captulo el vnculo del conocimiento
y de la accin en el ser Blondel desea fundar la realidad universal en este
vnculo entre la accin y el conocimiento, buscando en esa mediacin el
fundamento ontolgico del fenmeno*.
La pregunta blondeliana es: Cmo es posible atribuir el ser aquello que
fue descrito como fenmeno? El primer paso a dar en la bsqueda de esta
fundamentacin objetiva del fenmeno, segn Blondel es: comprender lo
que significa ser en el momento en que se habla de la existencia objetiva
(Blondel 1996 503).
Para ello, segn Blondel, es necesario:
Que las cosas del exterior, vistas desde el exterior, tengan una verdadera
consistencia real, es necesario fundar la realidad exterior de los objetos exteriores.
La verdad objetiva de la realidad externa es imprescindible para el mantenimiento

Anota Mario Antonelli que fondare assolutamente la realt universale significher cogliere nella singolare
solidariet di azione y conoscenza quella mediazione per cui ogni fenomeno riceve valore ontologico (Cf.
Antonelli 140).

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de la realidad subjetiva interna de los seres. Esto nos lleva forzosamente a buscar
la realidad objetiva de las cosas no en algo oculto debajo y siempre huidizo, no en
uno de los aspectos que son captados por los sentidos o el entendimiento, no en
su esencia metafsica o en la intimidad de esa vida incomunicable en la que
penetramos cuando les amamos, sino en todo esto a la vez. Su ser es precisamente
la misma unidad de esta mltiple apariencia y la diversidad simultnea de estos
fenmenos universalmente solidarios (Blondel 1996 500).

Para Blondel, por tanto, el ser no puede ser buscado en una realidad detrs
o ms all del fenmeno, porque una tal realidad situada detrs del fenmeno
sera tambin otro tipo de fenmeno. As, el ser debe ser atribuido a todo
fenmeno en cuanto tal; el ser es esto que aparece: La supuesta cosa en
s es todava un fenmeno, y es el fenmeno el que pasa a ser la verdadera
cosa en s (Blondel 1996 514). En vez de buscar lo que es fuera de lo que
aparece, hay que hacer de aquello que aparece aquello que es (Id. 503).
La verdadera dificultad est en entender por qu lo que conocemos es real
tal como lo conocemos (Id. 510). Lejos, pues, de ingeniarnos en vano
para ver cmo lo que es puede ser dado, hay que mostrar cmo lo que es
dado es (Ibd). De este modo, el fenmeno en cuanto tal es esencialmente
relativo, y no puede existir un relativo absoluto. Ser, pues, en la hiptesis
leibniziana del vinculum substantiale que Blondel encontrar una respuesta
a esta dificultad.
Es as, como en este captulo adicional el problema de la fundacin de los
fenmenos es confiado a la accin del Mediador, una vez que la realidad
del fenmeno depende de la realidad del nico necesario: El fenmeno,
por definicin, esta esencialmente referido a un sujeto cognoscente, deseoso,
actuante y tambin que sufre; por tanto, interrogarse sobre las condiciones
de realidad del fenmeno significa buscar un Sujeto cuyo ser implique la
realidad de los fenmenos, ad-esse: ser , y ser en s, para el otro; es aqu
que est el misterio de la existencia objetiva (Giaccheta 155).
Por tanto, Blondel reconoce, a la manera kantiana, una doble actividad
cognitiva de los fenmenos: el intelecto y la sensibilidad. Por medio de los
sentidos el hombre recibe la accin de las cosas y por medio del intelecto l

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constituye los objetos de la experiencia. El proceso de conocimiento de los


fenmenos se desarrolla a travs de una actividad (intelecto) y de una
pasividad (sensibilidad). La razn humana no es mera actividad o pura
pasividad, sino que es una activa pasividad o una pasiva actividad, de
modo que la razn no es el rgano fundacional de la verdad del ser, sino
que se constituye en una activa hospitalidad: la razn es el lugar de acogida
del ser:
En la expresin que se ha de explicar, la realidad del fenmeno queda comprendida
entre esos dos surcos de los que ella es punto de convergencia, y que, reunindose
en nosotros, la constituyen en s misma. Las cosas son porque los sentidos y la
razn las ven, y las ven en comn, sin que esta doble mirada, con que cada una
por su parte parece penetrarlas enteramente, se confunda en ellas. Conocer es
ser lo que conocemos, es producirlo, tenerlo, llegar a serlo en s. Sumus quod
videmus. La materia tiene el ser slo si el mismo ser se hace materia, si lo que es
verbo interior y vida en s es realmente carne [] Actuamos en y sobre ellas, ellas
actan en y sobre nosotros. El conocimiento, activo y pasivo, que de ellas tenemos
es segn lo que debemos pensar, el doble fundamento del fenmeno sensible y
real [] Existen, porque la razn ve y penetra el secreto de su produccin. Existen,
porque el sentido los experimenta y resulta ser pasivo respecto de su accin. Su
ser consiste precisamente en aquello que constituye la unidad sinttica de esta
doble existencia (Blondel 1996 508-509).

De este modo, diferente de Kant, Blondel no concibe una subjetividad


trascendental lgica, un puro yo pensante, al contrario se dirige a aquel
que ve las cosas aliter per divinitatem, aliter per carnem, o sea un yo que
padece y sufre. En este sentido, segn Blondel: ser objetivo significa, pues,
ser producido y padecido por un sujeto. Porque ser real es tener una accin
real sobre un ser real. As, para que sean verdaderamente, es necesario que
las cosas acten, y para que acten, es necesario que sean percibidas y
conocidas (Blondel 1996 509).
As, la reflexin ontolgica blondeliana contina buscando la identidad de
aquel que es capaz de desarrollar ese binomio actividad-pasividad absolutas,
en el sentido de dar consistencia objetiva a lo real. Como se concluye del
propio texto de la accin, el pensamiento de Blondel oscila entre una hiptesis
antropolgica y una cristolgica:

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Quiz el hombre, destinado a recibir en s la vida divina, hubiera podido desempear


este papel de vnculo universal y ser suficiente para esta mediacin creadora, ya
que esta inmanencia de Dios en nosotros sera como el centro magntico que
vinculara todas las cosas, como un haz de agujas invisiblemente unidas por un
potente imn. Pero para que, a pesar de todo, la mediacin fuera total, permanente,
voluntaria, tal, en suma, que pudiera asegurar la realidad de todo lo que
indudablemente podra no ser, y de aquello que, siendo como es, exige un testigo
divino, quiz fuera necesario un Mediador que se hiciese paciente respecto de esta
realidad integral y que fuera como el Amn del universo, testis verus et fidelis qui
est principium creature Dei. Quiz fuera necesario que, hecho carne l mismo,
constituyera, mediante una pasin al mismo tiempo necesaria y voluntaria, la
realidad de lo que es determinismo aparente de la naturaleza y conocimiento
forzado de los fenmenos objetivos, la realidad de las deficiencias voluntarias y del
conocimiento privativo que es su sancin, la realidad de la accin religiosa y del
destino sublime reservado al hombre plenamente consecuente con su propio
querer. El es la medida de todas las cosas (Blondel 1996, 514-515).

Es evidente que Blondel se decide por la hiptesis cristolgica, sin embargo,


esto no significa que l pretenda eliminar la hiptesis antropolgica, sino,
al contrario, darle su verdadero sentido. Cristo no es diverso del hombre,
sino el Adamo Kadmo, el hombre nuevo y originario, el primognito de
todas las criaturas: Cristo es el hombre (Giaccheta 158).
El hecho de que la hiptesis cristolgica no contradiga la hiptesis
antropolgica ha sido analizada por diversos intrpretes de Blondel. Segn
Francesco Giachhetta, la reflexin ontolgica blondeliana alcanza su punto
mximo cuando esclarece la siguiente comprensin fundamental: los
fenmenos son reales y no apariencias solamente si, producidos por un
acto creador, son capaces de actuar sobre el creador mismo que, estando
a su lado, les acoge voluntariamente tal como ellos son. Esto significa que
los fenmenos son realidades en cuanto no solo son observados por una
inteligencia divina, sino tambin capaces de actuar sobre quien les ha dado
el ser: ellos son gracias a una voluntaria pasin divina (Giaccheta 159).
Blondel, afirma en su texto:
Para que las cosas que son percibidas sean percibidas tales como son, no basta
con un conocimiento perceptivo o pasivo, sino que hace falta un conocimiento
racional y productivo. Tampoco basta con un conocimiento productivo o racional,

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sino que hace falta un conocimiento perceptivo o pasivo. La realidad de las cosas
consiste en ser mediadoras entre este doble aspecto. Existen, pues, con tal de que
su mltiple heterogeneidad acte sobre quien las percibe y las padece. Existen
siempre que estas percepciones mltiples y pasivas, reducidas a la unidad de un
pensamiento capaz de abarcarlas a todas, se funden sobre una voluntad que,
producindolas tales como son, las acepte tales como aparecen Por tanto, la
realidad objetiva de los seres est vinculada a la accin de un ser que, viendo, hace
ser lo que ve y, queriendo, llega a ser lo que conoce. Si las cosas existen porque
Dios las ve, en principio slo son pasivas respecto de su accin creadora y como
inexistentes en s. Pero si las cosas son activas y verdaderamente reales, si subsisten
bajo su aspecto objetivo, es decir, si son, es porque la mirada divina las ve a travs
de la mirada de la misma criatura, no en cuanto las crea sino en cuanto son
creadas y en cuanto su autor se hace pasivo respecto de su propia accin (Blondel
1996 512-513).

Como se concluye de este texto, la realidad objetiva de los seres no se basa


slo en la mirada de Dios, como pretenda Bossuet: las cosas son porque
Dios las ve, sino tambin porque unida a la accin del Verbo encarnado, el
Hombre-Dios, que viendo y queriendo las cosas, hace ser aquello que ve y
se hace aquello que conoce: Quod sciebat ab aeterno per divinitatem,
aliter temporali didicit experimento per carnem (Blondel 1996 514).
Entonces las cosas slo son lo que son, fenmenos y realidades, en la medida en
que, siendo pasivas y activas, tienen una iniciativa y un poder sobre su misma
causa [] (o relativo) es real slo en la medida en que recibe del absoluto el don
de ser causa en el mbito absoluto. Es una necesidad condicional que no merma
en nada la independencia soberana de la causa primera, sino que manifiesta
simplemente a qu grado de condescendencia por su parte queda subordinada la
existencia de las causas segundas [] siendo pasiva en el fondo, es preciso que
la naturaleza, para ser, tenga una verdadera accin, y que dicha accin encuentre
su perfecta consistencia en la pasin voluntaria de un ser capaz de conferir a su
conocimiento un carcter absoluto (Id. 513-514).

Aqu la ontologa blondeliana se encuentra con la caridad. La caridad


consiste en el conocimiento condescendiente y amoroso de Cristo que,
hacindose paciente, recibe la accin de las criaturas, dndoles su
consistencia real: La realidad de las cosas descansa en una accin que,
poniendo el ser, recibe el ser dado y hace del amor la gratuita razn del
universo (Giaccheta 161). De este modo, el universo encuentra en la caridad,
o sea, en esta voluntaria pasin del verbo creador, su razn de ser.

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Por tanto, al concluir este captulo, Blondel indica la necesidad de pasar a


una metafsica a la segunda potencia, en el sentido de fundar desde la
metafsica los datos obtenidos en el camino fenomenolgico. Esta metafsica
tiene como funcin, segn el propio Blondel, justificar la subsistencia exterior
de la verdad interior del hombre:
Para justificar esa subsistencia exterior de la verdad, que es interior al hombre, se
requiere una especie de Metafsica a la segunda potencia que funde no solamente
lo que una metafsica primera todava totalmente subjetiva nos presentaba, sin
razn, como la realidad misma del ser, siendo as que era una simple visin del
espritu o un fenmeno especulativo, sino adems todo el determinismo de la
naturaleza, de la vida y del pensamiento (Blondel 1996 518).

La metafsica a la segunda potencia enfrenta, por tanto, la cuestin del


fundamento de la realidad objetiva, en el sentido de buscar bajo qu
condiciones esta verdad que no podemos, ni de derecho ni de hecho,
considerar como puramente subjetiva, puede ser real independientemente
de nuestro pensamiento, real en sentido absoluto (Blondel 1961 126).
En este sentido, no se trata aqu de mostrar que algunos objetos
corresponden a nuestros conceptos subjetivos, sino de probar que no se
piensa si no en el ser, de donde la filosofa se abre ms all de s misma
(Gilbert 2003 147).
Por tanto, de acuerdo con Paul Gilbert, la metafsica a la segunda potencia
parece cambiar las perspectivas de una metafsica a la primera potencia,
cuya forma sera idealista. Esta se detiene sobre la cuestin del fundamento
a priori, intelectual, que sera sobre todo una absoluta realidad que el
entendimiento impone a la voluntad (Gilbert 2003 143).
As, la metafsica a la segunda potencia puede ser concebida en la lnea de
la constitucin de un sentido ltimo, como bien nos lo hace entender Peter
Henrici. Segn l, LAction, a partir de la pregunta inicial si la vida tiene un
sentido y el hombre un destino describe y establece una metafsica del
sentido:

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LA METAFSICA DE LA CARIDAD EN MAURICE BLONDEL (1861-1949)

El fundamento metafsico que Blondel proyecta va, por tanto, buscado sobre la
lnea de la constitucin del sentido (ltimo) [] Como el simple dato no pasa a ser
objeto de experiencia si no en virtud de un proyecto de accin que le confiere un
determinado significado, haciendo que el dato pueda ser ledo como respuesta a
una pregunta de sentido: as analgicamente el nico necesario debe llamarse (y
es) el fundamento del universo experiencial en su totalidad, porque el es el a priori
del a priori, esto es en lo cual y por lo cual los singulares proyectos de accin
reciben un sentido primero y ltimo. El fundamento ltimo, metafsico, debe, por
tanto, definirse como aquello que da sentido en definitiva a todo cuanto es o
puede ser Leda en tal modo en clave de una metafsica del sentido ltimo, toda
LAction aparece como un tratado de metafsica, a partir de la pregunta inicial:
Oui ou non, la vie humaine a-t-elle un sens, et lhomme a-t-il une destine? hasta
el conclusivo: Cest- que incluye la afirmacin del ser en su ms fundamental
confesin del ser Cristo, sentido del universo. Se trata por tanto de una metafsica
no del dato ni del saber o de lo sabido, sino de una metafsica propiamente de
adoptar, en el sentido ms literal de la palabra. Tal metafsica y en esto est su
no mnimo valor se substrae a toda manumisin especulativa, pero tambin a
cada duda del sistema, siendo ella de naturaleza perfectamente personal y
personalista (Henrici 26-27).

Finalmente, la metafsica a la segunda potencia constituye el punto de


partida para una verdadera articulacin entre el orden natural y el orden
sobrenatural, en la tentativa de buscar una unidad en la distincin. La
metafsica de la caridad posibilita esa articulacin. La problemtica que se
vislumbra en esa articulacin es la consistencia real, pero relativa, de lo
finito a travs de la oferta de la gratuidad de un don sobrenatural.

2. La caridad como rgano perfecto del conocimiento


La expresin metafsica de la caridad no pertenece a Blondel sino a
Laberthonnire. En efecto, escribe Claude Tresmontant en la introduccin a
la correspondencia entre estos dos filsofos: Habramos podido dar como
ttulo a esta antologa dos expresiones, de las cuales una es textualmente
de Laberthonnire, la metafsica de la caridad, y la otra casi textualmente
de Maurice Blondel: el problema capital de la metafsica cristiana (Blondel
y Laberthonnire 38-39). Sin embargo, la metafsica de la caridad, confesar
Blondel, ocup desde siempre su reflexin filosfica (Blondel 1966 160).

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JORGE IVN LVAREZ GMEZ

Escribiendo en 1925 a Paul Archambault, Blondel contrapone a la dialctica


hegeliana, que se constituye en una lgica abstracta de lo concreto, una
dialctica de la accin o una lgica de la caridad. Yo me siento contrario a
la dialctica hegeliana, que es una filosofa del cambio, de la idea, de lo
impersonal, procedente de lo amorfo inferior a la pseudo-deidad; en cuanto
que yo miro una doctrina del ser, de la vida, de la personalidad, buscando
la explicacin ltima de alto en bajo, y encontrndola no un panlogismo,
sino en un pancristismo y un caritismo (Blondel y Valensin 44).
De acuerdo con la perspectiva ontolgica blondeliana el conocimiento real
no puede ser apenas especulativo, o sea, una construccin abstracta de lo
concreto, un dominio del pensamiento sobre el ser, sino una experiencia
concreta de la caridad, un querer sin poder. Solo la caridad, puesta en el
corazn de todos, vive por encima de las apariencias, se comunica hasta la
intimidad de las substancias y resuelve completamente el problema del
conocimiento y del ser (Blondel 1996 497). De acuerdo con Mario Antonelli,
la cuestin del conocimiento y del ser y de su solidaridad se decide en la
opcin prctica: y se decide en el sentido de una recepcin del ser en la
forma radical del sacrificio, que es la forma de la caridad (Antonelli 140).
En la accin el ser viene definido con base en la caridad y como consecuencia
de esto, ella se constituye en el rgano de conocimiento perfecto:
El ser es amor: por tanto, si no se ama no se conoce nada. Por eso la caridad es
el rgano del conocimiento perfecto. Pone en nosotros lo que est en el prjimo.
Al invertir, por as decirlo, la ilusin del egosmo, nos inicia en el secreto de cualquier
egosmo dirigido contra nosotros. En la medida en que las cosas son, actan y
nos hacen padecer. Aceptar esta pasin, recibirla activamente, significa ser en
nosotros lo que ella son en s. Por tanto, excluirse de s por la abnegacin significa
engendrar en s la vida universal. Esto se puede explicar fcilmente. Lo que se
impone necesariamente al conocimiento, todava no es ms que la apariencia. Y
cada uno guarda en el fondo la verdad ntima de su ser singular. En m hay algo
que los dems no entienden, y que me eleva por encima del orden entero de los
fenmenos. En los dems hay, si somos parecidos, algo que no entiendo, y que
existe slo si me resulta inaccesible. Yo no soy para ellos como soy para m, y ellos
no son para s como son para m. El egosmo queda desconcertado por la sola
idea de tantos egosmos antagonistas. Y, a pesar de toda la claridad de nuestra

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LA METAFSICA DE LA CARIDAD EN MAURICE BLONDEL (1861-1949)

ciencia, quedamos envueltos en soledad y oscuridad. Solo la caridad, puesta en


el corazn de todos, vive por encima de las apariencias, se comunica hasta la
intimidad de las substancias y resuelve completamente el problema del
conocimiento y del ser (Blondel 1966 496-497).

Blondel identifica, por tanto, conocimiento y amor. As conocer es amar y,


ms todava, amar es conocer. La caridad hace que el otro sea el mismo.
Conocer y amar al otro, por tanto, significa dejarlo actuar en nosotros,
dejarlo ser lo que es, o sea, hacerle ser. El conocimiento del ser asume, por
tanto, la forma de acogida. Esa acogida consiste en el hacerse pasivo a la
accin del otro. La caridad, por tanto, adquiere su forma perfecta de
conocimiento en el doble movimiento de actividad-pasividad*. De este modo,
el otro es en nosotros no por dominio, sino por hospitalidad, acogida.
La caridad es la activa recepcin del otro: no existe otro modo de
conocer verdaderamente a otro que hacindose pacientemente a su accin
(Giaccheta 163).
De qu modo los dems son en nosotros y para nosotros lo que son en s y
para s sino cuando llegamos a ser para nosotros mismos lo que somos para
ellos y cuando ellos llegan a ser para nosotros lo que son para s? [...] Tenemos
que llegar hasta ese amor que abarca las particularidades a menudo ofensivas
del individuo, y para esto tenemos que transformarnos, por as decirlo, en un
objeto impersonal y en un instrumento dedicado al servicio de los dems. Cada
uno en todos excepto en s, sa es la divisa de la caridad, la cual otorga a los
dems lo que se niega a s misma de ternura indulgente, y que, no contenta con
ser buena con ellos, acepta igualmente tanto su ingratitud, porque vence haciendo
el bien a quien no es bueno, como su bondad, porque vence tambin volvindose
agradecida y practicando el arte de recibir, un arte ms difcil e incluso quiz
superior a la ciencia del dar []. Ser todo para todos significa dilatarse hasta el
punto de no tener ni particularidades ni defectos. Querer a los hombres sin
ilusiones es darles todo sin pedirles nada, sin esperar nada de ellos, sin rechazar
nada de bueno en ellos []. Limitarse a una sospechosa misericordia que, bajo
el pretexto de elevar a los hombres hasta ella, no desciende hasta ellos, no es
querer ni conocer a los hombres. El hombre al que hay que comprender y amar

La carit viene tratteggiata anzitutto in termine di passione, di recezione attiva di unazione altrui: essa non
si d che in gioco di attivit-passivit, dove il massimo di attivit consiste nella somma passione di fronte
allazione altrui (Cf. Antonelli 143).

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JORGE IVN LVAREZ GMEZ

est constituido de esa miseria fsica y moral que parece no hacer de l un


hombre []. Para amar y conocer a un hombre como se debe amarlo, hay que
quererlos a todos con la intencin y, en su caso, de hecho. Hay que quererlos
como son, sin esperar a que sean como tendran que ser. A fin de darles el ser
en nosotros, hace falta cargarnos voluntariamente de paciencia para con su
accin real (Blondel 1966 497-498).

De acuerdo con San Bernardo, en el cual Blondel se inspira, la caridad no


es un mero accidente o una cualidad divina, sino que consiste en la propia
sustancia divina, de modo que la caridad es la ley de Dios. De ah que
tambin la relacin que se establece entre Dios y el hombre, entre el creador
y la creatura, solo es posible comprenderla con base en la caridad. Ella,
segn tienne Gilson, constituye aquella conformidad perfecta, aquella
unidad de espritu, en la cual la sustancia humana encuentra el fin a su
plena actuacin; en ella se cumple la gran obra de la creacin, porque ella
se hace aquello para lo cual fue creada: un espejo traslcido en el cual Dios
no ve otro que s mismo y donde no ve otro que Dios: una participacin
creada de su gloria y de su beatitud (Gilson 177).
De este modo, el hombre slo alcanza el ser mismo de Dios por medio de la
caridad. Dios no puede ser conocido ni tocado fuera de esa realidad profunda
de su ser que es el amor. Si Dios es amor, slo lo conoce quien ama, de
modo que fuera del amor no existe ningn conocimiento de Dios*. Slo el
amor verdadero, entendido como abnegacin, me posibilita de recibir en m
aquello que est en el otro, de modo que excluyndose de m, yo genero en
m la vida universal. El amor de Dios para ser concreto se debe realizar en
la historia particular de los hombres, de modo que sea extendido hasta la
vida sensible, hasta los cuerpos que sufren, hasta el material bruto (Blondel
1996 498). Como deca Leibniz, es la misma cosa amar a todos los hombres
y amar a Dios, porque l es el nico al que se puede amar en todo y por
todo, y porque no se puede conocer a ningn hombre sin abarcar a todos

[378]

Cf. 1Jn. 4, 7-8: Hermanos, ammonos unos a otros, pues el amor es Dios y todo aquel que
ama naci de Dios y confiesa a Dios. Aquel que no ama no conoce a Dios, porque Dios es
amor.

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LA METAFSICA DE LA CARIDAD EN MAURICE BLONDEL (1861-1949)

con una caridad idntica (Id. 499). De este modo, cada uno para s, cada
uno para otro, cada uno para todos, cada uno para cada uno, todos para
todos, todos para cada uno: todos estos amores se unen y refuerzan cuando
Dios est en todos (Id. 500).
La verdad del amor consiste en el servicio gratuito y desinteresado para con
las personas: Querer a los hombres sin ilusiones es darles todo sin pedirles
nada, sin esperar nada de ellos, sin rechazar nada bueno en ellos (Blondel
1996 498). La caridad, segn Blondel, consiste ms en recibir que en dar,
porque el acto de dar se perfecciona con el acto de recibir. Esto significa
que el don dado debe ser recibido, acogido como don. La caridad exige,
por tanto, esta disponibilidad del recibir. Quien da no da slo un objeto,
sino que se da a s mismo como don y quien recibe no recibe slo un
objeto, sino que recibe al otro como don, de modo que el amor es ante todo
comunicacin recproca de personas. El amor significa amar y ser amado.
Por tanto, sin la actuacin de este amor que los miembros de la humanidad
tienen los unos para con los otros, no existe ningn Dios para el hombre; el
que no quiere a su hermano no tiene la vida en s (Id. 499).

3. Las condiciones metafsicas de la caridad


El destino del hombre consiste en la participacin a la vida ntima de Dios.
Por eso, ese movimiento no tiene su origen en el hombre. El proceso de
divinizacin del hombre es fruto de la libre y gratuita iniciativa de Dios que,
ofreciendo el nuevo don, lo sobrenatural, hace posible el acceso del hombre
a su vida ntima. Acogiendo el don divino, el hombre pasa por un proceso
de transformacin, de un nuevo nacimiento, o sea, pasa del hombre viejo
al hombre nuevo. Por otro lado, ese nuevo nacimiento, ese denuo nasci,
exige tambin de parte del hombre un acto libre de gratuidad, que se expresa
en la mortificacin, en la renuncia, en la abnegacin y en el sacrificio del
propio ser. Transformarse en hombre nuevo reclama la muerte al hombre
viejo. As mortificacin, renuncia, abnegacin y sacrificio son, por tanto,

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las condiciones metafsicas necesarias de la divinizacin o sobrenaturalizacin del ser humano.


Al respecto, Blondel afirma:
El gran esfuerzo del corazn est en creer en el amor de Dios para con el hombre.
Y quien ha comprendido por qu el hombre puede y quiere ser amado divinamente
como si fuera el Dios de Dios mismo, no se extraa ya de que la va de la
aniquilacin y de la mortificacin sea la ruta del amor pleno. Quien es bueno exige
que se sea exigente con l. Solo en un corazn desinteresado, en un alma silenciosa
y de buena voluntad, es donde llega a escucharse con provecho una revelacin
venida de fuera: sta es digna de ser acogida slo por el motivo que la hace ser
despreciable y odiosa al resto de la gente. El sonido de sus palabras y el resplandor
de sus signos no seran nada, sin duda, si no existiera interiormente la intencin de
aceptar la claridad deseada, la existencia de un sentido ya predispuesto para
juzgar la divinidad del verbo escuchado. Los hombres siempre han aguzado el
odo y la mirada para captar lo que no pueden ver ni entender sin morir (Blondel
1996 449).

De este modo, la realizacin del destino sobrenatural del hombre, o sea,


la comunin con Dios, exige su colaboracin con la gracia divina. Si Dios
se da al hombre por amor, es decir, en una forma desinteresada, el hombre
debe aceptar y cooperar en su divinizacin tambin por amor. Siendo que
Dios y el hombre son dos realidades heterogneas, distintas,
inconmensurables e incomunicables naturalmente, slo la caridad divina,
es decir, un acto gratuito de parte de Dios, puede abolir ese abismo y unir
esas dos realidades de modo sobrenatural. Aquello que es distinto en su
intrnseca naturaleza puede ser unificado, de forma sobrenatural, por medio
de la caridad divina. La caridad divina, por tanto, es el camino que debe
ser trazado por el hombre para alcanzar su divinizacin. La vida de Dios
en nosotros exige de nuestra parte la renuncia de nuestro propio ser, esto
es, una verdadera mortificacin, una verdadera exinanitio. El sufrimiento
es el camino del amor efectivo, porque nos desprende de nosotros para
entregarnos a otros y para incitarnos a darnos a los dems (Blondel
1996 428).

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LA METAFSICA DE LA CARIDAD EN MAURICE BLONDEL (1861-1949)

Segn J. Rollet:
Existe, en efecto, una reciprocidad entre el amor verdadero y el sufrimiento activo:
amar verdaderamente es acoger en s la alegra y la accin de los otros; sufrir
activamente, es aceptar ser, en el dolor, moldeado por otro, hacindose capaz de
amar plenamente. El sufrimiento es as el acto mismo del amor, en el sentido de
que l instala en nosotros la voluntad de los otros en el lugar de la nuestra. Aquel
que fue capaz de renunciar a su propia voluntad, no es ms torturado mediante
la bsqueda desesperada de los placeres pasajeros (Rollet 1971 520).

En este sentido, se configura en la filosofa de la accin un realismo espiritual.


Para que sea posible esa unin entre Dios y el hombre es necesario que
Dios se ofrezca todo entero al hombre y que el hombre se ofrezca todo
entero a Dios, esto es, en su realidad fsica y espiritual. De este modo, el
proceso de sobre-naturalizacin exige una verdadera coaccin del hombre
con Dios: a la accin libre y gratuita de Dios debe corresponder una accin
libre y gratuita del hombre. Para participar de la vida divina el hombre debe
cooperar de forma activa con la gracia divina, cumpliendo de este modo su
parte en este movimiento de divinizacin. Con todo, para Blondel, la
participacin del hombre en el proceso de sobre-naturalizacin pide la
renuncia de su propio ser para acoger el don divino, aquel que en realidad
diviniza al hombre*. As, mortificacin y caridad divina estn, por tanto,
muy correlacionadas.
La mortificacin es concebida por Blondel como amor por el sufrimiento y
reconocimiento de la propia insuficiencia humana: la aceptacin del
sufrimiento manifiesta la medida del corazn del hombre, ya que testimonia
en l la impronta de otro (Blondel 1996 428). El sufrimiento es la verdadera
prueba del amor y de la apertura a la alteridad. Amar significa querer
sufrir, ya que es amar el gozo y la accin de otro en nosotros (Id. 429).
*

Se il soprannaturale non pu essere per nulla naturalizzato, ma pu essere solo gratuitamente donato in
quanto tale con un nuovo dono esplicito da parte di Dio stesso, laccesso al soprannaturale implica da parte
delluomo unazione che e nello stesso tempo renuncia totale; la passivit attiva con la quale luomo si dispone
alla trasformazione radicale che la carit divina pu compiere in lui per elevarlo a ci che da s solo gli
radicalmente impossibile. La mortificazione dunque quella reale esperienza metafisica, di cui parlava
nellAction (Cf. Zani 109).

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Si el sufrimiento es la experiencia y la prueba de la voluntad generosa y


valiente, se debe a que l es, a su vez, el efecto y como el acto mismo del
amor. Porque, si es verdad que somos ms cuando amamos que cuando
somos, es decir, cuando la voluntad personal est suplantada y como
recubierta por una voluntad contraria, entonces parece que todo movimiento
del inters personal no es una ganancia, sino ms bien una prdida, y que
todo aparente enriquecimiento resulta ser un empobrecimiento real. La
contemplacin de festejos y jolgorios resulta penosa para un corazn triste.
As tambin, toda satisfaccin demasiado saboreada resulta amarga para
quien ama el bien ms que su propio bien (Id. 430).
De este modo, la mortificacin es el camino por el cual alcanzamos nuestra
realizacin. La mortificacin es la anticipacin de la muerte. La comprensin
de la vida pasa por la mediacin de la muerte. Blondel define la mortificacin
como mtodo riguroso de privacin, que constituye para el hombre el
verdadero camino de vida:
El sacrificio de la voluntad personal constituye para el hombre el verdadero camino
de vida. El motivo de su privacin vale infinitamente ms que el objeto del que se
priva. Practicar este riguroso mtodo de sacrificio supone poner en evidencia y en
libertad ese pequeo aumento de fuerza que trasciende en nosotros todas las
potencias naturales. No se adquiere lo infinito como se adquiere una cosa;
solamente se le da acceso a nosotros mediante el vaco y la mortificacin. Y, a
poco que se tenga un alma grande y anhelante, se goza ms con lo que no se
posee que con lo que se tiene (Blondel 1966 430).

Sin la mortificacin no existe libertad. En LAction, la libertad viene considerada


teniendo en cuenta la paradjica estructura de la voluntad, es decir, en la
tensin o inadecuacin existente entre la voluntad que quiere (volont
voulante) y la voluntad querida (volont voulue), de modo que la libertad
consiste en la bsqueda de una correspondencia o adecuacin entre una y
otra voluntad. El reconocimiento de esta tensin entre una y otra voluntad
significa, de un lado, reconocer que lo que precede, lo que acompaa, lo
que sigue a nuestra decisin propia est en conformidad con el ms profundo
movimiento de la libertad (Blondel 1996 518), y, de otro, en el reconocimiento

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LA METAFSICA DE LA CARIDAD EN MAURICE BLONDEL (1861-1949)

que todas las condiciones sensible, cientficas, intelectuales, morales y


religiosas de la vida humana encuentran por encima de nosotros su principio
y su autoridad (Id. 518).
Esto significa que la accin consciente no encuentra su explicacin y su
razn total ms que en un principio irreductible tanto a los hechos de
conciencia como a los fenmenos sensibles. Slo es consciente de su propia
iniciativa si se atribuye a s misma un carcter de infinitud y de trascendencia
(Blondel 1996 154).
La voluntad querida significa la incapacidad de todo acto humano de satisfacerse
a s mismo, mediante sus propias fuerzas*. La voluntad que quiere revela el
movimiento del espritu, el dinamismo que est en nosotros, el principio del querer,
esto es, el deseo del infinito*, de modo que el acto voluntario va, pues, del infinito
al infinito, porque el infinito es en l causa eficiente y causa final (Blondel 1996
155). As, Blondel, afirma: la accin es tanto una llamada como un eco del
infinito: viene del infinito y va al infinito (Id. 326).

Blondel entiende por infinito todo aquello que:


[] supera toda representacin precisa y todo motivo determinado, lo que no
puede ser comparado con el objeto del conocimiento y con los estmulos de la
espontaneidad (Blondel 1996, 153). Por eso, la voluntad que quiere jams ser
plenamente actuada por la voluntad querida, porque le trasciende infinitamente.
No hay una sntesis efectiva, ni acto interno, ni estado de conciencia por oscuro
que pueda ser, que no sea trascendente en relacin a sus condiciones, y en el que
el infinito no est presente (Blondel 1996 153).

Esta manifiesta contradiccin entre el deseo del infinito (volont voulante) y


la actuacin en el mundo fenomnico (volont voulue) revela que el hombre
jams podr satisfacer en su totalidad sus necesidades y exigencias en el

Los aparentes fracasos de la accin, los dolores y desfallecimientos que la traspasan y la


agravan, las manchas de las que es incapaz de limpiarse, la muerte y todo ese determinismo
de las contradicciones prcticas no hacen sino manifestar imperiosamente esa radical
impotencia (Cf. Blondel 1996 380).

En dos palabras: la conciencia de la accin implica la nocin de infinito; y la nocin de


infinito explica la conciencia de la accin libre (Cf. Blondel 1996 153).

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orden de los fenmenos**, por tanto, la pretensin que el hombre tiene de


limitarse a los fenmenos y de bastarse a s mismo es radicalmente
inconsecuente (Blondel 1996 367).
Contina, afirmando Blondel que:
En nombre del determinismo no queda ms que una conclusin inevitable. Hela
aqu en toda su crudeza, sin aadir ni quitar nada: con su accin voluntaria, el
hombre supera los fenmenos; no puede adecuar sus propias exigencias; tiene
en s mismo ms de lo que puede utilizar solo; con sus propias fuerzas solamente,
no puede introducir en su accin querida todo cuanto se halla contenido en el
principio de su actividad voluntaria. De esta manera, aunque pretenda prescindir
de toda religin o crearse una a su gusto, no se excede en su derecho ni menos
an satisface su imperiosa necesidad o las exigencias de su voluntad (Blondel
1996 367).

El deseo de lo infinito por parte de la voluntad humana significa no poder,


esto es, reconocer su propia ignorancia y debilidad, de modo que slo es
fiel a su infinita ambicin en cuanto que reconoce su infinita impotencia
(Blondel 1996 422). Perseverando en su autonoma y autosuficiencia el
hombre se cierra a la posibilidad de alcanzar su realizacin, pero renunciando
a todo eso l se abre a la posibilidad de recibir como don, de parte de Dios,
su perfeccin. De ese modo, el hombre se encuentra delante de una dolorosa
alternativa: Querer y no poder, poder y no querer, sta es precisamente la
opcin que se presenta a la libertad: amarse a s mismo hasta el desprecio
de Dios, o amar a Dios hasta el desprecio de s mismo (Id. 403).
Segn Jean Luc Marion, querer sin poder significa:
Una voluntad sin potencia, por tanto, una voluntad de impotencia. La voluntad,
admitiendo indudablemente su impotencia, se libra del deber de querer a lo infinito,

**

[384]

Es imposible no reconocer la insuficiencia de todo el orden natural y no experimentar una


necesidad ulterior; es imposible encontrar en uno mismo el modo de satisfacer esta
necesidad religiosa. Es necesario, y es impracticable. He ah las conclusiones brutas del
determinismo de la accin humana (Cf. Blondel 1996 153).

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sin tener en cuenta la potencia y sus lmites. Querer a lo infinito lo infinito []


implica, por tanto, que la voluntad reciba esto que no sabra pretender poder y
tambin recibir como don esto que ella no puede sobre el modo del poder, esto
que equivale, para la voluntad, para amar (Marion 1990 162-163).

La adecuacin entre la voluntad que quiere y la voluntad querida debe ser


buscada, por tanto, en otro plano, ya que no se encuentra en el orden
fenomnico. Reconociendo su incapacidad de auto-realizarse por s solo,
que no puede realizar nada por s mismo, que la accin debe ser tambin
toda de Dios, el hombre se abre al don divino, al reconocimiento del nico
necesario, o sea, a la presencia activa de Dios en su vida y a la aceptacin
gratuita de su cooperacin en alcanzar su meta definitiva*: La necesidad
relativa de lo contingente nos revela la necesidad absoluta de lo necesario
(Blondel 1996 392). De este modo, para hacer la experiencia del nico
necesario es menester privarse del fenmeno, mediante la mortificacin,
de modo que la muerte se constituye en la experiencia metafsica
fundamental.
En efecto, segn Blondel:
La mortificacin es, por tanto, la verdadera experimentacin metafsica, la que se
apoya sobre el ser mismo. Lo que muere es aquello que impide ver, hacer, vivir; lo
que sobrevive es ya aquello que renace. Sobrevivir a s mismo es la comprobacin
de la buena voluntad. Estar muerto no significar nada, pero sobrevivir a s
mismo, sentirse despojado de sus complacencias ntimas y de sus deseos de
independencia, estar en este mundo como si no se estuviera, encontrar, respecto
de todas las tareas humanas, ms entusiasmo en el desapego que el que se
pudiera alcanzar en el apasionamiento, sa es la verdadera obra maestra del
hombre. La ilusin consiste en vivir, al modo de tanta gente, como si no hubiera
que morir nunca. La realidad est en vivir como si se estuviera muerto. Cmo
cambia todo de signo si tomamos en cuenta ese elemento infinito de la muerte! Y
qu poco ha avanzado la propia filosofa de la muerte! El hecho es que nada
suple la prctica de este mtodo de eliminaciones voluntarias. Qu pocos lo han
experimentado! Cuntos quisieran arrebatar de su posesin precisamente aquello

La iniciativa absoluta del hombre es preciso sustituirla libremente por la iniciativa absoluta
de Dios, incluida ya necesariamente en aquella (Cf. Blondel 1996 434).

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que es necesario confiarle, sin imaginar que la muerte puede y debe ser el acto por
excelencia! Ah est el secreto del terror sagrado que experimenta la conciencia
moderna, como lo haba sentido el alma antigua, ante la cercana y ante el solo
pensamiento de lo divino. Si nadie ama a Dios sin sufrir, nadie ve a Dios sin morir.
No hay nada que al contacto con l no sea resucitado, ya que ninguna voluntad
es buena si no ha salido de s misma para dejar todo el sitio a la invencin total de
la voluntad de Dios (Blondel 1996 431-432).

Siendo as, reconocer la insuficiencia de cualquier objeto presentado a la


voluntad, sentir la debilidad de la condicin humana, conocer la muerte,
es, por tanto, descubrir una referencia superior (Blondel 1996 382). El
hombre toma conciencia de que existe dentro de s una aspiracin que lo
arrastra para ms lejos, que le ultrapasa y que le empuja para adelante. En
el movimiento de nuestra voluntad existe una desproporcin entre lo real y
lo ideal, entre pensamiento y accin, y la adecuacin y la identidad entre
esos polos determinan la absoluta identidad de Dios, el nico necesario.
En nuestro conocimiento, en nuestra accin subsiste una constante
desproporcin entre el objeto mismo y el pensamiento, entre la obra y la
voluntad. Sin cesar, el ideal concebido es superado por la operacin real, y,
sin cesar, la realidad obtenida es superada por un ideal siempre emergente.
Paso a paso, el pensamiento sobrepasa a la prctica, y la prctica
sobrepasa al pensamiento. Es preciso que lo real y lo ideal coincidan, ya
que esta identidad se nos da de hecho, pero se nos da slo para desaparecer
en seguida. Extraa condicin de vida esa mutua y alternante propulsin
de la idea y de la accin! Como dos mviles con una velocidad
peridicamente diferente se alejan y se acercan en cada vuelta para coincidir
en un punto, no parece sino que todos nuestros comportamientos oscilan
alrededor de un centro de coincidencia al que no se atienen nunca, ya que
lo sobrepasan constantemente (Blondel 1996 392-393)
En conclusin, la apertura del hombre al libre don de Dios, nico capaz de
colmar la voluntad querida y la voluntad que quiere, se acta en forma
simblica en la disponibilidad a un Otro, o de una voluntad diversa de la
ma, que se expresa en la aceptacin gratuita del sufrimiento, del dolor, de

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la mortificacin, de modo que el acto primero de la libertad se ejercita por


medio de la abnegacin o del movimiento Kentico. Si l (Dios) se ofrece
al hombre bajo una forma de aniquilamiento, el hombre slo puede ofrecerse
a Dios aniquilndose l tambin, para restituirle su privilegio divino. El
sacrificio es la solucin del problema metafsico por el mtodo experimental
(Blondel 1996 495). La metafsica de la caridad exige, por tanto, como
condicin, que el anonadamiento de Dios corresponda tambin a un
anonadamiento del hombre, como seal del ms profundo amor y de la
ms profunda gratuidad que debe existir en la relacin entre creatura y
creador.

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