Vecinas
Vecinas
Vecinas
(*) Este texto fue publicado dentro del libro Un deseo propio, antologa de escritoras
espaolas contemporneas, de Inmaculada Pertusa y Nancy Vosburg, Editorial Bruguera,
Barcelona, marzo 2009.
I
La primera vez que coincidimos fue por casualidad, por la tarde, al llegar yo a
casa despus de trabajar, en el ascensor. Y la segunda tambin. Pero la tercera ya
no. Porque hasta la casualidad es una franquicia del deseo.
Ella acababa de entrar en el ascensor del garaje y haba marcado el botn de su
piso, pero, cuando me vio salir del coche (qu coche tan bonito tengo, qu
podero llevarlo, qu caro me cost, qu superficial me estoy volviendo), para
evitar que la puerta se cerrara, le puso la mano y adelant una pierna, en esa
postura tan graciosa a la que obligan las clulas fotoelctricas y que parece una
posicin de baile. As me dio tiempo a m a llegar. Gracias. No hay de qu, voy
al sexto, dice. Yo, al octavo. Un segundo de silencio, la miro, me mira, el
ascensor empieza a subir y nosotras a bajar la vista. (Superficial no, mi coche es
caro, pero original, diferente, ni siquiera es llamativo como los deportivos de los
traficantes o como los armarios filoblicos, llenos de guardabarros, que se
compran los promotores inmobiliarios y que pi-pi-pi-piii tienen sensores
traseros para aparcar sin que sufran las cervicales).
Normalmente soy yo la que habla primero en cualquier circunstancia porque
soy esa mezcla (nada extraa, pero siempre difcil de definir) de persona sin
timidez para hablar en pblico, pero tmida hasta el problema en la soledad
vigilada de un ascensor, por ejemplo. Y hablo porque la timidez me hace
insoportables los silencios urbanos. La ciudad est llena de soledades vigiladas,
apenas existe la soledad real (sin presencia fsica de los dems). Y por eso,
primeras de las siguientes rebajas del equis por ciento (o de ahora slo
veinticinco euros, s, slo veinticinco euros, pero, adems, si te llevas dos, pagas
slo cuarenta); y cuas que ofrecern revisiones gratuitas a los nios en cuanto
se reanude en enero el curso escolar (de clnicas franquiciadas para captar ojos
defectuosos o dientes irregulares
Y no sera un xito tambin para las
franquicias de clnicas de ciruga esttica una campaa de revisin gratuita de
orejas de soplillo?; porque los recreos estn llenos y no conviene llegar con ellas
desabrochadas a los cstines de las operaciones triunfo del maana adolescente,
y la adolescencia est ah mismo ya: crecen tan de prisa y tan sin miras
propias ). Diciembre es un mes muy duro para ciertos trabajos como el mo. La
mente se acelera y se dispara y rebosa sus contenedores y chorrea, vaya si
chorrea, va por ah chorreando su pringosa gelatina gris. Ser muy valiosa, la
gelatina de la sesera, pero lo cierto es que la desperdiciamos; y parecer
imposible sobrevivir a su derramamiento, pero sobrevivimos.
Lo que ms gracia me hace de que un da reviente el mundo, es pensar en la
cantidad de cuas y originales de prensa y vallas de exterior y de espotes que se
quedarn sin emitir habiendo sido ya previamente realizados y pagados. Si yo
fuese un cometa inteligente y vengativo, procurara volatilizar este planeta en un
mediados de diciembre, hacia media tarde, para que el destrozo publicitario fuese
el mayor imaginable.
Sin embargo, ella dijo, a continuacin, dndome la razn muy amablemente,
que s, que son fechas espantosas no slo por el trfico, efectivamente, sino por
todo lo que acarrean. Acarrean , dijo, y eso me gust. Un verbo poderoso, con
enjundia, que, salido, adems, de su perfecto aspecto (blusa blanca de seda, pero
chaqueta americana arrugable y caprichosa, de un ntido color azul mecnico de
coches, precioso azul; bufanda de algo suavsimo, de las que abrigan tanto que,
al menos en Pars, a menudo hacen prescindible ese abriguillo chupao que se
lleva ahora, de talla tan relamida que se antoja imposible de abrochar; pantaln
vaquero de corte ajeno a los mercadillos con pespuntes de ilusionista caro, que
dibujaban por eso el leve ensanchamiento de sus caderas con la exactitud de un
fluido; cinturn de colorines andinos y zapatos cmodos, que respiran y soportan
chaparrones a pesar de no haber nacido para excursiones de montaa; bolso
grande, superviviente a la moda, de batalla cosmopolita, propio de quien sale a la
calle con las primeras luces y sabe que no volver a casa hasta que anochezca
un verbo que, con su aspecto, digo), sonaba mejor an, ms rotundo y ms
delator de la personalidad de quien lo haba elegido. Sonaba a mujer que lee
libros y se le quedan; y sonaba tambin a sus antecedentes como jovencita
consciente de su infancia y merecedora, por eso, de una madurez sin
que hace poco que nos hemos casado) acabamos de comprar el piso y todava no
conocemos a nadie. T vives aqu, no?
S.
Y continu por mi cuenta la conversacin inventada para acabar yendo mucho
ms all de lo razonable. Lo hago a veces. Y en el trabajo, con los clientes, muy
a menudo. Es un arma secreta, con poderes de destruccin masiva: me imagino a
la persona de la que quiero defenderme o mantenerme a distancia y le hago
hablar en mi cabeza de modo que la distancia entre las dos se hace insalvable:
Y vives en el octavo, por lo que veo.
S
digo.
tenemos la suerte de que nos salga la parejita. Pero, bueno, seguro que tu casa es
preciosa, original y preciosa, as que me imagino que ahora te alegras de que no
surgiera el caprichoso que la comprara En fin, me bajo aqu; a ver si un da
quedamos y charlamos un poco y nos vamos conociendo. Si te apetece, un da de
stos te doy un toque y te bajas a tomar caf y as ves mi casa.
S, cualquier da de stos. Adis.
Encantada de conocerte.
Igualmente.
Y quiero que sepas que tanto mi marido como yo somos gente abierta. Ms
que abierta. Ya nos conocers.
Ni loca tendra yo trato con una acelerada perdonavidas como t o tu maridito,
tan apropiado para ti. Pensando todava en la parejita, a tus treinta y tantos?
Pues te deseo que te d tiempo, fjate. Te mereces que te d tiempo.
Sin embargo, no me sirvi de mucho este escapulario de palabras antdoto que
me colgu. Ella me caus tan buena impresin, que no tena respaldo real para
pensar as de ella. Tan buena impresin y tan poderosa, que tampoco tena
respaldo real para encontrarle explicacin a esa fuerza tan inmediata.
No saba nada de ella, ni si estaba casada ni si tena nios, ni si haba contrado
alguna clase de fiebres altsimas, peridicas molestas, pero controlables , de
resultas de su ltima estancia en cierto pas de frica como agregada cultural de
nuestra embajada (Espera: agregada cultural, dices, en un pas de frica?
sta, lo que es, es espa! Probablemente trabaja fichando fundamentalistas en
origen). Por no saber, ni siquiera saba si era vecina o vena de visita. Cierto que
haba aparcado en el garaje y que no hay ms que una plaza por piso, pero poda
venir a casa de un novio, por ejemplo, poda ser una visita ms o menos
habituada a usar la plaza con propiedad, una visita con llaves propias. No la
haba visto antes y ahora crea recordar que uno de los sextos estuvo en venta.
Tendra que haberle preguntado, al menos, como un simple detalle de buena
educacin, si era nueva en el bloque
Nueva yo? T, adems de lesbiana, debes de ser muy, pero que muy
despistada. Llevo casi dos aos viviendo aqu. Desde lo de tu desgracia, muy
poco despus. Lo que pasa es que no hemos coincidido. Porque es mi marido el
que lleva el coche y yo casi nunca aparco, hoy es una excepcin, y, claro, como
aqu llegas, aparcas, y subes desde el garaje directamente, pues no Yo entro
siempre por el portal, mientras que t seguro que el portal lo usas poco para
entrar y salir, irs casi siempre en coche Adems, pasas casi sin mirar a nadie
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general (con la nica excepcin de esta Attis, a la que no conozco y sobre la que,
de todas formas, an tengo mis reservas porque a veces juega a hacerse la dura y
a m eso me da mucha risa) he dado con mujeres tan cursis, tan pagadas de sus
tesoros de espritu, que no creo que sus cuerpos puedan hacer luego frente al
lastre de sus palabras. Ninguna confiesa que no sabe escribir y que preferira, de
inmediato, cualquier otro modo de comunicacin. Yo lo digo enseguida, que ni
s expresarme por escrito ni quiero, y escribo poco, contesto lacnicamente y
con ms irona que inters. Sin embargo, no ha aparecido todava quien lea, en
esas caractersticas, mi actitud de desidia, de desesperanza, no leen el mal humor
con el que me enfrento a la vida, a la madurez. Al contrario, me consuelan de mi
falta de aptitudes para la redaccin y me animan a intentar expresarme de todos
modos, como buenamente sepa y pueda. Ellas no leen nada que no sea
continuidad en sus expectativas; as que yo no escribo tampoco nada que no sea
calentamiento inofensivo.
Pero, s, la realidad tiene otras reglas. Y mi vecina del ascensor se convirti en
real desde el primer instante. Un detalle de expresividad en su rostro
desconocido estuvo ms lleno de significado que cualquier cadena de peroratas
por correo. Durante los das que siguieron, o no pensaba en ella en absoluto
porque el trabajo y los mensajes de mi amiga de correo me entretenan de ms, o
la recordaba de pronto, aguda como un guinchonazo, y entonces su presencia
repentina me provocaba el mismo desasosiego incmodo que nos produce el
recuerdo de algo pendiente, una tarea sin terminar; otras veces senta la misma
vergenza que nos produce recordar una mala intervencin en pblico, en una
reunin de trabajo, una falta de agudeza, una torpe respuesta; senta el escozor de
haber quedado, delante de ella, por debajo de mis mritos (Qu cras seguimos
siendo, qu poquita cosa maduramos)
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II
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ella era efectivamente ella, se me aceler el pulso de una forma brutal y absurda,
y me qued medio paralizada y ms bien muda. No cre que volvieran los
tiempos en mi vida en que la sola presencia de alguien me impusiera de aquel
modo.
Fue mi cuada, que vive en el bloque y se lo sabe entero, la que nos habl de
ella. De ellas. Le insisti mucho a su hermano para que comprramos el piso
cuando lo puso a la venta hace dos aos y pico:
Es una oportunidad, Javier, y seguro que podis negociar el precio porque lo
lgico es que la pobre chica est deseando venderlo. Ya os cont lo del suicidio
de su compaera. Seguro que est deseando desprenderse de l.
No podemos pagar semejante hipotecario
otra vez.
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cuadro, si alguien emitiera cerca y de frente el aire violento de esa palabra tan
fricativa, seguro que la niebla se disipara y, entonces s, veramos, no el sueo
de dos mujeres amndose, sino la realidad rotunda de dos seoras jodiendo.
Javier me seal el mismo cuadro y me coment por lo bajo:
Para una pareja sin hijos que, adems, no piensa tenerlos.
O sea, para nosotros mismos tambin, sin ir ms lejos, porque yo sigo sin
tener claro que quiera.
Frasecita ma y cambio de humor suyo, inmediato:
Esta casa no es para nosotros, y lo sabes la advertencia. Aqu estaba ya su
tono de advertencia. Vena a decir. No te entocines, porque no , pero se refera
a los nios.
Lo que t digas, cario
No, te recuerdo que eras t la que lo deca, que esta casa no es para nosotros
la manipulacin. Aqu estaba ya la manipulacin. Ahora volvamos a
referirnos a la casa y vena a decir: Eres voluble. Slo yo mantengo criterios
slidos .
Pues lo decimos los dos, mi amor
No me tomes el pelo
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mujer heterosexual que tiene fantasas erticas con otras mujeres. Empec a
tener fantasas sexuales con mujeres (voluntariamente, quiero decir), desde que
visit aquella casa. Pronto har tres aos.
Y hasta he llegado a sospechar que si hemos acabado comprando este otro piso
que qued libre despus en el mismo edificio (casi no me atrevo a confesrmelo
a m misma de lo disparate que es) ha sido en parte por algo que dijo mi cuada
en su da:
La chica del octavo, la del piso que visteis, ha vuelto a vivir a su casa. Ya
no est a la venta. Para que veas que las oportunidades pasan por tu puerta una
sola vez, Javier, te lo dije, y sta se os ha escapado. La chica ha vuelto a su casa,
s. Claro que s: ha pasado tiempo desde la desgracia y ya se sabe el tiempo
todo lo cura.
Me acuerdo que pens, como si la conociera: No ha vuelto por eso. Yo creo
que si ha vuelto habr sido ms bien por lo contrario, porque se habr dado
cuenta de que ni el tiempo ni la distancia curan nada .
Zaharea, 2008
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