Thompson - La Formación de La Clase Obrera en Inglaterra
Thompson - La Formación de La Clase Obrera en Inglaterra
Thompson - La Formación de La Clase Obrera en Inglaterra
JVG
E. P. THOMPSON
LA FORMACION DE LA CLASE
OBRERA EN INGLATERRA
Torno I
Prologo de
JOSEP FONTANA
PREFACIO
Este libro tiene un titulo un tanto tosco, pero que cumple su cometido. Formacion, porque es el estudio de un proceso activo. que debe
tanto a la accion como al condicionarniento.
La clase obrera no surgiri
como el sol. a una hora determinada. Estuvo presente en su propia formacion.
Clase, en lugar de clases, por razones cuyo examen es uno de los
objetivos del libro. Existe, por supuesto, una diferencia. -Clases trabajadoras es un termino descriptivo, que elude tanto como define.
Pone en el mismo saco de manera irnprecisa un conjunto de fenornenos distintos. Aquf habra sastres y allf tejedores, y juntos cornponfan
las clases trabajadoras.
. Par clase, entiendo un fenomeno historico que unifiea una serie de
sucesos dispares y aparentemente desconectados, tanto pox:10 que se refiere a la materia prima de la experiencia, como a la conciencia. Y subrayo que se trata de un fenomeno historico. No veo la clase como una
estructura-, ni siquiera como una categorfa, sino como alga que tiene
lugar de hecho (y se puede demostrar que ha ocurrido) en las relaciones humanas.
Todavfa mas, la nocion de clase entrafia Ia nocion de relacion historica. Como cualquier orra relaci6n, es un proceso fluido que elude
el analisis si intentamos detenerlo
seco en un deterrninado mornento y analizar su estructura, Ni el entrarnado sociologico mejor engarzado puede darn os una muestra pura de la clase, del mismo modo que
no nos puede dar una de la deferencia 0 del amor. La relaci6n debe estar siempre encarnada en gente real y en UD contexto real. Ademas. no
podernos tener dos clases distintas, cada una con una existencia independiente, y luego ponerlas en relaci6n la una con la otra. No podemos
tener arnor sin amantes, ni deferencia sin squires ni braceros. Y la clase
en
EDITORIAL CR(TICA
Grupo editorial Grijalbo
BARCELONA
XIV
LA FORMACION
cobra existencia cuando algunos hombres, de resultas de sus experiencias comunes (heredadas 0 cornpartidas), sienten y artie ulan la identidad de sus intereses a la vez comunes a elias rnismos y frente a otros
hombres cuyos intereses son distintos (y habitualmente opuestos a) los
suyos. La cxperiencia de clase esta ampliamente determinada por las
relaciones de produccion en las que los hombres nacen, 0 en las que
entran de manera involuntaria. La conciencia de clase es la forma en
que se expresan estas experiencias en terrninos culturales: encarnadas
en tradiciones. sistemas de valores, ideas y forrnas institucionales. Si
bien la experiencia aparece como algo deterrninado, la conciencia de
clase no 10 esta. Podemos ver una cierta logica en las respuestas de grupas laborales sirnilares que ticnen cxperiencias similares, pero no podemos formular ninguna ley. La conciencia de clase surge del mismo
modo en distintos mementos y lugares, pero nunea surge exactamente
de la misma forma.
Hoy en dfa.r existe la tentacion. siempre presente, de suponer que
la clase es una cosa. Este no fue el sentido que Marx. le dio en SllS propies escritos de tipo histurico , aunque el error vida muchos de los recientes escritos -marxistas-. Se supone que ella, la clase obrera, tiene
una existencia real. que se puede definir de una forma casi matermitica: tantos hombres que se encuentran en una determinada rclaci6n con
los medios de produccion. Una vez asumido esto, es posible deducir
que conciencia de clase deberia tenet -ella- (pero raras vcces tiene) si
fuese debidamente consciente de su propia posicion y de sus intereses
reafcs. Hay una superestructura cullural. a traves de In cual este reeonocimiento empicza a evolucionar de maneras ineficaces. Estos atra50S culturales y esas di:>torsioncs son un fastidio, de modo que es facil pasar desde esta a alguna teorfa de la sustituciol1: el partido, la secta
o el tearico que dcsvela la conciencia de c1ase, no taJ Y COIllO es, sino
.como debe ria scr.
Pero en el otro lado de la divisoria ideol6gica se comete diariamente
lin error parecido. En cierto sentido, es una simple impugnacion. Puesto que la tosca noci6n de cJase que se atribuye a Marx se puede criticar sin dific~ltad. se da por supuesto que cualquier idea de cJase es una
cons[rucci6n [carica perjudicial que se impone a los hechos. Se niega
que la clase haya existido alguna vez. De otro modo, y mediante una
curiosa inversion, cs posible pasar de una vision dimimicu. de la clase
a otm estatica. Eila -I~ clase obrera- existe. y se puede definir con
ciena exactitud como componente de Ia estructura social. Sin embar-
PREFACIO
XV
go, la conciencia de clase es una mala cos a inventada por intelectuales desplazados, puesto que cualquier cos a que perturbe la coexistencia armoniosa de grupos que representan diferentes -papeles sociaJes ..
(y que de ese modo retrasen el desarrollo economico) se debe Iarnentar COIllO un ..indicio de perturbacion injustificado.! EI problema reside en determinar cual es la mejor forma de que a ella se la pueda
condicionar para que acepte SlI papel social, y cual es el mejor modo
de ..manejar Y canalizar- sus quejas.
Si recordamos que ia clase es una relacion, y no una cosa, no podemos pensar de este modo. Ella.. np existe, ni para teller un interes
o una conciencia ideal, ni para yacer COll10 paciente en la mesa de operaciones del ajustador. Ni podernos poner las cosas boca abajo como
ha hecho lin autor que (en un estudio sobre la clase, que manifiesta una
preocupacion obsesiva por In metodologfa hasta el punto de excluir del
aruilisis cualquier situacion de clase real en un 'contexto historico real)
nos inforrna de 10 siguienre:
Las clases se basun en las difcrencias de poder lcgftimo asociado a
ciertus posiciones, es decir, en la estructura de papeles sociales con respecto a sus expectativas de autoridad ,.. Un individuo se convierte en
oe-
XVI
6.
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10 poaching,
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raci6n de Ja actividad de las trade unions, propaganda owenita, periodismo radical, eJ movimiento por las diez horas, la crisis revolucionaria
de 1831-1832; y, ademas de eso, la multitud de movimientos que constituyeron el cartismo. Quiza sea la escala e intensidad de esa agitaci6n
popular multiforme la que, mas que cualquier otra cosa, ha dado lugar
(tanto entre los observadores contemporaneos, como entre los historiadores) ala sensaci6n de algun cambio catastr6fico.
Casi todo fen6meno radical de la decada de 1790 se puede encontrar reproducido, diez veces mayor, despues de 1815. EI pufiado de
panfletos jacobinos dio Iugar a una multitud de publicaciones ultrarradicales y owenitas. Donde Daniel Eaton cumplfa prision por publicar
a Paine, Richard Carlile y sus vendedores cumplfan un total de mas de
doscientos afios de carcel por delitos similares. Donde las Sociedades
de Correspondencia mantenfan una precaria existencia en muehas ciudades, los Clubs Hampden de la posguerra, 0 las organizaciones pollticas echaban rafces en las pequefias poblaciones industriales. Y cuando toda esa agitaci6n popular se asocia al espectacularritmo de cambio
de la industria del algod6n, es natural suponer una relaci6n causal directa. La fabrica de algodoneros aparece no ya como el agente de la Revolucion industrial, sino tambien de la social; produce no s610las mercancfas, sino tambien el propio Movimiento Obrero-. La Revo1uci6n
industrial, que empez6 como una descripci6n, se invoca hoy como una
explicaci6n.
Desde 1aepoca de Arkwright hasta los tumultos de Plug" y mas alla,
la imagen que domina nuestra reconstrucci6n visual de la Revolucion
industrial es la -sombrfa fabrica Satanica-. En parte, quiza, porque es
una imagen visual dramatica: los edificios parecidos a cuarteles, las'
grandes chimeneas, los nifios trabajando en la fabrica, los chanclos y
las pafio1etas,las viviendas arracimandose en torno de las fabricas como
si estas las hubieran parido. (Es una imagen que nos obliga a pensar
primero en la industria, y s610en segundo lugar en la gente relacionada
con ella 0 que esta a su servicio.) En parte, porque a los contemporaneos les parecfa que la fabrica de algodoneros y la nueva ciudad fabril
-10 repentino de su crecimiento, la ingeniosidad de sus tecnicas y la
novedad 0 severidad de su disciplina- eran espectaculares y portento-
Los cartistas recogieron 3.315.752 firrnas para su segunda petici6n de 1842. EI Pariamento se neg6 de nuevo a tomarla en consideraci6n. Este mismo aiio hubo serias huelgas
y motines en el norte de Inglaterra y en las areas industriales. (N. de la I.)
'" Se refiere a la larga polernica sobre las condiciones de vida de la poblacion obrera
inglesa durante la Revoluci6n industrial. (N. de fa t.)
U Michael Armstrong fue escrita por Throllope, Mary Barton por Gaskell y Tiempos dificiles es de Di'ckens. (trad. cast. en Orbis S.A., 1982. N. de /a t.)
.
4. Para una admirable exposicion de las razones de la prirnacfa de la industria del algod6n en la Revoluci6n industrial. vease E. J. Hobsbawm, TIleAge of Revolution, 1962, cap.
2. (Hay trad. cast.: Las revoluciones burguesas, EdicionesGuadarrama, Madrid. 1976.2 vols.)
5. Estimaci6n para el Reino Unido de 1833. Total de la fuerza de trabajo adulta en todas
las fabricas textiles; 191.671. Ndrnero de tejedores manuales; 213.000. vease mas adelante, p. 433 .
Tengase en cuenta que cl lihro se publico por primera vez en 1963. (N. de Ia t.)
202
ci6n de Ia continuidad de las tradiciones politicas y cuIturaIes en Ia formaci6n de .Ias co~unidades obreras. Los trabajadores fabriles, lejos de
ser los -primogenitos de la RevoIuci6n industrial .., eran los recien Ilegados. Muchas de sus ideas y formas de organizacion habian sido ya
adoptadas por los trabajadores a domicilio, como los cardadores de lana
de Norwich y el West Country, 0 los tejedores de cintas de Manchester. Yes discutible si la mana de obra fabril -excepto en los distritos
algodoneros- -formo el micleo del movimiento obrero antes de los
ultimos afios de la decada de 1840 (y, en algunas ciudades del norte y
las Midlands, los afios 1832-1834, que conducen a los grandes cierres
patronales). Como hemos visto, el jacobinismo echo raices muy profundas entre los artesanos. Elludismo fue la obra de obreros cualificados en pequefios talleres. Desde ]817 hasta el cartismo, los trabajadores a domicilio, en el norte y las Midlands, jugaron un papel tan
destacado como la mana de obra fabril en todas las agitaciones radicales. Yen muchas ciudades, el micleo real de donde el movimiento obrero extr~jo ideas, organizaci6n y lfderes estaba constituido por zapateros, tejedores, talabarteros y guarnicioneros, Iibreros, impresores,
obreros de la construcci6n, pequefios comerciantes y otros par el esti10. EI vasto mundo del Londres radical, entre 1815 y 1850, no sac6 su
fuerza de las principales industrias pesadas (la construcci6n naval tendia
a declinar, y los mecanicos no dejarfan sentir su influencia hasta mas
avanzado el siglo), sino de la multitud de oficios y ocupaciones
menores."
Esa diversidad de experiencias ha llevado a algunos autores a poner en duda tanto la nocion de una -Revolucion industrial como la de
una clase obrera, El primer reparo no requiere que nos detengamos.?
EI termino es bastante titil en su connotaci6n habitual. En cuanto al segundo, muchos autores prefieren el termino clases trabajadoras, que subraya la gran disparidad por 10 que hace a posici6n, adquisiciones, calificaciones y circunstancias, que incIuye en su sene aquella hfbrida
expresi6n. Y en este sentido se hacen eco de las quejas de Francis
Place:
Si el caracter y la ~onducta de la gente trabajadora han de deducirse a partir de los estudios, revistas, folletos, diarios, informes de las dos
6. Cf. Hobsbawm, op, cit., cap. 2.
7. Hay un resumen de esta controversia en E. E. Larnpard, Industrial Revolution, American Historical Association, 1957. Vease tarnbien Hobsbawm, op. cit . cap. 2.
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203
Camaras del Parlamento y de los Comisionados fabriles, les encontraremos a todos mezclados en los ..6rdenes inferiores-; los trabajadores
mas cualificados y los mas prudentes con los obreros mas ignorantes e
imprudentes y los mendigos, aunque la diferencia es muy grande y, en
realidad, en muchos casos apenas adrnitira comparacion.s
Por supuesto, Place tiene razon: el marinero de Sunderland, el bracero irlandes, el baratillero judfo, el asilado de un pueblo de East Anglia
obligado a trabajar en una workhouse, el cajista de The Times; todos
podrfan ser considerados por sus -superiores como pertenecientes a las
clases bajas, aunque ni siquiera pudiesen entenderse en el mismo
dialecto.
Sin embargo, cuando se han tornado todas las precauciones oportunas, el hecho destacable del perfodo comprendido entre 1790 y 1830
es la formaci6n de la clase obrera-. Esto se revela, primero, en el desarrollo de la conciencia de c1ase; Ia conciencia de una identidad de intereses a la vez entre todos esos grupos diversos de poblaci6n trabajadora y contra los intereses de otras clases. Y, en segundo lugar, en el
desarrollo de las formas correspondientes de organizaci6n polftica y laboral, Hacia 1832, habfa insrituciones obrerasi -sindicatos. sociedades
de socorro mutuo, movimientos educativos y religiosos, organizaciones polfticas, publicaciones peri6dicas- solidamente arraigadas, tradiciones intelectuales obreras, pautas obreras de comportamiento colectivo y una concepci6n obrera de la sensibilidad.
La formaci6n de Ia cIase obrera es un hecho de historia politica y
cultural tanto como econ6mica. No naci6 por generaci6n espontanea del
sistema fabril. Tampoco debemos pensar en una fuerza externa -la
-Revolucion industriab=- que opera sobre alguna materia prima de la
humanidad, indeterminada y uniforme, y la transforma, finalmente, en
una nueva estirpe de seres-. Las relaciones de producci6n cambiantes y las condiciones de trabajo de Ia Revolucion industrial fueron impuestas, no sobre una materia prima, sino sobre el Ingles libre por nacimiento; un Ingles Iibre por nacimiento tal y como Paine 10 habfa
legado 0 los metodistas 10 habtan moldeado. Y el obrero fabril 0 el calcetero era tambien el heredero de Bunyan, de derechos locales no 01vidados, de nociones de igualdad ante la ley, de tradiciones artesanas.
Era el objeto de un adoctrinamiento religioso a gran escala y el crea8. Citado por M. D. George, London Life ill Tile Eighteenth Century, 1930, p. 210.
15. -
THOMPSO:<. I
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* Proceso de aplicaci6n del principio de propiedad absoluta de la tierra, cuya manifestacion exlerna era el cercado de los campos. (N. de la t.)
9. Vease W. W. ROSIOW,
British Economy in the Nineteenth Cenru1),,;'1948,especialmente las pp. 122-125.
10. Algunas de las visiones que aquf se han bosquejado se encuentran, de forma implfcita 0 explfcita, en T. S. Ashton, Industrial Revolution, 1948 (hay una traducci6n 'castellana
en Fondo de Cultura Economica, Mexico) y A. Radford, TheEconomic History of England,
2.' edicion, 1960. Una variante sociologica es desarrollada por N. J. Smelser, Social Challge in the Industrial Revolution, 1959, y una confusa popularizacion sc cncuentra en John
Vaizey, Success Story, WEA, sin fecha.
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2m
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en la conclusi6n a The Town Labourer, entre otros comentarios de mediocre valor, hay una perspicacia que realza con imprevista c1aridad
todo el perfodo:
rechos del hombre, la radicalizacion y el terror de la Revolucion francesa, y la arremetida de la represi6n de Pitt, s6lo la plebeya Sociedad
de Correspondenciase mantuvo firme contra las guerras contrarrevolucionarias. Y esos grupos plebeyos, a pesar de 10 pequefios que eran
en 1796, formaron una tradicion subterranea- que actu6 hasta el fin
de las guerras. La aristocracia y los fabricantes, alarmados por el ejernplo frances y en el fervor patriotico de la guerra, hicieron causa cbm~n.
EI ancien regime ingles recobro su vigor, no s610en los asuntos nacionales, sino tambien en la perpetuaci6n de las antiguas corporaciones
municipales que mal administraban las abultadas poblaciones industriales. Los fabricantes recibieron a cambio importantes concesiones; y sefialadamente la derogaci6n 0 revocaci6n de la legislaci6n paternalista- que protegia el aprendizaje, la regulaci6n de los salari?s 0 las
condiciones de trabajo en la industria. La aristocracia estaba mteresada en reprimir las conspiraciones-jacobinas del pueblo, los fabricantes
estaban interesados en frustrar sus conspiraciones para aumentar los
salarios: las Combination Acts servfan para ambos prop6sitos.
De ese modo, los obreros se vieron abocados al apartheid politico
y social durante las guerras (en las que, en parte, tambien tuvieron que
combatir). Es cierto que eso no era completamente nuevo. Lo que era
nuevo era que coincidiese con una Revoluci6n francesa; con una conciencia creciente de Ia propia identidad y unas aspiraciones mas amplias
(puesto que se habfa plantado el "arbo1 de 1a libertad .. desde el Ta~esis al Tyne); con un aumento demografico, en el que la pura sensacion
de cantidad, en Londres y en los distritos industriales, se volvi6 mas
impresionante de afio en afio (y a medida que crecfan en cantidad, probablemente disminufa el respeto hacia el patrono, el magistrado 0 el parroco); y con unas formas de explotacion econ6mica mas intensas y
transparentes. Mas intensivas en la agricultura y en las viejas industrias
domesticas, mas transparentes en las nuev~s fabricas y quid en las minas. En la agricultura, los anos comprendidos entre 1760 y 1820 son
los afios de la generalizaci6n de las enclosures, durante los cuales se
pierden los derechos comunales, pueblo tras pueblo, y al que no tiene
tierra y -en el sur- al trabajador empobrecido no le queda mas remedio que sustentar a los arrendatarios, los terratenientes y los diezmos
de la Iglesia. En las industrias domesticas, desde 1800 en adelante, se
consolida la tendencia de que los menestrales dejen paso a los patronos mas grandes (ya sean fabricantes 0 intermediarios) y de que la mayorfa de los tejedores, calceteros 0 los que haclan clavos se convirtie-
En la epoca en que media Europa estaba embriagada y la otra media aterrorizada por la nueva magia de la palabra ciudadano, la naci6n
inglesa estaba en manos de hombres que contemplaban la idea de la ciudadanfa como un desaffo a su religion y su civilizacion; que pretendfan
convertir deliberadamente las desigualdades de 1avida en 1abase del Estado, y acentuar y perpetuar la posici6n de los obreros como una clase
sometida. De ahf el hecho de que 1aRevoluci6n francesa haya dividido
menos al pueblo frances de 10que la Revolucion industrial ha dividido
al pueblo de Inglaterra ...
De ahf el hecho ... Se puede poner en duda el juicio. Y sin embargo, es en esa intuici6n -que la revoluci6n que no tuvo lugar en Inglaterra fue tan completamente devastadora, y en algunos aspectos mas lacerante, que la que tuvo lugar en Francia- donde encontramos una
clave para la naturaleza verdaderamente catastrofica del perfodo, En
toda esa epoca hay tres grandes influencias, y no dos, que acnian simultaneamente. Esta el tremendo crecimiento demografico (en Gran
Bretafia, de 10,5 millones en 1801 a 18,1 millones en 1841, con el mayor Indice de crecimiento entre 1811-1821). Esta 1a Revo1uci6n industrial en sus aspectos tecnol6gicos. Y esta la contra-revoluci6n polftica
de 1792 a 1832.
Al final, tanto el contexto polftico como la maquina de vapor tuvieron una influencia determinante sobre.la conciencia y las instituciones
de la c1ase obrera (]ue se estaban configurando. Las fuerzas que contribuian a la reforma polttica a finales del siglo XVIII -Wilkes, los negociantes de la City, la pequefia gentry de Middlesex, 1a rnuchedumbre-; 0 Wyvill y la pequefia gentry y yeomen, los pafieros, los
cuchilleros y los artesanos- estuvieron en vfsperas de conseguir al menos algunas victorias aisladas en la decada de 1790: a Pitt le correspondi6 el papel de primer ministro reformista. Si los hechos hubieran seguido su curso natural", hubiera sido logico esperar algun conflicto,
mucho antes de 1832, entre la oligarqufa agraria y comercial y los fabricantes y 1apequefia gentry, con la clase obrera a remolque de la agitaci6n de la clase media. E incluso en 1792, cuando los industriales y
los profesionales liberales destacaban en el movimiento de reforma, el
equilibrio de fuerzas aun era ese, Pero despues del triunfo de Los de-
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EX PLOTACION
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tuosa. Por supuesto, sus casas son elegantes palacios que superan con
mucho, en volumen y extension, las residencias refinadas y fascinantes
que se pueden ver en los alrededores de Londres ... pero el observador
puro de las bellezas de la naturaleza y el arte combinados advertira en
elias una deplorable falta de gusto. Educan a sus familias en las escuelas mas caras, decididos a dar a su descendencia una doble raci6n de 10
que a enos les falta. ASI, sin que apenas haya en sus cabezas una segunda
intenci6n, son material mente pequefios monarcas, absolutos y desp6ticos en sus distritos particulares; y para que todo eso se mantenga, ocupan todo su tiempo en maquinar c6mo obtener la mayor cantidad de trabajo a cambio del menor gasto .... En resumen, me atrevere a decir, sin
miedo a la contradiccion, que se observa una mayor distancia entre el
amo y el hilandero aqul, de la que hay entre el mayor comerciante de
Londres y su ultimo criado 0 el mas humilde artesano. Desde luego no
se puede comparar. Se que es un hecho que la mayor parte de los patronos de hilanderos desean mantener bajos los salarios con el prop6sito de mantener a los hilanderos indigentes y sin animos ... asf como con
el prop6sito de lIevarse el beneficio a sus bolsillos.
Los patronos de hilanderos son una clase de hombres distinta de todos los demas maestros artesanos del reino. Son ignorantes, orgullosos
y tiranicos. l,C6mo deben ser los hombres, 0 mejor dicho los seres, que
son los instrumentos de tales amos? Porque, durante afios y aflos, han
sido, con sus esposas y sus hijos, la paciencia personificada, esclavos
y esclavas para sus crueles amos. Es imitil ofender nuestro sentido comun con la observaci6n de que aquellos hombres son libres; de que la
ley protege por un igual a los ricos y a los pobres, y que un hilandero
puede abandonar a su amo si no Ie gustan los salarios que paga. Es cierto, puede, pero i,d6nde debe ir?; por supuesto, a otro amo. De acuerdo, va; Ie preguntan d6nde trabaj6 antes, l,tedespidieron? No, no nos
ponfamos de acuerdo acerca de los salarios. Bueno, no puedo darte empieo a ti ni a nadie que deje a su amo por este motivo. l,Por que ocurre
esto? Porque existe un abominable pacta vigente entre los amos, que se
estableci6 por primera vez en Stockport, en 1802, y desde entonces se
ha generalizado tanto, que abarca a todos los grandes amos en una area
de muchas millas alrededor de Manchester, aunque no a los pequefios
patronos: estos estan excluidos. En opini6n de los grandes, son los seres mas detestables que se puedan imaginar ... Cuando se establecio el
pacto, uno de sus primeros artfeulos fue que ningun amo debfa emplear
a un hombre hasta que hubiese averiguado si su ultimo patrono Ie ha- .
bia despedido. l.Que debe hacer entonces el hombre? Si va a la parroquia, que es la tumba de toda independencia, le dicen: No podemos ayudarte si rifies con tu amo te mandaremos a prision, y no vamos a
mantener a tu familia; de modo que el hombre se ve obligado , debido
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EXPLOTACION
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deros podfa seguir trabajando en su casa y ocuparse de sus trabajadores. En aquellos dfas, el algodon en rama siempre se distribufa en pacas a las esposas de los hilanderos en casa, donde 10 calentaban y 10
limpiaban a punto para los hilanderos de Ia fabrica. 'Con ella podian ganar 8, 100 12 chelines a la semana, y cocinar y atender a sus familias.
Pero ahora nadie tiene ese trabajo, porque todo el algod6n se desmenuza
con una maquina, aceionada por la maquina de vapor, que se llama diablo; de modo que las esposas de los hilanderos no tienen trabajo , a no
ser que vayan a trabajar todo el dfa en la fabrica en 10 que pueden realizar nifiosa cambio de unos pocos chelines, 4 a 5 por semana. En aquel
momento, si un hombre no se ponla de acuerdo con su amo, le dejaba
y podfa emplearse en cualquier otro sitio. Sin embargo, hace pocos afios
cambi6 el cariz de las cosas. Se empezaron a utilizar las maquinas de
vapor, y se requerfa un gran capital para comprarlas y para construir edifieios suficientemente grandes para que cupiesen aquellas y 600 0 700
trabajadores. La maquina producfa artfculos mas vendibles (aunque no
mejores) que los que podfa hacer el pequefio patr6n por el mismo precio. EI resultado fue su ruina en poco tiempo; y los pr6speros capitalistas triunfaron con su cafda, puesto que aquellos eran el unico obstaculo que quedaba entre ellos y el absoluto control de los obreros.
Luego surgieron diversas disputas entre los obreros y los patronos
con respecto a la pulcritud del trabajo, puesto que los obreros cobraban
de acuerdo con el mimero de madejas 0 yardas de hebra que producfan
a partir de una cantidad de algod6n dada, que siempre debfa ser verificada por el supervisor, cuyo interes le obligaba a inclinarse en favor del
patrono y a considerar el material como mas burdo de 10que era. Si el
obrero no se sometla debfa emplazar a su patron ante un magistrado;
el conjunto de magistrados en activo de aquel distrito, con la excepei6n
de dos honestos clerigos, eran caballeros cuyo origen era el m!smo que
el de los patronos de hilanderos del algod6n. El patrono, en general, se
contentaba con enviar a su supervisor para que respondiese a cualquiera de esos requerimientos, considerando que situarse frente a frente con
su sirviente era rebajarse. La decisi6n del magistrado era, por 10 general, favorable al patrono, aunque s610 se basaba en la declaraci6n del
supervisor. EI obrero no se atrevfa a apelar a los tribunales a causa del
gasto ...
\
Estos males que se infligen a los hombres han surgido de aquel terrible monopolio que existe en aquellos distritos, en donde la riqueza y
el poder estan en manos de unos pocos, que, con la arrogancia en sus
corazones, se creen los senores del universo."
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Esta lectura de los hechos, en su 16gica notable, es una manifestaci6n ex parte tanto como 10 es la -economta political> de lord Brougham. Pero el Oficial Hilandero de Algodon describfa hechos de una
clase diferente. No es necesario que nos preocupemos por la solidez de
todas sus afirmaciones. Lo que hace esta decIaraci6n es especificar, una
detras de otra, las injusticias que los obreros sentian como cam bios en
el caracter de la explotaci6n capitalista: la ascensi6n de una clase de
patronos que no tenia autoridad tradicional ni obligaciones; la creciente
distancia entre el patrono y el hombre; la transparencia de la explotaci6n en el origen de su nueva riqueza y poder; el empeoramiento de la
condic!6n del trabajador y sobre todo su perdida de independencia, su
reduccion a la dependencia total con respecto a los instrumentos de producci6n del patrono; la parcialidad de la ley; la descomposici6n de la
economia familiar tradicional; la disciplina, la monotonia, las horas y
las condiciones de trabajo; la perdida de tiempo libre y de distracciones; la reducci6n del hombre a la categoria de un -instrumento.
El hecho de que los obreros sintiesen esas injusticias de alguna manera -y que las sintiesen de forma apasionada- es suficiente en sf mismo para merecer nuestra atenci6n. Y nos recuerda, a Ia fuerza, que algunos de los conflictos mas asperos de aqueJlos alios versa ron sobre
temas que no estan englobados por las series del coste-de-Ia-vida. Los
temas que provocaron la mayor intensidad de sentimiento fueron aquelIos en los que estaban en litigio valores como las costumbres tradicionales, -justicia-, independencias , seguridad 0 economia familiar, mas
que los simples temas de pan-y-mantequilla. Los primeros afios de la
decada de 1830 estan encendidos por agitaciones que versaban sobre
temas en los que los salarios tenfan una importancia secundaria: los alfareros contra el Truck System; * los trabajadores de la industria textil
en favor del proyecto de ley de las diez horas; los obreros de la construcci6n, en favor de la accion directa cooperativa; todos los trabajado res en favor del derecho a afiliarse a las trade unions. La gran huelga
de la cuenca minera del noreste, en 1831, se hizo por la seguridad de
empleo, los tommy shopsvr= y el trabajo de los nifios.
La relaci6n de explotaci6n es mas que la suma de injusticias y an-
.. Sistema de pago de salarios en vales intercambiables por productos, en lugar de dinero. (N. de la t.)
... Almacenes en los que pueden carnbiarse los vales que obtienen los trabajadores, en
lugar de dinero, por productos. (N. de 10 t.)
EXPLOTACION
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tagonismos mutuos. Es una relaci6n que puede verse que adopta formas distintas en contextos hist6ricos diferentes, formas que estan en relaci6n con las formas correspondientes
de propiedad y poder del
Estado. La relaci6n de explotaci6n clasica de la Revoluci6n industrial
es despersonalizada, en el sentido de que no se admiten obligaciones
durables de reciprocidad: de paternalismo 0 deferencia, 0 de intereses
del Oficio, No hay indicios del precio -justo .., 0 de un salario justificado en relaci6n a las sanciones sociales 0 morales, como algo opuesto
ala actuacion de las fuerzas del libre mercado. El antagonismo se acepta como intrfnseco a las relaciones de producci6n. Las funciones de direcci6n 0 supervisi6n exigen la represi6n de todos los atributos excepto
aquellos que promueven la expropiacion del maximo valor excedente
del trabajo. Esta es la economfa polftica que Marx analizaba minuciosamente en El capital. El trabajador se ha convertido en un instrurnento, 0 una entrada entre las demas partidas del coste.
De hecho, ninguna empresa industrial compleja se podrfa dirigir con
esa filosoffa. La necesidad de paz industrial, de una fuerza de trabajo
estable y de un cuerpo de trabajadores cualificados y con experiencia
exigia la modificaci6n de las tecnicas de direcci6n -y, por supuesto,
el desarrollo de nuevas formas de paternalismoen las fabricas de los
algodoneros hacia la decada de 1830. Pero en las industrias que tenfan
un exceso de trabajo externo, don de siempre habia una cantidad suficiente de -mano de obra desorganizada que cornpetfa por el ernpleo,
esas consideraciones no afectaban. Ahl, dado que las viejas costumbres
se habian erosionado y se habfa desechado el viejo paternalismo, la relacion de explotaci6n surgfa omnipotente.
Eso no significa que podamos echar la culpa de cada una de las
penurias de la Revoluci6n industrial a los patronos- 0 al laissez faireo El proceso de industrializaci6n debe acarrear sufrimiento, en cualquier contexto social que podamos concebir, y la destrucci6n de las formas de vida mas antiguas y apreciadas. Muchas investigaciones
recientes han arrojado luz sobre las dificultades particulares de la experiencia britanica: los riesgos de los mercados, las multiples consecuencias comerciales y financieras de las guerras, la deflaci6n de la
posguerra, los movimientos en la relacion real de intercarnbio, y las
presiones resultantes de la explosion- demografica. Ademas, las preocupaciones del siglo xx nos han hecho tener conciencia de Ja magnitud de los problemas del crecimiento econ6mico. Se puede arguir que
Gran Bretafia, en la Revoluci6n industrial, se tropezo con los preble-
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EXPLarACION
mas del lespegue: la fuerte inversion a largo plazo -canales, fabricas, vias ferreas, fundiciones, minas, infraestructura- se hizo a costa del consumo cotidiano; las generaciones de trabajadores situadas
entre 1790 y 1840 sacrificaron al futuro parte de, 0 todas, sus perspectivas de au~ento del consume."
Todos estos argumentos merecen una atencion cuidadosa. Por ejemplo, los estudios de la fluctuacion de la demanda del mercado sudamericano, 0 la crisis bancaria en el pais, nos pueden decir mucho acerca
de las razones del crecimiento 0 retraso de industrias determinadas. La
crftica que se hace a la ortodoxia academica predominante no se dirige a los estudios empiricos per se, sino a la fragmentaci6n de nuestra
comprensi6n del proceso hist6rico completo. En primer lugar, el empirista separa determinados hechos de este proceso y los examina de
forma aislada. Como se dan por sentadas las condiciones que dan lugar a los hechos, estes aparecen no solo como explicables en sus propios terminos, sino como inevitables. Las guerras se debfan pagar con
una fuerte imposici6n fiscal; aceleraron el crecimientode ese modo y
10 retrasaron en aquel otro. Dado que esto se puede demostrar, tambien
queria decir que necesariamente fue asi. Pero miles de ciudadanos ingleses de la epoca estaban de acuerdo con la condena que Thomas Bewick hacfa de -esta guerra extremadamente malvada-.!' EI peso desigual de los impuestos, los inversores en deuda publica que saeaban
beneficios de la deuda nacional, el papel moneda, no eran aceptados por
muchos contemporaneos como datos dados, sino que eran el punto central de una agitacion radical intensiva.
Pero hay un segundo nivel en el que el empirista puede volver a juntar de nuevo todos esos estudios fragmentarios, construyendo un modelo del proceso hist6rico compuesto de una multiplicidad de elementos inevitables entrelazados, una sucesion fragmentaria. Cuando
examinamos las facilidades de credito 0 la relacion real de intercambio, en las que cada hecho es explicable y adernas aparece como una
causa, suficiente en sf misma, de otros hechos, llegamos a un determinismo post facto. Se pierde la dimension de la intervencion humana,
y se olvida el contexto de las relaciones de clase.
Es absolutamente cierto que existfa aquello que sefiala el empiristao Las Ordenes Reales llevaron, en 1811, a ciertos oficios a la casi pa-
Consumption,
Que el consumo de nuestros fabricantes se debe reducir 'en la misrna proporci6n en que la Reducci6n de los Salarios hace a la gran MaYOTiadel Pueblo pobre y desgraciado.
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EXPLOTACI6N
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EXPLOTACION
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na tabla de salarios correspondiente. Su conclusi6n consiste en sugerir la existencia de dos grupos principales dentro de la clase obrera:
una amplia c1ase situada muy por encima del nivel de la mera subsistencia- y masas de trabajadores no cualificados 0 poco cualificados
-obreros agrfcolas empleados de manera estacional y tejedores manuales, en particular- cuyos ingresos quedaban casi por completo absorbidos con el pago de las escuetas necesidades de subsistencia, Mi suposicion serfa que el mimero de los que podian compartir los beneficios
del progreso econ6mico era mayor que el mimero de los que estaban
excluidos de esos beneficios y que aquel crecfa constantemente. 17
De hecho, por 10 que se refiere al perfodo 1790-1830, hay muy pocas mejoras. La situaci6n de la mayorfa era mala en 1790, y sigui6 siendo mala en 1830 (y 40 afios son mucho tiempo), pero existe algun desacuerdo en cuanto al tamafio de los grupos relativos dentro de la clase
obrera. Yen la decada siguiente el asunto no esta mucho mas claro. Sin
duda, los salarios reales aumentaron entre los obreros organizados, durante el estallido de actividad de las trade unions, entre 1832 Y 1834;
pero el perfodo de buenos negocios, entre 1833 y 1837, estuvo acompafiado por la destrucci6n de las trade unions mediante los esfuerzos
conjugados del gobierno, los magistrados y los patronos; mientras que
los afios 1837-1842 son de depresi6n. De modo que, ciertamente, en
alguna fecha no especificada que se sima entre Ia preparacion de la
Carta del Pueblo y la Gran Exposicion la marcha de los acontecimientos empieza a cambiar; digamos, con el boom del ferrocarril en 1843.
Por otra parte, incluso a mediados de la decada de los cuarenta la situacion de grupos muy grandes de obreros continua siendo desesperada, en tanto que la quiebra del ferrocarril condujo a los afios de depresion de 1847-1848. Esto no se parece mucho a la historia de un
triunfo; durante medio siglo del mas pleno desarrollo del industrialismo, el nivel de vida todavfa se mantenia -para grupos muy grandes
aunque indeterminados de poblaci6n- en, el limite de subsistencia.
Sin embargo, esta no es la impresi6n que se da en muchas obras
contemporaneas, Ya que, del mismo modo que una generaci6n anterior
17. La cursiva es mfa. T. S. Ashton. -The Standard of Life of the Workers in England.
1790-1830.. en Capitalism and Ihe Historians, compiJado por F. A. Hayek, pp. 127 Ysiguientes;
E. J. Hobsbawm, -The British Standard of Living, 1790-1850., ECOIIOmicHistory Revietv; X (agosto
1957). (De este ultimo hay trad. cast.: .EI nivel de vida en Gran Bretaiia entre 1790 y 1850-,
en Trabajadores. Estudios de historia de 10 close obrera, Crftica, Barcelona, 1979, pp. 84-121.)
16. -
THO\4PSON. I
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de historiadores, que tambien eran reformadores sociales (Thorold Rogers, Arnold Toynbee, los Hammond), dejaban que su solidaridad con
los pobres les condujera en ocasiones a una confusion de la historia con
la ideologfa, hoy encontramos que la solidaridad de algunos historiadores de la economfa hacia el patron capitalista les ha conducido a una
confusion de la historia con las disculpas. t8 El punto de transici6n estuvo marcado por Ia publicacion, en 1954, de un simposio sobre Capitalism and the Historians, compilado por el profesor F. A. Hayek,
que era el trabajo de un grupo de especialistas que durante algunos
afios se han venido reuniendo con regularidad para tratar los problemas
de la salvaguardia de una sociedad libre contra la amenaza totalitaria-.
Puesto que este grupo de especialistas internacionales consideraba que
una sociedad libre- era, por definici6n, una sociedad capitalista, los
resultados de una mezcla tal de teoria economica y argumentos especiosos fueron deplorables; y no 10 fueron menos en la obra de uno de
los colaboradores, el profesor Ashton, cuyos prudentes descubrimientos
de 1949 se han trasmutado ahora -sin nuevos datos- en la categorica afirmaci6n de que en general, hoy dia se reconoce que, para la rnayorfa, el aumento de los salarios reales fue substancial-. 19 En este punto la controversia degener6 en una confusion. Y a pesar de los intentos
mas recientes de rescatarla para la investigacion," la controversia sigue existiendo desde muchos puntos de vista como una confusion de
aseveraciones y argumentos especiosos.
La controversia se divide en dos partes. En primer lugar, esta la
autentica dificultad de construir series de salarios, de precios e indices
estadfsticos a partir de los abundantes pero desiguales datos. Cuando
18. Para que el lector no juzgue con demasiada severidad al historiador, podemos recordar
la explicacion de sir John Clapham respecto de la forma en que el principio selective puede organizar la informacion . Es muy flleil haeerlo de rnanera involuntaria. Haee 30 afios lei y subraye
el libro de Arthur Young Travels in France. e impartf mis clases a partir de los parrafos sefialados. Haee 5 anos volvf a leerlo, y descubrf que siempre que Young hablaba de un frances desgraciado, yo 10 habia subrayado, pero que muchas de sus refereneias a los franeeses felices 0 prosperos las habra dejado sin senalar. Tengo la sospecha de que durante 10 0 15 afios, la mayor parte
de historiadores de la economia se han dedicado a subrayar la informacion prospers y feliz del texto,
19. T. S. Ashton The Treatment of Capitalism by Historians, en Capitalism and the Historians. p. 41. EI ensayo del profesor Ashton sobre The Standard of Life of the Workers in England, que est' reimpreso en este volumen, aparecid originarlamente en el Journal a/ Economic
History (1949).
20. La valoracidn mlls constructiva de la controversia se encuentra en A. J. Taylor Progress
and Poverty in Britain. 1780-1850>. History (febrero, 1960).
EXPLOTAcrON
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222
1:)6n,en los que los salarios reales mejoraron entre 1790 y 1840, pero
10 hicieron a costa de mas horas y mayor intensidad de trabajo, de
modo que la persona que mantenfa a la familia estaba acabada- antes
de los 40 afios. En terminos estadfsticos esta realidad revela una curva ascendente. Para las familias implicadas podia significar la depauperizaci6n.
Asf, es perfectamente posible sostener dos proposlciones que, vistas por encima, parecen ser contradictoi:ias. A 10 largo del perfodo
1790-1840, hubo una pequefia mejora en la media del nivel de vida material. A 10 largo del mismo perfodo hubo una explotacion intensificada, una mayor inseguridad y una miseria humana 'creciente. Hacia
1840, la mayor parte de la poblaci6n estaba mas acomodada- de Ioque
10 habfan estado sus predecesores 50 afios antes, pero habfa sufrido y
segufa sufriendo esa pequefia mejora como una experiencia catastrofica. Con el fin de explorar esta experiencia, en base a la cual surgi6 la
expresi6n polftica y cultural de la conciencia de Ia clase obrera, debemos hacer 10 siguiente: primero, estudiar la experiencia vital cambiante
de tres grupos de trabajadores: los trabajadores rurales, los artesanos
urbanos y los tejedores manuales;" segundo, hablar de algunos de los
.elementos menos -ponderables- del nivel de vida de la poblacion; tercero, examinar las eoacciones mas Intimas que provoc6 la forma de
vida industrial y la ~elaci6n que el metodismo tiene con elIas. Por ultimo, analizar algunos de los elementos que hay en las nuevas comunidades dela clase obrera.
21. He seleeeionado estos grupos porque parece que su experiencia line mds la coneieneia
social de 1&clase obrera, durante la primera mitad del siglo. La influencia de los mineros y los
obreros del metal no se sentird plenamente IIasla mds avanudo el siglo. Los otros grupos clave
-los IIilandero! del algod6n- son. el lema de un estudio admirable en la obra de los Hammond,
Th~Skill~dLabourer.
500
11.
I.
II.
12. Comunidad
1. Tiempo libre y relaciones personales
II. Los rituales de la solidaridad.
III. Los irlandeses
IV. Mirfadas de la eternidad .
fNDICE*
Pr6logo, por
lOSEP FONTANA.
VII
Prefacio.
Prefacio a la edici6n de 1980.
XIX
XIII
Primera parte
EL ARBOL DE LA LIBERTAD
1. Innumerables miembros.
2. EI cristiano y Lucifer
3.
4.
5.
.
Los baluartes de Sauin
EI ingles libre por nacimiento
Plantar el arbol de la libertad .
3
13
45
71
99
Segunda parte
LA MALDICl6N DE ADAN
6. Explotacion.
197
7.
223
251
292
8. Artesanos y otros
9.
La maquinaria moral .
EI milenarismo de Ia desesperaci6n
Los tejedores
347
347
352
357
367
388
388
41t1
447
447
464
477
494