Aguirre Rojas Carlos Antonio - La Historia de Los Annales - Ayer Hoy Mañana PDF
Aguirre Rojas Carlos Antonio - La Historia de Los Annales - Ayer Hoy Mañana PDF
Aguirre Rojas Carlos Antonio - La Historia de Los Annales - Ayer Hoy Mañana PDF
LA "ESCUELA" DE
LOS ANNALES.
Ayer, Hoy, Maana.
Carlos Antonio Aguirre Rojas
ANM A LX S
1IRK. IC O N O W IQ U t
CT S O C IA L
ANNALES
ANNALES
D 'H ISTO IRE SO CIALE
1945
907.2
A2846e
2005
la otra mirada de Clo
Annales
Armales
LA "ESCUELA" DE
LOS ANNALES.
Ayer, Hoy, Maana.
Carlos Antonio Aguirre Rojas
Los
libros
de
^ontrahi^oria^
isbn
970-94353-2-9
C a r l o s A n t o n i o A g u r r e R o ja s
formacin:
A lf r e d o Q u iro z A r a n a
I n t r o d u c c i n
Los A n n ales de las 'm en talid ad es' y de la 'an trop ologa h istrica':
los aos de 1 9 6 8 4 9 8 9
C a p t u l o 6
a p t u l o
ota
B ib l io g r f ic a
Lucien
F ebvre
p arlante entre 1870 y 1930, por parte de una nueva h egem ona, ahora
localizad a dentro del hexgono francs, y que ser su byacen te a toda la
h isto ria co n creta de las prim eras etapas del im pulso y del d esarrollo de
los A n n ales.
G nesis de u na nueva hegem ona historiogrfica, que nos p erm itir
in tro d u cirn o s con nuevas luces a ciertos problem as hoy ya 'cl sico s' de la
h isto rio g rafa sobre A nn ales, com o el de la d ifcil y radical d isp uta entre
M arc B loch y L ucien Febvre en la prim avera de 1941, d isp uta que se p re
senta entonces, slo com o el ltim o eslabn de un con flicto profun d o y
m ucho m s largo en el que se confron tan dos diferentes orientaciones, rad i
calm ente d istin tas y com pletam ente alternativas, del rol historiogrfico y
social que debe ju g ar la revista, y del sentido global que debe a n im a r a
esa nueva hegem ona en construccin. O en otro caso, el problem a del
consid erable 'p od er in stitu cio n al' que ha detentado en u na cierta poca
F ernand Braudel, poder que en esta lnea de explicacin es m s la sim ple
expresin y el resultado lgico de la afirm acin y el xito de ese proceso
global de conqu ista de esa hegem ona en los estud ios histricos, que el
fruto de u na h abilid ad o vocacin, realm ente inexistentes, del gran autor
de El Mediterrneo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe n.
E ig u alm ente, la p regu n ta acuciante y fun d am en tal resp ecto del d es
tino fu tu ro de estos m ism os A nnales. Pues dado que los estu d io s de m s
largo aliento sobre la corriente slo abarcan hasta los aos o ch en tas, han
om itid o en tonces la evaluacin de lo que representan, en la p ersp ectiv a
larga de la h isto ria entera de la tendencia annalista, esos posibles 'cuartos
A n n a les' que se esbozan claram ente desde 1989 con el clebre texto del
nm ero de n o viem bre-d iciem bre de 1989 titulado 'T en ton s l'experience'.
Y se trata de un p roblem a fundam ental, pues del d estin o esp ecfico de
estos posibles cu artos A nn ales, depende en bu en a m edid a el rol que la
h isto rio g rafa fran cesa pueda ju g ar dentro de la renovacin h isto rio g r
fica del siglo vein tiu n o hoy en curso. Y aunque A n n ales es hoy, slo uno
en tre varios de los protagonistas decisivos de esa h isto rio g rafa naciente
del tercer m ilen io, no deja de ser uno de sus protagon istas prin cip ales, y
sin duda alg u na, todava de la prim era lnea.
Finalm ente, y slo para cerrar esta rpida ejem plificacin, cuyos casos
retom arem os m s adelante con cuidado, es tam bin in teresan te com
p rob ar com o desde este juego de m ltiples ejercicios de com paracin
histrica, aparece com o fundamental el dilogo p ersisten tem en te reto
m ado, y resuelto siem pre de d istin tas m aneras, en tre estos m ltiples
A n n ales y los ig u alm ente diversos m arxism os con los que ha convivido,
y resp ecto de los cu ales se ha definido tanto en relacion es de sem ifu sin
o en otro caso de clara alian za, com o de abierta sep araci n y d istan cia,
pasand o tam bin por u na recep tivid ad firm e pero m atizad a, o por un
escep ticism o no o b stan te atento de sus p rin cipales aportes. Un dilogo
fu n d am en tal en la h isto ria de los A n n ales, que sin em bargo h a sido p er
m anentem ente soslayado por los distintos estud iosos de la corriente, apa
recien d o slo de m an era tan g en cial o perifrica en sus ensayos, a rtcu lo s
y libros.
Al revisar, entonces, la historia de los A n n ales desde estas d istin tas
persp ectiv as cruzad as, este libro trata de resolver entre o tro s v arios, los
puntos, problem as y aparentes paradojas arriba enlistad os, Pero tam bin,
y d irectam en te conectad os con ellos, otros problem as que s han sido m s
abordados en la literatu ra consagrad a a esta tend encia h isto rio g rfica
francesa, y que se p regu n tan acerca de en que con siste la verd ad era o rig i
nalidad del aporte an n alista, lo m ism o que ex am in an las im p licacion es
que para la propia corriente ha tenido su paso desde un status m arg in a l
y claram en te hertico, hasta su in sercin clara com o p arte del establish m ent recon ocido y de las institucion es aceptadas y hasta prom ovidas
por la p ropia cu ltu ra d o m in an te del hexgono. O tam bin , el b alance
de lo qu e se pierde y se abandona con el p aso de los A n n a les b rau d elia
nos a los A n n ales de la h isto ria de las m entalidades, as com o la sig n ifi
cacin m s p ro fu n d a que puede ten er y tend r en el fu tu ro el clebre
'tournant critique' que fu n d a a la etapa en cu rso co rresp o n d ien te a la
cu arta generacin de h istoriad ores an n alistas.
Al retom ar, entonces, estos 'debates habituales' entre los estu d io sos
de A n n ales, desde el en foqu e p articu lar antes esbozado, creem os que
ser p osible tam bin replantearlos en trm in os nuevos, resolvin d olos
ig u alm ente de u na m anera d istin ta a las que h asta hoy h a n sido en say a
das. Y todo ello p ara contribuir, activam ente, a este u rgen te p roceso de
d efinicin de los n uevos A n n ales post-89, frente a las en cru cijad as del
d estino in m ed iato p o r venir.
Porque este breve estud io sobre la historia y sobre la con tribu cin
de A n n ales a la h isto rio g rafa del siglo veinte, no in ten ta ser slo un
balan ce pasivo de u na h istoria tran scu rrid a y ya term in ad a, sino por el
contrario, u na evaluacin crtica y bien definida, que desde la tom a de
posicin que elabora en torno de los problem as an en debate sobre la
explicacin de este m ism o itinerario an n alista, p retende in terv e n ir activa
Ya que, com o Fern and Braudel ha explicado reiterad am ente, la civ ili
zacin eu ro p ea ha sido, a lo largo de toda su h isto ria y d esd e su m ism o
origen, no u n a sino dos civilizacion es, su bsu m id as dentro de un m ism o
proyecto civ ilizato rio , pero siem pre d iferenciad as y coexisten tes en el
seno del m ism o territorio europeo.
D os civ ilizacio n es eu rop eas dentro de 'la ' civ ilizaci n eu ropea, cuyos
rasgos d istin tiv o s se h allan presentes en la geografa, en la tecnologa,
en la econ om a, en la socied ad y tam bin en la cu ltura, d n d on os a lo
largo de la cu rv a de la h istoria de esa civilizaci n europea, a la Europa
de la 'G e rm a n ia ' de Tcito frente a la del Im perio R om ano, a la E uropa
de C arlom agno ju n to a la E uropa de las conqu istas y de los esp acios a se
diados por los m u su lm an es, a la E uropa p rotestante y p ro d u ctiv ista de la
R eform a frente a aqu ella de la C ontrareform a que se co n su m e en el d is
pendio lujoso y que p erm an ece fiel a Rom a, a la E uropa del b a rro co dbil
o in existen te fren te a la del b arro co floreciente y cu asio m n ip resen te, y
fin alm en te a la Europa del n orte que crea, acoge y prom ueve al m arxism o
frente a la E u rop a m erid ional m s bien prou d h on ista, b a k u n in ista y
an arqu ista.
D os E uropas, u n a m ed iterrnea y otra nrdica, cuyos m apas con tiguos
pero bien d iferen ciad os es posible trazar, al ir estableciendo, por m en
cionar solo alg u n o s ejem plos posibles, a la E uropa m s clid a de clim a
m ed iterrn eo que se v iste de lino y de la sed a im p o rtad a, fren te a la
Europa m as fra y llu v io sa del norte que se cubre de lan a y de pieles, a
la Europa de su elos m enos duros y por lo tanto prop icios para el u so del
arado ligero, frente a la de suelos arcillosos slo cu ltivables con el arado
pesado con v erted era y ruedas, a la E uropa del vino, el aceite de olivo y el
trigo abu n d an te ju n to al ganado escaso, frente a la E u rop a de la cerveza,
de la m an teq u illa y la leche, del trigo m enos ab u ndante y del centeno m s
p resente y en la que el ganado es por el contrario un b ien b astan te fre
cuente. D os u n iv ersos que conviven perm an en tem en te dentro del suelo
eu ropeo, y que d esd e estas bases geohistricas d elim itad am en te d iver
sas, han con stru id o tam bin d istintas estrategias de co n fig u raci n terri
torial, tecnolgica, econm ica, social, e inclu so cu ltural, en u n a historia
m as que m ilen aria y de larga duracin.
E uropas d iferen tes en sus estru ctu ras civ ilizato rias fu n d am en tales
que, sin em bargo, h an coexistid o y se h an com plem entado tam b in de
m odo p erm an en te p ara dar vida a la civ ilizaci n eu ropea com o to ta li
dad, y en co n secu en cia, a una civilizacin con form ad a desde su origen
por ese d ilogo co n stan te entre sus dos m atrices o u niv ersos orig in ales
constitutivos. U n dilogo que en el plano de la cultura, nos ubica en to n
ces frente a la dualidad esp ecifica de sen sibilid ad es cu ltu rales de larga
duracin que co h abitan tam bin en E uropa occidental.
Por u n lado, u na sen sibilid ad cu ltu ral de m atriz g erm n ica, carolin gia, protestante, poco barro ca y nordeuropea, que se sin g u la riz a por una
apro xim aci n in telectu al h acia los tem as y problem as que aborda que
es u na apro xim aci n m uy terica, reflexiva y filosfica. U na v isin que
con struyend o un tipo de argum entacin austero y econ m ico en el uso
: del lengu aje, se d efine com o un d iscu rso elaborado de m an era m s bien
ind ivid u al y autoreflexiva, y que se apoya en u na estru ctu ra cu ltu ra l p re
d o m in an tem en te escrita y d ifu n d id a de m anera m s a n n im a e im p er
sonal. U na cu ltu ra y un d iscurso que, desde estos elem entos, van a
caracterizarse por u n a estru ctu raci n m s rig u ro sa y acotada, de carcter
m as ab stracto y filosfico y con un m odo de form alizacin sobrio y poco
literario, m s an altico y m s denso.
Y
ello fren te a u na seg u n d a form a de sen sibilid ad cu ltu ral, d istin ta y
a veces opu esta a la prim era, que deriva en cam bio de una m atriz rom ana
o helnica, m erov in gia, con trareform ista, b arro ca y m ed iterrn ea, que
se caracteriza en cam bio por un acercam iento in telectu al h acia los o b je
tos que estu d ia que es de orden m s bien em p irista y exp erim en tal,
elaborand o u na reflexin que argu m en ta de m anera reiterativa y florida,
volviendo u n a y otra vez sobre u n m ism o pu nto de la reflexin, y que
con stru ye el d iscu rso siem pre de modo m s com u n itario o colectivo, a
p artir de u na estru ctu ra m ucho m s oral y hablada de com u n icacin
d irecta. Y con ello, un tipo de cu ltura y de d iscu rso que resu ltan ser
m ucho m s lib res e inventivos, m enos rigu rosos y siem pre m s v in cu la
dos al ejem plo y al caso concreto, siendo m s literarios y m s colm ados
de rep resen tacio n es plsticas y de im genes que en carn an la idea o tesis
que in tenta d em o strarse o ilustrarse.
D os form as m uy d istin tas de concebir y de crear los prod u ctos cu l
tu rales y las estru ctu ras d iscursivas, que nos p erm iten com p rend er
tam bin a este p rim er trazo general y recu rren te de la p ersp ectiv a h isto
riogrfica de los A n n ales.
Pues com o hem os ya sealado, los d istintos A n n ales que co n fo rm an
a la h isto ria de la corriente, reproducen todos a este seg u nd o tipo de
d iscu rso o de sen sibilid ad cu ltural m editerrneos. Y entonces, se tratar
siem pre de textos, obras y autores, m as bien reacios a ex p licitar los
esas h isto rio g rafas con casi todos los m odelos d esarrollad o s dentro del
siglo d iecinueve, a la vez que los vin cu lan con ese proyecto pionero y
excepcion al que, en los estud ios histricos, ha represen tad o el proyecto
to rico -crtico de M arx.
Pues m s all de su datacin cronolgica in m ed iata, que lo ubicara
falsam ente entre las d istin tas vertientes d ecim on n icas de la h isto rio
grafa, es claro que ha sido el m arxism o original, es d ecir el contenido
en la obra de M arx y Engels, el que ha colocado los cim ien to s fu n d a
m entales de lo que en sentido rigu roso podem os llam ar la historiografa
contempornea, del m od erno proyecto de con stru ccin de u n a verdadera
ciencia de la h istoria, que todava hoy contina vigen te y en m archa.
Em presa m arx ista orig in aria, que habindose d esarrollad o dentro de la
seg u n d a m itad del siglo xix, va a an ticipar entonces, en m s de m edio
siglo, al conjun to de d escubrim ientos, con qu istas y elem entos que van
a tipificar a p rcticam en te toda la h istoriografa in n ovad ora del siglo
veinte, in clu so hasta nuestra propia p oca actual. Pues al ed ificarse ese
m arxism o com o prop u esta crtica y alternativa a las ln eas d om in an tes
y entonces en boga de la historiog rafa eu ropea d ecim on n ica, y al
co n stitu irse tam bin en la expresin in telectu al superadora de la entrada
de la cu rva de la m od ernid ad b u rgu esa en su fase d escen d en te de
larga duracin -u n a fase que com ienza aproxim ad am ente con la co y u n
tura histrica de 1848-1870, para prolongarse h asta el d a de h o y - esta
p ersp ectiva cread a por C arlos M arx ha podido d esarrollar, de m anera
in icial y gen u in am en te anticipatoria de lo que habra de d esp leg arse en
los sigu ien tes ciento cin cu en ta aos, un nuevo tipo de h isto ria p ro fu n d a
m ente social, firm em ente anclada en el esfuerzo de h acer de la h isto ria u na
ciencia, y que va a co n cen trarse de m anera p riv ileg iad a en tod o el co n
ju n to de d im en sio n es interp retativas de ese m ism o oficio de historiador.
U na h isto ria rad icalm en te social, cientfica e in terp retativ a que tam
bin ser d esarrollad a y reivin dicad a por las sucesivas g en eracion es de
A n n ales, en la m edid a en que ellas encarnan, y luego asu m en com o
herencia o legado fun d am ental, el de haber sido p arte de los protagonistas
principales que en el siglo veinte cronolgico han escen ificad o ese p ro
fundo viraje d esd e la h istoriografa 'estilo siglo d iecin u ev e' hasta la
nueva h isto rio g rafa constru id a ahora slo con los 'm old es tp icos del
siglo veinte'. D e este m odo, y entroncando en esa h isto ria m s estru c
tural y de reg istro s profu nd os de la con struccin m od ern a de u na cien
cia de la h istoria, con ese anteced en te esen cial y fu n d ad o r que ha sido el
m arxism o o rig in al, los diversos A n nales van a reproducir, com o su tercer
arista com n, a esa h isto ria de carcter social, cientfico e in terp retativo.
Porque al rev isar la h istoria de la corriente, en sus d istin to s perodos,
resulta claro que el tipo de historia que ella ha siem pre defendido,
construido y prom ovido, se construye siem pre a p a rtir del desplazamiento
recu rren te de la p ersp ectiva de anlisis desde los pro ceso s ind ivid u ales,
de lite, sin g u lares y m s superficiales, hacia los procesos colectivos, de
los grandes gru p os y clases sociales, pro ceso s reiterados y d ifu n d id os
de m anera so cial am plia y que corresponden siem pre en general a las
estru ctu ras b sicas de la h istoria profunda. A s, lo m ism o en el estud io
de la h isto ria de las tcn icas so ciales y de la con stru cci n de los paisajes
agrarios, o del u tillaje m ental de una poca y de las creen cias colectivas
de u na socied ad , qu e en el exam en de las form as de la civ ilizaci n m ate
rial de los hom bres y de su civilizaci n econm ica, o en el estu d io de las
'm en talid ad es colectivas' y de las prcticas que definen las 'con v en cion es'
dentro de las que se o rg anizan los actores y la accin so cial, en con tram os
siem pre, com o dato repetid o y constante, el claro abordaje de u na h istoria
social, entend id a ad em s com o la historia de los grandes procesos, estru c
turas, grupos, realidad es y fenm enos colectivos, de masa, y en co n se cu en
cia rad icalm en te sociales.
Y
si b ien ha sido el propio Lucien Febvre el que ha d en u n ciad o la
; am bigedad y vaguedad de ese trm ino de historia 'social', es claro que el
m ism o es u tilizable para caracterizar a la propia h isto rio g rafa an n alista,
si lo red efin im o s m s rigu ro sam en te com o ese estudio de los grandes
fenm enos colectivos de la historia, de los procesos que afecta n a las
; grandes m asas y a los gru p os sociales princip ales de un entram ad o social
Vcualquiera. Y por lo tanto, com o esas historias, tan tpicas de A n n ales,
que son la h isto ria econm ica y social, la historia de la civ ilizaci n m ate
rial y de la b ase g eoh istrica de las civilizacion es, la h isto ria de las
; econom as-m u nd o y de las civilizaciones del planeta, la h isto ria de las
i: m entalid ad es y la an trop ologa histrica, o la historia urbana, de las prac
ticas cu ltu rales, de la econom a del A n tig u o R gim en, o las h isto rias
cu antitativa y serial o antrop olgica m s recientes, entre otras.
H isto ria p ro fu n d am en te social, opuesta a las trad icio n ales h isto rias
biogrficas, de las ideas, polticas, de hroes, batallas y tratados, que ser
al m ism o tiem po u na h isto ria in scrita conscien tem en te en el cam in o de
ed ificar u na verdadera ciencia de la historia. Y que m s a ll de las viejas
d iscusiones, otra vez d ecim onnicas, sobre el estatuto de la historia com o
arte o com o ciencia, va a in tentar con stitu ir a esta ltim a, com o afirm a
M arc Bloch, en u na real 'em presa razonada de anlisis', en u na verdadera
em presa cientfica.
Lo qu e nu evam en te estar p resente en todas la etapas de la corriente:
en todas ellas se reiv in d ica el objetivo de establecer las verdad es h ist ri
cas com o verdades cientficas, concibiendo el d escu b rim ien to y la con
quista de nuevas tcnicas, nuevos paradigm as, nuevos p ro ced im ien to s
de in terp retacin , nuevos m todos, nuevos m odelos tericos y nuevos
tem as de in vestigacin, com o otros tantos pasos adelante en ese proceso
de co n stru cci n de la verdadera ciencia histrica.
Y
puesto que h a sido a los A n n ales ha qu ienes ha correspond id o,
en este brev e siglo v ein te histrico ya concluido, el p ro tag o n izar la m s
im p ortante revolucin en la teora de la historia d esarrollad a en los ltim os
cien aos -rev o lu ci n que, a su m anera, reedita en con d icion es y en esp a
cios d istin tos a la revolucin en la teora de la h istoria fundante de los
estud ios histricos contem porneos, que ha sido el propio m arxism o
o rig in a l- ser tam bin a ellos a quienes les correspond er, en tre otros,
el reiv in d icar este carcter cientfico de la h isto rio g rafa contem pornea,
abonado su cesivam ente por los anlisis b loch ian o s de la estru ctu ra
social, los m od elos de investigacin del pen sam ien to de una poca de
L ucien Febvre o las teo ras brau d elian as de la g eoh istoria, la civ ilizaci n
m aterial o las 'econom as-m undo', pero tam bin por los p arad igm as de
la h isto ria global, com paratista, interpretativa, problem tica o de larga
duracin que verem os m s adelante.
U na h isto ria que se sep ara entonces tanto del m ito, la leyen d a y la
ficcin, com o tam bin de la constru ccin a priori, de la esp ecu laci n y
de la falsa e in fu n d ad a g eneralizacin , para establecer en su lu gar una
explicacin an altica, coherente y razonada, pero ig u alm en te d em ostrada
a travs de los hech os em pricos, de los procesos sociales co n cretos que
constitu y en a la h istoria. Y en con secu en cia, u n a h isto ria que, al estar
com p rom etida en la b squ ed a de las regu larid ad es y de los d eterm in ism os sociales, y al in ten tar encontrar las causas y las razon es p rofu n d as
de los hechos, fenm en os y procesos h istricos que aborda, va a d istan
ciarse lo m ism o del m ero ejercicio narrativ o-d escrip tiv o de la h isto ria
tradicional, com o de la b squed a exclusiva de los h ech o s nicos, sin g u
lares e irrep etib les del acontecer histrico, p ero tam bin de las v ision es
d esen cantad as, po sm o d ern as e irracionalistas, que tanto h an proliferado
en los ltim o s trein ta aos.
que antes hem os desarrollado, nos p erm itir o b serv ar a los diversos
A n n ales, a los A n n ales en plural, m ostrnd onos el lado com p lem entario
y al m ism o tiem po alternativo a aquellos trazos com u nes de ios A n n ales
en sin g u lar que hem os definido anteriorm ente. U na p erio d izaci n que
nos haga posible m arcar en trm in os m uy generales, las gran d es etapas
del recorrid o an n alista, a las que estud iarem os con m s d etalle en los
prxim os captulos.
Com o es b ien sabido ahora, luego de la recien te p u blicacin de la
corresp on d en cia entre M arc Bloch y L ucien Febvre con H en ri P irenne,
aunque el p rim er nm ero de los Annales d'Histoire Economique et Sociale
ha visto la lu z solo el 15 de enero de 1929, el proyecto de fu n d ar esta
revista rem onta en realidad, en su p rim era co n cep tu alizaci n com o in i
ciativa in telectu al, al fin m ism o de la prim era gu erra m u n d ial. Es d ecir
que coincid e p rcticam en te con el origen de esa co y u n tu ra, en m uchos
sen tid os excepcion al, que ha sido la coy u n tu ra de la h isto ria de E uropa
entre las dos g u erras m u ndiales del siglo veinte.
A s, el inicio de la dcada de los aos veintes, que abren esta co y u n
tu ra caracterizad a por la crisis de la razn europea, y por la ru p tu ra
definitiva de la secu lar ecuacin que pretenda equiparar ju stificato riam ente a la civ ilizaci n eu ropea con 'el p rogreso humano", es tam bin la
fech a de origen de la prim era elaboracin del proyecto de fu n d ar lo que
un d ecenio d esp us va a configu rarse com o los 'p rim ero s A n n ales'. Y es
m uy claro, al rev isar esa correspond encia d irigida por Bloch y por Febvre
a P iren n e d esd e 1921, que el proyecto inicial de la rev ista se constituye,
clara y conscientem en te, para llenar el vaco dejado dentro de los estu
dios h istricos, por la interrupcin - q u e luego se revelar com o u n a su s
p ensin solo tra n sito ria - de la revista alem ana Vierteljahrschrift f u r Sozial
und Wirtschaftsgeschichte, su stitu cin o reem plazo que se rea liz a dentro
de una exp lcita lgica de contrabalancear y luego in clu so superar, a la
clara h eg em o n a que el m undo germ ano parlante haba ejercid o dentro
de la h isto rio g rafa europea y occidental, desde ap roxim ad am en te 1870 y
h asta la llegad a de esos golpes sucesivos que sern ju sta m en te la p rim era
guerra m u ndial, el ascenso del nazism o y la seg u nd a guerra m u n dial.
C on stitu y en d o entonces una clara iniciativa, fran cesa pero al m ism o
tiem po m s internacion al, para reconfigurar la organizacin general de los
estudios histricos en escala europea, dentro de u na orien tacin y u n m odo
de fu n cio n am ien to d istin tos al que haban desplegado en tre 1870 y 1914,
el p roy ecto o rig in ario de fu n d ar lo que m s adelante sern los Annales
a aco tar su tem poralid ad especfica la coyun tura so cial gen eral de la
seg u n d a posgu erra, que va a tener vida entre 1945 y el sim blico y fu n d a
m ental ao de 1968, u n a coyuntura m arcada por la exp an si n econm ica,
la reco n stru cci n de todas la econom as europeas, la m o vilid ad social
ascend ente y el crecim ien to de la in d u strializaci n y de los m ov im ien tos
obreros en toda E u rop a occidental, que va tam b in a im p reg n ar a este
seg u nd o m om ento vital, y a ese segu nd o proyecto in telectu al an n a lista
de lo que se conoce cann icam ente com o los 'aos B rau del' de la historia
de la corriente.
'A os B rau del' que v an tam bin a reflejar esa seg u n d a co y u n tu ra
general de la h isto ria de Europa en el siglo veinte, caracterizn d o se com o
una con so lid aci n y estabilizaci n del proyecto crtico de los p rim eros
A n n ales. C on so lid aci n que al m ism o tiem po que p ierd e un poco el tono
com bativo y polm ico de la etapa fundadora, afirm a y h asta com ien za
a d arle cu erp o y estru ctu ra institu cio n alizad a a la corriente, a la vez
que realiza, en el plano terico, m etodolgico e h isto rio g rfico u na v er
dadera superacin dentro de la continuidad del proyecto de los p rim eros
A n n ales.
Un m o vim ien to de 'su peracin ' o de aufhebung en el m s hegelian o
sentid o del trm in o, que al m ism o tiem po que p ro fu n d iza y rad icaliza
los aportes de eso s prim ero s A nnales, con servn d olos, los su pera al re in
tegrarlos d entro de un nuevo y diferente proyecto in telectu al, que dentro
de u na lnea de evid ente continuid ad con sus an tecesores, recon figu ra
a esos m ism os aportes dentro de u na rad icalm en te nueva estru ctu ra o
p ersp ectiva in telectu al, esta s com pletam ente original.
Porque al re v isar con cuidado lo que ha sign ificad o el proyecto in telec
tu al de esos A n n ales brau d elianos, resulta claro que esta etapa va a
cu lm inar, com p letnd ola, y replantend ola en nuevos trm in os, a la
revolucin en la teo ra de la h istoria que haba sido im plem en tad a por los
prim ero s A n n ales. Y entonces, si esta revolucin se h ace p resen te a travs
de la d efen sa de u n a h istoria in terp retativa y p roblem tica, de la apli
cacin sistem tica del m todo com parativo a los tem as de h isto ria eu ro
pea que abord an B lo ch y Febvre, de la d efensa de u na h isto ria global en
tanto abierta a la recu p eracin de los aportes de las otras cien cias so cia
les, y de u na h isto ria nueva y en con stru cci n que co m ien za a d escubrir
in d itos objeto s de in vestigacin, la h istoria de los aos Brau del de la
revista va a radicalizar, profundizndolos hasta el final, a estos m ism os p ara
d igm as, los qu e recon figurad os desde la nueva y o rig in al visin de los
procesos v istos desde la larga duracin histrica, van a p resen tarse ahora
como u na h isto ria de problem as nunca antes explorados, y por tan to que
im ponen noved ossim os m od elos interpretativos, que extiend e la com
paracin a la escala p lan etaria y en el registro tem poral ju sta m en te de
la larga duracin, redefiniend o a la h isto ria global com o su p eracin del
epistem e d iscip lin ar y m u ltiplicando los nuevos objetos, m todos, t cn i
cas y p arad igm as de esa h isto ria abierta o en con struccin.
Y
al m ism o tiem po que supera de este m odo a los p rim ero s A n n ales,
el proyecto brau d elian o asim ila y reproduce, nuevam ente, los elem entos
de su contexto: este proyecto de los seg u nd o s A nn ales va a darle carta de
ciudadana a la ram a de la h istoria econm ica en Francia, en un m om ento
en que la eco n om a crece y prospera, siendo prom ovida y fom entada
in stitucionalm ente. Y al m ism o ritm o que la eco n om a se vu elve protagnica en esta coy u ntu ra, apoyada por el Estado, in vestigad a por
los nuevos In stitu to s de Econom a, D em o grafa y E stad stica, los se g u n
dos A n n a les rescatan y d ifu n d en am pliam ente la h isto ria cuantitativa,
inventando in clu so la h isto ria serial y abriendo los nuevos territorios de
investigacin de la h isto ria de la vida o civ ilizaci n m aterial.
Al m ism o tiem po, los A n n ales de la p oca Braudel van a co n fro n tarse
com pletam ente con la ola m ltiple del estructuralismo, que se d ifun d e
tam bin am p liam en te en u na sociedad en donde, en el perod o de los
'trein ta gloriosos', se afirm a la solidez y vigen cia de las 'e stru ctu ra s'
sociales y econm icas, por en cim a de sus elem entos de cam bio y su h is
toria. Y entonces, tom ando com o referente polm ico esen cia l al estru ct ralism o de C laude L evi-Strau ss d esarrollado en la an trop ologa, pero
oponindose tam bin m s en general a ese m ism o estru ctu ra lism o en
la lin g stica, en la filosofa, en la econom a, en el p sico an lisis y hasta
en el m arxism o, los A n n ales de esta seg u nd a generacin van a tratar de
defender a la h isto ria y a la visin g entica y p rocesu al de los hechos
sociales, evacuad a p recisam en te en todo este aban ico de p resen cias
in telectu ales estru ctu ralistas. Un com bate que los llevar a retom ar, h istorizndolos, alg u no s de los tem as clsicos de esa an trop olo ga com o
los de la alim en taci n , el vestido, la o rg an izaci n territo rial o la vida
cotidiana, en su s m ltiples d im en sion es y elem entos.
E ig u alm ente, estos seg u nd o s A n n ales van a d ialogar y a colaborar
estrech am en te con los m ltiples m arxistas y m arxism os eu ro p eos y o cci
dentales entonces tam bin en boga, m arxism os que apoyados en el cre
cim iento de la clase obrera y en la rad icalizaci n de ciertos sectores
m ed ios in telectu ales, van a com p artir con los A n n a les el estud io y los
pro g reso s de la h isto ria econm ica, llegando en el plano m etod olgico
h asta u na con vergen cia que seg n el propio Braudel se establece en torno
a la d efensa de las p ersp ectiv as de u na historia p ro fu n d am en te social, de
horizontes g lo b alizan tes y construid a desde la larga duracin.
Pero esos A n n ales de los aos Braudel, que van a co n tin u ar y al
m ism o tiem p o a su perar a los prim eros A n n ales, no se han desplegado
inmediatamente d esp us de estos ltim os, sino slo de m an era un poco
retrasad a y luego de todo un perodo in term ed io de clara transicin
dentro de la corriente. C on lo cual, el segu nd o m om ento de vida de la
tendencia an n alista, correspondiente otra vez con la tem poralid ad de la
co y u n tu ra so cial general de la segu nd a posguerra, va a su b d iv id irse tam
bin en dos etapas, claram en te diferenciad as, y que ab arcan los p erod os
de 1941 a 1956, y de 1956 a 1968.
A s, desp us de que se in terru m p e abru ptam en te el proyecto in telec
tu al de los p rim ero s A n nales, a raz de la ru ptu ra de la prim avera de
1941 entre sus dos d irecto res -ru p tu ra que com o verem os m s adelante
es d efinitiva en trm in os intelectuales, aunque no lo sea en trm in os per
sonales-, se in icia un claro m om ento de transicin que va a d esp legarse
desde este ao de 1941 y hasta la m uerte de Lucien Febvre en sep tiem b re
de 1956. Y se trata de u na etapa de transicin, y no de un seg u nd o y nuevo
proyecto in telectu al, porque, com o lo ha dicho el propio F ern an d Braudel
en alg u na ocasin, con la m uerte de M arc B loch se ha creado, dentro de
los A nn ales, un vaco que L ucien Febvre no ha podido nunca volver a colmar.
Y entonces, sin M arc Bloch y sin su aporte cotid iano a la co n stru cci n de
la revista, se ha term in ad o el sin g u la r't n d em ' que con stru y y m antu vo
vigente al proyecto intelectu al de los prim eros A n n ales, lo que im plica
que Lucien Febvre, entre 1941 y 1956, se ha lim itad o a tratar de m an
ten er y de rep ro d u cir el mismo proyecto in telectu al del perodo 1929-1941,
proyecto que sin em bargo y en la ausencia de Bloch, se ha lim itad o a
sobrevivirse a s m ism o, perdiendo cada vez m s su fu erza y su im pulso
orig in ales, en u na co y u n tu ra que era ya diversa de la que le haba dado
origen, y bajo co n d icion es que m inab an progresivam en te esa m ism a
so brev iven cia in tentad a por Febvre.
E tapa de verdad era transicin, que se expresa en el h echo de que al
m ism o tiem po que este proyecto de los p rim eros A n n a les perd a aliento
y se com enzaba a apagar, se iba preparando el relevo g en eracion al dentro
de la corriente, a p a rtir de la m ad uracin de un nuevo proyecto in telec
tual que d ar vida a los segu nd os A n n ales brau d elian os de los aos
1956-1968 a los que ya hem os aludido. Ya que com o en toda transicin,
el fin del ciclo que se cierra va a co existir con los grm enes del ciclo que
habr de sucederlo, y as los elem entos sobrev iv ien tes de los p rim eros
A nnales conclu idos en 1941, h an convivido con los p rim ero s esb ozos de
los A n n ales de la etapa p osterior a 1956. Pues es ju stam en te dentro de la
vigencia de esos A n n ales de transicin, que va a irse p reparan d o la su ce
sin de L u cien Febvre a la cabeza de la revista, a la vez que se pu blica por
ejem plo, en 1949, la g ran obra de Fernand Braudel sobre El Mediterrneo y
el mundo mediterrneo en la poca de Felipe n.
Con lo cu al ser h asta 1956 -o tr a vez, u na fecha im p o rtan te de la h is
toria eu ropea, que con la in tervencin so vitica en H u n gra ha p ro vo
cado toda u na crisis im p ortante en las filas de los partidos co m u n istas de
E u rop a-, cu an d o se afirm en esos seg u nd o s A nnales, d irigid os por Fer
nand Braudel y cuyos perfiles generales ya hem os esbozado.
Y
entonces, con el fin de estos A nnales braud elianos, provocado una
vez m s por el cam bio de la coyun tura so cial general que rep resen ta esa
enorm e revolucin cu ltu ral de 1968, van a conclu ir no solo el proyecto
in telectu al de esos aos Braudel de la revista, y ese seg u nd o m om ento
vital que in clu ye tam bin a la larga etapa de los A n n ales feb v rian o s de
transicin, sin o en verdad todo el ciclo com pleto abierto en 1929, con
el in icio de los p rim eros A nnales, y caracterizado por la p u esta en p rc
tica de u n a au tntica revolucin en la teora de la historia y por el d es
pliegue de u n a nueva hegem ona en los estud ios h ist rico s de Europa y
del occidente, hegem on a y revolucin que tu vieron com o su esp acio de
; u bicacin al h exgono francs, entre 1929 y 1968, para con struir, desplef gar y luego cu lm in a r a ese revolucionario proyecto crtico dentro de la
h istoriog rafa que se m aterializa en las obras de Bloch, Febvre y Braudel.
C iclo 1929-1968 de la h isto ria de los A n n ales, m arcad o en ton ces por
i el p red om in io de la continuidad, que va a contrastar rad icalm en te con
la p osicin que ten d rn los A n n ales de la tercera g eneracin resp ecto
de tod a su h isto ria previa. Pues com o ya hem os indicado, estos terceros
A n n ales so n un fruto d irecto de la revolucin cu ltu ral de 1968 y de la
nueva co y u n tu ra global que ella inau gu ra. Y dado que esta revolucin
cultural de 1968, rep resen ta un corte radical con tod as las form as de
la cu ltu ra hasta entonces predom inantes, as tam bin los A n n a les del
perodo 1968-1989 sig n ificarn un corte radical y evid ente con los A n n ales
anteriores del ciclo 1929-1968.
de la cu ltu ra, b ajo los trm inos de psicohistoria, h isto ria cu ltu ral, historia
in telectu al, h isto ria del d iscurso y de las practicas d iscu rsiv as, historia
de las id eologas, h isto ria del im aginario, h istoria de las tradiciones cu l
tu rales o h isto ria de las practicas culturales, entre otros. E igu alm ente,
estos A n n ales de la tercera generacin sern los que m s citen, refieran
y aludan a sus ilu stres predecesores, a los fund ad ores y co n stru cto res de
la corriente de los A n n ales en su prim era y seg u n d a etapas, al m ism o
tiem po en que aban d on an radicalm ente el horizonte de la h isto ria global,
y ren u n cian al ejercicio y aplicacin de los p rin cip ales p arad igm as de
esos m ism os A n n ales de las pocas de 1929-1968. Y finalm ente, esos
A n n ales de las m entalid ades, que se d ivu lgaran en tod o el p lan eta gra
cias al aura que los ilu m ina, rodea y sostien e y que es la h eren cia
crtica de Bloch, F ebvre y Braudel, van a ser ju stam en te los A n n a les m s
in stitu cio n ales y m s integrad os a la cu ltura oficial fran cesa de todos
los que hasta entonces h aban existido, consolidando u na red de p re sen
cias im p resionante, tanto en los puestos de decisin de las ed itoriales y
de la revistas -ig u a lm e n te acadm icas que aqu ellas d estin ad as al gran
p b lico -, com o en el radio, la prensa y la televisin.
Sin em bargo, es interesan te con statar cm o, de m an era paralela al
d esarrollo de esos terceros A n n ales de la historia de las m entalid ad es,
y tam bin com o un fruto intelectu al de esa gran revolucin cu ltu ral de
1968, va a d esp leg arse toda una m atriz o abanico com plejo y diverso de
posiciones que p o d ram o s clasificar en general com o 'm a rx ista s-a n n a lis
tas' y que fu n cio n arn m uy claram ente com o el con trapeso alternativo
de esos A n n ales m s franceses de la coyun tura 1968-1989. Porque com o
resultad o de la crisis definitiva de la vieja izquierd a, que se colapsa
com p letam ente a raz de las im pugnaciones a las que es so m etid a por
parte del m ovim iento del 68, y tam bin com o co n secu en cia de la m u l
tiplicacin y florecim iento de las nuevas izquierd as post-68 en todo el
m undo, el m arxism o vulgar, sim plificado y m an u alesco que era h asta
entonces d o m in an te va a derrum barse, para d ejar su sitio a un nuevo
m arxism o que se abrir rad icalm ente al dilogo y a la co n fro n taci n con
las ciencias so ciales del siglo veinte, y entre ellas tam bin con los aportes
princip ales de la corriente de los A n nales.
Y
entonces, y com o fruto de este m ovim iento de acercam ien to del
m arxism o h acia los A n n ales, que adem s se com plem enta con un anlogo
g iro de ciertos a n n alistas hacia posiciones m s de izq u ierd a y hasta
m arxistas, va a crearse todo un conjunto de ten d en cias y expresion es
Por eso, no es casu al que las fechas de 1939, 1968 y 1989, que son
fu nd am en tales para la h isto ria m ism a del continente eu ropeo, son tam
bin fech as decisivas p ara la p erio d izaci n p articu lar de la h isto ria de la
corriente de los A n n ales. Lo que sin em bargo, no im plica que esta ltim a
se red u zca d irecta y m ecn icam ente a la prim era. Pues si los A n n ales
reciben y reproducen esos cortes de orden h ist rico -g en era, tien en tam
bin evid entem ente su propia d inm ica e h istoria in tern as, que m arch an
de acuerdo a la lgica de sus resp ectivos proyectos historiog rficos, y
que se redefin en tam bin en funcin de las vicisitu d es de las trayectorias
tanto in d ivid u ales com o colectivas de sus prin cip ales protagon istas. Por
eso, com o hem os visto anteriorm ente, la h istoria in tern a an n alista, si
bien acoge y se deja im pactar am pliam ente por esos cortes y tra n s
form aciones m ayores de la h isto ria general de la civ iliz a ci n a la que
ella pertenece, no se redu ce sin em bargo pura y sim plem en te a esos cam
bios ritm ad o s por la co y u n tu ras sociales globales del m undo europeo,
sino que se m atiza, sin g u lariza y d istin g u e de acuerdo a su s propias
cu rvas evolutivas, cu rv as qu e com binan largas tran sicio n es con proyec
tos in telectu ales bien definidos, que retard an el n acim ien to de u n a nueva
etapa a p a rtir de ir m oldeando cuid adosam ente los elem entos de su
; gestacin, o que p rolongan o anticipan la vigen cia de u n cierto proyecto
hsto riog rfico a p a rtir de la com pleja d ialctica de accion es y reacciones
de los p ro tago n istas an n alistas con sus resp ectiv os y cam b ian tes contex
tos in telectu ales y sociales.
Con lo cu al, resulta claro que la historia de A n n ales no es ni ha sido
nunca u na h isto ria lineal, progresiva, sim ple y ascendente, sino por el
contrario, u na h isto ria com pleja de m ltiples rutas, m arcad a lo m ism o
por claro s reto rn o s historiogrficos que por abandonos rad icales de un
cierto horizonte, y en la que aparecen tanto giros y ru p tu ras profu n d as
com o tran sicio n es largas y m aduradas, su peraciones crticas y fundadas
y recu p eracio n es creativas y explcitas de la herencia p recedente. Y en
co n secu en cia, u n a h isto ria d ifcil y diversa aunque sin duda tam bin
d escifrable, com p rensible y explicable.
U na h isto ria en varios niveles que nos m u estra entonces, en u n prim er
plano, esta serie de tran sform aciones p rofund as que hem os intentado
resum ir, y que nos da las sucesivas etapas o perodos de v id a de los
A n n ales. U na h isto ria de la pluralidad de A n n ales donde se d ibu jan los
cuatro p royectos intelectuales fuertes que la corriente ha conocido, a travs
de las seis etapas recorrid as dentro de las cuatro co y u n tu ras sucesivas
que en m arcan a esta m ism a historia. Un itinerario com plejo donde las
g eneraciones de h isto riad o res an n alistas se en cabalgan y su p erp on en
dentro de esas d iferen tes etapas, para co n stru ir las d iversas gnesis,
proyectos, tran sicio n es, superaciones, ruptu ras y retorn os que en su m u l
tiplicidad van tejiend o el periplo rico y d iferen ciad o de la corriente.
Por debajo de este p rim er nivel, y com o un p rim er p osible reagru p am iento m s general de estas d istin tas etapas, se aparece u n segu nd o
plano en donde son registrables dos claros ciclos dentro de la trayectoria
general de A n n ales: un p rim er ciclo que va desde 1921 h asta 1968 y que
estara m arcad o por la profunda continuidad de sus sucesivos m om entos
y proyectos, ciclo en donde la curva vital de la corrien te de los A n n ales
coincide con el ciclo de gestacin, afirm acin y clm ax de la hegem on a
historiog rfica ejercid a por el hexgono francs dentro de los estu d io s
histricos eu ro p eos y occid entales. P rim er ciclo que cubre p rcticam en te
m edio siglo, y que ser segu id o de un segu nd o ciclo, desplegado entre
1968 y 2005, y an no concluido, en donde la nota d o m in an te ser la
de la discontinuidad progresiva entre los sucesivos proyectos in telectu ales,
d iscontinu id ad que a su vez va a expresar la rpid a d ecad en cia de esa
hegem ona fran co p arlan te dentro de la h isto rio g rafa de E urop a y del
O ccid ente, as com o la nueva situacin post-68 m arcad a por el p olicentrism o de la in n o vaci n h istoriogrfica y por la au sen cia de n uevas h eg e
m on as en el p an o ram a m u n dial de los estud ios h istricos.
F inalm en te, y por debajo de estos dos prim eros planos, esta ra n los
trazo s que hem os definido in icialm ente, y que nos d an la u nid ad p ro
fund a de la corriente de los A nn ales, el conjunto de perfiles que, m s all
de estos dos prim ero s estratos, es com partido por las su cesivas gen era
ciones, p erod o s y p royectos del itinerario an n alista. Lo que g rficam en te
puede ser resum ido, del m odo en que hem os intentad o esq u em atizarlo
en nuestro C uadro nm ero 1 (vase C uadro nm ero 1).
Un cu ad ro o retrato solo global de los A n n a les en p ersp ectiv a
histrica, que es preciso consid erar ahora de una m an era m s detallada.
1914
1918
1929
1939
1941
1945
1956
1968
1989
2005
D CC
o
LU CL
OwDf
UJ
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ignorada por estos ltim os. Una h isto rio g rafa que p retende in sp irarse
en las obras de M arx y Engels, y que ubicada m s bien dentro de los par
tidos po lticos so cialistas y los m ovim ientos sociales sind icales y obreros
de la poca, ha producido ensayos y libros com o los de K arl Kautsky,
Franz M eh rin g, H ein rich Cunow, M ax Adler, O tto Bauer o R osa Luxem burgo, en tre otros. Una h isto rio g rafa de abierta y d eclarad a vocacin
crtica y so cialista, que se opondr a la sim ple h isto ria n arrativ a posi
tivista, reivindican d o, d esde la herencia de M arx, la im p o rtan cia de la
dim ensin in terp retativ a de los hechos histricos, la b squ ed a de las
causas econ m icas, la necesidad de visiones am plias y g lo b alizan tes de
los p roblem as abordados, la construccin de m odelos exp licativ os de
carcter general, el nfasis en el carcter procesual e h istrico de los
hechos y fen m enos so ciales y la p regu n ta perm anente de los porqu s de
esos acon tecim ien tos y procesos histricos.
V isin m arx ista de la h istoria, que a pesar de h allarse m s bien v in
culada a los pro ceso s p olticos de su poca, ir no obstan te in trod u ciend o
todos esos elem entos m encionad os que le son caractersticos, dentro de
tos debates histo rio g rfco s de ese m undo acadm ico germ an o parlante,
y por esta va, dentro de los am bientes cu ltu rales de toda la h isto rio g rafa
eu ropea en su conjunto. Y que, despus de la prim era guerra m u n dial,
va in clu so a exp resarse ya dentro de ese m undo acadm ico, a travs de
los trab ajos y las obras de ese com plejo y rico proyecto in telectu al que ha
sido la clebre E scu ela de F ran kfu rt, y que incluye los b rilla n tes escritos
de H orkheim er, A dorno y B en jam n , entre otros.
A l m ism o tiem p o, y com o una seg u n d a ln ea no d o m in an te pero fu n
dam ental, en contrarem os a ese com plejo y variado aban ico de lo que
g en ricam en te p od em os llam ar u na historiografa crtico-acadmica. Un
conjunto vasto de autores, que va desde M ax W eber, W ern er So m b art o
Alphoris D op sch , hasta Karl Lam precht, A lfred W eber y N o rb ert Elias,
y que d esd e d istin tas posiciones va a in tentar tam bin d esm o n tar crti
cam ente y su p erar a esa h istoria positivista, p roponiend o ig u alm ente
m odelos explicativos m uy elaborados y sugerentes, abord and o los tem as
de la h isto ria econm ica y d esarrolland o u n a h isto rio g rafa tam bin
nueva, que si bien es ajen a al horizonte del m arxism o, lo con oce y d ia
loga sin p roblem as con l, criticnd olo a v eces y a veces coin cid ien d o
con l, pero siem pre reconocind olo com o un interlocu tor im p o rtan te e
inelu d ible d entro del p aisaje h istoriogrfico de aquellos tiem pos.
H isto rio g rafa acad m ico-crtica que desde antes de la p rim era guerra
m u n dial, se ha planteado y debatido en trm in os m uy sistem tico s
y elaborados el con junto de los grandes problem as del con ocim ien to
histrico, com o el de la objetividad del saber producido por los h isto ria
dores, la natu raleza sin g u lar de la cien cia h istrica fren te a las ciencias
n atu rales y a las otras ciencias sociales, el tem a del objeto de estud io de
la historia, la cru cial cu estin del 'tiem po histrico', el problem a de la
biog rafa y del rol de los individuos en la historia, a s com o los pu n tos
del papel de la in terp retacin en la recon stru ccin de los h ech o s an a li
zados, o la in tro d u ccin de p erspectivas tem porales largas dentro de la
cosm ovisin general de la historia, entre otros. Y que entonces, al m ism o
tiem po que reco ge los problem as e in quietu d es plantead os tam b in por
los h istoriad ores m arx istas, y que en cam bio h an sido d ejad os de lado o
m uy poco teo rizad o s por la h istoria positivista, in ten ta resolverlos por
vas d iferen tes a las ensayad as por los d iscpulos de M arx.
Una h isto rio g rafa no m arxista, aunque s crtica e innovad ora, que
ser tam bin conocid a en algu na m edida por los prim ero s A n n a les y
por sus anteced en tes inm ed iatos, sirvindoles h asta cierto punto com o
fuente de in sp iraci n de su propio proyecto, y al m ism o tiem p o com o
herram ien ta im p o rtan te dentro de la lnea del com bate frontal contra el
p ositivism o h istoriogrfico.
D e este m odo, el m apa com plejo de esta h isto rio g rafa germ ano
parlan te va a com p on erse a p a rtir de estas tres lneas esen ciales, que
coexistiend o y a veces op onindose dentro de la m ism a A lem a n ia y A u s
tria, van sin em bargo a fu n cio n ar com o el m arco general d om in an te
o hegem nico dentro de los estudios h istricos eu ropeos de los aos
1870-1930 aproxim adam ente. Y as, sirviendo de m odelo a la h istoria ofi
cial que se ha im p artid o en las principales universid ad es eu ro p eas y o cci
dentales, lo m ism o qu e com o referente im p rescin d ible de la in n o v aci n
historiog rfica y de los grandes debates entre los cu ltores de Clo, esta
h isto rio g rafa g erm an a no hace m s que expresar, dentro de la d iscip lin a
histrica, u na heg em o n a cu ltu ral m s vasta que se d esp liega tam bin
en todo el esp acio de las ciencias sociales, e inclu so en los cam pos de las
artes y de las hum anid ad es, y cuyos protagon istas son nuevam en te los
p ases de habla alem ana.
Pero com o es sabido, en la disputa por la hegem ona m u n dial, escen i
ficada entre A lem an ia y Estados Unidos durante este m ism o perodo,
ha sido A lem an ia la perdedora. Y entonces su d errota extern a en la
regu lar del clebre Anne Sociologique, va a irrad iarse lo m ism o dentro
de la econom a com o "so cio lo ga eco n m ica" a travs de las obras de
Frangois Sim iand , que com o persp ectiva antrop olgica en los ensayos y
trabajos de M arcel M au ss y de H enri H ubert, pero tam b in en tod as esas
o rigin ales obras sobre las d istintas realidad es y d im en sion es de tejido
social que son la d ivisin del trabajo, el suicidio, las form as de la vida
religiosa, las clases so ciales o los cuad ros so ciales de la m em oria, in ves
tigadas y exp licad as en los libros de m ile D u rk h eim y de M aurice H albaw chs.
Una so cio lo ga vigorosa y presente en todos estos d o m in ios de lo
social, qu e ser el principal anteced ente francs dentro de las cien cias
h um anas para la con stru cci n de esos prim eros A n n ales de Bloch
y Febvre, A n n ales que v an a recuperar, tom nd olos de esa m ism a
sociologa d u rkh eim ian a, lo m ism o el concepto de civ iliz a ci n que el
problem a de la m em oria social y la tran sm isin de los recu erd os h ist ri
cos, p asand o por el debate en torno al concepto de clase so cial, el uso
de las series econm icas com o apoyo de la explicacin, o la d istin ci n
entre las d iversas "m en talid ad es" de las su cesivas p ocas de la evolucin
hum ana.
Y
pu esto que se trata de fund ar unos A n n ales de historia econ m ica y
social que reiv in d iqu en , prom uevan y en sanch en ju stam en te a esa ram a
de los estu d io s de h isto ria econm ica, y ai in m en so aban ico de lo que
pu ed e en g lo barse en ese genrico trm ino de historia "so cia l" es lgico
que ese proyecto fund ad or de la corriente de los A n n a les se alim en te
en p rim er lu gar de esa sociologa d u rkh eim ian a cuasi o m n ip resen te
dentro de las ciencias sociales francesas, que lo m ism o es sociologa
econm ica qu e so cio lo ga religiosa, e igu alm ente an trop ologa que estu
dio de las m entalid ad es o de las clases sociales. Y es por este m otivo
que u n d u rk h eim ian o tan im portante com o M aurice H albaw ch s va a
p articip ar tam b in en el prim er com it de redaccin de esos prim ero s
A nn ales, refren d an d o esa conexin fu nd am en tal, y an p o co estud iad a
entre la so cio lo ga del g rupo del Anne Sociologique, y el proyecto de esos
prim eros Annales d'Histoire conomique et Sociale. U na co n exi n que el
propio M arc B lo ch ha recon ocido com o esen cial al afirm ar resp ecto de
esta escu ela so cio l gica fund ad a por D u rk h eim "que a este gran esfu erzo
deben m ucho n uestros estudios. (Ella) nos ha ensead o a a n a liz a r con
m ayor profu n d id ad , a en focar m s de cerca los problem as, a pensar, m e
atrevo a decir, de m anera m enos 'barata'".
Y
si p ara la ed ificacin de u na nueva y m uy d istin ta historia
econm ica, com o tam bin para la prom ocin de las diversas reas de esa
am bigu a y flotan te h isto ria "so cia l" los A n n ales in iciales se han apoyado
en la so cio lo ga econ m ica y en las d istin tas ram as del tron co de la
sociologa d u rkh eim ian a, tam bin han recogido, com o u n seg u n d o p ilar
im p ortante de su proyecto, a los grandes aportes de la escu ela geogrfica
fran cesa de V id al de la Blache.
Pues si en los tem as de la econom a, las m entalid ad es y la socied ad ,
los aportes de las d iscip lin as resp ectivas pasan siem pre por el filtro o por
la referen cia de los autores d u rkheim ianos, en el caso de la geografa,
la conexin se establece en cam bio de m an era d irecta, in co rp o ran d o no
solam ente a A lb ert D em ang eon en ese prim er com it de red acci n de los
A nn ales, sino tam bin recogiend o de m anera am plia y plural ese dilogo
entre geografa e h isto ria que en Francia se rem onta al ltim o tercio del
propio siglo xix cronolgico.
Un d ilogo que ten d r u n rol principal, tam bin en esos p rim ero s
A nn ales, los que van a in stau rar de pleno derecho dentro de los estu
dios h istricos, el n ecesario "razon am ien to g eo g rfico " de tod os los
problem as, hechos y procesos de la historia. Un razo n am ien to geogrfico
que rein trod u ce siem pre a los elem entos de la base geogrfico natural,
ya r\o slo com o sim ple "m a rco " o "tel n de fon d o" de los a co n tecim ien
tos histricos, sino com o verdaderos p rotagonistas activos del dram a
histrico, tal y com o esto va a p royectarse en los estud ios de M arc B loch
sobre "E l A d venim ien to y la C onqu ista del M olino de A g u a " o en su s
libro s sobre Los Caracteres Originarios de la Historia Rural Francesa o La
Sociedad Feudal. U n nuevo m odo entonces de in co rp o rar a estos elem entos
de la base geogrfica dentro de la historia, que ser exp lcitam en te teo ri
zado y d iscu tid o tam bin en el clebre libro de Lucien F ebvre sobre La
Tierra y la Evolucin Humana. Introduccin Geogrfica a la Historia.
G eo g rafa v id alian a que a travs de las obras del m ism o V id al de la
Blache, p ero tam bin de los trabajos de Jean B ru n h es, de A lb ert D em a n
geon, de Ju les Sion, de M ax im ilien Sorre, o de E. D e M arto n n e, entre
otros, va a alim en tar de m an era fecu nd a a esos A n n a les del periodo
1929-1941, A n n ales que d arn un lugar esp ecialm en te relev ante a la
rese a crtica de tod os los trabajos que en esta poca van a florecer y m u l
tiplicarse, tanto en el cam po de la geografa h istrica com o en el rea de
la h isto ria regional. U n rea que para aquellos tiem p os resu lta p a rticu
larm en te innovad ora, y dentro de la cu al van tam b in a a p o rtar M arc
Bloch y L ucien F ebvre con sus estudios sobre "L'U e de F ran ce" y PhiUippe
et la Franche Comt, respectivam ente. N ueva h istoria region al, renovada
desde esta alian za estratgica entre h istoria y geografa, que se m anten dr in clu so hasta el period o de los A nn ales brau d elianos, para apagarse
y decaer desp us durante los aos setentas y ochentas del itin erario de la
corriente.
Y
si para co n stru ir esos A n n ales o rig in ales de todo el en foqu e, M arc
Bloch y L ucien Febvre se han posicionado de las d istin tas m an eras en
que hem os visto, frente a las diversas lneas de la h istoriog rafa alem an a
; antes referid a, alim en tn d ose adem s de estos aportes de la sociologa
| y la g eo g rafa fran cesas que les son contem porneas, su proyecto va a
! co n stru irse tam b in en un com plejo juego de alian zas y rech azo s frente
a las d iferentes p ostu ras historiogrficas que en ese m ism o p eriod o de
entre las dos g uerras m undiales, com ponen el com plicado m apa de los
; estud ios h ist rico s del hexgono francs.
M apa de la h isto rio g rafa fran cesa de los aos veintes y trein tas de
este siglo, que al m ism o tiem po que reproduce, con sus p ecu liarid ad es
francesas, a ciertas de las lneas de la h istoriog rafa germ an a, in corp ora
tam bin a o tro s elem entos y p ostu ras originales, que in flu irn igu al
m ente en esa co n stru cci n fundadora de los p rim eros A n n ales. M apa
que en p rim er lugar, y tam bin en una p osicin d om in an te, va a in clu ir
al m odelo de h isto ria po sitivista cuyos trazos hem os referido an terior
m ente. Una h isto ria positivista, cuyo m anual y texto cod ificad or p rin ci
pal, es en Francia el libro de Ch. Langlois y C h. V. Seig n ob o s Introduction
aux tudes historques, y que habiendo sido publicado en 1898 va a serv ir
de p o rtaestan d arte del tipo de h istoria oficial que se en se a r en la
entonces clebre U niversidad de la Sorbonne, pero tam b in en todas las
grandes escu elas y universid ad es del hexgono francs.
H isto ria po sitivista, d om inante en la Francia de la prim era posguerra,
que com o es b ien sabido ser realm ente el p rincipal "en em ig o a v en cer"
por parte de la revolucin historiogrfica que van a d esp leg ar esos
prim eros A n n ales de B loch y de Febvre. P orque com o verem os m s
adelante, esa revolucin en la teora de la h isto ria que co n stitu y e el
ncleo ep istem olgico del proyecto intelectu al de los A n n a les del perodo
1929-1941 slo va a co n stitu irse desde la d esco n stru cci n y n eg acin rad i
cal de los p rin cip ales rasgos de esa h isto ria p ositivista, a la qu e varias
dcadas d esp us term in ar por su stitu ir y reem plazar.
y d irecta con lo que ser el proyecto de los p rim eros A n n ales, y m erecen
en co n secu en cia u na consideracin un poco m s d etenida.
El proyecto in telectu al que dar vida a los A n n ales de los aos 1929-1941
se ha ido forjand o, com o hem os visto, a travs de u n a m ltiple red de
filiaciones, conexion es y oposiciones que abarca, por m uy d istin tas vas
y en u na d ialctica com pleja de alianzas, rech azos, em p alm es y d es
p lazam ientos, tan to a las d iferentes lneas de la h isto rio g rafa germ an o
parlante com o a las d iversas vertientes de la h isto rio g rafa francesa,
pasand o tam bin por el universo asim trico de las cien cias h u m an as del
hexgono. Pero en todos estos casos, se trata de contactos y de h orizontes
que, de u n a m anera general y m s o m enos in d irecta, v an a in flu ir en
la form acin y en la d efin icin de los perfiles globales de esos m ism os
A n n ales de M arc B loch y Lucien Febvre.
A hora, y com o ltim o antecedente fund am en tal de estos A n n ales es
preciso, tam bin consid erar a las dos m atrices que, dentro de la h isto rio
grafa franco parlante del prim er cu arto del siglo xx, van a p rep arar y
a abo n ar el terreno en que van a g erm in ar los A n n ales, v in cu l n d o se a
ellos de m anera d irecta y hasta personal, y co n v irtin d o se en los pilares
in m ed iatos sobre los cu ales va a ed ificarse esa m ism a em presa an n alista.
D os m atrices o races que, a d iferen cia de las que antes hem os m en cio
nado, form an ya p arte orgnica de la h istoria m ism a de la corrien te de los
A nn ales, a la que preparan y sostienen de m anera d ire cta e in m ed iata.
La p rim era de esas m atrices es la represen tad a por el proyecto in n o v a
dor y crtico de H enri B err y de su Revista de Sntesis Histrica fund ad a
en 1900. El objetivo global de este proyecto, com o lo ha d eclarad o el
propio B err en su obra La Sntesis en Historia es el de darle a esta ltim a
un estatu to verd ad eram ente cientfico, que la defina m s a ll de tod a p o si
ble g en eralizaci n arbitraria, com o es frecuen te en el caso de las d is
tintas filosofas de la h istoria, pero tam bin m s all del sim p le trabajo
m on ogrfico erud ito de recopilacin de hech os verdicos, com o en el caso
del m od elo p o sitiv ista historiogrfico.
Lo que sign ifica que H enri B err intenta com batir en un doble frente
para afirm ar la legitim id ad de su propuesta in telectu al: de u n lado,
y puesto que l ha estud iad o bien y conoce a fondo la h isto rio g rafa
L O S P R IM E R O S A N N A L E S (1 9 2 9 -1 9 4 1 ): U N A
R E V O L U C I N E N L A T E O R A D E L A H IS T O R IA
A s, reen co n tran d o por su propio cam ino, y con sus p ropias arm as,
m u chos de los d escu brim ien to s y ru p tu ras que antes h ab a anticipado
el proyecto p ionero y fund ad or del m arxism o orig in al, y recogien d o de
d istin tas form as las h erencias diversas de las h isto rio g rafas acadm ico
crticas g erm an as y franco parlantes, los A n n ales van a red efin ir desde la
base y totalm ente, a la p rctica de los historiadores, d esplegando, frente
a la historia p o sitiv ista decim onn ica el conjunto de tra z o s resu m id os en
nuestro cu ad ro nm ero dos (vase cuadro nm ero dos).
D e este m odo, la tran sform acin profund a y d efinitiva que, en el
cam po de los estu d io s h istricos haba sido esbozad a y a en sus con torn os
generales, con el n acim iento y desarrollo de la con cep cin m aterialista
de la historia desp legada por C arlos M arx, va a co n cretarse de m odo irre
versible, dentro de los m bitos acadm icos y u n iversitario s de la h isto rio
grafa eu ropea y occid ental, slo ocho dcadas despus y ju sta m en te a
travs de esta revolucin en la teora de la historia, de carcter fran csm ed iterrneo y de clara traza antipositivista, que sern los p rim ero s
A n n ales o Annales d'Histoire conomique et Sociale.
Con esta revolucin, que recoge y potencia los ap ortes precedentes
de las lneas crticas y m arg in ales de las h isto rio g rafas g erm an a y fran
cesa, v an a establecerse entonces los perfiles definitivos generales que v a n a
caracterizar a tod a la h isto rio g rafa del siglo xx. Lo que exp lica el hecho
de que, en alg u n a m edid a, todos los proyectos in n ovad ores que se afirm an a lo largo y ancho del espacio eu ropeo y del m undo occid en tal, y
durante toda la cu rv a de ese breve siglo xx que corre en tre 1914/17 y 1989,
v an a ser deudores d irecto s o en otro caso van a d efin irse cen tralm en te
en referen cia a esa m ism a corriente de los A n n ales, y m s esp ecialm en te
resp ecto de lo que ella ha conquistado en el p eriod o de 1929 a 1968. Y
as, lo m ism o la microstoria italiana, que las d istin tas vertien tes de la h is
toria so cialista britnica, al igu al que la an trop ologa h ist rica rusa, la ;
nueva h isto ria rad ical n o rteam erican a o la h istoria region al latin o am eri
cana, entre m u chas otras, van siem pre a establecer exp lcitam ente su s
pu ntos de con vergen cia y sus espacios de d ivergencia resp ecto de estos
"p rim eros'' y "se g u n d o s" A nn ales, al m ism o tiem po que rep rod u cen y
recu p eran , siem p re con sus m atices y sing u larid ad es propias, al conjunto
de trazos de ese "m od elo a n n a lista " o rig in ario resu m id o en nuestro
cu ad ro antes referido.
R evolu cin en la teora de la h isto ria cuyo ncleo m etod olgico y ep is
tem olgico duro estar constituido por un conjunto de p arad ig m as esen-
d ales, que dan estatuto y soporte a todos los rasgos m encion ad os del
"m odelo a n n a lista " a la vez que definen el nuevo h o rizo n te co n cep tu al
general de lo que a p artir de ese m om ento y durante todo el siglo xx, ser
la p rctica del oficio de historiador. P arad igm as que in clu yen al m todo
com parativo, a la p ersp ectiva de la h istoria global, al po stu lad o de una
h istoria in terp retativ a o 'historia-problem a', a la reiv in d icaci n de u na
historia siem pre abierta o en con struccin y fin alm en te a la teora de las
tem poralidad es d iferen ciales y de la larga duracin histrica.
Para los p rim ero s A n n ales, no hay entonces historia p osible que sea
verdad eram ente cientfica, que no sea al m ism o tiem po u n a h isto ria comparatista. Pues retom and o en este punto tanto el clebre d iscu rso de H enri
P iren ne pro n u n ciad o en B ru selas en 1923, sobre el tem a "D e la M th od e
C om parative en H istoire", com o las exp erien cias de otras cien cias so cia
les com o la sociologa, la etnologa, la lin g stica o la literatu ra qu e en
estas m ism as p ocas "aclim atan " y refu n cion alizan dentro de su s d istin
tos esp acios a este m ism o m todo com parativo, esos prim ero s A n n ales
en general, y m uy en p articu lar M arc Bloch, van a p ro fu n d iz a r y a recu
perar creativam ente a este prim er paradigm a m etod olgico de todo su
proyecto in telectu al. Y entonces, Bloch va a d arn os la m s clara y hasta
hoy no su perad a d efinicin de lo que es com p arar h istricam en te, en su
artculo clebre de 1928 titu lad o "P o u r une h istoire com p are d es socits
eu ro p en n es" donde dice: "qu es, para com enzar, com p arar dentro de
n uestro d om in io de historiadores?: com parar es in con testab lem en te lo
sigu iente: elegir, dentro de uno o varios m edios so ciales d iferen tes, dos
o m s fenm enos que aparenten a prim era vista, m ostrar en tre ello s cier
tas an alo g as, d escribir luego las cu rvas de su evolucin, co m p rob ar sus
sim ilitu d es y sus d iferen cias y, en la m edida de lo posible, exp licar tanto
las u nas com o las o tra s" Es decir, que com p arar im plica elu d ir tanto la
"falsa com p aracin", en donde se intenta co n fro n tar fen m en os que no
po seen en tre s n in g u n a analog a o sim ilitu d evidente - lo que im p lica que
no todo es com parable con to d o -, com o tam bin el sim ple "ra z o n a m ien to
por analoga", en donde las sim ilitu d es brotan de la p erten en cia de los
dos o m s fenm enos com parados al mismo m edio so cial - y en donde la
com p aracin es estril, pues las sim ilitu d es obed ecen al sim ple h ech o de
ser fenm en os que exp resan una m ism a y n ica rea lid a d -.
E ntonces, si com p arar es establecer ese inventario fu n d am en tal tanto
de las sim ilitu d es com o de las d iferencias en tre d istin tos fenm enos
h istricos, a la vez que bu scar su explicacin, es claro que el resultad o
MODELO ANNALISTA
A n ton io
A g u rre
M aana
Hoy,
A yer,
Rojas
C arlos
MODELO POSITIVISTA
As, de com p aracin en com paracin pueden ir fijn d ose las reas o
regiones de vigen cia de un fenm eno, igual que sus cu rv as tem porales de
existencia. C on lo cu al y desde estos lm ites tanto esp aciales com o tem
porales, ser m ucho m s fcil co n ectar a ese h echo o p roceso a n alizad o
con los p ro ceso s m s globales que le corresponden.
Pues un seg u nd o p arad igm a de estos A n n ales de los aos 1929-1941
es el del h o rizo n te de la h istoria concebida com o h istoria global o total.
H istoria g lo balizan te o totalizan te, que ha sido m u chas veces m al in ter
pretada, com o si fuese equivalente a la sim ple h isto ria general, o en otra
i vertiente a la propia historia universal Y ello porque este carcter global
o total alude en verdad a dos posibles esp ecificacion es, n tim am en te
conectadas, pero al m ism o tiem po claram ente d iferen ciad as.
P orque la h isto ria de estos prim eros A nn ales es global, en p rim er
lugar, p o r las d im en sio n es del objeto de estud io que abarca. Es d ecir
por in clu ir dentro de su territorio de an lisis al in m en so co n ju n to de
todo aquello que ha sido transform ad o, resignificado, prod ucid o o con
cebido por los hom bres, desde la m s lejana y o rig in aria p reh isto ria "
hasta el m s in m ed iato y actual presente. "C ien cia de los h om bres en
el tiem p o " com o la ha definido Bloch, y por ende atenta a toda huella
o traza h u m an a existente en cu alq u ier plano posible de lo so cia l. Y al
m ism o tiem p o abarcan te de toda tem poralidad v in cu lad a con ese esp a
cio de lo h u m an o que recorre las etapas y las eras m s d iversas, d esd e la
tran sform acin del m ono en hom bre hasta estos p rim eros aos del tercer
m ilenio qu e ahora vivim os.
H isto ria global que nos dice que todo lo hum ano y todo lo que a eso
h um ano se co n ecta es objeto pertinente y posible del a n lisis histrico, y
ello en cu alq u ier poca en que esto haya acontecido. Lo que sin em bargo
no sig n ifica qu e todo eso h um ano sea igu alm ente relev ante, ni ig u al
m ente explicativo de los grandes procesos evolutivos de las so cied ad es
y de lo s hom bres. P orque la historia global no es id n tica n i a la historia
u niversal - e s e trm in o descriptivo que engloba n orm alm en te al conjunto
de las h isto rias de todos los pueblos, razas, im perios, n acion es y grupos
h u m anos que h an existido hasta h o y-, ni tam p oco a la h isto ria general
- e s e otro trm in o, tam bin solo connotativo, que se refiere g en ricam en te
a todo el conjun to de sucesos, hechos y realidad es de u n a p o ca dada, o
en otro caso de u n actor, fenm eno o realidad h ist rica cu a lq u ie ra -. La
h istoria global es m s bien u n concepto com plejo y m uy elaborad o que
se refiere a esa totalidad articulada, jerarq u izad a y d otad a de sen tid o que
constituye ju stam en te esa "obra de los hom bres en el tiem po". Y por lo
tanto, la ap ertu ra de u n territorio donde existen cosas fu n d am en tales y
otras m enos im p o rtan tes, donde hay elem entos d eterm in an tes y otros
d eterm inad os, donde hay totalidades m enores au tosuficientes, y otras
realidad es que no contienen dentro de s m ism as los propios p rin cipios
de su au tointeligibilid ad .
Lo que entonces nos lleva a la seg u n d a sign ificacin esp ecfica de esta
historia global. E s d ecir a su derivacin ep istem olgica com o exigencia
de situar, p erm anen tem ente, al problem a o tem a estud iad o d en tro de las
su cesivas totalid ad es que lo enm arcan. Pues si hacer h isto ria global no
es hacer h isto ria u niversal, recorriend o todas esas m ltiples h isto ria s de
todo g rupo h u m ano en el tiem po, ni tam poco hacer h isto ria general, ag o
tand o hasta el can san cio de m anera slo acu m u lativa y fatigosa todos los
hech os o fenm en os presen tes dentro de una socied ad o un nivel o u na
p oca dada, s es en cam bio ser capaz de, com o ha dicho F ern an d B rau
del, "so b rep asar sistem ticam en te los lm ites" esp ecficos del problem a
abordado, exp licitan d o sus v n cu lo s y puentes con las totalid ad es d iv er
sas que le correspond en.
P artiend o en ton ces de un cierto acotam iento siem pre obligado, que es
un triple acotam iento espacial, tem poral y tem tico del problem a a in v es
tigar, la h isto ria global lo que hace es retom ar a ese p rob lem a desde el
p u nto de vista de la totalidad -c o m o habr dicho en su tiem p o el propio
M a rx - reco n stru y en d o las lneas de conexin del m ism o, p rim ero con
las to talidad es p arciales determ in ad as que le correspond en - la totalidad
esp acial o in flu en cia m s general que lo envuelve o so b red eterm in a, la
totalidad tem poral que u bica las fronteras en las cu ales cesa todo rastro
de sus orgenes o de sus con secu en cias y efectos ltim os, y la totalidadtem tica de tod o el u niv erso de otras d im en sion es o hech os que se interco n ectan de m odo esen cial con l - y luego con la to talidad m s global
y siem pre ltim a qu e es esa m u ltim en cion ad a obra de los h om bres en el
tiem po.
Una p ersp ectiv a globalizante, que im plica entonces que la cien cia
social no d ebe ser u na ciencia de cam pos o de espacios d iscip lin ares - la
ciencia de lo eco n m ico o de lo poltico o de lo h ist rico o de lo psiclogo,
etc., e tc.-, sino u n a cien cia de problemas, tan m u ltid im en sio n ales y p o li
facticos, y en co n secu en cia tan "u n id iscip lin a res" y "g lo b a liz a n te s"
com o lo d ebe ser esa m ism a ciencia de lo social. Porque com o lo d ir
en fticam en te Fernand Braudel, la realidad so cial es slo una, "u n slo
paisaje" al que las d istin tas discip lin as y cien cias de lo so cial se aproxi
man, p arcial y fragm en tariam en te, desde sus d istin tos "o b serv a to rio s" o
em plazam ientos.
Por ello, el tercer p arad igm a que ser reivin dicad o por esos prim ero s
Annales es el de la h isto ria interpretativa, y m s rad icalm en te el de una
"h istoria-problem a". Una h isto ria que al m ism o tiem po que recoge la
tesis de H enri P iren n e cuando afirm a que el "n cleo " del trabajo del h is
toriador no se en cu entra en la erudicin sino, ju stam en te en la in terp re
tacin -te s is que tam bin H enri B err habr planteado al co n cebir a esa
m ism a d im en si n in terp retativa com o el elem ento que h ace posible tran
sitar de la sim ple "sn tesis eru d ita" a la verdadera "sn tesis cien tfica"
o h ist rica -, va a radicalizarla hasta el final para p o stu lar que esa in ter
pretacin no es slo el ncleo o la p arte m s im p o rtan te de la p rctica
histrica o la con d icin del paso de la erud icin a la ciencia, sino m s bien
la esencia general misma y el momento global determinante de toda la activ i
dad m ism a del oficio de historiador.
Porque si las p o stu ras historiogrficas anteriores vean a la in terp re
tacin com o un m om ento siem pre ulterior al proceso o trabajo de eru
dicin, y en co n secu en cia com o un corolario, rem ate o in clu so com o
un m om ento cu lm in an te del ejercicio historiogrfico, los A n n a les van a
invertir de raz esta tesis proponiendo en cam bio que la in terp retacin
; es el punto de partida m ism o de la investigacin h istrica, h acin d ose p r
nsente ad em s a todo lo largo del trabajo y actividad del historiador.
Y
de a h la d en o m in aci n de "h isto ria-p ro b lem a" pues esta tesis
im plica que la h isto ria "p arte siem pre de problem as", que in ten ta resolver
.1; para llegar siem p re finalm ente a nuevos problem as. Y entonces ser claro
i que "la realid ad slo habla seg n se le in terrog a" y que slo "se en cu en
tra lo que se est b u sca n d o " por lo que la erud icin m ism a va a depender,
d irecta y esencialm en te, de esa interp retacin previa que se plasm a en
las h ip tesis, p regu ntas, interrogaciones y h erram ien tas de a n lisis que
el h isto riad o r tiene ya dentro de su cab eza en el m ism o m om en to in icial
en que acom ete el tratam ien to y exam en de sus fuentes y de sus d istin tos
m ateriales h istricos.
Por eso, to d a investigaci n histrica co m ien za con la d efin ici n de
una "e n c u e sta " de un "cu estio n ario " d eterm in ad o que im plica ya una
p osicin frente al tem a a investigar, p osicin que d elim ita, si b ien sea a
m odo de co n jetu ras pro viso rias pero actuantes, las p regu n tas sob re lo
que es o no significativo, el cu erpo de las hip tesis a fu n d am en tar o a
elim inar, as com o la agenda de los puntos y elem entos cuya exp licacin
y consideracin se intenta encontrar.
C u estio n ario o encuesta que dene ju stam en te el "p ro b lem a " que
es objeto de esa in d agacin historiogrfica. Un problem a que, p ara los
A nnales in iciales, va a d ecid ir entonces el cu rso m ism o del trabajo eru
dito y m s ad elante los propios resultad os de la p rctica del historiador.
Y que, en co n secu en cia, va a co n stitu irse en la prim era tarea de esa
m ism a ap licacin p rctica de las reglas del oficio de los cu lto res de la
m usa Clo.
Pues si el problem a o cu estionario inicial va a so b red eterm in a r de
m anera tan fu n d am en tal al propio m om ento erudito de la actividad,
entonces se h ace n ecesario explicitarlo, con el m xim o rigor y d etalle, en
el co m ienzo m ism o del trabajo h istoriogrfico. Y entonces, al explicitarlo,
se revelar claram en te tanto la solidez y riqueza de la form acin esp ec
fica de cad a historiador, com o tam bin y sobre todo, el con jun to global
de los in evitables "se sg o s" p articu lares que dicho historiad or introduce,
inelud iblem ente, en el tratam ien to de su propio m aterial. Porque en
contra de la v isi n ingenu am ente positivista, que peda u na neu tralid ad
absoluta del h isto riad o r frente a su tem a de estudio, y que so ab a con una
objetivid ad tam bin absoluta de sus resultados, el parad igm a de la h isto
ria problem a afirm a por el contrario que es el propio h isto riad o r "el que
da a luz los h ech o s histricos", construyendo ju n to a sus p ro ced im ien to s
y tcn icas de an lisis tam bin los "o b jeto s" y "p ro b lem a s" que va a in ves
tigar, para obten er al final un conjunto de hiptesis, m od elos y ex p licacio
nes g lobales tam bin co n stru id as por l m ism o y por lo tanto ig u alm en te
"sesg ad as" por su m ism a actividad o intervencin.
E ntonces, y puesto que no existe una relacin pura, asp tica e in con
tam in ad a entre el histo riad o r y su "m ateria p rim a" el trabajo histrico
llevar siem pre y n ecesariam en te la m arca de los m ltiples sesgo s de
sus co n stru cto res. Sesgos que co m ien zan con la propia d eterm in aci n
"e p o ca l" del histo riad o r - lo que Bloch record ar con el clebre proverbio
de que los ho m bres son tan hijos de su propio tiem po com o lo so n de sus
m ism os p a d re s-, sesgo s que le d ictan parte de los criterios de la eleccin
de sus p roblem as, y que alcan zan h asta las sing u larid ad es m ism a s de su
b iog rafa o itin erario personal, que lleva a u nos a in teresarse en la cu ltu ra
o en la poltica y a otros en la econom a o en el con flicto so cial, pasando
sin duda tam b in por los sesgos derivados del origen y de la p osicin de
clase so cial del historiador, pero tam bin de los efectos prod ucid os por
las co y u n tu ras sociales o cu lturales, por las situacion es gen erales o por
las ex p erien cias colectivas e individuales ig u alm ente vivid as.
C on lo cu al otra de las funciones esenciales de ese cu estion ario, o
encuesta o p ro blem a in icialm en te delim itado, ser tam b in el de hacer
explcitos y con scien tem en te asum idos a esos sesgos o sob red eterm inaciones. esp ecfico s del historiador. Sesgos o lim itacio n es que por lo
dem s, no con d u cen a un relativism o absoluto de los resu ltad os h isto riogrficos, tan caro a las recientes p ostu ras po sm o d ern as en la h isto rio
grafa, sino m s b ien al reconocim ien to elem ental de que tod a verdad
hist rica -c o m o tod a verdad en g en era l- es u n a verdad relativa, y a que
por tan to el p ro g reso del conocim iento histrico -co m o , por lo dem s,
todo p ro g reso r e a l- no es un progreso sim ple, lineal, acu m u lativo e
irreversible, sino m s b ien un p rogreso com plejo, lleno de saltos y de
retrocesos, de m ltiples lneas y ensayos, y slo ascen d en te desde la
p ersp ectiva m s global de su cu rv a ltim a y m s general.
Un cu arto p arad igm a de esta historia prom ovida por los A n n ales, en
su etapa de 1929 a 1941, es el de la h istoria abierta o en con stru ccin.
P orque si el nuevo tipo de h istoria que se reivin dica es esa h isto ria com p aratista, global y problem tica que hem os explicado, es claro que el
proyecto de la m ism a slo rem onta a la seg u n d a m itad del siglo xix, a
la fech a de n acim ien to y desarrollo del m arxism o o rigin al, y a todava
m ucho m enos tiem p o si slo se consideran los m bitos acad m icos y u n i
v ersitario s de afirm acin de la historiografa. Por lo tanto, esta historia
d efend ida por eso s p rim eros A n n ales no pod r ser m s que u n a historia
joven , en v as de co n stru cci n y que se encuentra an a la b squ ed a de la
d efinicin de sus p erfiles m s definitivos y fu n d am en tales.
Y
en co n secu en cia, u na h isto ria que se d ed ica p erm an en tem en te a
descubrir, y luego a explorar y colonizar progresivam en te los m ltiples
nuevos territorios que cada generacin sucesiva de h istoriad ores le
aporta. U na tarea que com o lo ilustra la propia h isto ria de la corriente
an n alista, pero tam bin la h isto ria de la entera h isto rio g rafa del siglo xx,
se ha cu m plid o a lo largo de los ltim os och en ta aos, ren ovan d o con
cada nueva co y u n tu ra histrica general, los tem as y cam pos de la in v es
tigacin histrica.
E ig u al qu e los nuevos territorios tam bin las tcn icas, los
pro ced im ien to s, los parad igm as m etod olgicos y los m odelos, co n cep
tos y teo ras que u tiliza, aplica, construye e in co rp o ra esa m ism a ciencia
d e la h istoria. P u es d esd e la tcnica del C arbono 14 h asta la den d ro-
eterno que debe ser salvado", y enfatiza que la m uerte de los A n n a les
sera "u n a nueva m uerte para mi p as" B loch consid era en cam b io que
esa so b rev iv en cia de la revista, en las circu n sta n cia s d escritas, sera
"u na concesin, que m oralm ente es m s que cruel", con cesin que "la
experiencia, creo, la condena".
Fin alm ente, ser el punto de vista de Lucien Febvre el que p revalecer,
y los A n n ales seg u irn editndose, con grandes d ificultad es y enorm es
irreg u larid ad es, pero sin interrupcin, durante toda la seg u n d a guerra
m undial. Entonces, con esta radical confron tacin de p osicion es en torno
al rol so cial y al d estin o m ism o de la revista, en las circu n sta n cia s-lm ite
de esa p rim avera de 1941 en la Francia ocu pad a de la seg u n d a guerra,
se cerrar d efin itivam en te el proyecto colectivo de los p rim ero s A n n ales,
cesando el intercam bio y colaboracin inten sas y org nicas en tre Bloch
y Febvre que an im a ese proyecto colectivo entre 1929 y 1941, e in ici n
dose u na larga tran sici n que slo con clu ir hasta 1956.
Q u es lo que explica esta profunda d ivergencia de 1941 en tre los
dos d irecto res de los A n n ales, divergencia que llega hasta la clau su ra del
proyecto in iciad o m as de doce aos atrs, y hasta la tran sfo rm aci n rad i
cal de los A n n ales, de un proyecto vivo, colectivo, revolucion ario en la
teora de la h isto ria y constantem ente innovador, en unos A n n ales que
sern red actad o s en u na m edida considerable slo por Lucien Febvre,
y en donde la colaboracin de M arc B loch ya no es m s que com p leta
m ente m arg in al y episdica? Y cm o se v incu la esta ru p tu ra del tndem
"B lo ch -F eb v re " con la h isto ria previa de los propios A n n ales, y m s all,
con los itin erario s in telectu ales globales tanto de M arc B loch com o de
L ucien Febvre?
Las investigacion es m s recientes que antes hem os evocado, nos han
m ostrado claram en te que esta d iscrep an cia radical de 1941 no ha sido,
ni m ucho m enos, la primera que ha acontecido en tre las dos prin cip ales
cabezas de los prim ero s A nnales, d iscrep an cia que v en d ra a p oner en
crisis un proyecto de colaboracin arm nico y perm an en te en tre am bos.
Por el contrario, esa d isp uta de 1941 no es m s que el ltim o eslabn
-a u n q u e tam bin el m s profundo y sig n ifica tiv o - de u n a larga cadena
de co n stan tes tensiones, crisis y oposiciones, m s o m enos ab iertas o
m s o m enos velad as que h an caracterizado a la h istoria entera de estos
prim ero s A n nales.
Porque, si b ien es claro que Bloch y Febvre estn de acu erdo en lo
esencial, en cu an to al com bate contra la h istoria positiv ista, en torno
ser llam ad o a las filas activas del frente, decidiendo p e rm a n ecer en Pars
an bajo la ocu p aci n n azi y concibiendo la con tin u acin ten az y m an
tenida del co n ju n to de sus actividades "n o rm a les" - s u s cu rsos en el C ole
gio de Francia, la escritu ra de sus libros y tam bin la p u blicacin regu lar
de los A n n a le s - com o el nico m odo eficaz de resistir al enem igo, frente
al cual el co d irecto r m s viejo de los A n n ales se n iega a acep tar o a
asu m ir del tod o las nuevas condiciones de opresin.
E n fren tan d o asi de dos m aneras com pletam ente d ivergentes una
m ism a situacin, M arc B loch y Lucien Febvre dan tam b in cu rso a la
clara d iferen cia que va a d ivid ir a m uchos de sus com p atriotas fran ceses
d urante esa m ism a seg u nd a guerra m undial, d iferen cia qu e coloca a
u nos en la p osicin de negarse a aceptar la situacin d irectam en te vivida,,
rebeln d o se contra los cam bios que im plica la o cu p acion alem an a, e
in tentand o m an ten er a toda costa su anterior 'n o rm alid ad ' - e n el con
ven cim ien to de que se trata de u na situacin slo tem poral y no d efini
tiv a -, m ien tras ubica a los otros en la posicin de recon ocer que, despus
de esta ocu pacin y de esta guerra nada p erm an ecer igual que antes,
y que la F ran cia y la E uropa que sald rn de esta exp erien cia rad ical
y trau m tica deben co m en zar a co n stru irse de in m ed iato, a travs de
la oposicin p rctica y activa frente a esa ocu pacin y esa guerra, y
m ed ian te el an lisis crtico y sin concesiones de las leccion es y de las
im plicaciones que d ich a exp erien cia conlleva. D os p o stu ras d iversas, que
nos dan de un lado u na concepcin m ucho m s anclada en la tradicin
y en la h isto ria previa de Francia y de Europa, que m ira a la guerra slo
com o un trgico p arn tesis efm ero de una situacin de n orm alid ad y de
esen cial con tinu id ad , y que ser la m antenid a por L ucien Febvre, m ien
tras del otro lado nos coloca frente a u na visin diferente, m ucho m s
volcada h acia el fu tu ro in cierto de esa m ism a E uropa y del hexgono
francs, que se in terrog a resp ecto a la revolucin p ro fu n d a cread a por esa
m ism a guerra, y resp ecto al m ejor m odo de hacerle frente de in m ed iato,
para ir prep arand o desde ahora a la 'nueva F ran cia' y a la nueva Europa
del m a ana, v isi n m an ten id a claram ente por M arc B loch.
Lo que entonces nos aporta nuevos elem entos de com p ren sin de las
razo n es p rofu n d as que explican esa d iscrep an cia d ifcil, y no resuelta
sin graves co n secu en cias, que ha sido la ru p tu ra de la prim avera de 1941
entre M arc B loch y Lucien Febvre.
Pero tam bin, y en un plano m s referido a la evolucin in tern a m ism a
de la co rrien te de los A n nales, lo que esa co n fro n taci n de 1941 revela
D os trad iciones historiog rficas divergentes, que se rev elan tam bin
en los m uy d iversos circu itos de relaciones acad m icas, y en los m uy
diferentes esp acios de d ifu si n de las obras de M arc B loch y de Lucien
Febvre. El prim ero, vincu lad o a la red de sociabilid ad in telectu al de los
historiad ores econm icos eu ropeos de aquellos tiem p os, lo que le daba
a B loch co rresp o n sales p erm an en tes en Inglaterra, N oru ega, A lem an ia,
Estados U nidos, E sp a a e Italia, y que explica tam bin la sign ificativ a
d ifu si n in tern acio n al de sus trabajos y su reputacin en escala eu ropea
y un poco m s all, com o un gran m edievalista e h isto riad o r econm ico
francs de p rim er nivel. El segundo, en cam bio, m as v in cu lad o a u n a red
de sociabilid ad p arisin a y francesa, que le ha p erm itid o a Lucien F ebvre
p articip ar de m an era protagnica en u na cierta cantidad im p o rtan te de
em presas cu ltu rales fran cesas -c o m o la d ireccin de la E n ciclop ed ia, la
particip acin d entro del D irectorio del c n r s , la creaci n de la vi Secci n
de la Ecole P ratique des H autes tudes, o la rep resen taci n de F rancia
en la u n e s c o , entre o tra s-, a p artir de u na circu laci n m enos in tern a cio
nal de sus trabajos y de u n a reputacin m ucho m as d ifu n d id a d en tro de
Francia, com o u no de lo s m s im portan tes h istoriad ores fra n ceses de la
prim era m itad del siglo veinte.
L neas de filiacin h istoriogrfca sep arad as y h eterogn eas, que h an
lograd o sin em bargo co in cid ir en los aos trein tas y cu ya sn tesis com
pleja ha co n stru id o esa riqueza excepcional y ese b rillo p a rticu la r que
caracteriza a esos p rim ero s A n n ales de 1929-1941. Sn tesis que no so b re
v iv ir a la ru p tu ra de este ltim o ao, lo que no in v alid a el h echo de
que esas dos trad icio n es h abrn todava de ju g ar u n cierto rol im p o r
tante, tanto en la etapa de los A n n ales febvrianos de tran sici n com o en
el perio d o de los seg u n d o s A n n ales braudelianos.
D E L O S A N N A L E S D E T R A N S I C I N ( 1 9 4 1 -1 9 5 6 ) A L O S
A N N A L E S B R A U D E L IA N O S (1 9 5 6 -1 9 6 8 ): C U L M IN A C I N
D E U N A H E G E M O N A H IS T O R IO G R A F IC A
desde u n a co nd icin de clara m argin alid ad acad m ica e in stitu cio n al,
que haban m an ten id o durante toda su p rim era etapa de 1929-1941, hacia
una situ aci n de in icial conqu ista de esp acios in stitu cio n ales y de posi
ciones acad m icas im portantes, que se exp resar tanto en la fu n d acin
desde 1947, de la vi secci n de la cole Pratique des H autes tu d es com o
en las varias com isiones otorgadas a Lucien Febvre com o delegad o de
Francia en la u n e s c o , m iem bro del d irectorio del c n r s de Francia, p resi
dente del C om it de H isto ria de la Segu n d a G uerra M und ial o m iem bro
de la A cad em ia de C ien cias M orales y Polticas, entre otros.
A n n ales de tran sici n que, com o en tod a tran sici n , sern en tonces
una m ezcla o com bin aci n evidente de rasgos, trazos y elem en tos del
viejo proyecto que les precede, y que se m anten d r com o ln ea d om i
nante au nque d ism in u id a en p arte de sus com p on en tes o rig in ales, con
los g rm en es o expresiones, todava incip ientes y su bord in ad os, pero p re
sentes y actuan tes, del proyecto por venir, del en ton ces fu tu ro proyecto
de lo que sern m s adelante los A n n ales de la d ireccin de Fernand
Braudel.
Los seg u n d o s A n n ales, tam bin conocidos com o A n n ales b rau d elian os,
tienen sus an teced en tes y sus prim eras races com o hem os dicho, dentro
del p eriodo de los A n n ales de Lucien Febvre. Pero slo van a afirm a rse y
d esp legarse realm ente despus de la m uerte de este ltim o, en sep tiem
bre de 1956, cu ando Fernand Braudel asu m a com p letam en te la d irecci n
de la revista. Y au nque durante una p rim era etapa, tam bin R o b ert M androu ten d r u n rol im p o rtan te dentro de la cond u ccin y co n stru cci n
de la rev ista -r o l qu e cesar abru ptam ente luego de la d isp u ta p ro fu n d a
entre Braudel y M an d rou, en 1962-, ser sin duda la figura y so b re todo
la obra de Fernan d B raudel, la que va a d efinir los perfiles esp ecfico s y
m s esen ciales de ese nuevo proyecto intelectu al que va a a n im a r a la
corriente en tre 1956 y 1968.
Perfiles esp ecfico s de este segu ndo proyecto a n n a lista que se en cu en
tran m ag istralm en te resum id os, y m uy claram en te d elim itad o s en el
clebre artcu lo publicad o en el ltim o nm ero de A n n a les de 1958,
redactado por el m ism o Braudel y titu lad o "H isto ria y cien cias sociales.
La larga d u racin". U n artcu lo que visto desde la p ersp ectiv a de la
sarse com o las m u chas duraciones h istricas a in vestigar por parte de los
historiadores.
T iem pos o duraciones d iferenciad os que Braudel va a resu m ir en su
triple tip olog a del nivel de los acontecim ientos o h echos del tiem po
corto, el nivel de las coyunturas o fenm enos del tiem po m edio y el
plano de las estru ctu ras o de los procesos propios del tiem p o largo. Una
descom posicin trip artita de las d uraciones que hace posible d iscrim i
nar, y luego clasificar en d istintos rdenes, a los diversos h ech os h ist ri
cos, u bicand o in icialm en te a aquellos hechos in m ed iatos, n erv io so s e
in stan tneos, que durando u nas pocas horas, das o sem an as se han
constituido siem pre en la m ateria prim a favorita de los h istoriad ores
tradicionales en general y de los h istoriad ores positivistas en particu lar.
H echos de m uy co rta vida, tales com o la devaluacin bru sca de una
m oneda, la m uerte de un jefe de estado, la irru p ci n de un terrem oto
que d estru y e a u n a ciudad, o el d esen cad en am ien to de u na g u erra que
sirve para g astar y enterrar cientos de m isiles en el d esierto y que son
hechos que tien en a veces un im pacto esp ectacu lar y que atraen de u na
m anera d esm esu rad a tod as las m iradas de quienes los p ro tag o n izan o
p resencian, estand o en general cortados a la m edida del trabajo de los
period istas y de los pu ntos de vista de los polticos del da al da. H echos
de m uy corta d uracin que se d istin g u en claram en te de los fenm enos
de co y u n tu ra, de esos d atos repetid os y reiterados d urante aos, lustros
y hasta dcadas, que han sido los datos m s estud iad os por los h isto ria
dores econm icos, so ciales o cu ltu rales de la ltim a cen tu ria. H ech os de
la co y u n tu ra com o un m ovim iento cu ltural o literario de u na generacin,
com o u na ram a d epresiva o ascendente del ciclo Kondratiev, o com o los
efectos d iversos de un m ovim ien to poltico o so cial con testatario, que
en m arcan a los acon tecim ien tos del tiem po o de la duracin cortas, a la
vez que se p ro y ectan a la m edid a de la tem poralidad co rresp o n d ien te a
las p ropias vid as de los hom bres.
F inalm ente, y por debajo de este tiem po m edio de las co y u n tu ra s cu l
turales, so ciales, econm icas o polticas, estn las estru ctu ras de la larga
duracin histrica, que correspond en a los procesos secu la res y a veces
h asta m ilen ario s de las realidad es m s duraderas, m s elem en tales y m s
p rofund as de esa m ism a vida histrica de las socied ad es. R ealid ad es de
largo aliento com o los rasgos y perfiles de u na civ ilizaci n , los hbitos
alim en ticios de un g ru p o .d e hom bres, los sistem as de co n stru cci n y
de vigen cia de las jerarq u as sociales o las actitud es m entales frente al
trabajo, la m uerte, la vida o la n atu raleza, que sern entonces algu nos
de los tem as esp ecialm en te im pulsad os, para su exam en e investigacin,
dentro de esos seg u nd o s A n n ales de los "aos B rau d el" de la corriente.
Ya que com o ha d icho el m ism o Braudel, cuando l tom "la d irec
cin de los A n n ales, fij la lnea seg n la larga duracin", lo que explica
el hecho de que en 1961 y 1962 se haya im pulsad o u na v asta encuesta
internacional, dentro de las p g in as de la revista, en torno a los tem as de
la "v id a m aterial" O tam bin los m ltiples artcu lo s sobre el tem a de las
civ ilizacio n es y su h isto ria, que se m ultiplican y p rosp eran d urante estos
m ism os aos. E ig u alm en te los ensayos sobre la id ea de cru zad a a travs
de varios siglos, sobre la h istoria serial de los precios en tre 1450 y 1750,
sobre los fu n d am en to s g eogrficos del individuo biolgico, o sobre otros
tem as ig u alm en te centrados en estas estru ctu ras p ro fu n d as de la larga
duracin. Y ello, por no m encion ar el propio debate m etod olgico, tam
bin escenificad o en los A n n ales, en torno al artcu lo m ism o ya referido
de "H isto ria y cien cias sociales. La larga duracin".
P ersp ectiva de la larga duracin h istrica que al m ism o tiem po que
constituye el aporte esencial, y la o rigin alid ad m ayor de estos A n n ales
brau d elian os en el plano de la m etodologa h istrica, es tam b in el
paradigm a que va a p erm itir la clara profundizacin y radicalizacin del
conjunto de los p arad igm as heredados de los p rim eros A n n ales, profu n d izacin que m an ten ien d o u na continuidad esencial entre los p rim ero s y
los seg u nd o s A n n ales, va a in stau rar sim u ltn eam en te a estos ltim os
com o la etapa de superacin y a la vez cu lm in aci n de los prim eros.
A u nqu e se trata de u na "su p eracin " en el sentid o h eg eliano, de una
aufhebung, que al m ism o tiem po que niega, co n serv a a esos parad igm as
de los A n n ales fund adores, refu n cion alizn d olos dentro de u n a nueva
estru ctu ra y red im en sio n n d o los desde ese nuevo referen te de la propia
larga duracin.
Porque dado que la larga duracin se plantea entre sus o b jetiv o s p rin
cipales, el de d elim itar y aprehender a esas a rqu itectu ras o realidad es
lentas en co n stitu irse, que se repiten y reiteran en la h istoria, y que slo
se d esg astan y d esestru ctu ran tam bin m uy lentam ente, nos p roporciona
con ello u n a entrad a privilegiad a al ejercicio sistem tico del m todo
com parativo, al que perm ite extenderse dentro de period os m ucho m s
prolongad os de tiem po, y dentro de un universo m ucho m ayor de "fen
m en o s" o "c a so s" su scep tibles de ser ju stam en te "com p arad os". Y dado
que la com p aracin arroja com o uno de sus resultad os esen ciales el de la
sutil ya sealad a, lo que Braudel y sus A n n ales b rau d elian os van a hacer
frente a esta an trop ologa levistrau ssian a estru ctu ralista, ser ju stam en te
"ap o d erarse" de sus m ism os tem as y objetos de in vestigacin , pero para
exam in arlo s y luego explicarlos desde u na p ersp ectiv a rad icalm en te
histrica, d esde u na ptica que al historizarlos, les d evu elva esa d im en si n
esencial pero au sente dentro de los estud ios de la an trop ologa francesa
de aquellos tiem p os. Una estrategia que se ejem plifica m ag istralm en te en
las investigacion es y en los resultados brau d elianos sob re el tem a de la
"civ ilizaci n m aterial".
P ues es claro que en estos ltim os, Fernan d Braudel va a estu d iar los
mismos tem as que haba abordado antes esa an trop ologa estru ctu ralista,
tales com o las m aneras de m esa, las form as del vestido, la com p osicin del
hbitat, la o rg an izaci n esp acial del territorio o los hbitos alim en ticio s
entre otros, pero ahora desde esta ptica p rofu n d am en te h istrica, que se
preocu pa m enos de las relaciones funcionales o de las in terco n exio n es o
co m bin atorias p osibles entre esos elem entos, y m s de los efectos h ist ri
cos y de las cu rvas evolutivo-progresivas y de las d uracion es de esas
m ism as "e stru ctu ra s" de la civilizacin o vida m aterial de los hom bres.
Con lo cu al, ese com bate radical y frontal en contra del estru ctu ralism o ,
no ser u na sim ple crtica o d escalificacin de sus tesis, sino m s bien
toda u n a ilu straci n y dem ostracin de sus lagu nas a n alticas y de los
lm ites esp ecficos de sus posibles explicaciones sobre cierto s tem as fu n
d am entales de las socied ad es hum anas, lagu nas y lm ites que en la
posicin b rau d elian a es posible colm ar y su p erar ju stam en te a travs de
su rig u ro sa historizacin.
P osicionnd ose de estas d istintas m aneras, frente al m arxism o
y al estru ctu ralism o entonces en boga en la cu ltu ra fran cesa, los
A n n ales brau d elian os han term in ad o de definir sus esp ecfico s perfiles
in telectu ales, perfiles que no slo establecen u na profun d a continuidad
superadora con los A n n ales del periodo 1929-1941, y en co n secu en cia, tam
bin con los A n n ales febvrianos de transicin, sino que al m ism o tiem po
dan con tenido in telectu al a un tam bin in in terru m p id o p roceso de afir
m acin de u na cierta hegem ona h istoriogrfica, que co m ien za con esos
m ism os prim ero s A n n ales, para llegar a su punto de clm ax y cu lm i
nacin m x im a con estos A nnales d irigidos por Fernand Braudel d urante
los aos de 1956 a 1968.
Ya hem os exp licad o antes, com o la prim era guerra m u ndial y luego
sobre todo el ascen so de los nazis al poder, han golpeado cen tralm en te
la cu ltu ra alem an a y austraca, d estruyendo rpida y totalm en te el
rol hegem nico que esa cu ltura germ ano parlante haba ejercid o sobre
Europa d esd e aproxim ad am ente 1870 y hasta esas fech as trgicas de 1914
y 1933. C on ello, com o ya hem os explicado, se cre un vaco profund o
e im p o rtan te dentro de la cu ltura europea, vaco que d esd e el fin de la
p rim era guerra m u n d ial, y de una m anera lenta pero seg u ra, com enz a
ser llenad o cada vez m s por los autores franceses y por las obras produ
cidas dentro del u niverso europeo franco parlante. Por eso, no es extrao
que al o bserv ar m s en perspectiva la h istoria de esa cu ltu ra eu ropea
en el siglo xx, se m an ifieste m uy claram ente este p asaje de u n a h eg e
m ona cu ltu ral a otra, escen ificad o durante el p eriod o de en tre las dos
g u erras m u n diales y consolidado durante la co y u n tu ra de la seg u nd a
posguerra.
Un p asaje que afecta tanto al conjunto de las cien cias so ciales com o
tam bin a la esfera del arte y la literatura, exp resn d ose de m an era evi
dente en el conjunto de las cu rvas in tern as evolutivas de tod as estas d is
ciplin as y actividad es. Entonces es pasando por ejem plo d esd e el teatro
de situ acion es de Bertold B rech t al teatro ex isten cialista de Jea n Paul
S artre y de A lb ert C am us, y de la literatu ra de R o b ert M usil y de Thom as
M an n a las obras de M arcel Proust y de A n d re M alrau x, que el arte
eu ropeo co m en z a recen trar los polos de sus cen tros de graved ad p rin
cipales.
Pero tam bin la filosofa, que pasa de los ensayos de H eid egger y H usserl a los de S artre y M erlau-Ponty, o la sociologa que tran sita desde Tonnies y Sim m el hasta G urvicht, o la cien cia poltica que reco rre el arco
que va d esd e M ax W eber hasta R aym ond A ron y la an trop olo ga que
d esde M au rer y B ach o fen se m ueve h asta Claude L ev i-Strau ss, v a n tam
bin a atestig u ar esta su stitu ci n de la hegem ona germ an o parlan te por
la nueva h eg em o n a cu ltu ral francesa. Y lo m ism o el p sico an lisis, que
de Freud pasa a L acan, o el m arxism o que ve su ced er a la escuela de
F ra n k fu rt con los trabajos de H enri Lefebvre y de L ou is A lth u sser, o
la econom a, que de neo clsica de la escuela au straca se tran sfo rm a en
planificadora y estu d io sa de los polos econm icos con Fran^ois Perroux,
o la lin g stica que d esd e W ittg en stein y el crculo de V ien a nos conduce
hasta los b rillan tes resultad os de Roland B arth es, o la geo grafa, que de
ratzelian a se convierte en vidaliana, van todos ellos a expresar, dentro
rep rod u ccin cu ltu ral que tu vieron vigen cia entre 1848 y 1968, sentand o
las bases de u n a reco n stru cci n de sus m ecan ism os cu ltu rales que llena
la h isto ria de los ltim os seis lu stros y que an hoy con tin a todava
desp legnd ose frente a nosotros.
Y
a tono con esta revolucin y con todas estas secu elas p rofun d a
que la acom p aan, se ha revolucionado tam bin la h isto rio g rafa
contem pornea, tanto francesa y europea com o la de todo el m undo. Pues
no es u na casualid ad que sea ju stam en te a p artir de 1968 que van a flo
recer y a cobrar fuerza, en todas las historiog rafas del occidente, d is
tin tas v ertien tes de u na h istoria cuyos tem as centrales son los tem as de
la cu ltura. U na h isto ria cu ltu ral que ser b au tizad a de m ltip les form as
en los d iferen tes esp acios cu ltu rales o n acionales, pero que en el fondo
co m p artir el h ech o esencial de in corporar dentro de su agenda a esas
m ism as realidad es y fenm enos que la contestacin del 68 ha puesto en el
cen tro de la escena. Entonces, es nuevam ente esa realidad n ica del cata
clism o cu ltu ral del 68 y de sus con secu en cias prin cip ales la que subyace
tanto al d esarrollo y pop u larizacin de la psicohistory an glo sajon a com o a
la am plia d ifu sin de la histoire des mentalits francesa. Pero tam bin a la
exp ansin de las vertientes m s innovadoras de la an trop olo ga histrica
rusa, al xito creciente de la intellectual history n o rteam erican a, a la con
solid acin de la ln ea de la m icro h isto ria italian a que se o cu p a de la h is
toria cu ltu ral, a ciertas derivaciones ju stam en te ocu pad as de esta nueva
agenda de las pro blem ticas del discurso, la id eologa y las form as de
conciencia de la Neue Sozial Geschichte alem ana, o a la recu p eraci n que
varios autores de la h isto ria m arxista britn ica d esarrollarn en torno a
d istin tos tem as de las tradicion es y los elem entos de la cu ltu ra popu lar.
Todo un vasto abanico de enfoqu es historiogrficos y de p o stu ras y
ten d encias entre los h istoriad ores que escrib en h ace seis lu stros, cuyo
d en o m in ado r com n es ju stam en te el de red efin ir las priorid ad es de la
agenda de trabajo de los segu id ores de la m usa Clo, reu bican d o en u n
lugar central a todos los problem as conectados con la ram a de la historia
de las estru ctu ras cu ltu rales, las que al estarse tran sfo rm an d o de m anera
tan profun d a, im ponen tam bin a la d isciplin a histrica este esfu erzo de
rep ro blem atizacin y recu peracin crtica y analtica. N ueva d istrib u ci n
de la agend a h isto rio g rfica que tam bin va a rep lan tear la relacin de
la h isto ria co n o tras d iscip lin as, d ejando en u n seg u nd o p lan o a la g eo
grafa, la econom a y la sociologa que antes la haban alim en tad o tan
centralm ente, p ara volcarse ahora m ucho m s del lado de la an trop ologa,
de la filosofa y de la p sicologa social.
h isto rio g rafa p o st-68 va tam bin a com en zar a fu n cio n ar dentro de un
nuevo y to talm en te ind ito m odelo de in terrelacin en tre sus com p o
nentes nacio n ales esp ecficos. Pues ya hem os in sistid o en el h echo de
que, antes de 1968 y por lo m enos desde 1870, si no d esd e antes, la
h isto rio g rafa fu n cio n a p artir de con stitu ir siem pre a un slo polo
hegem nico, que concentrando u na clara m ayora de los pro ceso s p rin ci
pales de la in n o v aci n historiogrfica, de los debates p rin cipales, de las
lneas d o m in an tes y de los autores y obras m s rep resen tativ o s de los
estudios histricos de un cierto periodo, sirvi de "m od elo a im ita r" por
p arte del resto de las h isto rio g rafas n acion ales del m u n do occidental,
que de esta m anera eran colocadas com o h isto rio g rafas segu id oras, im i
tadoras o rep rod u ctoras de ese m odelo hegem nico con stituido. Y hem os
visto tam bin com o ese rol hegem nico le correspond i, su cesivam ente,
prim ero a las h isto rio g rafas germ ano parlantes y luego a la h isto rio
grafa francesa, dentro del periplo recorrido por la h isto rio g rafa occid en
tal anterior a 1968.
Pero la revolucin cu ltural asociad a a ese "aco n tecim ien to -ru p tu ra"
de finales de los aos sesen ta ha cerrado tam bin, entre tan tas otras
cosas, la vigen cia de ese m odo de in terconexin entre las h isto rio g ra fa s
n acion ales, haciend o caducar a la hegem ona h isto rio g rfica d etentada
por Francia en tre 1930 y 1970, pero al m ism o tiem po y de m an era m s
profund a, a todo tipo de hegem ona h istoriogrfica posible. A s, d espus
de 1968 no existe ms u n a nueva hegem ona dentro de los estu d io s h istri
cos, sino m s bien una nueva e in d ita situacin de m u ltip licaci n cre
ciente y de p erm an en te renovacin de los d istin tos polos que generan
ahora las nuevas lneas de la investigacin h istrica. Ya que durante los
ltim os seis lustros, no existe m s u na sola "p o ten cia d o m in a n te" dentr
de la h isto rio g rafa occid en tal, que detentara en exclusiva "e l" m odelo a
seg u ir por tod os los dem s, sino m s bien una situacin d iversa en la
que las g ran des polm icas, las obras fu n d am en tales y los autores m s ;
im p o rtan tes dentro del p anoram a h istoriogrfico m u n d ial se rep arten d
m odo m s h om ogneo y plural a lo largo y ancho de todos los esp acios
cu ltu rales del planeta. Y entonces, en los treinta ltim os aos son tan
im p o rtan tes los "te rce ro s" y los "cu a rto s" A n n a les fran ceses, com o las
m ltiples ram as d iversas de la com pleja m atriz 'm a rx ista -a n n a lista ' que
an alizarem o s m s adelante, pero tam bin e igu alm ente, las dos v ertien
tes p rin cip ales de la m icro h isto ria italiana, lo m ism o que la nueva an tro
pologa h ist rica ru sa, la radical history n o rteam erican a, las v a ria s ln eas
"sta tu s" m ed itico y que se expresa ahora dentro de u na situ aci n m ultipolar y m uy com p etid a en trm inos de la elaboracin y d efin icin de sus
nuevas ln eas, cam pos, tcnicas y parad igm as fu n d am en tales.
Y
es p recisam en te este contexto el que va a explicar, en bu en a m edida,
los p erfiles gen erales de estos A n nales de las m entalid ad es y de la a n tro
pologa h istrica. Unos A n n ales que com o ya hem os se alad o antes,
rep resen tarn u na com p leta ru ptu ra con las etapas p reced en tes de la
corriente, in stau ran d o frente a ellas una relacin de clara discontinuidad.
D iscon tin u id ad que se m an ifiesta ya inicialm en te, en el claro abandono
y m arg in aci n hacia u n segu nd o plano, de la historia eco n m ica y
eco n m ico -so cial que haba sido tan centralm en te cu ltivad a por M arc
Bloch y por F ern an d Braudel. Un abandono y m arg in aci n que se acom
pasa p erfectam en te con la apertura, dentro de la revista, de un nuevo
cam po p roblem tico central que ser ju stam en te el de los tem as de las
"m en talid ad es" y de la "antrop ologa h ist rica" Tem as tpicos de esa
coy u n tu ra post-68, que ya hem os m encionado antes, que poco a poco
irn g anand o terren o y relevancia dentro de las p g in as de los A n n ales,
y para d ar cu enta general de los cuales se ha forjado ese trm in o con
fesam en te ambiguo, poco delim itado, y m s p roblem tico que til de las
"m en talid ad es". Y as com o todas las h isto rio g rafas del o ccid en te se
vu elcan, d esp us de 1968, a esa aproxim acin e intento de asim ilaci n
de los d istin tos renglones y fenm enos del cam po de la "cu ltu ra", a s los
A n n a les van a acoger, prom over y p o pu larizar, en F rancia y m s all, a
esta h isto ria cu ltu ral ahora rebautizada con el novedoso trm in o de "h is
toria de las m entalid ad es"
R eu bicand o enton ces el cam po problem tico central de inters de
la revista, que se d esp laza de la h isto ria econm ica y so cial haca la
an trop ologa histrica y las m entalidades, los A n n ales post-68 van a
ab an d on ar tam bin las persp ectivas de la historia global, que h ab an sido
tan fu n d am en tales en la etapa de los A n n ales b rau d elianos. U n aban
dono que va a acom p aarse, a veces de u na d eclaracin exp lcita de las
d ificu ltad es o h asta de la im posibilidad de esa historia global, y en con
secu en cia de su su stitu ci n por una "h isto ria g en eral" en el sen tid o que
M ich el F ou cau lt da a este trm ino en su libro de La arqueologa del saber,
y otras veces, lisa y llan am en te de una reivin d icaci n de la necesidad
de u n a apro xim aci n m s particular, m onogrfica, acotada y lim itad a
a las nuevas problem ticas de la historia. C om o lo d irn claram en te
esos terceros A n n ales, en la nota necrolgica titu lad a "F ern a n d Braudel
estos A n n ales no tend rn, com o lo rep etir con frecu en cia Fern an d Brau
del, u na clara "ln e a d ire ctriz " de su proyecto in telectu al. Pues si los
A n n ales de M arc B lo ch h a n sido con struid os en torn o a la ln ea de la
h istoria com p arativa y global, los A n n ales de Lucien Febvre desde el eje
de la historia-p roblem a, y los A n n ales brau d elian os desde la ptica de
la larga d uracin, los terceros A n n ales no tienen en cam bio ningn eje
paradigmtico reconocible que hubiese servido de sustento a la co n stru c
cin de u na nueva poltica editorial, y de un slid o p royecto in telectu al.
Porque las m entalid ad es y la antropologa h istrica no son parad igm as
m etod olgicos ni p ersp ectiv as tericas esp ecficas, sino slo un cam po
problem tico nuevo, que puede ser abordado, com o efectiv am en te lo fu,
desde m ltiples enfoques, p erspectivas y aproxim aciones m etodolgicas.
Entonces, y en sinto n a con la m ultipolarid ad h isto rio g rfica que
com ien za a d esp legarse despus de 1968, los A n n ales de la co y u n tu ra
1968-1989 van a caracterizarse por la p luralizacin y la co existen cia de
mdiples ln eas in telectu ales, n in g u n a de las cu ales ser d o m in an te sobre
las otras, y que cu b rir desde los trabajos de an trop ologa h ist rica de
E m m anuel Le Roy Ladurie hasta la historia de las m entalid ad es de
Jacqu es Le G off, p asand o por la historia exp erim en tal de M arc Ferro, la
h isto ria an trop ol gica crtica de Lucette V alensi o los en fo qu es d iferen tes
de A n d r B u rg u ire o Jacqu es Revel.
H isto ria de m ltiples rostros y de muy diversas en trad as cuyo nico
denom inad or com n ser el de conflu ir en el esp acio tem tico del a n li
sis y la d escrip cin de lo m ental y lo antropolgico. Pero h isto ria que al
negarse tam b in a p ro seg u ir el trabajo ep istem olgico de sus an tecesores,
y al alejarse del debate m etodolgico fuerte, va a perd er claram en te su
rol h eg em nico dentro de los estudios h istricos del m undo eu ro p eo y
occid ental. A unque, paradjicam ente, y gracias a las con d icion es ya m en
cionadas de la d ifu si n m ed itica de los resultad os h istricos, y tam bin
al p roceso de su inco rp o raci n dentro del stablishment cu ltu ra l de Fran
cia, u n a h isto ria que au nque no es ya hegem n ica en trm in os de la in n o
vacin y de la red efin ici n de los nuevos ru m b o s h istoriog rficos, si ser
una h isto ria que se d ifu n d ir am p lsim am ente en todo el m undo, h acin
dose p resente en los m s d istin tos am bientes h isto rio g rfico s n acion ales
y rebasando, com o ya hem os sealado, las fronteras de los m edios
acadm icos h acia los m s vastos espacios cu ltu rales del gran pblico y de
la op inin popu lar.
E n m ay o-ju n io de 1969, y luego de extraer las leccion es p rin cip ales que se
an u n ciaban de m an era in m ed iata com o d erivadas de esa p ro fu n d a revo
lucin cu ltu ral de 1968, a la que l m ism o ha caracterizad o com o com pa-;
rabie al R en acim ien to y a la R eform a eu ropeos, Fern an d Braudel decide
de m anera to talm en te libre y volu ntaria ceder la d irecci n de la revista
Annales. Economies. Socits. Civilisations., a un triu n virato com p u esto por
E m m anuel Le R oy Lad urie, Jacques Le G off y M arc Ferro. P or lo dem s,
se trata de u n a d ecisi n lgica, que no solo in ten ta a su m ir activam ente
los efectos del claro cam bio de coy u n tu ra so cial e in telectu a l que enton
ces se vive, sino que cu lm in a tam bin un p roceso que arran ca desde
1962-1963, y en el que Braudel, luego de la d ifcil ru p tu ra con R ob ert M and rou, haba co m enzad o a d istan ciarse un poco del trab ajo efectiv o de
co n stru cci n de la revista, delegando cada vez m s resp o n sab ilid ad es en
el nuevo secre tario del com it de redaccin que era entonces M arc Ferro,
D e este m odo, y en el contexto nuevo post-68 cu yos trazo s ya hem os
referido, los terceros A n n ales van a co m en zar a d esp leg ar un nuevo
proyecto que, d esd e el origen m ism o de esta tercera etapa, ser un doble
proyecto, orientad o en u na prim era ln ea h aca la an trop olo ga h istrica
que E m m an u el Le Roy Ladurie con cretar en obras com o Montaillou,
aldea occitana o El carnaval de Romans, y en u na seg u n d a ln ea haca la h is
toria de las m entalid ad es que se ejem plificar con El nacimiento del pur
gatorio de Jacqu es Le G off. D os lneas que m s ad elante se convertirn
en tres, cu and o se con solid e el proyecto de h istoria con tem porn ea, m s
exp erim en tal y volcada a las problem ticas del siglo xx, que in trod ucir
M arc Ferro dentro de esos A nn ales. Pero dado que esta ln ea no ser
secun d ad a, d entro de A n n ales, por otros m iem bros del eq u ip o d irectivo
de la revista, sern entonces slo esas dos ln eas antes m encion ad as las
que d efin irn el horizonte general de lo que ser el proyecto in telectu al
global de esos terceros A n n ales. D os ln eas que si bien co m p arten en tre s
varios de los trazos de la h isto rio g rafa post-68, tam b in p resen tan claros
m atices de d iferen ciaci n im portante.
Pues cu an d o h ablam os de antrop ologa histrica en estos terceros
A n n ales, h ablam os sobre todo de un tipo de h isto ria que va a recu p erar
los tem as y problem as m s clsicos de la an trop ologa, para in ten tar
renovar su exp licacin y exm en desde la aplicacin de las m irad as y
de los in stru m en to s h abituales del anlisis histrico. Se trata entonces
de investigar, ex am in a r y luego com prender y hacer com p ren d er a todo
ese u n iv erso com p lejo de prcticas y comportamientos sociales que trad icio
n alm en te h an ocu pad o la atencin de los antrop logos, recon stru yen d o,
com o en el libro ya citad o de Montaillou, aldea occitana, la h isto ria de las
p rcticas m atrim o n iales, de la organizacin del h bitat dom stico, de los
hbitos alim en ticio s, h ig in ico s o sexu ales de las gentes, de los esp acios y
form as de so ciabilid ad en general o de los m ecan ism os de tran sm isin y
circu laci n de la cu ltura y del saber. U na h istoria m s a n trop ol gica, que
ser cu ltivad a d entro de esos terceros A n n ales, p rim ero por E m m an u el
Le Roy L ad u rie y luego por Lucette V alensi -a u n q u e en este ltim o caso
con cen trad a sobre todo en los tem as de historia del m undo islm ico y
m ed iterrn eo m u su lm n -, y que, aunque se ocupa tam bin de ciertos
tem as y m bitos cu ltu rales, se abre m s am pliam en te a todo el estud io
de esas realidad es p rcticas que son ciertos com p ortam ien to s, hbitos,
m odos de o rg an izaci n y de relacin so cial de los g rupos h u m anos. Una
ln ea de in vestigaci n historiogrfica que si bien florece b rillan tem en te
con esos trabajos m encion ad os de Le Roy Ladurie y de L ucette V alensi,
no a lcan zar sin em bargo, dentro de Francia, u na d ifu si n e im itaci n
colectivas m uy am plias, fuera de esos trabajos de sus p rom otores ya m en
cionados.
E n cam bio y frente a esta p rim era lnea, habr u n a seg u n d a d eri
vacin de estos A n n ales post-68 hacia la llam ad a historia de las m en tali
dades, d erivacin que va a concentrarse m ucho m s en el estu d io de las
actitud es m entales, las visiones colectivas de las cosas, los u n iv ersos cu l
tu rales y los sen tim ien to s y creen cias de una sociedad o u na poca d eter
m inad a, y en co n secu en cia m s en el exam en de d istin tos asp ecto s del
nivel de las realidades culturales o "m e n tale s" de los h om bres (lo que no
im pid e que, ocasion alm ente, y en algu na de las tan tas y ta n d iversas
continuador del com plejo m odelo de an lisis de las creen cias colectivas
pop u lares conten ido en Los reyes taumaturgos de M arc B loch , es precisam ente C ario G in zbu rg, lo que es ya claro en su libro El queso y los gusanos,
pero sobre todo y m s n tid am en te en su b rillan te obra Historia nocturna.
H isto ria de las m entalidades de los terceros A n n ales, que si b ien no
prolonga ni contin a p ara nada, ni a los trabajos de M arc B lo ch ni a las
obras de L ucien Febvre, s se define en cam bio en abierta con traposicin
crtica frente a la tradicional "h isto ria de las ideas", con la que rom pe
rad icalm en te y a la que intenta explcitam ente superar. P ues si esa h isto
ria de las ideas ha sido siem pre u na h isto ria de los grandes pensadores,
los g ran d es artistas, los grandes creadores de sistem as filosficos o polti
cos y de los gran d es inventores, o tam bin en otro caso u n a h isto ria
de las selectas corrientes literarias, cientficas, polticas o h u m an sticas
en carn ad as en las lites intelectu ales, la h isto ria de las m entalid ad es se
esforzar en cam bio por ser u na h istoria no de lites o in d ivid u os sino
de los g ru p o s colectivos, y por lo tanto de las creen cias, sen tim ien to s,
o p in ion es e im ag in ario de toda u na poca, o del conjunto de u na so cie
dad o de la to talidad de u na cierta civilizacin. A dem s, y frente a esa
h isto ria trad icional de los h ech os del esp ritu, que slo ha p restad o aten
cin a los sistem as conscientes de pensam iento, codificad os en coh eren tes
a rm azo n es y co n stru cciones filosficas o cientficas en tre otras, la h isto
ria de las m entalid ad es intentar abarcar tam bin a las d istin tas d im en
siones d e las actitud es, com p ortam ientos y visiones in co n scien tes, no
p rob lem atizad as y a veces ni siquiera explcitam ente form uladas por los
hom bres y por las socied ad es.
R ep resen tan d o as, un paso adelante respecto de esa an acrn ica h is
toria de las ideas, la h isto ria de las m entalidades francesa, acogid a y
practicad a p o r esos terceros A nn ales, ha su scitad o sin em bargo, casi
desde su propio origen, toda u na serie de crticas serias y b astan te p er
tinentes. En p rim er lugar, y reiteradam ente, u na crtica resp ecto del
carcter ind efinid o, poco p reciso y claram ente am bigu o del m ism o con
cepto de m entalid ad es. U n concepto que, p resentando un ca r cter m s
connotativo que propiam ente riguroso y articulado en trm in os tericos, ha
sido d efinid o de m uy d istin tas m aneras por cada uno de los d iversos
autores que h an intentad o presentarlo. Y entonces, ad qu irien d o u n sen
tido m s b ien de designacin de un cierto gnero no m uy p reciso de
p roblem as, m s que un estatuto claram ente establecid o y estrictam en te
jera rq u iz ad o y estru ctu rad o , ese trm in o de "m en ta lid a d es" al que el
lo "m e n ta l" que p osiciones que, por el contrario, in ten tab an establecer
y reco n stru ir de d istin tas m aneras esos puentes de relacin con el todo
social. Y as com o cad a autor que se ocupaba de estas m entalid ad es, se
senta obligado a aportar su propia definicin de las m ism as, as cada
autor ha resuelto de d istinto m odo este punto tam bin in d efin id o de
su conexin con los restan tes niveles o d im ensiones del com p lejo tejido
social. Lo que por lo dem s, confirm a el h echo ya se alad o de que
esa h isto ria de las m entalidades no es ni un p arad igm a terico ni una
p ersp ectiva m etod olgica, sino solo u n nuevo cam po pro b lem tico que es
su scep tible de ser abordado desde muy d istin tas persp ectivas, enfoqu es,
parad igm as o aproxim aciones histricas.
Por ltim o, u n a tercera crtica central a esas m entalid ad es es la de
su p retendid o carcter "tran sclasista " o universal. Pues si afirm am os,
com o hace Jacqu es Le G off, que la m entalidad es aquello "qu e com p arte
N apolen con el m s hu m ild e de sus soldados, o C ristb al C oln con el
ltim o de sus m arineros", lo que hacem os es ev acu ar el rol, fu n d a m en
tal e ineludible, del con flicto de clases en la esfera cu ltural, y tam bin la
m uy relev ante d istin ci n entre la cultura de las clases d o m in an tes y la
cu ltu ra popular. D os p arm etro s de anlisis de los fenm enos cu ltu ra les
que al ser ignorados sesgan inevitablem ente todo a n lisis p osible de esas
heterogneas realid ad es inclu id as en el trm in o de m entalid ad es.
Tres crticas con stantem ente repetid as frente a esta h isto ria fran cesa
de las m entalidad es, que sin em bargo no han im ped id o su m uy vasta
d ifu sin , tan to en F rancia com o fuera de ella, durante toda esta co y u n
tu ra de los aos 1968-1989. Lo que en el fondo testim on ia, ju stam en te, de
la p rofund idad de los cam bios desatados por la revolucin de 1968, y de
la n ecesidad tam bin ap rem iante de la socied ad fran cesa p ara a sim ila r y
p ro cesar in telectu alm en te dichos cam bios.
H istoria de las m entalid ad es que florecer entonces ab u n d an tem en te
en Francia, en los aos seten tas y ochentas, para co n stitu irse en el aporte
m s caracterstico de estos terceros A n n ales. Pero que, com o h em os ya
sealado, no p o seer un carcter hom ogneo y b ien d elim itad o, sino
que por el contrario, va a desp legarse a travs de d istin tas v ertien tes o
m odelos m uy d iferen tes entre s. Y resulta cu rioso co n statar que, ni los
estu d iosos de la h isto ria de la corriente de A n n a les en general, ni ta m
poco aquellos que se concentran en an a liz a r a esta tercera g eneracin
de a n n alistas y a esta h isto ria de las m entalidades en p articu lar, han
intentado hasta hoy co n stru ir un esbozo de tipologa general de los distintos
5.
Por ltim o, un m odelo de h istoria serial y crtica de las m en ta li
dades, que se puede ilu strar con el libro de M ichel V ovelle, Piet baroque
et dchristianisation en Provence au xviue Sicle. Una h isto ria de explcita
filiacin lab rou ssian a que ha intentado abord ar este llam ad o "tercer
n iv el" de las m entalid ad es con todas las herram ien tas y apoyos de la h is
toria cu an titativa y sobre todo serial, a la vez que recu p era de m anera
m ucho m s explcita y central todo el aparato crtico del m arx ism o para
introd u cirlo com o punto de apoyo fu n d am en tal de la explicacin . Una
h isto ria que rep ro blem atiza el vn cu lo entre id eologa y m entalid ad es,
esforzn d ose por u bicar a estas ltim as com o ese "tercer n iv el" siem pre
a rticu lad o e im bricado tanto con el nivel econm ico in ferio r com o con el
nivel in term ed io de lo social. H istoria que a la vez que co n stitu y e otro
de los m od elos alternativos posibles de exam en y exp licacin de las m en
talidad es -m o d e lo que tam poco ha tenido u na p resen cia m uy fu erte en
los A n n ales de la tercera g en eraci n -, se in serta tam bin com o u na de
las tan tas expresiones del m ovim iento de convergencia in telectu al entre
las p ersp ectiv as de los A n n ales y el m arxism o que in v estigarem o s a co n
tinuacin.
Porque de m anera paralela al d esarrollo de estos terceros A n n a les de
h isto ria de las m entalid ad es y de la antrop ologa histrica, que h an tenido
vida entre 1968 y 1989, afirm ndose sobre todo desde la co n tin u acin de
la p u blicacin de la revista Annales. conomies. Socits. Civilisations., y de
su irrad iaci n desde Francia hacia todo el planeta, de m an era p aralela a
estos A n n ales m s "fra n ce ses" de la tercera generacin, v an a florecer y
a m u ltip licarse tam bin, a lo largo y ancho de los esp acios de la h isto rio
grafa m u n dial, toda u na serie de proyectos y p ersp ectiv as in telectu ales
cuyo sign o com n ser el de intentar aproxim ar o h acer dialogar, en d ife
rentes m od alid ades, a los aportes derivados de las dos prim eras etapas
de vida de la corrien te de los A n n ales por un lado, con la con tribu cin
y los d esarrollo s fu n d am en tales de los tam bin d iversos y m ltiples
m arx ism os que la h isto ria del siglo veinte ha conocido.
U n d ilogo o aproxim acin que se despliega sim u ltn eam en te a estos
terceros A n n ales franceses, y que m s all de sus d iferen cias y esp eci
ficidades, co n stitu ir tam bin parte esencial de la h isto ria general de la
corriente de los A n n ales, sin cuya consideracin es im posible entender
el rol que hoy ju eg an y pueden ju g ar esos m ism os A n n ales, d en tro del
pan o ram a m s global de los estud ios histricos m s con tem p orn eos.
O TR A V E Z L A C O Y U N T U R A 1968-1989: A N N A LES
M A RXISTAS O M ARXISTAS A N N A LISTA S?
y redu ctoras del propio p ensam iento m arxista, expresiones que con
tentndose con re p etir u na serie de "apotegm as m arxistas", v acos de real
contenido y sep arados de su com pleja y sutil fu n d am en tacin, p ropaga
ron u na v isi n esquem tica, em pobrecida y m uy alejad a del verdad ero y
m uy elaborado y com plicado pen sam ien to original de C arlos M arx.
Versin d o m in an te del m arxism o, p resente en la m ayora de los
esp acios cu ltu rales del m undo occidental, que expresaba en realidad la
situacin de un m ovim iento social que haba sido p rim ero d errotad o y
luego d iezm ad o de sus m ejores cuadros en la p rim era guerra m u ndial,
para luego ser progresivam en te cooptado e integrad o corp orativam en te
dentro de las d istin tas socied ad es de E uropa y del occidente. C on lo
cual, las lites d irigen tes de esos m ovim ientos so ciales y obreros, que
en el origen h aban sido realm ente revolucionarios y a n tisistm ico s, se
fueron tran sfo rm an d o poco a poco en sim ples b u ro cracias reform istas,
que m an ten an la protesta obrera y las rein vind icacion es so ciales dentro
de los m arcos tolerables por el propio sistem a, y que a lim en tab an ju sta
m ente, en el p lano in telectu al, a esas versiones lim itad as y casi caricatu
rales del m arxism o.
Pero 1968, com o ya hem os sealado, v ino tam b in a rom p er con
estas estru ctu ras de funcio n am ien to de esa "v ieja iz q u ierd a " b u ro cratizad a, refo rm ista e im p u lsora de ese m arxism o "v u lg a r" y m an u alesco .
Porque ju n to a la tran sfo rm aci n radical de las estru ctu ras cu ltu rales
que ya hem os evocado, y secu n d an d o a esta revolucin de 1968, vino la
enorm e crisis econ m ica in ternacion al de 1972-73, que in ici la co y u n
tu ra econ m ica d epresiva que se prolonga h asta hoy m ism o, y que com
binn d o se con la fractu ra de 1968, relan z n uevam ente en el m undo
entero, a los m o v im ien to s sociales de protesta y an tisistm ico s que van a
d esp leg arse en todas partes durante los ltim o s treinta aos.
M o v im ien to s so ciale s que, ad em s, no eran slo u n a sim p le
resu rrecci n de los m ovim ientos obreros y cam p esin os que existan
desde antao, sino tam bin y sim ultn eam en te la em ergen cia de nuevos
y m uy originales m o v im ien to s sociales, antes cuasi in existen tes o com p le
tam en te lo calizad o s y m ino ritario s. Y as, al ritm o m ism o que cad u can
y d esap arecen las v iejas form as de la reprod uccin cu ltural, para ser
reem p lazad as por otras nuevas, van afirm nd ose y creciend o los nuevos
m ovim ien tos fem in istas, ecologistas, contra la guerra y por la paz, estu
d ian tiles, an tirracistas, hippies, u rb an o-p op u lares, tn ico s e in d gen as, y
de las m ltiples m ino ras d iscrim in ad as, cuya con exin con los efectos
del 68 es m s que evidente. N uevos m ovim ien tos de con testacin antisistm ica que no slo m ultiplican y com p lejizan los frentes de lucha
en contra del cap italism o dom inante, sino que tam b in van a red efin ir
com p letam ente la agenda de los tem as fu n d am en tales que la socied ad
plantea a su s in telectu ales, exigindoles los elem entos de a n lisis y de
co m p ren sin de los m ism os.
Y
enton ces el m arxism o y los diversos m arxistas, igual que todos
los estratos p en san tes de esta poca, van a verse in terrogad os para que
provean sus explicaciones especficas acerca de todos estos fenm enos,
in stitu cio n es y realidad es que esos nuevos m ovim ien tos an tisistm ico s
p onen en el centro de su im pugnacin: cul es el rol de la m ujer dentro
de la fam ilia, dentro de la econom a y dentro de la sociedad?, cules son
los efectos de la tecn o log a m od erna sobre el m edio am biente, y cu le s los
lm ites de su explotacin?, qu relacin debe d esp legar la socied ad frente
a su "m ed io n atu ral"?, cules son las cau sas de la guerra, y el papel que
sta ha jugad o en la h isto ria de los pueblos? y cm o pu ed en crearse las
cond icion es de u na verdadera paz duradera y generalizada?, qu es lo
que genera y reprod uce a la violencia de las socied ad es m od ern as?, qu
vn cu lo s existen entre guerra, sociedad y poltica?, cul es la funcin
so cial de los estud iantes?, qu perspectivas de largo plazo pu ed e tener
un m o v im ien to estudiantil?, cm o se conecta l con las estru ctu ra s de la
escuela cap italista y con los m odos de tran sm isin del saber?, y cules
son las races de los con flictos raciales en las d istin tas socied ad es co n tem
porneas?, cm o se co nectan con la lucha de clases y con o tras form as
posibles del conflicto social?, qu perspectivas tiene la fam ilia m oderna?,
qu form as alternativas de fam ilia es posible generar y con stru ir?, qu
papel pu ed en ju g a r los m ovim ien tos generados en los b a rrio s, en las
colonias, y m s en general en los distintos territorios del esp acio urbano
m od erno?, o los m o vim ien to s ind genas, o de m in o ras tn ica s dentro
de las naciones?, o los grupos excluidos y d iscrim in a d o s de los pri
sioneros, de los hom osexu ales, de los trabajad ores in m ig ran tes, etc.?.
Toda una serie de cu estion es fu ndam entales, que ni los m arx ism o s ni los
in telectu ales an teriores a 1968 haban abordado de m anera sistem tica y
central, y que se volvern u rgentes y acu ciosas d urante los ltim o s seis
lu stros vivid os.
R esu lta claro que ni la v ieja izquierd a esclerosad a, ni el m arx ism o
d o m in an te sim plificad o y de m anual eran capaces de responder, so cial e
in telectu alm en te, a las dem andas prcticas de estos nuevos m ov im ien tos
capitalismo, pero ig u alm ente a los com plejos y elaborados m od elos con
tenid os en El capital y en casi todas las obras im p ortan tes de M arx.
C om p letand o fin alm en te estas sim etras casi perfectas, es claro que
m ien tras que los A n n ales de la coy u n tu ra 68-89 se in stitu cio n alizan
totalm ente, in teg rn d o se en el estab lish m en t acad m ico y en la cultura
oficial francesa, los m arx istas fuertem ente influidos por los A n n ales, van
en cam bio a m an ten er el filn crtico heredado de los prim ero s y seg u n
dos A n n ales, filn que se em palm a perfectam en te con el p u n to de vista
de M arx, y que va a p ro seg u ir intentando h acer u na h isto ria diferente,
d es-centrad a resp ecto de los lugares com u nes consagrad os, crtica de
las in terp retacion es apologticas, com placientes o rev ision istas, y siem
pre a con traco rrien te de la h isto ria oficial y legitim ad ora de los pod eres
estatuid os. U n a h isto ria siem pre innovadora, que disu elve las evid en
cias, que restitu ye los p asad os vencidos, que hace h ab lar a los silen cios y
que slo se atiene a la b squ ed a de la verdad histrica, sin com p rom iso
algu no y fiel a su carcter de real "em presa razon ad a de a n lisis"
Y
al m ism o tiem po que algu nos m arxistas de esas nuevas izq u ierd a
post-68 se acercan a la heren cia de A n n ales, alg u n o s an n a lista s, que
h aban p articip ad o activam ente en la con stru cci n de los A n n a les braudelianos, y que van a m arg in arse de los terceros A n n a les cu an d o stos
in stau ren la ru p tu ra in telectu al evidente resp ecto a eso s seg u n d o s
A n n ales, van a ap ro xim arse tam bin al m arxism o, acen tu an d o su s posi
ciones de izq u ierd a, o reivin d ican d o de nueva cu enta an tigu as y exp lci
tas p osiciones so cia lista s y m arxistas. Es por ejem plo el caso de G eorg es
Duby, que d esp us de 1968 va a integrar a sus in vestigacion es el concepto
alth u sseriano de ideologa, intentando o p eracio n alizarlo en trm in os del
an lisis histrico, a la vez que con stru ye sus a n lisis desde u n a explcita
consideracin que tom a en cuenta el planteam iento de la d iferen cia de
clases y de su lu cha histrica. O tam bin los trabajos de M ich el Vovelle,
que siendo d iscp u lo d irecto de E rn est Labrousse, y por tanto d eudor de
la con cep ci n crtica y so cialista de este ltim o, va a p ro fu n d iz a r tam bin
en el m arxism o, recu p erand o en sus trabajos u na p arte im p o rtan te de
los aportes de esa m ism a cosm ovisin m arxista. C on lo cu al va a lograr
d esarrollar u n a h isto rio g rafa m uy creativa, que rescata a la vez el doble
aporte de M arx y tam bin el de las en se an zas de A n n ales. O tam bin el
caso de P ierre V ilar, que habiend o m antenid o siem pre un p u n to de v ista
m arxista, no dud sin em bargo en asim ilar e in co rp o rar en sus trabajos
toda la h eren cia de M a rc B lo c h y tam bin la persp ectiv a b rau d elian a de la
"E l m a rx ism o ,., es, para nosotros, una p ro b lem tica que
hoy form a parte n ecesariam en te de todo a n lisis h istrico
s e r io ... entonces, a p a rtir del m om ento en que se estab lece el
d ilogo, es d ecir el deseo de com prenderse recprocam en te,
n in g u n a d ivergen cia resulta m olesta. Por el contrario, ella
es con frecu en cia u na incitacin a pensar, una m anera de
reco n o cer las d istan cias y las proxim idades, de p ercib ir u na
co n ciliaci n posible. Porque n o so tro s sosten em os siem pre
que no pu ed e h ab er dos form as de cien cia h istrica. Las
pro blem ticas pu ed en d iferir y efectivam ente, difieren, p ero
los resultad os, entre historiad ores de b u en a fe, d eben re e n
co n trarse."
F e rn a n d B r a u d e l
"P resentacin al artculo 'Les A nnales vues de M osc " en
Annales. E. S. Cv ao 18, nm. 2, ene-feb, 1963
los m atices antes sealad os, el m ism o G eorges D uby. G rupo de autores
representativos, dentro de la m ism a Francia, de ese m o vim ien to de con
vergencia entre A n n a les y m arxism o, que evid entem ente no se reduce
a estos h istoriad ores m s conocidos, sino que abarca tam bin a todo un
sector im p ortante de los cultores fran ceses de C lo que van a realizar
in vestigacin histrica en esta coyun tura 68-89, y cuyos resu ltad os se
p lasm arn ig u alm ente en la produccin h istoriogrfca de este periodo.
L o que p o r lo d em s, se reproduce igu alm ente fuera de F ran cia y en
m ltiples am bientes historiogrficos. Por ejem plo en E spaa, en donde la
d ifu si n m asiva y en gran escala del m arxism o y de las in terp retacion es
m arx istas de la h isto ria -rep rim id o s durante d cadas por el d o m in io del
oscu ran tism o fra n q u ista - va a coin cidir exactam ente, luego de la m uerte
de Franco en 1975, con la tam bin vasta y gen eralizad a p en etracin del
en foqu e de A n n ales en ciertos crculos de la h isto rio g rafa espaola,
penetracin que es acogid a igualm ente com o alternativ a renovad ora y
refrescan te frente a la tradicional y m s bien esclerosad a h isto ria que fue
do m in an te durante el franquism o. Entonces, y com o fruto natu ral de esta
sim u ltnea y activa d ifu si n tanto de los A n n ales com o del m arx ism o
en la cu ltu ra h isto rio g rfca espaola p ost-franqu ista, es que van a p ro sperar, tam bin en la p en n su la ibrica, obras, ensayos e in v estigacion es
cuya m an u factu ra sera im posible de com prender sin ese doble referen te
in telectu al su byacente tanto an n alista com o m arxista. Lo que se expresa
entonces en obras im p ortan tes com o las de R icardo G arca C rcel, R eyna
Pastor o Ju lio V alden - a l m ism o tiem po crticas p ero tam b in d eudoras
de las m ejores leccion es de A n n a le s-, igual que en la actu alid ad todava
candente, que en la h istoriografa esp aola con tem p orn ea tiene, el
problem a y el esclarecim ien to de las m utu as relacion es recp ro cas que
existen o que p u ed en ex istir entre los A n n ales y el m arxism o.
A lgo sim ilar a lo que ha acontecido tam bin en A m rica L atin a, luego
de la gran fractu ra de 1968. Porque aqu, esta ltim a fecha, que en Cuba,
B rasil y A rg en tin a se ad elanta en algu nos aos, ha fu n cio n ad o tam bin
com o el m om ento detonador, de un lado de u na d iv u lg aci n e irrad iacin
en gran escala del m arxism o dentro de las cien cias sociales, y por tanto
tam bin dentro de la h isto rio g rafa latin oam erican a, y del otro de un
relanzam iento, ig u alm ente am plio, de las p ersp ectiv as a n n alistas. Pues
com o resultad o de los golpes m ilitares en varias n acion es su d am erican as
y de la represin bru tal del gobierno m exicano contra el m o vim ien to estud ian til-p o p u lar de 1968, se ha provocado u na ola m igratoria im p o rtan te
h isto rio g rfico s nacio n ales de todo el m undo. Pues a s com o en la edad
m ed ia le corresp ond i a ciertos m onasterios m ed iev ales el co n serv ar
los ejem p lares de los autores de la ciencia de la an tig ed ad , p ara s a l'
varios de u na sociedad que con frecuencia era azotad a por la guerra y
por la d estru ccin, as le h a correspond id o a esta m atriz de "m a rx ista sa n n a lista s" el co n servar y recrear a heren cia de M arc Bloch, Lucien
F ebvre y Fernan d Braude, dentro de u na situacin h isto rio g rfca que
com o ya hem os sealad o se caracteriz entre 1968 y 1989 por la irru p
cin de u n a com p etencia historiogrfica gen eralizad a y por la m ulti
plicacin acelerad a de enfoques y pu ntos de vista d iferen tes. E igual
que esos m o n asterio s tran sm itieron a los pensadores ren acen tistas, ese
legado co nservad o de los tesoros cientficos de la an tig ed ad clsica en la
aurora de u na nueva sociedad, as los m arx ista s-a n n a lista s v an a tran s
m itir esa h eren cia reactu alizad a de los A nnales de los aos 1929-1968 a
la cu arta g en eracin annalista, a esos A n nales que co m ien zan a d esp u n
tar en el seg u nd o lu stro de los aos ochentas, para la n z a r su m an ifiesto
p blico de n acim ien to con el clebre nm ero seis del ao de 1989 de esos
m ism os Annales. conomies. Socits. Civilisations.
Lo que en ton ces da sentido a la enftica frase con la que co m ien za el
ed itorial de ese nm ero seis de 1989, y que afirm a: "L a h eren cia de los
A n n a les p erten ece a todo el mundo...". Y no hay duda, qu e a la lu z de la
h isto ria ya v iv id a de la coy u ntu ra de los aos 1968-1989, la h eren cia de los
p rim eros y los seg u nd o s A n n ales le ha pertenecido, m s que a n in g n
otro, a esa m atriz d iversa, plural y com pleja de "m a rx ista s-a n n a lista s".
Y
es ju sto dentro de este contexto nuevo, m arcad o por los retos m en
cionados, que ha com enzad o a d esarrollarse el posible proyecto de unos
cu artos A n n ales, proyecto que desde su origen ha tenido que en fren tar
doblem ente tanto el agotam iento y la crisis general de la historia de las
m entalid ad es de lo s terceros A nnales, com o, de otra parte, el fin del auge
de la m atriz de los m arxistas-an n alistas, sacudidos ig u alm en te por los
efectos del d erru m b e de 1989. Ya que, m uy conscien tem en te, ese proyecto
de la cu arta g eneracin an n alista se ha edificado en p arte com o intento
de resp u esta y de su peracin frente al vasto, diversificado y m uy intenso
conjunto de crticas que, desde los m ism os aos seten tas pero sob re todo
d urante los aos ochentas, recibieron esos A n n a les de la h isto ria de las
m entalid ad es, crticas que cu estionaban sobre todo la p ertin en cia y u tili
dad del concepto m ism o de m entalidades, y la viabilid ad de este en foqu e
para abord ar los problem as que el m ism o se planteaba, pero que se
exten d an tam bin m s all hasta abarcar en ocasiones los aportes g en e
rales m ism os de la corrien te de los A nnales, o su rol h ist rico esp ecfico
dentro de la cu rv a de la h istoriografa contem pornea. C rticas que en
ocasion es p ro ven an de los propios representantes del m arxism o, y otras
de los pro tago n istas de la m atriz an n alista-m arxista, pero qu e tam bin
in clu an a antigu os colaboradores asiduos e im portan tes y h asta a las
cab ezas cen trales m ism as de las etapas de la h istoria an terior de los
A n n ales. C rticas entonces tanto intern as com o extern as a la n ebu losa
de los A n n ales, y tanto fran cesas com o provenientes de todo el m undo,
que fu eron realizad as por toda una lista de p erson ajes que van desde
el m ism o Fernan d Braudel hasta Im m anu el W allerstein, p asan d o por
Jean C hesnaux, Frangois Furet, G eorges Duby, M ichel Foucault, Fran^ois
D osse, R u g giero R om ano, Pierre V ilar o H erv C outau-B garie, igu al que
por Josep Fontana, Peter Burke, M arin a C edronio, Cario G in zbu rg, o
G eo ffrey Lloyd, entre m uchos otros.
C onju nto de aproxim aciones crticas hacia esos terceros A n n a les y
h acia la h isto ria de las m entalid ad es que, realizad as d esd e todos los
n g u lo s y p osiciones tericas e ideolgicas posibles, p erm itiero n d es
m ontar todos los su puestos inconsistentes de esa h isto ria de las m en
talidades, ilu strand o sus lim itacion es e insu ficien cias y p reparan d o las
cond icion es de su rpida superacin. Pero que al m ism o tiem po y al com
b in arse con crticas que sealaban la in stitu cio n alizaci n de los A n n ales,
y su in co rp o raci n total al establishm ent acadm ico oficial francs, lle
garon a provocar u na fuerte p olm ica intern a en el seno del co m it de
d irecci n de los A n nales, polm ica en que se p lante in clu so la p o sib ili
dad de cerrar la revista, en 1989, clausu rand o con ello la h isto ria in iciad a
oficialm ente sesen ta aos atrs.
Sin em bargo, desde 1985 haba entrado a la revista, com o secretario
del com it de red acci n B ern ard Letetit, un h istoriad or form ado en el
cam po de la d em o g rafa histrica y en el de la nueva h isto ria u rbana,
y que siendo m iem bro de la clebre generacin "so ix a n te-h u ita rd " fran
cesa, tena u na clara sensibilid ad de izquierda. Y l, d esd e este segu nd o
lustro de los aos o ch en tas haba com enzad o a im p u lsar poco a poco
u na clara renovacin del proyecto intelectu al de los A n n ales, renovacin
que tom a cu erp o in icial, en p rim er lugar, con la con vocatoria de la ed ito
rial "H isto ire et Scien ces So ciales: un to u rn an t critiq u e?" publicado en el
nm ero de m arzo -ab ril de 1988 y redactado co n ju n tam en te por Jacqu es
Revel y por el propio L epetit, y m s slidam ente, con el n m ero resu l
tante de esa convocatoria, el nm ero seis de 1989, que ser y no por co in
cid en cia un n m ero contem porneo a la cad a del M uro de B erln , que
se vend er de m anera in h ab itu al para agotarse en unos cu an to s m eses,
y que puede ser legtim am en te considerado com o un n m ero -m an i
fiesto de las ln eas p rin cip ales a travs de las cu ales se in ten ta co n stru ir
ese nuevo proyecto intelectu al de unos posibles cu artos A n n ales, y esa
su peracin rad ical del proyecto de los terceros A n n ales.
Porque al rev isar con cuidado el conjunto de textos de esta en treg a del
ltim o n m ero de 1989 de Annales E.S.C., se hace evid ente que esta cu arta
g eneracin a n n a lista ha in staurado frente su an teceso r in m ed iato u na
clara relacin, u na vez m s, de profun d a discontinuidad intelectual. Una
d iscon tin u id ad que se expresa en el abandono y en la total su peracin
de las ln eas que an im aro n el proyecto de los A n n ales fran ceses en los
aos de 1968-1989, y al m ism o tiem po en el claro intento de reco n ectarse
de nueva cu enta, y por m ltiples vas intelectu ales, con la h eren cia m ar
g inad a de los prim ero s y los segu nd os A n n ales. E n tonces, fren te a la
a m bigu a y nu n ca m uy b ien definida h isto ria de las m entalid ad es, esos
posibles cu artos A n n ales van a proponer m s bien u n a nueva h isto ria
cu ltu ral de lo so cial o u na h istoria so cial de las d istin tas p rcticas cu l
tu rales, en la v ertien te que recientem en te han d esarrollad o autores com o
R oger C h artier o A lain Boureau. As, su stitu yen d o el in ap reh en sib le
trm in o de "m e n talid ad " por el m s p reciso y rig u ro so co n cep to de
"p r ctica s cu ltu rales", los autores de esta cu arta g en eracin v an a pod er
p roponer u n a visin de los tem as cu ltu rales en donde se vu elve obligada
social, com ience por el contrario por asu m ir rad icalm en te y hasta por
refo rzar d ich as fron teras o barreras. Y que entonces, conciba a la interd iscip lin aried ad no com o en el pasado, en torno a un im p o sib le "m tod o
com n y u niversal", o en torno a un "objeto n ico " com p artido por d ichas
d iscip linas, pero tam p oco com o la b u squed a de tem as o problem as 'de
frontera' entre dos o m s d isciplinas que tend eria ju sta m en te a h acer
m enos rigid as o vigentes dichas b arreras in terd iscip lin arias, sin o m s
bien com o un p roceso consciente y explcito de transferencias reguladas, de
tcnicas, conceptos, m irad as o p arad igm as entre las d istin tas d iscip lin as.
Es d ecir com o el exp erim en to que consiste en tom ar tal o cu al m todo
o concepto o m odo de percepcin, por ejem plo de la econ om a, para
in tentar aplicarlo y hacerlo operativo dentro de por ejem plo la historia.
A lgo que en opin in de B ern ard L e p e tity Jean-Yves G renier, se ilustrara
de m anera ejem p lar en la obra de E rn est L abrousse, tal y com o ellos lo
d esarrollarn en su artcu lo conjunto incluido siem pre en la en trega de
noviem bre-d iciem bre de 1989 de los Annales E. S. C.
O tam bin , el caso de la interesante recu peracin que estos A n n a les
m s recien tes han tratado de hacer, de los aportes y de las im p licacion es
de la rica y creativa p ersp ectiva de la microstoria italian a. Un trabajo
que com p arten Jacqu es Revel, B ernard L ep ett y Jean-Yves G ren ier
y que ha dado com o resultad os sugestivas rep ro b lem atizacion es del
pro ced im ien to del "cam bio de escala" en historia, p ro ced im ien to que
d istin g u in d o se de la variacin de las escalas en la arqu itectu ra, la g eo
grafa, la econ om a, la sociologa y la antropologa, pero in clu so tam bin
de las p rcticas h abitu ales de la h isto ria local y region al, nos reen va
de nueva cu en ta al com plejo problem a de la d ialctica en tre la historia
general y las m ltiples h isto rias p articu lares que la co n stitu y en , y por
esta va al problem a de la d ialctica com pleja en tre m acroh isto ria y
m icrohistoria. Un problem a para nada sencillo, y que h a sido ya d iscu
tido d esde tiem p o atrs por los historiadores, su scitan d o m uy d iversas
salidas, y que ahora parece poder ser replanteado con nuevos elem entos
desde la ex p erien cia h istorio grfica y desde los resu ltad o s ya co n creta
dos de la co rrien te italian a de E doardo G rendi, C ario Poni, G io van n i L evi
y Cario G inzburg.
M ostran d o entonces las aporas a las que a v eces con d u cen las
tesis m icrohistricas, pero reivindican d o la legitim id ad del p roblem a
que abord an y del proced im ien to que in au g u ran para resolverlo, estos
A n n ales post-89 h an contribu id o tam bin desde la p ersp ectiv a fran cesa a
d esarrollar este horizonte que pone en el cen tro del debate las in su ficien
cias y los lm ites de los antigu os "m od elos g en erales" de in terp retacin ,
pero que rech azan d o explcitam ente la cm oda y estril salid a posm od erna, in ten ta reco n stru ir nuevos y m s com plejos m od elos generales,
d esd e la ex p erien cia del trnsito por el an lisis exh au stivo del caso, la
reco n stru cci n m icro h ist rica y la legitim aci n de u n p arad igm a de lo
particu lar, pero que con du zca no obstante com o su resultad o fin al a la
capacidad de revelar y d escifrar fenm enos de ord en m s general.
U na reap ertu ra entonces fru ctfera de estos A n n ales recien tes hacia
el trabajo y el debate m etodolgico, que les ha perm itid o d ialo gar y
d ebatir con autores m arx istas y m arx istas-a n n a lista s com o Im m an u el
W allerstein, Y uri Bessm ertny, Peter B urke o Fran^ois D osse, en tre otros.
F inalm ente, un ltim o eje que sin g u lariz a estos A n n ales post-89, y
que no se define por oposicin a la etapa anterior, sino m s bien com o un
trazo nuevo del posible proyecto intelectu al en ciernes, se refiera a u na
exploracin m s sistem tica de los horizontes, las cu ltu ras, los pu n tos de
v ista y las ap ortaciones de otras civilizacio n es d istin tas a las civ ilizaci n
eu ro p ea y al m u ndo occid ental. Un trabajo que ha d esarrollad o p o r ejem
plo Pierre-Fran^ois Sou yri, y que nos coloca frente al d esafo de las leccio
nes que la h isto rio g rafa actual puede obtener del estud io de otras lgicas
de co n stru cci n de lo social, y por ende, de otras m irad as de lo que es u na
socied ad , de d iversas configuraciones de la in d iv id u alid ad y por tanto
del problem a m ism o de la biografa, de m odos alternativos de abord ar
a la racion alid ad , y en consecu encia de otras versiones de la h isto ria cu l
tu ral, o de otra form a de "co n e ctarse" los hom bres con la n atu raleza, y
desde a ll nuevas v isio n es de la h istoria g eogrfica o am b ien tal, entre
otros ejem plos posibles. U na reflexin que se in au gu ra apen as d en tro del
proy ecto de la revista, y que tal vez p e rm itir d escen trar y red efin ir en
cierta m ed id a los estud ios histricos, antes tal vez d em asiad o co n cen tra
dos en el exam en de los casos eu ropeos, y m s extensam ente, o ccid en
tales.
E stos son, m uy resum id am ente, los trazos fu n d am en tales de un
proyecto de ren ovacin profund a y radical de los A n n a les que se
com enz a g estar desde 1985, y que adquiri form a m s o rg nicam en te
d esd e 1989, proyecto que en 1994 dio un paso adelante, con el cam bio del
su bttu lo de la rev ista y sobre todo con la inco rp o raci n de cin co nuevos
m iem bro s al equipo dirigente. C am bios im p ortan tes para los A n n ales,
vivid os en un lap so relativam ente corto de tiem po, que a n u n ciab an la
As, en el seg u n d o rengln, pod ra tam bin ser m uy til y prod uctivo
para los A n n ales el g en eralizar la experiencia que ya han aplicado para
el caso de la microstoria italian a. Pues habra que acercarse con la m ism a
atencin y creativid ad al rescate, y tam bin a la colaboracin, de y con
alternativas com o la del Fernand Braudel Center y su propu esta del worldsystem analysis, a los desarrollos de la Nene Sozial Geschichte alem an a,
a las v arias ram as de la h istoria so cialista y m a rx ista b ritn ica, a los
d esarrollo s en cu rso de la nueva h istoria region al latin o a m erica n a o a los
m s recien tes resultad os de la antropologa h istrica ru sa, en tre tantas
o tras p osibilid ad es. Pues slo reconociend o de cerca estos aportes e in te
g rando sus m ejores contribu ciones en el proyecto de co n stru cci n de la
revista, ser posible m antenerse dentro de las posicion es de v an g u ard ia
en el cam po de los estu d io s histricos, que h ab itu alm en te h an ocupad o
las su cesivas generacion es an n alistas.
Tam bin, y com o otro reto central, creem os que ha llegado la hora
de un verdad ero balance crtico y autocrtico de toda la h isto ria h asta hoy
vivid a por esa corrien te de los A nn ales. Pues si el proyecto de los cu artos
A n n ales apu nta a d e n irse claram ente com o algo nuevo y rad icalm en te
d istin to resp ecto de los terceros A nnales franceses, y al m ism o tiem p o se
proyecta com o un inten to de reconectarse por d iferen tes cam in o s con la
h eren cia de B loch, Febvre y Braudel, entonces se vuelve cen tral retom ar,
por estos m ism os A n n ales actuales, ese trabajo que por lo d em s ya est
en m archa, de reco n stru cci n crtica de toda la h isto ria global de la
corriente, pero tam b in de las m ltiples in vestigacion es m s acotad as
sobre los aportes esp ecficos de M arc Bloch, o de Lucien Febvre, o de Fer
nand Braudel, ig u al que sobre los lm ites de la co n trib u ci n de los ter
ceros A n n ales de las m entalidades y la antrop ologa histrica, o sobre
los m uy d esigu ales desarrollos de las varias ln eas de la m atriz m arx istaa n n alista.
U n m o v im ien to de sucesivos balances p arciales, y de m u ltiplicacin
de las ap roxim aciones a todas estas tem ticas de la h isto ria a n n a lista , que
apunte h acia un verdad ero balance global de lo que d ebe recu p erarse y
lo que debe aband onarse dentro de la com pleja y m u ltifactica h erencia
de los p rim ero s seten ta aos de vida de los A n n ales. Ya que si las so cie
dades no reco m ien zan su h istoria nunca desde cero, y p u esto que ni
an las revolucion es m s radicales pu ed en hacer tabla rasa absolu ta de
su pasado, entonces esos posibles cu artos A n n a les tienen ta m b in que
co n stru ir lo nuevo, desde la recu peracin y refu n cio n a liz a ci n de los
A . P A R A U N A P R IM E R A A P R O X IM A C I N G E N E R A L
Para saber lo que h an sido y son los A nn ales, lo p rim ero que habra
que h acer sera rev isar las colecciones com pletas de las d istin tas series
que abarca la p u blicacin de la revista. Y au nque sin duda alg u na, el
aporte gen eral de la corriente no se agota ni m u ch o m enos en los textos
pu blicados d en tro de d ich as series, su consu lta resulta til p ara un acer
cam iento in icial, ya que dicha revista ha servid o de esp acio con cen trad or
y de rgano de d ifu si n de los d istintos proyectos in telectu ales del entero
itin erario an n alista.
D ich as series com p rend en, en lo fun d am en tal:
1. L os Annales d'Histoire Economique et Sociale (1929-1938). D iez tom os
co rresp o n d ien tes a diez aos, con 4 fasccu los por ao.
2. Los Annales d'Histoire Sociale (1939-1941). Tres tom os corresp o n d ien tes
a tres aos. E n 1939, 4 fasccu lo s; en 1940, 3 fasccu los y en 1941, 2 fas
cculos:
3. L os Mlanges d'Histoire Sociale (1942-1944). Tres tom os co rresp o n d ien
tes a tres aos, con 2 fasccu los o entregas por ao.
4. L os Annales d'Histoire Sociale (1945). Un tom o que incluye 2 fasccu los
de "H o m e n aje a M arc Bloch".
5. Los Annales. Economies. Socits. Civilisations (1946-1993). C u aren ta y
ocho tom os corresp on d ien tes a cu arenta y och o aos. D e 1946 a 1959,
4 fasccu lo s por ao, y de 1960 a 1993, 6 fasccu los p o r ao.
6. L os Annales. Histoire, Sciences Sociales (1994-...). H asta finales del ao
de 2004 se h an com pletado once tom os co rresp o n d ien tes a once aos,
con 6 fasccu lo s por ao.
Para o rien tarse en esta lectu ra de la rev ista de los A n n ales, so n tiles los
d iversos n d ices que ella m ism a ha publicado y que co m p ren d en hasta
hoy:
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