Lukacs Georg La Crisis de La Filosofia Burguesa

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La Crisis de la Filosofia Burguesa.

por Georg Lukacs.


Editorial Siglo Veinte
ao 1958.

Nueva maquetacin,
Por Fly
Sept. 2009

Georg Lukcs

otra parte es fcil comprobar que la resistencia que la filosofa


burguesa opone al fascismo es igual a cero. Numerosas escuelas filosficas, de las cuales el fascismo se haba apoderado
(Nietzsche, por ejemplo), continan beneficindose con la
misma popularidad en los amplios medios antifascistas burgueses.

La Crisis de la Filosofa Burguesa

El hecho de la crisis es casi indiscutible. Su descripcin y su


estudio crtico constituyen ya una tarea muy compleja, tanto
sobre el plano histrico como desde un punto de vista particularmente filosfico. Es aqu donde inmediatamente se plantea el
problema: qu hay de especficamente nuevo en la filosofa
del perodo imperialista? En verdad es radicalmente nueva? Y,
en caso afirmativo, en qu reside su novedad?

INTRODUCCIN

Los marxistas no han sido los nicos en haber comprobado la


crisis de la filosofa burguesa. Esta nocin se ha convertido
desde hace mucho tiempo en moneda corriente en la filosofa
burguesa misma.

La prudencia es de rigor en el estudio de problemas de este


gnero. Durante la discusin del programa del partido comunista ruso, Lenin se haba pronunciado contra la tendencia representada por aquellos que se proponan estudiar la estructura
econmica y las leyes internas del imperialismo haciendo abstraccin de la evolucin general del capitalismo.

As, por ejemplo, el neo-hegeliano Siegfried Marck, al querer


determinar el lugar que Rickert ocupa en la evolucin de la
filosofa, declara que pertenece al perodo anterior a la crisis.
En efecto, si nos tomamos el trabajo de estudiar atentamente la
evolucin de la filosofa burguesa de estos ltimos tiempos,
puede verse que sus mismas bases son puestas en duda peridicamente. Y no es casualidad que en el punto de partida de esta
evolucin se vuelva a encontrar el programa de Nietzsche: volver a estructurar la tabla de valores. Puede decirse que el ao en
el que un dominio cualquiera del pensamiento no conoce una
crisis aguda, se pierde en la banalidad.

Creemos que ese principio metodolgico se aplica perfectamente al dominio de la ideologa y de la filosofa. La filosofa del
imperialismo slo puede ser comprendida y criticada a la luz de
las leyes fundamentales de la sociedad capitalista, porque es
evidente que la influencia de la estructura econmica se manifiesta igualmente en el dominio de la filosofa.
La crisis se revela en sntomas que no tienen nada de profundos: en la filosofa moderna se traduce por la incansable investigacin de sus fuentes en el pasado. Es fcil, por ejemplo, seguir la influencia de Kant hasta H. St. Chamberlain y, a travs

Pero el signo ms serio de la crisis se encuentra sin duda en el


hecho de que su evolucin termina en aquello que se llama con
alguna exageracin la concepcin del mundo del fascismo. Por
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de ste, a Rosenberg. Sartre, por su parte, remonta hasta Descartes mientras que, de acuerdo con el irracionalismo alemn,
sera desde Descartes de donde partira la desviacin de la filosofa moderna. Podramos multiplicar estos ejemplos hasta el
infinito. En esa investigacin desordenada y reanudada sin cesar de fuentes antiguas cada vez distintas, se manifiestan una
vez ms los signos de la crisis sobre el plano histrico. Esta
crisis expresa un profundo malestar: la filosofa perdi su camino. Dnde y cundo se perdi? Hasta dnde es preciso
retroceder para volver a encontrar el buen camino?

lucin de la realidad social. Pero el problema no consiste solamente en una contradiccin entre el pensamiento burgus y la
realidad social del imperialismo, sino que se le agrega an otra
contradiccin: la que subsiste entre la evolucin efectiva y la
superficie directamente perceptible de esa realidad social. Esta
contradiccin es la que explica el hecho de que ciertos pensadores, que son sin embargo pensadores de buena fe, nos den una
representacin completamente falseada de la realidad social,
simplemente porque se limita a examinar esta superficie directamente perceptible. Esta contradiccin constituye naturalmente
un problema constante para el pensamiento burgus.
En la sociedad capitalista el fetichismo es inherente a todas las
manifestaciones ideolgicas. Esto quiere decir, sumariamente,
que las relaciones humanas, que en la mayor parte de los casos
se mantienen por intermedio de objetos, aparecen como si fuesen cosas para esos observadores engaados por el espejismo
superficial de la realidad social; las relaciones entre los seres
humanos aparecen entonces bajo el aspecto de una cosa, de un
fetiche. El ejemplo ms claro de esta alienacin lo proporciona
la mercanca, que es el elemento fundamental de la produccin
capitalista.

I
El pensamiento fetichista y la realidad.

Qu hay entonces de nuevo en la filosofa del perodo imperialista? Esta filosofa, en su conjunto, es el reflejo del imperialismo mismo sobre el plano del pensamiento, es decir del estadio supremo del capitalismo, que es tambin el ms rico en
contradicciones.
Las contradicciones propias a la sociedad capitalista, que son
las que determinan la evolucin, la forma y el contenido de la
filosofa burguesa, aparecen en el imperialismo bajo una forma
objetiva llevada al extremo. Sin embargo, la burguesa tiene un
inters vital en no reconocer ese carcter fundamentalmente
contradictorio de su pensamiento. Dicho con otras palabras:
cuanto ms profundas e irreconciliables son esas contradicciones, tanto ms aguda es la ruptura -la causa misma de la crisis
de la filosofa- entre el pensamiento filosfico burgus y la evo-

La mercanca, tanto por su produccin como por su circulacin,


es efectivamente el agente mediador de las relaciones humanas
concretas (capitalista- obrero, vendedor-comprador, etc.), y es
necesario el funcionamiento de condiciones sociales y econmicas muy concretas y muy precisas -es decir, de las relaciones
humanas- para que el producto del trabajo del hombre se convierta en mercadera.

Pero la sociedad capitalista disfraza esas relaciones humanas y


las torna indescifrables: disimula cada vez ms el hecho de que
el carcter de mercanca del producto del trabajo humano no es
ms que la expresin de ciertas relaciones entre los hombres.

cin. La mayor parte de los intelectuales, en efecto, se encuentran muy alejados del proceso de trabajo efectivo que determina
la verdadera estructura y las leyes de la evolucin de la sociedad estn tan profundamente encajadas en la esfera de las manifestaciones secundarias de la produccin social -que ellos consideran, por otra parte, como fundamentales- que les resulta
imposible poner en evidencia las relaciones humanas ocultas
por la alienacin.

De este modo las cualidades de mercanca del producto (su


precio, por ejemplo) se separan del producto y se convierten en
cualidades objetivas, como el sabor de la manzana o el color de
la rosa. El mismo proceso de alienacin ocurre en el caso del
dinero, en el del capital y en el de todas las categoras de la
economa capitalista: las relaciones humanas adquieren al aspecto de cosas, de cualidades objetivas de objetos. Cuanto ms
alejada de la produccin material efectiva se encuentra una de
esas categoras, tanto ms vaco es el fetiche, ms desprovisto
de todo contenido humano se encuentra.

En definitiva, es tan amplio el abismo existente entre la realidad


y el pensamiento, que ste slo refleja las manifestaciones superficiales; y todo cambio en la evolucin social se presenta
para el pensamiento bajo el aspecto de una ruptura inesperada
que slo puede provocar una serie continua de crisis. Es evidente que si hablamos de una crisis constante de la filosofa en el
estadio del imperialismo, debemos distinguir varias etapas de
esta crisis. La crisis de la filosofa se mantiene latente hasta
1914; slo se tornar evidente despus del ao 1918.

Por eso la evolucin del capitalismo en el estadio imperialista


no hace ms que intensificar el fetichismo general, puesto que
los fenmenos a partir de los cuales seria posible revelar la deificacin de todas las relaciones resultan cada vez menos accesibles a la reflexin de la mayora de las personas, por el hecho
del dominio que ejerce el capitalismo.

II
La evolucin del pensamiento burgus

Desde el punto de vista de la filosofa este hundimiento en el


fetichismo ejerce un efecto antidialctico sobre el pensamiento.
Cada vez ms la sociedad se presenta al pensamiento burgus
como un montn de cosas muertas y de relaciones entre objetos, en lugar de reflejarse en ella tal cual es, es decir, como la
reproduccin ininterrumpida y sin cesar cambiante de relaciones humanas. El clima mental que de este modo se crea es muy
desfavorable para el pensamiento dialctico. El parasitismo del
estadio imperialista no hace ms que intensificar esta evolu-

Pero todo lo que precede no resume las caractersticas generales


del estadio imperialista desde el punto de vista ideolgico. La
filosofa constituye sin embargo una manifestacin ideolgica
particular, cuya evolucin no siempre es exactamente paralela a
las de las otras manifestaciones ideolgicas, por ejemplo a las
de las ciencias exactas de la literatura.

Esta particularidad de la filosofa reside en el hecho de que tiene por objeto los problemas ltimos de la existencia y del conocimiento: es decir, la concepcin del mundo mismo bajo sus
formas abstractas y generales. Por el contrario, all donde la
manifestacin ideolgica tiene como objeto inmediato a la realidad social directamente dada y no su suma abstracta o sus
principios generales, la visin valiente e imparcial de la realidad compensa muy a menudo los defectos de la concepcin
ideolgica.

miento progresivo y liberador que reform tan profundamente


la sociedad.
Asistimos en ese momento a la transformacin revolucionaria
de la lgica, de las ciencias naturales y de las ciencias sociales.
La intervencin de la filosofa en los grandes problemas concretos de las ciencias naturales y sociales se revel frtil, y desde all se eleva entonces la filosofa hacia la regin de las ms
altas abstracciones. De este modo se manifiesta su carcter de
universalidad y su papel de levadura de las ciencias, que le
permite descubrir tantas nuevas perspectivas.

La literatura nos proporciona numerosos ejemplos de escritores


cuyas ideas personales estn influenciadas por el fetichismo, y
que en gran medida saben librarse de ellas en la creacin literaria. En otras palabras: esos escritores saben representar en sus
obras las relaciones humanas en tanto que tales, a despecho de
sus ideas individuales contrarias. Pero en la filosofa, donde los
mismos principios ltimos son problematizados, el objeto del
estudio no puede ejercer esta saludable influencia.

Veamos ahora qu representa esta filosofa desde el punto de


vista de las clases sociales, que se oponen entre s. De primera
intencin la respuesta parece muy simple; pero su formulacin
resulta mucho ms difcil sobre el plano de la realidad concreta.
Los vastos intereses generales de una clase, colocados sobre la
escena de la historia mundial, objetivamente llamados a transformar el conjunto de la sociedad en el sentido del progreso son
los que reciben su adecuada expresin en las obras de la filosofa clsica. Es por eso que esta filosofa est tan ntimamente
unida a esos inmensos intereses y a los conflictos que deban
originar. Los pensadores de esa poca posean un sentido sutil y
al mismo tiempo robusto de la realidad, y sus errores mismos
pertenecen a la historia mundial, porque han surgido de ilusiones heroicas que corresponden a necesidades histricas.

Tal vez sera posible, partiendo de estas consideraciones, delimitar sumariamente los principales perodos de la evolucin de
la filosofa burguesa con el propsito de poder estudiar luego,
mejor, con la ayuda de este bosquejo histrico, las caractersticas esenciales de la filosofa durante el perodo imperialista.
El primer perodo es el de la filosofa burguesa clsica, que
llega hasta fines del primer tercio del siglo XIX, o a lo sumo
hasta 1848. Esta poca es la que da a luz la expresin ms elevada de la concepcin del mundo de la burguesa, es decir la
rebelin de la burguesa contra la sociedad feudal que declinaba. La filosofa de esta poca codifica los principios ltimos y
la concepcin general del mundo, propias a ese vasto movi-

Esta profunda e ntima unin existente entre la filosofa y los


intereses generales de la burguesa ascendente da como resultado una independencia considerable de los filsofos frente a la
tctica momentnea de la clase a la que pertenecen, y sobre
todo frente a ciertas capas de la misma. Esta independencia les
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confiere la posibilidad de una crtica muy seria: la crtica nace


desde el interior, puesto que se fundamenta sobre la gran misin histrica de la burguesa; y la situacin del filsofo es tal
que le autoriza a adoptar la posicin ms neta, la ms decidida
y la ms valiente. Y adems, esta valenta no constitua solamente una virtud individual, sino que era precisamente una
funcin de esta relacin existente entre el filsofo y su clase,
pues el filsofo se senta con pleno derecho para criticar, del
modo ms radica la menor desviacin de la misin histrica, en
nombre de esa misma misin.

El desarrollo tumultuoso de la produccin capitalista en toda


Europa occidental y central constituye el segundo plano econmico de esta corrupcin de la democracia. El capitalismo
contina su ascenso aparentemente ilimitado y se encuentra
ahora liberado de todo problema. (Notemos al pasar que estas
observaciones no se aplican a Rusia. En la evolucin poltica y
econmica de Rusia y, por lo tanto, en la lucha ideolgica, el
ao 1905 corresponde a lo que el ao 1848 significa para Europa occidental y central. Es por eso que todava poda haber, en
la Rusia de la segunda mitad del siglo XIX, pensadores tales
como Tchernichevski y Dobroliubov).

Pero las revoluciones de 1830 y ms an las de 1848 atestiguan


que la burguesa perdi el lugar que ocupaba a la cabeza del
progreso social. En 1830 comienza el proceso de descomposicin social. En filosofa burguesa clsica, proceso que termina
con la revolucin de 1848. Esta fecha constituye en la evolucin de la filosofa el umbral de un nuevo perodo que se termina casi al comienzo del perodo imperialista. El combate ofensivo de la burguesa contra los restos del feudalismo ha terminado ya: lo reemplaza ahora la actitud defensiva frente al proletariado ascendente. El otro gran proceso histrico de la poca
de las revoluciones burguesas, el de la formacin de los Estados
nacionales, llega igualmente a su fin con la realizacin de las
unidades nacionales alemana e italiana dentro del cuadro de los
Estados reaccionarios. Es la era de los compromisos sociales
asfixiantes, la poca de Napolen III y de Bismarck. La vieja
democracia burguesa periclita y se deshace continuamente a
partir de 1848.

La filosofa de este segundo perodo constituye el exacto reflejo, sobre el plano del pensamiento, del compromiso social. Renuncia as a la ambicin de poder contestar a las preguntas ltimas del espritu. Sobre el plano de la teora del conocimiento
esta tendencia se manifiesta por medio del agnosticismo, el cual
pretende que no podemos saber nada de la verdadera esencia
del mundo y de la realidad, y que por otra parte este conocimiento no tendra para nosotros ninguna utilidad. Slo tenemos
que preocuparnos de las adquisiciones de las ciencias, especializadas y separadas unas de otras, que nos proporcionan los
conocimientos indispensables desde el punto de vista de la vida
prctica cotidiana.
Segn el agnosticismo, el papel de la filosofa debe limitarse a
cuidar que nadie pueda franquear los lmites definidos por las
ciencias y que nadie extraiga de las ciencias econmicas y sociales ciertas conclusiones que podran desacreditar al rgimen.
El agnosticismo, en el mismo sentido, se prohibe explotar los
descubrimientos de las ciencias naturales contrarios a los dogmas religiosos. Esta filosofa repudia por principio todas las

Liberales y demcratas se separan y terminan por enfrentarse


los unos con los otros: el liberalismo se transforma en un "liberalismo nacional" de carcter conservador.
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investigaciones que tienden a elaborar una concepcin coherente del mundo, pues una visin de conjunto definira los lmites
trazados por la ciencia, a la que considera como la autoridad
suprema.

guesa. La burguesa cede el derecho de explotar sus mtodos y


sus resultados a los intelectuales burocratizados que forman
parte del aparato del Estado. As es como en perfecta conformidad con la divisin del trabajo propia del capitalismo evolucionado, esta capa de intelectuales, que se beneficia con una independencia relativa, se convierte en depositaria de la nueva filosofa.

Esta filosofa que se presenta en la mayor parte de los casos


bajo los rasgos de un neokantismo o de un positivismo, no es la
nica filosofa de la poca. Pero estas dos tendencias son las
dominantes. Paralelamente a su evolucin se pueden registrar
ciertas tentativas para renovar el antiguo materialismo mecnico, tentativas por otra parte bastante mediocres (Moleschott,
Bchner, etc.). La influencia de Schopenhauer, ejercida sobre
todo entre los intelectuales independientes, es igualmente bastante profunda. Filsofo del pesimismo, goza Schopenhauer del
prestigio de ser el apstol y del desprecio hacia una existencia
que lleg a carecer completamente de sentido.

Pero esta independencia es completamente relativa. Tiene como


condicin la ejecucin, estricta de las obligaciones que resultan
de la funcin de "guardia-fronterizo". Forma y objeto de la filosofa estn determinados por ahora en adelante por los problemas especiales de esta capa de intelectuales que, a pesar de
gozar de una cierta independencia, se convirti dentro de este
nuevo perodo de la evolucin de la filosofa burguesa en el
depositario social del pensamiento. Desde el punto de vista
sociolgico existe all, al menos a primera vista, una cierta contradiccin, porque esta misma capa social es la que se encuentra
igualmente en el origen de la filosofa clsica. Pero si el espritu
de la filosofa era en ese entonces radicalmente diferente, la
funcin social de los intelectuales, autores directos de esta filosofa, tambin era completamente diferente, y es esta diferencia
la que explica el cambio. La capa de intelectuales, de los que la
filosofa burguesa era la emanacin directa, hablaba entonces
en nombre de las perspectivas universales de la burguesa ascendente. Pero esas perspectivas iban a perderse y aniquilar en
la lucha defensiva contra el proletariado y en los compromisos
de clase, que siguieron a 1848.

La filosofa dominante de la poca es una filosofa de profesores. Fuera de la psicologa, que est en sus comienzos, la filosofa tiene por objeto casi exclusivo la teora abstracta del conocimiento. Se convierte ella misma en ciencia especializada.
Renuncia a su antigua misin social: deja de ser la expresin,
sobre el plano del pensamiento, de los grandes intereses histricos de la burguesa y abandona el examen de todo problema
ideolgico. Acepta encargarse de la funcin de "guardiafronterizo", funcin indispensable para la burguesa de la poca, puesto que asegura la estabilidad de un compromiso social
durable con las fuerzas de la reaccin.
En revancha, los mtodos y los objetos, la evolucin y los frutos de esta filosofa, convertida en una ciencia especializada
como las otras, llegan a ser cada vez ms indiferentes a la bur-

Las aspiraciones filosficas de la burguesa se redujeron; hasta


se convirtieron en negativas para terminar transformndose en
principios puramente limitativos. A partir de la segunda mitad
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del siglo XIX los intelectuales tienen una perfecta libertad de


movimientos dentro de ciertos lmites: la filosofa se convierte
en una cuestin propia. La burguesa se desinteresa completamente por conocer qu es lo que ensea tal o cual profesor de
filosofa, con tal que la filosofa cumpla su funcin de "guardiafronterizo". La enseanza universitaria de la filosofa transcurre
en medio de una indiferencia social cada vez mayor. Veamos
ahora qu es lo que distingue a la filosofa del estadio imperialista de las filosofas de las pocas precedentes.

del objeto de la filosofa, pero se manifiesta por medio de la


creacin de un margen de libertad conforme a los intereses de
la burguesa y se encuentra limitado por esos mismos intereses.
Dentro de ese margen la "inteligentzia" puede elaborar sus doctrinas ideolgicas con toda libertad.
Este extremo rigor del determinismo social adquiere su forma
ms concreta en el fascismo. En efecto, el fascismo traduce al
lenguaje del capitalismo reaccionario de los truts, o mejor dicho, al lenguaje de la demagogia nacional y social de la reaccin, todas las "conquistas" de la filosofa del estadio imperialista. Transporta al vocabulario callejero las abstracciones ideolgicas que esa filosofa esparce desde lo alto de la ctedra en
los salones y en los cafs.

A primera vista estamos en presencia de una expansin. La


filosofa se convierte nuevamente en "interesante" - naturalmente, slo para los medios intelectuales- a pesar de que persiste frente a ella la indiferencia de la burguesa. En numerosos
casos la filosofa entra en escena bajo el aspecto de una oposicin a la filosofa universitaria, aunque sin presentar casi ningn cambio. Numerosos son entre ellos los grandes pensadores
del estadio imperialista que se encuentran fuera de la enseanza
oficial (Nietzsche, Spengler, Keyserling, Klages, etc.); Simmel
y Scheler, tambin permanecen durante mucho tiempo fuera de
las facultades. Poco a poco la nueva orientacin logra imponerse a una parte de la enseanza oficial, la que termina por admitir que la filosofa debe ser "interesante" (Croce, Bergson, Huizinga, etc.).

III
La filosofa del imperialismo

Al convertirse en "interesante" la filosofa conquist una cierta


interdependencia. Esta comprobacin significa que los intelectuales burgueses, partiendo de su propia situacin particular,
plantean sus propios problemas particulares de una manera ms
concreta y ms consciente que en el perodo precedente. sta es
una consecuencia debida al hecho de que el papel de los intelectuales independientes es ms considerable que la de los intelectuales burocratizados. Estos intelectuales burocratizados no
plantean ya ninguno de los grandes problemas universales de la
burguesa en su fase ascendente, sino que limitan su reflexin a
los intereses defensivos de la burguesa de fines del siglo XIX.

Hemos asistido a un cambio radical? No nos parece. Examinando el problema ms de cerca comprobamos un empuje en el
sentido afirmado despus de 1848, puesto que se trata siempre
de una capa de intelectuales que construyen la filosofa para su
propio uso. Vemos igualmente que en ningn momento deja de
ejercerse el determinismo social ms riguroso. Slo que ese
determinismo no equivale a la definicin directa de la forma y
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Qu consecuencias podemos sacar de todo esto en cuanto al


contenido y a la forma de la nueva filosofa? Por comenzar, es
fcil ver que los fundamentos burgueses persisten sin haber
sufrido ninguna crtica seria. Adems, la clase social que se
convirti en depositaria de la nueva filosofa conoce cada vez
menos la estructura econmica de la sociedad burguesa y hasta
se muestra cada vez menos dispuesta a estudiarla en tanto que
problema filosfico.

Es por eso que la independencia real de la filosofa y su actitud


crtica fundamental sufren una degeneracin que nada puede
interrumpir. Como ejemplo de lo contrario bastara evocar a
Hobbes, Rousseau o Fichte. Lo que falta no son las construcciones utpicas que pretenden transformar la cultura, aun por
medios revolucionarios, como por ejemplo en Nietzsche, sino
que lo que siempre se respeta es la intangibilidad de la base
social y econmica del capitalismo. Nietzsche critica severamente los sntomas culturales de la divisin capitalista del trabajo sin considerar la mnima transformacin de la organizacin social.

Es verdad que el tono de la crtica aparentemente se hace ms


agresivo, pero sta ya casi no concierne ms que la cultura propiamente dicha y la moral individual, es decir los problemas
que interesan directamente a los intelectuales en tanto que capa
social. Esta "intelligentzia" se aleja pues voluntariamente de los
problemas econmicos, polticos y sociales y este abandono
equivale precisamente al respeto muy escrupuloso de los lmites que han sido trazados por la burguesa imperialista a la filosofa. Este respeto es el que le permite, por otra parte, un margen de libertad que hace que pueda llegar a ser "interesante" y
hasta lograr a veces esbozar un gesto de rebelda.

En el centro de la crtica filosfica se encuentra la crtica contra


la idea de progreso, y esta crtica no carece de un mpetu casi
revolucionario. Naturalmente nadie piensa decir lo que tanto
el filsofo como su pblico de intelectuales ignoran del mismo
modo que esta posicin "audaz" del problema no es ms que
un reflejo ideolgico de la evolucin de la burguesa, evolucin
que la opone al progreso. Se trata aqu simplemente del reflejo
ideolgico del compromiso existente entre la burguesa y las
fuerzas reaccionarias de la sociedad. Nadie dir tampoco que si
este problema se plantea con tanta acuidad en la filosofa del
imperialismo, ello sucede porque el pacto de los dirigentes de la
produccin capitalista con todas las fuerzas reaccionarias de la
sociedad se hace cada vez ms ntimo bajo el reino del capitalismo de los trusts. Numerosos pensadores llegados desde los
ms distintos horizontes no han dudado en operar esta unin
"interesante" entre el contenido reaccionario y el gesto revolucionario: Lagarde, Nietzsche, Sorel, Ortega y Gasset y muchos
otros. Y en las vsperas de la toma del poder por el fascismo,

Agreguemos de paso que ese alejamiento de los problemas sociales, de los problemas de la economa y de la vida poltica
coincide objetivamente con las exigencias de clase de la burguesa imperialista y que al mismo tiempo es la consecuencia
necesaria de la posicin social de la "intelligentzia" de este perodo. Si el respeto escrupuloso de las barreras de las cuales
hemos hablado no significa necesariamente, una sujecin consciente a las exigencias de la burguesa imperialista en los filsofos en tanto que individuos, en la realidad sin embargo equivale a una sujecin, a pesar de toda la inconsciencia y de toda
la buena fe personal.
9

Freyer lanz el grito de unin de la "revolucin de derecha"


(Revolution von rechts).

te el estadio imperialista. Este hecho no obedece al azar, puesto


que el idealismo constituye la ideologa espontnea, natural,
por as decir, de la "intelligentzia".

Paralelamente a esta evolucin, durante la cual los problemas


verdaderamente ideolgicos ganaron terreno, las relaciones
entre la filosofa y la religin sufren una profunda transformacin. Las barreras levantadas por el agnosticismo del perodo
precedente estaban destinadas ante todo a desacreditar al materialismo ateo. La orientacin haca una concepcin ms positiva
conducir a una parte de los filsofos hacia una nueva justificacin de la religin y a otros hacia un nuevo atesmo religioso,
pero cuyo contenido ideolgico y moral ser diametralmente
opuesto al del atesmo materialista. Es fcil seguir esta evolucin que va desde Nietzsche hasta el existencialismo de Heidegger y de Sartre. Agreguemos que en el estadio del imperialismo la vulgarizacin de las ciencias naturales se convierte
esencialmente en un arma al servicio de la ideologa reaccionaria. Durante el curso del perodo precedente la filosofa se limitaba todava a estar a la defensiva.

El trabajo material, que en ltima instancia determina la relacin entre el individuo y el mundo, proporciona sobre este aspecto una doble indicacin. Por un lado demuestra que el mundo material existe independientemente de la conciencia. Por
otro lado todo proceso de trabajo es teleolgico, lo cual quiere
decir que su objetivo est dado en la conciencia del trabajador
mucho antes de su comienzo efectivo. Ahora bien: la conciencia de la "intelligentzia" est dominada por el creciente alejamiento del trabajo material. Esta evolucin es la que explica el
hecho de que numerosos sabios se comporten dentro de su especialidad como materialistas espontneos, lo cual es completamente contrari a la actitud que adoptan en el dominio de la
filosofa. Rickert, por ejemplo, lamenta ver que ciertos grandes
sabios se declaran adeptos de un "realismo ingenuo" en el terreno de la especialidad que practican. Cuanto ms importante
se torna el papel independiente y especfico de la "intelligentzia" en la filosofa, tanto ms fuerte se torna la posicin del
idealismo subjetivo en el dominio de la teora del conocimiento.

El agnosticismo de Du Bois Reymond servia para neutralizar


ante todo las consecuencias ideolgicas del materialismo de
Haeckel. La escuela de Mach, de Avenarius y de Poincar
constituyen ya una plataforma para la abierta defensa de las
concepciones reaccionarias. En adelante esa tendencia se va
intensificando y la filosofa interpreta todos los nuevos descubrimientos de las ciencias naturales como tantos otros argumentos en favor de las ideologas de la reaccin.

IV
La pseudoobjetividad

Desde el punto de vista del conocimiento es preciso comprobar


que el idealismo subjetivo del perodo precedente sigue siendo,
sin cambios, la base misma de la teora del conocimiento duran-

La base de la teora del conocimiento sigue siendo entonces la


misma, pero la filosofa del perodo imperialista no deja por
ello de representar sin embargo una evolucin considerable en
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relacin con la del perodo precedente. Las caractersticas ms


importantes de esta evolucin pueden resumirse ms o menos
de este modo: tendencia al objetivismo y nacimiento de una
pseudo-objetividad; lucha contra el formalismo en la teora del
conocimiento que va a la par con la apologa de la intuicin,
de la que se har el nuevo instrumento de una nueva filosofa
y, en fin, reiniciacin del estudio de las cuestiones ideolgicas
en lugar del agnosticismo consecuente del perodo precedente.
Todos estos temas corresponden a las necesidades particulares
de esta fase de la evolucin social. Son otros tantos sntomas de
la crisis de la filosofa.

Es evidente que estos signos han sido, hasta esa fecha, completamente abstractos: por el momento no se trata ms que de veleidades que se proponen salvar la integridad de la persona
humana aislada frente a la particin creada por la divisin capitalista del trabajo; una vez ms slo se trata de comentar extensamente las contradicciones insolubles, producidas por la cultura capitalista e imperialista. Es preciso decir que nunca se
habla de las contradicciones de la cultura capitalista, sino de las
contradicciones de la cultura en general, simplemente de la
cultura? Simmel esta vez el representante ms eminente de esta
filosofa de la crisis latente.

La pretendida seguridad, el equilibrio de las condiciones sociales que tenan toda la apariencia de la estabilidad y que pareca
que habran de durar eternamente, as como tambin la ilusin
de una prosperidad econmica y poltica, haban creado un clima filosfico que permiti abandonar todos los problemas objetivos, es decir toda la realidad, y confiar el examen de la misma
a las ciencias especializadas, a la tcnica industrial y en definitiva a la "prudente administracin" de las "autoridades superiores", dentro del respeto escrupuloso de las barreras trazadas por
la teora del conocimiento.

Hemos dicho que la necesidad de la ideologa constituye un


signo de la crisis. Esta afirmacin corre el peligro de pasar a
primera vista como una humorada o una paradoja. Pero la verdad slo puede ser concebida bajo el aspecto de una verdad
concreta. Es por eso que necesitamos examinar ahora rpidamente la funcin social de la ideologa durante los tres perodos
del pensamiento burgus que hemos delimitado precedentemente.
La filosofa burguesa clsica dio lugar al nacimiento y al desarrollo de una ideologa universal y poderosa colocada bajo el
signo del progreso. En esa poca la filosofa ocupaba la cima de
las ciencias humanas; era el trmino, la base y el marco de todo
conocimiento. La ideologa constitua pues el objeto propiamente dicho de la filosofa, que a su vez era el producto orgnico del progreso social ininterrumpido, trmino y corolario del
conjunto de la actividad cientfica de cada etapa de la evolucin
social.

La necesidad de una ideologa se hace sentir cada vez ms y


ste es tambin un signo de la crisis, al menos un signo precursor. Esta bsqueda revela el presentimiento de una conmocin
general de las bases, a pesar de toda estabilidad aparente y aun
de toda consolidacin de superficie. La vanguardia de la "intelligentzia", sensible a las abstracciones filosficas, apura la
crisis que se prepara: una buena parte de la filosofa acusa esos
signos precursores ya mucho antes del ao1914.

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El perodo, econmicamente harto de los compromisos sociales, daba la espalda con pereza y cobarda a toda cuestin ideolgica cuyo estudio estimaba intil, declarando anticientficas
las grandes realizaciones ideolgicas del perodo precedente.

El objetivo verdadero de esta tendencia consiste en impedir que


el descontento engendrado por la crisis pueda volverse contra
las bases de la sociedad capitalista, y proceder de tal modo que
la crisis no lleve a la "intelligentzia" a levantarse contra la sociedad del imperialismo. Ya no se trata de hacer el elogio directo y grosero de la sociedad capitalista tal como los turiferarios
asalariados o voluntarios lo han practicado en el pasado. Por el
contrario, la crtica de la cultura capitalista constituye el tema
central de esta nueva filosofa. A medida que la crisis se prolonga, la concepcin de un "tercer camino" obtiene cada vez
mayor aceptacin aun en el plano social; es una ideologa segn
la cual ni el capitalismo ni el socialismo corresponden a las
verdaderas aspiraciones de la humanidad. Esta concepcin parece aceptar tcitamente el hecho de que el sistema capitalista
es tericamente indefendible tal como existe. Pero del mismo
modo que el "tercer camino" en la teora del conocimiento tena
como misin volver a colocar directamente en sus privilegios al
idealismo ya indefendible, el "tercer camino" filosfico est
investido de la misin social que consiste en impedir que la
"intelligentzia" pueda caer en la conclusin socialista a partir de
la crisis. No por ser indirecto el "tercer camino" deja de ser una
apologa del capitalismo.

En cuanto a la "intelligentzia" del perodo de crisis, aspiraba a


la resignacin y al reconfortamiento que una nueva ideologa
deba proporcionarle.
Pero estamos todava -al menos en apariencia- en plena paradoja: cmo se puede esperar, en efecto, un reconforta- miento del
oscuro pesimismo de Nietzsche, de Spengler, de Klages o de
Heidegger?
Digamos en seguida que esta paradoja slo es tal porque est
contenida implcitamente en el idealismo filosfico, que presenta el destino del hombre en un aspecto anti-histrico y abstracto, es decir, del que corresponde al perodo imperialista,
como si fuese el destino humano en general. De este modo crea,
sin saberlo, un clima en el que nuestro juicio parece ser una
paradoja. En efecto; el reconfortamiento reside precisamente en
esa fatalidad (bastar evocar el amor fati de Nietzsche, el serpara-la muerte de Heidegger, el pesimismo heroico del prefascismo y del fascismo, etc.). No es el contentamiento lo que
oponemos a esta doctrina de la fatalidad, porque nada "'motivara tal contentamiento.

De este modo la lucha contra el socialismo, se convierte cada


vez en mayor medida en la cuestin ideolgica fundamental. Es
una lucha filosfica contra el materialismo dialctico, es decir,
una lucha tanto contra el materialismo como contra la dialctica.

Queremos sin embargo llamar la atencin sobre el hecho de que


ciertos pensadores modernos, tales como Keyserling o Jaspers,
preconizan una existencia replegada sobre s misma, aislada de
toda vida pblica y cuyo equilibrio reposa precisamente sobre
un pesimismo total frente al mundo exterior.

Esta tendencia significa, sobre el plano de la ideologa, la eliminacin consecuente de toda consideracin econmica o social. La filosofa no se encuentra en condiciones de producir
argumentos serios contra las concepciones del socialismo; por
12

lo tanto simula creer y se esfuerza en hacer creer que la ciencia


especializada de la economa nacional burguesa ha desintegrado desde hace mucho tiempo la doctrina econmica marxista.
Su tarea se limita pues a desacreditar todo punto de vista social
y econmico y a minimizar su importancia sobre el plano de la
ideologa.

Es evidente que todas esas tentativas forman parte del gran


combate contra el materialismo histrico, aun cuando la mayor
parte de los protagonistas se abstengan de toda polmica expresa. En Europa occidental y central el socialismo no conquist la
adhesin de los intelectuales en una medida que estuviese en
relacin con la influencia real del movimiento obrero. Esta eficacia relativa de las filosofas burguesas se debe en gran parte a
los servicios que le rindi el reformismo. El reformismo niega a
los marxistas poseer carcter de ideologa; para el reformismo
Marx es un "sabio especializado" en economa y sociologa,
sabio cuyo mtodo y descubrimientos han sido superados en
parte o en conjunto por la evolucin cientfica. Nada ms natural entonces que ver a los reformistas queriendo "completar" el
marxismo por medio de la adjuncin de Kant (Max Adler) o de
Mach (Friedrich Adler). En cuanto a Berstein, que es sin duda
el representante ms consciente del reformismo, ha tomado
posicin muy netamente contra la dialctica, mtodo "envejecido y engaoso". Es verdad que en Europa occidental y central
las concepciones polticas del reformismo han encontrado una
oposicin considerable, pero esta oposicin no logr devolver
sus derechos al materialismo dialctico. Esta debilidad ideolgica del movimiento obrero en Europa central y occidental se
refleja en las deficiencias ideolgicas de la oposicin democrtica y antiimperialista, por otra parte dbil e incapaz de combatir seriamente a la filosofa reaccionaria e imperialista.

Como tambin la sociologa burguesa se especializ hasta llegar a ser una ciencia independiente de la economa, la filosofa
cambi entonces de actitud frente a ella. Mientras que la filosofa del perodo precedente se negaba a reconocer el lugar de la
sociologa entre las ciencias, la filosofa del nuevo perodo le
abre las puertas y hasta admite, en momentos agudos de la crisis, la Wissenssoziologie de Scheler y de Mannheim como un
arma de primer orden al servicio del relativismo. La sociologa
de la reaccin abierta, que deriva directamente de sta, se encargar luego de echar las bases de las concepciones fascistas
por intermedio de Freyer y de C. Schmidt.
El desarrollo de las filosofas antiprogresistas constituye la segunda gran ofensiva ideolgica contra el socialismo. Como la
filosofa burguesa no estaba en condiciones de producir argumentos serios contra la concepcin socialista del progreso, se
ve obligada entonces a combatirla en el dominio de las ciencias
naturales y de las ciencias sociales. Trata por otra parte de esbozar las perspectivas susceptibles de satisfacer los deseos de la
"intelligentzia" sumergida por la crisis. La fusin de esas dos
orientaciones -mitificacin de la idea de progreso por una parte,
y su negacin pura y simple por la otra- hace nacer entre los
precursores del fascismo la teora del racismo, que presenta una
teora mtica a modo de solucin de los "misterios" de la sociedad y de la historia.
13

minolgicas a las ciencias naturales y se esfuerza en limar las


aristas del "realismo ingenuo" de los sabios. Del mismo modo
que para Berkeley, tambin para ellos las ideas y las realidades
son idnticas. La realidad de la cual hablan se convierte as,
efectivamente, en una e indivisible pero es la realidad del
idealismo subjetivo. Este nuevo agnosticismo est lejos sin embargo de ser semejante al del perodo precedente, al que Engels
poda con todo derecho denominar "atesmo pudibundo", puesto que la doctrina segn la cual la realidad es incognoscible
significaba simplemente la negativa que daba la filosofa al
intento de sacar consecuencias ideolgicas de las ciencias naturales. La escuela de Mach supera en mucho esta aspiracin puramente negativa, pues su agnosticismo significa afirmar que
los descubrimientos de las ciencias naturales estn en perfecta
armona con cualquier ideologa reaccionaria. Pero la evolucin
de la filosofa no se detuvo al llegar a este punto. La variante
moderna del agnosticismo se convierte en mstica y creadora de
mitos.

V
El "tercer camino" y el mito

Las consideraciones precedentes nos permiten pasar ahora al


examen de los principales problemas planteados por la filosofa
del perodo imperialista. Vamos a estudiar primeramente la
nocin de objetividad, basada en la teora del conocimiento del
idealismo subjetivo.
Ya hemos hablado del "tercer camino" a propsito de la teora
del conocimiento. Su origen remonta en parte hasta Nietzsche,
en parte hasta Mach y a Avenarius, y conduce luego, pasando
por Husserl, hasta la ontologa existencialista, la cual reconoce
s una existencia independiente de la conciencia pero persiste
sin embargo en seguir el antiguo mtodo idealista en cuanto a la
definicin, al conocimiento y a la interpretacin de esta existencia.
Las teoras del conocimiento predominantes en el perodo precedente niegan la inteligibilidad de la realidad objetiva. El "tercer camino", que mantiene intacto todos los principios de la
teora del conocimiento del idealismo subjetivo, escamotea sus
limites, pues presenta el problema de tal manera que parece
admitir implcitamente que las ideas y las nociones que slo
existen en la conciencia son en s mismas realidades objetivas.

Es imposible desestimar aqu la importancia decisiva de


Nietzsche sobre la evolucin del pensamiento del perodo imperialista; hasta se podra decir que cre el arquetipo de la mitificacin. Sin querer extendernos sobre los temas principales de
estos mitos insistiremos sobre el papel que juegan el cuerpo y la
carne en Nietzsche. En efecto, Nietzsche rompe con la espiritualidad abstracta y la moral pequeo-burguesa de la filosofa
oficial. Su teora del conocimiento y su moral afirman y defienden los derechos del cuerpo sin hacer ninguna concesin al
materialismo filosfico. Pero el aspecto filosfico de un cuerpo
privado as de toda materia no puede ser ms que un mito. Es
ste un elemento de ese biologismo particular y de esa psicolo-

Veamos cul es entonces la realidad de la cual habla esta filosofa. (Notemos de paso que la filosofa burguesa habla siempre
de la polaridad idealismo- realismo sin pronunciar siquiera la
palabra materialismo). Mach y los neokantianos elaboraron una
teora del conocimiento que se limita a hacer concesiones ter14

ga que reposa sobre bases pretendidamente biolgicas, y que


ocupan en Nietzsche el lugar de una concepcin social.

construcciones de apariencia mtica no son en realidad ms que


la bruma de la filosofa que precede al alba del conocimiento.

Esta introduccin se ve completada y, por as decirlo, coronada


por la perspectiva mtica de la evolucin de la humanidad, por
la aceptacin del imperialismo, por la creacin de la nocin de
una nueva aristocracia y por la negacin del socialismo al cual
Nietzsche opone su mito biolgico. De este modo, todas las
bases filosficas del racismo se encuentran preparadas.

La situacin es completamente diferente cuando consideramos


la filosofa del perodo imperialista.
Aqu la construccin del espritu, el mito, se opone primeramente al conocimiento cientfico; la primera misin del mito
consiste en disimular y tornar oscuras las consecuencias sociales de las adquisiciones de la ciencia. Desde el comienzo de
este perodo de la filosofa, la mitificacin nietzscheana asume
ese papel frente a los descubrimientos del darwinismo. En la
poca de la filosofa clsica el mito se presentaba bajo el aspecto del mismo conocimiento cientfico, mientras que en la filosofa de la fase imperialista el mito representa una actitud, una
relacin con el mundo que sera, por as decirlo, de una esencia
superior a la que se accede por medio del conocimiento cientfico, y que llega hasta negar los resultados de la ciencia. La
funcin social de la ideologa, es decir de los mitos, consiste
actualmente, entonces, en lo siguiente: sugerir una concepcin
del mundo que corresponda a la de la filosofa del imperialismo
all donde la ciencia aparece incapaz de ofrecer una visin de
conjunto y reemplazar la perspectiva que ofrece la ciencia cada
vez que sta contradice la concepcin propuesta por la filosofa
paradjica del estadio del imperialismo: la filosofa mantiene
por un lado la teora del conocimiento del idealismo subjetivo
heredada del agnosticismo, pero por otro lado estamos en presencia de una funcin completamente nueva de este agnosticismo, funcin que consiste en crear un nuevo pseudoobjetivismo franqueando el lmite que la separa del mito.

Nos limitaremos igualmente a hacer algunas observaciones de


principio sobre algunos otros mitos (Bergson, Spengler, Klages,
etc.) sin comentarlos en detalle. Digamos en seguida que no
debemos confundir los mitos as formados con ciertos elementos filosficos antiguos, a pesar de la apariencia a veces tambin mtica de estos ltimos. Desde el momento en que el idealismo, sea cual fuere, abandona el agnosticismo, cae en la fabricacin de mitos pues se ve forzado a atribuir a las construcciones puras del espritu un papel de realidad en la explicacin de
los fenmenos reales.
Cuanto ms se aproxima al idealismo objetivo un sistema filosfico, tanto ms acusa esta tendencia a fabricar mitos: el Ich
de Fichte lo seala ms fuertemente que el Bewusstein berhaupt de Kant y el Weltgeist de Hegel ms claramente an que
la construccin fichteana. Slo que esas construcciones del espritu tomadas como realidades constituan todava, en ese estadio, los elementos de una exploracin completamente leal de la
realidad. Es perfectamente posible reconocer an por todas partes los elementos de realidad, de los cuales estas construcciones
constituyen al mismo tiempo la primera revelacin y la representacin desfigurada sobre el plano del pensamiento. Estas
15

Esa ilusin, que consiste en confundir un mtodo subjetivo de


trabajo con una metodologa objetiva, y que es sostenida por el
subjetivismo general propio de la filosofa del estadio imperialista, servir pues de base a todas las teoras modernas de la
intuicin.

VI
Intuicin e irracionalismo

El nuevo objetivismo presupone la existencia de un nuevo instrumento de conocimiento. Una de las preocupaciones esenciales de la filosofa moderna consiste en oponer esa, nueva actitud, este nuevo instrumento del conocimiento que constituye la
intuicin, al pensamiento racional y discursivo, cuando en realidad forma parte psicolgicamente de todo mtodo cientfico
del conocimiento. En efecto: la intuicin pretende, sobre el plano psicolgico, ser ms concreta y ms sinttica que la reflexin discursiva que trabaja con nociones abstractas. Naturalmente, sta no es ms que una ilusin, puesto que la intuicin, considerada a la luz de la psicologa, no es ms que la
brusca entrada en la conciencia de un proceso de reflexin hasta entonces subconsciente.

Se encuentra reforzada tambin por ciertas falsas referencias al


mtodo dialctico. Efectivamente, la filosofa subjetiva admite
complacida el origen de la polaridad dialctica por va discursiva, a pesar de que atribuye a la intuicin la solucin debida a la
sntesis, la primera de las cuales opera sobre un plano ms elevado. Evidentemente es un error, puesto que la verdadera dialctica vuelve a proporcionar a cada sntesis una expresin perfectamente racional y a ninguna sntesis le reconoce un carcter
definitivo y absoluto. El pensamiento dialctico, que refleja la
realidad efectiva, por esta misma razn constituye siempre un
sistema discursivo. Es por eso que la intuicin en tanto que
instrumento de conocimiento o elemento de una metodologa
cientfica no puede ocupar ningn sitio en la dialctica. Por otra
parte todo esto ha sido explicado muy claramente por Hegel en
su respuesta a Schelling, que se encuentra en la introduccin a
la Fenomenologa.

Es evidente que todo pensamiento cientfico escrupuloso debe


tener como primera misin integrar ese proceso inconsciente en
su propio sistema racional. Esta adopcin debe realizarse en
forma completamente orgnica para que casi no sea posible
distinguir a posteriori los resultados de la reflexin discursiva
de los resultados de la intuicin.

La filosofa del estadio del imperialismo atribuye a la intuicin


un lugar central dentro de su metodologa objetiva. La intuicin
adquiri este lugar preponderante ante todo porque los filsofos
abandonaron el formalismo del conocimiento que caracterizaba
el perodo precedente. Se vean obligados, por otra parte, a separarse de este formalismo porque la misma bsqueda de una
ideologa los obligaba a plantear la cuestin del contenido de la
filosofa, mientras que la teora del conocimiento propia al

Comprobemos pues una vez por todas que en realidad la intuicin no es lo contrario sino el complemento del pensamiento
discursivo, y que su empleo no podr ser nunca un criterio de la
verdad. Lo que engendra esa ilusin es la observacin psicolgica superficial de la reflexin cientfica, segn la cual la intuicin sera un instrumento independiente del pensamiento discursivo y destinado a la comprensin de las verdades superiores.
16

idealismo subjetivo se agota fatalmente en el anlisis no dialctico de nociones puramente especulativas.

racional prueba, por consiguiente, que no es capaz de acceder a


la realidad superior por va intuitiva.

Desde que la reflexin pretende franquear esos lmites, y pretende ser un conocimiento filosfico concreto, debe necesariamente recurrir por una parte a la teora materialista, segn la
cual el pensamiento es capaz de reflejar el mundo real exterior
y, por otra parte, al sistema discursivo universal de la dialctica.
Debe considerar ese sistema no slo como una doctrina de la
correlacin esttica de las entidades del mundo exterior, sino
como una ley universal de la evolucin progresiva y de la historia racional. La filosofa moderna se sirve de la falsa apariencia
de la intuicin para abandonar aparentemente el formalismo del
conocimiento as como tambin el idealismo y el agnosticismo,
aun cuando los sigue conservando sobre bases que parecen inatacables.

Como no pensar entonces en el cuento de Andersen, donde


aquellos que no vean la vestimenta maravillosa del rey, -quien
en verdad se paseaba completamente desnudo- eran proclamados deshonestos?
La teora del conocimiento de la intuicin rinde por otra parte
servicios apreciables, puesto que las "realidades" aprehendidas
por la intuicin son de naturaleza abstracta e incontrolable. rgano de un pretendido conocimiento superior, la intuicin sirve
al mismo tiempo para justificar lo arbitrario.
Una rpida recapitulacin nos permitir comprender mejor lo
esencial de la filosofa correspondiente al estadio del imperialismo. La filosofa del perodo clsico planteaba el problema de
la ideologa bajo el signo del conocimiento cientfico. En otras
palabras: su ideologa era la ideologa de las ciencias. La filosofa del perodo de transicin se trazaba lmites infranqueables
all donde encontraba su trmino el conocimiento registrado por
las ciencias especializadas. La filosofa del estadio del imperialismo acepta esos lmites, pero pretendiendo crear una nueva
ideologa supra-cientfica o anticientfica, gracias a la intuicin,
nuevo instrumento de conocimiento.

En esas condiciones el objeto de esa filosofa, el objetivo ideolgico que se propone alcanzar, se presentar siempre como
una realidad de esencia superior y cualitativamente diferente de
aquella que resulta accesible a la reflexin discursiva. Gracias a
este subterfugio la nocin misma de intuicin parecer ser la
prueba irrefutable de un conocimiento superior. Aqu es donde
se convierte en un problema de vida o muerte para la nueva
filosofa la negacin de toda crtica analtica. En los antiguos
sistemas filosficos de este gnero y an en ciertas msticas
religiosas antiguas, la defensa de la intuicin estaba asegurada
por una teora aristocrtica del conocimiento. Esta ltima afirma desde el comienzo que todo el mundo no es susceptible de
comprender la realidad superior de manera intuitiva. Aquel que
trata de encerrar los descubrimientos intuitivos en un cuadro

Esta nueva ideologa trata ante todo de destronar a la razn. Los


precursores de esta orientacin son Schopenhauer y Kierkeegard, as como tambin el romanticismo filosfico. Dilthey es
el hombre de la transicin hacia la nueva poca donde Nietzsche, Bergson, Spengler, Klages y por fin el existencialismo
sealan las etapas ms importantes.

17

Una vez ms: la base, sobre el plano de la teora del conocimiento, es siempre el agnosticismo y el relativismo que va a la
par del primero: La nica diferencia consiste en que la nueva
filosofa va ms lejos que la antigua en su ofensiva contra el
pensamiento racional. Simmel esboza en uno de sus libros una
crtica de conjunto de los ltimos resultados obtenidos por la
ciencia actual, para compararla con las crticas que formulaba
el naciente racionalismo contra las supersticiones de la Edad
Media, y termina diciendo que tenemos toda la razn como
para creer que los siglos venideros tendrn de nuestras ciencias
una opinin anloga a laque nosotros tenemos de las creencias
supersticiosas de la Edad Media.

floreca la fe en un capitalismo eterno era de rigor proyectar


sobre toda la historia, aun para los historiadores de tendencias
empiristas, las nociones esenciales del capitalismo (Mommsem,
por ejemplo). La moral abstracta de la filosofa kantiana reforzaba estas concepciones.
En el momento de la crisis del capitalismo, cuando todo est
tambaleante y por desmoronarse, la "intelligentzia" burguesa, al
verse obligada a dudar de las verdades que crea eternas, se
encuentra frente a una alternativa filosfica. En un caso debe
reconocerse incapaz de abrazar intelectualmente toda la verdad.
En ese caso la realidad misma no estara privada de su carcter
racional, lo cual probara la quiebra del pensamiento burgus.
Pero la burguesa no puede reconocer su quiebra porque le sera
preciso entonces adherirse al socialismo. Es por eso que la filosofa burguesa debe orientarse fatalmente hacia el otro trmino
de la alternativa y declarar la quiebra de la razn. La filosofa
se encuentra en condiciones de cumplir esa operacin conservando al mismo tiempo a la razn como si fuese una actitud
subjetiva frente a la realidad del mundo, el cual por su lado
abrira continuamente sus brechas en esa razn subjetiva (cf.
Scheler, Benda, Valry, "La impotencia de la razn").

Este agnosticismo relativista, este escepticismo frente a todo


lleva en lnea recta hacia el mito de la filosofa actual cuyo valor central es el antirracionalismo, es decir el irracionalismo o,
en todo caso, la aceptacin de mtodos y realidades supraracionales. Bergson fue antes de la primera guerra mundial el
precursor ms destacado de esta filosofa. La crisis general que
sigui al ao 1918 transform al irracionalismo en una filosofa
concreta de la historia, filosofa que termin a travs de Spengler, Klages y Heidegger en las visiones infernales del fascismo.
Al analizar los objetos propiamente dichos de este supraracionalismo hemos de ver los estrechos lazos que lo unen a
sistemas filosficos ms antiguos.

Sin embargo es preciso reconocer que este esquema no corresponde a la orientacin general de la filosofa de la crisis. La
razn en realidad no existe para los pensadores destacados de
este perodo; la verdadera realidad, la realidad superior, es irracional y supra-rracional. El deber de la filosofa consiste ante
todo en tener en cuenta ese dato fundamental de la existencia
humana y as es como se constituye el irracionalismo, ideologa
de la filosofa de la crisis.

Veremos tambin que en el fondo slo ha actualizado ciertos


puntos dbiles de la filosofa burguesa. Toda filosofa antidialctica, desprovista por lo tanto de una verdadera comprensin
de la historia, se engaa sobre la realidad al hacer del presente
una "ley eterna" o una "existencia eterna". En la poca en que
18

La evolucin hacia ese objetivo se encuentra subrayada y acelerada ms an por el hecho de que el capitalismo, y el imperialismo en particular, aplasta o al menos restringe extremadamente todo margen de libertad necesario al despliegue de la personalidad. El examen abstracto de este problema abre la posibilidad de dos reacciones diferentes. Por una parte es perfectamente
posible explicar esa situacin a partir del orden social y econmico del capitalismo, y sacar las consecuencias que se imponen.

Notemos de paso que los orgenes de esta actitud se encuentran


ya en los ltimos neokantianos, tales como Windelband y Rickert. Las diversas variantes mitificadas de esta actitud corresponden perfectamente, por otra parte, a las necesidades universales de la poca, que pueden resumirse bajo el signo del "tercer camino". En efecto, desde que se logr oponer a la razn,
inhumana e inferior, la realidad superior, humana e irracional,
tanto el capitalismo como el socialismo se presentan como dos
entidades completamente semejantes y que se colocan en el
mismo plano, puesto que ambas han sido creadas por la fra
razn. Tanto uno como otro deben ser entonces combatidos en
nombre de la personalidad, categora puramente individual (cf.
Klages, el crculo de Stephan George). Ser necesario agregar
que el fascismo adopta ntegramente esta metodologa, limitndose solamente a completarla con algunas indicaciones groseramente demaggicas?...

En los comienzos del perodo imperialista esa actitud se halla


presente, aunque bajo formas bastante inciertas, como por
ejemplo en el ataque romntico de Nietzsche contra la cultura
capitalista, en la Kulturkritik general de Simmel y en su teora
de lo "trgico de la cultura". Pero todas sus formas inciertas
terminan por alcanzar un "tercer camino", es decir una apologa
directa del capitalismo. Mientras que en Nietzsche ocupa el
primer plano la visin mtica de una nueva sociedad, en Simmel
el retorno del individuo sobre s mismo, el repliegue hacia la
interioridad pura, se encuentran facilitados por el rgido fetichismo que reina en la sociedad capitalista. Simmel utiliza este
"racionalismo" fro, del mundo capitalista fetichizado como
trampoln para arribar al irracionalismo pretendidamente superior de una existencia puramente individualista.

VII
Los sntomas de la crisis

Examinemos ahora sumariamente la metodologa del irracionalismo. Ya Hegel demostr que cuando se descubren las contradicciones necesarias de la razn, es decir del pensamiento discursivo, el problema que se plantea se presenta bajo el aspecto
inmediato de lo irracional. Corresponde entonces a la dialctica
la tarea de poner en evidencia la sntesis superior de los trminos contradictorios, y cuando esta tarea est bien realizada se
puede comprobar que la razn superior es precisamente el resultado de las antinomias necesarias del razonamiento discursi-

Aqu es donde encontramos los elementos ms importantes de


la ideologa irracionalista: transformar, mitificndola, la condicin del hombre del capitalismo imperialista en una condicin
humana general y universal. El cumplimiento de esta tarea exige un desdoblamiento del mtodo. Todo cuanto es social, racional y conforme con las leyes de la evolucin, ser declarado
inhumano y enemigo de la personalidad. La personalidad ser
proclamada antirracional e irracional por su misma naturaleza.
19

vo, las cuales haban producido una apariencia de irracionalidad. Pero, como lo hemos visto, el mtodo dialctico no tiene
cabida en la filosofa del perodo imperialista.

convierte en un misterio completamente anlogo para los economistas burgueses . . .


La necesidad social de una ideologa unificada da nacimiento,
con el fin de superar esas dificultades especulativas, a la teora
de las ciencias y a su cuadro histrico. Contrariamente a lo que
hacan los filsofos menores del perodo precedente, se busca
ahora la totalidad y la unidad. Pero como lo hemos demostrado,
los investigadores se equivocan de camino.

sta se detiene simplemente, en efecto, en la irracionalidad que


se manifiesta en las contradicciones necesarias de la razn discursiva. Desfigurndola, tranforma en respuesta la pregunta
planteada y, con la contradiccin que encierra la posicin provisoria del problema, fabrica dos mundos distintos: por una
parte la razn impotente e inhumana, por la otra la "realidad"
ininteligible y "superior", que slo es accesible a la intuicin.

En realidad sera perfectamente posible establecer la base comn de todas las ciencias por medio del estudio de la evolucin
de la sociedad, ella misma determinada por el factor econmico. Pero es evidente que el pensamiento burgus no ha podido
penetrar en este camino que conducira a refundir todas las
ciencias por medio del mtodo de la dialctica materialista. El
estadio del imperialismo, debido a su metodologa antidialctica, no supo o no quiso resolver las contradicciones fundamentales que encontraron las ciencias especializadas surgidas de la
divisin capitalista del trabajo. Esta metodologa no pudo resolverlos porque, tal como lo hemos visto, retom tal cual al
idealismo subjetivo, que constituye la base filosfica de la metodologa de las ciencias especializadas.

El mismo problema se presenta en las relaciones que mantienen


entre s las ciencias especializadas, tales como fueron producidas por la divisin capitalista del trabajo. En efecto: en la sociedad en la cual vivimos las ciencias especializadas se encuentran rigurosamente separadas unas de otras.
Cada una de ellas posee su propia metodologa formalista basada en las categoras no dialcticas del entendimiento. Es por eso
que ciertas correlaciones, que cualquiera de esas ciencias especializadas puede tratar perfectamente bien en cuanto pertenecen
a su dominio, slo pueden ser consideradas por otra ciencia
especializada como datos irracionales. La filosofa del derecho
del neokantiano, Kelsen proporciona un ejemplo muy caracterstico de este fenmeno.

La sntesis especulativa sera capaz de ofrecer algo nuevo nicamente en la mitificacin de las relaciones irracionales. A partir de la "intuicin genial" de Dilthey, la intuicin se convirti
en el mtodo esencial de la sntesis especulativa. Origin toda
una serie de smbolos mticos y fetichizados a los que una nueva mitificacin convertir en figuras pretendidamente reales,
pero puramente individuales e irracionales.

Al examinar el problema del derecho, problema que la sociologa de la poca poda, mal que bien, tratar, Kelsen se ve obligado a concluir diciendo que los orgenes de toda legislacin
constituyen para la ciencia del derecho "un gran misterio". La
validez formal del derecho del cual trata la ciencia jurdica se

20

Al fin de cuentas todo esto slo logra aportar pseudosoluciones, por otra parte a veces muy espirituales, a todos los
problemas de la filosofa: La "genial" arbitrariedad de la intuicin se convierte en el mtodo general de la filosofa. Si
Nietzsche no hace ningn esfuerzo para ocultar ese carcter
arbitrario, ms tarde se recurrir a cuanto sea posible para darle
una apariencia de objetividad. Ese enmascaramiento alcanza su
forma ms refinada all donde la fenomenologa puramente
especulativa se convierte en la llamada contemplacin de la
realidad, es decir en la ontologa existencialista. La solucin no
es sin embargo ms que una pseudosolucin, puesto que a pesar
de todos los nuevos mtodos, de todos los mitos, brillantes o
sombros y "profundos", los grandes problemas de la filosofa
siguen careciendo de respuesta y hasta se puede decir que, en
relacin al perodo clsico, la filosofa moderna representa en
muchos aspectos un retroceso considerable.

El problema de la libertad y del determinismo es del mismo


orden. A pesar de que la filosofa clsica, y en primer lugar
Hegel, haban logrado aclarar en gran medida las relaciones que
unen estos dos trminos, hoy en das nos encontramos frente a
una nocin abstracta, hipostasiada y absurda, de la libertad,
opuesta a un fatalismo rgido y mecnico. Nietzsche, Spengler
y ltimamente Sartre ilustran perfectamente nuestra tesis. La
"concepcin del mundo" fascista slo es la caricatura de este
dualismo abstracto y rgido, convertido en absurdo.
En efecto: el fascismo representa la caricatura de la crisis de la
filosofa burguesa moderna. Slo que esta caricatura ha sido al
mismo tiempo una sangrienta realidad que dur demasiado
tiempo. Y tal vez sea uno de los sntomas ms importantes de la
crisis de la filosofa burguesa el haber originado la pretendida
ideologa del fascismo, cuyo nico aporte consiste en una vulgarizacin demaggica de la filosofa burguesa del estadio del
imperialismo, tal como se la encuentra originariamente en
Nietzsche. Es tambin por la misma razn que nicamente el
materialismo dialctico despleg, sobre el plano ideolgico,
una activa resistencia contra el fascismo.

Entre los grandes problemas que la filosofa moderna se muestra decididamente incapaz de resolver, citemos en primer lugar
el de las relaciones entre el pensamiento y la realidad, cuestin
inseparable de la que presenta la estructura misma de la lgica.
El triunfo del irracionalismo representa igualmente un retroceso, puesto que para el irracionalismo la contradiccin entre la
reflexin lgica no-dialtica y la realidad se presenta como una
contradiccin absoluta e insuperable. El irracionalismo significa entonces por una parte la justificacin filosfica de los mitos
arbitrarios y, por la otra, la sumersin de la filosofa especulativa en la lgica normal. La reivindicacin de la superioridad de
la intuicin es precisamente la que encierra a la filosofa en la
prisin de esa lgica formal, de la que ya la filosofa clsica
haba conseguido escapar.

Es verdad que el humanismo antifascista elev varias veces su


protesta contra ciertos hechos del fascismo y aun contra la brbara existencia del fascismo mismo, sin lograr sin embargo
oponer a los mitos arbitrarios y a la pretendida ideologa del
fascismo una ideologa progresista y eficaz, que fuese verdaderamente digna de ese nombre.
La nica diferencia que existe entre el existencialismo francs y
el prefascista Heidegger en el plano social, es la siguiente: el
existencialismo eleva su protesta abstracta no contra la totali21

dad de la crisis sino contra el fascismo en particular. Pero su


protesta sigue siendo, a pesar de ello, totalmente abstracta, y
ste no es un hecho debido al azar. La mayor parte de los pensadores antifascistas, en efecto, parten ideolgica y metodolgicamente del mismo plano que sus adversarios. Salvar a
Nietzsche o a Schopenhauer, convertirlos en pensadores humanistas, era una operacin condenada al fracaso frente al fascismo, el cual tea la ventaja de ser, a pesar de toda su vulgaridad, el verdadero continuador espiritual de esos filsofos.
La crisis de la filosofa burguesa contina an. La crisis se denuncia en el hecho de que la liberacin, que seala el trmino
del terror intelectual del fascismo, no haya producido un cambio en la filosofa burguesa. La filosofa burguesa, contrariamente a lo que sucede con la vanguardia de la literatura, se encuentra exactamente en el punto en el que se hallaba cuando se
produjo el advenimiento del fascismo.
Desde este punto de vista el existencialismo es tambin una de
las manifestaciones de la crisis. Slo el materialismo dialctico
es el que anima con vida real los problemas del nuevo mundo y
los integra orgnicamente en su ideologa.
Nadie podr prever, por el momento; cuanto puede durar an la
sociedad capitalista y en qu momento le ha de suceder el socialismo. Pero nada indica que la burguesa sea todava capaz,
hoy en da, de crear una ideologa autnoma, universal y progresista.

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