Lisandro Era El Único Hijo de Una Familia Muy Humilde

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Lisandro era el nico hijo de una familia muy humilde.

Sus padres trabajaban en el campo y si bien no haban pasado hambre jams, el dinero nicamente haba alcanzado con lo justo durante toda su vida. Al joven no lo entristeca demasiado esa situacin pues pensaba que habra un futuro diferente para sus padres, a quienes amaba profundamente y por supuesto para l tambin. Desde pequeo se haba acostumbrado a ir solo al colegio, realizar los quehaceres del hogar y hacer la comida. No haba podido jugar demasiado, haba que ayudar en la casa, mientras los padres trabajaban. Lisandro ansiaba llegar pronto a los quince aos, pues saba que a esa edad podra ir l a trabajar la tierra y su madre podra quedarse en la casa y descansar como tan merecido lo tena. El hecho de que su madre pudiese tener otra vida, por humilde que siguiera siendo, lo obsesionaba. Sin embargo, cuando finalmente cumpli sus esperados quince aos, no pudo hacer realidad su sueo. Su madre enferm gravemente. Consultaron al mdico del pueblo, quien les dijo que mucho no haba para hacer all con los pocos recursos que contaban e indic que viajaran a la ciudad. Tanto Lisandro como su padre se desesperaron. No contaban con el dinero necesario para trasladar a la madre y menos an para pagar el tratamiento necesario. Algo hay que hacer! Trabajar doble turno, las veinticuatro horas si es necesario para conseguir el dinero Dijo el padre con lgrimas en los ojos. No seas ingenuo padre Contest Lisandro- Ni trabajando dos meses reuniramos el dinero suficiente para el viaje y el tratamiento, hay que hacer otra cosa. Dicho esto, el joven se call, mir un largo rato a su madre delirando de fiebre, mir a su padre en cuyo rostro ya no caba ms dolor ni ms miedo y tom una decisin. Prepara todo lo necesario para el viaje, vuelvo lo antes que puedo con el dinero. De dnde lo sacars hijo? Pregunt su padre. Algo se me ocurrir Contest Lisandro y parti, no sin antes buscar una gorra y ropas que disimularan su aspecto. Siempre haba sido una persona de bien, de principios. As lo haban criado sus padres, pobre, pero honrado. Sin embargo, ante esta situacin lmite y no encontrando otra salida, Lisandro tom un camino que jams debera haber tomado. Sali de su casa corriendo como un loco, pensando en que sus vidas eran muy injustas, que no haba derecho a que su madre enfermase y menos an que no pudieran costear el viaje a la ciudad. Se enoj mucho, con la vida, con el destino, con Dios mismo.

Saba que no tena tiempo de juntar el dinero necesario trabajando, pues sus estudios eran bsicos y no sera fcil conseguir un trabajo bien pago. La desesperacin y el enojo no son buenos consejeros y menos an si van de la mano. Lisandro tena decidido obtener el dinero a toda costa y cmo nica salida pens en el robo. No bien lleg al pueblo cobr su primera vctima, un seor bien vestido a quien llev por delante y despoj de todo su dinero. Sali corriendo tan rpido que el hombre no pudo reaccionar, qued tendido en el piso pidiendo ayuda. Mientras se escapaba, Lisandro crey ver una sombra. Se distrajo por un momento, pero sigui corriendo. En el camino pas por un comercio. Entr, maniat a su dueo y se llev el contenido de la caja. Una vez ms, mientras corra crey ver la sombra. En realidad esta vez estaba seguro, detrs de l haba una sombra. Se asust y mucho, pero no tena tiempo de pensar en que alguien lo hubiese visto y sigui su camino. Se top con una anciana. No, no poda robarle a una pobre e indefensa seora mayor no, no poda. Sin embargo, la desesperacin pudo ms y lo hizo. Nuevamente la sombra lo sigui. As pas dos das, robando, huyendo y sintindose la peor de las personas. Durante esos dos das la sombra lo acompa, como si estuviese adherida a su persona, no le dejaba ni libre, ni solo. Estaba seguro que alguien lo estaba siguiendo y esperando el momento justo para apresarlo y que esa persona era la duea de la sombra que no lo dejaba en paz. Busc un escondite para contar el dinero. Agitado, desprolijo y humillado por su propio comportamiento, se tom la cabeza sin poder creer lo que haba hecho. Con la respiracin entrecortada y un cansancio que pareca de aos, cont el dinero obtenido, ms de lo que pensaba realmente. Fue a su casa. Entr con mucho miedo de aquello que pudiera encontrar. Su madre segua con fiebre y su padre le pona paos fros. Aqu tienes, el dinero necesario para llevar a mam a la cuidad. Apresrate, no hay mucho tiempo Dijo Lisandro evitando mirar a los ojos. De dnde y cmo has obtenido semejante suma de dinero? pregunt sorprendido el padre.

Luego te lo explico, ahora lleva a mam a la ciudad, yo los espero aqu, vete rpido. Hicieron los arreglos necesarios y sus padres partieron. Una vez solo en su casa, el joven se sinti ms seguro, por poco tiempo. De repente, se dio cuenta que una vez ms tena la sombra detrs de s. Era imposible, no haba visto a nadie seguirlo, sin embargo all estaba, casi acaricindolo. Se sinti amenazado, supuso que el final estaba cerca. Apag la luz y sin explicacin lgica, segua viendo la sombra. En la ms absoluta oscuridad, era tangible su presencia. No haba explicacin posible. Hay cosas que slo desde el alma se entienden. Resignado a su suerte, Lisandro prendi la luz, la sombra detrs de s segua casi adherida a su cuerpo y su destino. Recapitul una y otra vez todo lo que haba hecho y si bien era cierto que haba robado para salvar la vida de su madre, eso no lo exima de sentirse sucio por dentro. Supo en ese momento que hay caminos que son difciles de desandar y que no siempre el fin justifica los medios. Cerr los ojos y pens en sus padres y en cmo, a pesar de sus necesidades y angustias, jams haban traicionado sus principios, como l lo haba hecho. Cunto ms pensaba en todo esto y ms arrepentido se senta, la sobra ms lo abrazaba con un peso difcil de soportar. Abri los ojos y una vez ms no vio a nadie. Recin en ese momento comprendi que la sombra tan temida no era ms que su conciencia. No era alguien que vena a apresarlo, era l mismo que no poda con la culpa y la vergenza. No se sinti aliviado. Ya no importaba si lo haban descubierto o no, l saba lo que haba hecho y no poda borrar el pasado. La sombra seguira all por siempre adherida a su vida como la ms pesada de las pieles. Sin embargo, el joven no quiso quedarse con esa pesada carga, espero a que su madre sanara, cont toda la verdad a sus padres y decidi hacer algo para revertir, en la medida de lo posible, lo que haba hecho. Comenz a trabajar prcticamente las veinticuatro horas, de sol a sol, de domingo a domingo. Al tiempo, volvi al pueblo, busc a cada persona que le haba robado, le explic porque lo haba hecho y devolvi la mayor parte del dinero robado, el rest lo devolvi con ms trabajo. Saldar sus deudas le llev a Lisandro un tiempo considerable, no tanto como sentirme mejor con l mismo. Se dio una nueva oportunidad, era joven y estaba arrepentido de los errores cometidos.

La sombra? Jams se pudo desprender del todo de ella, pero ya no la senta como una pesada carga, sino como un llamado de alerta para no olvidar cules son los caminos que se deben tomar y cules no.

Lectura: El frasco de la melancola


Desde la muerte de su esposa, el rey de Zafiria era presa de tal melancola que haba dejado de gobernar. Solo y sin hijos que heredaran su reino, deba elegir a un sucesor entre sus sbditos. Pero el rey melanclico no se ocupaba ni de ste ni de ningn otro asunto de palacio. Encerrado en sus aposentos reales, pasaba todo el da tendido en la cama, sin fuerzas para hacer nada. Sus criados ya lo haban probado todo para sacarle de aquel estado. Haban llevado al palacio a los mejores bufones del reino, pero en lugar de rer el rey haba llorado de pena y los artistas se haban marchado muy afligidos. Haban iniciado la construccin de un nuevo castillo, mucho ms grande y moderno, pero tras el entusiasmo inicial se cans de l antes de que estuviera terminado. Incluso le haban presentado mujeres de belleza extraordinaria para que volviera a casarse, pero las haba rechazado. El tiempo pasaba y los consejeros del rey teman que ste acabara muriendo de pena sin sucesor, lo que sumira al pas en el caos. Entonces, lleg la noticia de que en el bosque ms alejado del reino viva un sabio que tena remedio para todo. Al enterarse, los consejeros del rey decidieron mandar a buscarlo para que curara al rey melanclico. Una expedicin parti de inmediato hacia el Bosque del Sabio, como era conocido por ser la morada de aquel hombre de inteligencia excepcional. Tras cinco das de viaje, llegaron a una selva formada por rboles tan altos y espesos que apenas dejaban pasar la luz del sol. Se extraaron que el sabio hubiera elegido un lugar tan salvaje y hostil para vivir, pero aun as se internaron en el bosque para buscarle. La expedicin recorri aquel lugar dando voces para encontrar al Sabio del Bosque, pero slo respondan los pjaros que cantaban desde las altas copas de los rboles. Cuando ya estaban a punto de darse por vencidos, encontraron a un anciano vagabundo sentado sobre una roca junto a un riachuelo. Iba vestido con un saco gastado, del que salan sus delgadas piernas y brazos. El jefe de la expedicin le pregunt con autoridad: Viejo andrajoso, sabes dnde podemos encontrar al Sabio del Bosque? Joven atolondrado, lo tienes ante de tus ojos. El enviado del reino desenvain el espada, dispuesto a dar un buen susto a aquel anciano desvergonzado, pero sus compaeros le convencieron de que le siguieran la corriente al Sabio del Bosque hasta saber cul era su remedio. Por consiguiente, se sentaron

alrededor del vagabundo y le ofrecieron comida y bebida mientras le explicaban la extraa melancola que se haba apoderado de su rey. El Sabio del Bosque dijo: Este problema es muy fcil de solucionar. Traedme al rey aqu, que le voy a quitar la melancola. Eso es imposible dijo esperanzado el jefe de la expedicin Nuestro seor est tan triste que ni siquiera se levanta de la cama. El anciano nunca haba abandonado el bosque, pero lograron convencerlo para que les acompaara hasta el palacio. Antes de emprender el largo viaje, el Sabio del Bosque llen un frasco de cristal con agua del riachuelo. Es para medir la melancola aclar. Luego se pusieron en camino. Una vez en el palacio, los criados lavaron al Sabio del Bosque e intentaron cambiarle la ropa para llevarlo ante el rey melanclico. Sin embargo, el anciano exigi que le devolvieran su viejo saco para poder obrar el milagro. Por tanto, lavaron tambin esta prenda, y cuando estuvo seca, el Sabio del Bosque se present con esta facha ante el rey. Dejadnos solos exigi a los sbditos. Cuando se cerraron las puertas, el rey pregunt desde la cama al anciano quin era y por qu le haban trado ante su real presencia. No hagas tantas preguntas y sal de tu lecho, que tienes mucho que hacer. El rey estaba tan asombrado de que un viejo vagabundo le hablara de ese modo que no pudo contener un ataque de risa. Al otro lado de la puerta, los criados no daban crdito a lo que oan. Era la primera vez que oan rer al rey desde la muerte de su esposa. En los aposentos reales, el Sabio del Bosque segua dando rdenes al rey: Vamos, treme algo de comer. Estoy muerto de hambre. Era tal la desfachatez de aquel anciano, que el rey no se atrevi a contradecirle: pensaba que estaba loco. Se levant de la cama y grit desde la puerta que trajeran almuerzo para el invitado. Los criados regresaron con pan, queso, viandas, frutas y vino para el anciano. Despus cerraron las puertas. Mientras el Sabio del Bosque tomaba asiento en la enorme mesa en la que se haban dispuesto los alimentos, el rey le pregunt: Antes de sentarte a mi mesa, comerte mi comida y beberte mi vino, dime quin eres y por qu me hablas de ese modo. Tambin quiero saber qu llevas en este frasco que has dejado sobre la mesa. Sintate a almorzar conmigo. No me gusta comer solo. Luego te lo contar. Admirado por la autoridad del anciano, el rey hizo lo que le peda y comi con l.

Entre bocado y bocado, el Sabio del Bosque contaba aventuras, que hicieron las delicias de su anfitrin. Terminado un primer plato, el anciano cogi el frasco lleno de agua y dijo: Aqu dentro llevo tu melancola. Fjate ahora lo que hago. Dicho esto, destap el frasco y verti en el suelo la mitad del lquido. Luego declar: La tristeza compartida pesa la mitad. Ahora ordena a dos criados que vengan a comer con nosotros. Pero quiero que les sirvas t. Asombrado ante esta idea, el rey abri la puerta de sus aposentos y orden a dos vigilantes que se unieran a su mesa. El rey y el anciano tomaron con gran apetito un segundo plato, mientras los recin llegados devoraban lo que les haba servido su propio monarca. Pronto los cuatro empezaron a rer y a cantar, lo cual sorprendi a los criados que se agolpaban detrs de la puerta para ver lo que pasaba. Entonces, el Sabio del Bosque destap nuevamente el frasco de la melancola y lo vaci nuevamente hasta que slo qued un cuarto. Porque has compartido tu mesa con nosotros dijo, ahora llevamos tu pena entre cuatro y es mucho ms ligera. Abre las puertas del castillo y convida a tantos comensales como quepan alrededor de esta mesa. Dicho y hecho: el rey orden abrir las puertas del castillo y, de excelente humor, orden que vaciaran las despensas para servir un inmenso banquete. Pronto la sala se llen de cientos de criados, artesanos, abuelas, labradores, nios, y se organiz una enorme fiesta que fue recordada durante muchos aos. Cuando, al caer la tarde, todos los invitados se despidieron calurosamente del rey, no quedaba una sola gota de melancola en el frasco. Antes de volver a las entraas de su bosque, el sabio dijo: Ahora ya conoces el secreto de la felicidad: as como la pena se divide al compartirla, la alegra se multiplica cuanto ms se reparte.

Lectura: Ya lo har
Cuenta la historia que en un poblado llamado Narsvick, viva una familia compuesta por el padre Rudolf, el cual era leador y pasaba muchas horas fuera de casa ganndose un jornal para alimentar a su familia. Ranel, su esposa, la seora de la casa madre de dos hijos que se ocupaba de todas las labores del hogar y de preocuparse que a sus hijos no les faltara de nada, y por ltimo andaban stos dos, dos nios de 7 y 11 aos respectivamente. Micael tena siete aos y era un nio aplicado en las letras, en sus estudios, con inquietudes, le gustaba leer libros, sobre todo, libros en el que se narraban historias en la que todo tena un final feliz. Le encantaba ver como los caballeros se tenan que ver las mil y unas por salvar a las princesas, como para descubrir tesoros haba que revelar difciles enigmas por su parte

Isus, su hermano mayor no sola parar mucho en las letras, y no le gustaba la escuela que digamos La frase preferida de Isus cuando le preguntaban sobre la tarea era Ya lo har. Isus tena un comportamiento distinto, era algo caprichoso y desobediente, pero nunca haba fallado en sus cosas, pero la maldita costumbre del ya lo har le estaba costando ms de algn castigo. Un da en la escuela les mandaron a ambos hermanos una redaccin sobre un tema libre Micael cumpli e hizo su redaccin sobre su familia y pudo ir a jugar, pero Isus en la hora de estudio se pas todo el rato con su tirachinas, pensando para s mismo an me queda tiempo y le deca a su mam Ya lo har, an me queda tiempo. Al da siguiente al volver de la escuela Micael lleg a casa con una gran nota que deca Micael se esfuerza constantemente por lo que hoy ha recibido un premio en la escuela, sin embargo Isus lleg con otra Isus no trabaja constantemente, est retrasndose respecto a sus compaeros. La madre no decidi castigarlo, pero le oblig a hacer la redaccin antes de que su pap viniera de trabajar. Era viernes y esa misma tarde se oy un alboroto enorme en el pueblo y la gente andaba perdida, unos leadores se haban cado al ro y andaban perdidos, entre ellos uno era Rudolf el padre de Micael e Isus. Un vecino fue a casa a avisar de lo acontecido. Era la hora de la merienda pero Micael se levant de un salto y fue con cuatro hombres del pueblo a buscar a su padre y a los otros leadores. Sin embargo Isus dijo ahora ir, seguro que se han equivocado de camino y vuelven un poco ms tarde. Toda la tarde y toda la noche los que se quedaron en el poblado protegiendo las casas anduvieron preocupados por lo que les podra haber pasado a los leadores y a los que fueron a rescatarlos. Al da siguiente no haban aparecido ninguno de los leadores y tampoco los pueblerinos que haban salido en busca de stos Isus muy preocupado, sali de maana en busca de los leadores y al rato cuando ya iba a dar su bsqueda por perdida fruto de la desesperacin se los encontr capturados en una maraa de arbustos y rboles junto a su hermano y los cuatro hombres que haban ido en busca de stos. Llevaban toda la noche intentando levantar unos rboles y sacar a los leadores que haban quedado atrapados, pero ellos solos no podan levantarlos, les haca falta alguien ms pero al hacrseles de noche, los que cinco exploradores que haban ido a la bsqueda de los leadores no pudieron volver para conseguir ms ayuda pues no saban volver desde all al poblado, ya que se haban adentrado en una parte del bosque que slo conocan los leadores. Cuando Isus lleg se los encontr intentando levantar una serie de rboles que haban dejado atrapados a los leadores. Con la ayuda de Isus, pudieron rescatar a los leadores y stos pudieron indicar la vuelta al poblado. En el pueblo todos andaban muy contentos, menos una persona que andaba contrariada, ese era Isus que lamentaba y se repeta una y otra vez Si hubiera ido ayer, podramos haber rescatado a los leadores y nadie en el pueblo habra sufrido.

El lunes lleg a casa una nota de la profesora de Isus que deca Rectificar es de sabios y aprender de los errores ms, Isus ha trado una redaccin que se titula NO DEJES PARA MAANA LO QUE PUEDAS HACER HOY.

Lectura: Lo que en verdad pas en la casa abandonada


Tenamos 11 aos cuando sucedi. Cuando la piedra voladora casi me golpea la cabeza, comprend que la casa no estaba desierta, y que lo que consista en una historia popular cobr vida al instante en el que mi corazn pareca estallar. Cuando quisimos huir, la reja de la entrada se haba cerrado y era imposible escalarla, la empujbamos con desesperacin sin lograr abrirla, nadie pasaba por ese paraje ya que la casona estaba en una cuadra dnde slo haba tres casas ms y ninguna de ellas estaba habitada. Sabamos que la bruja quera nuestras zapatillas, con ellas podra hacer su pcima y si lo lograba nuestras almas estaran condenadas para siempre. Nos armamos con dos grandes palos que estaban tirados al costado del maltrecho sendero, recorrimos lentamente el jardn oscuro buscando otra salida, slo nos quedaba rodear la casa para probar suerte en el lado opuesto, y as fue como lo hicimos, nerviosamente brazo con brazo temiendo lo peor en cada momento. Cuando estbamos pasando debajo de un ventanal, de sus rotos vidrios asom un esqueltico brazo plido con arrugas que parecan surcos grisceos que no terminaban jams, agarrando a mi primo de sus cabellos, la mano mortecina con largas uas negras no soltaba y el espanto y los gritos se apoderaron de la noche, mientras una risotada que pareca de otro mundo espant a dos lechuzas que descansaban en el pino. Con un fuerte golpe del palo, solt los cabellos del afligido nio, lo que nos permiti correr a toda prisa, al llegar al fondo de la casa no encontramos alguna salida, por el contrario slo hallamos tres antiguas lpidas con cruces invertidas. De nada sirvieron nuestros gritos de pedido de auxilio, ahora podamos ver entre las sombras la figura de algo que se acercaba lentamente con trabajo casi lastimosamente. Por instinto retrocedimos hasta pisar literalmente las fosas y fue en ese momento que sent inmviles mis pies, parecan aferrados al suelo, a los dos nos suceda ese extrao hecho; por lo tanto nuestros pies salieron de sus fundas de cuero para retroceder an ms hasta la pared cercana. Fue espantoso ver a la bruja acercarse a nuestras zapatillas, tom los calzados; nos clav una malvola mirada y volvi lentamente a la casona. Ahora qu hacemos? pregunt. Tenemos que recuperar las zapatillas, ya sabes lo que dicen, si la bruja hace algn conjuro con ellas nuestras almas estarn condenadas. dijo mi primo.

Estuvimos de acuerdo, debamos entrar y golpear a la vieja si era necesario para recuperar nuestros calzados y huir lo antes posible de ese lugar de pesadilla. No cost mucho trabajo abrir la vieja puerta de madera, mientras el caldero herva la arpa conjuraba con su ronca voz lo que debera ser el sortilegio. Las dimensiones de espacio-tiempo cobran sentido cuando de repente te encuentras en la situacin de sentirte acorralado sin saber cmo pudo cerrarse aquella maldita puerta. Apuntndonos con sus afilados dedos vena la vieja. La puerta entreabierta que estaba a la derecha no pareca tan malvola, nos abalanzamos sobre ella sin prevenir la escondida escalera. Caamos hacia un stano oscuro y maloliente; Qu poda ser peor? Que la bruja cerrase la puerta con cerrojo. Sebastin us su linterna, era la nica que tenamos. Las paredes estaban atestadas de frascos antiguos con viscosos lquidos, tela araas por doquier y polvo, el aire rancio pareca impregnarse dentro de nuestros pulmones quitndonos oxgeno. En penumbras y asustados caminamos hacia el fondo buscando nuestra salvacin, al final y sobre la pared unas podridas tablas parecan conducir hacia otro cuarto, notamos algo extrao, al parecer y por las escaleras algo se estaba acercando desde la oscuridad, nuestras mentes entendan la urgencia del escape. Rompimos a patadas las tablas y corrimos casi sin mirar por donde pisbamos, una puerta luego otra ms, la casa pareca inagotable; por fin pareca que el oxgeno haca acto de presencia, tenamos lastimados los pies nuestras medias daban claras seales de ello. Mirando por nuestros hombros para ver si algo se acercaba encontramos la puerta que nos conduca al exterior, lo extrao fue que ella conduca a la antigua iglesia, cerramos la misma y caminamos hacia la salida cuando una voz masculina nos dijo: Hijos De dnde vienen? Me di vuelta para ver al cura parado justo delante de la puerta que nos condujo hasta ah. Slo vinimos a rezar es lo que se me ocurri decirle. Y siempre vienen descalzos a la iglesia? Es que somos pobres y no tenemos que ponernos dijo mi primo Bueno no se preocupen yo tengo muchos calzados aqu que no uso. El cura abri un enorme cofre que se encontraba a su derecha, y pude ver que estaba atestado de zapatos y zapatillas de todos los colores. Vengan, elijan alguna dijo el prroco. Revolvimos buscando algo parecido a nuestra talla, para nuestro horror encontramos nuestros calzados an mojados, nos miramos y casi instantneamente observamos al cura que sonra burlescamente, rozando casi lo diablico.

Como dos saetas corramos hacia la entrada asustados y al mismo tiempo felices de haber recuperado nuestras almas.

El seor que vivi con una bruja. Haba una vez un seor que se enamor de una muchacha muy bonita, pero cierto dia el seor se fue a tomar cervezas con sus compadres y le dijeron que su novia era una bruja y que en la noche se converta en cualquier animal. Tambin le aconsejaron que en la noche la espiara para comprobar que era cierto. El seor la espi en la noche pero el sueo lo venca y se quedaba dormido. Entonces el seor fue a ver a una seora que era bruja. Ella le dijo que para ver a su novia se pusiera un escapulario y que cuando la muchacha se quitara su cuero de mujer, que al cuero le echara sal. En la noche el seor se puso un escapulario y cuando la muchacha se levant la sigui hasta un rbol de aguacate. Ah la muchacha se quit el cuero de mujer y se convirti en lechuza. El seor espero a que se fuera alejara. Y cuando se fue el animal, el seor le echo sal al cuero de mujer. Cuando la muchacha regreso y se puso el cuero de mujer la muchacha se revolc y lloraba del dolor. SE CUENTA QUE CUANDO LA GENTE PASA POR ESE LUGAR SE APARECE LA MUCHACHAREVOLCANDOSE Y LLORANDO DEL DOLOR.

La casa de al lado. Hace unos pocos aos, en un pueblito lejano, viva una seora mayor, su nombre era Emilia, de cabello blanco, delgada y algo encorvada por su edad. Tena una mirada bondadosa. No sala a ningn lugar, su casa era enorme: de dos pisos, escaleras interminables y se encontraba alejada del pueblo. Viva con su nieto Carmelo de ocho aos, buen alumno y excelente compaero. Todos lo queran porque era un ngel. Sus padres haban desaparecido una noche de invierno en esa misma casa, cuando Carmelo apenas tena tres aos, fue encontrado en la casa abandonada de al lado. Del nio se hizo responsable su abuela. Carmelo todas las noches despus de cenar, se encerraba en su habitacin; se pona frente a la ventana en medio de la oscuridad y observaba por muchas horas la casa de al lado, hasta que Emilia le daba unos golpecitos a su puerta; seal que ya era hora de irse

a dormir. Luego del colegio, Carmelo se iba a un parque con muchsimos rboles, altos y con su bicicleta comenzaba a dar vueltas hasta que empezaba a oscurecer y regresaba a la casa por un camino angosto que casi nadie lo conoca. Una tarde despus del colegio, Carmelo se dio una vuelta y regreso a su casa. Cuando lleg, dej la mochila sobre la mesa y sali, se sent en la entrada de la casa, mirando hacia la calle. Despus de unos minutos un auto pasa muy despacio por delante de el. Un hombre de unos cincuenta aos, calvo, de estatura baja, conduca y lo miraba atentamente, estacion en la casa vecina y mirando al vecino se baj dle auto, abri el bal y carg con un montn de valijas hacia la casa abandonada, sin sacarle la mirada a Carmelo entr a lo que sera su nuevo hogar. Carmelo se dirigi hacia all, toc la puerta, unos pasos se escuchaban que venan cansados, el hombre lo atendi, Carmelo entr callado y comenz a recorrer la casa, la miraba asombrado. El hombre, sin perder ms tiempo, continu llevando las valijas hacia una habitacin muy amplia de segundo piso, Carmelo se sent quedndose inmvil y le pregunt a su nuevo vecino cmo se llamaba, a lo que l contesto con una voz suave y bajita: Lisandro , y continu ordenando el lugar. Era una casa muy grande y antigua. Pareca un hombre ordenado y prolijo. Carmelo lo miraba mientras l sacaba las telas de araa, el polvo y acomodaba sus cosas. Carmelo se puso de pie y subi al segundo piso: recorri todas las habitaciones y luego regreso a su casa. Emilia estaba en el jardn, cuando sinti que algo se le acercaba, no hizo caso y sigui juntando hojas secas. La tarde se estaba oscureciendo, y de pronto, el sol haba desaparecido. Carmelo se encontraba en su habitacin, mirando por la ventana hacia donde estaba su abuela y de vez en cuando miraba la casa vecina; se qued as por largas horas. En un momento estaba soando despierto, pensaba, hasta que escuch un golpe en el piso de abajo, volvi en si y miro a su abuela, ella ya no estaba all, mir la casa vecina y pudo ver a Lisandro acomodando su habitacin. Le pareci raro que su abuela hubiera producido se golpe, ya que ella era muy tranquila, entonces baj y no la encontr all. Sali a buscarla y tampoco la encontr. Decidi ir a lo de su vecino para preguntarle si la haba visto. Toco la puerta y Lisandro abri, mirando al chico con mala cara dej la puerta abierta sigui acomodando sus cosas. Carmelo era muy pocas palabras y no se animaba a hablarle, entonces lo segua por todos lados. Hasta que Lisandro se cans que lo siguiera y le pregunto con un tono de voz fuerte que era lo que quera _Estoy buscando a mi abuela, no la encuentro por ningn lado, UD. la ha visto?_ , el hombre mir hacia todos lados y respondi que no, le dijo _ Se te ofrece algo ms?_ _ S, quisiera saber a qu ha venido a este pueblo, a que se dedica_ pregunt el nio, _Soy empleado de comercio, y ya te puedes ir, Carmelo_ el nio sonri y regres a su casa, saba que su abuela se encontraba en la casa del nuevo vecino, ya que nunca le haba mencionado como se llamaba l.

Subi las escaleras, se encerr en su cuarto, apag las luces y sent frente a la ventana. De vez en cuando vea a Lisandro acomodando su equipaje. Estuvo varias horas. De repente su reloj marc las doce de la noche y l se incorpor, se apoy en la ventana, la abri y asomndose vio a Lisandro que sala de la casa, mirando hacia todos lados, caminando muy lento, se diriga a su casa entonces Carmelo, con una sonrisa macabra, cerr la ventana, baj las escaleras, apag todas luces y se acost en el silln de entrada, esperando. Hasta que Lisandro, abri cuidadosamente la puerta, dio unos pasos, se qued quieto para escuchar si alguien estaba cerca comenz a subir la escalera, cuando escuch una voz bajita: _ Ests buscando algo vecino?_ el hombre sorprendido, se dio vuelta mirando al nio, movi la cabeza hacia ambos lados, _Entonces ya te puedes ir_ le dijo Carmelo levantndose. El hombre no se mova. Entonces el nio se dirigi a la puerta y sealndosela para que se fuera, al nio se le pusieron los ojos brillantes, Lisandro asombrado, regres a su casa. Carmelo cerr todas las puertas y ventanas, luego sali por la principalmente, volvindola a cerrar. Se dirigi a la parte trasera de la casa del vecino, que perteneca al stano, silenciosamente la abri y se escabull. All comenz a buscar a su abuela. La encontr escondida entre unas cajas cubiertas de polvo, ella estaba mareada y apenas abra los ojos. Le dijo a su nieto que deban salir de ah. Carmelo comenz a buscar otra salida que no fuera la puerta principal. La abuela seal una puerta que se encontraba al lado de la ventana por la que Carmelo haba entrado; estaba cerrada por una tranca de madera. El nio la quit, la abri y arrastr como pudo a la abuela hasta el interior de su casa. La cubri con una manta, ya que era una noche muy fra y lluviosa en aquel invierno. El nio le ofreci agua e intento reanimarla. Ya un poco ms repuesta entreabri los ojos, y Carmelo aprovecho para preguntarle: _ Qu est pasando? Qu es lo que yo no s? Quin es el vecino? Por qu te encerr?_ Emilia al no poder ocultar ms la verdad, hace un esfuerzo y comienza a hablar:_ Hace muchos aos, cuando t an eras pequeo, sucedi algo terrible en la casa vecina. Regresbamos del pueblo, al bajar del auto, escuchamos unos gritos pidiendo auxilio que provenan de la casa vecina. Corrimos hacia el lugar, y al abrir la puerta, nos encontramos con un cuerpo casi sin vida de una mujer al pi de la escalera y a Lisandro en la parte superior con el rostro desencajado y gritando: Yo no la matYo no la mat. Intiles fueron nuestros esfuerzos para evitar la muerte de esa pobre mujer. Tus padres llamaron a la polica, los cuales descubrieron que Lisandro haba escapado, dejando una nota: Me vengare. Pasaron las semanas y Lisandro no apareca, y tus padres reciban amenazas de muerte. Ellos decidieron, por t seguridad y la ma, irse lejos. Meses ms tarde, Lisandro fue encontrado y apresado, pero las amenazas seguan llegando. Despus de unos aos de condena regres, queriendo vengarse de todos, pero al no encontrar a tus padres, me presion para que le d informacin_ la abuela termin de

contarle a su nieto los escalofriantes hechos, entonces Carmelo pregunta: _Dnde estn mis padres?_ _Se encuentran en otros pas_ contest Emilia_ _Es cierto todo lo que me has contado abuela?Ha ocurrido verdaderamente?_ pregunt Carmelo _ Abuela!contstame! abuela Es cierto? Respndeme!_ repeta una y otra vez Carmelo desesperado. Estaban tan absortos, que no haban escuchado cuando Lisandro entr en la casa con un hacha, sediento de venganza.

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