La Señal de La Cruz - Santiguar, Signar y Persignar
La Señal de La Cruz - Santiguar, Signar y Persignar
La Señal de La Cruz - Santiguar, Signar y Persignar
R.P.Deoduce
Cuando se emplea:
• Hacemos la Señal de la Cruz para darle inicio a nuestras oraciones, proclamando en
el nombre “de quien” iremos orar, bien como a “quien” nos estamos confiando para
ese fin. Al confiarnos a la Santísima Trinidad, nos aseguramos de que ninguna
acechanza maligna se identificará con nuestras oraciones, plegarias y alabanzas. Y
lo más destacable: es con la Señal de la Cruz que se inicia la celebración de la
Santa Misa.
• Nos santiguamos al iniciar nuestra jornada diaria o al lanzarnos en empresas
importantes o de responsabilidad, invocando la Gracia del Señor para que actuemos
en el Espíritu como hijos del Padre, y con eso consagrar nuestras acciones a la
Gloria de Dios.
• Nos santiguamos para invocar la presencia y acción de la Santísima Trinidad en los
momentos en que necesitemos fortaleza (ejemplo: sea por momentos de riesgo,
miedo, peligro etc.).
• Hacemos la Señal de la Cruz para manifestar una actitud de humildad y respeto
frente a la Santísima Trinidad al expresarle nuestra reverencia, adoración y amor.
• Nos santiguamos para la concientización de nuestra pertenencia a la Santísima
Trinidad en ocasiones circunstanciales (ejemplo: para reverenciar al Santísimo
Sacramento, al pasar frente a una Iglesia que lo abriga).
• En el momento en que recibimos una bendición sacerdotal nos santiguamos. En
este caso particular lo correcto es inclinar la cabeza hacia delante como gesto de
reverencia al Espíritu Santo, para recibir con humildad su acción sobre nuestro ser.
• Nos persignamos al iniciarse la lectura del Evangelio en la Santa Misa, o, por
ejemplo, frente a la Presencia Real al visitar el Tabernáculo Eucarístico.
La acción de santiguarse tiene que ser siempre consciente, solemne y respetuosa. No hay
que tener retraimiento si la hay que efectuar en público. ¡Debemos estar conscientes de que
es un privilegio del católico y estar orgullosos de poder hacerlo! (Yo me santiguo en público
al rogarle a Dios por su bendición y protección toda vez que cruzo el umbral hacia la calle,
cada vez que me monto en mi moto o voy a conducir el automóvil; Esté donde esté y delante
de quien sea… No lo hago por proselitismo ni lo dejo de hacer por los que pudieran mirar, lo
hago solo por mi Dios querido. Pues esa señal no es nada menos que el sello de propiedad
de Aquel que pagó un alto precio para rescatarme y hacerme libre: Jesucristo, Señor mío y
Dios mío. Totus Tuus ¡Amen!).
¿Cómo se ejecuta?:
Sus orígenes:
Los cristianos adoptamos la Cruz como símbolo y Signo desde que Nuestro Señor Jesucristo
dejó en ella estampado para siempre el padecimiento de su propio cuerpo.
Nosotros no reverenciamos a la cruz como un instrumento de tortura. Eso seria ilógico,
enfermizo y estúpido.
El sacrificio de Nuestro Señor en una cruz transformó a ese instrumento brutal de tortura en
símbolo de nuestra Redención. Por eso, para el cristiano no es solo un “recordatorio”, es
motivo de veneración obligada. Tampoco reverenciamos las cruces en general (los objetos
físicos); lo que veneramos es al sacrificio de la Redención que se suele simbolizar por una
cruz, sea esta un objeto físico o de la imaginación.
Ya se referían a ello diversos Padres de la Iglesia, como San Ambrosio, San Basilio, San
Juan Crisóstomo, San Gregorio Nacianceno, San Cirilo, Orígenes y Tertuliano entre otros.
• El santiguarse_ Nos santifica, y por eso, como lo dice el propio Catecismo, “nos
fortalece en las tentaciones y en las dificultades”.
• El signarse_ Tiene un doble propósito: primero, y dicho de una forma bien
campechana: “Digamos que el acto de signarse sirve también como que un tipo de
‘artilugio’ imaginario del cual podemos echar mano antes de buscar contacto con
Dios, para facilitarnos remover la mugre mundana que vamos acumulando a diario
en nuestra alma” (los malos pensamientos presentes en nuestra mente; las
maledicencias, blasfemias, mentira etc. que salen por nuestra boca; y los malos
sentimientos, odio, venganza, rencores que habitan nuestro corazón, a la vez que
para invocarle ayuda al Espíritu Santo, para que nuestra mente se abra al
entendimiento de las cosas de Dios, que nuestra boca las propague y para que
nuestro corazón las guarde (como María, que “todas esas cosas las guardaba en su
corazón”).
• El persignarse_ Como ya habrá anticipado, nos ayuda a disponernos y tornarnos
receptivos para nuestro encuentro con el Señor y nos santifica acorde con el
acontecimiento. Por ejemplo, para oír la lectura del Evangelio en la Misa.
Conclusión:
La razón de haber escrito este artículo ha sido la frecuencia con que las personas que
asisten a mis clases de Formación en la Fe me piden para aclararles la diferencia entre
estos tres términos.
Como la asistencia que oriento es de adultos, de comienzo no creía ser necesario
detenerme en explicaciones sobre la Señal de la Cruz por parecerme ser algo muy
elementar. Menuda equivocación.
Antes de escribir este artículo, tampoco me había dado cuenta de cuanta cosa está
contenida en apenas catorce palabras que se pronuncian en cinco segundos. Es maravilloso
cuando uno se da cuenta del alcance de estos pequeños detalles, que en realidad
constituyen grandes y profundas maravillas de nuestra Fe.
R. Deoduce
Notas:
1) CCIC 351. ¿Qué son los sacramentales?
“Los sacramentales son signos sagrados instituidos por la Iglesia, por medio de los cuales se
santifican algunas circunstancias de la vida. Comprenden siempre una oración acompañada
de la señal de la cruz o de otros signos. Entre los sacramentales, ocupan un lugar importante
las bendiciones, que son una alabanza a Dios y una oración para obtener sus dones, la
consagración de personas y la dedicación de cosas al culto de Dios.” CIC 1667-1672, 1677-
1678
2) Hoy la Iglesia emplea la fórmula “Accipe signaculum doni Spiritus Sancti" (Recibe por esta
señal el don del Espíritu Santo)”
3) Nuestros hermanos ortodoxos (de la Iglesia de Oriente -que como la nuestra- es también
apostólica) se santiguan siguiendo un orden distinto al que nosotros observamos. La
secuencia que siguen es: toques en la frente, bajo tórax, hombro derecho y hombro
izquierdo.
También en el gesto de signarnos diferimos los unos de los otros: mientras nosotros
rogamos por la fórmula “Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos,
Señor Dios nuestro, en cambio, ellos al gesticular las tres cruces pronuncian ”Dios Fuerte,
Dios Santo, Dios Inmortal” (lo mismo que decimos nosotros en la Coronilla de la
Misericordia).
4) No hay una determinación estricta para el uso del pulgar en el acto de signarse. Lo más
probable es que tenga su origen ya en las ceremonias primitivas, cuando el sacerdote debía
marcarle la pequeña cruz (el sfragis) en la frente de la persona en el momento de la
imposición de manos en su cabeza. El único recurso que le “sobraba libre” para aplicar el
sfragis era empleando el pulgar…
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