Piccarreta Luisa - LAS HORAS DE LA PASION DE NUEST

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LAS HORAS DE LA PASION DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO Meditaciones sobre la Pasin

Por la Sierva de Dios Luisa Piccarreta, hija de la Divina Voluntad. (En proceso de beatificacin)

Nihil Obstat de San Anibal Mara di Francia

Nota para quienes acostumbran saltearse la introduccin: es realmente muy buena la introduccin de San Anbal Mara.

Imprimatur (Edicin lenguaje Italiano primera edicin) Primera edizione (20-02-1915)

Nihil Obstat: Francesco Sorrentino (Revisore Ecclesiatico) Imprimatur: A. Can. Laviano, V. G. Estas son reflexiones, meditaciones, visiones y momentos de la Pasin de Nuestro Seor Jesucristo como fueron vividas por Luisa. Estn divididas en veinticuatro horas, sin embargo se pueden meditar a cualquier hora del da. Gran mrito y abundantes gracias son recibidas por las almas que acompaan a Jess en su Santa Pasin. Estas meditaciones traen los sufrimientos de Jess a la vida, y conceden gran conocimiento de su amor por nosotros. Luisa Piccarreta naci en Corato Italia en Abril 23 de 1865 y muri en Marzo 4 de 1947. Durante 64 anos estuvo confinada al lecho con un sufrimiento misterioso, en ese tiempo se dedico a escribir acerca del Reino de la Divina Voluntad. Por donaciones o por ms informacin acerca de Luisa Piccarreta y de sus otros escritos, y para agradecer por gracias recibidas y ayudar a su proceso de canonizacin favor de contactar: info @ iesvs.org

Presentacin Unas palabras acerca de la autora de estas Horas de la Pasin: LUISA PICCARRETA. Naci el 23 de abril de 1865 en la pequea ciudad de Corato, en la provincia de Bari, al sur de Italia, ah vivi siempre, y ah muri en olor de santidad el 4 de marzo de 1947. Ochenta y dos aos de vida, sesenta y cuatro de los cuales, s, sesenta y cuatro, los pas en la "celda ms pequea que haya habido en el mundo": su cama. Encima y alrededor de su cama una ligera estructura metlica de la cual por los cuatro costados pendan sendas cortinas, que hacan de su cama un claustro de escasos dos metros cuadrados; espacio suficiente para ella y su Amado: Jess, que casi a diario la visitaba y la amaestraba para que ella modelara todo su interior a semejanza de El. Y no solo para El, sino tambin haba espacio para la Mam --la Santsima Virgen, a quien Luisa llamaba--, la que con la misma finalidad de hacer de Luisa una copia perfecta del interior de Jess y del de Ella, la visitaba tambin con frecuencia. Luisa estuvo siempre bajo la potestad de la "Seora Obediencia", ante la que siempre se dobleg y someti, y que desde el Obispo le vena por medio del Confesor en turno. Nuestro Seor intervino para poner a Luisa definitivamente y sin dudas en su estado de vctima de reparacin, para lo cual se sirvi de una epidemia de clera que en 1886 cosechaba muchas vctimas en la regin de Corato. Jess le pidi que aceptara un estado de sufrimientos para poner fin a aquel flagelo, y habiendo aceptado Luisa, despus de tres das de sufrimientos desapareci el clera, que desde meses antes cunda. Cuando ella tena 21 aos, su nuevo confesor, Don Michele de Benedictis, para conocer, probar y discernir su espritu, le impuso por primera cosa que, si deba sufrir, deba primero pedirlo a la obediencia. Un ao despus, Jess le pidi ofrecerse a sufrir, pero no ya a intervalos, como en el pasado, sino de modo continuo, y todo para reparar a la Divina Justicia, demasiado airada, y evitar a los hombres tantos castigos que cada vez ms merecan y que estaban a punto de llover. Luisa hizo saber estos deseos de Jess al Confesor y le pidi que le diera la obediencia, pues deba sufrir "por un cierto tiempo" que ella pensaba fueran cuarenta das--; el Confesor consinti y Luisa qued as definitivamente en cama, desde los 22 aos, en el otoo de 1887. Y an debi vivir por otros 60 aos, s, 60, en su "celda", pues la obediencia le vena renovada, y los vivi as sin haber estado NUNCA enferma de nada y sin que jams presentara una llaga debido a su estado. Se inici, entonces, una nueva cadena de gracias singulares, Jess se haca ver frecuentsimamente, disponindola a los "Desposorios Msticos" y llevndola a una perfecta conformidad con la Voluntad de Dios. Jess continu preparndola para otros desposorios, los "Desposorios de la Cruz", y, una maana, mostrndose crucificado, le comunic los dolorossimos estigmas de su Pasin, pero, consintiendo los deseos de Luisa de dejrselos invisibles, ninguna seal externa le dej. Desde entonces le era renovada por Jess mismo la crucifixin. Luisa, que se vea consumar por un hambre insaciable de sufrir, aos ms tarde debi aprender que todo, voluntad de sufrir y aun el deseo de ver sensiblemente a Jess, todo deba morir en la Divina Voluntad.

Muerto este Confesor, uno nuevo, Don Gennaro di Gennaro, en 1899, la tom a su cuidado y as fue durante 24 aos. Y por primera cosa le dio la obediencia, dolorossima para ella, de escribir todo lo que haba sucedido, desde el inicio, entre Jess y ella, y empez a escribir en febrero de 1899. Jess continu ensendola y preparndola a su excelsa misin, a la mxima gracia y a un "estado superior": Vivir en y de la Divina Voluntad. En 1900 le habla por primera vez de esto y da a ella por primera esta Gracia de las gracias y la constituye como la Pequea Hija de la Divina Voluntad, iniciando as con ella, en el silencio y en lo escondido, la nueva Era de Gracia, el verdadero Reino de la Divina Voluntad en la Tierra, el cumplimiento del Pater Noster: Fat Voluntas Tua Sicut in Coelo et in Terra. Hgase Tu Voluntad como en el Cielo en la Tierra. Luisa escribi, a partir de entonces, 36 volmenes acerca de esta doctrina del vivir en la Divina Voluntad, y otros escritos, entre los cuales estas Horas de la Pasin, de las que se publicaron cuatro ediciones, en 1915,1917 y 1921. La obediencia de escribir ces y el ltimo captulo del Vol. 36 lo escribi el 28 de febrero de 1938. Finalmente, el 4 de marzo de 1947, a las 6 de la maana, muri, despus de una breve pero intensa pulmona. Despus de 4 das de veneracin pblica de sus restos, tuvo su primera apoteosis: sus triunfales funerales, en los que participaron innumerables personajes de la Iglesia local de Trani, dicesis a la que pertenece Corato, as como de otras partes, segn se puede constatar en algunas fotografas de la poca. Pero dejemos ahora la palabra a uno de sus Confesores, uno con el que estuvo en contacto por 17 aos, si bien solo casi 2 aos fue su confesor extraordinario, hasta la muerte de l en 1927; aquel que se interes de tal manera en la persona, en los escritos de Luisa y en la doctrina de la Divina Voluntad, que fue quien public estas Horas de la Pasin: San Annibale Maria de Francia. El P. Annibale Maria di Francia lleg a Corato en 1910, iniciando una serie de visitas y un frecuente e ntimo contacto espiritual con Luisa. Conocerla, para l signific un viraje trascendental en su vida, y el conocimiento de la Divina Voluntad fue decisivo en su espiritualidad. El Arzobispo de Trani lo nombr Censor eclesistico de su dicesis y director en lo que se relacionaba con los escritos de Luisa, en vista de la publicacin que el Padre deseaba hacer. Entonces el P. Di Francia se dedic, con todos sus deseos y energas, a la publicacin de estas Horas de la Pasin, para las que escribi una larga introduccin, e hizo cuatro ediciones, siempre con el Imprimatur y el Nihil Obstat. El Padre, como Censor de los escritos de Luisa obtuvo de S:E: el Arzobispo de Trani el Imprimatur para los primeros 19 volmenes escritos por Luisa, que eran los que a la sazn haba escrito. Dejmosle, pues, la palabra a l, transcribiendo parte del vlido testimonio que de Luisa dej escrito: "...Ella quiere vivir solitaria, oculta y desconocida. Por ninguna razn habra puesto por escrito las ntimas y prolongadas comunicaciones con Jess adorable, desde su ms tierna edad hasta hoy, y que continan quin sabe hasta cundo, si Nuestro Seor mismo no la hubiera obligado, ya sea directamente por El o por medio de la santa obediencia a sus directores, obediencia a la que siempre se rinde con gran violencia por su parte, junto con una grande fortaleza y generosidad, porque el concepto que ella tiene de la Obediencia le hara rehusar aun la entrada al Paraso..." "Y esto constituye uno de los ms importantes caracteres de un

espritu verdadero, de una virtud slida y probada, y adems se trata de cuarenta aos en los que con la ms fuerte violencia contra s misma se somete a la gran Seora Obediencia, la que la domina..." "Esta Alma Solitaria es una virgen pursima, toda de Dios, objeto de singular predileccin del Divino Redentor Jess. Nuestro Seor, que de siglo en siglo acrecienta siempre ms las maravillas de su amor, parece que de esta virgen, a quien El llama la ms pequea que haya encontrado en la tierra, desprovista de toda instruccin, ha querido formar un instrumento apto para una misin tan sublime que NINGUNA OTRA se le puede comparar, esto es, para el triunfo de la Divina Voluntad en la tierra, de conformidad con lo que est dicho en el Pater Noster: Fiat Voluntas Tua Sicut in Coelo et in Terra". "Esta Virgen del Seor, desde hace ms de cuarenta aos, desde que era adolescente, fue puesta en cama como vctima del Amor Divino. Y durante todo este tiempo ha vivido una larga serie de dolores naturales y sobrenaturales, de embelesamientos de la Caridad eterna del Corazn de Jess. Origen de dolores que exceden todo orden ha sido una casi continua y alternada "privacin de Dios..." "A los sufrimientos del alma se agregan tambin los del cuerpo, todos originados por el estado mstico: sin que ninguna seal aparezca en las manos, en los pies, en el costado o en la frente, ella recibe de Nuestro Seor mismo una frecuente crucifixin... Y si Jess no lo hiciera as, sera para esta alma un sufrimiento espiritual inmensamente ms grande... Y esta es otra seal de verdadero espritu..." "Despus de cuanto hemos dicho acerca de la larga y continua vida de aos y aos en una cama en calidad de vctima, con participacin de tantos dolores espirituales y corporales, podra parecer que la vista de tal desconocida virgen debera ser una cosa dolorosa y afligente, pues sera ver a una persona que yace con todas las seales de los dolores sufridos... pero aqu hay otra cosa admirable: Esta Esposa de Jess Crucificado, que pasa las noches en xtasis dolorosos y en sufrimientos de todo gnero, al verla luego en el da, medio sentada en su cama, trabajando en sus bordados, nada, nada se transparenta, ni lo ms mnimo, de una que en la noche haya sufrido tanto. Ninguno, ningn aire de extraordinareidad o de sobrenaturalidad. Se ve en todo con el aspecto de una persona sana, alegre y jovial; habla, discurre y a veces re, si bien recibe a pocas personas amigas..." "No contino ms. La vida de esta virgen Esposa de Jess es MAS CELESTIAL QUE TERRENA, y quiere pasarla en el mundo ignorada y desconocida, no buscando sino a Jess y a su Santsima Madre, quien la ha tomado bajo su particular proteccin"...

Y para terminar esta Presentacin, dir que el Padre Di Francia, que con tanto fervor public esta obra y cuyo testimonio acerca de LUISA en parte he reproducido, fue CANONIZADO por el Papa Juan Pablo II el pasado 16 de mayo de 2004 y fue por El elogiado y puesto como ejemplo para los sacerdotes de nuestros das. Jos Luis Acua Enero de 1991

Introduccin por San Annibale Maria de Francia La presente obra, si bien publicada bajo mi nombre, o mejor a mi cargo, no ha sido escrita por m. Yo la consegu, la obtuve, despus de mucho insistir, de una persona que vive solitaria en ntima comunin de inefables sufrimientos con nuestro adorable y divino Redentor Jess, y no slo con los de El, sino tambin con las penas de su Santsima e inmaculada Madre Mara. Esta persona inici la serie de sus meditaciones a partir del siguiente suceso: Tena la edad de trece aos cuando, mientras se encontraba un da en su estancia, escuch ruidos extraos, como de una multitud de gente ruidosa que pasara por la calle. Corri al balcn... y asisti a un espectculo conmovedor. Una turba de feroces soldados, con antiguos cascos, armados con lanzas, con aspecto como de gente ebria y enfurecida, y cuyo caminar se mezclaba con gritos, blasfemias y empellones, y llevaba entre ella a un hombre encorvado, vacilante, ensangrentado... Ay, qu escena!... El alma contemplativa se conmueve y se estremece... Mira entre la turba para ver quin es ese hombre, ese infeliz as maltratado, as arrastrado... Ese hombre se encuentra ya bajo su balcn.... y levantando su cabeza, la mira, y con una voz profunda y lastimera, dirigindose a ella, le dice: "Alma, Aydame...!" ____________ Oh Dios, el alma lo fija, lo mira... lo reconoce, es Jess!, es el Redentor divino... coronado de espinas, cargado con la pesada Cruz, quien es cruelmente llevado hacia el Calvario. La escena de la Va Dolorosa se le presenta ante la mirada espiritual y corporal. Lo que sucedi veinte siglos atrs se le hace presente por la divina omnipotencia... y Jess la mira y le dice: "Alma, aydame...!" En ese momento la jovencita, a punto de desvanecerse ante tal vista y no pudiendo soportar tan desgarrador espectculo, rompe en llanto y deja el balcn para entrar a la estancia, pero el amor, la compasin que han surgido hacia el Sumo Bien as reducido, la llevan de nuevo al balcn... Temblando dirige su mirada hacia la calle... pero todo ha desaparecido: desaparecida la turba, desaparecidos los gritos, desaparecido Jess. Todo ha desaparecido... excepto la viva imagen de Jess sufriente que fue al Calvario a morir crucificado por nuestro amor..., excepto el sonido, siempre vivo, de esa voz... "Alma, aydame...!" El alma solitaria, en el florecer de su juventud espiritual fue presa en aquel momento de tal amor a Jess sufriente, que ni de da ni de noche ha podido dejar de meditar, con la ms profunda contemplacin de amor y de amoroso dolor, en los sufrimientos y en la muerte del adorable Redentor Jess. Muchos aos han transcurrido desde el da de aquella visin, desde aquella doliente invitacin... "Alma, Aydame...!",y la persona a quien fueron dirigidas estas palabras no ha dejado nunca sus dolorosas contemplaciones. No me es lcito manifestar su nombre, ni el lugar donde sencillamente y en la soledad ella vive. Me contentar con llamarla simplemente con el nombre de "Alma", y a este nombre lo complementar frecuentemente con adjetivos de toda clase, tanto en el curso de esta introduccin como en el cuerpo de las meditaciones de este libro.

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Antes de todo, hay que decir que cualquier meditacin acerca de la Pasin de Nuestro Seor Jesucristo es de suma complacencia al Corazn adorable de Jess, y de sumo provecho espiritual para quien devotamente la hace. Por esto leemos en las revelaciones de Santa Gertrudis, de Santa Matilde, de la Venerable Le Royer, del Beato Enrique Susson, y de muchos otros santos contemplativos, que Jesucristo mismo les ha revelado que El acepta la piadosa contemplacin de sus divinos padecimientos como si en el tiempo de su Pasin el alma que hoy lo compadece lo hubiera ayudado y socorrido, le hubiera dado alivio y descanso en sus mismos brazos y en su mismo corazn. Y cun grande sea el bien espiritual que obtiene un alma de la asidua y cotidiana meditacin de los padecimientos de nuestro amorossimo Bien Jess, no hay lengua humana que lo pueda dignamente expresar. Ante todo, es imposible que el alma no se sienta inflamar de da en da de amor hacia el Divino Redentor Jess. Aqu se realiza lo dicho por el Profeta: "In meditatione mea exardescit ignis" (En la meditacin el fuego se enciende). Y cmo podr quedar indiferente un alma considerando diariamente los excesos, o mejor los extremos de la Pasin de Nuestro Seor? Y cules son estos extremos? En primer lugar: Quin es Aquel que se somete a padecer y a las humillaciones? Es el Hijo eterno del Eterno Padre; Dios igual al Padre; Creador, con el Padre, del Cielo y de la Tierra, de los ngeles y de los hombres! Aquel que si mira indignado la Tierra, la Tierra tiembla y los montes eructan. Aquel bajo cuyos pies se inclinan los ms sublimes coros de los ngeles. Aquel de quien nadie puede hablar dignamente, y cuyas grandezas son tan infinitas que ni siquiera Mara Santsima puede llegar a comprenderlas enteramente. Ese es Jesucristo, Hombre y Dios, el Santsimo, de belleza inenarrable; la dulzura, la Bondad y Caridad infinitas. Y este Hombre Dios, digno de todas las adoraciones y de los homenajes de los ngeles y 17de los hombres es Aquel que por nuestro amor se hizo como un leproso, escarnecido y humillado, colmado de oprobios y pisoteado como un vil gusano de la tierra... En segundo lugar: Cules son las penas que sufri? Estas son de tres clases: Sufrimientos corporales, ignominias y sufrimientos interiores. Cada una de estas tres categoras es un abismo inconmensurable... Si contemplamos los padecimientos que sufri Jesucristo Nuestro Seor en su cuerpo adorable, nos sentimos estremecer ante el Varn de Dolores, como lo llam Isaas, y en el Cual no haba parte sana, porque se hizo una sola llaga, desde las plantas de los pies hasta el extremo de la cabeza..., hasta el punto de quedar irreconocible: "Et vidimus eum et non erat aspectus". (Y lo vimos y no era de mirarse. Is. 53, 2). Meditando en los padecimientos de la humanidad Santsima de Jesucristo, nuestro Sumo Bien, los Santos se deshacan en lgrimas, se desvanecan de amor y no cesaban de flagelarse y mortificarse de todas maneras a s mismos. Otra categora de inauditos padecimientos son las ignominias sufridas por el Verbo Divino hecho Hombre. Aqu el alma contemplativa se siente desmayar viendo la majestuosa, divina y sacrosanta Persona de

Jesucristo, abandonada a la ferocidad, ms diablica que terrena, de los prfidos y vilsimos hombres que no se saciaban de cubrir de ultrajes e ignominias al Omnipotente, al Eterno, al Infinito... Y golpearlo, arrojarlo a tierra, pisotearlo, arrastrarlo, darle puetazos, puntapis, escupirle en su rostro santsimo, en su boca adorable... colmarlo con toda clase de injurias. Qu espectculo inexpresable, que ha incitado a los siervos de Dios a desear, a suspirar los ultrajes, las ignominias y los desprecios como el ms grande tesoro que puede haber en esta Tierra! Una tercera serie de penas inefables del Hombre-Dios, y poco o nada comprendidas, son las que El sufri en su alma santsima y en su amorossimo y sensibilsimo Corazn... Aqu entramos en un ocano sin playas! En un grado infinito El sufri las tristezas, las angustias, los dolores, el abandono, la infidelidad, la ingratitud, los temores, los terrores... Como cuatro inmensas cataratas se derramaban en su interior, por cuatro motivos, las aguas de todas las penas que se dicen del alma: Primera: De la vista horrenda de todas las iniquidades humanas que El haba tomado sobre S como si El hubiese sido el responsable y el culpable... El, que era la Santidad Infinita! Segunda: La vista continua de las cuentas que deba rendir a la Justicia inexorable de la Divinidad, y las penas con las que deba todo pagar. Tercera: La vista amargusima de todas las ingratitudes humanas, y el terrorfico espectculo mismo de todas las almas que se habran condenado, y para las cuales su Pasin no habra servido sino para hacerlas ms infelices eternamente... Oh, qu dolor para el Corazn Santsimo de Jess que ama infinitamente a cada alma! Por esto, El habla con el Profeta diciendo: "Doloris inferni circumdederunt me" (Los dolores del Infierno me circundaron. Sal. 17, 6). Como si dijera: Siento en M los acerbsimos dolores en los que sern atormentados eternamente los pecadores que se condenarn. Cuarta: La vista de todas las aflicciones que habra sufrido su Santa Iglesia. La vista de todas las penas corporales y espirituales a las que habran sido sometidos inevitablemente todos los elegidos, tanto en esta vida como en el Purgatorio, y mucho ms la pena del detrimento de los elegidos en las virtudes y en la adquisicin de los bienes eternos, habiendo El dicho que la adquisicin de todo el Universo no es de compararse a un simple detrimento del espritu... "Quid enim proderit homini, si lucretur mundum totum, et detrimentum animae suae faciat? (De qu sirve al hombre ganar todo el mundo y perder su alma? Mc. 8,36). Uno de los extremos de estas interminables categoras de padecimientos del alma y del cuerpo de Nuestro Seor Jesucristo que ha de considerarse tambin es su duracin, la cual no es desde el Jueves Santo en la tarde hasta el Viernes Santo, sino desde el primer instante de su Encarnacin en el Seno Pursimo de Mara Virgen hasta el ltimo respiro dado en la Cruz. Son treinta y cuatro aos de continua agona y de continuo inefable sufrir del alma y del cuerpo, en lo que se realiza de un modo misterioso la palabra del Profeta: "Abyssus abyssum invocat, in voce cataractarum tuarum". (Un abismo llama a otro abismo, al fragor de tus cataratas. Salmo 41, 8). El alma Santsima de Jesucristo bajo el mpetu y la cada continua de las cataratas anegadoras de sus penas espirituales y de las agonas de su Corazn Divino pasaba de abismo en abismo, porque un abismo de penas llamaba a otro, y a otro... hasta lo infinito. Ah, El deba pagar en S mismo toda la deuda de culpa y de pena eterna de sus elegidos y sentir todas sus penas temporales!

De aqu vena que Nuestro Seor amorossimo mora a todo momento, en cuanto que el colmo de sus penas era tal que como puro Hombre El habra muerto a cada instante, pero que, como Dios, sostena con un milagro continuo su vida mortal para prolongar hasta el fin sus padecimientos y coronarlos con todos los dolores y los ultrajes de su Pasin y de su muerte de Cruz. Cun cierto es entonces que estamos obligados ante Nuestro Sumo Bien Jess no por una muerte sola, sino por miles y cientos de miles de muertes por amor nuestro! Y sin embargo, Jesucristo Nuestro Seor, tratando con sus criaturas durante los treinta y tres aos y tres meses de su vida terrena, apareca calmado, dulce, sereno, tranquilo, manso, conversador... y hasta sonriente. El mantuvo perfectsimamente y comunic este estado de paz y serena quietud en medio de abismos absolutamente inescrutables de penas interiores, diciendo por boca del Profeta, con una expresin que solo el Espritu Santo poda dictar: "Ecce in pace amaritudo mea amarissima." (He aqu en la paz mi amargura amargusima. Is. 38, 17) Otro extremo, o mejor, exceso, que se debe meditar en la Pasin adorable de Jesucristo Nuestro Seor es que para salvar las almas nuestras, para redimir el mundo todo, no era en realidad necesario que El sufriera las penas inefables del Alma y del Cuerpo a que se quiso sujetar, ni todas las ignominias a que se quiso someter. Hchose Hombre en el Seno Inmaculado de su Santsima Madre, le bastaba elevar una sola oracin a su Padre, hacer un solo acto de adoracin a la Divinidad, derramar una sola gota de su Sangre Preciossima, cuanta se puede derramar por una pequea herida hecha con la punta de un alfiler, y con esto habra podido redimir no un mundo solo, sino millones y millones de mundos, pues cada accin, an la ms pequea, del adorable Seor Nuestro Jesucristo era de valor infinito. Pero por qu, entonces, quiso ser ms que inundado, sumergido en tantos cruelsimos, acerbsimos y dolorossimos tormentos, penas, ignominias y agonas... que lo hicieron decir con el Profeta: "Veni in altitudinem maris et tempestas demersit me"? (Me he adentrado en altamar y la tempestad me ha anegado. Sal. 68, 3). Oh misterio de amor infinito del Corazn de Jess! Lo que bastaba para redimir millones de mundos era nada para el amor suyo por nosotros. El quiso mostrarnos cunto nos ama, hasta dnde se extiende su amor por nosotros, y quiso prepararnos una Redencin copiosa de demostraciones, de expiaciones, de ejemplos admirables y de inobjetables argumentos y pruebas de su ternsimo y obligantsimo amor. Ah, que bien dijo el Apstol Pablo: "Si quis non amat Jesum Christum anathema sit" (Quien no ama a Jesucristo sea maldito). Y qu corazn es el nuestro si somos insensibles a un amor que para convencernos y atraernos se quiso manifestar a nosotros con las pruebas de penas tan inauditas como continuas? Ah, una de las causas de nuestra dureza e insensibilidad es precisamente el imperdonable descuido en meditar y considerar cotidianamente la Pasin adorable de Nuestro Sumo Bien. Jess no se cans de sufrir y agonizar treinta y cuatro aos, en su alma y en su cuerpo, por nosotros. Y nosotros nos cansamos en dirigir, por lo menos media hora al da, la mirada del alma a meditar penas tan inefables y por amor a nosotros sufridas por el Hijo de Dios hecho Hombre, por el Santo de los Santos, por el Impecable, que por nosotros se hizo pecado, esto es, vctima de todos los pecados, como lo proclam el enamorado Bautista? Por todo lo cual sabiamente San Buenaventura escribe: "Non debet nos taedere meditari quod Christum ipsum non taesuit tolerari." (No debemos nosotros cansarnos en meditar en lo que Jesucristo no se cans en soportar en El mismo). Pero otro extremo de tan infinito amor debemos considerar en la dolorosa e ignominiosa Pasin de Nuestro Seor Jesucristo. Un extremo que es como el golpe decisivo para destrozar la frialdad y dureza de nuestro

corazn y encadenarlo todo al amor del Eterno Divino Amante de las almas; extremo que si no sirve para conmovernos, servir para hacernos reos de la ms culpable crueldad, y para precipitarnos por el camino de la perdicin. Este extremo, s, es considerar que todo lo que Jesucristo Nuestro Seor sufri por amor y salvacin de todas las generaciones humanas, es decir, por un nmero interminable de almas, lo sufri igualmente por cada alma en particular. Es decir, que si en el mundo no hubiera existido sino una sola alma, por aquella alma sola Nuestro Seor Jesucristo habra hecho y sufrido cuanto hizo y sufri por la redencin de todo el gnero humano. O sea, oh lector o lectora mos, que si en el mundo no hubiera existido sino slo tu alma que salvar, por ti sola el Hijo de Dios habra bajado del Cielo a la tierra, se habra encarnado tomando un cuerpo pasible, habra sufrido treinta y cuatro aos, sin un solo instante de tregua, en el alma y en el cuerpo; se habra entregado por ti sola en manos de los mismos sufrimientos, de los mismos ultrajes, de las agonas, de los flagelos, de las espinas, de la misma Cruz y de la misma muerte... S, as es! Pues es verdad que No Seor Jesucristo ama tanto a un alma cuanto ama a todas las almas presentes, pasadas y futuras, juntamente tomadas. Quin podr permanecer indiferente ante esta Caridad Infinita? El ama que contempla la dolorosa e ignominiosa Pasin del Redentor Divino, debe contemplarla con esta consideracin; debe decir: Por m, Jess sufri treinta y cuatro aos; por m sud Sangre en el Huerto, por m se hizo capturar, por m se hizo conducir a los injustos tribunales, por m soport ignominias, golpes, escupitinas, empellones; por m se hizo flagelar, coronar de espinas, condenar a muerte; por m subi al Calvario, se hizo crucificar, agoniz tres horas, sufri la sed, la hiel, el vinagre, el abandono; por m por amor a m, muri sumergido en un abismo de sufrimientos... Qu ingratitud...Olvidarse de Jess sufriente; esto es, de cuanto sufri por amor a nosotros, que no somos ms que vilsimos gusanos! Qu, acaso El tena necesidad de nosotros? Ah, El, que sin criatura alguna habra sido, por virtud de su misma Divinidad, eterna e infinitamente feliz, como lo es!

Una Comparacin La enorme ingratitud del hombre que no corresponde amor por amor y se olvida de cuanto por l ha sufrido el Sumo y Eterno Amante, se demuestra con esta comparacin, propuesta por el gran Doctor de la Iglesia, San Alfonso M. De Ligorio, y que yo quiero reproducir aqu, amplindola: Un esclavo, por sus delitos fue condenado a muerte por un rey. Puesto en la crcel, entre cadenas esperaba temblando el momento de ser conducido al patbulo. Pero el rey tena un hijo nico que era toda su delicia. Este joven Prncipe, por una bondad incomparable, tiempo haca que haba nutrido un gran afecto, junto con una gran compasin, por aquel msero esclavo. Habiendo conocido el estado infeliz en que aquel se encontraba, ya prximo a ser ajusticiado, fue invadido por tal dolor, por tan tierno y piadoso amor, que presentndose ante su padre y arrojndose a sus pies, con lgrimas y suspiros le suplic que perdonara al msero esclavo y que revocara la terrible sentencia. El padre, que amaba intensamente a aquel su nico hijo, fue presa tambin l de un profundo e inaudito dolor en lo ms ntimo de su corazn, y dirigindose a su Hijo le dijo: "Oh Hijo mo y delicia de mi corazn, grande es mi pena por haber sido obligado a condenar a muerte a aquel culpable esclavo, y tu bien conoces las inevitables exigencias de mi tremenda Justicia. T sabes que Yo no puedo, sin gran deshonor mo, dispensarme de exigir una satisfaccin digna de mi Majestad ultrajada; y la satisfaccin puede venirme solo de la muerte del culpable, pues se necesita que mi Justicia

sea satisfecha." "Padre mo amantsimo, replic el joven Prncipe, es tiempo ya de que Yo os manifieste que mi amor por este esclavo es tal y tanto que Yo no puedo resistir ante el solo pensamiento de su condena; por tanto, oh Padre mo, ya que vuestra justicia no puede revocar la terrible sentencia, Yo os pido una gracia, pero Vos, Padre mo, prometedme que me la concederis." "Hijo mo, agreg el Rey, Yo empeo mi palabra de que, con que no me pidas lo que pueda lesionar mi Justicia, cualquier otra gracia te la conceder." Empeada as la palabra del Padre, el Hijo, rompiendo en lgrimas de amor le dijo: "Padre mo, Padre y Seor mo, aceptad otra vctima y dejad libre al esclavo..." "Otra vctima?" exclam el Padre, "Oh Hijo mo amadsimo, para poder Yo aceptar otra vctima en lugar del culpable, sta debera ser no otro esclavo, no un ser cualquiera, sino una vctima digna de mi Majestad ofendida, uno igual a m. Y dnde encontrar a esta tal vctima?" "Hme aqu, hme aqu Padre, esta Vctima soy Yo", respondi el hijo. "Ecce ego, mitte me (Is. 6, 8). Mandadme a Mi, mandadme a M a la muerte! Muera Yo y viva el esclavo! Esta es la gracia que os pido y que habis empeado vuestra palabra en concedrmela!". Oh momento tremendo... El Rey no puede retirar su palabra... Su Justicia no puede evitar el tener una satisfaccin... Y queda obligado a aceptar el cambio... y lo acepta. Pero el generoso Hijo no est an satisfecho, y le pide a su Padre otra gracia ms y le dice: "Padre mo, en este momento no podis negarme nada, Yo os suplico que al esclavo culpable no solo lo perdonis de corazn, sino que adems lo tomis y lo recibis como hijo en lugar mo, y lo hagis partcipe en todos los bienes de vuestro Reino y heredero de los mismos." El Rey y Padre est vencido! Traspasado por el dolor y profundamente conmovido concede todo al Hijo... El cual inmediatamente, despidindose de su Padre y Rey, se encamina a la prisin del esclavo, hace abrir la puerta, quita de sus manos las cadenas al culpable, lo besa tiernamente, lo estrecha a su noble corazn con un fuerte abrazo, y llorando le dice: "Oh esclavo, mira cunto te he amado! Eres ya libre, eres el nuevo hijo y el heredero del Rey, mi Padre, el cual te acoger en su seno como a mi misma Persona, pero Yo voy a morir en lugar tuyo para satisfacer la Justicia de mi Padre y Rey. Adis, hermano mo amado, hijo de mi dolor y de mi muerte...!Ves cunto te amo? T pecaste y Yo pago por ti! Antes de morir sufrir, segn la ley del Reino, mil torturas, que debas sufrir t, y luego ser llevado al patbulo! Pero una sola cosa te pido: Que no te olvides de cunto te am y de cuanto por ti voy a sufrir. No me seas ingrato y me desconozcas, promteme que te recordars siempre de las torturas y de los tormentos a cuyo encuentro voy por amor a ti, y de la muerte ignominiosa que voy por ti solo a sufrir... me lo prometes?". En este punto considera, oh lector mo, cul habra sido tu respuesta si t te hubieras encontrado en el lugar de aquel esclavo culpable... Seguramente que arrojndote a los pies de tan enamorado Prncipe, en medio de un diluvio de lgrimas le hubieras dicho: " Oh generoso e inapreciable Prncipe! Ah nobilsimo Corazn, rico de inefable Bondad y Caridad! Qu habis encontrado en m para amarme hasta este exceso? Yo he pecado. Yo, miserable esclavo que nada valgo... ser libre, ser hijo del Gran Rey, partcipe de los bienes de su Reino, su heredero... Mi infelicidad ser cambiada en una suerte tan inmensamente grande que no podra ni soarla! Y todo esto slo porque Vos os habis ofrecido a sufrir y a morir por m, oh generossimo Amante mo! Y ahora Vos, en este momento en que os encaminis al encuentro de los tormentos y de la muerte en el Patbulo por amor mo, me peds de favor que yo no olvide vuestros dolores y vuestra muerte, ni el amor con el que, para hacerme feliz los abrazis. Ah mi ternsimo Amante, cmo podr jams olvidarlos? No, no! Desde este momento mi vida no ser sino una vida de lgrimas, pensando en cunto habis sufrido y la muerte que habis encontrado por amor mo! Os prometo, os juro que recorrer todos los das el mismo camino por el que ahora vais a morir, me postrar sobre vuestra tumba, y ah pensar en vuestro amor, en las ternuras para m de vuestro nobilsimo Corazn; tendr continuamente en mi pensamiento las torturas que, por el riguroso decreto Real, me corresponda sufrir, y que Vos las habis querido sufrir en lugar mo. Meditar continuamente en la agona mortal, en la muerte lenta e ignominiosa que os ser dada ante todo el pueblo. Y quiero tanto llorar y amaros que querr morir de dolor sobre vuestra tumba!".

Mi querido lector, mi devota lectora, vosotros habis ya comprendido todo el significado de esta comparacin, la cual, por cuanto conmovedora sea, est aun inmensamente lejana de poder representar los extremos de amor del Hijo Eterno de Dios por el hombre. Y no slo por toda la humanidad, sino por cada alma en particular. Cada uno de nosotros es ese esclavo culpable ante Dios, que es el Rey del Cielo y de la tierra; esclavo digno y merecedor de eterna muerte y eternos tormentos... El Hijo Unignito de Dios, delicia eterna del Eterno Padre, lleno de amor infinito e incomprensible por este esclavo, se present al Padre y le dijo: "Padre mo, tu Divina Justicia exige una vctima digna de Ti para poder liberar a este msero esclavo. Nadie podr jams darte tan digna satisfaccin, excepto Yo. Pues bien... Muera Yo y viva el esclavo! "Ecce ego, mitte me". "Hme aqu envame a la tierra, frmame un cuerpo pasible, en el cual yo pueda experimentar los ms atroces, los ms inauditos tormentos y la muerte ms dolorosa e ignominiosa por amor de este esclavo. Quiero ponerme enteramente en su lugar, me har Yo el esclavo, me har encadenar, me har arrastrar a los tribunales, me someter al juicio de inicuos jueces; de inocente pasar a ser declarado reo y malhechor; pues quiero demostrar a este msero esclavo hasta dnde llega mi amor por l. Y con tal de que l sea libre y feliz, Yo me har ultrajar, golpear, maldecir; me har el oprobio, el vituperio de todos; ser semejante a un gusano que todos pisotean; pero te suplico, oh Padre mo, que el esclavo, siempre y cuando te sea fiel y agradecido, entre en tu Gracia como mi misma Persona, que T lo ames como me amas a M mismo, que l sea hijo adoptivo, que todos nuestros bienes eternos se los participes en vida y despus de la muerte; que por los mritos de mi muerte en Cruz, l sea enriquecido de gracias, sea confortado en sus penas, le sean aliviados los indispensables dolores de la vida, le sirva de mrito eterno la misma necesaria penitencia por el pecado; tenga, en el final de su vida, una muerte tranquila y preciosa, y, de ah, venga a reinar con Nosotros eternamente en nuestro mismo gozo." Y as, o bastante mejor que as, habl el Verbo Divino a su Padre. Y el Padre, encendido de un igual amor por el msero esclavo culpable que soy yo, que eres t, oh lector o lectora mos, le concedi todo lo que con lgrimas, suspiros y clamores le pidi. Como dice el Apstol: "Oravit cum lacrimis et clamore valido, et exauditus est pro reverentia sua." (Or con lgrimas y clamor vlido, y fue escuchado con reverencia. Hebreos 5, 7). Y as sucedi que por este msero esclavo rebelde, el Santo de los Santos, el Impecable, el Inocentsimo, el Cordero Inmaculado, se dio a toda clase de sufrimientos y vivi treinta y cuatro aos ahogado en inefables penas, nunca interrumpidas ni por un solo instante, penas en el alma y en el cuerpo, y que luego todas se reunieron en su tremenda Pasin desde la tarde del Jueves hasta el Viernes Santo, en el que expir como el ms abyecto y el ms nefando de los culpables, sobre el patbulo, entonces infame, de la Cruz. Oh hombre! Cmo podrs t olvidar cunto te am y cunto sufri y soport tu Divino Eterno Amante? No eres t, no soy yo, ms duro que el granito y ms cruel que la ms feroz bestia si olvidamos lo que Jesucristo, Sumo Bien, padeci por nuestro amor? Considera, oh alma cristiana, que Jess yendo a morir y a sufrir por ti, te haya dicho como aquel joven Prncipe de la misteriosa narracin: "Oh hijito mo, ah alma que Yo voy a redimir derramando toda mi Sangre, esta correspondencia y esta compensacin de amor te pido: Que no olvides cunto habr sufrido por amor tuyo. Recurdate a menudo de los dolores, de las heridas y de las llagas de mi cuerpo santsimo, a que me someter. Recurdate que para arrancarte de la muerte eterna vencer una tal lucha con la humana repugnancia al sufrir y al morir que agonizar y sudar sangre. Ah, recurdate de cunto me cuestas! Recurdate de cmo, por amor tuyo, presentar mi adorable rostro a los golpes, a las escupitinas, a los crueles tirones de mi barba, a los puetazos; mira esta corona de espinas que me traspasar la cabeza con penas tales que ni criatura humana ni anglica comprender jams... Pero he aqu que ya me condenan a muerte, como indigno ya de vivir; he aqu que me cargan con la pesantsima

Cruz... Adis, hijito mo amado, delicia de mi Corazn, no ms esclavo, sino heredero de mi Reino, adis..., otros tormentos ms atroces me esperan, ser extendido horriblemente y clavado a un madero en cruz, estar tres horas en una agona tan terrible, tan desprovisto de todo socorro, tan abandonado por todos, hasta por mi Padre, tan miserable y oprimido en el alma y en el cuerpo... que estas tres horas no sern tres horas, sino tres siglos de dolores. Todo, todo lo voy a sufrir por ti, por amor tuyo. Pero no me seas tan ingrato que olvides mi sufrir y mi morir! Yo recorrer contento la Va Dolorosa, llevar contento la Cruz, contento abrazar las terribles agonas que me esperan, me ser ligera la ignominiosa y amargusima muerte, con tal de que t me prometas que no olvidars mi sufrir ni mi morir, ni el amor infinito con el que, por ti, tanto a uno como a otro me someter!" Alma! Qu cosa habras respondido t en aquel momento a tu Dios, a tu Divino y amorossimo Redentor? Jesucristo, verdadero Hombre y verdadero Dios, tuvo todo presente. El vio la frialdad e indiferencia inexcusables de quienes nunca, o casi nunca, meditan en su adorabilsima Pasin y muerte, y tambin tuvo presente el piadoso y santo fervor de aquellas almas que de esta salutfera y obligada meditacin hacen su alimento cotidiano. Subi al Calvario con el Corazn desolado por los primeros y experiment un consuelo por la fidelidad y el amor de las segundas. Y qu cosa vio El de ti, oh mi lector, oh mi lectora? Eres t el esclavo redimido con tantas penas, que olvidas quin te redimi y lo que por ti sufri tu Redentor, para pasarla distrado entre bagatelas y vanidades del mundo, y renuevas al Amante de las almas todos sus padecimientos y su atrocsima muerte con tus pecados y con tu ingratitud y olvido? Ah, meditemos, meditemos diariamente en la Pasin adorable del amantsimo Redentor nuestro Jess! "Non debet nos taedere meditare quod Christus ipsum non taedit tolerari". No nos cansemos de meditar en lo que Jesucristo no se cans de soportar por nosotros! La meditacin de la Pasin Santsima de nuestro Seor Jesucristo produce bienes inestimables en quien la hace diariamente. Esta meditacin enciende el alma de amor y gratitud; produce la verdadera y perfecta contricin de los pecados, esto es, el arrepentimiento no por temor a los castigos, temporales o eternos, sino por el motivo del puro amor a Dios; desapega de las cosas terrenas; aleja el pecado, el cual no puede subsistir con esta santa meditacin; mortifica sin violencia y por va de amor las pasiones; purifica el espritu; infunde la Ciencia y la Sabidura, suscita grandes deseos de perfeccin; fortifica al alma en el sufrimiento; aumenta de da en da la gracia santificante; acelera la perfecta unin con Dios... "Oh hombre exclama San Buenaventura -, quieres siempre crecer de virtud en virtud, de gracia en gracia? Medita diariamente la Pasin del Redentor!" El alma que medita con amor diariamente la Pasin de nuestro adorable Redentor y Sumo Bien de nuestros corazones, la medita, se puede decir, en compaa de Jess penante, Jess la asiste, la transporta, la llena de compuncin, la compenetra, la ilumina, la inflama, y frecuentemente le comunica el don tan precioso de las lgrimas, ese don que es una de las ocho bienaventuranzas en esta tierra, pues nuestro Seor Jesucristo dijo: "Beati qui lugent", Bienaventurados los que lloran. Y oh, cuntas almas elegidas, meditando cotidianamente en las dolorosas escenas de la Pasin, finalmente, de la arideces han pasado a la profunda conmocin de los sollozos, del llanto y de los suspiros. Quiera tambin a nosotros el Sumo Bien darnos tan grande gracia, dndonos la santa perseverancia en esta amorosa meditacin. Leemos de un San Francisco de Ass que por el tanto llorar sobre la Pasin de nuestro Seor se qued ciego. El Profeta Zacaras, como si tuviera presente todas las lgrimas que habran derramado en el tiempo del cristianismo las almas amantes de Jesucristo sobre sus penas, y todos los lamentos que habran elevado, dijo: "Y se llorar sobre El como suelen llorar las madres, las muertes de sus unignitos!" (Zac. 12, 10).

Yo no s si entre los signos de predestinacin a la vida eterna haya alguno mayor que ste; por eso el Apstol dijo que si compadecamos a Jesucristo, seramos con El glorificados. Y si ahora lloramos y nos interesamos por los padecimientos, por las ignominias, por las angustias sufridas por Jesucristo por amor nuestro, es muy justo que un da participemos tambin de su gozo y de su eterna felicidad. Otro gran provecho de meditar diariamente en la Pasin de nuestro Seor Jesucristo es el del ms eficaz medio que se adquiere para obtener toda gracia del Eterno Padre. Quien se familiariza con los misterios de la Pasin de nuestro Seor, los cuales son innumerables, adquiere como un derecho de presentarse ante el Divino Padre y pedirle todo lo que quiera. Fue esta tambin una revelacin de nuestro Seor Jesucristo a Santa Gertrudis: "Mi Padre le dijo- , no puede negar nada que se le pida en virtud de mi Pasin. " Y no debemos olvidarnos que el objeto principal de nuestro Seor Jesucristo en su inmenso sufrir y humillarse fue el amor, la obediencia y el celo hacia su Eterno Padre. Y por eso, El mismo en el Evangelio nos dej dicho: "Hasta ahora habis pedido y no habis obtenido, porque no habis pedido en mi nombre, y Yo ahora en verdad os digo que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, todo se os conceder, y vuestro gozo ser pleno." Y en dnde esta peticin hecha al Eterno Padre por los mritos de la Pasin y muerte de nuestro Seor Jesucristo tiene su mayor eficacia? S, en el gran Sacrificio de la Santa Misa, en el cual se renueva, si bien de manera incruenta e impasible, el misterio del Glgota. Y qu cosa es la Santsima Eucarista si no el memorial continuo de la Pasin y muerte de nuestro Seor Jesucristo? Precisamente por esto, nuestro Seor la instituy la tarde del Jueves Santo, mientras sus enemigos preparaban sus padecimientos y su muerte, y, al instituirla como exceso de su infinito amor por el hombre, dijo: "Tomad y comed , esto es mi Cuerpo, que por vosotros ser entregado a los flagelos y a la muerte. Tomad y bebed, esto es mi Sangre, la Sangre del Nuevo y Eterno Testamento, que ser derramada por vosotros y por muchos en remisin de los pecados. Esto que Yo he hecho, hacedlo en memoria ma." Y con esto dicho, quin puede separar la Pasin de nuestro Seor de la Santsima Eucarista, o sta de aquella? Y he aqu otro gran e inmenso provecho de la cotidiana meditacin de la Pasin y muerte del Divino redentor, el cual es el crecer en el conocimiento, en el amor y en el acercamiento al Santsimo Sacramento del altar. De los pies de Jess crucificado se va a los pies del Sacramento, donde se adora, se ama y se pasa a la unin ms ntima que pueda haber entre el alma y Dios mediante la santsima comunin eucarstica. Ninguno que se acerque a recibir la Santa Comunin debe descuidar dedicar media hora de meditacin sobre los sufrimientos de nuestro Seor Jesucristo. Especialmente las almas que tienen el gran bien de acercarse diariamente a la Mesa de los Angeles deben antes dedicarse a meditar cualquier pasaje de la Pasin de Nuestro Seor. El doctor de la Iglesia, San Alfonso, expresa este concepto cuando comienza la preparacin de la Santa Comunin en sus "Obras Espirituales" con aquellas palabras del sagrado Cantar: "Ecce iste venit in montes, transaliens colles," He aqu que El viene por loa montes, superando las colinas. Y explica: Oh mi Divino Redentor Jess, cuntos collados difciles y speros habis debido superar, etc. Quien descuida la santa meditacin de la adorable Pasin de nuestro Seor Jesucristo nunca har una comunin fervorosa, ni sacar nunca verdadero provecho de ella. Lector o lectora ma, la meditacin cotidiana de los padecimientos y de la muerte de nuestro Seor Jesucristo, mientras en nosotros produce los citados provechos, y mil otros que yo, msero no s decir, otro bien inmenso produce, y del cual gran aprecio hemos de tener: Ella nos une a la compasin de la ms pura, de la ms Santa entre las criaturas, de la Santsima Virgen Mara, de la Madre misma del Verbo Divino hecho Hombre!

Oh, qu otro misterio de amor y de dolor hay aqu, y que el cristiano no debe jams olvidar! Mara Santsima Dolorosa, Desolada, Reina de los mrtires, copartcipe de todas las penas del Redentor Divino! Mara Santsima Corredentora del gnero humano en unin con el Hombre Dios! Los dolores de la gran Madre de Dios menos se pueden comprender y penetrar por quien no los medita diariamente, pues stos no tienen nada de corporal y visible, sino que todas son penas interiores, desolaciones ntimas, proporcionadas al amor incomprensible de esta gran Madre de Jesucristo, su Dios y su Hijo... Aqu los extremos son tambin ellos excesivos, tanto por la sensibilidad delicadsima y materna de la Santsima Virgen, que por cuanto era Inmaculada, pursima, santsima y sapientsima, tanto ms era susceptible de penas interiores, como por la medida del amor por Jess, que en Mara era inconmensurable, tanto, que superaba al ardor de todos los Serafines, y tambin por el conocimiento de la infinita majestad y dignidad de Jesucristo, a quien Ella vea tan ignominiosamente ultrajado y pisoteado como un gusano. Y tambin por la inmensidad de su caridad por el gnero humano y por cada alma en particular, puesto que por cada alma entregaba con pleno consentimiento de su voluntad a su Divino Hijo a los dolores, a los oprobios, a la muerte... y tambin conoca y ponderaba la prdida de tantas almas. Solo ella comprendi y dividi las penas interiores y las agonas del Corazn Santsimo de Jess, desde la Encarnacin hasta la muerte, y todas las sufri, bebiendo hasta las heces el cliz doloroso. Y de esta manera el Martirio de la Santsima Virgen, como dicen los autores sagrados, empez en el momento de la Encarnacin y continu siempre creciendo hasta la muerte del Redentor Divino; y desde sta hasta la Resurreccin de Jesucristo nuestro Seor tenemos lo que se llama Desolacin de la santsima Virgen, que es el mayor de sus insuperables dolores; y despus del misterio de la Resurreccin tenemos un periodo de penas sensibilsimas de la Inmaculada Seora, que es precisamente la gran Escuela abierta a todas las almas amantes de Jesucristo acerca de la obligacin y del modo de meditar la Pasin de Jesucristo bendito. Periodo ste que dur todo el tiempo restante de la vida mortal de la Santsima Virgen Mara, que segn unos fue de doce aos, segn otros, de diecisis, y segn otros de veintin aos. Durante todo este tiempo la Santsima Virgen no hizo sino repasar da y noche en su alma santsima y uno por uno todos los padecimientos de nuestro Seor Jesucristo en el modo ms ntimo que slo Ella poda recordar y penetrar, tanto los padecimientos que Jess soport en su Santsima Humanidad como las ignominias y los ultrajes a los que se quiso someter, como tambin las penas aun ms tremendas de su Divino Corazn y de su alma. La Santsima Virgen, al recordar estos divinos padecimientos, los renovaba todos dentro de Ella misma con tanto dolor y con tanta pena que por ello habra podido morir a cada momento si la virtud divina no la hubiese continuamente sostenido, como la sostuvo con un continuo milagro durante la Pasin de Nuestro Seor, en la cual no una sino innumerables veces habra muerto de puro dolor. Durante el tiempo que vivi en Jerusaln, Ella visitaba todos los lugares en los que su Divino Hijo padeci por nosotros, y en modo particular recorra personalmente, con profundas y dolorosas contemplaciones, la Va de la Cruz, comenzando desde el palacio de Pilatos, donde Nuestro Seor fue condenado a muerte, y siguiendo hasta el Calvario. De aqu naci el piadoso ejercicio del Va Crucis, que es una de las ms santas devociones de la Iglesia! As que, la Escuela de la Meditacin de la Pasin y muerte de nuestro Seor Jesucristo la encontramos en Mara Dolorosa y Desolada! Oh, bienaventurada el alma que se est todo su tiempo pensando entre Jess y Mara, compadeciendo ora al Hijo ora a la Madre, ora llorando con Una, ora con Otro, ora representndose las escenas del Huerto, de la Captura, de los tribunales, de los flagelos, de las espinas, de la condena, del camino al Calvario, de la Crucifixin, de las tres horas de agona, de la sed, del abandono, y luego dirigiendo los ojos del alma a toda la parte que tuvo en tales misterios de amor y de dolor la Madre de Dios, la ms afligida de las madres, la Cual sufri con Jesucristo, si bien en un modo todo espiritual, y por eso ms

doloroso, el Huerto, la captura, los ultrajes, los flagelos, las espinas, el camino al Calvario, los clavos, la agona de la Cruz y la misma amargusima muerte... Bienaventurada el alma que, internndose en los Corazones Santsimos de Jess y de Mara, entrev, por cuanto es posible, el abismo de las penas interiores, y en las olas tempestuosas de esta "contricin tan grande como un mar sin playas" (Magna velut mare contritio), mezcla afanosamente sus lgrimas de amor, extradas por la cotidiana contemplacin de las penas de Jess y de Mara! ***

Las Horas de la Pasin Escritas por el Alma Solitaria (Luisa Piccarreta) La Divina Providencia, que en todo tiempo suscita almas que conozcan a Dios, que lo amen y que lo hagan conocer y amar por los dems, ha suscitado un alma, como fue ya dicho en la primera pgina de esta Introduccin, que se ha consagrado a las penas del Divino Redentor. La particular inspiracin que ha tenido esta alma forma un nuevo y muy proficuo mtodo de cmo contemplar los padecimientos de nuestro Seor Jesucristo; y ste es: ordenar una por una las veinticuatro horas, de las 5 a las 6 de la tarde del Jueves Santo hasta las 5 de la tarde del Viernes Santo, y contemplar, hora por hora, lo que Jesucristo sufri sucesivamente en aquellas veinticuatro horas. He dicho "nuevo" este mtodo no en cuanto a la ordenacin de los padecimientos de Nuestro Seor en veinticuatro horas, sino nuevo en cuanto a la forma, a los sentimientos y a la finalidad, que forman un todo nuevo. No es nuevo dividir en veinticuatro horas la Pasin de nuestro Seor Jesucristo, y esto es lo que se llama "El Reloj de la Pasin", y que se encuentra en varios libros devotos, como por ejemplo en "El Jardn Espiritual" y en las obras espirituales de San Alfonso. Y si bien entre los diversos autores existen siempre pequeas diferencias en los horarios y los acontecimientos, esto no tiene importancia. Como todos podrn ver, esta obra de "Las Horas de la Pasin", entre todas las que se refieren a la Pasin de nuestro Seor Jesucristo y a los dolores de su Santsima Madre, est entre las primeras y ms importantes, pues analiza, desmenuza y medita uno por uno los padecimientos externos e internos del adorable Redentor nuestro Jesucristo. Es una especie de Via Crucis ms entero y completo, porque toma a Nuestro Seor no desde la condena a muerte en el tribunal de Pilatos, sino que comienza desde donde propiamente comenz la dolorosa Pasin, esto es, desde la despedida de nuestro Seor Jesucristo de su Santsima Madre, como es piadosa creencia universal, para ir a morir, sigue luego el Cenculo, el Huerto, la captura, etc. Lo que hay de verdaderamente nuevo en "Las Horas de la Pasin" del Alma Solitaria que las escribi y me confi, s, es, en primer lugar, que de la reparticin de las 24 horas no ha hecho slo el enunciado de cada una, como lo hacen los autores por m antes citados, los que se contentan con decir, por ejemplo: De las 6 a las 7 de la maana, Jess es llevado a Pilatos. De las 7 a las 8, es conducido a Herodes, etc., etc.; pero de cuanto sucedi en esa hora en particular, nada dicen. En cambio, el Alma Solitaria hace una viva descripcin

de cuanto sucedi y agrega consideraciones, afectos y REPARACIONES. Y en segundo lugar, estos afectos y estas reparaciones son tan singulares, nuevas e ntimas que no parecen ser obra humana sino Celestial... Todo parece nuevo en estas santas meditaciones, y si bien no se meditan sino los mismos misterios sobre los cuales tanto se ha escrito y meditado por tan variados y santos autores, pero aqu, ciertamente, la divina inspiracin, que siempre obra cosas nuevas y vara en tantas formas su gracia (Multiformis gratia Dei), se manifiesta por medio de esta Alma en un modo todo singular. Debo decir que el Alma Solitaria que escribe estas "Horas" no es una letrada, apenas sabe leer y escribir!, y sin embargo, los padecimientos, los maltratos, los ultrajes, los dolores y heridas del adorable Redentor Jess estn a lo vivo descritos y con trminos que penetran el corazn, lo conmueven, lo impresionan y lo atraen al Amor. El Amor, y debemos subrayarlo, s, el Amor Divino, en su tierna expresin, es la nota predominante de estas "Horas de la Pasin"; esto es, el Amor de Jesucristo por los hombres y el amor de esta Alma Solitaria por Jesucristo! Ella es una enamorada que se funde en la ms amorosa compasin por su Amado; lo compadece, lo acaricia, lo abraza, lo besa y lo besa, lo acompaa en todos y en cada uno de sus padecimientos, con una SUBSTITUCION continua, es decir, se pone Ella misma, por cuanto est en ella, en el puesto del Amado penante, y recibe todo sobre s, como si en esta piadosa substitucin quisiera aligerar, dividir y evitar los padecimientos al Sumo Bien ahora por entonces, pues para esta alma contemplativa no hay pasado. Ella reproduce las escenas como presentes y en ellas se funde, se ensimisma, y en el exceso de la compasin y del amor ella se arroja con tal confianza que, al besarlo en los ojos, en el rostro, en la boca, en las manos, en los pies, en el Corazn, le pide tambin ella besos amorosos a Jess, y con una confianza tal que en ninguna de las ms amantes almas se encuentra una semejante. Es la Esposa del Cantar que exclama: "Bseme El con el beso de sus labios"!

No se puede poner en duda que si a Nuestro Seor place mucho el reverente temor, no le plazca menos a su amantsimo Corazn la filial y tierna confianza. Y cmo no tenerla con Aquel que pudindonos salvar con derramar una sola gota de su Preciossima Sangre, toda la quiso derramar, en medio de los ms inauditos tormentos y de los ms ignominiosos ultrajes, para demostrarnos cunto nos ama? Acaso pide mucho un alma cuando pide besos s aquel Jess que se ha dado y se da siempre todo S mismo? Y por qu deberan privarnos de esta gran confianza de amor nuestros pecados, cuando hemos sido de ellos purificados con el arrepentimiento, la Penitencia y la humildad? No es acaso cierto que el padre del hijo prdigo, cuando lo vio volver le ech los brazos al cuello y lo colm de besos? Y la oveja perdida, encontrada y en los hombros del Buen Pastor no habr sido tambin ella acariciada y besada? No ser cierto, entonces, lo que aquella angelical enamorada de Jess, Santa Ins, dijo: Yo amo a Aquel que por cuanto ms lo abrazo y lo toco, tanto ms pura y casta me hago? Ah, ms bien: La confianza amorosa que parte de un corazn humilde roba el Corazn de Dios! Y es en este modo como se hace uno nio, como ense Nuestro Seor cuando abrazando en su regazo amoroso a un tierno nio, dijo: "De stos es el Reino de los Cielos". Tal es la confianza que transpira cada pgina de estas "Horas de la Pasin". Y el alma que pone en sus manos este libro y se interna en este piadoso ejercicio con esta gua, poco a poco se encontrar partcipe de los sentimientos, de la compasin, del amor y de la confianza, de todos los cuales est este libro lleno y rebosante.

A veces, el Alma Solitaria en este libro hace hablar a Nuestro Seor, y entonces todas esas palabras no son ya un particular sentimiento suyo, sino una inspiracin que se manifiesta con las palabras que el alma es capaz, puesto que toda inspiracin y toda revelacin que pasa por el canal humano brota segn la capacidad, o mejor, segn la intuicin mstica del sujeto. De aqu la diversidad en expresarse de las almas contemplativas sobre un mismo tema. Pero s, el Alma Solitaria, autora de estas "Horas", las hace nuevas en los afectos, y novsimas, y dira yo, nicas, en las REPARACIONES. En verdad, la reparacin por todas las ofensas que recibe nuestro Seor Jesucristo ha sido siempre el principal objeto de tantas almas amantes, de tantos libros de devocin y, tal vez, de especiales Revelaciones. As, por ejemplo, tenemos los escritos de Santa Margarita Mara de Alacoque, que en la devocin del Corazn Santsimo de Jess incluye especiales reparaciones. Ms dirigidas a este objeto son las devociones del Santsimo Nombre de Jess y de su Sagrado Rostro, de las que tuvo bellas revelaciones la Sierva de Dios Sor Mara de San Pedro, carmelita. Ordinariamente, todas estas reparaciones son formadas de atenciones, de intenciones y de plegarias. En cambio, las reparaciones de estas "Horas de la Pasin" que ahora publicamos, son un fundirse, un ensimismarse, un revestirse con las Reparaciones mismas de nuestro Seor Jesucristo; es un internarse en los sentimientos del Corazn Santsimo de Jess, en sus divinos padecimientos, y con Jess que sufre, que reza, que ofrece y que repara, el alma compadece, sufre, reza, ofrece y repara. Y por qu cosa repara? Aqu las reparaciones se extienden, se multiplican y se adaptan a toda especie de pecados que puedan tener relacin con los particulares padecimientos de Nuestro Seor. Desde la primera hasta la ltima palabra, se puede decir, esta Obra es una continua y variada REPARACION de todos los pecados con todas sus especies; y no solamente de los pecados graves, sino tambin de los veniales y ms leves; no solamente de los pecados que fueron cometidos contra la Persona adorable de Jesucristo cuando estuvo en manos de sus enemigos, sino por todas las culpas pasadas, presentes y futuras en persona de todos los pecadores, sean de los llamados como de los elegidos. El alma compadeciente se arroje y se sumerge en casi todos los padecimientos de Nuestro Seor, y mide, por cuanto lo puede hacer un ser humano, el infinito abismo de cada uno, y unindose a las infinitas intenciones reparadoras del HombreDios penante, ofrece a El, ofrece al Padre, ofrece a la Divina Justicia REPARACIONES INFINITAS por todos y por todo. Y es precisamente la grande, necesaria y universal REPARACION lo que exigen stos nuestros tan tristes tiempos, las innumerables iniquidades de las presentes generaciones y el justo y tremendo airarse de los divinos castigos.

*** Del Valor y del Provecho del Ejercicio de Estas Horas de la Pasin Con la debida reserva y con la ms perfecta sumisin al juicio de la Santa Iglesia, segn el decreto del Papa Urbano VIII, transcribo ahora algunas REVELACIONES que Nuestro Seor Jesucristo habra hecho al Alma

Solitaria, a la que inspir esta Obra. Revelaciones que muestran cun agradable es al Corazn adorable de Jess que se practique este Ejercicio. Comienzo con transcribir una carta enviada a m por la Autora: "Muy Reverendo Padre Annibale: Finalmente, le remito las Horas de la Pasin. Todo para gloria de Nuestro Seor. Le envo tambin otras hojas en las que se contienen los efectos y las bellas promesas de Jess para quien hace estas Horas de la Pasin. Yo creo que si quien las medita es pecador, se convertir; si es imperfecto, se har perfecto; si es santo, se har ms santo; si es tentado, encontrar la victoria; si sufre, encontrar en estas Horas a fuerza, la medicina y el consuelo; si su alma es dbil y pobre, encontrar un alimento espiritual y un espejo donde mirarse continuamente para embellecerse y hacerse semejante a Jess, nuestro modelo. Es tanta la complacencia que del ejercicio de estas Horas Jess bendito recibe, que El quisiera que hubiera un ejemplar en cada ciudad y pueblo y que se practicara, porque entonces sucedera como si en esas reparaciones Jess sintiera reproducirse su misma voz y sus mismas oraciones tal como El mismo las elevaba al Padre en las 24 horas de su dolorosa Pasin. Y si esto se hiciera por las almas en todas las ciudades y hasta en los ms pequeos pueblos, Jess me hace entender que la Justicia Divina quedara en gran parte aplacada y seran en gran parte evitados y como aligerados los flagelos en estos tan tristes de dolores y de sangre. Haga Ud. Reverendo Padre, una llamada a todos, para que tenga su cumplimiento esta obra que Jess me he hecho hacer. Quiero decirle que la finalidad de estas Horas de la Pasin no es la de narrar la historia de la Pasin, pues muchos libros hay que tratan este piadoso tema, y no habra sido necesario hacer uno ms. La finalidad es la otros se compadece, en otros se alaba, en otros se conforta al penante Jess, REPARACION, poniendo en relacin los diversos puntos de la Pasin de Nuestro Seor con la diversidad de tantas ofensas y pecados, y junto con Jess hacer digna reparacin, rehacindolo casi de todo lo que las criaturas todas le deben. Y de aqu los diversos modos de reparar en estas Horas, esto es, en algunos pasajes se bendice, en otros se da correspondencia, en otros se suplica, se pide, se implora, etc. Pero dejo a Ud. Padre Annibale, hacer conocer a todos esta finalidad de la Horas con un prlogo o introduccin."

Las hojas con los escritos a que se refiere la Autora al principio de esta carta, contienen lo que Jess le ha dicho en relacin al ejercicio de las Horas, y son, con sus fechas, los siguientes:

9 de noviembre de 1906 Encontrndome en mi habitual estado, estaba pensando en la Pasin de Nuestro Seor, y mientras esto haca, l vino y me dijo:

"Hija ma, me es tan grato quien siempre va rumiando mi Pasin, la siente y me compadece, que me siento como retribuido por todo lo que sufr en el curso de mi Pasin. El alma, rumindola siempre, llega a formar un alimento continuo en el que hay variados condimentos y sabores, que producen en ella diversos efectos. Entonces, si durante mi Pasin me dieron cadenas y cuerdas para atarme, el alma me desata y me da libertad; aquellos me despreciaron, me escupieron y me deshonraron, ella me aprecia, me limpia de esas escupitinas y me honra; aquellos me desnudaron y me flagelaron, ella me cura y me viste; aquellos me coronaron de espinas, me trataron como rey de burla, me amargaron la boca con hiel y me crucificaron; el alma, rumiando todas mis penas, me corona de gloria y me honra como su Rey, me llena la boca de dulzura y me da el alimento ms exquisito, como es el recuerdo de mis mismas obras; me desclava de la Cruz y me hace resucitar en su corazn. Y por cada vez que todo esto hace, Yo como recompensa le doy una nueva vida de Gracia; de manera que ella es mi alimento y Yo me hago su alimento continuo. As que, la cosa que ms me gusta es que el alma rumie continuamente y siempre mi Pasin."

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10 de Abril de 1913 Esta maana, Jess ha venido y estrechndome a su Corazn me ha dicho: "Hija ma, quien piensa siempre en mi Pasin forma en su corazn una fuente, y por cuanto ms piensa tanto ms esta fuente se agranda, y como las aguas que brotan son comunes a todos, esta fuente de mi Pasin que se forma en el corazn sirve para el bien del alma, para gloria ma y para bien de las criaturas." Entonces yo le he dicho: "Dime, Bien mo, qu cosa dars en recompensa a quienes hagan las Horas de la pasin, tal como T me las has enseado?" Y El: "Hija ma, estas Horas no las considerar como cosas vuestras, sino como cosas hechas por M, y os dar mis mismos mritos, como si Yo estuviera sufriendo en acto mi Pasin, y as os har conseguir los mismos efectos, segn las disposiciones de las almas, y esto en la tierra, por lo que cosa mayor no podra daros; luego, en el Cielo, a estas almas me las pondr de frente saetendolas con saetas de amor y de contentos por cuantas veces habrn hecho las Horas de mi Pasin, y ellas me saetearn a M. Qu dulce encanto ser ste para todos los bienaventurados!"

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6 de septiembre de 1913 Estaba pensando en las Horas de la Pasin escritas, y como estn sin Indulgencias, quien las hace no gana nada; en cambio hay tantas oraciones enriquecidas con muchas Indulgencias... Y mientras esto pensaba, mi siempre amable Jess todo benignidad, me dijo: "Hija ma, con las oraciones indulgenciadas se gana alguna cosa, en cambio las Horas de la Pasin son mis mismas oraciones, mis mismas reparaciones; son todo amor y han salido del fondo de mi Corazn. Has acaso olvidado cuntas veces me he unido contigo para hacerlas juntos y he cambiado los flagelos en gracias para toda la tierra? Y es tal y tanta mi complacencia que en lugar de la Indulgencia le doy al alma un puado de amor, que contiene precio incalculable de infinito valor. Adems, cuando las cosas son hechas por puro amor, mi amor encuentra ah su desahogo... y no es indiferente que la criatura d alivio y desahogo al amor de su Creador!"

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Octubre de 1914 Estaba escribiendo las Horas de la Pasin y pensaba para m: "Cuntos sacrificios por escribir estas Horas de la Pasin, especialmente por tener que poner en el papel ciertos actos internos que solo entre m y Jess han pasado. Cul ser la recompensa que El me dar?" Y Jess hacindome or su voz tierna y dulce me dijo: "Hija ma, en recompensa por haber escrito las Horas de la Pasin, por cada palabra que has escrito te dar un alma, un beso." Y yo: "Amor mo, eso para m, pero a aquellos que las harn, qu les dars?" Y Jess: "Si las hacen junto Conmigo y con mi misma Voluntad, por cada palabra que reciten les dar tambin un alma, porque toda la mayor o menor eficacia de estas Horas de la Pasin est en la mayor o menor unin que tienen Conmigo, y hacindolas con mi Voluntad la criatura se esconde en mi Querer y actuando mi Querer puedo hacer todos los bienes que quiero, aun por medio de una sola palabra; y esto cada vez que las hagan." Otro da estaba lamentndome con Jess porque despus de tantos sacrificios para escribir las Horas de la Pasin, eran muy pocas las almas que las hacan, y entonces me dijo: "Hija ma, no te lamentes, aunque fuera solo una, deberas estar contenta. No habra sufrido Yo toda mi Pasin aunque se debiera salvar una sola alma? Pues as tambin t. Jams se debe omitir el bien porque sean pocos los que lo aprovechan; todo el mal es para quien no lo aprovecha. Y como mi Pasin hizo adquirir el mrito a mi Humanidad como si todos se salvaran, a pesar de que no todos se salvan, porque mi Voluntad era la de salvarlos a todos, merec segn Yo quise y no segn el provecho que las criaturas habran querido recibir. As t, segn tu voluntad se ha fundido con la Ma de querer hacer el bien a todos, as sers recompensada, todo el mal es de los que, pudiendo no las hacen. Estas Horas son las ms preciosas de todas,

pues no son otra cosa que repetir lo que Yo hice en el curso de mi vida mortal y lo que contino en el Santsimo Sacramento. Cuando oigo estas Horas de mi Pasin, oigo mi misma voz, mis mismas oraciones, veo mi Voluntad en esa alma, voluntad de querer el bien de todos y de reparar por todos, y Yo me siento transportado a morar en ella para poder hacer en ella lo que ella misma hace. Oh, cunto quisiera que, aunque fuera una sola por pueblo, hiciera estas Horas de la Pasin; me oira a M mismo en cada pueblo, y mi Justicia, en estos tiempos tan grandemente indignada, quedara en parte aplacada." Agrego que otro da estaba haciendo la Hora cuando la Mam Celestial dio sepultura a Jess, y yo la segua junto para hacerle compaa en su amarga desolacin para compadecerla. No tena la costumbre de hacer esta Hora siempre, sino solo algunas veces, y estaba indecisa si la haca o no, y Jess bendito, todo amor y como si me rogara, me dijo: "Hija ma, no quiero que la descuides, la hars por amor mo y en honor de mi Mam. Has de saber que cada vez que la haces, mi Mam se siente como si Ella misma en persona estuviera en la tierra repitiendo su vida y, por lo tanto, recibe Ella la gloria y el amor que me dio a M en la Tierra. Y Yo siento como si estuviera de nuevo mi Mam en la tierra, sus ternuras maternas, su amor y toda la gloria que Ella me dio. Y por todo esto te tendr en consideracin de madre..." Y entonces, abrazndome Jess, me deca quedo, quedo al odo: "Mam, mam..." y me sugera lo que hizo y sufri en esta Hora la dulce Mam, y yo la segua... Y desde ese da en adelante no he descuidado esta Hora ayudada siempre por su gracia..

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4 de Noviembre de 1914 Estaba haciendo las Horas de la Pasin, y Jess, complacindose todo, me dijo: "Hija ma, si t supieras la gran complacencia que siento al verte repetir estas Horas de la Pasin y siempre repetirlas, y de nuevo repetirlas, quedaras feliz. Es verdad que mis santos han meditado la Pasin y han comprendido cunto sufr, y se han deshecho en lgrimas de compasin hasta sentirse consumar por amor de mis penas, pero no lo han hecho as de continuo y siempre repetido con este orden. As que puedo decir que t eres la primera que me da este gusto tan grande y especial. Y al ir desmenuzando en ti hora por hora mi vida y lo que sufr. Yo me siento tan atrado que hora por hora te voy dando el alimento y como contigo ese mismo alimento y hago junto contigo lo que haces t. Debes saber que te recompensar abundantemente con nueva luz y nuevas gracias; y an despus de tu muerte, cada vez que sean hechas por las almas en la Tierra estas Horas de mi Pasin, Yo en el Cielo te cubrir siempre de nueva luz y nueva gloria."

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6 de noviembre de 1914 Continuando las acostumbradas Horas de la Pasin, mi amable Jess me ha dicho: "Hija ma, el mundo est en continuo acto de renovar mi Pasin, y como mi inmensidad envuelve todo dentro y fuera de las criaturas, as estoy obligado por su contacto a recibir clavos, espinas, flagelos, desprecios, escupitajos y todo lo dems que sufr en mi Pasin... y an ms. Ahora bien, quien hace estas Horas de mi Pasin, a su contacto me siento sacar los clavos, pulverizar las espinas, endulzar las llagas, quitar los salivazos; me siento cambiar en bien el mal que me hacen los dems; y Yo, sintiendo que su contacto no me hace mal sino bien, me apoyo siempre ms en ella." Despus de esto, volviendo el bendito Jess a hablar de estas Horas de la Pasin me ha dicho: "Hija ma, has de saber que con estas Horas, el alma toma mis pensamientos y los hace suyos, mis reparaciones, las oraciones, los deseos, los afectos y aun mis ms ntimas fibras, y las hace suyas; elevndose entre el Cielo y la Tierra hace mi mismo oficio, y como corredentora dice conmigo: "Ecce ego, mitte me", quiero repararte por todos, responderte por todos e implorar el bien para todos."

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23 de abril de 1916 Continuando mi habitual estado, mi adorable Jess se haca ver todo circundado de luz, luz que le sala de dentro de su santsima Humanidad y que lo embelleca en modo tal que formaba una vista encantadora y raptora; yo qued sorprendida y Jess me dijo: "Hija ma, cada pena que sufr, cada gota de sangre, cada llaga, oracin, palabra, accin, paso, etc., produjo una luz tal en mi Humanidad de embellecerme de manera de tener raptados a todos los bienaventurados. Ahora, el alma, a cada pensamiento de mi Pasin, a cada compadecimiento, a cada reparacin, etc. que hace, no hace otra cosa que tomar luz de mi Humanidad y embellecerse a mi semejanza, as que un pensamiento de ms de mi Pasin ser una luz de ms que llevar un gozo eterno."

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13 de octubre de 1916 Estaba haciendo las Horas de la Pasin y el bendito Jess me dijo:

"Hija ma, en el curso de mi vida mortal, millones y millones de ngeles cortejaban a mi Humanidad y recogan todo lo que Yo haca, los pasos, las obras, las palabras y an mis suspiros y mis penas, las gotas de mi sangre, en suma, todo. Eran ngeles encargados de mi custodia, y para hacerme honor, obedientes a mis ms pequeas seales suban y bajaban del Cielo para llevar al Padre todo lo que Yo haca. Ahora estos ngeles tienen un oficio especial, y cuando el alma hace memoria de mi vida, de mi Pasin, de mis oraciones, se ponen en torno a ella para recoger sus palabras, sus pensamientos, sus compadecimientos, y los unen con los mos y los llevan ante mi Majestad para renovarme la gloria de mi misma vida. Y es tanta la complacencia de los ngeles que, reverentes, se estn en torno al alma para or lo que dice y rezan junto con ella; por eso, con qu atencin y respeto el alma debe hacer estas Horas, pensando que los ngeles toman de sus labios sus palabras para repetir junto a ella lo que ella dice." Luego agreg: "Ante tantas amarguras que las criaturas me dan, estas Horas son los sorbos dulces que las almas me dan, pero ante tantos sorbos amargos que recibo, son demasiado pocos los dulces, por tanto, ms difusin, ms difusin."

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9 de diciembre de 1916 Estaba afligida por la privacin de mi dulce Jess, que si viene, mientras siento que respiro un poco de vida, quedo ms afligida al verlo ms afligido que yo y que no quiere saber de aplacarse, pues las criaturas lo constrien, le arrancan otros flagelos, y mientras flagela, llora por la suerte del mundo y se oculta dentro de mi corazn, casi para no ver lo que sufre el hombre. Parece que no se puede vivir en estos tristes tiempos, y adems parece que se est solo al principio de ellos. Entonces mi dulce Jess, estando yo pensativa por mi dura y triste suerte de deber estar casi continuamente privada de El, vino y ponindome un brazo al hombro me dijo: "Hija ma, no acrecientes mis penas con afligirte, son ya demasiadas y Yo no espero esto de ti; es ms, quiero que hagas tuyas mis penas, mis oraciones, y todo Yo mismo, de modo que pueda encontrar en ti otro Yo mismo. En estos tiempos necesito gran satisfaccin y solo quien hace suyo a M mismo me la puede dar. Y lo que en M encontr el Padre, es decir, gloria, complacencia, amor, satisfaccin, completas y perfectas y para bien de todos, Yo lo quiero encontrar en estas almas como otros tantos Jess que me lo hagan a la par de M, y estas intenciones las debes repetir en cada Hora de la Pasin que hagas, en cada accin, en todo. Y si no encuentro mis satisfacciones... ah, para el mundo se habr terminado; los flagelos llovern a torrentes. Ah hija ma! Ah hija ma!"

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2 de febrero de 1917

Continuando mi habitual estado me encontr fuera de m misma y vi a mi siempre amable Jess todo chorreando sangre y con una horrible corona de espinas; con dificultad me miraba por entre las espinas y me dijo: "Hija ma, el mundo se ha desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de mi Pasin. En las tinieblas no ha encontrado la luz de mi Pasin que lo ilumine y que hacindole conocer mi amor y cuntas penas me cuestan las almas, pueda reaccionar y amar a quien verdaderamente lo ama, y la luz de mi Pasin, guindolo, lo ponga en guardia de todos los peligros. En la debilidad no ha encontrado la fuerza de mi Pasin que lo sostenga. En la impaciencia no ha encontrado el espejo de mi paciencia que le infunda la calma, la resignacin; y ante mi paciencia, avergonzndose, tenga como un deber dominarse a s mismo. En las penas no ha encontrado el consuelo de las penas de un Dios, que sosteniendo a las suyas le infunda amor al sufrir. En el pecado no ha encontrado mi Santidad, que hacindole frente, le infunda odio a la culpa. Ah, en todo ha prevaricado el hombre porque se ha separado en todo de quien puede ayudarlo. Por eso el mundo ha perdido el equilibrio. Ha hecho como un nio que no ha querido ms conocer a su madre, como un discpulo que desconociendo al maestro no ha querido ms escucha sus enseanzas ni aprender sus lecciones. Qu ser de este nio y de este discpulo? Sern el dolor de s mismos y el terror y el dolor de la sociedad. Tal se ha hecho el hombre: terror y dolor, pero dolor sin piedad. Ah, el hombre empeora, empeora siempre ms... y Yo lloro con lgrimas de sangre!"

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16 de mayo de 1917 Encontrndome en mi habitual estado, estaba fundindome toda en mi dulce Jess y luego me extenda toda en las criaturas para darles a todas por entero a Jess. Entonces El me dijo: "Hija ma, cada vez que la criatura se funde en M da a todas las criaturas un flujo de Vida Divina, y segn tienen ellas necesidad obtienen su efecto: la que es dbil siente la fuerza, la obstinada en la culpa recibe la luz, la que sufre recibe consuelo; y as de todo lo dems." Despus, me encontr fuera de m misma y me hallaba en medio de muchas almas que me hablaban y parecan ser almas del Purgatorio y santos y nombraban a una persona conocida ma que haba fallecido no haca mucho, y oa: "El se siente como feliz al ver que no hay alma que entre al Purgatorio que no lleve el sello de las Horas de la Pasin, y ayudada y rodeada por el cortejo de estas Horas toma sitio en lugar seguro. No hay alma que vuele al Paraso que no sea acompaada por estas Horas de la Pasin. Estas Horas hacen llover del Cielo continuo roco sobre la Tierra, en el Purgatorio y hasta en el Cielo." Al or esto deca yo para m: "Tal vez mi amado Jess, para mantener la palabra dada de que por cada palabra de las Horas de la Pasin dara un alma, hace que no haya alma salvada que no se haya servido de estas Horas." Despus he vuelto en m misma, y habiendo visto a mi dulce Jess le he preguntado si eso era cierto y El me ha dicho:

"Estas Horas son el orden del universo, ponen en armona el Cielo con la Tierra y me detienen para que no destruya al mundo. Siento poner en circulacin mi Sangre, mis Llagas, mis ansias de salvar a las almas y me siento repetir mi Vida. Cmo podran obtener las criaturas algn bien si no es por medio de estas Horas? Por qu dudas? La cosa no es tuya, sino ma; t no has sido ms que el esforzado y dbil instrumento."

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12 de Julio de 1918 Estaba rezando con cierto temor y ansiedad por un alma moribunda, y mi amable Jess, al venir, me ha dicho: "Hija ma, por qu temes? No sabes t que por cada palabra sobre mi Pasin, pensamiento, compasin, reparacin, recuerdo de mis penas... se establecen nuevas comunicaciones de electricidad entre el alma y Yo, y por lo tanto el alma se va adornando de tan mltiples y diferentes bellezas? Esa alma ha hecho la Horas de mi Pasin y Yo la recibir como hija de mi Pasin, vestida y adornada con mis Llagas. Esta flor ha crecido en tu corazn y Yo la bendigo y la recibo en el mo como una flor predilecta." Y mientras esto deca, se desprenda una flor de mi corazn y emprenda el vuelo hacia Jess...

***

21 de octubre de 1921 Estaba pensando en la Pasin de mi dulce Jess, y entonces El, al venir, me ha dicho: "Hija ma, cada vez que el alma piensa en mi Pasin, se acuerda de lo que sufr o me compadece, en ella se renueva la aplicacin de mis penas, surge mi Sangre para inundarla, se ponen en camino mis Llagas para sanarla si est llagada o para embellecerla si est sana, as como tambin todos mis mritos para enriquecerla. El negocio que hace es sorprendente, es como si pusiera en un banco todo lo que Yo hice y sufr y ganara el doble. Todo lo que Yo hice y sufr est en acto continuo de darse al hombre, como el sol est en acto continuo de dar su luz y su calor a la tierra. Lo que Yo he obrado no est sujeto a agotarse, basta con que el alma lo quiera y por cuantas veces lo quiera para que reciba el fruto de mi Vida. De modo que si se recuerda veinte veces, o cien, o mil, de mi Pasin, otras tantas gozar los efectos de Ella, pero... qu pocos son los que de Ella hacen tesoro! Con todo el bien de mi Pasin... y se ven almas dbiles, ciegas, sordas, mudas, cojas, cadveres vivientes que dan asco, y por qu? Porque mi Pasin es olvidada.

Mis penas, mis Llagas, mi Sangre, son fortaleza que quita las debilidades, son luz que da vista a los ciegos, son lengua que desata las lenguas y que abre los odos, son camino que endereza a los cojos, son vida que hace resucitar a los muertos. Todos los remedios necesarios a la humanidad estn en mi Vida y en mi Pasin, pero las criaturas desprecian la medicina y no se preocupan de los remedios, por eso se ve que con toda mi Redencin... y el hombre perece en su estado, como afectado por una enfermedad incurable. Pero lo que ms me duele es ver a personas religiosas que se fatigan por la adquisicin de doctrinas, de especulaciones, de historias, pero de mi Pasin... nada!; de manera que mi Pasin muchas veces est lejos de las iglesias, lejos de la boca de los sacerdotes, por lo que su hablar es sin luz, y as las gentes se quedan ms en ayunas que antes." *** Exhortacin Oh almas que amis a Jesucristo, oh almas que hacis profesin de vida espiritual, y vosotras especialmente, Esposas de Jesucristo, consagradas a El con votos o con pertenecer a santas Congregaciones, considerad, despus de haber ledo todo lo anterior, cunto agrado dais al Corazn Santsimo de Jess con practicar estas Horas de la Pasin. Ha sido para vosotras, especialmente, para quienes han sido inspiradas por Nuestro Seor estas Horas de la Pasin a aquella Alma Solitaria y contemplativa, que desde hace tantos aos las ejercita con gran provecho para ella y para toda la Iglesia. Gracias especiales os estn reservadas si os aficionis a este santo ejercicio cotidiano y os internis en los mismos sentimientos y en las mismas disposiciones del Alma que lo escribi y que lo practica desde hace tantos aos. Y de los sentimientos tan ntimos y de las disposiciones tan amorosas de esta Alma, vosotras pasaris a los sentimientos y a las disposiciones mismas de Nuestro Seor Jesucristo en las veinticuatro horas en las que sufri por amor nuestro. Y es imposible que en este ejercicio el alma no se encuentre con la dolorossima Madre Mara, y no se una a la misma compasin y a los mismos afectos incomprensibles de la Dolorosa Madre de Dios. Ser un vivir con Jess sufriente y con Mara doliente, y un cosechar todos los inmensos eternos bienes para s y para todos! Qu decir del gran medio que sera este ejercicio para toda la Comunidad Religiosa para adelantar en santidad, para conservarse, para crecer en nmero de almas elegidas y para lograr toda verdadera prosperidad? Cun grande empeo, entonces, cada Comunidad debera tener en practicar constantemente este ejercicio! Y las almas de la Comunidad, que se llegan diariamente a la Sagrada Mesa, oh, entonces s que la Santa Comunin la haran con tales disposiciones de fervor y con tal amor a Jess que cada Comunin sera un renovado esponsal del alma con Jess en la ms ntima y creciente unin de amor! Si Jess, por un alma sola que haga estas Horas evitar castigos a esa ciudad en que se hagan y har gracias a tantas almas por cuantas son las palabras de este Reloj Dolorosa, cuntas gracias no podr esperar una Comunidad?, de cuntos defectos y relajamientos no ser curada y preservada?, y de cuntas almas no procurar su santificacin y de otras su salvacin si practica este piadossimo ejercicio? Hubiera en cada Comunidad un alma que se aplicase a practicarlo con atencin en el da, si bien entre las ocupaciones diarias, y en la tarde y noche con un poco de vigilia; pero sera el colmo del divino y mximo provecho para la Comunidad y para todo el mundo si un tal ejercicio fuera practicado por todas, turnndose de da y de noche!

San Annibale Maria de Francia

Algunas Consideraciones Acerca Del Modo de Hacer Estas Horas de la Pasin A algunos les parecer cosa difcil, si no imposible, hacer estas Horas de la Pasin. Cmo, podr decir alguno, se puede estar todos los das meditando 24 horas, desde las 5 de la tarde de hoy hasta las 5 de la tarde de maana... y luego empezar de nuevo? Ciertamente que esto es humanamente imposible. Y decimos humanamente porque con el concurso especial de la gracia divina, este ejercicio continuo, ininterrumpido, es el que ha hecho y desde hace tantos aos el Alma Solitaria que lo ha escrito. Pero sin pretender nosotros tanto, el ejercicio de las 24 Horas puede hacerse de diversas maneras, segn las condiciones y las circunstancias de cada quien. "Hacer" una Hora de la Pasin significa leerla con atencin, meditndola, contemplndola, haciendo interiormente lo que el Alma Solitaria hace, y todo esto para hacer de la Pasin la vida propia. S, porque no se trata de la meditacin en general de la Pasin, como cuando se meditan los misterios dolorosos en el Santo Rosario o se lee una narracin de lo que pas, por muy elocuente que sea, sino que es un modo concreto, especfico y eficaz, inspirado por el Amor mismo de Jess, de fundirse el alma antes que todo con la Voluntad Divina para repetir, para rehacer continuamente la vida interior, los actos y los sentimientos que Jess hizo y tuvo en el curso de su vida y de su Pasin. No se trata, entonces, de slo meditarlas, no se trata slo de una devocin ms, sino que se trata de una EDUCACION A UNA VIDA. Y con esta finalidad es con la que el alma ha de hacer estas Horas. Como primera cosa, es importante que el alma memorice el Horario, con el ttulo o enunciado del contenido de cada Hora. Esto le servir muy bien para referenciar interiormente las diversas horas de la jornada diaria con los correspondientes pasos de la Pasin. Para quien no puede, no es necesario hacer la meditacin de alguna Hora precisamente en la hora del da que est transcurriendo; es decir, a las 7 de la maana se puede hacer la Hora de las 6 a las 7 de la tarde, por ejemplo. Se debe meditar todas las Horas, de principio a fin, de acuerdo con las circunstancias y condiciones de cada quien, haciendo hoy una o unas y maana la o las siguientes, segn se pueda, hasta terminar y volver a empezar, pero siempre con la intencin de continuarlas, aunque slo sea con el enunciado o ttulo de cada una, mientras no se puede uno retirar o dedicar a la meditacin. Otro modo ser el de formar y organizar un grupo de cuatro, ocho o doce personas y repartirse el Horario completo, comprometindose cada una a hacer las que le correspondan en los diversos momentos del da de que pueda disponer, y todos los integrantes del "grupo" con la intencin comunitaria, unindose en sus intenciones a las dems personas. Jess tendr entonces sus "Relojes" que no se detienen nunca: su Vida y sus intenciones en acto en ese grupo. Y oh, cuntas gracias divinas llovern sobre el grupo y sobre cada uno

de sus integrantes y se difundirn en bien de los dems! Debern rotarse peridicamente las diferentes Horas para que cada uno en un periodo razonable pueda hacerlas todas. Pero quien tenga inters y empeo en hacer personal o comunitariamente este santo ejercicio podr encontrar otros modos, siempre vlidos, de hacerlo.

Preparacin Antes de la Meditacin Oh Seor mo Jesucristo, postrada ante tu divina presencia suplico a tu amorossimo Corazn que quieras admitirme a la dolorosa meditacin de las VEINTICUATRO HORAS en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en tu cuerpo adorable como en tu alma santsima, hasta la muerte de Cruz. Ah, dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasin y entendimiento de tus padecimientos mientras medito ahora la Hora... Y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intencin meditarlas durante las horas en que estoy obligada a dedicarme a mis deberes o a dormir. Acepta, oh misericordioso Seor, mi amorosa intencin y haz que sea de provecho para m y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. Gracias te doy, oh mi Jess, por llamarme a la unin contigo por medio de la oracin. Y para agradecerte mejor, tomo tus pensamientos, tu lengua, tu corazn y con stos quiero orar, fundindome toda en tu Voluntad y en tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en tu corazn empiezo...

Ofrecimiento Despus de cada hora Amable Jess mo, T me has llamado en esta Hora de tu Pasin a hacerte compaa y yo he venido. Me pareca sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufras y que con las palabras ms elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvacin de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: "Gracia" y "Te bendigo". S, oh Jess, Gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por m y por todos... Gracias y Te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jess mo, quiero besarte con un "Gracias" y un "Te bendigo". AH Jess, haz que todo mi ser te enve un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre m y sobre todos el flujo continuo de tus bendiciones y de tus gracias... Ah Jess, estrchame a tu Corazn y con tus manos santsimas sllame todas las partculas de mi ser con un "Te bendigo" tuyo, para hacer que no pueda salir de m otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. Dulce Amor mo, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en tu Corazn. Temo salir de El, pero T me mantendrs en El, no es cierto? Nuestros latidos se tocarn sin cesar, de manera que me dars vida, amor y estrecha e inseparable unin Contigo. Ah, te ruego, dulce Jess mo, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que tus latidos se sientan ms fuertemente en los mos, que tus manos me estrechen ms fuertemente a tu Corazn, que tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintindote, me deje atraer a la mayor unin contigo. Oh Jess mo, mantnte en guardia para que no me aleje de TI. Ah bsame, abrzame, bendceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer...

Jess se despide de su Santsima Madre De las 5 a las 6 de la tarde PRIMERA HORA Oh Mam Celestial, ya se acerca la hora de la separacin y yo vengo a ti. Oh Madre, dame tu amor y tus reparaciones, dame tu dolor, pues junto contigo quiero seguir paso a paso al adorado Jess. Y he aqu que Jess viene y T con el alma rebosante de amor corres a su encuentro, pero al verlo tan plido y triste, el corazn se te oprime por el dolor, las fuerzas te abandonan y ests a punto de desmayarte a sus pies. Oh dulce Mam sabes para qu ha venido a ti el adorable Jess? Ah, ha venido para decirte su ltimo Adis, para decirte una ltima palabra y para recibir tu ltimo abrazo... Oh Mam, me estrecho a ti con toda la ternura de que es capaz ste mi pobre corazn, para que estrechada y unida a ti pueda yo tambin recibir los abrazos del adorado Jess. Me desdeas acaso T? No es ms bien un consuelo para tu corazn tener un alma a tu lado y que comparta contigo las penas, los afectos y las reparaciones? Oh Jess, en esta Hora tan desgarradora para tu ternsimo corazn qu leccin nos das, leccin de filial y amorosa obediencia para con tu Madre. Qu dulce armona la que hay entre Mara y T! Qu suave encanto de amor que sube hasta el Trono del Eterno y se extiende para salvar a todas las criaturas de la tierra! Oh Celestial Madre ma, sabes lo que quiere de ti el adorado Jess? No quiere otra cosa sino tu ltima bendicin. Es verdad que de todas las partculas de tu ser no salen sino bendiciones y alabanzas al Creador, pero Jess al despedirse de ti quiere or esas dulces palabras: "Te bendigo, oh Hijo". Y este Te Bendigo apaga en sus odos todas las blasfemias y desciende dulce y suave a su corazn. Y como para poner una defensa ente todas las ofensas de las criaturas, Jess quiere de ti tus palabras" Te Bendigo...". Y yo me uno a ti, oh dulce Mam, y en las alas de los vientos quiero recorrer el Cielo para pedir al Padre, Al Espritu Santo y a los ngeles todos un "Te Bendigo" para Jess, a fin de que, yendo a El, le pueda llevar sus bendiciones. Y aqu en la Tierra quiero ir a todas las criaturas y obtener de cada boca, de cada latido, de cada paso, de cada respiro, de cada mirada, de cada pensamiento, bendiciones y alabanzas a Jess, y si ninguna me las quiere dar, yo quiero darlas por ellas. Oh dulce Mam, despus de haber recorrido y girado por todo para pedir a la Sacrosanta Trinidad, a los ngeles, a todas las criaturas, a la luz del sol, al perfume de las flores, a las olas del mar, a cada soplo de viento, a cada llama de fuego, a cada hoja que se mueve, al centellar de las estrellas, a cada movimiento de la naturaleza, un "Te Bendigo" vengo a ti y uno mis bendiciones a las tuyas. Dulce Mam, veo que recibes consuelo y alivio y ofreces a Jess todas mis bendiciones en reparacin por todas las blasfemias y maldiciones que recibe de las criaturas. Pero mientras te ofrezco todo, oigo tu voz temblorosa que dice: "Hijo, bendceme tambin T". Y yo te digo, oh dulce Jess mo, bendceme a m tambin al bendecir a tu Madre. Bendice mis pensamientos, mi corazn, mis manos, mis pasos y todas mis obras, y bendiciendo a tu Madre bendice a todas las criaturas.

Oh Madre ma, al ver el rostro del dolorido de Jess, plido, acongojado y triste, se despierta en ti el pensamiento de los dolores que dentro de poco habr de sufrir... Prevs su rostro cubierto de salivazos y lo bendices; su cabeza traspasada por las espinas, sus ojos vendados, su cuerpo destrozado por los flagelos, sus manos y sus pies atravesados por los clavos, y adonde quiera que El est a pinto de ir T lo sigues con tus bendiciones... Y junto contigo yo tambin lo sigo. Cuando Jess ser golpeado por los flagelos, traspasado por los clavos, golpeado, coronado de espinas, en todo encontrar junto con tu "Te Bendigo", el mo. Oh Jess, oh Madre, os compadezco. Inmenso es vuestro dolor en estos ltimos momentos, tan inmenso que parece que el corazn del uno arranque el corazn del otro. Oh Madre, arranca mi corazn de la Tierra y talo fuerte a Jess para que estrechado a El pueda tomar parte en tus dolores. Y mientras os estrechis, os abrazis, os dirigs las ltimas miradas y los ltimos besos, estando yo en medio de vuestros dos corazones, pueda yo recibir vuestros ltimos besos y vuestros ltimos abrazos. No veis que no puedo estar sin Vosotros, a pesar de mis miserias y frialdades? Jess, Madre ma, tenedme estrechada a Vosotros, dadme vuestro amor, vuestro Querer, saetead mi pobre corazn, estrechadme entre vuestros brazos, y junto contigo, oh dulce Madre, quiero seguir paso a paso al adorado Jess con la intencin de darle consuelo, alivio, amor y reparacin por todos. Oh Jess, junto con tu Madre te beso el pie izquierdo suplicndote que quieras perdonarme a m y a todas las criaturas por todas las veces que no hemos caminado hacia Dios. Beso tu pie derecho pidindote me perdones a m y a todas las criaturas por todas las veces que no hemos seguido la perfeccin de T queras de nosotras. Beso tu mano izquierda pidindote nos comuniques tu pureza. Beso tu mano derecha pidindote me bendigas todos mis latidos, mis pensamientos, los afectos, para que recibiendo el valor de tu bendicin sean todos santificados. Y bendicindome a m bendice tambin a todas las criaturas y con tu bendicin sella la salvacin de sus almas. Oh Jess, junto con tu Madre te abrazo y besndote el corazn te ruego que pongas en medio de vuestros dos corazones el mo para que se alimente continuamente de vuestros amores, de vuestros dolores, de vuestros mismos afectos y deseos, en suma, de vuestra misma Vida. As sea.

Jess se aleja de su Madre Santsima y se encamina al Cenculo De las 6 a las 7 de la tarde SEGUNDA HORA Jess mo adorable, mientras tomo parte junto contigo en tus dolores y en los de tu afligida Madre, veo que te decides a partir para encaminarte adonde el Querer del Padre te llama. Es tan grande el dolor entre Hijo y Madre, que os hace inseparables, por lo que T te quedas en el corazn de tu Mam y la dulce Mam y Reina se deja en el tuyo, de lo contrario os hubiera sido imposible separaros. Pero despus, bendicindoos mutuamente, T le das tu ltimo beso para darle fuerzas en los amargos dolores que va a sufrir, le dices tu ltimo Adis y partes. Pero la palidez de tu rostro, los labios temblorosos, tu voz sofocada, como si fueras a romper en llanto al decirle Adis... ah, todo esto me dice cunto la amas y lo que sufres al dejarla. Pero para cumplir la Voluntad del Padre, con vuestros corazones fundidos el uno en el otro, a todo os sometis queriendo reparar por aquellos que por no vencer las ternuras de los familiares o amigos o los vnculos y los apegos a las criaturas no se preocupan por cumplir el Querer Santo de Dios y corresponder al estado de santidad al que Dios los llama. Qu dolor te dan estas almas al rechazar de sus corazones al amor que quieres darles y se contentan con el amor de las criaturas... Amable amor mo, mientras reparo contigo permite que me quede con tu Mam para consolarla y sostenerla mientras T te alejas, despus apresurar mis pasos para alcanzarte. Pero con sumo dolor mo veo que mi angustiada Mam tiembla, y es tanto su dolor que mientras trata de decir Adis al Hijo, la voz se le apaga en los labios y no puede articular palabra alguna; se siente desfallecer y en su delirio de amor dice: "Hijo mo, Hijo mo, te bendigo! Qu amarga separacin, ms cruel que cualquier muerte!" Pero el dolor le impide hablar y la enmudece... Desconsolada Reina, deja que te sostenga, que te enjugue las lgrimas, que te compadezca en tu amargo dolor! Madre ma, no te dejar sola. T tmame contigo y ensame, en este momento tan doloroso para Jess y para t, lo que debo hacer, cmo debo defenderlo, cmo debo repararlo y consolarlo, y si debo exponer mi vida para defender la suya... No, no me separar de debajo de tu manto, a una seal tuya volar a Jess y llevar tu amor, tus afectos, y tus besos junto con los mos y los pondr en cada llaga, en cada gota de su sangre, en cada pena e insulto, a fin de que sintiendo en cada pena los besos y el amor de su Mam, sus penas queden endulzadas, y despus volver bajo tu manto trayndote sus besos para endulzar tu corazn traspasado. Madre ma, el corazn me palpita, quiero ir a Jess, y mientras beso tus manos maternas bendceme como has bendecido a Jess y permteme que vaya a El. Dulce Jess mo, el amor me descubre tus pasos y te alcanzo mientras recorres las calles de Jerusaln con tus amados discpulos, te miro y te veo todava plido,, oigo tu voz, dulce, s, pero triste, con una tristeza que rompe el corazn de tus discpulos, que estn turbados. "Es la ltima vez dicesque recorro estas calles por M mismo, maana las recorrer atado y arrastrado entre mil insultos." Y distinguiendo los lugares en los que sers ms insultado y maltratado sigues diciendo: "Mi vida est por terminar ac abajo, como est por ponerse el sol, y maana, a esta hora, ya no existir... Pero como sol resucitar al tercer da." Al or tus

palabras, los Apstoles ms se entristecen y no saben qu responder. Pero T aades: "Animo, no os abatis, Yo no os dejo, siempre estar con vosotros, pero es necesario que Yo muera por el bien de todos." Y as diciendo te conmueves y con voz temblorosa continas instruyndolos. Antes de entrar en el Cenculo miras el sol que ya se pone, as como est por ponerse tu Vida y ofreces tus pasos por aquellos que se encuentran en el ocaso de su vida y das la gracia de que la hagan ponerse en ti y reparas por aquellos que a pesar de los sinsabores y de los desengaos de la vida se obstinan en no rendirse a ti. Despus miras de nuevo a Jerusaln, el centro de tus milagros y de las predilecciones de tu corazn, y que en pago ya te est preparando la Cruz y afilando los clavos para cometer el deicidio, y te estremeces, y se te rompe el corazn y lloras por su destruccin. Y con esto reparas por tantas almas consagradas a ti, almas que con tanto cuidado tratabas de convertir en portentos de tu amor y que ellas, ingratas, no te corresponden y te hacen as padecer mayores amarguras... y yo quiero reparar contigo para endulzar esta herida de tu corazn. Pero veo que te quedas horrorizado ante la vista de Jerusaln y retirando de ella tus miradas entras ya en el Cenculo... Amor mo, estrchame a tu corazn para que haga mas tus amarguras y las ofrezca junto contigo. Y T mira piadoso mi alma y derramando tu amor en ella bendceme.

La Cena Legal De las 7 a las 8 de la noche TERCERA HORA Oh Jess, ya llegas al Cenculo con tus amados discpulos y te pones a la mesa con ellos. Qu dulzura, qu afabilidad muestras en toda tu Persona al abajarte a tomar por ltima vez el alimento material. Aqu todo es amor en ti, y tambin en esto no slo reparas por los pecados de gula sino que nos obtienes tambin la santificacin del alimento; y de igual modo que ste se convierte en fuerza, as nos obtienes la santidad hasta en las cosas ms bajas y ms corrientes. Jess, vida ma, tu mirada dulce y penetrante parece escrutar a todos los Apstoles; y an en ese acto de tomar el alimento, tu corazn queda traspasado viendo a tus amados Apstoles dbiles y vacilantes todava, sobre todo el prfido Judas, que ya ha puesto un pie en el infierno. Y T desde el fondo de tu corazn amargamente dices: "Cul es la utilidad de mi Sangre? He ah un alma, tan beneficiada por M: est perdida!" Y con tus ojos resplandecientes de luz lo miras, como queriendo hacerle comprender el gran mal cometido. Pero tu suprema caridad te hace soportar este dolor y no lo manifiestas ni siquiera a tus amados Apstoles... Y mientras sufres por Judas, tu corazn querra llenarse de alegra viendo a tu izquierda a tu amado discpulo Juan, tanto que, no pudiendo contener ms el amor, atrayndolo dulcemente a ti le haces apoyar su cabeza sobre tu corazn, hacindole probar el Paraso por adelantado. Es en esta hora solemne cuando en los discpulos son representados dos pueblos, el rprobo y el elegido. El rprobo en Judas, que ya siente el infierno en el corazn, y el elegido en Juan, que en ti reposa y goza. Oh dulce Bien mo, tambin yo me pongo a tu lado y junto con tu discpulo amado quiero apoyar mi cabeza cansada sobre tu corazn adorable y rogarte que a m tambin me hagas sentir sobre esta tierra las delicias del Cielo, y as la tierra ya no sea ms tierra para m sino Cielo, raptada por las dulces armonas de tu corazn... Pero estas armonas dulcsimas y divinas siento que se te escapan dolorosos latidos: Son por las almas que se perdern! Haz que tu palpitar corriendo en el suyo les haga sentir los latidos de la vida del Cielo como los siente tu amado discpulo Juan y que atradas por la suavidad y la dulzura de tu amor puedan rendirse todas a ti. Oh Jess, mientras me quedo en tu corazn dame tambin a m el alimento como se lo diste a los Apstoles: El alimento de la Divina Voluntad, el alimento del amor, el alimento de la Palabra divina. Y jams, oh Jess mo, me niegues este alimento que tanto deseas T darme, de modo que forme en m tu misma vida. Dulce Bien mo, mientras me estoy tu lado veo que el alimento que tomas con tus amados discpulos no es sino un cordero. Es el cordero que te representa, y como en este cordero no queda ningn humor vital por la accin del fuego, as T, mstico cordero, que por las criaturas debes consumirte todo por fuerza de amor, ni siquiera una gota de tu sangre conservars para ti, derramndola toda por amor a nosotros. Nada hace T que no represente a lo vivo tu dolorossima Pasin, la que tienes siempre en la mente, en el corazn, en todo, y as me enseas que si yo tuviera tambin siempre en la mente y en el corazn el pensamiento de tu Pasin, jams me negaras el alimento de tu amor.

Cunto te doy las gracias, oh Jess mo! Ningn acto se te pasa en que no me tengas presente y con el que no pretendas hacerme un bien especial, por eso te ruego que tu Pasin est siempre en mi mente, en mi corazn, en mis miradas, en mis pasos, en mis obras, a fin de que a dondequiera que me dirija, dentro y fuera de m te encuentre siempre presente para m, y dame la gracia de que no olvide jams lo que T sufriste y padeciste por m. Esto sea para m como un imn que atrayendo todo mi ser a ti, haga que no pueda nunca jams alejarme de ti.

La Cena Eucarstica De las 8 a las 9 de la noche CUARTA HORA Dulce amor mo, incontentable siempre en tu amor, veo que al terminar la Cena Legal, junto con tus amados discpulos te levantas de la mesa y en unin con ellos elevas el himno de agradecimiento al Padre por haberos dado el alimento, queriendo con esto reparar todas las faltas de gratitud y suplir por el agradecimiento que no tienen las criaturas por tantos medios como nos das para la conservacin de la vida corporal. Por eso T, oh Jess, en todo lo que haces, tocas o ves, tienes siempre en tus labios las palabras: "Gracias te sean dadas, oh Padre!" Tambin yo, oh Jess, unida a ti tomar la palabra de tus mismos labios y dir siempre y en todo: "Gracias, oh Padre, por m y por todos", para continuar yo la reparacin por las faltas de agradecimiento. Mas, oh Jess, tu amor parece no darse tregua, veo que de nuevo haces sentarse a tus amados discpulos, tomas una palangana con agua y cindote una blanca toalla te postras a los pies de los Apstoles en un acto tan humilde que atrae la atencin de todo el Cielo y lo hace quedar esttico. Los mismos Apstoles se quedan casi sin movimiento al verte postrado a sus pies... Pero dime, amor mo qu quieres, qu pretendes con este acto tan humilde? Humildad nunca vista y que jams se ver! "Ah hija ma, quiero todas las almas y postrado a sus pies como un pobre mendigo las pido, las importuno y llorando les tiendo mis insidias de amor para ganarlas! Quiero, postrado a sus pies, con este recipiente de agua mezclada con mis lgrimas lavarlas de cualquier imperfeccin y prepararlas a recibirme en el Sacramento. Me importa tanto este acto que no quiero confiar este oficio a los ngeles, y ni aun a mi querida Mam, sino que Yo mismo quiero purificar hasta las fibras ms ntimas de los Apstoles, para disponerlos a recibir el fruto del Sacramento, y en ellos es mi intencin preparar a todas las almas. Quiero reparar por todas las obras santas, por la administracin de los Sacramentos y en especial por las cosas hechas por los Sacerdotes con espritu de soberbia, vacas de espritu Divino y de desinters. Ah, cuntas obras buenas me llegan ms para deshonrarme que para darme honor! Ms para amargarme que para complacerme! Ms para darme muerte que para darme vida! Estas son las ofensas que ms me entristecen. Ah s, hija ma, hija ma, enumera todas las ofensas ms ntimas que se me hacen y dame reparacin con mis mismas reparaciones y consuela mi corazn amargado." Oh afligido bien mo! Tu vida la hago ma y junto contigo quiero repararte por todas esas ofensas. Quiero entrar en todos esos lugares ms ntimos de tu corazn divino y reparar con tu mismo corazn por las ofensas ms ntimas y secretas que recibes de tus predilectos. Quiero, oh Jess mo, seguirte en todo, y en unin contigo quiero girar por todas las almas que te han de recibir en la Eucarista y entrar en sus corazones. Y junto con tus manos las mas y con esas lgrimas tuyas y con el agua con que lavaste los pies a tus Apstoles lavemos las almas que te han de recibir, purifiquemos sus corazones, incendimoslos, sacudamos de ellos el polvo con que estn manchados, a fin de que, al recibirte, T puedas encontrar en ellas tus complacencias en lugar de tus amarguras.

Pero mientras ests todo atento lavando los pies de los Apstoles, te miro y veo otro dolor que traspasa tu corazn santsimo. Estos Apstoles representan para ti a todos los futuros hijos de la Iglesia. Cada uno de Ellos representa la serie de cada uno de los males que iban a haber en la Iglesia y, por tanto, la serie de cada uno de tus dolores... En uno, las debilidades; en otro, los engaos; en otro, las hipocresas; en otro, el amor desmedido a los intereses... En San Pedro, la falta a los buenos propsitos y todas las ofensas de los Jefes de la Iglesia; en San Juan, las ofensas de tus ms fieles; en Judas, todos los apstatas, con la serie de los graves males causados por ellos... Ah, tu corazn est sofocado por el dolor y por el amor, tanto que no pudiendo sostenerte, te detienes a los pies de cada Apstol, rompes en llanto y ruegas y reparas por cada una de esas ofensas y para todos imploras el remedio oportuno. Jess mo, tambin yo me uno contigo, hago mas tus splicas, tus reparaciones, tus oportunos remedios para cada alma y quiero mezclar mis lgrimas con las tuyas para que nunca ests solo sino que me tengas siempre contigo para dividir tus penas. Pero mientras prosigues lavando los pies de los Apstoles veo que ya ests a los pies de judas. Siento tu respiro afanoso, veo que no slo lloras, sino que sollozas, y mientras lavas esos pies los besas, te los estrechas al corazn y no pudiendo hablar con la voz, porque te ahoga el llanto, lo miras con tus ojos hinchados por las lgrimas y con el corazn le dices: "Hijito mo, ah, te ruego con la voz de mis lgrimas: No te vayas al infierno, dame tu alma, que a tus pies postrado te pido! Dime, qu quieres? Qu pretendes? Todo te dar con tal de que no te pierdas. Ah, evtame este dolor, a M tu Dios!" Y te estrechas de nuevo esos pies a tu corazn... Pero viendo la dureza de Judas, tu corazn se ve en apuros, tu amor te ahoga y ests a punto de desfallecer... Corazn mo y vida ma, permteme que te sostenga entre mis brazos. Me doy cuenta de que ests son tus estratagemas amorosas que usas con cada pecador obstinado... Ah, te ruego, corazn mo, mientras te compadezco y te doy reparacin por las ofensas que recibes de las almas que se obstinan en no quererse convertir, que recorramos juntos la tierra y donde hay pecadores obstinados dmosles tus lgrimas para enternecerlos, tus besos y tus abrazos de amor para encadenarlos a ti, de manera que no te puedan huir, y as te consolar por el dolor de la prdida de Judas. Jess mo, gozo y delicia ma, veo que tu amor corre, que rpidamente corre. Doliente como ests te levantas y casi corres a la mesa, donde est preparado el pan y el vino para la consagracin. Veo que tomas un aspecto todo nuevo y nunca antes visto, tu Divina Persona toma un aspecto tierno, amoroso, afectuoso; tus ojos resplandecen de luz ms que si fueran soles; tu rostro, encendido, resplandece; tus labios, sonrientes, abrasados de amor; y tus manos, creadoras, se ponen en actitud de crear... Te veo, amor mo, todo transformado. Parece como si tu Divinidad se desbordara fuera de tu Humanidad. Ah Jess, este aspecto tuyo, nunca visto, llama la atencin de todos los Apstoles, quienes subyugados por tan dulce encanto no se atreven ni siquiera a respirar. La dulce Mam corre en espritu al pie de la mesa, del altar, a contemplar y a participar en los prodigios de tu amor. Los ngeles descienden del Cielo y entre ellos se preguntan, "qu pasa?..." Son verdaderas locuras, autnticos excesos: Es Dios que crea, no el cielo o la tierra, sino a S mismo... Y dnde? En la vilsima materia de un poco de pan y un poco de vino. Y mientras estn todos en torno a ti, oh amor insaciable, veo que tomas el pan en tus manos... lo ofreces al Padre... y oigo tu dulcsima voz que dice: "Padre Santo, gracias te sean dadas, pues siempre escuchas a tu Hijo. Padre Santo, concurre conmigo. T, un da me enviaste del Cielo a la tierra a encarnarme en el seno de mi Mam para venir a salvar a nuestros hijos. Ahora permteme que me encarne en cada hostia para continuar la salvacin de ellos y para ser vida de cada uno de mis hijos... Mira, oh Padre, pocas horas quedan de mi vida y cmo tendr corazn para dejar solos y hurfanos a mis hijos? Sus enemigos son muchos: las tinieblas, las pasiones, las debilidades a que estn sujetos... Quin los ayudar? Ah, te suplico me quede en cada hostia para ser vida de cada uno, para poner en fuga a sus enemigos y ser para ellos luz, fuerza y ayuda en todo. Pues de lo contrario a dnde irn? Quin los ayudar? Nuestras obras son eternas, mi amor es irresistible, por eso no puedo ni quiero dejar a mis hijos."

El Padre se enternece a la voz tierna y afectuosa del Hijo y desciende del Cielo... y ya est sobre el altar, unido con el Espritu Santo, para concurrir con el Hijo. Y Jess, con voz sonora y conmovedora, pronuncia las palabras de la consagracin, y sin dejarse a S mismo, se crea a S mismo en ese pan y vino... Despus te das en comunin a tus Apstoles, y seguro que nuestra Madre Celestial no se vio privada de recibirte. Ah Jess, los Cielos se postran y todos te envan un acto de adoracin en tu nuevo estado de tan profundo anonadamiento! Y as tu amor queda saciado y satisfecho, no teniendo ya nada ms que hacer. Y yo veo sobre ese altar, en tus manos, todas las hostias consagradas que se perpetuarn hasta el fin de los siglos, y en cada hostia, toda tu dolorosa Pasin desplegada, pues las criaturas, a los excesos de tu amor, te preparan excesos de ingratitud y de enormes delitos. Y yo, corazn de mi corazn, quiero estar siempre contigo en cada sagrario, en todos los copones y en cada hostia consagrada que habr hasta el fin de los tiempos, para darte mis actos de reparacin a medida que recibes las ofensas. Por eso, corazn mo, me pongo ante ti y te beso la frente majestuosa... Pero al besarte siento en mis labios el dolor de las espinas que rodean tu cabeza, porque en esta hostia santa, oh Jess mo, no te limitan las espinas como en la Pasin... pues veo que las criaturas vienen a tu presencia y en vez de ofrecerte el homenaje de sus pensamientos, te envan pensamientos malos, y T bajas de nuevo la cabeza, como en la Pasin, para recibir las espinas de los malos pensamientos que se tienen en tu presencia. Oh amor mo, tambin yo la bajo contigo para compartir tus penas y pongo todos mis pensamientos en tu mente para sacarte esas espinas que tanto te duelen y te entristecen, y quiero que cada pensamiento mo corra en cada uno de los tuyos para formarte un acto de reparacin por cada pensamiento malo de las criaturas y endulzar as tus afligidos pensamientos. Jess, bien mo, beso tus hermosos ojos... Te veo en esta hostia santa, con esos ojos amorosos en espera de todos aquellos que vienen a tu presencia, para mirarlos con tus miradas de amor y para obtener la correspondencia de amor de sus miradas, pero, cuntos vienen a tu presencia y en vez de mirarte y buscarte a ti, miran cosas que las distraen de ti y te privan del gusto del intercambio de miradas entre T y ellas... y T lloras. Por eso, al besarte siento mis labios empapados por tus lgrimas. Ah Jess mo, no llores. Quiero poner mis ojos en los tuyos para compartir estas penas tuyas, llorar contigo y darte reparacin por las miradas fras y distradas, ofrecindote mis miradas y mantenindolas fijas siempre en ti. Jess, amor mo, beso tus santsimos odos... Ah, te veo todo atento, escuchando lo que quieren de ti las criaturas, para consolarlas, pero ellas, por el contrario, hacen llegar a tus odos oraciones mal hechas, llenas de recelos, sin verdadera confianza; oraciones, en su mayor parte, por rutina y sin vida... Y tus odos en esta hostia santa son ms molestados que en la misma Pasin. Oh Jess mo, quiero tomar todas las armonas del Cielo y ponerlas en tus odos para repararte por estas molestias; quiero poner en mis odos en los tuyos, no slo para compartir estas molestias sino para estar siempre atenta a lo que quieres, a lo que sufres y darte inmediatamente mi acto de reparacin y consolarte. Jess, vida ma, beso tu santsimo rostro... Lo veo sangrante, lvido e hinchado. Ah, las criaturas vienen ante esta hostia santa y con sus posturas indecentes, con sus conversaciones malas que tienen ante ti, en vez de darte honor, te dan bofetadas y salivazos, y T, como en la Pasin, con toda paz, con toda paciencia los recibes y lo soportas todo... Oh Jess, quiero poner mi rostro no slo junto al tuyo, para acariciarte y besarte cuando te dan esas bofetadas y limpiarte los salivazos, sino que quiero ponerlo en tu mismo rostro para compartir contigo estas penas; y an ms, quiero hacer de mi ser tantos diminutos pedacitos para ponerlos ante ti como otras tantas estatuas arrodilladas, en continua genuflexin, para repararte por tantos deshonores como te dan ante tu presencia.

Jess mo, beso tu dulcsima boca... Y veo que T, al descender al corazn de las criaturas, el primer sitio donde te apoyas es sobre la lengua y oh, cmo quedas amargado al encontrar muchas lenguas mordaces, impuras, malas... Ah, te sientes como ahogar por esas lenguas... y peor an cuando desciendes a los corazones. Oh Jess, si me fuera posible quisiera encontrarme en la boca de cada criatura para endulzarte por cada ofensa que recibes de ellas. Fatigado bien mo, beso tu santsimo cuello... Pero te veo cansado, agotado y todo ocupado en tu quehacer de amor. Dime qu haces?... Y Jess: "Hija ma, Yo, en esta hostia trabajo desde la maana hasta la noche, formando continuas cadenas de amor, a fin de que al venir las almas a M, encuentren ya preparadas mis cadenas de amor para encadenarlas a mi corazn. Pero, sabes t lo que a cambio ellas me hacen? Muchas toman a mal estas cadenas mas y se liberan de ellas por la fuerza y las rompen, y como estas cadenas estn atadas a mi corazn, Yo me siento torturado y doy en delirio... Y mientras hacen pedazos mis cadenas, haciendo fracasar el trabajo que hago en el Sacramento, buscan las cadenas de las criaturas y de los pecados... y esto aun en mi presencia, sirvindose de M para lograr su intento. Esto me da tanto dolor que me da una fiebre tan violenta que me hace desfallecer y delirar." Cunto te compadezco, oh Jess! Tu amor se ve en un extremo agobio... Ah, te ruego, para consolarte por tu trabajo y para repararte cuando son despedazadas tus cadenas amorosas, que encadenes mi corazn con todas estas cadenas para poder darte por todos mi correspondencia de amor. Jess mo, flechero divino, beso tu pecho... Y es tanto y tan grande el fuego que contiene que, para dar un poco de desahogo a tus llamas, que tan en alto se elevan, T, queriendo descansar un poco en tu trabajo, en el Sacramento quieres entretenerte tambin, y tu entretenimiento es formar flechas, dardos, saetas, para que cuando las almas vengan a ti, T te entretengas con ellas haciendo salir de tu pecho tus flechas para herirlas, y cuando las reciben, forman tu fiesta y T formas tu entretenimiento. Pero muchas, oh Jess, te las rechazan, envindote a su vez, flechas de frialdad, dardos de tibieza y saetas de ingratitud. Y T te quedas tan afligido que lloras porque las criaturas te hacen fracasar en tus entretenimientos de amor. Oh Jess, he aqu mi pecho, dispuesto a recibir no slo las flechas preparadas para m, sino tambin todas las que las dems rechazan... As no volvers ya a fracasar en tus entretenimientos, y por correspondencia quiero darte reparacin por las frialdades, por las tibiezas y por las ingratitudes que recibes. Oh Jess, beso tu mano izquierda... Y quiero reparar por todos los tocamientos ilcitos y no santos hechos en tu presencia y te ruego que con esta mano me tangas siempre estrechada a tu corazn. Oh Jess, beso tu mano derecha... Y quiero repararte por todos los sacrilegios, en particular por las misas celebradas malamente... Cuntas veces, amor mo, te ves forzado a descender del Cielo a las manos del Sacerdote, que en virtud de su potestad te llama, y encuentras esas manos llenas de fango, que chorrean inmundicia, y T, aunque sientes nusea de esas manos, te ves obligado por tu amor a permanecer en ellas! Es ms, en algunos Sacerdotes es peor, en ellos encuentras a los sacerdotes aquellos de tu Pasin, que con sus enormes delitos y sacrilegios renuevan el deicidio... Jess mo, es espantoso pensarlo: otra vez te encuentras, como en la Pasin, en esas manos indignas, como un corderito, aguardando de nuevo tu muerte. Ah Jess, cunto sufres! Cmo quisieras una mano amorosa para librarte de esas manos sanguinarias! Ah, cuando te encuentres en esas manos, te ruego que hagas que me encuentre presente tambin yo para darte mi reparacin! Quiero cubrirte con la pureza de los ngeles y perfumarte con sus virtudes para neutralizar el hedor de esas manos, y darte mi corazn como consuelo y refugio. Y mientras

ests en m, yo te rogar por los Sacerdotes, para que sean dignos ministros tuyos, y as no pongan en peligro tu vida sacramental. Oh Jess, beso tu pie izquierdo... Y quiero repararte por quienes te reciben por rutina y sin las debidas disposiciones. Oh Jess, beso tu pie derecho... Y quiero repararte por aquellos que te reciben para ultrajarte. Cuando eso se atreven a hacer, ah, te ruego que renueves el milagro que hiciste cuando Longinos te atraves el corazn con la lanza, que al fluir de aquella sangre que brot, abrindole los ojos, lo convertiste y lo sanaste; que as al contacto tuyo sacramental, conviertas esas ofensas en amor. Oh Jess, beso tu Corazn, el lugar donde se concentran las ofensas... Y quiero darte mi reparacin de todo y por todos, quiero corresponderte con amor, y en unin contigo, compartir tus penas. Ah, te suplico que si olvido repararte por alguna ofensa, me hagas prisionera en tu Corazn y en tu Voluntad para que nada se me escape... A nuestra dulce Mam suplicar que me haga atenta, y en unin con Ella te repararemos por todo y por todos, juntas te besaremos y hacindonos tu defensa, alejaremos de ti las olas de amarguras que por desgracia recibes de las criaturas. Ah Jess, recuerda que yo tambin soy una pobre encarcelada *, si bien es cierto que tus crceles son mucho ms estrechas, como lo es el breve espacio de una hostia. As pues, encirrame en tu Corazn, y con las cadenas de tu amor no slo aprisiname sino ata a ti uno por uno mis pensamientos, mis afectos, mis deseos. Inmovilzame las manos y los pies, encadenndolos a tu Corazn para no tener otras manos y pies que los tuyos, de manera que, amor mo, mi crcel sea tu Corazn; mis cadenas, el amor; las rejas que me impidan absolutamente salir, tu Voluntad Santsima; y tus llamas de amor sern mi alimento, mi respiracin, mi todo... As que ya no ver otra cosa sino llamas, y no tocar sino fuego, que me dar muerte y vida, como T lo sufres en la hostia, y as te dar mi vida. Y mientras yo quedo prisionera en ti, T quedars libre en m. No ha sido este tu propsito al encarcelarte en la hostia: Ser desencarcelado por las almas que te reciben, recibiendo vida en ellas? As pues, bendceme como seal de tu amor y dame un beso, y yo te abrazar y me quedar en ti. Pero veo, oh dulce Corazn mo, que despus de que has instituido el Santsimo Sacramento y de que has visto la enorme ingratitud y las innumerables ofensas de las criaturas ante tantos excesos de amor tuyos, aunque quedas herido y amargado, sin embargo no te haces para atrs, al contrario, en la inmensidad de tu amor quisieras ahogarlo todo... Te veo, oh Jess, que te das en comunin a tus Apstoles, y que despus agregas que eso que has hecho T, lo deben hacer tambin ellos, dndoles as el poder de consagrar. De esta manera los ordenas Sacerdotes e instituyes este otro Sacramento. Y as lo reparas todo: las predicaciones mal hechas, los Sacramentos administrados y recibidos sin disposiciones y que quedan, por lo tanto, sin sus efectos buenos; las vocaciones equivocadas de algunos Sacerdotes, tanto por parte de ellos como por parte de quienes los ordenan, no usando todos los medios para conocer las verdaderas vocaciones... Ah Jess, nada se te olvida... Y yo quiero seguirte y repararte por todas estas faltas y ofensas. Y despus de que has dispuesto y hecho todo esto, en compaa de tus Apstoles te encaminas al Huerto de Getseman para continuar tu dolorosa Pasin. Y yo en todo te seguir para hacerte fiel compaa...

Primera hora de agona en el Huerto de Getseman De las 9 a las 10 de la noche QUINTA HORA Afligido Jess mo, como por una corriente elctrica me siento atrada a este huerto... Ah, comprendo que T me llamas, y como por un potente imn siento atrado mi herido corazn, y yo corro pensando para m: "Qu cosa es esta atraccin de amor que siento en m? Ah, es mi perseguido Jess que se encuentra en tal estado de amargura que siente necesidad de mi compaa." Y yo corro, vuelo, pero qu?, me siento sobrecogida al entrar en este Huerto... es la obscuridad de la noche, la intensidad del fro, el moverse lento de las hojas que como voces lastimeras presagian penas, tristezas y muerte para mi dolorido Jess. El dulce centellar de las estrellas, que como ojos llorosos estn mirando atentas, y haciendo eco a las lgrimas de Jess me reprochan mis ingratitudes. Yo tiemblo, y en la obscuridad lo voy buscando y lo llamo: "Jess, dnde ests? Me llamas y no te dejas ver? Me llamas y te escondes?" Todo es terror, todo es espanto y silencio profundo... Pongo toda mi atencin en mis odos y percibo su respirar afanoso... y es precisamente a Jess a quien encuentro. Pero qu cambio funesto ha habido! Ya no es el dulce Jess de la Cena Eucarstica, cuyo rostro resplandeca con una hermosura arrebatadora y deslumbrante, sino que ahora est triste, con una tristeza mortal que eclipsa su belleza... Ya est en agona, y yo me siento turbada al pensar que no escuchar ms su voz, pues parece que muere, y por eso me abrazo a sus pies, y hacindome ms atrevida me acerco a sus brazos, le pongo la mano en la frente para sostenerlo y en voz baja lo llamo: "Jess, Jess". Y entonces El respondiendo a mi voz, me mira y me dice: "Hija, ests aqu? Te estaba esperando, pues el completo abandono de todos es la tristeza que ms me oprime. Y te esperaba a ti para hacerte espectadora de mis penas y para hacerte beber conmigo el cliz de las amarguras que mi Padre Celestial me enviar dentro de poco por medio de un ngel. Lo beberemos juntos, no ser un cliz de consuelo sino de intensa amargura, y siento la necesidad de que las almas que me aman beban alguna gota al menos... Por eso te he llamado, para que t lo aceptes y compartas conmigo mis penas y me asegures que no me vas a dejar solo en tanto abandono." Ah s, angustiado Jess mo, bebamos juntos el cliz de tus amarguras, suframos juntos tus penas, yo no me separar jams de estar a tu lado. Entonces mi afligido Jess, despus de habrselo asegurado, entra en agona mortal y sufre penas jams vistas ni escuchadas. Y yo, no pudiendo resistir y queriendo compadecerlo y aliviarlo, le digo: Dime, por qu ests tan triste, tan afligido y solo en este Huerto y en esta noche? Es la ltima noche de tu vida en la tierra, pocos momentos te quedan para comenzar tu Pasin... Yo pensaba encontrar al menos a la Celestial Mam, a la amante Magdalena, a tus fieles Apstoles, pero por el contrario, solo, solo te encuentro, abrumado por una tristeza que te da muerte despiadada, pero sin hacerte morir. Oh Bien mo y todo mo, no me respondes?, hblame. Pero parece que te falta la palabra, tan grande es la tristeza que te oprime... Oh Jess mo, esa mirada tuya, llena de luz, s, peor afligida e inquieta, que parece que busca ayuda... Ese tu rostro tan plido, esos tus labios tan abrasados por el amor, esa tu Divina Persona que tiembla toda de pies a cabeza, ese tu corazn que te palpita tan fuerte y esos latidos tuyos que buscan almas y que te dan tal afn que parece que de un momento a otro vayas a expirar... me dicen que T ests solo y que quieres mi compaa... Y aqu me tienes, Jess toda para ti y contigo! Pero mi corazn no resiste al verte tirado por tierra; entre mis brazos te tomo y te estrecho a mi corazn; quiero contar uno a

uno tus afanes, una por una las ofensas que se te presentan ante tu mente, para darte por todo, alivio, por todo, reparacin, y por todo darte mi compasin por lo menos. Pero oh Jess mo, mientras te tengo entre mis brazos tus sufrimientos aumentan; siento correr en tus venas un fuego, siento que la sangre te hierve y te quiere romper las venas para salir fuera. Dime, Amor mo, qu tienes? No veo azotes ni espinas ni clavos ni Cruz, y sin embargo, apoyando mi cabeza sobre tu corazn siento que crueles espinas te traspasan la cabeza, qu flagelos tan despiadados son esos que no te dejan a salvo ninguna partcula, ni dentro ni fuera de tu Divina Persona y que hacen que tus manos estn contradas y desfiguradas ms que si fuera por clavos? Dime, dulce Bien mo, quin es el que tanto poder tiene, hasta en tu interior, para atormentarte tanto y hacerte sufrir tantas muertes por cuantos tormentos te da? Y parece que Jess bendito abriendo sus labios exnimes y moribundos me dice: "Hija ma, quieres saber quin es el que me atormenta ms que los mismos verdugos, es ms, que ellos sern nada en comparacin con l? Es el amor eterno!, que queriendo tener la supremaca en todo, me est haciendo sufrir todo junto y hasta en lo ms ntimo, lo que los verdugos me harn sufrir poco a poco. Ah hija ma! Es el amor que prevalece por entero sobre M y en M. El amor es para M clavo, el amor es para M flagelo, el amor es para M corona de espinas, el amor es para M todo, el amor es para M mi Pasin perenne, mientras que la Pasin que los hombres me darn es temporal... Ah hija ma, entra en mi corazn y vente a perder en mi Amor y slo en mi Amor comprenders cunto he sufrido y cunto te he amado, y aprenders a amarme y a sufrir slo por amor". Oh Jess mo, ya que T me llamas adentro de tu Corazn para hacerme ver lo que el amor te hizo sufrir, yo entro en l, y al entrar encuentro los portentos del amor, que no te corona la cabeza con espinas materiales sino con espinas de fuego, que no te flagela con cuerdas sino con flagelos de fuego, que te crucifica no con clavos de fierro sino de fuego... todo l es fuego que te penetra en tus huesos hasta la mdula, y que destilando en fuego a toda tu Santsima Humanidad te causa penas mortales, evidentemente ms que en la misma Pasin, y prepara un bao de amor para todas las almas que hayan de querer lavarse de cualquier mancha y adquirir el derecho de ser hijas del amor. Oh amor sin fin, yo me siento retroceder ante tal inmensidad de amor, y veo que para poder entrar en el amor y comprenderlo, debo ser toda Amor! Y, oh Jess mo, no lo soy! Pero ya que T quieres mi compaa y quieres que entre en ti, te suplico que me hagas convertirme toda en amor; te suplico que corones mi cabeza y cada uno de mis pensamientos con la corona del amor; te pido, oh Jess, que con el flagelo del amor flageles mi alma, mi cuerpo, mis potencias, mis sentimientos, mis deseos, mis afectos, en suma, todo, y en todo quede flagelada y sellada por el amor. Haz, oh amor interminable, que no haya cosa alguna en m que no tome vida del amor... Oh Jess, centro de todos los amores, te suplico que claves mis manos y mis pies con los clavos del amor para que enteramente clavada por el Amor, en Amor me convierta, el amor entienda, de amor me vista, de amor me alimente, y el amor me tenga toda clavada en ti a fin de que ninguna cosa, ni dentro ni fuera de m, se atreva a desviarme y alejarme del amor, oh Jess."

Segunda hora de agona en el Huerto de Getseman De las 10 a las 11 de la noche SEXTA HORA Oh dulce Jess mo, ya ha transcurrido una hora desde que llegaste a este Huerto. El Amor tom la primaca sobre todo, hacindote sufrir todo junto lo que los verdugos te harn sufrir en el curso de tu amargusima Pasin; ms aun, supli y lleg a hacerte sufrir todo lo que ellos no podrn, y en las partes ms internas de tu Divina Persona. Jess mo, te veo ya vacilante en tus pasos, pero no obstante, quieres caminar. Dime, oh bien mo, a dnde quieres ir? Ah, ya comprendo, a encontrar a tus amados discpulos... y yo tambin quiero acompaarte para sostenerte si T vacilas. Pero, oh Jess mo, otras amarguras encuentra tu corazn: Ellos duermen y T siempre piadoso, los llamas, los despiertas y con paternal amor los amonestas y les recomiendas la vigilancia y la oracin. Vuelves luego al Huerto, pero llevas otra herida en el Corazn, y en esta herida veo, oh amor mo, todas las heridas de las almas consagradas a ti, que, o por tentacin o por estado de nimo o por falta de mortificacin, en ves de estrecharse a ti, de velar y orar, se abandonan a s mismas y, somnolientas, en vez de progresar en el amor y en la unin contigo, retroceden... Cunto te compadezco, oh amante apasionado, y te reparo por todas las ingratitudes de tus ms fieles. Estas son las ofensas que mayormente entristecen a tu corazn adorable y es tal y tan grande su amargura que te hacen delirar. Pero, oh amor mo sin lmites, tu amor que te hierve en las venas vence todo y olvida todo. Te veo postrado por tierra, y oras, te ofreces, reparas y quieres glorificar al Padre en todo, por las ofensas que le hacen las criaturas. Tambin yo, oh Jess mo, me postro contigo y unido a ti quiero hacer lo que haces T... Oh Jess, delicia de mi corazn, veo que la multitud de todos los pecados, nuestras miserias, nuestras debilidades, los ms enormes delitos, las ms negras ingratitudes, te vienen al encuentro, se arrojan sobre ti y te aplastan, te hieren, te muerden... Y T, qu haces? La sangre que te hierve en las venas hace frente a todas estas ofensas, rompe las venas y en copiosos arroyos brota fuera, te empapa todo y corre hasta la tierra, dando sangre por ofensas, Vida por muerte... Ah, a qu estado te veo reducido, ests expirando ya! Oh bien mo, dulce vida ma, no te mueras, levanta la cara de esta tierra que has mojado con tu sangre preciossima, ven a mis brazos y haz que yo muera en vez de ti... Pero oigo la voz trmula y moribunda de mi dulce Jess, que dice: "Padre, si es posible, pase de M este cliz, pero hgase no mi voluntad sino la Tuya!" Ya es la segunda vez que oigo esto de mi dulce Jess. Pero que es lo que me quieres hacer comprender con estas palabras: "Padre, si es posible pase de M este cliz?" Oh Jess, se te hacen presentes todas las rebeliones de las criaturas, ves por casi todas rechazado aquel "Hgase tu Voluntad" que deba ser la vida de cada criatura, y stas, en vez de encontrar la vida, encuentran la muerte; y T, queriendo dar la vida a todas y hacer una solemne reparacin al Padre por las rebeliones de las criaturas, por tres veces repites: "Padre, si es posible pase de M este cliz", es decir, "el cliz amargo de que las almas, separndose de nuestra Voluntad, se pierdan"... "Este cliz es para M muy amargo; sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la Tuya." Pero mientras dices esto, es tal y tan grande la amargura, que te reduce al extremo, te hace agonizar y ests a punto de dar el ltimo respiro...

Oh Jess mo, Bien mo, ya que ests en mis brazos, yo tambin quiero unirme contigo, quiero repararte y compadecerte por todas las faltas, por todos los pecados que se cometen contra tu Santsimo Querer, y suplicarte que yo siempre haga todo en tu Santsima Voluntad; que tu Voluntad sea mi respiro, mi aire,; que tu Voluntad sea mi latido, sea mi corazn, mi pensamiento, mi vida y mi muerte... Pero, ah, no te mueras. A dnde podr ir sin ti? A quin me volver, quin me ayudar? Todo acabara para m. Ah, no me dejes, tenme como quieras, como a ti ms te plazca, pero tenme contigo, siempre contigo; que jams suceda que, ni por un instante, me quede separada de ti. Es ms, djame endulzarte, repararte y compadecerte por todos, porque veo que todos los pecados, de todas las especies, pesan sobre ti. Por eso, Amor mo, beso tu santsima cabeza... Pero, qu veo? Todos los malos pensamientos, y T sientes su horror. Cada pensamiento malo es una espina para tu sacratsima cabeza, que te hiere acerbamente; ah, no se podrn comparar con la corona de espinas que te pondrn los judos... Cuntas coronas de espinas te ponen en tu adorable cabeza los malos pensamientos de las criaturas!, tanto que la sangre te brota por todas partes, de la frente, y hasta de entre los cabellos... Jess, te compadezco y quisiera ponerte otras tantas coronas de gloria y para endulzarte te ofrezco todas las inteligencias de los ngeles y tu misma inteligencia para ofrecerte una compasin y una reparacin por todos. Oh Jess, beso tus ojos piadoso... Y en ellos veo todas las malas miradas de las criaturas que hacen correr sobre tu rostro lgrimas de sangre... Te compadezco y quisiera endulzar tu vista ponindote delante todos los gustos que se puedan encontrar en el Cielo y en la tierra. Jess, bien mo, beso tus sacratsimos odos... Pero, qu escucho? En ellos oigo el eco de las horrendas blasfemias, los gritos de venganza y de maledicencia; no hay ni una voz amante y dulce que resuene en tus sacratsimos odos... Oh amor insaciable, te compadezco, y quiero consolarte haciendo resonar en ellos todas las armonas del Cielo, la voz dulcsima de tu querida Mam, los encendidos acentos de la Magdalena y de todas las almas que te aman. Jess, vida ma, un beso ms encendido quiero poner en tu rostro, cuya belleza no tiene par... Ah, este es el rostro ante el cual los ngeles no se atreven a levantar la mirada, y es tal y tanta su hermosura que a ellos los arrebata, pero que las criaturas s se atreven a ensuciarlo con salivazos, a golpearlo con bofetadas y a pisotearlo bajo los pies. Amor mo, qu osada! Quisiera gritar fuertemente para ponerlos en fuga! Te compadezco, y para reparar estos insultos me dirijo a la Trinidad Sacrosanta para pedir el beso del Padre y del Espritu Santo y las inimitables caricias de sus manos creadoras, me dirijo tambin a la Mam Celestial para que me d sus besos, las caricias de sus manos maternas y sus profundas adoraciones, me dirijo tambin a todas las almas consagradas a ti y te lo ofrezco todo para repararte por las ofensas hechas a tu santsimo rostro. Dulce bien mo, beso tu dulcsima boca... Pero la siento amargada por las horribles blasfemias, por las nuseas de la gula y de las embriagueces, por las conversaciones obscenas, por las oraciones mal hechas, por las malas enseanzas y por todo lo malo que hace el hombre con la palabra... Jess, te compadezco y quiero endulzarte la boca, para lo cual te ofrezco todas las alabanzas anglicas y el buen uso de la palabra que hacen tus hijos. Oprimido amor mo, beso tu cuello... Y ya lo veo atado con las sogas y las cadenas de los apegos y los pecados de las criaturas. Te compadezco, y para aliviarte te ofrezco la unin inseparable de las Divinas Personas; y yo, fundindome en esta unin, extiendo a ti mis brazos y formando en torno a tu cuello dulces cadenas de amor quiero alejar de ti las ataduras de los apegos que casi te ahogan, y para endulzarte te estrecho fuerte a mi corazn.

Fortaleza divina, beso tus santsimos hombros... Y los veo lacerados, veo tus carnes arrancadas a pedazos por los escndalos y los malos ejemplos de las criaturas. Te compadezco, y para aliviarte te ofrezco tus santos ejemplos y los ejemplos de la Mam y Reina y los de todos tus santos; y yo, Jess mo, haciendo correr mis besos en cada una de estas llagas quiero encerrar en ellas las almas que por motivo de escndalo han sido arrancadas de tu Corazn, y quiero as sanar las carnes de tu santsima Humanidad. Fatigado Jess mo, beso tu pecho... Y lo veo herido por las frialdades, por las tibiezas, por las faltas de correspondencia y por las ingratitudes de todas las criaturas... Te compadezco, y para endulzarte te ofrezco el recproco amor del Padre y del Espritu Santo, la perfecta correspondencia entre las tres Divinas Personas; y yo, oh Jess mo, sumergindome en tu amor, quiero ser defensa para impedir estas heridas que las criaturas te causan con sus pecados, y tomando tu amor, quiero con l herirlas para que ya no se atrevan a ofenderte nunca ms, y quiero derramarlo en tu pecho para endulzarte y sanarte. Oh Jess mo, beso tus manos creadoras... Y veo todas las malas acciones de las criaturas que como otros tantos clavos traspasan tus manos santsimas, de modo que no quedas T crucificado slo con tres clavos, como sobre la Cruz, sino por tantos clavos por cuantas son las obras malas que hacen las criaturas... Te compadezco, y para endulzarte te ofrezco todas las obras santas, el valor de los mrtires al dar su sangre y su vida por tu amor; y quisiera tambin, Jess mo, ofrecerte todas las buenas obras para quitarte todos los clavos de las obras malas. Jess, beso tus pies santsimos, siempre incansables en la bsqueda de las almas... Y veo que en ellos encierras todos los pasos de las criaturas, pero muchas de ellas sientes que te escapan y t quisieras tomarlas a todas. Por cada uno de sus malos pasos T te sientes traspasado por un clavo, y quieres servirte de todos estos clavos para clavarlas en tu amor... Y tal y tan intenso es el dolor que sientes y el esfuerzo que haces por clavarlas a tu amor que te estremeces todo. Oh Jess, te compadezco, y para consolarte te ofrezco los pasos de todas las almas fieles que exponen su vida por salvar almas. Oh Jess, beso tu Corazn... Y veo que sigues agonizando, no por lo que te harn sufrir los judos, no, sino por el dolor que te causan las ofensas de las criaturas... en estas horas quieres dar el primer lugar al amor, el segundo lugar, a todos los pecados, por los cuales expas, reparas, glorificas al Padre y aplacas a la divina Justicia; y el tercer lugar, a los judos. Y con esto me das a entender que la Pasin que te harn sufrir los judos no ser sino la sombra de la doble Pasin amargusima que te hacen sufrir el amor y el pecado, y por esto es por lo que yo veo concentrado en tu Corazn la lanza del amor, la lanza del pecado, y esperas la tercera lanza, la lanza de los judos... Y tu Corazn sofocado por el amor sufre contracciones violentas, afectos impacientes de amor, deseos que te consumen, latidos de fuego que quisieran dar vida a cada corazn. Y precisamente es aqu, en tu Corazn, donde sientes todo el dolor que te causan las criaturas, las cuales con sus malos deseos, con sus desordenados afectos, con sus latidos profanados, en vez de querer tu amor, buscan otros amores... Jess mo, oh cunto sufres! Te veo desfallecer, sumergido por las olas de nuestras iniquidades; te compadezco y quiero endulzar la amargura de tu Corazn triplemente traspasado, ofrecindote las dulzuras eternas y el amor dulcsimo de la Mam querida. Y ahora, oh Jess, haz que mi pobre corazn tome vida de este Corazn tuyo, para que no viva ms que con tu solo Corazn, y en cada ofensa que recibas, mi corazn se encuentre siempre preparado para ofrecerte un consuelo, un alivio, un acto de amor ininterrumpido...

Tercera hora de agona en el huerto de Getseman De las 11 a las 12 de la noche SEPTIMA HORA Dulce bien mo, mi corazn no resiste... Te miro y veo que sigues agonizando; la sangre como en arroyos te chorrea de todo el cuerpo y con tanta abundancia que no sostenindote de pie, has cado en un lago. Oh amor mo, se me rompe el corazn vindote tan dbil y agotado! Tu rostro adorable y tus manos creadoras se apoyan en la tierra y se llenan de Sangre...; me parece que a los ros de iniquidad que te mandan las criaturas, quieras T dar ros de sangre para hacer que todas las culpas queden en stos ahogadas, y dar as con tu Sangre a cada uno el perdn. Ms, oh Jess mo, reanmate, ya es demasiado lo que sufres; baste ya hasta aqu a tu amor! Y mientras parece que mi amable Jess muere en su propia sangre, el amor le da de nuevo vida. Lo veo moverse penosamente, se pone de pie y as, cubierto de sangre y fango, parece que quiere caminar, pero no teniendo fuerzas, fatigosamente se arrastra... Dulce vida ma, djame que te lleve entre mis brazos... Es que vas, acaso, a tus amados discpulos? Pero cunto es el dolor de tu adorable corazn al encontrarlos nuevamente dormidos! Y T con voz apagada y trmula los llamas: "Hijos mos, no durmis, la hora est prxima. no veis a qu estado me he reducido? Ah, ayudadme, no me abandonis en estas horas extremas." Y casi vacilante ests a punto de caerte a su lado mientras Juan extiende sus brazos para sostenerte. Ests tan irreconocible que de no haber sido por la suavidad y dulzura de tu voz, no te habran reconocido. Despus, recomendndoles que estn despiertos y que oren, vuelves al Huerto, pero con una segunda herida en el Corazn. En esta herida veo, oh bien mo, todas las culpas de aquellas almas que a pesar de las manifestaciones de tus favores en dones, caricias y besos, en las noches de la prueba, olvidndose de tu amor y de tus dones se quedan somnolientas y adormiladas, perdiendo as el espritu de continua oracin y vigilancia. Jess mo, es cierto que despus de haberte visto y despus de haber gustado tus dones, se necesita gran fuerza para quedar privados y resistir; slo un milagro puede hacer que esas almas resistan la prueba. Por eso, mientras te compadezco por esas almas, cuyas negligencias, ligerezas y ofensas son las ms amargas para tu corazn, te ruego que en el momento que llegasen a dar un solo paso que pudiera en lo ms mnimo entristecerte, las rodees de tanta Gracia que las detengas, para que no pierdan el espritu de continua oracin. Dulce Jess mo, mientras vuelves al Huerto parece que ya no puedes ms; levantas al Cielo el rostro cubierto de sangre y de tierra y por tercera vez repites: "Padre, si es posible, pase de M este cliz... ; Padre Santo, aydame, tengo necesidad de consuelo; es verdad que por las culpas que he tomado sobre M soy repugnante, despreciable, el ltimo entre los hombres ante tu Majestad infinita; tu Justicia est airada contra M; pero mrame, oh Padre, pues siempre soy tu Hijo y formo una sola cosa contigo. Ah, socorro, piedad, oh Padre, no me dejes sin consuelo!" A continuacin, oh Bien mo, me parece escuchar que llamas en tu ayuda a la querida Mam: "Dulce Mam, estrchame entre tus brazos como me estrechabas siendo nio; dame aquella leche que tomaba de ti para darme fuerzas y endulzar las amarguras de mi agona; dame tu corazn que es todo mi contento. Madre

ma, Magdalena, Apstoles queridos, vosotros todos los que me amis, ayudadme, confortadme, no me dejis solo en estos momentos extremos, hacedme todos corona a mi alrededor, dadme el consuelo de vuestra compaa y de vuestro amor... Jess, amor mo, quin puede resistir vindote en estos extremos? Qu corazn ser tan duro que no se rompa vindote ahogado en tu sangre? Quin no derramar a torrentes amargas lgrimas al escuchar los dolorosos acentos con que buscas ayuda y consuelo? Jess mo, consulate; veo que ya el Padre te enva un ngel como consuelo y ayuda, para que puedas salir de este estado de agona y puedas entregarte en manos de los judos. Y mientras T ests con el ngel, yo recorrer Cielos y tierra. T me permitirs que tome esta sangre que has derramado para que pueda drsela a todos los hombres como prenda de salvacin para cada uno y llevarte el consuelo de la correspondencia de sus afectos, latidos pensamientos, pasos y obras. Celestial Madre ma, vengo a Ti para que juntas vayamos a todas las almas y les demos la sangre de Jess. Dulce Mam, Jess quiere consuelo, y el mayor consuelo que podemos darle es llevarle almas... Magdalena, acompanos; ngeles todos, venid a ver a qu estado se ha reducido Jess. El quiere consuelo de todos y es tal y tan grande el abatimiento en que se encuentra que no desdea a ninguno. Jess mo, mientras bebes el cliz lleno de intensas amarguras que el Padre te ha enviado, oigo que suspiras ms, que gimes y que deliras, y con voz sofocada dices: "Almas, almas, venid aliviadme, tomad sitio en mi Humanidad! Os quiero, os suspiro! Ah, no seis sordas a mi voz, no hagis vanos mis deseos ardientes, mi sangre, mi amor, mis penas! Venid almas, venid!" Delirante Jess mo, cada uno de tus gemidos y suspiros es una herida para mi corazn, herida que no me da reposo, por lo que hago ma tu sangre, tu Querer, tu celo ardiente, tu amor, y recorriendo Cielos y tierra quiero ir a todas las almas para darles tu sangre como prenda de salvacin y llevrtelas a Ti para calmar tus anhelos, tus delirios y endulzar las amarguras de tu agona, y mientras hago esto, acompame T mismo con tu mirada... Madre ma, vengo a ti porque Jess quiere almas, quiere consuelo; dame, pues, tu mano materna y recorramos juntas todo el mundo en busca de almas... Encerremos en su sangre los afectos, los deseos, los pensamientos y obras, los pasos de todas las criaturas e incendiemos sus almas con las llamas de su Corazn para que se rindan, y as, metidas en su sangre y transformadas en sus llamas las conduciremos en torno a Jess para endulzarle las penas de su amargusima agona. Angel mo de mi guarda, precdenos t y prepranos las almas que han de recibir esta Sangre para que ninguna gota se quede sin su copioso efecto. Madre ma, pronto, pongmonos en camino; veo que Jess nos sigue con su mirada, escucho sus repetidos sollozos que nos incitan a apresurar nuestra tarea. Y he aqu, oh Mam, que ya a los primeros pasos nos encontramos a las puertas de las casas donde yacen los enfermos. Cuntos miembros llagados! Cuntos enfermos, bajo la atrocidad de los dolores prorrumpen en blasfemias e intentan quitarse la vida... Otros se ven abandonados por todos y no tienen quien les d una palabra de consuelo ni los ms necesarios socorros, y por eso ms se lamentan contra Dios y se desesperan. Ay Mam, escucho los sollozos de Jess, pues ve correspondidas con ofensas sus ms delicadas predilecciones de amor, que hacen sufrir a las almas para hacerlas semejantes a El. Ah, dmosles su Sangre para que las provea de las ayudas necesarias y les haga comprender con su luz el bien que hay en el sufrir y la semejanza que adquieren con Jess. Y t, Madre ma, ponte a su lado y como Madre afectuosa toca con

tus manos maternas sus miembros doloridos, alviales sus dolores, tmalas en tus brazos y derrama de tu Corazn torrentes de gracias sobre todas sus penas. Haz compaa a los abandonados, consuela a los afligidos; para quienes carecen de los medios necesarios dispn t las almas generosas que los socorran; a quienes se encuentran bajo la atrocidad de los dolores obtnles consuelo y reposo; para que as, aligerados, puedan con mayor paciencia sobrellevar todo lo que Jess dispone para ellos. Sigamos nuestro recorrido y entremos en la estancia de los moribundos... Madre ma, qu terror! Cuntas almas hay a punto de caer en el infierno! Cuntas, despus de una vida de pecado quieren dar el ltimo dolor a ese Corazn repetidamente traspasado, sellando su ltimo respiro con un ltimo acto de desesperacin! Muchos demonios estn en torno a ellas infundiendo en su corazn terror y espanto de los divinos juicios, dndoles as el ltimo asalto para llevarlas al infierno; desearan avivar las llamas del infierno para envolverlas a ellas y no dar as lugar a la esperanza... Otras, atadas por los apegos de la tierra no saben resignarse a dar el ltimo paso... Ah Mam son los ltimos momentos, tienen mucha necesidad de ayuda, no ves cmo tiemblan, cmo se debaten entre los espasmos de la agona, cmo piden ayuda y piedad? La tierra ya ha desaparecido para ellas. Mam Santa, ponles tu mano materna sobre sus heladas frentes y acoge T sus ltimos respiros. Demos a cada moribundo la Sangre de Jess, la que poniendo en fuga a todos los demonios, disponga a todos a recibir los ltimos Sacramentos y los prepare a una buena y santa muerte. Dmosles el consuelo de la agona de Jess, sus besos, sus lgrimas y sus llagas; rompamos las ataduras que los tienen sujetos; hagamos or a todos las palabras del perdn y pongmosles tal confianza en el corazn que hagamos que se arrojen en los brazos de Jess. Y as El, cuando los juzgue, los encuentre cubiertos con su Sangre y abandonados en sus brazos haga que quieran recibir todo su perdn. Pero continuemos, oh Mam. Tus ojos maternos miren con amor la tierra y se muevan a compasin por tantas pobres criaturas que necesitan esta Sangre... Madre ma, me siento incitada por la mirada indagadora de Jess a correr, porque quiere almas. Siento sus gemidos en el fondo de mi corazn que repiten: "Hija ma, aydame, dame almas..." Mira, Mam, como est llena la tierra de almas que estn a punto de caer en el pecado, y cmo Jess rompe en llanto viendo su Sangre sufrir nuevas profanaciones... Hace falta un milagro que les impida la cada; dmosles pues, la Sangre de Jess para que encuentren en ella la fuerza y la gracia para no caer en el pecado. Un paso ms, Madre ma, y he aqu otras almas ya cadas en culpa, las cuales necesitan una mano que las levante. Jess las ama pero las mira horrorizado porque estn enfangadas, y su agona se hace an ms intensa. Dmosles la Sangre de Jess para que encuentren as esa mano que las levante... Mira, Mam, son almas que tienen necesidad de esta Sangre, almas muertas a la gracia. Oh, qu lamentable es su estado! El Cielo las mira y llora con dolor, la tierra las mira con repugnancia; todos los elementos estn contra ellas y quisieran destruirlas, porque son enemigas del Creador. Oh Mam, la Sangre de Jess contiene la vida: dmosela pues, para que a su contacto estas almas resuciten y resurjan ms hermosas, y hagan as sonrer a todo el Cielo y la tierra. Pero sigamos, oh Mam. Mira, hay almas que llevan la marca de la perdicin, almas que pecan y huyen de Jess, que lo ofenden y desesperan de su perdn... Son los nuevos Judas dispersos por la tierra, que traspasan ese corazn tan amargado. Dmosles la Sangre de Jess para que esta Sangre borre en ellos la marca de la perdicin y les imprima la de la salvacin; para que ponga en sus corazones tanta confianza y amor despus de la culpa que los haga correr a los pies de Jess y estrecharse a esos pies divinos para no separarse jams... Mira, oh Mam, hay almas que corren locamente hacia la perdicin y no hay quien

detenga su carrera. Ah, pongamos esa Sangre ante sus pies para que al tocarla, ante su luz y ante sus voces suplicantes, que quieren salvarlas, puedan retroceder y ponerse en el camino de la salvacin... Continuemos, Mam, nuestro recorrido. Mira, hay almas buenas, almas inocentes en las que Jess encuentra sus complacencias y su descanso de la Creacin, pero las criaturas estn en torno a ellas con tantas insidias y escndalos para arrancar esta inocencia y convertir las complacencias y el descanso de Jess en lgrimas y amarguras, como si no tuvieran ms fin que el de dar continuos dolores a ese Corazn divino... Sellemos y circundemos pues su inocencia con la Sangre de Jess, para que sea como un muro de defensa para que en ellas no entre la culpa; pon en fuga, con su Sangre, a quienes quisieran contaminarlas, y consrvalas puras y sin mancha para que en ellas Jess encuentre su descanso de la Creacin y todas sus complacencias, y por amor de ellas se mueva a piedad de tantas otras pobres criaturas... Madre ma, pongamos estas almas en la Sangre de Jess, atmoslas una y otra vez con el Santo Querer de Dios, llevmoslas a sus brazos y con las dulces cadenas de su amor atmoslas a su Corazn para endulzar las amarguras de su mortal agona... Pero escucha, oh Mam esta sangre grita y quiere todava ms almas... Corramos juntas y vayamos a las regiones de herejes y de infieles... Cunto dolor siente Jess en estas regiones! El, siendo vida de todos, no recibe en correspondencia ni siquiera un pequeo acto de amor y no es conocido por sus mismas criaturas... Ah Mam, dmosles esta Sangre para que les disipe las tinieblas de la ignorancia o de la hereja, para que les haga comprender que tienen un alma, y abra para ellas el Cielo. Despus pongmoslas en torno a El como tantos hijos hurfanos y desterrados que al fin encuentran a su Padre, y as Jess se sentir confortado en su amargusima agona. Pero parece que Jess no est an contento, porque quiere ms almas. En estas regiones de paganos e infieles siente que de sus brazos le son arrancadas las almas de los moribundos para ir a precipitarse en el infierno. Estas almas estn ya a punto de expirar y caer en el abismo, no hay nadie a su lado para salvarlas. El tiempo apremia, los momentos son extremos y se perdern sin duda! No, Mam, esta Sangre no ser derramada intilmente por ellas, por tanto volemos inmediatamente hacia ellas y derramemos sobre su cabeza la Sangre de Jess para que les sirva de Bautismo e infunda en ellas la Fe, la Esperanza y la Caridad... Ponte a su lado, Mam, y suple T todo lo que les falta; ms an, djate ver; en tu rostro resplandece la belleza de Jess, tus modos son en todo iguales a los suyos, y por eso, vindote, podrn conocer con certeza a Jess. Estrchalas despus a tu corazn materno, infndeles la vida de Jess que t posees, diles que siendo T su madre, las quieres para siempre felices contigo en el Cielo, y as, mientras expiran, recbelas en tus brazos y haz que de los tuyos pasen a los de Jess. Y si Jess mostrase, segn los derechos de la Justicia, que no puede recibirlas, recurdale el amor con el que te las confi bajo la Cruz, y reclama tus derechos de Madre, de manera que a tu amor y a tus plegarias El no pueda resistir, y mientras contentar tu Corazn, contentar tambin tus ardientes deseos. Y ahora, oh Mam, tomemos esta Sangre y dmosla a todos: A los afligidos, para que sean consolados; a los pobres, para que sufran su pobreza resignados y agradecidos; a los que son tentados, para que obtengan la victoria; a los incrdulos, para que en ellos triunfe la virtud de la Fe; a los blasfemos, para que cambien sus blasfemias en bendiciones; a los Sacerdotes, para que comprendan su misin y sean dignos ministros de Jess; toca sus labios con esta Sangre para que no digan palabras que no sean de gloria de Dios; toca sus pies para que corran y vuelen en busca de almas y las conduzcan a Jess... Demos esta Sangre a quienes rigen los pueblos, para que estn unidos y tengan mansedumbre y amor hacia sus sbditos.

Volemos ahora hacia el Purgatorio y demos tambin esta Sangre a las almas penantes, pues ellas lloran y suplican esta Sangre para su liberacin... No escuchas, Mam, sus gemidos y sus delirios de amor que las torturan, y cmo continuamente se sienten atradas hacia el Sumo Bien? Ves cmo Jess mismo quiere purificarlas para tenerlas cuanto antes consigo? El las atrae con su amor, y ellas le corresponden con continuos mpetus de amor hacia El, pero al encontrarse en su presencia, no pudiendo an sostener la pureza de la divina mirada, no pueden sino retroceder y caer de nuevo en las llamas de amor purificadoras... Madre ma, descendamos en esta profunda crcel y derramando sobre ellas esta Sangre, llevmosles la Luz, mitiguemos sus delirios de amor, extingamos el fuego que las abrasa, purifiqumoslas de sus manchas, para que as, libres de toda pena, vuelen a los brazos del Sumo Bien; demos esta Sangre a las almas ms abandonadas y olvidadas, para que encuentren en Ella todos los sufragios que las criaturas les niegan; demos a todas, oh Mam esta Sangre, no privemos a ninguna, para que en virtud de Ella todas encuentren alivio y liberacin. Haz de Reina en estas regiones de llantos y de lamentos, extiende tus manos maternas y saca de estas llamas ardientes, una por una a todas las almas, hacindolas emprender a todas el vuelo hacia el Cielo... Y ahora hagamos tambin nosotras un vuelo hacia el Cielo. Pongmonos a las puertas eternas y... permteme, oh Mam, que tambin a ti te d esta Sangre para tu mayor gloria. Esta Sangre te inunde de nueva Luz y de nuevos contentos... y haz que esta Luz descienda en beneficio de todas las criaturas para darles a todas la gracia de la salvacin. Ahora, Madre ma, dame tambin T a m esta Sangre... T sabes cunto la necesito. Con tus mismas manos maternas retoca todo mi ser con esta Sangre y, retocndome, purifcame de mis manchas, cura mis llagas, enriquece mi pobreza, haz que esta Sangre circule por mis venas y me d toda la Vida de Jess, que descienda a mi corazn y me lo transforme en su mismo Corazn, que me embellezca tanto que Jess pueda encontrar todas sus complacencias en m. Ahora s, oh Mam, entremos en las regiones del Cielo y demos esta Sangre a todos los bienaventurados, a todos los ngeles, para que puedan tener mayor gloria, para que prorrumpan en himnos y acciones de gracias a Jess y rueguen por nosotros, viadores, para que en virtud de esta Sangre podamos un da reunirnos con ellos. Y despus de haber dado a todos esta Sangre vayamos de nuevo a Jess. Angeles y santos, venid con nosotras. Ah, El suspira las almas y quiere hacerla entrar todas en su Humanidad para darles a todas los frutos de su Sangre. Pongmoslas, pues, en torno a El y se sentir volver la Vida y recompensar por la amargusima agona que ha sufrido. Y ahora, Mam santa, llamemos a todos los elementos a hacerle compaa a fin de que ellos rindan tambin honor a Jess... Oh luz del sol, ven a disipar las tinieblas de esta noche para dar consuelo a Jess. Oh estrellas, con vuestras centelleantes luces descended del cielo y venid a consolar a Jess. Flores de la tierra, venid con vuestros perfumes; pajarillos de los aires, venid con vuestros trinos; elementos todos de la tierra, venid a confortar a Jess. Ven, oh mar, a refrescar y a lavar a Jess... El es nuestro creador, nuestra vida, nuestro todo; venid todos a confortarlo, a rendirle homenaje como a nuestro soberano Seor... Pero, ay, Jess no busca luz, ni estrellas, ni flores, ni aves... El quiere almas, almas! Helas aqu, dulce bien mo, a todas junto conmigo: A tu lado est nuestra Mam querida... descansa T entre sus brazos; tambin ella tendr consuelo al estrecharte a su regazo, pues ha participado intensamente en tu dolorosa agona... Tambin est aqu Magdalena, est Marta, y estn todas las almas que te aman de todos

los siglos... Oh Jess, acptalas, y a todas di una palabra de amor y de perdn; en tu amor talas a todas para que no vuelva a huirte ningn alma... Pero parece que me dices: "Ah hija, cuntas almas por la fuerza huyen de M y se precipitan en la ruina eterna! Cmo podr, entonces, calmarse mi dolor, si Yo amo tanto a una sola alma cuanto amo a todas las almas juntas?... "

Conclusin de la Agona

Agonizante Jess, parece que est por apagarse tu vida, oigo ya el estertor de tu agona y veo tus hermosos ojos eclipsados por la cercana muerte y tus santsimos miembros abandonados, y siento cada vez ms como que ya no respiras, y siento que el corazn se me rompe por el dolor. Te abrazo y te siento helado; te toco y no das seales de vida... Jess! Ests muerto? Afligida Mam, ngeles del Cielo, venid a llorar a Jess; y no permitis que siga yo viviendo sin EL, porque no puedo. Y me lo estrecho ms fuerte y siento que da otro respiro, y luego que otra vez no da seales de vida... Y lo llamo: "Jess, Jess, vida ma, no te mueras! Ya oigo el ruido de tus enemigos que vienen a prenderte... Quin te defender en el estado en que te encuentras?" Y El, sacudido, parece que resurge de la muerte a la vida. Me mira y me dice: "Hija, ests aqu? Has sido espectadora de mis penas y de tantas muertes como he sufrido? Pues bien, debes saber, oh hija, que en estas tres horas de amargusima agona he reunido en M todas las vidas de las criaturas, y he sufrido todas sus penas y hasta sus mismas muertes, dndoles a cada una mi misma Vida... Mis agonas sostendrn las suyas; mis amarguras y mi muerte se tornarn para ellas en fuente de dulzura y de vida. Cunto me cuestan las almas! Si fuese al menos correspondido! Es por eso que has visto cmo, mientras mora, volva a respirar... Eran las muertes de las criaturas que senta en M." Fatigado Jess mo, ya que has querido encerrar en ti tambin mi vida, y por lo tanto tambin mi muerte, te ruego que por resta amargusima agona tuya, vengas a asistirme en el momento de mi muerte. Yo te he dado mi corazn como refugio y reposo, mis brazos para sostenerte y todo mi ser a tu disposicin y oh, con cunto deseo me entregara en manos de tus enemigos para poder morir yo en lugar tuyo... Ven, oh vida de mi corazn, en aquel momento extremo, a darme lo que te he dado, tu compaa, tu Corazn como lecho y descanso, tus brazos como sostn, tus respiros afanosos para aliviar mis afanes, de modo que al respirar lo har por medio de tu respiracin, que como aire purificador me purificar de toda mancha y me preparar la entrada en la felicidad eterna... Ms an, dulce Jess mo, aplicars a mi alma toda tu Humanidad Santsima, de modo que al mirarme me vers a travs de ti mismo, y vindote a ti mismo en m, no hallars nada de qu juzgarme; luego me baars en tu Sangre, me vestirs con la blanca vestidura de tu Santsima Voluntad, me transfigurars en el sol de tu Amor y dndome el ltimo beso me hars emprender el vuelo de la tierra al Cielo... Y ahora te ruego que hagas esto que quiero para m, a todos los agonizantes; estrchatelos a todos en el abrazo de tu amor y dndoles el beso de la unin slvalos a todos y no permitas que ninguno se pierda. Afligido bien mo, te ofrezco esta hora, en la que he hecho memoria de tu Pasin y de tu muerte, para desarmar la justa ira de Dios por tantos pecados, por la conversin de los pecadores, por la paz de los pueblos, por nuestra santificacin y en sufragio de las almas del Purgatorio.

Pero veo que tus enemigos estn ya cerca y T quieres dejarme para ir a su encuentro. Jess, permteme que te bese en la mejilla, donde Judas osar besarte con su beso infernal. Permteme que te limpie el rostro baado en sangre, sobre el cual van a llover bofetadas y salivazos. Y T, estrechndome fuerte a tu corazn, no dejars que te deje jams, sino que hars que et siga en todo... Bendceme!

La captura de Jess De las 12 de la noche a la 1 de la maana OCTAVA HORA Oh Jess mo, es ya medianoche. Ya oyes que se aproximan los enemigos. Te veo ahora limpindote y enjugndote la sangre y reanimado por los consuelos recibidos. Veo nuevamente a tus Apstoles, a quienes llamas y los amonestas y te los llevas contigo, y sales al encuentro de tus enemigos, queriendo con esto reparar con tu prontitud mi lentitud, mi desgano y mi pereza en obrar y en sufrir por tu amor. Mas, oh Jess mo, qu escena tan estrujante veo: Al primero que encuentras es al prfido Judas, el cual, acercndose a ti y poniendo un brazo a tu hombro te saluda y te besa; y T, Amor entraabilsimo, no desdeas el beso de esos labios infernales; abrazas a Judas y lo estrechas a tu Corazn, queriendo arrancarlo del infierno, dndole muestras de nuevo amor... Jess mo, cmo es posible no amarte? La ternura de tu amor es tanta que debiera arrebatar a cada corazn a amarte, y sin embargo, no te aman. Mas, oh Jess mo, en este beso de Judas T reparas las traiciones, los fingimientos, los engaos bajo aspecto de amistad y de santidad, y sobre todo en los sacerdotes. Tu beso, adems, declara que a ningn pecador, con tal que venga a ti humillado y arrepentido, rehusas perdonarlo. Ternsimo Jess mo, ya que te entregas a merced de tus enemigos, dndoles el poder de hacerte sufrir todo lo que quieran, yo tambin, Jess mo, me entrego a tus manos, para que libremente puedas hacer de m lo que ms te agrade. Y junto contigo quiero seguir tu Voluntad, tus reparaciones y sufrir tus penas. Quiero estar siempre en torno a ti para hacer que no haya ofensa que no te repare, amargura que no endulce, salivazos y bofetadas que recibas que no vayan seguidas por un beso y una caricia ma... En tus cadas estarn siempre dispuestas mis manos ayudarte para levantarte. De manera que, oh Jess, siempre quiero estar contigo, ni un solo minuto quiero dejarte solo; y para estar ms segura, introdceme dentro de ti, y as yo estar en tu mente, en tus miradas, en tu Corazn y en todo tu Ser para hacer que lo que T haces pueda hacerlo tambin yo; as podr hacerte fiel compaa y no pasar por alto ninguna de tus penas, y podr darte por todo mi correspondencia de amor. Dulce Bien mo, a tu lado estar para defenderte, para aprender tus enseanzas y para numerar una por una todas tus palabras... Ah, cmo me descienden dulces en mi corazn las palabras que dirigiste a Judas: "Amigo, a qu has venido?". Me parece que a m tambin me diriges las mismas palabras, no llamndome amiga, sino con el dulce nombre de Hija... "Hija, a qu has venido?" Y yo te respondo: "Jess, a amarte!"... "A qu has venido?" me dices si hago oracin; "A qu has venido?" me repites desde la Hostia Santa, o si trabajo, o si tomo alimento, o si sufro, o si duermo... Qu hermoso reclamo para m y para todas las almas! Pero cuntos, a tu pregunta "A qu has venido?" responden: Vengo a ofenderte!; otros, fingiendo no escucharte se entregan a toda clase de pecados, y a tu pregunta "A qu has venido?" responden con irse al infierno... Cunto te compadezco, oh Jess! Quisiera tomar esas mismas sogas con que van a atarte tus enemigos, para atar a estas almas y evitarte este dolor. Y de nuevo oigo tu voz ternsima que ahora dice, mientras sales al encuentro de tus enemigos: "A quin buscis?" Y ellos responden: "A Jess Nazareno". Y T les dices: "YO SOY". Y con estas solas palabras dices todo y te das a conocer por lo que eres, tanto que tus enemigos tiemblan y caen por tierra como muertos... Y T, amor sin par, diciendo de nuevo "YO SOY", los vuelves a llamar a la vida, y por ti mismo te entregas en

manos de tus enemigos. Y ellos, prfidos e ingratos, en vez de quedar humildemente postrados a tus pies y pedirte perdn, abusando de tu bondad y despreciando gracias y prodigios te ponen las manos encima y con sogas y cadenas te atan, te inmovilizan, te hacen caer por tierra, te pisotean bajo sus pies, te arrancan los cabellos, y T con paciencia inaudita callas, sufres y reparas las ofensas de los que, a pesar de los milagros, no se rinden, sino que adems cada vez ms se obstinan... Con tus sogas y cadenas suplicas que sean rotas las cadenas de nuestras culpas, y nos atas con las dulces cadenas de tu amor. Y a San Pedro, que quiere defenderte, y llega hasta a cortar una oreja a Malco, lo corriges amorosamente, y quieres reparar con esto las obras buenas que no son hechas con santa prudencia, y que por excesivo celo caen en la culpa. Pacientsimo Jess mo, estas cuerdas y cadenas perecen aadir algo de ms hermoso a tu persona. Tu frente se hace ms majestuosa, tanto que atrae la atencin de tus mismos enemigos; tus ojos resplandecen con ms luz; tu rostro divino manifiesta una suprema paz y dulzura, capaz de enamorar a tus mismos verdugos; con tus modos suaves y penetrantes los haces temblar, tanto que si se atreven a ofenderte es porque T mismo as lo consientes... Oh Amor encadenado y atado. Es que vas a permitir que estando T atado por m, para probar ms que me amas, yo, que soy tu pequea hija, est sin cadenas? No, no! Con tus manos santsimas tame con tus mismas sogas y cadenas. Te ruego que ates, mientras beso tu frente divina, todos mis pensamientos, mis ojos, mis odos, mi lengua, mi corazn, mis afectos y todo mi ser, y que ates juntamente a todas las criaturas, para que sintiendo las dulzuras de tus amorosas cadenas, no se atrevan a ofenderte ms. Ah, dulce Bien mo, ya es la una de la madrugada y la mente est cargada de sueo; voy a hacer lo ms que pueda por mantenerme despierta, pero si el sueo me sorprende, me quedo en ti para seguir lo que haces T; es ms, T mismo lo hars por m. En ti, Jess mo, dejo mis pensamientos para defenderte de tus enemigos, mi respiracin para hacerte compaa, mis latidos para que te digan siempre que te amo y para darte el amor que no te dan los dems, y las gotas de mi sangre para repararte y para restituirte los honores y la estima que te quitarn con los insultos, salivazos y bofetadas. Jess mo, bendceme; y si T quieres que duerma, hazme dormir en tu adorable Corazn, para que por tus latidos, acelerados por el amor o por el dolor, pueda ser yo despertada frecuentemente y as no quede interrumpida nunca nuestra compaa

Jess, atado, es hecho caer en el torrente Cedrn De la 1 a las 2 de la maana NOVENA HORA Amado bien mo, mi pobre mente te sigue entre la vigilia y el sueo. Cmo puedo abandonarme del todo al sueo si veo que todos te dejan y huyen de ti? Los mismos Apstoles, el ferviente Pedro, que hace poco dijo que quera dar su vida por ti..., el discpulo predilecto que con tanto amor has hecho reposar sobre tu Corazn, ah, todos te abandonan y te dejan a merced de tus crueles enemigos... Jess mo, ests solo, y tus pursimos ojos miran a tu alrededor para ver si alguno de aquellos a quienes has hecho tanto bien, te sigue para testimoniarte su amor y para defenderte... Y al descubrir que ninguno, ninguno ha quedado fiel, el corazn se te oprime y rompes en amargo llanto, pues sientes an ms el dolor por el abandono de tus ms fieles amigos que por lo que estn hacindote tus mismos enemigos. No llores, Jess mo, o haz que yo llore contigo... Y mi amable Jess parece que me dice: "Ah hija ma, lloremos juntos la suerte de tantas almas consagradas a M y que por pequeas pruebas o por incidentes de la vida no se ocupan de M y me dejan solo. Lloremos juntos por tantas otras almas tmidas y cobardes que por falta de valor y de confianza me abandonan; por tantos Sacerdotes que al no hallar su propio gusto en las cosas santas, en la administracin de los Sacramentos, no se ocupan de M...; por otros que predican, que celebran la Santa Misa o que confiesan por amor al inters y a su propia gloria, y mientras parece que estn a mi alrededor, siempre me dejan solo... Ah hija ma. Qu duro es para M este abandono! No slo me lloran los ojos sino que me sangra el Corazn. Ah, te ruego que mitigues mi acerbo dolor prometindome que no me dejars nunca ms solo." S, oh mi Jess, te lo prometo, ayudada por tu gracia y en la firmeza de tu Voluntad Divina! Pero mientras lloras por el abandono de los tuyos, tus enemigos no olvidan ningn ultraje que puedan hacerte. Oprimido y atado como ests, oh Bien mo, tanto que no puedes por ti mismo dar un paso, te pisotean, te arrastran por esas calles llenas de piedras y de espinas; no hay movimiento que te hagan hacer en el que no te hagan tropezar en las piedras y herirte con las espinas... Ah Jess mo, veo que mientras te maltratan, vas dejando tras de ti tu Sangre preciosa y los rubios cabellos que te arrancan de la cabeza... Vida ma y todo mo, permteme que los recoja, a fin de poder atar todos los pasos de las criaturas, que ni aun de noche dejan de herirte; al contrario, se aprovechan de la noche para herirte an ms, unos con sus encuentros, otros con placeres, con teatros y diversiones, otros se sirven de la noche hasta para llevar a cabo robos sacrlegos... Jess mo, me uno a ti para reparar por todas estas ofensas que se hacen en la noche... Mas, oh Jess, ya estamos en el torrente Cedrn, y los prfidos judos te empujan a l, y al empujarte te hacen que te golpee contra las piedras que hay ah, y con tanta fuerza que de tu boca derramas tu preciossima Sangre, con la cual dejas selladas aquellas piedras... Despus, tirando de ti, te arrastran bajo aquellas aguas negras, las que te entran por los odos, en la nariz y en la boca... Oh amor incomparable, quedas todo baado y como cubierto por un manto por aquellas aguas negras, nauseantes y fras. Y en ese

estado representas a lo vivo el estado deplorable de la criaturas cuando cometen el pecado. Oh, cmo quedan cubiertas por dentro y por fuera con un manto de inmundicia que da asco al Cielo y a cualquiera que pudiese verlas, de modo que atraen sobre ellas los rayos de la Divina Justicia! Oh vida de mi vida, puede haber amor ms grande? Para despojarnos de este manto de inmundicia permites que tus enemigos te hagan caer en ese torrente, y para reparar por los sacrilegios y las frialdades de las almas que te reciben sacrlegamente y que te obligan a que entres en sus corazones, peores que el torrente, y que sientas toda la nusea de sus almas, permites que esas aguas penetren hasta en tus entraas, tanto que tus enemigos, temiendo que te ahogues, y queriendo reservarte para mayores tormentos, te sacan fuera... pero causas tanta repugnancia que ellos mismos sienten asco de tocarte. Manssimo Jess mo, ya ests fuera del torrente, y mi corazn no resiste al verte tan empapado por esta agua repugnantes. Veo que por el fro tiemblas de pies a cabeza; miras a tu alrededor buscando con los ojos, lo que no haces con la voz, uno al menos que te seque, que te limpie y te caliente..., pero en vano; no hay nadie que se mueva a compasin por ti; los tuyos te han abandonado, y la dulce Mam est lejos porque as lo dispone el Padre... Pero aqu me tienes, Jess, ven a mis brazos. Quiero llorar hasta formarte un bao para limpiarte y lavarte, y con mis manos reordenarte los desordenados cabellos... Amor mo, quiero encerrarte en mi corazn para calentarte con el calor de mis afectos; quiero perfumarte con mis deseos insistentes; quiero reparar estas ofensas y empear mi vida junto con la tuya para salvar a todas las almas; quiero ofrecerte mi corazn como lugar de reposo, para poderte reconfortar en alguna forma por las penas que has sufrido hasta aqu... Despus continuaremos de nuevo el camino de tu Pasin.

Jess es presentado a Ans De las 2 a las 3 de la maana DECIMA HORA Jess sea siempre conmigo. Mam dulcsima, sigamos juntas a Jess. Jess mo, centinela divino. T, que en el corazn me velas, y no queriendo continuar solo, sin m, me despiertas y me haces hallar contigo en casa de Ans... Ya te encuentras en ese momento en que Ans te interroga sobre tu doctrina y sobre tus discpulos; y T, oh Jess, para defender la gloria del Padre, abres tu sacratsima boca y con voz sonora y llena de dignidad respondes: "Yo he hablado en pblico, y todos los que aqu ests me han escuchado." A estas dignas palabras tuyas, todos se sienten temblar; pero es tanta la perfidia, que un siervo, queriendo honrar a Ans, se acerca a ti y con guante de hierro te da una bofetada, tan fuerte que te hace tambalear, mientras se hace lvido tu rostro santsimo. Ahora comprendo, dulce Vida ma, porque me has despertado. Tenas razn: Quin haba de sostenerte en este momento en que ests por caer? Tus enemigos rompen en risotadas satnicas, en silbidos y en palmadas, aplaudiendo un acto tan injusto, mientras que T, tambalendote, no tienes en quien apoyarte. Jess mo, te abrazo; ms an, quiero hacerte un apoyo con mi ser; te ofrezco mi mejilla con nimo y preparada a soportar cualquier pena por tu amor. Te compadezco por este ultraje, y unida a ti te reparo por las timideces de tantas almas que fcilmente se desaniman, por aquellos que por temor no dicen la verdad, por las faltas de respeto debido a los Sacerdotes y por las murmuraciones. Pero veo, afligido Jess mo, que Ans te enva a Caifs. Tus enemigos te precipitan por la escalinata; y t, Amor mo, en esta dolorosa cada reparas por aquellos que de noche caen en la culpa, aprovechando la obscuridad; y llamas a los herejes y a los infieles a la luz de la fe. Tambin yo quiero seguirte en esas reparaciones, y mientras llegas ante Caifs te envo mis suspiros para defenderte de tus enemigos. Y t, sigue hacindome de centinela mientras duermo y despirtame cuando tengas necesidad. As pues, dame un beso y bendceme, y yo beso tu corazn y en l contino mi sueo.

Jess en casa de Caifs De las 3 a las 4 de la maana UNDECIMA HORA Afligido y abandonado Bien mo, mientras mi dbil naturaleza duerme en tu dolorido corazn divino, yo, entre la vigilia y el sueo siento los golpes que te dan, y despertndome te digo: Pobre Jess mo... abandonado por todos, sin nadie que te defienda! Pero desde dentro de tu Corazn yo te ofrezco mi vida para servirte de apoyo en el momento en que te hacen tropezar...; y me adormezco de nuevo. Pero otra sacudida de amor de tu Corazn divino me despierta, y me siento ensordecer por los insultos que te hacen, por las voces, por los gritos, por el correr de la gente... Amor mo, cmo es qu estn todos contra ti? Qu has hecho que como tantos lobos feroces te quieren despedazar? Siento que la sangre se me hiela al or los preparativos de tus enemigos; tiemblo y estoy triste pensando qu podr hacer para defenderte. Pero mi afligido Jess tenindome en su corazn, me estrecha ms fuerte y me dice: "Hija ma, no he hecho nada de mal... Oh, el delito del amor contiene todos los sacrificios, el amor de precio ilimitado... An estamos al principio; mantnte en mi Corazn, observa todo, mame, calla y aprende. Haz que tu sangre helada corra en mis venas para dar descanso a mi Sangre, que es toda llamas. Haz que tu temblor est en mis miembros para que fundida t conmigo, puedas estar firme y calentarte, para que sientas parte de mis penas y al mismo tiempo adquieras fuerza al verme tanto sufrir. Esta ser a ms hermosa defensa que me hagas; sme fiel y atenta. Dulce Amor mo, el escndalo de tus enemigos es tal y tan grande que no me permite dormir ms; los golpes se hacen cada vez ms violentos... Oigo el rumor de las cadenas con las que te han atado tan fuertemente que te hacen sangrar por las muecas, y vas dejando las huellas de tu Sangre en aquellas calles. Recuerda que mi sangre est en la tuya, y al derramarla, mi sangre te la besa, la adora y la repara; y mientras te arrastran y el ambiente ensordece por los gritos y los silbidos, haz que mi sangre sea luz para aquellos que de noche te ofenden, y un imn que atraiga a todos los corazones en torno a ti, amor mo y todo mo. Ya llegas ante Caifs, y te muestras todo mansedumbre, modestia, humildad... Tu dulzura y tu paciencia es tanta como para aterrorizar a tus mismos enemigos, y Caifs, todo una furia, quisiera devorarte... Ah, que bien se distingue a la inocencia y al pecado! Amor mo, T ests ante Caifs como el ms culpable, como quien va a ser condenado. Caifs pregunta a los testigos cules son tus delitos. AH, mejor hubiera hecho preguntando cul es tu amor! Y hay quien te acusa de una cosa y quien, de otra, diciendo necedades y contradicindose entre ellos; y mientras ellos te acusan, los esbirros que estn junto a ti te tiran de los cabellos, descargan sobre tu rostro santsimo horribles bofetadas que resuenan en toda la sala, te tuercen los labios, te golpean..., y T callas, sufres y, si los miras, la luz de tus ojos desciende a sus corazones, y ellos no pudiendo sostener tu mirada se alejan de ti, pero otros intervienen para hacerte sufrir ms... Pero entre tantas acusaciones y ultrajes veo que aguzas el odo y que el corazn te late con mayor violencia, como si fuese a estallar por el dolor... Dime, afligido Bien mo, qu sucede ahora? Porque veo que todo eso que te estn haciendo tus enemigos, es tan grande tu amor que con ansia lo esperas y lo ofreces por nuestra salvacin; y tu corazn repara con toda calma las calumnias, los odios, los falsos testimonios, el mal que se hace a los inocentes con premeditacin, y reparas por aquellos que te ofenden por instigacin de sus jefes, y

por las ofensas de los eclesisticos... Pero ahora, mientras en unin contigo sigo tus mismas reparaciones, siento en ti un cambio, un nuevo dolor no sentido nunca hasta ahora. Dime, dime, qu pasa? Hazme partcipe en todo, oh Jess. "Hija, quieres saberlo? Oigo hasta aqu la voz de Pedro que dice no conocerme, y ha jurado y ha perjurado por tercera vez, que no me conoce... Oh Pedro! Cmo No me conoces? No recuerdas con cuntos bienes te he colmado? Oh, si los dems me hacen morir de penas, t me haces morir de dolor! Oh, cunto mal has hecho al seguirme desde lejos y exponindote despus a la ocasin!" Negado Bien mo, cmo se conocen inmediatamente las ofensas de los tuyos ms queridos. Oh Jess, quiero hacer correr mis latidos en los tuyos para mitigar el dolor atroz que sufres, y mi palpitar en el tuyo te jura fidelidad y amor; y yo con l, mil y mil veces repito y juro que te conozco... Pero tu amor no se calma todava y tratas de mirar a Pedro. A tus miradas amorosas, llenas de lgrimas por su negacin, Pedro se enternece, llora y se retira de all; y T, habindolo puesto a salvo te calmas y reparas las ofensas de los Papas y de los jefes de la Iglesia, sobre todo de aquellos que se exponen a las ocasiones. Pero tus enemigos continan acusndote, y viendo Caifs que nada respondes a sus acusaciones, te dice: "Te conjuro por el Dios vivo: Dime, eres t verdaderamente el Hijo de Dios?" Y t, Amor mo, teniendo siempre en tus labios palabras de verdad, con una actitud de majestad suprema y con voz sonora y suave, ante lo cual quedan todos asombrados y los mismos demonios se hunden en el abismo, respondes: "T lo has dicho: S, Yo soy el verdadero Hijo de Dios! Y un da vendr en las nubes del Cielo para juzgar a todas las naciones." Ante tus palabras, todos quedan en silencio, sintiendo escalofros de espanto... Pero Caifs, despus de algunos instantes de espanto, reaccionando furibundamente, ms que una bestia feroz, dice a todos: "Qu necesidad tenemos ya de testigos? Ha dicho una inmensa blasfemia! Qu esperamos para condenarlo? Ya es reo de muerte!". Y para dar mayor fuerza a sus palabras se rasga las vestiduras, con tanta rabia y furor, que todos, como si fuesen uno solo, se lanzan contra ti, Bien mo; y hay quien te da puetazos en la cabeza, quien te tira por los cabellos, quien te da bofetadas; unos te escupen en la cara, otros te pisotean con los pies. Los tormentos que te dan son tales y tantos que la tierra tiembla y los cielos quedan sacudidos... Amor mo y vida ma, al ver que tanto te atormentan, mi pobre corazn queda lacerado por el dolor. Ah, permteme que salga de tu dolorido corazn, y que yo en tu lugar afronte todos estos ultrajes. Ah, si me fuese posible, quisiera arrebatarte de entre las manos de tus enemigos, pero t no quieres, porque esto lo exige la salvacin de todos. Y yo me veo obligada a resignarme. Pero, dulce Amor mo, djame que al menos te limpie, que te arregle los cabellos, que te quite los salivazos, que te limpie y te seque la sangre, y que me encierre en tu Corazn, pues veo que Caifs, hastiado quiere retirarse, entregndote en manos de los soldados. Por tanto, te bendigo... T tambin bendceme, y dndome el beso del amor encirrame en el horno de tu Corazn divino para conciliar el sueo. Y poniendo mi boca sobre tu Corazn, al respirar te besar, y segn la diversidad de tus latidos, ms o menos sufrientes, podr advertir si sufres o descansas. Y as, protegindote con mis brazos para tenerte defendido, te abrazo y me estrecho fuerte a tu corazn... y duermo.

Jess en medio de los soldados De las 4 a las 5 de la maana DUODECIMA HORA Vida ma, Jess dulcsimo, mientras dorma fundida en tu Corazn, senta muy a menudo las punzadas de las espinas que heran a tu Corazn Sacratsimo; y querindome despertar contigo para ser una que conoce todas tus penas y que te compadece, me estrecho an ms fuerte a tu Corazn, y sintiendo an ms vivas las punzadas me despierto. Pero, qu veo? Qu siento? Quisiera esconderte dentro de mi corazn para ponerme yo en lugar tuyo y recibir sobre m penas tan dolorosas, insultos y humillaciones tan increbles y ultrajes tan brbaros que slo tu amor podra soportar... Pacientsimo Jess mo, qu podas esperar de gente tan inhumana? Ya veo que se divierten contigo y te cubren el rostro con densos salivazos... La luz de tus hermosos ojos queda eclipsada por los salivazos, y T, derramando ros de lgrimas por nuestra salvacin, con ellos, de tus ojos retiras esos salivazos. Pero aquellos malvados, no soportando su corazn ver la luz de tus ojos, vuelven a cubrirlos de nuevo con salivazos... Otros, hacindose ms atrevidos en el mal, te abren tu dulcsima boca y te la llenan de hediondos salivazos, de lo que hasta ellos mismos sienten asco; y como esos salivazos caen en parte, y en parte muestran la majestad de tu rostro y tu sobrehumana dulzura, ellos se sienten estremecer y se avergenzan de ellos mismos... Y para sentirse ms libres te vendan los ojos con un trapo repugnante y as poder del todo desenfrenarse contra tu adorable persona: de manera que te golpean sin piedad, te arrastran, te pisotean bajo sus pies, vuelven a descargar los puetazos y las bofetadas sobre tu rostro y en tu cabeza, rasgundote, tirando de tus cabellos y empujndote de un lado para otro... Jess, Amor mo, mi corazn no resiste vindote en tantas penas... T quieres que ponga atencin a todo, pero yo siento que quisieras cubrirme los ojos para no ver escenas tan dolorosas que arrancan de cada pecho los corazones, pero tu amor me obliga a ver lo que sucede contigo. Y veo que no abres la boca, que no dices ni una palabra para defenderte, que ests en manos de estos esbirros como un harapo, y que te pueden hacer lo que quieren; y al verlos saltar sobre ti, temo que mueras bajo sus pies... Bien mo y todo mo, inmenso es el dolor que siento por tus penas, y quisiera gritar tan fuerte que me hiciera or all arriba en el Cielo para llamar al Padre, al Espritu Santo y a los ngeles todos, y aqu en la tierra, de un extremo a otro, para llamar a la dulce Mam y a todas las almas que te aman, a fin de que haciendo un cerco en torno a ti, impidamos que se acerquen esos insolentes soldados para insultarte y atormentarte... Y juntamente contigo reparemos toda clase de pecados nocturnos, sobre todo los que cometen los sectarios sobre tu Sacramental persona en las horas de la noche, y todas las ofensas de las almas que no se mantienen fieles en la noche de la prueba. Pero veo, oh insultado bien mo, que los soldados, ebrios y cansados, quieren descansar; y mi pobre corazn, oprimido y lacerado por tantas penas tuyas, no quiere quedarse solo contigo, siente la necesidad de otra compaa... Ah dulce Madre ma, s T mi inseparable compaa; me estrecho fuerte a tu mano materna y te la beso. T fortifcame con tu bendicin. Y Jess, abrazndonos juntas, nos hace apoyar nuestra cabeza sobre su dolorido Corazn para consolarlo.

Oh Jess, junto con nuestra Mam te beso y te bendigo y en unin con Ella tomaremos el sueo del amor sobre tu adorable Corazn.

Jess en la prisin De las 5 a las 6 de la maana DECIMATERCERA HORA Prisionero Jess mo, me despierto y no te encuentro; el corazn me late fuerte y delira de amor. Dime dnde ests? Angel mo, llvame a casa de Caifs... Pero por ms que busco, recorro e indago por todas partes, no te encuentro... Pronto, amor mo, mueve con tus manos las cadenas con que tienes atado mi corazn al tuyo y atreme hacia ti para que, atrada por ti, pueda emprender el vuelo para ir a arrojarme en tus brazos. Amor mo, ya siento que me atraes, herido por mi voz y queriendo mi compaa... Pero veo que te ha puesto en la crcel... Y mi corazn, mientras exulta de gozo por encontrarte, me lo siento herido de dolor al ver a qu estado te han reducido. Te veo con las manos atrs atadas a una columna, con los pies inmovilizados y atados, con tu santsimo rostro golpeado, hinchado y ensangrentado por las brbaras bofetadas recibidas... Tus ojos santsimos estn lvidos, con la mirada cansada y apagada por la vigilia; tus cabellos todos en desorden; tu santsima persona toda golpeada, y hay que agregar que no te puedes valer por ti solo para ayudarte y limpiarte, porque ests atado. Y yo, oh Jess mo, llorando y abrazndome a tus pies exclamo: Ay, cmo te han dejado, oh Jess! Y Jess, mirndome, me responde: "Ven, oh hija, y pon atencin a todo lo que ves que hago Yo, para que lo hagas t junto conmigo y pueda Yo as continuar mi vida en ti." Y veo con asombro que en vez de ocuparte de tus penas, con un amor indecible quieres ocuparte en glorificar al Padre para darle satisfaccin por todo lo que nosotros estamos obligados a hacer, y llama en torno a ti a todas las almas para tomar sobre ti todos sus males y darles todos tus bienes... Y como ya hemos llegado al alba del nuevo da, oigo tu voz dulcsima que dice: "Padre Santo, te doy las gracias por todo lo que he sufrido y por lo que me queda por sufrir. Y as como esta aurora llama al da y el da hace surgir el sol, quiero que as la aurora de la gracia despunte en todos los corazones, y hacindose da, Yo, Sol Divino, surja en todos los corazones y reine en todos. Mira, oh Padre, a todas las almas, pues Yo quiero responderte por todas ellas, por sus pensamientos, por sus palabras, por sus obras, por sus pasos, etc., a costa de mi sangre y de mi muerte." Jess mo, amor sin lmites, me uno a ti y tambin yo te agradezco por cuanto me has hecho sufrir y por lo que me quede por sufrir, y te suplico que hagas surgir en todos los corazones la aurora de la gracia para que T, Sol Divino, puedas resurgir en todos los corazones y reinar en todos. Pero veo que T, dulce Jess mo, tambin reparas por todas las primicias de los pensamientos, de los afectos y de las palabras que desde el principio del da no son ofrecidos a ti para darte honor, y renes en ti, como si fueran uno solo, los pensamientos, los afectos y las palabras de las criaturas, para dar al Padre la reparacin y la gloria que ellas le deben. Jess mo, maestro divino, ya que disponemos en esta prisin de una hora libre y estamos solos, quiero hacer no slo lo que haces T, sino limpiarte, reordenarte los cabellos y fundirme toda en ti. Por tanto, me acerco a tu santsima cabeza y reordenndote los cabellos quiero repararte por tantas mentes ofuscadas y

llenas de tierra, que no tienen no siquiera un pensamiento para ti; y fundindome en tu mente quiero reunir en ti todos los pensamientos de las criaturas y fundirlos en tus pensamientos para hallar suficiente reparacin por todos los malos pensamientos y por tantas luces y santas inspiraciones sofocadas... Quiero hacer de todos los pensamientos uno solo con los tuyos para darte la verdadera reparacin y perfecta gloria. Afligido Jess mo, beso tus ojos cargados de lgrimas y de tristeza. Y como tienes las manos atadas a la columna no puedes secrtelos ni limpiarte los salivazos con que te han ensuciado, y como es insoportable la postura en que te han atado, no puedes cerrar los ojos cansados para reposar un poco... y yo quiero enjugarte los ojos y suplicarte perdn, dndote reparacin por todas las veces que no hemos tenido la intencin de agradarte y de mirarte para ver qu queras de nosotros, que debamos de hacer y a dnde queras que fusemos; y en tus ojos quiero fundir los mos y los de todas las criaturas, para poder reparar con tus mismos ojos todo el mal que hemos hecho con la vista. Piadoso Jess mo, beso tus odos santsimos para repararte por los insultos de toda la noche, y mucho ms todava por el eco que resuena en tus odos por todas las ofensas de las criaturas... y te pido perdn y te reparo por todas las veces que nos has llamado y hemos sido sordos, fingiendo no escucharte, y T, cansado bien mo, has repetido tu llamada, pero en vano... Quiero fundir en tus odos los mos y los de todas las criaturas para darte una continua reparacin completa. Enamorado Jess, beso tu rostro santsimo, todo lvido e hinchado por los golpes... y te pido perdn y te reparo por cuantas veces nos has llamado a ser vctimas de reparacin, y nosotros, unindonos a tus enemigos, te hemos dado bofetadas y salivazos... Jess mo, quiero fundir mi rostro en el tuyo, para restituirte tu hermosura natural y darte entera reparacin por todos los desprecios hechos a tu adorable majestad. Amargado Bien mo, beso tu dulcsima boca, dolorida por los golpes y abrasada por el amor... y quiero en tu lengua fundir la ma y la de todas las criaturas, para reparar con tu misma lengua por todos los pecados y las conversaciones malas que se tienen. Quiero, sediento Jess mo, hacer de todas las voces una sola con la tuya, para hacer que cuando las criaturas estn a punto de ofenderte, tu voz, corriendo en las voces de ellas, sofoque esas voces de pecado y las cambie en voces de alabanza y de amor. Enamorado Jess, beso tu cuello oprimido por esas pesadas cadenas y cuerdas, que yndote desde el pecho hasta detrs de los hombros y sujetndote los brazos te tienen fuertemente atado a la columna. Tus manos ya estn hinchadas y amoratadas por la estrechez de las ataduras, tanto que de ellas brota sangre... Ah, Jess encadenado, permteme que te desate; y si gustas ser atado, te ato con las cadenas del amor, que siendo dulces te aliviarn en vez de hacerte sufrir... Y mientras te desato, quiero fundirme en tu cuello, en tu pecho, en tus hombros, en tus manos y en tus pies para poder reparar contigo por todos los apegos y llevar a todas las almas las cadenas de tu amor, para reparar por todas las frialdades y llenar los pechos de todas las criaturas con tu fuego, porque veo que es tanto el que T tienes que no puedes contenerlo; para reparar por todos los placeres ilcitos y el amor a las comodidades, y dar a todos el espritu de sacrificio y el amor al sufrimiento... Quiero fundirme en tus manos para reparar por todas las malas obras y por el bien hecho malamente y con presuncin, y dar a todos el perfume de tus obras. Y fundindome en tus pies, encierro todos los pasos de las criaturas para repararte y dar tus pasos a todos para hacerlos caminar santamente. Y ahora, dulce Vida ma, permteme que, fundindome en tu corazn, encierre todos los afectos, los latidos, los deseos, para repararlos contigo y dar tus afectos, tus latidos y tus deseos a todos, para que ninguno vuelva a ofenderte.

Pero oigo ya que en mis odos resuena el chirrido de la llave... Son tus enemigos que vienen a llevarte... Jess, me siento estremecer! Me siento helar la sangre porque T estars de nuevo en manos y a merced de ellos! Qu va a ser de ti? Pero me parece or tambin el ruido de las llaves de los sagrarios... Cuntas manos profanadoras vienen a abrirlos y tal vez a hacerte descender a corazones sacrlegos. En cuntas manos indignas te ves forzado a encontrarte... Prisionero Jess mo, quiero encontrarme en todas tus crceles de amor para ser espectadora cuando tus Ministros te sacan... y hacerte compaa y repararte por las ofensas que recibes... Pero veo que tus enemigos ya llegan, y T saludas al naciente sol, al ltimo de tus das, y ellos, al desatarte, vindote lleno de majestad y que los miras con tanto amor, en pago descargan sobre tu rostro bofetadas tan fuertes que lo hacen enrojecer y ensangrentar con tu preciossima sangre. Amor mo, antes que salgas de la prisin, en mi dolor te ruego que me bendigas para tener la fuerza de seguirte en todo los dems de tu Pasin.

Jess de nuevo ante Caifs y despus es llevado a Pilatos De las 6 a las 7 de la maana DECIMACUARTA HORA Dolorido Jess mo, ya ests fuera de la prisin, pero ests tan agotado que a cada paso vacilas. Y yo quiero ponerme a tu lado para sostenerte cuando ests a punto de caer... Pero veo que los soldados te presentan ante Caifs, y T, oh Jess mo, como sol apareces en medio de ellos, y aunque desfigurado, envas luz por todas partes... Veo que Caifs se estremece de gusto al verte tan malamente reducido, y a los reflejos de tu luz se ciega todava ms, y en su furor te pregunta de nuevo: "As que t eres verdaderamente el Hijo de Dios?" Y T, amor mo, con una majestad suprema, con una voz llena de gracia y con tu habitual acento tan dulce y conmovedor que rapta los corazones, respondes: "S, Yo soy el verdadero Hijo de Dios". Y ellos, a pesar de que sienten en ellos mismos toda la potencia de tus palabras, sofocando todo y sin querer saber ms, con voces unnimes gritan: "Es reo de muerte, es reo de muerte!". Caifs confirma la sentencia de muerte y te enva a Pilatos. Y T, Jess mo, vindote condenado, aceptas esta sentencia con tanto amor y resignacin que casi la arrebatas al inicuo pontfice, y reparas por todos los pecados hechos deliberadamente y con toda malicia, y por todos aquellos que, en vez de afligirse por el mal, se alegran y exultan por el mismo pecado, y esto los lleva a la ceguera y a sofocar cualquier luz y gracia en ellos. Vida ma, tus reparaciones y plegarias hacen eco en mi corazn, y reparo y suplico en unin contigo. Dulce amor mo, veo que los soldados, habiendo perdido la poca estima que les quedaba de ti, vindote condenado a muerte, aaden nuevas cuerdas y cadenas y te oprimen tan fuerte que impiden casi el movimiento a tu divina persona, y empujndote y arrastrndote, te sacan del palacio de Caifs... Turbas de populacho te esperan, pero nadie para defenderte; y T, divino sol mo, sales en medio de ellos queriendo envolverlos a todos con tu luz... Al dar los primeros pasos, queriendo encerrar en los tuyos todos los pasos de las criaturas, suplicas y reparas por quienes dan sus pasos para obrar con fines malos: Unos para vengarse, otros para matar, otros para traicionar, otros para robar, y para tantas otras cosas pecaminosas... Oh, cmo hieren tu Corazn todas estas culpas, y para impedir tanto mal oras, reparas y te ofreces a ti mismo por entero. Pero mientras te sigo, veo que T, sol mo Jess, apenas comienzas a bajar del palacio de Caifs. Poco despus, te encuentras con Mara, nuestra hermosa y dulce Mam. Y vuestras recprocas miradas se encuentran, se hieren, y aunque os es un alivio el veros, de ah nacen nuevos dolores: T, al ver a la dulce Mam traspasada, plida y enlutada, y la querida Mam al verte a ti, sol divino, eclipsado, cubierto con tantos oprobios, en lgrimas y con un manto de sangre... Pero no podis disfrutar mucho el intercambio de miradas: Con el dolor de no poder deciros ni siquiera una palabra, vuestros corazones se dicen todo, y fundidos el uno en el otro, han de dejar de mirarse, porque los soldados lo evitan, y as, pisoteado y arrastrado, te hacen llegar a Pilatos. Jess mo, me uno a mi doliente Mam para seguirte, para fundirme junto con Ella en ti; y T, dirigindome una mirada de amor, bendceme...

Jess ante Pilatos. Pilatos lo enva a Herodes De las 7 a las 8 de la maana DECIMAQUINTA HORA Encadenado bien mo, tus enemigos, unidos a los sacerdotes, te presentan ante Pilatos; y ellos, con aparente santidad y escrupulosidad, y teniendo que festejar la Pascua, permanecen fuera, en el atrio... Y T, amor mo, viendo en el fondo su malicia, reparas por todas las hipocresas de los que son piadosos. Y tambin yo reparo contigo. Pero mientras T te ocupas del bien de ellos, ellos, por el contrario, empiezan a acusarte ante Pilatos, vomitando todo el veneno que tienen contra ti... Pero Pilatos, mostrndose insatisfecho ante las acusaciones que te hacen, y para poderte condenar con motivo, te llama aparte y a solas te examina y te pregunta: "Eres T el Rey de los judos?" Y T, Jess, verdadero rey mo, le respondes: "Mi Reino no es de este mundo; de lo contrario, miles de legiones me defenderan." Y Pilatos, conmovido por la suavidad y la dignidad de tus palabras, sorprendido te dice: "Cmo, T eres Rey?" Y T: "Yo lo soy, como t dices, y para esto he venido al mundo: a ensear la Verdad." Y l, sin querer saber ms y convencido de tu inocencia, sale a la terraza y dice: "Yo no encuentro culpa alguna en este Hombre." Los judos, enfurecidos, te acusan de tantas otras cosas, y T callas y no te defiendes, y reparas por las debilidades de los jueces cuando se encuentran ante los poderosos y sus injusticias, y rezas por los inocentes, oprimidos y abandonados. Entonces Pilatos, viendo el furor de tus enemigos y para desentenderse, te enva a Herodes... Rey mo divino, quiero repetir tus plegarias, tus reparaciones y quiero acompaarte hasta Herodes... Veo que tus enemigos, enfurecidos, quisieran devorarte y te llevan entre insultos, burlas y befas, hacindote as llegar ante Herodes; el cual, en actitud soberbia te hace varias preguntas, pero T no le respondes, ni siquiera lo miras... Y l, irritado al no verse satisfecho en sus preguntas y sintindose humillado por tu prolongado silencio, declara a todos que T eres un loco, un demente; y ordena que como tal seas tratado; y para deshonrarte y despreciarte hace que seas vestido con una vestidura blanca y te entrega a la soldadesca para que te haga lo peor que pueda... Inocente Jess mo, nadie encuentra culpa en ti, sino slo los judos, pues por su falsa e hipcrita apariencia de religiosidad no merecen que resplandezca en sus mentes la luz de la verdad! Jess mo, Sabidura infinita. Cunto te cuesta ser declarado loco! Los soldados, abusando de ti, te arrojan al suelo; te pisotean, te cubren de salivazos, te escarnecen, te apalean con bastones... y recibes tantos golpes que te sientes morir. Son tantas y tales las penas, los oprobios y las humillaciones que te hacen, que los ngeles lloran y con sus alas se cubren el rostro para no verlas... Y yo tambin, mi loco Jess, quiero llamarte loco, pero loco de amor... y es tan grande tu locura de amor que en vez de desfallecer, rezas y reparas por las ambiciones de los gobernantes que ambicionan reinos para ruina de los pueblos; por las destrucciones que provocan, por toda la sangre que hacen derramar, por sus caprichos, por todos los pecados de curiosidad y por las culpas que se cometen en los juzgados y en la milicia.

Oh Jess mo, qu conmovedor es verte en medio de tantos ultrajes orando y reparando! Tus palabras resuenan en mi corazn y sigo lo que T haces... Djame ahora que me ponga a tu lado y que tome parte en tus penas y te consuele con mi amor. Y alejando de ti a tus enemigos, te tomo entre mis brazos y para darte fuerzas y besarte la frente... Dulce amor mo, veo que no te dan reposo y que Herodes te enva nuevamente a Pilatos... Si la venida ha sido dolorosa, ms trgico ser el regreso, pues veo que los judos estn ms enfurecidos que antes y estn resueltos a hacerte morir a cualquier precio. Por eso, antes que salgas del Palacio de Herodes quiero besarte para testimoniarte mi amor en medio de tantas penas. T fortifcame con tu beso y con tu bendicin y as te seguir de nuevo ante Pilatos..

Jess de nuevo ante Pilatos. Es pospuesto a Barrabs. Jess es flagelado. De las 8 a las 9 de la maana DECIMASEXTA HORA Atormentado Jess mo, mi pobre corazn atormentado te sigue entre angustias y penas, y vindote vestido de loco y sabiendo quin eres T, Sabidura infinita, que das a todos el juicio, me siento enloquecer y exclamo: Cmo? Jess... loco? Jess... malhechor? Y ahora vas a ser pospuesto a un gran malhechor: a Barrabs! Jess mo, Santidad infinita, ya te encuentras otra vez ante Pilatos, y ste , al verte tan malamente reducido y vestido de loco, y sabiendo que tampoco Herodes te ha condenado, se indigna an ms contra los judos y ms se convence de tu inocencia y confirma que no quiere condenarte, pero queriendo contentar en algo a los judos, y como para aplacar el odio, el furor , la rabia y la sed que tienen de tu sangre, te propone a ellos junto con Barrabs... Pero los judos gritan: "No queremos libre a Jess, sino a Barrabs!" Entonces Pilatos, no sabiendo ya qu hacer para calmarlos, te condena ala flagelacin. Despreciado Jess mo, el corazn se me hace pedazos al ver que mientras que los judos se ocupan de ti para hacerte morir, T, concentrado en ti mismo, piensas en dar la vida por todos la Vida... Y poniendo yo atencin en mis odos, te oigo que dices: "Padre Santo, mira a tu hijo vestido de loco... Esto te repare por la locura de tantas criaturas cadas en el pecado. Esta vestidura blanca sea en tu presencia como la disculpa por tantas almas que se visten con la lgubre vestidura de la culpa... Ves, oh Padre, el odio, el furor, la rabia que tienen contra M, que les hace perder casi la luz de la razn? Ves la sed que tienen de mi sangre? Pues Yo quiero repararte por todos los odios, las venganzas, las iras, los homicidios, e impetrar para todos la luz de la razn. Mrame de nuevo, Padre mo. Puede haber un insulto mayor? Me han pospuesto al gran malhechor... Y yo quiero repararte por las posposiciones que se hacen... Ah, todo el mundo est lleno de estas posposiciones! Hay quien nos pospone a un vil inters; quien, a los honores; quien, a las vanidades; quien, a los placeres, a los apegos, a las dignidades, a comilonas y embriagueces y hasta al mismo pecado; y todas las criaturas por unanimidad e incluso hasta en la ms pequea cosa, nos posponen... Y Yo estoy dispuesto a aceptar ser pospuesto a Barrabs para reparar por las posposiciones que nos hacen las criaturas." Jess mo, me siento morir de dolor y de confusin al ver tu grande amor en medio de tantas penas, al ver el herosmo de tus actitudes en medio de tantas penas e insultos... Tus palabras, tus reparaciones, repercuten en mi corazn y forman otras tantas heridas, y en mi amargura repito tus plegarias y tus reparaciones... y ni siquiera un instante puedo separarme de ti, de lo contrario, se me escaparan muchas cosas de todo lo que haces T... Pero ahora, qu veo? Los soldados te llevan a una columna para flagelarte. Amor mo, yo te sigo; y T, con tu mirada de amor mrame y dame la fuerza para asistir a tu dolorosa flagelacin... Pursimo Jess mo, ya ests junto a la columna. Los soldados, con ferocidad te sueltan para atarte a la columna, pero no les es suficiente, te despojan de tus vestiduras para hacer cruel carnicera de tu santsimo

cuerpo... Amor mo y vida ma, me siento desfallecer de dolor vindote casi desnudo. Te estremeces de pies a cabeza y tu santsimo rostro se tie de virginal pudor, y es tan grande tu confusin y tu agotamiento que no sostenindote en pie, ests a punto de desplomarte a los pies de la columna... Pero los soldados, sostenindote, no por ayudarte sino para poderte atar, no dejan que caigas... Ya toman las sogas y te atan los brazos, pero con tanta fuerza que en seguida se hinchan y de los dedos te brota sangre. Despus, en torno a la columna pasan sogas que sujetan tu santsima persona hasta los pies, tan apretadamente que no puedes ni siquiera hacer un movimiento... y as poder ellos desenfrenarse sobre ti libremente. Despojado Jess mo, permteme que me desahogue, pues de lo contrario no podr continuar vindote sufrir tanto... Cmo? T, que vistes a todas las cosas creadas, al sol de la luz, al cielo de estrellas, a las plantas de hojas y de flores y a los pajarillos de plumas... T, desnudo? Qu osada, qu atrevimiento! Pero mi amantsimo Jess, con la luz que irradia de sus ojos, me dice: "Calla, oh hija. Era necesario que Yo fuese desnudado para reparar por tantos que se despojan de todo pudor, de candor y de inocencia; que se desnudan de todo bien y virtud y de mi Gracia, y se visten de toda brutalidad, viviendo a la manera de las bestias. En mi virginal confusin quise reparar por tantas deshonestidades y lascivias y placeres bestiales... Pero sigue atenta a todo lo que hago, ora y repara conmigo y... clmate." Despojado Jess, tu amor pasa de exceso en exceso. Veo que los verdugos toman los flagelos y te azotan sin piedad, tanto, que todo tu santsimo cuerpo queda lvido; y con tanta ferocidad y furor te golpean que estn ya cansados, pero otros dos verdugos los sustituyen... toman otros flagelos y te azotan tanto que en seguida comienza a chorrear sangre de tu santsimo cuerpo a torrentes... y lo continan golpeando todo, abriendo surcos... hacindolo todo una llaga. Pero an no les basta, otros dos continan, y con nuevos flagelos ms agudos y pesados prosiguen la dolorosa carnicera. A los primeros golpes esas carnes llagadas se desgarran y a pedazos caen por tierra; los huesos quedan al descubierto y la sangre chorrea y cae al suelo formando un verdadero lago en torno a la columna... Jess, flagelado amor mo, mientras te encuentras bajo esta tempestad de golpes me abrazo a tus pies para poder tomar parte en tus penas y quedar toda cubierta con tu preciossima Sangre. Y cada golpe que recibes es una nueva herida para mi corazn, y mucho ms, pues poniendo atencin en mis odos, percibo tus ahogados gemidos, los cuales no se escuchan bien porque la tempestad de golpes ensordece el ambiente, y en esos gemidos oigo que dices: "Vosotros, todos los que me amis, venid a aprender del herosmo del verdadero amor; venid a saciar en mi sangre la sed de vuestras pasiones, la sed de tantas ambiciones, de tantos deseos de placeres... de tanta sensualidad. En esta sangre ma hallaris el remedio para todos vuestros males." Y con tus gemidos continas: "Mrame, oh Padre, hecho todo una llaga bajo esta tempestad de golpes, pero no me basta, pues quiero formar en mi cuerpo tantas llagas que en el Cielo de mi Humanidad sean suficientes moradas para todas las almas, de modo que conforme en M mismo su salvacin, para hacerlos pasar luego al Cielo de la Divinidad... Padre mo, cada golpe de flagelo repare ante ti, una por una, cada especie de pecado, y al golpearme a M, sean excusa para quienes los cometen... Que estos golpes golpeen los corazones de las criaturas y les hablen de mi amor por ellas, tanto que las forcen a rendirse a M." Y mientras as dices, es tan grande tu amor que incitas casi a los verdugos a que te azoten an ms. Descarnado Jess mo, tu amor me aplasta y me siento enloquecer. Y aunque tu amor no est cansado, los verdugos no tienen ya ms fuerzas y no pueden proseguir tan dolorosa carnicera... Te sueltan las cuerdas, y T, casi muerto, caes en tu propia sangre. Y al ver los pedazos de tus carnes te sientes morir de dolor, pues

ves en esas carnes arrancadas de ti a las almas perdidas... y es tan inmenso tu dolor que agonizas en tu propia sangre. Jess mo, djame que te tome entre mis brazos para restaurarte un poco con mi amor. Te beso, y con mi beso encierro a todas las almas en ti; as ninguna se perder... Y mientras tanto, T me bendices...

Jess es coronado de espinas. "Ecce Homo" Jess es condenado a muerte. De las 9 a las 10 de la maana DESIMASEPTIMA HORA Jess mo, amor infinito, ms te miro y ms comprendo cunto sufres... Ya ests todo lacerado y no hay parte sana en ti. Los verdugos, hacindose aun ms feroces al ver que T, en medio de tantas penas, los miras con tanto amor, y que tus miradas amorosas forman un dulce encanto, como si fueran tantas voces que ruegan y que suplican ms penas y nuevas penas, aunque ellos son inhumanos, pero tambin forzados por tu amor, te ponen de pie, y T, no pudindote sostener, de nuevo caes en tu sangre... Y ellos, irritados, con puntapis y a empujones te hacen llegar al lugar en que te coronarn de espinas. Amor mo, si T no me sostienes con tu mirada de amor, yo no puedo continuar vindote sufrir... Siento ya un escalofro hasta en mis huesos, el corazn me late fuertemente, me siento morir... Jess, Jess, aydame! Y mi amable Jess me dice: "Animo, hija ma, no pierdas nada de lo que sufro. S atenta a mis enseanzas. Yo quiero rehacer al hombre en todo... El pecado le ha quitado la corona y lo ha coronado de oprobio y de confusin, de modo que no puede comparecer ante mi majestad. El pecado lo ha deshonrado, hacindole perder todo derecho a los honores y a la gloria; por eso quiero ser coronado de espinas, para poner la corona sobre la frente del hombre y para devolverle todos los derechos a todo honor y gloria... Y mis espinas sern ante mi Padre reparaciones y voces de disculpa por tantos pecados de pensamiento, en especial de soberbia, y voces de luz para cada mente creada, suplicando que no me ofenda; por eso, t nete conmigo y ora y repara conmigo." Coronado Jess mo, tus crueles enemigos te hacen sentar, te ponen encima un trapo viejo de prpura, toman la corona de espinas y con furor infernal te la ponen sobre tu adorable cabeza; a golpes y con palos te hacen penetrar las espinas en la cabeza, en la frente, y algunas de ellas se te clavan hasta en los ojos, en las orejas, en el crneo y hasta en la nuca... Amor mo, qu penas tan desgarradoras! Qu penas inenarrables! Cuntas muertes crueles sufres! La sangre te corre sobre la cara, de manera que no se ve ms que sangre, pero bajo esas espinas y esa sangre se descubre tu rostro santsimo radiante de dulzura, de paz y de amor. Y los verdugos, queriendo completar el tormento, te vendan los ojos,, te ponen como cetro una caa en la mano y empiezan sus burlas... Te saludan como al Rey de los Judos, te golpean la corona, te dan bofetadas, y entre gritos te dicen: "Adivina quin te ha golpeado...!" Y T callas y respondes con reparar las ambiciones de quienes aspiran a gobernar, de quienes aspiran a las dignidades, a los honores, y por aquellos que, encontrndose en tales puestos y no comportndose bien, forman la ruina de los pueblos y de las almas confiadas a ellos, y cuyos malos ejemplos son causa de empujar al mal y de que se pierdan almas... Con esa caa que tienes en las manos reparas por tantas obras buenas pero vacas de espritu interior, e incluso hechas con malas intenciones. En los insultos y con esa venda reparas por aquellos que ridiculizan las cosas ms santas, desacreditndolas y profanndolas, y reparas por aquellos que se vendan la vista de la inteligencia para no ver la luz de la verdad. Con esta venda impetras para nosotros el que nos quitemos las vendas de las pasiones, del apego a las riquezas y a los placeres...

Jess, Rey mo, tus enemigos continan sus insultos; la sangre que chorrea de tu santsima cabeza es tanta que llegando hasta tu boca te impide hacerme or claramente tu dulcsima voz, y por tanto me veo impedida a hacer lo que haces T... Por eso vengo a tus brazos, quiero sostener tu cabeza traspasada y dolorida, quiero poner mi cabeza bajo esas mismas espinas para sentir sus punzadas...Pero mientras digo esto, mi Jess me llama con su mirada de amor y yo corro, me abrazo a su Corazn y trato de sostener su cabeza. Oh, qu alegra es estar con Jess, an en medio de mil tormentos! Y entonces El me dice: "Hija ma, estas espinas dicen que quiero ser constitudo Rey de cada corazn. A M me corresponde todo dominio. T toma estas espinas y punza tu corazn y haz que salga de l todo lo que a M no pertenece... y deja una espina clavada en tu corazn en seal de que soy tu Rey y para impedir que ninguna otra cosa entre en ti. Despus corre por todos los corazones y, punzndolos, haz que salgan de ellos todos los humos de soberbia y la podredumbre que contienen... y constityeme Rey en todos." Amor mo, el corazn se me oprime al dejarte... Por eso te ruego que cierres mis odos con tus espinas para que slo pueda or tu voz, que me cubras con tus espinas mis ojos para poder mirarte slo a ti, que me llenes con tus espinas la boca para que mi lengua permanezca muda a todo lo que pudiera ofenderte y est libre para alabarte y bendecirte en todo... Oh Rey mo Jess, rodame de espinas, y estas espinas me custodien, me defiendan y me tengan inabismada por entero en ti... Y ahora quiero limpiarte la sangre y besarte, pues veo que tus enemigos te llevan de nuevo ante Pilatos, y l te condenar a muerte. Amor mo, aydame a continuar tu doloroso camino y bendceme... Coronado Jess mo, mi pobre corazn, herido por tu amor y traspasado por tus penas, no puede vivir sin ti, y por eso te busco... Y te encuentro nuevamente ante Pilatos. Pero qu tremendo espectculo! Los Cielos se horrorizan y hasta el infierno tiembla de espanto y de rabia! Vida de mi corazn, mi vista no puede aguantar mirarte sin sentirme morir; pero la fuerza de tu amor me obliga a mirarte para hacerme comprender bien tus penas... y yo te contemplo entre lgrimas y suspiros... Jess mo, ests casi desnudo, y en vez de con ropas te veo vestido con sangre, las carnes abiertas y destrozadas, los huesos al descubierto, tu santsimo rostro, irreconocible... Las espinas clavadas en tu adorable cabeza te llegan a los ojos al rostro... y yo no veo ms que sangre que corriendo hasta el suelo forma un charco bajo tus pies. Jess mo, ya no te reconozco! Cmo has quedado! Tu estado ha llegado a los excesos ms profundos de las humillaciones y de los dolores! Ah, no puedo soportar tu visin tan dolorosa! Me siento morir y quisiera arrebatarte de la presencia de Pilatos para encerrarte en mi corazn y darte descanso; quisiera sanar tus llagas con mi amor, y con tu sangre quisiera inundar todo el mundo para encerrar en ella a todas las almas y llevarlas a ti como conquista de tus penas... Y T, oh paciente Jess mo, a duras penas parece que me miras por entre las espinas y me dices: "Hija ma, ven entre mis atados brazos, apoya tu cabeza sobre mi Corazn, y sentirs dolores ms intensos y acerbos, porque todo lo que ves por fuera de mi Humanidad no es sino lo que rebosa de mis penas interiores... Pon atencin a los latidos de mi Corazn y sentirs que reparo las injusticias de los que mandan, la opresin de los pobres, los inocentes pospuestos a los culpables, la soberbia de quienes, con tal de conservar dignidades, cargos o riquezas, no dudan en transgredir toda ley y en hacer mal al prjimo, cerrando los ojos a la luz de la verdad... Con estas espinas quiero hacer pedazos el espritu de soberbia de "sus seoras", y con las heridas que forman en mi cabeza quiero abrirme camino en sus mentes para reordenar todas las cosas segn la luz de la verdad... Con estar as humillado ante este injusto juez, quiero hacer comprender a todos que solamente la virtud es la que constituye al hombre como rey de s mismo, y enseo a los que mandan que solamente la virtud, unida al recto saber, es la nica que es digna y capaz de gobernar y regir a los dems, mientras que todas las dems dignidades, sin la virtud, son cosas peligrosas y

que ms bien hay que lamentar... Hija ma, haz eco a mis reparaciones y sigue poniendo atencin a mis penas." Amor mo, veo que Pilatos, vindote tan malamente reducido, se siente estremecer, y todo conmovido exclama: "Pero es posible tanta crueldad en los corazones humanos? Ah, no era esta mi voluntad al condenarlo a los azotes!" Y queriendo liberarte de las manos de tus enemigos, para poder encontrar razones ms convenientes, todo hastiado y apartando la mirada, porque no puede sostener tu visin excesivamente dolorosa, vuelve a interrogarte: "Pero dime, qu haz hecho? Tu gente te ha entregado en mis manos...Dime, T eres Rey? Cul es tu reino?". A estas preguntas de Pilatos, T oh Jess mo, no respondes, y abstrado piensas en salvar mi pobre alma, a costa de tantas penas... Y Pilatos, no vindose respondido, aade: "No sabes que en mi poder est el liberarte o el condenarte?". Pero T, oh amor mo, queriendo hacer resplandecer en la mente de Pilatos la luz de la verdad, le respondes: "No tendras ningn poder sobre M si no te viniera de lo Alto; pero aquellos que me han entregado en tus manos han cometido un pecado ms grande aun que el tuyo." Entonces Pilatos, como movido por la dulzura de tu voz, indeciso como est y con el corazn en turbulencia, creyendo que los corazones de los judos fuesen ms piadosos, se decide a mostrarte desde la terraza, esperando que se muevan a compasin al verte tan destr4ozado, y poderte as liberar. Dolorido Jess mo, mi corazn desfallece vindote seguir a Pilatos... Fatigosamente caminas, encorvado y bajo esa horrible corona de espinas; la sangre marca tus pasos, y saliendo fuera oyes el gento tumultuoso que aguarda con ansiedad tu condena. Y Pilatos, imponiendo silencio para captar la atencin de todos y hacerse escuchar por todos, con visible repugnancia toma los dos extremos de la prpura que te cubre el pecho y los hombros, los levanta para hacer que todos vean a qu estado has quedado reducido, y dice en voz alta: "Ecce Homo! He aqu al Hombre! Miradlo, no tiene ya aspecto de hombre! Observad sus llagas; ya no se le reconoce! Si ha hecho mal, ya ha sufrido bastante, demasiado. Y yo estoy arrepentido de haberle hecho tanto sufrir; dejmoslo libre..." Jess, amor mo, djame que te sostenga, pues veo que vacilas bajo el peso de tantas penas...Ah, en este momento solemne se va a decidir tu suerte. A las palabras de Pilatos se hace un profundo silencio en el Cielo, en la tierra y en el infierno... Y en seguida, como una sola voz, oigo el grito de todos: "Crucifcalo, crucifcalo! A toda costa lo queremos muerto!". Vida ma Jess, veo que te estremeces... El grito de "Muerte" desciende a tu Corazn, y en esas voces oyes la voz de tu amado Padre que te dice: "Hijo mo, te quiero muerto, y muerto crucificado!" Y ah, oyes tambin a tu querida Mam que, aunque traspasada, desolada, hace eco a tu amado Padre: "Hijo... te quiero muerto!" Los Angeles y los Santos, as como el infierno, gritan todos con voz unnime: "Crucifcalo, crucifcalo!" De manera que no hay nadie que te quiera vivo. Y, ay, ay, con mi mayor confusin, dolor y asombro, tambin yo me veo forzada por una fuerza suprema a gritar: "Crucifcalo!".

Jess mo, perdname si tambin yo, miserable alma pecadora, te quiero muerto! Sin embargo, ah Jess, te ruego que me hagas morir contigo... Y mientras T, oh destrozado Jess mo, pareces decirme, movido por mi dolor: "Hija ma, estrchate a mi Corazn y toma parte en mis penas y en mis reparaciones... El momento es solemne: Se debe decidir entre mi muerte o la muerte de todas las criaturas. En este momento dos corrientes chocan en mi Corazn. En una estn todas las almas que, si me quieren muerto, es porque quieren hallar en M la Vida, y as, al aceptar Yo la muerte por ellas, son absueltas de la condenacin eterna y las puertas del Cielo se abren para admitirlas. En la otra corriente estn aquellas que me quieren muerto por odio y como confirmacin de su condenacin... y mi Corazn est lacerado y siente la muerte de cada una de stas y sus mismas penas del infierno... Mi Corazn no soporta estos acerbos dolores; siento la muerte en cada latido, en cada respiro, y voy repitiendo: "Por qu tanta sangre ser derramada en vano? Por qu mis penas sern intiles para tantos? Ah hija, sostnme, que ya no puedo ms... Toma parte en mis penas y tu vida sea un continuo ofrecimiento para salvar las almas y para mitigarme penas tan desgarradoras." Corazn mo, Jess, tus penas son las ma, y hago eco a tu reparacin... Pero veo que Pilatos queda atnito, y se apresura a decir: "Cmo? Debo crucificar a vuestro Rey? Yo no encuentro culpa para condenarlo!" Y los judos, llenando el aire, gritan: "No tenemos otro rey que el Csar, y si t no lo condenas, no eres amigo del Csar! Quita, quita, crucifcalo, crucifcalo!". Pilatos, no sabiendo ya que ms hacer, por temor a ser destituido, hace traer un recipiente con agua y lavndose las manos dice: "Soy inocente de la Sangre de este Justo". Y te condena a muerte. Y los judos gritan: "Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Y vindote condenado, estallan en una fiesta, aplauden, silban, gritan... Y mientras, T, oh Jess, reparas por aquellos que, hallndose en el poder, por temor vano y por no perder su puesto, pisotean hasta las leyes ms sagradas, no importndoles la ruina de pueblos enteros, favoreciendo a los impos y condenando a los inocentes. Y reparas tambin por aquellos que despus de la culpa, instigan a la Clera Divina a castigarlos. Pero mientras reparas por todo esto, el Corazn te sangra por el dolor de ver al pueblo escogido por ti, fulminado por la maldicin del Cielo... que ellos mismos con plena voluntad han querido, sellndola con tu Sangre, que han imprecado... Ah, el Corazn se te parte, djame que lo sostenga entre mis manos, haciendo mas tus reparaciones y tus penas... Pero el amor te empuja aun ms alto... y ya con impaciencia buscas la Cruz...

Jess abraza la cruz De las 10 a las 11 de la maana DECIMOCTAVA HORA Jess mo, amor insaciable, veo que no te das tregua; siento tus delirios de amor y tus dolores; el Corazn te late con fuerza, y en cada latido siento explosiones, torturas, violencias de amor; y T, no pudiendo contener el fuego que te devora, te afanas, gimes, suspiras, y oigo que en cada gemido dices "Cruz!", y cada gota de tu sangre repite" Cruz!". Y todas tus penas, en las cuales nadas como en un mar interminable, repiten entre ellas "Cruz!". Y T exclamas: "Oh Cruz amada y suspirada, t sola salvars a mis hijos, y en ti concentro Yo todo mi amor!". Entre tanto, tus enemigos te hacen nuevamente entrar en el pretorio y te quitan la prpura y quieren ponerte de nuevo tus vestidos. Pero ay, cunto dolor! Ms dulce me sera morir que verte sufrir tanto! La vestidura se atora en la corona y no pueden sacrtela por arriba, as que, con crueldad jams vista, te arrancan todo junto: la prpura y la corona. A tan cruel tirn se rompen michas espinas y quedan clavadas en tu cabeza; la sangre te llueve a chorros, y es tan intenso el dolor, que gimes; pero tus enemigos no teniendo en cuenta tus torturas, te ponen tus vestiduras y de nuevo vuelven a ponerte la corona, y oprimindola fuertemente a tu cabeza hacen que las espinas te hieran en los ojos, en las orejas... De manera que no hay parte en tu santsima cabeza en que no sientas las punzadas de ellas. Y tan intenso es el dolor bajo esas manos crueles que vacilas, te estremeces de los pies a la cabeza y entre atroces espasmos ests a punto de morir... pero con tus ojos apagados y llenos de sangre, penosamente me miras para pedirme ayuda en medio de tanto dolor... Jess mo, Rey de los dolores, djame que te sostenga y te estrecha a mi corazn. Quisiera tomar el fuego que te devora para hacer cenizas a tus enemigos y ponerte a salvo, pero T no quieres, porque las ansias de la Cruz se hacen an ms ardientes y quieres inmolarte ya sobre ella, aun para bien de tus mismos enemigos... Pero mientras te estrecho a mi corazn, T estrechndome al tuyo, me dices: "Hija ma, hazme desahogar en amor y repara conmigo por aquellos que haciendo el bien me deshonran... Estos judos me visten con mis ropas para desacreditarme aun ms ante el pueblo, tratndolo de convencer de que Yo soy un malhechor. En apariencia, el acto de vestirme era bueno, pero en s mismo era malvado... Ah, cuntos hacen obras buenas, administran Sacramentos o los frecuentan, pero lo hacen con fines humanos e incluso perversos, y como el bien, mal hecho, conduce a la dureza, Yo quiero por segunda vez ser coronado, y con dolores ms atroces que en la primera, para romper esta dureza y as atraer con mis espinas a las criaturas a M... Ah, hija ma, esta segunda coronacin es para M aun ms dolorosa, la cabeza me la siento nadando entre espinas, y en cada movimiento que hago y en cada golpe que me dan, otras tantas muertes crueles sufro. Y as reparo por la malicia de las ofensas, reparo por aquellos que, en cualquier estado de nimo que estn,, en lugar de ocuparse de la propia santificacin, se disipan y rechazan mi Gracia, y vuelven a procurarme espinas aun ms punzantes, y Yo me veo obligado a gemir, a llorar con lgrimas de sangre y a suspirar por su salvacin... Ah, Yo hago de todo por amar a las criaturas, y ellas hacen de todo por ofenderme! Al menos t no me dejes solo en mis penas y en mis reparaciones".

Destrozado Bien mo, contigo reparo, contigo sufro; mas veo que tus enemigos te precipitan por la escalinata; el populacho con ansia y furor te espera; ya te hacen encontrar preparada la cruz, que con tantos suspiros ansas; con amor la miras y con paso decidido te acercas a abrazarla, pero antes la besas, y corrindote un estremecimiento de alegra por tu santsima Humanidad, con sumo contento tuyo vuelves a mirarla midiendo su longitud y su anchura... En ella estableces la porcin para todas y cada una de las criaturas, y las dotas suficientemente para vincularlas a la Divinidad con un vnculo nupcial y hacerlas herederas del Reino de los Cielos; y luego, no pudiendo contener el amor con que las amas, vuelves a besar la Cruz y le dices: "Cruz adorada, por fin te abrazo... T eras el suspiro de mi Corazn, el martirio de mi Amor; pero t, oh Cruz, tardaste hasta ahora, en tanto que mis pasos siempre se dirigan hacia ti... Cruz Santa, t eras la meta de mis de mis deseos, la finalidad de mi existencia ac abajo. En ti concentro todo mi ser; en ti pongo a todos mis hijos... T sers su vida y su luz, su defensa, su proteccin, su fuerza... T los sostendrs en todo y me los conducirs gloriosos al Cielo. Oh Cruz, ctedra de Sabidura, slo t ensears la verdadera santidad, slo t formars los hroes, los atletas, los mrtires, los Santos... Cruz hermosa, t eres mi trono, y teniendo Yo que abandonar la tierra, quedars t en mi lugar... A ti te entrego en dote a todas las almas: Custdiemelas, slvamelas... te las confo!". Y diciendo esto, ansioso te la haces poner sobre tus hombros... Ah Jess mo, la Cruz para tu amor es demasiado ligera, pero el peso de la Cruz se une al de nuestros enormes e inmensos pecados, tan enormes e inmensos como es la extensin de los cielos; y T, triturado bien mo, te sientes aplastar bajo el peso de tantos pecados. Tu alma se horroriza ante su vista y sientes la pena propia de cada pecado; tu Santidad queda conmocionada ante tanta fealdad, y por esto, sosteniendo la Cruz sobre tus hombros, vacilas, jadeas, y de tu Humanidad santsima brota un sudor mortal. Ay, Amor mo, no tengo nimo de dejarte solo; quiero dividir contigo el peso de la Cruz, y para aliviarte del peso de los pecados me estrecho a tus pies... Y en nombre de todas y de cada una de las criaturas quiero darte amor por la que no te ama; alabanzas, por la que te deprecia, y bendiciones, gratitud y obediencia, por todas. Declaro que por cualquier ofensa que recibas quiero ofrecerte todo mi ser en reparacin y hacer el acto opuesto a las ofensas que las criaturas te hagan y consolarte con mis besos y con mis continuos actos de amor... Pero veo que soy demasiado miserable, por lo que tengo necesidad de ti para poder darte reparacin de verdad. Por eso me uno a tu santsima Humanidad, y junto contigo uno mis pensamientos a los tuyos para reparar los pensamientos malos mos y los de todos; uno mis ojos s los tuyos para reparar por las malas miradas; uno mi boca ala tuya para reparar por las blasfemias y por las malas conversaciones; uno mi corazn al tuyo para reparar por las inclinaciones, por los deseos y por los actos malos; en una palabra, quiero reparar por todo lo que repara tu santsima Humanidad, unindome a la inmensidad de tu amor por todos y al bien inmenso que haces a todos. Pero no me contento an... Quiero unirme a tu Divinidad para perder mi nada en ella y as poder dar todo... Camino al Calvario Pacientsimo Jess mo, veo que das los primeros pasos bajo el enorme peso de la Cruz... Y uno mis pasos a los tuyos, y cuando T, dbil, desangrado y agobiado, vayas a caer, a tu lado estar yo para sostenerte, y pondr mis hombros bajo la Cruz para compartir contigo el peso. No me desdees, sino acptame como tu fiel compaera...

Oh Jess, me miras y veo que reparas por aquellos que no llevan con resignacin su propia cruz, sino que reniegan, se irritan, se suicidan o cometen homicidios; y T impetras para todos resignacin y amor a la propia cruz... Pero es tanto tu dolor, que te sientes aplastar bajo el peso de la Cruz. Son los primeros pasos apenas que das y ya caes bajo ella, y al caer te golpeas en las piedras, las espinas se clavan ms profundamente aun en tu cabeza y todas tus heridas se abren y sangran nuevamente; y no teniendo fuerzas para levantarte, tus enemigos, irritados, a puntapis y empellones tratan de ponerte en pie. Amor mo cado, djame que te ayude a ponerte de pie, que te bese, que te limpie la sangre y que contigo repare por quienes pecan por ignorancia, por fragilidad y por debilidad, y te ruego que des ayuda a todas estas almas. Vida ma Jess, tus enemigos, hacindote sufrir dolores inauditos, han logrado ponerte de pie... Y mientras caminas vacilante, oigo tus respiros afanosos; tu Corazn late con ms fuerza y nuevas penas te lo traspasan acerbamente; y sacudes la cabeza para quitar de tus ojos la sangre que los llena, y miras con ansiedad... Ah Jess mo, comprendo todo: Es tu Mam, que, como gimiente paloma, va en tu bsqueda y quiere decirte una palabra y recibir una ltima mirada tuya; y T sientes sus penas, sientes en tu Corazn el suyo lacerado, y enternecido y herido por vuestro comn amor la descubres abrindose paso entre la gente, pues quiere a toda costa verte, abrazarte y darte su ltimo adis... Pero T quedas an ms traspasado al ver su palidez mortal y todas tus penas reproducidas en Ella por la fuerza del amor. Y si Ella contina viviendo es slo por un milagro de tu Omnipotencia... Ya diriges tus pasos al encuentro de los suyos, pero difcilmente podis apenas cruzaros una mirada... Oh dolor del corazn de ambos! Los soldados han cado en la cuenta y a empellones impiden que la Madre y el Hijo os deis un ltimo adis, y es tan grande el dolor y la angustia de los dos, que tu Mam queda petrificada por el dolor y est a punto de desfallecer... Pero el fiel Juan y las piadosas mujeres la sostienen mientras T caes nuevamente bajo la Cruz. Entonces tu Mam dolorosa, lo que no hace con el cuerpo porque se ve imposibilitada, lo hace con el alma: Entra en ti, hace suyo el Querer del Eterno y asocindose en todas tus penas te hace el oficio de Mam, te besa, te repara, te cura, y en todas tus llagas derrama el blsamo de su materno y doloroso amor. Penante Jess mo, yo tambin me uno con la traspasada Madre; hago mas todas tus penas, y en cada gota de tu sangre, en cada una de tus llagas quiero hacerte de madre, y junto con Ella y contigo reparo por todos los encuentros peligrosos y por quienes se exponen a las ocasiones de pecado, o que forzados a exponerse por necesidad, quedan atrapados por el pecado... Y T entre tanto gimes cado bajo la Cruz... Los soldados temen que mueras bajo el peso de tantos tormentos y por haber perdido tanta sangre; y es por esto por lo que a fuerza de latigazos y a puntapis tratan de ponerte en pie... Y as reparas por las repetidas cadas en el pecado, los pecados graves cometidos por toda clase de personas, y ruegas por los pecadores obstinados, llorando con lgrimas de sangre por su conversin. Quebrantado Amor mo, mientras te sigo en las reparaciones, veo que no eres ya capaz de sostenerte bajo el peso enorme de la Cruz... Vacilas... Y a los continuos golpes que recibes, las espinas penetran cada vez ms en tu santsima cabeza; y la Cruz, por su gran peso, se hunde en tu hombro, formando en l una llaga tan profunda que te descubre los huesos... A cada paso me parece que te mueres, y por todo esto te ves imposibilitado para seguir adelante... Pero tu amor, que lo puede y lo vence todo, te da nuevas fuerzas. Y al sentir que la Cruz se hunde en tu hombro reparas por los pecados ocultos, que no siendo reparados acrecientan la crudeza de tus dolores... Jess mo, djame que ponga mi hombro bajo la Cruz para aliviarte, y que repare contigo por todos los pecados ocultos.

Entonces tus enemigos, por temor de que mueras bajo la Cruz, obligan al Cireneo a ayudarte a llevar la Cruz, y l te ayuda, pero de mala gana y vociferando; no por amor, sino por fuerza... Y ante esto, en tu Corazn resuenan como un inmenso eco todos los lamentos de quienes sufren, las faltas de resignacin, las rebeliones, los enojos y los desprecios en el sufrir; pero quedas aun ms dolorido al ver que las almas consagradas a ti, a quienes llamas por compaeras y ayudas en tu dolor, te huyen, y si T con el dolor las estrechas a ti, ah, se liberan de tus brazos para ir en busca de placeres y te dejan a ti solo en el sufrir... Jess mo, mientras reparo contigo, te ruego que me estreches entre tus brazos, y tan fuerte, que no haya ninguna pena que T sufras en la que yo no tome parte, para transformarme en ellas y para compensarte por el abandono de todas las criaturas. Quebrantado Jess mo, a duras penas y todo encorvado caminas... pero veo que te detienes y tratas de mirar. Corazn mo, qu pasa, qu quieres? Ah, es la Vernica que, sin temor a nada, valientemente te enjuga con un pao el rostro, cubierto todo de sangre. Y T se lo dejas estampado en seal de gratitud... Generoso Jess mo, tambin yo quiero enjugarte, pero no con un pao, sino que quiero presentar todo mi ser para aliviarte, quiero entrar en tu interior y darte, oh Jess mo, latidos por latidos, respiros por respiros, afectos por afectos, deseos por deseos... Quiero arrojarme en tu santsima inteligencia, y haciendo correr todos esos latidos, respiros, afectos y deseos en la inmensidad de tu Voluntad, quiero multiplicarlos infinitamente... Quiero, oh Jess mo, formar olas de latidos para hacer que ningn otro latido malo repercuta en tu Corazn, y as poderte aliviar todas tus amarguras ntimas; quiero formar olas de afectos y de deseos para alejar todos los afectos y deseos malos que pudieran entristecer en lo ms mnimo a tu Corazn; y deseo as mismo formar oleadas de respiros y de pensamientos que pongan en fuga cualquier respiro y pensamiento que pudiesen desagradarte en lo ms mnimo... Estar bien atenta, oh Jess, para que nada ms te aflija y aada otras amarguras a tus penas internas... Oh Jess mo, haz que todo mi interior nade en la inmensidad del tuyo; as podr encontrar amor suficiente y voluntad capaz de hacer que no entre en tu interior un amor malo ni una voluntad que pudieran desagradarte. Entre tanto, tus enemigos, viendo mal este acto de la Vernica, te empujan, te azotan y te hacen proseguir el camino... Otros pocos pasos y de nuevo te detienes, pero tu amor, bajo el peso de tantas penas, no se detiene, y viendo a las piadosas mujeres que lloran por tus penas, te olvidas de ti mismo y las consuelas dicindoles: "Hijas, no lloris mis penas, sino por vuestros pecados y los de vuestros hijos." Qu enseanza sublime! Qu dulce es tu palabra! Oh Jess, contigo reparo por las faltas de caridad y te pido la gracia de olvidarme de m misma para que no me acuerde sino slo de ti. Pero tus enemigos, al orte hablar se llenan de furor, tiran de ti con las cuerdas y te empujan con tanta rabia que te hacen caer, y cayendo te golpeas en las piedras. El peso de la Cruz te oprime, te tortura y te sientes morir... Djame que te sostenga y que con mis manos alivie tu santsimo rostro... Veo que tocas la tierra y te ahogas en tu misma sangre. Pero tus enemigos te quieren poner de pe, tiran de ti con las cuerdas, te levantan por los cabellos, te dan empellones y puntapis... pero todo es en vano. Te mueres, Jess mo! Qu pena! El corazn se me rompe por el dolor! Y casi arrastrndote te llevan al monte Calvario; y mientras te arrastran, siento que reparas por todas las ofensas de las almas consagradas a ti, que te dan tanto peso, que T, por ms que te esfuerzas por levantarte, te resulta imposible... Y as, arrastrado y pisoteado llegas al Calvario, dejando por donde pasas rojas huellas de tu sangre preciosa. Jess es despojado de sus vestiduras

Y aqu en el Calvario te esperan nuevos dolores. Te desnudan de nuevo y te arrancan vestidura y corona de espinas. AH, gimes al sentir que de tu cabeza te arrancan las espinas; y arrancndote tus ropas, te arrancan tambin tus pocas carnes laceradas que an te quedan y que estn adheridas a ellas. Las llagas se abren de nuevo, la sangre corre a ros hasta el suelo, y es tan grande el dolor que caes casi muerto. Y nadie se mueve a compasin por ti, bien mo... al contrario, con bestial furor te ponen de nuevo la corona de espinas, te la clavan a golpes y son tan insoportables los dolores por las laceraciones y al arrancarte los cabellos amasados en la sangre ya coagulada, que slo los ngeles podran decir lo que sufres, mientras horrorizados retiran sus anglicas miradas y lloran... Desnudado Jess mo, djame que te estreche a mi corazn para calentarte, porque veo que tiemblas y que un glido sudor de muerte invade tu santsima Humanidad. Cunto quisiera darte mi vida y mi sangre para substituir a la tuya, la que has perdido para darme Vida! Y Jess, mientras, mirndome con sus lnguidos y agonizantes ojos parece decirme: "Hija ma, cunto me cuestan las almas! Aqu es el lugar donde las espero a todas para salvarlas, donde quiero reparar los pecados de aquellos que llegan a degradarse por debajo de las bestias y que se obstinan tanto en ofenderme que llegan a no saber vivir sin cometer pecados. Su razn queda ciega y pecan frenticamente, y por eso me coronan de espinas por tercera vez. Y siendo desnudado reparo por quienes llevan vestidos de lujo e indecentes, por los pecados contra la modestia y el pudor y estn atados a las riquezas, a los honores y a los placeres, que de todo eso hacen un dios para sus corazones... Ah s, cada una de estas ofensas es una muerte que siento, y si no muero es slo porque el Querer de mi Padre Eterno no ha decretado an el momento de mi muerte." Desnudado bien mo, mientras reparo contigo, te suplico me despojes de todo con tus santsimas manos y no permitas que ningn afecto malo entre en mi corazn; viglamelo, rodamelo con tus penas y llnamelo con tu Amor. Haz que mi vida no sea sino la repeticin de tu Vida, y confirma mi despojamiento con tu bendicin. Bendceme de corazn y dame la fuerza de asistir a tu dolorosa crucifixin para quedar crucificada yo tambin contigo.

La Crucifixin de Jess De las 11 a las 12 del da DECIMANOVENA HORA Jess, Madre ma, venid a escribir conmigo, prestadme vuestras santsimas manos para que pueda escribir lo que a Vosotros os plazca y slo lo que queris. Jess, amor mo, ya ests despojado de tus vestiduras; tu cuerpo santsimo est tan lacerado, que pareces un cordero desollado... Veo que de la cabeza a los pies tiemblas, y no sostenindote de pie, mientras tus enemigos te preparan la Cruz, caes por tierra en este monte. Bien mo y Todo mo, el corazn se me oprime por el dolor al ver cmo la sangre te diluvia de todas partes de tu santsimo cuerpo, y todo cubierto de llagas, de la cabeza a los pies. Tus enemigos, cansados, pero no satisfechos, al desnudarte han arrancado de tu santsima cabeza, con indecible dolor tuyo, la corona de espinas, y despus te la han clavado de nuevo entre dolores inauditos, traspasando con nuevas heridas tu sacratsima cabeza... Ah, T reparas la perfidia y la obstinacin del pecador, especialmente en el pecado de la soberbia... Jess, veo que si el amor no te empujase an ms arriba, T ya hubieras muerto por la intensidad del dolor que sufres en esta tercera coronacin de espinas. Pero veo que no puedes soportar el dolor, y con esos ojos velados por la sangre miras para ver si al menos hay uno que se te acerque para sostenerte en tanto dolor y confusin... Dulce bien mo, aqu no ests solo como en la noche de la Pasin, aqu est la dolorosa Mam que, lacerada en su Corazn sufre tantas muertes por cuantas penas sufres T... Oh Jess, tambin est la amante Magdalena, que parece enloquecida por causa de tus penas; el fiel Juan, que parece enmudecido por la intensidad del dolor de tu Pasin... Este es el monte de los amantes... y no podas estar solo- Pero dime, Amor mo, quin quisieras que te sostuviera en tanto dolor? Ah, permteme que sea yo quien te sostenga. Yo soy quien tiene ms necesidad de todos... La Mam querida, con los dems, me ceden el puesto, y yo, oh Jess, me acerco a ti, te abrazo y te ruego que apoyes tu cabeza sobre mi hombro y que me hagas sentir en mi cabeza tus espinas. Quiero poner mi cabeza junto a la tuya,, no slo para sentir tus espinas sino tambin para lavar con tu sangre preciossima, que de la cabeza te chorrea, todos mis pensamientos, para que todos puedan estar en tacto de repararte por cualquier ofensa de pensamiento que cometan las criaturas. Oh amor mo, estrchate a m, pues quiero besar una por una las gotas de tu sangre que chorrean sobre tu rostro santsimo; y mientras las adoro una por una, te ruego que cada gota de tu sangre sea luz para cada mente creada, para hacer que ninguna te ofenda con pensamientos malos... Y mientras te tengo estrechado y apoyado en m, te miro, oh Jess, y veo que miras la Cruz que tus enemigos te preparan. Oyes los golpes que dan a la Cruz para hacerle los agujeros en los que te clavarn. Oh Jess, siento que el Corazn te palpita con violencia, anhelando ese lecho, para ti el ms deseado, si bien con dolor indescriptible, con que sellars en ti la salvacin de nuestras almas; y te oigo decir: "Amor mo, Cruz amada, lecho mo precioso: T has sido mi martirio en vida y ahora eres mi descanso. Oh Cruz, recbeme pronto en tus brazos; estoy impaciente en la espera. Cruz santa, en ti dar cumplimiento a todo. Pronto, oh Cruz, cumple mis ardientes deseos, que me consumen para dar Vida a las almas, y estas

Vidas sern selladas por ti, oh Cruz! Ah, no tardes, que con ansia espero extenderme sobre ti para abrir el Cielo a todos mis hijos y cerrarles el Infierno! Oh Cruz, es verdad que t eres mi batalla, pero eres tambin mi victoria y mi triunfo completo. En ti conceder abundantes herencias, victorias, triunfos y coronas a mis hijos..." Pero quin podr decir todo lo que mi dulce Jess dice a la Cruz? Pero mientras Jess se desahoga con la Cruz, sus enemigos le mandan que se extienda sobre ella, y El inmediatamente obedece a lo que quieren, y esto para reparar por nuestras desobediencias. Amor mo, antes que te extiendas sobre la Cruz djame que te estreche ms fuerte a mi corazn y que te de, y t me des, un beso. Oye, Jess, no quiero dejarte; quiero permanecer contigo y extenderme tambin yo sobre la Cruz y quedar clavada junto contigo. El verdadero amor no soporta ninguna calase de separacin. T perdonars la audacia de mi amor y me conceders quedarme crucificada contigo... Mira, tierno amor mo, no soy yo sola quien te lo pide, sino tambin te lo pide la doliente Mam, la amante Magdalena, el predilecto Juan; todos te dicen que les sera ms soportable quedar crucificados contigo que slo asistir y verte a ti solo crucificado... Por eso en unin contigo me ofrezco al Eterno Padre, identificada con tu Voluntad, con tu Amor, con tus reparaciones, con tu mismo Corazn y con todas tus penas. Ah, parece que mi dolorido Jess me dice: "Hija ma, has previsto mi Amor, esta es mi Voluntad: Que todos los que me aman queden crucificados conmigo. Ah s, ven t tambin a extenderte conmigo sobre la Cruz; te har vida de mi Vida y te tendr como la predilecta de mi Corazn." Dulce bien mo, he aqu que te extiendes sobre la Cruz, miras a los verdugos, que tienen en las manos clavos y martillo para clavarte, y los miras con tal amor y dulzura que les haces dulce invitacin para que pronto te crucifiquen... Y ellos, aunque sienten repugnancia, con ferocidad inhumana te sujetan la mano derecha, presentan el clavo y a golpes de martillo lo hacen salir por el otro lado de la Cruz, pero es tanto y tan tremendo el dolor que sufres, oh Jess mo, que te estremeces; la luz de tus ojos se eclipsa, tu rostro santsimo palidece y se hace lvido... Diestra bendita, te beso, te compadezco, te adoro y te agradezco, por m y por todos... Y por cuantos fueron los golpes que recibiste, tantas otras almas te pido en este momento que libres de la condena del infierno; por cuantas gotas de sangre derramaste, tantas almas te ruego que laves en esta Sangre Preciossima; y por el dolor atroz que sufriste, especialmente cuando te clavaron en la Cruz, te ruego que a todos abras el Cielo y que bendigas a todos, y sta tu bendicin llame a la conversin a los pecadores, y a la luz de la fe a los herejes e infieles. Oh Jess, dulce Vida ma, habindote crucificado ya la mano derecha, los verdugos, con inaudita crueldad te toman la izquierda y te tiran de ella tanto, para hacer que llegue al agujero ya preparado en la Cruz, que te sientes dislocar las articulaciones de los brazos y de los hombros, y por la violencia del dolor, las piernas se contraen convulsamente... Mano izquierda de mi Jess, te beso, te compadezco, te adoro y te agradezco... Y te ruego, por esos golpes y por los dolores que sufriste cuando te traspasaron con el clavo, que me concedas muchas almas que en este momento hagamos volar del Purgatorio al Cielo; y por la sangre que derramaste te ruego que extingas las llamas que atormentan a esas almas, y para todas sea refrigerio y un bao saludable que las purifique de todas las manchas y las disponga a la visin beatifica... Amor mo y Todo mo, por el agudsimo dolor que sufriste cuando te clavaron el clavo en la mano izquierda te ruego que cierres el infierno a todas las almas y

que detengas los rayos de la Divina Justicia, que por nuestras culpas est por desgracia irritada... Ah Jess, haz que este clavo en tu izquierda bendita sea la llave que cierre la Divina Justicia, para hacer que no lluevan los flagelos sobre la tierra, y abra los tesoros de la Divina Misericordia a favor de todos. Por eso te ruego que nos estreches entre tus brazos... Ya has quedado inmovilizado para todo, y nosotros hemos quedado libres para poderte hacer todo; por tanto, pongo en tus brazos el mundo y a todas las generaciones, y te ruego, Amor mo, con las voces de tu misma sangre, que no niegues a ninguno el perdn, y por los mritos de tu Preciossima Sangre te pido la salvacin y la Gracia para todos, sin excluir a ninguno. Amor mo Jess, tus enemigos no estn todava satisfechos; con ferocidad diablica toman tus pies santsimos, siempre incansables en la bsqueda de almas, y, contrados como estaban por la fuerza del dolor de las manos, tiran de ellos tan fuerte que quedan descoyuntadas las rodillas, las caderas y todos los huesos del pecho... Mi corazn no resiste, oh Bien mo... Veo que por la vehemencia del dolor, tus hermosos ojos eclipsados y velados por la sangre se ponen en blanco, tus labios lvidos e hinchados por los golpes se tuercen, las mejillas se hunden, los dientes entrechocan, el pecho se sofoca, y el Corazn, por la fuerza de la tensin con que han sido estiradas las manos y los pies, queda todo desquiciado... Amor mo, con cunto deseo me pondra en tu lugar para evitarte tanto dolor! Quiero extenderme en todos tus miembros para darte un alivio, un beso, un consuelo y una reparacin por todo. Jess mo, veo que colocan un pie sobre el otro, y te lo traspasan con un clavo, por aadidura despuntado... Ah Jess mo, permteme que mientras te los traspasa el clavo, te ponga en el pie derecho a todos los Sacerdotes, para que sean luz para todas las gentes, y en especial aquellos que no llevan una vida buena y santa; y en el pie izquierdo a todas las gentes, para que reciban la luz de los Sacerdotes, los respeten y les sean obedientes; y en la misma forma que el clavo te traspasa los pies, as traspase a los Sacerdotes y a las gentes para que unos y otras no puedan separarse de ti... Pies benditos de mi Jess, os beso, os compadezco, os adoro y os agradezco... Y por los atrocsimos dolores que sufriste cuando fuiste estirado, descoyuntndose todos los huesos, y por la sangre que derramaste, te suplico que pongas y encierres a todas las almas en tus llagas. No desdees a ninguna, oh Jess... Que tus clavos crucifique nuestras potencias para que no se separen de ti; nuestro corazn, para que siempre y solamente quede fijo en ti; todos nuestros sentimientos queden clavados con tus clavos para que no tomen ningn gusto que no provenga de ti... Oh Jess mo crucificado, te veo todo ensangrentado, nadas en un bao de sangre, y estas gotas de sangre no te gritan sino : Almas! Ms an, en cada una de estas gotas de tu sangre veo presentes a todas las almas de todos los siglos; de manera que a todas nos contenas en ti, oh Jess. Y por la potencia de esta Sangre te pido que ninguna huya nunca ms de ti. Oh Jess mo, terminando los verdugos de clavarte los pies, yo me acerco a tu Corazn. Veo que ya no puedes ms, pero el amor grita ms fuerte y exige: "Ms penas an!". Jess mo, abrazo tu Corazn, te beso, te compadezco, te adoro y te agradezco, por m y por todos... Oh Jess, quiero apoyar mi cabeza sobre tu Corazn para sentir lo que sufres en esta dolorossima crucifixin... Ah, siento que cada golpe de martillo resuena en tu Corazn. Tu Corazn es el centro de todo, y por l empiezan los dolores y en l terminan...Ah, si no fuera porque esperas una lanza para ser traspasado, las llamas de tu Amor y la sangre que hierve en torno a tu Corazn, se hubieran abierto camino y te lo habran ya traspasado. Estas llamas y esta sangre llaman a las almas amantes a hacer su feliz morada en tu Corazn, y yo, oh Jess, por amor de este Corazn y por tu sacratsima Sangre, te suplico, te pido la santidad de todas tus almas amantes... Oh Jess, no las dejes salir jams de tu Corazn, y con tu Gracia multiplica las vocaciones de almas amantes y vctimas que

continen tu vida sobre la tierra. T quisieras dar un puesto especial en tu Corazn a las almas que te aman; haz que este puesto no lo pierdan jams. Oh Jess, que las llamas de tu Corazn me abrasen y me consuman, que tu sangre me embellezca, que tu Amor me tenga siempre clavada al Amor, con el dolor y con la reparacin. Oh Jess mo, ya los verdugos han clavado tus manos y tus pies a la Cruz, y voltendola para remachar los clavos obligan a tu rostro adorable a tocar la tierra empapada por tu misma sangre, y T, con tu boca divina, la besas... Y con este beso, oh dulce Amor mo, quieres besar a todas las almas y vincularlas a tu amor, sellando su salvacin. Oh Jess, djame que tome yo tu lugar para que tu sacratsimo cuerpo no toque esa tierra, aunque est empapada por tu preciossima sangre; djame que te estreche entre mis brazos, y mientras los verdugos doblan a golpes los clavos, haz que estos golpes me hieran tambin a m y me crucifiquen por entero a tu Amor. Jess mo, mientras las espinas se van hundiendo cada vez ms en tu cabeza, quiero ofrecerte todos mis pensamientos, para que como besos afectuosos te consuelen y mitiguen la amargura de tus espinas. Oh Jess, veo que tus enemigos an no se han hartado de insultarte y de escarnecerte, y yo quiero confortar tus divinas miradas con mis miradas de amor. Tu lengua est pegada casi a tu paladar por la amargura de la hiel y por la sed abrasadora. Para aplacar tu sed quisieras todos los corazones de las criaturas rebosantes de amor, pero no tenindolos, te abrasas cada vez ms por ellas... Dulce amor mo, quiero enviarte ros de amor para mitigar de algn modo la amargura de la hiel y la sed ardiente... Oh Jess, veo que a cada movimiento que haces, las llagas de tus manos se van abriendo ms y el dolor se hace ms intenso y acerbo. Querido Bien mo, para confortar y endulzar este dolor te ofrezco las obras santas de todas las criaturas... Oh Jess mo, ay! Cmo est destrozado tu pobre Corazn! Cmo podr confortarte en tanto dolor? Me difundir en ti, pondr mi corazn en el tuyo, en tus ardientes deseos pondr los mos para que sea destruido cualquier deseo malo; difundir mi amor en el tuyo a fin de que con tu fuego sean abrasados los corazones de todas las criaturas y destruidos los amores profanos y pecaminosos. Y as tu Corazn sacratsimo quedar reconfortado. Yo prometo desde ahora, oh Jess, mantenerme siempre clavada a este Corazn amorossimo con los clavos de tus deseos, de tu Amor y de tu Voluntad. Oh Jess mo: Crucificado T, crucificada yo en ti! No permitas que me desclave lo ms mnimo de ti; sino que quede siempre clavada, para poder amarte y repararte por todos y mitigar el dolor que te dan las criaturas con sus pecados... Jess clavado en la Cruz En esta hora, en ntima unin con Jess, el alma, ejerciendo el oficio de vctima, quiere desarmar a la Justicia Divina. Mi buen Jess, veo que tus enemigos levantan el pesado madero de la Cruz y lo dejan caer en el hoyo que han preparado; y T, dulce Amor mo, quedas suspendido entre el Cielo y la tierra. En este solemne momento te diriges al Padre, y con voz dbil y apagada le dices: "Padre Santo, hme aqu cargado con todos los pecados del mundo; no hay pecado que no recaiga sobre M. Por eso no descargues sobre los hombres los flagelos de tu Divina Justicia, sino sobre M, tu Hijo. Oh Padre, no ves a qu estado me he reducido? Por esta Cruz y en virtud de estos dolores, concede a todos el perdn, verdadera conversin, paz y santidad. Detn tu indignacin contra la pobre humanidad, contra mis hijos;

estn ciegos y no saben lo que hacen... Por eso mrame bien, cmo he quedado reducido por causa de ellos. Si no te mueves a compasin por ellos, enterncete al manos al ver mi rostro escupido y cubierto de sangre, lvido e hinchado por tantas bofetadas y golpes que he recibido... Piedad, Padre mo! Yo era el ms hermoso de todos, y ahora estoy tan desfigurado que ya no me reconozco. He llegado a ser la abominacin de todos. Por eso, a cualquier precio quiero salvar a la pobre criatura!" Crucificado Amor mo, yo tambin quiero seguirte ante el Trono del Eterno, y junto contigo quiero desarmar a la Divina Justicia. Hago ma tu santsima Humanidad, me uno con mi voluntad a la Tuya y junto contigo quiero hacer lo que haces T... Es ms, permteme que corran mis pensamientos en los tuyos; mi amor, mi voluntad, mis deseos en los tuyos; mis latidos corran en tu Corazn y todo mi ser, en ti, a fin de que no deje escapar nada y repita acto por acto y palabra por palabra todo lo que haces T. Pero veo, crucificado Bien mo, que T, viendo al Divino Padre grandemente indignado contra las criaturas, te postras ante El y ocultas a todas las criaturas dentro de tu santsima Humanidad, ponindolos al seguro, para que el Padre, mirndonos en ti, no nos eche a las criaturas de S. Y si las mira airado, es porque todas las almas han desfigurado la bella imagen que El cre, y no tienen ms pensamientos que para desconocerlo y ofenderlo, y de su inteligencia, que deba ocuparse en comprenderlo, forman por el contrario una guarida donde anidan todos los pecados... Y T, oh Jess mo, para aplacarlo, atraes la atencin del Divino Padre a que mire tu santsima cabeza traspasada en medio de atroces dolores, que en tu mente tienen cono clavadas a todas las inteligencias de las criaturas, y por las cuales y por cada una ofreces una expiacin para satisfacer a la Divina Justicia. Oh, cmo estas espinas son ante la Majestad Divina voces piadosas que excusan todos los malos pensamientos de las criaturas! Jess mo, mis pensamientos sean uno solo con los tuyos; por eso contigo ruego, imploro, reparo y excuso ante la Divina Majestad por todo el mal que hacen todas las criaturas con la inteligencia. Permteme que tome tus espinas y tu misma Inteligencia, y que vaya recorriendo contigo todas las criaturas y una tu Inteligencia a las suyas, y que con la santidad de tu Inteligencia les devuelva la primera Inteligencia, tal como fue por ti creada; que con la santidad de tus pensamientos reordene todos los pensamientos de las criaturas en ti, Y que con tus espinas traspase la mente de todas y de cada una de las criaturas y te devuelva el dominio y el gobierno de todas... Ah s, oh Jess mo, T solo s el dominador de cada pensamiento, de cada acto de todas las gentes; rige T solo cada cosa, y slo as la faz de la tierra, que causa horror y espanto, ser renovada. Mas me doy cuenta, crucificado Jess, que an ves al Divino Padre indignado, que mira a las pobres criaturas y las ve a todas tan enfangadas de pecados y cubiertas con las ms repugnantes asquerosidades, que dan asco a todo el Cielo. Oh, cmo queda horrorizada la pureza de la mirada divina, casi no reconociendo como obra de sus manos santsimas a la pobre criatura! Es ms, parece que sean otros tantos monstruos ocupan la tierra y que atraen la indignacin de la mirada del Padre... Pero T, oh Jess mo, para aplacarlo tratas de endulzarlo cambiando sus ojos por los tuyos, hacindole verlos cubiertos de sangre e hinchados de lgrimas; y lloras ante la Divina Majestad para moverla a compasin por la desgracia de tantas pobres criaturas, y oigo que le dices: "Padre mo, es cierto que la ingrata criatura cada vez ms se va enfangando con pecados, hasta no merecer ya tu mirada paterna; pero mrame, oh Padre: Yo quiero llorar tanto ante Ti, que forme un bao de lgrimas y de sangre para lavar todas las inmundicias con que se han cubierto las criaturas. Padre mo, querrs acaso T rechazarme?

No, no puedes; soy tu Hijo! Y a la vez que soy tu Hijo soy tambin la Cabeza de todas las criaturas, y ellas son mis miembros... Salvmoslas, oh Padre, salvmoslas!". Jess mo, amor sin fin, quisiera tener tus ojos para llorar ante la Majestad Suprema por la prdida de tantas pobres criaturas... y por estos tiempos tan tristes. Permteme que tome tus lgrimas y tus mismas miradas, que son una con las mas, y recorra todas las criaturas. Y para moverlas a compasin por sus almas y por tu amor, les har ver que T lloras por su causa, y que mientras se van enfangando T tienes preparadas tus lgrimas y tu sangre para lavarlas... y as, al verte llorar, se rendirn. Ah, con estas tus lgrimas permteme que lave todas las inmundicias de las criaturas; que haga descender estas lgrimas en sus corazones y ablande a tantas almas endurecidas en el pecado, venza la obstinacin de los corazones y haga penetrar en ellos tus miradas, hacindoles levantar al Cielo sus miradas para amarte, y no las dejen ms vagar sobre la tierra para ofenderte. As el Divino Padre no desdear mirar a la pobre humanidad. Crucificado Jess, veo que el Divino Padre an no se aplaca en su indignacin, porque mientras su paterna bondad, movida por tanto Amor a la pobre criatura, Amor que ha llenado Cielo y tierra de tantas pruebas de amor y de beneficios hacia ella, tantas que se pueda decir que en cada paso y acto de la criatura se siente correr el Amor y las gracias de ese Corazn Paterno, y la criatura, siempre ingrata, no quiere reconocerlo sino que hace frente a tanto Amor llenando cielos y tierra de insultos, de desprecios y de ultrajes, y llega a pisotearlo bajo sus inmundos pies, queriendo destruirlo si pudiera, y todo por idolatrarse a s misma Ah, todas esas ofensas penetran hasta en los Cielos y llegan ante la Majestad Divina, la Cual, oh cmo se indigna viendo a la vilsima criatura que llega hasta insultarla y ofenderla en todos los modos posibles! Pero T, oh Jess mo, siempre atento a defendernos, con la fuerza arrebatadora de tu Amor forzas al Padre a que mire tu santsimo rostro, cubierto de todos estos insultos y desprecios, y le dices: "Padre mo, no rechaces a las pobres criaturas; si las rechazas a ellas, a M me rechazas. Ah, aplcate! Todas estas ofensas las tengo sobre mi rostro, que te responde por todas... Padre mo, detn tu furor contra la pobre humanidad; son ciegos y no saben lo que hacen. Por eso mrame bien cmo he quedado reducido por su causa. Si no te mueves a compasin por la msera humanidad, que te enternezca mi rostro lleno de salivazos, cubierto de sangre, amoratado e hinchado por tantas bofetadas y golpes como he recibido...Piedad, Padre mo! Yo era el ms bello de los hijos de los hombres y ahora estoy tan desfigurado que soy irreconocible; soy oprobio para todos. Por eso, a cualquier precio quiero a la criatura salva!". Jess mo, pero es posible que nos ames tanto? Tu amor tritura mi pobre corazn, pero querindote seguir en todo, djame que tome este tu rostro santsimo para tenerlo en mi poder, para mostrarlo continuamente as desfigurado al Padre, con el fin de moverlo a compasin por la pobre humanidad, que tan oprimida est bajo el ltigo de la Divina Justicia que yace como moribunda; y permteme que vaya en medio de las criaturas y les haga ver tu rostro tan desfigurado por su causa, y las mueva a compasin de sus almas y de tu amor; y que con la luz que brota de ese rostro y con la fuerza arrebatadora de tu amor les haga comprender Quin eres T y quines son ellas que se atreven a ofenderte, y haga resurgir sus almas de en medio de tantos pecados en que viven muertas a la Gracia, y les haga postrarse ante ti a todas, en acto de adorarte y de glorificarte. Jess mo, Crucificado adorable, la criatura contina irritando sin cesar a la Divina Justicia, y de su lengua hace resonar el eco de horribles blasfemias, voces de imprecaciones y maldiciones, conversaciones malas, tramas para preparar cmo destrozarse mejor entre ellas y llevar a cabo horribles matanzas y asesinatos... Ah, todas estas voces ensordecen la tierra y penetrando hasta en los Cielos ensordecen los odos divinos, y Dios, cansado de estos ecos malignos que las criaturas le envan, siente que querra deshacerse de ellas y

arrojarlas lejos de S, porque todas estas voces malignas imprecan y claman venganza y justicia contra ellas mismas... Oh, cmo la Divina Justicia se siente constreida a descargar flagelos! Oh, cmo encienden su furor contra la criatura tantas blasfemias horrendas! Pero T, oh Jess mo, amndonos con sumo amor, haces frente a estas voces malignas con tu voz omnipotente y creadora y haces resonar tu dulcsima voz en los odos del Padre para repararlo por las molestias que le dan las criaturas, con otras tantas voces de bendiciones, de alabanzas, y clamas: "Misericordia, Gracias, Amor para la pobre criatura!" Y para aplacarlo ms, le demuestras tu santsima boca y le dices: "Padre mo, mrame de nuevo; no oigas las voces de las criaturas sino escucha la ma; soy Yo quien te da satisfaccin por todas; por eso te ruego que mires a las criaturas, pero que las mires en M, pues si las miras fuera de M, qu sera de ellas? Son dbiles, ignorantes, capaces slo de hacer el mal, llenas de todas las miserias. Piedad, piedad de las pobres criaturas. Yo te respondo por ellas con mi lengua amargada por la hiel, reseca por la sed y quemada y abrasada por el Amor..." Amargado Jess mo, mi vos en la tuya tambin quiere hacer frente a todas esas ofensas. Djame que tome tu lengua, tus labios y que recorra todas las criaturas y toque sus lenguas con la tuya, para que sintiendo ellas en el momento de ofenderte la amargura de la tuya, no vuelvan a blasfemar, si no por amor, al menos por la amargura que sientan...; djame que toque sus labios con los tuyos a fin de que, hacindoles sentir en sus labios el fuego de la culpa, y haciendo resonar tu voz omnipotente en todos los pechos, pueda detener la corriente de todas las voces malas, y cambiar a todas las voces humanas en voces de bendiciones y alabanzas. Crucificado Bien mo, ante tanto amor y dolor tuyo la criatura no se rinde an; por el contrario, desprecindote, va aadiendo pecados y pecados, cometiendo enormes sacrilegios, homicidios, suicidios, fraudes, engaos, crueldades y traiciones...Ah, todas estas obras malas hacen ms pesados los brazos paternos, y el Padre, no pudiendo sostener su peso, est a punto de dejarlos caer, haciendo llover sobre la tierra clera y destruccin. Y T, oh Jess mo, para librar a la criatura de la clera divina, temiendo ver a la criatura destruida, tiendes tus brazos al Padre para que El no los deje caer y destruya a la criatura, y ayudndolo con los tuyos a sostener el peso, lo desarmas e impides a la Justicia que acte. Y para moverlo a compasin por la msera humanidad y enternecerlo, con voz ms conmovedora le dices: "Padre mo, mira mis manos destrozadas y estos clavos que me las traspasan, que me tienen clavado junto con todas estas obras malas. Ah, en estas manos siento todos los dolores que me dan todas estas malas obras. No ests contento, oh Padre mo, con mis dolores? No son acaso capaces de satisfacerte? Ah, estos mis brazos descoyuntados y descarnados sean para siempre cadenas que tengan atadas a todas las pobres criaturas a fin de que ninguna me huya, slo la que quisiera arrancarse de M a viva fuerza; y estos mis brazos sean las cadenas amorosas que te aten tambin a ti, Padre mo, para impedirte que destruyas a la pobre criatura; ms an, te atraigan siempre ms hacia ella para que derrames abundantemente sobre ella tus gracias y tus misericordias." Jess mo, tu amor es un dulce encanto para m, y me mueve a hacer todo lo que haces T; por eso dame tus brazos, pues quiero impedir junto contigo, a costa de cualquier pena, que intervenga la Justicia Divina contra la pobre humanidad. Con la sangre que escurre de tus manos quiero extinguir el fuego de la culpa que la enciende y aplacar su furor; y para mover al Padre a ms piedad por las criaturas, permteme que en tus brazos ponga tantos miembros destrozados, los gemidos de tantos pobres heridos, tantos corazones doloridos y oprimidos, y djame que recorra todas las criaturas y las estreche a todas en tus brazos para que todas vuelvan a tu Corazn. Permteme que con la potencia de tus manos creadoras detenga la corriente de tantas obras malas y pecaminosas e impida a todos hacer el mal.

Amable Jess mo crucificado, la criatura no est satisfecha an de ofenderte; quiere beber hasta el fondo todas las heces del pecado y corre como enloquecida por el camino del mal; se precipita cada vez ms de pecado en pecado, desobedece y desconoce tus Leyes, y desconocindote a ti, se rebela ms contra ti , y casi slo por darte dolor quiere irse al infierno... Oh, cmo se indigna la Majestad Suprema! Y T, oh Jess mo, triunfando sobre todo, hasta sobre la obstinacin de las criaturas, para aplacar al Divino Padre le muestras toda tu santsima Humanidad lacerada, descoyuntada, descarnada y destrozada en modo horrible, y tus santsimos pies traspasados, en los que contienes todos los pasos de las criaturas, que te dan dolores de muerte, tanto que estn deformes por la atrocidad de los dolores; y oigo tu voz ms que nunca conmovedora, como a punto de extinguirse, que a fuerza de amor y de dolor quiere vencer a la criatura y triunfar sobre el Corazn del Padre diciendo: "Padre mo, mrame de la cabeza a los pies: No hay parte sana en M. Ya no tengo donde hacerme abrir nuevas llagas y procurarme otros dolores. Si no te aplacas ante este espectculo de amor y de dolor, quin va a poder aplacarte? Oh criaturas, si no os rends ante tanto amor, qu esperanza de conversin os queda? Estas mis llagas y esta Sangre ma sean siempre voces que hagan descender del Cielo a la tierra gracias de arrepentimiento, de perdn y de compasin hacia la pobre humanidad..." Jess mo, te veo en estado de violencia para aplacar al Padre y para vencer a la pobre criatura; por lo cual permteme que tome tus santsimos pies y vaya a todas las criaturas y ate sus pasos a tus pies para que si quieren caminar por el camino del mal, sintiendo las ataduras que has puesto entre T y ellas, no puedan. Ah, con estos tus pies hazles echarse atrs del camino del mal y ponlas en el sendero del bien, hacindolas ms dciles a tus Leyes; y con tus clavos cierra el infierno para que nadie ms caiga en l. Jess mo, amante crucificado, veo que ya no puedes ms... La tensin terrible que sufres sobre la Cruz, el continuo moverse de tus huesos, que cada vez ms se dislocan a cada pequeo movimiento, las carnes que cada vez ms se abren, las repetidas ofensas que te aaden, repitindote una pasin y muerte ms dolorosa, la sed ardiente que te consume, las penas interiores que te ahogan de amargura, de dolor y de amor, y en tantos martirios tuyos la ingratitud humana que te hace frente y que penetra como una ola impetuosa hasta dentro de tu Corazn traspasado, ay, te aplastan de tal manera que tu santsima Humanidad, no resistiendo bajo el peso de tantos martirios, est a punto de sucumbir, y como delirando por el amor y por el sufrimiento suplica ayuda y piedad... Crucificado Jess. Ser posible que T, que riges todo y das vida a todos, pidas ayuda? Ah, cmo quisiera penetrar en cada gota de tu Sangre y derramar la ma para endulzarte cada llaga, para mitigar el dolor de cada espina y hacer menos dolorosas sus punzadas, y para aliviar en cada pena interior de tu Corazn la intensidad de tus amarguras! Quisiera darte vida por vida y, si me fuera posible, quisiera desclavarte de la Cruz para substituirte... Pero veo que soy nada y que no puedo nada; soy demasiado insignificante, por eso, dame a ti mismo; tomar Vida en ti, te dar a ti mismo, slo as mis ansias quedarn satisfechas. Destrozado Jess, veo que tu santsima Humanidad se agota para dar en todo cumplimiento a nuestra redencin... Tienes necesidad de ayuda, pero de ayuda divina y por eso te arrojas en los brazos del Padre y le pides ayuda y piedad. Oh, cmo se enternece el Divino Padre mirando la horrenda destruccin de tu santsima Humanidad, la terrible obra que el pecado ha hecho en tus sagrados miembros! Y El, para satisfacer tus ansias de amor, te estrecha a su Corazn paterno y te da los auxilios necesarios para dar cumplimiento a nuestra redencin. Y mientras te estrecha, en tu Corazn sientes ms fuerte repetirse los martillazos y los clavos, los rayos de los flagelos, el abrirse las llagas, las punzadas de las espinas... Oh, cmo

queda conmovido el Padre! Cmo se indigna viendo que todas estas penas te las dan en tu Corazn hasta las almas a ti consagradas! Y en su dolor te dice: "Pero es posible, Hijo mo, que ni siquiera la parte por ti elegida est contigo? Al contrario, parece que sean almas que piden refugio y ocultarse en este tu Corazn para amargarte y darte una muerte ms dolorosa y, lo que es peor, todos estos dolores que te dan, van ocultos y cubiertos con hipocresas. Ah, Hijo, no puedo contener ms mi indignacin por la ingratitud de estas almas que me dan ms dolor que las de todas las dems criaturas juntas!". Pero T, oh Jess mo, triunfando en todo, defiendes a estas almas y con el amor inmenso de tu Corazn das reparacin por las oleadas de amarguras y de heridas mortales que estas almas te envan; y para aplacar al Padre le dices: "Padre mo, mira este mi Corazn: Que todos estos dolores te satisfagan, y por cuanto ms amargos, tanto ms potentes sean sobre tu Corazn de Padre para obtenerles gracia, luz, perdn... Padre mo, no las rechaces: Ellas sern mis defensoras y continuarn mi Vida sobre la tierra." "Oh Padre amorossimo, considera que si bien mi Humanidad ha llegado ahora al colmo de sus sufrimientos, tambin este mi Corazn estalla por las amarguras y por las ntimas penas e inauditos tormentos que he sufrido a lo largo de casi 34 aos, desde el primer instante de mi Encarnacin... T conoces, oh Padre, la intensidad de estas penas interiores, tan dolorosas que hubieran sido capaces de hacerme morir a cada momento de puro dolor si nuestra Omnipotencia no me hubiera sostenido para prolongar mi padecer hasta esta extrema agona... Ah, si todas las penas de mi santsima Humanidad, que te he ofrecido hasta ahora para aplacar tu Justicia sobre todos y para atraer sobre todos tu misericordia triunfadora, no te bastan, ahora de un modo particular Yo te presento, por las faltas y los extravos de las almas consagradas a Nosotros, este mi Corazn despedazado, oprimido y triturado, pisoteado en el lagar de todos los instantes de mi vida mortal... Ah, observa, Padre mo, que ste es el Corazn que te ha amado con infinito amor, que siempre ha vivido abrasado de amor por mis hermanos, hijos tuyos en M... Este es el Corazn generoso con el que he anhelado sufrir para darte la completa satisfaccin por todos los pecados de los hombres. T4en piedad de sus desolaciones, de su continuo penar, de sus tedios, de sus angustias, de sus tristezas hasta la muerte... Acaso ha habido, oh Padre mo, un solo latido de mi corazn que no haya buscado tu Gloria, aun a costa de penas y de sangre, y la salvacin de todos mis hermanos? No ha salido de este mi Corazn siempre oprimido las ardientes suplicas, los gemidos, los suspiros, los clamores, con que durante casi 34 aos he llorado y clamado Misericordia en tu presencia? T me has escuchado, oh Padre mo, una infinidad de veces y por una infinidad de almas, y te doy gracias infinitas..., pero mira, oh Padre mo, cmo mi Corazn no puede calmarse en sus penas, aun por una sola alma que haya de escapar a su amor, porque Nosotros amamos a un alma sola tanto como a todas las almas juntas... Y se dir que habr de dar el ltimo respiro sobre este doloroso patbulo viendo perecer miserablemente incluso almas a Nosotros consagradas? Yo estoy muriendo en un mar de angustias por la iniquidad y por la prdida eterna del prfido Judas, que me fue tan duro e ingrato que rechaz todas mis finuras amorosas y delicadas, y al que Yo hice tanto bien que llegu a hacerlo Sacerdote y Obispo, como a los dems Apstoles mos. Ah Padre mo, baste este abismo de penas, baste... Oh, cuntas almas veo, elegidas por nosotros a esta vocacin sagrada, que quieren imitar a Judas... cual ms, cual menos! Aydame, Padre mo, aydame; no puedo soportar todas estas penas! Mira si hay una fibra en mi Corazn, una sola fibra que no est atormentada ms que todos los destrozos de mi cuerpo divino! Mira si toda la sangre que estoy derramando no brote, ms que de mis llagas, de mi Corazn, que se deshace de amor y de dolor! Piedad, Padre mo, piedad, no para M, que quiero sufrir y padecer hasta lo infinito por las pobres criaturas, sino piedad de todas las almas, especialmente de las llamadas a ser mis Esposas, a ser mis Sacerdotes. Escucha, oh Padre, mi Corazn, que sintindose faltar la

vida acelera sus encendidos latidos y grita: Padre mo, por mis innumerables penas te pido gracias eficaces de arrepentimiento y de verdadera conversin para todas estas infelices almas; que ninguna se pierda! Tengo sed, Padre mo, tengo sed de todas las almas... pero especialmente de stas; tengo sed de ms sufrir por cada una de estas almas! Siempre he hecho tu Voluntad, Padre mo, y ahora, sta es mi Voluntad, que es tambin la Tuya, ah, haz que sea cumplida perfectamente por amor a M, tu Hijo amadsimo en quien has encontrado todas tus complacencias!" Oh Jess mo, me uno a tus splicas, a tus padecimientos, a tu amor penante. Dame tu Corazn para que sienta tu misma sed por las almas consagradas a ti y te restituya el amor y los afectos de todas... Permteme ir a todas y que les lleve tu Corazn, para que a su contacto se enfervoricen las fra, se conmuevan las tibias, se sientan llamar de nuevo las extraviadas y lleguen a ellas de nuevo las gracias que han rechazado. Tu Corazn est sofocado por el dolor y por la amargura al ver incumplidos, por su incorrespondencia, tantos designios que tenas sobre ellas, y al ver a tantas otras almas, que deberan tener vida y salvacin por medio de aquellas, que sufren las tristes consecuencias... Por eso quiero mostrarles tu Corazn tan amargado por causa suya, y arrojar en ellas dardos de fuego de tu Corazn; quiero hacer que escuchen tus splicas y todos tus padecimientos por ellas, y as no ser posible que no se rindan a ti; as volvern arrepentidas a tus pies y tus designios amorosos sobre ellas se vern cumplidos; estarn en torno a ti y en ti, no ya para ofenderte sino para repararte, para consolarte y defenderte. Crucificado Jess, Vida ma, veo que continas agonizando en la Cruz, pero que no est an satisfecho tu amor y que 1quieres dar cumplimiento a todo. Tambin yo agonizo contigo y llamo a todos: "Angeles, Santos, venid al Calvario a contemplar los excesos y las locuras de amor de un Dios! Besemos sus llagas sangrantes, adormoslas, sostengamos esos miembros lacerados y agradezcamos a Jess por nuestra Redencin. Mirad tambin a la traspasada Mam, que tantas penas y muertes siente en su Corazn Inmaculado por cuantas penas ve en su Hijo y Dios; sus mismos vestidos estn llenos de sangre, sangre que est derramada por todo el Calvario, y nosotros, todos juntos tomemos esta sangre, suplicando a la dolorida Mam que se una a nosotros, recorramos todo el mundo y vayamos en ayuda de todos; socorramos a los que estn en peligro de muerte, para que no perezcan; a los cados en el pecado, para que se levanten de nuevo; y a aquellos que estn por caer, para que no caigan. Demos esta Sangre a tantos pobres ciegos para que en ellos resplandezca la luz de la verdad; vayamos especialmente en medio de los pobres combatientes, seamos para ellos vigilantes centinelas, y si van a caer alcanzados por las balas, recibmoslos en nuestros brazos para confortarlos; si se ven abandonados por todos o si estn impacientes por su triste suerte dmosles esta Sangre para que se resignen y se mitigue la atrocidad de sus dolores... Y si vemos que hay almas a punto de caer en el Infierno, dmosles esta Sangre divina que contiene el precio de la Redencin, y arrebatmoslas a Satans... Y mientras tengo a Jess estrechado a mi corazn para tenerlo defendido de todo y reparado por todo, estrechar a todos a este Corazn a fin de que todos puedan obtener gracias eficaces de conversin, de fuerza y de salvacin". Oh Jess, veo que la sangre te chorrea de tus manos y de tus pies... Los ngeles, llorando y hacindote corona, admiran los portentos de tu inmenso amor. Veo al pie de la Cruz a tu dulce Mam, traspasada por el dolor, a tu predilecto Juan... todos petrificados en un xtasis de estupor, de amor y de dolor... Oh Jess, me uno a ti y me estrecho a tu Cruz, tomo toda tu Sangre y la derramo en mi corazn. Y cuando vea tu Justicia irritada contra los pecadores, para aplacarla le mostrar esta Sangre. Cuando quiera la conversin de almas obstinadas en el pecado, te mostrar a ti esta Sangre y en virtud de ella no podrs rechazar mi plegaria, porque en mis manos tengo ya la prenda para ser escuchada...

Y ahora, Crucificado Bien mo, en nombre de todas las generaciones, pasadas, presentes y futuras, junto con nuestra Mam y con todos los ngeles, me postro profundamente ante ti dicindote: "Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo."

Primera hora de agona en la Cruz - La Primera Palabra De las 12 a la 1 de la tarde VIGESIMA HORA Crucificado Bien mo, te veo sobre la Cruz como en tu trono de triunfo, en acto de conquistar todo y a todos los corazones, y de atraerlos tanto a ti, que todos puedan sentir tu sobrehumano poder... La naturaleza, horrorizada ante tan gran delito, se postra ante ti y espera silenciosa una palabra tuya para rendirte homenaje y hacer que tu dominio sea reconocido. El sol lloroso retira su luz, no pudiendo sostener tu vista, demasiado dolorosa. El infierno siente terror y, silencioso, espera... De modo que todo es silencio... Tu traspasada Mam, tus fieles, permanecen todos mudos y petrificados ante la vista, ay, demasiado dolorosa, de tu destrozada y descoyuntada Humanidad; y silenciosos esperan tambin una palabra tuya... Tu misma Humanidad, que yace en un ocano de dolores entre los atroces espasmos de la agona, permanece silenciosa, tanto que se teme que de un respiro a otro T mueras... Qu ms? Los mismos prfidos judos, los despiadados verdugos, que hasta hace poco te ultrajaban y te escarnecan llamndote impostor y malhechor; los ladrones que te blasfemaban..., todos callan, enmudecen. El remordimiento los invade, y si algn insulto se esfuerzan por lanzarte, les muere en los labios... Pero penetrando en tu interior, veo que el amor se acrecienta, te ahoga y no puedes contenerlo, y obligado por tu amor que te atormenta ms que las mismas penas, con voz fuerte y conmovedora hablas como el Dios que eres, levantas tus agonizantes ojos al Cielo y clamas: "PADRE, PERDNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN!" Y de nuevo te quedas en silencio, inmerso en tus penas inauditas... Crucificado Bien mo, es posible tanto amor? Ah, despus de tantas penas e insultos, la Primera Palabra es de perdn, y de tantos pecados nos excusas ante el Padre! Ah, esta Palabra la haces descender en cada corazn despus de la culpa, y T eres el primero en ofrecer el perdn... Pero cuntos lo rechazan y no lo aceptan; y tu amor entonces da en delirio, porque T quieres dar a todos el perdn y el beso de paz... A esta Palabra tuya tiembla en infierno y te reconoce como Dios... La naturaleza y todos quedan atnitos y reconocen tu Divinidad, tu inextinguible amor, y silenciosos esperan para ver hasta dnde llega. Y no slo tu voz, sino tambin tu Sangre y tus llagas gritan a cada corazn despus del pecado: "Ven a mis brazos, que te perdono; y el sello del perdn es el precio de mi Sangre." Oh amable Jess mo, repite de nuevo esta Palabra a cuantos pecadores hay en el mundo. Implora misericordia para todos, aplica los mritos infinitos de tu preciossima Sangre a todos, a todos... Oh buen Jess, contina aplacando a la Divina Justicia y concede la gracia a quien, hallndose en el momento de tener que perdonar, no siente la fuerza... Jess mo, Crucificado adorado, en estas tres horas de amargusima agona T quieres dar cumplimiento a todo; y mientras permaneces silencioso en la Cruz, veo que en tu interior quieres satisfacer en todo y por todo al Padre. Por todos le agradeces, por todos lo satisfaces, por todos pides perdn, y para todos impetras la gracia de que ya nunca ms te ofendan. Y para obtener esto del Padre, resumes toda tu Vida, desde el

primer instante de tu Concepcin hasta tu ltimo respiro... Jess mo, Amor interminable, djame que tambin yo recapitule toda tu Vida junto contigo y con la inconsolable Mam... Dulce Jess mo, te doy las gracias por tantas espinas que han traspasado tu adorable cabeza, por las gotas de Sangre que de ellas has derramado, por los golpes que en ella has recibido y por los cabellos que te han arrancado... Y te doy las gracias por todo el bien que has hecho e impetrado para todos, por las luces y las buenas inspiraciones que a todos nos has dado, y por cuantas veces has perdonado nuestros pecados de pensamientos malos, de soberbia, de orgullo y de estima propia. Te pido perdn en nombre de todos, oh Jess mo, por cuantas veces te hemos coronado de espinas, por cuantas gotas de sangre te hemos hecho derramar de tu sacratsima cabeza y por todas las veces que no hemos correspondido a tus inspiraciones. Por todos estos dolores que has sufrido te suplico, oh Jess, la gracia de no volver a cometer nunca ms pecados de pensamiento... Quiero adems ofrecerte todo lo que T mismo sufriste en tu santsima cabeza, para darte toda la gloria que todas las criaturas te habran dado si hubieran hecho uso de su inteligencia segn tu Voluntad. Adoro, oh Jess mo, tus sacratsimos ojos... Y te doy las gracias por todas las lgrimas y la sangre que han derramado, por las crueles punzadas de las espinas, por los insultos, befas y burlas soportados durante toda tu Pasin. Te pido perdn por todos los que se sirven de la vista para ofenderte y ultrajarte, suplicndote, por los dolores sufridos en tus santsimos ojos, que nos concedas la gracia de que nadie ms te ofenda con malas miradas... Y quiero ofrecerte todo lo que T mismo padeciste en tus santsimos ojos, para darte toda la gloria que las criaturas te habran dado si sus miradas hubieran estado fijas solamente en el Cielo, en la Divinidad y en ti, Jess mo. Adoro tus santsimos odos... Y te doy las gracias por todo lo que sufriste mientras aquellos malvados te aturdan con gritos e injurias, estando sobre el Calvario. Te pido perdn en nombre de todos por cuantas malas conversaciones se escuchan, y te ruego que los odos de todos los hombres se abran a la Verdad Eterna, a la voz de la Gracia, y que ninguno ms te ofenda con el sentido del odo... Y quiero ofrecerte igualmente todo lo que T mismo sufriste en tus sacratsimos odos, para darte toda la gloria que las criaturas te habran dado si de este sentido siempre hubieran hecho uso segn tu Voluntad. Adoro y beso tu santsimo Rostro, oh Jess mo... Y te doy las gracias por cuanto sufriste por los salivazos, por las bofetadas y por las burlas recibidas y por todas las veces que te dejaste pisotear por tus enemigos. A nombre de todos te pido perdn por cuantas veces se tiene la osada de ofenderte, suplicndote, por esas bofetadas y salivazos recibidos, que hagas que tu Divinidad sea por todos reconocida, alabada y glorificada... Es ms, oh Jess mo, quiero ir yo misma por todo el mundo, de oriente a occidente y de norte a sur, para reunir a todas las voces de las criaturas y convertirlas en otros tantos actos de alabanza, de amor, de adoracin... Y quiero, oh Jess mo, traer a ti todos los corazones de las criaturas para que puedas derramar en todos luz y verdad, amor y compasin de tu Divina Persona; y mientras das el perdn a todos, te ruego que no permitas que ninguno ms te ofenda... y si fuera posible, aun a costa de mi sangre. Quiero ofrecerte todo lo que T mismo sufriste en tu santsimo Rostro, para darte toda la gloria que las criaturas te habran dado si ninguna se hubiera atrevido a ofenderte. Adoro tu santsima boca... Y te doy las gracias por tus primeros llantos, por la leche que mamaste, por todas las palabras que dijiste, por cuantos besos encendidos de amor diste a tu Santsima Madre, por el alimento que tomaste, por la amargura de la hiel y por la sed ardiente que padeciste en la Cruz y por las plegarias que elevaste al Padre. Y te pido perdn por cuantas murmuraciones y conversaciones pecaminosas y mundanas se hacen y por cuantas blasfemias son pronunciadas por las criaturas; quiero ofrecerte adems todas tus santas palabras, en reparacin por sus palabras no buenas. Quiero ofrecerte la mortificacin de tu gusto

para reparar sus gulas y todas las ofensas que se te hacen con el mal uso de la lengua. Y quiero ofrecerte todo lo que T mismo sufriste en tu santsima boca, para darte toda la gloria que las criaturas te habran dado si ninguna hubiera osado ofenderte con el sentido del gusto y abusado de la lengua. Oh Jess, te doy las gracias por todo y a nombre de todos. A ti elevo un himno de agradecimiento eterno e infinito... Quiero ofrecerte, oh Jess mo, todo lo que has sufrido en tu sacratsima Persona, para darte toda la gloria que te habran dado todas las criaturas si hubieran uniformado su vida a la tuya. Te doy las gracias, oh Jess, por todo lo que has sufrido en tus santsimos hombros, por cuantos golpes has recibido, por cuantas llagas te has dejado abrir en tu sacratsimo cuerpo y por cuantas gotas de tu sangre has derramado. Te pido perdn en nombre de todos, por todas las veces en que, por amor a las comodidades, te han ofendido con placeres ilcitos y pecaminosos. Te ofrezco tu dolorosa flagelacin para reparar por todos los pecados cometidos con todos los sentidos, por el amor a los propios gustos, a los placeres sensibles, al propio "yo" y a todas las satisfacciones naturales... Quiero tambin ofrecerte todo lo que has sufrido en tus hombros, para darte toda la gloria que las criaturas te habran dado si hubieran en todo tratado de agradarte slo a ti y de refugiarse a la sombra de tu divina proteccin. Jess mo, beso tu pie izquierdo... Y te doy las gracias por todos los pesos que diste en tu vida mortal y por cuantas veces cansaste tus santos miembros para ir en busca de almas para conducirlas a tu Corazn; y te ofrezco, oh Jess mo, todas mis acciones, mis pasos y movimientos, con la intencin de ofrecerte reparacin por todo y por todos. Te pido perdn por todos aquellos que no obran con recta intencin. Uno mis acciones a las tuyas para que las mas sean divinizadas por las tuyas, y te las ofrezco unidas a todas las obras que hiciste con tu santsima Humanidad, para darte toda la gloria que te habran dado todas las criaturas si hubieran obrado santamente y con fines rectos. Te beso, oh Jess mo, el pie derecho... Y te doy las gracias por todo cuanto has sufrido y sufres por m, especialmente en esta Hora en que ests suspendido en la Cruz... Te doy las gracias por el desgarrador trabajo que te hacen los clavos en tus llagas, las cuales se abren cada vez ms, con el peso de tu sacratsimo cuerpo. Te pido perdn por todas las rebeliones y desobediencias que cometen las criaturas, ofrecindote los dolores de tus pies santsimos en reparacin por estas ofensas, para darte toda la gloria que las criaturas te habran dado si en todo se hubieran mantenido sujetas a ti. Oh Jess mo, beso tu santsima mano izquierda... Y te doy las gracias por todo lo que has sufrido por m, y por cuantas veces has aplacado a la Divina Justicia satisfaciendo por todos. Beso tu mano derecha... Y te doy las gracias por todo el bien que has obrado y que obras para todos, especialmente te doy las gracias por las Obras de la Creacin, de la Redencin y de la Santificacin. En nombre de todos te pido perdn por cuantas veces hemos sido desagradecidos e ingratos ente tantos beneficios tuyos, y por tantas obras nuestras hechas sin la recta intencin de agradarte. Y en reparacin por todas estas ofensas quiero ofrecerte toda la perfeccin y la santidad de tus obras, para darte toda la gloria que las criaturas te habran dado si hubieran correspondido a todos esos beneficios. Oh Jess mo, beso tu Sacratsimo Corazn... Y te doy las gracias por todo lo que has sufrido, deseado y ardientemente anhelado por amor de todos y de cada uno en particular... Y te pido perdn por tantos malos deseos, afectos y tendencias malos... Perdn, oh Jess, por tantos que posponen tu amor al amor de las criaturas. Y para darte la gloria que todos te hamos negado, te ofrezco todo lo que ha hecho y lo que contina haciendo tu adorabilsimo Corazn.

Segunda Hora de Agona en la Cruz - Segunda, tercera y cuarta Palabra De la 1 a las 2 de la tarde VIGESIMA PRIMERA HORA Segunda Palabra Crucificado Amor mo, mientras oro contigo, la fuerza raptora de tu amor y de tus penas mantiene mi mirada fija en ti, pero el corazn se me rompe vindote tanto sufrir... Tu deliras de amor y de dolor, y las llamas que abrasan tu Corazn se elevan tanto que estn en acto de devorarte, reducindote a cenizas. Tu amor reprimido es ms fuerte que la misma muerte, y T queriendo desahogarlo, mirando al ladrn que est a tu derecha, se lo robas al infierno, con tu gracia le tocas el corazn y ese ladrn se siente todo cambiado, te reconoce y te confiesa como Dios, y lleno de contricin te dice: "Seor, acurdate de m cuando ests en el reino", y T no vacilas en responderle: "HOY ESTARAS CONMIGO EN EL PARAISO" y haces de l el primer triunfo de tu amor. Pero veo que en tu amor no solamente al ladrn le robas el corazn, sino tambin a tantos moribundos. Ah, T pones a su disposicin tu Sangre, tu amor, tus mritos, y usas todos los artificios y estratagemas divinas para tocarles el corazn y robarlos todos para ti... Pero tambin aqu tu amor se ve obstaculizado... Cuntos rechazos, cuntas desconfianzas, cuntas desesperaciones! Y es tan grande tu dolor, que de nuevo te reduce al silencio... Quiero reparar, oh Jess mo, por aquellos que desesperan de la divina Misericordia en el momento de la muerte... Dulce amor mo, insprales a todos fe y confianza ilimitada en ti, especialmente a aquellos que se encuentran entre las angustias de la agona, y en virtud de esta Palabra tuya concdeles luz, fuerza y ayuda para poder morir santamente y volar de la tierra al Cielo. En tu santsimo cuerpo, en tu Sangre, en tus llagas contienes a todas las almas, a todas, oh Jess, as pues, por los mritos de tu preciossima Sangre, no permitas que ni siquiera una sola alma se pierda. Que tu Sangre an hoy les grite a todas, juntamente con tu Palabra: "Hoy estaris conmigo en el Paraso". Tercera Palabra Crucificado Jess mo, tus penas aumentan cada vez ms. Ah, sobre esta Cruz T eres el verdadero Rey de los Dolores, y en medio de tantas penas no se te escapa ningn alma, sino que le das tu Vida a cada una. Pero tu amor se ve resistido por las criaturas, despreciado, no tomado en cuenta, y al no poder desahogarse, se hace cada vez ms intenso y te procura indecibles torturas; y en estas torturas va ideando qu ms puede dar al hombre para vencerlo, y te hace decir: "Mira, oh alma, cunto te he amado! Si no quieres tener piedad de ti misma, ten piedad al menos de mi amor!" Entre tanto, viendo que no tienes ya nada ms que darle, pues ya te has dado todo, vuelves tu mirada agonizante a tu Mam... Tambin Ella est ms que agonizante por causa de tus penas, y es tan grande el amor que la tortura que la tiene crucificada a la par contigo... Madre e Hijo os comprendis..., entonces T suspiras con satisfaccin y te consuelas viendo que puedes dar tu Mam a la criatura; y considerando en

Juan a todo el gnero humano, con voz tan tierna que enternece a todos los corazones dices: "MUJER, HE AH A TU HIJO" y a Juan: "HE AH A TU MADRE". Tu voz desciende en su Corazn materno y juntamente con las voces de tu Sangre continas dicindole "Madre ma, te confo a todos mis hijos; todo el amor que me tienes a M, tenlo para cada uno de ellos; todos tus cuidados y ternuras maternas sean tambin para cada uno de mis hijos... T me los salvars a todos." La Mam acepta... Pero son tan intensas tus penas, que de nuevo te reducen al silencio... Oh Jess mo, quiero reparar por las ofensas que se le hacen a la Santsima Virgen, por las blasfemias e ingratitudes de tantos que no quieren reconocer los beneficios que nos has hecho a todos, dndonosla por Madre... Cmo podremos agradecerte por tan gran beneficio? Recurro a ti mismo, oh Jess mo, y en agradecimiento te ofrezco tu misma Sangre, tus llagas y el amor infinito de tu Corazn... Oh Mam santa, cul no es tu conmocin al or la voz de tu Hijo, que te deja como Madre de todos nosotros? Yo te doy las gracias, Virgen bendita, y para agradecerte como mereces te ofrezco la misma gratitud de tu Jess. Oh dulce Mam, s T nuestra Madre, tmanos a tu cargo y no dejes que jams te ofendamos en lo ms mnimo; mantnnos siempre estrechados a Jess y con tus manos tanos a todos, a todos a El, de modo que nunca ms podamos huir de El. Con tus mismas intenciones quiero reparar por todas las ofensas que se hacen a tu Jess y a ti, dulce Mam ma... Oh Jess mo, mientras continas inmerso en tantas penas, abogas aun ms por la causa de la salvacin de las almas; y yo por mi parte no me quiero quedar indiferente, sino que quiero recorrer tus llagas, besarlas, curarlas y sumergirme en tu Sangre, para poder decir junto contigo: "Almas, almas!". Y quiero sostener tu cabeza traspasada y dolorida para repararte y pedirte misericordia, amor y perdn para todas. Cuarta Palabra Penante Jess mo, mientras me estoy abandonada y estrechada a tu Corazn numerando tus penas, veo que un temblor convulsivo invade tu santsima Humanidad; tus miembros se debaten como si quisieran separarse unos de otros, y entre contorsiones por los atroces espasmos, gritas fuertemente: "DIOS MIO, DIOS MIO, POR QU ME HAS ABANDONADO?". Ante este grito, todos tiemblan, las tinieblas se hacen ms densas, y la Mam petrificada palidece y casi se desmaya... Vida ma y Todo mo! Jess mo! Qu veo? Ah, ests prximo a la muerte, y aun las mismas penas, tan fieles a ti, estn por dejarte; y entre tanto, despus de tanto sufrir, ves con inmenso dolor que no todas las almas estn incorporadas en ti; por el contrario, ves que muchas se perdern, y sientes su dolorosa separacin como si se arrancaran de tus miembros... Y T, debiendo satisfacer a la Divina Justicia tambin por ellas, sientes la muerte de cada una y hasta las penas mismas que sufrirn en el infierno, y gritas con fuerza a todos los corazones: "No me abandonis! Si queris que sufra ms penas estoy dispuesto, pero no os separis de mi Humanidad. Este es el dolor de los dolores, sta es la muerte de las muertes! Todo lo dems me sera nada si no sufriera vuestra separacin de M! Ah, piedad de mi Sangre, de mis llagas, de mi muerte! Este grito ser continuo en vuestros corazones: Ah, no me abandonis!".

Amor mo, cunto me duelo junto contigo... Te asfixias; tu santsima cabeza cae ya sobre tu pecho; la vida te abandona... Amor mo, me siento morir... Pero tambin yo quiero gritar contigo: Almas, almas! No me separar de esta Cruz y de estas llagas tuyas, para pedirte almas; y si T quieres, descender en los corazones de las criaturas, los rodear con tus penas para que no se me escapen, y si me fuese posible quisiera ponerme a la puerta del infierno para hacer retroceder a las almas que quieren ir ah y conducirlas a tu Corazn. Pero T agonizas y callas, y yo lloro tu cercana muerte... Oh Jess mo, te compadezco, estrecho tu Corazn fuertemente al mo, lo beso y lo miro con toda la ternura de que ahora soy capaz, y para procurarte un alivio mayor, hago ma la ternura divina y con ella quiero compadecerte, con ella quiero convertir mi corazn en un ro de dulzura y derramarlo en el tuyo, para endulzar la amargura que sientes por la prdida de las almas... Es en verdad doloroso este grito tuyo, oh Jess; ms que el abandono del Padre, es la prdida de las almas que se alejan de ti, lo que hace escapar de tu Corazn este doloroso grito. Oh Jess mo, aumenta en todos la Gracia, para que nadie se pierda, y que mi reparacin sea a favor de aquellas almas que habran de perderse, para que no se pierdan. Te ruego adems, oh Jess mo, por este extremo abandono, que des ayuda a tantas almas amantes, que por tenerlas de compaeras en tu abandono, parece que las privas de ti, dejndolas en tinieblas. Que sus penas sean, oh Jess, como voces que llamen a todas las almas a tu lado y te alivien en tu dolor.

Tercera Hora de agona en la Cruz - Muerte de Jess - Quinta, sexta y sptima Palabra De las 2 a las 3 de la tarde VIGESIMA SEGUNDA HORA Quinta Palabra Crucificado mo agonizante, abrazado a tu Cruz siento el fuego que devora a toda tu Divina Persona; el Corazn te palpita con tanta violencia que, hinchndote el pecho, te atormenta en un modo tan tremendo y horrible que toda tu santsima Humanidad sufre una transformacin que te hace irreconocible... El amor, del que tu Corazn es hoguera, te seca y te quema todo, y T, no pudiendo contenerlo, sientes la fuerza de su tormento, que ms que por la sed corporal, por haber derramado toda tu Sangre, te atormenta por la sed ardiente por la salvacin de nuestras almas. Tu sed de nosotros es tanta que quisieras bebernos como agua para ponernos a todos a salvo dentro de ti, y por eso, reuniendo tus debilitadas fuerzas, gritas: "TENGO SED!". Y ah, esta Palabra la repites a cada corazn dicindole: "Tengo sed de tu voluntad, de tus afectos, de tus deseos, de tu amor; agua ms fresca y dulce no podras darme que tu alma... Ah, no me dejes abrasarme! Tengo sed ardiente, por la que no slo me siento abrasar la lengua y la garganta, tanto que no puedo ya articular ni una palabra, sino que me siento tambin secar el Corazn y las entraas. Piedad de mi sed, piedad...!". Y como delirando por la gran sed, te abandonas a la Voluntad del Padre. Ah, mi corazn no puede vivir ms, viendo la impiedad de tus enemigos, que en lugar de darte agua, te dan hiel y vinagre, y T no los rechazas... Ah, lo comprendo, es la hiel de tantos pecados, es el vinagre de nuestras pasiones no dominadas lo que quieren darte, y que en lugar de confortarte te abrasan aun ms... Oh Jess mo, he aqu mi corazn, mis pensamientos, mis afectos..., he aqu todo mi ser para calmar tu sed y para dar un alivio a tu boca seca y amargada. Todo lo que tengo, todo lo que soy, todo es para ti, oh Jess mo. Si fueran necesarias mis penas para poder salvar incluso a una sola alma, aqu me tienes, estoy dispuesta a sufrirlo todo. A ti yo me ofrezco por entero, haz de m lo que mejor te plazca. Quiero reparar el dolor que sufres por todas las almas que se pierden y por la pena que te dan aquellas que, cuando T permites que tengan tristezas o abandonos, ellas, en vez de ofrecrtelos a ti para aplacar la sed devoradora que te consume, se abandonan a s mismas, y as te hacen sufrir an ms. Sexta Palabra Agonizante Bien mo, el mar interminable de tus penas, el fuego que te consume, y ms que nada el Querer Supremo del Padre, que quiere que T mueras, no nos permiten esperar ya que puedas continuar viviendo. Y yo cmo voy a poder vivir sin ti? Ya te faltan fuerzas, tus ojos se velan, tu rostro se transforma y se cubre de una palidez mortal..., la boca est entreabierta, la respiracin fatigosa e intermitente, tanto que ya no hay ms esperanzas de que te

puedas reanimar... Al fuego que te abrasa se sustituye un fro, un sudor fro que te baa la frente; los msculos y nervios cada vez ms se contraen por la crudeza de los dolores y por las heridas que hacen los clavos. Las llagas se siguen abriendo an..., y yo tiemblo, me siento morir... Te miro, oh Bien mo, y veo que de tos ojos brotan las ltimas lgrimas, mensajeras de tu cercana muerte, mientras que fatigosamente haces or an otra Palabra: "TODO ESTA CONSUMADO!". Oh Jess mo, ya lo has agotado todo, ya no te queda nada ms. El amor ha llegado a su trmino... Y yo, me he consumido toda por tu amor? Qu agradecimiento no deber yo darte, cul no tendr que ser mi gratitud hacia ti? Oh Jess mo, quiero reparar por todos, reparar por las faltas de correspondencia a tu amor, y consolarte por las afrentas que recibes de las criaturas mientras que T te ests consumiendo de amor en la Cruz. Sptima Palabra Jess mo, Crucificado agonizante, ya ests a punto de dar el ltimo respiro de tu vida mortal. Tu santsima Humanidad est ya rgida; el Corazn parece que no te late ms... Con la Magdalena me abrazo a tus pies y quisiera, si fuera posible, dar mi vida para reanimar la tuya. Entre tanto , oh Jess, veo que de nuevo abres tus ojos moribundos y miras en torno a la Cruz, como si quisieras decir tu ltimo Adis a todos; miras a tu agonizante Mam, que ya no tiene ms movimiento ni voz por las tremendas penas que sufre, y con tu mirada le dices: "Adis Mam, Yo me voy, pero te tendr en mi Corazn. T cuida de los mos y tuyos." Miras a Magdalena , anegada en lgrimas, a tu fiel Juan, y con tu mirada les dices: "Adis...". Miras con amor a tus mismos enemigos y con tu dulce y agonizante mirada les dices: "Os perdono y os doy el beso de paz". Nada escapa a tu mirada; de todos te despides y a todos perdonas... Despus, reuniendo todas tus fuerzas y con voz potente y sonora gritas: "PADRE, EN TUS MANOS ENTREGO MI ESPIRITU!". E inclinando la cabeza, expiras... Jess mo, a este grito se trastorna toda la naturaleza y llora tu muerte..., la muerte de su Creador. La tierra se estremece fuertemente y con su temblor parece que llore y quiera sacudir el espritu de todos para que te reconozcan como el verdadero Dios... El velo del Templo se rasga; los muertos resucitan; el sol, que ha llorado hasta ahora por tus penas, retira su luz horrorizado... Tus enemigos, a este grito, caen de rodillas y golpendose el pecho, algunos dicen: "Verdaderamente Este es el Hijo de Dios". Y tu Madre, petrificada y moribunda, sufre penas ms amargas que la muerte... Muerto Jess mo, con este grito nos has puesto tambin a nosotros todos en las manos del Padre, para que no nos rechace. Es por esto por lo que has gritado fuerte, y no slo con la voz sino con todas tus penas y con la voz de tu Sangre: "Padre, en tus manos pongo mi espritu y a todas las almas!". Jess mo, tambin yo me abandono en ti. Dame la gracia de morir por entero en tu amor, en tu Querer, y te suplico que no permitas jams que ni en la vida ni en la muerte salga yo de tu Santsima Voluntad.

Quiero reparar por todos aquellos que no se abandonan perfectamente a tu Santsima Voluntad, perdiendo o reduciendo as el precioso fruto de tu Redencin... Cul no ser el dolor de tu Corazn, oh Jess mo, al ver tantas criaturas que huyen de tus brazos y se abandonan a s mismas? Oh Jess mo, piedad para todos... Beso tu cabeza coronada de espinas... Y te pido perdn por tantos pensamientos de soberbia, de ambicin y de propia estima. Te prometo que cada vez que me venga un pensamiento que no sea totalmente para ti, oh Jess, y me encuentre en ocasin de ofenderte, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma!". Oh Jess, beso tus hermosos ojos, hmedos an por las lgrimas y cubiertos por la sangre... Y te pido perdn por cuantas veces te ofend con miradas inmodestas y pecaminosas. Te prometo que cada vez que mis ojos se sientan impulsados a mirar cosas de tierra, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Oh Jess, beso tus sacratsimos odos, aturdidos hasta los ltimos instantes por insultos y horribles blasfemias... Y te pido perdn por cuantas veces he escuchado o he hecho escuchar conversaciones que nos alejan de ti, y por cuantas conversaciones malas tienen las criaturas. Te prometo que cada vez que me encuentre en la ocasin de or aquello que no conviene, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Oh Jess mo, beso tu santsimo Rostro, plido, lvido, ensangrentado... Y te pido perdn por tantos desprecios, insultos y afrentas como recibes de nosotros, vilsimas criaturas, con nuestros pecados. Te prometo que cada vez que me venga la tentacin de no darte toda la gloria, el amor y la adoracin que es te deben, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Oh Jess mo, beso tu santsima boca, abrasada, seca y amargada... Y te pido perdn por todas las veces que te he ofendido con malas conversaciones y por cuantas veces he cooperado en amargarte y en acrecentar tu sed. Te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de decir cosas que podran ofenderte, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Oh Jess, mo, beso tu cuello santsimo, en el que veo an las marcas de las cadenas que te han oprimido... Y te pido perdn por tantas cadenas, vnculos y apegos de las criaturas, que han aadido nuevas sogas y cadenas a tu santsimo cuello. Te prometo que cada vez que me sienta turbada por apegos, deseos y afectos que no sean slo para ti, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Jess mo, beso tus hombros santsimos... Y te suplico perdn por tantas ilcitas satisfacciones, perdn por tantos pecados cometidos con los cinco sentidos de nuestro cuerpo. Te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de tomarme algn placer o alguna satisfaccin que no sea para tu gloria, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Jess mo, beso tu pecho santsimo... Y te pido perdn por tantas frialdades, indiferencias, tibiezas e ingratitudes tan horribles que recibes de las criaturas. Te prometo que cada vez que me sienta enfriar en tu amor, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Jess mo, beso tus sacratsimas manos... Y te pido perdn por todas las obras malas o indiferentes, por tantsimos actos envenenados por el amor propio y por la propia estima. Te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de no obrar por solamente tu amor, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma Ma".

Jess mo, beso tus santsimos pies... Y te suplico perdn por tantos pasos y por tantos caminos recorridos sin tener la recta intencin de agradarte, por tantos que de ti se alejan para ir en busca de placeres de la tierra. Te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de separarme de ti, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma". Oh Jess, beso tu Sacratsimo Corazn... Y quiero encerrar en El, junto con mi alma, a todas las almas redimidas por ti, para que todas se salven, sin excluir alguna... Oh Jess, encirrame en tu Corazn, y cierra sus puertas, de modo que yo no pueda ver, desear o conocer nada fuera de ti. Te prometo que cada vez que me venga el pensamiento de querer salir de ste tu Corazn, gritar inmediatamente: "Jess, Mara, os entrego el alma ma".

Jess muerto, traspasado por la lanza - El Descenso de la Cruz De las 3 a las 4 de la tarde VIGESIMA TERCERA HORA Oh Jess mo, ya ests muerto! Y yo, estando en tu Corazn, empiezo a gozar ya de los copiosos frutos de la Redencin. An los ms incrdulos se doblegan reverentes ante ti, golpendose el pecho; lo que no hicieron ante tu cuerpo viviente, lo hacen ahora ante tu cuerpo ya muerto... La naturaleza se estremece, el sol se eclipsa, la tierra tiembla, los elementos se conmueven y parecen tomar parte en tu dolorossima muerte. Los ngeles, sobrecogidos de admiracin y de amor, descienden del Cielo a millares, te adoran y te rinden homenajes de reconocimiento, confesndote como nuestro verdadero Dios. Oh Jess mo, yo tambin uno mis adoraciones a las suyas y te ofrezco mi gratitud y todo el amor de mi pobre corazn. Pero veo que tu amor no est an satisfecho, y para darnos una ltima muestra, permites que un soldado se acerque a ti y con una lanzada te abra el Corazn, hacindote derramar las ltimas gotas de Sangre y agua, contenidas an en l. Oh, No quisieras T permitir, Jess mo, que esta lanza hiera tambin mi corazn? Ah s, que esta lanza sea la que hiera mis deseos, mis pensamientos, mis latidos y mi voluntad, y que me de tu Querer, tus pensamientos y toda tu vida de amor y de inmolacin! Corazn de mi Jess herido por esta lanza, ah, prepara a todas las almas a un bao, un refugio a todos los corazones, un descanso a todos los atribulados. De esta herida es de donde haces brotar a tu amada Esposa, la Iglesia; de ah haces salir los Sacramentos y la Vida de las almas; y yo, junto con tu Madre Santsima, cruelmente herida en su Corazn, quiero reparar por las ofensas, abusos y profanaciones que se le hacen a la Iglesia, y por los mritos de esta herida y de Mara Santsima, nuestra dulcsima Madre, te suplico que encierres a todos en tu amantsimo Corazn, y que protejas, defiendas e ilumines a quienes rigen la Iglesia. Oh Jess mo, despus de tu dolorossima muerte, parece que yo no debera tener ms vida propia, pero en este tu Corazn herido encontrar mi vida, de modo que cualquier cosa que est por hacer, la tomar siempre de este Corazn Divino. No volver a dar vida a mis pensamientos, pero si quisieran vida, la tomar de tus pensamientos. Mi querer no volver a tener vida, pero si vida quisiera, la tomar de tu Santsima Voluntad. No volver a tener vida mi amor, pero si quisiera amor, tomar la vida de tu amor. Oh Jess mo, toda tu Voluntad sea ma, pues sta es tu Voluntad, y sta es tambin la ma. Jess mo, nos has dado la ltima prueba de tu Amor: tu Corazn traspasado. Ya no te queda ms qu hacer por nosotros; pero he aqu que ya se preparan a descenderte de la Cruz; y yo, despus de haber puesto todo en ti, con tus amados discpulos quiero quitar los clavos de tus sacratsimos pies y de tus sagradas manos, y mientras te desclavo, T clvame toda en ti.

Jess mo, la primera en recibirte en su regazo, bajado de la Cruz, es tu Madre Dolorosa; y entre sus brazos, tu cabeza traspasada, dulcemente reposa... Oh dulce Mam, no desdees tenerme en tu compaa, y haz que tambin yo, junto contigo, pueda prestar los ltimos servicios a mi amado Jess... Madre ma dulcsima, es verdad que T me superas en el amor y en la delicadeza al tocar a mi Jess, pero yo tratar de imitarte en el mejor modo posible para complacer en todo al adorado Jess. Por eso juntamente con tus manos pongo las mas y quito todas las espinas que rodean su adorable cabeza, con la intencin de unir a tus profundas adoraciones las mas. Celestial Mam, ya llegan tus manos a los ojos de mi Jess y se disponen a remover la sangre coagulada de esos ojos que un da daban luz a todo el mundo y que ahora estn oscurecidos y apagados... Oh Mam, me uno a ti, besmoslos juntas y adormoslos profundamente... Veo los odos de mi Jess llenos de sangre, macerados por los golpes, heridos por las espinas... Hagamos penetrar, oh Madre, nuestras adoraciones en esos odos que ya no oyen y que tambin han sufrido tanto por llamar a tantas almas obstinadas y sordas a las voces de la Gracia... Oh dulce Mam, veo tu rostro baado en lgrimas, y a ti toda llena de dolor al ver el rostro adorable de Jess. Uno mi dolor al tuyo, y juntas limpiemos el fango y los salivazos que tanto lo han ensuciado; adoremos ese rostro de majestad divina que enamoraba al Cielo y a la tierra y que ahora ya no da seal alguna de vida... Besemos juntas su boca, dulce Mam, esa boca divina que con la suavidad de su palabra ha atrado a tantas almas a su Corazn... Oh Madre, quiero con tu misma boca besar esos labios lvidos y ensangrentados... y profundamente los adoro. Oh dulce Mam, junto contigo quiero besar y volver a besar el cuerpo adorable de Jess, hecho toda una llaga; juntamente contigo pongo mis manos para unir esos jirones de carne que en l an quedan, y adormoslo profundamente... Besemos, oh Madre, esas manos creadoras, que han obrado por nosotros tantos prodigios... Esas manos taladradas, que ya estn fras y con la rigidez de la muerte. Oh dulce mam, encerremos en esas sacrosantas heridas a todas las almas, para que Jess, al resucitar, las encuentre a todas en El, depositadas por ti, y as no se pierda ninguna. Oh Mam, adoremos juntas estas profundas heridas en nombre de todos y con todos... Oh Celestial Mam, veo que te acercas a besar los pies de Jess... Cun desgarradoras son estas heridas! Los clavos se han llevado gran parte de la carne y de la piel, y el peso de su santsimo cuerpo los ha herido horriblemente... Besmoslos juntas, adormoslos profundamente y encerremos en estas heridas todos los pasos de los pecadores, para que cuando caminen sientan los pasos de Jess, que de cerca los sigue, y no se atrevan a ofenderlo... Veo, oh dulce Mam, que tu mirada se detiene en el Corazn del adorado Jess... Qu haremos en este Corazn? T me lo mostrars, Mam y en l me sepultars, lo cerrars con la piedra y lo sellars; y aqu adentro, depositando en l mi corazn y mi vida, me quedar encerrada hasta la eternidad... Dame tu amor, oh Mam, para que con l ame a Jess, y dame tu dolor para interceder con l por todos y para reparar toda ofensa que se le haga a este Corazn! Acurdate, oh Mam, que al sepultar a Jess, quiero con tus mismas manos ser tambin yo sepultada, para que despus de haber sido sepultada con El, pueda resucitar con El y con todo lo que es suyo.

Y ahora unas palabras a ti, oh dulce Mam: Cunto te compadezco! Con toda la efusin de mi pobre corazn quiero reunir todos los latidos, todos los deseos y todas las vidas de las criaturas y postrarlos ante ti en un acto del ms ferviente amor y compasin. Te compadezco en el extremo dolor que has sufrido al ver a Jess muerto, coronado de espinas, destrozado por los azotes y por los clavos..., al ver esos ojos que ya no te miran, esos odos que no escuchan ms tu voz, esa boca que ya no te habla, esas manos que ya no te abrazan, esos pies que nunca te dejaban y que aun desde lejos seguan tus pasos... Quiero ofrecerte el Corazn mismo de Jess, rebosante de amor, para compadecerte como mereces y para dar un consuelo a tus amargusimos dolores.

La sepultura de Jess - Desolacin de Mara De las 4 a las 5 de la tarde VIGESIMA CUARTA HORA Dolorosa Mam ma, ya veo que te dispones al ltimo sacrificio: tener que dar sepultura a tu Hijo Jess muerto. Y resignadsima a los Quereres del Cielo, lo acompaas y con tus mismas manos lo depones en el sepulcro... Y mientras recompones esos miembros, tratas de decirle un ltimo adis, de darle el ltimo beso, y por el dolor te sientes arrancar el corazn del pecho. El amor te deja clavada sobre esos miembros, y por la fuerza del dolor y del amor tu vida est a punto de quedar apagada junto con tu muerto Hijo... Pobre Mam, cmo hars ya sin Jess? El es tu vida, tu todo... y sin embargo, es el Querer del Eterno el que as lo quiere. Ahora tendrs que combatir con dos potencias insuperables: El Amor y el Querer Divino... El amor te tiene clavada, de modo que no puedes separarte, pero el Querer Divino se impone y quiere este sacrificio... Pobre Mam, cmo hars? Cunto te compadezco! Ah, ngeles del Cielo, venid a ayudarla a separarse del cuerpo muerto de Jess... pues si no, Ella morir! Mas, oh prodigio, mientras pareca extinguida juntamente con Jess, oigo su voz temblorosa e interrumpida por sollozos, que dice: "Hijo, Hijo amado, ste era el nico consuelo que me quedaba y que mitiga mis penas: tu Santsima Humanidad, desahogarme sobre estas llagas y adorarlas y besarlas... Pero ahora tambin se me quita esto, porque el Querer Divino as lo quiere. Y Yo me resigno. Pero sabe, oh Hijo, que lo quiero... y no puedo. Al solo pensamiento de hacerlo, las fuerzas se me desvanecen y la vida me abandona... Ah permteme, oh Hijo, que para poder recibir fuerza y vida para esta amarga separacin, me deje sepultada enteramente en ti, y que para mi vida tome tu vida, tus penas, tus reparaciones y todo lo que T eres... Ah, slo un intercambio de vida entre T y Yo puede darme la fuerza de cumplir el sacrificio de separarme de ti." Afligida Mam ma, as decidida, veo que de nuevo recorres esos miembros, y poniendo tu cabeza sobre la de Jess, la besas y en ella encierras tus pensamientos, tomando para ti sus espinas, sus afligidos y ofendidos pensamientos y todo lo que ha sufrido en su sacratsima cabeza...Oh, cmo quisieras animar la inteligencia de Jess con la tuya para poder darle vida por vida!... Y ya sientes que empiezas a revivir, con haber tomado en tu mente los pensamientos y las espinas de Jess... Dolorosa Mam, te veo que besas los ojos apagados de Jess. Y se me parte el corazn al ver que Jess ya no te mira ms... Cuntas veces esos ojos divinos, mirndote, te extasiaban en el Paraso y te hacan resucitar de la muerte a la vida! Pero ahora, al ver que ya no te miran, te sientes morir...Por eso veo que dejas tus ojos en los de Jess y que tomas para ti los suyos, sus lgrimas y la amargura de esa mirada que ha sufrido tanto al ver las ofensas de las criaturas y tantos insultos y desprecios. Veo que besas tambin, oh traspasada Mam, sus santsimos odos, y lo llamas y lo llamas y le dices: "Hijo mo, pero es posible que ya no me escuches ms? T, que me escuchabas y que atendas hasta el ms pequeo gesto mo... Y ahora que lloro y que te llamo no me escuchas? Ah, el amor verdadero es el ms cruel tirano! T eras para M ms que mi propia vida, y ahora tendr que sobrevivir a tan gran dolor? Por

eso, oh Hijo, dejo mis odos en los tuyos y tomo para M todo lo que han sufrido tus santsimos odos, el eco de todas las ofensas que en ellos resonaban... Slo esto me puede dar la Vida: tus penas y tus dolores..." Y mientras esto dices, es tan intenso el dolor y las angustias en tu Corazn, que pierdes la voz y te quedas sin movimiento... Pobre Mam ma, pobre Mam ma, cunto te compadezco! Cuntas muertes crueles ests sufriendo! Pero, Mam dolorosa, el Querer divino se impone y te da el movimiento, y T miras el rostro santsimo de Jess, lo besas y exclamas: "Hijo adorado, cmo ests desfigurado; si el amor no me dijera que eres mi Hijo, mi Vida, mi todo, no sabra reconocerte... tanto has quedado irreconocible! Tu natural belleza se ha convertido en deformidad, tus rosadas mejillas se han hecho violceas; la luz, la gracia que irradiaba tu hermoso rostro que mirarte y quedar arrobado era una misma cosa-- se ha transformado en la palidez de la muerte, oh Hijo amado... Hijo, a qu has quedado reducido! Qu horrible trabajo ha realizado el pecado en tus santsimos miembros! Oh, cmo quisiera tu inseparable Mam devolverte tu primitiva belleza! Quiero fundir mi cara en la tuya y tomar para M tu rostro, las bofetadas, los salivazos, los desprecios y todo lo que has sufrido en tu rostro adorable... Ah Hijo, si me quieres an viva, dame tus penas, de lo contrario me muero!" Y tan grande es el dolor que te sofoca que te corta las palabras y quedas como extinguida sobre el rostro de Jess... Pobre Mam, cunto te compadezco! Angeles mos, venid a sostener a mi Mam, su dolor es inmenso, la inunda, la ahoga, y ya no le quedan ms vida ni fuerzas... Pero el Querer Divino, rompiendo estas olas de dolor que la ahogan, le restituye la vida. Y llegas ya a su boca, y al besarla te sientes amargar tus labios por la amargura de la hiel que ha amargado tanto la boca de Jess, y sollozando continas: "Hijo mo, dile una ltima palabra a tu Mam... Pero es posible que no haya de volver a escuchar nunca ms tu voz? Todas las palabras que en vida me dijiste, como otras tantas flechas me hieren el Corazn de dolor y de amor; y ahora, al verte mudo, estas flechas se remueven en mi lacerado Corazn y me dan innumerables muertes, y a viva fuerza parece que quieran arrancarte una ltima palabra... y no obtenindola, me desgarran y me dicen: "As es, ya no ms lo escuchars; no volvers a or ms sus dulces acentos, la armona de su palabra creadora, que en ti creaba tantos parasos por cuantas palabras deca"... Ah, mi paraso se termin y no tendr sino amarguras! Ah Hijo, quiero darte mi lengua para reanimar la tuya! Ah, dame lo que has sufrido en tu santsima boca, la amargura de la hiel, tu sed ardiente, tus reparaciones y tus plegarias; y as, oyendo por medio de stas tu voz, mi dolor podr ser ms soportable... y tu Mam podr seguir viviendo en medio de tus penas..." Mam destrozada, veo que te apresuras porque los que estn contigo quieren ya cerrar el sepulcro, y casi como volando pasas sobre las manos de Jess... las tomas entre las tuyas, las besas, te las estrechas al Corazn y dejando tus manos en las suyas, tomas para ti los dolores y las heridas que han deshecho esas manos santsimas... Y llegando a los pies de Jess y mirando la cruel destruccin que los clavos han hecho en sus pies, pones en ellos los tuyos y tomas para ti esas llagas, entregndote en lugar de Jess a correr en busca de todos los pecadores para arrancarlos al infierno... Angustiada Mam, ya veo que le dices el ltimo Adis al Corazn traspasado de Jess... Aqu te detienes; es el ltimo asalto que recibe tu Corazn materno, y te lo sientes arrancar del pecho por la vehemencia del amor y del dolor, y por s mismo se te escapa para ir a encerrarse en el Corazn Santsimo de Jess; y T, vindote sin Corazn, te apresuras a tomar para ti el Corazn Sacratsimo de Jess, su amor rechazado por

tantas criaturas, tantos deseos suyos ardentsimos, no realizados por la ingratitud de ellas, y los dolores, las heridas que traspasan ese Corazn sagrado y que te tendrn crucificada durante toda tu vida... Y mirando esa ancha herida, la besas y tomas en tus labios su sangre, y sintindote la vida de Jess, sientes las fuerzas para soportar la amarga separacin... Y as, lo abrazas y te retiras... y ests a punto de permitir que sea cerrado el sepulcro con la piedra... Pero yo, dolorosa Mam ma, llorando te suplico que no permitas an que Jess nos sea quitado de nuestra mirada; espera que primero me encierre en Jess para tomar su Vida en m... Si no puedes vivir sin Jess T, que eres la Sin Mancha, la Santa, la Llena de Gracia, mucho menos podr yo, que soy la debilidad, la miseria, la llena de pecados... Cmo voy a poder vivir sin Jess? Ah Mam dolorosa, no me dejes sola, llvame contigo; pero antes depostame toda en Jess, vacame de todo para poner a Jess por entero en m, as como lo has puesto en ti... Comienza a cumplir conmigo el oficio de Madre que te dio Jess estando en la Cruz, y abriendo mi pobreza extrema una brecha en tu Corazn materno, encirrame toda por completo en Jess con tus mismas manos maternas. Encierra los pensamientos de Jess en mi mente, a fin de que no entre en m ningn otro pensamiento. Encierra los ojos de Jess en los mos para que nunca pueda escapar yo a su mirada. Pon sus odos en los mos para que siempre lo escuche y cumpla en todo su Santsimo Querer... Su rostro ponlo en el mo a fin de que contemplando ese Rostro tan desfigurado por amor a m, lo ame, lo compadezca y repare. Pon su lengua en la ma, para que hable, rece y ensee con la lengua de Jess. Pon sus manos en las mas para que cada movimiento que yo haga y cada obra que realice, tomen vida en las obras y movimientos de Jess. Sus pies ponlos en los mos, a fin de que cada paso que yo d sea vida, salvacin, fuerza y celo para todas las criaturas... Y ahora, afligida Mam ma, permteme que bese su Corazn y que beba su Preciossima Sangre, y encerrando T su Corazn en el mo, haz que pueda vivir yo de su amor, de sus deseos y de sus penas... Y ahora toma la mano derecha de Jess, rgida ya, para que me des con ella su ltima bendicin... Veo que ahora ya permites que la piedra cierre el sepulcro, y T, destrozada, la besas y llorando dices tu ltimo Adis a Jess... y despus te alejas del sepulcro. Pero tu dolor es tanto que quedas petrificada y helada... Traspasada Mam, contigo le digo Adis a Jess y, llorando, quiero compadecerte y hacerte compaa en tu amarga desolacin. Quiero ponerme a tu lado para decirte en cada suspiro tuyo, en cada dolor, una palabra de consuelo, para darte una mirada de compasin... Recoger tus lgrimas, y si te veo desvanecerte, te sostendr en mis brazos. Ahora veo que te ves obligada a volver a Jerusaln por ese mismo camino, por donde viniste... Unos cuantos pasos y te encuentras de nuevo ante la Cruz, sobre la que Jess ha sufrido tanto y ha muerto, y corres a ella, la abrazas, y vindola tinta en sangre, en tu Corazn se renuevan uno por uno todos los dolores que Jess ha sufrido sobre ella... Y no pudiendo contener tu dolor, entre sollozos exclamas: "Oh Cruz! Tan cruel habas de ser con mi Hijo? Ah, en nada lo has perdonado! Qu mal te haba hecho? No has permitido siquiera a M, su dolorosa Mam, que le diera un sorbo de agua al menos, cuando la peda, y a su boca abrasada le has dado hiel y vinagre; senta Yo licurseme el Corazn traspasado y hubiera querido dar a aquellos labios mi Corazn licuefacto para calmar su sed, pero tuve el dolor de verme rechazada... Oh Cruz, cruel, s, pero santa, porque has sido divinizada y santificada al contacto de mi Hijo. Esa crueldad que usaste con El, cmbiala en compasin hacia los miserables mortales, y por las penas que El ha sufrido sobre ti, obtn gracia y fortaleza para las almas que sufren, para que ninguna se pierda por causa de cruces y tribulaciones. Mucho me cuestan las almas; me cuestan la vida de un Hijo Dios; y Yo, como Madre y Corredentora, las confo todas a ti, oh Cruz."

Y besndola y volvindola a besar te alejas... Pobre Mam, cunto te compadezco! A cada paso y encuentro surgen nuevos dolores, que haciendo ms grande su inmensidad y su amargura, te inundan como oleadas, te ahogan, y a cada momento te sientes morir. Pocos pasos ms... y llegas al sitio donde esta maana lo encontraste bajo el enorme peso de la Cruz, agotado, chorreando sangre, con un manojo de espinas en la cabeza, las cuales, a los golpes de la Cruz penetraban ms y ms y en cada golpe le procuraban dolores de muerte... La mirada de Jess, cruzndose con la tuya, buscaba piedad, pero los soldados, para privar de ese consuelo a Jess y a ti, lo empujaron y lo hicieron caer, hacindole derramar nueva sangre; y ahora, viendo la tierra empapada, te postras por tierra, y mientras besas esa Sangre te oigo decir: "Angeles mos, venid a hacer guardia a esta Sangre, para que ninguna gota sea pisoteada y profanada." Mam dolorosa, djame que te d la mano para levantarte y sostenerte, porque te veo que agonizas en la Sangre de Jess... Pero al proseguir tu camino, nuevos dolores encuentras. Por doquier ves huellas de su Sangre y recuerdas el dolor de Jess... Por eso apresuras tus pasos y te encierras en el Cenculo. Yo tambin me encierro en el Cenculo, pero mi Cenculo sea el Corazn Santsimo de Jess; y desde su Corazn quiero venir a tus rodillas maternas para hacerte compaa en esta Hora de amarga desolacin... No resiste mi corazn dejarte sola en tanto dolor. Desolada Mam, mira a esta pequea hija tuya; soy demasiado pequea, y sola no puedo ni quiero vivir. Tmame sobre tus rodillas y estrchame entre tus brazos maternos, haz conmigo de Mam. Tengo necesidad de gua, de ayuda, de sostn... Mira mi miseria y derrama sobre mis llagas una lgrima tuya, y cuando me veas distrada, estrchame a tu Corazn materno, y en m vuelve a llamar la Vida de Jess... Pero mientras esto te suplico, me veo obligada a detenerme para poner atencin a tus acerbos dolores, y siento que el corazn se me rompe al ver que al mover tu cabeza sientes que te penetran ms las espinas que has tomado de Jess, con las punzadas de todos nuestros pecados de pensamiento, que penetrndote hasta en los ojos, te hacen derramar lgrimas de sangre... Y mientras lloras, teniendo en los ojos la vista de Jess, desfilan ante tu vista todas las ofensas de las criaturas... Cmo sientes su amargura! Cmo comprendes lo que Jess ha sufrido, teniendo en ti sus mismas penas! Pero un dolor no espera al otro, y poniendo atencin en tus odos te sientes aturdir por el eco de las voces de las criaturas, y segn cada especie de voces ofensivas de las criaturas te los hieren, y T repites una vez ms: "Hijo, cunto has sufrido!". Desolada Mam, cunto te compadezco! Permteme que te limpie tu rostro todo baado en lgrimas y en sangre..., pero me siento retroceder al verlo ahora violceo, irreconocible y plido, con una palidez mortal... Ah, comprendo, son los malos tratos que le han dado a Jess, que has tomado sobre ti y que te hacen tanto sufrir, tanto, que al mover tus labios en tu oracin o para dejar escapar suspiros de fuego de tu pecho, siento tu aliento amargusimo y tus labios abrasados por la sed de Jess... Pobre Mam ma, cunto te compadezco! Tus dolores parece que van creciendo cada vez ms, y parecen darse la mano entre ellos... Y tomando tus manos en las mas, las veo traspasadas por clavos... En ellas precisamente sientes el dolor al ver los homicidios, las traiciones, los sacrilegios y todas las obras malas, que repiten los golpes, agrandando las llagas y exacerbndolas cada vez ms.

Cunto te compadezco! T eres la verdadera Madre Crucificada, hasta el punto que ni siquiera tus pies quedan sin clavos; ms an, no slo te los sientes clavar, sino tambin como arrancar por tantos pasos inicuos y por las almas que se van al infierno, y T corres tras ellas para que no se precipiten en las eternas llamas infernales... Pero no es todava todo, Crucificada Mam. Todas tus penas, reunindose juntas, resuenan haciendo eco en tu Corazn, y te lo traspasan, no con siete espadas, sino con miles de espadas; y mucho ms porque teniendo en ti el Corazn Divino de Jess, que contiene a todos los corazones y envuelve en su latido los latidos de todos, ese latido divino va diciendo en sus latidos: "Almas, Amor", y T, en ese latido que dice "Almas" te sientes correr en tus latidos todos los pecados, y te sientes dar la muerte por cada uno de ellos; y en ese otro latido que dice "Amor", te sientes dar la vida; de manera que ests en un acto continuo de muerte y vida. Crucificada Mam, mirndote, compadezco tus dolores... stos son inenarrables. Quisiera transformar mi ser en lengua, en voz, para compadecerte, pero ante tantos dolores mis compadecimientos son nada. Por eso llamo a los ngeles, a la Trinidad Sacrosanta, y les ruego que pongan en torno a ti sus armonas, sus contentos, sus bellezas, para que endulcen y compadezcan tus intensos dolores; que te sostengan entre tus brazos y que te devuelvan todas tus penas convertidas en amor. Y ahora, desolada Mam, gracias en nombre de todos por todo lo que has sufrido, y te ruego, por sta tan amarga desolacin tuya, que me vengas a asistir en la hora de mi muerte, cuando mi pobre alma se encontrar sola, abandonada de todos, en medio de mil angustias y temores; ven T entonces a devolverme la compaa que tantas veces te he hecho en mi vida; ven a asistirme, ponte a mi lado y ahuyenta al enemigo; lava mi alma con tus lgrimas, cbreme con la Sangre de Jess, revsteme con sus mritos, embellceme con tus dolores y con todas las penas y las obras de Jess; y en virtud de sus penas y de sus dolores, haz desaparecer de m todos mis pecados, dndome el total perdn. Y al expirar mi alma, recbeme entre tus brazos y ponme bajo tu manto, ocltame a la mirada del enemigo, llvame en un vuelo al Cielo y ponme en los brazos de Jess... Quedemos en este acuerdo, querida Mam ma! Y ahora te ruego que les hagas la compaa que te he hecho hoy a todos los moribundos presentes y futuros, a todos hazles de Madre; son los momentos extremos y se necesitan grandes auxilios, por eso, a ninguno niegues tu oficio materno... Y por ltimo unas palabras: Mientras te dejo, te ruego que me encierres en el Corazn Sacratsimo de Jess, y T, doliente Mam ma, hazme de centinela para que Jess no me tenga que echar fuera de su Corazn, y para que yo, ni aun queriendo, pueda salir jams... Y ahora, te beso tu mano materna y T dame tu bendicin... AMEN

Oracin para desarmar a la Justicia Divina. Crucificado Amor mo, yo tambin quiero seguirte ante el Trono del Eterno, y junto contigo quiero desarmar a la Divina Justicia. Hago ma tu santsima Humanidad, me uno con mi voluntad a la Tuya y junto contigo quiero hacer lo que haces T... Es ms, permteme que corran mis pensamientos en los tuyos; mi amor, mi voluntad, mis deseos en los tuyos; mis latidos corran en tu Corazn y todo mi ser, en ti, a fin de que no deje escapar nada y repita acto por acto y palabra por palabra todo lo que haces T. Pero veo, crucificado Bien mo, que T, viendo al Divino Padre grandemente indignado contra las criaturas, te postras ante El y ocultas a todas las criaturas dentro de tu santsima Humanidad, ponindolos al seguro, para que el Padre, mirndonos en ti, no nos eche a las criaturas de S. Y si las mira airado, es porque todas las almas han desfigurado la bella imagen que El cre, y no tienen ms pensamientos que para desconocerlo y ofenderlo, y de su inteligencia, que deba ocuparse en comprenderlo, forman por el contrario una guarida donde anidan todos los pecados... Y T, oh Jess mo, para aplacarlo, atraes la atencin del Divino Padre a que mire tu santsima cabeza traspasada en medio de atroces dolores, que en tu mente tienen cono clavadas a todas las inteligencias de las criaturas, y por las cuales y por cada una ofreces una expiacin para satisfacer a la Divina Justicia. Oh, cmo estas espinas son ante la Majestad Divina voces piadosas que excusan todos los malos pensamientos de las criaturas! Jess mo, mis pensamientos sean uno solo con los tuyos; por eso contigo ruego, imploro, reparo y excuso ante la Divina Majestad por todo el mal que hacen todas las criaturas con la inteligencia. Permteme que tome tus espinas y tu misma Inteligencia, y que vaya recorriendo contigo todas las criaturas y una tu Inteligencia a las suyas, y que con la santidad de tu Inteligencia les devuelva la primera Inteligencia, tal como fue por ti creada; que con la santidad de tus pensamientos reordene todos los pensamientos de las criaturas en ti, Y que con tus espinas traspase la mente de todas y de cada una de las criaturas y te devuelva el dominio y el gobierno de todas... Ah s, oh Jess mo, T solo s el dominador de cada pensamiento, de cada acto de todas las gentes; rige T solo cada cosa, y slo as la faz de la tierra, que causa horror y espanto, ser renovada. Mas me doy cuenta, crucificado Jess, que an ves al Divino Padre indignado, que mira a las pobres criaturas y las ve a todas tan enfangadas de pecados y cubiertas con las ms repugnantes asquerosidades, que dan asco a todo el Cielo. Oh, cmo queda horrorizada la pureza de la mirada divina, casi no reconociendo como obra de sus manos santsimas a la pobre criatura! Es ms, parece que sean otros tantos monstruos ocupan la tierra y que atraen la indignacin de la mirada del Padre... Pero T, oh Jess mo, para aplacarlo tratas de endulzarlo cambiando sus ojos por los tuyos, hacindole verlos cubiertos de sangre e hinchados de lgrimas; y lloras ante la Divina Majestad para moverla a compasin por la desgracia de tantas pobres criaturas, y oigo que le dices: "Padre mo, es cierto que la ingrata criatura cada vez ms se va enfangando con pecados, hasta no merecer ya tu mirada paterna; pero mrame, oh Padre: Yo quiero llorar tanto ante Ti, que forme un bao de lgrimas y de sangre para lavar todas las inmundicias con que se han cubierto las criaturas. Padre mo, querrs acaso T rechazarme? No, no puedes; soy tu Hijo! Y a la vez que soy tu Hijo soy tambin la Cabeza de todas las criaturas, y ellas son mis miembros... Salvmoslas, oh Padre, salvmoslas!".

Jess mo, amor sin fin, quisiera tener tus ojos para llorar ante la Majestad Suprema por la prdida de tantas pobres criaturas... y por estos tiempos tan tristes. Permteme que tome tus lgrimas y tus mismas miradas, que son una con las mas, y recorra todas las criaturas. Y para moverlas a compasin por sus almas y por tu amor, les har ver que T lloras por su causa, y que mientras se van enfangando T tienes preparadas tus lgrimas y tu sangre para lavarlas... y as, al verte llorar, se rendirn. Ah, con estas tus lgrimas permteme que lave todas las inmundicias de las criaturas; que haga descender estas lgrimas en sus corazones y ablande a tantas almas endurecidas en el pecado, venza la obstinacin de los corazones y haga penetrar en ellos tus miradas, hacindoles levantar al Cielo sus miradas para amarte, y no las dejen ms vagar sobre la tierra para ofenderte. As el Divino Padre no desdear mirar a la pobre humanidad. Crucificado Jess, veo que el Divino Padre an no se aplaca en su indignacin, porque mientras su paterna bondad, movida por tanto Amor a la pobre criatura, Amor que ha llenado Cielo y tierra de tantas pruebas de amor y de beneficios hacia ella, tantas que se pueda decir que en cada paso y acto de la criatura se siente correr el Amor y las gracias de ese Corazn Paterno, y la criatura, siempre ingrata, no quiere reconocerlo sino que hace frente a tanto Amor llenando cielos y tierra de insultos, de desprecios y de ultrajes, y llega a pisotearlo bajo sus inmundos pies, queriendo destruirlo si pudiera, y todo por idolatrarse a s misma Ah, todas esas ofensas penetran hasta en los Cielos y llegan ante la Majestad Divina, la Cual, oh cmo se indigna viendo a la vilsima criatura que llega hasta insultarla y ofenderla en todos los modos posibles! Pero T, oh Jess mo, siempre atento a defendernos, con la fuerza arrebatadora de tu Amor forzas al Padre a que mire tu santsimo rostro, cubierto de todos estos insultos y desprecios, y le dices: "Padre mo, no rechaces a las pobres criaturas; si las rechazas a ellas, a M me rechazas. Ah, aplcate! Todas estas ofensas las tengo sobre mi rostro, que te responde por todas... Padre mo, detn tu furor contra la pobre humanidad; son ciegos y no saben lo que hacen. Por eso mrame bien cmo he quedado reducido por su causa. Si no te mueves a compasin por la msera humanidad, que te enternezca mi rostro lleno de salivazos, cubierto de sangre, amoratado e hinchado por tantas bofetadas y golpes como he recibido...Piedad, Padre mo! Yo era el ms bello de los hijos de los hombres y ahora estoy tan desfigurado que soy irreconocible; soy oprobio para todos. Por eso, a cualquier precio quiero a la criatura salva!". Jess mo, pero es posible que nos ames tanto? Tu amor tritura mi pobre corazn, pero querindote seguir en todo, djame que tome este tu rostro santsimo para tenerlo en mi poder, para mostrarlo continuamente as desfigurado al Padre, con el fin de moverlo a compasin por la pobre humanidad, que tan oprimida est bajo el ltigo de la Divina Justicia que yace como moribunda; y permteme que vaya en medio de las criaturas y les haga ver tu rostro tan desfigurado por su causa, y las mueva a compasin de sus almas y de tu amor; y que con la luz que brota de ese rostro y con la fuerza arrebatadora de tu amor les haga comprender Quin eres T y quines son ellas que se atreven a ofenderte, y haga resurgir sus almas de en medio de tantos pecados en que viven muertas a la Gracia, y les haga postrarse ante ti a todas, en acto de adorarte y de glorificarte. Jess mo, Crucificado adorable, la criatura contina irritando sin cesar a la Divina Justicia, y de su lengua hace resonar el eco de horribles blasfemias, voces de imprecaciones y maldiciones, conversaciones malas, tramas para preparar cmo destrozarse mejor entre ellas y llevar a cabo horribles matanzas y asesinatos... Ah, todas estas voces ensordecen la tierra y penetrando hasta en los Cielos ensordecen los odos divinos, y Dios, cansado de estos ecos malignos que las criaturas le envan, siente que querra deshacerse de ellas y arrojarlas lejos de S, porque todas estas voces malignas imprecan y claman venganza y justicia contra ellas mismas... Oh, cmo la Divina Justicia se siente constreida a descargar flagelos! Oh, cmo encienden su

furor contra la criatura tantas blasfemias horrendas! Pero T, oh Jess mo, amndonos con sumo amor, haces frente a estas voces malignas con tu voz omnipotente y creadora y haces resonar tu dulcsima voz en los odos del Padre para repararlo por las molestias que le dan las criaturas, con otras tantas voces de bendiciones, de alabanzas, y clamas: "Misericordia, Gracias, Amor para la pobre criatura!" Y para aplacarlo ms, le demuestras tu santsima boca y le dices: "Padre mo, mrame de nuevo; no oigas las voces de las criaturas sino escucha la ma; soy Yo quien te da satisfaccin por todas; por eso te ruego que mires a las criaturas, pero que las mires en M, pues si las miras fuera de M, qu sera de ellas? Son dbiles, ignorantes, capaces slo de hacer el mal, llenas de todas las miserias. Piedad, piedad de las pobres criaturas. Yo te respondo por ellas con mi lengua amargada por la hiel, reseca por la sed y quemada y abrasada por el Amor..." Amargado Jess mo, mi vos en la tuya tambin quiere hacer frente a todas esas ofensas. Djame que tome tu lengua, tus labios y que recorra todas las criaturas y toque sus lenguas con la tuya, para que sintiendo ellas en el momento de ofenderte la amargura de la tuya, no vuelvan a blasfemar, si no por amor, al menos por la amargura que sientan...; djame que toque sus labios con los tuyos a fin de que, hacindoles sentir en sus labios el fuego de la culpa, y haciendo resonar tu voz omnipotente en todos los pechos, pueda detener la corriente de todas las voces malas, y cambiar a todas las voces humanas en voces de bendiciones y alabanzas. Crucificado Bien mo, ante tanto amor y dolor tuyo la criatura no se rinde an; por el contrario, desprecindote, va aadiendo pecados y pecados, cometiendo enormes sacrilegios, homicidios, suicidios, fraudes, engaos, crueldades y traiciones...Ah, todas estas obras malas hacen ms pesados los brazos paternos, y el Padre, no pudiendo sostener su peso, est a punto de dejarlos caer, haciendo llover sobre la tierra clera y destruccin. Y T, oh Jess mo, para librar a la criatura de la clera divina, temiendo ver a la criatura destruida, tiendes tus brazos al Padre para que El no los deje caer y destruya a la criatura, y ayudndolo con los tuyos a sostener el peso, lo desarmas e impides a la Justicia que acte. Y para moverlo a compasin por la msera humanidad y enternecerlo, con voz ms conmovedora le dices: "Padre mo, mira mis manos destrozadas y estos clavos que me las traspasan, que me tienen clavado junto con todas estas obras malas. Ah, en estas manos siento todos los dolores que me dan todas estas malas obras. No ests contento, oh Padre mo, con mis dolores? No son acaso capaces de satisfacerte? Ah, estos mis brazos descoyuntados y descarnados sean para siempre cadenas que tengan atadas a todas las pobres criaturas a fin de que ninguna me huya, slo la que quisiera arrancarse de M a viva fuerza; y estos mis brazos sean las cadenas amorosas que te aten tambin a ti, Padre mo, para impedirte que destruyas a la pobre criatura; ms an, te atraigan siempre ms hacia ella para que derrames abundantemente sobre ella tus gracias y tus misericordias." Jess mo, tu amor es un dulce encanto para m, y me mueve a hacer todo lo que haces T; por eso dame tus brazos, pues quiero impedir junto contigo, a costa de cualquier pena, que intervenga la Justicia Divina contra la pobre humanidad. Con la sangre que escurre de tus manos quiero extinguir el fuego de la culpa que la enciende y aplacar su furor; y para mover al Padre a ms piedad por las criaturas, permteme que en tus brazos ponga tantos miembros destrozados, los gemidos de tantos pobres heridos, tantos corazones doloridos y oprimidos, y djame que recorra todas las criaturas y las estreche a todas en tus brazos para que todas vuelvan a tu Corazn. Permteme que con la potencia de tus manos creadoras detenga la corriente de tantas obras malas y pecaminosas e impida a todos hacer el mal.

Amable Jess mo crucificado, la criatura no est satisfecha an de ofenderte; quiere beber hasta el fondo todas las heces del pecado y corre como enloquecida por el camino del mal; se precipita cada vez ms de pecado en pecado, desobedece y desconoce tus Leyes, y desconocindote a ti, se rebela ms contra ti , y casi slo por darte dolor quiere irse al infierno... Oh, cmo se indigna la Majestad Suprema! Y T, oh Jess mo, triunfando sobre todo, hasta sobre la obstinacin de las criaturas, para aplacar al Divino Padre le muestras toda tu santsima Humanidad lacerada, descoyuntada, descarnada y destrozada en modo horrible, y tus santsimos pies traspasados, en los que contienes todos los pasos de las criaturas, que te dan dolores de muerte, tanto que estn deformes por la atrocidad de los dolores; y oigo tu voz ms que nunca conmovedora, como a punto de extinguirse, que a fuerza de amor y de dolor quiere vencer a la criatura y triunfar sobre el Corazn del Padre diciendo: "Padre mo, mrame de la cabeza a los pies: No hay parte sana en M. Ya no tengo donde hacerme abrir nuevas llagas y procurarme otros dolores. Si no te aplacas ante este espectculo de amor y de dolor, quin va a poder aplacarte? Oh criaturas, si no os rends ante tanto amor, qu esperanza de conversin os queda? Estas mis llagas y esta Sangre ma sean siempre voces que hagan descender del Cielo a la tierra gracias de arrepentimiento, de perdn y de compasin hacia la pobre humanidad..." Jess mo, te veo en estado de violencia para aplacar al Padre y para vencer a la pobre criatura; por lo cual permteme que tome tus santsimos pies y vaya a todas las criaturas y ate sus pasos a tus pies para que si quieren caminar por el camino del mal, sintiendo las ataduras que has puesto entre T y ellas, no puedan. Ah, con estos tus pies hazles echarse atrs del camino del mal y ponlas en el sendero del bien, hacindolas ms dciles a tus Leyes; y con tus clavos cierra el infierno para que nadie ms caiga en l. Jess mo, amante crucificado, veo que ya no puedes ms... La tensin terrible que sufres sobre la Cruz, el continuo moverse de tus huesos, que cada vez ms se dislocan a cada pequeo movimiento, las carnes que cada vez ms se abren, las repetidas ofensas que te aaden, repitindote una pasin y muerte ms dolorosa, la sed ardiente que te consume, las penas interiores que te ahogan de amargura, de dolor y de amor, y en tantos martirios tuyos la ingratitud humana que te hace frente y que penetra como una ola impetuosa hasta dentro de tu Corazn traspasado, ay, te aplastan de tal manera que tu santsima Humanidad, no resistiendo bajo el peso de tantos martirios, est a punto de sucumbir, y como delirando por el amor y por el sufrimiento suplica ayuda y piedad... Crucificado Jess. Ser posible que T, que riges todo y das vida a todos, pidas ayuda? Ah, cmo quisiera penetrar en cada gota de tu Sangre y derramar la ma para endulzarte cada llaga, para mitigar el dolor de cada espina y hacer menos dolorosas sus punzadas, y para aliviar en cada pena interior de tu Corazn la intensidad de tus amarguras! Quisiera darte vida por vida y, si me fuera posible, quisiera desclavarte de la Cruz para substituirte... Pero veo que soy nada y que no puedo nada; soy demasiado insignificante, por eso, dame a ti mismo; tomar Vida en ti, te dar a ti mismo, slo as mis ansias quedarn satisfechas. Destrozado Jess, veo que tu santsima Humanidad se agota para dar en todo cumplimiento a nuestra redencin... Tienes necesidad de ayuda, pero de ayuda divina y por eso te arrojas en los brazos del Padre y le pides ayuda y piedad. Oh, cmo se enternece el Divino Padre mirando la horrenda destruccin de tu santsima Humanidad, la terrible obra que el pecado ha hecho en tus sagrados miembros! Y El, para satisfacer tus ansias de amor, te estrecha a su Corazn paterno y te da los auxilios necesarios para dar cumplimiento a nuestra redencin. Y mientras te estrecha, en tu Corazn sientes ms fuerte repetirse los martillazos y los clavos, los rayos de los flagelos, el abrirse las llagas, las punzadas de las espinas... Oh, cmo queda conmovido el Padre! Cmo se indigna viendo que todas estas penas te las dan en tu Corazn hasta las almas a ti consagradas! Y en su dolor te dice:

"Pero es posible, Hijo mo, que ni siquiera la parte por ti elegida est contigo? Al contrario, parece que sean almas que piden refugio y ocultarse en este tu Corazn para amargarte y darte una muerte ms dolorosa y, lo que es peor, todos estos dolores que te dan, van ocultos y cubiertos con hipocresas. Ah, Hijo, no puedo contener ms mi indignacin por la ingratitud de estas almas que me dan ms dolor que las de todas las dems criaturas juntas!". Pero T, oh Jess mo, triunfando en todo, defiendes a estas almas y con el amor inmenso de tu Corazn das reparacin por las oleadas de amarguras y de heridas mortales que estas almas te envan; y para aplacar al Padre le dices: "Padre mo, mira este mi Corazn: Que todos estos dolores te satisfagan, y por cuanto ms amargos, tanto ms potentes sean sobre tu Corazn de Padre para obtenerles gracia, luz, perdn... Padre mo, no las rechaces: Ellas sern mis defensoras y continuarn mi Vida sobre la tierra." "Oh Padre amorossimo, considera que si bien mi Humanidad ha llegado ahora al colmo de sus sufrimientos, tambin este mi Corazn estalla por las amarguras y por las ntimas penas e inauditos tormentos que he sufrido a lo largo de casi 34 aos, desde el primer instante de mi Encarnacin... T conoces, oh Padre, la intensidad de estas penas interiores, tan dolorosas que hubieran sido capaces de hacerme morir a cada momento de puro dolor si nuestra Omnipotencia no me hubiera sostenido para prolongar mi padecer hasta esta extrema agona... Ah, si todas las penas de mi santsima Humanidad, que te he ofrecido hasta ahora para aplacar tu Justicia sobre todos y para atraer sobre todos tu misericordia triunfadora, no te bastan, ahora de un modo particular Yo te presento, por las faltas y los extravos de las almas consagradas a Nosotros, este mi Corazn despedazado, oprimido y triturado, pisoteado en el lagar de todos los instantes de mi vida mortal... Ah, observa, Padre mo, que ste es el Corazn que te ha amado con infinito amor, que siempre ha vivido abrasado de amor por mis hermanos, hijos tuyos en M... Este es el Corazn generoso con el que he anhelado sufrir para darte la completa satisfaccin por todos los pecados de los hombres. T4en piedad de sus desolaciones, de su continuo penar, de sus tedios, de sus angustias, de sus tristezas hasta la muerte... Acaso ha habido, oh Padre mo, un solo latido de mi corazn que no haya buscado tu Gloria, aun a costa de penas y de sangre, y la salvacin de todos mis hermanos? No ha salido de este mi Corazn siempre oprimido las ardientes suplicas, los gemidos, los suspiros, los clamores, con que durante casi 34 aos he llorado y clamado Misericordia en tu presencia? T me has escuchado, oh Padre mo, una infinidad de veces y por una infinidad de almas, y te doy gracias infinitas..., pero mira, oh Padre mo, cmo mi Corazn no puede calmarse en sus penas, aun por una sola alma que haya de escapar a su amor, porque Nosotros amamos a un alma sola tanto como a todas las almas juntas... Y se dir que habr de dar el ltimo respiro sobre este doloroso patbulo viendo perecer miserablemente incluso almas a Nosotros consagradas? Yo estoy muriendo en un mar de angustias por la iniquidad y por la prdida eterna del prfido Judas, que me fue tan duro e ingrato que rechaz todas mis finuras amorosas y delicadas, y al que Yo hice tanto bien que llegu a hacerlo Sacerdote y Obispo, como a los dems Apstoles mos. Ah Padre mo, baste este abismo de penas, baste... Oh, cuntas almas veo, elegidas por nosotros a esta vocacin sagrada, que quieren imitar a Judas... cual ms, cual menos! Aydame, Padre mo, aydame; no puedo soportar todas estas penas! Mira si hay una fibra en mi Corazn, una sola fibra que no est atormentada ms que todos los destrozos de mi cuerpo divino! Mira si toda la sangre que estoy derramando no brote, ms que de mis llagas, de mi Corazn, que se deshace de amor y de dolor! Piedad, Padre mo, piedad, no para M, que quiero sufrir y padecer hasta lo infinito por las pobres criaturas, sino piedad de todas las almas, especialmente de las llamadas a ser mis Esposas, a ser mis Sacerdotes. Escucha, oh Padre, mi Corazn, que sintindose faltar la vida acelera sus encendidos latidos y grita: Padre mo, por mis innumerables penas te pido gracias eficaces de arrepentimiento y de verdadera conversin para todas estas infelices almas; que ninguna se pierda!

Tengo sed, Padre mo, tengo sed de todas las almas... pero especialmente de stas; tengo sed de ms sufrir por cada una de estas almas! Siempre he hecho tu Voluntad, Padre mo, y ahora, sta es mi Voluntad, que es tambin la Tuya, ah, haz que sea cumplida perfectamente por amor a M, tu Hijo amadsimo en quien has encontrado todas tus complacencias!" Oh Jess mo, me uno a tus splicas, a tus padecimientos, a tu amor penante. Dame tu Corazn para que sienta tu misma sed por las almas consagradas a ti y te restituya el amor y los afectos de todas... Permteme ir a todas y que les lleve tu Corazn, para que a su contacto se enfervoricen las fra, se conmuevan las tibias, se sientan llamar de nuevo las extraviadas y lleguen a ellas de nuevo las gracias que han rechazado. Tu Corazn est sofocado por el dolor y por la amargura al ver incumplidos, por su incorrespondencia, tantos designios que tenas sobre ellas, y al ver a tantas otras almas, que deberan tener vida y salvacin por medio de aquellas, que sufren las tristes consecuencias... Por eso quiero mostrarles tu Corazn tan amargado por causa suya, y arrojar en ellas dardos de fuego de tu Corazn; quiero hacer que escuchen tus splicas y todos tus padecimientos por ellas, y as no ser posible que no se rindan a ti; as volvern arrepentidas a tus pies y tus designios amorosos sobre ellas se vern cumplidos; estarn en torno a ti y en ti, no ya para ofenderte sino para repararte, para consolarte y defenderte. Crucificado Jess, Vida ma, veo que continas agonizando en la Cruz, pero que no est an satisfecho tu amor y que 1quieres dar cumplimiento a todo. Tambin yo agonizo contigo y llamo a todos: "Angeles, Santos, venid al Calvario a contemplar los excesos y las locuras de amor de un Dios! Besemos sus llagas sangrantes, adormoslas, sostengamos esos miembros lacerados y agradezcamos a Jess por nuestra Redencin. Mirad tambin a la traspasada Mam, que tantas penas y muertes siente en su Corazn Inmaculado por cuantas penas ve en su Hijo y Dios; sus mismos vestidos estn llenos de sangre, sangre que est derramada por todo el Calvario, y nosotros, todos juntos tomemos esta sangre, suplicando a la dolorida Mam que se una a nosotros, recorramos todo el mundo y vayamos en ayuda de todos; socorramos a los que estn en peligro de muerte, para que no perezcan; a los cados en el pecado, para que se levanten de nuevo; y a aquellos que estn por caer, para que no caigan. Demos esta Sangre a tantos pobres ciegos para que en ellos resplandezca la luz de la verdad; vayamos especialmente en medio de los pobres combatientes, seamos para ellos vigilantes centinelas, y si van a caer alcanzados por las balas, recibmoslos en nuestros brazos para confortarlos; si se ven abandonados por todos o si estn impacientes por su triste suerte dmosles esta Sangre para que se resignen y se mitigue la atrocidad de sus dolores... Y si vemos que hay almas a punto de caer en el Infierno, dmosles esta Sangre divina que contiene el precio de la Redencin, y arrebatmoslas a Satans... Y mientras tengo a Jess estrechado a mi corazn para tenerlo defendido de todo y reparado por todo, estrechar a todos a este Corazn a fin de que todos puedan obtener gracias eficaces de conversin, de fuerza y de salvacin". Oh Jess, veo que la sangre te chorrea de tus manos y de tus pies... Los ngeles, llorando y hacindote corona, admiran los portentos de tu inmenso amor. Veo al pie de la Cruz a tu dulce Mam, traspasada por el dolor, a tu predilecto Juan... todos petrificados en un xtasis de estupor, de amor y de dolor... Oh Jess, me uno a ti y me estrecho a tu Cruz, tomo toda tu Sangre y la derramo en mi corazn. Y cuando vea tu Justicia irritada contra los pecadores, para aplacarla le mostrar esta Sangre. Cuando quiera la conversin de almas obstinadas en el pecado, te mostrar a ti esta Sangre y en virtud de ella no podrs rechazar mi plegaria, porque en mis manos tengo ya la prenda para ser escuchada... Y ahora, Crucificado Bien mo, en nombre de todas las generaciones, pasadas, presentes y futuras, junto con nuestra Mam y con todos los ngeles, me postro profundamente ante ti dicindote: "Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo."

Por donaciones o por ms informacin acerca de Luisa Piccarreta y de sus otros escritos, y para agradecer por gracias recibidas y ayudar a su proceso de canonizacin favor de contactar: luisa @ iesvs.org

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