Vivir
Vivir
el discurrir de la historia.
Los temas que constituyen el ncleo
de Vivir! seran desarrollados en
posteriores obras extensas de
Rand, como El manantial y La
rebelin de Atlas.
Ayn Rand
Vivir!
ePub r1.1
Bacha15 06.03.14
Captulo 1
Escribir estas cosas es un pecado. Es un
pecado pensar palabras que nadie ms
piensa y escribirlas en un papel que los
otros no han de ver. Es bajo y perverso.
Es como si hablramos solos, para
nuestros odos nicamente. Y sabemos
muy bien que no existe mayor
transgresin que el obrar y pensar solos.
Hemos infringido las leyes. Las leyes
que dicen que los hombres no deben
escribir a menos que el Consejo de las
Vocaciones se los demande. Qu nos
perdonen!
sirve de ayuda.
Estas palabras fueron esculpidas
hace mucho tiempo. Hay un musgo verde
en las muescas de las letras y rayas
amarillentas en el mrmol, que vienen
de ms aos de los que los hombres
pueden contar. Y estas palabras son
verdad, porque estn escritas en el
Palacio del Consejo Mundial, y el
Consejo mundial es el cuerpo de toda la
verdad. As ha sido desde el Gran
Renacimiento, y desde tiempo lejano e
inmemorable.
Pero no debemos hablar nunca de
los tiempos que precedieron al Gran
Renacimiento,
pues
de
hacerlo
alrededor.
Preguntamos tantas cosas que los
Maestros nos lo prohibieron.
Pensamos que hay misterios en el
cielo y debajo del agua y en las plantas
que crecen. Pero el Consejo de los
Estudiosos dijo que no existen misterios,
y l lo sabe todo. Y aprendimos muchas
cosas de nuestros Maestros. Aprendimos
que la tierra es plana y que el sol da
vueltas a su alrededor ocasionando el
da y la noche. Aprendimos el nombre
de todos los vientos que soplan sobre el
mar y empujan las velas de nuestros
navos. Aprendimos a sacar sangre a los
hombres para curar todas sus
enfermedades.
Ambamos la Ciencia de las Cosas.
Y en la oscuridad, en la hora secreta,
cuando nos despertbamos de noche y
no haba hermanos a nuestro alrededor,
sino slo sus blancas formas en las
camas y su pesada respiracin,
cerrbamos los ojos, apretbamos los
labios y casi no respirbamos para no
dejar a nuestros hermanos vernos, ornos
o adivinar, pensbamos que desebamos
ser enviados a la Casa de los Estudiosos
cuando llegara el momento.
Todos
los
grandes
inventos
modernos salen de la Casa de los
Estudiosos, como el ms reciente,
se
despegaron
cuando
dijeron:
Barrendero.
Notamos un tirn de los tendones del
cuello mientras nuestra cabeza se
levantaba para mirar a la cara a los del
Consejo, y experimentamos una
sensacin de felicidad. Reconocamos
haber sido culpables, pero ahora
tenamos medios de remediarlo.
Aceptaramos el Mandato de Vida de
todo corazn, trabajaramos para
nuestros hermanos, alegres y de buena
gana, y borraramos nuestro pecado
contra ellos, que ellos ignoraban, pero
nosotros conocamos perfectamente. Y
nos sentamos felices y orgullosos de
Internacional
4-8818,
preguntamos, nos denunciars al
Consejo y vers cmo nos azotan hasta
la muerte?.
Ellos se irguieron de pronto y
contestaron:
Antes moriremos.
En ese caso, dijimos, guarden
silencio. Este lugar es nuestro. Nos
pertenece a nosotros, Igualdad 7-2521, y
a ninguno de los hombres en la tierra. Y
si tuviramos que cederlo daramos con
l nuestra vida tambin.
Entonces vimos entonces que los
ojos de Internacional 4-8818 brillaban
llenos de lgrimas que no se atrevan a
Captulo 2
Libertad 5-3000 Libertad cinco-tres
mil Libertad 5-3000
Deseamos escribir este nombre.
Deseamos pronunciarlo, pero no nos
atrevemos a decirlo en voz alta. Los
hombres tienen prohibido fijarse en las
mujeres y las mujeres tienen prohibido
fijarse en los hombres. Pero nosotros
pensamos en una sobre todas las
mujeres, ellas cuyo nombre es Libertad
5-3000, y no pensamos en otras.
Las mujeres asignadas para el
cultivo de la tierra viven en la Casa de
Cmo se llaman?.
Igualdad 7-2521, contestamos.
Ustedes no son uno de nuestros
hermanos, Igualdad 7-2521, y no
deseamos que lo sean.
No podemos decir qu queran decir,
porque no hay palabras para expresar tal
significado, pero lo comprendimos en
seguida.
No, contestamos, y ustedes
tampoco son una de nuestras hermanas.
Si nos vieran en medio de un
grupo de mujeres, nos miraran?.
Las miraramos, Libertad 5-3000,
aunque estuvieran en medio de todas las
mujeres del mundo.
reprendi.
Por supuesto que son felices, nos
respondieron. De qu otra forma
pueden ser los hombres que viven para
sus hermanos?.
Y ahora, sentados en nuestro refugio,
pensamos en aquellas palabras. Es una
cosa prohibida no ser felices. Porque,
segn nos han explicado, los hombres
son libres y la tierra les pertenece; todas
las cosas de la tierra estn destinadas a
todos los hombres, y la voluntad de
todos los hombres reunidos es buena
para con todos; por ello todos los
hombres deben ser felices.
Por la noche, cuando nos
hermanos. Pero nosotros, Igualdad 72521, estamos felices por estar vivos. Si
esto es un pecado, entonces no deseamos
la virtud.
Sin embargo, nuestros hermanos no
son como nosotros. No todo est bien
para
nuestros
hermanos.
Estn
Fraternidad 2-5503, un muchacho
callado, con ojos inteligentes y buenos,
que llora de repente, sin motivo, en
pleno da y en plena noche, y su cuerpo
es sacudido por sollozos que no pueden
explicar. Estn Solidaridad 9-6347, que
son vivaces y alegres durante el da,
pero que gritan cuando duermen:
Aydennos!
Aydennos!
Captulo 3
Nosotros, Igualdad 7-2521, descubrimos
un nuevo poder de la naturaleza. La
hemos descubierto solos y lo sabemos
nosotros solos.
Est dicho. Ahora que nos azoten, si
es preciso. El Consejo de los Estudiosos
ha dicho que todos conocemos las cosas
que existen y que, por consiguiente, las
cosas que no conocemos no existen.
Pero nosotros creemos que el Consejo
de los Estudiosos est ciego.
Los secretos de esta tierra no estn
para ser vistos por todos, sino
Captulo 4
Transcurrieron muchos das antes de
poder hablar de nuevo con la Dorada.
Pero lleg el da en que el cielo se torn
blanco, como si el sol hubiese hecho
explosin y esparcido sus llamas en el
aire, y los campos estaban silenciosos,
sin aliento, y el polvo de los caminos
era blanco en la luz cegadora. Las
mujeres en los campos estaban cansadas
y realizaban su trabajo lentamente.
Estaban lejos de la carretera cuando
llegamos. Pero la Dorada estaban solas,
junto al seto, aguardando. Nos paramos
repusieron:
El Inconquistable.
No pudimos hablar durante largo
rato, luego dijimos:
Estos
pensamientos
estn
prohibidos, Dorada.
Pero
ustedes
tienen
esos
pensamientos y quieren que nosotros los
tengamos.
Las miramos a los ojos y no pudimos
mentir.
S, susurramos, y ellas sonrieron,
luego aadimos: Nuestra querida, no
nos obedezcas.
Retrocedieron y sus ojos estaban
muy abiertos y fijos.
Captulo 5
Nosotros lo hicimos. Nosotros lo
creamos. Lo trajimos de la noche de los
tiempos. Nosotros solos. Nuestras
manos. Nuestra mente. Nosotros solos.
No sabemos qu estamos diciendo.
Nuestra mente vacila. Miramos la luz
que creamos. Debemos ser perdonados
por cualquier cosa que digamos esta
noche
Esta noche, despus de ms das de
intentos de los que podemos contar,
terminamos de construir un extrao
artefacto, de los Tiempos Innombrables,
Captulo 6
No hemos escrito desde hace treinta
das. Porque desde hace treinta das no
hemos venido aqu, a nuestro tnel. Nos
han descubierto.
Ocurri la noche en que escribimos
por ltima vez. Olvidamos, aquella
noche, observar la arena del cristal que
nos dice cundo han transcurrido las tres
horas y es tiempo de volver al Teatro de
la Ciudad. Cuando lo recordamos, toda
la arena haba pasado.
Fuimos corriendo al Teatro. Pero la
enorme tienda se levantaba gris y
silenciosa en el cielo.
Las calles de la Ciudad se extendan
ante nosotros oscuras, anchas y
desiertas. Si hubisemos vuelto a
escondernos a nuestro tnel, nos habran
descubierto con nuestra luz. As que
caminamos a la Casa de los
Barrenderos.
Cuando el Consejo de la Casa nos
interrogaron, miramos las caras del
Consejo, pero en ellas no haba
curiosidad, ni ira, ni piedad. As que
cuando el ms viejo de ellos nos
pregunt: Dnde han estado?
pensamos en nuestra caja de cristal, en
nuestra luz y olvidamos todo lo dems.
Contestamos:
No se los diremos.
El ms viejo no nos pregunt nada
ms. Ellos se dirigieron a los dos ms
jvenes, y les dijeron, y su voz tena un
tono aburrido.
Lleven a sus hermanos Igualdad 72521 al Palacio de la Detencin
Correccional. Aztenlos hasta que digan
dnde estuvieron.
Nos llevaron al Cuarto de Piedra,
debajo del Palacio de la Detencin
Correccional. Este cuarto no tiene
ventanas y est vaco, salvo por un poste
de hierro. Dos hombres estaban junto al
poste, vestidos nicamente con un
alrededor.
Luego ya no supimos nada, excepto
dos voces que gruan continuamente,
una despus de otra, si bien sabamos
que hablaban a distancia de varios
minutos una de otra:
Dnde han estado dnde han
estado dnde han estado dnde han
estado dnde han estado dnde han
estado?.
Y nuestros labios se movan, pero el
sonido se nos quedaba en la garganta y
aquel sonido deca solamente:
La luz La luz La luz.
Luego ya no supimos nada.
Abrimos los ojos, yacamos boca
Captulo 7
Hay mucha oscuridad aqu en el bosque.
Las ramas se mecen sobre nuestra
cabeza, negras contra el cielo dorado. El
musgo es blando y tibio. Dormiremos
sobre este musgo durante muchas
noches, hasta que lleguen las fieras a
destrozar nuestro cuerpo. No tenemos
ms cama que el musgo, ni ms porvenir
que las fieras.
Somos viejos ahora, aunque ramos
jvenes esta maana cuando llevbamos
nuestra caja de cristal a travs de las
calles de la Ciudad hasta la Casa de los
Un Barrendero! Un Barrendero
caminando frente al Consejo Mundial de
los Estudiosos! Es inconcebible! Est
en contra de todas las reglas y de todas
las leyes!.
Pero nosotros sabamos como
detenerlos.
Hermanos nuestros! dijimos.
Nosotros no importamos, tampoco
nuestra transgresin.
Son slo nuestros hermanos hombres
los que importan. No nos presten
atencin, porque no somos nadie, pero
escuchen nuestras palabras, porque les
traemos un regalo que jams le han dado
a los hombres. Escchennos, porque
calles?.
Cmo se atreven?, limpiadores de
alcantarillas, dijo Fraternidad 9-3452,
a considerarse solos y con los
pensamientos de uno en lugar de los de
muchos?.
Deben morir quemados, dijeron
Igualdad 4-6998.
No, deben azotarles, dijeron
Unanimidad 7-3304, hasta que no
quede nada bajo el ltigo.
No, dijeron Colectividad 0-2009,
nosotros no podemos decidir sobre
esto, hermanos. Jams se haba cometido
semejante delito, y no podemos juzgarlo
nosotros. Ni siquiera uno de nuestros
Alianza 6-7349.
Si es lo que ustedes dicen, dijeron
Armona 9-2642, ser la ruina del
Departamento de Candelas. La Candela
es un gran don para la humanidad y est
aprobada por todos. Por consiguiente,
no puede se destruida por la voluntad de
uno solo.
Esto echara por tierra los planes
del
Consejo
Mundial,
dijeron
Unanimidad 2-9913, y sin los Planes
del Consejo Mundial el sol no puede
salir. Tomo cincuenta aos asegurar la
aprobacin de todos los Consejos para
la Candela, y para rehacer los Planes
con el fin de sustituir las antorchas por
Captulo 8
Ha sido un da lleno de maravillas, ste,
nuestro primer da en el bosque.
Nos despertamos cuando un rayo de
luz cay sobre nuestra cara. Sentimos el
impulso de ponernos en pie de un salto,
como lo habamos hecho cada maana
de nuestra vida, pero recordamos de
pronto que no haba sonado una
campana, y que no haba ninguna
campana en los alrededores. Seguimos
acostados sobre nuestra espalda,
estiramos los brazos y miramos al cielo.
Los bordes de las hojas tenan un color
Captulo 9
No hemos escrito durante muchos das.
No desebamos hablar. Porque no
necesitbamos palabras para recordar lo
que nos haba pasado.
Al segundo da de estar en el bosque
omos unos pasos detrs de nosotros.
Nos escondimos entre los arbustos y
esperamos. Los pasos se acercaron. Y
entonces vimos la punta de una tnica
blanca entre los rboles y un rayo de
oro.
Saltamos, corrimos a ellas y nos
quedamos viendo a la Dorada. Ellas nos
contestaron:
Los seguimos.
Omos que se haban ido al Bosque
Inexplorado, ya que toda la Ciudad
habla de ello. As que en la noche del
da en que lo supimos, escapamos de la
Casa de los Campesinos. Encontramos
las marcas de sus pies en el suelo por el
que ninguno de los hombres camina.
Las seguimos, llegamos a el bosque,
y recorrimos los senderos donde las
ramas estaban rotas por el paso de su
cuerpo.
Su tnica estaba rota y las ramas
haban cortado la piel de sus brazos,
pero hablaban como si no lo notaran,
dudar.
No hay vida para los hombres,
excepto en el trabajo til para el bien de
todos sus hermanos.
Pero nosotros no vivamos cuando
trabajbamos para nuestros hermanos,
slo estbamos cansados. No hay dicha
para los hombres, excepto la compartida
con sus hermanos. Pero las dos nicas
cosas que nos han dado dicha fue el
poder creado con nuestros cables y la
Dorada. Y ambas dichas nos pertenecen
a nosotros solos, vienen solo de
nosotros, no tienen relacin con nuestros
hermanos en ninguna forma. Entonces
nos preguntamos.
Captulo 10
Estamos sentados a una mesa y
escribimos estos renglones sobre un
papel hecho hace miles de aos. La luz
es dbil y no podemos ver a la Dorada,
slo un rizo dorado sobre la almohada
de una cama antigua. sta es nuestra
casa.
Llegamos a ella hoy, al amanecer.
Cruzamos una cadena de montaas
durante muchos das. El bosque suba
entre los peascos y a dondequiera que
caminbamos veamos una barrera con
grandes picos de roca al este, al oeste,
resplandece.
Miramos hacia delante, le rogamos a
nuestro corazn la gua para responderle
a esa voz que no ha sido pronunciada,
pero que hemos escuchado. Miramos
nuestras manos. Vemos el polvo de
siglos, el polvo que oculta los grandes
secretos y quizs los grandes males. Sin
embargo, no suscita miedo en nuestro
corazn, sino slo piedad y silenciosa
reverencia.
Qu nos sea revelado el
conocimiento! Cul es el secreto que
nuestro corazn parece haber entendido
pero que no quiere revelarnos aunque
parezca intentar decrnoslo con sus
latidos?
Captulo 11
Yo soy. Yo pienso. Yo lo har.
Mis manos. Mi espritu. Mi cielo.
Mi bosque. Esta tierra es ma.
Qu debo decir adems de esto?
stas son las palabras. sta es la
respuesta.
Estoy aqu, en la cumbre de la
montaa. Levanto la cabeza y alargo los
brazos. Este mi cuerpo y este mi
espritu, ste es el fin de mi bsqueda.
Deseaba conocer el significado de las
cosas. Yo soy el significado. Deseaba
encontrar justificacin para ser, y no
Captulo 12
Sucedi que cuando estaba leyendo el
primero de los libros que encontr en mi
casa encontr la palabra Yo. Y cuando
entend esta palabra, el libro se me cay
de las manos, y yo tambin ca al suelo y
llor, yo que nunca conoc las lgrimas.
Llor por mi liberacin y de compasin
hacia todos los hombres.
Entend la bendicin en todo aquello
que yo haba llamado mi maldicin.
Entend por qu lo mejor en m haban
sido mis pecados y mis transgresiones; y
por qu nunca me sent culpable por mis