La Produccion Textil en en L Nuevo Reino de Granada
La Produccion Textil en en L Nuevo Reino de Granada
La Produccion Textil en en L Nuevo Reino de Granada
PROYECTO:
Presentado al:
* El presente trabajo contó con el apoyo académico y económico del Instituto Colombiano de Antropología e
Historia - ICANH y su programa de apoyo a la investigación en historia colonial - año 2007.
INTRODUCCIÓN
1 A excepción de Quito que a finales del siglo XVI, al agotarse los depósitos de oro, concentró su actividad económica
en los sectores agrario y textil. Los obrajes quiteños se convirtieron en importantes productores y comercializadores
directos del paño azul, que se vendía en Lima, Cuzco, Potosí, La Plata, y Chile. Para el caso del Nuevo Reino de
Granada, los paños y textiles de menor calidad llegaron a las minas y ciudades a través de comerciantes que los
compraban directamente en Quito. Brines Tyrer Robson, Historia demográfica y económica de la Audiencia de Quito
(Quito: Banco Central de Ecuador, 1988), 85-87; Richard J. Salvucci, “Las manufacturas en Hispanoamérica,” en
Historia General de América Latina (París: Ediciones Unesco, Editorial Trotta, 2000), 247-268.
2
La paulatina demanda por otro tipo de textiles y ropa de la tierra,
especialmente derivados de la lana y que llegaba a muy altos costos de
Europa, hizo necesaria la organización de la producción en las colonias
americanas. Inicialmente la producción en el Nuevo Reino de Granada, Nueva
España, Quito y Perú aprovechó la técnica de hilado y tejido prehispánica, que
hacía parte una larga tradición del grupo familiar, que cubría con ella no sólo
la carga tributaria que debía ser entregada a sus autoridades, sino su propio
autoconsumo. Con la conquista española la producción textil prehispánica se
mantiene pero se readecua; poco a poco se vincularon telares europeos,
tornos y batanes, entre muchos otros equipamientos técnicos, que modificaron
la forma de hacer tejidos en América y Europa, sin que esto significara la
desaparición de la producción prehispánica de tipo doméstico que se mantiene
durante todo el periodo colonial. Hasta entonces en la industria textil
peninsular las diferentes etapas del proceso productivo funcionaban de forma
independiente; la ubicación del batán y el taller en un solo espacio llamado
obraje en América, “hizo que el sector empresarial diera un salto considerable
en relación con el sistema artesanal predominante en la península ibérica”2. Al
reunir en un solo lugar todos los procesos de la transformación de la lana en
textiles, concentraban a toda la mano de obra, lo que les permitía a los
españoles controlar y vigilar a los trabajadores, garantizando así su mayor
rendimiento. Las modificaciones, por lo tanto no fueron sólo de tipo técnico; el
cambio más significativo estuvo encaminado hacia una nueva organización del
trabajo, que orientó la producción textil hacia un sistema compulsivo para
extraer la mano de obra de la comunidad indígena, inmerso naturalmente
dentro del sistema de la encomienda que garantizó la obtención de excedentes
que cubrirían las cargas tributarias y beneficiarían directamente a los dueños y
administradores de los obrajes.
2Manuel Miño Grijalva, La manufactura colonial: la constitución técnica del obraje (México: El Colegio de México, 1993),
55, citado en Neus Escandell-Tur, Producción y comercio de tejidos coloniales. Los obrajes y chorillos del Cuzco 1570-
1820 (Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de las Casas", 1997), 153.
3
Estas condiciones permitieron que españoles e indios ingresaran al mercado
de la producción y comercialización de textiles a través de la organización de
unidades manufactureras en las ciudades y las haciendas, que les permitirían
a sus dueños establecer empresas que, en muchos casos, lograría consolidarse
y permanecer en una misma familia a lo largo de los tres siglos de dominación
española. Paralelo a la manufactura organizada, se mantiene una producción
de tipo doméstica, que conjuga a hiladores y tejedores, que entregan
productos semi-elaborados que son terminados en los obrajes –auque también
pueden dedicarse a todas las fases del proceso de elaboración de textiles. Este
nivel de integración y dependencia entre la producción doméstica y los
obrajes, logró menoscabar los efectos de la dificultad de reclutamiento de
mano de obra permanente, directamente relacionada con la disminución
demográfica de la población indígena y la competencia con otras actividades
económicas (minería, agricultura, etc.) por la vinculación de trabajadores
permanentes. De esta forma los dueños disminuían los costos del
mantenimiento de los operarios, garantizando así la pervivencia de obrajes
que de otra forma habrían desaparecido3.
4
Los obrajes se establecieron en todas las economías coloniales, y se
convirtieron en una parte importante de la producción de distintos tipos de
textiles para el consumo interno, y para su comercialización a más larga
distancia como es el caso de Quito. Sin embargo, es muy poco lo que la
literatura sobre la historia colonial del Nuevo Reino de Granada, hecha hasta
el momento, le puede aportar a los enfoques comparativos con respecto al
desarrollo de esta manufactura en la región andina y la novohispana. Esta ha
sido la razón principal que motiva el proyecto de investigación en el que se
enmarca este texto, y que se propone dar cuenta de la organización
socioeconómica de la producción textil que se desarrolló en el Nuevo Reino a
partir de 1570, prestando especial atención a sus formas de organización y el
nivel de producción alcanzado en los obrajes organizados en la provincia de
Tunja, especialmente en el obraje de comunidad de Duitama. La existencia de
documentación muy rica en información sobre el obraje de Duitama, que
incluye un libro de cuentas de los primeros años de actividad (1596-1600), así
como un pleito sobre la adjudicación de su administración en 1597, nos han
proporcionado los primeros indicios sobre el montaje y funcionamiento de un
obraje de comunidad en la provincia de Tunja -organización interna,
producción, mano de obra, salarios, insumos, bienes de consumo, entre otros.
5
alrededor de una unidad productiva específica como el obraje de Duitama, en
donde caciques y capitanes, maestro obrajero, corregidor y Corona quería
llevarse la mejor tajada.
4Ver Germán Colmenares, La provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada. Ensayos de historia social (1539-
1800), 3 ed. (Bogotá: Universidad del Valle, Banco de la República, Colciencias, TM Editores, 1997), Carl Henrik
Langebaek, Mercados, poblamiento e integración étnica entre los Muiscas, siglo XVI (Bogotá: Banco de la República,
1987); Gladys Tavera de Téllez y Carmen Urbina Caicedo, Textiles Muiscas y Guanes (Quito: IADAP, 1994); Álvaro
Chávez Mendoza, “Trama y urdimbre en la historia del tejido muisca”, Revista Lámpara, 22 (94) (1984); Vicente
Restrepo, Los chibchas antes de la conquista española (Bogotá: Banco Popular, 1972).
6
funerario. “La manta guane, como todas las de los demás grupos étnicos
prehispánicos, era un productos del trabajo de la familia indígena en la
circunstancia de una función de la agricultura con la artesanía doméstica”5.
Las mantas era un bien muy apreciado en los trueques e intercambios que las
comunidades indígenas llevaban a cabo; los indígenas de Mariquita adquirían
mantas y sal a cambio de oro, y los de Somondoco hacía lo propio con las
esmeraldas, las mantas además eran intercambiadas por cargas de algodón,
que posteriormente se transformarían en mantas. Existen variadas referencias
en la documentación de archivo que muestran el intercambio de mantas por
distintos bienes y su comercialización hasta tierras bajas de los Llanos
Orientales y el Valle del Magdalena6.
Para los indígenas además, las mantas de algodón eran entregadas como
tributo a los caciques y capitanes, lo que facilitó la transición a las formas de
dominación españolas. Con la conquista la producción y comercialización de
mantas aumenta como efecto de las altas cargas tributarias impuestas por la
Corona a las comunidades; pero también por la demanda de los
encomenderos que pagaban con ellas el trabajo indígena en las minas y las
ciudades, o por ejemplo, de los indígenas al cura cuando celebraba alguna
ceremonia religiosa7. De esta forma la función que el tejido cumplía en las
comunidades prehispánicas se fue adaptando a las nuevas circunstancias,
logrando sobrevivir, a través del pago del tributo y de su importancia como
bien de intercambio y de trueque en la región. La manta en el circuito
comercial de la provincia de Tunja durante el siglo XVI y XVII, puede ser
considerada como “moneda de la tierra”, siguiendo a Ruggiero Romano quien
clasifica bajo este concepto a los productos que en los diferentes contextos
5 Armando Martínez Garnica, Consideraciones históricas sobre la fabricación de las mantas muiscas y guanes
(Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 1990), 3.
6 Langebaek, Mercados, poblamiento, 83-85.
7 Ver por ejemplo Germán Colmenares, Historia Económica y Social de Colombia, 1537-1719 (Bogotá: TM Editores,
1999), 166; y María Ángeles Eugenio Martínez, Tributo y trabajo del indio en Nueva Granada (de Jiménez de Quesada a
Sade) (Sevilla: Escuela de Estudios Latinoamericanos, 1977), 443 y siguientes; Hermes Tovar Pinzón, La formación
social chibcha (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1980), p 13-18; Mercedes López, Tiempos para rezar y
tiempos para trabajar. La cristianización de las comunidades muiscas durante el siglo XVI (Bogotá: ICANH, 2001), 119;
Eduardo Londoño, “Mantas muiscas una tipología colonial”, Boletín del Museo del Oro, 27 (1990), 120-126.
7
coloniales, sirven como una especie de moneda que facilita el intercambio de
bienes y servicios. En la sociedad colonial americana definida por Romano
como una economía natural de intercambio, los intercambios pueden
calcularse en moneda y realizarse en productos, pues al carecer de moneda
metálica de amplia circulación, la mayor parte de las transacciones que se
realizaron durante esa época se efectuaron por trueque, estableciéndose en
muchos casos el valor de los bienes en la moneda metálica circulante8.
Con la primera tasación que se llevó a cabo en 1555, los indígenas estaban
obligados a pagar en oro; sin embargo las dificultades que tuvieron muchas
comunidades no mineras para cumplir, hizo que la Corona cediera y les
permitieran pagar en mantas y otros bienes (gallinas, maíz, trigo, cebada,
entre otros)9. Esta circunstancia fue aceptada por muchos encomenderos, y
por las autoridades coloniales que apreciaban el valor comercial de las
mantas, que posteriormente remataban públicamente para conseguir el
anhelado metálico. Las mantas representaban la producción doméstica, y su
valor comercial en la segunda mitad del siglo XVI, nos da una idea de su
magnitud e importancia. La revisión de los remates de mantas de algodón
entregadas a la Corona entre 1587 y 1595 (ver cuadro 1), refleja un precio
por docena relativamente estable de 12 pesos, uno mínimo de 9 pesos y un
máximo de 15 pesos en 1595. Los indios de Turmequé fueron quienes
entregaron más mantas en estos años, 18.387 ⅓, le siguen Sogamoso con
8.011, Chivata con 5.973 y Duitama con 2.630 mantas; los demás están por
debajo de 1.660 mantas. Si comparamos estas cifras con la tasación impuesta
por la visita, encontramos una diferencia significativa; sólo como un ejemplo
8 Ruggiero Romano, “Fundamentos del funcionamiento del sistema económico colonial”, en El sistema colonial en
América española editor Heraclio Bonilla (Barcelona, Editorial Crítica, 1991), 248-254.
9 Las disputas alrededor de la tasación durante estos años fueron constantes y estuvieron sujetas a idas y venidas, en
las que encomenderos y caciques defendían sus intereses particulares. Los indígenas de Faracuca en 1557 entregaban
3 mantas por cada peso de oro, mientras los de Chámeza en 1560 estaban pagando el tributo en 6 mantas por cada
peso de oro. Las mantas poco a poco se convirtieron en bienes cada vez más valiosos, como lo muestra la tasación de
Duitama, que debía entregar 350 mantas, cuyo valor era de 175 pesos, es decir 2 pesos por manta. Diez años después,
entre 1570 y 1572, el oidor Juan López de Cepeda vuelve a tasar la provincia de Tunja, estableciendo un tributo de 2
mantas de algodón de la marca por cada indio. Colmenares, La provincia de Tunja, 95, 100, 104.
8
de esto, Turmequé en 1584 estaba tasado en 1.308 mantas anualmente10,
pero según la fuente consultada realmente entregó 18.387 ⅓, 6.615 mantas
de algodón por encima de las 11.772 que debería haber entregado en esos 9
años (1587-1595). Valdría la pena pues, entrar a analizar detalladamente el
tributo en mantas que entregaron los indios a la Corona en periodos más
amplios, para entender el porcentaje del tributo pagado a la Corona en
mantas, así como los niveles alcanzados por la producción doméstica de, su
relación con los cultivos de algodón y su comercialización, entre otros temas,
pues las cantidades que nos refleja este solo documento no son nada
despreciables, y nos invitan a explorar este rico tema de investigación.
9
CUADRO 1
10
El sector textil de la economía se organizó de diversas maneras en respuesta
a distintas formaciones sociales: lo indígena, que operó dentro de sus
antiguas formas de producción y la europea, realizado mediante el taller
artesanal traído por los conquistadores españoles. A estas dos modalidades se
sumó una tercera, síntesis de ambas: el obraje colonial. El obraje reunió la
fuerza de trabajo dispersa en una estructura física, la especializó en tareas y
la sometió a una disciplina desconocida en el mundo indígena12.
12 Manuel Miño Grijalva, La producción colonial hispanoamericana (México: Fideicomiso Historia de las Américas, El
Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 1993), 23.
13 Colmenares, La provincia, 133. Además de los documentos encontrados hasta el momento en el Fondo Caciques e
Indios del Archivo General de la Nación, que dan cuenta de esto: Duitama (T. 67, folios 320-325 y T. 67, folios 319-443),
Chía (T. 72, folios 605-609), Simijaca (T. 72, folio 1019), Cogua (T. 20, folio 841), Engativá (T. 72, folio 162), Susa (T.
25, folio 632), Tensa (T. 3, folio 826), Ubate (T. 54, folio 623), Vélez (T. 13, folio 877), Moncora y Chancón (T. 71, folio
816), Tibasosa (T. 10, folio 439), y Morcote (T. 76, folio 3).
14 AGN, Caciques e Indios, Leg. 72, f. 613r. tomado de Germán Colmenares y Dario Fajardo, Fuentes coloniales para la
historia del trabajo en Colombia (Bogotá: Universidad de los Andes, 1968), 442.
Nemuza, Suta, y Duitama a partir de referencias iniciales de su
funcionamiento encontradas en el Archivo General de la Nación15, y del obraje
de Ibama en la encomienda de16.
Duitama fue uno de los primeros repartimientos del Nuevo Reino puestos bajo
la tutela directa de la Corona. Desde 1560, una cédula promulgada en Toledo
ordenaba al presidente y oidores de la audiencia poner aquellos repartimientos
que estuvieran vacantes y que brindaran demoras significativas para el fisco,
bajo la administración directa de la Corona. Duitama fue uno de los
repartimientos más importantes de la provincia de Tunja, y con la muerte de
su encomendero Alonso Maldonado, el gobernador Alfonso Luis de Lugo no dio
espera y se apropió de él para la Corona, junto con el de Sogamos y Chía,
entre muchos otros17.
12
las demoras y requintos, el salario de su corregidor y otros gastos, así “como
para andar vestidos y abrigados”20.
13
ovinos. En el contrato entre el cacique y Marcos Martín estipula que los indios
establecerían un cultivo de 25 fanegas de maíz para alimentar a los indios y
muchachos que trabajarían en el obraje, así como el cuidado de los rebaños
de ovejas que tenían para ese momento, y las 1000 cabezas que en 1599
compraría Marcos Martín para garantizar la lana necesaria para el
funcionamiento del obraje21.
paños y razas, pues en el Nuevo Reino no existía ninguna unidad dedicada a su elaboración. Los paños que llegaban a
la provincia de Tunja, eran traídos desde Castilla y Quito, y sus mayores consumidores eran los españoles ricos,
quienes no se vestían con las “ropas de la tierra” que se producían en la provincia. Aguilar ofrece pagar 3000 pesos de
oro de trece quilates de renta por los seis años en los que administraría el obraje. Solicita adicionalmente que se le
entregue la quinta parte de los indios del repartimiento, es decir 200 trabajadores, 100 muchachos entre 10 y 15 años, y
100 indios grandes de demora. Por otro lado, se compromete a comprar las lanas, cardal, herramientas y tintas, y todos
los adherentes necesarios. AGN, Cacique e Indios, Legajo 67, f. 336r.
14
la Corona nombra al corregidor Alonso Domínguez Medellín como
administrador del obraje, ya que según él desde que lo tenía a cargo “Marcos
Martín va en mucha disminución y menos cabo del por no tener el susodicho
la diligencia y cuidado necesarios” y que tanto “españoles como otras
personas usurpan y hurtan ropa y demás cosas que se benefician en el dicho
obraje”25. De esta forma el presidente Sande, le quita el control al maestro
obrajero Marcos Martín, y logra ejercer un control directo sobre la mano de
obra y la producción, a través de la figura del corregidor Domínguez Medellín
que recibiría anualmente por la administración del obraje 200 pesos de oro de
veinte quilates “cobrados de lo que se hiciere y resultare del obraje”.
15
dispuesta al trabajo y que, además debía también cultivar la tierra. Los
trabajadores eran campesinos-tejedores”26.
16
mientras que los segundos solo recibirán 6 pesos29. Sin embargo en las
cuentas que Martín entrega en 1600, no figura este pago, pues a los indios
grandes únicamente les descontó 5 pesos a cada uno de la deuda de la
demora y les entregó una camiseta, mientras que a los muchachos solamente
les dio una camiseta (ver cuadro 2). Ya para el siguiente año los cambios son
considerables, pues el obraje está mucho más organizado, se ha construido el
batán y tiene suficientes herramientas e insumos para trabajar. En enero de
1598, el número de trabajadores aumentó a 62, 34 indios de demora a los que
nuevamente se les descontaron 5 pesos por la demora y los 5 restantes se les
entregaron junto con las 6 fanegas de maíz; a los 28 muchachos (entre 6 y 18
años de edad) les pagó 6 pesos anuales y les entregó 4 fanegas de maíz. De
esta manera, el obrajero sólo pagaba en realidad 5 pesos al año a cada indio
de demora, reduciendo considerablemente el salario de los trabajadores y
beneficiando indudablemente al administrador, que aumentaba su ganancia
con la retención y sobreexplotación de la mano de obra. Generalmente “en
casi todos los obrajes de los que se tiene noticias, el pago se realizaba en
‟jéneros‛ a precios altos, cuando no estaban endeudados o “empeñados” por
los ‟socorros‛ de maíz, pan, carnes y otras cosas que se les adelantaban
también a precios altos”30. Para el caso de Duitama, no se hace explicita la
forma en la que fue entregado el salario en dinero, pero muy posiblemente se
hacía por adelantado para retener a los indios a través de la deuda; sobre el
maíz sabemos que el administrador tenía a su cargo un bohío en donde se
guardaba, y que estaba encargado de entregar la ración estipulada cada 15
días a indios y muchachos. El endeudamiento fue común en este tipo de
empresas, garantizando una compulsión indirecta de la mano de obra forzada.
Obrajes como el de Duitama, estaban
17
constituyen con la fijación de los trabajadores dentro de la propiedad
territorial, [plasmada en la hacienda]31.
CUADRO 2
TRABAJADORES Y SALARIOS DEL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600
sep 1596- sep 1597 sep 1597-sep 1598 sep 1598-feb 1600
Entrega Valor en Entrega Valor en Entrega Valor en
Cant Cant Cant
Anual pesos Anual pesos Anual pesos
Salario en pesos
Indios 6 10* 30 ps 34 10* 170 53 12 636
Muchachos 10** 0 ps 28 6 168 15 6 90
Total 16 62 338 68
Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 616r; 626v-630v; Legajo 62, fols. 417r-418v.
* Se descontó 5 ps de su demora y se les dio una camiseta de lana sólo el primer año de funcionamiento
** Se les dio una camiseta de lana
*** 100 fanegas fueron compradas y 104 fueron entregadas por la comunidad. El valor corresponde a lo que pagó Martín por las primeras
**** 60 fanegas fueron compradas y 52 fueron entregadas por la comunida. El valor corresponde a lo que pagó Martín por las primeras
NOTA: los valores subrayados no aparecen relacionados en las cuentas, por lo tanto no se habían pagado en febrero de 1600
31 Andrés Guerrero, “Los obrajes en la Real Audiencia de Quito en el siglo XVII y su relación con el Estado colonial”,
Revista de Ciencias Sociales 1 (1) (1977), citado en Miño Grijalba, “La manufactura colonial”, 131.
32 Eugenio, Tributo y trabajo, 484.
18
Adicionalmente, las cuentas de Marcos Martín no estipulan diferencias en el
pago de los indios teniendo en cuenta el trabajo que realizan en el obraje,
como si sucedía en el auto de Ibarra y en los demás obrajes novohispanos. Lo
mismo ocurría en el obraje que estableció el encomendero Miguel Ruiz
Corredor en Oicatá-Nemuza en 1570, quien debía pagar 5 mantas de algodón
de la marca y 5 pesos de oro corriente a los indios, mientras que a los
muchachos les daría 5 pesos33, según la condiciones de trabajo estipuladas por
Lope de Armendáriz en 1578.
Dos años más tarde (1602) cuando el obraje de Duitama ya está siendo
administrado directamente por el corregidor Domínguez Medellín, en la visita
que se realiza ese año al pueblo el cacique informa que trabajaban en él “10
tejedores, 12 cardadores, 8 perchadores, 2 bataneros, 4 tintoreros, 4
lavadores de lana, 2 apartadores, 2 urdidores, 4 devanadores, 4 indios mozos
canilleros y 30 muchachos mozos y pequeños que se ocupaban de hilar en
otros tornos, y dos indios picadores de palo brasil” 34, para un gran total de 84
trabajadores. En tan sólo 6 años de funcionamiento el obraje de Duitama
había aumentado su personal en 68 personas, sin contar con el número de
mujeres y niños que hilaban en sus hogares, a los que se les entregaba una
libra de lana para que fuera devuelta a los 15 días.
Por otro lado, el pago en especie y en dinero, al menos en los primeros dos
años de funcionamiento del obraje estaba muy por debajo del promedio
pagado en los obrajes de Cholula y Querétaro (Nueva España) en los que los
salarios anuales de los tejedores estaban entre 24 y 36 pesos entre 1590 y
160035. En Duitama, por el contrario el salario es la mitad de este a pesar del
aumento que reciben en 1599, cuando los indios de demora pasa de 10 a 12
pesos (ver cuadro 2), manteniéndose la entrega de 6 fanegas de maíz por
trabajador. En este obraje se ve una tendencia al alza en los salarios a medida
19
que la unidad manufacturera se va estableciendo y necesita más personal para
aumentar su nivel de producción.
CUADRO 3
TRABAJADORES Y SALARIOS PAGADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600
sep 1596- sep 1597 sep 1597-sep 1598 sep 1598-feb 1600
Cant Valor Cant valor Cant Valor
SALARIOS INDIOS Y MUCHACHOS
Salario de 34 indios de demora 170 ps
fanegas de maíz compradas para los indios 100 100 ps
fanegas de maíz de la comunidad para los indios 104 0 ps
Salario de 28 muchachos 168 ps
fanegas de maíz compradas para los muchachos 60 60 ps
fanegas de maíz de comunidad para los muchachos 52 0 ps
Salario de los muchachos e indios que pagó al corregidor 12 ps
Pago al corregidor por el asiento de 62 indios y muchachos en el año 1598 31 ps
Pago al corregidor por el asiento de 68 indios y muchachos en el año 1599 34 ps
Totales anuales 541ps 34ps
TOTAL 575ps
Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 616r; 626v-630v; Legajo 62, fols. 417r-418v.
20
jornales era recaudado por la Corona al recolectar los tributos, de esta
manera las monedas regresaban rápidamente a la economía española36.
CUADRO 4
OTROS SALARIOS PAGADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600
sep 1596- sep 1597 sep 1597-sep 1598 sep 1598-feb 1600
Valor en pesos
Pago al alguazil de salarios 8 ps
Pago del oficial de cobertores y antepuertas 20 ps
Salario y ración que pago a Martín indio del Perú tejedor sirvio un año 26 ps
Totales anuales 0ps 8ps 46ps
TOTAL 54ps
Fuente: AGN. Caciques e Indios, Leg. 26. fols. 616r; 626v-630v; Legajo 62, fols. 417r-418v.
Organización de la producción
La producción textil en los obrajes se iniciaba con el hilado, encargado
generalmente a los niños y niñas, quienes despegaban el algodón o la lana y
lo convertían en hilo. En Duitama se entregaba a las indias una libra de lana
21
para que lo hilaran en sus hogares y lo devolvieran listo 15 días después. El
tejedor, por su parte manejaba el telar con la ayuda de otros indios, y “su
tarea consistía en entrecruzar en un entramado de hilos verticales, los hilos de
la urdimbre para formar el tejido. Este, sin embargo, quedaba flojo, por lo que
era necesario apretarlo con una “peinilla” hasta que el tejido quedara bien
compacto. La posición horizontal de los telares, implicaba que a medida que
iba creciendo el tejido, la postura del indio se volvía más incómoda, pues
debía inclinarse sobre el telar tanto cuanto hubiera avanzado el tejido, y desde
allí entrecruzar los hilos y apretarlos”37.
Las herramientas e insumos necesarios para llevar a cabo las tareas arriba
mencionadas, fueron compradas inicialmente por Marcos Martín, que invirtió,
en los tres años cinco meses que estuvo a su cargo, 1.166ps 4ts en
herramientas; los costos más altos están representados por la caldera de
cobre para el tinte 386ps que compró en 1598; la construcción del batán
215ps 3ts en 1597; y los 10 telares de madera, 33 tornos, 1 Docena de
palmares para hilar, y 1 vididera cuyo valor total fue de 224ps. El año el que
más utensilios se compraron fue el segundo (ver cuadro 5), lo que se
relaciona directamente con una mayor cantidad de insumos y trabajadores, y
cuya consecuencia directa fue una producción más variada y significativa (ver
cuadro 7).
22
CUADRO 5
UTENSILIOS Y HERRAMIENTAS COMPRADAS PARA EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600
23
El listado muestra además una gran variedad de herramientas y utensilios,
para los cuales el maestro debió contratar a herreros y carpinteros que
hicieran los elementos necesarios según sus indicaciones; para la construcción
del batán en 1597-1598 Martín si debió contratar los servicios de un
carpintero y un herrero, para que lo ubicara en las inmediaciones de un río, y
lo pusiera en funcionamiento. Suponemos además que los indios de
comunidad inicialmente se encargaron de construir el bohío (materiales y
mano de obra que sin duda debieron poner los caciques, capitanes e indios de
Duitama) en el que se ubicaría el obraje y otro en donde se guardarían los
insumos, los textiles y ropa terminados.
24
funcionamiento, que de todas formas se ven compensados de alguna manera
por los bajos salarios de la mano de obra vinculada a la unidad manufacturera.
Podríamos llegar así a la misma conclusión a la que llega Escandell-Tur al
referirse a los obrajes de Cuzco, en donde
CUADRO 6
INSUMOS UTILIZADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600
25
organización de indios y españoles alrededor de las necesidades que la
producción textil demandaba, dedicándose al cuidado de rebaños de ovejas, el
cultivo de maíz; y de esta forma se podía entrar a formar parte de este
circuito de intercambios locales de materias primas para la producción de
textiles y la alimentación de la mano de obra.
26
CUADRO 7
VALOR DE LOS TEXTILES ELABORADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600
Periodo
Sep 1596- Sep 1597- Sep 1598- Sep 1599-feb
sep 1597 sep 1598 sep 1599 1600
Producto Valor pesos
Ante puertas de colores
258 ps
Cobertores finos de colores 210 ps 280 ps 8 ps
Frasadas comunes 450 ps 750 ps 450 ps
Reposteros de colores 70 ps 200 ps
Pares de alforjas 18 ps 6 ts
Varas de Bayetas de colores negro y colorada 87 ps 6 ts 262 ps 4 ts 117 ps 6 ts
Varas de Sayales bastos 187 ps 4 ts 412 ps 4 ts
Varas de sayales finos y de colores 200 ps 500 ps 516 ps 4 ts
Varas de frisas de colores 325 ps 500 ps
Varas de jerga para costales 312 ps 4 ts 437 ps 4 ts
Almofreses labrados 66 ps
Varas de cordellate Blanco 75 ps
Totales anuales 258 ps 1927 ps 4 ts 3417 ps 4 ts 1092 ps 2 ts
Antes de exponer las cifras sobre la venta de los textiles que se elaboraron en
el obraje, vale la pena aclarar un punto central, y se refiere a los intercambios
de mercancías por dinero. Cómo se sabe durante la época colonial, no existió
abundancia de dinero metálico, por el contrario su velocidad de circulación es
muy baja, lo que implica que la mayoría de las permutas comerciales se
desarrollen a través del trueque que persistió por largo tiempo. Al referirse a
pago en pesos por la venta de los bienes textiles o al pago de dinero a los
trabajadores, no debemos imaginarnos que efectivamente recibían pesos de
oro. Lo que está presente aquí es la valoración de los bienes en términos
monetarios:
27
dinero”; simples “rodeos”, porque el dinero ganado no continuará circulando
en el mercado”41.
Aclarado este punto, revisemos los textiles que el obraje y batán de Duitama
elaboraron en esos años (ver cuadro 7): antepuertas, cobertores, frazadas,
alforjas, bayetas, sayales bastos y finos, frisas de colores, jerga y cordellante
blanco. A partir de 1598 la producción despega, pasando de recibir por la
venta de los bienes manufacturados 1.927ps 4ts (1597-1598), a 3.417ps 4ts
(1598-1599). En tan sólo un año la producción aumentó significativamente
(ver cuadro 8): mientras que en 1597 se hicieron 500 sayales bastos y 400
finos, en 1598 se hicieron 1.000 y 1.100 respectivamente; lo mismo pasó con
las varas de jerga para costal que pasaron de 1.000 a 1.400, los cobertores de
210 a 280, las varas de frisas de colores de 200 a 500, y las frazadas
comunes de 450 a 750. Estas cifras no solo reflejan una demanda importante
por este tipo de textiles en Santa Fe y Tunja, lugares a los que el corregidor
llevaba las telas para ser vendidas. También muestra las consecuencias de
una mano de obra que se estaba especializando en las tareas de producción
textil a medida que pasaban los años, acompañada además de operarios
especializados de otros virreinatos, como Martín indio peruano tejedor que
sirvió por un año en el obraje y al que se le pagaron 26 pesos por sus
servicios42.
De los precios unitarios de venta de estos textiles, los cobertores y las varas
de bayetas costaban 7ps cada uno; le seguirían las varas de sayales finos y las
varas de frisas de colores con 4ps, y con valores menores están las frazadas
comunes y las varas de sayales bastos a 3ps, y las varas de jergas para costal
a 2ps 4ts. Por ahora, sin embargo queda pendiente el interrogante sobre
quienes son los compradores de estos textiles en las ciudades a las cuales son
llevados, y los precios de venta que alcanzaron al detal, con el fin de conocer
la magnitud de las ganancias que podría recibir los comerciantes por su venta.
41 Ruggiero Romano y Marcello Carmagnani. “Componentes económicos”, en Para una historia de América I. Las
estructuras, coordinadores Marcello Carmagnani, Alicia Hernández Chávez y Ruggiero Romano (México: El Colegio de
México, Fideicomiso de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 1999), 210.
42 AGN, Caciques e Índios, Leg. 26, f. 623r.
28
CUADRO 8
CANTIDA DE TEXTILES ELABORADOS EN EL OBRAJE DE DUITAMA
10 de Septiembre 1596- 10 de Febrero 1600
Periodo
Sep 1596- Sep 1597- Sep 1598- Sep 1599-feb
sep 1597 sep 1598 sep 1599 1600
Producto Cantidad
Ante puertas de colores 10
Frasadas comunes 150 250 150
Cobertores finos de colores 22 30 40 1
Reposteros 7 20
Pares de alforjas 30
Varas de Bayetas de colores negro y colorada 100 300 157
Varas de Sayales bastos 500 1100
Varas de sayal fino de colores 400 1000 1180
Varas de frisas de colores 650 1000
Varas de jerga para costales 1000 1400
Almofrexes labrados 11
Arrobas de lana sucia 100
Varas de cordellate Blanco 100
CUADRO 9
PRODUCCIÓN, GASTOS Y GANANCIA DEL OBRAJE DE DUITAMA
1596-1600
Sep 1596-sep 1597 Sep 1597-sep 1598 Sep 1598-sep 1599 Sep 1599-feb 1600 TOTAL
Producción 258 ps 1927 ps 4 ts 3417 ps 4 ts 1092 ps 2 ts 6819 ps 4 ts
Gastos 342 ps 1583 ps 7 ts 1440 ps 5 ts 3366 ps 4 ts
Ganancia 3453 ps 0ts
29
De las ganancias el cacique y capitanes recibieron cuatro partes para el pago
de las demoras y requintos, y la compra de ovejas; mientras que Marcos
Martín recibió lo correspondiente a una quinta parte, de acuerdo con el
contrato firmado en 1596. Las ganancias totales que el obraje obtuvo en los 3
años y 5 meses fueron de 3.453ps (ver cuadro 9), de las que el cacique
recibió 2.762ps 2ts y Martín 690ps 4ts. En el cuadro 10 se expone la forma en
la que cada uno de ellos recibió sus ganancias. El cacique y capitanes del
pueblo de Duitama, invirtieron el mayor porcentaje de lo que recibieron en el
pago de demoras que entregaron a la Corona a través del corregidor que se
encargaba de llevarlas a Santa fe: una parte se entregó en mantas de algodón
que fueron compradas en los mercados locales que corresponde a 971ps 6ts;
y la otra en pesos de oro corriente que equivalen a 640ps 6ts de la ropa que
se vendió en Santa Fe, y 1.092ps 3ts que dio Marcos Martín al cacique para
que pagara la demora de año 1600 por adelantado -en esta última se incluye
un préstamo de Martín al cacique por 605ps 6ts para que completara el monto
total de las demoras. Adicionalmente se compraron 1.000 ovejas por un valor
de 250ps, y se pagó la deuda que se tenía con el procurador Ibáñez por los
servicios que prestó al cacique en un pleito con Diego Holguín por un valor de
46ps. Como se puede observar el mayor beneficiado con el funcionamiento del
obraje y batán sin lugar a dudas fue la Corona, a cuyas arcas entraron en los
primeros 3 años y 5 meses de funcionamiento 3.082ps 1t por concepto de
demoras. Aparentemente el cacique no recibe ninguna ganancia adicional del
obraje, pues según estas cuentas todo se invierte en el pago de las demoras
como lo estipula el contrato. "La Corona nunca vaciló en su criterio de que la
actividad económica comunal era un medio de cumplir con las obligaciones
impuestas sobre la sociedad indígena en vez de un medio de producir riqueza
para la misma comunidad”43.
30
CUADRO 10
ENTREGA DE LAS GANANCIAS QUE HACE MARCOS MARTÍN AL CACIQUE DON ALVARO
*Marcos Martín hizo un prestamo de 605ps 6 ts al Cacique Don Alvaro para que pagara por adelalantado
las demoras del año 1600.
31
CONCLUSIONES
32
indios de demora que trabajan en el obraje. Es más en 1600 cuando el
presidente Francisco de Sande envía al corregidor Domínguez Medellín a
administrar el obraje y recibir las cuentas, le ofrece 200 pesos anuales de oro
de a veinte quilates44, un sueldo nada despreciable, que garantizaría a la
Corona el control directo sobre el obraje sin un intermediario como el maestro
obrajero que se quedaba con una parte de lo que se producía, y que bajo la
égida del corregidor podía entrar directamente a las arcas del rey.
Una unidad manufacturera como el obraje, implicaba que gran parte de los
procesos productivos se realizaran allí, con algunas actividades externas como
el hilado, que en el caso de Duitama las mujeres hacían en sus hogares; un
costo en salarios que se ahorraba el obrajero. Los obrajes no necesitaban un
número muy grande de trabajadores, pues el promedio en América estaba
entre 60 a 150 operarios; cómo vimos paulatinamente se va aumentando el
número de indios y muchachos a medida que se cuenta con mejores insumos
y herramientas. Los salarios de los trabajadores del obraje representaban para
estas unidades manufactureras el costo más bajo, lo que hacía que los
administradores pudieran sacarle buen provecho a la producción textil sin que
afectara los precios de venta.
33
Por el momento, al desconocer la magnitud de la producción y el número de
trabajadores de los demás obrajes que funcionaron en el Nuevo Reino a
finales del siglo XVI y mediados del XVII, sin embargo, nos es imposible
calcular la importancia de la producción del obraje de Duitama, y su
significado en el contexto de la provincia de Tunja y Santafe, circuitos de
intercambio de los textiles que se elaboraban en él.
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