El Carácter Científico de La Economía
El Carácter Científico de La Economía
El Carácter Científico de La Economía
Mitos y Realidades
Todavía a finales del siglo XX, basta adentrarnos unos pocos pasos
den el mundo académico para toparnos con la callada admiración
de mucho científicos sociales que miran hacia la economía como la
“hermana mayor exitosa”, la “más dura de las ciencias blandas”, la
que más ha logrado reproducir el perfil de las ciencias físicas, con
un a menudo impresionante desarrollo de la formalización
matemática y, con ello, de un elevado grado de abstracción en sus
formulaciones, que a veces condiciona hasta la simple prosa con la
que se refiere a los problemas de la vida cotidiana. Dentro del
grupo de los profesionales de la economía esta sensación es más
generalizada y abierta. Para una gran mayoría no cabe duda de que
la disciplina ha adquirido ya el estatus de lo que se da por
descontado y su carácter científico ni siquiera se constituye en
objeto de reflexión. Independientemente de que en muchas
ocasiones goce o no de una validez predictiva, la tan a menudo
admirable lógica que adorna sus procesos de explicación de los
problemas constituye un verdadero hechizo para quienes disfrutan
del rigor en el razonamiento, hasta el punto de desplazar toda
preocupación de si tales procesos corresponden o no a los de la
vida real. En todo caso, muchos estarán dispuestos a observar
rápidamente que no tienen por qué corresponder, porque
desempeñan tan sólo el papel de modelos de interpretación y en
eso consiste su utilidad.
Pero ésta claro también, otras cosas aparte, que esta posición
adquiere su relativa firmeza suponiendo la validez de determinadas
concepciones de comportamiento racional, escasez de recursos,
fines competitivos entre sí, entre otros. Conceptos que están
sometidos a intenso debate en este momento, como hemos visto al
menos en el caso de la concepción neoclásica de racionalidad.
Como quiera que sea, este primer plano del panorama refleja un
ambiente de optimismo, una cierta posesión apacible de la verdad
científica en manos de los economistas.
Hace ya unos 30 años, un autor que, por esa década de los sesenta,
ya era ampliamente reconocido, alertaba al mundo sobre un nuevo
“fantasma que nos ronda”, en de “una sociedad completamente
deshumanizada”. Con gran convicción, Erich Fromm orientaba el
pensamiento del lector a lo que, a su juicio, encerraba la causa del
problema. En su búsqueda de la verdad de conocimiento y de
dominio de la naturaleza en ser humano ha logrado un éxito
tremendo, pero unilateral. En su avance en la técnica y en el
consumo material perdió contacto consigo mismo y con la vida. Al
final, en la visión del autor, nos toparemos con “la sociedad
deshumanizada del año 2000”, suponiendo que no nos destruya
antes la guerra nuclear. Puede ser el comienzo de un periodo en
que cesaríamos de ser humanos y nos transformaríamos en
maquinas que no piensan ni sienten.
Para un desencuentro
A la luz de lo expuesto en estos apartados, podemos señalar que
toda pretensión de fundamentar un “pensamiento económico
único” cierra el paso a esa colaboración fecunda interdisciplinar de
la que hemos hablado y, al mismo tiempo, bloquea las posibilidades
de desarrollo disciplinar propias de la economía porque traiciona su
vocación de instrumento interpretativo y transformador de la
realidad. Hemos descubierto también que una pretensión como la
mencionada se construye de diversas formas que se refuerzan
mutuamente.
Para un encuentro
Revitalizando la economía