La "Malicia Indígena" y La Picardía.

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La “malicia indigena” y la picardía.

Primero que todo debo reconocer que voté por Álvaro Uribe para su reelección, y que en
2002, si hubiera podido, también hubiera votado por él, pues a los 15 años sólo veía en los
demás euforia y sed de venganza luego de 4 años de burlas de las FARC. Ya hubiera
querido saber lo que esto significaría 8 años después para escuchar a los que lo
contradecían, y aunque seguramente hubiera votado por él, por lo menos hubiera sido
conciente del riesgo. A pesar de aceptar que posiblemente es más lo que deshace Mockus
con sus palabras que lo que hace y que definitivamente no es un caudillo ni político
habilidoso, con la actual situación empiezo a encontrar respuesta a la pregunta que muchas
veces me he formulado sobre el por qué del atraso de este que tuvo que ser mi país, y que
he llegado a atribuir incluso a características genéticas heredadas de nuestros poco ilustres
colonizadores españoles. Creo que no hay que ir más allá de nosotros mismos, no perdón,
me excluyo con total tranquilidad de ese grupo, no hay que ir más allá de todos quienes
apoyan todo lo que se ha hecho en los últimos años sin cuestionarlo en ningún momento.
No hay que ir más allá de todos aquellos para quienes existe la tan ridícula teoría de la
"malicia indígena", la viveza, la astucia, y la picardía para encontrar la respuesta. Qué gran
insulto para los indígenas colombianos. "Cualidades" con las cuales justifican, o incluso
adulan sus propias acciones. "Cualidades" que no son más que sinónimos disfrazados de la
trampa y el engaño. Para cuyos defensores la honestidad no es más que un “no sé qué” que
reclaman más de 3 millones de jóvenes inmaduros políticamente.

Muy vivo se cree el que lleva 9.900 dólares a EEUU sin declararlos porque el límite es
10.000 y luego los saca desde Colombia para ganar sin declarar. Muy astuto se cree el que
no espera la fila del semáforo y se pasa a hacer doble o triple fila, eso es malicia indígena
pura. Muy pícaro se cree el que se ahorró un montón de tiempo al no hacer una fila para
entrar a un evento, el que no paga una multa y la deja vencer porque así se ahorra esa
platica. Todos los pícaros y vivos de los que está lleno este país no son más que tramposos
culpables en gran medida de nuestra situación. Me entristece mucho el país actual, como no
lo había hecho nunca antes.

Me entristece saber que para las personas que apoyan ciegamente a álvaro uribe y su
legado, la muerte de 2000 jóvenes, de los que hasta ahora sabemos, al parecer prescindibles
para ellos (los uribistas consumados), son simplemente un paso necesario para llegar a la
"paz" que no se ha conseguido en 200 años de triste historia colombiana. Me entristece
saber que el duelo de 2000 madres y 2000 padres de estos jóvenes no interesan porque
supuestamente importa más el bienestar de, según Uribe y sus seguidores, 44 millones de
colombianos. 44 millones de colombianos que ahora pueden "bajar a la finca" porque
derrotaron “la extorsión a la que estaban sometidos”, aunque en realidad ni siquiera el 1%
sean reales beneficiaros de ese bienestar. Bien valen 2000 vidas inocentes la bajadita a la
finca.

Me entristece saber que la plata que los Colombianos pagan injustamente por conceptos de
renta y de todo tipo de gravámenes absurdos se vaya al bolsillo de unos pocos que hacen lo
que quieren porque quienes están encargados de vigilar no ven, o no quieren ver lo que
pasa. Estoy seguro que todos conocemos de alguien que se beneficia de la corrupción y nos
importa cinco. Me entristece saber que el trabajo de millones de colombianos enriquece a
unos pocos cientos de vivos, de astutos.

Me entristece saber que la "clase dirigente" de este país se alió con un grupo armado ilegal
para hacerse al control de las tierras y de los votos de todas las regiones del país, para
robarle lo único que le genera sentido de pertenencia a una persona de pocos recursos con
un país que tan mal la trata, un pedazo de tierra.

Me entristece ver cómo día a día afloran escándalos de toda índole, y que el siguiente va
tapando el anterior, ante la indiferencia, o mejor, la complacencia de millones. Me
entristece ver cómo muchos entablan amistades con corruptos y tramposos, perdón, con
vivos y astutos como ellos se denominarán, y simplemente se hacen los ciegos ante los
comportamientos cuestionables de estas personas. "Desde que no me involucre a mí, él verá
lo que hace", se justificarán muchos.

Podría seguir por muchas páginas, a pesar de mis escasos 22 años de vida, y menos de 6
que considero políticamente consciente por llamarlos de alguna forma, pero
definitivamente lo que más me entristece, es que se quiera tapar el sol con un dedo. Para
aterrizar esto a la situación actual, me entristece la propuesta del ilustra próximo presidente:
QUE EL FISCAL LO NOMBRE DIRECTAMENTE EL PRESIDENTE. Me entristece el
cinismo de tamaña aberración. Nombrar al que juzga para que no juzgue, esperanzador ante
todo.

Hoy, con lo que supongo que es algo cercano al dolor de patria, me doy cuenta de que
preferiría que los millones de colombianos honestos y trabajadores, que además no se rigen
por la mentira de la "malicia indígena" como forma de vida, tuvieran la oportunidad de
partir para contribuir a desarrollar una sociedad que les agradezca su esfuerzo. Quisiera que
el resto de vivos y astutos se quedaran acá y se acabaran entre ellos tratando de ver quién es
el más vivo. Espero que el tiempo (no el diario que lo intentará los próximos cuatro u ocho
años) me haga cambiar de parecer, y me devuelva la esperanza. Si un voto en contra de
Santos contribuye a por lo menos frenar todo esto, ese será mi voto, y volvería a serlo mil
veces, así al otro lado estuviera el que fuera.

Posiblemente la generación actual y las venideras vivan en un ambiente tanto o más


polarizado que aquel del siglo XX, de pájaros y chulavitas, de godos y liberales. Teniendo
en cuenta que cualquiera que disienta de la posición gobiernista es indeseado y enemigo
público, creo que es el camino en el cual estamos dirigiéndonos, y no con poco riesgo,
recordando que este es un país tan violento que una de sus épocas más importantes se llama
simple y llanamente “La Violencia”, sin necesidad de más ornamentos. Ojalá la generación
actual y las generaciones futuras no tengan que formar su carácter a partir de la realidad
nacional que vivieron las generaciones anteriores, una frase dicha por un Santista
extrañamente. Con eso estoy totalmente de acuerdo.

J.C.V.