Deslinde. Alfonso Reyes
Deslinde. Alfonso Reyes
ALFO NSO RE YE S
XV
ALFONSO REYES
El deslinde
A puntes para la teora
literaria
.
'
letras mexicanas
F ONDO D E CUL TU R A E CO NO MICA
A,. de la
Unhot~idad,
Printed..
ad maJe in Mc.:titl}
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correspondencia con el suceder real, admite numerosos matices intencionales, as como un grado variable de ajuste o
desajuste, que aqu no es del caso examinar minuciosamente.* Si sobre las declaraciones volcamos el reactivo de las
sanciones, llegamos al siguiente cuadro :
GR.\ DOS DE DESAJUSTE Y SANCIONES
Mximo: Ley !lC:vcra
ln.lencionul
Medio : Lica
l\'tnimQ: Arbitrio cstimal\'O
Con culpa: Ley benig na
No intcncionnJ
Mximo: tica
Sin eu}pa
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pus de todo, no es tan quimrico, pLLesto que hay las reclusiones sanitarias y la ter aputica criminolgica. Con cierto
instinto, el pueblo mexicano dice de un hombre que "cay
preso", como se dice : "cay en cama".) Cuando se habla
de encarcelar a los malos poetas, se hace un falseo cmico
entre la sancin s1 generis de la crtica y la sancin propiamente dicha. Tal es la independencia de la verdad potica
con respecto a 1a vetdad prctica, punto que ya sostena Aristteles (JI, 25; VIII, 37) . La sancin propiamente dicha
slo cae como hacha suspendida en defensa de la verdad prctica o suceder real; y la alerta desconfiada de algunos pblicos que protestan frente a las escenas mamvillosas del
cinc, o la "actitud de guardia civil" - como deca Ortega
y Casset- que otros manifiestan frente a la lirica no son
ms que tipos de la que podemos llamar "falacia rstica".
La sancin propiamente dicha slo se descarga en defensa
de aquell a "verdad" que es convertible en "lo hecho": el
vemrn y el factwn de los antiguos italianos, agudamente sealado por Vico, aunque con ms deseo de construir una
nueva teora que de establecer la exactitud erudita.* Con
esta verdad prctica la literatura no contrajo compromiso
ninguno, y si a veces la recoge como rehtlla, o es por el mnimo de factum de <ue no podra prescindir, o por seorial
y libre complacencia.
No nos detengamos en averiguar lo que hay de amarga
mente irnico en el candoroso cuadro anterior: la flaqueza
humana premia a veces al embustero, castiga al inocente, o
desconfa del poeta y aun lo persigLle. (En el Congreso de
cierto pas, elijo una vez un diputado: - Para qu quieren
la libertad los intelecmales'? El Q1tijote se engendr en una
crcel.)
Tampoco reparemos en el carcter por fuerza sumarsimo
de este cuad ro. Las aplicaciones particulares siempre lo de~
bordan : en La. verdad sospechosa, Don Juan "finge" como
poeta y por el placer de imaginar, cuado inventa la descripcin de la cena en el Soto; pero su invencin tiene consecuen-
diendo e.l flujo de In mareha eredente cou fin trayeclOlln sobre el !tlolo. Poro
eliJO dl~:~cu!iin nn t;llrresponde
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ol
prc~cn to lilll'o.
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.. rcf. "La po::sa dc:stlu nlu~:ra"l C:D!Utro dn 1952 (A l )'llnqm.. Mxi(:o. 'l'f
~onth:, 1%0, pp. t9-81) . donde Rcres l':e l'f'fif'J'e o ftte "mnimo de reaJiJ~d''
('2ue acarct-.a necesaria.mct~te toda obra fantstiea .. ) ~~e aqu se P-Studia.l
C. H. Ha.rdy, A Mou:matician's AJIO/.osy. 18. Cambridge. 1.9-11.
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(OA?. AIIK:<)
2' Sujecin voluntaria . Cuando acontece el cahal ajuste con el suceder, el dato literario se superpone exactamente
al dato de carctCI' histrico. La anntomla es equivalente,
no la fisiologa; la estructura hueca, no la dinmica intencin. Aqu, otra vez, la imagen de los "e!quemas desce>a
dos" (III, 21, y n.). Como parangn con el caso presente,
recordemos la hiptesis cientfica, proc;edcr literario sin
propsito literario (TIT, 26, d) . Pues bien, en el caso del
cabal ajuste, tendramos, p:ll'a la literatura, un proceder his
t1ico cercenado de la intencin hist rica. La historia va al
sttccder real po r imperioso deber. La literatu ra, por volun
turia eleccin, y en busca de valores estticos. Como entonces
se of,ece en funcin vicaria de la vid11, da la historia compl ~mcntada. Y de tal suerte puede encajar en la verdad prc-
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obtenidos mediante recursos verbales, cuyo examen corresr onde ya nl deslinde potico (VII, 22).
Segn los clsicos, el estimulo de esta intencin, en literatura corno en las otras artes, es la necesidad innata de crear
fonnas armoniosas, una aspiracin hacia la nrmonia, una especie de e.rtica. Es el impulso demoniaco que hoy se dice;
o en In palabra de Vico, el pulso de la naturezza ferina, de
la virginidad vital. Para desvestirla de toda referencia a expresiones est{tticas como "forma" y hasta "arrnonla" (en
griego, vale "contextura"), bien puede llamarse n esta ingenuidad " impulso lrico". Participa de In fluencia vital que
va deshaciendo unas unidades para integrar siempre otras
nuevas; evoca la camb iante msica y se acompuiu de cierta
alegra, hasta cuando corre sobre el dolor: la ulcgrla de la
superabundancia, dd excedente, del chorro abierto, del des
dn de los fines. Se manifiesta en manera de juego o eman
cipacin im aginativa de las necesidades prcticas. En tal
concepto, es libertad, y tambin es compensacin contra las
coercionc.~ del suceder real. Pero es libertad? Digamos
mejor "liberacin", recordando que todo arte, corno todo
juego, se crea sus propias leyes, forja o finge (ficcin tambin) sus propios obstculos. De suerte que la creacin adelanta entre f icciones de libertad y ficciones de regulacin
cannica. Y esto, porque tambin la aventura, la hazaa, la
empresa, el choque y el vencimiento de la valla Fon apoyos
del regocijo vital. De suerte que el impulso llrico sera inslpido sin estos encttentros que le dan conciencia de su vigor
(lejano origen de la estrofa y de las cristaliznciones prosdicas del verso), o se confundirla simplemente con cua lquier
desahogo vi tul sin exnesin esttica. Di flcilmente, y slo por
coincit!encia, el mero desahogo o explosin de carga super
numeraria asume un valor de arte. El lamento anle el cadver slo asciende a la categora de arte folklrico cuando
es el oficio de la plaidera: oficio, sistema de rc~las, carrera
de obstculos. La naturaleza sin arte puede producir efectos
arllsticos al contemplador, pero no es arte en s misma, como
el paisaje no es arte, sino provocacin de emociones artsticas, lo que es muy distinto. Repitamos : lamentable, siempre
lamentable In confusin entre la emocin potica y la poesa,
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sueltas todas las pasiones, todos los anhelos, todas las reivindicaciones contta el pequeo suceder coti diano.
Emocin de vitalidad, de sentimiento, de belleza y de inteligl'.ncia van gradundose en el desarrollo hacia el arte. l.a
vitalidad, en la base, lo mismo es alimento de la creacin
artstica <1ue de todo el ser; y as, los verdaderos extremos
especficos ''an del sent imiento a la inteligencia. Dos peligros en suma, porque la creacin artstica es siempre peligrosa como toda hazaa. El sentimi ento resbala hacia ese
derrumbadero del fmude emocional que ) ra en oeces filantrpicas y en rmnp loncras melodramticas. Lu inteligen
cia absorbe la direccin del arte hasta convertido en investigacin, mucho ms all de la temperatura de belleza, y
entonces comunica 11 la obra una frigidez de problema (!,
12 y III, 57-5). Este exllemo es menos pel igroso que el
sentimental in meuiato, d;ase lo que se quiera, porqu e aqul
desvirta el orle y ste lo acerca a la concili acin de los placeres perfectos del espritu: el dios, el nmero y la idea de
Platn ( IV, 5) .
La tcita controversia entre Platn y Aristteles se entabla, en verdad, en tomo a las extralimitaciones sentimentales.
Aqul considera que el selllimienlo abandonado a s propio
perturba las normas racionales que deben regir la repblica.
ste, convencido de que hay que conta r con el sentimiento
como cosa de la naturaleza, le otorga una confianza de naturalista, y ctce posible canalizarlo en provecho del dittamismo psquico. Al peligro del extravo sentimental scflalado por el muestro, opone el discpulo el peligro de la
amputacin conll'U natura. Y ya se ve que uno y otro se
muestran igualmente atentos a los efectos adventicios - ticos, pollticos- de la literatura; atencin que, si se la exagera, lo mismo desvirta la creacin que la critica, y nos
encerrara otra ve~ en has modestas especies del bien subordinado. Si Aristteles nos entusiasma en su defensa de los
poetas, no nos cntusia~ma menos Platn en su heroica lucha
-por desgracia algo confusa en su;; libros- por emancipar
la poesa de los fraudes sentimentales, llevndola a la wna
austera y difci l, neumtica en cierto modo, en que ella reivin
dique su jcrar<ua.
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