Libro "Reforma Del Sistema Procesal Penal" AMAG 2008
Libro "Reforma Del Sistema Procesal Penal" AMAG 2008
Libro "Reforma Del Sistema Procesal Penal" AMAG 2008
REVISTA INSTITUCIONAL Nº 8
MARZO, 2008
“REVISTA INSTITUCIONAL Nº 8”
ACADEMIA DE LA MAGISTRATURA
Jr. Camaná N° 669, Lima 1, Perú
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Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca “Este documento ha sido elaborado con la ayuda financiera
Nacional del Perú N° 2001-2105 de la Unión Europea, a través del Proyecto de Apoyo a la
ISSN 1998-1902 Reforma del Sistema de Justicia del Perú- JUSPER. Su
contenido es de exclusiva responsabilidad de sus autores
Diseño, diagramación e impresión: y no refleja necesariamente las opiniones del Proyecto ni
Gráfica Técnica SRL de la Unión Europea”.
Contenido
Nº de pág.
PRESENTACIÓN
Dra. Gladys Echaiz Ramos
Fiscal Suprema
Presidenta de la Academia de la Magistratura 5
INTRODUCCIÓN 7
ARTÍCULOS Y ENSAYOS 11
3
Nº de pág.
ANEXO
JURISPRUDENCIA SOBRE EL NUEVO CÓDIGO PROCESAL PENAL 271
4
Presentación
En la Constitución de 1993 se incorpora -por primera vez en la legislación peruana- a la
Academia de la Magistratura como institución oficial del Estado, otorgándole la finalidad de
desarrollar un sistema integral de formación y capacitación de jueces y fiscales, en todos sus
niveles y en todas las regiones del país, que incorpore en la formación de los futuros magistrados
los valores éticos y de justicia, así como una serie de reflexiones para una mejor administración
de justicia como parte del sistema democrático y del Estado de Derecho en el Perú.
Es por ello que la Visión y Misión que se ha trazado la Academia de la Magistratura (AMAG)
como institución académica no solo considera la formación, capacitación y perfeccionamiento
de los operadores de justicia sino, fundamentalmente, la gestión de calidad y la excelencia
académica en todas sus áreas, considerando entre éstas a la investigación multidisciplinaria,
interdisciplinaria y transdiciplinaria relacionadas al ámbito judicial y fiscal, extendiéndose hasta
los auxiliares de justicia.
En esa perspectiva, la AMAG viene publicando desde 1996 una amplia variedad de textos,
artículos, ensayos y análisis sobre diferentes ramas del derecho y las ciencias sociales en sus
diferentes revistas especializadas. Asimismo ha realizado Convenios de Cooperación Académica
en el marco del Decreto Legislativo Nº 822 y sus normas conexas sobre Derechos de Autor,
que permitirá que los autores cedan gratuitamente sus derechos patrimoniales de autor y a
cambio recibirán el reconocimiento por la publicación, la difusión de su obra y un porcentaje
simbólico de dinero por el tiraje
5
Tan alta función requiere de un trabajo intenso, honesto, responsable y comprometido
con la calidad y la excelencia educativa, valores que la Academia de la Magistratura ostenta.
En ese sentido, y con la finalidad de cumplir con dichos objetivos, las revistas de nuestra
institución tienen determinadas exigencias y características básicas de la gestión editorial, tales
como el registro del código ISSN y las características estandarizadas de los contenidos:
instrucciones a los autores, elaboración de las referencias bibliográficas, exigencia de originalidad,
resumen y palabras clave en español e inglés, entre otros.
Es importante mencionar que las publicaciones que realiza la AMAG no están en venta;
son distribuidas en forma gratuita a los magistrados del Poder Judicial, el Ministerio Público y
demás instituciones afines como parte del desarrollo de las alianzas estratégicas establecidas
vía convenios con diferentes instituciones integrantes del sistema de administración de justicia
y de la ciencia, la investigación, la cultura y la educación, a nivel nacional e internacional.
Tiene en sus manos la octava edición de este esfuerzo académico que se hace posible
gracias a la participación de magistrados, investigadores y docentes, quienes aportan sus
conocimientos y experticia para formar una completa praxis jurídica que guíe las decisiones
de nuestros magistrados y fiscales.
En este camino es importante contar con una publicación que permita presentar los logros
alcanzados, los conocimientos obtenidos, los discernimientos derivados; cúmulo de saber
que debe proyectarse en los magistrados, investigadores, y futuros magistrados, labor que la
Revista Institucional cumple a cabalidad.
6
Introducción
En la última década asistimos en el ámbito jurídico a nuevas e importantes exigencias como
producto de la globalización y las innovaciones en la ciencia y la tecnología. Estos retos los asume
la Academia de la Magistratura -AMAG- como organismo de formación, capacitación y
perfeccionamiento de los magistrados del Poder Judicial y Ministerio Público en sus diferentes
grados a nivel nacional, así como del personal auxiliar que apoya en las labores de justicia; todo
esto expresado en su Visión y Misión y en las diferentes herramientas de gestión que empiezan
a desarrollarse en lo académico y administrativo, como parte de los planes que siguen las líneas
directrices establecidas para sus diferentes actividades y acciones en el presente año 2008.
En ese sentido, nos hemos propuesto elevar el nivel de formación y capacitación, además
de lograr una mayor descentralización de nuestras actividades no solo en nuestras subsedes
de Arequipa, Cusco y Lambayeque sino también a nivel nacional, apoyando la reforma y
modernización del Sistema Judicial y contribuyendo a que éste sea más eficaz y se encuentre
al alcance de los ciudadanos de a pie mediante el debate, el análisis, la lluvia de ideas, la
propuesta y solución de problemas; contando para ello con el espacio que abre a todos los
magistrados y juristas las páginas de la Revista Institucional de la Academia de la Magistratura,
que están a vuestra disposición.
7
En relación a la producción, a los Juzgados ingresaron 4,496 expedientes: 1,453 nuevos y
3,000 adecuados, generando un promedio de 374 expedientes al mes. Si se suman a estas
cifras los requerimientos que vienen de las Fiscalías, se llegaría a 6,087 ingresos para 14
Juzgados y veinte Magistrados. Es de señalar también que en el primer año de aplicación del
NCPP se resolvieron 1,454 procesos principales; de ellos 1,127 fueron adecuados y 327
nuevos; en resumen se puede afirmar que los procesos penales han durado menos de doce
meses, todo lo contrario al Código anterior en el que habitualmente los procesos duraban
años. Por último, en relación a la Policía Nacional y el Ministerio Público, ambas instituciones
desempeñaron el rol de filtros de los casos que ingresan y se procesan, lo que es importante
para prevenir la carga y permitir la celeridad en el Poder Judicial.
Por eso afirmamos, una vez más, que la difusión de los conocimientos científicos en materia
de derecho es uno de nuestros objetivos, así como servir de nexo entre los magistrados y
profesionales de las áreas jurídicas y la sociedad, contribuyendo al intercambio de ideas, por
lo que la Revista Institucional Nº 8 es un instrumento más para la formación de los participantes
dentro y fuera de la AMAG.
De allí la importancia de contar con una publicación cuya razón de ser sea mostrar los
estudios, análisis y críticas que se formulan sobre los diversos ámbitos del quehacer legal, y
esta octava edición considera diversos temas que van desde el estudio detallado de normas y
leyes, pasando por el análisis filosófico de las razones verdaderas del derecho, sin olvidar las
críticas y comentarios realizados sobre las normas en reforma; un variado repertorio que
hemos consolidado para nuestros lectores.
Así tenemos que el Dr. Samuel B. Abad Yupanqui, en su texto “Los derechos tutelados por
el amparo – El debate respecto a su contenido constitucionalmente protegido”, analiza las
8
causas que han originado una sobre dimensión de casos vinculados con acciones de amparo
que no corresponden a una verdadera afectación de los derechos constitucionales. Por su
parte el Dr. Juan Aurelio Abregu Baez, en el documento “Interpretación a contrario sensu y el
problema de derrotabilidad de las normas”, desarrolla una metodología que intenta ser un
medio racional para explicar el razonamiento humano sobre este término, aplicando hipótesis
y demostraciones lógicas sobre las mismas.
Por su parte el Dr. Víctor García Toma, en el artículo “El derecho a la igualdad”, realiza un
análisis detallado de este derecho, una de las conquistas más importantes de la Revolución
Francesa y de la Revolución Americana, mostrando su aplicación en la ley y las diferencias que
ésta tiene respecto de otros términos como discriminación y diferenciación. Para cerrar este
acápite contamos con el texto del Dr. Dino Carlos Caro Coria titulado “Sobre la persecución
de crímenes internacionales en la jurisprudencia penal peruana”, quien analiza las sentencias
que emitieron nuestras Salas Supremas y Superiores sobre los diversos crímenes internacionales
que se perpetraron en nuestro país durante la época del terrorismo, contrastando lo opinado
por el Tribunal Constitucional versus la Corte Interamericana de Derechos Humanos, generando
así un corpus de conocimiento bastante completo sobre el tema. El Dr. Máximo Ugarte Vega
Centeno realiza el estudio” Derechos Humanos y Racismo en la Unión Europea”, donde
explica y analiza las normas internacionales y los compromisos internacionales y comunitarios
europeos mediante sus declaraciones del Consejo y Parlamento Europeo sobre los derechos
humanos y como hacer frente a la discriminación.
Nuestra publicación también tiene como finalidad difundir las nuevas leyes y normas que
se están implementando en nuestro país, y en esta edición contamos con tres artículos que
nos permiten conocer un poco más acerca del Nuevo Código Procesal Penal (NCPP), que
como ya tenemos conocimiento entró en vigencia en las Cortes de Huaura y La Libertad. Así
tenemos que el Dr. Mario Pablo Rodríguez en el artículo “Los principios de la reforma y el
título preliminar del Nuevo Código Procesal Penal (NCPP)”, realiza un estudio integral en
materia procesal penal y de los principios que rigen al NCPP, además de comentar los problemas
que se presentarán para su implementación. El texto “Sistema acusatorio, Código Procesal
Penal y lucha contra la corrupción en el sistema peruano de administración de justicia” del Dr.
Fidel Rojas Vargas, analiza la capacidad que tiene este nuevo código y sus mecanismos para
hacer frente a la corrupción.
9
El Dr. Alcides Chinchay Castillo, en el documento “La difícil convivencia: la verdad para
descubrir y la verdad para construir en el Código Procesal Penal”, evalúa el esquema de
verdad que se maneja en el proceso penal y lo contrasta contra la labor de investigación del
Fiscal y de la Policía. Finalmente el Dr. Pablo Talavera Elguera nos brinda un desarrollado
estudio del derecho al debido proceso, del derecho fundamental a la prueba, y del derecho
a la presunción de la inocencia, descritos en el texto “Bases constitucionales de la prueba
penal en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional”.
Como la publicación analiza diversos temas vinculados con el derecho, hemos considerado
conveniente incluir el artículo “Análisis médico legal y psiquiátrico forense en un homicidio
relacionado al consumo de alcohol” elaborado por el Dr. José Luis Pacheco De La Cruz y la
Dra. Nancy Elizabeth De La Cruz Chamilco, donde conoceremos un poco más acerca del
protocolo completo realizado a un acusado de homicidio para establecer las pruebas que lo
vinculan con el caso.
Como podemos apreciar, esta octava edición de la Revista Institucional es una publicación
integral que cuenta con diferentes secciones donde los lectores pueden participar, contribuyendo
con trabajos originales a partir de sus investigaciones científicas; es decir se trata de abarcar
diversos temas del derecho que son de suma utilidad para el conocimiento y actualización de
nuestros magistrados, colaborando, de esta manera con la formación continua de los hombres
de leyes de nuestro país y promoviendo fundamentalmente el encuentro entre investigadores
del área y la difusión de las investigaciones relevantes.
10
Artículos y Ensayos
11
12
LOS DERECHOS TUTELADOS
POR EL AMPARO
El debate respecto a su contenido constitucionalmente protegido
Sumario:
I. Tutela de derechos constitucionales. Las diversas modalidades adoptadas. II. La
exigibilidad de los derechos sociales. III. Derechos con sustento constitucional
directo: la pretendida “inflación” de derechos fundamentales. IV. La tesis del
contenido esencial de los derechos fundamentales y su indebida aplicación al proceso
de amparo. V. A manera de reflexión final.
De acuerdo con la Constitución, el amparo procede contra el hecho u omisión por parte
de cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los derechos
reconocidos por la Constitución, distintos a la libertad individual y a los derechos tutelados
por el hábeas data. La doctrina1 suele mencionar determinados presupuestos específicos
para su procedencia. Ello no excluye la existencia de otros, como por ejemplo, los que
determinan su procedencia contra resoluciones judiciales o contra normas, sino tan solo se
trata de rescatar los presupuestos aplicables a todo proceso de amparo.
En este sentido, el artículo 5 del Código contempla diez causales de improcedencia que
determinan los casos en los cuales el juez puede abstenerse de ingresar al fondo de la
controversia porque no se cumplen los presupuestos básicos para la viabilidad de este proceso.
A partir del análisis de las referidas causales de improcedencia puede apreciarse el “modelo
de amparo” adoptado. Así puede afirmarse que el amparo constituye una manifestación de
la denominada tutela de urgencia que sólo garantiza el contenido constitucionalmente protegido
de un derecho fundamental (inciso 1), que es subsidiario (incisos 2, 3 y 4), donde el acto
lesivo debe subsistir o ser reparable al momento de presentarse la demanda (inciso 5), que no
puede cuestionar en supuestos excepcionales los actos de determinados poderes públicos
(incisos 6, 7 y 8), que no sustituye al proceso competencial si la controversia se suscita sobre
las atribuciones o competencias de entidades de derecho público (inciso 9) y que debe
presentarse dentro de un plazo determinado (inciso 10).
Una de las normas que más debate ha generado ha sido la prevista por el inciso 1 del citado
artículo 5 –y el artículo 38– que en ocasiones el Tribunal Constitucional ha tratado de asimilar
como sinónimo del denominado “contenido esencial”. Es el tema que pretendemos abordar en
las líneas siguientes.
1 Seguimos el esquema utilizado por el procesalista uruguayo Enrique VÉSCOVI. (1988) p. 476 y ss.
13
Revista Institucional Nº 8
1. La tesis muy amplia señala que el amparo no sólo protege los derechos constitucionales
incluyendo a la libertad individual, sino también derechos que no gozan de aquel rango
pero que llegan a ser tutelados debido, en ocasiones, a una interpretación extensiva de
una norma constitucional. Esta posición ha sido acogida en la experiencia mexicana, cuando
comprende al hábeas corpus dentro del amparo, y cuando admite la procedencia del
llamado “amparo–casación” o “amparo–recurso” en defensa de la legalidad de las
resoluciones judiciales, es decir, de la exacta aplicación de la ley. La reforma constitucional
argentina (artículo 43) parecería inscribirse en esta tesis al señalar que el amparo procede
cuando se afecten derechos reconocidos por “esta Constitución, un tratado o una ley”.
2. La tesis amplia admite el amparo en resguardo de todos los derechos reconocidos por la
Constitución, con excepción de la libertad individual. Se excluyen así aquellos derechos
que no gozan de raíz constitucional, e incluye a los derechos constitucionales de naturaleza
patrimonial, a los derechos sociales y a los que se fundan en la dignidad del ser humano o
en los principios que orientan un estado democrático de derecho.
14
Los Derechos Tutelados por el Amparo
A nuestro juicio no existe tal aparente distinción. En efecto, los derechos no previstos
en el primer capítulo también gozan de la protección reforzada de los procesos
constitucionales, pues el artículo 200 señala que el amparo protege todos los derechos
reconocidos por la Constitución sin distinguir en función de su ubicación. Asimismo, la
cláusula abierta –prevista por el artículo 3, ubicado en el primer capítulo de la
Constitución 5 – permite afirmar que también son derechos fundamentales los demás
reconocidos por ella, así no se encuentren ubicados en el capítulo primero e incluso los
“derechos implícitos”, es decir, aquellos no previstos constitucionalmente al amparo de la
teoría de los “derechos innominados”. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional, por
ejemplo, cuando reconoció el derecho a la verdad6 y una mayor amplitud a los derechos
de los consumidores y usuarios7. Por lo demás, en nuestro ordenamiento jurídico, no
existen diferencias entre las expresiones derechos constitucionales, derechos fundamentales
y derechos humanos.
La derogada Ley Nº 23506 (artículo 24) ratificó lo expuesto pues estableció una enumeración
amplia y abierta de derechos susceptibles de ser tutelados por el amparo. En efecto, luego de
precisar en veintiún incisos los derechos protegidos por el amparo agregó en su inciso 22 que
también tutelaba “los demás derechos fundamentales que la Constitución consagra”. El Código
Procesal Constitucional mantiene similar posición (artículo 37 inciso 25), pero explicita algunos
derechos que no aparecían en el catálogo de la Ley Nº 23506 como el derecho a la
remuneración, a la pensión, a la salud, al medio ambiente, entre otros. Asimismo, al reconocer
el derecho a la igualdad, visibiliza algunos supuestos específicos de discriminación, como sucede
con la prohibición de discriminación por orientación sexual, inspirándose en lo dispuesto por
el Tratado de Amsterdam firmado el 2 de octubre de 1997 (artículo 6a), en la Carta de los
Derechos Fundamentales de la Unión Europea (artículo 21.1) firmada el 7 de diciembre del
2000 y en la Carta Andina para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos firmada
el 26 de julio del 2002 (artículo 53).
De otro lado, la cuarta disposición final y transitoria de la Constitución señala que “Las
normas relativas a los derechos y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretan
de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y
acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el Perú”. Al respecto, el
Tribunal Constitucional ha establecido que dicha disposición implica:
5 Según la cual “la enumeración de los derechos reconocidos en este capítulo no excluye los demás que la
Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o en los
principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático y de la forma republicana de gobierno”.
6 En el caso Genaro Villegas Namuche (Exp. Nº 2488-2002-HC/TC, El Peruano –Separata Jurisprudencia- 29 de
marzo de 2004, p. 6001).
7 Así lo expuso en el Exp. Nº 0008-2003-AI, F. J. Nº 22, resuelto el 11 de noviembre del 2003.
15
Revista Institucional Nº 8
Felizmente, dicha norma no siempre fue tomada en cuenta. Así por ejemplo, algunas
demandas de amparo presentadas contra el Estado por personas con VIH – SIDA para que se
les proporcione medicamentos antiretrovirales fueron declaradas fundadas por la Corte
Superior de Lima (Exp. Nº 2483–2002, Cuarta Sala Civil, sentencia de 4 de junio de 2003;
Exp. Nº 1454–2002, Sexta Sala Civil, sentencia de 9 de mayo de 2003)10, pese a que ello
implicaba un gasto para el Estado.
8 La Ley Nº 23506 aludía a la Constitución de 1979 cuya norma citada decía que “Las disposiciones constitucionales,
que irrogan nuevos gastos e inversiones se aplican progresivamente. La Ley Anual del Presupuesto contempla el
cumplimiento gradual de esta disposición”. En la actualidad, la Carta de 1993 mantiene una claúsula similar
(undécima disposición final y transitoria) al señalar que “Las disposiciones de la Constitución que exijan nuevos o
mayores gastos públicos se aplican progresivamente”.
9 CARPIO MARCOS, Edgar. (2004) p. 152.
10 LUNA CERVANTES, Eduardo. (2003) p. 157.
16
Los Derechos Tutelados por el Amparo
En esta materia la experiencia comparada resulta sumamente aleccionadora; así por ejemplo,
la Corte Constitucional colombiana, en la sentencia C–177/0513, ha precisado los alcances
del principio de progresividad de los derechos sociales cuando se logra “un determinado nivel
de protección” y ha determinado en qué casos un retroceso puede resultar inconstitucional.
17
Revista Institucional Nº 8
A nuestro juicio, los problemas presentados no se resuelven estableciendo que sólo ciertos
derechos pueden tutelarse a través del amparo. En esta materia resulta imprescindible
determinar que se trata de un derecho con sustento constitucional directo y efectuar un
adecuado ejercicio de interpretación constitucional para evitar la “inflación” de derechos e
impedir que se abra la puerta al amparo en casos en que no corresponde. Asimismo, se
requiere diseñar un amparo realmente excepcional para que se acuda a la vía constitucional
en los casos en que la urgencia de tutela lo justifique. Por ello, resulta bastante expresiva la
terminología utilizada por la experiencia brasilera que señala que el “mandado de seguranqa”
o amparo sólo, procede cuando existe un “derecho líquido y cierto”16. Tal expresión no ha
sido recibida en nuestra jurisprudencia, aunque fue acogida en algunos casos excepcionales
por la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima (Exp. Nº 2289–2001, El Peruano
–Separata Jurisprudencia– 24 de agosto de 2002, p. 5338) al precisar que:
18
Los Derechos Tutelados por el Amparo
Diversas opiniones se han esgrimido para determinar cuando se está en presencia del “contenido
constitucionalmente protegido” de un derecho susceptible de tutela a través del amparo. Para
tratar de explicarlo, en ocasiones se ha asimilado la tesis europea del “contenido esencial” al
proceso de amparo20; otros autores han propuesto pautas puntuales para determinar el contenido
de un derecho21; y el Tribunal Constitucional no siempre ha contado con una posición uniforme,
resaltando –eso sí– qué debe ser determinado en cada caso concreto.
Cuando se elaboró el Anteproyecto de Código, lo que se trató de evitar con dicha expresión
fue la extensión indebida del contenido de un derecho fundamental para forzar el empleo
del amparo. No se pretendió trasladar la tesis del “contenido esencial” para explicarlo, sino
tan sólo fijar un criterio general que contribuya a evitar excesos y que el juez, en los casos que
lleguen a su conocimiento, pueda ir determinando. No obstante, las normas tienen vida
propia y por ello a partir de la vigencia del Código se han suscitado diversas interpretaciones.
• En primer lugar, una explicación histórica22. La tesis del contenido esencial surge en
Alemania como una reacción destinada a evitar los excesos cometidos contra los derechos
fundamentales por parte del legislador. En efecto, las limitaciones y restricciones indebidas
de los derechos fundamentales ocurridas en dicho país durante la experiencia nacional
socialista, así como la impotencia de la Constitución de Weimar (1919) para evitar estos
excesos, propiciaron una natural desconfianza hacia el legislador ordinario que explica el
origen del artículo 19 de la Ley Fundamental de Bonn (1949)23. Mediante aquel dispositivo
le fue expresamente prohibido al legislador efectuar cualquier afectación al contenido
esencial de los derechos fundamentales24. La experiencia alemana ha servido de fuente
de inspiración de otros textos constitucionales, tal como ha ocurrido con el artículo 18.3
de la Constitución portuguesa de 197625, el artículo 53 de la Constitución española de
19
Revista Institucional Nº 8
197826, diversas Constituciones de Europa del Este y el artículo 52.1 de la Carta europea
de derechos fundamentales27.
“...aplicable a los actos no normativos del Poder Ejecutivo o a las decisiones del
Poder Judicial. (…) La aplicación de la garantía del contenido esencial de los
derechos fundamentales presupone la existencia de una ley que sea susceptible
de ser controlada constitucionalmente. Dicha ley es consecuencia de la aplicación
de una reserva de ley”29.
26 Artículo 53.
1. Los derechos y libertades reconocidos en el capítulo II del presente título vinculan a todos los poderes públicos.
Sólo por ley, que en todo caso deberá respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales
derechos y libertades, que se tutelarán de acuerdo con lo previsto en el artículo 161.1.a.
27 Artículo 52. Alcance de los derechos garantizados
1. Cualquier limitación del ejercicio de los derechos y libertades reconocidos por la presente Carta deberá ser
establecida por la ley y respetar el contenido esencial de dichos derechos y libertades. Sólo se podrán introducir
limitaciones, respetando el principio de proporcionalidad, cuando sean necesarias y respondan efectivamente a
objetivos de interés general reconocidos por la Unión o a la necesidad de protección de los derechos y libertades
de los demás.
28 HABERLE, Peter. (2003) p. 221.
29 GAVARA DE CARA, Juan Carlos. (1994) p. 202.
30 PÉREZ TREMPS, Pablo. (2004) p. 58.
31 Dicha tesis posiblemente ha inspirado lo dispuesto por el artículo 11 del Reglamento Normativo del Tribunal
Constitucional (Resolución Administrativa 031–2006–P/TC) que incluye como un supuesto adicional para la
procedencia del recurso de agravio constitucional que “el recurso no se refiera a la protección del contenido
esencial del ámbito constitucionalmente protegido de un derecho fundamental”.
20
Los Derechos Tutelados por el Amparo
Estos argumentos lo llevaron a concluir que el contenido esencial del derecho a la pensión
suceptible de tutela por el amparo está constituido por el acceso al sistema de seguridad
social, el respeto de los requisitos para obtener una pensión, el derecho a contar con una
pensión mínima, el acceso a una pensión de sobrevivencia si se cumplen los requisitos legales
y el respeto a la igualdad material. Los demás aspectos, como por ejemplo el “reajuste
pensionario o a la estipulación de un concreto tope máximo a las pensiones, no se encuentran
relacionadas a aspectos constitucionales directamente protegidos por el contenido esencial
del derecho fundamental a la pensión”.
Cabe recordar que en una sentencia anterior, al referirse al contenido del derecho a
la pensión (Exps. Nº 050–2004–AI, Nº 051–2004–AI, Nº 004–2005–PI, Nº 007–2005–PI,
Nº 009–2005–PI), el Tribunal Constitucional acogió la tesis, que en su momento asumió el
Tribunal Constitucional español, de los tres círculos concéntricos de un derecho para indicar
que, a su juicio, existía un contenido esencial, uno no esencial y otro adicional del derecho a
la pensión (F.J. 115). En la actualidad en España
21
Revista Institucional Nº 8
Un aspecto problemático planteado por Pablo Pérez Tremps es la determinación del “límite
entre constitucionalidad y legalidad” a fin de establecer el “alcance material de dichos derechos
fundamentales”35. Señala el citado autor que “el ámbito de protección de un derecho no
puede hacerse sólo desde el análisis de la norma fundamental. Habrá de acudirse, además, a
otras normas, en especial a las correspondientes leyes de desarrollo del derecho o derechos
en cuestión”36. Sin duda el margen mayor de intervención del legislador se presentará
tratándose de los denominados derechos de configuración legal, tal como sucede con el
derecho de participación política o la tutela procesal efectiva.
El amparo peruano, a diferencia de otros ordenamientos jurídicos, tutela todos los derechos
reconocidos por la Constitución distintos a la libertad individual y a los protegidos por el
proceso de hábeas data. El artículo 3 de la Constitución contiene una claúsula abierta al
señalar que los derechos fundamentales son todos los derechos reconocidos por la Constitución
y, además, aquellos que derivan de la dignidad del ser humano y del Estado democrático de
derecho. Ello permite el reconocimiento de derechos fundamentales implícitos, tal como lo
ha precisado el propio Tribunal Constitucional. En el ordenamiento jurídico peruano no existen
diferencias entre los derechos constitucionales y los derechos fundamentales.
Por ello, resulta indispensable comprender que el amparo sólo protege los derechos que
derivan de manera directa e inmediata de la Constitución, tal como lo dispone el Código
Procesal Constitucional. Tales derechos deben ser interpretados y delimitados en cada caso
concreto de acuerdo con los tratados sobre derechos humanos y conforme a la jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y del Tribunal Constitucional. La tesis
europea del “contenido esencial” cuenta con raíces y finalidades distintas que no aportan a
dicho esfuerzo.
22
Los Derechos Tutelados por el Amparo
BIBLIOGRAFÍA
23
24
INTERPRETACIÓN A CONTRARIO SENSU
Y EL PROBLEMA DE DERROTABILIDAD
DE LAS NORMAS
Sumario:
I. Introducción. I.1 Relevancia del problema relativo a la interpretación Contrario
Sensu. I.2 Definición de Contrario Sensu. I.3 Problemática relativa al Contrario
Sensu. II. Desarrollo de la problemática. II.1. Primer Problema. II.2. Segundo
Problema. II.3. Tercer Problema. III. Conclusiones.
I. INTRODUCCIÓN
El campo del presente trabajo es el de la teoría jurídica, campo con aroma –supuestamente–
etéreo, pero tal suposición es un error, ya que la teoría jurídica y la práctica pueden llegar a
ser dos aspectos de un mismo cuerpo o de una misma actividad, en este caso de la actividad
jurídica.
Por ejemplo, en el contexto jurisdiccional, la citada actividad tiene en sus tramos finales la
decisión y en los tramos inmediatos anteriores están las razones justificatorias de tal decisión y
esas razones son expuestas estelarmente en la motivación, y gran parte de esa motivación
posee un contenido netamente teórico, compuesto por conceptos, definiciones, ideología,
creencias, doctrina, jurisprudencia, inferencias deductivas e inductivas; en fin, todo aquello
que ocupa la mente razonante del juzgador de un caso individual.
En primer lugar, me ocuparé del cómo debe realizarse la interpretación a contrario sensu,
y en la parte final me ocuparé de ésta interpretación y su relación con el problema de
derrotabilidad de las normas.
Esta introducción la iniciaré con las definiciones del término interpretación en general
y de interpretación a contrario sensu; al respecto hago la siguiente salvedad: opto por
alejarme de las definiciones esencialistas y me inclino tan solo por las pragmáticas; es
25
Revista Institucional Nº 8
Uno de los usos menos vigentes de dicho término es el que considera que interpretar es la
acción de descubrir el significado de un símbolo y, en cuanto a la interpretación de textos
jurídicos, se considera que solo se interpretan textos oscuros porque en los claros no hay
nada que interpretar. Incluso Miro Quesada, en “Ratio Interpretandi”, deja entrever este
último concepto.
Ejemplo 1:
Ejemplo 2:
Ejemplo 3:
A = un texto normativo cuya lectura es la siguiente: “El que por dolo o culpa cause daño
a otro está obligado a indemnizarlo”, y
B = el concepto atribuido por un juez cuyo contenido es el siguiente: “la persona que
intencionalmente o por una falta al deber de cuidado produzca un menoscabo al
interés de otro, tendrá la obligación de sufragar los costos del menoscabo sufrido y
además estará obligado a darle un plus económico como compensación al daño moral,
conforme a un criterio racional de justicia”
26
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Ejemplo 4:
B = un artículo redactado por un doctrinario sobre “ser humano” que dice así: “animal
con capacidad racional, actual o potencial, con existencia a partir de los treinta días de
su concepción hasta su muerte cerebral”
Ejemplo 5:
Ejemplo 6:
De los citados ejemplos se puede advertir que éstos corresponden a diferentes modalidades
de relacionar o asociar objetos, veamos cada uno de ellos: En el Ejemplo 1 un objeto físico se
asocia a una ideología política. En el Ejemplo 2 un hecho se asocia a la descripción jurídica del
hecho. En el Ejemplo 3 un texto se asocia a un concepto. En el cuarto ejemplo un concepto se
asocia a un texto. En el quinto ejemplo un concepto se asocia a otro concepto. En el último
ejemplo un texto se asocia a otro texto pero en sentido contrario.
Sobre el particular cabe hacer una primera aclaración respecto a la nomenclatura usada:
cuando utilizo el término “objeto” me refiero a toda entidad física o ideal; asimismo llamo
“hecho” a la relación de dos o más objetos, ejemplo Caín mata a Abel: cuando el objeto Caín
se relaciona con el objeto Abel mediante el suceso matar y esta acción última constituye un
tercer objeto.
27
Revista Institucional Nº 8
Inferencia 1:
Inferencia 2:
Inferencia 3:
1° premisa = “Todos los seres con capacidad racional actual o potencial son seres humanos”.
2° premisa = “Todos los concebidos de treinta días son seres con capacidad racional actual o potencial”.
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
Por tanto todos los concebidos de treinta días son seres humanos.
Inferencia 4:
28
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Está demás recalcar cómo, en los citados casos, la actividad interpretativa involucra clasificar,
inferir, argumentar, crear, subsumir, aplicar, decidir, etc., resultando complicado escindir la
actividad interpretativa del resto de actividades.
• La cognocitivista la cual considera que los textos jurídicos tienen un significado propio; por
tanto, el resultado de la actividad interpretativa puede ser falso o verdadero. En otros
términos, la interpretación puede ser correcta o incorrecta, de manera concluyente.
• La no cognocitivista, la cual considera que los textos carecen de significado propio, por
tanto no se puede predicar falsedad ni verdad de una interpretación X; en consecuencia,
la interpretación es una actividad cuyo resultado es una decisión de adjudicación de un
37 Esta clasificación relativa a las concepciones de interpretación es usada en J.J. MORESSO y J.M. VILAJOSANA
(2004). Introducción a la Teoría Jurídica. Madrid. Marcial Pons Ediciones Jurídicas y Sociales S.A.
29
Revista Institucional Nº 8
• Concepción intermedia que es sostenida por H.L.A. Hart, quien considera que la actividad
interpretativa y sus resultados oscilan entre el “noble sueño” de la concepción cognocitivista
y la “pesadilla” de la concepción no cognocitista; es decir, que la interpretación a veces es
un acto de descubrimiento del significado dado por el legislador o por la comunidad y
otras veces es una decisión que toma el intérprete para atribuir un significado a un texto;
pero en cualquier caso debe primar la racionalidad para la solución de la problemática
interpretativa.
La relevancia del problema consiste en la falta de uso de ciertas reglas para realizar una
correcta interpretación a contrario sensu, interpretación que se logra evitando incurrir
en la famosa falacia de “negación del antecedente”, falacia que trae -por ejemplo- la
negación arbitraria de derechos fundamentales e incluso provoca decisiones contra
legen porque el aplicador de una norma muchas veces priva de una consecuencia
normativa pro derechos cuando la norma no restringe tales derechos. En tal sentido, el
presente trabajo intentará dar algunas luces para una correcta interpretación normativista
y para la optimización del principio de tutela jurisdiccional efectiva.
30
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
A continuación precisaré también el uso que hago de ciertos términos tales como:
texto normativo, disposición normativa y norma. En cuanto a texto normativo lo
utilizo como sinónimo de disposición normativa, y norma vendría a ser el significado
de la disposición normativa. Sin embargo, por razones de economía redactora, en
lugar de decir interpretación de la disposición normativa diré interpretación de la
norma.
Tanto jueces como abogados se encuentran a diario con el citado tema y juristas teóricos
y filósofos del derecho, que van desde el alemán Klug hasta el español García Amado,
pasando por Perelman, Tarello, Miro Quesada y otros, se han ocupado del problema
desde diferentes perspectivas. Por mi parte señalaré a continuación los problemas que
considero más relevantes:
38 Esta es la clasificación y nomenclatura usada por Klug en su obra Lógica Jurídica (1990) (traducción J. C. GARDELLA
a la 4ta edición original de 1982) Esta clasificación y nomenclatura es compartida por Marcial RUBIO (1993) en
Sistema Jurídico, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.
31
Revista Institucional Nº 8
Definiciones:
Formalización
p→q
Este es el tipo de implicación más usado por la lógica coligativa, y el nombre que se
le da es el de “implicación material” (para diferenciarla de la estricta). Asimismo, se
la suele denominar condicional simple.
Ejemplo 1.
1.A. Se afirma “que siempre, pero no sólo, que llueva el cielo va estar nublado”(V).
1.C. No se niega la posibilidad “que NO llueva y el cielo esté nublado” (día nublado
sin lluvia) (V).
32
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Formalización
p ⇒ q
Ejemplo 2
“Sólo si Juan tiene el virus del VIH; entonces Juan hará la enfermedad del SIDA”
p⇒q
2.A. Se afirma “que solo, pero no siempre, que se tenga el virus VIH, se hará la
enfermedad del SIDA (V)”.
2.C. Se niega la posibilidad de “que sin el virus VIH se pueda hacer la enfermedad
del SIDA (por tanto no se acepta que en ausencia de la condición se dé la
consecuencia)” (F).
33
Revista Institucional Nº 8
Formalización
p⇔q
Ejemplo 3.
p⇔q
3.A. Se afirma “que solo y siempre que X sea agua, X será H2O” (V).
3.C. También se niega “que X no sea agua y que X sea H2O” (F).
3.D. Pero no se niega “que X no sea agua y que X no sea H2O” (V).
34
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
a. Respecto a la Hipótesis A.
Demostración Caso 1
Paso 1. Tomemos una norma cualquiera de la Constitución Política del Estado Peruano
como el artículo 118, inciso 1: Corresponde al Presidente de la República: Cumplir
y hacer cumplir la Constitución y los tratados, leyes y demás disposiciones legales.
Condición:
Si “P” es Presidente de la República.
Consecuencia jurídica:
Entonces le corresponde cumplir y hacer cumplir la Constitución y los tratados,
leyes y demás disposiciones legales.
Paso 3. Apliquemos el contrario sensu al inciso 1 del artículo 118 sin usar el método
pertinente.
Paso 4. Comparación del contrario sensu del Paso 3 con el sistema jurídico peruano.
El resultado es una contradicción de la norma del Paso 3 con las normas vigentes,
que impone a las demás autoridades del Estado (que no sean el Presidente) cumplir
y hacer cumplir la Constitución y tratados que se hayan suscrito y demás leyes.
Demostración Caso 2.
Adviértase que se dice “siempre” y no “sólo”, de lo que se puede colegir que también
tendrán derecho a la nacionalidad los hijos de padre o madre peruanos nacidos en
el exterior, siempre que sean inscritos en el registro correspondiente.
35
Revista Institucional Nº 8
Este tipo de condición es reemplazable por otra (se puede prescindir de ella para
aplicar la consecuencia) pero es determinante, por lo que basta nacer en el territorio
peruano para tener derecho a su nacionalidad, es decir, es una condición suficiente
(ver condición suficiente).
Condición:
Siempre que se nazca en el territorio peruano.
Consecuencia:
Se tiene el derecho a la nacionalidad peruana.
p→q
_P
–––––––––––
_q
b. Respecto a la Hipótesis B
Demostración.
Ejemplo 1.
36
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Supuesto:
Sólo cuando se tiene 18 años.
Consecuencia:
Se puede tener derecho a voto
Por tanto en este tipo de condición si es posible aplicar el contrario sensu (negando
primero la condición y luego la consecuencia)
Ejemplo 2.
p ⇒ q
_p
–––––––––––
_q
c. Respecto a la Hipótesis C.
Es posible interpretar una norma X válidamente por contrario sensu, si y sólo si X es una
norma cuyo esquema lógico es el de una implicación recíproca (o equivalencia material).
Demostración:
Ejemplo 1.
Condición.
Siempre y solo cuando se trate de materia penal.
37
Revista Institucional Nº 8
Consecuencia.
Se podrá aplicar la retroactividad benigna.
Por tanto.
En este tipo también es posible aplicar el contrario sensu.
Ejemplo 2.
pq
_p
–––––––––
_q
Tabla (A.1)
IMPLICACIÓN EXTENSIVA
A1.1. Si p → Necesariamente q
A1.2 Si p → Imposible No q
A1.3 Si no p → Posiblemente q Aquí NO procede contrario sensu
A1.4 Si no p → Posiblemente No q Aquí NO procede contrario sensu
Tabla (A.2)
IMPLICACIÓN INTENSIVA
A2.1 Si p → Posiblemente q
A2.2 Si p → Posiblemente No q
A2.3 Si no p → Imposible q Aquí procede contrario sensu
A2.4 Si no p → Necesariamente No q Aquí procede contrario sensu
38
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Tabla (A.3)
Dada una norma N se siguen los siguientes pasos (que se fundan en la tabla A).
Paso 2. Pasar el test modal alético a la norma mediante las siguientes preguntas:
Ejemplo 1
Norma N2. Aquel que haya llegado a la mayoría de edad está obligado a votar en
las elecciones.
p→q
39 Luego viene la siguiente última pregunta solo en caso que se haya respondido afirmativamente a la primera.
40 Las respuestas deben buscar siempre alguna justificación en la interpretación sistemática.
39
Revista Institucional Nº 8
Segundo paso.
Pregunta 1
Pregunta 2
Tabla (B 1)
IMPLICACIÓN EXTENSIVA
B1.1 Si p → Obligatorio q
B1.2 Si p → Prohibido No q
B1.3 Si no p → Permisible q Aquí NO procede contrario sensu
B1.4 Si no p → Permisible No q Aquí NO procede contrario sensu
Tabla (B 2)
IMPLICACIÓN EXTENSIVA
B2.1 Si p → Permisible q
B2.2 Si p → Permisible No q
B2.3 Si no p → Prohibido q Aquí procede contrario sensu
B2.4 Si no p → Obligatorio No q Aquí procede contrario sensu
41 Lo del ejemplo, es verdad en el derecho peruano por cuanto una persona pese a ser mayor de 18 años, si no ha
sacado DNI, entonces no puede votar en las elecciones.
42 Para responder afirmativamente o negativamente es necesario hacer interpretación sistemática. Por ejemplo, en
el caso de N2 se debe buscar en el sistema las otras condiciones adicionales a la primera que también son
necesarias para estar permitido de votar.
40
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Tabla (B 3)
IMPLICACIÓN RECÍPROCA
B3.1 Si p → Obligatorio q
B3.2 Si p → Prohibido No q
B3.3 Si no p → Prohibido q Aquí procede contrario sensu
B3.4 Si no p → Obligatorio No q Aquí procede contrario sensu
Tomando en cuenta la tabla deóntica presentada, es posible utilizarla para que, por
descarte, se determine cuál es el tipo de norma a la cual uno se enfrenta.
Paso 1.
Se determina la estructura lógica y formalización de N.
Paso 2.
Se formulan las siguientes preguntas:
Ejemplo 1.
N2:
El que percibe una renta está obligado a pagar los impuestos.
43 Luego viene la última pregunta sólo en caso que se haya respondido afirmativamente a la primera.
44 Las respuestas deben buscar siempre alguna justificación en la interpretación sistemática.
41
Revista Institucional Nº 8
Paso 1.
Estructura lógica de N2: Si X percibe una renta entonces X está obligado a pagar
impuestos
p→q
Paso 2.
Paso 1:
Y en el sistema se encuentra otra norma expresa N3, de igual jerarquía pero posterior,
promulgada mediante otro cuerpo legal que agrega otras causales. Y se presenta el
caso de un trabajador que ha incurrido en la causal A.
Y el intérprete sólo toma la norma N3 porque considera que abrogó N2, y razona e
interpreta N3 contrario, señalando que si el trabajador no está incurso ni en la
causal C ni en la D, entonces no se le puede despedir.
El error puede deberse a una falta en la técnica interpretativa, por lo tanto dicho
intérprete debió haberse preguntado: si se niega el antecedente de N3 ¿está prohibido
que se de el consecuente q por norma expresa o tácita?
45 En el derecho peruano existen varios supuestos para que exista la obligación de pagar impuestos.
42
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
• La acción obligatoria = A
• La acción prohibida = E
Lo que equivale a afirmar que cualquier elemento p (caso regulado) del conjunto H
tiene la propiedad alfa (α) o beta (β), y si carece de las dos anteriores entonces tiene la
gamma(γ).
43
Revista Institucional Nº 8
44
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Ejemplo de ambigüedad
Por tanto, en ausencia del terremoto el hecho que “Hermenegildo done a Florencia”
cae en indeterminación, la cual se resuelve gracias al cálculo de intereses y sanciones,
en el sentido que el citado hecho nunca podría ser sancionable judicialmente y,
como diría Kelsen, si una conducta no es sancionable entonces no está prohibida y,
según la regla de la permisión débil (permiso tácito), si la conducta no está prohibida
está permitida y en este caso sí está permitido donar o no donar; entonces el
mencionado hecho “está facultado”.
Asimismo, de acuerdo a las Tablas Aléticas y Deónticas (ver tabla 4 y 5), esta cláusula
contractual no tiene la estructura de una implicación intensiva ni recíproca; por lo
tanto hemos estado frente a un caso en el que no procede el contrario sensu.
45
Revista Institucional Nº 8
Por tanto el citado hecho no está regulado por los operadores obligatorio, prohibido,
facultativo; es decir el caso no está cubierto de manera determinada por solución
maximal alguna, en consecuencia según Alchurron y Bulygin46, el caso es lagunoso
y ante un caso de laguna se podría crear norma facultativa que permita la donación,
considerando que dicha donación no restringe ni derecho ni interés alguno.
Desde esta perspectiva, tampoco sería aplicable el contrario sensu, esto muestra
que en los casos lagunosos resulta improcedente el contrario sensu47 de lo que se
deriva la tesis de que mediante el contrario sensu no se crea derecho como sí se
puede hacer mediante la analogía para casos de laguna.
Un ejemplo real, que merece ser citado, es el siguiente: el señor S solicitó al juzgado
J la devolución de la caución, pese a haber cumplido condena y las reglas de conducta.
El juzgado niega la solicitud gracias a haber efectuado un contrario sensu incorrecto
del artículo 188 del Código Procesal Penal (D.Leg.638), que a la letra dice:
46 ALCHURRON Y BULYGIN (2002) definen que un caso es lagunoso si carece de solución maximal alguna, y
conceptúan que las soluciones maximales son las siguientes: la prohibitiva, la obligatoria y la facultativa; es decir,
son soluciones que no implican ambigüedad, contrariamente al operador permisivo que resulta ser ambiguo o
indeterminado dado que puede tratarse de un permiso obligatorio como de un permiso no obligatorio.
47 La posición relativa a considerar que en los casos de laguna no procede el contrario sensu al parecer es
compartida por García Amado pero no así por Moreso y Vilajosana, en tanto estos últimos autores expresan que
el contrario sensu, en una de sus versiones, es aplicable incluso a casos de laguna. Tesis señalada en la obra
Introducción a la Teoría del Derecho, Editorial Marcial Pons, Madrid 2004. Desde mi punto de vista una laguna
jurídica puede ser denotada por el operador indiferente, pero un estado de indiferencia jurídica en el tiempo
puede variar gracias a la legislación o jurisprudencia, no gracias a la interpretación contrario sensu.
46
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Asimismo, se puede afirmar que el presente caso del condenado que ha cumplido
las reglas de conducta no está positivamente regulado ni de manera prohibitiva,
ni obligatoria, ni facultativa; luego cae en laguna (según la tesis de Alchurrón y
Bulygin), por tanto es posible que el juzgador cree norma para cubrir la laguna y
extienda la consecuencia del artículo 188 al caso del señor S. y cree jurisprudencia.
En la vía de los hechos ocurrió así: la Sala Penal estableció jurisprudencia y ordenó
la devolución de la caución solicitada.
Formalización de la inferencia
Justificación
Ejemplo 1
47
Revista Institucional Nº 8
A→B
A
–––––––––
B
Ejemplo 2:
Artículo 121.1 de la Constitución Política del Perú: El que mutila un miembro a otro
será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de 3 ni mayor de 8 años.
Razonamiento
48
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
En este sentido, la interpretación a contrario sensu es factible hacerla en los casos fáciles
pero no en los casos en los cuales emergen excepciones, las cuales en teoría jurídica
pueden ser expresas o tácitas. Las primeras se ubican por interpretación sistemática
pero las segundas emergen de los principios sistémicos o extrasistémicos como los
provenientes de la moral social o moral crítica. Es preciso recalcar aquí que el
neoconstitucionalismo y el positivismo incluyente toman en cuenta la moral como factor
para inaplicar una regla jurídica positiva.
A≡B → _A≡_B
[ (A B) Λ _A] → _B
Formulación vertical
AB
_A
–––––––––
_B
49
Revista Institucional Nº 8
Me refiero al hecho de que para aplicar la consecuencia de una norma, el juez sólo lo
hace gracias a que el hecho reúne otros requisitos, es decir, otras condiciones no
expresadas en la unidad normativa de un texto normativo (por ejemplo de N1), y por
ello el juez debe hacer una interpretación sistemática con la finalidad de percatarse que
pese a que la premisa fáctica puede ser verdadera sin embargo dicha verdad no es una
razón suficiente para aplicar la consecuencia de manera obligatoria, porque es posible
que el caso individual contenga hechos que se subsuman en una excepción del sistema.
Por ejemplo, si Caín es un incapaz absoluto, es un inimputable, por tanto no sería
obligatoria la aplicación de la sanción.
Es aceptado también por juristas y filósofos principialistas como Dworkin que una regla
puede ser excepcionada por un principio implícito o explícito.
Este problema no ha sido tratado por Miro Quesada ni Klug; estos autores simplemente
enuncian que el contrario sensu se puede aplicar a una equivalencia que, como se sabe,
tiene en el antecedente una condición necesaria y suficiente, pero una regla jurídica como
vimos no tiene una condición suficiente (al menos en la mayoría de casos).
Dada una norma general cuyo esquema lógico tiene cuantificadores universales, dichos
cuantificadores perderían sentido.
Ejemplo: En el artículo 1979 del Código Civil Peruano se estipula que “Toda
persona dueño del animal que cause daño, está obligado a repararlo”. Pero
la afirmación que la consecuencia del mencionado dispositivo necesariamente
debe cumplirse, según el derecho peruano, resultaría falsa en el sentido que
existe excepciones que eximen la aplicación de la consecuencia a los dueños
que por una fuerza invencible no pudieron evitar el daño. En tal sentido, si
el antecedente original de la disposición citada es reforzado con una
50
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
Inferencia
Contrario sensu
En el ámbito penal resulta mas sencillo, por ejemplo, primero realizar una inferencia
para determinar si la acción es típica y luego realizar el test de excepciones para determinar
si la acción es o no antijurídica.
A continuación citaré el ejemplo usado por Miro Quesada para denotar que este autor
no toma en cuenta el cálculo de excepciones, lo cual debilita su tesis respecto al contrario
sensu.
Inferencia
A contrario Sensu.
Norma M’: Si y sólo si el edificio se destruye por culpa del propietario, entonces el
propietario está obligado a reconstruirlo.
51
Revista Institucional Nº 8
A continuación un segundo ejemplo que afectaría la tesis del contrario sensu en una
norma con estructura implicativa intensiva.
Inferencia
En el ordenamiento peruano está vedada la prueba ilegal, (ver artículo 199. C.P.C.)
es decir, las pruebas extraídas mediante tortura, interceptación telefónica, soborno,
etc. no pueden ser usadas en un proceso.
52
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
III. CONCLUSIONES
2. Para aplicar el contrario sensu correctamente se debe tener en cuenta que las normas
pueden presentar condicionales no derrotables y condicionales derrotables. Los
primeros pueden corresponder a la implicación material, en sus tres formas: extensiva,
intensiva o recíproca. Los segundos pueden corresponder a la condición
contribuyente.
4. Las excepciones pueden ser tácitas o expresas; las tácitas corresponden, por ejemplo,
a los principios, a los fines del sistema o a alguna propiedad relevante no valorada por
el legislador pero que sí es estimable bajo un criterio prudencial o consecuencialista a
la luz del caso individual. Las excepciones expresas se determinan a través de una
interpretación sistemática, lo cual implica concordar la norma con otras normas del
sistema.
6. Sólo cabe añadir que la derrotabilidad de las normas es un tema aún poco trabajado,
sin embargo ya fue tratado en algún sentido por Hart y otros. En la actualidad existen
trabajos en lógica retractable que se ocupan de la indeterminación del derecho, pero
entre los autores hispanos que más han ahondado en el tema se encuentra Juan
Carlos Bayón, quien al parecer consideraría que no toda norma del ordenamiento
jurídico es derrotable; en éste sentido la derrotabilidad es una propiedad contingente
pero no necesaria de los sistemas normativos. Por tanto las normas deben seguir
siendo consideradas razones para decidir y actuar, razones a veces concluyentes y
otras discutibles.
53
Revista Institucional Nº 8
9. Por último, considero que la finalidad del presente artículo ha sido la de desarrollar
una metodología que intenta ser un medio racional para un fin humano, el de la
no afectación –en la mayor medida posible– de los intereses fundamentales de
nuestra especie.
54
Interpretación a Contrario Sensu y el problema de derrotabilidad de las normas
BIBLIOGRAFÍA
55
56
SOBRE LA PERSECUCIÓN DE
CRÍMENES INTERNACIONALES EN
LA JURISPRUDENCIA PENAL PERUANA
Abstract
El conflicto interno que vivió el Perú entre la década de los ochenta y la mitad de los años
noventa, trajo consigo la comisión de graves delitos por parte de los grupos alzados en armas, en
especial Sendero Luminoso, y por las propias fuerzas de seguridad del Estado, en particular los
militares y grupos paramilitares como el llamado Grupo Colina, delitos que van desde atentados
contra la población civil contrarios al Derecho Internacional Humanitario, pasando por actos de
desaparición forzada, torturas y ejecuciones extrajudiciales que en algunos casos han sido
calificadas, inclusive, como genocidas. El juzgamiento de estos hechos no ha sido inmediato. “La
superación del pasado” se ha enfrentado a soluciones de impunidad como las leyes de amnistía
de militares de 1995, los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos expedidos
a partir de 2001 que las declararon contrarias al sistema de protección y por lo tanto carentes
de efectos jurídicos, la formación de una Comisión de la Verdad y Reconciliación (2001–2003)
y, solo recientemente, el juzgamiento de estos hechos por los Tribunales nacionales, línea que ha
sido ratificada por el reciente fallo del 21 de septiembre del 2007 de la Corte Suprema de
Chile, que concede la extradición del ex Presidente peruano Alberto Fujimori Fujimori a fin de
que se le juzgue por los casos de La Cantuta y Barrios Altos. Como podrá evidenciarse en esta
contribución, la jurisprudencia penal peruana en materia de delitos internacionales se enfrenta
y aporta soluciones a los comunes problemas dogmáticos y procesales propios de la persecución
de estos graves delitos.
Sumario:
I. Introducción. II. Crímenes Internacionales. II.1 Genocidio. II.2. Crímenes de
Lesa Humanidad. II.2.1 Desaparición Forzada. II.2.2 Tortura. II.2.3 Asesinato. III.
Relación entre Crímenes Internacionales y Terrorismo. IV. Otras problemáticas clásicas
del Derecho Penal Internacional. IV.1. Retroactividad de la Ley Penal y alcance del
Principio en el Derecho Penal Internacional. IV.2. Prescripción e Imprescriptibilidad.
IV.3. Derecho a la Verdad. IV.4. Responsabilidad del Superior y Autoría mediata.
IV.5 Amnistías e Indultos.
I. INTRODUCCIÓN
Durante los últimos años las decisiones de los tribunales peruanos se han caracterizado
por aplicar de manera recurrente la categoría de los delitos del Derecho Penal Internacional,
delitos que en su mayoría se cometieron dentro del contexto del conflicto interno que
sufrió el país desde 1980 hasta la primera mitad de los años noventa.
57
Revista Institucional Nº 8
Esta contribución tiene como objetivo principal reflejar en qué medida el Derecho
Internacional es vinculante para el Perú y de qué forma se está materializando en las
decisiones de nuestros tribunales.
II.1 Genocidio
48 El delito de genocidio fue incorporado por primera vez en el artículo 129 del Código Penal de 1991 como parte
de los “Delitos contra la vida, el cuerpo y la salud”; luego mediante la Ley N° 26926 de 21 de febrero de 1998
fue incorporado dentro del conjunto de “Delitos contra la humanidad”.
58
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
ataca al sujeto como persona y se le trata de destruir en todas sus dimensiones; es decir,
cuando todos sus bienes personalísimos son afectados. Pese a ello, el Juzgado no
conceptualiza, in strictu, el delito de genocidio49, así como tampoco delimita con
precisión los alcances interpretativos de los supuestos de hecho del tipo, tarea sin la cual
no se puede obtener una adecuada y precisa subsunción.
Una clara muestra de ello es, por ejemplo, la omisión en que el Juzgado incurre al no
delimitar los conceptos de grupo nacional, étnico, social o religioso que constituyen el
objeto del genocidio50; tarea que permitiría saber exactamente ante que supuesto de
hecho nos encontramos y por consiguiente poder diferenciarla de otros tipos penales
ya tipificados como el asesinato o el de lesa humanidad. Esta necesidad de delimitación
conceptual viene coadyuvada por la propia naturaleza de los delitos internacionales ya
que normalmente suelen ser tipos penales muy abiertos.
49 Esta necesidad surge de lo impreciso del término “genocidio” (Völkermord) ya que el tipo penal no exige la
matanza de un pueblo (Volk) en sentido amplio para su configuración. Ver AMBOS (2005) pp. 117–118, AMBOS
(2006a) pp. 186 y ss. donde afirma que incluso el término “genocidio” (Genozid) posee varios significados
interdisciplinarios, por lo que es necesario delimitar su concepto jurídico basado en la “Convención contra el
Genocidio”, los estatutos de los Tribunales Internacionales y la Jurisprudencia sobre Derecho Penal Internacional.
50 AMBOS (2006b) pp. 276.
51 Sobre el aspecto subjetivo en el delito de genocidio, vid. AMBOS (2006b) pp. 286 y ss.
59
Revista Institucional Nº 8
El caso Castillo Páez fue uno de los primeros que motivó a un pronunciamiento,
tanto por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como por nuestros
tribunales nacionales, sobre el delito de desaparición forzada. Castillo Páez fue un
estudiante universitario que salió de su casa el 21 de octubre de 1990, el mismo día
en que el grupo subversivo Sendero Luminoso produjo explosiones en la zona del
Monumento a la Mujer del distrito de Villa El Salvador en Lima. Poco después de las
explosiones, las fuerzas de seguridad organizaron una operación para detener a los
responsables de las mismas. Durante dicha operación un grupo de policías, que
estuvo conformado por los suboficiales Carlos de Paz Briones, Manuel Santiago
Arotuma Valdivia y Juan Fernando Aragón Guibovich, detuvieron a Ernesto Castillo
Páez, lo introdujeron en la maletera de un vehículo patrullero y partieron con rumbo
desconocido.
52 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sentencia del 3 de noviembre de 1997. Caso Castillo Páez, párrafo
73. El íntegro del párrafo establece: “73. No puede admitirse el argumento del Estado en el sentido de que la
situación misma de la indeterminación del paradero de una persona no implica que hubiese sido privada de su
vida, ya que “faltaría... el cuerpo del delito”, como lo exige, según él, la doctrina penal contemporánea. Es
inaceptable este razonamiento puesto que bastaría que los autores de una desaparición forzada ocultasen o
destruyesen el cadáver de la víctima, lo que es frecuente en estos casos, para que se produjera la impunidad
absoluta de los infractores, quienes en estas situaciones pretenden borrar toda huella de la desaparición.”
Asimismo, haciendo un análisis pormenorizado del presente caso, vid, Rivera Paz (2006) pp. 23 y ss.
53 El artículo 285–A del Código de Procedimientos Penales establece: “2. En la condena, no se podrá modificar la calificación
jurídica del hecho objeto de la acusación, salvo que la Sala previamente haya indicado al acusado esta posibilidad y
concedido la oportunidad para defenderse, y siempre que la nueva calificación no exceda su propia competencia (…)”
60
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
54 Resolución emitida por la Sala Penal Nacional el 14 de enero de 2005. Tomado de RIVERA PAZ (2006) pp. 33–34.
55 En el contexto internacional el derecho a no ser desaparecido se encuentra regulado en el Estatuto de Roma;
también se encuentra reconocido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Protección de todas las
Personas contra las Desapariciones Forzadas del 18 de diciembre de 1992, así como en la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas del 9 de Junio de 1994.
61
Revista Institucional Nº 8
Por otro lado, se debe resaltar la forma clarificadora en que la Sala aborda la
delimitación de los delitos de secuestro con el de desaparición forzada a efectos
de determinar los elementos constitutivos de ambos delitos y, al mismo tiempo,
atribuir correctamente la responsabilidad de los inculpados por el tipo penal
adecuado. Así, para diferenciarlos, la Sala manifiesta que:
Una vez allí obligaron a todos los estudiantes a salir de sus dormitorios y a echarse
en posición de cúbito ventral, deteniendo finalmente a Bertila Lozano Torres, Dora
Oyague Fierro, Luis Enrique Ortiz Perea, Armando Richard Amaro Cóndor, Robert
Edgar Teodoro Espinoza, Heráclides Pablo Meza, Felipe Flores Chipana, Marcelino
Rosales Cárdenas y Juan Gabriel Mariños Figueroa. Después de estas acciones, los
militares ingresaron en forma violenta a la vivienda del profesor Hugo Muñoz Sánchez,
trepando por la pared que da al patio y destrozando la puerta de servicio,
procediendo a llevárselo a la fuerza. El operativo fue filmado por uno de los captores.
En el camino de la casa del profesor Muñoz Sánchez a la puerta de ingreso a las
residencias de los docentes, algunos testigos, entre ellos el señor Octavio Mejía Martel
y su esposa, intentaron intervenir en su favor, pero fueron encañonados y obligados
a retirarse.
56 Sobre el rol de este grupo paramilitar y su pertenencia al aparato estatal peruano, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos afirma en el párrafo 83 de la sentencia que: “Por su determinante papel en este caso, es
preciso hacer notar la participación del denominado Grupo Colina, que en el seno de las fuerzas armadas hacía
parte preponderante de una política gubernamental consistente en la identificación, el control y la eliminación de
aquellas personas de quienes se sospechaba pertenecían a los grupos insurgentes, mediante acciones sistemáticas
de ejecuciones extrajudiciales indiscriminadas, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y torturas. El grupo
fue organizado directamente dentro de la estructura jerárquica del Ejército peruano y sus actividades y operaciones
fueron desarrolladas, según diferentes fuentes, con conocimiento de la Presidencia de la República y del
Comando del Ejército.”
62
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
Ante esta sucesión normativa que expresa períodos de no punición, antes del Código
Penal de 1991 y entre el 7 de mayo y el 2 de julio de 199257, uno de los casos más
emblemáticos sobre el delito de desaparición forzada se trata en sentencia emitida el
18 de marzo de 2004, Expediente Nº 2488–2002–HC/TC por el Tribunal
Constitucional en el caso Villegas Namuche. El caso concreto analizado por el Tribunal
es un hábeas corpus presentado por María Villegas Namuche a favor de su hermano
Genaro Villegas Namuche, quien fuera víctima de una desaparición forzada, la misma
que se dio cuando Villegas Namuche salió a trabajar el 2 de octubre de 1992. En el
presente caso la demandante solicitaba que el Estado peruano devuelva con vida a su
hermano o informe dónde se encuentran sus restos mortales.
63
Revista Institucional Nº 8
Y es que:
58 Fundamento p. 2.
64
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
Por otro lado, la Sala Penal Nacional realiza un esfuerzo denodado en establecer la
tipología del delito de desaparición forzada a efectos de hallar su propia denotación
y, al mismo tiempo, diferenciarla de otros delitos que poseen algunas características
similares como el delito de secuestro, todo ello con el objeto de calificar
adecuadamente los hechos. La Sala menciona que los elementos del delito de
desaparición forzada son: a) la participación de los agentes del Estado, personas o
65
Revista Institucional Nº 8
II.2.2 TORTURA
66
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
Haciendo referencia a la fuente del delito de tortura, la Sala Penal Nacional manifiesta
que este delito lo encontramos en la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o
Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, que entró en vigor en el Perú el 26 de
junio de 1987, tras ser aprobada mediante la Resolución Legislativa N° 24815. Según
el artículo I.1:
Esta definición ha sido incluida en el Código Penal aunque con algunas variaciones
insustanciales en el artículo 321 del título XIV–A denominado Delitos contra la
Humanidad.
67
Revista Institucional Nº 8
de la Dirección Contra el Terrorismo (DINCOTE) sin mediar para ello una orden
judicial emitida por una autoridad competente. Cantoral Benavides estuvo detenido
administrativamente desde el 6 de febrero de 1993 en la DINCOTE, lugar donde
fue incomunicado durante 8 ó 9 días, y sólo 15 días después de su detención tuvo
acceso a un abogado. Durante su detención fue objeto de actos de violencia por
parte de efectivos policiales y miembros de la Marina, con el fin de obtener su
autoinculpación.
En este fallo la Corte estableció que hay un incremento en el tipo de conductas que
son consideradas como tortura y ya no como meros tratos crueles, inhumanos y
degradantes. En este sentido, la Corte Interamericana podrá ir aumentando el catálogo
de conductas que constituyen tortura. De forma similar, puede aumentarse el tipo
de conductas que constituyen, por lo menos, actos crueles, inhumanos, y degradantes.
Así pues, el corpus iuris de la tortura es dinámico y en constante incremento60.
Pero la Corte va mucho más allá al establecer que si diversas conductas que al
momento de su comisión no constituyen tortura pueden pasar a serlo sin más,
aunque no hayan formado parte del catálogo de conductas consideradas como
tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Sin embargo, resulta incoherente cómo en otra sentencia emitida con anterioridad
por la Sala Penal Nacional presidida por Jerí Cisneros, el 26 de Agosto de 2005 recaída
en el Exp. Nº 108–2004 y en la cual el mismo inculpado Román Rosales es acusado
de un primer caso de tortura, se deja totalmente de lado la valoración de la gravedad
de los dolores y sufrimientos físicos y se le sentencia al inculpado por el delito de
tortura sin siquiera haber realizado una valoración somera del requisito establecido
por el tipo penal, violándose claramente el principio de legalidad. Son estas
contraposiciones las que evidencian la falta de uniformidad en la apreciación de ciertos
requisitos fundamentales del tipo a efectos de imputar responsabilidad penal.
68
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
II.2.3 ASESINATO
Si bien es cierto que este auto no constituye ninguna sentencia, resulta criticable la
deficiente argumentación e inconsistencia lógica al realizar la subsunción de los hechos
en el tipo de asesinato, ya que sólo se limita a una excesiva descripción de los
hechos sin hacer una valoración jurídico–penal de los mismos, así como también la
sobrevaloración a las declaraciones vertidas por supuestos testigos de los hechos
criminosos ante la Comisión de la Verdad y Reconciliación, cuando en realidad las
mismas a lo más se constituyen en notitia criminis y no así en pruebas plenas que
ameriten abrir una investigación a nivel judicial.
En el Perú y a raíz de la violencia política vivida durante los años ochenta y noventa,
se creó la Comisión de la Verdad y Reconciliación cuyo propósito, en palabras del
Tribunal Constitucional (Exp. N° 2488–2002–HC/TC) fue:
Esta medida fue implementada en cumplimiento del deber de adoptar las medidas
más adecuadas para asegurar la plena vigencia de los derechos humanos.
69
Revista Institucional Nº 8
En el Perú el fenómeno del terrorismo tuvo una gran connotación durante los años 80,
con el inicio de la lucha armada por parte de organizaciones terroristas como Sendero
Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Es precisamente este
contexto el que permitió a nuestros tribunales relacionar este delito con los crímenes
internacionales.
Esta situación obligó al Estado peruano a tipificar el delito de terrorismo de modo especial
como respuesta político-criminal a este fenómeno delictivo. Es así que el 10 de marzo de
1981 se puso en vigor el Decreto Legislativo N° 46, posteriormente se incorporaron los tipos
en los artículos 319, 320, 321, 322, 323 y 324 del Código Penal de 1991, luego sustituidos
por los Decretos Leyes N° 25475, 25659, 25708, 25880 y 25744, todas estas normas
vinculadas a la represión, investigación y juzgamiento del delito de terrorismo y que motivó un
pronunciamiento por parte del Tribunal Constitucional en la sentencia de 9 de agosto de
2006, Expediente N° 003–2005–PI/TC, que declara la inconstitucionalidad de diversos artículos
de los Decretos en mención.
Los Decretos Leyes N° 25475 (ley antiterrorista) y N° 25659 (ley que creó el delito de
traición a la patria) significaron la creación de un tipo penal de terrorismo en el que cualquier
acto y cualquier persona podría ser considerada como terrorista, la restauración de la pena
de prisión perpetua, el incremento de las atribuciones policiales, así como la implementación
de los tribunales sin rostro. Asimismo, significó la habilitación de la competencia de la justicia
militar para la investigación y juzgamiento de civiles por el delito de traición a la patria, que no
era otra cosa que algunas figuras agravadas del delito de terrorismo.
Desde el punto de vista del Derecho Internacional, esta sentencia resulta de vital importancia
porque en la misma se analiza y aprecia la tensión que existe entre nuestras normas y las
normas de Derecho Internacional. El problema se centra en la forma de vinculación que existe
entre nuestra legislación específica de terrorismo con la Constitución y los pactos internacionales.
Desde esta perspectiva el Tribunal ha declarado la inconstitucionalidad de algunas normas,
mientras que de otras sólo realizó un análisis interpretativo que le otorgó validez, tal como lo
hizo con el tipo base del delito de terrorismo.
70
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
Abimael Guzmán, conocido también como Presidente Gonzalo por los seguidores de la
guerrilla comunista que lideraba, fue capturado el 12 de septiembre de 1992 con su compañera
Iparraguirre, y llevado a juicio ante un tribunal militar que lo había condenado a cadena
perpetua. Sin embargo, la condena fue anulada el 2003 cuando se derogaron algunas leyes
antiterroristas expedidas durante el gobierno de Alberto Fujimori.
Es así que Abimael Guzmán y su cúpula son llevados a un nuevo juicio donde se imputa a
los acusados los delitos contra la tranquilidad pública –terrorismo, terrorismo agravado, afiliación
a organización terrorista e incitación y apología del terrorismo en agravio del Estado, y por el
delito contra la vida, el cuerpo y la salud– homicidio calificado en agravio de Zaragoza Allaucca
Evanan y otros (caso Lucanamarca).
71
Revista Institucional Nº 8
fin de que se ordene su inmediata excarcelación por exceso del plazo de detención previsto
en el artículo 137 del Código Procesal Penal. El demandante se encontraba siendo procesado
por diferentes delitos, varios de ellos presuntamente cometidos como integrante del grupo
paramilitar denominado Grupo Colina. En la sentencia la Sala afirma que las normas de
Derecho Internacional Humanitario se aplican en tanto exista un conflicto armado interno
entre fuerzas del Estado y grupos armados particulares, así como también hace precisiones de
aspectos relacionados con las obligaciones del Estado en materia de derechos humanos.
Por otro lado, resulta interesante cómo la Sala, remitiéndose al artículo 3 – cláusula Martens
de la Convención de Ginebra61 – no otorga la calidad de “beligerantes” ni de combatientes,
ni les otorga un derecho a combatir, ni un reconocimiento colectivo, mucho menos considerarlos
prisioneros de guerra, sino por el contrario detenidos ya que la aplicación de la Convención
no surtirá efectos sobre el estatuto jurídico de las partes en conflicto.
Concretamente resultan interesantes las conclusiones a las que arriba la Sala respecto al
Derecho Internacional y el terrorismo, siendo las siguientes:
61 La Sala Penal reconoce el carácter vinculante de los Tratados Internacionales: “La Constitución vigente en su
artículo 55 establece que los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del derecho nacional. En
ese sentido el Estado peruano decidió ratificar los Convenios de Ginebra de 1949, mediante Resolución Legislativa
Nº 12412 del 31 de octubre de 1955, que surtió efectos jurídicos a partir del 15 de agosto de 1956. Posteriormente,
el Estado peruano decidió ampliar estas obligaciones al ratificar, mediante Resolución Legislativa 25029 del 23 de
mayo de 1989, los Protocolos Adicionales I y II a los Convenios de Ginebra que entraron en vigor para nuestro país
el 14 de enero de 1990”.
72
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
Sin embargo, lo peculiar de esta sentencia es que no anula automáticamente los procesos
judiciales donde se hubiera condenado por el delito de traición a la patria al amparo del
Decreto Ley N° 26659 declarado inconstitucional; tampoco se deriva de ello que dichos
sentenciados no puedan ser nuevamente juzgados por el delito de terrorismo, ya que los
mismos supuestos prohibidos por el Decreto Ley N° 25659 se encuentran regulados por el
Decreto Ley N° 25475.
Este fallo sirvió de base para que se llevara a cabo un nuevo juicio a los condenados por
el delito de traición a la patria, en estricto cumplimiento de lo ordenado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, materializándose en la sentencia emitida por la
Sala Penal Nacional del 2 de setiembre del 2003 en la cual se condenó a los inculpados
por el delito de terrorismo y no por el de traición a la patria, como en un primer momento
se resolvió.
73
Revista Institucional Nº 8
la patria por un tribunal con jueces sin rostro, dando motivo a la interposición de un recurso
de revisión extraordinario de sentencia ejecutoriada a raíz de la cual el 18 de agosto de
2000 el Consejo Supremo de Justicia Militar anuló la sentencia del 12 de marzo de 1996 y
declinó la competencia a un fuero penal ordinario; es por ello que el 28 de agosto del 2000
se dio inicio a un nuevo juicio en el fuero penal ordinario que concluyó con la sentencia
condenatoria por el delito de colaboración terrorista emitida el 20 de junio del 2001,
condenándola a veinte años de pena privativa de libertad, sentencia que fue confirmada
por la Corte Suprema de Justicia.
Por otro lado, la Sala Penal Nacional en la sentencia de 2 de setiembre del 2003 se
encargó de reafirmar –así también lo hizo en su sentencia del 1 de septiembre del
2005, Expediente N° 295–2002– la constitucionalidad del artículo 2 del Decreto Ley N°
25475, en concordancia con la sentencia del Tribunal Constitucional del 3 de enero del
2003 en la demanda de inconstitucionalidad del Expediente N° 010–2002–AI/TC, y lo
previsto en el considerando noveno de la Ejecutoria Suprema del 21 de diciembre del
2004, Recurso de Nulidad N° 3048–2004, emitido por la Sala Penal Permanente de la
Corte Suprema de Justicia de la República, ejecutoria que tiene la calidad de precedente
vinculante.
En la sentencia del 20 de marzo del 2006, caso Castillo Páez, la Sala Penal Nacional ha
afirmado que los delitos de desaparición forzada se incardinan dentro de los delitos
permanentes y en tanto dure esta permanencia todos los que participen del delito
serán considerados coautores o cómplices, en razón de que hasta que la misma cese,
perdura la consumación.
La citada sentencia del caso Castillo Páez resultó una oportunidad trascendental de
sentar precedente al reafirmar la naturaleza permanente de este delito, trascendiendo
74
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
que la ejecución del mismo continúa en el tiempo hasta no hallarse el cuerpo del
desaparecido.
75
Revista Institucional Nº 8
IV.2. Prescripción–Imprescriptibilidad
Una de las características más resaltantes de los delitos de lesa humanidad y de guerra
es precisamente la imprescriptibilidad63 de los mismos, que dimanan del Derecho
Internacional General. La Sala Penal Nacional en el Exp. N° 36–05–F de 25 de noviembre
de 2005, en el cual Roberto Contreras Matamoros, inculpado por la matanza de
Accomarca apela un auto de excepción de prescripción que la Sala declaró infundada,
y se pronuncia citando diversas sentencias del Tribunal Constitucional como la del caso
Barrios Altos. Señala:
Asimismo, este razonamiento puede ser contrastado con la sentencia emitida por el
Tribunal Constitucional, recaída en el expediente N° 2488–2002–HC/TC, caso Villegas
Namuche, en la que precisa que la ejecución extrajudicial, la desaparición forzada o la
tortura, son hechos crueles, atroces, y constituyen graves violaciones a los derechos
humanos, por lo que no pueden quedar impunes; es decir, los autores materiales así
como los cómplices de conductas constitutivas de violación de derechos humanos, no
pueden sustraerse a las consecuencias jurídicas de sus actos. La impunidad puede ser
normativa, cuando un texto legal exime de pena a los criminales que han violado los
derechos humanos; y también fáctica, cuando, a pesar de la existencia de leyes adoptadas
para sancionar a los culpables, éstos se liberan de la sanción adecuada por la amenaza
o la comisión de nuevos hechos de violencia.
62 Sobre la legitimidad del Derecho Penal Internacional y su relación con el principio de legalidad ver KÖHLER
(1997) pp. 106.
63 La regla de imprescriptibilidad se encuentra reconocida por la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los
Crímenes de Guerra y los Crímenes de Lesa Humanidad, cuya adhesión ha sido aprobada por el Perú mediante
Resolución Legislativa N° 27998 del 12 de junio del 2003, la misma que establece que los crímenes de lesa
humanidad son imprescriptibles cualquiera sea la fecha en que hubiesen sido cometidos.
76
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
principio del Ius Cogen, y lo que hace la Convención es sólo reafirmar y ratificar el
citado principio de imprescriptibilidad en materia de derechos humanos y crímenes de
lesa humanidad.
77
Revista Institucional Nº 8
De ello se deduce que el derecho a la verdad obliga a los Estados a realizar las gestiones
necesarias que permitan el real conocimiento de los hechos y, por lo tanto, también
obliga a hallar la responsabilidad de los que cometieron delitos de lesa humanidad
aunque para ello muchas veces no se respete plenamente principios básicos como el ne
bis in idem y la cosa juzgada.
Es por ello que “la justicia material requiere excepciones a la aplicación del principio del
ne bis in idem en el contexto del deber de los Estados de investigar, procesar y sancionar
las violaciones a los derechos humanos”. (Sala Penal Especial–incidente 17–05–D). De
lo antes dicho se puede deducir que al tratarse de violaciones de derechos humanos no
se puede recurrir a la prescripción ni a la cosa juzgada.
Resulta pertinente analizar en este apartado la sentencia que emitió la Sala Penal Nacional
el 13 de octubre del 2006, Expediente acumulado Nº 560–03, caso Abimael Guzmán
Reinoso, en la que por primera vez se aplica en la jurisprudencia peruana la tesis
originariamente propuesta por Claus Roxin de la autoría mediata por dominio de
aparatos organizados de poder a una organización criminal no estatal como la del
grupo terrorista Sendero Luminoso. Sin lugar a dudas este fallo se constituye en un
importante precedente jurisprudencial por la pionera aplicación en nuestro medio de
teorías que no necesariamente hayan sido identificadas originariamente con estructuras
de poder no estatales.
78
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
insatisfactorias para explicar y resolver los casos de intervención de los que dirigen y
controlan una organización criminal64.
Para reafirmar esta posición y delimitar al mismo tiempo el rol de la dirigencia de Sendero
Luminoso, la Sala agrega:
79
Revista Institucional Nº 8
“El poder de decisión de la Dirección era tal, que muchas de las órdenes
consistían en una serie de gestos y prácticas que sólo los miembros de la
organización y, particularmente, sus dirigentes manejaban. Así, era un
procedimiento reglado por la cúpula que, previo a un aniquilamiento, se
tenía que desenmascarar a la víctima, sea un funcionario público o un
empresario; ello se producía a través de afiches, volantes, periódicos u
otros medios de comunicación o por concretas críticas que hacía la Dirección
a un personaje en las sesiones de Comité Central u otros eventos y en los
que proponían el aniquilamiento de determinadas personas las que en
efecto, al poco tiempo eran eliminadas y que posteriormente la Dirección
Central expresamente destacaba como un éxito de la organización”.
Resulta poco discutible la posición adoptada por la Sala Penal Nacional respecto a la
calificación de la agrupación terrorista Sendero Luminoso como un aparato organizado
de poder; sin embargo, se torna ya controvertible y problemático el reconocimiento de
la fungibilidad de los ejecutores. La Sala manifiesta que el reconocimiento de la
fungibilidad67 se basa en que el resultado de la ejecución global del plan se encuentra
asegurado, independientemente de que alguno de sus miembros se niegue a realizarlo
puesto que concurren sustitutos que pueden ejecutar dicho plan68.
Por otro lado, respecto al dominio de la voluntad que implica la autoría mediata, la Sala
sostiene:
67 El término “fungibilidad” ha sido literalmente traducido del alemán “fungibilität”, denotando así un desgaste
material que no se identifica con el significado real que se pretende dar a esta figura penal, por lo que preferimos
la utilización del término “intercambiabilidad”.
68 Vid. ROXIN (2003) pp. 47.
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Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
Asimismo, respalda esta tesis afirmando que el ejecutor no tiene que ser considerado
un instrumento en sí mismo, con lo que relativiza la voluntariedad como criterio
determinante de la autoría mediata.
Finalmente, más allá de las discrepancias teóricas, se debe destacar que la Sala no
solamente recurre a los planteamientos de Roxin para atribuir responsabilidad penal
a los dirigentes de Sendero Luminoso, sino que también respalda esa decisión
jurídicamente recurriendo al literal a) del inciso 3 del artículo 25 del Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional, que establece que será penalmente
responsable y podrá ser penado por la comisión de un crimen de la competencia
de la Corte quien cometa ese crimen por conducto de otro, sea éste o no penalmente
responsable.
El extraditable declara a fojas 195, que su cargo como Jefe Supremo de las
Fuerzas Armadas es un mandato constitucional, pero en la práctica en
muchas de sus acciones no tiene injerencia ni conocimiento. (…);
81
Revista Institucional Nº 8
82
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
para tales fines dicha estructura. De esta manera, es claro que el autor
mediato será aquél que tenga el poder de ordenar y conducir el sistema
sobre una voluntad indeterminada, ya que cualquiera sea el ejecutor de la
orden delictiva, el hecho se producirá (…)”.
En base a estas consideraciones la Corte declaró que las leyes de amnistía Nº 26479
y Nº 26492 son incompatibles con la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y en consecuencia, carecen de efectos jurídicos; declaró también que el
Estado del Perú debe investigar los hechos para determinar las personas responsables
de las violaciones de los derechos humanos a los que se ha hecho referencia en esta
sentencia, así como divulgar públicamente los resultados de dicha investigación y
sancionar a los responsables.
83
Revista Institucional Nº 8
En tal sentido, la Sala Penal Nacional se refiere al mismo tema en el incidente 17–05–C,
declarando inaplicables al caso el Frontón la Ley N° 26479, así como la Ley N° 26492,
con la cual declaran infundada la solicitud de excepción de amnistía planteada por la
defensa de los inculpados accionantes.
84
Sobre la persecución de crímenes internacionales en la Jurisprudcencia Penal Peruana
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Band II. Munich, C.H.Beck.
85
86
LA DIFÍCIL CONVIVENCIA: LA VERDAD PARA
DESCUBRIR Y LA VERDAD PARA CONSTRUIR EN
EL CÓDIGO PROCESAL PENAL
A propósito de los roles de la Policía Nacional del Perú y
del Ministerio Público durante la investigación.
Sumario:
I. Introducción. II. El Esquema de verdad que se maneja en el Proceso Penal.
II.1 El fin y el medio. II.2 El Esquema de verdad que se maneja en el Proceso Penal.
III. Colofón Policial. III.1 Primer punto: el inicio de la investigación. III.2 Segundo
punto: la finalización de la investigación.
I. INTRODUCCION
El padre Eduardo Arcusa, del Callao, lo graficaba con estas palabras: “el sol que derrite la
cera, es el mismo sol que endurece el barro”.
Cabe preguntarse por qué: ¿por qué dos seres humanos pueden mirar o conocer o analizar
el mismo hecho y sacar dos conclusiones que son por lo menos diferentes, sino contradictorias?
Las razones, digamos “completas”, son difíciles de resumir en estas páginas, pero quisiera
dejar establecido que tales razones son de dos órdenes:
• Razones aplicables a toda clase de personas. Hay que empezar por el punto de vista.
Aquí aludo a la posición (por supuesto, no sólo física) que tiene el sujeto de conocimiento
respecto del objeto. Por dicha posición el sujeto estará dispuesto a conceptuar las cosas de
una forma u otra. Los distintos ingredientes de esa posición aluden a las razones de cada
individuo en particular. Pero todos tenemos un punto de vista sobre un objeto dado.
87
Revista Institucional Nº 8
Por otro lado, desde Kant cuando menos, sabemos que la mente humana tiene categorías
que no son puestas por las cosas, sino que son aportadas por nuestra mente69. El cuadro de
dichas categorías —es bien sabido— es el siguiente:
El refrán “sobre gustos y colores no han escrito los autores” revela que existen millones de
determinaciones particulares que influencian para que una persona asuma un objeto de
conocimiento de una forma y otra persona lo haga de otra manera, por lo que determinar
dichas determinaciones sería una tarea ardua.
Así las cosas, todo proceso de conocimiento no es —entonces— una “captura” de la realidad,
sino una interpretación de ella. Y por tanto también es propio decir que con el proceso de
conocimiento estamos tomando una decisión. Un ejemplo de esto lo tenemos en lo que cuentan
las crónicas sobre un episodio de la Conquista del Perú. Dicen los relatos que los habitantes del
Tahuantinsuyo vieron a los españoles cubiertos de metal, encima de unos animales que nunca
habían visto antes, y decidieron que todo ese conjunto de muchas patas y dos cabezas eran un
solo ser. Como se puede ver, no es que vieran algo que no existía en la realidad: no vieron ni
más ni menos de lo que en verdad se les estaba apareciendo delante: el aserto mental (implícito
o explícito) de que todo eso no eran dos seres uno encima del otro sino un solo ser, fue al
mismo tiempo una decisión y una interpretación de esa realidad que tenían delante.
Todo ello no ha dejado de ser recogido por la Universidad, la cual parte de ese supuesto
cuando en su metodología de elaboración de la tesis no permite que los graduandos recojan
a ciegas lo que se les vaya ocurriendo en el camino, y que luego plasmen aquello en un texto,
“a ver qué resulta” al final. Por el contrario, la tesis universitaria supone que uno se plantee
hipótesis (que son explicaciones provisionales de aquello que se va a investigar) y que a la luz
de ellas se estructure la investigación.
Para ese orden de ideas, entonces, la verdad no es algo que se “descubra”, sino que es algo
que se construye. No es un resultado del azar que un graduando haya concluido; por ejemplo,
que el modelo procesal penal es mixto y no acusatorio debido a que se puso a fichar “a la
buena de Dios” y luego de tanta pesquisa “se le apareció” ese resultado como fruto de sus
esfuerzos. Más propio es decir que si llegó a esa conclusión es porque la conocía desde el
69 “Las categorías no están tomadas de la realidad ni se pueden aplicar a las ´cosas en sí´. Gracias a las categorías
podemos pensar y/o construir juicios sobre los fenómenos; o en otras palabras: juzgar es unificar los fenómenos
mediante las categorías. A cada tipo de juicio le corresponde una categoría que viene dada por la cantidad, la
calidad, la relación y la acción. Las categorías kantianas nos muestran los alcances del conocimiento humano, pero
también sus límites.” (http://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa)
88
La difícil convivencia: La verdad para descubrir y la verdad para
construir en el Código Procesal Penal
comienzo (a través de las hipótesis de trabajo). Como Pascal le hizo decir a Dios: “no me
buscarías si no me hubieses hallado ya”.
¿Según tal teoría del conocimiento tendría algo de malo sostener que si se hubiera partido
de otras hipótesis se habría llegado a conclusiones diferentes? Pues no, en lo absoluto. De esto
versa el llamado carácter falsificable de los asertos científicos, como sostuvo Karl Popper: la
ciencia no digamos que “se resigna”, sino que acepta gozosamente que las afirmaciones
científicas son provisionales, y que el avance del tiempo va a ir demostrando cuáles afirmaciones
anteriores eran imperfectas o parciales. Un buen ejemplo es la teoría del átomo, que a
comienzos del siglo XX era una suerte de “sopa gelatinosa” con algunos corpúsculos con
carga eléctrica dentro y que ahora es un una mezcla de energías y corpúsculos, mucho más
complejos que el sistema solar.
Ni siquiera el modelo procesal anterior pretendía “agarrar” la verdad con las manos y
saborearla con sus fauces; siempre requería de esa mediación que eran las pruebas.
Así, las llamadas cuestiones de hecho, al final del juicio oral, no preguntaban ¿hizo el
acusado tal cosa?, sino ¿está probado que el acusado hizo tal cosa?
Las pruebas, o elementos de convicción, fueron entonces y son ahora los medios para
llegar a las afirmaciones.
En esta línea se podría decir que los modelos procesales se pueden clasificar (en medio
de varias taxonomías posibles, por cierto) por la forma en que conceptúan ese fin,
aquellos medios y las relaciones entre uno y otros.
89
Revista Institucional Nº 8
Nuevo modelo La verdad es sólo una Son vías hacia la verdad que
(acusatorio garantista) explicación de la realidad, se escogen siempre, con
con probabilidad de dependencia de factores
cercanía o similitud con la subjetivos del elector
realidad. (conocimientos,
experiencia, intención
respecto al caso, etc.)
El origen de los postulados de verdad absoluta que contiene el antiguo modelo radica
en el antecedente antidemocrático y totalitario que tenía el poder político antes de la
configuración del actual Estado de Derecho: en medio de un mundo pleno de mentira
y de tinieblas, Dios, nuestro Señor, tuvo a bien instaurar el poder para asegurarnos la
verdad y la luz. Justamente de esa conexión (y a veces dependencia) del poder respecto
del Creador, provenía el deber de obedecer a dicho poder.
Si el poder se dio a perseguir herejes no fue tanto porque su gran devoción cristiana así se
lo indicaba, cuanto porque quien ponía en cuestión ese fundamento religioso estaba, por
ello mismo, poniendo en cuestión al poder que a dicho fundamento se había asociado.
A pesar de los muchos años transcurridos desde que oficialmente ha caído el Antiguo
Régimen, los remanentes de esa vieja forma de pensar permanecen. Desde la
90
La difícil convivencia: La verdad para descubrir y la verdad para
construir en el Código Procesal Penal
• ¿Por qué permitir que las personas tengan libertad de creencias? ¿Cómo es que
siendo sólo una creencia absolutamente verdadera y buena, se va a permitir que las
gentes postulen la mentira y el error?
• ¿Cómo consagrar la libertad de expresión? ¿Es que acaso se puede permitir a alguien
que diga mentiras, que diga yerros?
En el TUO de la LOPJ es bien claro de qué lado debe estar el abogado supuestamente
defensor: del Poder Judicial y de los jueces, no de su cliente. La razón es más que
evidente: como hay una sola verdad y un solo bien absolutos, nadie más que un
bribón, un miserable, podría colocarse en contra.
A muchos les puede parecer demasiado duro de aceptar pero si el Estado no tiene una
religión oficial, si el Estado respeta la libertad de creencias y opiniones y si el Estado no osa
inmiscuirse (salvo casos extremos) en la libertad de expresión, es porque el Estado no
sabe, no defiende, no le interesa si hay un Dios o no; en caso de haberlo, si alguna de las
91
Revista Institucional Nº 8
religiones ha dado con él o no, si hay una verdad absoluta o no, si hay un bien absoluto
o no. Lo que digamos de Dios, de la verdad y del bien y el mal, será siempre una opinión
personal… respetable no a pesar de que el Estado no tiene una escala de valores válida
para todas las personas, sino precisamente porque tal escala de valores no existe.
Y no hay que huir de la consideración de que esta sentencia se dio en relación con el
delito de terrorismo (aunque sus muchos alcances trascienden hacia todo el sistema
penal). Así que ni siquiera ante quien ha tomado a la violencia y a la muerte como sus
emblemas, ni aún ante quien ha destruido masivamente vidas y propiedades e
introducido el temor y el dolor en miles de personas, el Estado se atreve a decirle: lo
que usted piensa, lo que usted cree está mal, ello es incorrecto y debería usted pensar
de otra forma para que yo lo considere a usted aceptable.
Incluso en este supuesto extremo, el Estado no se atreve a dar una receta de “lo bueno”
y “lo malo” y se abstiene de enarbolar alguna determinada ideología y le da a los fines
“re-” de la pena un sentido meramente instrumental: permitir la convivencia entre los
seres humanos, y no inocular una determinada manera de ver el mundo, el ser humano
o la sociedad. El Estado se abstiene de dar un juicio de valor sobre ello, porque —como
ya se ha sostenido— él no tiene ni religión ni ideología oficiales.
Tal esquema ideológico político resulta —no hay cómo negarlo— profundamente
escéptico, y su única correspondencia con la persecución y el procesamiento penales
es precisamente ese mismo escepticismo. Éste ha llevado a la llamada diferenciación
de roles.
• El juez permanece neutral porque no puede partir de un bien absoluto que todos
los ciudadanos decentes tienen que defender, sino que —escéptico— dice que si el
fiscal quiere hacer variar ese principio constitucional que se llama presunción de
inocencia, se lo tendrá que convencer. Sin ese cometido, el juez no hará que varíe
tal presunción.
70 Erich Fromm decía: “ese proceso que si lo hacemos nosotros, lo llamamos educar; y si lo hacen los demás, lo
llamamos lavar el cerebro”.
71 Fundamento jurídico Nº 131.
92
La difícil convivencia: La verdad para descubrir y la verdad para
construir en el Código Procesal Penal
mismo que sostenga la pretensión punitiva sea el que decida si tal pretensión es
fundada o no72 .
• La defensa tiene que concentrarse en sostener la pretensión del imputado con toda
energía, lo que incluye bloquear —en el marco de una competencia leal, por cierto—
la acción del fiscal y negar información al juez si ella puede atentar contra la pretensión
del procesado de no ser punido.
¿Alguien tiene una verdad absoluta en este esquema de trabajo? ¿Hay una “Santa Alianza”
de “los chicos buenos” contra las fuerzas del mal y de las tinieblas? No, en lo absoluto.
No por ello el Estado deja de tener ciertas convicciones y ha estructurado órganos para
que plasmen dichas convicciones. Pero qué lejos está de sostener que dichas pretensiones
puedan valer como verdades absolutas sólo porque es el Estado quien las afirma.
La prueba pasa a ser —en tal esquema— el medio indispensable para llegar a
conclusiones. Pero no como en el anterior modelo, en que se hablaba sobre pruebas
plenas de diversa índole (como esa idea según la cual si en un acto de investigación
policial estuvo presente un fiscal, éste “bendice” con su presencia tal diligencia; y la
opción automática que se hace entre una pericia de parte y una pericia oficial, opción
de la que se reputa que la pericia oficial contiene una verdad inobjetable solamente
porque la hizo un funcionario del omnisciente y siempre “buenófilo” Estado), sino en
el sentido originario de la célebre expresión latina exceptio probat regulam (la excepción
pone a prueba la regla73): el Estado debe someter a crítica intensa su pretensión punitiva,
de modo que si ésta llega a imperar, será luego de que haya una certeza bastante sólida
de su contenido; y esa certeza la dará precisamente esa crítica. Y para que tal crítica sea
seria, la única posibilidad es que ella sea analizada por un espectador ingenuo y atento,
que técnicamente se denomina no contaminado y neutral, respectivamente.
Veamos —a la luz de las consideraciones acabadas de hacer— este paralelo entre los
objetos de la investigación en el antiguo y en el nuevo modelo procesal penal:
93
Revista Institucional Nº 8
Se puede comprobar entonces que ninguno de los dos modelos procesales tiene una
adscripción a alguno de los dos esquemas puros. Por ello, no son pocos quienes han
sostenido que se ha pasado de un modelo mixto de tendencia inquisitorial (el del
Código de Procedimientos Penales) a un modelo igualmente mixto, sólo que esta vez
de tendencia acusatoria (el del Código Procesal Penal).
Sin embargo, hay que destacar que el Código Procesal Penal tiene un esquema mucho
más escéptico, en el sentido en que se ha descrito líneas más arriba. Por ello vemos que
la finalidad de la investigación va alrededor de la decisión fiscal de acusar o no acusar.
Ello apunta a un objetivo estratégico, y no a la aspiración de agarrar la realidad con las
manos. Sobre esta nueva tendencia se impone —sin duda— una precisión. Como se
ha afirmado, en ambos modelos se trabaja sobre ese instrumento que se llama elementos
de convicción o pruebas, como medios para llegar a la afirmación final (acusación o
sentencia). La gran diferencia radica en que la finalidad formal de esa actividad en el
Código de Procedimientos es llegar a la verdad real: qué pasó. En el Código Procesal
Penal, la finalidad es —como se ha dicho— instrumental.
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La difícil convivencia: La verdad para descubrir y la verdad para
construir en el Código Procesal Penal
A su vez sobre la conclusión final (hay varias conclusiones parciales que se van
sacando a lo largo de la investigación), hay que hacer este esquema:
- Sólo las sentencias o resoluciones finales que coinciden como copia fiel con la
realidad merecen llegar al momento B.
- Así como en Harry Potter, en que no se trata de que el mago escoge su varita,
sino que la varita escoge al mago, no es aquí que en el momento 1 el investigador
escoge los medios que él considera apropiados, sino que esos medios están algo
así como “designados por la realidad”, y de lo que se trata es de que un buen
investigador simplemente debe descubrirlos y actuarlos. No sólo hay una sola
verdad, sino que además que hay un solo conjunto de medios para llegar a ella.
Este modelo se fija más en los momentos B y C, porque asume que ellos reflejan el
momento A-3, que a su vez refleja la realidad tal como sucedió74.
74 Tomando la expresión del genio Jorge Luis Borges, diremos que se trata de un juego de espejos que se desplazan:
el momento A-3 es un espejo de la realidad, que lleva al momento B, que es otro espejo de la realidad, y que
genera a su vez el momento C, que es otro espejo de la realidad.
95
Revista Institucional Nº 8
Este modelo se fija más en el momento A-3, porque la realidad no se aprehende tal
cual sino que se interpreta. No nos interesa que el momento B y el momento C “sigan”
o “reflejen” el momento A-3, puesto que aún si así fuera, de todos modos el
momento A-3 es una interpretación de la realidad y no su espejo exacto.
El modelo inquisitivo o totalitario sostiene que si el fiscal dice “la realidad está compuesta
por J, K, L, M y N”, si el juez acepta ese dicho y si tal dicho llega a ser cosa juzgada y es
aceptado socialmente, es porque en verdad la realidad se compone de J, K, L, M y N.
El modelo democrático y escéptico se queda con aquella afirmación, y no le interesa ir
más allá porque no es posible ir más allá.
• El Fiscal Provincial afirma que Miguel no es responsable pero que Humberto sí.
75 En un concepto de verdad como falsificable siempre habrá alguna aproximación entre realidad (las cosas tal como
pasaron) y verdad (lo que se dice sobre esa realidad). Lo que constituye una ardua tarea, que excede los alcances
de este artículo, es determinar qué tanta aproximación debe de haber en un aserto para sostener que dicho aserto
constituye una verdad. Una perspectiva la dan los puntos de vista; y así la clásica disyuntiva del optimista y el
pesimista: “el vaso está medio vacío” y “el vaso está medio lleno”. Otra perspectiva la dan los grados de
conocimiento; y así donde uno dice: “la novia se fue al templo en un carro”, otro dirá: “la novia se fue al templo
en un Chevrolet Cabriolet modelo 1938, con motor cambiado a gas natural vehicular de 8 cilindros, con asientos
de cuero, e incorporación de aire acondicionado y sistema multimedia integral”. Pero hay varias otras perspectivas
desde las cuales diferentes personas pueden afirmar diversas cosas sobre una misma realidad y acerca de las
cuales hay que decidir si todos o algunos de esos asertos son o no “verdades”.
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La difícil convivencia: La verdad para descubrir y la verdad para
construir en el Código Procesal Penal
Nunca podremos trascender los asertos; hasta verificar si los de otros han sido correctos
o no, implica lanzar (mental o también verbalmente) otros asertos. Y todo aserto es una
interpretación de la realidad.
Hay diseños normativos que apuntan en el Código Procesal Penal a que la verdad
simplemente hay que “salir a buscarla”; y hay otros diseños en que se privilegia el moderno
esquema democrático y escéptico, donde la verdad se construye.
• Sin esas hipótesis y sin esa metodología la policía no tendría ninguna materia que investigar.
¿Investigar qué, en efecto, si la investigación no es recoger elementos “a ver qué resulta” al
final, sino una actividad que no se puede separar de esas hipótesis ni de esa metodología
con la cual se haga?
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Revista Institucional Nº 8
El Código Procesal Penal nos deja en desconcierto, como vamos a ver, sobre esta disyuntiva,
pues abona en las dos direcciones.
Por una razón de brevedad selecciono dos puntos de contradicción; uno de ellos tiene que
ver con las relaciones entre Ministerio Público y la Policía Nacional.
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La difícil convivencia: La verdad para descubrir y la verdad para
construir en el Código Procesal Penal
Es probable que la observación que hacemos para el artículo 67 sea vista como algo
injusta, toda vez que tal observación pareciera dar a entender que ante el cadáver de
un hombre con quince balazos, hallado en plena puna, la policía no va a poder evitar
que los elementos hagan desaparecer ciertas cosas vinculadas con el delito, o que se va
a dejar allí el cadáver hasta hacer casi inútil la necropsia, todo hasta que el fiscal pueda
llegar luego de tres días de viaje en mula. Evidentemente que no se trata de eso; la
realidad impone ciertas urgencias, y la práctica deja con contundencia ciertas actividades
que —para qué nos vamos a engañar— cuando llegue el fiscal él también va a disponer
que se hagan. ¿Alguien tiene que “inventar” que el cadáver tiene que levantarse y
someterlo a necropsia? ¿Es que si el fiscal no lo dice, la policía va a dejar de saber que los
casquillos de bala deben recogerse, y que luego en ellos y en las balas mismas hay que
buscar en la base de datos para ver si algún otro delito ha sido cometido con la misma
arma? ¿Es que tenemos que inventar en cada homicidio la tesis de que el delincuente
hace intercambio con la escena del crimen, y si llega a haber contacto entre él y la
víctima, hay entre los dos otro intercambio, y que en ambos casos se deben buscar
elementos de ellos?
• Por peligro en la demora la policía tiene que realizar ciertos actos de investigación en
tanto el fiscal pueda emitir las directivas que considere pertinentes.
• En muchos delitos ya hay prácticas estandarizadas, a veces no sólo por la costumbre
sino también por los protocolos de Criminalística. Eso puede hacer más o menos
indiferente quién tome las decisiones de investigación, pues en tales supuestos sí es
cierto que igual se iban a decidir tales y tales diligencias.
• Sobre esos casos estandarizados no se hace daño concreto alguno a la potestad
fiscal de conducir la investigación, pero sí podría haber una disputa simbólica de
espacios y ámbitos de competencia al estilo de “al final las decisiones de investigación
las tomé yo, no tú”.
• En los casos que no sean típicos y cuya investigación sea compleja, las decisiones
policiales que se hagan en nombre de las medidas urgentes e imprescindibles afectan
de hecho la potestad de conducción de la investigación que tiene el fiscal. Puede
que sea inevitable que así sea; puede que no haya otra solución (por lo menos no
hasta que no existan formas de comunicación entre dos puntos cualesquiera del
país, y esas formas estén a disposición de fiscales y policías), pero afectan esa potestad.
Dejamos para otro momento el análisis de cuál es el perfil de un fiscal investigador, que
tiene que decidir sobre métodos, pautas, técnicas y estrategias.
99
Revista Institucional Nº 8
Si bien esta dicotomía (como se dijo ya antes) no tiene que ver en las relaciones entre
Ministerio Público y Policía, su índole va en la misma línea. Nos muestra que acaso los
autores del Código (o —para aludir al “hombre de atrás”—, a quienes diseñaron ese
modelo que se da en algunos lugares de América Latina, que busca tomar “lo mejor”
del derecho procesal penal europeo continental de las últimas generaciones y el esquema
acusatorio del juicio oral anglosajón) no previeron este encuentro desencontrado.
100
La difícil convivencia: La verdad para descubrir y la verdad para
construir en el Código Procesal Penal
Con el anterior modelo, uno como que se resignaba a que el mito de “la verdad real”
metiera sus narices en las relaciones entre Ministerio Público y Policía; en la dialéctica
entre Ministerio Público y el Poder Judicial; y aún en las muy complejas (y accidentadas)
relaciones del Sistema de Justicia con la prensa y con la opinión pública.
Como que con el advenimiento del “nuevo modelo” uno esperaba que el Código
Procesal Penal optara por uno de estos dos conceptos de verdad pero el Código no ha
optado ni por uno ni por el otro, sino todo lo contrario. Y sólo queda que los actores
vayan depurando el modelo.
Menester resulta decidir si el vaso está medio lleno o medio vacío y es necesario lanzarse
a esta empresa, a veces ardua y ciertamente de largo aliento.
101
102
EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO:
IDEAS SOBRE LAS TÉCNICAS A APLICAR Y EL
ORGANISMO RESPONSABLE DE MATERIALIZARLA
Sumario:
I. Una mirada crítica al actual modelo peruano. II. Un elemento a tomar en cuenta:
la experiencia de las ratificaciones a cargo del Consejo Nacional de la Magistratura
Peruano. III. Los temas a discutir como una actual invitación al debate.
Impartir justicia nunca ha sido una tarea fácil y menos aún en el Perú. Quien se desempeñe
como juez o jueza en nuestro país debe entonces reunir una serie de elementos en el plano
cognitivo (conocimiento sobre las materias que va a resolver, así como sobre pautas destinadas
a asegurar una mejor gestión de su despacho), en el nivel actitudinal (actitudes y aptitudes que
debe tener para desempeñar su labor) y en la dimensión de lo ético (una actuación sustentada
en valores). Estos elementos deberán presentarse en forma común en todos los magistrados(as),
aunque con ciertas mayores especificidades si se toman en cuenta factores como el del grado
o instancia, el tema o el lugar de donde se genera el conflicto o la incertidumbre con relevancia
jurídica que se quiere absolver.
Para apreciar si los diferentes jueces y juezas peruanos tienen el perfil adecuado para
ejercer sus tan altos cargos, tomándolo así en cuenta para un posible ascenso o promoción en
la carrera judicial, o en su defecto, para tratar de subsanar las carencias del juzgador o juzgadores
en cuestión, es que en diversos países del mundo se han establecido distintos sistemas de
evaluación de desempeño, surgiendo frente a ello algunos cuestionamientos, muchos de los
cuales tienen indudablemente gran relevancia.
103
Revista Institucional Nº 8
Sin embargo, lo acogido en el caso peruano, muy distante por cierto de fórmulas
con tanto éxito y reconocimiento como la colombiana, implica que cada siete años un
juez o jueza en el Perú se juegue su puesto al todo o nada, sin posibilidad de enmienda
o mejora, y con el riesgo de ver en una sola evaluación desbaratado su proyecto de
vida. Si a esto le añadimos además la forma en la cual, lamentablemente, se siguieron
los procedimientos de ratificaciones judiciales en el Perú, bien pueden entenderse los
múltiples cuestionamientos hoy existentes al respecto. Luego de proporcionar siquiera
brevemente una reseña de lo ocurrido en nuestro país hasta la fecha sobre el particular,
creo que podrá entonces entenderse mejor cuáles son los problemas a debatir, ante los
cuales seguramente el debate a realizarse permitirá generar las mejores conclusiones
al respecto.
Como bien se recordará, y alegándose que tenían siete o más años en la carrera judicial,
el Consejo Nacional de la Magistratura sometió a ratificación a magistrados que recién se
habían reincorporado a sus funciones, magistrados que obviamente se encontraban en una
situación de desventaja: la de no tener mucho que exhibir frente a sus evaluadores.
Afortunadamente este problema quedó zanjado cuando el Tribunal Constitucional peruano,
a partir de la sentencia que emitió en el caso Gonzales Ríos, aclaró que solamente eran
pasibles de evaluación aquellos magistrados y magistradas con siete años continuos en el
ejercicio de la función jurisdiccional.
Ahora bien, lamentablemente ese no fue el único problema al cual debió hacerse frente.
Y es que de acuerdo con las pautas dadas en ese momento por el mismo Consejo Nacional de
la Magistratura, los magistrados evaluados no tenían conocimiento y/o acceso a las eventuales
imputaciones que pudieran haberse hecho en su contra las que, sin embargo, sí eran tomadas
en cuenta por el Consejo a la hora de ratificarlos o no ratificarlos.
104
Evaluación del desempeño: ideas sobre las técnicas a aplicar y
el organismo responsable de materializarla
Sin embargo, el problema más grave sobre las ratificaciones judiciales hechas en los
últimos años lo trajo el hecho de que el Consejo Nacional de la Magistratura de aquel
entonces, alegando el ejercicio de un criterio de conciencia, no motivaba los
pronunciamientos mediante los cuales ratificaba o no ratificaba a un magistrado en su
puesto. Es más esta errónea perspectiva, que en mi opinión desconocía que actos de
autoridad como éstos siempre deben ser motivados, lamentablemente fue inicialmente
avalada por el Tribunal Constitucional en pronunciamientos como el emitido en el caso
Luis Felipe Almenara Bryson.
El tratamiento de este tema hoy, felizmente, es por lo menos formalmente distinto pues,
luego de lo planteado por el Código Procesal Constitucional primero, y tomando en cuenta
los alcances de la solución amistosa a la cual llegó el Estado Peruano con el Sistema
Interamericano de Derechos después, hoy se entiende que las decisiones de ratificar o no
ratificar a un(a) juez(a) tienen que estar debidamente motivadas. Es más, el mismo Tribunal
Constitucional afortunadamente ha variado su criterio al respecto, tal como lo demuestra lo
resuelto en el caso Álvarez Guillén.
Como seguramente bien podrá apreciarse luego de la reseña aquí consignada, hoy
queda en el Perú un doble cuestionamiento por absolver en estas materias: por un
lado, el determinar si son las ratificaciones judiciales, tal como se encuentran planteadas
en la Constitución vigente, la mejor técnica de evaluación de desempeño a poner en
práctica; y, caso contrario, qué es lo que debería establecerse al respecto. De otro, el
ponerse de acuerdo sobre si el Consejo Nacional de la Magistratura es el organismo
idóneo para ejercer las labores de evaluación de desempeño de los jueces y juezas del
Perú, o si esta tarea debería ser encargada a otra institución. Pasaré pues a dar algunos
elementos que creo que pueden ayudar a resolver mejor las controversias que motivan
esas interrogantes.
105
Revista Institucional Nº 8
Por otro lado, y frente al debate existente sobre cuál es el órgano u organismo responsable
de la evaluación de desempeño a realizarse (y mejor aún si se optara por una fórmula distinta
a la del actual diseño de las ratificaciones judiciales en el Perú), conocido es que existen dos
posturas al respecto, las cuales de inmediato paso a reseñar.
Frente a esta alternativa otro sector, que por cierto parece tener mayor predicamento
en el actual Congreso de la República, aboga en favor a que estamos ante una responsabilidad
del Consejo Nacional de la Magistratura, el cual, en el mejor de los casos, pudiera recibir la
colaboración en esta labor de instancias dentro del Poder Judicial o de representantes
designados por la judicatura ordinaria peruana.
106
Evaluación del desempeño: ideas sobre las técnicas a aplicar y
el organismo responsable de materializarla
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108
EL DERECHO A LA IGUALDAD
Sumario:
I. Introducción. II. La Conceptualización de la Igualdad. III. La Igualdad como
Principio. IV. La Igualdad como Derecho. V. Los ámbitos de aplicación al Principio–
Derecho de Igualdad. V.1 La Igualdad en relación al Sistema Jurídico. V.1.1 La Igualdad
en la elaboración de la Ley. V.1.2 La Igualdad en la aplicación de la Ley. V.2 La
Igualdad en relación al Sistema Político–Social. VI. La Igualdad y la Diferenciación.
VII. La Igualdad y la Discriminación. VIII. La Discriminación y el Criterio de Término
de Comparación. IX. El Test de Igualdad. X. La Discriminación a la Inversa: La Acción
positiva o afirmativa.
I. INTRODUCCIÓN
Desde una perspectiva histórica, el derecho a la igualdad es una de las conquistas más
sentidas de la Revolución Francesa y de la Revolución Americana. En suma, tuvo una raigambre
liberal, cuya característica inicial consistió en concebir a la ley como una expresión normativa
vinculante y obligatoria de generalidad, abstractividad y espontaneidad; amén de
reconocimiento a una simetría de capacidad jurídica para toda persona sin ningún tipo de
distinción social. Con la imposición de esta idea–fuerza liberal se combatieron los privilegios y
arbitrariedades de clase y de casta. Así, en el Acta de Independencia de los Estados Unidos de
fecha 4 de julio de 1976 se proclamó lo siguiente: “Sostenemos como verdades evidentes que
todos los hombres han sido creados iguales […]”. Igualmente, en dicha declaración se consignó
lo siguiente: “Ningún hombre o grupo de hombres tiene derecho, privilegio o ventajas exclusivas
o separadas de la comunidad”.
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Revista Institucional Nº 8
A tenor del contenido de las disposiciones antes glosadas y como bien refiere Francisco
Fernández Segado76 en el pensamiento liberal de finales del siglo XVIII y a lo largo del
siglo XIX, el principio de igualdad se manifestaba básicamente como una paridad ante la
ley. Esto es, como una equiparidad sin acepción de las personas, en torno a los alcances
normativos de un precepto legal.
En puridad, esta concepción rupturista con el ancien regime que dividía jurídicamente a los
hombres tercialmente en nobleza, clerecía y pueblo, más que apuntar a la eliminación de los
privilegios de casta, aspiraba a la consagración principista del concepto de la generalidad de la
norma dictada por la autoridad política, así como a la eficacia erga onmes de las disposiciones
legales a las que debían sujetarse todos los individuos sin distinción.
En ese contexto, el principio de igualdad quedó subsumido dentro del principio de legalidad.
Por consiguiente, se consideraba como iguales a aquellos a quienes la ley considera como
tales, y diferentes a aquellos otros a quienes ella misma diferenciara.
En ese sentido, se consideraba que la ley era igual para todos porque ésta reunía las
características de universalidad y generalidad. En razón de la primera se determinaba
normativamente el conjunto de ideas esenciales referidas a una específica forma de relación
jurídica, lo que le daba a dichos tipos de ligazón una naturaleza o carácter común. En razón
de la segunda, esto se producía cuando la determinación normativa se extendía a todos los
vínculos jurídicos del mismo género y especie.
Francisco Rubio Llorente77 establece que la sociedad civil, como hecho oriundo y ajeno al
Estado, no encontraba obstáculo para considerar naturales y consecuentemente juridizables
las diferencias que la propia sociedad estableciere.
Tal como puede desprenderse de sus prístinos enunciados ideológicos, la clásica enunciación
de la igualdad ante la ley constituye una igualdad formal, la cual devenía en insuficiente a la
luz de las reflexiones que nos brinda la historia de la coexistencia social.
110
El derecho a la igualdad
A la denominada igualdad ante la ley hay que confrontarla en la praxis con la denominada
igualdad real, lo que se traduce en la verificación efectiva de todo aquello que la primera
enuncia. Se trata de comprobar de qué modo ello se cumple en función de una serie de
condicionamientos de carácter económico, social, cultural, etc.
Como bien afirman Walter Gutiérrez Camacho y Juan Manuel Sosa Sacio79 la igualdad es
un concepto relacional que sólo se revela en función a la respuesta a dos interrogantes:
En ese orden de ideas, la igualdad no puede ser considerada como un derecho autónomo
sino relacional, el cual opera en cuanto se vincula con el goce de los restantes derechos,
facultades y atribuciones constitucionales y legales.
111
Revista Institucional Nº 8
En ese contexto Marcial Rubio Correa80 refiere que los seres humanos tienen algo de
común e idéntico con sus congéneres, que para el caso nos representa y caracteriza como
seres humanos.
La igualdad busca regular de manera uniforme las situaciones similares; ergo, consiste en la
ausencia de discriminación, privilegio, favor o preferencia de unos seres humanos sobre otros.
112
El derecho a la igualdad
• La igualdad como pauta basilar al accionar del Estado, para que remueva los obstáculos
políticos o sociales que restringen de hecho la igualdad de oportunidades entre los seres
humanos.
113
Revista Institucional Nº 8
En tal sentido, el derecho a la igualdad se constituye, prima facie, en aquello que obliga
tanto a los poderes públicos como los particulares a actuar uniformemente respecto a las
personas que se encuentren en las mismas condiciones o situaciones; así como tratar de
manera desigual a las personas que se encuentren en circunstancias disímiles, debiendo
tener dicho trato dispar un fin legítimo, el mismo que debe ser conseguido mediante la
adopción de la medida más idónea, necesaria y proporcional. En consecuencia se erige
como un derecho fundamental de la persona oponible en todos los ámbitos de la vida
coexistencial.
La idea de igualdad puede ser observada en relación al sistema jurídico o al sistema político
jurídico. El objetivo final de todo ello será la consagración de la libertad y la justicia.
Ella se refiere al contenido de las normas, por ende, opera como un límite a la
discrecionalidad del legislador. Supone que éste se encuentra impedido de configurar
pautas preceptivas diferentes cuando no existen situaciones de hecho relevantes
para ello. De allí que el legislador se encuentra vedado de establecer distinciones
artificiosas o arbitrarias ante hechos, sucesos o acontecimientos que involucren a
personas ubicadas en un plano de identidad absoluta, o que en caso de no existir
dicha homología, éstas careciesen de relevancia para fijar una regla de
diferenciación.
114
El derecho a la igualdad
Ella se refiere a la eficacia de las normas. Por ende, opera como un límite a la
actuación del aplicador de la ley, el cual no puede modificar arbitrariamente el
sentido de sus decisiones en casos sustancialmente.
Ello supone un esfuerzo y una atención del Estado a favor de aquellas personas que
por sí mismas no pueden cubrir sus necesidades mínimas lo cual, en los hechos, afecta
su dignidad, desvigoriza su capacidad de autonomía y mutila el desarrollo de su
personalidad.
81 GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter y SOSA SACIO, Juan Manuel. (2005). Op. Cit.
115
Revista Institucional Nº 8
Francisco Fernández Segado82 expone que “es evidente que el principio de igualdad no
impone que todos los destinatarios de las normas hayan de tener inexcusablemente idénticos
derechos y obligaciones. Por el contrario, a situaciones distintas pueden acordarse situaciones
jurídicas diferenciadoras”.
La igualdad supone -por definición- dos o más hechos, situaciones y relaciones jurídicas
que sean comparables entre sí para determinar la regulación coexistencial y la generación de
un trato igual o diferenciado para las personas involucradas. En ese contexto se introduce el
análisis de la naturaleza de las cosas, lo cual liga distintivamente las relaciones coexistenciales
de las personas ubicadas en un mismo espacio, tiempo y sujeción estatal.
En ese aspecto, el concepto de naturaleza de las cosas percibe que en toda relación jurídica
debe existir un determinado orden, peculiaridades y características singulares que en conjunto
dan sentido y razón de ser a ésta. Por ende, en aras de plasmar el mayor grado de justicia, es
deseable que en todo vínculo imperativo–atributivo queden claramente delimitados los rasgos
esenciales que generan su existencia normativa dado que éstos son los que deben condicionar
axiológicamente la materia objeto de regulación.
116
El derecho a la igualdad
En puridad, dicho orden y rasgos específicos e intransferibles son los que hacen que una
relación jurídica sea de un determinado tipo y no de otro. Este orden y rasgos específicos son
los que permiten dar significado y sentido al proceso de formulación y aplicación de la ley, en
consonancia con el resguardo del principio de igualdad. El principio de igualdad no impide
al operador del derecho consagrar entre las personas distinciones que obedezcan a las
diferencias que las circunstancias prácticas establecen de manera indubitable. Así, la
existencia de una regla de diferenciación, debe ser apreciada en relación con la finalidad
y los efectos de la medida legal adoptada sobre la materia.
Francisco Laporta S.M.83 señala que entre las relaciones jurídicas por razón de su naturaleza
que se encuentran autorizadas para un tratamiento diferenciado aparecen las siguientes: la
satisfacción de necesidades, la retribución de merecimientos, el reconocimiento de aptitudes
y la consideración del status.
Más aún, el propio Laporta señala que un texto normativo es coherente con los alcances y
sentido del principio de igualdad, cuando su funcionamiento queda abierto a todas las personas
en virtud de no acreditar ningún atisbo de discriminación, y que luego de satisfacer dicha
prioridad adjudica beneficios o castigos diferenciadamente, a partir de rasgos distintivos
relevantes. En ese mismo contexto, es igualmente aceptable para el derecho el que la pauta
basilar relativa a la igualdad quede subordinada al desarrollo pleno de otros principios
constitucionales valorados como de superior jerarquía en específicas y concretas circunstancias.
“La ley puede condicionar el nacimiento del derecho a una pensión de retiro o
de jubilación a la observancia de determinados requisitos objetivos, tales como
haberse prestado servicio de voluntariado militar durante un corto tiempo o el
haber realizado actividades laborales durante un lapso determinado como
trabajador o funcionario para generar tal derecho. Empero no se puede vincular
dicha consecuencia prestacional a la observancia de ciertas condiciones como
la buena conducta, por no guardar una relación razonable de causalidad con
la finalidad perseguida. Es decir, no hay una razonable relación entre el medio
y el fin”.
117
Revista Institucional Nº 8
• Características inmanentes. Estas son aquellas que aparecen por mero acto de nacimiento.
Tal es el caso de la raza, el sexo, etc.
• Características incorporadas del medio social. Estas son aquellas que aparecen en función
a nuestro entorno inmediato. Tal es el caso del origen, la condición económica, el
idioma, etc.
• Características adoptadas. Estas son aquellas que aparecen por la libre decisión de la
persona. Tal es el caso del credo, filiación política, opción sexual, etc.
• Reconocimiento de que las personas, más allá de sus diferencias accidentales, comparten
una misma naturaleza y que, por ende, son intrínsicamente iguales.
Ahora bien aún cuando la discriminación, por regla general, conlleva un tratamiento
injustificadamente diferente, cabe residualmente la posibilidad de aparecer en la circunstancia
de disponerse la aplicación idéntica de una regla, sin considerar la producción de consecuencias
jurídicas perjudiciales para aquellas que se encuentren en una situación de vulnerabilidad (tal
como el caso de tasas e impuestos uniformes, etc.).
118
El derecho a la igualdad
Según nuestra Constitución, ninguna persona debe ser discriminada por alguna de las
ocho razones siguientes:
119
Revista Institucional Nº 8
• Cuando hay una razón suficiente para producir un tratamiento desigual, entonces debe
ser ordenado un tratamiento desigual.
La razón suficiente implica el examen de las normas con el objeto de observar las
motivaciones y razones que se alegan para justificar si dicha diferenciación se encuentra
conforme con los valores y principios constitucionales. Dicha diferencia en el contenido de la
ley o en el trato, es aceptable jurídicamente en tanto se acredite lo siguiente:
120
El derecho a la igualdad
El trato diferencial no debe sacrificar valores y principios que tengan una mayor relevancia
que aquel o aquellos que se intentan satisfacer mediante dicha consecuencia jurídica
desemejante. Queda claro entonces que la diferenciación jurídica no debe sacrificar aquellos
principios que en el espacio creado por la naturaleza de las cosas, tengan mayor relevancia
que los restantes, incluido el relativo al de la igualdad.
• En caso que se acredite que ambos supuestos de hechos son iguales, se concluye que la
medida adoptada que contiene un tratamiento diferente deviene en inconstitucional,
ello en razón de haberse dado un trato disímil en el otorgamiento de derechos o en la
asignación de los deberes.
• En caso que se acredite que los supuestos de hechos sean diferentes, se prosigue con la
verificación del test de igualdad.
121
Revista Institucional Nº 8
En este nivel se analiza la relación de causalidad de medio a fin; ergo, se verifica que la
medida legislativa sea congruente con el fin legítimo que se trata de alcanzar.
• En el caso que se acredite que la medida legislativa no es idónea para alcanzar el fin
pretendido por el legislador, se concluye en que éste es inconstitucional.
• En el caso que se acredite que la medida legislativa es idónea para conseguir el fin
pretendido por el legislador, se prosigue con la verificación de test de igualdad.
122
El derecho a la igualdad
En este nivel se analiza que la medida legislativa resulte la menos gravosa para los principios
y derechos afectados. Al respecto, David Giménez Glück85 señala que “la limitación ha de
ser necesaria para alcanzar el fin en la medida en que cualquier otra opción supondría una
carga mayor sobre el derecho afectado”.
Al respecto, cabe señalar que en este nivel se exige que, habiéndose determinado
previamente el peso o intensidad de los bienes jurídicos en pugna, la ventaja ha de obtenerse
con la medida legislativa diferenciadora y debe ser proporcional con la intervención en
otros bienes constitucionales; vale decir, que el trato desigual no debe sacrificar principios
o derechos fundamentales que tengan un mayor peso que el bien constitucional que se
quiere satisfacer mediante el aludido trato.
123
Revista Institucional Nº 8
Nurie Gonzáles Martin87 define la acción positiva o afirmativa como aquellos “tratamiento
preferenciales […]”.
Dicha acción positiva o afirmativa por parte del Estado genera como consecuencia lo
siguiente:
124
El derecho a la igualdad
• La acción positiva o afirmativa como bien expone Nurie Gonzáles Martin89 consigue
“quebrar viejos patrones de segregación y jerarquía; lo que en la praxis conlleva de un
lado, a la remoción de obstáculos; y, del otro, a la de promover condiciones para que
los derechos fundamentales devengan en reales y efectivos”.
Desde una perspectiva histórica, tal como se refirió precedentemente a la acción afirmativa,
aparece en la jurisprudencia norteamericana a raíz del caso Regents of University of California
vs. Bakke (1994).
Un joven blanco de apellido Bakke no pudo obtener el puntaje mínimo para el acceso
abierto para la Facultad de Medicina; empero varios postulantes negros con puntajes inferiores
al demandante obtuvieron vacantes gracias al cupo benigno.
• Implicaba una acción afirmativa para la construcción de una sociedad más justa e
integrada.
Desde la perspectiva del derecho comparado, para cierto sector de la doctrina española, el
artículo 9.2 de su Constitución permite la introducción de las llamadas cuotas o cupos benignos,
en aras de promover una igualdad real de oportunidades o posibilidades. Dicho precepto
textualmente señala que: “Corresponde a los poderes públicos promover condiciones para que
la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran, sean reales y efectivas.”
En el ámbito del ordenamiento jurídico nacional son citables los casos siguientes: la Ley
Nº 25003 de fecha 23 de febrero de 1990, dictada durante el gobierno del doctor
125
Revista Institucional Nº 8
Alan García Pérez, cuyo nomem juris era la Ley de la Bolsa de Trabajo que obligaba a las
empresas constructoras a contratar, cuando fuere el caso, a un 25% de operarios sindicalizados.
Dicha disposición tenía por objeto proteger a los trabajadores sindicalizados de los actos de
discriminación ocupacional, por su sola razón de tales. A pesar que dicha ley con cupo benigno
fue declarada constitucional por el ex Tribunal de Garantías Constitucionales, durante el gobierno
del ingeniero Alberto Fujimori Fujimori en su fase dictatorial, fue abrogada mediante el Decreto
Ley Nº 25588 de fecha 1 de junio de 1992.
El artículo 116 de la Ley Nº 26859 cuyo nomem juris es Ley Orgánica de Elecciones,
contempla un cupo benigno de 30% de mujeres en la conformación de las listas de candidatos
al Congreso de la República. Dicha regulación tiene por objeto promover mayores
oportunidades de participación representativa de las mujeres.
La Ley Nº 27277 establece que las universidades públicas deben reservar en los procesos
de admisión y en los cursos de especialización técnica, un número de vacantes adecuadas
para los funcionarios, servidores públicos e hijos de éstos, víctimas del terrorismo.
126
El derecho a la igualdad
BIBLIOGRAFÍA
127
128
ANÁLISIS MÉDICO LEGAL Y PSIQUIÁTRICO
FORENSE EN UN HOMICIDIO RELACIONADO
AL CONSUMO DE ALCOHOL
Sumario:
I. Resumen. II. Introducción. III. Material y Método. IV. Reporte del Caso. IV.1
Información Policial. IV.2 Resultados de la Necropsia Médico Forense. IV.3 Análisis
Toxicológico del Procesado. IV.4 Primera Evaluación Psiquiátrica. IV.5 Segunda
Evaluación Psiquiátrica. V. Acusación penal y reparación civil. VI. Sentencia. VII.
Conclusiones.
I. INTRODUCCIÓN
El homicidio surge de la intensidad de los deseos de muerte que coexisten con nuestras
emociones a lo largo de la vida91. La violencia, y de ella el homicidio, es la forma más
extrema de resolución de los conflictos sociales entre las personas y los colectivos92. América
129
Revista Institucional Nº 8
Latina y el Caribe se consideran las zonas más violentas del mundo, ya que en ellas la tasa
regional de violencia es de aproximadamente 20 homicidios por 100,000 habitantes. En
Panamá, Perú, Venezuela y Colombia se elevaron las muertes por homicidio desde mediados
de la década pasada y han mantenido una tendencia creciente93.
El consumo de drogas y la conducta delictiva son dos de los fenómenos sociales que mayor
interés han despertado entre los investigadores, políticos, legisladores y medios de comunicación
a lo largo de los últimos años94. Los problemas relacionados con el alcohol rebasan el concepto
de alcoholdependencia y figuran entre las principales amenazas para la salud, el bienestar y la
vida de la humanidad, pues su incremento expresa una incompatibilidad con la meta de
alcanzar la “salud para todos en el año 2000”95.
Las conductas delictivas y criminales son analizadas por el derecho y la medicina. En este
contexto, interviene la psiquiatría como una ciencia que dispone de medios idóneos para
conocer, comprender y corregir las muy variadas modalidades de las alteraciones de la conducta,
130
Análisis médico legal y psiquiátrico forense en un homicidio
relacionado al consumo de alcohol
del afecto, del pensamiento e inclusive, de la adaptación personal y social. Ante un homicidio
calificado, el derecho solicita la colaboración de un perito forense altamente especializado;
este profesional ayudará a determinar la responsabilidad penal del inculpado por medio de
una exhaustiva y particular evaluación clínica.
El presente reporte tiene como objetivo dar a conocer a la comunidad científica del derecho
y demás ciencias sociales, los enfoques, criterios e instrumentos que la Psiquiatría Forense
utiliza para ayudar a tipificar un crimen cometido bajo los efectos del alcohol. Los profesionales
juristas, sociólogos, criminólogos, psicólogos, entre otros, tendrán el conocimiento necesario
para interpretar una evaluación psiquiátrica realizada en un homicidio.
Una persona de sexo masculino (54 años), propietario de un restaurante bar, fue intervenida
por efectivos policiales dentro del inmueble ya que se halló un cadáver de una mujer de 50 años
de edad, descuartizada en tres segmentos. La víctima era la pareja sentimental del intervenido.
Por disposición de la Fiscalía Penal de Turno se procedió a internar al cadáver para las
investigaciones médico legales del caso.
Dos personas que habían ingresado al bar manifestaron que en el interior del lugar se
encontraban rasgos de sangre y asimismo, observaron que el intervenido estaba sin
camisa y manchado completamente de sangre. Una de las testigos fue golpeada con un
tronco de madera por el intervenido. La policía del sector ingresa al inmueble y encuentra
en el interior del baño del primer piso un cadáver de sexo femenino en posición decúbito
dorsal con los miembros inferiores seccionados, procediendo inmediatamente a la
detención del intervenido, el mismo que presentaba visibles signos de ebriedad.
131
Revista Institucional Nº 8
• Examen Externo del cadáver: Constitución pícnica, obesa, piel pálida, talla 1.50 m.
Cianosis subungueal bilateral.
• Descripción de Lesiones:
- 2 heridas contusas de 4 x 2.5 cm y de 4.5 x 0.5 cm, con signos vitales, en región
frontal.
- Equimosis en región malar derecha y dorso nasal.
- Herida punzo cortante a colgajo de 17 cm., sin signos vitales, en hemicara
izquierda.
- Herida cortante superficial de 10 cm., sin signos vitales, en región mandibular
izquierda.
- Surco equimótico en cuello, horizontal, poco profundo.
- Herida punzo corto penetrante de 11.5 cm., con signos vitales, con ángulo romo
a la izquierda, en la cara latero posterior izquierdo de cuello: el arma blanca
cortó piel, músculo esternocleidomastoideo izquierdo, vena yugular izquierda y
fractura de hiodes (profundidad de la lesión: 5 cm.).
- Excoriación y equimosis en codo derecho.
- Equimosis en cara posterior tercio medio de antebrazo izquierdo.
- Seccionamiento completo post mortem de miembros inferiores (derecho e
izquierdo), a nivel de la ingle desgarrando los genitales externos, con
desarticulación de ambas cabezas de fémur.
- Equimosis de 24 x 8 cm. en cara anterior de muslo derecho, de 8 x 6.5 cm. en
rodilla y de 5 x 4 cm. en cara posterior de pierna derecha.
- Múltiples equimosis en miembro inferior izquierdo.
A las tres horas de haber sido intervenido: Dosaje etílico 1.50 g o/oo – Ebriedad
manifiesta.
• Relato: “Estuve con mi señora tomando cerveza desde las 8 de la mañana, comenzamos
a discutir a las 2 o 3 de la tarde, me dijo impotente, maricón, porque no quise tener
132
Análisis médico legal y psiquiátrico forense en un homicidio
relacionado al consumo de alcohol
relaciones sexuales con ella. Nunca comenté a nadie que no podía tener relaciones
estando embriagado y que desde hace ocho meses bajé la frecuencia, antes lo hacía
una vez al día, últimamente cada diez a doce días, a veces no terminaba, se me volvía
flácido. Me dijo que me vaya, no te necesito, que regresaría con su marido anterior;
desde ese momento no recuerdo nada, sólo que tenía en la mano una madera forrada
que servía para afilar cuchillo…… no sé en que momento bajé y subí del bar, lo único
que recuerdo es que lo tenía en la mano y ella estaba ensangrentada encima de la
cama, mi reacción fue darle aire, trataba de reanimarla, bajé con mi señora por las
escaleras y debo haberme caído, no me recuerdo……. cuando desperté tenía
ensangrentada mi mano y mis piernas, vi a mi señora que tenía las piernas separadas
de su cuerpo y yo tenía un cuchillo en la mano, me eché agua a la cabeza y la recogí
llevándola al baño. Me quedé frío pensando lo que había hecho, me arrepiento del
delito que he cometido…… miraba mis manos, quería acordarme como pudo haber
ocurrido, pero nada, hasta ahora no recuerdo nada.”
“En las noches tengo pesadillas, dolor al cerebro, temblor en el cuerpo, me siento
nervioso, al mirar al suelo recuerdo a mi señora con sus piernas separadas, no quiero
que me pregunten, me quiero volver loco”.
• Historia Personal: “En mi niñez no podía juntarme con otros niños porque apenas
me fastidiaban, yo reaccionada gritando, trataba de golpearlos pero me aguantaba”.
“Me olvido de las cosas o encargos desde los cinco años”. “En mi adolescencia no
tenía amigos porque cuando tomaba yo reaccionaba fuerte levantando la voz para
que cambien de tema”.
Refiere estar detenido “por haber matado a mi conviviente”. En relación al día del
suceso: “Yo me despierto ensangrentado, cansado, corrí a lavarme la mano, me quedé
frío al ver a mi señora que tenía las piernas separadas, lo único que hice fue recogerla
¿qué hago? me quedé pensativo……en eso llega la hija adoptiva de mi señora, me dijo:
“Señor, buenas tardes” no recuerdo si le contesté…..ella dijo “sangre, mi mamá, ¡donde
está!”…”allí debe estar” le dije, abrió el baño y la encontró….con su sobrina me
empezaron a golpear, me he defendido, salieron a pedir auxilio, yo subí a ponerme mi
pantalón, salí y ví al patrullero, me llevaron y me despertaron en la comisaría”.
Respecto a su pareja manifestó: “Yo escuché rumores que ella estaba con otro, me
sentí como impotente, me dolía, me traumó cuando me dijo: ‘estoy feliz con ese hombre,
él me hace feliz‘, no sé si hemos discutido o no, estuve mareado, me dolió en el alma,
en el corazón, como un puñal en el pecho”. “Yo extraño mucho a mi pareja, quisiera
ir al cementerio, nos prometimos que cualquiera que falleciera tenía que recoger al que
quedaba vivo para estar juntos, yo espero que me recoja para no sufrir”.
• Historia Personal: “Tomé licor desde los 18 años hasta los 21 años en forma interdiaria,
posteriormente bajé el consumo, cuando tuve familia lo hacía en fiestas o reuniones
133
Revista Institucional Nº 8
familiares, tomaba hasta perder el conocimiento, no me acordaba cómo salía del lugar
donde estaba, luego me contaban”. “Cuando me ofendían era agresivo, no me acordaba
lo que hacía….una vez rompí las lunas de una tienda porque no le vendieron cerveza
a mi señora, me lo contó al día siguiente, después me acordaba por partes”.
• Historia Familiar: “Mi padre tomaba alcohol los fines de semana, cuando se mareaba
se desconocía, gritaba”.
Estando acreditada la comisión del delito instruido, así como la responsabilidad penal del
procesado, en conformidad con el artículo 159 inciso 6 de la Constitución Política del Perú, en
concordancia con el artículo 92 inciso 4 de la Ley Orgánica del Ministerio Público y el artículo
225 del Código de Procedimientos Penales, se formuló la Acusación Sustancial contra el
procesado por el delito contra la Vida, el Cuerpo y la Salud –Homicidio Calificado – Parricidio
en agravio de su conviviente, y en aplicación de los artículos 11, 12, 23, 29, 45, 46, 92, 93,
107 y 108 inciso 2 concordante con el artículo 16 del Código Penal, se propone se imponga
veinte años de pena privativa de la libertad y se fije en el pago de 15 mil nuevos soles por
concepto reparación civil a favor de las personas y familiares agraviadas.
134
Análisis médico legal y psiquiátrico forense en un homicidio
relacionado al consumo de alcohol
V. SENTENCIA
La Sala Penal – Corte Superior condena al procesado por Delito contra la Vida, el Cuerpo
y la salud – Parricidio en contra de su conviviente imponiéndole trece años de pena privativa
de la libertad, fijándose en 30 mil nuevos soles el monto de la reparación civil que deberá
abonar el sentenciado a favor de los herederos de la conviviente.
La Sala Penal Transitoria – Corte Suprema declaró haber nulidad en el extremo que condena
al procesado por el delito de Parricidio en agravio de su conviviente. Reforma la sentencia y lo
condena como autor del delito de Homicidio Simple a trece años de pena privativa de la
libertad y 30 mil nuevos soles como monto de la reparación civil.
El procesado había señalado ser casado y padre de cinco hijos con otra persona, siendo la
occisa su conviviente. El ordenamiento jurídico penal no protege esta relación de hecho
impropia, por cuanto para que ésta surta sus efectos, la pareja de convivientes debería tener
la condición de solteros motivo por el cual se descartó la figura del Parricidio.
VI. CONCLUSIONES
Hoy en día existe un alcohólico por cada diez personas que han consumido bebidas
alcohólicas alguna vez en su vida, y la cifra de estas últimas, llega aproximadamente al 70% de
la población mundial101. Resulta sorprendente el costo social y económico para la mayoría
de los países del mundo, donde los accidentes del tránsito, por citar un ejemplo, constituyen
la cuarta causa de muerte y están asociados -en una proporción elevada- a la ingestión de
bebidas alcohólicas. Por otro lado, el alcoholismo es un problema de salud que debe ser
conocido y tratado desde edades tempranas de la vida, siendo la opción asistencial la más
efectiva para atenuar el mal pronóstico de esta toxicomanía102.
Al margen del costo económico, el alcohol está vinculado a las conductas delictivas criminales tal
como lo reportado en el presente caso. El homicidio ocasionado por celos y humillaciones por parte
de la pareja es un tema muy relacionado a las investigaciones que realiza la Psiquiatría Forense.
Observando al homicidio desde otro ángulo, algunos autores afirman que ciertos homicidios
son cometidos en una suerte de ciego y violento frenesí y en un estado de inconsciencia casi
total. Así por ejemplo, la presencia del alcohol ha sido comprobada en dos terceras partes de los
homicidios tipificados donde, justamente antes de perpetrarse el homicidio, el occiso o ambos
habían ingerido esta sustancia103, lo cual es similar a lo evidenciado en nuestro reporte forense.
135
Revista Institucional Nº 8
homicidios frecuentemente son ocasionados por hombres jóvenes de estratos bajos entre 15
y 34 años de edad, quienes habían ingerido alcohol en el 36% de los casos, no identificándose
el móvil en 60%106. Esta última información no se relacionaría con nuestra presentación.
1. El homicida durante el hecho imputado se encontraba bajo los efectos del alcohol, lo
cual desinhibe a la persona e incrementa la dificultad para el control de impulsos.
2. La información recibida de impotencia sexual le incrementa los niveles de angustia.
3. La reacción que se produce es la pérdida del control de impulsos y la disociación como
forma de protección inconcientemente ante el estrés.
4. La ingesta del alcohol le produjo amnesia lacunar.
5. En suma, bajo los efectos del alcohol, la persona reaccionó desproporcionadamente
ante el conocimiento de una infidelidad agrediendo a su pareja, presentando amnesia
y disociándose posteriormente.
Como hemos revisado y analizado, la medicina ayuda al derecho con la aplicación de ciertos
conocimientos que ayuden al juez a esclarecer la investigación y a formarse un criterio antes de
tomar su decisión. Así como el médico legista emite un dictamen muy objetivo y concreto, como
en la descripción de heridas o lesiones, o en una necropsia, el perito Psiquiatra Forense emite su
dictamen sobre aspectos tales como la capacidad en lo civil o la responsabilidad en lo penal.
Por lo tanto, para el derecho, todas las explicaciones conductuales establecidas por la
Psiquiatría Forense son muy útiles en la determinación judicial de una responsabilidad punible
en el procesado ya que, como hemos reportado, por medio de la evaluación se descartó la
existencia de un trastorno mental relacionado a un cuadro psicótico, lo cual es un requisito
para declarar la inimputabilidad en este tipo de casos.
136
Análisis médico legal y psiquiátrico forense en un homicidio
relacionado al consumo de alcohol
BIBLIOGRAFÍA
137
Revista Institucional Nº 8
138
LOS PRINCIPIOS DE LA REFORMA
Y EL TÍTULO PRELIMINAR DEL NUEVO
CÓDIGO PROCESAL PENAL (NCPP)
Sumario:
I. Programa Constitucional en materia procesal penal. I.1Derecho Procesal Penal y
Derecho Constitucional. I.2 La opción democrática de la Constitución y el proceso
penal. I.3 Los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos y el Derecho
Procesal Penal. I.4 Las garantías procesales penales o escudos protectores del
justiciable. II. Modelos Procesales Penales. II.1 El modelo inquisitivo. II.2 El modelo
mixto. II.3 El modelo acusatorio. III. Principios del NCPP. III.1 III.1La opción acusatoria,
garantizadora y de tendencia adversativa. III.2 El Título Preliminar. III.3 Principios y
problemas de implementación.
En este acápite se deja establecido que el proceso penal no es un atado informe de trámites
o anárquico deambular de secuencias, sino un mecanismo de resolución o redefinición de
conflictos generados por los delitos, que se edifica para operar al servicio de la colectividad, las
víctimas y los procesados.
Reconociéndose que la fortuna del proceso penal depende del equilibrio que alcance
entre los extremos en permanente tensión que atiende (la seguridad y eficacia ante el delito
para reestablecer la paz y tranquilidad, por un lado, y las garantías o derechos fundamentales
del incriminado, por el otro) es vital y trascendente destacar cada una de las garantías procesales
penales o escudos protectores del justiciable que repudian la arbitrariedad y evitan que el
drama procesal pierda su perfil democrático.
Frente a la pregunta qué es o cómo se define el proceso penal existen dos opciones o
criterios para responder. La primera, tradicional y propia del estamento burocrático, es
la que indica que el proceso consiste en una sucesión de etapas o actividades, esto es,
139
Revista Institucional Nº 8
La organización del proceso penal, entonces, exige un cuidadoso equilibrio entre dos
extremos en permanente tensión: la obligación y potestad del Estado de perseguir el
delito y sancionar a sus autores, por un lado, y el respeto de los derechos y garantías de
los justiciables, por el otro. Si se rompiese este equilibrio se arruinarían los elevados
objetivos del proceso penal. Preferir o sobredimensionar la persecución y la punición,
bajo argumentos de eficacia a ultranza, conduciría a la arbitrariedad; extremar las
garantías, hasta desnaturalizarlas, dejaría inane al sistema.
140
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
artículos 2 y 139 de la ley fundamental. Asimismo, para que el proceso sea justo y
transparente, para que las decisiones que emanan de él no respondan a intereses
subalternos o coyunturales, la Constitución estipula que la potestad de administrar
justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial independiente (artículos
138 y 139.2); en tanto encarga la persecución del delito, en lo que hace a su
investigación, acusación y prueba del mismo o acreditación de la pretensión punitiva
estatal, a un órgano civil autónomo, el Ministerio Público (artículo 159), apoyado
por la Policía Nacional como brazo operativo (artículo 166); sin olvidar el
reconocimiento del derecho de defensa, habilitado para descargar y desvirtuar las
incriminaciones fiscales (139.14). Es más, la Constitución, destacando la trascendencia
que para el proceso penal tiene la actividad probatoria, estatuye como requisito
primordial su legitimidad, de modo que para la Carta Política carecen de validez las
pruebas que se obtengan con violación de derechos fundamentales, según se colige
del artículo 2.10, 24.h. referidos a las ofensas contra el secreto e inviolabilidad de
las comunicaciones y documentos privados y a la tortura u otros tratos inhumanos
o humillantes. En lo que atañe al empleo de la fuerza o coerción durante el proceso,
la suprema ley aporta los parámetros esenciales que regulan su aplicación al instituir
los criterios de razonabilidad y proporcionalidad previstos en el artículo 200. Según
se ve, los insumos indispensables para la construcción de un apropiado proceso
penal, en cuanto toca a su modelo, principios, objetivos, funciones y sujetos
procesales básicos y legitimidad de la actividad probatoria y cautelar, ya vienen
dados por la Constitución, correspondiendo a los textos rituarios ordinarios, como
el Nuevo Código Procesal Penal (NCPP), su meticuloso y consecuente desarrollo.
Para no referirnos sólo a la doctrina alemana es del caso anotar que nuestro país ha
tenido ocasión de confirmar dolorosamente el enorme perjuicio infligido al servicio de
justicia penal y, desde luego, a los imputados y víctimas, por el alejamiento e infracción de
las cláusulas constitucionales perpetrado en la pasada década, como bien hacen notar las
sentencias del Tribunal Constitucional emitidas a propósito de la acciones interpuestas por
el Defensor del Pueblo contra el paquete normativo de “seguridad nacional” (Expediente
Nº 0005–2001–AI/TC, 15 de noviembre de 2001), uno de cuyos componentes fue el D.
Leg. Nº 897 “Procedimiento especial para delitos agravados”; y por el ciudadano Marcelino
Tineo Sulca y otros, contra el D. Leg. Nº 25659 “Traición a la Patria” en modalidad
terrorista (Expediente Nº 010–2002–AI/TC, 3 de enero de 2003)111.
La relación entre el derecho procesal penal y el derecho constitucional no es, pues, una
cuestión meramente académica, una entelequia dogmática, sino un imperativo para el
servicio de justicia y sus operadores.
141
Revista Institucional Nº 8
Ocurre, sin embargo, que esta adecuación normativa tuvo que esperar doce largos
años, luego de 1979, apareciendo por primera vez de modo nítido en el CPP de 1991
(artículos V y 58 –Ministerio Público–, VIII, 68 y 76 – imputado, defensor técnico –, y I
y 55 – órgano jurisdiccional –), aunque sin traspasar la barrera de la vacatio legis hacia
la vigencia plena.
A contramano de lo esperado aún hoy la justicia penal peruana se sigue prestando bajo
el rigor de normas que no son compatibles con los requerimientos constitucionales, al
punto que la aplastante mayoría de causas recorre la vía procesal sumaria (D. Leg. Nº
124 y Leyes Nº 26689 y Nº 27507), enemiga del juicio público y oral y apañadora de
la fusión inaceptable por afectar la imparcialidad objetiva de las funciones de
persecución, sobre todo la investigación del delito con las de fallo, como si al Juez que
le correspondió pesquisar pudiese encargársele la tarea de calificar, mediante sentencia,
su propio trabajo y el del Ministerio Público acusador, dejando al imputado y a la
defensa en evidente desigualdad e inferioridad de condiciones. Así es como el proceso
sumario niega los axiomas democráticos que indican que quien investiga no puede ser
el mismo que falle y que todo acusado tiene derecho a que su situación se resuelva
mediante un juicio previo, público y oral.
142
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Este nexo raigal existente entre el Estado de derecho y la democracia con el proceso
penal no está siempre debidamente asegurado ni debe ser sobrentendido; reclama -en
cambio- celo, cuidado y operatividad constantes pues bastaría que una administración
gubernativa tenga el suficiente poder para alterar la reglas de juego constitucional básicas
o poner en marcha la aplicación de leyes autoritarias para que la maquinaria procesal
penal se ensombrezca. A guisa de ejemplo negativo de la manera como hasta
encumbrados juristas sucumbieron frente a corrientes antidemocráticas, citamos las
palabras del conocido profesor alemán Edmundo Mezger, quien hacia 1933, no tuvo
el menor empacho en sostener que:
No existe gran misterio, ni complejidad, entonces, tras la afirmación que concluye que
mientras un régimen democrático pauta un proceso penal de igual categoría, un régimen
autoritario, dictatorial, se premune de un proceso penal abusivo, generalmente
sustentado en el encarcelamiento generalizado.
Ahora bien, interesa precisar que los aires renovadores traídos al proceso penal por la
Constitución de 1979 tuvieron su origen en importantes tratados internacionales, como
la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948,
aprobada por Resolución Legislativa Nº 13282 del 9 de diciembre de 1959; el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos del 16 de diciembre de 1966, aprobado
por Decreto Ley Nº 22128 del 28 de marzo de 1978; y la Convención Americana
sobre Derechos Humanos del 22 de noviembre de 1969, aprobada por Decreto Ley
Nº 22231 del 11 de julio de 1978. Para que no cupiera la menor duda sobre la adhesión
a estos dos últimos textos la Asamblea Constituyente, en la decimosexta disposición
general y transitoria de la Carta Política de 1979, estipuló que aquellos se ratificaban
constitucionalmente así como también el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas y los artículos 45 y 62 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos referidos a la competencia de su
Comisión y Corte. Es más, el artículo 105 de la ley fundamental normó que:
143
Revista Institucional Nº 8
144
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Constituciones o las leyes que de éstas deriven; que están proscritos los encarcelamientos
arbitrarios, que los detenidos deben ser informados de la razones de su detención y notificados
del cargo que pesa en su contra, que deben ser llevados sin demora ante un juez y que les
alcanza el derecho de ser juzgados dentro de un plazo razonable o a ser puestos en libertad;
además tienen derecho a recurrir ante un juez para que decida sobre la legalidad de la
detención y ordene su libertad si el arresto fuera ilegal (artículo 7: Derecho a la libertad
personal), que la persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un
plazo razonable, por un juez competente, independiente e imparcial, predeterminado por
ley, en la sustanciación de cualquier acusación contra ella; a la presunción de inocencia
mientras no se determine su culpabilidad, a un proceso regido por la igualdad y ciertas
garantías mínimas como el derecho de ser asistido gratuitamente, cuando corresponda, por
traductor o intérprete; la comunicación de la acusación planteada, de la concesión del
tiempo y medios adecuados para la preparación de su defensa, el derecho de defensa
material y técnica de elección o en su defecto de defensa de oficio, derecho a interrogar a
los testigos presentes y de obtener la comparecencia de los testigos y peritos que puedan
elucidar los hechos; a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable, a
que la confesión sólo sea válida si es hecha sin coacción, al recurso o impugnación, al ne bis
in idem en caso de sentencia absolutoria, a la publicidad del proceso penal (artículo 8:
Garantías judiciales), al principio de legalidad de los delitos y las penas, a la retroactividad
penal benigna (artículo 9: Principio de legalidad y de retroactividad), a la indemnización en
caso de condena firme por error judicial (artículo 10: Derecho de indemnización), y a no
ser objeto de ingerencias abusivas en su vida privada o familiar, domicilio o correspondencia
(artículo 11: Protección de la honra y la dignidad).
Efectuada esta puntual reseña de los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos
y destacada su profunda huella en la elaboración de la Constitución de 1979, no extraña
que se afirme que recién luego de esa Carta se abrieran las posibilidades de construir
un proceso penal auténticamente democrático, ajeno a las estipulaciones del caduco
Código de Procedimientos Penales (C. de PP), promulgado en 1939, vigente hasta hoy,
luego de mil remiendos, a partir de 1940
El C. de PP. no podía menos que traer un modelo mixto, con predominio de las notas
inquisitivas, como la sobredimensionada etapa de instrucción en perjuicio de un debilitado
juzgamiento. Este código, incapaz de comprender que el proceso penal no es una
suma de procedimientos o secuencias, reprodujo las orientaciones y estilos de trabajo
propios de la escrituración, haciendo del expediente su paradigma, corrosivo de la
publicidad y oralidad.
No debemos dejar de apuntar que los defectos del C. de PP. fueron propios de su
época, que se elaboró cuando en la escena mundial las políticas totalitarias de Hitler,
Mussolini e Hiroito tenían mucha aceptación y partidarios, por lo que la humanidad
tuvo que aprender trágicamente, durante la Segunda Guerra Mundial, la importancia
de preservar la democracia y el Estado de Derecho; una vez que pasamos esa prueba
de fuego fue posible emprender el camino de la globalización de los derechos humanos
y su correlato, la constitucionalización del proceso penal.
145
Revista Institucional Nº 8
Las amenazas contra la tendencia pro derechos humanos y el proceso penal democrático
tampoco están ausentes y no son pocas y bien pueden detectarse en lo que se ha dado
en denominar “derecho penal del enemigo” que describe al comentar críticamente las
tesis de sus propulsores, el profesor español Luis Gracia Martín:
114 Véase la Resolución Legislativa Nº 27517, de 16 de setiembre de 2001, que aprueba el Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional, y el DS. Nº 079–2001–RE, de 9 de octubre de 2001, que ratifica el mismo.
146
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Derecho Penal… pero no son estos hechos los que constituyen la base…
del Derecho Penal del enemigo, pues… los mismos en nada difieren de
los realizados incidentalmente por los ciudadanos vinculados a y por el
derecho. Los datos… que sirven de base a las regulaciones específicas del
Derecho Penal del enemigo son la habitualidad y la profesionalidad de sus
actividades (…) su pertenencia a organizaciones enfrentadas al derecho y
el ejercicio de su actividad al servicio de tales organizaciones (…)
(L)os enemigos son individuos que se caracterizan… por que rechazan por
principio la legitimidad del ordenamiento jurídico y persiguen la destrucción
de ese orden (…) a consecuencia de ello, por su especial peligrosidad para
el orden jurídico (y por que) no ofrecen garantías de la mínima seguridad
cognitiva de un comportamiento personal, su (conducta) ya no es calculable
conforme a las expectativas normativas vigentes en la sociedad (…)
(E)ste llamado Derecho Penal del enemigo sería uno que se apartaría de los
fines ordinarios del Derecho Penal (…) de la prevención… Se trataría más
bien de una legislación de lucha o de guerra contra el enemigo cuyo único
fin sería su exclusión e inocuización”115
Esta larga cita ha sido necesaria para percatarnos que en la actualidad, en el ámbito
penal y procesal penal, existen voces muy insistentes que reivindican la urgencia de
efectivizar a cualquier precio la represión punitiva, aún cuando ello signifique relajar y
hasta desaparecer las garantías del debido proceso, como ocurre cuando se encierra
indefinidamente a centenares de personas por simples sospechas, o sin cargos y sin
derecho a que un juez independiente e imparcial decida su situación, todo bajo el falso
argumento que sólo así es posible ganar la cruzada o “guerra” contra la criminalidad
organizada, promovida por “enemigos” que han perdido la condición de personas y
ciudadanos.
147
Revista Institucional Nº 8
con los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por el
Perú, en razón de las sólidas objeciones que se hacen a la nacida en 1993, luego del
pronunciamiento cívico–castrense de 5 de abril de 1992116, y por la actividad del
llamado Congreso Constituyente Democrático117, sin dejar de advertir que en la materia
que nos interesa las grandes pautas de 1979 se mantuvieron, aunque fuera sólo en la
letra, en 1993. Sobre la vigente ley fundamental, su azarosa vida y vigencia son
extremadamente instructivas, ya que cuenta con sentencias del Tribunal Constitucional
emitidas en las acciones de inconstitucionalidad planteadas por el Colegio de Abogados
del Cusco contra la Ley 27600 (retiro de firma de ex presidente y reforma de la
Constitución) y el Dr. Borea Odría y otros contra el “documento promulgado el 29 de
diciembre de 1993 con el título de Constitución Política del Perú de 1993”, Expedientes
Nº 0014–2002–AI/TC y Nº 0014–2003–AI/TC, respectivamente.
Sin que se pueda asegurar que en adelante no se presentarán más situaciones adversas
al reconocimiento de los derechos fundamentales, incluidas las garantías procesales
penales, es bueno recordar con satisfacción que la Resolución Legislativa Nº 27401 del
18 de enero de 2001, reestableció a plenitud para el Estado peruano la competencia
contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y que la Ley Nº 27775
del 5 de julio del 2002, estableció el procedimiento de ejecución de sentencias emitidas
por Tribunales Supranacionales.
El proceso penal ideal es aquel que encuentra el punto de equilibrio entre la eficacia al
servicio de la seguridad y los reclamos de paz y tranquilidad de la sociedad y de las
víctimas frente al delito, así como el respeto a los derechos fundamentales del imputado.
116 DL. Nº 25418 “Ley de bases del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional”, en especial los artículos
“4.– Disuélvase el Congreso de la República hasta la aprobación de una nueva estructura del Poder Legislativo
(…) 5.– El Presidente de la República, con el voto aprobatorio del Consejo de Ministerios (…) ejercerá las
funciones que corresponden al Poder Legislativo… (y) 8.– Déjese en suspenso los artículos de la Constitución
Política y las normas legales que se opongan al presente Decreto Ley”
117 DL. Nº 25557. Convoca elecciones para representantes al Congreso Constituyente Democrático a realizarse el
22 de noviembre de 1992.
148
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Público y la Policía Nacional, sino robustecer los escudos protectores del justiciable
contra la arbitrariedad y confirmar el imperativo de la imparcialidad judicial; ésta y no
otra es la vital función que deben cumplir las denominadas garantías procesales.
Aunque la academia clasifica de diversa manera las garantías procesales y sostiene, por
ejemplo, que son genéricas si guían todo el desenvolvimiento de la actividad procesal, o
específicas si se refieren a aspectos concretos del procedimiento, a la estructura o
actuación de los órganos penales118; o les asigna el nombre de principios relacionados
con la organización del sistema de enjuiciamiento o con la iniciación del procedimiento,
la prueba y la forma de aquél119; o, por último, las entiende orgánicas cuando atañen
a la formación del juez y estrictamente procesales si tienen que ver con la formación del
juicio120, lo cierto es que todas bien pueden y deben ser reconducidas hacia el gran
objetivo de proteger al incriminado, quien sólo podrá ser vencido legítimamente si en el
proceso no se ha desconocido su dignidad y los derechos que de ella emanan. Ha de
quedar perfectamente claro que las garantías procesales no se estipulan para satisfacer
los requerimientos oficiales del Estado, de sus aparatos fiscales, policiales y judiciales,
sino para que los destinatarios del servicio de justicia penal, la comunidad, los agraviados
y procesados sean apropiadamente resguardados y satisfechos.
Todo proceso, también el penal, enfilado a resolver conflictos con relevancia jurídica,
incorpora inexcusables garantías que toma directamente de la ley suprema como son la
preeminencia indiscutible de las normas constitucionales, la potestad jurisdiccional popular
ejercida por el Poder Judicial -independiente e imparcial- la irretroactividad de la ley, el
debido proceso y la tutela jurisdiccional (artículos 51, 138 y 139 de la Constitución).
Sin dejar de atender tan señaladas garantías, cuando enfocamos la mirada en el proceso
penal destacan dos más: el juicio previo y la presunción de inocencia, seguidas de varias
otras que, para tenerlas en cuenta permanentemente y no condenarlas a la condición
de letra muerta, archivada en el desván de los operadores, se ha sugerido agruparlas en
tres niveles por estricta razón práctica: uno, que recoge todas las garantías destinadas a
impedir la manipulación del proceso penal; dos, que integra las que limitan la potestad
del Estado de buscar información probatoria; y tres, que asocia las que buscan limitar
el empleo de la fuerza en el proceso121.
149
Revista Institucional Nº 8
Desde esta óptica, los jueces y demás operadores de la justicia penal no son válidos
del mandón o gobernante de turno, como se estilaba admitirlo durante la colonia y
los difíciles primeros años de nuestra convulsionada República, sino auténticos
servidores del pueblo cuya fuerza viene de él para controlar los excesos de los demás
poderes públicos y preferir las libertades del ciudadano (artículo 138. Primer párrafo,
1 y 2 de la Constitución). Los jueces tendrían que constituirse en el último valladar
de defensa de la democracia frente a la arbitrariedad oficial y también de los
interesados juicios paralelos o mediáticos que tienen en la prensa un grupo de presión
autoproclamado perseguidor, decisor y hasta verdugo.
150
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
la estipulación de una institución tan interesante y compleja como ésta, de ahí que
sea tan decisivo persistir en la publicidad procesal si no se quiere seguir ahondando
el distanciamiento de la justicia del pueblo y la deslegitimación del servicio.
Esa inestabilidad, que ya es nociva para cualquier relación jurídica, adquiere más
gravedad cuando de asuntos penales se trata, en tanto las conductas criminalizadas
y sus penas abstractas no pueden ser reguladas sino mediante ley previa. A esto se
llama irretroactividad de la ley penal material, instituto compatible con la retroactividad
y ultractividad benignas de la norma punitiva (artículo 103 de la Constitución). Lo
que interesa, sin embargo, es saber si también la irretroactividad opera cuando se
predica sobre normas procesales penales. En este asunto el principio admitido es
que todo acto procesal se rige por la ley procesal vigente al momento de su realización,
a diferencia del criterio que regula la vigencia temporal de la ley penal material, que
indica que la aplicable es la vigente al momento de la comisión del delito.
Ahora bien, se arguye que la diferencia radica en que el objeto tratado por una y
otra norma es también distinto, olvidándose aquellas situaciones en que ciertos
cambios procesales no se circunscriben a lo ritual o procedimental, sino que afligen
derechos fundamentales del justiciable como la libertad y su restricción coercitiva.
En estos supuestos ¿da lo mismo aplicar la nueva ley procesal más restrictiva de la
libertad del procesado o seguir aplicando ultractivamente la anterior, menos
perjudicial? El Tribunal Constitucional en este tema ha tomado, en momentos
diferentes, dos posiciones. La primera, entre otras causas, en el Expediente Nº 2273–
20002–HC/TC de Lima, sentencia del 9 de julio del 2002, caso Mejía, al indicar:
“4. (E)ste Tribunal Constitucional debe señalar que en el presente caso el plazo
máximo de detención no es de dieciocho meses, conforme lo prevé la Ley Nº
27553, de fecha 13 de noviembre de 2001, pues de ser esto así supondría la
aplicación retroactiva de una norma más gravosa y aflictiva al derecho fundamental
a la libertad personal, por cuanto incrementa los plazos de duración de la detención
que estableciera el Decreto Ley Nº 25824, ésta última vigente cuando se le instauró
proceso penal a la actora y por ello aplicable en virtud del principio de ultractividad
benigna en la aplicación temporal de la ley penal; lo cual es conforme con el
artículo 103 de la Constitución Política del Estado”.
151
Revista Institucional Nº 8
8. Así, el artículo 103 de la Constitución dispone que “Ninguna ley tiene fuerza ni
efecto retroactivos, salvo en materia penal cuando favorece al reo”. Esta excepción
es aplicable a las normas del derecho penal material (…)
10. El artículo 139, inciso 119 de la Constitución establece que en caso de duda o
conflicto de leyes penales, se debe aplicar la norma más favorable. Esta regla sólo
es aplicable en el derecho penal sustantivo (…)
14. La Ley Nº 27533, que modifica el artículo 137 del (CPP), tiene en su disposición
transitoria una norma que regula su aplicación en el tiempo, la cual establece
que será aplicada a los procesos en trámite… Ello significa que podrá regular
casos en los que la detención ha sido ordenada cuando la antigua regulación del
(referido artículo) del (CPP) estaba vigente. (…)
47. (…) Doctrinantes como Jiménez de Asúa sostienen que ’si las nuevas formas de
enjuiciamiento contienen disposiciones que influirán en la penalidad en la defensa
del imputado, no podrá dárseles efecto retroactivo porque no es posible someter
152
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
al acusado a condiciones más graves que las previstas por la ley vigente en el
momento en el que el delito se perpetró‘123”.
La vitalidad expansiva del debido proceso bien puede ejemplificarse con el acogimiento
que hace del derecho, no explicitado en la Constitución vigente, a ser juzgado sin
dilaciones indebidas, entendido como el que asiste a todo procesado a que su situación
jurídica se resuelva en tiempo apropiado, sin ser regular que la causa se dilate
indefinidamente por la lentitud y omisiones de los funcionarios a cargo o que se
restrinja hasta imposibilitar el ejercicio de la defensa. Muy instructiva resulta al respecto
la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 29 de enero de
1997, expedida en el caso Genie Lacayo, que en sus párrafos 74 y 77 estipula:
“74. El artículo 8 de la Convención que se refiere a las garantías judiciales consagra los
lineamientos del llamado ’debido proceso legal‘ o ’derecho de defensa procesal‘,
que consiste en el derecho de toda persona a ser oída con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada en su contra o para la determinación de sus derechos
de carácter civil, laboral, fiscal u otro cualquiera. (…)
153
Revista Institucional Nº 8
A diferencia del aviso colocado en las puertas del infierno: “Abandona toda
esperanza”, en el pórtico de las causas penales el principio del debido proceso advierte
a los jueces que deben actuar con justicia y sujetándose a la Constitución, a la ley y
demás formalidades procesales garantizadoras; y al justiciable, que el enjuiciamiento
no se hará al costo de suprimir su dignidad o las condiciones indispensables para la
concreción de sus derechos fundamentales.
El derecho a la tutela judicial, en palabras del profesor Picó y Junoy, que para efectos
de definición resume la posición del Tribunal Constitucional español, tiene un
contenido complejo que incluye el derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales
o al proceso, a obtener de ellos una sentencia fundada en derecho congruente, a la
efectividad o ejecución de las resoluciones judiciales y, el derecho al recurso legalmente
previsto126.
Ahora bien, esta garantía no afirma que las partes tengan derecho a que el órgano
jurisdiccional les dé la razón o confirme sus pretensiones, sino a que éste resuelva o
falle el fondo del asunto conforme a derecho, sobre la base de una motivación
sólida y congruente, y a que se ejecute lo decidido; lo que explica, por ejemplo,
cuan frustrante es que la mayoría de reparaciones civiles establecidas por los jueces
penales no se efectivicen.
Queda expuesta así la raigal inteligencia que existe entre el debido proceso y la
tutela judicial, de lo que normativamente da puntual cuenta el artículo 139.3 de la
Constitución.
154
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Además de las garantías examinadas que el proceso penal comparte con los demás
mecanismos de resolución de conflictos, interesa detenerse a analizar las que lo
definen y distinguen, siendo las más notorias el juicio previo y la presunción de
inocencia, cuyas proyecciones ilustran el significado del resto de escudos protectores
del justiciable.
Porque nadie es culpable hasta que debida y legalmente es declarado tal: los
procesados mantienen su calidad de inocentes y gozan de los derechos que les
permitan resistir la persecución y, cuando así lo decidan, desvirtuarla, contando
para el efecto de defensa material y técnica, de elección u oficio.
155
Revista Institucional Nº 8
Según ya se dijo líneas arriba, la referencia a las garantías procesales penales interesa
en su dimensión práctica y operativa (Binder) tanto más en países como el nuestro
donde la democracia ha debido apurar momentos extremadamente difíciles, donde
la República ha experimentado largos períodos de caos y desinstitucionalización, o
donde los estados de excepción han sido la regla.128
Son esas eventualidades las que casi siempre han motivado ingerencias contra el
Poder Judicial a través del fácil expediente de los ceses masivos, recubiertos con el
ropaje de “reformas”, interesadas más en someter las decisiones de los órganos
jurisdiccionales a intereses subalternos de gobierno, partido, clase o grupo, esto es,
coyunturales, siendo una de sus primeras víctimas el proceso penal transformado
así de mecanismo de resolución de conflictos en arma arrojadiza de persecución,
amenaza y hasta “cortina de humo”.
Ante este permanente riesgo de manipulación del proceso penal se erigen las garantías
orientadas a conjurarlo, destacando en la Constitución las siguientes:
128 Para sopesar el período republicano de anarquía y desconcierto y el imperio de los regímenes de excepción con
toda su carga de arbitrariedad penal véase: Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú 1822 – 1933,
Editorial Universitaria, Lima, (1983) tomos I, páginas 249 y siguientes, y X, páginas 229 y siguientes; asimismo el
contenido de dispositivos como la Ley Nº 24150 del 7 de junio de 1985, que crea los Comandos Político
Militares; el D. Leg. Nº 749, del 12 de noviembre de 1991, que refuerza el predominio de éstos sobre las demás
autoridades en zonas declaradas en emergencia, ambos declarados en parte inconstitucionales mediante sentencia
del Tribunal Constitucional pronunciada en el Expediente, promovido por la Defensoría del Pueblo, Nº 017–
2003–AI/TC, y publicada el 23 de agosto del 2004. Esta sentencia ha dado lugar a correctivos como la Ley Nº
28222 del 18 de mayo del 2004.
156
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
129 Apréciese lo mediatizados e imperfectos que resultan a la luz de esta garantía los artículos 127 y 245 del C. PP.
157
Revista Institucional Nº 8
• El secreto bancario y la reserva tributaria que sólo pueden ser levantados a pedido
del juez, del Fiscal de la Nación, o de una comisión investigadora del Congreso
con arreglo a ley y siempre que se refieran al caso investigado (artículo 2.6 de la
Constitución)
Estas garantías serían líricas, tinta sobre papel mojado, si su infracción no fuera
seguida por la aplicación de la regla de exclusión probatoria que fulmina las
consecuencias directas o reflejas de los actos de obtención de pruebas o práctica
de medios probatorios que desconozcan o afrenten los derechos fundamentales.
Aunque explícitamente la Constitución no menciona esta regla, su contenido
aparece considerado cuando indica: “Los documentos privados obtenidos con
violación de este precepto (secreto e inviolabilidad) no tienen efecto legal”, y
“(c)arecen de valor las declaraciones obtenidas por violencia. Quien la emplea
incurre en responsabilidad” (artículos 2.10, tercer párrafo y 2.24.h de la
Constitución).
130 Véase el artículo 4 de la Ley Nº 27934 (Intervención del Ministerio Público y de la Policía durante la investigación
del delito), del 12 de febrero del 2003, que acuña el concepto de flagrancia reputando su existencia cuando la
realización del acto punible es actual y, en esa circunstancia, el autor es descubierto, o cuando el agente es
perseguido y detenido inmediatamente después de haber realizado el acto punible o cuando es sorprendido con
objetos o huellas que revelan que acaba de ejecutarlo.
131 Véase la Ley Nº 27697 sobre intervención y control de comunicaciones y documentos privados del 12 de abril
del 2002.
132 Véase la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Adoptada y
abierta a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución
39/46 del 10 de diciembre de 1984.
158
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Por lo dicho es que, cuando se trata de coerción procesal personal, la ley pone
especial cuidado en establecer exigentes requisitos y controles de modo que si la
libertad del procesado, favorecido aún por la presunción de inocencia, deba ser
afligida con medidas como la prisión preventiva o la comparecencia simple o restrictiva,
ello responda estricta y cabalmente a una auténtica necesidad procesal y no configure
adelantamiento de sanción o condena.
Otro tanto ocurre cuando se adoptan medidas como el embargo, enfiladas a evitar
el desapoderamiento patrimonial del procesado, con evidente riesgo para el derecho
del agraviado de ser resarcido e indemnizado.
159
Revista Institucional Nº 8
La manera cómo las sociedades han afrontado los problemas originados por el delito ha
sido diversa.
Analizar la manera cómo cada modelo procesal identifica sus funciones básicas y las encarga
a los correspondientes sujetos que intervienen en el mismo, es lo que permite saber si nos
hallamos ante un esquema acusatorio o inquisitivo; y, también lo que posibilita establecer el
grado de democracia o arbitrariedad procesal instituido. Una vez más nos percatamos que no
existe un proceso penal neutro, que siendo muy importante la resolución de los conflictos
provocados por el delito ésta labor servirá bien a los intereses de la mayoría, o al encubrimiento,
promoción y preservación de intereses de facción, por lo que siempre será correcto y legítimo
respaldar los modelos compatibles con la defensa de los derechos fundamentales de la persona.
160
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Más que perderse en detalles anecdóticos, entonces, el criterio central para identificar un
modelo, distinguirlo de los otros y explicar la pugna entre ellos, es la configuración específica
que cada uno de éstos asuma de las funciones procesales indispensables; no en vano por
ejemplo, cuando se revisan los CPP de 1991 y 2004, encontramos una prolija determinación
de las tareas del órgano jurisdiccional y demás sujetos procesales (Ministerio Público, imputado–
defensor técnico, víctima), a diferencia de lo que ofrece el C. de PP., el cual sobredimensiona
el papel del juez instructor, hoy juez penal, y subestima las funciones de los otros participantes
en el proceso.
Siguiendo la pauta dada por Florián enseguida se efectuará una sucinta referencia a los
modelos procesales históricamente configurados, siempre teniendo en cuenta la forma como
este fenómeno se ha manifestado en el ámbito nacional, en razón que el conocimiento de
ello contribuirá a explicar mejor por qué la reforma procesal ha dejado de ser un simple
cambio normativo para representar la transformación ineludible de todo el sistema o servicio
de justicia penal.
Las principales notas de este modelo, como sostiene Maier, a quien en adelante
seguimos134, son las siguientes: a) la potestad de administrar justicia no emana del
pueblo sino de los jerarcas, o tiranos que controlan el poder estatal, quienes concretan
su abusiva autoridad a través de una estructura de funcionarios etiquetada con el
membrete de “órganos judiciales”; b) las funciones de persecución del delito y de
juzgamiento y fallo se confunden, asignándoselas al mismo sujeto procesal, surgiendo,
entonces, la figura del investigador–juez decidor o gran inquisidor; c) el acusado carece
de la condición de sujeto y ve reducida su condición a objeto y sus posibilidades de
defensa son mínimas o inexistentes; en cambio, las cortapisas que se le oponen son
muchas, todas enfiladas a debilitarlo y alcanzar su confesión; d) la forma del
procedimiento y el estilo de trabajo de los operadores son los del secreto o la reserva
irracional y de la escritura manifiesta en el expediente; e) la valoración de la prueba se
rige por el sistema legal que tarifa o asigna valor antelado a cada medio probatorio,
precedido por actuaciones, abiertamente denigratorias y horrorosas como la tortura,
justificadas con el argumento de búsqueda de la verdad a cualquier precio, de ahí lo
161
Revista Institucional Nº 8
Christo nomine invocato. Fallamos, atentos los autos y méritos del proceso
y sospechas que de él resultan contra el reo, que le debemos condenar y
condenado a que sea puesto en cuestión de tormento, en la cual
mandamos esté y persevere tanto tiempo cuando á nos bien visto fuere,
para que en él diga la verdad dé lo que está testificado y acusado; con
protestación que le hacemos que si en dicho tormento muriese, ó fuere
lisiado, ó se siguiese mutilación de miembro o efusión de sangre, sea á su
culpa y cargo, y no á la nuestra, y por no haber querido decir la verdad.”
162
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Con la gran Revolución Francesa de 1789 no sólo cayo el antiguo régimen feudal
autoritario sino también su funcional mecanismo procesal penal inquisitivo, el cual fue
reemplazado por el modelo mixto que mantuvo algunas notas del pretérito esquema
durante la fase de investigación y abrió sus puertas a la publicidad del acusatorio en la
decisiva etapa del juzgamiento
Esta opción llegó tardíamente a nuestras tierras, encontrando asiento tanto en el Código
de Procedimientos en Materia Criminal 1920142 como en el aún vigente Código de
Procedimientos Penales de 1939143, lamentablemente la inclinación de uno y otro no
fue idéntica, ya que el primero, pergeñado por Angel G. Cornejo, partidario de la
instauración de los jurados, osciló más hacia el acusatorio, en tanto que el segundo,
obra de Zavala Loayza, no pudo escapar de la impronta inquisitiva como es fácil concluir
por la sobreestimación que hace de la instrucción, en detrimento del juzgamiento y del
Juez Instructor en perjuicio de los demás sujetos procesales. Otro tanto puede decirse
de las numerosas leyes procesales penales especiales que han profundizado la distorsión
inquisitoria, como lo hace el D. Leg Nº 124 que ya ni siquiera guarda las formas mixtas
y que al generalizarse ofende la garantía de juicio previo, público y oral.
Tanto el acusatorio antiguo como el moderno comparten, mutatis mutandi, las siguientes
cualidades o virtudes: a) la potestad de administrar justicia emana del pueblo y se
ejerce a través de un Poder Judicial independiente e imparcial; b) la persecución del
delito, en cuanto a investigación y acusación se refiere, está a cargo de un órgano civil
autónomo, el Ministerio Público; c) el procesado es un sujeto y no objeto procesal que
goza de la presunción de inocencia y del derecho de defensa; d) el procedimiento es
sustancialmente público, oral y contradictorio, rigiendo en él, además, la igualdad de
armas; e) la valoración de la prueba no es tasada sino libre y debe ir precedida por
actuaciones legítimas que no violen derechos fundamentales, repudiándose el prejuicio
y destacándose, en cambio, la objetiva imparcialidad; y f) la declaración de culpabilidad
la emite el jurado o el Juez quien, en su caso, absuelve o condena, dosificando con
justicia la sanción.
En nuestro país, es gracias al movimiento de reforma que, luego de sentadas las bases
constitucionales (1979) de un programa penal democrático, se plantea la primera
propuesta integral acusatoria con el CPP de 1991, ulteriormente mejorado en sus
versiones de 1995 y 1997. Las dificultades que este código afrontó al extremo de
permanecer en vacatio legis hasta la fecha, salvo 22 artículos, demuestra el enorme
poder de las fuerzas retardatarias que han visto en él un sistema transparente y justo,
163
Revista Institucional Nº 8
Hoy, que ya se cuenta con la versión acusatoria renovada del 2004 (D. Leg. Nº 954),
no resta más que confirmar que la reforma se ha consolidado en lo normativo, aún
cuando subsisten dudas sobre la posibilidad de su implementación y cambio radical de
la cultura inquisidora que acompaña desde siglos a los operadores del sistema y, como
no, también a los voceros de la llamada “opinión pública”, los medios de comunicación
masiva.
La adhesión del NCPP al programa que para lo procesal estipula la Constitución, aparece
de modo nítido en cada uno de los diez artículos de su Título Preliminar.
Para caracterizar el modelo que trae el NCPP, como en su oportunidad se hizo con el
código de 1991 y sus versiones mejoradas de 1995 y 1997, se recurre al calificativo de
acusatorio, debido a que al examinar el tratamiento dado a las funciones procesales
básicas se aprecia que el nuevo texto rituario efectúa una determinación perfectamente
diferenciada, primero, de la persecución, comprensiva de la investigación, acusación y
164
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Puede llamar la atención que el Título Preliminar del NCPP no tenga el nombre de
“Principios Generales” o “Principios Fundamentales”, como en el CP vigente y el CPP
de 1991, pero esto no autoriza a concluir que sus grandes pautas modélicas, estructurales
y de interpretación no estén recogidas en tan importante apartado, colocado
precisamente en el frontis de todo este cuerpo normativo para confirmar su adhesión
al programa procesal penal de la Constitución y la tarea concreta de desarrollarlo.
El artículo I.1 del rubro bajo estudio estipula de modo sintético el principio de
jurisdiccionalidad, al indicar de manera categórica que la justicia penal es impartida
exclusivamente por los órganos judiciales y que tan delicada función destaca por su
consustancial característica de imparcialidad esto es, de sujeción a la Constitución y la
ley, y de operatoria en un plazo razonable, contrario a cualquier dilación indebida.
165
Revista Institucional Nº 8
En el inciso 5 del artículo I, desde la opción procesal que asume un compromiso cierto
con el respeto de la dignidad humana, se establece la obligación estatal de garantizar la
indemnización por los errores judiciales, sentándose las bases para superar el actual
estado de cosas en esta materia, regulada por la Ley Nº 24973 del 28 de diciembre de
1988, cuya ineficacia es palmaria cuando se aprecia la ejecutoria del casi fantasmal
Fondo Nacional Indemnizatorio de Errores Judiciales y Detenciones Arbitrarias.
166
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
El inciso 2 del artículo II, como derivación muy importante de la presunción de inocencia,
prohíbe que algún funcionario o autoridad policial presente como culpable a una persona
no condenada por sentencia firme, o brinde información en tal sentido. Nadie que
conozca el morboso espectáculo mediático que se regodea presentando a imputados o
procesados como si se fuesen culpables o reos rematados negará la importancia que
tiene acuñar una garantía como la descrita y promover su pleno respeto.
El artículo III estatuye la garantía ne bis in idem de forma completa, ya que acoge su
significado material referido a la proscripción de doble sanción por un mismo hecho
punible, lo que la relaciona con la cosa juzgada, y también sus implicancias procesales,
prohibiendo la doble persecución, sucesiva o simultánea por lo mismo, siempre, además,
que se trate de idéntico sujeto e igual fundamento.
En el entendido que la potestad sancionadora del Estado es única aunque bien pueda
adquirir perfiles administrativos o penales y que aquél tiene una sola oportunidad para
hacer valer su pretensión punitiva, el Título Preliminar precisa que la interdicción de la
persecución múltiple rige también para las sanciones penales y administrativas en cuanto
resulta inadmisible que por el mismo hecho éstas se acumulen; de ahí que para evitar
superposiciones perjudiciales al imputado regle que el derecho penal tiene preeminencia
sobre el derecho administrativo. Una manifestación de lo dicho se encuentra en el
inciso 6 de la Segunda Disposición Modificatoria y Derogatoria del NCPP, que dispone
que el artículo 8 del D. Leg. Nº 813 (Ley Penal Tributaria del 20 de abril de 1996),
referido a la investigación y promoción de la acción penal en los delitos tributarios,
quede redactado de modo que la administración deba comunicar al fiscal los indicios
de la comisión de delito tributario descubiertos en el curso de sus actuaciones y que el
fiscal, en razón de este aviso y en coordinación con el Órgano Administrador del Tributo,
disponga lo conveniente, que ordene a la administración ejecutar ciertas diligencias o
las realice por sí mismo y que, en cualquier momento, disponga que dicho órgano le
remita todo lo actuado en el estado que se encuentre, prosiguiendo la pesquisa en
Fiscalía o por la policía.
Consecuente con la tradición liberal, en este mismo artículo, el NCPP exceptúa de los
efectos del ne bis in idem a los casos de revisión de la sentencia condenatoria que se
canalizan a través de la acción correspondiente cuando ulterior condena o imposición
de medida de seguridad es dictada contra persona distinta del primer sancionado y
ambas sentencias colisionan por inconciliables, de lo que resulta la prueba de inocencia
167
Revista Institucional Nº 8
del primigenio condenado. Otro tanto ocurre cuando la sentencia se emite contra una
precedente que es cosa juzgada; asimismo, si se demuestra que un elemento de prueba
decisivo en la sentencia es falso, inválido, adulterado o falsificado; o luego de la sentencia
se descubren nuevos hechos o medios de prueba capaces de establecer la inocencia del
condenado; también si se acredita que la sentencia fue producto de un delito cometido
por el juez o grave amenaza contra él o sus familiares, siempre que en tales hechos no
haya intervenido el condenado, y cuando la norma que sustentó la condena fuese
declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional o inaplicable en un caso
concreto por la Corte Suprema (artículo 439).
168
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
Por lo dicho, para el NCPP la libertad del imputado es la regla y la prisión preventiva
una excepción, que de ningún modo puede ser asumida fuera de sus notas instrumentales
y constituir adelantamiento de condena.
Por su lado, los incisos 3 y 4 de este artículo VII establecen pautas básicas de interpretación
de las normas adjetivas, sobre todo, de las que coactan la libertad o restrinjan el ejercicio
de derechos procesales, limiten un poder conferido a las partes o estipulen sanciones
rituarias en el sentido que la interpretación debe ser restrictiva, quedando prohibidas la
extensiva y la analogía, salvo que sean pro imputado o pro ejercicio de sus derechos; y
que cuando existe duda insalvable sobre la ley aplicable debe optarse, también, por la
más favorable al procesado.
169
Revista Institucional Nº 8
El artículo VIII, en sus tres incisos, resume lo que el NCPP entiende como legitimidad de
la prueba, la que se afinca sobre las consideraciones que los únicos medios de prueba
que pueden componer el acervo probatorio y, por ello, ser valorados, son los obtenidos
e incorporados a la causa por un procedimiento constitucionalmente legítimo. El exigente
filtro previsto para asegurar el cumplimiento de lo precitado es la regla de exclusión
probatoria que estipula que no tienen efecto legal las pruebas obtenidas con violación
de los derechos fundamentales de la persona (artículo 159). Conviene al respecto,
detenerse a observar que el artículo bajo comentario menciona que esa obtención
ilegítima de pruebas puede ser directa o indirecta, lo que nos coloca ante la admisión
de la teoría del fruto del árbol envenenado o de los efectos reflejos de la prueba ilícita.
Ha de notarse, también, que la norma dice violación del “contenido esencial” de los
derechos fundamentales, lo que permite deducir que la regla de exclusión probatoria
admite ciertas excepciones como las sustentadas en la “buen fe” del operador, la
“infracción beneficiosa para el imputado”, la “eficacia de la prueba ilícita con respecto
a terceros” o personas distintas al titular del derecho afectado, la “ponderación de
intereses”, la “destrucción de la mentira del imputado”, y la del “actuar a propio riesgo”,
como ocurre cuando alguien hace revelaciones voluntarias sobre un delito o acerca de
actividades relacionadas con esta clase de hechos ante un interlocutor que lo graba sin
su conocimiento146.
En igual sentido, este numeral IX del Título Preliminar prohíbe que el imputado sea
obligado o inducido a reconocer culpabilidad, es decir, a incriminarse o incriminar a sus
familiares. Semejantes estipulaciones encuentran pleno sustento en las consideraciones
ya expuestas al tratarse la presunción de inocencia.
Conforme a las tendencias procesales más avanzadas, el NCPP dedica especial atención
a la víctima del delito para evitar perjudicarla doblemente con los avatares o secuelas
de la causa, de modo que (inciso 3) le asegura los derechos de información y
participación procesal y establece la obligación oficial de protegerla y darle un trato
apropiado. Esto explica la nueva tesitura procesal asumida en lo referente a la víctima
por los artículos 94 y siguientes del código; o así, por ejemplo, cuando se indica que
tiene derecho, entre otros, a ser informada del resultado del procedimiento aún
cuando no haya intervenido en él, a ser escuchada antes de cada decisión que implique
la extinción o suspensión de la acción penal, a recibir un trato digno y ser protegida,
y a impugnar el sobreseimiento y la sentencia absolutoria (artículo 95.1). Algo
semejante ocurre cuando se norma que en los delitos que afectan intereses colectivos,
es decir, que lesionan a un número indeterminado de personas, o en crímenes
146 Véase el Acta de la sesión del Pleno Jurisdiccional Superior Nacional Penal: “Problemática en la aplicación de la
norma penal, procesal y penitenciaria”, Trujillo, 11 de diciembre de 2004. Acuerdos Plenarios. Tema 3: La
prueba ilícita y la prueba prohibida
170
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
El artículo X, que cierra el Título Preliminar, afirma el valor expansivo de las implicancias
de las normas que lo integran, al estatuir que éstas prevalecen sobre cualquier otro
canon del código y que deben utilizarse como fundamento de interpretación. El siguiente
ejemplo ayudará a comprender el sentido de la norma comentada. El artículo 370, al
ocuparse de la ubicación de las partes en la audiencia, precisa que el juez penal tiene al
frente al acusado, a su derecha, al fiscal y abogado de la parte civil; y, a su izquierda al
abogado defensor del acusado. Bien visto el asunto, se reproduce la distribución actual,
tan propia del modelo mixto, con hondo resabios del inquisitivo, que aísla al acusado
de su defensor y lo coloca solitario en el centro, obstaculizando objetivamente su
participación en la estrategia de defensa, conforme aprecie y comente la marcha del
proceso. Pues bien, en un auténtico juicio público, oral y de tendencia adversativa
como el que reclama el Título Preliminar del NCPP, la distribución de las partes en la
audiencia tiene que permitir la comunicación plena y permanente del acusado y su
defensor técnico (artículo 371.3), lo que importa que se encuentren uno al lado del
otro, juntos, no separados. Esto exige cambiar de raíz la distribución actual para colocar
frente al juez (centro y centro izquierda) al imputado y su abogado defensor, y al lado
derecho, también frente al juez, al fiscal y la parte civil y su defensa. Así es como debe
interpretarse el artículo 370 si se desea ser consecuente con los principios y el modelo
innovador del CPP de 2004.
Se equivocan quienes piensan que el NCPP es una creación que se agota en la búsqueda
de modernidad o mejoramiento normativo, estimulado por la preocupación académica
de algunos bien intencionados profesores; por el contrario, este nuevo sistema procesal
es la respuesta más completa que se ha dado al estado de crisis permanente del servicio;
se trata entonces, de una propuesta para salir del estancamiento que deslegitima cada
vez más la actuación oficial de la justicia penal y sus operadores. La crisis a enfrentar es
muy compleja, como lo dejan ver sus síntomas más evidentes; por un lado, se tiene el
descontento de la colectividad y los agraviados, su intranquilidad e inseguridad ante el
crecimiento del delito y sus prácticas violentas y el nulo resarcimiento por los daños que
éstos ocasionan; por el otro, se expande el fenómeno de los presos sin condena,
sometidos a causas que no se resuelven en un plazo razonable; internamente, las cosas
no se ven mejores porque los despachos fiscales y judiciales padecen y se sofocan tras
el peso enorme de la sobre carga procesal.
Cuando los operadores del sistema asuman como propios los objetivos de la reforma,
conozcan y comprendan la lógica del modelo y la estructura que trae el NCPP; cuando
171
Revista Institucional Nº 8
Siendo que la implementación del NCPP es progresiva (D. Leg. Nº 958), esto es, su
vigencia avanza de distrito judicial en distrito judicial y no simultáneamente en todo el
país, podría surgir un problema digno de ser debatido con todo detenimiento. Nos
referimos al reclamo que los procesados de los distritos judiciales donde el código aún
no opera, podrían hacer sosteniendo que las diferencias o ubicaciones geográficas
distintas no tienen por qué afectarlos y privarlos de los beneficios y bondades del nuevo
mecanismo procesal penal que ya disfrutan otros incriminados, esto en la medida que
el NCPP rige plenamente, desde el 1 de julio de 2006 en el distrito Judicial de Huaura,
y desde el 1 de abril de 2007 en el distrito Judicial de La Libertad.
Este problema, que a primera vista parece ser irresoluble, podrá ser atendido debidamente
si a tal reclamo se responde con la indicación que si bien el código se va aplicando
progresivamente, ello no significa que en el resto de distritos judiciales el servicio se
imparta de espaldas a la Constitución. Se trata, en consecuencia, de atender todos los
casos penales en uno u otro distrito judicial, según las pautas de la Ley Suprema,
reinterpretando cualquier norma, hasta la más imperfecta, bajo la óptica y exigencias
de los principios que contiene el programa procesal penal de la Constitución.
172
Los principios de la reforma y el título preliminar del Nuevo
Codigo Procesal Penal (NCPP)
BIBLIOGRAFÍA
173
174
SISTEMA ACUSATORIO, CÓDIGO PROCESAL
PENAL Y LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN
EN EL SISTEMA PERUANO DE
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Sumario:
I. Corrupción: Una definición operativa. II. Corrupción, Sistema Político y Código
Penal. III. Administración de Justicia y corrupción. IV. Código Penal y Corrupción. V.
La Imparcialidad: El Bien Jurídico Protegido. VI. Código Procesal Penal y Corrupción.
Este artículo tiene por finalidad mostrar la capacidad de rendimiento del Código Procesal
Penal de 2004 para actuar como línea de enfrentamiento normativo contra los actos de
corrupción.
Resulta difícil obtener un concepto global y de consenso que dé cuenta del contenido,
matices y alcances –por lo mismo también de sus límites– del vocablo “corrupción” dada la
diversidad de culturas (factores ideológicos, políticos e incluso religiosos) que condicionan su
naturaleza; la amplia y diversificada gama de mecanismos, actos y prácticas que pueden ser
ingresadas en su significante en tanto norma jurídica; así como debido a la serie de intereses
políticos que desnaturalizan su contenido y el de las respectivas líneas de su enfrentamiento.
Tómese en cuenta por ejemplo, en este último extremo, la conceptualización cínica que ve
una “corrupción positiva o blanca” en tanto vía de salvamento para quebrar los parámetros y
nudos “insalvables” de las agotadoras trabas burocráticas que imponen las administraciones
públicas o la lentitud ancestral de la administración de justicia de corte inquisitivo.
175
Revista Institucional Nº 8
Con las limitaciones puestas de manifiesto para una lucha eficaz desde la normatividad
penal –en el terreno de la razonabilidad que tal combate supone–, se puede concluir que el
uso abusivo o mal uso funcional (no podría hablarse de un empleo funcional o conforme a
derecho como presupuesto de las prácticas de corrupción en el sector público) de las posiciones
de poder que otorgan los cargos o empleos públicos, con la finalidad de obtener beneficios
patrimoniales –o patrimonialmente equiparables– de alcance personal o grupal y con detrimento
o menoscabo a los valores informante de la administración pública, es sinónimo de corrupción.
Con esta definición se gana en precisión lo que se pierde en denotación, pues separamos la
corrupción pública de la privada, centramos la atención en la posición de poder como núcleo
normativo informante de la posibilidad de corrupción, con prescindencia del mayor o menor
poder que el agente público posea o exhiba; por igual vinculamos el efecto corrosivo de la
práctica corrupta con el bien jurídico administración pública, que se ve afectada en la
disponibilidad de sus valores configurantes.
La lectura de las prácticas de corrupción tiene distintos significados, ya sea que nos
ubiquemos en el ámbito de influencia de los redactores del Código Penal de 1991, o nos
hallemos en la mira de análisis propia de los años subsiguientes a los del gobierno de Alberto
Fujimori. En el primer contexto, por cuanto no se había presentado motivación suficiente
para someter a presión la capacidad de rendimiento de dicho cuerpo normativo, ofrecía una
relativamente aceptable capacidad formal de respuesta a las atávicas y ancestrales corruptelas
que han asolado las estructuras y dinámicas funcionales de las diferentes reparticiones públicas,
y ello pese a que la corrupción llegó a ofrecer cuotas de alta incidencia en los gobiernos
precedentes. En esta orientación, la corrupción inherente a las negociaciones estatales, aduanas,
deuda externa, concesiones, pese a su larga data republicana, muy pocas veces fue objeto de
escudriñamiento público, y cuando lo fue no llegó a amenazar los cimientos de la corrupción.
Los actos de corrupción al interior de las funciones y servicios públicos de la administración de
justicia rara vez trascendieron la esfera de las fiscalías y juzgados; es más, no alcanzaron
dimensionamiento ni llegaron a posesionarse en el centro de la atención pública. Así, jueces,
fiscales y personal asistencial implicado cumplieron sus cometidos con mayor o menor eficiencia
y decoro profesional, con la tranquilidad que da la ausencia de escándalo, pese a que existiera
casi siempre una peyorativa y suspicaz impresión de los operadores del sistema peruano de
justicia.
Otra es la perspectiva a la caída del gobierno de Alberto Fujimori, pues los tipos legales
referidos a los manejos irregulares de fondos y a las prestaciones de funciones y servicios
públicos devinieron en marcadamente limitados para dar cuenta de la intensa y diversificada
eclosión de comportamientos irregulares que trajo consigo la terminación de un gobierno
autoritario que, sumido en su propia lógica de control del Estado, de las instituciones y de los
medios de comunicación, impidió que se liberaran paulatinamente las energías de las fuerzas
políticas, mediáticas y sociales, las que después tomarían la hegemonía en el discurso y el
176
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
Con base a lo anteriormente reseñado, la capacidad de rendimiento del Código Penal tiene
dos referentes de obligado abordamiento: antes de 1991 y después del año 2000, con un interregno
de lasitud normativa y práctica posibilitada por el control de la información. Ni la corrupción
institucionalizada ni la criminalidad organizada en la administración pública fueron realidades con
las que tuvo que lidiar el Código Penal de 1991. Ni el cohecho extorsivo ni el soborno trasnacional
fueron actos penalmente relevantes que preocuparan a los legisladores de 1991.
Por eso cuando haya que referirse a los delitos de corrupción en la administración de
justicia, existe un antes y un después que continúa ampliándose en un ahora en el que aún
no se han saldado cuentas ni se ha producido la debida labor de evaluación de la lucha
anticorrupción, de sus aciertos como también de sus excesos. Porque no es correcto sostener
que el exceso está permitido cuando se trata de luchar con eficacia y autenticidad frente a la
corrupción, dado que hay tantas formas de corrupción y tan diversos modos de abordarla
que las medidas válidas y eficaces en unas sean limitadas o contraproducentes en otras formas
o modalidades.
En el primer ámbito, la ingerencia punitiva en el Perú y en gran parte de los Códigos del
mundo occidental no ha ingresado a regular punitivamente actos de corrupción en las relaciones
entre las personas naturales o entre éstas y las instituciones privadas, pese al llamado de
atención de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (artículo 12) en este
punto, a fin de que cada Estado Parte dé conformidad a su derecho interno, adopte medidas
para prevenir la corrupción y prever sanciones administrativas y hasta penales; disposición
que no ha tenido aún en el Perú la recepción discursiva ni mediática del caso, menos aún su
debido recojo legislativo.
177
Revista Institucional Nº 8
Adquiere mucho más contundencia este discurso de valoración ética si es que dirigimos la
atención a uno de los sectores de lo público: la administración de justicia, sector en el cual se
resumen los valores o antivalores dominantes en un período concretamente objetivado de
desarrollo histórico, y donde las repercusiones de las prácticas de corrupción son especialmente
deslegitimadoras para la vigencia del Estado de Derecho y la seguridad jurídica.
El Código Penal vigente desde el año 1991 tomó sus antecedentes criminológicos y político–
criminales de valoración legislativa de etapas que no permitieron advertir la vorágine de
acontecimientos delictivos que habrían de acontecer en los lustros siguientes, en los que la
globalización de las actividades delictivas y de las comunicaciones posibilitaron apreciar en
toda su dimensión fenómenos tales como de los delitos de criminalidad organizada (lavado de
activos, tráfico mundial de armas y de drogas, etc.), delitos informáticos, corrupción
institucionalizada, sobornos trasnacionales, etc.; razón por la cual, realidad por lo demás
común al resto de países de la región, los cuerpos jurídicos punitivos nacionales no mostraron
la capacidad de respuesta adecuada a la eclosión de conductas de criminalidad desbordante.
En una mirada rápida de las características de nuestro Código Penal de 1991 antes de la
reforma producida en el año 2004, podemos advertir tres notas distintivas que definen la
actitud político–criminal con relación a las tipologías legales de corrupción y otras modalidades
delictivas de función conexas cometidas en el ámbito de la función pública:
• Conminación penal que oscila entre penas benignas e intermedias. Llama la atención
que los delitos de abuso genérico de autoridad e incumplimiento de funciones posean
178
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
penas que tienen definido su extremo superior en dos años, los mismos que concordados
con lo dispuesto en el artículo 68 del Código Penal, implique la posibilidad de no
aplicación de pena. En otro elenco de mimiedades es de resaltar que el extremo inferior
de las penas, incluyéndose aquí las figuras delictivas de colusión desleal y peculado,
fuera menor a cuatro años (cohecho pasivo propio e impropios, cohecho activo, tráfico
de influencias entre otros). Un tercer nivel de constataciones se produce al advertir la
relativamente estable evolución histórica de las modificaciones de penalidad que observan
los delitos de corrupción; en efecto las figuras de cohecho pasivo propio e impropio,
cohecho activo y tráfico de influencias no sufrieron modificaciones legislativas de
criminalización ni de penalidad desde la vigencia del Código; el resto de figuras fueron
en una o dos oportunidades variadas en un lapso de más de diez años de entrado en
vigor el Código; circunstancias que permiten ubicar este elenco de delitos en el marco
de una decidida orientación minimalista de la política penal del Estado durante los años
1991 al 2004. La reforma producida en el año 2004 alteraría esta constante.
Cabe señalar también que, pese a las incorporaciones sobre criminalizaciones y aumentos
de pena que trajera consigo la Ley Nº 28355 (octubre de 2004), el Código Penal peruano
sigue revelando, a la lectura crítica, aún notorias y lamentables falencias de criminalización.
Así, pese a las directivas de la Convención Interamericana contra la Corrupción (artículo VIII),
aún no se ha legislado sobre el delito de soborno transnacional; igualmente no se ha previsto,
en tanto figura penal agravada, el cohecho activo cometido por funcionario o servidor público;
tampoco se ha avanzado en el análisis de la inducción al cohecho o al delito de enriquecimiento
ilícito; igual vacío se aprecia con respecto a la figura de cohecho específico agravado cuando
está dirigido a la comisión de otro delito. Finalmente no se ha previsto, legislativamente, la
posibilidad de tipificar algunas inexcusables formas culposas de cohecho.
Con relación al contenido de las ideas enunciada en el párrafo precedente, las mismas no
olvidan ni soslayan el argumento central que el Código Penal tiene evidentes limitaciones para
representar una línea de combate integral contra la corrupción, sin embargo no puede dejarse
de lado el fundamento que, pese a todas las críticas que pueden dirigirse a la injerencia
punitiva en este ámbito tan sensible y de tantas implicancias, la fuerza de la conminación en el
apartado de los delitos funcionales puede llegar a gozar de eficacia si se efectúan correctivos a
la serie de permisiones y privilegios no razonables que el Código Penal sigue aún manteniendo.
Se complementa ello con acciones en vías administrativas de control y, lo que es más importante,
si los órganos encargados de efectuar el filtro de selección de funcionarios y servidores públicos
que se incorporarán a la administración de justicia realizan su trabajo con un cambio de
modelos e indicadores para dicho proceso de búsqueda en la selección de profesionales
dotados de características y perfiles adecuados a los cargos y roles a desempeñar. La función
de selección del Consejo de la Magistratura, de las Cortes Superiores y de la Fiscalía Suprema,
significan aquí variables de enorme importancia, que deben constantemente ser objeto de
evaluación y contrastación en razón a los resultados producidos. El monitoreo de la calidad
profesional y valía ética de los magistrados y personal asistencial seleccionado ya en ejercicio
179
Revista Institucional Nº 8
es una lamentable omisión y descuido apreciable en el país, y cuya evaluación podría resultar
valiosa a fin de corregir deficiencias observables en los patrones conceptuales, normativos–
reglamentarios y de actitud por parte de los miembros que toman la decisión de incorporar
funcionarios magistrados.
180
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
La presente lectura de lucha contra la corrupción pretende ofrecer una alternativa, creo
novedosa en tal orientación –que sorprendentemente no ha sido tomada en cuenta y por lo
mismo no enfatizada por el discurso oficial–, que ha mostrado especial éxito donde se ha
implementado el sistema acusatorio para reducir ostensiblemente los índices de comisión de
tales conductas irregulares de amplio impacto social. Las siguientes reflexiones están dedicadas
así a mostrar las posibilidades reales y prácticas de la nueva normatividad procesal penal para
abordar con éxito el desmontaje de los mecanismos que en las prácticas de la justicia penal
son propiciadores de actos de corrupción.
Por lo mismo, es extraña y hasta puede ser a primera vista extravagante, la tesis que
sostiene que el Código Procesal Penal promulgado en julio de 2004 constituye no sólo
un conjunto de normas para buscar la verdad procesal, viabilizando el derecho sustantivo
sino -allí lo singular de la idea- que por su naturaleza sistémica y las características de sus
instituciones sea de por sí una poderosa propuesta normativa desactivadora de los
mecanismos de corrupción que existen al interior del sistema de la administración de
justicia jurisdiccional y que propician y reproducen extensiva e intensivamente prácticas
corruptas y, lo que es quizás peor, posibilitan el engranaje con el crimen organizado.
181
Revista Institucional Nº 8
• Por cierto hay bastante de acertado en las citadas críticas y hesitaciones si es que
tratamos de absolutizar el rol anticorrupción del que se halla investido el Código
Procesal Penal y no precisamos la naturaleza original y los alcances de esta novedosa
misión profiláctica de dicho Código. Es correcto afirmar que el Código Procesal no
ha sido concebido legislativamente en tanto conjunto normativo anticorrupción;
sostener lo contrario sería inargumentable pues, efectivamente, el ordenamiento
normativo ha reservado ámbitos específicos de regulación para tales efectos como
asimismo ha desplegado una serie de esfuerzos de política y de participación múltiple;
más aún se ha adherido a políticas macro de combate a la corrupción (Convención
Interamericana de Caracas 1996, Convención Contra el Crimen Organizado de
Palermo 2000; Convención de las Naciones Unidas de México 2003).
• No se está señalando además que el Código Procesal Penal haya perdido su carácter
instrumentalizador ni su perfil de autonomía funcional en tanto buscador de la verdad
a través del proceso, además de otras características que le vinculan con las normas
sustantivas sino que, por primera vez en la historia legislativa nacional, al haberse optado
por un sistema acusatorio de celeridad y garantías, se ha asumido un modelo procesal
que en todos los momentos del desarrollo de la imputación penal presenta
imperativamente reguladores de la conducta funcional de los operadores del sistema
conforme a los fines del proceso penal o, mejor aún, imposibilita la entrada en juego de
mecanismos de corrupción que el Código de Procedimientos Penales con sus
indeterminaciones, vacíos y ulteriores socavamientos da lugar, y más aún la práctica
policial, fiscal y judicial en todas sus instancias y niveles ha contribuido a formar y
consolidar en una apabullante, extendida e insoportable muestra de cómo pueden las
cosas degenerar hasta un punto abismal del cual no es ya posible salir bajo las reglas de
la ortodoxia y el discurso tradicional de la lucha anticorrupción que enfatiza los aspectos
éticos del funcionario y de la administración pública.
• La novedad radica así no en el dato que el Código Procesal Penal o las partes más
importante del mismo sean instrumentos de lucha contra la corrupción, sino en el
hecho que posibilitan desmontar la mayor parte, sino todos, los mecanismos
propiciadores de corrupción que arrastra el sistema de la administración de justicia y
que se notan con la fuerza de la insoportabilidad y deslegitimación en lo que va de estas
dos últimas décadas, pese a que el problema se viene arrastrando desde la entrada en
vigencia del Código de Procedimientos Penales y, probablemente, se retrotraiga a toda
la historia republicana regulada por la legislación procedimental penal.
Esto es, la existencia del sistema procesal inquisitivo (eufemísticamente, y con retoques,
en el Perú denominado mixto) con sus características principales de reserva, en la práctica
secreto de la investigación, ausencia total de transparencia, avasallamiento de la función
de la defensa del procesado, ausencia efectiva de oralidad; concentración absoluta del
poder en el juez a la par que por el fiscal que permite una discrecionalidad irracional en
el manejo de los plazos de la instrucción, las detenciones, las audiencias y sentencias
(por parte del juez), y de los dictámenes (por parte del fiscal), han generado una
sistemática y secuenciada red de mecanismos generadores de corrupción.
182
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
• La naturaleza y alcances del rol anticorrupción del Código Procesal Penal se centra así
en el sector de la administración de la justicia penal. No tiene en los actos de corrupción
su razón de ser ni en la lucha frontal contra la delincuencia funcional, sino en la
cancelación de las oportunidades o momentos de incurrir en actos de corrupción.
Desde una perspectiva estrictamente normativa la atención del Código Procesal no está
puesta en los actos en sentido amplio de corrupción (cohechos, peculados, colusiones
defraudatorias, enriquecimiento ilícito, etc.), sino en las singulares configuraciones
procedimentales reguladas o discrecionales que lo hacen posible; es decir, en los
mecanismos procedimentales, prácticas jurisprudenciales, en las costumbres rituales de
los operadores de la administración de la justicia penal.
La corrupción, más que una cuestión de actitud o propensión humana, más que una
pérdida de valores positivos, vulnerabilidades personales, o un aprovechamiento de las
cuotas de poder poseídas para el enriquecimiento personal o de grupo con detrimento
de los valores que sustentan la administración pública, es vista como una cuestión de
oportunidades ya presentes en la norma procedimental vigente, en las prácticas
discrecionales, en los usos y estilos de la actividad policial, fiscal y judicial y también
forense. No se trata de que el Código Procesal Penal permita desmontar los mecanismos
que propician corrupción en los diversos sectores de la administración pública; plantear
ello sería absurdo porque sus alcances están circunscritos al ámbito del sistema de la
administración de justicia.
• Al hablar de los mecanismos de corrupción, los que pueden estar presentes en toda las
reparticiones públicas y por lo mismo en la normatividad que regula las funciones y
servicios públicos, hay que puntualizar que con dicha frase se está haciendo mención a
toda regulación administrativa no razonable (trabas burocráticas, altos costos
administrativos) que colisiona con los fines de la función o servicio público; a la ausencia
de regulación cuando debió existir ella (deber de transparencia de los actos de la
administración pública, prohibición de ocultismo) o a las facultades discrecionales
configuradas irracionalmente que desnaturalizan los cometidos funcionales (plazos
excesivos en la decisión de las causas, omisión o desinterés de tomar contacto directo el
fiscal con el procesado).
Por ejemplo, cuando una señal de tránsito colocada en la autopista, sin que existan
las limitantes de zona habitada, cercanía de curvas, declives u otra razón válida,
establece en 60 kilómetros la velocidad máxima, está jugando el papel de un
mecanismo propiciador de corrupción, pues su carencia de razonabilidad la hará
fácilmente desobedecida por los conductores que se conducen por dicha vía de
acceso rápido lo que propiciará arreglos malhadados entre la policía y el conductor.
Cuando la norma procedimental no regula el deber fiscal de notificar los dictámenes
a las partes se está presentando un mecanismo de corrupción; cuando la Sala Penal
Suprema (que ve la causa y la deja al voto) emite la ejecutoria después de dos o
cinco meses se están articulando mecanismos de corrupción con esta forma de
emitir decisión final, pues tales anomalías propician el libre juego de prácticas
incompatibles con la imparcialidad judicial y el correcto desempeño del personal
auxiliar.
183
Revista Institucional Nº 8
Cabe notar que los actos de corrupción imputables al entorno, conformado por los
servidores que trabajan con el funcionario, proliferan en situaciones de desorden,
lentitud, oscurantismo e incompetencia, lo que encaja perfectamente con la tesis de los
mecanismos propiciadores de corrupción.
Por otro lado, la labor preventiva en vías administrativas de control tampoco han
destacado esta perspectiva de desmontaje de los mecanismos de corrupción en la medida
que los han asumido como parte del sistema de cosas (evalúese las respuestas de OCMA
y las ODICMAS ante las numerosas quejas por la lentitud y demora de los jueces para
sustanciar los casos).
184
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
• Una de las mayores novedades del Código Procesal Penal peruano del 2004 es justamente
su poder legal para dar por finiquitados la gran mayoría de mecanismos propiciadores
de corrupción que el procedimiento penal, desde la fase policial hasta las Salas de la
Corte Suprema, exhibe con la actual y vigente normativa del Código de Procedimientos
Penales y leyes procesales especiales.
La transparencia de las actuaciones opera tanto en sede policial y fiscal como en las
instancias judiciales. El procesado tiene derecho a conocer con precisión y claridad las
razones jurídicas y fácticas que le atribuyen la calidad de imputado o investigado; las
partes tienen derecho a tener copia de sus declaraciones y de los actuados que se
practiquen en la investigación. Ni la policía ni el fiscal pueden escudarse en la inquisitorial
frase “la investigación es reservada” (manido, lamentable e inconsistente argumento
que es formulado hoy en todas las dependencias policiales y judiciales para negar este
derecho de las partes a monitorear y seguir el decurso de la investigación que les involucra
y compromete, salvo honrosas excepciones). Con ello se quiebra el manejo monopólico
de la información por parte de los órganos oficiales de la investigación del delito (Policía
Nacional y Fiscalías Penales, los Juzgados en el sistema acusatorio dejan de tener facultades
de investigación o instrucción), lo que democratiza el procedimiento, desconcentra poder
y, por lo mismo, desmonta un mecanismo propiciador de corrupción.
185
Revista Institucional Nº 8
La transparencia juega así un rol tutelar tanto en las indagaciones preliminares como
en la investigación preparatoria, generando confianza y restableciendo la credibilidad
de la ciudadanía en las reglas claras que debe proyectar la justicia penal a través del
proceso. Su importancia se mantiene en la etapa del juzgamiento y las impugnaciones,
no obstante que ya no sea un derecho a tutelar, pues por definición en la etapa del
juicio oral se haya garantizada por la lógica misma de la oralidad, la confrontación de
argumentos y el control de los medios de prueba por las partes.
La presencia del artículo 138 de dicho Código resulta de una importancia capital
para darle sustento normativo ordinario a la transparencia, establecer sus alcances
y necesarias limitaciones externas. La aplicación de este principio implicará haber
superado el oscurantismo de las prácticas de la investigación del delito, la
erradicación del secreto en el manejo de la información, el monopolio y la tiranía
de la concentración del poder así como la desaparición del tráfico de la información.
Al ser el fiscal una parte en el proceso (etapa intermedia y juzgamiento) que tendrá que
convencer al juez con argumentos expuestos oralmente y con la fuerza de las razones
probatorias al igual que la defensa del procesado en igualdad de condiciones o quizás
con las mismas dificultades, se coligue de ello que su poder de influencia decae
proporcionalmente a la capacidad de convencimiento y persuasión de sus razones. La
emisión de los dictámenes sin posibilidad de contradicción ni de escuchar al procesado
se convierten en cosas del pasado vergonzante del sistema inquisitivo al perder existencia
legal.
La tiranía del expediente principal y de los expedientillos incidentales que han marcado
por largas décadas la historia y el vía crucis de los litigantes, al decaer en importancia el
primero hasta convertirse en actas y desaparecer los segundos, marcan el fin de una
época signada por infinidad de corruptelas.
186
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
La igualdad procesal entre las partes contendientes, la misma que se aprecia con toda
nitidez en la etapa intermedia y en el juzgamiento, con el allanamiento de las dificultades
o por lo menos la igualdad de condiciones para el debate y la confrontación de posiciones
entre defensa del procesado y el fiscal (abogado de la sociedad) y al establecer la paridad
de estatus, posibilita desmontar los privilegios que se derivan del estatus oficial del fiscal
frente al abogado de la defensa y elimina la búsqueda de favores o ventajas frente al juez
para equilibrar dicha desigualdad de armas.
El principio de objetividad que el Código Procesal Penal establece como norma rectora
de la actividad funcional del fiscal en lo penal a lo largo de todo el proceso penal, incluyendo
la fase de las indagaciones preliminares, preserva el caso de las negligencias, subjetivismos
u omisiones en las que pueda incurrir el representante del Ministerio Público, quien está
obligado por ley a destacar lo que le favorezca al procesado, cuando producto de la
investigación que realiza detecte elementos de atipicidad, autorizaciones legales para cometer
conductas típicas (ausencia de antijuridicidad), o mínima culpabilidad. El fiscal no puede
omitir o desatender estas circunstancias, tiene que asumirlas de oficio para archivar las
investigaciones preliminares o para solicitar al juez el sobreseimiento de la causa a dilucidarse
en régimen de audiencia.
El nuevo despacho fiscal tiene en el deber de objetividad uno de los ejes rectores para
su reconfiguración con perspectiva a los nuevos retos de profesionalismo que le plantea
el sistema acusatorio.
187
Revista Institucional Nº 8
con la autodefensa del procesado, constituye el escenario estelar del proceso penal en
el cual se aprecia en toda su magnificencia o debilidad las bondades de la oralidad,
contradicción, publicidad y el carácter adversarial que, en tanto piezas vitales dan vida
al sistema acusatorio y se presenta en un poderoso mecanismo positivo para desarticular
los conciliábulos, tráfico de influencias, cohechos, etc., que suscita el régimen de audiencia
múltiple, actualmente vigente con la normatividad del Código de Procedimientos Penales.
Al haber establecido la ley procesal penal que la audiencia se desarrolla en forma continua
y concentrada (pudiendo realizarse en sesiones sucesivas) se supera la absurda práctica
de las audiencias cortadas, intermitentes y periódicas que rige el actual sistema de juicio
en el Perú, que por su absoluta irracionalidad convierte en un sarcasmo los contradictorios
que se suscitan en su sede, dado que es una parodia considerar diez audiencias que en
siete días pueden llegar a setenta practicadas para retomar al hilo conductor de la primera
audiencia cortada, con el consiguiente avasallamiento de la inmediación, anulación de la
coherencia y razonabilidad del juicio.
• La inmediatez entre alegatos finales, deliberación y fallo es, a no dudarlo, el más poderoso
antídoto para cortar ese discrecional y muchas veces arbitrario lapso indeterminado de
meses o semanas que se toman lo jueces para decidir las causas penales. No tiene el
más mínimo rasgo de logicidad ni de argumentación razonable diferir el voto de las
causas luego de escuchados los alegatos finales de los abogados, de haberse evaluado
los medios de prueba y de haber estado en inmediación objetiva y subjetiva los Jueces
con los sujetos y la prueba.
188
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
El sistema acusatorio peruano brinda una lógica distinta para hacer funcionales y
reales los plazos así como una serie de filtros procedimentales y mecanismos alternativos
para hacer del despacho fiscal y judicial el escenario esperado para hacer realidad
esta cara idea del cumplimiento de los plazos procesales. La perversión de los mismos,
con su consiguiente desnaturalización, es un poderoso mecanismo propiciador de
corrupción, tanto para alargar innecesariamente los procesos tras la búsqueda de la
prescripción de la acción penal como para posibilitar cálculos de diversa ralea que
contaminan el proceso penal.
• Las medidas alternativas de terminación anticipada del proceso que dejan en las
partes la decisión de continuar o acabar la causa penal, las que pueden ser planteadas
(y aprobadas por el juez) incluso en la etapa de la investigación preparatoria o al
inicio de la audiencia del juicio oral, se presenta como una atractiva propuesta de
negociación entre fiscal, procesado y víctima a fin de no transitar por los cauces
normales del procedimiento penal y, por lo mismo, de evitarse las innumerables
desventajas en tiempo, dinero y estigmatización que ello supone, con lo cual se
obtienen también inmejorables estándares para evitar incurrir en actos propiciadores
de corrupción.
189
Revista Institucional Nº 8
• Policías, fiscales y jueces han vivido en el Perú desplegando sus atribuciones, cumpliendo
el cometido de sus funciones bajo la idea que sus prácticas procedimentales eran las
únicas y que las mismas eran legítimas.
El Código Procesal Penal les abre los ojos a otra realidad; devela el marco de ceguera
que por siglos y décadas ha exhibido la justicia penal peruana y, les permite legitimarse
socialmente con la plausible idea de que en un futuro cercano los jueces penales peruanos
sean objeto de recuerdo en el colectivo social por su elevada formación profesional,
sabiduría y entereza moral, de modo que no sigan el curso del más lapidario olvido de
la historia.
Sin embargo sus frutos magníficos exigen de todos quienes intervienen, principal o
accesoriamente en él, que tengan nuevas actitudes, propensiones positivas, deseos de
superación de taras e inercias depositadas por los largos siglos de irracionalidad inquisitiva
en el Perú. Nosotros no podemos darnos el lujo de afirmar que hemos vivenciado
experiencias acusatorias de administración de justicia de modo que podamos afirmar
que el sistema acusatorio puede conducir a la primacía del desorden, que rompa el
principio de autoridad, más aún nuestro sistema acusatorio (el contenido en el Código
Procesal de 2004), es aún tímido si queremos verlo desde la perspectiva comparada, ya
que necesita de mayores aguzamientos y perfeccionamientos como la práctica de su
implementación lo demostrará.
190
Sistema acusatorio, código procesal penal y lucha contra la
corrupción en el sistema peruano de administración de justicia
administración de las cuotas de poder policial, fiscal o judicial vetas de ilegal provecho.
Es también probable la irrupción de nuevas prácticas de corrupción ajustadas al nuevo
modelo procesal; ello es posible, pero por las características del sistema acusatorio se
tornarán de más difícil concreción.
191
192
CONTROL JUDICIAL EN EL ESTADO
CONSTITUCIONAL
Sumario:
I. Introducción. II. Neo constitucionalismo como Teoría del Derecho. III. Neo
constitucionalismo como Modelo Político. IV. Neo constitucionalismo como ideología.
V. Poderes públicos del Estado de Derecho y del Estado Constitucional. VI. Control
Judicial en el Modelo Neo constitucional. VII. Agentes de control. VIII. Conclusiones.
I. INTRODUCCIÓN
La globalización, primero como modelo económico y luego como modelo social, produjo
efectos traumáticos en cuanto a la observancia de los derechos humanos. A mayor
globalización, mayor afectación de la dignidad de la persona humana. La preponderancia
por lo material afecta y lesiona los intereses morales de las personas, y ello se acrecienta en la
medida en que las costumbres y usos de la globalización igualmente crecen.
Otro aspecto que implica la evolución del Derecho Constitucional es a su vez el desarrollo
de los Derechos Humanos como resultado de las acciones de terror y conflictos armados
en las sociedades democráticas en el mundo. Una necesidad cada vez mayor de evitar la
afectación del derecho a la vida de las personas con acciones de terror o conflictos armados,
es impulsada desde Europa, precisamente a partir de la culminación de la Segunda Guerra
Mundial. El nacimiento de las organizaciones mundiales, primero la Organización de Naciones
Unidas (ONU) y luego la Organización de Estados Americanos (OEA), impulsa un desarrollo
de los derechos humanos fundamentales que paulatinamente se van incorporando en los
ordenamientos jurídicos de los países miembros, en su mayoría democráticos y
constitucionales.
193
Revista Institucional Nº 8
• Como ideología.
Esta dimensión implica, como dice Prieto Sanchís, una nueva teoría del derecho como una
nueva explicación que se aleja de los esquemas del llamado positivismo teórico y como
consecuencia de la crisis de la ley147.
Como se sabe en doctrina jurídica, la teoría del Positivismo Jurídico es una evolución a su
vez del Positivismo Puro producto de la Revolución Francesa, que a su vez varió la del
Iusnaturalismo Jurídico. Dicha teoría del Positivismo jurídico desarrolla el ius imperium a
través de la fuerza de la ley, la cual solo podía ser interpretada de acuerdo a la Constitución,
en casos de vacíos más, en modo alguno, ser sometida a un control de constitucionalidad
constante, analítica ó sistemática. Por su parte, los métodos de interpretación se remitían a
los modelos existentes como la ratio legis, el método histórico, el método literal, el axiológico,
el de libre valoración de la prueba, el comparativo, etc., métodos sometidos a reglas específicas
y a pasos casi mecánicos, y sobre los que se formaba el criterio discrecional, que era la
conclusión final de como se interpretaba una norma. Por tanto, diríamos métodos
jurídicamente limitativos.
Como lo manifiesta Atienza al señalar que ninguna de las percepciones del derecho en el
siglo XX ha sido proclive a desarrollar una teoría de la argumentación jurídica, y por tanto el
formalismo a través del positivismo jurídico (el subrayado es nuestro) ha adolecido de una
visión excesivamente simplificada de la interpretación del derecho y del razonamiento
jurídico148. Por su parte los derechos únicamente serían reconocidos por la ley, en tanto
aquellos no previstos positivamente no adquirían la condición de tales.
Esta nueva teoría de derecho implica que la supremacía de la ley queda subordinada a la
interpretación constitucional, empleando el nuevo concepto de la Ponderación Judicial.
Vale decir que la ley, al estar naturalmente subordinada a la Constitución, debe ser objeto
de un control constante de la constitucionalidad aún cuando no existan vacíos que llenar.
Por tanto, surgen los Principios Constitucionales como elementos sustantivos que prevalecerán
para la legitimidad de la ley. En tal sentido, la ley no será legitimada por sí misma y por su
propia naturaleza legislativa, sino por su valor de constitucionalidad. Una ley que no posea
tal valor, no es necesario que sea declarada inconstitucional sino que el juez debe inaplicarla.
Estos principios superiores a la ley, a su vez, tendrán todos una sola jerarquía, cual es la
jerarquía suprema que está en relación al rango de la Constitución. Ninguno vale más
que el otro.
194
Control judicial en el estado constitucional
Sin embargo, para su aplicación dentro del razonamiento jurídico, siempre existirán
conflictos entre determinados principios, lo que no quiere decir que esté en juego su validez
constitucional. Es en esas circunstancias que se aplica la jerarquía móvil que otorgará mayor
peso específico a un principio sobre otro para un caso concreto, luego de lo cual, superado
el conflicto y resuelto el caso concreto, los principios readquirirán su mismo nivel jerárquico
constitucional hasta que sean confrontados entre ellos nuevamente o con otros, en otros
casos concretos.
Por otro lado, esta práctica jurídica implica que el razonamiento sea prevalentemente
constitucional, por lo que el intérprete constitucional debe ser convincente con su decisión,
eliminándose con ello el criterio discrecional que se movía en un plano meramente subjetivo
por estar estrechamente ligado a la opinión que se formaba el intérprete más no respondía a
una práctica de razonamiento en base a principios supremos. Evidentemente, esta teoría es
más garantista y efectiva y dará forma al modelo político del llamado Estado de Derecho.
En tal sentido, el Estado debía ser lo suficientemente fuerte y coercitivo para garantizar el
establecimiento del principio legalista del positivismo jurídico. Es así como se da forma al
llamado Estado de Derecho, precisamente por el entendido que, de acuerdo a esta teoría
jurídica, mayor aproximación al derecho lo tenía la ley. El Estado de Derecho se sostiene en la
teoría política clásica de la separación de los poderes del Estado.
Por lo tanto, esta visión del modelo político de la estructura del Estado implicaba que se presenten
cuatro características fundamentales que permiten el desarrollo del mismo, cuales eran:
195
Revista Institucional Nº 8
La evolución del Derecho Constitucional en las últimas dos décadas del siglo XX comienza
a otorgar una nueva visión jurídica al tema de la justicia, y aparecen los derechos fundamentales,
es decir, los no escritos pero sí reconocidos por los ordenamientos jurídicos, entendidos éstos,
ya no sólo como la prevalencia del principio de la legalidad pura.
• Impartición de Justicia. De esta manera la justicia adquiere una dimensión más real y
material, de manera que los principios constitucionales garantizarán la vigencia de los
derechos de la persona humana, precisamente a través del control constitucional y de
los procesos constitucionales.
196
Control judicial en el estado constitucional
Como se ha advertido, existe marcada diferenciación entre el modelo del Estado de Derecho
con el Estado Constitucional.
En todo este escenario se desarrollan las políticas judiciales, una de las cuales está referida
al control judicial el cual, a su vez, posee dos perspectivas: una funcional y la otra organizacional.
197
Revista Institucional Nº 8
Identificadas las perspectivas del control, queda entonces por definir quienes serán los
agentes encargados del mismo. Para ello, es necesario recordar y tener presente el escenario
social en donde se van a desarrollar tales medidas de control. Es decir, estamos en un Estado
Constitucional en donde existe una nueva visión de la Gestión Pública y en donde se comparten
dimensiones constitucionales como poderes del Estado y órganos autónomos, por lo tanto es
muy importante finalmente definir quienes estarán a cargo del control judicial.
Este modelo político exige que el Estado realice una función pública más eficaz y por tanto
deberá encargarse de ejecutar sus políticas en favor del ciudadano. En el tema de justicia esa
responsabilidad, si bien recae en el Estado, se debe identificar qué agente debe estar encargado
de ello; de ahí las posturas internas, externas y mixtas.
Una de las primeras posturas expone que el control judicial debe permanecer
exclusivamente hacia el interior del Poder Judicial; es decir, a cargo de los propios
jueces. Se sustenta esta teoría en el hecho que solo los jueces conocen de la problemática
judicial tanto organizativa como funcionalmente. La visión, por tanto, tendrá una
perspectiva de especialización en la materia por estar a cargo de los propios operadores
que están inmersos en el quehacer judicial diario y por tanto son los únicos que se
encontrarán en mejores condiciones para la evaluación contralora.
Quienes refutan esta postura exponen el control externo exclusivo; es decir, que sea la
sociedad civil la que esté a cargo del control judicial. Se sustenta en el hecho que siendo
los propios jueces los contralores, por un mal sentido de espíritu de cuerpo y solidaridad,
no ejercerán una auténtica función sancionadora, desnaturalizándose la labor contralora
y favoreciendo la impunidad. Se refuerza esta postura con el hecho de que en muchas
Cortes de provincias los cargos contralores son rotativos y por tanto existen pactos
tácitos de no sancionar en reciprocidad a posteriores acciones disciplinarias a cargo de
los mismos colegas.
198
Control judicial en el estado constitucional
Indudablemente esta postura cuenta con una amplia opinión favorable tanto del
sector social como del sector político, y ello por las muestras de corrupción que son
dadas a conocer por los medios de comunicación a la opinión pública. Sin embargo,
ambas corrientes que parecen uniformes solo lo son en la forma más no en el fondo.
De ellas, la social responde a un sentimiento de frustración al no contar con un
sistema judicial eficaz y eficiente, lento en sus procesos e impredecible en sus respuestas.
Sumado a ello, la corrupción agrava ese sentimiento de rechazo al considerar que
todos los integrantes del sistema están imbuidos por el manto de la corrupción. Por
su parte, la opinión política aprovecha de las coyunturas de corrupción colocándose
del lado del sector social para aparecer solidario con el mismo, a fin de distinguirse de
otro poder del Estado, al cual hay que desacreditar para, o bien desviar la atención
respecto de su también rechazo público o para obtener réditos ajenos que eleven sus
márgenes de aceptación. No hay que perder de vista que, además, el control político
del Poder Judicial ha sido histórico y continuo y si bien en los últimos años ha existido
apariencia de respeto al principio de autonomía, en cuestión política la intervención
siempre será sutil como por ejemplo en cuanto a manejos de presupuestos, normas
orgánicas, etc. Precisamente, la regulación legislativa en temas de gobierno y control
judicial puede derivar en tal sutileza. Por tanto, hay que identificar ambos intereses,
diferenciarlos y determinar cuál es el más próximo a la eliminación de la corrupción
judicial como tema de la agenda pública.
150 Considerado como propuesta de la CERIAJUS en el Capítulo de la Reforma Parcial de la Constitución. CERIAJUS
(2004).
199
Revista Institucional Nº 8
Finalmente, aparece una postura intermedia, la cual también tiene dos vertientes. Esta
es la del control mixto; es decir, por miembros de la judicatura y representantes de la
sociedad. No existe sin embargo un criterio consolidado de cómo hacer representar a
la sociedad, y se recurre a las instituciones académicas y de gremios profesionales; sin
embargo, cierto sector social reclama una mayor representatividad mucho más popular
que profesional o académica. Esta falta de determinación impide que se ejecute
adecuadamente cualquier acción que orienta esta tendencia.
Al respecto, una vertiente de esta postura indica que deben formarse cuerpos colegiados
mixtos que tengan facultad decisoria en la toma de decisiones para sancionar a los
jueces. Con ello se pretende imbuir de facultades sancionadoras mixtas tanto a los
jueces como a los miembros de la sociedad, quienes conjuntamente podrán sancionar
a los jueces como producto de una acción contralora.
Esta vertiente de la postura mixta es apuntalada desde el interior del Poder Judicial,
considerándose que sí es oportuno acceder a la sociedad para que pueda coadyuvar
en las acciones de control y, sobre todo, conocer la problemática e involucrándose en
sus soluciones, con el concurso de profesionales especializados en metodologías
organizacionales, ya que también se considera que es un deber de la ciudadanía
intervenir en el diseño de su sistema judicial.
Así mismo, refuerza esta vertiente el hecho que solo un juez puede juzgar
disciplinariamente a otro juez cuando el tema es referido a desviaciones e irregularidades
manifiestas de la función jurisdiccional que deban merecer la intervención contralora
en base a los principios de oportunidad y especialidad. En efecto, en un tema con
trascendencia jurídica que haya merecido la intervención contralora, se requiere que el
agente de control no solo posea los conocimientos de la técnica y ciencia jurídica, sino
que además esté investido de la facultad jurisdiccional para legitimar su intervención.
Lo que se pretende es evitar que se genere impunidad con la demora en la revisión del
caso por el Superior, el que si bien está facultado a sancionar –no obstante la demora
200
Control judicial en el estado constitucional
en que se avoque a la causa por apelación– puede generar una inadecuada costumbre
de otros jueces, quienes al ver que no se sanciona al evidente infractor puedan conducirse
a actos similares. Ello agravaría la corrupción y generaría impunidad. Por tanto, la
intervención contralora en lo jurisdiccional debe ser la última ratio del control judicial
y solo cuando se advierte una manifiesta violación a los principios antes dicho en perjuicio
del supremo interés social, únicamente.
En consecuencia, queda claro que solo los jueces pueden ejercer estos juicios de
razonamiento en el ámbito jurídico, en razón de su especialidad y por mandato
constitucional. Al parecer esta segunda vertiente de la postura mixta es la que se orienta
mejor dentro del ámbito y perspectivas del Neo constitucionalismo como modelo político.
Por cierto, también se inserta como teoría de derecho en cuanto sea ejercida en las
propias acciones contraloras para la solución de los casos.
VIII. CONCLUSIONES
2. Este orden del Estado Constitucional exige un cambio sustancial como teoría del derecho
y como modelo político, el cual apunta a la eficiencia del Estado en función al orden
social pleno a favor de los ciudadanos, originando la perspectiva de la Nueva Gestión
Pública.
4. Las políticas judiciales como tema de Estado en el valor de la Justicia, deben adecuarse
a los modelos que impone el Neo constitucionalismo. Ello, en consecuencia, requiere la
adopción de las mejores políticas y acciones en gobierno, gestión y organización. La
función de control judicial será, pues, parte de las políticas de gobierno y gestión,
apuntando a la transparencia social como lo exige el modelo político del Estado
Constitucional.
201
Revista Institucional Nº 8
7º Por su parte, el control funcional por parte de los órganos autónomos genera conflictos
de poder público reservado al Poder del Estado (Judicial), degenerando el sentido del
modelo político del Estado Constitucional.
202
Control judicial en el estado constitucional
BIBLIOGRAFÍA
203
204
BASES CONSTITUCIONALES DE LA
PRUEBA PENAL EN LA JURISPRUDENCIA
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Sumario:
I. Constitución y Proceso Penal. II. El Derecho al Debido Proceso. III. Derecho
Fundamental a la Prueba. III.1 Noción. III.2 Alcance. III.3 Límites. IV. Derecho
Fundamental a la presunción de Inocencia. IV.1. Noción. IV.2 Alcance. IV.3 Límites.
Es deber primordial del Estado el garantizar, de un lado, la plena vigencia de los derechos
humanos, y de otro, proteger a la población de las amenazas contra su seguridad; así reza el
artículo 44 de la Constitución. Tal disposición no hace sino reflejar la permanente tensión que
existe en el Estado entre los intereses de la seguridad colectiva y los derechos fundamentales y
libertades individuales y que, a decir de Asencio Mellado, se presenta con mayor intensidad
en el proceso penal.
205
Revista Institucional Nº 8
Otra distinción capital que es menester efectuar es la que se produce entre las garantías y
los derechos fundamentales. Los derechos fundamentales engendran derechos subjetivos,
mientras que las garantías no, de ahí que puedan ser limitadas. Las garantías persiguen el
aseguramiento de determinadas instituciones jurídicas (Sentencia Nº 9955–2006–PHC/TC).
El deber de proteger los derechos fundamentales exige de los jueces –en especial– y de los
demás operadores jurídicos, observar los precedentes y la jurisprudencia vinculantes del Tribunal
Constitucional. El máximo intérprete de la Constitución viene sosteniendo a lo largo de los
últimos dos años que sus sentencias normativas y sus precedentes con efectos normativos se
estatuyen como fuente de derecho y vinculan a todos los poderes del Estado y a los particulares
(Sentencia Nº 3741–2004–AA/TC, caso Salazar Yarlenque). En tanto que su jurisprudencia –
en la medida que constituya interpretación de la Constitución y sus principios– es vinculante
para los jueces al momento de interpretar y aplicar la normatividad vigente en sus fallos,
conforme lo establece el artículo VI del Código Procesal Constitucional. El Tribunal Constitucional
en la aludida sentencia señala, además, que si bien tanto la jurisprudencia como el precedente
constitucional tienen en común la característica de su efecto vinculante, en el sentido de que
ninguna autoridad, funcionario o particular puede resistirse a su cumplimiento obligatorio, el
Tribunal, a través del precedente constitucional, ejerce un poder normativo general, extrayendo
una norma a partir de un caso concreto.
206
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
Todo lo cual no hace sino evidenciar la íntima relación entre la Constitución y el proceso
penal y resaltar la importancia de conocer y aplicar adecuadamente las sentencias normativas,
los precedentes vinculantes y la jurisprudencia vinculante del Tribunal Constitucional, sin que
esto último signifique –en modo alguno– la asunción acrítica de los razonamientos del máximo
intérprete de la Constitución, pues será en el ámbito académico en donde se debe dar la
batalla para ir perfilando de la mejor manera los precedentes constitucionales y evitar de ese
modo su fosilización.
151 (BverfGE 18, 85 –sentencia del 10 de junio de 1964) Sentencia del Tribunal Constitucional Nº 9746–2005–
PHC/TC.
207
Revista Institucional Nº 8
III.1 Noción
208
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
comporta también el deber del juez de la causa de solicitar, actuar y dar mérito jurídico
que corresponda a los medios de prueba en la sentencia (Sentencia Nº 1014–2007–
PHC/TC).
Como todo derecho fundamental, el derecho a la prueba también está sujeto a restricciones
o limitaciones derivadas tanto de la necesidad de que sean armonizados con otros derechos
o bienes constitucionales –límites extrínsecos–, como de la propia naturaleza del derecho
en cuestión –límites intrínsecos– (Sentencia Nº 4831–2005–PHC/TC).
III.2 Alcance
Por su parte, Ferrer Beltrán considera que los elementos definitorios del derecho a
la prueba son los siguientes: a) el derecho a utilizar todas las pruebas de que se
dispone para demostrar la verdad de los hechos que fundan la pretensión; b) el
derecho a que las pruebas sean practicadas en el proceso; c) el derecho a una
valoración racional de las pruebas practicadas; y, d) la obligación de motivar las
decisiones judiciales.
209
Revista Institucional Nº 8
El Tribunal Constitucional afirma que una de las garantías que asiste a las partes del
proceso es la de presentar los medios probatorios necesarios que posibiliten crear la
convicción en el juzgador de que sus argumentos son los correctos. De esta manera,
si no se autoriza la presentación oportuna de pruebas a los justiciables no se podrá
considerar amparada la tutela procesal efectiva. El derecho a la prueba apareja la
posibilidad de postular, dentro de los límites y alcances que la ley reconoce, los
medios probatorios para justificar los argumentos que el justiciable esgrime a su
favor (Sentencia Nº 6712–2005–HC/TC).
Conforme a este derecho, por regla general se puede ofrecer cualquier medio de
prueba para probar cualquier hecho objeto de prueba, siempre que no estén
expresamente prohibidos o no permitidos por la ley. Subyace aquí el principio de
libertad de prueba. Pueden aportarse medios de prueba típicos –los previstos
expresamente en la ley– o atípicos –aquellos que no están regulados en la Ley–, en
cuyo caso la forma de su incorporación se adecuará al medio de prueba más análogo,
de los previstos, en lo posible (artículo 157.1 del NCPP).
El nuevo Código Procesal Penal regula sobre el derecho a ofrecer medios probatorios
estableciendo como regla esencial el principio de aportación de parte en el artículo
155.2, y fijando los momentos en que se pueden aportar los medios de prueba en los
artículos 350.1.f), 373.1, 373.2 y 385.2, en los términos que seguidamente se reseñan.
El fiscal debe ofrecer los medios de prueba en su acusación, para lo cual presentará
la lista de testigos y peritos con indicación del nombre y domicilio, y de los puntos
sobre los que habrán de recaer sus declaraciones o exposiciones. Asimismo, hará
una reseña de los demás medios de prueba que ofrezca.
210
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
Los demás sujetos procesales podrán, en el plazo de diez días de notificados con la
acusación, ofrecer pruebas para el juicio, adjuntando la lista de testigos y peritos que
deben ser convocados al debate, con indicación de nombre, profesión y domicilio,
precisando los hechos acerca de los cuales serán examinados en el curso del debate;
presentar los documentos que no fueron incorporados antes o señalar el lugar donde
se encuentran los que deban ser requeridos.
Consiste este elemento en el derecho que tiene su titular a que se admitan los
medios probatorios ofrecidos con el propósito de acreditar la existencia o inexistencia
de los hechos que constituyen el objeto concreto de prueba.
A juicio de Taruffo deberán ser admitidas todas aquellas pruebas que hipotéticamente
puedan ser idóneas para aportar, directa o indirectamente, elementos de juicio acerca
de los hechos que deben ser probados.
El derecho a que se admitan los medios probatorios, como elemento del derecho a
la prueba, no implica la obligación del órgano jurisdiccional de admitir todos los
medios probatorios que hubieran sido ofrecidos. En principio, las pruebas ofrecidas
por las partes se pueden denegar cuando importen pedidos de medios probatorios
que no sean pertinentes, conducentes, oportunos, legítimos o útiles, así como
manifiestamente excesivos (Sentencia Nº 6712–2005–HC/TC).
211
Revista Institucional Nº 8
Esta fase de la actividad probatoria tiene igualmente sus requisitos; ante todo
el que consiste en que haya sido admitida y también los de formalidad,
oportunidad y competencia del funcionario. El Código de Procedimientos
Penales, por ejemplo, señala un orden para la práctica de las pruebas en el
juicio oral, mientras que el nuevo Código Procesal lo deja a criterio del juez
escuchando a las partes.
Sin duda, de acuerdo al contenido esencial del derecho a la prueba, no es del caso
conformarse con cualquier forma de práctica de la prueba en el proceso. Por ello,
con razón, Taruffo sostiene que deberá maximizarse la participación de las partes a
través del principio de contradicción dando en todo momento, a cada parte, la
oportunidad de contraprobar lo alegado por la parte contraria.
Para que la actuación probatoria sea adecuada deben regir los siguientes principios:
La legalidad del medio de prueba significa que la actividad procesal que es preciso
desarrollar para incorporar la fuente al proceso, debe realizarse de acuerdo con lo
dispuesto en la ley. Así será preciso que:
– Sólo se admitan los medios legalmente previstos. Significa que si para un proceso
concreto existe una limitación probatoria, ésta debe respetarse.
• Publicidad: Este principio, en su verdadero sentido, requiere que no sólo las partes
sino el público tengan oportunidad real y efectiva, de presenciar la recepción de la
212
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
• Contradicción: Implica que la prueba, para ser válida o por lo menos eficaz, debió
haber sido producida con audiencia o intervención de la parte contraria, de modo
que ésta pudiese haber fiscalizado su ordenada asunción y haber contado con la
posibilidad de ofrecer prueba en descargo.
De poco serviría tener derecho a ofrecer medios probatorios o que los mismos sean
admitidos para su actuación en el juicio, si los mismos no estarán disponibles para su
actuación en el momento oportuno del debate. Por la duración de los procesos en
nuestro país, con cierta frecuencia ocurre que por enfermedad o viaje los testigos o
peritos no van a estar disponibles para su presentación en el juicio o la audiencia de
actuación probatoria, o el testigo no podrá reconocer al autor o partícipe de un
hecho punible, o el objeto material de un delito –denominado prueba o evidencia
material– no estará en las mismas condiciones en las que fue hallado o incautado.
De ahí que resulte indispensable que las partes cuenten con la posibilidad de asegurar
la producción y conservación de sus fuentes de prueba.
213
Revista Institucional Nº 8
Como ha señalado Taruffo, el reconocimiento del derecho de las partes a que sean
admitidas y practicadas las pruebas relevantes para demostrar los hechos que
fundamentan su pretensión, es una garantía ilusoria y meramente ritualista si no se
asegura el efecto de la actividad probatoria, es decir, la valoración de las pruebas por
parte del juez en la decisión.
Uno de los elementos que forman parte del contenido del derecho a la prueba
está constituido por el hecho de que las pruebas actuadas dentro del proceso
penal sean valoradas de manera adecuada y con la motivación debida, de lo cual
se deriva una doble exigencia para el juez: en primer lugar, la exigencia del juez de
no omitir la valoración de aquellas pruebas que son aportadas por las partes al
proceso dentro del marco de respeto de los derechos fundamentales y a lo
establecido en las leyes pertinentes; en segundo lugar, la exigencia de que dichas
pruebas sean valoradas motivadamente con criterios objetivos y razonables. Por
ello, la omisión injustificada de la valoración de una prueba aportada por las partes,
respetando los derechos fundamentales y las leyes que la regulan, comporta una
vulneración del derecho fundamental a la prueba y, por ende, del debido proceso
(Sentencia Nº 1014–2007–PHC/TC).
214
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
El Nuevo Código Procesal Penal configura en sus disposiciones una valoración racional
de la prueba al señalar de un lado, que en la valoración de la prueba el juez deberá
observar las reglas de la lógica, la ciencia y las máximas de la experiencia, estando
obligado a exponer los resultados obtenidos y los criterios adoptados (artículo 158).
En ese sentido, la racionalidad radicaría en la posibilidad de corrección del
razonamiento probatorio en la medida que hay obligación de explicitarlo. De otro
lado, el artículo 393.2 estatuye para la apreciación de las pruebas que el juez penal
procederá primero a examinarlas individualmente y luego conjuntamente con las
demás.
Por último, en cuanto a esta exigencia del derecho a la prueba, la motivación debe
cumplir con los requisitos de racionalidad, coherencia y razonabilidad. Sobre la
racionalidad de la motivación es del caso precisar sus dos alcances: de un lado, será
215
Revista Institucional Nº 8
III.3 Límites
• Pertinencia: Exige que el medio probatorio tenga una relación directa o indirecta
con el hecho que es objeto de proceso. Los medios probatorios pertinentes sustentan
hechos relacionados directamente con el objeto del proceso.
216
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
La utilidad puede ser definida como aquella cualidad del medio de prueba que
hace que éste sea adecuado para probar un hecho. Se encuentra prevista en los
artículos 155.2 y 352.5.b del Nuevo Código Procesal Penal.
IV.1. Noción
217
Revista Institucional Nº 8
IV.2 Alcance
218
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
hechos de prueba y que la actividad probatoria sea suficiente para generar en el Tribunal
la evidencia de la existencia no sólo del hecho punible sino también la responsabilidad
penal del acusado (Sentencia Nº 10107–2005–PHC/TC).
219
Revista Institucional Nº 8
IV.3 Límites
220
Bases constitucionales de la prueba penal en
la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
BIBLIOGRAFÍA
221
222
LA JURISPRUDENCIA
COMO FUENTE DEL DERECHO
Sumario:
I. Fuentes formales del Derecho. II. Definición de Jurisprudencia. III. El precedente
judicial en el Derecho anglosajón. IV. El precedente judicial en el Derecho romano
germánico. V. El precedente judicial obligatorio en el Perú. VI. Reforma judicial. VII.
Ventajas del precedente vinculante. VII.1 Crea una justicia predecible. VII.2 Controla
la corrupción. VII.3 Genera confianza en el sistema judicial. VII.4 Reduce la carga
procesal y acelera la administración de justicia. VII.5 Crea estabilidad política. VII.6
Termina con el monopolio político de crear Derecho.
En el sistema de derecho romano germánico (civil law), al cual pertenece el derecho peruano,
la ley, en su acepción material, es la fuente principal de derecho; a falta de ley rige la costumbre,
y a falta de ley y costumbre, se aplican los principios generales del derecho154. La jurisprudencia
154 En el Suplemento Jurídica del diario oficial El Peruano de fecha 11 de diciembre del 2007, aparece un artículo
del Doctor Juan Monroy Gálvez titulado: El “Derecho en broma y en serio”, en el que, criticando a un artículo mío
publicado en este mismo diario con fecha 20 de noviembre del 2007, con la denominación: “La jurisprudencia
como fuente del Derecho”, afirma categóricamente una serie de inexactitudes como que la costumbre y los
principios generales del derecho no son fuente de derecho; que la jurisprudencia tiene un valor autónomo y no
complementario; que si es la “ley” no es la “norma jurídica”; y si es la “norma jurídica”, no es la “ley”; que la
sentencia jamás es normativa; que jamás en el common law un precedente judicial aplica la ley. Entiendo que el
Dr. Monroy, al hacer estas afirmaciones, está hablando en broma, porque para hablar en serio en derecho hay que
conocer la materia. Sería imposible, y no es mi propósito, hacer entender al Dr. Monroy que en el civil law hay
un sistema de fuentes (ley, costumbre y principios generales, salvo algunas ramas que admiten como única fuente
a la ley) que permiten concebir al ordenamiento jurídico como una plenitud que obliga al juez a pronunciarse
sobre toda cuestión sometida a su decisión; que son muy variadas las opiniones sobre la jurisprudencia, para unos
ordenamientos es fuente para otros no, pero cómo negar que se forma por la doctrina sentada por los tribunales
al aplicar la ley, la costumbre o los principios generales; cómo negar que la adaptación de las leyes a cada
momento histórico es obra principalmente de la jurisprudencia; que la norma jurídica puede estar contenida en
la ley (norma legal), en la costumbre (norma consuetudinaria), en los principios generales, en las sentencias
judiciales (normas jurisprudenciales) en los contratos, testamentos, etc. (normas particulares); que ley, costumbre,
principios generales, sentencia, contrato, y norma jurídica constituyen una unidad de substrato y sentido; que las
sentencias judiciales son normativas en su triple sentido: norma particular para las partes litigantes, precedente
normativo en cuanto dictadas por el tribunal supremo lo vinculan a él y a todos los órganos inferiores, y norma
general en cuanto será tenida en cuenta por cuantos hayan de intervenir en caso semejante; que en el common
law, la ley se incorpora plenamente al ordenamiento jurídico una vez que ha sido interpretada y aplicada por los
tribunales. No me preocupa tanto los insultos vertidos por el Dr. Monroy contra mi persona en su aludido artículo
y en otro anterior sobre la cosa juzgada utilizando al Diario Oficial, lo que me preocupa enormemente es el daño
que está causando a sus alumnos.
223
Revista Institucional Nº 8
En el sistema de derecho del common law (derecho anglosajón) la fuente principal del
derecho es el precedente judicial. También es fuente de derecho la ley156, pero la importancia
inicial del derecho legislado es inferior al derecho judicial, pues la norma legal, como dice
René David,
“(...)solo se verá plenamente incorporada al derecho una vez que haya sido
aplicada e interpretada por los tribunales, y en la forma y medida en que se
haya llevado a cabo esa interpretación y aplicación (…) se tiende a citar tan
pronto como se pueda, no el texto legal, sino la sentencia en que haya recibido
aplicación dicho texto legal. Sólo en presencia de dichas sentencias sabrá el
jurista lo que quiere decir la ley, porque solamente entonces encontrará la
norma jurídica en la forma que resulta familiar, es decir, en la forma de regla
jurisprudencial”157.
En ambos sistemas, tradiciones o familias jurídicas, el civil law y el common law, rigen
los principios de “igualdad de todos los ciudadanos ante ley”158, y “a igual razón, igual
derecho”. Esto significa que si todas las personas son iguales ante la ley, el juez debe dar la
misma respuesta jurídica a todos los casos iguales, semejantes o análogos. Una vez que la
norma ha sido interpretada en un determinado sentido para su aplicación a un caso
concreto, esa interpretación adquiere carácter de precedente jurisprudencial, es decir, de
norma general y abstracto, de modo que en el futuro todos los casos semejantes al ya
resuelto tendrán la misma solución jurídica, lo que garantiza al ciudadano una justicia
predecible con la consiguiente seguridad jurídica para el desenvolvimiento de sus
actividades.
En uno y otro sistema de derecho, el civil law y el common law, la administración de justicia
tiene por función, además de resolver conflictos e incertidumbres sociales, crear seguridad
jurídica tratando igual a los casos iguales y dando a cada parte litigante lo que le corresponde,
con las correcciones establecidas por la ley o el precedente judicial, garantizando a la comunidad
una justicia predecible.
Es imposible que jueces honestos e idóneos de uno y otro sistema de derecho, guiados
más por sus convicciones morales que obligados por el ordenamiento jurídico, resuelvan
casos semejantes en forma diferente. Los que resuelven casos iguales en forma
A los estudiantes les digo que hay algunos “juristas” en el ejercicio libre en la magistratura o en la docencia, que
están muy mortificados porque el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) con sus decisiones ha perjudicado
a los mercaderes de la justicia que, por mecanismos ajenos a la ley, anulaban sentencias judiciales pasadas en
autoridad de cosa juzgada o que resuelven casos semejantes en forma diferente. Observen que esos “juristas”
siempre aparecen como asesores del Poder Judicial o del Congreso, pero los resultados todos los conocemos. A
ustedes estudiantes, como un estudiante más, les digo que en Derecho, como en toda ciencia, mientras más se
conoce lo desconocido se agranda más, por eso la modestia es buena consejera.
155 Inc. 6 del artículo 1 del Título Preliminar del Código Civil español. En la exposición de motivos de este artículo
se lee: “No puede desconocerse el hecho de que la ley lleva adherido, por vía de interpretación, el sentido que
la jurisprudencia le ha dado”.
156 Al derecho legislado se le conoce con el nombre de Statue law, que comprende propiamente los statutes y las Acts
of Parliament.
157 DAVID, RENÉ, (1969) pp. 297–98.
158 Artículo 2.2 de la Constitución Política peruana.
224
La jurisprudencia como fuente del derecho
diferente son los otros, los que carecen de principios éticos o tienen una formación
profesional deficiente.
El magistrado que resuelve casos semejantes en forma diferente, sin motivar las razones
por las que toma tal decisión, degenera gravemente la administración de justicia, contraviene
los deberes propios de su cargo que lo obligan a actuar con imparcialidad e independencia,
sometiéndose únicamente a la Constitución y a la ley; es un magistrado que carece de los
méritos o condiciones exigidos por la dignidad del cargo, lo que lo desmerece en el concepto
público, porque al resolver casos iguales en forma diferente en vez de generar confianza
determina que la comunidad desconfíe del sistema de justicia.
159 Messineo dice: “La jurisprudencia viene a ser el reflejo de la vida del derecho, teniendo, sobre la actividad del
jurista puro, la ventaja de interpretar la norma, en vista de la solución de una controversia y, por consiguiente, el
inmediato contacto con la práctica del derecho” MESSINEO, FRANCISCO, (1979) p. 120.
225
Revista Institucional Nº 8
El Código Procesal Civil y Mercantil de Guatemala (artículos 621 y 627) dispone que para
que se siente jurisprudencia, la Corte Suprema de Justicia debe emitir cinco fallos uniformes,
no interrumpidos por otro en contrario. No compartimos esta definición de jurisprudencia
porque ha servido y aún sirve para que magistrados sin principios éticos o sin capacidad para
desempeñarse como tales, den soluciones diferentes a casos iguales, con desmedro de la
seguridad jurídica que es el pilar fundamental sobre el que se edifica un Estado Constitucional
de Derecho.
El principio del stare decises quieta movere (estése a los decidido, mantenga la quietud)
significa que los jueces deben respetar lo decidido anteriormente y no cuestionar los
puntos de derecho ya resueltos. La decisión judicial, además de resolver una controversia,
establece un precedente que servirá de fundamento para la solución de casos futuros
semejantes.
Sus orígenes más remotos se encuentran en el derecho romano donde surgió con el fin de
evitar las arbitrariedades de los reyes, cónsules y emperadores romanos. Antes de Justiniano
suplió la ausencia de normas, precisó el sentido de las pocas leyes existentes, consagró
costumbres y garantizó la independencia de los jueces, evitando que se dicten sentencias ad
hoc en beneficio de los que ostentaban el poder.
Se introdujo en Inglaterra con la invasión de los normandos de origen francés, o sea con la
victoria del rey normando Guillermo el Conquistador en 1066. A partir de entonces convivieron
en la isla los pueblos originarios y los invasores, lo que originó que se fusionaran los derechos,
especialmente costumbristas de los anglosajones, celtas, romanos y normandos. Esto fue posible
debido a que Guillermo el Conquistador respetó la lex terrea, creando así, un derecho distinto
al de los otros pueblos europeos, que refleja el espíritu de una nación con una mentalidad
política y cultural propia.
226
La jurisprudencia como fuente del derecho
En otros términos, en la antigüedad el derecho inglés fue consuetudinario; luego con las
decisiones de los jueces quienes no podían decidir en forma distinta donde existe la misma
razón, porque ésta no puede ser contradictoria, el derecho consuetudinario se convirtió en
jurisprudencial. Es decir, resuelto un caso concreto, en lo sucesivo todas las sentencias debían
uniformarse a la decisión anterior cuando los casos son semejantes. Lo decidido en un caso
concreto se convirtió en norma general.
El precedente o stare decises debe ser publicado para generar transparencia y consolidar la
seguridad jurídica.
En el precedente del sistema del common law se distinguen dos elementos: la ratio decidendi
y el obiter dictum (dicho sea de paso). La ratio decidendi o holding es el argumento que
motiva la decisión normativa de una sentencia, es decir, es el núcleo central de la decisión o la
razón de la decisión; sin la ratio decidendi, la decisión no sería la misma; se determina la ratio
decidendi analizando los hechos materiales de la sentencia y su fundamentación. El obiter
dictum se refiere a aquellas consideraciones que no son necesarias para la solución del caso,
sólo sirven para robustecer la razón de la decisión, corroboran la decisión pero no tienen
efecto vinculante, tienen solamente una función complementaria, persuasiva; si el obiter dictum
se elimina, la decisión normativa de la sentencia sigue siendo la misma.
El sistema del common law es seguido por los países que se inspiran en el modelo del
derecho inglés.
Con las recopilaciones de Justiniano, pasando por las cartas de la Edad Media que establecían
los derechos de los señores feudales y los súbditos, las Grandes Ordenanzas de Luis XIV y Luis
XV, los códigos prusiano y bávaro, los monumentos jurídicos universales como son el Código
Napoleón de 1804, el BGB alemán del 1900 y el italiano de 1942, y los monumentos jurídicos
latinoamericanos como son el Ezboco de Gómez Texeira de Freitas en Brasil, el Código Civil de
Andrés Bello que rige, con algunas modificaciones, en Colombia, Chile y Ecuador, y el Código
de Vélez Sársfiel en Argentina, además de los numerosos códigos y leyes dictadas en los
diferentes países de tradición romano germánica, floreció, creció y se desarrolló el derecho
escrito, lo que ha determinado que en el Estado moderno, el derecho sea obra, casi exclusiva,
del legislador.
227
Revista Institucional Nº 8
sus convicciones morales, les impide que resuelvan casos iguales o semejantes en forma
diferente osea, advertida o inadvertidamente, están en la senda del precedente judicial
obligatorio creando una justicia predecible, presupuesto necesario de la seguridad jurídica
existente en sus países.
El juez no es más la boca de la ley, ésta no opera por sí sola sino que para su aplicación
tiene que ser interpretada a fin de determinar cuál es su sentido y alcance con relación a un
hecho específico; si se sostiene que el texto de la ley es claro, que no presenta dudas sobre su
significado, se llegará a tal conclusión después de la interpretación. La interpretación o
hermenéutica jurídica es la conditio sine qua non del derecho, sin ella no hay desenvolvimiento
del ordenamiento jurídico.
La creación del derecho debe ser la obra conjunta del legislador y el juez, puesto
que el legislador dicta la ley, pero ésta no opera por sí sola sino a través del juez, quien,
mediante la interpretación, establece su sentido con relación a un hecho concreto
sometido a su decisión, interpretación que servirá de fundamento para la solución de
otros casos futuros iguales, de tal modo que éstos no tengan respuestas jurídicas
contradictorias. Desde esta perspectiva, como no puede ser de otra forma, nuestro
ordenamiento jurídico establece los casos en que los tribunales encargados de administrar
justicia crean precedentes o doctrina jurisprudencial vinculatoria, como lo veremos a
continuación.
El Código Procesal Constitucional (Ley Nº 28237 de 31 de mayo del 2004), artículo VII,
dispone:
De acuerdo con este texto, las sentencias del Tribunal Constitucional pueden o no ser
vinculantes para el propio Tribunal y demás órganos del Estado. Constituirán precedente
vinculante, o sea tendrán un efecto normativo general y abstracto cuando así lo exprese el
propio texto de la sentencia, en cambio, cuando no contengan esta declaración, no tendrán
la calidad de precedente normativo obligatorio.
228
La jurisprudencia como fuente del derecho
El pleno casatorio será obligatorio cuando se conozca que otra sala está
interpretando o aplicando una norma en un sentido determinado.
El texto íntegro de todas las sentencias casatorias y las resoluciones que declaran
improcedente el recurso, se publican obligatoriamente en el diario oficial, aunque
no establezcan doctrina jurisprudencial. La publicación se hace dentro de los
sesenta días de expedidas, bajo responsabilidad”.
Sorprende que no obstante el tiempo transcurrido desde la vigencia del CPC no se haya
realizado ningún Pleno Casatorio. No comprendemos por qué la Corte Suprema de Justicia
de la República no ha tomado la decisión de llevar a cabo la más importante, innovadora
y menos costosa de las reformas que conduciría a que el Perú cuente con una justicia
predecible que legitimaría al Poder Judicial ante la ciudadanía. Nada justifica: ni la falta de
recursos, ni la falta de reglamentos, ni cualquier otra excusa para que la Corte Suprema
tome la decisión de crear la doctrina jurisprudencial, removiendo cualquier pequeño
obstáculo que se pueda presentar en el camino, erigiéndose de este modo en un verdadero
poder del Estado.
En plenos casatorios deben resolverse rápidamente casos sumamente sencillos que vienen
siendo resueltos en forma contradictoria, como por ejemplo: a) cuando hay oposición
entre el derecho de propiedad y el embargo, en unos casos se hace prevalecer al de propiedad
sobre el embargo, aunque aquel no haya sido inscrito y éste sí (Casaciones 2974–01, 2472–
2001, 3662–01 y 2720–2002), y en otros, se dispone que prevalece el embargo inscrito
sobre el de propiedad no inscrito (Cas. 2683–2001); b) en unos casos se dispone que el
pago parcial es causal de contradicción al mandato ejecutivo (Cas. 1123–2000) y en otros
que no es causal de contradicción (Cas. 3147–98); c) tratándose de títulos valores en los
que estén involucradas personas jurídicas, en unos casos se sostiene que sólo es exigible que
se consigne el nombre de los representantes y no el número de su DNI (Cas. 1778–2005)
y en otros se declara la nulidad de las letras de cambio por no haberse consignado el DNI
del representante de la empresa (Cas. 1742–2003); d) en unos casos se establece que no
procede el recurso de casación respecto del pago de costas y costos del proceso por tratarse
de un asunto accesorio (Cas. 3322–2000) y en otros se afirma que se ha incurrido en la
vulneración del debido proceso al haberse condenado indebidamente al pago de costas y
costas (Cas. 3742–2000–Lima); e) cuando la resolución que es materia de la demanda
contencioso administrativa ha sido expedida por el Consejo Directivo del OSINERG, en
unos casos se establece que el conocimiento de la causa compete al Juez Especializado en lo
Contencioso Administrativo (Cas. N° 794–2004–Lima) y en otros, que compete a la Sala
Contencioso Administrativa de la Corte Superior respectiva (AP. N° 3535–2006–Lima, Sala
229
Revista Institucional Nº 8
160 Artículo incorporado al Código de Procedimientos Penales por el artículo 2 del D. Legislativo N° 959 de 17 de
agosto del 2004.
230
La jurisprudencia como fuente del derecho
para lesionar el bien jurídico tutelado. El expediente sube en apelación a la Sala Penal
Superior quien, esta vez contrariamente a lo que antes resolvió en este mismo caso,
anula la sentencia y dispone que el juez de origen adecúe la causa al trámite del Proceso
Ordinario (primero dijo que se sumarice y ahora que se ordinarice el proceso). El juez
ordinariza el trámite y con los informes finales eleva el expediente a la Sala Penal Superior,
quien luego de efectuado el juicio oral dicta sentencia absolviendo al procesado. El
Procurador interpone recurso de nulidad; la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema
de Justicia de la República, mediante Resolución de fecha 29 de setiembre del 2005,
anula la sentencia y dispone que el juez de la causa Sumarice el Proceso; o sea después
de haberse resuelto el caso en un juicio público, contradictorio, de prueba plena, el
Supremo Tribunal de la República anula lo actuado y dispone que el caso lo resuelva el
Juez en vía sumaria. El juez de la causa, seguramente desconcertado por las decisiones
de las instancias superiores y cansado de ordinarizar y sumarizar el proceso, adecúa el
tramite al Proceso Sumario y dicta sentencia el 1 de marzo del 2007, colocando al
procesado en el border line entre la libertad y la cárcel, es decir, condenándolo a cuatro
años de pena privativa de la libertad suspendida. El sentenciado cuenta lo sucedido a su
tío que pagó a su abogado; el tío, anonadado por lo sucedido en un juicio que viene
durando más de seis años, le dice que apele; el sentenciado contesta que no, que
mucho mejor hubiera sido que desde un inicio lo envíen a la cárcel por tres o cuatro
años, que a la fecha ya habría salido y estaría trabajando tranquilo. Este hecho acredita
que en el Perú nadie puede estar seguro de ser víctima de las “injusticias de la justicia”,
ni los propios magistrados, como ha sucedido en este caso con el magistrado que pagó
un abogado para que defienda a su sobrino, confiando, no diremos ingenuamente,
que sí puede haber justicia por parte de sus colegas.
Con un mínimo de sentido común se deduce de estos ejemplos que nuestros magistrados
(no todos, por supuesto, porque hay excepciones) en vez de solucionar conflictos los complican
más o los dilatan innecesariamente. Ellos se comportan de este modo porque tienen asegurada
su mensualidad, mientras que los litigantes, desde la persona más modesta hasta el empresario
más próspero, a quienes obligan a transitar por años por los pasillos del Poder Judicial, tienen
que trabajar día y noche para ganarse el sustento y pagar impuestos con los que se cubren
también las remuneraciones de los magistrados.
Estos principios deben ser invocados por los magistrados de todas las instancias
judiciales, cualquiera que sea su especialidad, como precedente de obligatorio
cumplimiento. En caso que por excepción decidan apartarse de dicho criterio,
están obligados a motivar adecuadamente su resolución dejando constancia
del precedente obligatorio que desestiman y de los fundamentos que
invocan 161.
161 A la facultad del tribunal o juez inferior de apartarse del precedente vinculante establecido en una decisión del
tribunal supremo, en el sistema del common law se le conoce como anticipatory overruling (derogación anticipada).
231
Revista Institucional Nº 8
Nos preguntamos ¿qué es lo que sucede al interior de la Corte Suprema? ¿cuáles son
las razones por las que no ha activado los mecanismos del artículo 22 de su propio
estatuto para generar la predictibilidad de las decisiones judiciales? La credibilidad del
Poder Judicial depende de que imparta una justicia predecible. No es creíble cuando
frente a las críticas al sistema de justicia, los jueces contestan diciendo que eso se debe a
que en todo proceso judicial hay un ganador y un perdedor, que la parte perdedora
siempre se queja. En verdad, el que pierde porque no tenía razón no protesta, salvo, por
supuesto, algunos litigantes o abogados carentes de ética que no faltan; se queja el litigante
a quien se le ha privado de su derecho haciendo prevalecer la falsedad sobre la verdad;
también se queja el litigante vencedor porque la justicia le ha llegado demasiado tarde o
porque le ha resultado muy costosa.
Como lo señalan el Código Procesal Civil y la Ley Orgánica del Poder Judicial, la publicidad
de las sentencias que establecen precedentes vinculantes permite que sean conocidas y acatadas
por los magistrados de todas las instancias; que su predictibilidad genere seguridad jurídica;
que la doctrina jurisprudencial no sea sustituida por interpretaciones caprichosas de algunos
jueces; que la ciudadanía confíe en el Poder Judicial; que genere críticas, debates académicos,
con el fin de enmendar errores; que la administración de justicia sea transparente, de calidad,
y esté sometida al escrutinio popular.
Las sentencias contradictorias y ocultas, conocidas sólo por las partes litigantes, o son fuente
de corrupción o esconden la inidoneidad de sus autores para administrar justicia. En cambio,
162 En el campo administrativo, el Decreto Legislativo Nº 807, Ley sobre Facultades, Normas y Organización del
Indecopi, Título VII, en el artículo 43 dispone:
“Artículo 43. Las resoluciones de las Comisiones, de las Oficinas y del Tribunal de Defensa de la Competencia y
de la Propiedad Intelectual que al resolver casos particulares interpreten de modo expreso y con carácter general
el sentido de la legislación constituirán precedente de observancia obligatoria, mientras dicha interpretación no
sea modificada por resolución debidamente motivada de la propia comisión u oficina, según fuera el caso, o del
Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual.
El Directorio del INDECOPI, a solicitud de los órganos funcionales pertinentes, podrá ordenar la publicación
obligatoria de las resoluciones que emita la institución en el diario oficial El Peruano cuando lo considere
necesario por tener dichas resoluciones, las características mencionadas en el párrafo anterior o por considerar
que son de importancia para proteger los derechos de los consumidores”.
232
La jurisprudencia como fuente del derecho
las sentencias dictadas en conformidad con el precedente vinculante y conocible por todos
son fuente de derecho y legitiman al Poder Judicial.
La reforma del sistema de justicia debe empezar por crear una justicia predecible. Esta
es la madre de toda reforma judicial en el Perú. ¿Qué justificaría duplicar el presupuesto
del Poder Judicial o del Ministerio Público si vamos a seguir contando con una justicia
impredecible como consecuencia de la solución de casos semejantes en forma diferente?
Ello significaría subvencionar la corrupción, el sometimiento de ciertos jueces a poderes
extraños al ordenamiento jurídico, porque ¿qué puede justificar que den respuestas jurídicas
diferentes a casos semejantes?, ¿qué beneficios lograría el país informatizando con tecnología
de punta al Poder Judicial, al Ministerio Público y a los otros órganos del sistema de
justicia, si se va a continuar resolviendo cuestiones de hecho idénticas con distintas
respuestas jurídicas? El no resolver igual todos los casos iguales, dando a cada uno lo que
le corresponde, significa todo lo contrario de lo que es administrar justicia; es hacer que el
equilibrio de la balanza oscile con el peso de la corrupción, del que paga más, de la
amistad o enemistad, del compadrazgo del magistrado con una de las partes litigantes, de
la presión de centros de poder de distinta índole, de la interpretación antojadiza que
hacen ciertos magistrados del ordenamiento jurídico. ¿De qué nos servirá la promoción
de estándares éticos en la magistratura, el perfeccionamiento del ordenamiento jurídico,
la actualización de los magistrados, si ellos van a continuar interpretando la ley a su libre
arbitrio, si van a seguir dictando sentencias contradictorias, si no van a uniformizar criterios
de interpretación del derecho?
La primera reforma, para que las otras tengan éxito, debe ser la de sancionar
disciplinariamente con la destitución al magistrado que resuelve casos iguales en forma diferente
sin dar razones por las que decide apartarse de su criterio precedente, pero igual sanción
debe establecerse para los integrantes de los órganos de control de la magistratura cuando no
apliquen esta sanción; además, el delito de prevaricato, aún virgen en el país, debe ser toda
una realidad.
233
Revista Institucional Nº 8
La coexistencia social civilizada con seguridad, orden y paz encuentra su sustento en una
justicia predecible; si ésta falta triunfa la ley de la selva, la ley del más fuerte: “el que puede,
puede”. Sin seguridad jurídica no hay progreso individual, familiar, social, nacional; en el
sector económico se ahuyenta a los capitales, se desalienta el tráfico comercial, se obstaculiza
el crecimiento económico. A mayor seguridad jurídica mayor inversión, a mayor inversión
más puestos de trabajo; a más inversión y más puestos de trabajo, mayores ingresos para el
fisco; a mayores recursos fiscales mayor presupuesto para invertir en educación, salud, justicia,
seguridad ciudadana, elementos con los cuales se crea un plano de igualdad a partir del cual
cada ciudadano empiece a correr hacia el logro de su desarrollo, cuyo éxito o fracaso
dependerá exclusivamente de su propio esfuerzo, sin que pueda echarle la culpa a nadie de
sus fracasos.
Si tanto en el common law como en el civil law rige el principio de igualdad ante la
ley y el que reza a igual razón igual derecho, principios que se hacen realidad con el
stare decides et non quieta movere, por el que una vez resuelto un conflicto de intereses
o una incertidumbre mediante una sentencia, ésta constituye un precedente obligatorio
(jurisprudencia) que no puede variar posteriormente, salvo que con el devenir de los
años devenga en anacrónico, injusto, y admitiendo que la deslegitimación del sistema
de justicia tiene su causa eficiente en la justicia impredecible, ha llegado el momento
en que la Corte Suprema de Justicia del Perú tome la decisión de crear una justicia
predecible.
Si la Corte Suprema, por la razón que fuere, no quiere crear la doctrina jurisprudencial
vinculante aplicando el mecanismo del artículo 400 del CPC, simplemente puede activar el
mecanismo establecido en el artículo 22 de su Ley Orgánica. Así, el propio Poder Judicial
puede emprender la gran reforma de la justicia en el Perú, todo es cuestión de que magistrados
de buena voluntad tomen la decisión de llevarla a cabo; querer es poder, ¡si se puede señores
magistrados! Rechacen a los comerciantes de sentencias judiciales que ahora salen con la
falacia que con el precedente vinculatorio se quiere convertir a los jueces en boca de la
jurisprudencia; lo que pasa es que tienen temor que se les acabe el negocio. Magistrados
peruanos: ustedes no pueden seguir comparándose con sus colegas de países subdesarrollados
de América Latina, ellos solamente generan inseguridad jurídica, están demasiado lejos de
constituir un Poder Judicial sólido y sostenido. Dejen a los españoles que sigan debatiendo
sobre si la jurisprudencia puede o no ser fuente de derecho con el infundado temor de
234
La jurisprudencia como fuente del derecho
algunos por la posible alteración del equilibrio de poderes con el precedente obligatorio.
Ustedes no son menos que sus pares de los países desarrollados, quienes no pueden resolver
dos casos iguales contradictoriamente porque su moral individual lo impide, porque saben
que los mismos supuestos de hecho no pueden ser y no ser, porque respetan y hacen respetar
la ley, porque la razón no es contradictoria y porque, en el mundo civilizado, todos los seres
humanos son iguales ante la ley.
Por la moral y por el derecho, los jueces están obligados a resolver igual los casos iguales,
de tal forma que el ciudadano de antemano sepa cómo será resuelto su caso, es decir, estará
seguro que su caso será resuelto en la misma forma en que se ha resuelto anteriormente otro
caso que es igual al suyo. De este modo se crea estabilidad jurídica, social y económica, hay
certeza y predictibilidad en la administración de justicia; se economiza tiempo, energía, recursos
personales y materiales; se aprovecha la sabiduría de anteriores magistrados y la judicatura
adquiere la categoría de poder, no solamente jurídico, sino que resolviendo conflictos o aclarando
incertidumbres contribuye a levantar un país cuasi quebrado moralmente.
Una justicia predecible solamente se logra con una Corte Suprema actuando en sala única,
integrada por los mejores juristas con que cuenta el país, entre ellos algunos jueces de las
diversas instancias, con un número reducido de integrantes, que pueden ser no más de once,
que respete y haga respetar sus fallos (stare decides), los mismos que no pueden ser modificados
sino por ella mediante resolución debidamente motivada, y que seleccione los procesos que
decide resolver (certiorari).
235
Revista Institucional Nº 8
Con el establecimiento de una justicia predecible a través del stare decises se puede
verificar fácilmente cuándo un magistrado se está apartando del sentido claro, recto y
usual del derecho positivo con el fin de favorecer la corrupción, a la vez que los
particulares tendrían menores posibilidades de corromper a los jueces y demás servidores
judiciales.
236
La jurisprudencia como fuente del derecho
Con el stare decises se benefician los magistrados con el menor número de casos
por resolver, a la vez que se simplifica su actividad de solución de conflictos, pues le
bastará identificar cómo se ha resuelto anteriormente un caso semejante, sin entrar
en mayores debates jurídicos; y el ciudadano se beneficia con una pronta y
predecible justicia.
En el Perú, el derecho es creación del poder político, es decir, del Poder Legislativo y del
Ejecutivo; en cambio, en los países del common law, el derecho es principalmente
creación del Poder Judicial mediante el stare decises. También en países desarrollados
del civil law, el precedente judicial es garantía de una administración de justicia predecible.
En nuestro país el juez dicta su sentencia pensando en que ésta obliga solamente a las
partes litigantes, mientras que en los países desarrollados el juez dicta su sentencia
pensando en que está creando una norma jurídica que obliga no solamente a las partes
en litigio, sino también al mismo juez y en general, a todos los ciudadanos, sean
gobernantes o gobernados.
En el Perú, los jueces se apartan de sus sentencias cuantas veces lo quieren sin que les
pase nada; es decir, puede resolver casos iguales en forma diferente, lo que determina
que la población justificadamente piense que las sentencias tienen un precio; por el
contrario en países desarrollados cultural y moralmente es casi imposible que el juez
resuelva casos iguales en forma diferente, porque lo impide su formación ética, así
como la ley y el precedente judicial.
237
Revista Institucional Nº 8
La sentencia dictada por el juez debe ser norma para las partes en litigio, para el propio
juez y, en general, para todos los peruanos, sin distinción alguna. El juez solamente debe
modificar sus resoluciones cuando la realidad social, las valoraciones sociales, han variado de
tal manera que se justifique una solución jurídica distinta para casos iguales a los ya resuelto
anteriormente; en tal caso, el juez deberá motivar debidamente su sentencia. Sólo así el
Poder Judicial será un verdadero poder creador de derecho, y contrapeso del poder político.
La jurisprudencia vinculante determina que la ley es obra conjunta del legislador y el juez,
y se cumple el principio que reza que el gobernante no hace a la ley, sino la ley hace al
gobernante.
238
La jurisprudencia como fuente del derecho
BIBLIOGRAFÍA
239
240
DERECHOS HUMANOS Y RACISMO
EN LA UNIÓN EUROPEA
Abstract
Europa se ve como el continente del desarrollo y la cultura; pero, a pesar de los logros
sociales allí alcanzados, surgen de manera amenazadora la discriminación, la xenofobia
y el racismo, los cuales no sólo abarcan el ámbito cotidiano y vecinal, sino que se
extienden al ámbito empresarial. El autor hace una importante recopilación de las
normas y declaraciones que la Unión Europea ha emitido para proteger los derechos
de los inmigrantes frente a estas agresiones.
Sumario:
I. Introduccion. II. Contexto del Desarrollo de los Derechos Humanos. III. La
Internacionalización de los Derechos Humanos. IV. La Internacionalización de los
Derechos Humanos en la Unión Europea V. Los Compromisos de la Unión Europea
en la lucha contra el Racismo. V.1. Compromisos en el ámbito externo. V.2.
Compromisos en el ámbito interno. VI. Emigración, Racismo, Xenofobia y actividad
empresarial en la Unión Europea. VI.1. ¿Qué sucedió entonces? VI.2. ¿Qué está
sucediendo ahora? VI.3. ¿Por qué sucede lo que está sucediendo? VI.4. ¿Qué se
puede hacer para que deje de suceder lo que está sucediendo? VII. Conclusiones.
I. INTRODUCCION.
163 El presente trabajo ha sido reformulado y actualizado a su publicación primigenia en Estudios en Ciencias
Administrativas, año I, Vol.I, UNMSM, 2003.
241
Revista Institucional Nº 8
164Cuando utilizamos el nombre de Unión Europea, tras la firma de Maastricht, nos referimos al Tratado Constitutivo
del Carbón y del Acero (CECA) hecho en París, el 18 de Abril de 1951, y al Tratado de Roma, de la Comunidad
Económica Europea, de 25 de marzo de 1957.
165Sobre textos de Derecho positivo histórico de los derechos humanos; ver entre otros: Deuteronomio: VI Concilio
de Toledo (638); VII Concilio de Toledo (653); Carta de la Curia de León: Carta de Neuchatel (1214); Carta Magna
de Juan Sin Tierra (1215); Carta Jurada del rey Teodobaldo II reconociendo las libertades de Navarra (1 de
noviembre de 1253); El principio o regla de libertad (Las Siete Partidas); Partida Séptima, ley 34. reglas 1ª y 2a
(siglo XII); Disposiciones de Oxford (1258); Pacto del 1 de agosto (Origen de la Confederación Suiza) (1291);
Ordenanza núm 29 (Gran Bretaña) (1311); Código de Magnus Erikson (Suecia) (1350); Constitución Neminem
Captivabimus del Rey Wladislav Jagiello (Polonia) (1430); Pragmática de los Reyes Católicos declarando la
libertad de residencia (28 de octubre de 1409). Para un mayor análisis respecto a la prehistoria de los derechos
humanos, ver: G. PECES BARBA (1987). Derecho positivo de los Derechos Humanos, Debate Universitario.
Madrid, pp. 423.
242
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
En este sentido, los derechos fundamentales vienen a ser la respuesta del derecho a las
necesidades elementales de las personas y de las sociedades que en el espacio y en el tiempo
histórico de la cultura jurídica y política, principalmente moderna, se convierten en un
instrumento de organización social que ayuda al desarrollo social de la persona166 .
Ahora bien, como acabamos de señalar, los instrumentos jurídicos sobre los derechos
humanos se desarrollan como consecuencia de diferentes factores y se pueden observar
fundamentalmente desde dos ámbitos: uno, en el orden internacional, otro, en la Unión
Europea, que constituye el objeto del presente trabajo.
166 Vid. UGARTE VEGA CENTENO, M (1995). Resolución 2.626 NU + 0.7% = Ayuda al desarrollo. En CUADERNOS
JURÍDICOS N° 27, pp. 50-61.
167 Vid. M. JEAN BERNARD y N. QUESTIAUX (1985). Article 55. alinea C en la Charte des Nations UNIES . Económica
Bruylant. Bruselas, pp. 863-884.
168 Vid. BUONY, 1. Article 56 en la Charte del Nations… pp. 885-889. Asimismo en Repertorio de la práctica de las Naciones
Unidas (1985), arts. 55 a 111 de la Carta del 31 de diciembre de 1969. Nueva York, Suplemento N° 4, Vol. III.
243
Revista Institucional Nº 8
Desde entonces, una vez adoptada la Carta de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de
1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adopta la Declaración Universal de los
Derechos Humanos169. Esta propuesta basada en la protección de la persona humana
(libertades y derechos), incide en la transformación del derecho internacional, es decir, aunque
siga prevaleciendo la estructura interestatal en la sociedad internacional, el derecho internacional
positivo cobra mayor vigencia, en la medida en que junto al clásico principio de la soberanía
aparece otro principio constitucional de orden internacional contemporáneo: el de los derechos
humanos. Estos sobrepasan la limitación inherente al derecho internacional clásico, según el
cual la protección de la persona no podía llevarse a cabo más que a través de los Estados, ya que
aquél era ante todo un “Derecho interestatal concebido por y para los Estados”170 . Fruto de
ese “triple proceso de institucionalización, de socialización y de humanización” del que nos
habla Carrillo Salcedo, se proclama el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales171 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos172. Estos Pactos, junto
con la Declaración, vienen a constituir la Carta Internacional de Derechos Humanos, cada uno
con un sistema de protección distinto, y el último con un protocolo facultativo por el que los
Estados partes en el Pacto que lo deseen, reconocen las competencias del Comité de Derechos
Humanos para examinar denuncias de las personas que estimen víctimas de una violación de
los derechos que el Pacto reconoce. Un Estado puede aceptar el convenio protector sin acatar el
mecanismo protector de control internacional lo que hace posible una ambigua protección.
Las relaciones internacionales contemporáneas presentan como uno de sus aspectos más
relevantes la irrupción de las organizaciones internacionales en el ámbito regional, como la
creación de la Unión Europea. En ese sentido, todas las organizaciones internacionales tienen
un contenido
“(...) variable, lo que significa que para precisarlo será necesario descender a
cada Organización en concreto y determinar en cada una de ellas qué
competencias internacionales es capaz de ejercer y cuál es el grado de efectividad
que ha alcanzado en la vida internacional”173
169 Resolución 217, Asamblea General de las Naciones Unidas, de 10 de diciembre de 1948. Recopilación, vol. I. Los
países que se abstuvieron, fueron: La ex Unión Soviética, los países del Este de Europa, Arabia Saudí y Sudáfrica.
170 CARRILLO SALCEDO, J.A. (1995). “Soberanía de los estados y derechos humanos en derecho internacional
contemporáneo”; Ed. Tecnos, p. 15. Sobre la subjetividad internacional de la persona humana, es decir sobre si el
individuo es sujeto de derecho, ver pp. 28-32.
171 Resolución 2200 A (XXI) de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 16 de diciembre de 1966.
172 Ibid. Véase también, El Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a
abolir la pena de muerte. Resolución 44/128 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 15 de diciembre
de 1966; Convención sobre los derechos Políticos de la Mujer, Resolución 640 (VII) de la Asamblea General de
las Naciones Unidas, del 20 diciembre de 1952.
173 CARRILLO SALCEDO, J.A. (1991). “Curso de derecho internacional público”. p.30.
174 PELAEZ MARÓN, J.M. (1993). Maestricht o la engañosa ubicuidad de la soberanía. En CUESTIONES ACTUALES DE
DERECHO COMUNITARIO EUROPEO. Córdoba, p. 183.
244
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
Los instrumentos suscritos por cada uno de los Estados miembros de la Unión Europea en
materia de la igualdad ante la ley y a la protección que toda persona tiene derecho contra la
discriminación, se encuentra como un derecho universal reconocido en la Declaración Universal
de Derechos Humanos, la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas
las formas de discriminación contra la mujer, la Convención internacional sobre la eliminación
de todas las formas de discriminación racial y los Pactos de las Naciones Unidas de Derechos
Civiles y Políticos y sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como el Convenio
Europeo para la protección de los Derechos Humanos y de las libertades fundamentales.
“(...) 1995 sea signado Año Europeo de la armonía racial y forme parte de una
campaña para alertar a los residentes de la Comunidad con respecto a los
peligros que representa el racismo, el antisemitismo y la xenofobia.176
175 Vid. RODRÍGUEZ IGLESIAS, G.C. La protección de los derechos fundamentales en la jurisprudencia del Tribunal de
Justicia de las Comunidades Europeas. En EL DEFENSOR DEL PUEBLO EN EL TRATADO DE LA UNIÓN EUROPEA.
Universidad Carlos III de Madrid, 1993, p. 212. Vid., también la posición de R. CASADO RAIGÓN. Unión
Europea, derechos humanos y Convenio de 1950. En CUESTIONES ACTUALES DE DERECHO COMUNITARIO
EUROPEO. (1993) Córdoba, p. 79.; PEREZ VERA, E. La protección de los derechos humanos en la Comunidad
Europea. En SISTEMA, junio de 1993, Nº 114-115, p. 144.
176 Vid. Recomendaciones de la Comisión de la Investigación del Racismo y la Xenofobia. AX - 59 - 90 - 815 - ES -
C.1991.
245
Revista Institucional Nº 8
177 En otro ámbito y en ese contexto, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró tres decenios para la
adopción de la lucha contra el racismo y la discriminación racial: Decenio de la lucha contra el racismo y la
discriminación racial (1973-1982); Programa de Acción para el Decenio de la lucha contra el racismo y la
discriminación racial (1973-1982), y el Programa de Acción del Tercer Decenio de la lucha contra el racismo y la
discriminación racial (1994-2003). Tomando nota, también, de la resolución 1993/57 del ECOSOC, la Asamblea
General de las Naciones Unidas en su resolución 48/126, ha proclamado 1995 “Año de las Naciones Unidas para
la Tolerancia” e invita a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) a asumir la función de organismo rector del año. Asimismo, recomienda a todas las organizaciones de
vocación universal y/o regional, y a todos los Estados miembros a cooperar en la protección y promoción de los
derechos humanos. Vid. SN 27/01/92 del 10 de diciembre de 1992.
178 Resoluciones del Consejo y de los Representantes de los Gobiernos de los Estados reunidos en el seno del Consejo
relativa a la lucha contra el racismo y la xenofobia. DOCE Nº C 157, 29 de mayo de 1990. p. 010, pto. G.
179 Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 14 de diciembre de 1960.
180 Resolución 2106 (XX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 21 de diciembre de 1965. La Convención
sobre todas las formas de eliminación del racismo y la discriminación racial, se abrió a firma el 7 de marzo de
1966, y entró en vigor el 4 de enero de 1969 (según lo dispuesto en el artículo 19 de la Convención). Hasta el
primero de abril de 1994, 138 Estados ratificaron la Convención o se habían adherido a ella; vid. Doc. Informe del
Secretario General (Res. 47/78).
181 Resolución 2263 (XCXIII) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 7 de noviembre de 1967.
182 Teherán 22 de abril al 13 de mayo de 1968 (publicación de las Naciones Unidas, N° de Venta: S.68. XIV.2). cap. II.
183 Resolución 2542 (XXIV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 11 de diciembre de 1969.
184 Resolución 3068 (XXVIII) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 30 de noviembre de 1973. Anexo.
185 Resolución 34/480 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 18 de diciembre de 1979.
186 Vid. (A/CONF. 157/24. Primera parte, cap. lll).
187 Vid. (E/CN.a./1995/78).
246
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
racial (1973, 1982, 1983, 1992, y 1994, 2003,2007188), así como el año 2001 Año
Internacional de la Movilización contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia
y las Formas Conexas de Intolerancia, proclamada por las Naciones Unidas en la lucha
contra los prejuicios y la intolerancia.
En base a estos textos internacionales, la doctrina y la práctica nos demuestran que los
derechos humanos forman parte del sistema internacional, y son distintos los instrumentos
de carácter internacional o regional posteriores a la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y el Protocolo, que ponen de manifiesto los criterios que han de regir la
protección internacional de los derechos humanos. Así también, la propia noción de
estos mismos derechos como “el respeto a la dignidad de la persona humana y la
erradicación de las manifestaciones de discriminación racial” forman parte del patrimonio
cultural y jurídico común de los Estados miembros de la UE 189 llevando a la
incorporación en los distintos ordenamientos jurídicos internos en la mayoría de los
países miembros de la ONU.
Las Comunidades Europeas ratifican la vigencia de las obligaciones contraídas por sus
Estados Miembros en la lucha contra la discriminación y el racismo, ya sea en el marco
del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales, Roma, 4 de noviembre de 1950190; Protocolo Nº 1 del Convenio
para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, París,
20 de marzo de 1952191; Convenio Europeo de Derechos Humanos del Consejo de
Europa, noviembre de 1950; el Acta Final de la Conferencia sobre la Seguridad y la
Cooperación en Europa, agosto de 1975192; y la Proclamación de la Carta de los
Derechos fundamentales, proclamada en la Cumbre de Niza, en diciembre del 2000.
Como ya señalamos, la importancia de la protección de los derechos humanos en su
entorno internacional, así como las libertades y derecho fundamentales, fueron
incorporándose a los distintos ordenamientos jurídicos de los países en cuanto comunidad
de Estados de Derecho, en este caso en la UE y sus Estados miembros en los que han
cooperado, comprometido o adherido a diversos instrumentos internacionales sobre
derechos humanos; en ese orden de cosas es importante resaltar, cuando se trata del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, que los Estados miembros han dado su
asentimiento en obligarse (Art. 62), lo cual es una garantía complementaria de la
obligación de protección que incumbe a todo Estado de derecho, condición sine qua
non para poder ser admitido como parte de los Estados miembros a la UE. En cambio,
en relación a la Carta de los Derechos Fundamentales, se invoca con frecuencia ante los
órganos judiciales de la Unión su carencia de carácter jurídico obligatorio porque no
está integrado, todavía, en los Tratados de la Unión.
247
Revista Institucional Nº 8
Ahora bien, situándonos en la Europa después de la caída del Muro de Berlín, podemos
afirmar que la UE sigue con serios problemas de inestabilidad en el continente, dando la
sensación de que mientras los problemas de siempre se descomponen sin arreglo, surgen
otros (nuevas configuraciones geográficas, nuevas guerras y nuevas crisis). Asimismo, en el
contexto de los derechos descritos líneas arriba193 surgen otras interrogantes en el nuevo
milenio sobre el racismo y xenofobia que se expresan mediante la discriminación y todas las
formas de intolerancia, incluido internet y la expresión de “depuración étnica”, y que muchas
veces son causas de los conflictos mundiales; del círculo vicioso de la pobreza y la exclusión
social que atentan contra la dignidad, la igualdad de las personas, y el respeto de sus derechos
humanos. En otras palabras ¿qué sucedió entonces?, ¿qué está sucediendo ahora?, ¿por qué
sucede lo que está sucediendo?, ¿qué se puede hacer para que deje de suceder lo que está
sucediendo? Son algunas de las interrogantes que trataremos de responder.
248
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
249
Revista Institucional Nº 8
países miembros de la Unión Europea. Veamos algunas citas que nos proporciona
las Naciones Unidas, aunque cuando se trata de inmigrantes y pobreza nunca se
sabe cuántos son. Existen más de 100 millones de inmigrantes en el mundo, unos
20 millones de refugiados199 y más de 25 millones de desplazados internos. La
población mundial se estima entre 6,000 millones a 7,500 millones en el 2020 y
superará los 11,000 millones a mediados del próximo siglo. El 95% de este aumento
tendrá lugar en países del tercer mundo cuya disponibilidad de tierras para la
agricultura decrecerá, así como el agua. En resumen, todos estos elementos serán
un reto para la capacidad del sistema de producción alimentaria en el mundo por lo
que la migración, otra vez, viene a ser un callejón sin luz al final. Según las mismas
fuentes, en el año 2025 la población del mundo industrializado, fundamentalmente,
Europa, Norte América, Australia, y Japón, habrá crecido de 1,200 a 1,350 millones;
es decir, un crecimiento de 12%, mientras que la población del tercer mundo habría
experimentado un crecimiento de 4,100 a 7,200 millones, un incremento del
76%200. Podemos afirmar, entonces, que todos los países desarrollados se ven
enfrentados a los problemas de la inmigración.
En Alemania se lucha por mejores derechos para los emigrantes, facilidades para
conseguir la nacionalidad alemana y allanar la doble nacionalidad, en cambio en
España existe un Convenio de doble nacionalidad con Andorra, la ciudad de Gibraltar,
Filipinas, Portugal y con la mayoría de los países latinoamericanos, entre estos,
tenemos: Chile, de fecha 24 de mayo de 1958, ratificado el 28 de octubre de
1958; Perú, de fecha de 16 de mayo de 1959, ratificado el 15 de diciembre de
1959; Nicaragua, de fecha 25 de 1961, ratificado el 25 de enero de 1962; Bolivia,
de fecha 12 de octubre de 1961, ratificado el 25 de enero de 1962; Ecuador, de
199 Vid, Convención de Ginebra sobre el estatuto de los refugiados de 1951 y el Protocolo adicional de 1967, firmado
y ratificado por todos los Estados miembros de la UE, en particular el preámbulo y el artículo 8 del estatuto del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que establecen la cooperación con ACNUR para los
asuntos relativos a los refugiados. Según datos del ACNUR, diez mil personas se ven obligadas cada día a
abandonar su hogar a causa de la persecución política y la guerra. El número de personas refugiadas sobre las que
tienen responsabilidad suman a 23 millones en todo el mundo, siendo lo más llamativo la precaria situación de
los refugiados en el sudeste africano, donde 2.2 millones de ruwandeses viven en campos de los países vecinos
(Zaire, Tanzania y Burundi) según datos de la Comisaría Europea de ayuda humanitaria, quien además apoya una
conferencia interregional para pacificar la zona. La crisis del desplazamiento interno en Burundi es un caso
individual de tragedia humana como resultado del conflicto étnico. La tragedia es inmensa si se toma en
consideración que de una población total de 5.5 millones, más de medio millón de desplazados necesitaban
asistencia humanitaria a comienzos de octubre de 1994. Véase E/CN.4/1.995/50/Add.2, del 28 de noviembre de
1994, p. 3.
200 Vid. Instituto de Políticas Alimentarias, en Conferencia sobre seguridad alimentaria. Bonn (Alemania), 4 de
setiembre del 2001. Ver, entrevista a G.L. DA CUNHA, representante de ACNUR en España, en Carta de España,
N° 479, marzo de 1994, p. 15.
201 En Dinamarca, en enero de 1994, de un total de 5.2 millones de habitantes, había unos 89,000 ciudadanos
extranjeros, es decir, el 3.6% de la población. Las nacionalidades más representativas de los llamados terceros
países, o sea países que no pertenecen a la región nórdica ni a la Unión Europea, eran Turcos (34,658), ciudadanos
de la ex Yugoslavia (11,618), apátridas (10,427), iraníes (7,939), pakistaníes (6,368) y personas originaras de Sri
Lanka (5,782); vid. también, Carta de España, Nº 487, noviembre de 1994, p. 16.
250
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
“en realidad, no hay ninguna regla o ley general que permita relacionar
el auge del racismo y la presencia de la inmigración: una fuerte densidad
de inmigrantes puede ir acompañada de un racismo limitado, pero no
de modo necesario; una débil densidad puede ir acompañada de un
fuerte racismo, pero no de modo necesario”204.
Hoy nos indican que el racismo se ha transformado para adaptarse a los nuevos
valores de la sociedad, denominado racismo simbólico, moderno, diferencialista,
neorracismo blando, aversivo, ambivalente, latente, sutil y un largo etc. Su diferencia
con el racismo conocido, por así llamarlo, es que el racismo ahora se expresa en
202 En relación a los convenios de doble nacionalidad suscritos entre España y los países de América Latina se puede
encontrar más información en el AECI.
203 Ver entrevista a Cornelia Schmal/Jacobscn. Comisionada del Gobierno Federal para los extranjeros. El País,
Madrid, 28 de octubre de 1994.
204WIEVIORKA, M. Director de Estudios de I’Ecole des Hautes Ëtudes en Sciences Sociales. En La Vanguardia,
Barcelona 20 de setiembre de 1994, p. 40. Los documentos de la Convención Antirracista Europea de Madrid,
organizada por la Fundación Passages.
251
Revista Institucional Nº 8
forma encubierta, más etiquetado como lo indican Espelt y Javaloy205, una nueva
forma de expresión del racismo que no confiesa directamente su naturaleza, que se
niega a declarar expresamente su tendencia a discriminar a los negros y a los “otros”
y que se refugia en sobreentendidos, supuestos y afirmaciones implícitas. Es por
tanto, sutil e indirecto. Se recubre, según este autor, de respetabilidad que lo hace
más aceptable, incluso aparentemente compatible con las normas de tolerancia e
igualdad, hecho que le permite ser más eficaz. De lo que podemos analizar es que
este racismo encubierto o moderno lo expresan sin prejuicios la mayoría de las
personas, incluidas los progresistas, y los que se declaran abiertamente que no lo
son. No tienen rechazo, odio, ni son agresivos, simplemente se sienten incómodos,
inseguros y en ocasiones con temor y evitan en lo posible juntarse con los “otros”206.
205 Vid. ESPELT GRANÉS, E. y JAVALOY MAZÓN, F. (1996). Departamento de Psicología Social de la Universidad de
Barcelona. Informe anual sobre racismo en el Estado español. En SOS RACISMO (1997) Barcelona.
206 Vid. NEWMAN, D. (1995). Socioiogy. Exploring the architecture oi everyday life. Thousand Oaks, Pine Forge Press.
207 Vid. Resoluciones del P.E. Sobre los actos de violencia y crímenes racistas y su tratamiento policial y judicial en los
países de la Comunidad. DOCE N° 096, 15 de marzo de 1990. p. 258; sobre el apoyo a las manifestaciones a favor de
la democracia y la tolerancia y contra el racismo y la xenofobia y el antisemitismo, B3-1386 y 1393/92.
208 Revista Carta de España Nº 477, 1994, p.11.
252
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
justicia no soluciona el problema ante las muertes por móviles racistas209. La violencia
ha encontrado eco en estos grupos radicales del ultranacionalismo, el racismo y la
xenofobia (el desprecio al ser distinto y el culto a la violencia). Frente a esto, el
Consejo Europeo ha sido enérgico al indicar que “los Estados miembros determinarán
en qué medida han de aplicar con eficacia su legislación nacional para hacer frente
a los mismos210”. En ese sentido, los estados de la Unión Europea, como Estados
de derecho y democráticos, recurren a sus mecanismos e instrumentos jurídicos
para la tipificación del delito a la violencia racial y xenófoba. En esa dirección, también,
España aprobó la Ley Orgánica 4/4995, de modificación del Código Penal, mediante
la cual tipifica la apología de los delitos de genocidio. Por medio de esta norma se
introducen en el Código Penal artículos que pretenden garantizar la protección de
los ciudadanos contra conductas que puedan expresar apología y difusión del racismo
o de la exclusión étnica, fenómenos que no estaban tipificados.
Sin embargo, todavía las Comunidades no tienen una lista de derechos fundamentales
instituidos mediante un instrumento jurídico vinculante, y menos aún sobre el racismo y
la xenofobia; podemos decir entonces que carecen expresamente de tal efecto jurídico.
209 Ver SANCHEZ; VERA GOMEZ;TRELLEZ. La responsabilidad de las autoridades ante desordenes públicos racistas
(comentario tardío, pero actual a la sentencia del tribunal Supremo de 2 de Julio de 1994). En Cuadernos de Política
Criminal. Instituto de Criminología de la Universidad Complutense de Madrid, pp.245 y ss.
210 Vid. Consejo de Europa. Declaración sobre el antisemitismo, el racismo y la xenofobia. Dublín 25 y 26 de junio de
1990. PE/143/90.
211 Documento sobre la identidad europea, Cumbre de Copenhague 14 de Diciembre de 1973; Declaración común
sobre los derechos fundamentales, Parlamento Europeo, Consejo y Comisión, 5 de abril de 1978; Acta Única
Europea, febrero de 1986; Declaración contra el racismo y la xenofobia Parlamento Europeo, Consejo, representantes
de los Estados miembros reunidos en el seno del Consejo y Comisión, 11 de junio de 1986; Declaración sobre
los Derechos Humanos, Ministros de Asuntos Exteriores reunidos en el marco de la Cooperación Política Europeos
y Consejo 21 de julio de 1986, Declaración sobre los Derecho y Libertades Fundamentales Parlamento Europeos
12 de abril de 1989; Resolución relativa a la Lucha contra el Racismo y la Xenofobia; Consejo Europeo de Dublín,
25 y 26 de junio de 1990; Resolución sobre los Derechos Humanos, la Democracia y el Desarrollo, Consejo y
Estados miembros reunidos en el seno del Consejo, 28 de noviembre de 1991; Declaración sobre el Racismo y
la Xenofobia, Consejo Europeo de Maastritch, 9 y 10 de diciembre de 1991.
212 Directiva 2000/43/CE del Consejo, en Diario Oficial de la Comunidades Europeas, de 29 de junio de 2000, P. L
180/24.
213 Resolución Sobre los trabajadores emigrantes de terceros países, DOCE Nº C 175 de 14 de junio de 1990, p. 180,
pto. E.
253
Revista Institucional Nº 8
Así, ante estas nuevas realidades se adopta la directiva 2000/43/CE del 29 de junio,
en la que se plantea su ámbito de aplicación, tanto para el sector público como
privado, incluidos organismos públicos, relativa a la aplicación del principio de igualdad
de trato de las personas sin discriminación por motivos de su origen racial o étnico,
de la siguiente manera: a) las condiciones de acceso al empleo, a la actividad por
cuenta propia y al ejercicio profesional, incluidos los criterios de selección y las
condiciones de contratación y promoción, independientemente de la rama de la
actividad y en todos los niveles de la clasificación profesional; b) el acceso a todos los
tipos y niveles de orientación y formación profesional, profesional superior y reciclaje,
incluida la experiencia laboral práctica, c) las condiciones de empleo y trabajo, incluidas
las de despido y remuneración; d) la afiliación en una organización de trabajadores
o de empresarios, o en cualquier organización cuyos miembros desempeñen una
profesión concreta, incluidas las prestaciones concedidas por las mismas; e) la
protección social, incluida la seguridad social y la asistencia sanitaria; f) las ventajas
sociales y la educación; así como el acceso a bienes disponibles para el público y la
oferta de los mismos, incluida la vivienda. Como se demuestra en la presente directiva
no afecta a la diferencia de trato por motivos de nacionalidad y se entiende sin
perjuicio de las disposiciones y condiciones que regulan la entrada y residencia de
nacionales de terceros países y de apátridas en el territorio de los Estados
miembros215 .
214Resolución Sobre los trabajadores emigrantes de terceros países. DOCE Nº C175. 14 de junio de 1990, p. 180, pto. E.
215 Directiva 2000/43/CE del Consejo. Op. cit.
216 Vid. Informe Anual sobre derechos humanos de la Unión Europea (2002) p. 33.
254
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
tiene la UE con terceros países, fundamentalmente con los Países del África, Caribe
y Pacífico (ACP), incluyen que se sostengan disposiciones internacionalmente
reconocidas en el ámbito comercial y laboral y además, la Comunidad crea su
propio instrumento para apoyar a estos países siempre y cuando cumplan estos
compromisos internacionales en materia de cooperación comercial y de normatividad
laboral determinadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El
instrumento titulado Regímenes Sociales de Estímulo del Sistema de Preferencias
Generalizadas contempla que se concedan preferencias adicionales a estos países;
además, indica que en caso de incumplimiento grave y reiterado a las normas de la
OIT relativas a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, podrían quedar
temporalmente excluidos, cuestión que no es del todo cierta, por citar el caso de
Argelia donde existen sistemáticamente violaciones a los derechos humanos y la UE
no ha tomado en consideración dichos dispositivos mencionados por ser el más
importante proveedor de gas natural a Europa, por lo que, creemos, que los intereses
económicos, a veces se priorizan.
255
Revista Institucional Nº 8
La difusión de los derechos humanos viene a ser una tarea fundamental en la agenda
de cualquier Estado de Derecho; sin embargo, cuando nos referimos a los derechos
humanos casi siempre los relacionamos a los derechos económicos y sociales, al desarrollo
de los pueblos y casi nunca a fortalecer la interdependencia entre democracia, desarrollo
económico y derechos humanos, es decir respeto de los derechos humanos universales
e indivisibles, libertades fundamentales y Estado de Derecho. Ahora bien, la lucha contra
la discriminación de la sociedad de acogida sólo puede conseguirse por medio de
campañas e iniciativas institucionales. La lista de justificaciones es bastante larga. Entre
las actividades que podrían evitar su propagación destacan:
218 Vid. Resoluciones del Parlamento Europeo (P.E), Sobre el recrudecimiento del racismo y el fascismo en Europa, y
Sobre la política de la comunidad en materia de inmigración en DOCE Nº C68, 9 de febrero de 1988, p. 29, pto.
45. y DOCE Nº C283, de 9 de octubre de 1986, p. 84. Ver Declaración por escrito del P.E. Sobre la lucha contra
la xenofobia y el racismo, DOCE Nº C 187 de 15 de junio de 1988, p. 117; Resolución del Consejo y los
Representantes... Op. Cit., pto. a. l).
219 Resolución Parlamento Europeo sobre racismo y la xenofobia. DOCE Nº C 284, del 10/10/1991, pto. 7.
220 Vid. Revista Carta de España. (1994) Nº 470, p. 11.
256
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
Desde esta perspectiva la discriminación en razón del color de la piel, origen nacional
o la cultura a la que pertenecen las personas es, pues, un capítulo a resolver en la
Europa Comunitaria, por lo que ésta debe utilizar todos los medios que estén a su
alcance para rechazar todo tipo de prácticas discriminatorias en esa lucha por conseguir
una Europa abierta y basada en el respeto de la dignidad humana y en rechazo de
todas las formas de discriminación, sea cual sea su razón, de religión, nacionalidad,
sexo u origen étnico. Hagamos que la justicia abrace a la democracia y la solidaridad.
221 La Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea representa en resumen los valores comunes de los
Estados miembros y donde se sintetizan los derechos civiles y políticos, así como los derechos económicos y
sociales recogidos en la Carta Social Europea. En Junio de 1999 el Consejo Europeo de Colonia incorporó los
derechos fundamentales vigentes en la UE, tales como el Convenio del Consejo de Europa de 1950, los derivados
de las tradiciones constitucionales comunes de los Estados miembros, los derechos fundamentales reservados a
los ciudadanos de la Unión y los derechos económicos y sociales enunciados en la Carta Social Europea y en la
Carta Comunitaria de los Derechos Sociales y Fundamentales de los Trabajadores, así como los principios que se
derivan de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos formalmente
adoptada en Niza de 2000, donde se adopta un compromiso político sin efecto jurídico obligatorio por el
Parlamento, el Consejo y la Comisión.
257
Revista Institucional Nº 8
VI.4. ¿Qué se puede hacer para que deje de suceder lo que está sucediendo?
Desde el punto de vista jurídico, entre los derechos humanos está el derecho a emigrar223
pero no el derecho de inmigrar. Pues bien, la lucha contra el racismo y la xenofobia no
sólo se trata de exigencias morales, sino que sean reconocidas como parte componente
de las estructuras básicas del orden Jurídico de la Unión Europea. Para ello hay que
avanzar hacia una legislación positiva e integradora porque no se puede ser neutral con
las víctimas y los verdugos. Ya pedía, el Parlamento Europeo, con anterioridad a la
Comisión el
“(...) que ejerza un control más severo con respecto a los Estados miembros
para que apliquen las directivas y reglamentos comunitarios y para que se
abstengan de adoptar disposiciones contrarias a los Tratados o a la
Declaración conjunta contra el racismo y la xenofobia224 y a los Estados
miembros que supriman las disposiciones jurídicas y administrativas
discriminatorias y perjudiciales aún existentes que estén basadas en el origen,
la raza, o el sexo”225.
222 En otro lado del planeta, Estados Unidos, una nación de inmigrantes, lanza una ofensiva contra la inmigración
ilegal basada en cuatro aspectos: proteger las fronteras, proteger los intereses de sus trabajadores en los lugares
de trabajo, deportar más criminales extranjeros y ayudar a los estados a llevar la carga que supone la inmigración
ilegal. Se critica mucho la iniciativa 187 que prevé a los inmigrantes ilegales de servicios de sanidad y educación
en California y que fue aprobada masivamente en un referéndum celebrado en noviembre de 1994.
223 Art. 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Véase también Dictionario de la Terminologie de
Droit intemational public. (1960). Ü.A.l París, p. 250.
224 Resolución del P.E. sobre política comunitaria respecto a la inmigración, DOCE Nº C283, 9 de octubre de 1986,
p. 83, pto. 3.
225 Resolución P.E. sobre la Declaración común contra el racismo y la xenofobia y un programa de acción del Consejo.
DOCE Nº C 069, del 14 de febrero 1989, p. 40, pto. 8.
258
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
La Europa de los ciudadanos constituye una parte de las instituciones de la UE; para
ello se requiere mayor transparencia en la toma de decisiones y en los textos que se
adopten para mejorar la legalidad y la presentación. En ese sentido, es de resaltar que
los Tratados Constitutivos de París y Roma no hacen ninguna referencia precisa a los
textos internacionales sobre derechos humanos, pero sí incorporan dos de los derechos
fundamentales enunciados tanto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
como en el Convenio del Consejo de Europa: la libertad de circulación226 y de prohibir
cualquier discriminación por razón de nacionalidad. Estas libertades y principios pueden
convertirse en derechos subjetivos227 como los que se encuentran dentro de las normas
sobre las libertades económicas referidos a la libertad de circulación, de establecimiento,
de servicios y de mercancías y capitales228 basándose en el principio de igualdad de
trato con independencia del origen racial o étnico, en virtud del artículo 21° de la Carta
de los Derechos Fundamentales por las instituciones de la UE, del 7 de diciembre del
2000; y en los apartados 1 y 2 del artículo 6 del Tratado de la Unión Europea. Asimismo
en el título V, artículo 11, inc. 1 y en el título VI, artículo 29 del mismo Tratado, se
expresan los compromisos con los derechos fundamentales y la protección de los
derechos humanos, así como la prevención y la lucha contra el racismo y la xenofobia.
Sin embargo estas referencias citadas están al margen de la jurisdicción del Tribunal de
Justicia, por virtud del mismo Tratado de la UE230, donde se expresan los compromisos
con los derechos fundamentales y la protección de los derechos humanos. Asimismo,
de conformidad con el principio de subsidiaridad y el principio de proporcionalidad
226 El Tratado de la Unión Europea, recoge en el artículo 8 A. apartado 1. la libertad de circular y residir en el
territorio de los Estados miembros. Tales normas de derecho comunitario (originario y derivado) han sido adoptadas
en los sistemas jurídicos constitucionales de cada Estado miembro. Vid., al respecto las directivas 90/634, 90/365,
90/366 del 28 de junio de 1990. En España; Real decreto 766/1992, 26 de junio (BOE de 30 de junio de 1992).
Vid. sobre la falta de una protección adecuada, es decir, de una legislación positiva e integradora que conceda a
los nacionales de terceros países en lo que se refiere a la entrada, la circulación y la estancia de los nacionales,
regulado por el Acuerdo de Shengen, firmado en 1985, en Luxemburgo. Vid., Informe de la Comisión sobre
supresión de los controles de personas en las fronteras intracomunitarias. Bruselas, 6 de enero de 1989. COM.
(88) 640, p. 2.
227 Art. 7 del TCEE, véase Sentencia Sotgiu (causa 152/75), 12 de febrero de 1974.
228 Las instituciones comunitarias, en términos generales y fundamentales el Tribunal de Justicia, han desarrollado
extensamente en relación a los derechos subjetivos respecto a las libertades fundamentales instituidas en los
tratados constitutivos. En el acuerdo intergubernamental que desarrolla la libre circulación de personas en la
Unión Europea, firmado en Luxemburgo, la nueva Europa, es decir, la Europa de la libre circulación de personas,
se inicia el día 26 de mayo de 1995 y desde el 26 de junio ya es irreversible en la supresión de las fronteras en
siete de los países: España, Portugal, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Las fronteras exteriores
se trasladarán a los puertos y aeropuertos, en otras palabras, la supresión de controles internos implica reforzar los
controles externos. Sin embargo, existen en los Estados miembros del acuerdo de Sheguen problemas difíciles de
solucionar como por ejemplo drogas, tenencia de armas, policía, justicia y la inmigración clandestina. En la lista
de no admitidos se considera a quienes hallan sido condenados penalmente a más de un año, a quienes puedan
constituir una amenaza para la seguridad nacional o internacional y los diplomáticos declarados persona no grata.
229 Vid. Resoluciones del Parlamento Europeo “sobre la libre circulación de personas en el mercado interior”, DOCE
N° C096, del 15 de marzo de 1990, p.274; “sobre la firma del acuerdo adicional de Shenguen”. DOCE N°, C323
de 23 de noviembre de 1989: “sobre las repercusiones de la creación del Mercado Único de 1992 para
trabajadores emigrantes originarios de países en desarrollo”, DOCE Nº C 150, de 14 de mayo de 1992, p. 261.
230 DOCE C 191, del 29 de julio de 1992.
259
Revista Institucional Nº 8
En las nuevas líneas de desarrollo en el 2007, dentro del marco de la reforma de las
acciones exteriores de la UE, se aprobaron siete temas, entre ellos el respeto de los
derechos humanos y las libertades fundamentales, así como unir la migración y
desarrollo, migración laboral bien manejada y luchar contra la migración ilegal facilitando
la readmisión de inmigrantes irregulares; en esa perspectiva esperemos que estos
intereses sean compartidos dentro de un marco de cooperación con equidad y justicia.
Para terminar, podemos afirmar que existe un aumento de la intolerancia, del racismo,
del antisemitismo, del etnocentrismo, así como del fanatismo y del fundamentalismo
religioso. Si queremos, como señala la campaña que “todos seamos iguales todos
diferentes”, asumamos la tolerancia no pasiva, sino activa. No hagamos de Europa un
jardín de violencia en el que se cosechen semillas que se plantaron.
VII. CONCLUSIONES
1. Es de resaltar que en pleno siglo XXI ningún país está exento de la práctica del
racismo.
231 Vid. CASADO RAIGÓN, R. Unión Europea, derechos humanos..., op. cit. Así también, Vid. UGARTE VEGA-
CENTENO, M. Una aproximación a los mercados de integración en América Latina. En GESTIÓN DEL TERCER
MILENIO, revista de la Facultad de Ciencias Administrativas de la UNMSM, agosto de 1988, pp. 115-124.
260
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
5. Es una obligación moral de todos los Estados miembros de la Unión Europea fomentar
los derechos humanos en el ámbito de la actividad empresarial, desterrando todas
las formas de manifestación de intolerancia y racismo.
261
Revista Institucional Nº 8
BIBLIOGRAFÍA
• CARRILLO SALCEDO, J.A. (1995). • PELAEZ MARÓN, J.M. (1987). La crisis del
Soberanía de los Estados y Derechos derecho internacional al desarrollo.
Humanos en Derecho Internacional Universidad de Córdoba.
Contemporáneo. Edit. Tecnos.
• PECES BARBA, y otros. (1987). Derecho
• CARRILLO SALCEDO, J.A. (1991). Curso positivo de los derechos humanos. Edit.
de Derecho Internacional Público. Debate.
262
Derechos humanos y racismo en la Unión Europea
263
264
EN PRO DE LA TEORÍA
GENERAL DEL DERECHO
La Teoría General del Derecho es una disciplina básica en la formación del profesional del
derecho, cualquiera que sea la orientación que le dé a su praxis, sea para realizarse en el
ejercicio de la abogacía o en el desempeño de la magistratura. Sin embargo, en el Plan de
Estudios de las Facultades de Derecho no se ha previsto una asignatura que se ocupe de esta
disciplina sino sólo mediante una formulación introductoria y el desarrollo lectivo de lo que se
considera la parte general del Derecho Civil resumida en el denominado Título Preliminar de
su codificación.
La materia propia de la Teoría General del Derecho es el estudio del derecho como
ciencia, su concepto y definición y la razón de ser regulatoria de la conducta humana, así
como la posición del ser humano frente al derecho, de los derechos subjetivos y los deberes
jurídicos, de las diversas categorías jurídicas que se integran, la normativa jurídica y su
racionalidad, las fuentes del derecho, la interpretación e integración del derecho, la técnica
legislativa, la vigencia temporal y espacial de las normas legales, los postulados que hacen
aplicable los principios generales del derecho y, en general, toda la temática general aplicable
a las ramas del derecho en lo que no sea inherente a las características de las mismas,
atendiendo a su especificidad.
265
Revista Institucional Nº 8
Para presentar una idea de la amplitud de las materias que abarca la Teoría General del
Derecho nos remitimos a la obra de Máximo Pacheco Gómez232 Profesor de la Facultad
de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Chile, quien considera como tales materias la
relación de la persona humana y la sociedad frente al derecho; a la relación entre el derecho
y la moral; a la conducta humana y su regulación mediante las normas jurídicas y morales;
a la estructura lógica de la norma jurídica; al sujeto de derecho, sea persona individual o
colectiva, y sus respectivos atributos; a los derechos subjetivos, dentro de cuyo estudio se
incluye el de su ejercicio abusivo; a los deberes jurídicos; a los hechos jurídicos, actos y
negocios; a la relación jurídica entre los sujetos y entre éstos y las cosas; a los hechos ilícitos
y los delitos; al proceso y a la organización de los órganos jurisdiccionales; al ordenamiento
jurídico; a las fuentes del derecho, con especial énfasis en la ley; a la interpretación e
integración del derecho, a los valores jurídicos; al Estado y a la comunidad internacional; y
a la técnica jurídica, tanto la que realiza el legislador como el magistrado y el abogado.
Además, y como es obvio, el autor, por lo general, le imprime a su estudio su propia
perspectiva ius filosófica233.
En efecto, la codificación civil que aglutinó a la legislación rectora del derecho privado,
sistematizándola, se hizo preceder de normas no necesariamente inherentes al derecho civil
ni aún al derecho privado.
El Código Civil Francés promulgado en 1804, que fue el primer gran hito en la historia
universal de la codificación civil, es un conjunto de normas que, a manera de preámbulo,
precedieron a su articulado y al que dió la denominación de Título Preliminar, generando una
decisiva influencia en la codificación posterior, particularmente en la hispanoamericana. Los
otros dos códigos europeos que marcaron los otros dos grandes hitos no han usado la
denominación de Título Preliminar para su preámbulo normativo, pues el Código Alemán de
1900 se hizo preceder de una Ley de Introducción y el Código Italiano de 1942 de un título
con el epígrafe de Disposiciones de la Ley en General.
266
En pro de la Teoría General del Derecho
Para explicar, entonces, el actual soslayamiento de la Teoría General del Derecho vamos a
detenernos en el contenido normativo del Título Preliminar de nuestro vigente Código Civil,
con excepción de sus artículos V y IX.
El artículo I enuncia que la ley se deroga sólo por otra ley, reiterando el mismo enunciado
del Título Preliminar del código anterior, que fue calificado por León Barandiarán234 como
principio general de derecho y como una ratificación del carácter de ius scriptum de nuestro
sistema jurídico. La norma, además, con las precisiones que se hicieron, diferencia la derogación
expresa de la derogación tácita y declara que por la derogación de una ley no recobran
vigencia las que ella hubiere derogado. La Constitución ha receptado el enunciado en su
artículo 103 con el agregado de que la ley también se deroga por sentencia del Tribunal
Constitucional que declara su inconstitucionalidad.
El artículo II enuncia que la ley no ampara el abuso del derecho precisando que ni como
ejercicio ni como omisión y, además, franquea una pretensión indemnizatoria u otra que sea
pertinente, así como la solicitud de una medida cautelar. La Constitución ha elevado la categoría
de la norma a precepto constitucional en su artículo 103.
Como puede apreciarse, el abuso del derecho no puede sólo configurarse en el ámbito del
derecho civil ni en el del derecho privado, máxime si la Constitución ya lo sustrajo de ese
ámbito, por lo que el tema, aún cuando ha sido desarrollado por los civilistas, es propio de la
Teoría General del Derecho.
267
Revista Institucional Nº 8
Al respecto, es pertinente traer a colación las Disposiciones Transitorias del Código Civil
contenidas en los artículos 2121 y 2120, respectivamente. El artículo 2121 dispuso la
aplicación inmediata de las normas del Código Civil a las consecuencias de las relaciones
y situaciones jurídicas existentes al inicio de su vigencia, y, el artículo 2120 dispuso que se
regirían por la legislación anterior los derechos nacidos según ella, si los hechos se realizaron
bajo su imperio, aunque el nuevo código no los reconociera. De este modo se admitió la
aplicación inmediata de la normativa del Código sin afectar el principio de irretroactividad,
pues las nuevas normas se debían detener ante el hecho consumado, cuya doctrina acogió
el Código abandonando la de los derechos adquiridos. De este modo, también, se abarcó
materia inherente a la Teoría General del Derecho pero en aspectos que le eran propios
al Código Civil.
El artículo IV limita la interpretación analógica de la ley mediante otra ley que establece
excepciones o restringe derechos. La analogía legis, como se sabe, es un método de
interpretación e integración de los vacíos de una ley mediante la utilización de otra norma
legal que ha previsto situaciones distintas pero a las cuales se les encuentra una relación
analógica.
El artículo VII postula el principio iura novit curia al establecer la obligación de los jueces de
aplicar la norma jurídica pertinente aunque no haya sido invocada. El postulado, como puede
apreciarse, no es inherente al derecho civil sino que es tema de la Teoría General del Derecho
como postulado informante del derecho judicial.
El artículo VIII dispone la aplicación de los principios generales del derecho como
obligación de los jueces que no pueden dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia
de la ley.
268
En pro de la Teoría General del Derecho
Como puede inferirse, el contenido del Título Preliminar, al abarcar materias que no le son
propias a la codificación civil, conduce a que sus exégetas deban incursionar en el ámbito de
la Teoría General del Derecho235. Por eso, considero adecuado lo planteado por el Código
Brasileño de 2002, por cuanto al no desarrollar un Título Preliminar, evita desarrollar materias
no inherentes al derecho civil ni al derecho privado para, en su Parte Especial, centrar la
temática inherente a un Código Civil y luego, en su Parte Especial, desarrollar el tratamiento
legislativo de las instituciones civiles.
En efecto, al contrario de lo que ocurre con la Teoría General del Derecho, en todos los
planes de estudio se encuentra el curso de Introducción al Derecho o de Introducción a las
Ciencias Jurídicas como una disciplina jurídica autónoma y con contenido propio. Sin
embargo, ese mismo contenido está imbricado con la parte introductoria de otros cursos,
como es el caso, además del Derecho Civil, el del Derecho Penal y el del Derecho
Administrativo, entre otros.
El curso introductorio, conforme a los mismos planes de estudio tiene una finalidad específica,
que no es otra que la de suministrar los conocimientos básicos a los iniciados en el estudio del
derecho.
Si recurrimos a profesores del curso introductorio y a sus obras, como la del siempre
recordado Mario Alzamora Valdez236 o la de Marcial Rubio Correa237, veremos que las
materias desarrolladas y plasmadas en sus libros, son las mismas que las que corresponden a
la Teoría General del Derecho. Sin embargo debe establecerse una clara diferencia, puesto
que mientras la Introducción facilita el acceso al conocimiento jurídico, la Teoría General
facilita un conocimiento que debe ser permanente para su aplicación, pues como conocimiento
básico es indispensable, aún para el especialista, ya que siendo un estudio de los mismos
temas que los del curso introductorio, la Teoría General del Derecho lo trasciende, pues se
trata de una reflexión de grado avanzado orientada a la aprehensión de los conceptos
fundamentales para una solvente formación jurídica.
Es lamentable, pues, que la Teoría General del Derecho no haya logrado, por vía de
síntesis, englobar las diversas introducciones a las principales disciplinas jurídicas
para formar una sola parte general, por así llamarla, válida para todas las divisiones del
derecho positivo.
235 LEÓN BARANDIARÁN, José. (1991) Op. Cit. También RUBIO CORREA, Marcial (1986) y de VIDAL RAMÍREZ,
Fernando. (2000).
236 ALZAMORA VALDEZ, Mario. (1965).
237 RUBIO CORREA, Marcial. (1986a).
269
BIBLIOGRAFÍA
270
ANEXO
271
272
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
TERCERO. El señor Juez de la Investigación Preparatoria, en este acto, dictó el auto corriente
a fojas ciento tres que declaró infundado el pedido de la Fiscalía Provincial de realización
de la audiencia de requerimiento de prisión preventiva, sin presencia de los imputados.
273
Revista Institucional Nº 8
Contra esa resolución recurrió la citada Fiscalía Provincial por escrito de fojas ciento
seis y el actor civil por escrito de fojas ciento trece. Ambas impugnaciones fueron
concedidas.
CUARTO. El Superior Tribunal por resolución de fojas ciento treinta y cuatro, del quince de
enero de dos mil siete, señaló fecha para la audiencia de apelación. Esta se realizó, conforme
al acta de fojas ciento cuarenta y cinco, del veintiséis de enero de dos mil siete, con la
intervención del Fiscal Superior, el abogado defensor de oficio del imputado, la defensora
de confianza de los encausados y la asistencia de estas últimas: Margarita Ramírez Ramos
y Anyela Cinthia Cavero Ramírez. En la audiencia se expidió tanto el auto de fojas ciento
cuarenta y siete, del veintiséis de enero de dos mil siete, que declaró inadmisible la apelación
del actor civil, cuanto el auto de vista de fojas ciento cuarenta y ocho, de la misma fecha,
que absolvió el grado.
QUINTO. El auto de vista recurrido en casación, por mayoría, revocó la resolución del Juez
de la Investigación Preparatoria que declaró infundado el pedido del Fiscal para la realización
de la audiencia de prisión preventiva; y reformándola, lo declaró improcedente. Precisó, a
su vez, que el Señor Fiscal pueda instar la prisión preventiva en su debida oportunidad con
arreglo a ley.
El voto singular estimó, en principio la procedencia del pedido del Ministerio Público,
pero como no se había notificado a las partes en forma oportuna, debía anularse la
resolución de primera instancia y disponerse que el Juez de la Investigación
Preparatoria realice nueva audiencia de prisión preventiva con el emplazamiento
oportuno a las partes.
III. Del trámite del recurso de casación de la señora Fiscal Adjunta Superior.
SEXTO. Notificado el auto de vista, la señora Fiscal Adjunta Superior interpuso recurso
de casación mediante escrito de fojas ciento setenta. Introdujo dos motivos de
casación: errónea interpretación de la ley penal y defecto de logicidad. Concedido el
recurso por auto de fojas ciento setenta y ocho, del quince de febrero de dos mil
siete, y presentado argumentos adicionales por escrito de fojas ciento noventa y tres,
aceptados por resolución de fojas doscientos uno, del veintiuno de febrero de dos
mil siete, se elevó el cuaderno a este Supremo Tribunal con fecha siete de marzo de
dos mil siete.
SÉPTIMO. Cumplido el trámite de traslados a las partes recurridas, esta Suprema Sala
mediante Ejecutoria del diecisiete de mayo de dos mil siete, en uso de su facultad de
corrección, sólo admitió a trámite el recurso de casación por el motivo de inobservancia de
norma procesal –previsto en el inciso dos del artículo cuatrocientos veintinueve del Nuevo
Código Procesal Penal–, así como declaró inadmisible el citado recurso por el motivo de
defecto de logicidad.
274
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
NOVENO. Deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, esta Suprema Sala cumplió
con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública –con
las partes que asistan– se realizará por la Secretaría de la Sala el día seis de agosto próximo
a horas nueve de la mañana.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO. Conforme ha sido establecido por la Ejecutoria Suprema de fojas catorce, del
cuaderno de casación del diecisiete de mayo de dos mil siete, el único motivo de casación
admitido es el de inobservancia de norma procesal. Al respecto la señora Fiscal Adjunta Superior
sostiene en sus recursos formalizados de fojas ciento setenta y ciento noventa y tres –más allá
de su confusa argumentación– que no es necesario para requerir prisión preventiva que antes
se haya solicitado y obtenido mandato de detención preliminar; que los presupuestos materiales
del pedido de prisión preventiva no incorporan la necesidad de que el imputado esté presente
o haya sido previamente detenido; y, que lo único consustancial a la audiencia de prisión
preventiva es que se garantice el derecho de defensa.
B. Que, ahora bien, conforme al artículo doscientos sesenta y cuatro apartado uno del Nuevo
Código Procesal Penal, para que el Fiscal requiera prisión preventiva el imputado debe
encontrarse detenido –en flagrancia por la Policía, arresto ciudadano o preliminarmente
por orden judicial–.
D. Que para que se requiera prisión preventiva por primera vez es necesario que el imputado
esté detenido por la Policía mediando flagrancia o por orden de detención preliminar
275
Revista Institucional Nº 8
del Juez. Además, la audiencia de prisión preventiva se debe celebrar con la concurrencia
obligatoria del Fiscal, del imputado y de su defensor. Si bien el artículo doscientos setenta
y uno apartado dos del Nuevo Código Procesal Penal establece que cuando el imputado
se niega a estar presente en la audiencia será representado por su abogado defensor o el
de oficio, debe entenderse que tiene que encontrarse detenido y en esa condición negarse
a concurrir a la audiencia. Distinta es la situación –insiste el Tribunal de Apelación– cuando
ya existe formalización de la investigación preparatoria y al imputado se le ha impuesto
medida de comparecencia, en cuyo caso se podrá solicitar la diligencia de variación de
dicha medida por la de prisión preventiva. Además –entiende el Tribunal Superior–, si se
rechazó la medida de detención preliminar o no se solicitó medida alguna contra un
imputado ya no se puede requerir mandato de prisión preventiva al no tener la condición
de detenido, sólo puede instarse la medida de comparecencia restrictiva o impedimento
de salida del país.
276
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
No constituye presupuesto material de dicha medida personal, como claramente fluye del
artículo doscientos sesenta y ocho del Nuevo Código Procesal Penal, que el imputado se
encuentre sujeto a la medida provisionalísima de detención, en cualquiera de sus modalidades.
La ley sólo exige implícitamente, por la propia naturaleza de una medida de coerción procesal
de intensa limitación de derechos fundamentales, de presupuestos materiales más rigurosos,
y de efectos temporales más intensos, como es la prisión preventiva, que sólo pueden tener
lugar en los ámbitos de una investigación preparatoria formal, vale decir, que se haya dictado
la Disposición de Formalización y Continuación de la Investigación Preparatoria a que hace
referencia el artículo trescientos treinta y seis del Nuevo Código Procesal Penal (sólo por esa
circunstancia es lógico que el artículo doscientos sesenta y cuatro, apartado uno, del Nuevo
Código Procesal Penal, insista que luego de la detención policial de oficio o preliminar judicial
el pedido de prisión preventiva está condicionado a la “...continuación de las investigaciones...”,
esto es, como no puede ser de otra forma, a la mencionada Disposición Fiscal); y, además,
para el Fiscal pueda obtener una decisión favorable del Juez de la Investigación Preparatoria,
se debe probar la concurrencia de los presupuestos establecidos en el apartado uno, y en su
caso el dos, del artículo doscientos sesenta y ocho del Nuevo Código Procesal Penal. No
existe, ni puede configurarse pretoriana o judicialmente, presupuesto adicional, al que dicha
norma prevé.
QUINTO. El Tribunal de Alzada, como fluye del auto recorrido, traza una vinculación
estricta entre detención y prisión preventiva, y a partir de ese entendimiento estima que es
imprescindible a la prisión preventiva –y condición para su imposición– la medida de detención,
de suerte que si ésta no tiene lugar porque no se efectivizó o se desestimó, no es posible
solicitar aquella y menos concederla.
277
Revista Institucional Nº 8
La prisión preventiva, como fluye de las normas antes citadas, es una medida coercitiva
personal, estrictamente jurisdiccional, que se adopta a instancia del Ministerio Público y en el
seno de un proceso penal debidamente incoado, siempre que resulte absolutamente
imprescindible, que persigue conjugar un peligro de fuga o un riesgo de ocultación o destrucción
de las fuentes de prueba (no se le puede atribuir el papel de instrumento de la investigación
penal ni tiene un fin punitivo). Está sometida en comparación con la detención y prevista para
un período de tiempo más alto, a requisitos más exigentes –cuyo eje es la probabilidad positiva
de la responsabilidad del imputado, la comisión del delito por él–, tanto desde la intensidad
de la imputación necesaria para dictarla cuanto desde la propia configuración y valoración de
los peligros que la justifican –sometida con más rigurosidad formal y material a los principios
de necesidad y de motivación–.
Siendo así, tal y como está prevista la detención en el Título II de la Sección III “Las medidas
de coerción procesal”, responde tanto a la necesidad imperiosa de poner fin a la ejecución de
un delito o hacer cesar sus efectos lesivos inmediatos, como a la urgencia de garantizar la
presencia judicial del imputado –evitando su fuga– y de realizar con el concurso de aquellos
actos de investigación y de aseguramiento inaplazables –carácter adicional de erigirse en un
acto de investigación indirecto–. En consecuencia, esta medida cautelar personal y
provisionalísima será o no necesaria según las características y entidad del caso concreto, y su
pedido judicial –detención preliminar y, de ser el caso, ulterior convalidación extensiva, a que
hace referencia el artículo doscientos sesenta y seis del Nuevo Código Procesal Penal–
corresponderá exclusivamente a la estrategia y planteamiento de la investigación que
autónomamente, y bajo su responsabilidad, decida el Fiscal Provincial.
SEXTO. Es cierto, desde luego, que una vez que se detenga policialmente a una persona –
ver artículos doscientos cincuenta y nueve y doscientos sesenta apartados dos del Nuevo
Código Procesal Penal– o cuando el Juez de la Investigación Preparatoria, a instancia del
Fiscal, dicte y se ejecute una medida de detención preliminar –ver artículos doscientos sesenta
y uno del Nuevo Código Procesal Penal–, el régimen legal o situación jurídica del imputado y
de las diligencias preliminares –dada la limitación del derecho fundamental a la libertad
personal– están severamente circunscritas y sometidas a reglas de procedimientos específicas,
a tenor de los artículos doscientos sesenta y cuatro y siguientes del Nuevo Código Procesal
Penal –que incluso puede dar lugar a un pedido de convalidación de la detención, a su
extensión temporal, conforme al artículo doscientos sesenta y seis–. Sin embargo, ello no da
pie a inferir que siempre es del caso pedir detención preliminar en aras, luego, de instar la
prisión preventiva; y menos, que si se intenta esa medida provisionalísima y el Juez no la
acepta, está vedado a requerir la medida de prisión preventiva en una oportunidad posterior
de incorporarse –claro está– más elementos de investigación o de prueba en orden a los
presupuestos que la condicionan –artículo doscientos cincuenta y cinco apartado dos del
Nuevo Código Procesal Penal–. Como se ha indicado, el artículo doscientos sesenta y ocho del
Nuevo Código Procesal Penal, que regula los presupuestos materiales para dictar dicha medida
provisional personal, no lo impone, ni por su propia lógica institucional podía hacerlo.
SÉPTIMO. La audiencia de prisión preventiva, regulada por los apartados uno y dos del
artículo doscientos setenta y uno del Nuevo Código Procesal Penal, prevée varias exigencias
para que pueda emitirse válidamente un mandato de prisión preventiva o, alternativamente,
278
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
una medida de comparecencia restrictiva o simple –ver apartado cuatro–. Son: a) requerimiento
o solicitud del Ministerio Público; b) realización de la audiencia de prisión preventiva dentro
del plazo legal de las cuarenta y ocho horas siguientes a su requerimiento; y, c) concurrencia
a la audiencia del Fiscal requirente, del imputado y de su defensor –si no asiste el defensor de
confianza o el imputado no lo tiene se le reemplaza en el acto o interviene el defensor de
oficio–.
Lo expuesto permite entender en su justo alcance (i) la situación del imputado previa al
pedido de prisión preventiva –puede estar o no detenido–, (ii) los presupuestos para la
expedición de la resolución de citación para la realización de la audiencia respectiva –el juicio
de admisibilidad está condicionado a la existencia de un imputado en estricto sentido, que
contra él se haya dictado una Disposición de Continuación y Formalización de la Investigación
Preparatoria–, y (iii) las exigencias para la propia instalación y desarrollo de la audiencia –
citación debida, presencia obligatoria del Fiscal y del abogado defensor, y, en caso de ausencia
del imputado, constatación previa de una situación de inasistencia voluntaria por razones
derivadas de su actitud anterior a la convocatoria a la audiencia (ausencia, contumacia, fuga o
no presencia pese a su emplazamiento a los actos de investigación) o como consecuencia de
una decisión, intencional o negligente de inconcurrencia ante la citación judicial–.
279
Revista Institucional Nº 8
DECISIÓN
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por la
Secretaría de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas las partes
apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.
Ss.
SALAS GAMBOA
SAN MARTÍN CASTRO
PRÍNCIPE TRUJILLO
CALDERÓN CASTILLO
URBINA GANVINI
280
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
JURISPRUDENCIA
CASACIÓN N° 01–2007–HUAURA
281
Revista Institucional Nº 8
AUTOS y VISTOS: Interviniendo como ponente el señor San Martín Castro; el recurso de
casación interpuesto por el encausado LUIS ARTURO ALCÁNTARA BERROSPI contra la
sentencia de vista de fojas ciento setenta y tres, del veintisiete de marzo de dos mil siete, que
confirmando la sentencia de primera instancia de fojas ciento treinta y cuatro, del treinta de
noviembre de dos mil seis, lo condenó como autor del delito de tráfico ilícito de drogas en
agravio del Estado a ocho años de pena privativa de libertad; con lo demás que contiene; y
CONSIDERANDO: Primero: Que, conforme al estado de la causa y en aplicación a lo dispuesto
en el apartado seis del artículo cuatrocientos treinta del Nuevo Código Procesal Penal,
corresponde decidir si el recurso de casación está bien concedido y si procede conocer el
fondo del mismo; que es de precisar que se ha cumplido el trámite de traslados respectivos y
que las partes procesales no se apersonaron a la instancia. Segundo: Que la admisibilidad del
recurso de casación se rige por la concordancia de los artículos cuatrocientos veintiocho y
cuatrocientos treinta, primer apartado, Nuevo Código Procesal Penal, cuyos requisitos deben
cumplirse debidamente para que se declare bien concedido; que el impugnante Alcántara
Berrospi reprocha en casación una sentencia de vista, que confirmando la de primera instancia,
lo condenó como autor del delito de tráfico ilícito de drogas –artículo doscientos noventa y
seis del Código Penal– a ocho años de pena privativa de libertad y sesenta días de multa, así
como quinientos nuevos soles por concepto de reparación civil; que si bien se cumple el
presupuesto objetivo del recurso pues la resolución recurrida está comprendida en el literal b)
del apartado dos del artículo cuatrocientos veintisiete del citado Código, al igual que el
presupuesto subjetivo pues cuestionó la sentencia de primera instancia y, sin duda, la sentencia
de vista lo agravia al desestimar su pretensión impugnativa absolutoria, no se satisface el
presupuesto formal de motivación. Tercero: Que, en efecto, el artículo cuatrocientos veintinueve
de la Ley Procesal Penal identifica las causales o motivos que determinan el recurso de casación
–en tanto impugnación extraordinaria–, y a su vez el apartado uno del artículo cuatrocientos
treinta del citado Código estipula no sólo que i) se precise las partes o puntos de la decisión a
los que se refiere la impugnación, ii) se detallen los fundamentos –con indicación específica de
los fundamentos de hechos y derecho– que lo apoyen, y iii) se concluya formulando una
pretensión concreta, sino también que: a) se mencione separadamente cada causal casatoria
invocada; b) se cite concretamente los preceptos legales erróneamente aplicados o inobservados,
c) se precise el fundamento o fundamentos doctrinales y legales; d) se exprese específicamente
cuál es la aplicación que pretende. Cuarto: Que, en el presente caso, el recurrente se limita a
indicar que no se llevó un debido y correcto procedimiento y que se vulneró dos derechos
fundamentales: debido proceso y derecho de defensa; que, respecto al primer punto cita el
artículo primero –aunque debió citar el artículo segundo– del Título Preliminar del Nuevo
Código Procesal Penal –referido a la presunción de inocencia–, luego de lo cual señala que si
bien se le incautó droga dentro de su domicilio desconocía su procedencia y su cónyuge, que
denunció los hechos, habría confabulado en su contra, así como que la droga pertenecía a
una tercera persona, quien ha tenido problemas con ese delito, cuya existencia se acreditó
282
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
con la hoja penológica de fojas ciento setenta y ocho; que, respecto al segundo punto:
vulneración del derecho de defensa, no existe mención separada expresa sobre su pretendida
vulneración y menos se aporta fundamentación específica. Quinto: Que aún cuando es posible
deducir que lo que invoca el imputado es la causal de infracción de precepto constitucional de
carácter procesal, reconocida en el inciso uno del artículo cuatrocientos veintinueve del Nuevo
Código Procesal Penal, no ha expuesto el fundamento específico en función a sus alcances
normativos predeterminados; que no sólo no indicó nada en particular respecto a la infracción
al derecho o garantía de defensa procesal –prevista en el numeral catorce del artículo ciento
treinta y nueve de la Constitución y desarrollada legalmente, en cuanto a los elementos que la
integran, en el artículo noveno del Título Preliminar del Nuevo Código Procesal Penal–, sino
que, respecto a la garantía del derecho a la presunción de inocencia –que es una garantía
distinta del debido proceso, cuya concreción constitucional está en el literal e) del numeral
veinticuatro del artículo dos (de la) Constitución y sus elementos esenciales han sido definidos
en el artículo segundo del Título Preliminar del nuevo Código Procesal Penal– no ha identificado
el aspecto o ámbito de ese derecho fundamental que se ha vulnerado a los efectos de su
control constitucional en vía casatoria, y más bien, confundiendo los alcances de la casación,
pretende que este Supremo Tribunal realice un análisis independiente de los medios de prueba
personales –que no es posible hacer en virtud a los principios procedimentales de oralidad e
inmediación que rigen la actividad probatoria–, confundiendo juicio de suficiencia –que parte
de los medios y elementos de prueba analizados por el órgano sentenciador y se proyecta al
examen de la conclusión que se arriba sobre el tema de prueba– con el análisis autónomo de
la prueba de cargo actuada, que no cabe realizar, por su cognición limitada, al órgano de
casación; que, en tal virtud, el recurso interpuesto carece ostensiblemente de contenido
casacional. Por estos fundamentos: declararon INADMISIBLE el recurso de casación interpuesto
por el encausado Luis Arturo Alcántara Berrospi contra la sentencia de vista de fojas ciento
setenta y tres, del veintisiete de marzo de dos mil siete, que confirmando la sentencia de
primera instancia de fojas ciento treinta y cuatro, del treinta de noviembre de dos mil seis, lo
condenó como autor del delito de tráfico ilícito de drogas en agravio del Estado a ocho años
de pena privativa de libertad; con lo demás que contiene; MANDARON se devuelva el proceso
al Tribunal de origen; hágase saber.–
S.S.
283
Revista Institucional Nº 8
JURISPRUDENCIA
CONSIDERANDO QUINTO (parte 1): “que aún cuando es posible deducir que lo que
invoca el imputado es la causal de infracción de precepto constitucional de carácter procesal
(...), no ha expuesto el fundamento específico en función a sus alcances normativos
predeterminados; que no sólo no indicó nada en particular respecto a la infracción al derecho
o garantía de defensa procesal, sino que respecto a la garantía del derecho a la presunción de
inocencia que es una garantía distinta del debido proceso...”
284
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
AUTOS y VISTOS: Interviniendo como ponente el señor San Martín Castro; el recurso de
casación interpuesto por el encausado CARLOS MILTON NOREÑA CAJAS contra la sentencia
de vista de fojas ciento veintiséis, del diecinueve de marzo de dos mil siete, que confirmando
en un extremo y revocando en otro la sentencia de primera instancia de fojas cincuenta, del
cuatro de diciembre de dos mil seis, lo condenó como autor del delito contra la libertad
sexual – abuso sexual de menor de edad en grado de tentativa en agravio de G.A.B.V. a
quince años de pena privativa de libertad y fijó en dos mil nuevos soles el monto por concepto
de reparación civil y CONSIDERANDO: Primero: Que, conforme al estado de la causa y en
aplicación a lo dispuesto, en el apartado seis del artículo cuatrocientos treinta del Nuevo
Código Procesal Penal, corresponde decidir si el recurso de casación está bien concedido y si
procede conocer el fondo del mismo; que es de precisar que se ha cumplido el trámite de
traslados respectivos y que se han apersonado a este Supremo Tribunal el imputado y el actor
civil. Segundo: Que la inadmisibilidad del recurso de casación se rige por la concordancia de
los artículos cuatrocientos veintiocho y cuatrocientos treinta, primer apartado, del Nuevo
Código Procesal Penal, cuyos requisitos deben cumplirse debidamente para que se declare
bien concedido; que el impugnante Noreña Cajas reprocha en casación una sentencia de
vista, que confirmando en un extremo y revocando en otro la de primera instancia, lo condenó
como autor del delito de abuso sexual de la menor de edad –artículo ciento setenta y tres del
Código Penal– a quince años de pena privativa de libertad y al pago de dos mil nuevos soles
por concepto de reparación civil; que, por tanto, se cumple el presupuesto objetivo del recurso
pues la resolución recurrida está comprendida en el literal b) del apartado dos del artículo
cuatrocientos veintisiete del citado Código, al igual que el presupuesto subjetivo pues cuestionó
la sentencia de primera instancia y, sin duda, la sentencia de vista lo agravia al desestimar su
pretensión impugnativa absolutoria. Tercero: Que como motivos de casación invoca, primero,
la inobservancia de norma procesal sancionada con la nulidad: aplicación indebida del artículo
dieciocho apartado tres del Decreto Legislativo número novecientos cincuenta y ocho; segundo,
la inobservancia de la garantía genérica del debido proceso, respecto a la valorabilidad de
informe pericial, del reconocimiento de persona y de la declaración del acusado –más allá de
la confusión en que incurre al ingresar a la valoración de varios medios de prueba, que esta
importa un motivo ajeno a la casación, de error in factum–; y, tercero, la manifiesta ilogicidad
de la motivación; que estos motivos están reconocidos en los incisos uno, dos y cuatro del
artículo cuatrocientos veintinueve del nuevo Código Procesal Penal. Cuarto: Que el recurrente,
respecto al primer motivo de casación –de casación procesal–, enlaza la invocación de
inobservancia de las reglas de adecuación a la nulidad insanable del error, que afirma se ha
cometido y cita las normas implicadas; que, en lo atinente al segundo motivo –de casación
constitucional–, invoca la garantía al debido proceso, cuando en puridad la garantía concernida
es la de presunción de inocencia en tanto que cuestiona, como regla de prueba, la valorabilidad
de un medio de prueba, es decir, el juicio de legalidad que permite determinar, con carácter
previo, si un medio de prueba debe integrar el análisis jurídico de la sentencia (ya se ha
precisado que debe aceptarse el recurso, con las conexiones respectivas, aún cuando exista
error en la cita legal y en la denominación del motivo de casación y de la garantía invocada, en
285
Revista Institucional Nº 8
atención a la concepción asumida por esta Suprema Sala, de la voluntad impugnativa, y que
a su vez asume el carácter flexible y amplio que corresponde observar para determinar el
juicio de admisibilidad de todo recurso como consecuencia de la aplicación de la garantía de
tutela jurisdiccional), por lo que se trata de un precepto constitucional susceptible de análisis
en sede casacional; que, en lo concerniente al tercer motivo, el recurrente cita el inciso cuatro
del artículo cuatrocientos veintinueve del nuevo Código Procesal Penal, bajo la denominación
de “ilogicidad de la motivación” y, sobre esa base, concreta su denuncia casatoria en el supuesto
específico de “motivación aparente” (indica que la Sala de Apelación no valoró las pruebas de
cargo y de descargo, bajo la invocación indebida del articulo cuatrocientos veinticinco apartado
dos del nuevo Código Procesal Penal), que por cierto es diferente de “ilogicidad de la motivación”
–el motivo casacional de defecto de motivación comprende dos supuestos: falta e ilogicidad
de la motivación–, que hace mención a la vulneración de las reglas de la lógica, de la experiencia,
de la ciencia o de la psicología en la apreciación de la prueba, lo que por cierto no se cuestiona.
Quinto: Que, siendo así, el recurso se sustenta en motivos legalmente previstos y en los
supuestos que estrictamente le corresponde, con las correcciones que en esta Ejecutoria se
efectúan, por lo que se han cumplido los presupuestos objetivos, subjetivos y formales del
recurso de casación. Por estos fundamentos: declaran BIEN CONCEDIDO el recurso de
casación interpuesto por el acusado CARLOS MILTON NOREÑA CAJAS por los motivos de
inobservancia de la garantía constitucional de presunción de inocencia, de inobservancia de
las normas procesales sancionadas con la nulidad y por falta de motivación de la sentencia de
vista; ORDENARON que la causa se instruya en Secretaría a disposición de las partes por el
plazo de diez días; y vencido el mismo: DISPUSIERON se dé cuenta para fijar fecha para la
audiencia de casación, hágase saber.–
SS.
SALAS GAMBOA
SAN MARTÍN CASTRO
PRADO SALDARRIAGA
PRÍNCIPE TRUJILLO
URBINA GANVINI
286
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
JURISPRUDENCIA
287
Revista Institucional Nº 8
AUTOS Y VISTOS; interviniendo como ponente el señor San Martín Castro; el recurso de
casación por inobservancia de garantías constitucionales de carácter procesal: debido proceso,
defensa procesal e igualdad de las partes e inobservancia de normas procesales: artículo
cuatrocientos veinte, apartado cinco, del Nuevo Código Procesal Penal, interpuesto por el
actor civil COMUNIDAD CAMPESINA DE UTCAS contra el autor de vista de fojas cien, del
diez de abril de dos mil siete, que declaró nulo el concesorio del recurso de apelación que
interpuso contra el auto de fojas cuarenta y dos, del veinte de noviembre de dos mil seis, que
declaró el sobreseimiento a favor de Pedro Marcelino Marcel Alcocer, Epifania Miranda León
y Ana Montalvo Muñoz por delitos de hurto agravado, usurpación y daños en su agravio; y
CONSIDERANDO: Primero: Que, conforme al estado de la causa y en aplicación a lo dispuesto
en el apartado seis del artículo cuatrocientos treinta del Nuevo Código Procesal Penal,
corresponde decidir si el recurso de casación está bien concedido y si, en consecuencia,
procede conocer el fondo del mismo; que se ha cumplido con el trámite de traslados respectivos
y se ha apersonado a la instancia la actora civil, sin que haya acompañado sus alegatos escritos.
Segundo: Que la inadmisibilidad del recurso de casación se rige por lo normado en el artículo
cuatrocientos veintiocho y sus normas concordantes del citado Código, cuyos requisitos deben
cumplirse acabadamente para que se declare bien concedido; que se ha recurrido un auto
que, aplicando analógicamente el artículo cuatrocientos veintitrés, apartado tres, del Nuevo
Código Procesal Penal, ante la inconcurrencia a la audiencia de apelación de la actora civil,
que interpuso el recurso de apelación contra el auto de sobreseimiento, declaró nulo el
concesorio de la alzada e inadmisible el citado recurso impugnatorio; por tanto, causa gravamen
irreparable al poner fin al procedimiento penal, por lo que se cumple el requisito de
admisibilidad objetiva del apartado uno del artículo cuatrocientos veintisiete del Nuevo Código
Procesal Penal. Tercero: Que, sin embargo, el apartado dos, inciso a), del citado artículo
cuatrocientos veintisiete del Nuevo Código Procesal Penal, estatuye que en las resoluciones
como la presente se requiere para la viabilidad del recurso de casación que el delito imputado
más grave tenga señalado en la Ley, en su extremo mínimo, una pena privativa de libertad
mayor de seis años; que el delito más grave objeto del presente proceso penal–véase auto de
apertura de instrucción de fojas ciento setenta y uno del cuaderno de instrucción, del veintisiete
de setiembre de dos mil cuatro– es el de hurto agravado, que está conminado con pena
privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años –artículo ciento ochenta y seis del
Código Penal–; que, en consecuencia, los delitos incriminados no alcanzan el criterio de summa
poena estatuido en la norma procesal, por lo que la resolución impugnada no cumple el
presupuesto procesal objetivo que habilita el recurso de casación, siendo de aplicación el
literal c) del apartado uno del artículo cuatrocientos veintiocho del Nuevo Código Procesal
Penal, situación que impide apreciar los demás presupuestos de admisibilidad formales y
subjetivos. Cuarto: Que si bien las costas serán pagados por quien interpuso un recurso sin
éxito, no se advierte que obró con temeridad o mala fe, por lo que no es de aplicación el
apartado dos, literal a), del artículo quinientos uno del Nuevo Código Procesal Penal. Por
estos fundamentos: I. Declararon INADMISIBLE el recurso de casación por inobservancia de
garantías constitucionales de carácter procesal: debido proceso, defensa procesal e igualdad
de las partes e inobservancia de normas procesales: artículo cuatrocientos veinte, apartado
288
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
cinco, del Nuevo Código Procesal Penal, interpuesto por el actor civil COMUNIDAD CAMPESINA
DE UTCAS contra el auto de vista de fojas cien, del diez de abril de dos mil siete, que declaró
nulo el concesorio del recurso de apelación que interpuso contra el auto de fojas cuarenta y
dos, del veinte de noviembre de dos mil seis, que, declaró el sobreseimiento a favor de Pedro
Marcelino Marcel Alcocer, Epifania Miranda León y Ana Montalvo Muñoz por delitos de hurto
agravado, usurpación y daños en su agravio; MANDARON se notifique a las partes apersonadas
la presente Ejecutoria. II. EXONERARON en el pago de las costas de la tramitación del recurso
de casación a la actora civil Comunidad Campesina de Utcas. III. DISPUSIERON se devuelvan
los actuados al tribunal de origen. Hágase saber.–
S.S.
SALAS GAMBOA
SAN MARTÍN CASTRO
PRINCIPE TRUJILLO
CALDERON CASTILLO
URBINA GANVINI
289
Revista Institucional Nº 8
JURISPRUDENCIA
CONSIDERANDO TERCERO: “...que sin embargo apartado 2 inciso a) del citado artículo
427 del Código Procesal Penal estatuye que en las resoluciones como la presente se requiere
para la viabilidad del recurso de casación que el delito imputado más grave tenga señalado en
la ley en su extremo mínimo una pena privativa de la libertad mayor de seis años; que el
delito más grave objeto del presente proceso penal (...) es el de hurto agravado, que está
conminado con pena privativa de la libertad no menor de tres ni mayor de seis años; que, en
consecuencia los delitos incriminados no alcanzan el criterio de summa poena estatuido en la
norma procesal, por lo que la resolución impugnada no cumple el presupuesto procesal
objetivo que amerita el recurso de casación..”
290
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
SENTENCIA DE CASACIÓN
FUNDAMENTOS DE HECHO
SEGUNDO. El proceso se inició con arreglo al estatuto procesal anterior. Sin embargo, la
Sala Penal Superior por imperio del originario artículo dieciocho, apartado tres, del Decreto
Legislativo número novecientos cincuenta y ocho, remitió lo actuado al Juzgado Penal
Colegiado – véase auto de fojas novecientos cuarenta, del treinta y uno de julio de dos mil
seis–. Este Juzgado por auto de fojas diecisiete del cuaderno de debate, del veintidós de
diciembre de dos mil seis, adecuó la causa al Nuevo Código Procesal Penal y dictó el auto
de enjuiciamiento correspondiente.
291
Revista Institucional Nº 8
Contra el fallo condenatorio tanto el encausado Jhonny Javier Giraldo Romero como el
padre de la agraviada M.C.G.R. interpusieron recurso de apelación. Los recursos fueron
concedidos por autos de fojas ciento cuarenta y cinco, del nueve de marzo de dos mil
siete, y de fojas ciento diecisiete, del nueve de marzo de dos mil siete, respectivamente.
La audiencia se realizó, conforme al acta de fojas setenta y siete, del veintiuno de mayo de
dos mil siete, con la intervención del Fiscal Superior, del abogado defensor del imputado
recurrente, del abogado de la agraviada y con la presencia del encausado Jhonny Javier
Giraldo Romero.
QUINTO. La sentencia de vista recurrida en casación de fojas ochenta y tres, del treinta y
uno de mayo de dos mil siete, confirmó en todos sus extremos la sentencia de primera
instancia. Ratificó, en consecuencia, la pena de quince años de privación de libertad y el
monto de reparación civil ascendente a veinte mil nuevos soles, objeto del recurso, con lo
demás que contiene.
SÉPTIMO. Cumplido el trámite de traslados a las partes recurridas, esta Suprema Sala
mediante Ejecutoria de fojas diecinueve del cuaderno de casación, del uno de agosto de
dos mil siete, sólo admitió a trámite el recurso de casación por el motivo de inobservancia
de la garantía constitucional de motivación, así como declaró inadmisible el citado recurso
por los motivos de inobservancia de la garantía constitucional del debido proceso y de
aplicación de la ley más favorable al procesado en caso de duda o conflicto entre leyes
292
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
NOVENO. Deliberada la causa en secreto y votada el mismo día, esta Suprema Sala cumplió
con pronunciar la presente sentencia de casación, cuya lectura en audiencia pública –con
las partes que asistan– se realizará por la Secretaría de la Sala el día dieciséis de octubre
próximo a horas nueve de la mañana.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Al respecto, anota que la sentencia precisó que en la causa hay una inexistente investigación
y actividad probatoria, que ha de observarse en cuanto sean aplicables las normas del juicio
de primera instancia, que la decisión debe circunscribirse única y exclusivamente a los límites
de la pretensión impugnatoria tanto en la declaración de hechos como en la aplicación del
derecho, y que en segunda instancia no se verificó mayor actividad probatoria promovida o
propuesta por la defensa.
Alega que no se dió una respuesta razonada, motivada (sic) y congruente a su pretensión
impugnatoria, no se expresó el proceso mental que llevó al Tribunal a la confirmación de la
condena, no se puso de manifiesto las razones de la decisión jurisdiccional.
B. Que la menor agraviada declaró en el juicio de primera instancia. Allí indicó detallada y
pormenorizadamente la forma, modo y circunstancias como se perpetró el delito en su
agravio. También declaró otro testigo de cargo. Ambas pruebas personales, por no
haberse actuado en sede apelación, no es posible otorgarle un contenido distinto– sólo
puede valorarse independientemente la prueba instrumental, pericial, preconstituida y
anticipada–. Además, en segunda instancia no se verificó mayor actividad probatoria a
instancia de la defensa.
293
Revista Institucional Nº 8
CUARTO. El Juzgado Penal Colegiado señaló las razones por las que rechazó la prueba de
descargo y dio mérito probatorio concluyente a la declaración en el juicio de la menor agraviada
y del testigo Esquivel Ángeles, que vio cuando el día y hora de los hechos el agraviado ingresó
a la casa de la víctima. El fundamento duodécimo de la sentencia apelada es amplio al respecto–
veáse fojas ciento uno a ciento cuatro–.
294
Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
preceptos o razones jurídicas alegadas por la parte–. Se trata de una garantía esencial del
justiciable, mediante la cual se puede comprobar que la resolución dada al caso es
consecuencia de una exégesis racional del ordenamiento jurídico– ello será posible en
tanto el órgano jurisdiccional explique las razones de su decisión, lo que a su vez permite
controlar si la actividad judicial se ha movido dentro de los parámetros de la lógica racional
y la legalidad–.
La sentencia de fondo que resuelva las pretensiones debe estar jurídicamente fundada.
Esta exigencia, como ha quedado expuesto, es aplicable tanto a la sentencia de primera
instancia como a la de segunda instancia. Este deber incluye la obligación de fundamentar los
hechos y la calificación jurídica, así como la pena y reparación civil finalmente impuestas. Los
órganos jurisdiccionales deben hacer explícitos los elementos de convicción que sustentan la
declaración de hechos probados, a fin de acreditar la concurrencia de prueba de cargo capaz
de enervar la presunción constitucional de inocencia, y asimismo ofrecer un razonamiento
jurídico lógico y sustentado en valores jurídicamente aceptables de la fundamentación que
sostiene la subsunción en la norma penal aplicable.
SÉPTIMO. Es exacto que con arreglo a los principios de inmediación y de oralidad que
priman en materia de la actuación y ulterior valorabilidad y valoración de la prueba personal,
el Tribunal de Alzada no está autorizado a variar la conclusión o valoración que de su contenido
y atendibilidad realice el órgano jurisdiccional de primera instancia. Ello, desde luego, reduce
el criterio fiscalizador del Tribunal de Apelación, pero no lo elimina. En esos casos –las
denominadas “zonas opacas”–, los datos expresados por los testigos estrechamente ligados a
la inmediación (lenguaje, capacidad narrativa, expresividad de sus manifestaciones, precisiones
en su discurso, etcétera) no son susceptibles de supervisión y control en apelación; no pueden
ser variados.
Empero existen “zonas abiertas”, accesibles al control. Se trata de los aspectos relativos a la
estructura racional del propio contenido de la prueba, ajenos en sí mismos a la percepción
sensorial del juzgador de primera instancia, que pueden ser fiscalizados a través de las reglas
de la lógica, la experiencia y los conocimientos científicos. En consecuencia el relato fáctico
que el Tribunal de Primera Instancia asume como hecho probado, no siempre es inconmovible,
pues: a) puede ser entendido o apreciado con manifiesto error o de modo radicalmente
inexacto–el testigo no dice lo que lo menciona el fallo–, b) puede ser oscuro, impreciso,
dubitativo, ininteligible, incompleto, incongruente o contradictorio en sí mismo; o, c) ha podido
ser desvirtuado por pruebas practicadas en segunda instancia (ver: GIMENO SENDRA, VICENTE.
(2004) Derecho Procesal Penal. Madrid, Editorial Colex. Dos mil cuatro, pp. 265 y 266.
295
Revista Institucional Nº 8
suma (desde luego, es del caso puntualizar que el hecho de que una testigo en el curso del
proceso haya expuesto varias versiones en modo alguno inhabilita al órgano jurisdiccional a
optar por una de las versiones, siempre que explicite los motivos por los que asume una de
ellas); si el relato incriminador era atendible en función a las reglas de la experiencia; si éste
era suficiente, a partir del conjunto de la prueba apreciada por A Quo; si el razonamiento del
Tribunal de Primera Instancia era en sí mismo sólido y completo.
Por otro lado, en el presente caso no es aceptable la técnica de la remisión, pues existe un
cuestionamiento a la completitud de la prueba– tanto testifical como pericial–, y una invocación
a la necesidad de apreciar el conjunto de declaraciones de la agraviada y a lo que del testigo
de cargo anotó el recurrente, datos o precisiones no consolidados en la sentencia de primera
instancia.
Sobre esa base, y como hace falta realizar nuevamente una audiencia de apelación que dé
lugar a un nuevo fallo de vista, a partir de la integración de un nuevo Colegiado, la estimación
del recurso de casación sólo trae consigo un juicio rescindente –artículo cuatrocientos treinta
y tres inciso uno del Nuevo Código Procesal Penal–.
DECISIÓN
II. ORDENARON que la Sala Penal de Huaura, integrada por otro Colegiado, cumpla
con dictar nueva sentencia, previa nueva audiencia de apelación en las mismas
condiciones que la anterior; y, cumplidas las formalidades correspondientes, dicte
una nueva sentencia.
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Jurisprudencia sobre el Nuevo Código Procesal Penal
III. DISPUSIERON que la presente sentencia casatoria se lea en audiencia pública por la
Secretaria de esta Suprema Sala Penal; y, acto seguido, se notifique a todas las partes
apersonadas a la instancia, incluso a las no recurrentes.
IV. MANDARON que cumplidos estos trámites se devuelva el proceso al órgano jurisdiccional
de origen, y se archive el cuaderno de casación en esta Corte Suprema.–
S.s.
SALAS GAMBOA
SAN MARTÍN CASTRO
PRADO SALDARRIAGA
PRÍNCIPE TRUJILLO
URBINA GANVINI
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JURISPRUDENCIA
CASACIÓN N° 05–2007–HUAURA
SÉPTIMO: “Es exacto que con arreglo a los principios de inmediación y de oralidad, que
priman en materia de la actuación y ulterior valorabilidad y valoración de la prueba personal,
el Tribunal de Alzada no está autorizado a variar la conclusión o valoración que su contenido
y atendibilidad realice el órgano jurisdiccional de primera instancia. Ello, desde luego, reduce
el criterio fiscalizador del Tribunal de Apelación, pero no lo elimina. En esos casos las
denominadas zonas opacas, los datos expresados por los testigos estrechamente ligados a la
inmediación (lenguaje, capacidad narrativa, expresividad de sus manifestaciones, precisiones
en su discurso, etc.) no son susceptibles de supervisión y control en apelación; no pueden ser
variados.
Empero, existen “zonas abiertas, accesibles al control. Se trata de los aspectos relativos a la
estructura racional del propio contenido de la prueba, ajenos en sí mismos a la percepción
sensorial del juzgador de primera instancia, que pueden ser fiscalizados a través de las reglas
de la lógica, la experiencia y los conocimientos científicos. En consecuencia, el relato fáctico
que el tribunal de primera instancia asume como hecho probado, no siempre es inconmovible,
pues: a) puede ser entendido o apreciado con manifiesto error o de modo radicalmente
inexacto el testigo no dice lo que menciona el fallo; b) puede ser oscuro, impreciso, dubitativo,
ininteligible, incompleto, incongruente o contradictorio en sí mismo; o c) ha podido ser
desvirtuado por pruebas practicadas en segunda instancia.”
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