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En Alta Mar

La obra trata sobre tres náufragos en una balsa que deben decidir qué hacer ya que se han agotado sus provisiones de comida. Discuten varias opciones como hacer un sorteo o elecciones para decidir quién de ellos será comido por los otros para sobrevivir. Finalmente deciden organizar una campaña electoral aunque sus discursos se vuelven cada vez más absurdos e irreverentes.

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En Alta Mar

La obra trata sobre tres náufragos en una balsa que deben decidir qué hacer ya que se han agotado sus provisiones de comida. Discuten varias opciones como hacer un sorteo o elecciones para decidir quién de ellos será comido por los otros para sobrevivir. Finalmente deciden organizar una campaña electoral aunque sus discursos se vuelven cada vez más absurdos e irreverentes.

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"EN ALTA MAR"

DE

SLAWOMIR

MROZEK

La antropofagia es el tema central. La obra, escrita en los '60,


parte de este feroz conflicto para navegar por temas tan actuales
como la lucha de poder, la caprichosa organizacin de jerarquas y
la distribucin de la riqueza.
A partir del irreverente humor de Slawomir Mozrek, la pieza plantea
una situacin triangular: tres nufragos en una balsa deben tomar la
cruel decisin de comer a uno de ellos para poder sobrevivir. Es la
muestra de lo que puede convertirse en una puesta sorprende ya que
el texto resurge como esos clsicos de gran vigencia para el mundo
actual.
Slawomir Mrozek (Borzecin, 1930) Escritor polaco de culto. Su visin
crtica del mundo contemporneo se expresa en obras de teatro cuyos
personajes, enfrentados a determinadas situaciones sociales, llevan
hasta el lmite la lgica de los estereotipos que simbolizan y caen
en
el
absurdo.
Algunas de sus piezas ms representativas son Striptease (1961),
Tango (1964), Los emigrados (1974), El embajador (1981) y El
residente
(1986).
Ha
publicado
tambin
varios
volmenes
de
narraciones cortas, entre las que figuran El elefante (1957), El
progresista (1960) y Un ratn en el armario (1970).

PERSONAJES
El
El
El
El
El

nufrago gordo
nufrago mediano
nufrago pequeo
cartero
lacayo

Obra en un acto y un decorado.


La escena representa una balsa en alta mar.
Los tres nufragos llevan elegantes trajes negros y camisas blancas.
Las corbatas irreprochablemente hechas. Pauelos blancos en los
bolsillos de las chaquetas.
Estn sentados sobres tres sillas. En la balsa tambin se encuentra
un cofre.
1.

El gordo:

Tengo hambre.

2.

El mediano:

Comera cualquier cosa.

3.

El pequeo:

Se agotaron ya las provisiones?

4.

El gordo:

5.

El pequeo:

6.

El gordo:

7.

El mediano:

Comamos algo.

8.

El pequeo:

A m tambin me gustara comer algo.

9.

El gordo:

Las provisiones se han agotado


completamente. No queda ya ni una migaja.
Me pareci que tenamos todava un poco de
carne de ternera con chcharos.
No queda nada.

Algo? Seores, sean realistas. El mejor

10.

El mediano:

A m ya me da lo mismo.

11.

El pequeo:

Usted mismo dijo que las provisiones se


agotaron, entonces qu es lo que tiene en
mente?

12.

El gordo:

13.

El mediano:

Debemos de comer, no algo sino a alguien.


(Viendo a la derecha y a la izquierda) No
veo
2

14.

El pequeo:

Yo tampoco veo con la excepcin de (Se


calla repentinamente. Pausa)

15.

El gordo:

16.

El mediano:

A comerlo!

17.

El pequeo:

(Con pasin) S! S! Vamos a comerlo!

18.

El gordo:

19.

El mediano:

Quin?

20.

El pequeo:

Quin?

21.

El gordo:

22.

El mediano:

(De repente indica hacia arriba, como si


algo le llamara la atencin) Gaviota. Vuela
una gaviota.

23.

El pequeo:

Quiz lo que voy a decir resulta brutal,


pero quiero confesarles que soy un egosta
terrible. Desde la primaria me coma mi
lunch solo, sin dividirlo con nadie.

24.

El gordo:

25.

El mediano:

Perfecto.

26.

El pequeo:

Es la mejor solucin.

27.

El gordo:

Debemos de comernos a alguien de nosotros.

Caballeros! No seamos nios. Os llamo la


atencin, dado que no podemos gritar los
tres al mismo tiempo: Vamos a comerlo. En
esta situacin alguien de nosotros debe
decir: Por favor, caballeros, srvanse.

Precisamente, esa es la pregunta que


quisiera hacerles, caballeros (confusin,
silencio)
Me
dirijo
al
sentido
de
compaerismo. A la buena educacin, de
vosotros, caballeros.

Muy feo. Ni modo, pues. Vamos a hacer una


rifa.

La rifa la efectuaremos de acuerdo con el


siguiente sistema: uno de ustedes dir en
voz alta cualquier nmero. Luego otro de los
caballeros dir un nmero ms. Finalmente,
yo tambin pronunciar en voz alta cualquier
nmero. Si la suma de los tres es impar,
ustedes me comern a m. S, por el
contrario, la suma queda en nmero par,
entonces ser comido alguno de ustedes.
3

28.

El mediano:

No En realidad yo soy enemigo de los juegos


azar.

29.

El pequeo:

Y qu va a pasar si usted se equivoca?

30.

El gordo:

31.

El mediano:

Mejor busquemos otra solucin. Somos gente


civilizada. La rifa es un residuo del
oscurantismo.

32.

El pequeo:

Es una supersticin vulgar.

33.

El gordo:

34.

El mediano:

No es una mala idea. (Al gordo) Estara


usted de acuerdo en ir a las urnas? Eso
significara una
campaa electoral.

35.

El pequeo:

El parlamentarismo ya pas de moda.

36.

El gordo:

37.

El pequeo:

38.

El gordo:

39.

El mediano:

Secretas.

40.

El pequeo:

Pero sin ningn bloque. Cada uno postular


su propia candidatura.

41.

El gordo:

42.

El pequeo:

No tengo pluma.

43.

El mediano:

Se la prestaremos con mucho gusto.

44.

El gordo:

(Sacando de la bolsa una pluma fuente) Est


usted servido.

45.

El mediano:

(Frotndose las manos) A las urnas! A las


urnas!

Caballeros, ustedes no me tienen confianza.


No hay nada qu hacer entonces.

Muy bien. Podemos organizar una votacin


popular.

Pero no existe otro camino. Si usted


prefiere la dictadura, tomar el poder con
mucho gusto.
No, no! Abajo la tirana!
Entonces, elecciones libres.

(Se levanta, abre el cofre y saca un


sombrero de copa) He aqu el sombrero.
Echaremos las boletas con el nombre de los
candidatos.

46.

El pequeo:

Un momento. Si ya organizamos las elecciones


como gente civilizada, no podemos dejar
pasar la etapa de propaganda preelectoral,
que procede en todo mundo cultural a la
propia accin.

47.

El gordo:

48.

El mediano:

49.

El gordo:

50.

El mediano:

(Al pequeo) Quiz usted?

51.

El pequeo:

Preferira despus. Nunca fui buen orador.

52.

El gordo:

53.

El mediano:

S, si. Es usted quien sugiri las masas,


los mtines, el futurismo. A usted le toca
comenzar.

54.

El pequeo:

Si ustedes lo desean, caballeros. (Se sube


la silla como si fuera una tribuna. Los
otros nufragos se paran delante de l. El
nufrago gordo saca de la bolsa un cartel
colocado sobre dos palos. Entrega uno de los
extremos del cartel al nufrago mediano. Los
dos desenvuelven el cartel. La inscripcin
dice: Queremos comer) Hmm Caballeros!

55.

El mediano:

(Interrumpindolo) Nosotros somos gente


comn! Que se nos trate sin halagos. Abajo
la
lambisconera!
Exigimos
la
verdad
desnuda!

56.

El pequeo:

Compaeros! Nos reunimos aqu

57.

El mediano:

(Interrumpindolo) Abrevie, abrevie!

58.

El gordo:

59.

El pequeo:

Si usted no quiere ceder, caballero


Entonces comenzamos la propaganda, pero que
sea rpido.
(Se levanta de la silla y la pasa al centro
de la balsa) El mitin queda abierto. Quin
tomar primero la palabra?

Pero si es usted el creador del proyecto.

Tenemos prisa para ir a trabajar!


Nos hemos reunido aqu para solucionar el
problema
urgente
del
aprovisionamiento.
Compaeros, yo no debo ser tomado en
cuenta! Yo tengo mujer e hijos. A menudo al
anochecer
me
sentaba
en
el
jardn
y
5

columpiaba a mis hijos. Mi mujer bordaba. Y


as hasta que llegaba la noche. Seores
compaeros!
Pueden
ver
este
sereno
y
tranquilo cuadro. No se sienten conmovidos?
60.

El mediano:

Ese no es ningn argumento. Cuando se trata


del bienestar comn, los sentimientos no
juegan ningn papel. Los nios pueden
columpiarse solitos.

61.

El gordo:

62.

El mediano:

S, s! Lo hacen mejor! Al Zinder, al


carrusel, a los columpios. No, los nios no
son ningn argumento.

63.

El pequeo:

Pero compaeros. Yo de chiquillo siempre


urda planes ambiciosos. Es cierto que no
trabaj lo suficiente y que no he logrado lo
que anhelaba. Ahora siento que todava no es
tarde. Todava se puede corregir muchsimo.
Les prometo que ya no reposar, que no
descuidar nada en mi anhelo por alcanzar la
meta. S, tuve cadas. Es cierto. La falta
de fe en m mismo, la prdida de la
esperanza,
la
flojera.
Pero
todava
alcanzar. Templar mi voluntad, formar mi
carcter, conquistar la sabidura, hasta
lograr aquello que me espera todava ser
alguien.

64.

El mediano:

Ms alto!

65.

El pequeo:

Ser alguien!

66.

El gordo:

67.

El mediano:

68.

El gordo:

Inclusive lo hacen mejor.

Subjetivismo.
Queremos comer!
Usted permite? Juntos. A las tres:

69. El gordo y mediano: Que-re-mos-co-mer, que-re-mos-co-mer!


70.

El pequeo:

(Decado, casi llorando) No se los aconsejo,


de veras, no se los aconsejo. (Baja de la
tribuna)

71.

El mediano:

(Le pasa el palo del cartel y sube a la


tribuna)
Hermanos de la mesa! No soy gente instruida
y no me gusta hablar mucho. Hacer. Es otra
6

cosa. Desde mi tierna juventud me interes


por el arte culinario. No para alimentarme,
oh no! Soy una persona modesta y poco
exigente. Aqu, entre nos, no me gusta
comer. Vuestra voluntad es para m sagrada.
Y lo que es ms importante, como muy poco,
casi nada. Qu digo! En general, no como.
Quiz hace algunos aos me suceda tomarme
un bocadillo cada segundo o cada tercer da.
Pero ahora no! He terminado con el comer de
una vez por todas. Con todo, el proceso de
la preparacin de alimentos constituye para
m la alegra de mi vida. Para un cocinero
no existe nada ms agradable, despus de un
difcil y cuidadoso esfuerzo, que ponerse a
observar cmo comen los otros, y cmo
saborean. Es el nico premio que exijo.
Aadir solamente que soy especialista en
platos
de
carne.
Mis
salsas
son
inigualables Es lo nico que quise decir.
72.

El gordo:

Bravo! (Aplaude. El pequeo, aptico, no


reacciona. El mediano baja de la tribuna y
sube el gordo).

73.

El mediano:

Viva! (Repentinamente se interrumpe. El


gordo pone las manos sobre las caderas, por
un instante observa alrededor como si
estuviera rodeado por una muchedumbre)

74.

El gordo:

75.

El mediano:

76.

El gordo:

(De repente extiende su mano, con el saludo


fascista) Os saludo, oh hambrientos!
(Entusiasta) Hurra! Arriba! uaaa!
(Lo calma con un gesto dominante) Hablar
corto, como un soldado. Primero, no quiero
influir sobre vuestras opiniones. Decidiris
solos. nicamente soy servidor de ustedes y
su voluntad es para m sagrada. Comer lo
que se me proporcione. Segundo, no hay
necesidad de hablar demasiado. Yo soy
indigesto. El grueso de mis venas es
proverbial, soy huesudo y flaco. Tengo dos
costillas de hierro, me han sacado el hgado
y tengo un pie ms corto. No poseo ninguna
seguridad respecto de las tricinas. Para qu
voy a ocultar todo esto. Tercero, no quiero
ser demagogo y me gustan las situaciones
claras: si no me escogis, entonces el
restante recibir un muslo y el lomo. Yo me
7

contentar con los dems y con la lengua. A


todos los que tengan algunas pretensiones,
lo digo aqu con todo rigor: no renunciar a
la lengua.
77.

El mediano:

Bravo, bravo, guanos, caudillo!

78.

El gordo:

79.

El mediano:

80.

El gordo:

81.

El pequeo:

Estuvo usted magnfico. Solamente que yo


yo precisamente yo no puedo comer lomo me
hace
dao
si
no
tuviera
usted
inconveniente

82.

El mediano:

(Parndose frente al gordo en posicin de


firmes)Si me permite, lo voy a felicitar. Su
discurso
me
ha
conmovido.
En
lo
que
concierne a la lengua, estoy de su lado.

83.

El gordo:

Bueno. Damos por terminada la campaa. Ahora


a las elecciones. (Pone el sombrero de copa
en el centro de la balsa. Los tres se dan la
espalda y se van a los distintos extremos
para escribir sus boletas. El gordo y el
mediano observan al pequeo. El gordo se
acerca inclusive al pequeo y trata de ver
lo que l escribe. El pequeo se da cuenta a
tiempo y oculta la boleta con mano. Despus
le regresa al gordo la pluma).

84.

El pequeo:

85.

El gordo:

86.

El mediano:

Eso es todo. No me gustan las habladuras,


los filsofos, ni los dbiles. Adelante!
Hurra! Bravo! Bis, bis! Arriba! (El
gordo baja de la tribuna. El pequeo y el
mediano envuelven el cartel).
(Al pequeo) Le gust?

Muchas gracias.
Es una pequeez. Si usted quisiera corregir
algo, estoy a sus rdenes. (El gordo se va
al otro extremo de la balsa. Ahora el gordo
y el mediano llevan las boletas. El pequeo
sigue todava dndoles la espalda; despus,
todos se voltean y se aproximan al centro de
la balsa. Meten las boletas al sobrero de
copa). Vamos a contar los votos.
Tengo mucha curiosidad. Las votaciones
agudizan el apetito.

87.

El pequeo:

Podra usted tener ms tacto. (El gordo mete


la mano en el sombrero de copa. Levanta la
cabeza y en silencio mira al pequeo. Una
pausa larga) Qu pas?

88.

El mediano:

Cul es el resultado?

89.

El gordo:

90.

El mediano:

Cmo? Yo tengo hambre.

91.

El pequeo:

Quisiera usted entorpecer las libres y


democrticas elecciones?

92.

El gordo:

93.

El pequeo:

(Inocentemente) Ya dije que el


parlamentarismo pas de moda.

94.

El mediano:

Qu pasar ahora?

95.

El gordo:

96.

El pequeo:

97.

El gordo:

98.

El pequeo:

Claro! Ya lo saba. No! No! No


quiero.

99.

El mediano:

Es un asunto feo, la democracia no result.


La dictadura no tiene ninguna oportunidad.
No obstante, hay que inventar algo.

100.

El gordo:

En tales momentos, la situacin solamente


puede ser salvada por una persona llena de
sacrificio y de entusiasmo. Recordemos que
eran
siempre
los
voluntarios
los
que
salvaban la situacin cuando fallaban las
formas
ordinarias
del
procedimiento.
(Preparndose otra vez para el discurso. Al
pequeo) Querido y respetable compaero!

101.

El pequeo:

Caballeros. Tenemos que cancelar las


elecciones.

Hay cuatro boletas en el sombrero de copa.


Cuatro! (El gordo y el mediano observan al
pequeo).

Una tpica crisis del Gabinete. Qu tal si


aplicamos el principio de la nominacin del
candidato?
Quin va a nominar?
Yo lo har con mucho gusto.

No, no! Les prevengo que no voy a


escuchar!

102.

El mediano:

Escchelo!

103.

El gordo:

104.

El mediano:

105.

El gordo:

106.

El pequeo:

No quiero.

107.

El mediano:

Cmo, no quiere convertirse en voluntario?

108.

El pequeo:

No.

109.

El gordo:

110.

El pequeo:

No.

111.

El mediano:

Repugnante.

112.

El gordo:

113.

El pequeo:

Me niego decididamente. No tengo vocacin


para la grandeza.

114.

El mediano:

Desde ahora puede usted, seor, dejar de


saludarme. Le tena por un hombre honesto,
por patriota de nuestra balsa y resulto
usted un canalla. Adis. (Se va al extremo
de la balsa y le da la espalda al Pequeo).

115.

El gordo:

Querido y respetable caballero! Todos


sabemos que no se pueden ocultar ciertos
rasgos de carcter, como los deseos de
sacrificio,
de
amor
al
prjimo,
la
solidaridad. Desde los primeros instantes
hemos observado, yo y el compaero, que en
usted,
caballero,
existe
algo
que
lo
distingue. Este algo es su nobleza innata y
su inquebrantable anhelo de servir a la
causa comn, capacidad de Verdad querido
compaero?
(Ansioso) En vida he visto a un hombre
mejor.
Estamos felices de que, finalmente, la
colectividad pueda responder a su ardiente
llamado, y sta es la ocasin propicia para
la realizacin de su nostalgia oculta y
pura. Usted, caballero, anhela pasar a
nuestra
memoria
como
una
personalidad
comprensiva, modesta, sociable, apetitosa

Traiciona usted a la colectividad? Pisotea


la confianza de los compaeros: no quiere
usted.

Se niega usted decididamente?

S. Nos hemos engaado respecto de usted,


10

caballero. El honor no le significa nada.


Entonces, por favor, quiz usted mismo
gustar
de
proporcionarnos
alguna
otra
solucin? Le escuchamos!
116.

El pequeo:

117.

El gordo:

118.

El pequeo:

119.

El gordo:

Qu seguridad tiene de que la justicia no


se volver en su contra? Eso significara
que usted, quiero decir, qu abogar por su
candidatura?

120.

El pequeo:

Es ms sencillo. Desde nio fui muy feliz,


no lograba nada. Las circunstancias se
volvan contra m, entonces

121.

El gordo:

122.

El pequeo:

123.

El gordo:

124.

El pequeo:

125.

El gordo:

126.

El pequeo:

127.

El gordo:

128.

El mediano:

(Con fe creciente) solucin? Cmo no!


Desde nio he soado con la justicia
universal. Exijo nicamente la justicia,
nada ms!
Me asombra usted, caballero.
Por qu?

Entonces, cree usted que ahora la


justicia
universal
podr
equilibrar
anterior falta de suerte?

su

S.
Es sorprendente que los que se quejan
falta de justicia universal sean,
todo, los descontentos. Son aqullos
lograron nada en la vida los que
justicia,
buscando
de
esta
justificacin.

de
sobre
que no
exigen
manera

Yo no retrocedo. Consentir en todo bajo una


condicin: que la solucin se justa.
Quiere, bajo condicin de no ser usted, que
alguien sea comido.
Esas son insinuaciones, pido justicia.
Sentmonos caballeros. Esto ser difcil
pero se puede arreglar.
Yo ni hablo con l. (Todos ocupan sus
lugares, como al principio)

11

129.

El gordo:

(Al mediano) Querido compaero, tiene usted


una madre?

130.

El mediano:

131.

El gordo:

(levantando los ojos al cielo)


Desgraciadamente, desde mis aos ms tiernos
soy hurfano por completo. Pobres paps!

132.

El mediano:

(Apresuradamente) Precisamente quise decir


lo mismo. Hablando entre nos, yo nunca he
tenido paps.

133.

El gordo:

134.

El pequeo:

135.

El gordo:

136.

El pequeo:

137.

El gordo:

No, m querido seor. Est claro como el


da. Usted tiene una mamacita, a usted
siempre le iba de lo mejor en el mundo. No
cree usted, caballero, que ya es tiempo de
pagar esta deuda moral contrada por usted
ante los hurfanos? Ante aquellos que nunca
sintieron los cuidados maternales, el calor
del hogar, el bienestar? Sobre todo, como
usted dijo, su mamacita de todos modos ya lo
est llorando.

138.

El pequeo:

(Desesperadamente, buscando un argumento)


Pero, puede ser que mi mamacita tambin haya
muerto. ltimamente se senta muy mal y pas
ya tanto tiempo desde que estuve la ltima
vez en mi casa

(Con vacilacin) Cmo decirle y usted,


jefe?

(Al pequeo) Y usted, caballero?


Tengo a mi mamacita. En este mismo momento
est llorando en su soledad por m.
Me parece que desde el punto de vista de la
justicia,
el
asunto
es
completamente
sencillo. Perjudicara usted, sin que su
corazn se estremeciera, a un hurfano? La
orfandad,
inclusive
entre
los
pueblos
salvajes, fue siempre considerada como la
desgracia ms grande. No, m querido seor.
Si alguno de nosotros los hurfanos tuviera
que ser comido sera como dar una bofetada a
la justicia ms elemental. No basta con que
seamos hurfanos, adems se nos amenaza con
comernos.
(Estupefacto) Pero

12

139.

El gordo:

Habla usted como un nio, Cmo podramos


comprobarlo? Ni siquiera tenemos huellas de
alguna prueba.

140.

El mediano:

Entonces qu?

141.

El pequeo:

Pero si les estoy diciendo que no se senta


bien cuando sala. Se habla ltimamente
tanto de las enfermedades de la civilizacin
moderna

142.

El gordo:

Fantasmagoras de artista, juegos de la


imaginacin. Su mamacita seguramente est en
buena salud, y que Dios le d larga vida,
mientras que nuestros paps (Al mediano)
Recuerda usted, caballero, aquellas largas
tardes otoales, cuando, nios descalzos
como ramos, vendamos fsforos a los
transentes?

143.

El mediano:

144.

El gordo:

145.

El mediano:

146.

El gordo:

147.

El pequeo:

148.

El gordo:

149.

El mediano:

150.

El gordo:

151.

La voz:

(Cubrindose los ojos con la mano) Ah! No


lo recuerde! Es mejor olvidar aquello.
O recuerda usted aquel familiar lejano,
avaro y strapa que nos quitaba, a nosotros,
semidesnudos,
el
ltimo
pedacito
de
mantequilla para drsela a los ratones como
carnada para la trampa?
(Gimiendo) Los espectros del pasado
(Extiende desamparadamente las manos ante el
Pequeo como si quisiera decir: Usted mismo
ve que no se puede hacer nada)
Perdn, me parece or una voz en alta mar.
(Escucha)
Claro, usted cambia de tema. La desgracia,
humana
no
crea
en
usted
ningunos
sentimientos. Ah, estos malos educados
muchachitos de la juventud dorada! (Se oye
una voz dbil).
(Acusador) El tena una pelota cuando era
chico.
Una pelota y un osito.
(Se oye ms cerca) Socorro! Aydenme!

13

152.

El pequeo:

Ahora ya se escucha claramente la voz.

153.

El gordo:

S, es cierto, alguien se acerca hacia


nosotros. Los hurfanos nunca tienen suerte.

154.

El mediano:

(Levantndose y viendo hacia el mar) Quiz


sea alguien con comida. Veo perfectamente
que est nadando, valindose solamente de
una mano mientras lleva en la otra un objeto
grande. (El gordo y el pequeo se levantan
tambin de sus lugares y se acercan al
mediano, al extremo de la balsa)

155.

El pequeo:

S, s. Puede ser cierto. Sucede a veces que


el labriego que va con su marranita al
mercado se cae al agua. Nadando con todas
sus fuerzas tiene agarrado su nico bien, el
marranito.

156.

El gordo:

157.

El mediano:

158.

La voz:

159.

El gordo:

160.

El cartero:

Claro que no. Yo mismo me echara un


bocadillo. Fui arrasado antes del desayuno.
(Descubriendo al pequeo) Pero si es usted,
caballero! NO puede ser, que curiosa
coincidencia!

161.

El gordo:

(Sospechoso) Ustedes se conoce, caballeros?

162.

El cartero:

Como no! Desde hace diez aos entrego el


correo al seor. (Al pequeo) No saba que
se encontrara en alta mar. Me viene muy
bien, pues tengo un telegrama para usted.

163.

El pequeo:

Un telegrama para m?

164.

El cartero:

S, precisamente iba con el telegrama a su


casita en la orilla del mar, cuando me
arras la ola. Por suerte no nado mal.
(Busca en la cartera) Este es el telegrama.

Ah lo estoy viendo.
Es alguien que lleva un uniforme. Los
uniformados se alimentan en los casinos.
(Muy cerca) Socorro! (Llega del mar el
cartero, completamente uniformado, con un
gorro y una bolsa de cuero en la mano. El
mediano lo ayuda a subir a la balsa)
No trae algo de comer?

14

165.

El pequeo:

(Yendo al extremo a leer el telegrama) Con


su permiso, caballeros.

166.

El gordo:

167.

El cartero:

Verdadero, aunque mojado. Usted entiende,


caballero cuando se cae al agua

168.

El pequeo:

Viva!

169.

El gordo:

Qu pasa?

170.

El pequeo:

(Controlndose) Caballeros, me ha sucedi


una gran desgracia. Mi madre ha muerto.

171.

El mediano:

Ya lo saba!

172.

El pequeo:

Dadas las circunstancias, les llamo la


atencin hacia el hecho de que tambin yo
soy hurfano. Tenemos que volver al debate y
poner otra vez en el tapete el asunto de
comerse a alguno de nosotros.

173.

El gordo:

174.

El cartero:

(Muy desconfiado, al cartero) Es verdadero


este uniforme?

Protesto, esto es una trampa! Usted,


caballero, se puso de acuerdo con el
cartero!
(Con dignidad) Y usted ofende a un
funcionario
que
se
encuentra
cumplimiento de sus deberes!

en

el

175.

El gordo:

Cunto le pag usted, caballero? Tal vez


son todava amigos de la escuela

176.

El pequeo:

Caballero, me acusa injustamente. Pregunte


usted al cartero si hemos conspirado juntos.

177.

El gordo:

Perfecto, preguntmosle. Y si contesta que


s, si confiesa, nos los comeremos a usted
sin ningunos miramientos. Si niega, entonces
nos comemos al cartero.

178.

El cartero:

179.

El gordo:

180.

El mediano:

Qu cosa? Qu les parece esto? Apenas


entra uno y ya se lo comen. Por qu?
Precisamente por eso. Usted sirve
perfectamente, est todava completamente
fresco.
Jefe, y s nos comemos a los dos? El
15

cartero como saut; o uno


al horno y el
otro como entrems, o como postre. Una parte
tambin puedes ser en vinagreta y se la
puede dejar para despus. O rellenar el uno
con el otro. Que delicia!
181.

El pequeo:

(Con esperanza) Quiz, por los menos, el


seor cartero no es hurfano? Nosotros, los
abandonados, sin casa ni hogar hay que
preguntarle.

182.

El gordo:

(Pensando en el men) No, al otro preferira


destilarlo. Qu clase de vermouth se podr
obtener de un cartero?

183.

El cartero:

(Dndole la razn fervientemente) S, si.


Tiene usted razn, caballero. Como vermouth
soy
mediocre,
pero
como
cartero
soy
excelente.

184.

El mediano:

Cmo? Desprecia a un verdadero vin du


postillon?

185.

El pequeo:

(Al cartero) Si usted confiesa falsamente


que hemos tramado un complot, me quejar al
Ministerio de Comunicaciones.

186.

El cartero:

No tenga cuidado. Llevo treinta aos de


servicio irreprochable.

187.

El gordo:

No perdemos tiempo. Estaba usted conspirado


con este caballero? S o no? Si la noticia
sobre la muerte de su mamacita es fingida,
recibir usted rioncitos y quiz algo de
tocino. Por el contrario, si la noticia es
verdica,
entonces
nosotros,
los
tres
hurfanos, nos lo comeremos, precisamente en
calidad de cartero. El correo es una
institucin de utilidad pblica y como tal
debe servir a la sociedad.

188.

El pequeo:

Le ruego, no se deje confundir.

189.

El cartero:

No hay cuidado, soy un cartero honesto, a la


antigua; no se me puede comprar con unos
rioncitos.

190.

El gordo:

Le podemos ofrecer, adems, la rodilla, pero


le prevengo que no podemos darle ms.

191.

El cartero:

No, seor. (Sealando el cuello de su


16

uniforme) El honor de estas insignias me


importa ms que la vida. Adis, caballeros.
(Brinca al agua)
192.

El pequeo:

No, no, no se vaya usted. Testifique


nicamente que yo soy inocente. Qudese
usted!
(Mostrando
el
telegrama)
Ahora,
compaeros, ustedes mismos ven que desde el
punto de vista de la justicia, nuestra
situacin es igual. Todos somos hurfanos.

193.

El gordo:

(Indiferente, al mediano) Querido compaero,


ponga usted la mesa. Los cubiertos estn en
mi cofre.

194.

El pequeo:

195.

El gordo:

196.

El pequeo:

Cmo debo entender eso?

197.

El mediano:

(Que mientras tanto ha abierto el cofre)


Jefe, tambin vamos a utilizar el mantel?

198.

El gordo:

199.

El pequeo:

200.

El gordo:

201.

El mediano:

Jefe, y la pastelera?

202.

El pequeo:

Mi padre era un empleado de oficina. Por


qu?

203.

El cartero:

(Apareciendo de nuevo del mar. Se apoya en


la balsa) Perdonen, caballeros. Se me olvid
el recibo. Ustedes me enredaron tanto sobre
el comer del hombre por el hombre, que perd
la cabeza.

204.

El pequeo:

dnde debo firmar?

205.

El cartero:

Aqu, por favor. (El pequeo firma el

(Retirndose) Cmo? Los hurfanos a los


hurfanos?
Usted olvida que existe todava otra clase
de justicia: La Justicia de la historia.

El hecho de que todos nosotros hayamos


perdido a nuestros parientes no nos sita al
mismo nivel. Hay que averiguar quienes eran
nuestros padres.
Dios mo! Sencillamente padres.
Ha, ha, ha! Quin era su padre?

17

recibo) Tuve que retroceder tanto camino.


Adis. (Desaparece nadando).
206.

El gordo:

207.

El pequeo:

208.

El gordo:

Entonces su padre era un empleado de


oficina? Precisamente, me lo sospechaba.
Sabe usted quin era mi padre?
No.
Era un simple leador, analfabeta. Y el pap
de mi compaero ni siquiera existi, su
madre lo concibi a causa de las penas
producidas por la miseria. S seor. Su
padre llenaba renglones enteros de oficina,
al servicio de la aristocracia, sentado
cmodamente
en
una
oficina
calientita.
Mientras tanto, mi pobre pap cortaba pinos,
para que su padre tuviera papel sobre el
cual escribir embargos dirigidos a la pobre
mamacita de mi compaero, que ni siquiera
tuvo a su pap. No le da vergenza?

El mediano saca del cofre diversos trastos de cocina. En este mismo


instante saca una mquina para moler carne, y le da varias vueltas
con la palanca para probarla.
209.

El pequeo:

(Entiendo el juego impuesto y tratando de


defenderse dentro del mismo) Pero si yo no
tengo nada en comn con este asunto!

210.

El gordo:

Exacto, a esta justicia que nos obliga a


comrnoslo la llamamos justicia histrica.

211.

Voz:

212.

El gordo:

Qu demonios pasa? (Sobre la balsa aparece


la cabeza de un viejo lacayo con las
patillas canosas).

213.

El lacayo:

Seor Conde, que alegra verlo una vez ms!

214.

El gordo:

215.

El lacayo:

216.

El gordo:

217.

El lacayo:

(Desde el mar) Seor Conde, seor Condeee!

Pero qu significa esto?


(Conmovido hasta las lgrimas) El seor
Conde no me conoce? A su viejo Juan? Pero
si fui yo quien le enseo a montar cuando el
seor Conde era todava un seorito!
Largo!
Es una gran felicidad que mis viejos ojos
18

puedan mirarlo de nuevo, seor Conde! Todos


estn tan inquietos en palacio! Cuando lleg
la noticia de que el barco en que viajaba
usted, seor Conde, se haba hundido, no
pude aguantar ms. Dnde est mi seor
Conde? Ah estoy yo. El destino del seor
Conde ser el mo. Entonces me ech al mar,
voy nadando y de repente, veo a mi seor!
Que felicidad!
218.

El gordo:

Juan, abandone inmediatamente la balsa y


hndase.

219.

El lacayo:

220.

El pequeo:

221.

El gordo:

(Como si nada hubiera pasado) Entonces, como


ustedes mismos se dan cuenta, la justicia
histrica

222.

El pequeo:

(Con coraje) Ya veo. Usted, caballero, viva


en un palacio, usted, caballero, montaba!

223.

El gordo:

Yo? Montaba? Mi padre ni siquiera pudo


tener un asno. Usted, caballero, me atribuye
los recuerdos de su propia infancia.

224.

El pequeo:

225.

El gordo:

Desde luego, usted mismo lo dijo hace un


momento.

226.

El pequeo:

No, esto sobrepasa todos los lmites.


Declaro categricamente que no he tenido
nada en comn con un caballo.

227.

El gordo:

228.

El mediano:

Pobre animalito, nadie quiere reconocerlo


(Al pequeo) No le da lstima el caballo?
Sea como sea, le debe usted, caballero, los
das ms felices de su infancia.

229.

El pequeo:

Pero el lacayo

A sus rdenes, seor Conde. Que felicidad,


que felicidad! (Desaparece)
No, no buen hombre, no deje la balsa pase
Se hundi.

Esto ya es el colmo! Quiere decir que yo,


yo montaba a caballo?

Y yo mucho menos. Mi padre ni siquiera


conoca la palabra caballo, era analfabeta.

19

230.

El gordo:

231.

El mediano:

232.

El gordo:

233.

El mediano:

234.

El gordo:

235.

El mediano:

236.

El gordo:

237.

El mediano:

238.

El gordo:

239.

El mediano:

240.

El gordo:

241.

El pequeo:

242.

El gordo:

243.

El pequeo:

244.

El gordo:

Qu lacayo? (Al mediano) Caballero ha


visto usted un lacayo?
Yo? Adnde?
Mi querido seor, en esta discusin dejo de
tratarlo como a un igual, usted padece
alucinaciones.
Est loco!
Siendo un personaje, debe, usted, caballero,
subordinarse a la direccin de la gente que
sabe lo que quiere. Debe usted, caballero,
ser eliminado de la sociedad, y la mejor
forma es que se lo coma la sociedad. Querido
compaero, ponga usted la mesa.
Tambin las cucharitas? (Saca dos
cucharitas).
Desde Lugo, Servimos una comida completa.
Uno o dos cuchillos?
Dos.
Las servilletas?
Naturalmente. Todo en orden. Somos personas
cultas. (Durante el dilogo, el pequeo se
retira al extremo de la balsa llevando
consigo una silla, y se oculta tras ella. El
mediano pone un mantel intachablemente
blanco en el centro de la balsa y coloca
profesionalmente los cubiertos. El gordo ya
no le presta atencin al pequeo. Est
observando al mediano. De cuando en cuando
da indicaciones respecto de los cubiertos.
La mesa est puesta con elegancia. El
pequeo, completamente decado, los observa
desde la silla).
(Con miedo) Caballero
(Sin prestarle atencin) Ponga usted los
tenedores un poco ms a la derecha.
Caballero Yo estoy envenenado.
El frutero ms al centro.
20

245.

El pequeo:

Palabra de honor. No lo quise decir antes,


pero ustedes, caballeros, me dan lstima.

246.

El gordo:

247.

El pequeo:

248.

El gordo:

249.

El mediano:

A sus rdenes, jefe (Toma del cofre un gran


cuchillo de cocina y un afilador, los dos
requisitos indispensables. Saca filo al
cuchillo. Se trata de un sonido desagradable
y rtmico).

250.

El pequeo:

(Retirndose todava ms al extremo de la


balsa) No afirmo que sea incurable. Ustedes,
caballeros, deben de esperar un poco,
seguramente se me pasar. Reposar uno o dos
das y me desenvenenar, me acostar aqu en
el
rinconcito
para
no
molestarlos,
caballeros. Cuando me desenvenene, yo mismo
les avisar. Desde luego yo no me niego. (El
mediano afila rtmicamente el cuchillo; el
gordo
sigue
observando
los
cubiertos,
inclina la cabeza, aprecia y se acerca al
cofre, saca un jarrn. Despus, las flores;
mete las flores en el jarrn y las pone en
el centro de la mesa. Se retira hacia un
lado para apreciar el efecto final, guia
los ojos. Por fin queda contento).

251.

El pequeo:

(Cada vez menos firme) Quizs dos das es un


poco exagerado. Alos ms tardar un da.
Ustedes, caballeros, conocen el proverbio:
Lo que debes comer ahora, cmetelo maana.
He, he, he! (El mediano pasa el dedo por el
filo) Digamos, quizs unas horas, una
pequea hora

252.

El gordo:

253.

El pequeo:

(Levanta y examina un tenedor) Lmpielo.


No es que me niegue, es por amistada. A m
mismo me gusta comer y s que ser goloso
puede a menudo perder a un hombre. Si no
estuviera envenenado no hubiera dicho nada.
Pero
sencillamente
siento
que
es
mi
obligacin.
Empezamos.

Ya es tiempo. (El mediano adelanta un paso


hacia el pequeo)
(Apresurado) Est bien, est bien, usted,

21

caballero, tiene razn, pero no podra


darles algn consejo? Sin ningn inters.
254.

El gordo:

255.

El pequeo:

256.

El gordo:

257.

El mediano:

Que s yo!... si despus tiene que tronar


entre los dientes mejor que se bae.

258.

El pequeo:

(Arremangndose las valencianas) S, si


stas con palabras santas. La higiene es la
base de una sana alimentacin. (Se rasca el
pie) Las bacterias no se ven a simple vista
pero siento que me estn picando.

259.

El gordo:

Es cierto. El ser limpio no le ha hecho dao


a nadie. Al contrario, le aseguro a la
persona limpia una vida larga y sana. En un
instante le pasar la toalla. (El pequeo se
sienta a la orilla de la balsa y mete los
pies en el mar. Se los lava y chapalea).

260.

El pequeo:

261.

El gordo:

262.

El pequeo:

263.

El gordo:

Dije que el sacrificio es una bella idea.

264.

El pequeo:

(Escuchando ansiosamente) Diga usted algo


ms.

265.

El gordo:

266.

El pequeo:

267.

El gordo:

Acerca de qu?
Un consejo rigurosamente culinario.
Absolutamente
a
propsito.
No
creen
ustedes, caballeros, que estara bien que me
lavara
los
pies?
(El
mediano
mira
interrogativamente al gordo).
Realmente, no lo haba pensado. Usted,
caballero qu dice?

Entonces ustedes, caballeros, decidieron


irrevocablemente, digo
Lo cre completamente claro.
Pero deca usted, caballero, sobre el
sacrificio

Pues he delineado con anterioridad


totalmente las cosas: el sacrificio,
capacidad de entrega

la

S, s. Todo eso es muy cierto.


(Se detiene atrs de l con la toalla) Ya
ve, caballero, usted no quiso creerme.
22

268.

El pequeo:

Todava en aquel entonces era un poco


inmaduro, me faltaba experiencia. Pero ahora
veo que algo hay de cierto en lo que deca.

269.

El gordo:

270.

El pequeo:

271.

El gordo:

Probablemente no es cnico en el fondo, si


empiezan a crecer en usted los sentimientos
bellos. El pie izquierdo debe estar ya
limpio.

272.

El pequeo:

Oh no, solamente entre los dedos. Entonces,


regresando al mismo asunto, tengo que
decirle, caballero, que despierta en m un
hombre mejor Pero, a propsito, ustedes,
caballeros, decidieron irrevocablemente?

273.

El gordo:

274.

El pequeo:

275.

El gordo:

276.

El pequeo:

277.

El gordo:

278.

El pequeo:

279.

El gordo:

(Animndolo) Nada est perdido todava.


Fui un canalla rechazando sus argumentos.

(Impaciente) Mi querido seor!


No, no, desde luego. De qu estaba
hablando? Aj, otro hombre mejor. A fin de
cuentas es muy diferente que se lo coman a
uno siendo vctima de la opresin, o que se
lo
coman
siendo
un
hombre
mejor
por
sacrificio propio?... En otras palabras,
Qu
se
lo
coman
a
uno
con
su
consentimiento, junto con las intenciones
nobles? Me da usted, caballero, su palabra
de honor de que est ya decidido?
Palabra de honor.
Bueno, ni modo. De qu hablaba entonces?...
aquello de la satisfaccin, del sentido de
la libertad
Por fin dej de ser tonto. (Al mediano)
Querido compaero, le suplico el jaboncito
(Entusiasta) Pero no crean que soy una
materia bruta e inerte. A nadie le gusta.
Puede usted estar seguro, caballero, de que
no lo tratamos de esa manera. Al contrario,
pasar usted a nuestros estmagos, digo, a
nuestra memoria, como un hroe, como un
personaje
desinteresado
y
luminoso.
Me

23

parece que el izquierdo


limpio, de vera.

ya

debe

estar

280.

El pequeo:

(Entusiasmndose ms y ms) Desde luego que


est limpio. En realidad el derecho tambin
est completamente limpio. Le suplico la
toalla y ya salgo.

281.

El gordo:

282.

El pequeo:

283.

El gordo:

284.

El pequeo:

S, yo fui el primero, yo tuve la capacidad


de tomar esta gran decisin, yo me he
elevado primero que nadie al sacrificio, a
favor de los dems.

285.

El mediano:

(Observando crticamente) Estara bien un


poco de detergente.

286.

El gordo:

Tambin se puede con jabn. Podemos esperar


un poco.

287.

El pequeo:

Esperar? Mientras ustedes, caballeros,


tienen
hambre?
Nunca!
(Trata
de
enderezarse. El gordo lo obliga a quedarse
en la misma posicin) Todava ms el derecho
y habremos terminado.

288.

El pequeo:

Ahora que ya me lav los pies, no tiene para


m ninguna importancia, pueden volverse a
ensuciar.

289.

El gordo:

(Alcanzndole la toalla) La toallita y todo


estar listo. (El pequeo se levanta y se
encamina al centro de la balsa).

290.

El pequeo:

Caballeros, muchas gracias. Al fin soy un


ser ntegro. Encontr los ideales que me
hacan falta.

291.

El gordo:

No hay de qu.

292.

El pequeo:

Yo tengo mi dignidad. En resumidas cuentas,


as es como se presenta la situacin. Somos
tres y solamente yo soy el nico. Salvar la
situacin. Deseara que me fuera permitido
pronunciar un corto discurso sobre la
libertad.

Estara bien lavar un poco ms el derecho.


Como usted lo desee, caballero.
Creo que sera mejor.

24

293.

El gordo:

Largo?

294.

El pequeo:

295.

El gordo:

296.

El pequeo:

(Coloca una silla en el centro de la balsa,


como en el mitin del principio) Libertad, no
significa
nada.
Solamente
la
verdadera
libertad significa algo. Por qu? Porque es
verdadera, y entonces mejor. Luego dnde
encontrar la verdadera libertad? Pensemos
lgicamente. Si la verdadera libertad no es
la misma que la libertad comn y corriente,
entonces dnde est la verdadera libertad?
Est claro? La verdadera libertad est
nicamente ah donde no existe la libertad
comn y corriente.

297.

El mediano:

Jefe, y dnde est la sal?

298.

El gordo:

299.

El pequeo:

Y por eso (Esta frase la va a repetir como


disco rayado, evitando la monotona, dando
diferentes interpretaciones y entonaciones,
como si buscara desesperadamente lo que en
realidad quisiera decir).

300.

El mediano:

(Conmovido, a media voz, pero muy claro)


Jefe, Encontr aquella carne de ternera con
chcharos!

301.

El gordo:

302.

El mediano:

303.

El gordo:

304.

El pequeo:

Y por eso

305.

El mediano:

A fin de cuentas, qu?

306.

El gordo:

No, solamente un par de palabras.


Entonces, por favor

No interrumpa en tales momentos.


(Susurrando) En el cofre, al fondo...

Shhh! Escndala inmediatamente!


Hablando entre nos, hubiera preferido los
chcharos. Lo saba usted, jefe?
Pero yo no tengo ganas, y al fin de cuentas

(Sealando al pequeo) No ve usted,


caballero, que l ya alcanz la libertad?

T E L O N
25

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